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LEYVA 📝

LEYVA 📝

SINOPSIS

Sienna es una mujer loba

de diecinueve años con

un secreto: es virgen.

La única virgen de la manada.

Está decidida a pasar la Bruma

de este año sin ceder a sus

impulsos primarios, pero

cuando conoce a Aiden, el Alfa,

se olvida de su autocontrol.

EL ALFA JUNTO AL RÍO

Todo lo que podía ver era sexo.


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Dondequiera que mirase, había cuerpos estremeciéndose, miembros
moviéndose, bocas gimiendo.

Corrí a través de un bosque, jadeando, intentando escapar de los


fantasmas carnales que me rodeaban y que aparecían convocarme.
Ellos decían: Únete a nosotros.......

Pero cuando más me adentraba en el bosque, más oscuro y vivo se


volvía.

Algunos árboles se balanceaban como amantes, otros, con raíces


nudosas y delgadas ramas, parecían depredadores acercándose a mí,
persiguiéndome.

Algo ahí a fuera, en la oscuridad, me acechaba.


Algo inhumano.

Y ahora las bocas no estaban gimiendo, estaban gritando.

Orgías grotescas que se volvían violentas y sangrientas en todas


partes... Sentía el peligro de la muerte.

En cualquier momento, la oscuridad iba a atraparme.

Cuando sentí que una raíz serpenteaba alrededor de mi pierna,


tropecé y caí por un agujero en el centro del bosque. Pero no era lo
que parecía.

Era una boca con dientes afilados y lengua negra, que se lamía los
labios, a punto de tragarme entera.

Intente gritar, pero no tenía voz.


Me caí.
Muy lejos.
Muy profundo.
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Hasta que me uní a la violencia sexual..... completamente consumida.

****

Parpadeé. ¿Qué demonios estaba dibujando?


Sentada en la orilla del río , con el cuaderno de dibujo en la mano,
miré incrédula mi propio trabajo. Había dibujado una visión muy
perturbadora....... y sexual.

Eso sólo podía significar una cosa: que la Bruma estaba llegando.

Cuando pensaba en la Bruma y en mi dibujo, el sonido de unas risas


cercanas me distrajo. Me giré para ver al grupo de chicas, estaban
rodeándolo.

Aiden Norwood.

Nunca lo había visto aquí. No en la orilla del río donde acudía a dibujar
y a despejar mi mente. No se suelen encontrar muchos de los
nuestros por aquí.

¿Por qué? No lo sé.

Tal vez sea la calma cuando se espera que siempre seamos salvajes.
Tal vez sea el agua cuando cada uno de nosotros arde con su fuego
interior. O tal vez sea un sitio que sólo yo he considerado mío.

Un lugar secreto donde no soy una más de la manada. Donde sólo soy
yo: Sienna Mercer, una artista autodidacta pelirroja de diecinueve
años. Una chica aparentemente normal.

El Alfa se dirigió hacia el agua, ignorando a la pandilla de chicas que


le seguían. Parecía que quería que le dejaran en paz. Me produjo
curiosidad, dándome ganas de atraerlo.

Yo sabía que era un riesgo dibujar al Alfa, pero, ¿cómo iba a


resistirme?
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Empecé a perfilarlo. Tenía un metro ochenta y cinco de altura, el pelo
negro azabache despeinado y unos ojos verdes dorados que
cambiaban de color cada vez que giraba la cabeza, Aiden era muy
apetecible.

Estaba trabajando con sus ojos cuando giró la cabeza y olfateó.

Me quedé paralizada, a mitad del trazo del bolígrafo. Si me viera


ahora, si viera lo que estaba dibujando...

Pero entonces, para mi alivio, volvió a mirar al agua, perdiéndose de


nuevo en algún oscuro ensueño. Incluso rodeado los ojos de otros, el
Alfa parecía estar solo. Así que lo plasmé en mi dibujo en soledad.

Siempre lo había observado desde lejos. Nunca había estado tan


cerca. Pero ahora podía ver cómo sus biceps sobresalían de su camisa,
como su columna vertebral se curvaba para adaptarse a su
transformación.

Imaginé lo rápido que podría cambiar. Agazapado, con los ojos


observando cómo un animal salvaje, parecía, en este caso, estar ya a
mitad de su transición.

Era un hombre, sí. Pero era mucho más que eso: un hombre lobo.

Su belleza me recordó que la Bruma estaba a punto de llegar. Era la


época del año en la que todos los hombres lobo a partir de los
dieciséis años se vuelven locos de lujuria, la temporada en la que
todos, y quiero decir todos, follan como enajenados.

Una o dos veces del año, este hambre impredecible, esta necesidad
física nos infectaba a toda la manada.

Los que no tenían pareja se buscaban un compañero temporal y


flirteaban a su antojo.
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En otras palabras, no había nadie en la manada mayor de dieciséis años
que fuera virgen.

Mirando a Aiden, me pregunté si los rumores que se cernían sobre él


eran ciertos, si esa sería una de las razones por las que estaba aquí,
ignorando a las chicas, meditando en la orilla del río.

Algunos decían que hacía meses que Aiden no se llevaba a ninguna


mujer a la cama, que se estaba distanciando de todas.

¿Por qué? ¿Una compañera secreta? No, las costillas de la manada ya


la habrían olido.

Entonces, ¿qué era? ¿Qué iba a pasar con nuestro querido Alfa si no
tenía pareja cuando la Bruma golpeara?

No es de tu incumbencia, me respondí a mi misma. ¿Qué me importaba


a mí con quién se acostara Aiden?

Era diez años más mayor que yo y, como la mayoría de los hombres
lobo, sólo se interesarían por alguien de su edad.

Para Aiden Norwood, el Alfa de la segunda manada más grande de


Estados Unidos, yo no existía. Dejando de lado mi enamoramiento de
colegiala, sabía que estaba mejor así.

Michelle, mi mejor amiga, estaba decidida a encontrarme compañía


sexual. Ella se había emparejado por adelantado, como era habitual
entre los lobos sin pareja antes de la Bruma. Trató de emparejarme
con tres amigos de su hermano, que parecían bastante decentes y
habían sido sinceros al decir que me consideraban apta para pasar un
buen rato en la cama, Michelle no podía entender por qué los había
rechazado.

<<Ugh>>. Casi podía oír la voz de Michelle resonando en mi cabeza.


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<< ¿Por qué eres siempre tan condenadamente exigente, chica?>>.

La verdad era que tenía un secreto.

A los diecinueve años, era la única loba virgen de toda nuestra


manada. Había pasado por tres temporadas y, por mucho que me
llamara la atención el sexo, nunca había cedido a mis deseos carnales.1

Lo sé. Muy poco lobuno por mi parte el preocuparme por los


<<sentimientos>> y mi <<primera vez>>, pero era algo que apreciaba.

No es que fuera una mojigata. En nuestra sociedad, no existía tal


cosa. Pero, a diferencia de la mayoría de las chicas, me negaba a
conformarme hasta encontrar a mi pareja ideal.

Iba a encontrarlo.

Estaba guardando mi virginidad para él.

Fuese quien fuese.

Seguí dibujando al Alfa cuando levanté la vista y descubrí, para mi


sorpresa y repentino temor, que no estaba allí.

— No está mal. — Oí una voz baja a mi lado


—. Pero los ojos podrían estar mejor trabajados.

Me giré para ver que estaba de pie junto a mí, mirando mi boceto....

El jodido.
Aiden.
Norwood.

Antes de que pudiera recuperar el aliento, levantó la vista y nuestros


ojos se encontraron. Me puse nerviosa al darme cuenta de que estaba
observándome fijamente y aparté inmediatamente la mirada.

Nadie en su sano juicio se atrevía a mirar al Alfa a los ojos.


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Eso sólo podía significar una de dos cosas: Estabas desafiando el
dominio del Alfa, es decir, un deseo de muerte. O estabas invitando
al Alfa a tener sexo.

Como no tenía intención de hacer ninguna de las dos cosas, mi única


opción era apartar la mirada antes de que fuera demasiado tarde y
rezar para que no malinterpretara su significado.

—Perdóname —dije en voz baja—. Me tomaste por sorpresa.

—Lo siento—dijo—, no quería asustarte.

Esa voz. Incluso diciendo las palabras más educadas posibles,


sonaban cargadas de amenaza. Como si en cualquier momento pudiera
arrancarte la garganta con sus dientes desprovistos de forma
humana.

—Está bien —dijo—. De verdad. No muerdo... la mayor parte del


tiempo.

Estaba tan cerca que podía extender la mano y tocar sus marcados
músculos y su piel dorada. Levanté los ojos y eché un vistazo.

Su cara brutal y basta no debería ser atractiva, pero lo era. Gruesas


cejas que parecían toscas al tacto, destacando su forma de hombre
lobo.

Y una nariz, aunque ligeramente torcida —sin duda rota en alguna pelea
pasada—, le daba un aspecto tan sexy que me hacía temblar.

El Alfa se acercó un paso más, como si quisiera probarme. Sentí que


todos los pelos de mi cuerpo se erizaban de miedo. O... ¿era
excitación?

—La próxima vez que vayas a dibujarme —,dijo Aiden—, acércate.

—Oh... de acuerdo —, balbuceé como una tonta.


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Y entonces, tan rápido como había aparecido, Aiden Norwood se dio
la vuelta y se marchó, dejándome sola junto al río. Suspiré, sintiendo
que todos los músculos de mi cuerpo se relajaban.

No era habitual ver al Alfa fuera de la Casa de la Manada, el cuartel


general para todos los asuntos de la misma. Casi siempre lo veíamos
en reuniones o bailes, es decir, en eventos formales.

Lo que había ocurrido hoy aquí era muy raro.

Me imaginaba, por las miradas de envidia de las admiradoras de Aiden


que le habían seguido hasta aquí, solo para ser ignoradas, que esto
podría descontrolarse en cualquier momento.

Incluso un leve olfateo hacia una hembra, especialmente con una


joven inexperta como yo, bastaría para que las perras más cachondas
entraran en frenesí, derribando los muros de la Casa de la Manada
sólo para probarlo. Una situación de esa magnitud seguramente
estresaría al Alfa. Y un Alfa estresado significaba un Alfa
disfuncional..... ya te haces una idea.

Nadie querría eso.

Decidí, con la poca luz que quedaba del día, terminar de dibujar para
despejar mi mente. A solas frente a la paz del río.

Pero solo podía ver los ojos de Aiden Norwood.

Y que mal los había dibujado. El Alfa tenía razón. Podría hacerlo mejor.

Si pudiera estar.... más cerca. ¿Pero cuándo volvería a estarlo?

No sabía entonces lo que sé ahora, que faltaban apenas unas horas


para comenzar la Bruma y que estaba a punto de convertirme en una
bestia sexual. Y Aiden Norwood, el Alfa de la manada de la Costa
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Este, iba a desempeñar un papel muy destacado en mi despertar
sexual..... Lo que era más que suficiente para hacer aullar a una chica.

LA BRUMA
Mamá
Querida Sienna. ¿Dónde estas?

Sienna
Mamá, ¿cuántas veces tengo que decirte...
No hace falta que empieces los mensajes con querida.

Mamá
¡Pero es más especial así! Como una carta sólo para ti.

Sienna
🙄

Mamá
¡Deprisa a casa! Tu hermana está aquí. Ha traído a Jeremy. Ya sabes
lo que significa.... UN BUEN COTILLEO...

Sienna
Volveré pronto.
Genial. Te quiero, mamá.

Sienna
No puedes decidir cuándo y dónde te golpeará la Bruma.
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¿Será conduciendo? Será mejor que te detengas rápido o provocarás
una colisión de 50 coches. ¿Sucederá en el trabajo? Pon el reloj en
hora y huye hacia las colinas o entre usted y su jefe puede suceder
algo que no desea. Cuando me senté a cenar, recé para que no me
pillara mientras estaba con mi familia. En mi mente, este era el peor
lugar posible.

Mientras ayudaba a poner la mesa y servía un plato de lasaña casera


a Selene, miré hacia la puerta trasera, por si tenía que hacer una
escapada improvisada. Me senté a cenar con toda mi familia, que
estaba en medio de una animada conversación.

—¿Qué pasa, Jeremy? —preguntó mi madre al compañero de mi


hermana—. Apenas has dicho una palabra desde que entraste. ¿Cómo
va el trabajo?

—No tienes que responder a eso, abogado —dijo Selene, lanzando a


mamá una mirada divertida.

—Bueno —Jeremy se río —, si estás preguntando por chismes sobre


nuestro liderazgo, Melissa, sabes que no puedo divulgar ese tipo de
información.

—¿Ni siquiera un movimiento de cabeza para confirmar o denegar? —


Mamá —dijo Selene—. Es el abogado principal de la Manada. Su
trabajo es guardar sus secretos.

—Pero... —Mamá suspiró—, No necesito saber nada de las


consecuencias. Sólo quiero un poco de charla. ¿Es cierto que nuestro
Alfa y Jocelyn ya no son pareja y ahora sale con su Beta, Josh?

—Mamá —dijimos Selene y yo al unísono.

Jeremy sonrío—. No pienso admitir nada.


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—Oh, no sois divertidos, ninguno de vosotros.

La mujer actuaba más como una adolescente que sus dos hijas juntas.
Pero la queríamos más por eso, casi siempre.

—Podrías preguntarme sobre mi trabajo, ya sabes —dijo Selene.

—Lo hice, ¿no? —preguntó masticando la lasaña—. Estoy segura de


que lo hice.

Selene puso los ojos en blancos. Mamá siempre había querido que
Selene tuviera una carrera más estable. La moda, pensaba mi madre,
no era una ocupación, sino un hobby.

—Un día, algo está de moda, y al siguiente, no —decía—. ¡Eso es cierto


con la ropa y con toda la industria, Selene! Piensa en algo a largo
plazo.

Pues bien, ahora Selene había triunfado, demostrando que los


consejos de su madre se habían equivocado durante años, y estaba
trabajando activamente en una de las principales empresas de diseño
de moda de la ciudad.

Pero Selene siempre dejaba que los insultos de mamá le resbalasen.


En todos los niveles, ella era la versión más bonita, más inteligente y
más exitosa de mí. Cada vez que lo decía en voz alta, que lo hacía a
menudo, Selene me empujaba suavemente y se limitaba a decir:

—Todavía eres joven, date tiempo.

Pero cuando se trataba de mis sueños, de mi futura carrera de


artista más grande del mundo, nunca había sido paciente. Un día iba
a abrir mi propia galería. Un día pronto, me prometí a mí misma. No
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me importaba lo que dijera mamá. Selene había demostrado que no
tenía razón en todo.

—Está bien, mamá —dijo Selene, cambiando de tema—. Los chismes


son más interesantes de todos modos. Hablando de eso....

Los ojos de Selene se dirigieron a mí. Le hice un gesto silencioso con


la cabeza. No.

—¿Alguna idea de quién podría ser tu compañero para la temporada,


Si?

— Ooooh, sí —dijo mamá, volviéndose hacia mí—. ¿Qué, o debería


decir, quién está en el menú este año?

—Una loba nunca revela sus secretos —dije, haciéndome la tímida.

Por un segundo, mi familia parecía que iba a seguir adelante. Tenía


una manera de despistarlos: dirigía las conversaciones, tomaba el
control, mantenía la atención en cualquiera que no fuera yo. Aunque
era la más joven, siempre había tenido esa capacidad de autoridad.
Pero mi madre se había puesto al día.

—Ahí va otra vez —dijo mamá, sacudiendo la cabeza—. Nuestra


pequeña dominante siempre haciendo que nos sometamos a sus
caprichos. Vamos, Si. Dinos. ¿Hay un chico?.

—A algunos nos gusta mantener nuestra vida privada en privado, mamá


—dije.

Mamá se encogió de hombros.

—No hay nada que ocultar. Sé que tu padre está ciertamente deseando
que llegue la Bruma de este año, ¿no es así, cariño?.

—Estoy contando los segundos —dijo papá, levantando su copa de vino


y sonriendo con picardía.
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—Chicos. POR FAVOR. Qué asco.

Era asqueroso, eso seguro. Pero esa no era la razón por la que me
molestaba tanto. Mi madre siempre había sido una criatura
sexualmente liberada. No, lo que no me gustaba era la mentira.
Cuando dije que mi virginidad era mi secreto lo decía en serio. Ni
siquiera mi madre lo sabía. Lo cual era extraño porque siempre
habíamos sido muy abiertas la una con la otra sobre todo. Nunca me
había ocultado la verdad. Ni siquiera sobre como conoció a papá, que
era humano. Ni sobre cómo los dos tuvieron a su única hija, Selene. Y
tampoco sobre cómo me encontraron.

En realidad no son mis padres biológicos.

Me descubrieron en un vagón abandonado a la salida del hospital


donde trabajaba mi madre. Mamá siempre había dicho que no le
importaba.

Estaba a punto de cambiar de tema a cualquier cosa, cualquier otra


cosa que no fuera la Bruma cuando sucedió.

Me congelé. Un lento y palpitante calor fundido se encendió en mi


interior, haciendo que mi cuerpo se sintiera como si estuviera en
llamas.

Era imposible respirar. El sudor cubría cada centímetro de mi piel y,


antes de que pudiera resistirme, la costura de mis pantalones me
apretó las ingles.

Me estremecí con un repentino e insoportable deseo.

JODER.
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Un áspero jadeo salió de mi boca antes de que pudiera detenerlo, y
cuando abrí los ojos, que no recordaba haber cerrado, vi que todos
los demás en el comedor tenían la misma reacción que yo.

No, no, no.


No aquí.
No alrededor de la familia.
La forma en que mi hermana miraba fijamente a Jeremy. La forma
en que mi madre se levantó de su asiento, inclinándose hacia mi padre.
No pude soportarlo. Salí corriendo de la habitación tan rápido como
mis pies pudieron llevarme.
La cocina.
El pasillo.
La puerta principal.

Y salí a la fría noche donde me desplomé sobre mis rodillas.

La Bruma se arrastró por mi cuerpo como una serpiente venenosa.


Mis pezones se endurecieron y mi estómago se estremeció, encogido
por la necesidad sexual. Tenía la garganta obstruida y luchaba por
respirar. Incluso en la huracanada noche, la ropa se me pegaba a la
piel, quería quitármela. Anhelaba las manos de alguien en mis pechos,
en mi vientre, en mi sexo....

Oh, Dios. La Bruma nunca había sido tan fuerte. Probablemente era
una acumulación de todas las necesidades y frustraciones sexuales
que había reprimido a lo largo de las últimas tres estaciones. Debería
haberlo imaginado. Por supuesto, esto iba a suceder. ¿En qué estaba
pensando? No lo pensé. Y ahora estaba pagando el precio.

Miré detrás de mí hacia mi casa, un lugar donde normalmente


encontraría seguridad y comodidad, pero ahora no, de ninguna
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manera. Mis padres probablemente ya estaban aprovechando la
Bruma.

La idea de Selene y Jeremy no era mucho mejor. Aún así, se


comportaban más como personas, menos como lobos, respetando los
límites, la privacidad y las normas sociales.

Probablemente llegarían a su apartamento en el centro de la ciudad


antes de dejarse llevar por sus impulsos. Los aparté de mi mente y
corrí por el sendero hacia el bosque. Me crucé con humanos,
totalmente ajenos a lo que me sucedía, y con algunos lobos que, al
igual que yo, estaban en la primera fase de la Bruma y trataban de
orientarse. Era mas fácil para ellos. No eran virgenes. Habían tenido
sexo durante las temporadas anteriores, pero yo no. Y estaba
desquiciada. A la entrada del bosque, me desnudé. No me importaba
si alguien me veía. Necesitaba cambiar.
Aquí mismo.
Ahora mismo.
Normalmente, tenía todo el control cuando me transformaba, pero
no cuando la Bruma se apoderaba de mí. No. No podía permanecer en
esta forma humana por más tiempo.

Cerré los ojos y sentí el placer de cambiar. Por lo general, sentía cada
uno de los cambios: los miembros que se estiraban, los músculos que
se tensaban, el cuerpo que crecía y el pelaje rojo, a juego con mi pelo
humano, que brotaba de mi piel, cubriéndome por completo.

Pero ahora no. Ahora, no sentía nada más que la Bruma. Respiré y mi
voz fue un gruñido. Mis dedos ahora eran garras negras como el
carbón. A través de lo ojos de un lobo, tose se percibía más agresivo,
más violento. Especialmente ahora, cuando la Bruma apenas
comenzaba.
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Transformada completamente en loba, me adentré en el bosque.

El viento frío soplaba mi pelaje, el duro suelo estaba húmedo bajo


mis patas y los olores del bosque llenaban mi nariz. Los aullidos
resonaban en el bosque. Eran los gritos de quien no tenía pareja, de
los que buscaban una.

Maldije para mis adentros. En mi Bruma, había olvidado pensar en las


implicaciones.

Entrar al bosque al principio de la temporada era como rogar que te


follaran. Estos bosques eran como un bar universitario. Todo era sed
e incontrolables impulsos.

En cualquier momento, un lobo iba a olfatearme y reconocer que no


tenía ningún lazo. Me acecharían hasta que me rindiese. Más de uno,
estaba segura.

Un juego, un desafío, para ver quién ganaba primero a la loba sin


pareja.

Aunque mi cuerpo me pidiera lo contrario, no cedería tan fácilmente.


Estos lobos podían tener todo el sexo que quisieran. No estaba
juzgando, pero estaba esperando.

Esperando ese momento, ese instante, esa súbita e indescriptible


mirada de reconocimiento cuando dos seres hacen contacto visual y
saben que son compañeros de por vida.

No podía esperar a que me pasara eso.

Pero, ¿aquí, en el bosque, al comienzo de la Bruma? Era poco probable,


por no decir que era muy complicado.

Me volví híper consciente de los lobos machos, de cada uno de sus


movimientos, de su olor.
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Corrí descaradamente, liberando feromonas en el aire, atrayéndolos
más cerca. Y pronto supe que me tendrían acorralada. Cinco de ellos
todos eran lobos machos hambrientos. A mi cuerpo le gustó. Oh, lo
hizo alguna vez. Por un segundo, me pregunté si este sería el año.

