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LA QUE HABLA CON SUS RELACIONES

La Madre de la Naturaleza habla a sus hijos,


Los Seres Piedra,
La Flor Salvaje
Y el Lobo son sus amigos

Tejiendo los ritmos de las estaciones,


Monta los Vientos del Cambio
Abriendo su corazón con alegría,
Un refugio contra el hambre y el dolor

Guardiana de las necesidades de la Tierra,


Formando una Familia con todos los seres grandes y pequeños
Madre, te veo en la gota de rocío,
Te escucho en el llamado del Águila

La Madre del Clan del Primer Ciclo Lunar

LA QUE HABLA CON SUS RELACIONES es la Madre del Clan del


primer ciclo lunar y es la Guardiana del aprendizaje de la verdad.
Este Ciclo de Verdad cae en enero y se comprende al encontrar el
parentesco con toda forma de vida. Los maestros de La que Habla
con sus Relaciones son los Aliados de la naturaleza: los Cuatro
Vientos del Cambio, los Seres Nube, los Seres Trueno, los Seres
Criaturas, los Seres Árbol, los Seres Planta, los Seres Pequeños
(Devas/Hadas), los Seres Piedra, los Jefes de Clan del Aire, de la
Tierra del Agua y del Fuego, así como cualquier otra forma de vida.
Estos parientes de nuestra Familia Planetaria son también nuestros
maestros.
A través de La que Habla con sus Relaciones, la Madre de la
Naturaleza, aprendemos que todos somos parientes en la Familia
Planetaria. Los Seres Árbol, los Maestros-Criatura, los Seres Nube y
todas las demás formas de vida son nuestras hermanas y hermanos.
Nuestras Tías y Tíos son los Cuatro Jefes de Clan del Aire, la Tierra, el
Agua y el Fuego. Nuestra Madre es la Tierra, nuestro Padre es el Cielo
y nuestros Abuelos son la Abuela Luna y el Abuelo Sol.
Para conocer la verdad debemos abrirnos a los vastos mundos
dentro de otros mundos que componen toda la Creación del Gran
Misterio. La que Habla con sus Relaciones es el aspecto de la Madre
Tierra que contiene una mente curiosa, la voluntad de aprender y un
conocimiento del ritmo de cada forma de vida o área de la Tierra que
se observe. Este primer ciclo de la Madre del Clan está protegido por
el color naranja. El color naranja es portador de la Medicina del
parentesco entre cualquier forma de vida puesto que es el color de la
Flama Eterna del Amor que el Gran Misterio puso en el corazón de
cada una de las partes de la creación. Cada que nos encontramos con
una pluma, una piedra, una flor o una concha que contiene el color
naranja, las lecciones que esa Hermana o Hermano nos pueden
enseñar son que debemos formar lazos familiares, entablar buenas
relaciones, con respeto y/o parentesco con toda forma de vida. A
través del aprendizaje de las verdades que se encuentran en toda
forma de vida dentro de la Familia Planetaria, se nos brinda la
oportunidad de ver las similitudes entre nosotros. Podemos encontrar
que una flor o un arroyo pueden ser algunos de nuestros mejores
maestros. Al aceptar que todo en nuestro mundo está vivo, nos
volvemos capaces de acceder a las partes de nosotros mismos que se
han adormecido o se encuentran muertas, con el objeto de sanar y
reanimar nuestra propia vitalidad.
El Parentesco habla de mantener relaciones adecuadas con la
Fuerza Creativa, con el Yo, con nuestros Orendas 1 o Esencias
Espirituales, con nuestros cuerpos, con la familia, los amigos,
nuestros dignos oponentes y con Todas Nuestras Relaciones en cada
una de las partes del mundo natural. Estas relaciones pueden llegar a
traducirse en situaciones amorosas, productivas, que nos ofrezcan
oportunidades para intercambiar ideas y para aprender las lecciones
del compartir, con unidad, en orden, para crecer en la verdad.
La que Habla con sus Relaciones es la Madre de la Naturaleza que
da la bienvenida a todas las formas de vida a su Clan. Ella ve la
belleza de cada uno y honra los talentos que cada uno posee. Ella es
la guardiana del ritmo, la que nos enseña cómo encontrar nuestro
propio ritmo, a la vez que nos enseña como respetar los ritmos de
todas las otras cosas. Al conocer la verdad, encontramos que cada
forma de vida tiene un Espacio Sagrado y un ritmo. Para ingresar a
esos Espacios Sagrados forzosamente debemos aprender el ritmo en
cuestión. Si aprendemos ese ritmo y pedimos permiso de manera
respetuosa, podremos ingresar al mundo de aquellas hermanas y
hermanos sin alterar el orden natural. La que Habla con sus
Relaciones nos enseña esos ritmos y cómo las criaturas salvajes
están deseosas de aceptar a ciertos humanos sin temor y cómo se
esconden de otros. La aceptación o no aceptación es el resultado del
intento del humano, de su disposición a respetar el ritmo y el Espacio
Sagrado del Ser Criatura y/o su disposición para aprender la verdad
de dicha forma de vida.
La que Habla con sus Relaciones es la Guardiana del Clima y de las
Estaciones, quien está al tanto de las necesidades de la Tierra. Esta
Madre de Clan sabe como valerse de los Jefes de Clan del Aire, la
Tierra, el Agua y el Fuego para producir el balance climático necesario
para la supervivencia global. Ella enseña a los seres humanos que

