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1.

1 Tabúes sexuales
Como se mencionó anteriormente, los tabúes sexuales hacen referencia a la
prohibición de tópicos, ya sea por consenso cultural o por mera superstición por parte
de las personas. González (2001), indica que el avance en las investigaciones y
estudios científicos han tratado de esclarecer conceptos equívocos acerca de la
sexualidad. Algunas de estas ideas pueden trascender en el tiempo, ya sea por la falta
de información o debido a que, a los padres y educadores les resulta más fácil mantener
estos tabúes

En épocas pasadas, cualquier comportamiento que tuviera relación con el sexo, por
ejemplo, la curiosidad, era considerada como pervertido o anormal. Esa actitud, aún
existe en determinados sectores sociales, o incluso en el núcleo familiar, por lo que
existe la posibilidad de ser transmitido de generación en generación, resistiéndose a la
posibilidad de algún tipo de diálogo. (González, 2001).
1.2.1 Tabúes sexuales en el hogar
El papel educativo de los padres es algo de suma importancia para el
desarrollo, y como toda tarea humana también está profundamente influenciada
por la época y la cultura. Gracias a la educación en el hogar, los niños acceden al
mundo social y pueden ser autónomos. La educación forma a los niños a nivel
individual, pero también permite acceder a la sociedad. La integración de las
normas, reglas, leyes y también de los tabúes familiares a su vida, permiten que
puedan estar en concordancia con lo establecido por las dinámicas sociales, y
esto es considerado como un logro de una parentalidad competente. (Barudy y
Dantagman, 2013)

López, Rouco y Carcedo (2017), explican que los padres tienen una función
que ningún otro agente puede suplir: la de educar a sus hijos sobre las relaciones
amorosas, y que estas son un aspecto central de la vida y estas pueden ser sanas.
Frente al bombardeo de los medios de comunicación y redes sociales, es
importante que los menores tengan este acceso primario de información en el
hogar. Y si se diera el caso que los padres tuvieran conflictos, sepan afrontarlos,
y se coloque en primer lugar a sus hijos.

En este sentido, como lo indica López (2017), los padres deben ser modelos
que enseñen una actitud positiva, respeto e igualdad hacia la sexualidad.
Asimismo, deben responder de manera abierta y sencilla a las preguntas que
hacen los hijos, en el momento en que las hacen. Los padres deben brindar
información veraz, y de ser el caso, buscar con ellos los conocimientos, si es que
no tienen las respuestas. Los padres deben animar a comentar y comunicar
cualquier situación, así como lo que observan en los medios.

En un estudio realizado en Guatemala, en el que se realizaron entrevistas


grupales a padres de estudiantes del sistema educativo formal de cinco
departamentos del país (Alta Verapaz, Chimaltenango, Chiquimula, Escuintla e
Izabal). En este estudio se constató la persistencia de los tabúes sexuales.
Cuando se les preguntó a los padres y madres de familia acerca de las
conversaciones con sus hijos sobre temas de sexualidad, la mayoría indicó que es
el padre quien debe hablar de ello, sin embargo, muchas veces no cumple esta
función. Otros de los resultados de este estudio, confirma que los padres se
excusan en que no tienen tiempo para hablar de estos temas con sus hijos.
Muchas madres afirmaron que tienen el deseo de informar a sus hijos sobre
temas sexuales, pero prefieren no hacerlo por el hecho de no sentirse preparadas
para dar respuestas. (Escobar, 2011)

Escobar (20011), agrega que, en este estudio, algunos padres y madres


afirmaron que consideraban esperar a que sus hijos dejaran de ser niños para
poder hablarles sobre temas de sexualidad. Incluso indicaron que hablar sobre
estos temas puede “despertar la mente”. Es interesante el hecho de que algunos
padres de familia, consideran que la educación sexual significa proporcionar
información sobre la anatomía y fisiología del cuerpo humano solamente. Uno de
los padres entrevistados se refirió a la educación sexual: “Yo les hago diagramas
ahí de partes de la mujer y del hombre, y les indico algunas cosas y de cómo
tiene que ser su aseo personal, eso más que nada, les digo cómo cuidarse bien,
conocer su cuerpo” (pág. 19).