¿Cedería finalmente? ¿Cedería a estos cinco machos, tomándolos a


todos a la vez? ¿Perdería finalmente mi virginidad, aquí y ahora, en
medio del bosque?

A medida que la Bruma se apoderaba de mí y todos mis deseos de


esperar a mi pareja empezaban a desvanecerse, me pregunté qué me
detenía. ¿Sinceramente? Lo deseaba.+

¿O no?

UNA INVITACIÓN

Sienna
Nunca en mi vida había tenido tantas ganas de follar.

Ahora no sólo olía a los cinco lobos que me rodeaban. También podía
verlos.
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Un gran lobo rubio, una visión extraña si no se sabía que era un rubio
con forma humana, rodeó un árbol, acechando lentamente hacia mí.
Era grande, pero eso no lo convertía en un dominante.

Sus ojos, como los de la mayoría de los lobos, eran de un dorado


brillante. Yo era una excepción; mis ojos eran tan azules como el hielo
tanto de lobo como en forma humana.

Por la mirada apreciativa que me dirigió el lobo rubio, supe que él


también reconoció su singularidad.

Vi a los otros cuatro rodearme, haciéndome sentir claustrofobia. Uno


se acercó tanto que pude sentir su nariz en mi trasero, oliendo mi
estimulación. Los dos que estaban a mi derecha gruñían con una
lujuria no disimulada. El que estaba a mi izquierda se relamía los
labios y el gran rubio que estaba frente a mí.

La mayoría de los hombres lobo prefieren tener sexo cuando están


con forma humana, pero estos cinco estaban enganchados a la Bruma
y lo querían ahora.

Estaba a punto de cerrar los ojos y entregarme a esta orgía violenta


y animal.

Mi cuerpo gemía mientras el lobo que estaba detrás de mí me lamía


la pata trasera. Quería que esos machos me saborearan, que me
follaran hasta el olvido..... hasta que recordé su cara.

La cara de Emily.

Sólo un destello fue suficiente. Como si un cubo de agua helada se


hubiera derramado por todo mi cuerpo, salí de mi Bruma. Ahora sólo
sentía un calor vacío en lo más profundo de mi ser.

Tenía el control.
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Gruñí tan fuerte como pude, asegurándome de que estos lobos
supieran que no estaba interesada. Pero a los —típicos machos— no
les gusta seguir órdenes. Siguieron lamiendo y acercándose.

Cansada de esta mierda, gruñí de nuevo. Este gruñido decía: "Ponme


una pata encima y me aseguraré de que la pierdas".

El lobo rubio que tenía delante pudo ver mi expresión. No me estaba


engañando. Se dio la vuelta. Los tres lobos a mis lados se dieron
cuenta un segundo después y retrocedieron.

El único que parecía tener un problema para leer —o más bien — las
señales era el que estaba atrás de mí. El que había conseguido un
buen olor. Se inclinó hacia adelante de nuevo.

Eso es todo, pensé.

Me giré a la velocidad del rayo y hundí mis afilados dientes en su


cuello. Apreté con fuerza, haciéndole sangrar.

Grito de dolor, luchando por retroceder, pero no lo dejé ir. Este lobo
aprendería su lección hoy.

Sólo cuando sentí que estaba a punto de desgarrar la yugular lo solté.


El lobo no se detuvo a mirar. Sabía quién estaba al mando ahora, se
dio la vuelta y salió corriendo de allí. Cuando miré hacia atrás, los
otros cuatro se habían ido.

Satisfecha, corrí más hacia el bosque. Podía oler el sexo en el aire.


Mi Bruma de nuevo, y seguí corriendo, tratando de reprimirla. No
podía dejarla salir, no de nuevo.

Cuando volví al lugar donde me había deshecho de mi ropa, me cambié


de nuevo.
LEYVA 📝
Esta vez, sentí cada detalle insoportable, los huesos que se encogen,
el cuello que se vuelve delgado, las patas traseras que se estiran, los
brazos que se doblan y se despliegan.

Luego se acabó y volví hacer humana.

Tomé aire, orientándome, allí de pie, desnuda como el día en que nací.
Agradecí a Emily que viniera en mi ayuda.... por muy doloroso que
fuera ese recuerdo.

No iba a ir allí, no ahora. No, lo que importaba era que había resistido.
Mi virginidad estaba intacta. Guardada para el que llamaría mi
compañero. Incluso si la Bruma sólo estaba comenzando.

¡Dios!, exclamé y me puse rápidamente la ropa.

Selene
La costa está despejada, hermana. Me sorprendió lo cortó que fue,
por lo que pude escuchar.

Sienna Ew.
Tmi.

Selene
Eres muy cabezota. Me alegro de que mamá y papá sigan....

Sienna
STOP. PLZ.

Selene
🍆🍑🐺

Sienna
LEYVA 📝
Gracias por eso.
¿No te has ido a casa?

Selene
Me voy ahora.
¿Encontraste a tu pareja esta noche? 😉

Sienna
No te importa.

Selene
Tengo el presentimiento de que vas a conocer a tu pareja esta
temporada.

Selene
Llámalo instinto de loba.

Sienna
Lo dudo.

Selene siempre tuvo una forma de ver el futuro. Una especie de sexto
sentido animal. Pero no veía cómo este futuro podía ser posible.
¿Encontrando a mi pareja? Había estado fuera toda la noche y no
había encontrado un solo lobo que se ajustara a la descripción.
Todavía había tiempo, por supuesto. Toda una temporada.

Cuando llegué a mi casa mis padres ya se habían quitado las ganas por
la noche.

Mi padre estaba sentado en el salón, viendo las noticias locales,


mientras mamá doblaba la ropa.

—Apenas has podido comer, ¿eh? —preguntó papá.

—Estoy bien —dije, dirigiéndome a las escaleras.

—Seguro que se ha hartado —sonrió mamá.


LEYVA 📝
—Asqueroso, mamá.
De nuevo, sentí una punzada de culpabilidad por no haberle dicho a
mi madre la verdad sobre mi virginidad, sobre todo pero me la quité
de encima.

—¿Por qué Selene y Jeremy se fueron corriendo? Acaban de llegar.

—Una reunión urgente en la Casa de la Manada —dijo mamá—. Te hace


sentir curiosidad verdad, ¿no?

Volví a pensar en el Alfa, al que había conocido en la orilla del río. En


lo oscuros y fríos que eran sus ojos. ¿Qué estaba pasando para que
tuvieran que involucrar a Jeremy, el abogado de la manada?

—Me pregunto, me pregunto —dijo mi madre, con los ojos brillando—


. ¿Crees que las historias on ciertas? ¿Sobre la vida amorosa del
Alfa? Eso explicaría por qué ha estado tan alejado.

—Mamá. Deja de meterte en la vida de los demás.

—Oh, pero es tan divertido. Deberías probarlo alguna vez.

Con Aiden Norwood tenía que admitir que las ganas de cotillear, de
entrometerme, y de saber todo lo que había que saber hacían volar
mi imaginación. El solo hecho de pensar en él hizo que la Bruma se
levantara de nuevo. Sonrojada, subí las escaleras.

—Me voy a la cama.

—Dulces sueños, querida —dijo mamá—. Espero que sean extra


dulces.... si me entiendes.

Puse los ojos en blanco y no pude evitar reírme. Pero cuando cerré la
puerta, apagué las luces y me desplomé en la cama, lo único que pude
imaginar fue a Aiden Norwood.
LEYVA 📝
Esto era una tortura. Al quedarme dormida, recé para no tener que
volver a ver al Alfa.

******

Michelle
OMG. ¿has oído...

Sienna
¿Oír qué?

Sienna ?????

Sienna
No puedes enviar algo así y no seguir contando.

Sienna
MICHELLE.

Sienna
HOLA???

Michelle
Alfa está invitando a gente a la casa de la manada.

Sienna
😳

Sienna
De ninguna manera.

Sienna
Pero no hay bola ni nada.

Michelle
¡¡¡Es una lotería!!!

Michelle
LEYVA 📝
Las invitaciones ya se han repartido 💌.

Sienna
Oh, pero solo 5 familias llegan a ir eso es todo.

Michelle
Nunca se sabe...

Me revolví en las sábanas, apagando mi teléfono. Michelle estaba


absolutamente obsesionada con ser la primera en dar la noticia. Eso
sí, su periódico era más sensacionalista que otra cosa.

¿Esto? Este era uno de esos artículos que ni siquiera leías, sólo lo
ojeabas mientras seguías dando sorbos a tu café y posponías el ir al
trabajo o a la escuela.

¿A quién le importaba que el Alfa tuviera algunas familias al azar


invitadas a la Casa de la Manada?

Vale que era algo fuera de lo común, pero tan solo era una forma de
que los dirigentes demostraran que se preocupaban por todos los
miembros de la manada.

Era la política, supuse, y nada más.

Nada digno de leer a las 7 de la mañana.

Asombroso, pensé. Ahora no podría volver a dormir aunque lo


intentara. Michelle sólo tenía que sacar a relucir el Alfa y me quitaba
el sueño.

Aiden y la Bruma, no eran una buena combinación.

Me levanté y bajé las escaleras, sorprendiéndome al ver a Selene,


Jeremy, mamá y papá reunidos alrededor de la mesa de la cocina,
todos mirando algo.
LEYVA 📝
—¿Qué está pasando? —pregunté, frotándome los ojos, todavía
aturdida.

—Oh, nada, —dijo Selene—. Sólo estamos aquí partiéndonos de risa.

—¿De qué estás hablando?

—¡Ven a mirar, tonta!

Me acerqué, miré al centro de la mesa y me detuve en seco.


De ninguna manera.
No puede ser.
Esto debe ser una broma.

Era una invitación a la Casa de la Manada.

—¿Por qué... por qué nosotros? —fue todo lo que logré decir.

—Ya sabemos cómo funciona, —dijo Selene—. Es una lotería. Eso o...
Jeremy lo amaño.

—Nunca lo haría —dijo Jeremy riendo.

Entonces se me ocurrió una idea irracional. Una tonta sospecha que


no podía ser cierta. Pero que, por un instante, sentí tan real que tenía
que serlo.
Y si, me pregunté... ¿Y si Aiden Norwood amaño la lotería sólo para
verme de nuevo?

Vamos. ¿A quién estaba engañando? No había forma de que el Alfa se


acordara de mí, y mucho menos que llegara a estos extremos.

Yo sólo era una chica a la que había pillado dibujándolo... ¿no?

Pero cuando miré a Jeremy, había algo que no entendía en su


expresión. Algo sospechoso. Como si esto estuviera relacionado
conmigo de alguna manera.
LEYVA 📝
¿Pero cómo?

No tuve tiempo de analizar demasiado la mirada de Jeremy porque


mi madre nos agarró a mí y a Selene por los hombros, rebosante de
emoción.

—¿Puedes creerlo? ¡Una audiencia privada con el Alfa!

—No es del todo privado, —recordó Jeremy—. Vienen algunas otras


familias.

—¡Oh, cuál es la diferencia! Esto va hacer muy divertido. Quién sabe


lo caliente que puede ponerse la cosa —declaró abanicándose con la
invitación.

¿Diversión? ¿Estaba toda mi familia loca? No, no iba a ser divertido.

Acabamos de empezar con la Bruma, y mientras mis padres y mi


hermana tenían un compañero para, ejem, ya sabes qué, yo no.

Un hecho que sería obvio para cada hombre lobo no emparejado dentro
del radar de mi olor.

No estaba en contra del sexo. Estaba a favor de ello si podía


encontrar a mi pareja. ¿Pero pensar que de todos los lugares posibles
lo encontraría en la Casa de la Manada? Por favor, una loba virgen y
novata no puede aspirar a tanto.

No sabía que otras familia asistirían a la cena, pero sí de una persona


que acudiría sin estar casada y muy al acecho.+ Tragué saliva. Esto
iba a ser un desastre.
LEYVA 📝

EL VESTIDO
Aiden
Fiesta. Dios, odio las fiestas. No me malinterpretes. Sé lo
importantes que son. ¿Dar a la manada la oportunidad de conocer a
su líder? ¿De conocer, respetar y temer a su Alfa?

Es esencial.

Pero, normalmente, sólo tenemos que preocuparnos de dos eventos al


año. El Baile de Navidad y el Solsticio de Verano. Esta cena fue idea
de mi Beta Josh. Y, aunque me encantaba el cabrón rubio de pelo de
punta, lo último que me apetecía era organizar una fiesta extra.

—Entonces, ¿queremos la plataforma elevada o no? —preguntó Josh,


paseando, mirando por encima de su carpeta—. Por un lado, darte un
asiento por encima de los novatos consolidará aún más tu
superioridad. Por el otro, estar al nivel de ellos, hará que tu relación
sea más...

—Josh, por favor —gruñí, sacudiendo la cabeza—. ¿Podemos hablar de


otra cosa que no sea la disposición de los asientos?

Josh se detuvo, dejó la carpeta y me miró directamente a los ojos.

Probablemente era el único hombre lobo de toda la manada que tenía


las suficientes pelotas como para hacer contacto visual directo con
su Alfa. Pero eso fue porque, cuando Josh me miró, no lo hizo como
un retador. Fue como mi mejor amigo. Yo sabía la diferencia.

—Normalmente, quieres repasar cada detalle.

Es cierto. Me preocupan los detalles. No soy un gerente pero si eres


el Alfa, tienes que ser decisivo en todo momento. Eso va por encima
de todo.
LEYVA 📝
—¿Pero ahora mismo?

—No lo siento, Josh —dije—. ¿Estás bien?

—Por supuesto. Es que... creo que esta noche será buena para ti. Para
la moral de la manada. Y, quién sabe, tal vez para alguna dama
afortunada... —Sonrió con picardía.

—¿Estás jugando a la casamentera conmigo, de verdad? ¿O fue idea


de Jocelyn?

Noté que el cuerpo de Josh se ponía rígido al mencionar a su actual


pareja. Ella había sido la mía la temporada anterior, pero no había
rencores. Ambos éramos adultos.

Y no pasaba nada por haber compartido chica.

Josh se sentó frente a mí, y supe por los brazos cruzados , que me
esperaba una de sus características <<charlas de ánimo>>.
Grandioso.

—Mira, Aiden —dijo, agitando los brazos animadamente—. Sé que has


pasado por muchas cosas últimamente, tío. La Manada de la Costa
Este se ha enfrentado a muchos desafíos en los últimos meses. Ahora
estás en otra estación sin pareja. Diablos, ni siquiera has elegido una
compañera para convivir.

Sentí que mi labio se curvaba. Josh debió darse cuenta porque bajo la
mirada y cambió rápidamente de tema.

—La cuestión es —continuó Josh—, que no has sido tu mismo


últimamente. Lo digo no sólo como tu Beta, sino como tu amigo. Estoy
preocupado por ti. Si no se encuentras una pareja pronto... si tu vida
amorosa está desequilibrada, entonces...

Miré a un lado. Josh tenía razón en estar preocupado.


LEYVA 📝
Cuando los Alfas no tenían un compañero durante la Bruma e —incluso
sólo un compañero de sexo fiable— su liderazgo se resentía. Pero, al
final, todos los Alfas tenían que encontrar a su pareja o, de lo
contrario, sus poderes se debilitarían lentamente y serían
reemplazados por un Alfa más fuerte.

Pero Josh no lo sabía todo.

Tenía un secreto que valía la pena guardar esta temporada. Una razón
para esperar.

—Tomo nota de tu preocupación, Josh —dije, volviéndome hacia él—


. Pero no metas tu nariz en mi vida privada, ¿entiendes? Estoy
hablando ahora como tu Alfa.

Ahora, miré fijamente a Josh. Había una tensión palpable entre


nosotros. Por un segundo, su mirada se mantuvo. Ya no me miraba
como mi amigo.

¿Se atrevería a desafiar mi dominio?

Pero, finalmente, Josh bajó la mirada y asintió.

—Por supuesto, mi Alfa —dijo en voz baja.

—Bien —dije, ya sintiéndome mejor.

Me levanté y di un paso alrededor de la mesa para considerar el


portapapeles de Josh, echando un vistazo a la disposición de los
asientos, la idea comenzaba a tomar forma.

—Si hablamos de detalles, hay un pequeño ajuste que me gustaría


hacer...

********

Sienna
LEYVA 📝
Bien chicas.

Sienna
La hora de la confesión.

Michelle
Te han invitado a la casa de la manada, todo el mundo lo sabe

Sienna
¿Qué? ¿Cómo?

Erica
🎉🎉

Mia
Yasss zorra

Michelle
Lo siento, nena. Sabes que no puedo guardar un secreto.

Sienna
Eres lo peor, Michelle.

Michelle
😘

Mia
Así que, ya que estamos dejando 💣s

Mia
Harry y yo

Mia
Puede que nos hayamos... apareado

Sienna
¿¡QUE!?
LEYVA 📝
Michelle
❤️❤️❤️

Michelle
¡Felicidades, chica! (se veía venir)

Sienna
¡¡¡Me alegro mucho por ti, Mia!!!

Erica
¡yay Mia!

Erica
¿Por qué soy la única que no tiene noticias?

Mia
Gracias chicas.

Mia
Pero Sí, es mejor que nos envíes actualizaciones esta noche.

Mia
Especialmente si se trata de nuestro sexy Alfa...

Sienna
🙄 No hay promesas

Sienna

Sé que probablemente debería haber estado distraída con el evento


en la casa de la manada esta noche, pero todo lo que podía pensar era
en Mia y Harry. No podía creerlo.

Mia se apareó con el maldito Harry Milton.

Durante años, los dos habían sido los mejores amigos. Eran cien por
cien una relación platónica.
LEYVA 📝
El hecho de que ahora, de repente, los dos no sólo se enganchasen...
sino que se apareasen.

Era casi inaudito.

Por lo general, los compañeros lo sabían la primera vez que se miraban


a los ojos. Reconocían la conexión en un nivel animal más profundo.

Esto era cierto para mis padres, para Jeremy Selene y para casi todos
los que conocía.

Incluso las personas que resultaban ser compañeras después de años


de ser amantes eran más comunes que lo que les había sucedido a Mia
y Harry.

Perra afortunada, pensé.

Admito que estaba un poco celosa. Era un sueño, encontrar una pareja
que supiera todo sobre ti, en la que confiaras. Sonaba tan
maravillosamente simple.

A pesar de mi situación, no buscaba ni sexo, ni pareja todo el tiempo.

Abrí mi armario y busqué algo que ponerme para la cena. No tenía nada
lo suficientemente elegante.

Un golpe en la puerta de mi habitación llamó mi atención.

—Sabía que no tenías remedio, hermanita —dijo Selene, entrando—.


Por eso he venido preparada.

En sus manos había un hermoso vestido de noche, de seda verde


claro, tan largo que parecía no acabar nunca. Sólo necesitaba una
mirada para saber que era perfecto.

—¿Cómo lo hiciste...? —declaré.


LEYVA 📝
—Lo compré para un baile hace dos años, pero con mi complexión...
Simplemente no funcionó. Ni siquiera me lo puse. Así que lo guardé
para un día lluvioso.

Puedo ver por qué no habría funcionado.


Selene era rubia platino. El verde requería el pelo rojo, como el mío.

—Bueno —insistió Selene—, ¿vas a quedarte mirando todo el día o te


lo vas a probar?

No lo dudé. Como nunca me ha dado vergüenza estar desnuda cerca


de mi hermana, me quite la ropa y me puse el vestido. Parecía hecho
para mí. Aunque Selene y yo teníamos tallas diferentes. Ella era alta
y delgada, mientras que yo más curvilínea.

Entonces, ¿cómo es que este vestido me hacía ver como si mi cuerpo


estuviera hecho para él?

—Lo he hecho a medida, sólo para ti —dijo Selene, guiñando un ojo,


como si leyera mi mente.

Me miré en el espejo y no pude creer el reflejo que me devolvía.

El vestido terminaba en elegancia en mis tobillos, con la espalda


generosamente abierta que se estrechaba justo por encima de mis
nalgas y la parte delantera que acentuaba mi escote. Tenía razón
sobre el color. Mi pelo rojo y mis ojos azules brillantes hacían
resaltar el verde.

—A papá le va a dar un ataque al corazón —Selene se rió—. Estas


increíble. Pero...

Sí. Podía ver lo que decía Selene. El vestido era innegablemente sexy.
Pero ahora mismo, no me importaba. Estaba hecho para mí.

—Es perfecto —dije.


LEYVA 📝
Selene sonrió y me dio un abrazo.

—Vamos que lo vea mamá.

Mamá y papá no tardaron mucho en reaccionar.

—Tú... pareces... DELICIOSA —dijo mamá.

Hice una mueca. Esa elección de palabras no podía ser peor.

—Eh, sí, —dijo papá, mirando a cualquier parte menos a mí


directamente—. Muy... hermoso. Yo sólo...

—Está bien, papá—. Me reí.

—Sabes —dijo mamá, acercándose a mí—, viéndote así, casi puedo


olvidar por un segundo que sólo tienes diecinueve años. Me hace
preguntarme... si cierto Alfa sentiría lo mismo.

—Mamá —dije, poniendo los ojos en blancos—.Esto es sólo una


oportunidad para que los locales conozcan a sus dirigentes. ¿Podemos
seguir adelante?

Una vez más, mi dominio de la conversación sobre la familia parecía


funcionar.

Ya estaban preguntando a Selene qué iba a llevar. Pero entonces mi


madre recordó su tema favorito: los cotilleos.

—Sienna —dijo—, tu entrometida madre escuchó un pequeño rumor,


sin embargo. ¿Cuál es la razón por la que nuestro querido Alfa está
invitando a todos estos extraños a su Casa de la Manada? Es para
encontrar una amante para la temporada.

Y así, mi burbuja de felicidad estalló.


