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Para analizar la evolución del tratamiento de la sífilis en los últimos siglos, y ver los
factores casuísticos de su creciente incidencia en los últimos años, se deben entender
algunas cosas.
Pero esto de la sanación para la sífilis se remonta a los tiempos de Hipócrates (dice
que la enfermedad da en “las partes vergonzosas, pies y manos). También hay evidencia de
la enfermedad en las zonas babilónicas y persas, donde se describe como “ulceraciones de
los bubones de la inglés, pústulas en la cabeza y erupciones palmares y plantares”. No hay
indicios de sífilis en Egipto. Celso recita sobre úlceras vesicales, tubérculos en el balano (o
glande), e inflamaciones. En las mujeres se diagnosticaba por úlceras bulbares y fiebres
continuas. Como los mahometanos y latinos del Medioevo eran altamente desaseados, era
más fácil para los médicos árabes estudiar enfermedades cutáneas. Cabe destacar que la
medicina de estos tiempos era pura charlatanearía religiosa (había que curar el alma, sobre
todo con los altos índices de sadomaso, prostitución, zoofilia, incesto, y otras aberraciones
sexuales). Con la Reforma de Lutero la medicina se independiza un poco. Hacia el siglo
XIV se comienzan a hacer los primeros diagnósticos objetivos de patologías cutáneas
(incluida, por cierto, la sífilis). Aquí se desata un hecho por lo menos curioso. Se comienza
a aceptar la teoría de que la sífilis era producida por contacto sexual. Por otra parte,
los curas eran intocables, y les molestaba mucho aceptar esta teoría, pues había una
alta población de curas sifilíticos. Entonces, Juan Almenar, un médico español,
propone que SÓLO PARA LOS CURAS, la sífilis se transmitía desde el aire
(ciertamente lo que ocurría era que los curas era calientes). Ocurre también que, viniendo el
tiempo de las cruzadas, la lepra se expandió, por lo que comenzó a confundirse usualmente
la sífilis con la lepra. Dentro de las grandes epidemia, cabe destacar la ocurrida durante el
sitio de Novara. El ejército en su mayoría comenzó a sufrir pústulas en el prepucio, con
horribles dolores en extremidades y fuertes fiebres. Aquí comienzan a aparecer los
primeros tratamientos experimentales. De Cumas le hace sangrías al ejército o bien en la
safena, o bien en la basílica. Luego utilizaba un mix de purgantes y unturas. De Cumas
decía: “se deben sanar primero las úlceras de la verga, luego esperar a que no aparezca un
bubón, y finalmente sanar las úlceras de la boca”.
Las primeras medidas de salud pública se dan en Paris, donde el jefe de policía local
era el encargado de “controlar la promiscuidad”. Comenzó a enviar médicos a los
domicilios de las prostitutas. Se comienza a utilizar masivamente el condón de vejiga de
chancho, y unas especies de “lubricantes” hechos de mercurio, que no sólo facilitaban el
acto sexual, sino que lo hacían “seguro” (obviamente no era así). Se creó la especialidad
médica de sifiología. Las prostitutas se revisaban dos veces al mes. Si se encontraba que
eran sifilíticas, se les apresaba hasta que sanaran. La sociedad se comienza a clasificar en
“gente honesta” y “los sifilíticos”.