1
Los Orendas, en el lenguaje de los Sénecas, son la Esencia Espiritual que contiene la Flama Eterna del
Amor en la que el Gran Misterio habita en el interior de todas las cosas. El Orenda alberga la luz que nos
guía y la voz interna que nos muestra nuestro potencial y nuestra máxima capacidad para amar y ser
amados.
jugar con las fuerzas o los elementos es un asunto delicado puesto
que toda acción lleva una reacción implícita. Las consecuencias
pueden no ser aparentes de inmediato, pero seguramente afectarán
el equilibrio de la intrincada ecología de la Madre Tierra. Si un ser
humano va a pedir agua como Persona Medicina de Lluvia, más vale
que este humano tome en cuenta qué cantidad de tierra puede
controlar y de qué manera afectará la lluvia a las formas de vida
corriente abajo. La que Habla con sus Relaciones es la Custodia de
estos misterios y siempre insiste en que se debe actuar con la
precaución necesaria para que los ritmos de toda forma de vida
puedan ser mantenidos.

La Formación de Vínculos Familiares

La que Habla con sus Relaciones se maravilló ante el lujoso verdor


de los bosques esmeralda y valles de la Madre Tierra. Las Grandes
Montañas de Hielo aún no habían viajado hacia el sur hasta estas
alturas, de manera que ciertas partes de la única masa de tierra de la
Isla Tortuga aún no habían sido condenadas a desaparecer. La vida
rebosaba entre los recovecos de cada centímetro de la tierra
iluminada por el sol y el crecimiento de las plantas que se desplegaba
ante sus ojos. Se estiró y levantó sus brazos hacia la luz del Abuelo
Sol. “Ah, que gran placer es estar viva,” susurró para sí misma.
Justo entonces, un movimiento subrepticio y apenas perceptible
llamó su atención. Redujo el ritmo de su respiración y se puso en
cuclillas entre los desparramados lirios salvajes y las altas espadañas
a sus pies. Sin atreverse a emitir sonido alguno, guardó absoluto
silencio hasta que su cuerpo dejó de emitir cualquier ritmo propio que
fuera perceptible. No quería perturbar a los ocupantes naturales de
esta cañada en el bosque ni apartarlos de su rutina diaria, que
eventualmente los conduciría al arroyo que corría a lo lejos a la
izquierda de su lugar de escondite. Se conformaba con esperar y ver
si la criatura que había producido el murmullo entre la maleza se
revelaba a sí misma.
Al poco tiempo apareció un pequeño zorro rojo escudriñando
alrededor de una piedra redonda que yacía a un lado del burbujeante
arroyo y pegó una carrera hacia la orilla del agua, bebió
apresuradamente y corrió de regreso en busca de refugio. Tras
decidir que era seguro, a pesar del extraño olor que iba y venía con la
brisa cambiante, el zorro regresó. Mientras el pequeño sujeto bebía
del arroyo, ocasionalmente espiaba a su alrededor a fin de
asegurarse de que sus sentidos no lo engañaban y lo hacían pecar de
confiado. Repentinamente, tuvo tal sobresalto, que quedó paralizado
cuando se encontró a sí mismo ante los ojos más bondadosos que
jamás había visto. Los ojos pertenecían a una Dos-piernas humano.
“Saludos, Hermano Zorro,” dijo La que Habla con sus Relaciones
suavemente. “Espero no haberte asustado.”
Zorro se olvidó de sí mismo y contestó espontáneamente, “Yo creía
que yo era el experto en el arte del camuflaje. ¡Tú deberías ser un
zorro, no una Dos-piernas! ¿Cómo lo has hecho? Bueno, no tienes
que responderme eso; yo ya lo sé porque yo mismo lo hago.”
“Bueno, Zorro, quizá te sorprenda que he caminado por la Tierra
durante muchos Soles y muchos Sueños para conocer a Todas Mis
Relaciones,” le respondió ella. “Es importante para mí conocer las
costumbres de todos mis hijos porque yo soy la Madre de la
Naturaleza y debo conocer las necesidades de cada uno de las
Criaturas-maestras, Seres Planta y Seres Piedra para poder servir
bien a mi familia.”
Zorro miró a La que Habla con sus Relaciones y se dio cuenta de
que decía la verdad. Comenzó a preguntarse por qué esta hermosa y
generoso Dos-piernas lo había escogido a él para hablarle, pero no se
atrevió a preguntar. Quedó desconcertado cuando su risa inundó la
cañada con los sonidos más melódicos, cantarines, que jamás había
escuchado.
“Oh, Zorro,” dijo ella, “tú eres un maestro de la invisibilidad, pero
te has olvidado de enmascarar tus pensamientos. ¿No sabes que
conozco la verdad que habita en los corazones y en las mentes de
todo ser viviente? No debes temer preguntarme cualquier cosa. El
urogallo me enseñó como entrar a la Sagrada Espiral del ritmo para