LEYVA 📝
Lo último que necesitaba era que Aiden Norwood buscara una amante
esta noche y se decidiera por mí. Especialmente después de nuestro
encuentro casual en la orilla del río.

No iba a ser segundo plato de ningún lobo, Alfa o no. Quería un


compañero de por vida.

Fruncí el ceño al ver a mi madre.

—¿De verdad, mamá? Sólo por una vez, podrías no...

—¡Sólo lo digo! —dijo ella, con las manos en alto, a la defensiva—. No


tiene pareja para esta temporada. ¿Es tan malo fantasear un poco,
Sienna?

Sí, mamá. Estaba mal. Y no era una fantasía. La idea del Alfa y yo era
ridícula. Ya habíamos hecho contacto visual, y no había pasado nada.
Así que no había manera de que fuera mi pareja. En todo caso, sólo
quería...

JODER. Ahora, estaba pensando en nosotros follando.

La sola idea bastó para que se encendiera de nuevo mi Bruma. Había


estado latente hasta ahora, exactamente como esperaba mantenerla
durante toda la noche.

No podía aparecer en una Casa de la Manada llena de lobos


hambrientos como...como esto.

—Tengo que ir a cambiarme —tartamudeé, dándome la vuelta y


saliendo corriendo de la habitación.

—Espera, Sienna—dijo mi madre tras de mí—. ¡Sólo estaba bromeando!

Corrí a mi habitación y di un portazo, intentando quitarme el vestido.


Pero estaba muy ajustado. Y necesitaba que me abrieran la
cremallera.
LEYVA 📝
Y...

—Sienna. —Oí la voz de Selene al otro lado de la puerta—. No dejes


que mamá se meta en tu cabeza. Se tu misma. Va a ser genial. Como
has dicho, es perfecto. ¿Verdad?

—Sí... —dije, calmando mi respiración—. Gracias, Selene.

Cogí un chal, para cubrir mis hombros al menos y minimizar la


sensualidad del vestido.

Sólo esperaba que para cuando llegáramos a la Casa de la Manada la


Bruma hubiera remitido...

Mientras nos dirigíamos a la enorme mansión, alejada de la actividad


de nuestro pueblo, la única fuente de iluminación en la tranquila
campiña, y mi familia hablaba animada, zumbando de emoción, volvió
a ocurrir.

La Bruma palpitaba, pinchaba y penetraba en cada rincón de mi ser.


Como si supiera, con sólo ver la Casa de la Manada, que con lo que me
esperaba a dentro... valía la pena despertarse.+

Por favor, no lo hagas, le rogué a mi cuerpo.


Por favor, no aquí. Ahora no.

Pero como estaba a punto de descubrir, mi cuerpo tenía otros planes...

LA FIESTA
LEYVA 📝
Sienna
No creo que pueda hacer esto

Sienna
No puedo entrar

Sienna
Me estoy perdiendo, Michelle

Michelle ?!?

Michelle
¿Hablas en serio perra?

Michelle
Todo el mundo MATARÍA hasta su madre por entrar en la casa de la
manada

Michelle
¿qué pasa?

Sienna
Este vestido es exagerado

Michelle
😲

Sienna
Y con la Bruma....

Michelle
Chica para. Eres tan jodidamente caliente. Entra ahí y diviértete

Michelle
¡puede que incluso encuentres un compañero para la temporada!

Michelle
LEYVA 📝
¿qué es lo peor que puede pasar?

**********

Sienna

¿Lo peor que podría pasar? Oh, Michelle. No tienes ni idea, pensé.

Acabábamos de aparcar y nos dirigíamos hacia las imponentes puertas


delanteras de la Casa de la Manada.

Todo el mundo iba vestido de punta en blanco. Con cada paso, podía
sentir que se acercaba mi perdición.

Quería dar la vuelta y correr a casa.

Sí, incluso con tacones. Estaba así de desesperada.

—Oh, esto será tan bueno para nuestra posición en la manada —dijo
mamá, sin darse cuenta—. No puedo esperar a conocer al Alfa. Juro
que si tuviera unos años menos...

—Mamá, por favor—. Le rogué—. Para.

Por suerte, mi madre volvió a distraerse rápidamente y no tuve que


explicarle por qué necesitaba que se callara ya.

La Bruma estaba golpeandome fuerte en este momento. Todo el día


había intentado reprimirla, pero ahora... Ahora la Bruma había
decidido que era un buen momento para intentar apoderarse de mi
cuerpo.

Justo cuando estábamos asistiendo a la cena. Por favor, le rogué una


vez más a mi ardiente cuerpo. No tengo tiempo para esto.

Vete a la mierda, mi cuerpo respondió con un chasquido. Ugh, ahora


estaba teniendo conversaciones con mi cuerpo. Estaba mal. Maldita
Bruma.
LEYVA 📝
Una recepcionista humana nos recibió y nos condujo al comedor.

Había lámparas de araña, viejos retratos de antiguos Alfas una


docena de mesas, con una cuberteria de plata digna de la realeza, no
de un grupo de gente humilde como nosotros.

Cuando nos sentamos, me di cuenta de que nuestra mesa era la más


cercana a la del Alfa.

¿Coincidencia? Recordé la extraña mirada de Jeremy cuando trajo la


invitación a nuestra casa.

Pero no lo tendré en cuenta. Sí. Es una coincidencia. Tenía que serlo.


Desde mi asiento, por fin tenía buena visión para juzgar a los demás
damas presentes.

Definitivamente, yo no era la más guapa, eso estaba claro. Había


otras mujeres jóvenes, más o menos de la edad del Alfa, de unos
veinte años, que eran simplemente exquisitas. Con sus largas y
esbeltas piernas, sus labios carnosos y sus brillantes ojos dorados,
sabía que no había forma de compararme con ellas.

Tenía curvas, mi pelo rojo fuego caía alborotado por la espalda y mis
ojos negros helados eran menos... tradicionales, supongo. Pero lo que
me faltaba en sofisticación, sé que lo compensaba en intensidad
bruta.

Nadie en esa habitación ardía más. Para bien o para mal.

—¿Qué hace una chica como esa aquí? —Oí a una de las mujeres
susurrar a sus amigas. Ellas se rieron.

Perras malas...

Tampoco es que fueran de la realeza. Sólo que claramente se


consideraban así.
LEYVA 📝
Sabía exactamente lo que era, y no era una loba de la cabeza a los
pies, suplicando ser montada por un lobo importante de la Manada.

En realidad, yo defendía algo.

En algún lugar había un compañero que valía la pena esperar. Alguien


que me mirara a los ojos y me viera de verdad. Alguien que, a primera
vista, me amaría. Y yo a él.

¿Aquí en la Casa de la Manada? No había nada que hacer..

Casi me planteé marcharme en ese mismo momento noté que uno de


los chicos de otra mesa me miraba el escote. No podía explicar el por
qué, pero me sentí halagada. En ese momento, una mujer entró por la
puerta y los ojos del chico se dirigieron a ella inmediatamente.

Todo el mundo, incluso las mujeres, la miraban. Broceada, alta, con


un cuello de cisne, llevaba su vestido rojo con la gracia de una reina,
no de una mujer loba.

—¡Es ella! —Selene susurró—. Esa es Jocelyn, la ex de Aiden Norwood.


Y ahí está su nuevo hombre.

Al lado de Jocelyn había un rubio de pelo de punta que todos conocían.


Era el Beta del Alfa, su número dos. Josh Daniels. La besó en la
mejilla y tomó asiento junto al Alfa.

Me pregunté si él y Aiden podrían seguir siendo amigos ya que Josh


estaba saliendo con Jocelyn ahora.

El pensamiento no duró mucho porque, lo siguiente que supe, fue que


Selene y Jeremy me tomaban de la mano y me llevaban hacia allí.

¿Qué?
¿Por qué?
No había pedido que me presentaran a nadie.
LEYVA 📝
—Jocelyn, estás tan radiante como siempre —cortejó Selene.

—Oh,Selene, me halagas. Estás absolutamente impresionante con ese


vestido, —respondió Jocelyn—. ¿Y quien es esta preciosa chica? ¿Tu
hermana?

Jocelyn me agarró la manly de repente me sentí llena de la energía


más cálida y sanadora que se puede imaginar. Tanto que incluso mi
Bruma se templó.

—Es un placer conocerte —. Ella sonrió—. Soy Jocelyn.

—Sienna —logré susurrar.

Supe, por ese toque, que Jocelyn debía ser una sanadora. A pesar de
su belleza, era el doble de agradable que la mayoría de las chicas de
aquí.

Pero antes de que pudiéramos seguir hablando, nos interrumpieron los


jadeos de todos.

Me giré para ver al alma de la fiesta, el señor Aiden Norwood, Alfa de


la manada de la Costa Este, entrar en el comedor.

Llevaba un esmoquin caro con una corbata verde oscura, que


destacaba el verde de sus ojos dorados. Tenía el pelo alborotado,
como si acabara de salir de la cama. Su mandíbula estaba apretada
en una sonrisa agresiva. Tenía que admitir... que su sola visión era
suficiente para a hacer que una chica se mojara.

—Bienvenidos, miembros de mi manada —dijo, sin poder disimular el


gruñido de su garganta—. La cena comenzará en breve, así que por
favor tomen asiento. Aunque su intervención fue sencilla, incluso
caballerosa, sentí una transfondo amenazador en cada palabra. Me
puse tensa. Me hizo sentir hambre.
LEYVA 📝
Hizo que mi Bruma saliera de su letargo temporal.

Con una sonrisa ladeada, el Alfa volvió hacia su asiento. No pude


soportarlo.

Las llamaradas recorrieron mi cuerpo, chocando entre mis muslos. Se


me secó la garganta, mis mejillas se sonrojaron con un nuevo calor y
tuve que morderme el labio para no jadear.

¡Contrólate! Grité dentro de mi cabeza. No vas a perderlo delante de


todos, ¿entendido?

Aiden se sentó junto a Josh y Jocelyn y, para mi sorpresa, charló


cordialmente con ambos.

Así que los rumores no eran ciertos. Eso no era lo que le torturaba.
¿Entonces qué?

Ahora mismo sabía un par de cosas sobre la tortura. La Bruma me


estaba destrozando en silencio.

Durante la temporada, era sabido que un hombre lobo no emparejado


podía oler si alguien cercano era libre.

Si no tenía cuidado, si dejaba que mi Bruma se apoderase de mí, esos


hombres libres empezarían a olerme.

Cualquier cosa menos eso, rogué mentalmente. No puedo soportar la


humillación.

Ser novata en público era como darle al mundo una invitación para que
fuese a joderte.

Mientras se servía el primer plato, el hombre lobo sin pareja que


servía nuestra mesa me olió y sus ojos se iluminaron, lo que
significaba que había empezado a desprender el aroma de la Bruma.
LEYVA 📝
Con la cara encendida, entecerré los ojos en señal de advertencia y le
sostuve la mirada, demostrándole que no estaba interesada.

Era guapo, no me malinterpretes, pero no me estaba reservando para


un camarero en una cena.

Se echó atrás de inmediato, un tipo inteligente, alejándose de mí.

Estaba a punto de de soltar un suspiro de alivio cuando sentí los ojos


de alguien sobre mí.

No me atreví a levantar la vista.

Aquella mirada, viniera de donde viniera, tenía una poderosa atracción.

Parecía estar intensificando la Bruma, magnificándola. Haciendo que


ardiera aún más, si eso era posible.

Chillé, incapaz de soportarlo. Mis bragas se humedecieron de repente


y mi estómago se apretó, haciendo que todos los demás músculo de
mi cuerpo se tensaran también.

—¿No vas a comer?

Casi me sobresalto cuando mamá habló. Me giré para dedicarle una


sonrisa tensa y asentí, apretando los dientes.

—En un minuto.

Mamá, ajena a mi dolor, se encogió de hombros y dio un bocado a su


salmón. Tenía un aspecto delicioso, pero mi hambre era de algo
distinto a la comida.

Los ojos todavía estaban sobre mí. Podía sentirlo. Y, lo que es peor,
ahora podía sentir que otros me miraban también.

Mi aroma flotaba por todo el pasillo, atrayendo la atención de todos


los lobos no apareados, que exigían ser aliviados.+
LEYVA 📝
No tenía otra opción.

Tenía que salir.

Ahora.

Me levanté y murmuré un tenso <<perdón>>, dejando el chal sobre la


mesa, y caminé tan rápido como pude fuera de aquel maldito comedor.

Sabía que iba en contra de las reglas excusarse en medio de la


comida, especialmente en presencia del Alfa. Era como un insultó a
Su Alteza Real.

No me importaba una mierda.

Prácticamente corrí al baño. Por suerte, estaba vacío. Cerré la puerta


del retrete y me apoyé en la pared, respirando con dificultad.

La delgada capa de seda que me cubría era demasiado. Mis bragas eran
demasiado. Todo era demasiado.

Antes de que pudiera detenerme, tiré del dobladillo del vestido hasta
la cintura . Deslicé la mano por debajo de las bragas y, al contacto
con mi dedo con el clítoris, casi exploté.

Empecé a masajear y no pude parar. Ardía por todas partes. Por


dentro y por fuera, consumiéndome.

Me había masturbado muchas veces antes de esto. Era la única forma


de pasar por todas las Brumas sin perder la cabeza. Pero siempre lo
había hecho en la intimidad de mi habitación.

Nunca lo había hecho alrededor de tantos lobos hambrientos.

Nunca en el baño de la maldita Casa de la Manada.

No pude contener el gemido que se me escapó de la boca al contacto


con mis labios húmedos.
LEYVA 📝
La tensión, la necesidad, el fuego, era agonizante. Esta vez iba a
explotar de verdad.

Pero entonces lo oí. La puerta del baño se abrió y unos pasos


resonaban en el suelo de baldosas. No era el sonido agudo de los
tacones de las mujeres. Era un ruido sordo y plano como... el de los
zapatos de vestir de los hombres.

Me quedé helada y el corazón se me aceleró en el pecho.

Justo cuando estaba a punto de gritar a quienquiera que hubiera


decidido entrar en el baño y decirle que me dejara en paz, una voz
profunda y grave se me adelantó.

—Puedo oler tu excitación, mujer.

Mi respiración se detuvo. Oh. Joder. El Alfa estaba de pie justo


tras la puerta.

LA MARCA

Sienna
Me olfatéo en el salón de baile. Olió mi Bruma y me siguió hasta aquí.

Pero, ¿podría Aiden Norwood olfatear que, ahora mismo, a un metro


de distancia, sólo separada por una endeble puerta de metal, estaba
sentada con las bragas por los tobillos, los dedos dentro de mí, así
de cerca del orgasmo?

—La Bruma puede golpearte en los lugares más imprevisibles —gruñó.


LEYVA 📝
Pero lo dijo en un tono divertido que me enfureció.

Antes de que pudiera detenerme, le espeté:


—¿Esa es tu opinión?

Vaya, nadie le hablaba así al Alfa. ¿Qué tenía, un deseo de muerte?

Saqué los dedos lentamente. Mi cuerpo gimió de frustración, pero mi


mente —gracias a Dios que aún funcionaba— tomó el control.

Mientras me agachaba para subirme las bragas, Aiden susurró, y fue


como si no hubiera ninguna puerta entre nosotros, —¿Y bien, mujer?
¿Por qué no te ocupas de ello?

Pero no estaba pidiendo. Estaba ordenando.

Un puro macho Alfa en su mejor momento, ordenando a uno de sus


miembros de menor rango que actuase. Llamándome <<mujer>> como
si no tuviera nombre. Condescendiente. Juzgando.

Me levanté de golpe, reajustando mi vestido, incapaz de controlar mi


temperamento.

—¿Qué te da derecho a hablarme así? —Me quejé—. ¿Entrar en un


baño de mujeres, diciéndome cómo debo comportarme? ¿Quién
demonios te crees que eres?

No tuve oportunidad de recapacitar, de arrepentimiento de mis


palabras o de pedir perdón porque, al instante, la puerta se abrió de
golpe.

Y allí estaba.

Aiden Norwood, en todo su esplendor, aterrador y hermoso a la vez.


Se quedó mirando, con los ojos verdes dorados encendidos, todo su
comportamiento era violento.
LEYVA 📝
Menos mal que me había subido las bragas a tiempo, o quién sabe que
habría pasado.

—¿Quién me creó que soy? —preguntó—. ¿Necesitas que te lo


recuerden?

Ahora, al olerlo, me di cuenta de que el Alfa no sólo estaba furioso.


El era novato. Las preguntas se agitaban en mi cerebro, pero no había
tiempo para responderlas. Porque su Bruma hizo que la mía resurgía
con una intensidad repentina e insoportable.

Pronto mi rabia se derritió por el puro calor que me producía.

Me venció queriendo, suplicando, necesitando que se acercase.

Como si pudiera leer mi mente nublada, lo hizo, entrando en el


habitáculo.

Mi corazón amenazaba con abrirme el pecho y mis piernas se


tambaleaban.

—¿Qué estás haciendo? —balbuceé.

—Sabes quién soy —dijo, dando otro paso—. Dilo.

—Tu eres el... el Alfa.

—Mi nombre.

¿Me atrevo? Nadie debía pronunciar ese nombre, salvo sus asesores
más cercanos y sus parejas sexuales.

No. Sacudí la cabeza, negándome a ceder. Obligando a mi Bruma a


resistir. No.

Intenté esquivarlo para salir de allí, y él levantó una mano,


bloqueándome.
LEYVA 📝
—¿De qué tienes miedo? —preguntó.

Intenté apartar su mano y me agarró la muñeca.


Debería haber tenido miedo. Debería haberme aterrorizado, al
verme acorralada por un hombre lobo —por el Alfa, nada menos— en
un baño.

Pero, en realidad, no creía que Aiden Norwood pretendiera obligarme


a hacer algo contra mi voluntad. Creo que podía sentir la absoluta
necesidad de mi Bruma por él.

Quería saber por qué me resistía cuando ninguna chica se le había


resistido antes.

—Por favor... déjame ir —dije, con la voz temblorosa.

—¿Te atreves a dar órdenes a tu Alfa?

—He dicho por favor, ¿no?

No podía creer mi propia audacia. Por primera vez, pude ver su rostro
de cerca. El tormento nadaba dentro de esos ojos verdes dorados.
Parecía que realmente estaba considerando mi petición. Pero fue
entonces cuando sus fosas nasales se agudizaron.

Llevó mis dedos —los mismos que acababan de estar dentro de mí— a
su nariz.

Mientras tomaba su aroma, sentía que su Bruma palpitaba dentro de


él.

—Tú estabas... —comenzó.

—Tratando de calmar mis ansias. Como dijiste.


LEYVA 📝
—¿Por qué?, cuando un hombre puede hacer mucho más? —dijo en un
ronco susurro. La sola implicación de lo que dijo hizo que mis ojos se
pusieran en blancos. No pude evitarlo.

Gemí.

Eso fue todo lo que él necesitó.

Un segundo después, el Alfa me tenía inmovilizada contra la pared


del baño. Mis piernas abandonaron el suelo y se enrollaron alrededor
de su torso.

Me apretó más, y sentí la hinchazón de su bulto. Me invadió una ola


caliente de excitación brutal. Era la primera vez que un hombre me
tocaba así. Me sentí mareada y loca y sentí que no era yo misma.

Entonces apretó sus labios contra mi cuello y, en lugar de besarme,


me lamió. Devoró hasta la última gota de sudor.

Era demasiado.

—No... yo...

Pero me sentí impotente para resistirme a la Bruma que nos había


atrapado a los dos.

Sentí su bulto presionando contra mi ropa interior húmeda, y gemí de


placer, de dolor, de miedo a todo lo que había entre medias, mi mente
fantaseaba con nada más que sexo.

Sus manos. Dios, sus manos. Dejaron mis muñecas, serpentearon por
debajo de mi vestido, y agarraron mi culo desnudo.

Cada centímetro de sus grandes, cálidas y callosas manos parecía


pertenecer a ese lugar.
LEYVA 📝
Antes de saber lo que estaba haciendo, la parte inferior de mi cuerpo
empezó a empujar contra la suya, haciéndole gruñir.

Mis brazos se enredaron en su cuello. Necesitaba tocarlo, abrazarlo,


apretar cada parte de mí contra él.

Lo deseaba como nunca antes había deseado nada en el mundo.

Y entonces lo vi en sus labios: una sonrisa de satisfacción. Una mirada


pedante que parecía decir: Sabía que podía atraparte. La
autosuficiencia, la petulancia... rompió el hechizo, sin duda.

Cegada por la ira y el asco, gruñí y me zafé de sus brazos. La Bruma


seguía encendida, pero mi mente por fin se había despejado. Podía
volver a pensar.

—¿Qué pasa, mujer? —gruñó, divertido.

Mujer. De nuevo, convirtiéndome en otra don nadie a la que podía follar


y deshacerse de ella.

—Suéltame —dije con los dientes apretados—. Esta vez lo digo


enserio.

—¿Estás segura de eso?

Una vez más, empujó su miembro palpitante debajo de mí. Tuve que
resistir el impulso de jadear.

Aiden Norwood, el Alfa de la manada de la Costa Este, estaba


teniendo un roce ardiente conmigo, Sienna Mercer, aquí, en un baño
de la Casa de la Manada.

¿Cómo he podido perderme así? Durante los tres años de Brumas,


había sido capaz de controlarme. De aguantar y rechazar todas las
tentaciones. Hasta ahora.
LEYVA 📝
¿Cómo he podido caer, y con el Alfa además?

Una parte de mí se preguntaba por qué no podía simplemente


disfrutarlo. Pero otra parte, una parte más inteligente, sabía la
razón. Este hombre no era mi pareja.

De eso estaba segura.

—Sé que eres el Alfa —gruñí—. Sé que se supone que debo someterme.
Pero...

—No lo harás—. Sonrió—. Lo sé. Eso es lo que me gusta.

Fruncí el ceño. Esto sí que era una sorpresa. Más sorprendente aún
fue que, un momento después, realmente me respetara.

Me bajó y abrió la puerta con un gesto como si dijera: <<Vete>>.

