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Historia del tratamiento de la sífilis

Sergio Vargas Salas

Para analizar la evolución del tratamiento de la sífilis en los últimos siglos, y ver los
factores casuísticos de su creciente incidencia en los últimos años, se deben entender
algunas cosas.

La sífilis es una enfermedad infectocontagiosa heredable, de transmisión


esencialmente sexual, causada por la treponema pallidum, con períodos de exacerbación y
latencia muy característicos. Según un estudio realizado en México, de 410 casos
investigados, el 80% eran hombres, siendo los casos en personas entre 15 y 45 (nótese la
relativa juventud del pópulo). Se le ha denominado el venéreo, pudendagra, mal gaélico,
mal napolitano, mal de bubas (las bubas son “como” tumores, indicando un poco las
manifestaciones físicas de la enfermedad), frenk pocken, o grande vérole. Sin embargo, el
término sífilis fue propuesto en 1530 por el multifacético médico (era filósofo, astrónomo,
cocinero, poeta, y muchas cosas más) Girólamo Fracastoro, quien publicó su poema
Syphilis sive morbus gallicus (sífilis o enfermedad gaélica), donde cuenta la historia de
Syphilo (que significa “el que ama a los chanchos”), que por blasfemar al padre sol, fue
castigado por Apolo con una terrible enfermedad. Además alaba al palo santo (una cosa
parecida al incienso) por ser fuente de su cura. Fracastoro entonces propone la “teoría de
los gérmenes”, lo que revolucionó la forma de ver posibles “curas”.

Pero esto de la sanación para la sífilis se remonta a los tiempos de Hipócrates (dice
que la enfermedad da en “las partes vergonzosas, pies y manos). También hay evidencia de
la enfermedad en las zonas babilónicas y persas, donde se describe como “ulceraciones de
los bubones de la inglés, pústulas en la cabeza y erupciones palmares y plantares”. No hay
indicios de sífilis en Egipto. Celso recita sobre úlceras vesicales, tubérculos en el balano (o
glande), e inflamaciones. En las mujeres se diagnosticaba por úlceras bulbares y fiebres
continuas. Como los mahometanos y latinos del Medioevo eran altamente desaseados, era
más fácil para los médicos árabes estudiar enfermedades cutáneas. Cabe destacar que la
medicina de estos tiempos era pura charlatanearía religiosa (había que curar el alma, sobre
todo con los altos índices de sadomaso, prostitución, zoofilia, incesto, y otras aberraciones
sexuales). Con la Reforma de Lutero la medicina se independiza un poco. Hacia el siglo
XIV se comienzan a hacer los primeros diagnósticos objetivos de patologías cutáneas
(incluida, por cierto, la sífilis). Aquí se desata un hecho por lo menos curioso. Se comienza
a aceptar la teoría de que la sífilis era producida por contacto sexual. Por otra parte,
los curas eran intocables, y les molestaba mucho aceptar esta teoría, pues había una
alta población de curas sifilíticos. Entonces, Juan Almenar, un médico español,
propone que SÓLO PARA LOS CURAS, la sífilis se transmitía desde el aire
(ciertamente lo que ocurría era que los curas era calientes). Ocurre también que, viniendo el
tiempo de las cruzadas, la lepra se expandió, por lo que comenzó a confundirse usualmente
la sífilis con la lepra. Dentro de las grandes epidemia, cabe destacar la ocurrida durante el
sitio de Novara. El ejército en su mayoría comenzó a sufrir pústulas en el prepucio, con
horribles dolores en extremidades y fuertes fiebres. Aquí comienzan a aparecer los
primeros tratamientos experimentales. De Cumas le hace sangrías al ejército o bien en la
safena, o bien en la basílica. Luego utilizaba un mix de purgantes y unturas. De Cumas
decía: “se deben sanar primero las úlceras de la verga, luego esperar a que no aparezca un
bubón, y finalmente sanar las úlceras de la boca”.

Durante el reinado de los imperios precolombinos, se practicaba mucho el


canibalismo y el bestialismo, por lo que la sífilis, además de ser de contagio sexual, lo era
por contagio “alimenticio”. En nuestra patria, Chile, se encontraron varias tibias en “hoja de
sable” en poblaciones aisladas, signos de que la sífilis pudo haber sido endémica. En
México, el dios Xochipilli ya se asociaba a la sífilis y los placeres carnales ilícitos. Por todo
esto, hay algunas teorías que sugieren que la sífilis se expandió en Europa, pues los
conquistadores actuaron como vectores de un mal común en América. Pese a todo ello, se
desconoce el origen de la sífilis.