poder estar en armonía con todos mis hijos. Al aprender la verdad de
los ritmos, he podido entretejer nuestros pensamientos y nuestros
corazones de manera que no exista separación entre nosotros.”
En ese momento, Ciempiés descendió dando pequeños saltos por
un tronco que había caído atravesando el arroyo durante la última
gran lluvia. Sus múltiples patas, moviéndose rítmicamente a tiempo,
parecieron tropezar repentinamente unas con otras cuando quiso
detenerse gallardamente frente a La que Habla con sus Relaciones.
Su largo lomo se arqueó a medida que se detenía, su parte trasera se
rizó como hoja seca en otoño y finalmente se detuvo. “Santo Cielo,”
susurró, casi sin aliento, “Creí oír tu dulce risa, Madre. Reconocería
ese sonido musical en cualquier lugar. ¡Qué agradable sorpresa!”
Zorro miró a La que Habla con sus Relaciones y a Ciempiés
preguntándose cómo es que se conocían. Luego decidió mejor
sentarse en la roca redonda al lado del arrollo para asolearse. Parecía
ser que esta reunión duraría un cierto tiempo y sus pies se habían
estado enfriando por haber estado parado dentro del agua
escuchando a La que Habla con sus Relaciones.
“Ciempiés, han pasado muchas largas lunas desde que hablamos
por última vez. Debo agradecerte por haberme enseñado como
encontrar el centro de mi cuerpo y a caminar rítmicamente. Las
largas caminatas hacia el mar y hacia las planicies tomaron muchos
Soles y muchos Sueños, pero mis brazos y mis piernas trabajaron en
armonía. Fue maravilloso ver a cada una de las partes del cuerpo
trabajando rítmicamente unas con otras. Ambos recordamos cuando
yo era un lío de brazos y piernas, tropezándome con cualquier
guijarro y rozando cada arbusto, ¿no es así?” dijo La que Habla con
sus Relaciones.
Ciempiés soltó una risita y respondió, “Bueno, me dio tanto gusto
volver a verte que por poco ruedo al piso desde este tronco de álamo.
Yo también olvido mi propia Medicina cuando me emociono. A mi
vejez me siguen creciendo patas extra y parece ser que les tengo que
enseñar a las nuevas a trabajar al unísono con las viejas una y otra
vez.”
La que Habla con sus Relaciones sonrió y dijo, “Por supuesto que
entiendo cómo te sientes, Muchas Patas. Acomodar los ritmos de las
estaciones también ha sido una tarea difícil. La Madre Tierra sigue
cambiando su ruta en la Nación Celestial y las Lunas Verdes de los
nuevos pastos en germinación están acortándose mientras que la
Luna Blanca parece alargarse con más nieve y hielo.”
Zorro intervino y preguntó, “¿Es por eso que tantos Seres-criatura
de las estepas vienen en esta dirección?”
Ciempiés asintió y La que Habla con sus Relaciones estuvo de
acuerdo. “Verás Zorro, la Madre Tierra me ha encomendado la tarea
de conocer todas las necesidades de toda la Tribu Terrestre de
manera que yo los pueda ayudar a encontrar el camino correcto a
través de la Nación Celestial. Eventualmente, habrá Cuatro
Estaciones y Cuatro Vientos de Cambio que nos ayudarán a encontrar
los ritmos de la armonía. Las tres Lunas Blancas nos darán un tiempo
de descanso cuando los Seres-hielo cubran la tierra. Luego vendrán
las tres Lunas Verdes y comenzarán, durante tres ciclos, a traer vida
nueva a los Seres-Planta. Después, las tres Lunas Amarillas traerán
un tiempo de maduración y plenitud. Las tres Lunas Rojas vendrán
después trayendo consigo el tiempo de cosecha. La Treceava Luna es
la Luna Azul, cuando todos los Hijos de la Tierra encontrarán su
habilidad natural para cambiar o transformarse.”
Ciempiés suspiró y sonrió, “Será una cosa buena de ver, Madre, y
todos daremos gracias por el trabajo que estás haciendo por
nosotros.”
La que Habla con sus Relaciones se sintió satisfecha de estar
aprendiendo la verdad acerca de cómo atender las necesidades de
todos los Hijos de la Tierra y a entender sus Medicinas. La vida era
buena y cada día traía nuevas lecciones que debían ser aprendidas,
nuevas verdades que explorar y nuevos ritmos que añadir al todo.
Ella estaba descubriendo que establecía lazos familiares con cada una
de las cosas vivientes cuando ingresaba al flujo del ritmo de cada una
de sus relaciones y escuchaba el tambor interior de los latidos del
corazón de cada uno de ellos. Su mente voló hacia el recuerdo de
cómo había aprendido esa lección por primera vez. Mientras que la
luz del Abuelo Sol enviaba tibios rayos anaranjados a través de sus
párpados cerrados, dejó ir su mente hacia esa luna de hacía mucho
tiempo y vio al Cisne flotando a la deriva a través del lago de una
elevada montaña.