Pero sus ojos decían algo totalmente diferente. Parecían decir, esto
es sólo el comienzo.

No dudé en interpretar el significado. Se me había concedido una vía


de escape y tenía la intención de aprovecharla. Bajando la mirada y
adoptando una postura sumisa, para mostrar mi respeto por su
disposición a cooperar, me alisé el vestido y me apresuré a salir del
baño.

Cuando la puerta se cerró, todavía podía sentir los ojos verdes


dorados de Aiden Norwood clavados en mi espalda. ¿Qué demonios
acababa de pasar?

*******

Cuando volví a mi asiento, note que algunas miradas me seguían con


silenciosa suspicacia.
LEYVA 📝
El hecho de que yo hubiera huido del comedor y el Alfa me hubiera
seguido unos minutos después, claramente no había pasado
desapercibido.

Mi madre fue la primera en mirarme de arriba abajo.

—Algo acaba de... cariño, tu pelo...

Con mi vista en el suelo, no había tenido la oportunidad de observar


mi reflejo y asegurarme de que parecía... no sé. ¿Despeinada? ¿Como
si acabara de follar a tope con el Alfa?

Acomodando conscientemente mechones de pelo detrás de las orejas


y mirando fijamente mi plato, intente forzar a mi madre a seguir
adelante.

Pero sabía que si yo todavía podía oler el Alfa en mí, mi madre


probablemente también podría.

—¿Podemos comer en silencio, por favor?


Después de un segundo, afortunadamente, mamá lo hizo, dejándome
tranquila.

Y pronto la sala volvió a tener un ambiente bullicioso, en el que pude


pasar desapercibida y fingir que no había pasado nada.

Cuando Aiden volvió a la habitación, nadie me hizo caso. Tal vez,


pensé, saldría de esta Casa de la Manada con mi reputación y mi
cuerpo indemnes.

Tal vez...

Una vez terminada la cena y concluidas algunas de las formalidades,


incluida aquella en la que las familias se reúnen individualmente con
el Alfa y su Beta, que yo evitaba a toda costa, nuestra familia se
dirigió a la salida.
LEYVA 📝
Casi salí de allí impune.

Fue entonces cuando me di cuenta de que había dejado mi chal en el


comedor. ¡Maldita sea!

—Chicos, he olvidado algo. Vuelvo enseguida. —les dije—. Adelántate


y arranca el coche.

—Claro que sí, cariño —dijo mi padre.

Él, mi madre, Selene y Jeremy salieron mientras yo corría a coger mi


chal.

Me aterrorizaba que Aiden Norwood pudiera seguir en el pasillo, que


tuviera que volver a encontrarme con él de tú a tú.

Pero para mi sorpresa, la sala estaba desierta.

Cogí mi chal y me dirigí a las puertas de la Casa de la Manada.

El pasillo que conducía al exterior estaba ahora vacío. Podía oír a


algunas de las familias, al otro lado de la puerta, charlando entre
ellas, a punto de irse a casa.

Mis dedos habían tocado el pomo de la puerta cuando sentí. Una


presencia amenazante justo detrás de mí. Un olor que reconocí.

No, no, no...

—Antes de que te vayas —me susurró Aiden Norwood al oído—, tengo


algo para ti.

Sentir su aliento caliente en mi cuello me hizo temblar de placer y de


asco a la vez. Pero antes de que pudiera decir otra palabra, el Alfa
acercó su boca al pliegue de mi cuello y mi hombro. Y, antes de que
pudiera detenerlo, lo hizo.

Me mordió.
LEYVA 📝
El tipo de mordida que tardarían meses en desaparecer. El tipo de
mordida que informaba a todos los hombres lobo del mundo a quién
pertenecía exactamente. El tipo de mordida que decía que yo era
suya.+

Aiden Norwood acababa de marcarme.

—Eres mía para la temporada —susurró—. Otro hombre te toca y lo


mato.

Luego se dio la vuelta y me dejó allí, en la entrada de la Casa de la


Manada.

No sabía si quería hacer el amor con él o matarlo.

Uno de ambas iba a suceder, eso era seguro.

LAS CHICAS
Cuatro años antes...

Cuándo alguien sonríe en público, solo, sin razón aparente, sin


preocuparse por nada, eso sólo puede significar una cosa: esta
enamorado.

Eso fue lo que vi cuando miré a Emily, mi mejor amiga, sentada junto
a la parada del autobús, esperándome, dando patadas a sus zapatos
distraídamente y con una gran sonrisa tonta en su cara.

—¡Hey! —grité, saludando.

Se dio la vuelta, saliendo de su ensoñación, y se puso en pie. Me


sonrió, pero era una sonrisa diferente. Una sonrisa más tenue y
familiar.
LEYVA 📝
Ni siquiera se acercaba al resplandor de la sonrisa que guardaba para
sí misma.

—Hola, Si —dijo, dándome un rápido abrazo—. Entonces, ¿qué hay en


la agenda de hoy?

—Una nueva galería que me muero por ver. ¡Vamos!

Se me ocurrió interrogarla en el camino. Aunque le di un segundo para


orientarse primero. Después de todo, el amor no era una gran
prioridad en mi vida estos días.

Sólo tenía quince años. La Niebla no empezaría hasta dentro de un


año. Nada en el mundo podía preocuparme ahora.2

Pero eso no significaba que no tuviera curiosidad. Mientras nos


abríamos paso por un atajo en medio de la ciudad, descubrí que no
podía contenerme más.

—Entonces—dije, mirando a Emily—, ¿tienes algo que compartir, Em?

—¿Qué? —Emily respondió demasiado rápido—. Yo... no sé de qué


estás hablando.

Dificilmente convincente. Sus mejillas rojas y sus ojos saltones


delataban el secreto que escondía.

—Vamos, Em —dije, dándole un codazo—. Sólo soy yo. Sabes que


puedes contarme cualquier cosa.

Emily suspiró, con los ojos en el suelo, pateando una piña. Pero me di
cuenta de que iba a ceder. Éramos las mejores amigas. Nunca nos
guardábamos secreto. ¿Por qué iba Emely a empezar ahora?

—¿Juras no decírselo a nadie?

—En mi vida.
LEYVA 📝
Y lo dije en serio. Los ojos de Emily por fin se encontraron con los
míos, y vi que un atisbo de esa radiante sonrisa se asomaba a las
comisuras de su boca. Apenas podía contenerse.

—¿Recuerdas que te dije que quería acostarme con alguien antes de


empezar la novatada?

—Sí —dije—. Así que es menos impactante, ¿verdad?

—Bien. Bueno... creo que podría haber... conocido a alguien.

Me detuve, con la mandíbula caída, agarrando el brazo de Emily.

—¡¿Estás hablando en serio?! —exclamé—. ¿Qué? ¿Cuándo? ¿Cómo?


¿Quién? Quiero detalles.

—Te lo contaré todo, Si —. Emily se rió—. Las cosas de una en una.

Sabía, por la mirada de Emily antes, que había alguien. Pero nunca
hubiera esperado que fuera... ese tipo de persona. El tipo de persona
con la que pierdes tu virginidad.

—Sólo dime una cosa —dije, poniéndome seria—. ¿Estás segura de


que es la persona correcta?

—No —admitió Emily—. Pero es mayor. Más experimentado, lo que me


gusta. Porque eso significaba que al menos uno de nosotros sabrá lo
que está haciendo.

Nos reímos por un segundo y seguimos caminando. Pero yo tenía


tantas preguntas.

—Espera. ¿Cuánto más viejo, Em?

—¿Diez años?

—Guau. No estabas bromeando.


LEYVA 📝
—Pero no importa. Es alto y guapo y tan seguro de sí mismo, Dios mío.
Cuando hablo, es como si realmente me escuchara. Y lo hace con
tanta... intensidad.

Y pude ver por la mirada de Emily, por la sonrisa en su cara, que tenía
razón. Su edad no importaba nada.

Mi amiga se estaba enamorando.

Y yo iba a estar allí para ella.

Agarré su mano. —Estoy tan feliz por ti, Em.

—Quiero decir, ya veremos —dijo ella. Quien sabe si quiere lo mismo.

—Mírate, Em —dije, empujando su brazo juguetonamente—. ¿Cómo


podría resistirse?

—Vosotros, los dominates —dijo ella, poniendo los ojos en blanco.

Y ahora estábamos las dos riendo, de la mano, de camino a donde nos


llevase la tarde, con nuestros planes de ver la galería olvidados.

Las dos éramos imparables. Juntas, dejaríamos nuestra huella en el


mundo

*******
Me desperté sobresaltada, con la cabeza todavía nublada por los
recuerdos. Mi mano se dirigió inmediatamente a mi cuello, hinchado
y magullado.

Mierda. Emily podía haber sido un sueño, pero esta marca no lo era.
Esto era una pesadilla.

Un torrente de mensajes de texto iluminó mi teléfono, que empezó a


vibrar como un loco.

Michelle ¡chica!
LEYVA 📝
Michelle
¡contesta ya tu maldito teléfono!

Sienna
Ughh Michelle, es tan temprano

Sienna
¿Qué pasa?

Michelle
Tienes que dar algunas explicaciones.

Sienna ???

Michelle
Mueve tu culo a Winston's

Michelle
Todas estaremos allí

Michelle
😘

Me revolqué en la cama, quejándome. Lo último que quería era


enfrentarme a un interrogatorio de mis amigas. Después de la noche
anterior, después de ser marcada por el Alfa...

Oh, Dios. ¡¿Cómo iba a cubrirlo?!

Cuando me miré en el espejo, la visión por sí sola fue suficiente para


hacerme jadear.

La mordedura era una enorme mancha azul amoratada en mi cuello,


más grande que cualquier otra mordedura que hubiera visto antes.
LEYVA 📝
No me dolía. De hecho, casi hormigueaba con una sensación carnal.
Cada vez que lo tocaba, podía volver a sentir los dientes de Aiden
Norwood.

Me sacudí con ese pensamiento y empecé a vestirme. Cogí la bufanda


más grande que encontré y me la enrollé al cuello.

Por lo menos, ver a Michelle y a las demás chicas me quitaría de la


cabeza al Alfa.

Una distracción era exactamente lo que necesitaba ahora.


*******

Cuando llegué a Winston's, el lugar de brunch de nuestro grupo, vi que


todo el equipo ya estaba reunido.

Michelle, que tenía un nuevo compañero cada vez que se presentaba,


estaba charlando con las chicas sobre su última conquista. Ahora
mismo, creo que el afortunado era...

¿Ralph?
¿Russell?
No, Ross. Eso es. Es difícil llevar la cuenta cuando se trata de Michelle.

No me malinterpretes. No es que Michelle sea una fulana.

Se sentía increíblemente cómoda con su sexualidad y no dejaba que


nadie le dijera lo que podía o no podía hacer.

Fue Michelle quien trató de emparejarme con tres de sus amigos y


Michelle quien mantuvo alimentando los chismes.

—¡Ahí está! —exclamó Michelle cuando entré.

—Hola, chicas —dije, sentándome y enroscándome la bufanda de


forma cohibida.
LEYVA 📝
La noche anterior había conseguido escabullirme de la Casa de la
Manada sin que nadie se diera cuenta y tenía la intención de mantener
la marca del Alfa en secreto todo el tiempo que pudiera.

Antes de que comenzasen a interrogarme sobre el evento, me fijé en


Mia. Estaba radiante. Le agarré las mano.

—Mia, estoy tan, tan, tan feliz por ti y por Harry.

—Gracias, Si —Ella sonrió—. Apenas puedo creer que sea real. Un


segundo somos mejores amigos, y al siguiente...

—Os estáis tirando los trastos a la cabeza, —bromeó Michelle,


pellizcando las costillas de Mia.

Mia empezó a mover las caderas, imitando el acto sexual en medio de


la cafetería. —¡Maldita sea!

—Entonces, ¿cuando es la ceremonia de apareamiento? ¿Tienes un


lugar elegido? —pregunté.

—Dentro de unos cuantos meses. No me preocupaba mucho. La familia


de Harry tiene un montón de propiedades. Las ventajas de aparearse
con el hijo de un magnate inmobiliario —sonrió.

—Debe ser agradable —dije, riendo.

—Sí, debe ser agradable —dijo Erica, sin reírse en absoluto.

Erica nunca fue buena para ocultar su amargura. Otra temporada sin
pareja parecía hacerla sentir más frustrada sexualmente que de
costumbre.

Todas tratamos de ignorarla, sabiendo que era sólo efecto de la


Bruma. Normalmente, Erica era la chica más dulce del mundo.
LEYVA 📝
No era fácil estar sola durante la Bruma, podía dar fe. Pero ahora
tenía problemas aún mayores. Y parecía que Michelle estaba a punto
de descubrirlos.

—Muy bien —dijo Michelle, retomando la conversación—. Ya hemos


evitado el tema lo suficiente. Vamos, Sienna. Habla con nosotros.

—Fue... —empecé, tratando de pensar en mi mejor estrategia de


desvío—. Bien. No es tan diferente del Baile de Navidad o del
Solsticio de Verano. Sólo que había menos gente. Era un poco más
íntimo.

—Íntimo, ¿eh? —preguntó Michelle, sonriendo.

No me gustó la mirada cómplice de sus ojos. Pero sabía que ella no


podía saberlo. Nadie lo sabía. Nadie había visto al Alfa marcarme.
Estaba segura de ello.

—Sí. Mi familia consiguió un poco de tiempo a solas con el liderazgo


de la Casa de la Manada. Fue bueno para nuestra posición. Eso es
todo.

—Eso no es lo que dijo Michelle... —Erica me cortó.

—¿Qué? —Me volví hacia Michelle.

—Maldita sea, Erica —se burló Michelle—. ¿No podías mantener la


boca cerrada y dejar que Sienna nos lo contara por ella misma?.

—¡¿Que te diga qué?!

No me di cuenta de que estaba gritando hasta que toda la cafetería


se calló y se volvió para mirarnos. No estaba enfadada. Estaba
cabreadísima. ¿Cómo pudo ocurrir esto? ¿Cómo pudo saberlo alguien?

—Sienna —dijo Michelle en voz baja—. No es un gran problema.


Hemos oído que tú y el Alfa habéis tenido un pequeño encuentro, eso
LEYVA 📝
es todo. Algunas personas os vieron salir del comedor alrededor de
la misma hora y...

Estaba tan acalorada por la rabia que tuve que aflojarme la bufanda
y, al hacerlo, vi que los ojos de Michelle se abrían de par en par.

—Espera —dijo ella—. ¿Qué es eso?

¡Mierda! ¿Cómo pude ser tan estúpida?

No debería haber salido de mi habitación hasta que acabara la Bruma.


¿Salir en público con esta enorme y fea marca en mi cuello?

También podría haber llevado un cartel que dijera: <<Estoy jodida,


gracias por preguntar>>.

La peor parte era que, mientras estaba marcada así, la mayoría de


los lobos machos me evitaban. Eso significaba otra temporada más
sin encontrar a mi verdadera pareja.

Otra Bruma sin nadie a quien llamar mío. Con un mordisco, Aiden me
había quitado todo eso.

Al darme cuenta de que no podría mantener su mordisco oculto


durante mucho tiempo, suspiré y me desenvolví lentamente la
bufanda. Cuando las chicas lo vieron, todas jadearon y se llevaron las
manos a la boca.

—Eso no es... —Michelle comentó, incrédula.

—Sí —dije—. El Alfa me marcó anoche. Soy suya para la temporada.


Qué suerte tengo, ¿no?

Esta última parte la dije derrochando sarcasmo. Pero, por la expresión


de la cara de Erica, me di cuenta de que no lo apreciaba.
Frunció el ceño.
LEYVA 📝
—Podrías estar más agradecida —dijo Erica—. ¿Ser marcada por el
Alfa de todas las personas? Eso es algo grande, Si.

—Lo sé, solo...

—¿Estás bromeando? ¡Esto es INCREÍBLE! —exclamó Michelle.

—¡Maldita sea, Sienna, siempre intentando superarme! —Mia se burló.

Suspiré, sin saber cómo explicar esto.

El problema era que ninguna de las chicas conocía mi secreto. Nadie


sabía que todavía era virgen. Entonces, ¿cómo podría explicarlo de
forma que me entendieran?

—Él no me preguntó —dije—. Simplemente... me mordió. Como si yo


fuera de su propiedad, y eso fue todo.

—Si —dijo Michelle, sacudiendo la cabeza—. Sé que te gusta poner


tus propias reglas. Pero, hombre, mataría por una oportunidad de
follar con el Alfa. ¿Bromeas? Haría lo que él quisiera. Además, ahora
que te ha marcado, no tienes otra opción, ¿verdad? No te puedes
acostar con otro por el resto de la temporada.

Y ahora podía ver que, a pesar de que Michelle estaba emparejada


con Ross para la Bruma, había algo de celos en esos ojos. Sobre todo
por el estatus, supuse.

Nadie, ni Michelle, ni Mia, ni Erica, lo entendería.

Estaba a punto de buscar una forma de cambiar de tema cuando recibí


un mensaje que lo empeoró todo.

Si eso fuera posible.

Selene
Adivina qué acaba de llegar al correo, hermana
LEYVA 📝
Selene
Una invitación del Alfa dirigida a TI.

Selene
Le dije a mamá que lo dejara, pero ya sabes que es muy entrometida

Sienna
¿Qué es?

Sienna
¿Qué quiere?

Selene
Si...

Selene
Quiere que te mudes con él.

No pude soportarlo.

Antes de saber lo que estaba pasando, me puse en pie de un salto y


salí corriendo de la cafetería sin despedirme de mis amigas.

Ni siquiera el aire fresco del exterior podía atemperar la rabia que se


acumulaba en mi interior.

Primero, me marcó sin mi permiso. Me quito mi esperanza de


encontrar a mi verdadera pareja. Entonces, me convocó como si fuera
su mascota. El mundo estaba al revés, y sólo yo parecía ser capaz de
pensar con claridad.

Por un segundo, creí que podría cambiar en ese mismo momento.


Abrirme la ropa en medio de un lugar concurrido. Convertirme en mi
yo más animal y violento.
LEYVA 📝
Eso era debido a lo mucho que quería hacerle daño. Podía imaginar
mis colmillos desgarrando su garganta. Pero justo cuando empecé a
transformarme, cuando vi que el pelo empezaba a brotar en mis
manos, mis uñas se alargaban, mi columna se doblaba, me detuve.

No.

Iba a enfrentarme a Aiden Norwood cara a cara en su Casa de la


Manada y poner fin a esto de una vez por todas. Era el Alfa, sí, pero
eso no era excusa.+

El Alfa estaba a punto de descubrir exactamente con quién se estaba


metiendo.

LA CONFRONTACIÓN
Sienna
Me dirigí directamente a la Casa de la Manada, donde seguramente
encontraría a Aiden. Cuando llegué a la puerta de entrada, me detuve
a olfatear el aire.

Todo olía a hombres lobo y a humanos, a vegetación y a vehículos


apestosos. Fruncí el ceño. Olfatee todo excepto el aroma que
buscaba. Su olor.

¿Era posible que las hembras marcadas no pudieran oler? No, sería
eso una bonita guinda para el ya machista mundo de los hombres lobo.

El guardia me miró con desconfianza, así que esbocé una sonrisa


femenina y me acerqué.

—Disculpe —dije de forma sugerente—, ¿está el Sr. Norwood aquí?

—¿Por qué quieres saberlo?


LEYVA 📝
—Porque me gustaría verlo.

Normalmente, mi influencia en la conversación, mi rasgo dominante


más eficaz, habría bastado. Pero este guardia parecía haber sido
entrenado para resistirlo.

—¿Ha concertado usted una cita? —preguntó en tono


condescendiente—. Muchas chicas jóvenes quieren ver al Sr.
Norwood.

No tenía tiempo para eso.

—Vas a dejarme entrar —gruñí—. Ahora.

Mientras mi expresión se ensombrecía, dejé que uno de mis dedos se


transformara en una larga garra negra.

No necesitaba hacer nada más. El guardia sabía exactamente a qué se


enfrentaba.

Así que, esforzándose por sacar su tarjeta de acceso, abrió la puerta.

—Gracias —respondí, devolviendo mi mano a su forma humana.

Y pasé junto a él, entrando en las instalaciones de la Casa de la


Manada.

Atravesé la puerta principal con una nueva rabia ardiendo en mi


interior, mis ojos azules de loba brillaban dentro de mi forma
humana.

Aiden sabrían que había marcado a la mujer equivocada.

La multitud se separó cuando me dirigí a las escaleras. Antes de subir


los peldaños, me detuve y volví a olfatear en busca de él.

El primer olor que me llegó fue el hedor de la habitación y luego los


olores de los otros hombres lobo y los humanos.
LEYVA 📝
Dejé escapar un gruñido frustrado hasta que, de repente, me llegó un
aroma de esencia amaderada, aroma a hierba y cóctel de cítricos.

La fragancia era hipnotizante. Se clavaba en mi piel y me hacía la boca


agua, pero me deshice de esos encantos aromáticos.

Aiden Norwood pensó que podría darme órdenes como a una fanática
babosa porque era el Alfa. No podía estar más equivocado.

Seguí el rastro del olor hasta el tercer piso, donde llegué a una gran
puerta de roble. Oí voces apagadas al otro lado. Escuché tras la
puerta. Lo había encontrado. El Alfa.

Aiden
Me recosté en mi silla mientras Josh se paseaba por la habitación,
preparándose para un super discurso.

Sólo preste atención a medias. Algo más había agudizado mis sentidos.

Jocelyn, Nelson y Rhys miraban en silencio. Sabían que no debían


interrumpir a Josh cuando estaba a punto de ponerse en marcha.

—Josh, escúpelo —gruñí.

—Aiden —comenzó, apoyándose en mi escritorio—, estamos


preocupados por ti, y no sólo nosotros. Otros miembros de la manada
están empezando a darse cuenta. Ahora no son sólo rumores y
chismes. La gente está cuestionando tu capacidad de liderazgo.
Creen que estas débil. Una manada no puede funcionar cuando sus
miembros empiezan a cuestionar a su Alfa.

