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LA SAL DE LA TIERRA

Mateo 5:13–14. Nosotros somos “una ciudad que está asentada sobre un monte”, la
cual están observando con detenimiento los ojos del mundo. También somos “la luz”,
la única luz, que ilumina a Cristo para un mundo moribundo.
Esta noche nos enfocamos en nuestro tercer papel: somos “la sal de la tierra”. De
nuevo, la palabra “la” es exclusiva. Significa que la tierra no tiene otra sal, que nosotros
somos la única sal disponible para la tierra. Hay varias formas en que se puede aplicar
la importancia de la sal. Sin embargo, como no soy científico, mantendré mis
explicaciones en un plano muy humilde. Permítame solo destacar ciertos hechos
obvios acerca de la sal.

LA SAL DA SABOR
1. Una gran función de la sal es dar sabor a aquello que de otra forma carecería
del mismo.
a. En Job 6:6, las Escrituras narran que Job dice: “¿Se comerá lo desabrido
sin sal? ¿Habrá gusto en la clara del huevo?”.
b. Del mismo modo, los cristianos somos la sal de la tierra. Estamos aquí
para dar sabor a la tierra ante los ojos de Dios. Nosotros somos el único
factor que hace que la tierra sea aceptable para Él, el único freno que
retiene su juicio final y su ira sobre un mundo que rechaza a Cristo.
Mientras estemos en la tierra, nuestra responsabilidad es vivir de tal
forma que preservemos esta tierra para Dios.
2. En el A.T. se exigía que los sacrificios consumados en el altar—tanto en el
tabernáculo como en el templo—tuvieran sal, como emblema de
a. lo que no se corrompe y
b. símbolo de lealtad al Señor.
3. Se dice que la sal oriental conserva muchas impurezas minerales, y al estar
expuesta al aire puede perder el sabor que le es peculiar, con lo que se hace
inservible.
a. Esto no tiene que ocurrir con el cristiano. Como la sal, que tiene gran
propiedad de penetración, el cristiano debe contribuir a corregir y a
impedir la corrupción.
b. Asimismo, con su grata e influencia el creyente en Cristo debe ayudar a
dar gusto, a provocar agrado por una vida de justicia, paz y amor según
los principios del evangelio.
c. Un ejemplo de la penetración de la sal lo hallamos cuando Felipe
predicó el evangelio en Samaria. Por ese poderoso testimonio se
produjo una gran depuración social, de modo que “había gran gozo en
aquella ciudad” (Hch. 8:9). No era el placer de las orgías mundanas, sino
el gozo de la salvación y de sus excelentes resultados espirituales y
sociales.

NUESTRA PRESENCIA MARCA LA DIFERENCIA

1. En Génesis 18.23-32 leemos que el Señor se detuvo en casa de Abraham de


camino a la ciudad de Sodoma. El Señor le dijo a Abraham lo que Él estaba
planeando: que había venido a traer juicio sobre esa ciudad.
a. Abraham estaba muy preocupado por lo que Dios le había dicho,
porque su sobrino, Lot, así como la familia de Lot, vivían en Sodoma.
b. Así que Abraham caminó con el Señor hacia Sodoma, rogándole con
osadía que perdonara a la malvada ciudad. “Señor, si hubiera cincuenta
hombres justos en la ciudad, ¿la perdonarías?”. El Señor dijo sí.
Entonces Abraham dijo: “Si hubiera cuarenta, ¿perdonarías………?”. El
Señor dijo sí. Abraham dijo: “Si hubiera treinta, ¿perdonarías a esta
ciudad?”. El Señor dijo sí. Abraham dijo: “Si hubiera veinte,
¿perdonarías a la ciudad?”. El Señor dijo sí. Después Abraham dijo: “Por
favor, Señor, no te enojes, pero quiero pedirte una vez más. Si hubiera
solo diez hombres justos en esa ciudad, ¿la perdonarías por causa de
esos diez hombres justos que hay en ella?”. El Señor dijo: “Sí, lo haría”.
c. La tragedia es que el Señor no encontró diez hombres justos en
Sodoma.
2. Hay cierto pensamiento que siempre me toca cuando oigo la historia de Lot.
a. Lo comparto especialmente con usted si es padre o madre. Cuando
pienso en la terrible responsabilidad de Lot, me pregunto: ¿Quién llevó
a la familia a Sodoma? La respuesta, por supuesto, es Lot. Él los llevó
allí, pero no pudo sacarlos de nuevo. Escapó con solo dos hijas; al final,
ni tan siquiera su esposa salió. Cuando ella miró atrás a la ciudad,
contrariamente a las instrucciones de Dios, se convirtió en una estatua
de sal.
b. Del mismo modo, si usted es padre, puede llevar a sus hijos y otros
miembros de la familia a situaciones de donde no los pueda sacar, y
usted tendrá que dar cuentas. Es una idea que da mucho que pensar.
3. Extraemos un principio eterno del ejemplo de Lot.
a. Por diez hombres justos, Dios hubiera perdonado toda una ciudad. Esa
proporción es aplicable también hoy día. Diez granos de sal pueden
preservar.
b. Como dije antes, nuestra tarea es la de preservar esta tierra para Él.
Nuestra presencia marca la diferencia. Nuestra presencia hace que Dios
trate con el mundo de una manera que de otro modo no trataría.
c. Cada creyente debería ser un solo grano de sal en el lugar concreto
donde Dios le ha puesto. Alguien compartió́ conmigo una vez el
siguiente pensamiento: “La voluntad de Dios nunca le pondrá donde la
gracia de Dios no pueda guardarle”. Dondequiera que esté, si está en la
voluntad de Dios, su gracia es suficiente para usted.
Como cristianos, somos como granos de sal. Nuestra presencia marca la diferencia. No
debería haber ni un solo creyente entre nosotros cuya presencia no marcase una
diferencia. Si no causas impacto donde vive, algo esta mal. Si la gente se comparta
como se comportaría normalmente, aunque este ahí, algo anda mal con su vida como
cristiano.

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