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Pánfilo de Cesarea

(†310)

Metodio de Olimpo
(†311)
Pánfilo fue el autor de la
primera Apología en
defensa de Orígenes,
documento que marcó las
líneas fundamentales de
interpretación del
pensamiento del
Alejandrino que se dio
entre sus simpatizantes a
lo largo del siglo IV.
Nació en Bérito y murió
mártir en Cesarea en el año
310, después de tres años
de prisión. Eusebio, el
discípulo más apegado a él,
escribió una biografía de su
maestro, documento que se
perdió; sin embargo, habla
extensamente de él en su
obra Los mártires de
Palestina.
Estudió en el διδασκαλεῖον al tiempo
de Pierio de Alejandría (inicios del
siglo IV), como nos informa Focio
(cf. Bibliotheca 118-119), mientras
Eusebio no menciona este dato
(cf. h. e. 7,32).
Luego se estableció en
Cesarea, siguiendo los
pasos de Orígenes, y ya
ordenado sacerdote se
dedicó a la transcripción
de las obras origenianas y
a su conservación en la
biblioteca, actividad que
no le permitió
escribir obras propias.
Lo único que tenemos de
su autoría es la Apología,
obra que consta de seis
libros ─el último fue
añadido por Eusebio que
colaboró en la redacción
de toda la obra mientras
Pánfilo estaba en la
cárcel─.
De esta obra sólo tenemos el primer
libro, de carácter doctrinal, en la
traducción latina de Rufino (†412),
traducción adaptada a la doctrina
ortodoxa posterior en materia
trinitaria y quizás en lo que respecta
a la resurrección.

Los otros libros habrían estado


dedicados a examinar las
circunstancias controvertidas de la
vida de Orígenes.
El único libro de la Apología que
poseemos se divide en tres partes: en el
Prefacio Pánfilo da una descripción
sarcástica de los detractores de Orígenes
y expone el método del Alejandrino a
través de una cuidadosa selección de
textos. Además, proporciona la
interpretación personal de la obra de
Orígenes, apoyándose en la actitud de
investigación que aprendió de su
maestro.
La primera sección expone
positivamente la doctrina
origeniana mediante una
selección de textos tomados
del Tratado de los principios.