Me retorcí en mi asiento, flexionando los músculos por si se había


dormido mi fuerza.
—Josh, no hay razón para preocuparse. He encontrado a alguien.
LEYVA 📝
—Has marcado a una chica de diecinueve años que apenas conoces.
¿Cómo se supone que no voy a estar preocupado después de eso?
Deberías estar buscando a tu pareja, no tonteando con una
adolescente enamorada.

—Tú tampoco la conoces —interrumpió Jocelyn—. No es justo que la


juzgues .

—No estoy tratando de poner a la chica en juicio. Sólo digo que el


futuro de esta Manada es más grande que cualquiera de nosotros.

—Aiden haría cualquier cosa por la Manada. ¿Estás cuestionando su


liderazgo? —preguntó Rhys, poniéndose a la defensiva.

—Dudo que Josh haya querido poner en duda la lealtad de nadie, pero
ha sacado a relucir un punto importante. Aiden, ¿qué vas hacer?

—Esa melancolía ha quedado atrás, lo prometo.

Me debatí sobre si decirles la verdad, pero tal vez fuera demasiado


pronto. No podía permitirme el lujo de dejarlo al descubierto. Pero
conocía a Josh, y no podía seguir dándole largas.

—Todo lo que quiero es que seas sincero con nosotros —respondió


Josh. ¿Qué te pasa últimamente?

Antes de que pudiera responder, un estruendo rasgó el aire y la puerta


del despacho se abrió de golpe.

Sienna
Con mi loba en pleno control, entré en la habitación. A veinte pasos,
detrás de un enorme escritorio, estaba sentado el hombre al que había
venido a ver. No estaba solo, pero no me importaba.

Los ojos de todo el mundo se habían fijado en mí, incluidos los de


Aiden, que brillaban tanto como siempre.
LEYVA 📝
A pesar de mi forma de entrar, parecía no estar sorprendido por mi
llegada. Debía haberme olido en el momento en que atravesé las
puertas de la Casa de la Manada.

Mi rabia había alcanzado por fin su punto de ebullición, y solté y feroz


aullido que hizo temblar la habitación.

—Tú, —gruñí, enseñando los dientes y sosteniendo su mirada,


desafiándolo.

Los ojos de Aiden se entrecerraron mientras se levantaba y salía de


detrás del escritorio para enfrentarse a mí.

—Me preguntaba cuándo aparecerías—dijo—. Antes de lo que había


previsto. Me siento halagado.

—¿Halagado? ¿Es eso lo que crees que es? ¿Que estoy aquí por ti? —
gruñí, sin romper el contacto visual.

—¿Por qué otra cosa estarías aquí? ¿En mi oficina? ¿Rodeado de mi


equipo?

—Para que veas —escupí—, que no te tengo miedo.

Entonces Aiden levantó una ceja, dando un paso lento hacia delante.

—¿No? —dijo—. Tal vez deberías.

Sentí que un temblor de inquietud me recorría la columna vertebral.


Los ojos del hombre eran embriagadores. Pero su gruñido era el de
un depredador carnívoro. Yo no sería su presa.

—Puede que seas el Alfa —dije lentamente—, pero yo no te


pertenezco.

—Esa marca en tu cuello dice lo contrario.


LEYVA 📝
Ya había tenido suficiente juego. Alfa o no, nadie me hablaba así y se
salía con la suya.

Mis garras se dirigieron a su cuello, pero él atrapó mis muñecas antes


de que pudiera hundirlas en su cuello.

Estaba a punto de lanzar un rodillazo cuando me hizo girar y me


inmovilizó contra su escritorio.

Sus caderas me presionaban mientras una mano sujetaba las mías y la


otra mantenía cerrada mi mandíbula.

—Fuera —espetó, y por un segundo pensé que se refería a mí hasta


que oí pasos y recordé que había otras personas en la habitación.

Ahora estábamos completamente solos.

Se inclinó para que pudiera sentir el calor de su aliento en mi cuello.

—Refrena a tu loba —me ordenó.

No estaba dispuesta a ceder y gruñí entre dientes. Me agarró con


más fuerza y se apretó contra mí, haciendo que mi Bruma cobrase
vida.

—Mujer —murmuró, posando sus labios sobre la marca que me había


hecho—. Te dije que eras mía, y lo dije en serio. Acéptalo, ríndete.

Volví a gruñí, pero esta vez con menos convicción.

Pudo sentir que mi Bruma se apoderaba de mí y estiró un dedo,


burlándose de mi labio inferior.

Un suave jadeo escapó de mi boca. Mis ojos se cerraron mientras la


punta de su dedo bailaba sobre mis labios húmedos.
LEYVA 📝
—Así está mejor —comenzó de nuevo, engullendo mi marca con su
boca, haciendo que mi abdomen se contrajera, endureciendo mis
pezones, encendiéndome.

Antes de darme cuenta, mi loba se había retirado y lo único que


quedaba era la Bruma y sus exigencias carnales. Maldita sea.

—No quiero pelear contigo —dijo, apartando sus labios de mi piel


caliente—, pero no vuelvas a desafiarme públicamente.

—¿Pero desafiarte en privado está bien? —murmuré, luchando contra


los temblores que me desgarraban mientras el creciente bulto de sus
pantalones se frotaba contra mi dolorido sexo.

Se rió, el sonido fue embriagador y el movimiento de su pecho me


produjo escalofríos. —Oh, cuento con ello—dijo, y su voz me acarició
en mi interior—. Por eso te he marcado.

—Entonces, ¿esto es sólo un juego para ti? —le contesté, tratando de


liberarme de su agarre.

—¿No te estás divirtiendo? —bromeó, plantando un cálido beso en mi


cuello.

Por supuesto. Qué tonta fui al pensar que podría estar realmente
interesado en mí cuando la realidad era que yo no era más que un
nuevo reto.

Otra hembra sumisa para que él dominase y luego se jactase ante sus
chicos.

Bueno, no iba a ser su pequeña diversión para la temporada.

La Bruma que había cobrado vida hacía unos momentos se desvaneció


tan violentamente como había llegado. Si quería una persecución, la
tendría.
LEYVA 📝
A partir de ahí, mi misión era convertir a Aiden Norwood en el hombre
lobo más frustrado sexualmente de toda Norteamérica.

—No, de hecho, no lo estoy —dije con rigidez—. Suéltame.

Se acercó más. —¿Vas a mudarte conmigo?

—No.
Qué imbécil.

Volvió a reírse, sólo que esta vez me dieron ganas de partirle la cara.

—Lo suponía. Parece que tendré que atraparte primero.

—Al menos uno de nosotros se divierte —respondí—. Ahora quítate de


encima. No volveré a pedírtelo por favor.

—Como quieras —dijo, aliviando la presión sobre mi cuerpo—, pero


tarde o temprano, la Bruma te atrapará de nuevo y desearás que te
toque como nunca antes.

Me levanté y le empujé para quitarlo de en medio. Una leve sonrisa en


su rostro se burló de mí.

—Puedes intentar atraparme, Alfa, pero no esperes tener éxito.

Me vio irme, pero antes de que llegara a la puerta, gritó en un tono


grave y retumbante:

—Sienna.

Me giré. Nunca le había oído decir mi nombre.

—Llámame Aiden.

Volví a establecer contacto visual con él. Sus ojos parecían más
dorados y menos verdes de lo que nunca los había visto. Pero no le
daría la satisfacción.+
LEYVA 📝
Me di la vuelta y salí por la puerta, oyendo cómo se burlaba de mí al
salir.

—La persecución ha comenzado...

EL SANADOR
Sienna
Cuando llegué a casa, mi madre estaba radiante.

—Selene me dijo que hoy hiciste una pequeña visita a la Casa de la


Manada para ver a alguien especial.

Si, era especial, especialmente repulsivo. Si ella supiera lo arrogante


que era Aiden.

—No deberías creer todo lo que dice Selene —respondí, huyendo a mi


habitación, pero no fui lo suficientemente rápida.

—¿Qué tienes en el cuello? —dijo mi madre.

Mierda, me había olvidado completamente de cubrirmelo antes de


llegar a casa.

—Yo... eh...

—Oh, vamos, cariño. Soy tu madre. Lo sé todo—. Se rió.

—Michelle abrió su bocaza, ¿no?—dije y suspiré.


LEYVA 📝
—No culpes a Michelle. Hubiera preferido escucharlo de mi propia
hija, pero eres muy reservada últimamente —me regaño—. ¿Algo más
que quieras compartir?

Miré a mi madre, odiándome un poco.

Solo quería estar cerca de mí, saber lo que pasaba en mi mundo.


Llevaba en la sangre el ser abierta en todo. Selene había heredado
eso al 100%.

¿Pero yo? Como era adoptada, tenía algunos rasgos que eran completa
y totalmente míos.

Esto incluía mi pelo rojo, mi forma de guardar secretos y, por


supuesto, mi no tan sutil influencia sobre la gente.

Cuando pensé en estas diferencias entre mi madre y yo, me dolió un


poco el corazón.

¿Quién me había hecho así? Mis misteriosos padres estaban por ahí,
en alguna parte.

Me pregunté si eran igualmente pelirrojos. ¿También eran


reservados? Y lo que es más importante, ¿eran, como yo,
singularmente poderosos?

—No hay nada que compartir —mentí, dejando de lado todos esos
pensamientos dispersos.

No estaba dispuesta a revelar que yo era el <<desafío>> de Aiden


Norwood para la temporada.

Además, tanta gente me había visto irrumpir en la Casa de la Manada


a medio transformar que probablemente tenía bastante idea de lo
que había pasado.
LEYVA 📝
—¿Por qué estás de malhumor? Deberías estar radiante. No todas
son marcadas por el Alfa, y mucho menos tienen la oportunidad de,
bueno, ya sabes, —dijo, guiñando un ajo.

—Arg, qué asco —escupí.

—Sienna, no lo entiendo. Es increíblemente guapo. ¿Qué pasa?

—Entonces, ¿por qué no vas a tener sexo con él? —repliqué, cerrando
la puerta delantera tras de mí.

Necesitaba alejarme de todos antes de explotar. Solo conocían al


Aiden Norwood de sus fantasías, el que veían de lejos.

Ninguno de ellos lo conocía como yo. El Alfa ensimismado que marcaba


a las chicas por diversión.

Por no hablar de esa estúpida Bruma que me hacía derretirme cada


vez que se acercaba.

Ojalá pudiera volver atrás en el tiempo y no ir nunca a esa estúpida


cena. Mi vida habría sido mucho más fácil, y mi secreto estaría mucho
más seguro.

En momentos así me retiraba al río para despejarme, pero ese era un


lugar más que Aiden me había arruinado.

Solo me quedaba un refugio al que acudir: la pequeña galería de arte


del centro de la ciudad que había descubierto con Emily durante uno
de nuestros paseos.

El exterior no era más que una vieja puerta de metal con pintura azul
desconchada. Pasaría totalmente desapercibida si no conocieras lo
que hay dentro.

Corrí hacia allí tan rápido como mis piernas podían llevarme.
LEYVA 📝
*****

Me derrumbé en el banco de cuero rojo de la galería, exhausta. Mi


pecho se agitaba mientras intentaba recuperar el aliento. Había
empezado a quitarme el abrigo cuando mi bolsillo vibró.

Michelle
¡Hola! ¿estas bien?

Michelle
Tu madre dice que saliste corriendo de la casa y enfadada

Sienna
Sí, estoy bien.

Michelle
¿Estás bien? Estabas de mal humor en el almuerzo

Michelle
Me ocultas algo

Michelle
Se trata de Aiden, ¿no?

Sienna
Te lo dije, no quiero hablar de ello

Sienna
Mi madre me estaba haciendo preguntas

Sienna
Necesitaba salir de allí

Michelle si, ¿qué está pasando


realmente?

Michelle
LEYVA 📝
Puedes contármelo

Sienna
Estaré mejor mañana, lo prometo

Sienna
Sólo necesito aclarar mi cabeza

Michelle
¿Dónde estás?

Sienna
Fui a dar un paseo por el centro

Michelle
Quedemos para hablar

Sienna
Creo que quiero estar sola ahora mismo

Michelle envíame un mensaje cuando llegues a


casa, ¿vale?

Sienna
Claro

Michelle
Estoy aquí para ti, besitos 😘

Michelle tenía buena intenciones, pero estaba demasiado loca por los
chicos como para entenderlo. Por eso siempre me había gustado
recurrir a Emily.

Podía contarle cualquier cosa y ella se limitaba a escuchar. Nunca me


sentí juzgada cuando hablé con ella.
LEYVA 📝
Las obras de arte en la pared eran una serie de collages de técnica
mixta. Algunos eran paisajes urbanos, mientras que otros eran
retratos abstractos de gente corriente.

Una en particular se identificaba perfectamente con mis emociones


actuales. Era una litografía de una joven con sus mejores galas.

Tenía una mirada lejana que me hablaba, y de su cabeza brotaba un


amasijo de basura y objetos encontrados que el artista había pegado
al lienzo.

La puerta se abrió detrás de mí, y sentí una ráfaga de aire frío que
golpeaba mi piel. Se me erizó el vello de la nuca.

—Qué joya escondida —dijo una voz conocida.

Me giré para ver a Jocelyn, todavía tan radiante como en la cena de


la manada. Había cambiado el vestido y los tacones por unos vaqueros
y un elegante abrigo de invierno.

Me pregunté si lo llevaba puesto cuando irrumpí para enfrentarme a


Aiden. Estaba demasiado enfadada como para darme cuenta.

Su cabello castaño ondulado caía en cascada sobre sus hombros, y el


aire fresco del otoño teñía sus fuertes mejillas de un sutil color
rosado que acentuaba sus labios de cereza.

—No te sorprendas tanto —dijo, tomando asiento a mi lado en el


banco—. Rastrear lobos es parte de mi trabajo.

—¿Me buscabas? —pregunté, sin saber que querría alguien como


Jocelyn con alguien como yo.

—No sería una buena sanadora si no pensara que necesitas a alguien


con quien hablar después de lo que acaba de pasar.
LEYVA 📝
Sonrió con una hermosa e impresionante sonrisa que me tranquilizó
de inmediato. No estaba aquí para juzgarme. Estaba aquí para
escuchar.

—¿Qué te ha dicho? —pregunté, demasiado avergonzada para mirarla


a los ojos.

—Aiden no me dijo nada. Incluso si lo hubiera hecho, sólo sería su


versión.

Hizo una pausa, esperando que yo dijera algo, pero no estaba segura
de estar preparada para confiar completamente en ella.

Después de todo, era la antigua amante de Aiden y todavía una de sus


consejeras de confianza.

—Lo tienes comiendo de tu mano, algo que ninguna mujer ha logrado


hacer.

Parpadeé.

—¿De mi mano?

Su sonrisa se intensificó.

—No lo sabes, ¿verdad?

Hice una pausa.

—¿Saber qué?

Ahora sonreía con picardía, lo que quedaba extraño en su rostro


habitualmente compasivo.

—Todo el mundo habla de ti —continuó—, Eres la primera mujer que


desafía la Bruma del Alfa.

¿Qué quería decir con <<la primera>>?


LEYVA 📝
Seguramente, si alguien como yo podía excitarlo, debía estar
volviéndose loco con una mujer como Jocelyn.

—¿No son todos novatos en la temporada? —pregunté—. ¿Cómo puede


ser está su primera vez?

La sonrisa de Jocelyn se amplió.

—La mayoría de las reglas de los hombres lobo no se aplican a los


Alfa. He curado a unos cuantos a lo largo de los años, y puedo decirte
que... durante la temporada... los Alfas tienden a no sentirse
afectados por la Bruma. Tienen un control férreo sobre ella, y aunque
no lo tuvieran, las mujeres que marcan casi siempre alivian su Bruma
antes de que sea crítica... Normalmente.

—Entonces, lo que estás diciendo es que soy la primera mujer que lo


niega y ahora se siente... frustrado.

—Exactamente —ella asintió—. Te has convertido en una especie de


leyenda entre el círculo interno. Después de esa actuación en su
oficina... Josh y el resto de la dirección están deseando conocerte
bien. Pero —continuó, su cara sobria —, no puedes evitar la cama de
Aiden para siempre.

—¿Por qué no? —pregunté.

—Porque su Bruma finalmente alcanzará un punto en el que ya no podrá


ser controlada, y cuando esto pase, bueno...

No necesitó dar más detalles. Aiden me perseguiría hasta conseguir


su liberación.

Me estremecí al darme cuenta de que había perdido todo el control


sobre mi cuerpo en el momento en que aquel bastardo me clavó los
dientes en el cuello.
LEYVA 📝
—No debería haberme marcado —dije furiosa—. Debería haberme
conocido primero y haberme pedido mi consentimiento.

—Sinceramente, suele conocer primero a sus compañeras —


respondió Jocelyn—. Pero tú debes de haberle puesto los pelos de
punta.

—¿De verdad? —Mis ojos se abrieron de par en par con


incredulidad—. Entonces, ¿por qué esta temporada fue la excepción?
¿Estaba aburrido de que las mujeres se dejaran hacer por él siempre
que le daba la gana?

Vi un matiz de dolor en los ojos de Jocelyn e inmediatamente me


arrepentí de lo que había dicho.

—Lo siento, no quería decir eso. Es que...

—Está bien. Sé que no lo dijiste como un insulto. Estar con el Alfa es


difícil de manejar, especialmente ahora. Aiden no ha sido él mismo
en los últimos meses. Estoy segura de que te has enterado —dijo
Jocelyn.

—Sí, mi madre es la cotilla del pueblo —dije, poniendo los ojos en


blancos.

—El Alfa tiene mucho en sus manos. Y hasta que no se aparee, su


fuerza, y la de nuestra manada, seguirá flanqueando.

—Pero Aiden y yo no somos compañeros —repliqué.

—Tal vez, pero todavía tiene una Bruma que necesita ser templada.
Es divertido verle retorcerse, lo sé, pero piensa en la Manada.

—¿Es realmente mi responsabilidad? —pregunté, escéptica.


LEYVA 📝
—Tuve que hacerme la misma pregunta, Sienna. Eso lo tienes que
decidir tú. Puedo decirte esto. Amo a mi Alfa, y sólo quiero lo que es
bueno para él. Es un buen hombre. Lo verás si le das la oportunidad de
demostrarlo.

La conversación no había salido como esperaba, pero podía decir que


Jocelyn era sincera en su preocupación por Aiden.

Sin embargo, eso no excusaba su actitud y lo que me dijo en su oficina.

—Lo consideraré, pero tiene que intentar entenderme. Tiene que


respetarme.

—Déjame hablar con él —respondió Jocelyn—. Se pondrá las pilas si


sabe lo que le conviene. Tengo la sensación de que tú eres diferente,
Sienna.

Y antes de darme cuenta, Jocelyn me rodeó con sus brazos en un


abrazo tranquilizador.

—Nos vemos —dijo, poniéndose en pie.

—Sí, estoy segura.

Cuando Jocelyn se marchó, me sentía en calma por dentro. Su toque


curativo realmente había hecho maravillas.

Si una mujer así podía se la amante de Aiden, no podía ser tan malo.

No iba a perdonarle, todavía no, pero comprendía la realidad de mi


situación, y si tenía que pasar por ello, bien podía hacer un esfuerzo
por conocerle.

Mi teléfono volvió a vibrar. Esta vez era mi madre.

Mamá
¡Sienna, tienes que venir a casa ahora mismo! Es una emergencia.
LEYVA 📝
Sienna
¿Qué ha pasado? ¿Papá está bien?

Mamá
Papá está bien, pero vuelve a casa rápido

Sienna
Vale, estoy en la parte alta de la ciudad

Mamá
¡Hasta pronto! 💕

Mi madre no llamaba a algo una emergencia a menos que fuera grave.


Así que decidí volver a casa en taxi.

Cuando llegamos a mi casa, me fijé en un Audi negro aparcado afuera.


Nunca lo había visto y me pregunté a quién pertenecería.

Mi corazón se aceleró mientras corría hacia la puerta principal y la


abría de golpe. —¿Mamá? ¿Mamá? Estoy en casa. ¿Dónde estás?

—¡Estamos aquí! —llamó desde el salón, bastante tranquila y agradable.

Algo no iba bien. Olfateé el aire y un almizcle amaderado penetró en


mis fosas nasales, haciendo que un calor se disparara entre mis
piernas.+

Doblé la esquina y, efectivamente, sentado en el sofá disfrutando de


una taza de té estaba nada menos que Aiden Norwood.
LEYVA 📝

LA CITA
Sienna
—Pensé que habías dicho que era una emergencia —dije, de forma
irónica a mi madre.

—¿Y estropear la sorpresa? Estaba mostrando al Sr. Norwood algunas


de tus fotos de cuando eras un bebé. ¿No era adorable?

—Sí, incluso entonces se podía decir que crecería para ser una mujer
fuerte y hermosa —respondió, desviando sus hipnotizantes ojos
verdes bañados en oro hacia mi dirección—. Este té está delicioso,
Sr. Mercer.

—Por favor, llámame Melissa —respondió con una risita.

Tenía ganas de vomitar. Mi propia madre estaba más enamorada de mi


pareja que yo.

Apuesto a que pensó que me emparejaría con Aiden al final de la


temporada, pero ya le había mirado a los ojos muchas veces, y el
reconocimiento nunca se había producido.

Después de todo, sólo me estaba utilizando.

—¿Qué tal por la ciudad? —preguntó, mostrando una sonrisa diabólica.

¿Por qué le importaba? ¿Sabía lo de Jocelyn?

—Bien —respondí, tratando de no dejar que su mirada se apoderara


de mí.

No ayudaba el hecho de que su camisa se pegara a cada centímetro


de su amplio pecho y sus abultados brazos o que sus vaqueros se
ajustaran perfectamente a sus poderosas y definidas piernas.
LEYVA 📝
Por su sonrisa pícara, me di cuenta de que sabía que estaba luchando
por evitar que mi Bruma se disparara.
LEYVA 📝

Creo que nunca te había visto con el pelo recogido. Te queda bien,
sobre todo con esa marca que tienes.