Una de las acciones que ayuda a reforzar la permanencia de tabúes de la


sexualidad, es el hecho de recomendar a los hijos “cuidarse” de las relaciones
sexuales. Sin embargo, no hay una explicación clara de los peligros y riesgos,
como los embarazos adolescentes, enfermedades de transmisión sexual ETS,
entre otros. (Escobar, 2011)

Ballester y Gil, (citado por Escobar, 2011), considera que, a través de la


historia, a los infantes se le ha negado el acceso a la información sobre
sexualidad, ya que esta etapa se asocia a la ingenuidad y a la inocencia. Fue
recién en el siglo XIX que autores como Sigmund Freud reconocieron la
existencia de una sexualidad infantil.
González (2002), explica que, en épocas pasadas, se tenía la creencia errónea,
que la educación acerca de la sexualidad no podía ser impartida en los
adolescentes, porque estimularía comportamientos sexuales prematuros. Otra
creencia que fomentaba el tabú, es pensar que los niños se verían en riesgo de
perder su inocencia.

Hernández, (citado por Escobar, 2011), indica que el silencio y evasión en


temas de sexualidad también una forma de lo que lo convierte en un misterio,
algo malo o pecaminoso, de lo que no se debe hablar y por lo tanto llega a
formarse una connotación negativa. Por esta razón es necesario atender las dudas
de manera inmediata y oportuna para apoyar el proceso que les permite
comprender lo que les rodea.

1.2.2 Tabúes sexuales en la escuela


Es importante que la sexualidad no sea concebida como un tabú en el ámbito
educativo, y sea abordada de una forma integral, sin dejar de lado los aspectos
biopsicosociales. En este sentido, las instituciones educativas deben brindar
mensajes claros sobre los comportamientos sexuales. A pesar de que la mayoría
de gobiernos cuentan con educación sexual, muchos de ellos presentan
deficiencias en el diseño del mismo, o no son impartidos desde tempranas
edades. (UNFPA, 2014)

A fin de terminar con los o tabúes en la escuela, se debe ofrecer información


profesionalizada, la cual debe estar bien fundamentada. Además, esta, debe ser
presentada de forma sistemática y ordenada. Esta enseñanza debe incluir
información sobre anatomía y fisiología sexual, afectos sexuales y sociales
implicados en las relaciones sexuales y amorosas. Así mismo debe atenderse a
que los niños y adolescentes puedan tener un pensamiento crítico sobre los
valores y conductas sexuales, a fin de evitar la prevalencia de creencias erróneas,
mitos y tabúes, así como también un enfoque prevención de riesgo. (López et al.
2017).
Domínguez, en el año 2015, menciona que las deficiencias educativas, que
hacen que prevalezca el tabú de la sexualidad, pueden deberse a la utilización del
modelo moralista (la abstinencia) en la enseñanza de la sexualidad. El modelo
moralista nace como reacción de las instituciones más conservadoras a las otras
formas de hacer educación sexual. Este modelo, en su forma más radical,
defiende que la sexualidad solamente es legítima dentro del matrimonio y con
fines reproductivos. Sus principales objetivos son fomentar la abstinencia como
único método seguro y fortalecer el carácter y la voluntad para no sucumbir al
sexo antes del matrimonio.

1.2.3 Tabúes sexuales en la sociedad


Portillo (2010), se refiere a la palabra tabú, el cual, es un término de origen
polinesio y su noción se manifiesta en diversas prohibiciones y restricciones. El
tabú significa lo sagrado y lo peligroso, prohibido e impuro. Antiguamente la
palabra taboo fue igualmente utilizada para ilustrar y describir el
comportamiento de algunas culturas sobre las cosas que no eran posibles de
hacer, algunos lugares en los cuales no era posible entrar y las cosas que no era
posible ver o tocar. Culturalmente, el origen del “tabú” se remonta a tiempos
anteriores a la religión. La autora agrega:

Con el paso del tiempo esta confesión no sólo se remontó a la iglesia, sino que, en la
justicia, en la medicina, en la pedagogía, en las relaciones familiares, en las
relaciones amorosas y en la misma vida cotidiana el hecho de confesarse con
respecto a este tema se convirtió en una de las características más significativas de la
cultura occidental. De ahí la censura y prohibición de palabras y expresiones
referentes al sexo y la sexualidad. (Portillo, 2010, pág. 5).

La concepción de la palabra tabú en la sociedad, se entiende como el rechazo


generalizado a determinados comportamientos que afectan el día a día y que
generan molestia o daño en los miembros de la sociedad. El hecho de abordar los
temas tabúes, puede llevar a la desaprobación, ostracismo e incomodidad de los
otros miembros.