Aquel Sol había estado inusualmente cálido. La que Habla con sus
Relaciones había estado conversando con el Arrendajo, quien le
estaba enseñando las Medicinas y los talentos de los Seres de Pie.
Arrendajo no estaba hablando por los árboles, puesto que los Seres
de Pie podían hablar. La que Habla con sus Relaciones le había pedido
a Arrendajo que la acompañara debido a que su Medicina consistía en
usar la intuición para hablar la verdad y en esos días tempranos, ella
estaba aprendiendo cómo utilizar su cuerpo humano para sentir las
cosas. Sintiéndose un poco insegura de sus nuevas habilidades, le
pidió a Arrendajo que la acompañara. Los dos amigos habían estado
sentados por largas horas ante los Seres de Pie, escuchando cómo el
Jefe Viento soplaba suavemente a través de las ramas de los árboles,
dando vida a sus voces.
La que Habla con sus Relaciones había experimentado por primera
vez la frustración humana durante ese Sol. Ella podía entender la
Medicina del Álamo Temblón, quien ha sido el vidente y portador de
la Medicina del observador, puesto que sus propios ojos podían ver
las figuras en forma de ojo en el tronco del Álamo en cada uno de los
sitios en los que alguna rama se había desprendido y había caído. Ella
podía sentir la Medicina de la paz interior, sentada con la espalda
apoyada en el robusto tronco del Pino. Ella sentía la Medicina del
equilibro del Cerezo Silvestre al contemplar los brotes, que formaban
las Cuatro Direcciones del Aro Sagrado. Pero su intuición le estaba
fallando para escuchar y comprender los lenguajes de estas
Relaciones de Pie.
Arrendajo era muy gentil con La que Habla con sus Relaciones y
pidió que hicieran una pausa en las lecciones. Él podía notar que su
frustración la tenía al borde de las lágrimas.
“Qué tan humana es ella y, de cualquier modo, qué tan
sobrehumano es su deseo de dar un trato respetuoso a todas las
cosas,” pensó para sí mismo. “No tengo ningún temor de hablarle a
ella con la verdad, puesto que su deseo es aprender la verdad más
que cualquier otra cosa. Mi intuición me dice que ella debe aprender
también la importancia del descanso cuando los ritmos de su cuerpo
están siendo empujados más allá de la capacidad que pueden
soportar. Debe ser difícil para ella, no tener más una forma Espiritual
y tener que limitarse a las percepciones de un cuerpo humano.”
Arrendajo llevó a La que Habla con sus Relaciones colina abajo
hacia el lago e hizo que se sentara sobre la arena a la orilla, donde
manchas de suave pasto verde se levantaban en pequeños
montículos invitando a la siesta. Mientras ella acomodaba su cuerpo
en un montículo cubierto de pasto, Arrendajo le dijo que iba a invitar
a un amigo para que se les uniera y que debería descansar en su
ausencia.
La que Habla con sus Relaciones estaba tan embebida en su propia
frustración, que no escuchó el mensaje de Arrendajo, de modo que su
mente siguió revolviéndose con pensamientos acerca de cómo podría
aprender el lenguaje de los Seres de Pie. Ni siquiera se dio cuenta
cuando Arrendajo regresó con su amigo el Cisne. El Cisne se había
deslizado sin esfuerzo hacia la orilla del agua y esperaba
pacientemente. Finalmente, Arrendajo comenzó a graznar una larga
diatriba de amonestaciones a fin de llamar la atención de La que
Habla con sus Relaciones.
“Bueno, Cisne, podríamos empujarla al lago para enjuagar la
frustración de su cabeza, o bien podríamos llamar al Avestruz para
cavar un agujero en estas arenas y entre los tres podríamos enterrar
su cabeza,” chilló, pero aún no había ninguna reacción de parte de La
que Habla con sus Relaciones. Arrendajo alcanzó a ver al Avestruz
orilla abajo y llamó su atención. Mientras Avestruz trotaba en su
dirección, Arrendajo continuó con su monólogo burlón.
“Bien. Aquí viene Avestruz. Ella te va a enseñar a enterrar la
cabeza en lugar de enterrarla en frustraciones innecesarias,” dijo
Arrendajo lo suficientemente alto como para que Avestruz lo pudiera
escuchar.
La que Habla con sus Relaciones seguía perdida en sus turbulentos
pensamientos cuando Avestruz llegó desenfadadamente, encogiendo
los hombros, preguntándose qué pensar sobre esta atribulada joven
mujer. Cisne esperó pacientemente mientras Avestruz y Arrendajo
decidían cómo llamar la atención de la mujer. Después de soltar una
risita cómplice, Arrendajo se posó sobre un montículo cercano
mientras que Avestruz se inclinó y dio un pellizco a la nariz de La que
Habla con sus Relaciones. La que Habla con sus Relaciones se vio tan
sorprendida que pegó un grito – no de dolor, puesto que Avestruz
había sido sumamente cuidadosa, sino por el susto de encontrarse
repentinamente ante dos de los más grandes ojos con pesados
párpados que jamás había visto a tan corta distancia.
Todos reían sin control, a excepción de La que Habla con sus
Relaciones, quien se encontraba tan estupefacta que se había
quedado sin habla. Arrendajo comentó que seguramente estaba tan
