Está en la página 1de 3

COE – Cuadernillo pg 44

ACTIVIDAD ÁULICA Nº1 – Comprensión lectora

CONSIGNAS

1) Leer el texto de manera global.

a- Reflexionar sobre el título y escribir su apreciación en dos o tres renglones

R: El efecto Benjamin Franklin sugiere que, realmente, no es que seamos agradables con
aquellos que nos caen bien, sino que nos caen bien aquellos con los que nos hemos portado
bien. Al parecer nuestro cerebro trata de justificar nuestras acciones y lo hace intentando no
dañar la imagen que tenemos de nosotros mismos. De ahí que la disonancia cognitiva aparezca
y posteriormente tomemos medidas para que desaparezca.
A veces no sabemos por qué ocurren estas tensiones, pero insistimos en generar un
vínculo, dar la oportunidad de que nazca una buena relación, aunque no tengas ni idea de
cómo hacerlo. Acercarte de repente de forma amable no pinta mucho, no queda del todo bien.

2) Realizar lectura detenida del texto

a- Subrayar las ideas principales

b- Elaborar notaciones marginales de los conceptos fundamentales de cada párrafo.

R: La disonancia cognitiva es la incomodidad psicológica que sentimos cuando nuestras mentes


tienen dos conceptos contradictorios al mismo tiempo. Por ejemplo: debería fumar porque lo
disfruto y no debo fumar porque causa cáncer.

3) Responda el siguiente cuestionario

a) ¿A qué denomina el autor el efecto Benjamín Franklin?

R: Es un fenómeno psicológico que implica un cambio en nuestra percepción sobre alguien en


función de cómo nos hayamos comportado con él o ella.

b) ¿Cómo se explica el concepto de disonancia cognitiva?

R: En psicología, el término disonancia cognitiva hace referencia a la tensión o desarmonía


interna del sistema de ideas, creencias y emociones (cogniciones) que percibe una persona
que tiene al mismo tiempo dos pensamientos que están en conflicto, o por
un comportamiento que entra en conflicto con sus creencias. Es decir, el término se refiere a la
percepción de incompatibilidad de dos cogniciones simultáneas, todo lo cual puede impactar
sobre sus actitudes.

c) ¿Qué vinculación tiene la cadena de favores con la disonancia cognitiva?

R: Consiste en hacer un favor a tres personas, algo que no puedan hacer por sí solas y hay que
decirles que no te devuelvan a ti el favor, sino que ellas hagan otros tres favores a otras tres
personas y así sucesivamente.
Dar y recibir

El efecto Benjamin Franklin o por qué ayudamos haciendo favores

Diego Golombek

La Nación, 10/05/2015

Hace algunos años estaba muy de moda la idea (en forma de libro, de película y de otros
vehículos) de que si tenemos pensamientos positivos y nos portamos bien con el mundo - o el
universo, en la versión más exagerada del asunto-, éste nos iba a devolver felicidad, riqueza y
salud, mientras que los pensamientos o las acciones negativas atraen enfermedades y
miserias. Por supuesto que esto (que se llamó, de manera absolutamente engañosa, el
secreto) no tiene ningún asidero y ni siquiera llega - tal vez ni lo pretenda- a la categoría de
pseudociencia. El problema es, claro, que haya gente que se lo tome en serio y base sobre esto
sus vidas. Algunos años antes, la ficción nos había prometido en el film Cadena de favores que
hacer el bien y ayudar a otros siempre termina dando la vuelta y recibimos la recompensa de
haber sido buenos samaritanos. Ahora bien: ¿por qué ayudamos o hacemos favores? Lo obvio
sería pensar que favorecemos a la gente que nos cae bien y, por el contrario, tratamos más
fríamente a la que no nos gusta. Pero desde hace mucho tiempo hay otra idea dando vueltas:
que hacemos favores para que nos ayude a querer a la gente y, por si fuera poco, tratar mal a
alguien hace que nos caiga horriblemente mal.

Esto es el llamado efecto Benjamin Franklin, que sigue siendo estudiado por los psicólogos
experimentales. Resulta que el bueno de Ben tenía 16 hermanos en una familia muy pobre, y
tuvo que desarrollar muchas herramientas sociales para poder moverse en el mundo y
ascender socialmente. A los 20 años creó un club de ayuda mutua para compartir
conocimientos y estrategias con sus amigos. Una de sus armas secretas era esta idea de ayudar
a alguien para poder quererlo. La anécdota es que, ya de grande y haciendo política en
Pennsylvania, había un opositor con el cual Franklin se llevaba a las patadas. Entonces puso en
práctica su efecto: le pidió prestado un libro muy raro de su biblioteca, a lo que su némesis
accedió de inmediato. Franklin se lo devolvió a los pocos días con una nota de agradecimiento,
lo que fue el inicio de una hermosa amistad.

Un experimento realizado en los años 60 da mayor sustento al efecto Franklin. Se dividió una
clase de estudiantes en tres: a un grupo el profesor a cargo les pidió que le prestaran algo de
dinero para el experimento, porque estaba usando plata de su bolsillo; a otro se le acercó una
secretaria que pidió algo de dinero para la facultad, que permitiera seguir la experiencia, y a un
tercer grupo no se le pidió nada. Un tiempo más tarde se les pidió a los estudiantes que
contaran cuánto les gustaba el profesor. Lo sorprendente es que los del primer grupo, los
prestadores personales, dijeron que el profesor les caía muy bien, más que los del grupo
control y, sorprendentemente, más que aquellos a los que se les mangueó dinero para la
facultad.

En su libro Ahora sos menos tonto, David McRaney explica el efecto Franklin como un ejemplo
de disonancia cognitiva, algo así como actuar en contra de lo que la intuición nos sugiere. Si
tratamos bien a alguien y le hacemos un favor, nuestra mente se tiene que ir convenciendo de
que nos gusta esa persona. Y si, como Franklin, logramos que otro nos haga un favor, tal vez lo
convenzamos de que le caemos maravillosamente bien (de otra manera, ¿Cómo nos estaría
haciendo un favor?). McRaney incluso encuentra en la disonancia cognitiva la justificación de
los maravillosos actos de voluntarismo que, afortunadamente, no son raros en nuestra
sociedad. Aun sin recibir ninguna paga, los voluntarios se crean su propia recompensa interna,
que ayuda a que veamos el mundo de una manera mucho más satisfactoria. Y puede ser parte
de un círculo virtuoso, como nota Franklin en su autobiografía: "Aquel que te ha tratado con
bondad seguramente esté predispuesto a hacerlo de nuevo, mucho más que alguien que haya
actuado por obligación". Y esto no es ningún secreto.

También podría gustarte