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LA REVANCHA
“Se viene la revancha” me dije, cuando entré este año a mi segunda primer clase de
Residencia II. Era el segundo round, el primero, perdido por knock out entre el caos
pandémico del 2020. Uno se imagina muchas veces cómo será esta materia, la materia
donde finalmente vamos a averiguar si todo aquello por lo que trabajamos durante años
es algo para lo que tenemos madera. Mi trayecto académico fue largo, llegué a este, mi
último año, 9 años después de que comencé. Comencé a los 18 años, recién salido del
secundario y lleno de dudas. Tras 9 años podía afirmar unas cuantas cosas: me gusta
mucho mi carrera, estudiar Historia me sale bien y lo disfruto, cada materia que curso es
mi materia favorita hasta que curso la siguiente. Pero las preguntas sin contestar seguían
siendo abundantes y abrumadoras: ¿seré buen docente, al fin y al cabo? ¿podré con los
desafíos que eso implica? ¿qué tan complicado va a ser trasladar lo teórico a lo práctico,
lo ideal a lo real? Y, no menos acuciante… ¿me podré sacar alguna de estas dudas en
pandemia? Ya tenía una derrota en mi haber (mi primer intento en el 2020) y lxs
docentes tampoco sabían dar respuestas. Si tuviera que definir la pandemia en una sola
palabra posiblemente sería incertidumbre.
Pasamos la primer mitad del año sin muchos tropiezos y con unas cuantas victorias:
encontré – esta vez sí – una gran compañera pedagógica con la que hicimos clic
enseguida. Los trabajos que hicimos no eran muy diferentes a los que ya habíamos
hecho en la correlativa, Enseñanza de la Historia. Pero se vino, eventualmente, la
segunda mitad del año y con ella, la profecía: las prácticas.
Debido a una serie de eventos que podemos llamar afortunados o desafortunados según
qué lente, las primeras prácticas de mi vida iban a ser en Educación Superior No
Universitaria. No puedo decir aún hoy si eso fueron buenísimas o malas noticias. Soy de
tomar las cosas como vienen. Sí puedo decir las cosas que viví, pero no las que me perdí
y no tengo forma de saber si hubiese sido mejor (o no) tener las prácticas presenciales
con adolescentes en frente mío mirándome. Supongo que me enteraré más temprano que
tarde cómo se siente eso.
Pero lo que sí pasó tuvo beneficios que ninguna otra camada pudo vivir y me parecen
inalienables de esta experiencia: tener la chance de entrar a una clase de superior por
primera vez acompañados de todo un equipo de gente es, sin dudas, tranquilizador. El
co-formador, nuestra tutora, todo el equipo docente de Residencia estaban atrás nuestro
para ayudarnos a que nos saliera bien. Eso nos hizo piecito para dar un salto que quizás
no hubiese dado nunca si no aparecía así. Nunca consideré muy seriamente la opción de
dar clases en Superior. Me voy de esta experiencia con más opciones que antes y por
eso no voy a poder dejar de agradecer.