“envuelta” en sus propias maquinaciones, que no se podía mover.
Cisne respondió que Avestruz, cuya Medicina era cómo interactuar
con los demás a través de la comunicación, podría “darle un ala”
ahora que por fin contaban con la atención de La que Habla con sus
Relaciones. Cada comentario desataba nuevas oleadas de carcajadas
hasta que la joven mujer se dio cuenta de lo ridículo de la situación y
se unió a las risas.
En medio de oleadas intermitentes de carcajadas, Avestruz explicó
a La que Habla con sus Relaciones que cuando los demás no se
comunicaban con claridad ni interactuaban de una manera que
incluyera a todo mundo, Avestruz también tenía tendencia a enterrar
la cabeza. Cuando incluso una única persona era excluida de un
grupo, Avestruz imitaba a aquéllos que se niegan a escuchar las ideas
de todos los demás enterrando la cabeza en la arena hasta que
alguien lo notara. Normalmente los demás se daban cuenta cuando
se veían confrontados con la parte trasera de Avestruz, que era lo
que sobresalía, dándoles una idea de lo que opinaba de ellos. En esta
situación, Avestruz no había tenido necesidad de enterrar la cabeza
debido a que La que Habla con sus Relaciones ya había enterrado la
suya en sus frustraciones.
La risa había modificado definitivamente el estado de ánimo de la
tarde y La que Habla con sus Relaciones se encontraba ahora
refrescada y atenta en vez de seguir preguntándose por qué las
limitaciones humanas parecían restringir sus habilidades para
sencillamente aprender. Ella estaba adquiriendo el conocimiento
acerca del uso de los sentidos humanos, y la risa se sentía bien a
medida que brotaba de sus labios y hacía que su abdomen se
moviera. Su corazón estaba sintiendo el calor de la amistad y su piel
se estremecía con el rocío del agua que las alas de Cisne habían
levantado durante todo el revuelo. Decidió que era bueno sentir los
placeres de un cuerpo y se sentía feliz de estar viva.
Avestruz y Arrendajo miraron en silencio cómo Cisne hablaba a La
que Habla con sus Relaciones de manera reconfortante, deslizándose
suavemente a través del agua cristalina creando otro cambio en el
estado de ánimo. “¿Ves cómo mi cuerpo se curva y mi cuello se
inclina y se ondula cuando me muevo a través del agua?” preguntó.
La que Habla con sus Relaciones asintió afirmativamente y Cisne
continuó. “Los Espíritus del Agua no oponen resistencia a los
movimientos de mi cuerpo. Ellos me ayudan a sentir el flujo de sus
corrientes, así como el mío propio. Ve cómo me deslizo en el lago y
observa la gracia de mi cuello mientras te muestro la Danza del
Agua.”
El cuerpo de La que Habla con sus Relaciones comenzó a sosegarse
en sintonía con el ritmo de Cisne mientras miraba. Parecía como si
una ligera brisa hubiera llevado las acariciantes olas al interior del
cuerpo de La que Habla con sus Relaciones. Comenzó a dejarse llevar
y a soñar a medida que los movimientos de Cisne le enseñaban a
rendirse.
Cuando despertó, ella comprendió cómo podría aprender los
lenguajes de todas las cosas vivientes. Ella debía hacer algo más que
observar y sentir desde su propio punto de vista. Había aprendido
cómo abrir su propio Espacio Sagrado y su Punto de Vista Sagrado,
cómo pedir permiso y cuando éste le era otorgado, cómo entrar al
Espacio Sagrado de otro y aprender su lenguaje.
Llena de emoción, transmitió sus experiencias del Tiempo de
Sueños a Cisne, Arrendajo y Avestruz. En su sueño, había volado con
Halcón y había aprendido su Medicina de salir a cazar soluciones.
Halcón la había llevado a las profundidades de las selvas de la Isla
Tortuga y le había mostrado los dominios verdes y vaporosos de la
densa vegetación. Ahí, la Madre Tierra vio reflejado el vapor de las
confusiones y frustraciones humanas llenas de humo. Juntos habían
volado a través de la nebulosa confusión del sueño hasta que
pudieron ver con claridad. La nieve brillaba en los picos lejanos
cuando pudieron observar las cimas de las montañas de la selva
debajo de ellos, donde los grandes simios vivían en las tierras altas
de denso crecimiento.
Gorila era el contador de historias sin palabras, que actuaba e
imitaba hasta que el observador pudiera ver la solución o punto de la
historia dirigido a él o ella. En el sueño, La que Habla con sus
Relaciones había observado a Gorila mientras sobrevolaba en círculos
con Halcón, mirando la pantomima por todos los ángulos. No pasó
mucho tiempo para que la fuerte Medicina de Gorila, de comunicación
y enseñanza a través de acciones, trajera el conocimiento al corazón
de La que Habla con sus Relaciones. Sus movimientos le habían
parecido graciosos al principio, hasta que comprendió cómo él estaba
enseñando a los otros de su Tribu la manera de dar cumplimiento a
una determinada tarea. Fue entonces que ella se dio cuenta que él
había imitado a un simio joven con el propósito de atraer su atención,
luego había transformado su actuación en un juego de manera que el
joven lo imitara.