La segunda sección presenta


una lista de nueve de las
principales acusaciones (el
Tratado de los principios está
poco presente en esta
sección).
La particular atención prestada
al Tratado de los principios de
Orígenes se debe a que dicho
texto se encontraba al centro
de las críticas y de los ataques
en contra del Alejandrino. De
este modo, es considerada por
Pánfilo y también por sus
opositores como la obra más
importante.
Pánfilo no interpreta ni justifica los puntos doctrinales
más controvertidos de Orígenes: lo defiende sólo por
medio de una cuidadosa selección de textos.
Este procedimiento debilita el peso, en la exposición
de Pánfilo, del carácter investigativo (es decir
proponer hipótesis) de la teología de Orígenes, que lo
exoneraba de cualquier error doctrinal en el que
pudiera caer.
Las acusasiones más graves
en contra del Alejandrino en
el momento en que Pánfilo
escribe (primeros años del
siglo IV), tienen que ver con
la doctrina de la
resurrección, probablemente
por la importancia del tema
en varios lugares durante ese
período histórico: por aquel
tiempo Metodio de Olimpo
estaba escribiendo su diálogo
Aglaófone o Sobre la
resurrección en tres libros.
Cuando Eusebio añadió el
sexto libro a la Apología
pensó muy probablemente
en el Tratado sobre la
resurrección de Metodio: en
un fragmento conservado
por Jerónimo, Eusebio
acusa a Metodio de un
cambio radical vergonzoso
para un hombre que había
escrito tanto siguiendo la
doctrina de Orígenes.
Eusebio vengó la ofensa
al no incluir a Metodio en
su Historia eclesiástica:
por lo tanto de la vida de
Metodio no sabemos nada
porque los pocos datos
que hemos recibido son
contradictorios.
Jerónimo habla de él (cf. vir.
ill. 83) especificando que
sus obras son muy leídas;
dice que fue obispo de
Olimpo (Licia, en Asia
menor) y luego de Tiro, y no
sabe bien en qué
persecución murió mártir: si
se acepta que Metodio fue
mártir, entonces debió
haber muerto hacia el 311
(durante la persecución de
Maximino Daia en Oriente).
Si le damos una ojeada global
a la obra de Metodio debe
decirse que el juicio malévolo
de Eusebio tiene algo de
verdad.
Metodio se propuso
reelaborar, seleccionar
e integrar en la
tradición asiática a la
que pertenecía
─asume especialmente
de Ireneo las ideas
básicas─ todo lo
positivo de la obra de
Orígenes y de la
tradición alejandrina
(Clemente y de Filón).
Metodio corría un
gran riesgo: no ser
capaz de compaginar
el enfoque platónico
de la cultura
alejandrina con el
enfoque realista
(¿aristotélico?) de la
cultura asiática.
Esta tensión sin resolver
saldrá a la luz en los
diálogos más tardíos
(Zenón o Sobre la
creación; Aglaófone o
Sobre la resurrección) en
los que Metodio aborda
los temas subyacentes
del contraste que se
refieren a la protología y
a la escatología.
El Banquete o Sobre la
castidad es considerada la
obra que más le debe a
Orígenes, pero también en
ella Metodio cambia de
sentido algunas doctrinas:
la de la preexistencia de
las almas y la de la
resurrección.
El Banquete es, además,
el trabajo más conocido y
apreciado de Metodio, y
es también el único que
se conservó en griego en
su totalidad.
El Banquete es un caso en sí mismo: la
imitación de la obra homónima de Platón se
advierte particularmente tanto en el esquema
en que se presenta el texto (dos vírgenes que
hablan del diálogo que tuvieron diez vírgenes
en el jardín de la virtud, hija de la filosofía),
como en el carácter de elogio de los diez
discursos centrados en la exaltación de la
castidad, propuesto a la atención del lector
para suplantar el eros platónico.
La castidad cristiana
no se limita a negar el
eros platónico sino
que se propone a sí
misma como la
expresión suprema del
amor cristiano. “Sólo
el amor a Cristo ─dice
Metodio─ mantiene a
la virgen pura”.
Este amor, y aquí
Metodio está
totalmente de
acuerdo con Orígenes,
se alimenta con la
meditación de la
Sagrada Escritura
vivificada por medio
de la interpretación
espiritual.
El Banquete presenta
el discurso de diez
vírgenes de entre la
cuales destaca la
famosa Tecla.
El primer discurso
propone una
educación progresiva
del ser humano con
relación a la castidad
que culmina con la
predicación de la
virginidad de Cristo
en el NT.
Este punto de vista es
corregido por el
segundo discurso que
pretende reafirmar la
validez de la
institución matrimonial
dentro del plan
salvífico de Dios.
Metodio señala que la
virginidad es una
condición superior pero
se esfuerza por
mantenerse equilibrado y
evitar el encratismo
(ascetismo extremo ya
presente antes del
cristianismo que
rechazaba el matrimonio
y alimentarse con
carne).
Esta obra de Metodio es
precursora de una
literatura destinada a
lograr un éxito
extraordinario, especial
mente entre las
mujeres.
La obra coloca, de hecho, a
las mujeres en primer
plano: cada una de ellas,
partiendo de un pasaje
bíblico, toca todos los
puntos más importantes de
la doctrina cristiana, en una
especie de competencia que
se convierte en juego
intelectual.
Cierra el Banquete un
himno, del que Tecla
es corifea (directora
del coro), dividido en
24 estrofas
(las iniciales de cada
verso corresponden al
alfabeto) de cuatro
versos intercalados
por un estribillo.
Las otras obras de Metodio se conservaron
en eslavo antiguo debido a la confusión
errónea con (Cirilo y) Metodio el
evangelizador de los pueblos eslavos.
El diálogo Sobre el libre
albedrío ─dirigido
contra el gnosticismo
valentiniano─ se
conservó casi todo en el
original griego: trata
principalmente el
problema del origen del
mal y de la materia.
Los diálogos de Metodio en los que
critica a Orígenes abiertamente son:
Aglaófone o Sobre la resurrección;
Zenón o Sobre la creación.
Aglaófone o Sobre la resurrección

Consta de tres libros y está ambientado en la


casa del doctor Aglaófone.
La primera parte presenta los argumentos en
contra de la resurrección de la carne
propuestos por Aglaófone (un cristiano
platónico) y por Proclo (un origeniano que
cita un fragmento muy extenso del
comentario de Orígenes al Salmo 1).
La segunda parte está reservada a los
defensores del dogma: Eubulio y Memiano.
Metodio desarrolla una
antropología unitaria y
acusa a Orígenes no de
negar el dogma de la
resurrección sino más bien
de presentar una
comprensión de él
peligrosamente abierta al
dualismo antropológico que
separa netamente la parte
corporal de la parte
inmaterial en el hombre.
Del diálogo Zenón o Sobre la
creación sólo tenemos algunos
fragmentos conservados por
Focio (cf. Bibliotheca 235)
Metodio acusó a Orígenes en
este diálogo de ser elitista y
también lo atacó por la
doctrina de la eterna presencia
en el Lógos de las ideas de la
creación afirmada en el
Tratado de los principios.

Metodio afirma que es tanto


como aceptar la teoría de la
coeternidad de la creación y
Dios: dos principios que han
existido desde siempre.
Tres escritos de exégesis
alegórica sobre pasajes
bíblicos difíciles de interpretar
sobrevivieron sólo
en eslavo antiguo:
uno sobre los alimentos y la
vaca roja de Num. 19;
uno sobre la lepra y los
requisitos higiénicos de Lev. 13;
y uno sobre la sanguijuela de
Prov. 30,15 y sobre el Salmo 18
Llegó también hasta nuestros
días ─en griego y en latín─
un diálogo en cinco libros
Sobre la fe ortodoxa en el
que el ortodoxo (que se
llama Adamancio) discute con
dos secuaces de Marción, un
secuaz de Bardesanes y dos
valentinianos. No es de
Metodio.

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