Había olvidado por completo que me había recogido el pelo en una


coleta suelta cuando llegué a la galería. Había mechones encrespados
y barridos por el viento por todas partes. El sudor seco se pegaba a
mis sienes.

Tenía un aspecto desordenado y horrible, y él lo sabía. Y, por


supuesto, el arrogante bastardo admiraba su propia obra.

—¿Qué haces aquí? —pregunté, sin importarme las formalidades.


Creía que después de esa tarde era inútil tratar de actuar
civilizadamente.

—Soy un hombre con una misión —dijo, divertido—. Quiero saber más
sobre ti y tu familia. Me he dado cuenta tarde de que apenas nos
conocemos.

Por supuesto que no. Me marcaste de la nada.

Sin embargo, este cambio de actitud me hizo pensar que Jocelyn


había transmitido mi mensaje de que sería mejor que se pusiera las
pilas. Qué rápido, pensé.

Me crucé de brazos y le miré con fastidio.

—¿Y cuál sería esa <<misión>>?

Con los ojos muy abiertos, vi cómo se levantaba y me cogía la mano.

—Sienna, ¿te gustaría acompañarme a cenar esta noche?

El gilipollas me estaba cortejando, y maldita sea, estaba funcionando.


LEYVA 📝
Se había vuelto tan educado de repente. Probablemente era por la
presencia de mi madre. Parecía que podría haber muerto allí mismo e
ir al cielo.

Mis mejillas se sonrojaron y mi corazón latió tan fuerte que


probablemente él lo oyó. Estaba encantada. Profundamente
encantada. Tal vez Jocelyn tenía razón sobre él.

Tal vez Aiden Norwood merecía una oportunidad.

—No estoy vestida para la ocasión —dije, tratando de protestar.

—Yo tampoco —dijo, sonriendo—. Nos ocuparemos de eso. ¿Vamos?

Tal vez, pensé. Pero le hice esperar. No iba a ceder tan fácilmente.
Finalmente, asentí con la cabeza.

—Sí —respondí. Luego, pensando que era mejor ser cautelosa,


respondí—: Por esta vez.

Aiden se rió y sacudió la cabeza, divertido por mi continua


contención. Sin decir nada más, me acompañó a su coche y nos fuimos.

Sabía que no debía dejar que el Alfa me atrapara. Pero, hasta ahora
había sido educado, tranquilo, incluso caballeroso. ¿Por qué correr
cuando nadie te persigue?

El viaje fue tranquilo y rápido. Aiden paró ante una boutique y


entramos.

Todavía estaba en guardia, pero cada vez me resultaba más fácil


estar cerca de él.

La vendedora esbozó una sonrisa de enamoramiento.


LEYVA 📝

¿En qué puedo ayudarle, Sr. Norwood? —dijo. Los dos nos miramos
fijamente, y su sonrisa se transformó inmediatamente en un
resplandor.

Supongo que alguien quería al Sr. Norwood para sí misma.

Hacía veinte minutos habría dejado que se lo quedara, pero por un


segundo me sentí extrañamente posesiva. Antes de que pudiera
detenerme, mi labio se curvó en un gruñido.

La vendedora apartó rápidamente la mirada. Yo parpadeé. ¿Qué me


pasaba? No valía la pena alterarse por el Alfa. ¡Contrólate, Sienna!

—¿Me ayudarás a encontrar algo? —le pregunté, tratando de enviar


una disculpa.

Asintió secamente y me condujo a una fila de hermosas piezas de


seda.

Elegí un vestido azul marino y me dirigí al vestuario. El vestido era


ceñido, resaltaba todos mis atributos y complementaba mi piel de
marfil.

La vendedora empujó un par de zapatos blancos bajo la cortina. Me


quedaban perfectos. Me solté el pelo y me pasé los dedos por él hasta
que todo quedó domado.

Me miré por última vez en el espejo antes de salir. Me veía muy bien.

Los ojos de Aiden parecía no poder apartarse. Su mirada caliente


recorrió mi cuerpo de la cabeza a los pies, deteniéndose en mis
caderas y mi pecho durante un segundo de más.

—Estás... impresionante —dijo, con los ojos brillantes.


LEYVA 📝
Mi Bruma, gracias a Dios, estaba bajo control por una vez. No podía
entender por qué. Nunca habíamos compartido un momento tan
intimó como este.

Debería haber estado ardiendo. Pero en lugar de eso, me encontré


con que me sonrojaba y miraba hacia otro lado. No estaba caliente.
Sólo era extrañamente... agradable. Casi bonito.

Fue entonces cuando me di cuenta de que Aiden también había


cambiado.

Llevaba unos pantalones azules entallados que dejaban poco a la


imaginación y una camisa blanca con cuello, confeccionada a la
perfección. El hombre era devastadoramente guapo.

Después de pagar el vestido y los tacones, volvimos al coche,


conduciendo hacia el centro.

Aparcamos frente al restaurante más interesante de la ciudad y,


tras abrirme la puerta, me condujo al interior con una mano apoyada
en la parte baja de la espalda.

En el momento en que entramos por la puerta, todas las miradas se


dirigieron a nosotros.

Algunos se escandalizaban, otros tenían envidia, pero a mí me daba


igual. Estaba disfrutando tanto de la velada que no había nada que
pudiera distraerme.

La anfitriona nos condujo a una mesa íntima en el rincón más alejado,


lejos de las miradas indiscretas de los demás clientes.

Nos sentamos uno frente al otro, y mi cuerpo se tensó cuando Aiden


se acercó.
LEYVA 📝

—¿Esto está mal? —preguntó.

Eso depende —dije, y él levantó una ceja—. De lo buena que sea la


comida.

Los dos nos reímos. Y me di cuenta de lo mucho que tenía que


aprender sobre el Alfa. Nunca le había creído capaz de un
comportamiento tan sencillo. Era un líder. Un hombre al que temer.
No... esto.

Justo entonces, Aiden me cogió la mano.

Me estremecí por un segundo. Pero luego dejé que la tomara.

Ambos estábamos en piloto automático, parecía. No había palabras,


ni motivos o razones claras que definieran lo que sucedió a
continuación.

Aiden acercó mi mano a sus suaves labios y besó el dorso de la misma.

Suspiré por la sorpresa, mientras su beso hacía estallar la Bruma,


extendiéndose por mi cuerpo, tensando mi piel con anticipación,
hinchando mi sexo, humedeciendo mis bragas.

Levantó la mirada a través de las pestañas, con ojos llenos de


sorpresa y hambre no ocultos, su Bruma chispeaba con la mía.

Ninguno de los dos había querido que esto sucediera. Pero estaba
ocurriendo. Y ahora no sabía si seríamos capaces de detenerlo.

—Sienna, estás...

—Lo sé —respiré, lamiendo mis labios—. Usted también lo está... Sr.


Norwood.
LEYVA 📝
—Aiden —gruñó con hambre—, llámame Aiden.

—Aiden —saboreé su nombre en mi boca, cerrando los ojos y


jadeando—. Oh, Dios, Aiden. Me siento tan caliente.

Esta vez gruñó más fuerte.

—Sigue así y no pasaremos del primer plato.

Eso me parecía bien, pero algo dentro de mi cabeza seguía dándome


el follón, tratando de sacarme de mi Bruma.

Esto no era una niebla normal. No, era como si apenas me reconociera
a mi misma.

Con un beso en mi mano, Aiden había borrado todo lo que pensaba de


mí; mi pasado, mis deseos, mis miedos.

Todos se habían ido. Estaba hipnotizada.

Una parte de mí sabía que esto estaba mal, pero no quería que se
detuviera. No quería interrumpir la tensión que se acumulaba en mi
interior mientras olía a ese hombre tan apetecible.

Apenas saludamos al camarero que vino a tomar nuestros pedidos.


Aiden pidió algo elegante, pero el único plato que yo quería probar no
estaba en su menú.

Estaba sentado frente a mí.

¡Para! La voz de Emily volvió a aparecer. ¡Para, Sienna! ¡Guárdate para


tu compañero!

—¡Oh, por el amor de Dios, cállate! —dije en voz alta, sin quererlo.

Aiden me dirigió una mirada interrogativa.


—¿Te estás volviendo loca?
LEYVA 📝

—Me vuelves loca —respondí seduciéndole, entreabriendo mis labios.

—¿Sí? —dijo, con los ojos encendidos—. Pensé que querías ser
perseguida.
LEYVA 📝
Un momento. ¿él pensó que yo quería ser perseguida? ¿Es eso lo que
había sacado de nuestra conversación?

Antes de que pudiera protestar, su mano se enroscó alrededor de mi


muñeca y levantó mi mano hacia su cara. Todo en mi cabeza se
evaporó.

—Tú piel es tan suave —murmuró, besando mi palma—. Tan sedosa y


suave. Quiero poner mi lengua en cada centímetro de tu cuerpo.

Mi cara se sonrojó y gemí cuando se metió uno de mis dedos en la


boca.

¡Algo está mal! ¡Stop!

¿Cómo puede haber algo malo?

—Sienna. —El sonido de mi nombre me hizo saltar—. No puedo


esperar. Te quiero ahora.

Mirándole a los ojos, yo también lo deseaba. No me importaba dónde


o cómo, pero quería cada centímetro de él.

—Tómame.

En un instante me arrancaron de mi asiento y entré a trompicones en


una habitación trasera poco iluminada.

Abriendo mis piernas, pasó sus fuertes manos por debajo de mis
muslos y me inmovilizó contra la pared. Su boca masajeó mi marca.

Nunca en mi vida me habían besado en los labios. Pero estos últimos


días, mi cuello había recibido más que suficiente acción para
compensar eso.
LEYVA 📝
Gemí de placer cuando una de las manos de Aiden se deslizó entre
mis piernas y las yemas de sus dedos acariciaron el interior de mi
muslo.

Se acercó más y más hasta que estuve a punto de gritar.

—¿A qué esperas? —gemí, con las piernas temblando.

Sus dedos presionaron mis bragas mojadas y una oleada de placer me


nubló la vista.

Me había tocado allí innumerables veces. Pero no era nada como


sentir las manos de un hombre, las manos de Aiden, sobre mí.

Caí bajo la Bruma más fuerte que jamás había experimentado cuando
la voz regresó, gritando en mi mente.

¡Recuerda tu voto!

Salí de mi nube como alguien que sale de un trance. El placer que sentí
se transformó en puro terror cuando empujé a Aiden y salí corriendo
por la puerta.

Volé de la ciudad al bosque, rasgando el hermoso vestido que me


compró Aiden, transformándome en loba.

Una vez que andaba en cuatro patas, todo se volvía instintivo. Y ahora
mismo mis instintos me decían que corriera.

Llegué al bosque y seguí avanzando durante lo que me parecieron


kilómetros. Me detuve a descansar cuando llegué a un claro entre los
árboles, pero mi respiro duró poco.+

Una ráfaga de viento trajo a mi nariz un olor familiar.

Era Aiden, y se dirigía directamente hacia mí.


LEYVA 📝

EL ESPECTRO
Sienna
Desde el extremo opuesto del claro, otro lobo irrumpió entre los
árboles. Era enorme, el lobo más grande que había visto nunca, y sus
ojos dorado—azulados se clavaron en mí.

Gruñí, enseñando los dientes. No me importaba si provocaba su ira.


No iba a poseerme.

No se inmutó ante mi exhibición y se acercó, intentando que me


acobardara con su grandeza.

Pero el miedo que se apoderó de mí no tenía nada que ver con su masa
o mi seguridad. Tenía todo que ver con la forma en que podía
controlarme ahora que estaba marcada.

Recordaba a mis amigos hablando de ello durante nuestra primera


Bruma, pero obviamente nunca lo había experimentado yo misma.
LEYVA 📝
Durante la temporada, una hembra marcada puede ser domada de
forma no natural por el macho que la marca. Todo lo que se necesitaba
era un toque especial, y él podía hacer que su amante femenina
estuviera tan cachonda como él.

En el momento en que Aiden me besó la mano en el restaurante, eso


era lo que había pasado. Lo vi en sus ojos.

No le importaba la persecución ni ganarme limpiamente. Sólo quería


follar. Típico de un Alfa.

Tal vez eso era todo lo que la cita significaba. Una oportunidad para
tenerme en mi estado más indefenso. Una oportunidad de liberar su
tensión para poder volver a sus responsabilidades de Alfa.

La voz de Emily había sido lo suficientemente fuerte como para


sacarme de la Bruma esta vez, pero ¿qué pasará la próxima vez?

¿Cómo podré escapar de su cama si tiene tanto poder sobre mí?

Aiden se aventuró a acercarse, olvidando que yo no era una de sus


lobas domesticada.

Todavía no conocía todo mi poder, pero sabía que no lo quería tener


cerca.

Gruñí profundamente como una loba.


Retrocede, bastardo. Aléjate de una puta vez.

Tensé mis músculos, esperando que se abalanzara.

Nos miramos a los ojos, ninguno de los dos se echó atrás.

De repente, nuestros oídos se agudizaron con el sonido de las patas


que pisaban el suelo del bosque.
LEYVA 📝
Un enorme lobo rubio salió de la hilera de árboles detrás de Aiden
con una manada de cuatro lobos a su lado.

Era Josh, parecía tenso. Algo iba mal.


¿Qué estaban haciendo aquí?

El lobo Josh miró fijamente a Aiden. Me sorprendió que ninguno de


los dos los oliera, pero ambos estábamos concentrados en los olores
del otro.

Fuera lo que fuera, debía ser importante porque, al principio, Aiden


se puso furioso al ver a su subordinado.

Pero en cuestión de segundos, estaba dando vueltas alrededor de su


Manada, reuniéndolos y comunicándose a través de gruñidos y
miradas preocupadas. Era un líder natural.

Quería saber más. ¿Se trataba de mí?

Pero, al mismo tiempo, no iba a quedarme para averiguar si Aiden


seguía siendo un novato. Vi mi oportunidad de escapar y huí hacia el
bosque.

Cuando los últimos rayos de sol se desvanecían entre los árboles, una
figura brillante me llamó la atención mientras corría.

Estar convertida en loba hacía que mi visión fuera mucho más aguda
que cuando era humana, así que me detuve en seco y pude ver con
gran claridad a una mujer de piel blanca nacarada y ojos nebulosos
de color púrpura, azul y gris eléctrico.

Su cabello era de un negro intenso y caía por su espalda ondulado.

Tardé un momento en darme cuenta de que, mientras yo la miraba


fijamente, ella me devolvía la mirada. Su rostro de porcelana era
hipnotizante.
LEYVA 📝
Pensaba que Jocelyn era preciosa, pero esta mujer la superaba sin
duda.

Sus rasgos y su simetría estaban formados con tal perfección que


debía ser algún ser sobrenatural e inmortal bajado a la Tierra.

A pesar de su belleza de otro mundo, su atuendo era extrañamente


corriente.

Llevaba unos pantalones de senderismo holgados de color pizarra con


botas de combate a juego. La parte superior era una simple camiseta
gris con una chaqueta vaquera descolorida por encima.

Pensé que tal vez era una excursionista, pero no llevaba mochila ni
ningún otro equipo.

Además, no había miedo en sus ojos cuando me miraba. No era una


mujer loba, lo supe de inmediato, pero tampoco olía como una humana.
¿Quién era esta mujer?

De repente, todo el bosque quedó en silencio, y un zumbido empezó a


resonar en mis oídos. Sacudí la cabeza, pero eso no detuvo el ruido.

Volví a clavar los ojos en la encantadora mujer. Me dolía la cabeza


como si estuviera a punto de romperse.

Aullé y me pareció oír a un niño gritando al unísono.

Mis pupilas se dilataron y dos sombras se cernieron sobre mí. No


pude saber si me tendían la mano o intentaban hacerme daño, porque
en un instante desaparecieron.

Volví a mirar a la mujer justo cuando ella también desapareció en la


noche, volviéndose lentamente invisible como un espectro.
LEYVA 📝
El zumbido de mis oídos se detuvo y los sonidos del bosque volvieron
a aparecer.

La luna ascendía ahora a su trono nocturno, y la noche se tranquilizó.

Me acerqué cautelosamente al lugar donde antes se encontraba la


mujer y no pude encontrar ningún rastro de ella.

Olisqueé el aire, pero lo único que pude oler fue el almizcle húmedo
del bosque y las criaturas habituales que lo habitan.

¿Había visto realmente a alguien, o mi mente me estaba jugando una


mala pasada?

Si era real, ¿qué quería de mí? ¿Por qué se expondría y luego


simplemente desaparecería? Nada de eso tenía sentido.

Me estremecí al pensar qué habría pasado si Josh y los otros lobos


no hubieran aparecido o si hubieran llegado unos minutos más tarde.

Todo lo sucedido esta noche me recordó lo poco que sabía sobre la


asociación y las reglas que rigen a una loba una vez que está marcada.

Sólo había conocido la Bruma durante tres temporadas, mientras que


Aiden era un amante experimentado que conocía todos los trucos.

Y encima, era un Alfa, por lo que sus poderes eran más fuertes que
los del típico macho.

Para poder encontrar alguna oportunidad contra él, tenía que buscar
una manera de mantenerlo alejado de mí mientras nos conocíamos.

Esto no era compatible conmigo, ya que me estaba reservando para


mi pareja, y Aiden era lo más alejado de una pareja que podía
imaginar.
LEYVA 📝
¿De qué sirve tener un Alfa si no puede mantenerse en el poder por
sí mismo?

Todo me sonó un poco dramático, como una elaborada excusa para


acostarse con quien quisiera de la Manada hasta que <<decidiera>> que
había encontrado a su pareja.

Deseaba poder luchar contra mi naturaleza de loba y no volver a


tener otra Bruma. Era lo que había llevado a Emily a hacer lo que hizo.

Nunca querría convertirme en humana, pero durante la temporada,


sentí envidia de su estado.

Las mujeres humanas no tenían que soportar esta mierda. No tenían


que someterse a ser marcadas y engañadas para acostarse con
alguien, amante o no. Nunca perdían el control de si mismas.

El aullido de otros lobos me sacó de mis pensamientos. Aunque estaba


marcada, seguía sin estar segura sola en una parte tan remota del
bosque.

Sólo los machos más desesperados y sin pareja salían a merodear a


estas horas de la noche.

Podía manejarme a mí misma. Literalmente, acababa de desafiar al


Alfa, pero sabía que tendría problemas si aparecía alguno en busca
de satisfacción.

La última vez había tenido suerte. No podía quedarme aquí por más
tiempo.

Volví a correr hacia el bosque dirección a casa.

Estaba casi en el límite del bosque cuando me di cuenta de que me


había arrancado el vestido que Aiden me había comprado y lo había
tirado en algún lugar del camino.
LEYVA 📝
En otras palabras, estaría desnuda cuando me transformase.

No era exactamente un tabú ir por la ciudad convertida en loba, pero


tampoco se fomentaba.

Nunca lo había hecho antes, pero después de pasar por la Casa de la


Manada a medio gas a primera hora del día, supuse que podría
soportar unas cuantas miradas de desaprobación.

Aun así, no era mi naturaleza llamar la atención, así que tomé caminos
secundarios y me mantuve en las sombras hasta llegar a mi calle.

Al acercarme a su esquina, las farolas empezaron a temblar y mi


visión se volvió a nublar. Me desorienté, con todos mis sentidos
embotados. ¿Qué me hizo esa mujer?

Intenté saltar la valla del patio trasero, pero me enganché con las
patas traseras en un listón y aterricé con un fuerte golpe. Levanté la
vista y vi una figura sombría que se acercaba a mí.+

Corrí hacia la puerta trasera y arañé con impotencia, sin que mis
patas pudieran accionar el pomo, sin tiempo para volver a ser humana.

Estaba acorralada, sin poder huir. Quería aullar, arañar, luchar, pero
estaba paralizada por el miedo.

LA CHARLA
Sienna
Me sentí como una perra acobardada, pero mi mente estaba perdida
por el bosque.
LEYVA 📝
Me sentí como si me hubieran drogado y, fuera lo que fuera lo que mi
atacante iba hacer, me sentía impotente para detenerlo.

La sombra bajó y empezó a engullirme, pero dejé de luchar al sentir


un brazo familiar.

—Sienna —susurró suavemente la voz de mi padre—. Cálmate, cariño.


Toma, te he traído una bata. Vamos a meterte a dentro.

Sus dedos recorrieron mi pelaje y todo volvió a la normalidad. Colocó


el manto sobre mi temblorosa forma loba y me moví, cayendo a sus
brazos.

—¿Qué ha pasado? ¿Te han atacado? —preguntó preocupado.

Sinceramente, no estaba segura, pero parecía que mi mente acababa


de librar una especie de guerra.

Me pregunté si esto tendría algo que ver con la huida de Aiden con
su manada. Deben haber estados conectados. No podía pensar
demasiado en ello ahora, o probablemente me desmayaría.

—Estoy bien, papá. Sólo necesito descansar. Ha sido una noche larga
y extraña —respondí.

Aiden
Mi oficina empezaba a parecerse a una celda. Estaba más inquieto
que nunca, pero no podía salir corriendo sin que nadie lo notara.

Josh y yo habíamos estado en el lugar donde la patrulla había perdido


el rastro del vagabundo, pero no pudimos descubrir ninguna pista
sobre dónde había ido.
LEYVA 📝
Admito que no me parecía bien venir con las manos vacías, pero la
única alternativa era mentir a Josh y a los cuatro soldados, y ya
estaba haciendo más de lo que me gustaría.

No era extraño que un desconocido se adentrara en el territorio de


la Manada, pero el inexplicable olor y la posterior desaparición nos
tenían a todos los que lo sabíamos aturdidos.

Hasta ahora éramos sólo yo, Josh, Jocelyn, Nelson, Rhys y los cuatro
soldados.

Ordené al último grupo que guardaran silencio hasta que pudiéramos


averiguar quién era ese intruso y hacia donde se dirigía.