Las primeras descripciones de un tratamiento las hace Fray Bernardino de Sahún,


quien dice que la cura a la sífilis es, una vez formada la buba, beber su contenido, y luego
poner hierba iichcayo. El 1517 se comienza a ver más detenidamente el ámbito de
tratamiento. Nicolás Paul es el primero en promover el palo santo como cura. Torella, un
médico italiano, recomendaba el mercurio absolutamente. Fernel, quien curó de sífilis a una
de las amantes de Guillermo II, proponía un tratamiento con mercurio y tinas de sudor. El
caballero Ulrico von Hutten, un conocido poeta, escribió poemas sobre su supuesta hazaña
por haber curado un “pecadillo de adolescencia” (la sífilis), con mercurio y palo santo. A
pesar de ello, murió de sífilis terciaria a los 35 años. En 1736, Jean Astruc describió un
tratamiento con extensos baños de ungüentos de mercurio, con la consecuente caída de
dientes, cabello, y salivaciones diarias que llegaban hasta 1 litro. Además, recomendaba
quedarse al lado de la estufa, y no cambiarse ropa, por lo que sus pacientes eran malolientes
e inmundos. Además, para evitar el deterioro de la familia, los medicamentos se empiezan a
disimular en bebidas exóticas (tisana del Caribe, agüita de hipocrenne), o alimentos
cotidianos (el chocolate verolique), de modo que las esposas no notaran que sus maridos
estaban en tratamiento, y por tanto que las habían engañado. John Hunter fue un gran
“farmacéutico” para su época, pues describió vastamente posibles tratamientos: inyecciones
de acetato de plomo, mercurio, aceite, leche y sulfato de cobre y hierro; cauterización de
chancros; y una posible vacuna (se autoinoculó pus de un delincuente condenado a muerte,
inyectándolo en su prepucio y su glande; para su fortuna, el delincuente al parecer tenía
chancro endouretral, por lo que se contagió se dos enfermedades). Fue Ricord que, luego de
“vacunar” a 227 personas en base a chancros sifilíticos blandos, se dio cuenta de que la
vacunación era un ”error” (todos se contagiaron).

Las primeras medidas de salud pública se dan en Paris, donde el jefe de policía local
era el encargado de “controlar la promiscuidad”. Comenzó a enviar médicos a los
domicilios de las prostitutas. Se comienza a utilizar masivamente el condón de vejiga de
chancho, y unas especies de “lubricantes” hechos de mercurio, que no sólo facilitaban el
acto sexual, sino que lo hacían “seguro” (obviamente no era así). Se creó la especialidad
médica de sifiología. Las prostitutas se revisaban dos veces al mes. Si se encontraba que
eran sifilíticas, se les apresaba hasta que sanaran. La sociedad se comienza a clasificar en
“gente honesta” y “los sifilíticos”.

Hacia 1905, Chaudin y Hoffman descubren la treponema pallidum (que llamaron


espiroqueta pallidum y clasificaron como protozoo). El tratamiento con mercurio no
declinaba, y ahora existían nuevas formas. A parte del ungüento, aparece la “pastilla azul
del Dr. Ricord”, y fumigaciones humanas con mercurio en gas. El tratamiento en general
podía durar entre 6 y 8 años. Aparece, luego, nuevas formas de administrar mercurio: vía
oral (protoioduro de mercurio), vía rectal (supositorios de unos 6 cm que contenían 4
gramos de mercurio) y vía parenteral (inyecciones IM, HD y EV de mercurio). Sin
embargo, el método de cura más eficaz eran las fricciones dérmicas, que podían ser entre
20 y 40 en total.

En Argentina, a partir de 1880 se comienza a trabajar en la clínica de la sífilis, con


médicos especializados y con la creación de hospitales especiales. En 1907 se introduce el
Salvarsán a la terapia de la sífilis por el Dr. Ehrlich. Él mismo, en 1910, anuncia que ha
curado la sífilis con la arsfenamina. Por ello se le concedió el Nobel. En 1922 se comienza
a usar el bismuto, siendo la vía IM la más aceptada. Hacia los 30, la Sociedad Argentina de
Dermatología y Sifiología validó como tratamiento efectivo la terapia arsenobismútica.
Mientras que con 20 inyecciones de mercurio de 1 g cada una, no había mayores avances,
con una inyección de neoarsenobenzol desaparecían en 48 hrs. Con bismuto, la terapia
demoraba 5 días. Los valores treponemicidas asociados eran: arsenobenzoles 10, bismuto 8,
arsénico pentavalente 6, mercurio 4. Además, antes del acto sexual se aconsejaba aplicar
ungüentos de Metchnikoff (calomelano y vaselina) y Gauduchau (tiamol, cianuro de
mercurio, vaselina y lanonina).

Finalmente, hacia 1940, con el descubrimiento de la penicilina, por fin a la sífilis se


le encuentra una cura absoluta, eficiente y de nulos efectos secundarios.

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