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Ser mujer implica ser cambiantes e impredecibles. Somos cíclicas. Todo lo que nos pasa
por el alma y el cuerpo, atraviesa el ciclo menstrual y este se relaciona con las fases de la
luna. El asunto a atender es qué tan conectadas vivimos de nuestra esencia femenina.
Vamos a hablar de los arquetipos femeninos básicos que nos habitan, y para empezar te
damos un mirada general ubicándote desde el punto de vista de Carl Gustav Jung, quien
transportó el psicoanálisis a un plano en el que los fenómenos ancestrales que se producen
a nivel colectivo en las diferentes culturas y sociedades, dan forma a nuestra manera de ser,
y lo hizo a través de un concepto llamado «arquetipo».
También nos lleva de la mano por la clasificación que hace la psiquiatra Jean Shinoda Bolen
en su libro “las diosas de cada mujer” y, para finalizar, nos contó que existen cuatro
arquetipos femeninos básicos desde una mirada mística, que representan las energías
propias de cada fase del ciclo vital-menstrual-lunar: la Doncella, la Madre, la Hechicera y la
Bruja. Conocerlos, nos ayuda a entender cuál energía puede estar predominando en
nosotras (cuál diosa nos convoca más) y con cuál tenemos que conectar mejor, para vivir
más integradas y plenas.
Son imágenes asociadas a una emoción, una energía ancestral autónoma que se hereda de
generación en generación y que forman parte del inconsciente colectivo desde el inicio de la
humanidad. Estos patrones arquetípicos guían la evolución de las etapas del desarrollo
personal y dan forma a la manera en la que percibimos e interpretamos nuestras
experiencias.
La diferencia entre lo que debería ser arquetípicamente y cómo se produce este proceso en
el individuo, origina lo que Carl Gustav Jung llama “complejo”(bloqueo en el desarrollo
arquetípico) y la persona se encuentra ante un conflicto bloqueante.
C.G Jung vio que en sus pacientes se repetían una serie de imágenes y escenas que no
conocían ni que habían vivido y que ésto se repetía en diferentes personas. Así concluyó
que no formaban parte del imaginario personal de cada paciente y que ésto fue una
evidencia del inconsciente colectivo, que influyó en el individuo por encima del inconsciente
individual.
Son los que marcan las diferencias entre cada mujer y sus necesidades. En diferentes
etapas de la vida una mujer puede transitar diferentes arquetipos, lo que marca la dirección
de su evolución. La psiquiatra Jean Shinoda Bolen, en su libro “las diosas de cada mujer”,
describe 7 arquetipos femeninos y los clasifica en tres categorías:
Hera y Deméter: necesitan de una relación significativa para sentirse realizadas, son
consideradas vulnerables porque se sintieron impotentes y sufrieron por relaciones
terminadas. Pueden deprimirse como Deméter y Perséfone u obsesionarse y celar como
Hera.
Las diosas alquímicas: AFRODITA representa una gran fuerza para el cambio. Es el
arquetipo más involucrado en la experiencia sensual y sensorial. Cuando es el arquetipo
principal en una mujer, ella se enamora con facilidad y frecuencia. Impulsa a la mujer a la
función creativa y reproductiva.
Desde un análisis más místico, hay cuatro arquetipos femeninos que se describen en
relación con los ciclos lunares, estaciones del año, al ciclo menstrual y etapas de evolución
en la vida. Éstos son:
LA DONCELLA
LA MADRE
Es una etapa de de amor compasivo. puede o no coincidir con la llegada de los hijos.
LA BRUJA
Se relaciona con la luna nueva, etapa menstrual, invierno, es el final y también el inicio. Se
puede conectar con ella cuando hay poca energía física de acción, predominando la
introspección, la reflexión y la intuición. El mundo real comienza a perder sentido, por lo que
puede aislarse temporalmente buscando silencio y descanso. Termina comprendiendo que
es parte del todo, con consciencia de unidad. Es empática, sensible y emocional. Puede
vivir el sexo como una experiencia espiritual.
LA HECHICERA
Se relaciona con la luna menguante, otoño, etapa pre menstrual. Se caracteriza por poco
vigor físico y energía enfocada hacia adentro con mucha actividad mental (a diferencia de la
bruja). Se puede sentir inquieta, frustrada, con sentimientos encontrados de culpa y enojo.
Está más desconectada de las emociones por lo que expresa de forma más agresiva. Tiene
las habilidades psíquicas aumentadas.
Reconocer estos arquetipos es útil para saber con qué recursos contamos según la etapa
que estamos atravesando. Qué estamos necesitando potenciar o liberar. Básicamente
amplia la consciencia de la mujer que expande su autoconocimiento. Si te interesa seguir
leyendo sobre el tema, estos son los títulos de 2 libros: “Las Diosas de cada mujer” de Jean
Shinoda Bolen. “Las cuatro Diosas de la mujer” de Miranda Gray.
El Rey:
Tiene las cualidades de todos los arquetipos y las pone al servicio del mundo con
benevolencia. Conoce su sombra y la trabaja, conoce sus limites y busca aliados que le
hagan mejorar. Sirve a la vida, tiene dirección.
El Mago:
Empleamos el arquetipo del mago para adquirir conocimiento (médico, electricista, broker,
psicólogo….). El mago es un iniciado y una de sus tareas es iniciar a otros. Aprende a usar
el poder para potenciar a otros y transformar situaciones limitantes y descorazonadoras en
oportunidades.
El Guerrero:
«Acción sin Pensamiento». Cuando adquirimos una maestría la usamos cuando es
necesaria, sin pensar. Adquirimos la maestría a través del arquetipo del Mago, la usamos a
través del Guerrero.
El Amante:
Los demás arquetipos necesitan el Amante para proporcionarles energía, amor y les
defienda de convertirse en sádicos. El Amante también los necesita porque sería un caos
de sentimientos y sensualidad sin los límites del Rey, necesita al Guerrero para actuar con
decisión, necesita al Mago para reflexionar y ser más objetivo.