Allan y Burridge (citados por Portillo, 2010) indican que la palabra tabú es
definida entonces como la “proscripción del comportamiento de una o más
personas y que afecta la vida diaria dentro de una comunidad específica, en un
momento específico y en un contexto determinado”. (pág. 6). Los tabúes
entonces, afectan la forma de concebir la realidad.

En suma, Portillo (2010), plantea que las personas son seres sociales, es decir,
nacen, crecen y se relacionan en familia, comunidad, o cualquier clase de grupo
social. La manera en la que actuamos puede llevarnos a ser sancionados dentro
de estos grupos o en la comunidad. Estos núcleos sociales, ya sea implícita o
literalmente, tienen convenciones, regulaciones, normas y sanciones acerca de
los malos comportamientos que se puedan presentar. En algunos casos las
sanciones se escogen por consenso, mientras que en otras lo hacen a través de las
leyes establecidas por las autoridades. Se dice entonces que todos aquellos
tabúes suceden a causa de las restricciones a los comportamientos de las
personas. Dichas restricciones están impuestas por la autoridad (incluidas
autoridades de tipo religioso). Estas sanciones pueden ser de diferentes tipos, y
una de ellas es la desaprobación social.

Meza (2018), expresa que el sexo fue convirtiéndose en un tabú a través del
tiempo. En la edad media, en el siglo V, un nuevo planteamiento de ideas llega, y
el sexo deja de ser algo placentero para convertirse en algo prohibido, ya que era
concebido como pecaminoso, pero necesario para la procreación, El sexo llego a
prohibirse durante la menstruación, el embarazo y la lactancia, ya que no tenía
función reproductora. (Meza, 2018).

Foucault, (citado por Portillo, 2010), plantea que, en la sociedad occidental,


existían cuatro fenómenos que rodeaban la sexualidad. El primer lugar, el cuerpo
de la mujer se relacionaba estrechamente con la fecundidad; En segundo lugar, la
enseñanza de la sexualidad hacia el niño, debía ser contenida, puesto que ésta era
vista como una amenaza; En tercer lugar, la socialización de la sexualidad con
fines procreativas era aceptada y, en cuarto lugar, muchas conductas sexuales
fueron denominadas como “placeres perversos”. Con base a lo anterior, en
cualquier tipo de situación contraria a la manera en la que los individuos debían
comportarse, según las diversas reglas sociales, generaba incomodidad y rechazo,
es decir, se convertía en un tabú. Sin embargo, cabe recalcar, que estas ideas
tenían como fin preservar la salud y la procreación (existían ideas sobre las
enfermedades venéreas y herencia, que fomentaba la idea de que muchas formas
de conducta sexual eran peligrosas).

El hecho de que la sexualidad sea vista como un tabú, se debe en parte a que
estas concepciones son transmitidas de generación en generación, con lo cual, se
llega al punto de que no se cuestiona este tema. Maideu (citado por Sánchez y
García, 2001) reconoce la existencia de un circuito universal y sociológico,
encargado de transmitir conocimientos acerca de la sexualidad.
Este circuito está formado por diversos elementos que interactúan entre sí. En
la base del núcleo sociológico se encuentra la familia, los pares, amigos entre
otros. Otros elementos del circuito son: las influencias de las instituciones
educativas, y religiosas, y la acción de los profesionales de la medicina,
psicología, entre otros; seguidamente se encuentra la influencia de los medios de
comunicación (televisión, cine, material escritor, internet); por último, se
encuentra el poder del estado. Todo esto constituye así un circuito universal de
información sexual básico. Al alimentarse de una información incompleta,
distorsionada y de tabúes culturales, es posible que las personas se encuentren en
un ciclo de ignorancia que se repite una y otra vez. (Sánchez y García, 2001).

Quirola y Jaramillo (2020), plantean que en la sociedad en la que la


sexualidad es concebida como un tema tabú, es muy común que se fomente el
mito de que al hablar de sexo se estimula la actividad sexual en los jóvenes. La
forma de referirse a la sexualidad en el hogar, viene dada por parte del acervo
popular, y expresan de forma generalizada los tabúes y mitos de la sociedad.

En este tipo de sociedades, existe la idea de que al esconderse o restringirse la


información, se protege a los niños de la sexualidad, pero esto también la
distorsiona, Amaya, (citado por Quirola y Jaramillo, 2020) afirma que “de este
modo se mantiene la ignorancia, la limitación del conocimiento y que la
expresión humana tan esencial como la sexualidad, se desarrolle con distorsiones
y desviaciones” (pág. 64).

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