Para ser precavido, les dí pequeños detalles de guardias a cualquier


lugar o persona que considerara importante.

Fuera lo que fuera, estaríamos preparados cuando saliera a la luz y,


con suerte, seríamos lo suficientemente poderosos para
enfrentarnos a él.

Cuando nos quedamos solos, Josh se cruzó de brazos indignados. —


¿Y bien? —preguntó. —¿Vamos a sentarnos aquí en la Casa de la
Manada y esperar?

—¿Qué más sugieres? No puedo enviar a todos a peinar el bosque si


no saben lo que buscan. Ni siquiera sabemos lo que estamos buscando.

—Bueno, ¿de quién es la culpa? —murmuró Josh mientras comenzaba


a recorrer su camino habitual en mi oficina.
LEYVA 📝
Tuya, técnicamente —respondí, secamente—. Corresponde al Beta
mantener nuestras fronteras seguras.

—No necesitas recordarme cuál es mi trabajo. Hice exactamente lo


que debía hacer. Cuando estaba claro que nos enfrentamos a algo
nuevo, fui a buscarte. Tú eres el que se olvida de sus deberes.

—Deja de hablar con rodeos y di lo que piensas —dije,


impacientándome.

—Estas comprometido, Aiden. Un Alfa a pleno rendimiento habría


sido capaz de rastrear al vagabundo—. Aquí vamos de nuevo. Su
persistencia estaba empezando a cansarme.

—Tu mismo has dicho que no sabemos a qué nos enfrentamos —


respondí—. Si es lo suficientemente poderoso como para enmascarar
su olor, por supuesto que hace que mis poderes parezcan disminuidos
en comparación. ¿O todavía se trata de Sienna?

—Dímelo tú.

—Perdí el control de mi Bruma. Fue temporal.

—Ese es el problema. Has perdido el control. Eso nunca te había


pasado antes. Si lo que nos dijiste es cierto, ¿por qué no eres honesto
con ella? Estás perdiendo tu tiempo y el suyo. Si dejas que las cosas
sigan así, uno de los dos va a salir herido. Necesitas estar más fuerte
ahora que nunca. No estoy diciendo esto sólo por el bien de la
Manada, Aiden. Estoy hablando como tu amigo.

—Entiendo tu preocupación, pero lo haré a mi manera.

Josh dejó escapar un gruñido y golpeó su puño contra mi escritorio.


—Maldita sea, Aiden, podríamos estar recibiendo un ataque ahora
LEYVA 📝

mismo, y todo lo que te preocupa es una chica. Una chica que está
rechazando tus acercamientos hasta ahora.

—Cuidado, Josh.

—La cuestión es, Aiden —dijo Josh—, que esta noche estuvimos así
de cerca de descubrir algo nuevo. Sé que oliste lo que yo olí. No es
humano. Y no es un hombre lobo. Así que si es algo nuevo, ¿cuáles son
sus puntos fuertes? ¿Cuáles son sus debilidades? ¿Acaso tiene
debilidades? Siento que no estás tomando esta amenaza lo
suficientemente en serio.

Estaba tan preocupado como Josh, pero no podía demostrarlo. Un


abismo de poder aún se interponía entre nosotros.

Por un momento, pensé en lo que habría hecho mi hermano Aaron. Si


él estuviera aquí... Un sentimiento de dolor me invadió, y aparté ese
recuerdo.

No había tiempo para pensar en el pasado cuando el presente era tan


peligroso.

—la idea de que este vagabundo sea algo nuevo se me pasó por la
cabeza, pero no hay nada que hacer salvo esperar. Sea lo que sea, lo
último que quiero es que se sienta amenazado. Si es pacífico, quiero
que siga siéndolo. Como dijiste, no tenemos idea de sus poderes.

—¿Y si no ha venido aquí por asuntos pacíficos?

—Ya nos habría atacado si no fuera así. Probablemente camufló su


olor para evitar la confrontación.

—O se está preparando para un ataque sorpresa.


LEYVA 📝
—Ya es suficiente con tus teorías, Josh. Ve a comprobar las patrullas
y hazme saber si escuchas alguna nueva información.

Como quieras, mi Alfa. Recuerda que tienes un trabajo aparte de


conseguir que esta chica se acueste contigo.

No respondí, despidiendo a Josh con un simple movimiento de cabeza.


Sin embargo, tenía razón en estar preocupado. Desde que había
marcado a Sienna, mi cabeza estaba nublada por el deseo.

Nunca me había negado a mi Bruma tanto tiempo, ni me había dado


tan fuerte como cuando estaba cerca de ella.

Tal vez si pasara unos días fuera, podría encontrar el equilibrio. Este
vagabundo era buena distracción.

Sienna
Estaba sentada sola en la oscuridad cuando oí que llamaban a mi
puerta. Me senté y me quité los auriculares de los oídos. —Entra—
dije.

—Bien, pensé que ya te habías dormido —dijo mi padre, cerrando


suavemente la puerta tras él—. ¿Te importa si tomo asiento? —
preguntó, señalando mi cama.

—En absoluto —respondí.

Cuando mis padres se conocieron era bastante delgada —mi madre


me había enseñado fotos—, pero el envejecimiento, el matrimonio y
las dos hijas le habían añadido unos cuantos kilos.

Cuando se dejó caer a mi lado, mi colchón se quejó bajo la nueva


carga.
LEYVA 📝

—Quería hablar de lo de esta noche —empezó, cambiando su mirada
entre el suelo y mi cara.

—Sé que tu madre está emocionada de que te hayas emparejado con


el Alfa para la temporada.
LEYVA 📝

Eso es el eufemismo del siglo —suspiré.

—Sí —dijo riéndose—, no es muy discreta, ¿verdad?—. Hubo un breve


silencio antes de continuar—. Tu madre me contó que hoy te
escapaste de casa y... bueno, pensé que podrías necesitar a alguien
con quien hablar de todo lo que ha pasado.

—Papá...

—Ahora, sé que no soy un hombre lobo, y no puedo entender


exactamente por lo que estás pasando, pero he estado el tiempo
suficiente para saber que aparecer en casa transformada en loba no
es normal. ¿Quieres hablar de lo que pasó esta noche?

De todas las personas de mi vida, la última a la que esperaba abrir mi


corazón era mi padre, pero tenía razón. Mi cabeza era un desastre y
necesitaba desahogarme.

Me puse a jugar con el edredón, sin saber cómo empezar.

—Esta noche ha pasado algo en la cena que, bueno... parece que ahora
que me ha marcado el Alfa, todo el mundo tiene esas expectativas.
Ya sea mamá o mis amigos o los miembros de la Manada, a los que ni
siquiera conozco, todos quieren algo, y nadie se ha preocupado de
preguntarme qué quiero.

Mi voz empezó a temblar y pude sentir cómo se me llenaban los ojos


de lágrimas—: Siento que estoy perdiendo el control y no me gusta.

Decirlo por fin en voz alta fue como una liberación, como si me quitara
un gran peso de encima.

Las lágrimas brotaron de mis ojos y recorrieron mis mejillas. Mi


padre me acercó a él y dejó que mi pena goteara sobre su hombro.
LEYVA 📝

Esta bien —dijo, frotando mi espalda—. Está perfectamente bien
que te sientas así.

—No, no lo es —me atraganté—. Soy una dominante. Los dominantes


no dejan que cosas estúpidas como esta les afecten.

No suelo llamarme así.

Sabía, en el fondo, que era cierto, que tenía una vena dominante que
no se podía domar. Era la razón por la que había tenido tanto éxito
en resistir los avances del Alfa hasta ahora.

Pero decirlo en voz alta lo hacía menos real. Como si no fuera verdad.

Tal vez me estaba engañando a mí misma y mi naturaleza era ser otra


loba sumisa que hacía lo que le decían.

Pero entonces mi padre me levantó la barbilla y me obligó a mirarle a


los ojos.

—No creo que lo que sientas sea estúpido, Sienna —dijo—. Y


dominante o no, todo el mundo tiene un corazón.

Lo bueno de tener un padre humano era que era mucho más


sentimental que mamá y Selene, o que cualquier hombre lobo.

Normalmente, los lobos veríamos esto como un signo de debilidad,


pero en este momento, estaba feliz de tenerlo allí.

—Sabes, cuando te trajimos a casa por primera vez, me di cuenta


enseguida de que eras especial. Tenías esa confianza en todo lo que
hacías, incluso cuando eras un bebé. Al verte crecer, he visto que esa
confianza se manifiesta en todo, desde tu forma de comportarte
LEYVA 📝

hasta tu arte. Llorar no te quita eso, Sienna. Sigues siendo la mujer
loba más fuerte que conozco.

—No pensarías eso si hubieras visto lo que pasó esta noche. ¿Quieres
contármelo?

—Lo único que importa es que hice el ridículo. No quiero volver a verlo.
Ojalá nunca me hubiera marcado, papá. Ojalá me hubiera dejado en
paz.

Un nuevo llanto brotó de mis ojos.

—¿Alguna vez pensaste que tal vez no puede dejarte en paz? ¿Qué
tal vez vio a la misma mujer hermosa y poderosa que yo y se sintió
tan abrumado por la emoción que no tuvo más remedio que marcarte?
—Tienes que decir algo así. Eres mi padre.

—Hablo en serio, Sienna. No eres una cobarde, así que no dejes que
te convierta en una. Como dice tu madre, podría tener a cualquier
mujer de la Manada, pero te eligió a ti. Recuérdalo. No lo necesitas
a él. El te necesita a ti.

El destello de los faros inundó mis ventanas cuando un coche entró


en la calzada. Mi padre y yo miramos fuera y vimos a Selene saliendo
de su coche.

No la esperábamos, y rara vez se presentaba así sin avisar.

Mi padre abrió la puerta antes de que ella tuviera la oportunidad de


llamar y la envolvió en un gran abrazo que sólo los padres saben dar.

—¿A qué debemos este placer? —preguntó papá, abriendo más la


puerta principal—. ¿Está todo bien?
LEYVA 📝

Selene estaba en pijama y llevaba una bolsa de viaje. Era evidente
que había salido de su casa con prisa.

—Jeremy recibió una llamada de la Casa de la Manada y tuvo que ir a


trabajar. Es algo importante. No me dio ningún detalle, aparte de que
se trataba de una brecha en la frontera. La última vez que esto
LEYVA 📝
sucedió, la Manada se encerró. Siento aparecer así sin avisar, pero
sabía que me sentiría más segura aquí que sola en el apartamento.

¿Interrupción en la frontera? ¿Cierre patronal?


Esto tenía que ser algo serio.

El Alfa sólo ponía a la Manada en aislamiento cuando había una


amenaza seria y tenía que imponer la ley marcial. ¿Y por qué me
enteré de esto por Selene?

¿Aiden no se preocupaba por mi seguridad?

Supongo que no debería haberme sorprendido de que yo sólo fuera


un trozo de carne para él, y uno desechable, por lo visto. Imbécil.1

La misteriosa mujer del claro seguía dando vueltas en mi cabeza.


¿Podría tener ella algo que ver con esto?

Por un momento pensé que debía contarle a Aiden lo que había visto,
pero si él no creía necesario mantenerme informada, yo también lo
mantendría sin saberlo.+

Además, la perspectiva de verle, sobre todo después de lo que había


pasado esta noche, me ponía nerviosa.

No iba a dar el primer paso. Si quería hablar, tendría que venir a


buscarme.

LA COMBINACIÓN DE
COLORES
LEYVA 📝

Michelle buenoooo Sienna, ¿qué hiciste


anoche?

Mia
Sí, alguna cosa emocionante???? 😉

Erica
Prometemos no contarlo 🙈

Michelle
SIENNNAAAA

Michelle
😫

Erica
Si no dices algo nos acercamos

Erica
Pillo las llaves...

Mia
¡Traeré la bebida!

Michelle
¡entrando en 5!

Sienna
¡BIEN! ¿Qué quieres saber?

Michelle
EV 👏RY 👏THING 👏!

Sienna
Me recogió y me compró un vestido Sienna
LEYVA 📝
Fuimos a cenar al centro

Sienna
Luego me fui a casa

Mia
😐

Erica
Entrando en el coche...

Sienna
Te di lo que querías, perra

Mia
No, estás aguantando

Mia
¿Algo sobre encerraros en un cuartucho?

Erica
👀 ¡No había escuchado esa parte!

Sienna
Mira, puede que hayamos tonteado un poco

Sienna
Pero no era nada especial

Michelle
¡quiero detalles!

Michelle
¿sabe tan bien como parece?

Mia
👅🐺
LEYVA 📝
Sienna
Ey. STOP

Erica
¿Cómo de grande? 🌶? 🍌? 🍆?

Sienna
Lo digo en serio. Corta.

Erica
Loba novata y sin pareja por aquí 🙋

Erica
Con mucho gusto te lo quitaría de las manos

Michelle chica,
¿qué pasa?

Erica
Nada, sólo que no me gusta que conviertas mi vida en tu telenovela
personal.

Michelle
Lo siento, pensamos que estarías más emocionada

Mia
¿Qué estás haciendo ahora mismo?

Sienna
Estoy pintando en casa

Mia
¡Ven a vernos a Winstons, perra!

Sienna
No estoy de humor
LEYVA 📝
Mia
Vamos, Si, estamos planeando una 👰

Mia
Necesito tu ojo de artista

Erica
🦄🦄🦄

Mia
¡Exactamente!

Sienna
Bien, pero por favor no más preguntas

Mia
¡Prometido!

Erica
¡Prometido!

Michelle
...promesa 😉

Sienna

Winston's estaba lleno, como siempre. Aunque nadie se inmutó


cuando entré, sentí que todo el mundo me observaba.

Al principio, estaba confundida sobre cómo las chicas sabían de mi


cita, pero por supuesto que lo sabían.

Fui al centro con el Alfa y no me preocupé de que nadie se diera


cuenta. Me sentí muy avergonzada, repitiendo en mi cabeza los
acontecimientos de la noche anterior.
LEYVA 📝
Sin duda, había algunos miembros del personal que le habían visto
deslizar mi dedo en su boca, y sabía que no habíamos sido discretos
en nuestra huida a la trastienda.

Me estremecí al pensar en lo que podría haber oído mi madre. Por


suerte, todavía estaba en el trabajo y no volvería hasta la noche.

Las chicas estaban apiñadas alrededor de nuestra mesa habitual con


montones de revistas de novias y el portátil de Mia.

Las ceremonias de apareamiento eran como las bodas humanas, pero


aún más importantes porque los lobos se emparejaban de por vida.1

La familia de Mia era numerosa, por lo que estaba muy acostumbrada


a las ceremonias de apareamiento, lo que pensé que haría que la
planificación de la suya fuera un asunto fácil.

Sin embargo, por lo que parece, estaba perdida en el abismo de la


planificación.

Manchas de ketchup y mostaza salpicaban las revistas, y algunas


páginas estaban rotas y abiertas como muestras de pintura.

Mia y Erica estaban con sus teléfonos buscando arreglos y cubiertos,


mostrando sus hallazgos a Mia, que sólo miraba sus teléfonos y
asentía.

Su pelo caramelo estaba sin arreglar y recogido en una coleta mal


hecha.

Mia siempre cuidaba mucho su pelo, por lo que su estado desaliñado


era un claro indicador de lo estresada que estaba.

—Ahí está nuestra tímida zorra —chilló Michelle con una sonrisa
tortuosa—. Erica, acércate.
LEYVA 📝
—Me alegro mucho de que estés aquí —dijo Mia, agarrándose la
cabeza—. Estoy totalmente abrumada. Necesitamos a alguien que
sepa lo que está haciendo.

Los gustos de Mia eran, cómo decirlo amablemente, un poco


llamativos.

Miré las combinaciones de colores que había sacado en su ordenador


e hice lo posible por indicarle la dirección correcta.

Al principio buscaba colores cálidos, que pensé que estarían fuera de


lugar para una ceremonia de apareamiento invernal, así que, después
de mucho engatusarla, conseguí que decidiera por el lila, el bígaro y
el cerceta.

Michelle protestó porque no creía que le quedaran bien esos colores,


pero le recordé que no era su decisión y que le quedaba bien cualquier
color que se pusiera, cosa que Erica y Mia apoyaron, así que todas
quedaron contentas.

Ayudar a Mia me hizo pensar en mi propia ceremonia y en cuánto


tiempo pasaría hasta que encontrara a mi pareja. No todo el mundo
tenía la misma suerte que Mia y Harry.

Fantaseaba con que encontraría a mi pareja mientras paseaba por


algún museo o en algún parque.

Supongo que fue allí donde conocí a Aiden, pero después de su


comportamiento de anoche, prefería olvidarlo. Pensar en él ahora
mismo me daba ganas de vomitar.

—Sinceramente, Si, no creo que hubiéramos conseguido nada si no


hubieras aparecido —dijo Mia, mentalmente agotada y estresada
comiendo patatas fritas.
LEYVA 📝
—¿Quién iba a imaginar que las ceremonias de apareamiento daban
tanto trabajo?

—Al menos tienes una para planificar —se lamentó Erica—. ¿Por qué
no puede uno de mis amigos varones enamorarse de mí de repente?

—Nunca he tenido amigos varones. Me pregunto por qué... —Mia


pensó en voz alta.

—Porque te has tirado a todos tus amigos varones —respondió Erica.

—No lo hice —protestó Mia.

—Sí, lo hicisteis—respondimos todas al unísono.

—Esa vida loca ha quedado atrás —dijo Mia, levantando la nariz en un


simulacro de refinamiento—. Ahora soy una mujer casada.

Todas nos reímos porque, incluso antes de que empezáramos a tener


nuestra Bruma, Mia ya iba a fiestas con chicos mayores, buscando
hombres con los que pudiera experimentar.

—Si, sal con nosotras esta noche —rogó Michelle—. Estamos


celebrando el inminente matrimonio de Mia. El hermano de Erica dice
que puede meternos en un nuevo club de moda. Se llama Lupine.
Seremos sólo nosotras las chicas.

El encierro se había cancelado, claro. Pero todavía estaba agotada


por el día anterior y no tenía ganas de estar rodeada de gente o
metida en una habitación oscura y sudorosa con la música tan alta que
no pudiera ni oír mis pensamientos.

Necesitaba estar sola y pintar. Agradecí el gesto y sabía que Michelle


tenía buenas intenciones, pero no me pareció bien.

—Tal vez otra noche —dije.


LEYVA 📝
—¿Por qué no quieres venir? ¿Tienes otra cita con el Sr. Alfa?

—No, sólo estoy cansada.

—¿Cansada de una larga noche de meneos en la parte trasera de los


restaurantes? —Michelle respondió.

Por la mirada que me dirigió, me di cuenta de que ya no estaba


bromeando y que en realidad estaba empezando a enfadarse.

—Michelle, no tuvimos sexo. ¿Cuántas veces tengo que decírtelo?

—Entonces, ¿cuál es tu problema, Sienna? ¿Por qué no quieres venir?

—¿No puedes dejarlo estar?

—Somos tus amigas y apenas te vemos. Estás saliendo con el lobo más
sexy que existe y no nos cuentas nada. ¿Te avergüenzas de nosotras
porque no somos tan geniales como todos los amigos de Aiden de la
Casa de la Manada?

—No es así en absoluto, Michelle —respondí, tratando de evitar que


hiciera una escena, que sabía que odiaba—. Simplemente no me siento
con ganas.

Apenas habían salido las palabras de mis labios cuando mi teléfono


zumbó sobre la mesa.

Lo cogí y me encogí de hombros. No quería darle la razón a Michelle,


pero al mismo tiempo quería saber qué demonios estaba pasando.

—¿Es él? —preguntó Michelle.

—Sí, te importa si yo...

—Contesta —dijo ella, removiendo fríamente su batido con una


cuchara.
LEYVA 📝
Me levanté y me dirigí al mostrador, donde había un taburete vacío,
y luego deslicé el dedo por mi teléfono.

Aiden
Hey, sobre lo de anoche. Siento que Josh me interrumpiera.

Aiden
¿Has llegado bien a casa? Te acabas de ir.

Sienna
Oh, ¿realmente te importa?

Aiden
¿Crees que no lo hago?

Sienna
Creo que sólo estás tratando de joderme

Aiden
Puede que se me haya ido de las manos la Bruma.

Aiden
No volverá a ocurrir.

Sienna
Tienes razón. No lo hará.

Aiden
Sienna, lo siento.

Aiden
En mi defensa, parecías muy metida en esto.

Sienna
Estaba fuera de mi control

Sienna
LEYVA 📝
No eras la única con problemas de Bruma

Aiden
Creo que sabías lo que estabas haciendo.

Sienna
Y yo que pensaba que eras un caballero, no un aprovechado

Aiden
¿Cómo puedo compensarte?

Sienna
Muéstrame que soy más que un trofeo

Aiden
Lo que quieras.2

Aiden
Dímelo

Sienna
Dime qué pasa con el asalto a la frontera

Sienna
¿Por qué de repente llamaste a todos a la Casa de la Manada?

Aiden
¿Cómo te has enterado?

Sienna
No importa. Si soy más que un juguete me lo dirás

Aiden
Es complicado.

Aiden
Quiero contarte más, de verdad.
LEYVA 📝
Sienna
Entonces al menos dime esto

Sienna
¿Estuve en peligro anoche?

Aiden
Nunca dejaría que nada te hiciera daño.

Sienna
Eso no es lo que he preguntado

Sienna
¿Estuve en peligro?

Aiden
No lo sé.

Aiden
De verdad.

Sienna
Adiós, Aiden🖕

No podía creer que lo hubiera encontrado atractivo.

Es decir, claro que tenía el cuerpo más delicioso que jamás había
visto, pero si no fuera por esta molesta Bruma, me repugnaría
demasiado su comportamiento como para volver a querer tenerlo
sobre mí.