Le quedó claro que Halcón le había mostrado una solución para su
problema. Ella no debía sentir que había sido separada de las demás
formas de vida porque tenía un cuerpo humano; ella podía imitar sus
hábitos y ver cómo se sentía ser ellos. Mediante la imitación de las
acciones de sus maestros Criatura, ella podría rendirse ante los
sentimientos que experimentara al transformarse en ellos. No
importaba si sus maestros eran plantas, piedras, animales, nubes, o
Espíritus de Viento y Agua. El aprendizaje de sus lenguajes tomaría
tiempo, pero cuanto más se volviera como ellos y más pudiera
entender cómo y por qué sus vidas eran similares a la suya, se
volvería más fácil para ella conocer la manera que elige cada especie
para comunicarse.
Avestruz, Arrendajo y Cisne estaban llenos de alegría porque La
que Habla con sus Relaciones había superado la frustración para
ingresar al conocimiento. Los cuatro se retiraron en dirección a las
suaves sombras del bosque con La que Habla con sus Relaciones a la
cabeza. Ella estaba decidida a poner en práctica su recién descubierto
aprendizaje para comunicarse con sus Relaciones Arbóreas. Hasta
ahora, ella se había dedicado simplemente a observar y había tratado
de escuchar cuando los Espíritus del Viento se movían suavemente a
través de las ramas esmeralda y jade de los Seres de Pie. Había
llegado el momento de poner en práctica y desarrollar sus habilidades
de comunicación.
Con todos sus amigos acomodados a su alrededor, comenzó a
anunciar sus intenciones. “He aprendido cómo rendirme ante los
ritmos del Espacio Sagrado a mi alrededor, y ahora, con permiso,
quisiera volverme como un Ser de Pie,” dijo.
El anciano Ser Pino dejó caer una piña que rodó hasta sus pies a
manera de ofrenda de paz. Ella aceptó el Regalo gustosamente. La
que Habla con sus Relaciones se arrodilló y cavó un hoyo entre la
suave tierra y las agujas de los pinos, enterrando sus pies hasta los
tobillos. Luego se puso de pie, erguida y orgullosa, y levantó sus
brazos como ramas hacia los rayos de sol que se filtraban a través
del denso verdor del bosque. El silencio envolvía a todos los ahí
reunidos cuando ella cerró los ojos y se transformó en un árbol
humano. Fue entonces cuando ella escuchó las voces de los Seres de
Pie saliendo de sus corazones de madera, hablándole al suyo.
“Nuestro lenguaje es escuchado a través del corazón, no de los
oídos. Nosotros hablamos de todo lo que vemos en un lugar, puesto
que somos los observadores silenciosos de la Tierra. Nuestras raíces
absorben de las profundidades del pozo del amor que se encuentra en
la tierra de nuestra Madre Tierra y nuestras extremidades se estiran
más alto cada día en búsqueda de la luz del Abuelo Sol. Nosotros
somos el equilibrio viviente entre la Madre Tierra y el Padre Cielo, lo
femenino y lo masculino, recibir y dar. De todas las formas de vida,
nosotros somos la más cercana en composición a los seres humanos
puesto que les enseñamos a honrar el equilibrio entre el cielo y la
tierra dentro de sí mismos. Les enseñamos, a través del ejemplo,
cómo ser observadores silenciosos, a levantarse erguidos y a saber
dar y recibir.”
Aunque nada se movía en el bosque, ninguna brisa soplaba a
través de las ramas de estos Seres Árboles, La que Habla con sus
Relaciones escuchaba la voz de la antigua Secuoya. Ella le hizo ver
que con sus brazos arqueados hacia arriba, su cuerpo formaba dos
círculos. Los círculos daban forma a un ocho. El círculo superior se
tocaba con el círculo inferior en su corazón, con el círculo superior
rodeando a la Nación Celestial y el inferior conectándola con el centro
de la Madre Tierra. Era como si estuviera parada en la parte superior
de un círculo y sosteniendo el otro por encima de ella, utilizando su
cuerpo como la conexión a través de la que cruzaban los dos.
“Estas son las dos Ruedas Medicinales de la vida,” dijo Secuoya.
“Los seres humanos, como los Seres Arbóreos, tienen la capacidad de
ser el equilibrio entre la tierra y el cielo. Cuando los Seres de dos
Patas alcanzan a ser lo mejor que pueden ser, la Rueda Celestial les
trae los mensajes del Mundo Espiritual a través de sus corazones
humanos. La Rueda Terrestre permite a las plantas, piedras, animales
y elementos de la naturaleza ser los maestros de la Madre Tierra y los
intérpretes de tales mensajes espirituales. Los seres humanos
perciben y comprenden los mensajes que el Gran Misterio envía,
mediante la observación de las acciones de los maestros
representados por estas contrapartes planetarias. Al encontrarse en
el corazón, ambas Ruedas Medicinales muestran que el cielo y la
tierra, lo espiritual y lo tangible, son iguales y son uno. Verás tú, La
que Habla con sus Relaciones, la única verdadera limitación del ser
humano aparece cuando el corazón está cerrado. Cuando el corazón
se abre, se puede tener acceso a toda la Creación y comprenderla.
Ahora tú te has convertido en ese equilibrio y te ha de ser de buena
utilidad.”

El recuerdo de esos tiempos y las lecciones aprendidas invadieron


el cuerpo de la Madre Naturaleza con una sensación de calidez,
trayéndola suavemente de regreso al momento. El brillo naranja que
había reflejado la luz del Abuelo Sol en sus párpados se había
transformado en un color salmón más profundo, indicando que el Sol
estaba a punto de ocultarse. Ella podía escuchar a la trucha saltando
para atrapar moscas en el melodioso arrollo. Podía oler los primeros
aromas de los jazmines de nocturno florecimiento y saborear la
humedad que se acumulaba en las piedras a la orilla del agua. Dentro
de su mente bailaban las imágenes de estos cambios mezcladas con
cientos de otras percepciones. Podía oír el tenue ronquido de Zorro,
que se había quedado dormido, y los rasguños de las numerosas
patas de Ciempiés en el tronco de Álamo.
“Sí,” pensó, “he aprendido bien. La Verdad me habla ahora, en
cientos de maneras, a través de todos los sentidos del cuerpo, el
corazón, la mente y el espíritu. Puedo sentir los ritmos de las patas
de los animales a través de la tierra a medida que se aproximan al
agua para su bebida nocturna. Puedo sentir la luz de las estrellas aun
antes de que penetren el manto púrpura del cielo de la noche
temprana. La vida me envía oleadas de emociones en la profundidad
de mis entrañas con cada cambio rítmico a mi alrededor y siento esos
cambios en mi interior, puesto que soy una extensión de todo ello.”
Con sus ojos aún cerrados, La que Habla con sus Relaciones buscó
suave y silenciosamente al Ser Piedra que colgaba alrededor de su
cuello por medio de una correa. La roca tenía un agujero natural que
había sido formado por el goteo constante del agua durante el paso
de cientos de Soles y Sueños. El nombre del Ser piedra era Oneo o
Canción. Esta Piedra Medicina especial aún le cantaba y registraba
todo lo que su corazón sentía y todo lo que había experimentado,
recordándole la historia que ella iba creando al estar viva. El agujero
natural en el cuerpo de Oneo era una señal de que la roca era una
piedra de protección. Como el agujero había sido creado por agua, la
Piedra ayudaba a La que Habla con sus Relaciones a mantenerse en
contacto con sus sentimientos y a estar alerta si había peligro. El
cuerpo de La que Habla con sus Relaciones estaba formado por los
mismos minerales que la roca y por lo tanto le era útil para
mantenerse en sintonía con el latido del corazón de la Madre Tierra.
Los Seres Piedra, por ser las bibliotecas de la historia de la Tierra,
le habían sido de gran ayuda cuando aprendió su lenguaje. A través
de sus viajes ella había llegado a descifrar las marcas en sus cuerpos
de manera muy similar a la manera en la que había aprendido las
lenguas de los Seres de Pie. A través de los Seres Piedra ella había
llegado a comprender que todas las fuerzas de la naturaleza tienen
ciclos y que estos ciclos están presentes en el crecimiento de todas
las cosas. Había podido repasar la historia de todo lo que había
sucedido en la Tierra y se le había mostrado la evolución de todas las
formas de vida tal y como las habían registrado las piedras.
Las Primas Conchas de los océanos le habían enseñado a escuchar
los ritmos de las mareas y los ciclos de su propio cuerpo. Los Seres
Nube le habían mostrado las caras y formas de todas las cosas del
mundo natural. Cuando uno de los Hijos de la Tierra se encontraba en
peligro, el rostro del que estaba en peligro tomaría forma en las
nubes. Los Jefes de Clan del Aire, la Tierra, el Agua y el Fuego se
habían fundido y separado ante ella para enseñarle las fuerzas
creadoras presentes en la naturaleza. Con este Sistema de
Conocimiento arraigado firmemente en su corazón, La que Habla con
sus Relaciones fue capaz de controlar el clima, trayendo lluvias
dadoras de vida o nuevos flujos de lava con la finalidad de mantener
el equilibrio requerido en el planeta.
“El aprendizaje de la verdad es una continua aventura y trae con
ella una fuente de satisfacción constante,” reflexionó. “He sido
bendecida con el hambre de saber, la alegría del descubrimiento y el
deseo de servir a los míos. He aprendido los lenguajes de cada una
de las partes que componen la Tribu Terrestre. Cada día, descubro
los cuidados y la compasión que me permiten aprender más. La vida
genera más vida, así que seguiré celebrando las lecciones que he
aprendido, a fin de poder compartirlas siempre con mis hijos.”
La que Habla con sus Relaciones abrió sus ojos y vio que el Día
había pasado silenciosamente la Pipa a la Noche. El Cuenco de
Medicina Estelar del cielo nocturno había hecho aparecer un cuarto de
luna y los animales nocturnos se revolvían. Ciempiés y Zorro habían
esperado fielmente a que La que Habla con sus Relaciones regresara
de haber Entrado al Silencio, sin moverse un centímetro de sus
lugares originales. La luz azul-plateada de la Abuela Luna jugueteaba
en las crestas del agua que fluía a través de las piedras redondeadas
del lecho del arrollo mientras que los espíritus del agua murmuraban
su canto nocturno de travesía.
Cuando La que Habla con sus Relaciones se dirigió a sus amigos,
susurró, “Me complace que me hayan esperado, hijos míos. Durante
mi silencio recordé lo mucho que he aprendido acerca de las verdades
presentes en cada una de las partes que componen a la Creación y lo
mucho más que puedo aprender a medida que nuestro mundo sigue
evolucionando.”
Ciempiés se enroscó en una bola y rodó tronco abajo para poder
estar más cerca de La que Habla con sus Relaciones. “Madre, tal vez
la manera en la que tú acumulas sabiduría sea similar a la manera en
la que a mí me crecen patas,” murmuró. “Puede ser que a mí me
crezcan patas extra porque me estoy volviendo más viejo y más
sabio. Supongo que cada una de nuestras Relaciones tiene alguna
manera de medir la distancia viajada en este Buen Camino Rojo de la
vida.”
La que Habla con sus Relaciones replicó, “Sí, Muchas-Patas, todos
tenemos nuestras formas personales de acumular sabiduría, pero la
manera en la que compartimos nuestros lenguajes y nuestro
conocimiento es la llave para nuestro crecimiento en común como
Familia Planetaria.”
Zorro rió y meneó sus bigotes antes de intervenir, “Entiendo esa
llave, Madre. Zorro es el protector de la Familia Planetaria debido a
que nadie puede aprender las Medicinas ni los lenguajes de la
naturaleza si no puede ver lo que está justo enfrente de él. Toda la
sabiduría está camuflada, como yo, a menos que la gente crea en el
mundo invisible, el cual sólo se vuelve visible cuando uno abre su
corazón hacia la comprensión y el aprendizaje de la verdad.”
La Madre del Clan del ciclo de la primera luna sonrió. Ser la Madre
de la Naturaleza significaba que seguiría cualquier cosa que viniera
hacia ella de manera natural. En este momento, su corazón estaba
tan pleno, que era natural permitir que el amor alojado en su corazón
se regara por todo el mundo, haciendo que todos los Hijos de la
Tierra supieran que no estaban olvidados y que sus necesidades
siempre serían atendidas.
La que Habla con sus Relaciones había aprendido la verdad de
estar en un cuerpo humano y ahora dependía de sus hijos humanos
descubrir esto por sí mismos. Cuando cada Dos-Piernas en lo
individual abriera su corazón al aprendizaje de las verdades de la
Familia Planetaria, ella estaría ahí para enseñarle. Cuando la Tribu
Humana abriera sus corazones con respeto hacia todas las cosas
vivientes, ella estaría ahí para nutrirlos en el respeto a sí mismos y
hacia todas sus relaciones. Cuando los ciclos y las estaciones trajeran
sufrimiento a la raza humana, ella sería el ungüento curativo que se
encuentra en el mundo natural a su alrededor.
El mundo intangible del espíritu, presente en el mundo tangible,
esperaba ser descubierto. Sus hijos humanos serían los últimos en
aprender estas verdades. Ella encontraba alegría en el conocimiento
de que la arrogancia humana algún día se derretirá. Que el Sol saldría
cuando los ciclos y las estaciones trajeran a aquéllos que estuvieran
deseosos de deshacerse de su sufrimiento, dando hogar a sus
corazones.
“Sí, la vida es buena,” susurró hacia la noche llena de estrellas,
apenas lo suficientemente alto como para que aquéllos con el corazón
abierto pudieran escuchar.

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