Todavía me estremecía al pensar lo que habría pasado si Josh no


hubiera aparecido. Probablemente corría más peligro con Aiden allí
que después de que se fuera.
LEYVA 📝
Definitivamente, ahora tampoco iba a decirle nada sobre la
desaparición de la mujer. Era un imbécil, y yo necesitaba
desahogarme.+

Aunque me había marcado, yo no era de su propiedad. Esta noche iba


a reclamar todo lo que había intentado quitarme.

—Michelle —dije—. Vamos a desfasar.

EL CLUB

Sienna
Me puse mi flamante minifalda de tartán roja y negra, mis botas de
cuero negro de tacón alto, medias negras y un top con una chaqueta
de cuero negra encima.

Me pinté las uñas a juego con el color rojo de la falda y me alboroté


el pelo en capas desordenadas que caían por la espalda y los hombros
como una cascada de cobre.

Me delineé los ojos con alas y apliqué una máscara de pestañas con
volumen y un lápiz de labios de color burdeos. Para terminar, me puse
mis pendientes favoritos y un collar de plata junto con los anillos a
juego.5

Tenía un aspecto punk y sexy, y me encantaba.

Cuando las chicas me recogieron, me colmaron de cumplidos.


LEYVA 📝
Michelle incluso dijo que era lo suficientemente sexy como para
morder, lo que para los hombres lobo era el mejor cumplido que se
podía recibir.

Como dijo Michelle en Winston's, Lupine sólo llevaba unas semanas


abierto, pero todo el revuelo que lo rodeaba hacía que todas las
noches de la semana hubiera largas colas de gente esperando para
entrar.

Sin embargo, Erica nos había conseguido pases VIP —uno de sus
hermanos tenía contactos con todos los porteros del centro, incluido
Lupine's— y entramos sin tener que esperar.

Siempre me he sentido un poco culpable al saltarme la cola de esa


manera, sobre todo cuando la gente que esperaba te fruncía el ceño
con envidia, pero esta noche no me importaba.

Estaba allí para soltarme la melena y olvidarme del estúpido hombre


lobo que me había marcado en el cuello.

La entrada del club tenía un techo bajo que daba la sensación de


estar entrando a una cueva.

A la izquierda estaba el bar, retroiluminado con LEDs que se


encendían con la música en destellos relajantes.

A la derecha estaba el guardarropa, donde dejamos nuestras


chaquetas, y una escalera que conducía al entresuelo y que daba a la
pista de baile.

Tenía forma circular y se abría en una plataforma, donde grandes


jaulas colgaban de las vigas, albergando a hermosas bailarinas que se
retorcían sensualmente al ritmo de la música.
LEYVA 📝
Humanos y hombres lobo se mezclaban en la enorme barra mientras
todos se apresuraban a pedir sus bebidas.

Observé la pista de baile, que estaba repleta de cuerpos que


retozaban y brazos que se retorcían.

El DJ mezclaba temas house desde su posición con vistas a la


multitud, incitando de vez en cuando a los clientes para que hicieran
más ruido.

Michelle se abrió paso hasta la barra y pidió una ronda de chupitos


de vodka.

—¿Crees que deberíamos conseguir más ya que estamos aquí? —gritó


por encima de la música.

Ya habíamos empezado a beber en el taxi, pero Michelle nunca ha


sido de las que se cortan bebiendo.

—Dos rondas por lo menos —respondió Mia—. ¡Ahora estoy fuera del
mercado! ¿Habéis oído, chicos? No tenéis ninguna posibilidad con
esta carne —dijo ella, sacudiendo su trasero.

Nos tomamos los chupitos en la barra antes de encontrar una mesa


de pie para acurrucarnos con nuestra copa llena de ginebra, tequila,
ron y vodka.

Jugamos a que cada una cogía una pajita y chupaba hasta que no
pudiese más.

Michelle y yo fuimos las que más duramos, pero le gané. Ella se


consideraba la <<chica más marchosa>> de nuestro grupo, así que fue
todo un golpe para su ego.

—Mañana vamos a estar hechas una mierda —Erica soltó una risita—
. Soy tan floja.
LEYVA 📝
—Entonces vayamos a la pista de baile mientras puedas mantenerte
en pie —grité, lo que no pegaba nada conmigo porque no era, ni mucho
menos, una buena bailarina.

Lo único que se me daba bien en la vida era pintar, pero al menos tenía
suficiente ritmo para mover los pies y las caderas al compás.

Nos abrimos paso hasta el centro de la pista y empezamos a alardear


de nuestras cosas.

Los hombres empezaron a arrimarse a nosotras y a coquetear con


Erica, lo cual estaba bien, ya que ella no estaba marcada ni
emparejada, pero para mi sorpresa, los hombres también
coqueteaban conmigo.

O no me reconocieron o no les importó que tuviera la marca del Alfa


en la base del cuello.

Teniendo en cuenta los recientes acontecimientos con Aiden, llegué


a la conclusión, sin lugar a dudas, de que los hombres eran unos cerdos
y estaban dispuestos a arriesgar cualquier cosa, incluso su vida, si
eso significaba echar un polvo.

—No lo entiendo —le grité a Mia por encima de la música después de


espantar a otro hombre—. Estoy marcada igual que tú, así que ¿por
qué los chicos siguen coqueteando conmigo?

Mia gritó—: Porque mi marca es de apareamiento y la tuya no.

Una vez más, mi inexperiencia en tener un amante durante la


temporada significaba que me había perdido algunos conocimientos
comunes.

—La marca de apareamiento es de un rojo suave en los bordes,


mientras que la tuya es más amoratada y morada. Los hombres lobo
LEYVA 📝
también pueden percibir cuál es cada una, para evitar problemas
graves —explicó.

Tanto si tenía una marca de apareamiento como si no, cualquiera de


estos tipos tendría serios problemas si Aiden descubría que estaban
intentando llevarme a casa. Y me encantaba.

Después de una hora, Michelle acompañó a Erica al baño porque se


sentía mal.

Me quedé en la pista de baile con Mia, meneando mi cuerpo como si


estuviera en mi casa, en mi habitación, sin que nadie me viera.

Las copas ya se nos habían subido a la cabeza.

Mia y yo nos agarrábamos constantemente para mantener el


equilibrio, y me alegré de no haber decidido llevar tacones. De lo
contrario, sin duda me habría torcido el tobillo.

El DJ puso una canción sensual de reggaetón que hizo que todos se


emparejaran. Un tipo se acercó a mí con una sonrisa sugerente y me
tendió la mano.

Era un hombre lobo sin pareja y parecía ser dominante, ya que


sostenía mi mirada sin problemas.

También estaba bastante bueno, con el pelo dorado, unos ojos


oscuros muy sexys y un físico delgado y bien formado.

—Hola, señorita sexy —dijo, tomando mi mano y presionando sus


labios cerca de mi oreja.

—Hola —respondí, mirando a Mia con el rabillo del ojo.

Me guiñó un ojo y se escapó hacía la barra, dejándome a solas con


este guapo hombre lobo. No me importó la privacidad.
LEYVA 📝
Además, si intentaba algo, podía patearle el trasero. Había luchado
contra cinco machos sola en el bosque. ¿Qué problema suponía uno
solo en un club lleno de gente?

—¿Cómo te llamas? —me preguntó, levantando las cejas de forma


sugerente.

—Sin nombres —dije. Era simplemente una cara bonita para mirar y
un cuerpo bonito para bailar. Quería mantenerlo así.

Sé que probablemente debería haberme negado. Aiden sólo necesito


oler mi piel para saber que otro hombre me había tocado.

Este pobre bastardo. Estaba claro que quería follar conmigo, pero
eso no iba a ocurrir.

Me giró y me puso las manos en las caderas, acercando mi cintura a


su entrepierna.

Al principio era divertido tener las manos de otro hombre sobre mí,
pero según avanzaba la canción, más incómodo se volvía.

No era como cuando me tocó Aiden, que me hizo arder la piel hasta
dolerme. No dije nada y seguí bailando. Después de todo, estaba allí
para divertirme, no para que me hicieran nada más.

Sentí que su agarre se intensificaba mientras se apretaba más contra


mí, balanceando la parte inferior de su cuerpo con la mía.

Cuando su erección se clavó en mi atravesando sus vaqueros, supe que


era el momento de parar.

Intenté zafarme de su agarre, pero no me soltó. Sólo me apretó más


y empezó a subirme la falda.

—¡Suéltame! —grité, pero mi voz fue amortiguada por la música.


LEYVA 📝
—¿Qué pasa, nena? —preguntó él, tratando de hacerse el
interesante.

—¡Vete a la mierda, asqueroso! —grité.

—¿Por qué? —Su voz era lujuriosa—. Nos estamos divirtiendo.

—No me estoy divirtiendo contigo —espeté, con el corazón


martilleando en mi pecho. —¡Así que déjame ir, carajo!

De repente, me di cuenta de que mientras bailábamos nos había


arrastrado hacia el borde de la pista de baile y ahora me llevaba a un
rincón oscuro junto a la salida trasera.

Me puse blanca.

—Deberías saber que no hay que burlarse de un macho de la novatada,


nena —gruñó, y de repente me encontré fuera, en el gélido aire de
noviembre, con el sudor helado, que, junto con la adrenalina que me
recorría, hacía que mi cuerpo temblara incontroladamente.2

Me apretó contra la pared de ladrillo del callejón vacío, con sus ojos
luminosos y llenos de lujuria.

Ahora ya no podía ocultar mi pánico. —¡¿Qué crees que estás


haciendo?! —grité.

—Vamos, nena, relájate —dijo, con sus manos de pulpo, clavándose en


mis costados.

—Quiero volver a entrar —respondí.

—No te preocupes, lo haremos. Vamos a pasar un rato aquí, a


disfrutar del aire fresco...a conocernos.

Me miró con una intención clara. Sabía lo que buscaba y necesitaba


alejarme de él como fuera.
LEYVA 📝
—Tengo frío. Necesito volver con mis amigas —respondí, tratando de
apartarlo. Se inclinó hacia mí, intentando besarme—. ¡No, para!

Me puso la mano en el pecho y lo manoseó violentamente. —Cálmate,


nena, no voy hacerte daño.

—¡No! —grité, luchando contra su agarré.

Intenté lanzar puñetazos, codazos y rodillazos, pero él era más


fuerte de lo que había pensado, y los efectos del alcohol me habían
debilitado y descoordinado.2

Me sentí impotente mientras su boca y sus manos abusaban de mí...

Volvió a apretarme el pecho y grité. —¡Para!

Pero ahora no se detenía y no hablaba. Sólo tenía una cosa en mente.

Me levantó contra la pared y me abrió las medias, asfixiando mi boca


con su mano.

Las lágrimas me quemaban los ojos mientras tanteaba la bragueta,


con los ojos desorbitados.

Nadie vendrá a salvarte, pensé. Las palabras me cortaron como el


viento frío que azotaba el callejón vacío.

Eso fue exactamente lo que ella debió pensar.


Nadie viene a salvarte.

Y por un segundo, pude verla. A Emily. Luchando, gritando, pidiendo


ayuda.

Cerré los ojos y traté de alejar la imagen, de ignorar sus dedos


helados tirando de mi piel, abrasándome con punzadas viscerales de
ira, arrepentimiento e impotencia.
LEYVA 📝
Sentí que salía de mi cuerpo, y al mirar hacia abajo, era la forma de
Emily en lugar de la mía.

Intenté gritar al bastardo para que se apartara de ella, pero no salió


ningún sonido. Intenté golpearle, pero mis manos atravesaron su
cuerpo.

Emily. No. Otra vez no. Esta vez estoy aquí.

Volví en mí.
¡Qué alguien me ayude!

Me esforcé por mantener las piernas cerradas y poner las manos


cubriendo mis partes, pero él utilizó su muslo para separar las mías
y me arrancó la mano con facilidad.

De repente, un gruñido profundo y horripilante llenó el aire y sentí


que el peso del cuerpo de mi atacante desaparecía con un grito
desgarrador.+

Abrí los ojos y jadeé de asombro. ¿Era realmente él?


LEYVA 📝

EL CUENTO DE HADAS
Sienna
Nunca había visto a Aiden con un aspecto tan aterrador: el pelo
levantado en la nuca, los colmillos sobresaliendo de su boca gruñendo,
encorvado sobre mi atacante con una sed de sangre en sus ojos.

El hombre se defendió, pero Aiden lo superó fácilmente, golpeándolo


contra la pared.

Golpeó las costillas de ese bastardo una y otra vez con una rabia
animal hasta que...

CRACK.

Jadeé al oír cómo se rompían sus costillas. Le vi caer al suelo,


convertido en un hombre malherido y deshecho.

Las lágrimas comenzaron a rodar por mi cara.

Emily. Oh, Dios mío. Esto era lo que había vivido hacía cuatro años.

Estaba completamente indefensa y asustada, paralizada e incapaz de


pedir ayuda. Una sensación de completa oscuridad. Nadie estaba allí
para ella. Yo no estaba allí.

Mientras veía a Aiden arrastrar el cuerpo inerte del hombre por el


callejón, casi me sentí culpable, culpable de que yo hubiera
sobrevivido y ella no.

Quería levantarme y salir corriendo, pero dudaba de poder


arrastrarme ahora mismo.

Emily, su violador, mi atacante, todos pasaban ante mis ojos. Quería


vomitar los retorcidos sentimientos que tenía en mi interior.

Me estremecí cuando Aiden se arrodilló y me rodeó con sus brazos.


LEYVA 📝
—No voy a hacerte daño —dijo suavemente.

Iba en contra de cada fibra de mi ser, pero dejé que me levantara y


me llevara a su coche.

Nunca me había sentido así de vulnerable con él, pero algo en su


forma de abrazarme me hacía sentir segura.

Mi Bruma no estaba en llamas. Esta sensación era algo diferente.

—¿Adónde me llevas? —pregunté, con mi cuerpo aún temblando.

—A mi casa —respondió en voz baja—. Te prometo que no tengo


intención de aprovecharme de ti. Sólo quiero estar ahí para ti.

Mis amigas seguían en el club, sin saber nada de los horrores que
acababan de ocurrir fuera, y yo quería que siguiera así. No quería
enfrentarme a ellas esta noche. Ir a casa tampoco era una opción.
Mis padres me mirarían y sabrían que algo iba mal. No estaba
preparada para las preguntas, las lástima o el juicio.

Ir con Aiden era mi mejor opción. Todavía no confiaba en él, pero lo


que acababa de hacer por mí...Me ponía enferma pensar en lo que
habría pasado si él no estuviera aquí.

El comportamiento de Aiden había cambiado por completo al dirigirse


a mí con respecto al hombre feroz que había destrozado a mi
atacante hacía unos momentos. Era cariñoso y amable.

Por mucho que le despreciara por marcarme y obligarme a asumir la


responsabilidad de ser su pareja, no podía negar que quería que
estuviera a mi lado. No sabía cuánto iba a durar, ya que lo que había
entre nosotros era imprevisible como el infierno, pero estaba
dispuesta a darle una oportunidad.
LEYVA 📝
¿Dijo que quería estar ahí para mí? Bien, entonces iba a dejar que lo
demostrase.

Finalmente, cedí y dejé que mi cabeza se apoyara en su hombro. Me


colocó suavemente en el asiento del copiloto y condujo en silencio.
Mientras observaba los edificios y los árboles borrosos que
vislumbraba por la ventanilla, intenté hacer desaparecer también los
recuerdos de esta noche, pero fue imposible.

Si yo me sentía asustada por lo que me había pasado, Emely debía


estar absolutamente atormentada por lo que sufrió.

Clavé las uñas en los caros asientos de cuero de Aiden. No quería


volver a sentirme impotente de esa manera. Nunca dejaría que un
hombre me hiciera sentir así de nuevo.

Miré de reojo a Aiden y se me encogió el pecho. No podía seguir en


ese coche. Necesitaba estar en otro sitio, en un lugar seguro.

Justo cuando empezaba a entrar en pánico, Aiden se detuvo en la


entrada de su casa y sentí como si acabáramos de entrar en un sueño,
como si hubiera descubierto el espacio más seguro y acogedor que se
pueda imaginar.

Un pequeño puente empedrado se extendía sobre un arroyo que


goteaba y conducía a una modesta mansión rodeada de cornejos y un
jardín de flores perfectamente cuidado. Era como un cuento de
hadas.

¿Tal vez no lo sabía todo sobre Aiden después de todo? Debió de


notar mi sorpresa, porque sonrió ante mi expresión de asombro.

—¿No es lo que esperabas?


LEYVA 📝
No contesté, mi voz aún estaba ahogada en mi garganta.

Se dio cuenta de que no estaba preparada para hablar, así que me


ayudó a salir del coche y me puso la mano en la parte baja de la
espalda, guiándome suavemente por la puerta. No me importó.

Su cercanía me hizo sentir segura, algo que nunca pensé que


obtendría de Aiden. No sentía que estuviese tratando de
controlarme. Notaba que trataba de reconfortarme.

*****
El chisporroteo del café era el único sonido que rompía el silencio que
había entre nosotros mientras estábamos sentados uno frente al
otro sin mirarnos.

Por supuesto, ninguno de los dos sabía qué decir. ¿Qué debía decir a
un hombre que acababa de ver cómo partía a otro por la mitad? ¿Qué
le decía a una mujer que casi acababa de ser violada? ¿Las palabras
realmente mejorarían algo? No, pero al menos su presencia era
reconfortante.

Finalmente, Aiden rompió el silencio, pero deseé que no lo hubiera


hecho.

—¿Por qué estabas con ese hombre en el club?

—¿Qué estás preguntando exactamente? —Sentí que mi cara se


calentaba.

—Nunca deberías haber estado a solas con otro hombre cuando estás
de novatada. Es la maldita temporada. ¿Por qué te pones en esa
situación? —respondió.

Me levanté de golpe.
LEYVA 📝
—¿Hablas en serio? ¿Estás insinuando que lo que me pasó fue culpa
mía?3

—No me gruñas. No estaba diciendo eso.

—¿Cómo me has encontrado? ¿Me estabas siguiendo?

—Es mi asunto saber dónde estás en todo momento, Sienna. Como


mujer marcada, no deberías estar...

—¿Y de quién es la culpa? —le contesté—. ¡Tu fuiste quien me marcó!


¡En contra de mi voluntad! ¡Me obligaste a convertirme en una Bruma,
Aiden! ¡Tomaste mi libre albedrío y lo torciste para que se ajustara
a tus propias necesidades egoístas!

—¿No entiendes que una vez que llega la temporada y estás marcada,
la Bruma no se irá a menos que cedas y tengas sexo con quien te ha
marcado?

—¡Ya lo sé! —solté, furiosa—. ¡Por eso nunca quise que me marcaran
para empezar!

—Me querías en la Casa de la Manada. No lo niegues —replicó.

No iba a venir a por mí. Nunca se atrevería después de lo que había


pasado en el club. Pero aún así me encontré agitada, incapaz de
mantener el pasado y el presente en orden.

—¡No tienes ni idea de lo que quiero! ¡Sólo aléjate de mí!

Se acercó a mí, no de forma agresiva, pero aún así sentí que me


quedaba sin espacio para escapar, encontrándome una vez más
inmovilizada contra la pared.
LEYVA 📝
—Por favor, estás demasiado cerca, estás... —susurré. Las lágrimas
llenaron mis ojos y aparté la mirada de él, avergonzada de mí misma
por sentirme tan débil.

Aiden se detuvo en seco, con cara de sorpresa. Su mano agarró mi


barbilla y la giró para que volviera a mirarlo. No se acercaba a mí para
hacerme daño o para follar. Se acercaba para reconfortarme.

—Sienna —dijo—. No voy a aprovecharme de ti. Ni ahora ni nunca.


Todo lo que quiero es protegerte.

Me abrazó y me rendí al gesto.

—No deberías haberme marcado —dije, con la voz apagada contra su


pecho.

Suspiró y, de repente, tiró de mí hasta que me senté en su regazo y


me abrazó aún más. —Hay algo entre nosotros. Ninguno de los dos
puede negarlo. Lo sentí cuando te marqué, pero incluso lo sentí la
primera vez que te vi, en la orilla del río.

—¿Te acuerdas de eso? —pregunté, un poco incrédula.

—Por supuesto que sí —dijo en voz baja, estrechando su brazo hacia


mí—. Ya entonces sentí tu poder. Tu aroma irradiaba una fuerza y
una sensualidad a la que no pude resistirme.

Me retiré un poco de su agarré. —No irradié ninguna fuerza esta


noche. Estaba débil.

—Para. Lo que dije hace un minuto... estaba equivocado. Déjame


decirte algo. Tu olor me golpeó en el momento en que entré en esa
cena. No es algo que ocurra en forma humana, así que me hiciste
perder el equilibrio.
LEYVA 📝
—La Bruma me golpeó, y tuve que seguirte, para saber más de ti, para
simplemente estar en tu presencia. Nunca me ha sobrecogido tanto
algo en mi vida. Esa es tu fuerza, el tipo de poder que tienes sobre
mí. Por eso te he marcado.

Me levanté de su regazo y le miré como si estuviera mirando a un


extraño.

¿Qué demonios estaba diciendo? Ninguno de los dos estaba atrapado


por la Bruma y, sin embargo, me miraba con un deseo inconfundible
en sus ojos, sólo que un tipo de deseo diferente, un deseo de estar
cerca de mí.+

—¿Por qué me cuentas todo esto de repente?

—Porque creo que podrías ser mi pareja.

EL BESO

Sienna
Lo que dijo Aiden no podía ser cierto, ¿verdad? Reconocer a tu pareja
ocurría en el instante en que tu mirada se conectaba con la del otro.
Mi mirada había conectado con la de Aiden docenas de veces, pero
normalmente los únicos sentimientos que se despertaban en mi
interior eran la rabia y el arrepentimiento.

—Estás mintiendo —solté, con la garganta seca—. Sé cómo funciona


el proceso de apareamiento, y si fuéramos compañeros, ya lo
sabríamos.
LEYVA 📝
—Soy el Alfa. Las reglas no se aplican a mí. La única forma de saber
si eres mi pareja es pasar tiempo contigo y acercarme a ti.

—¿Acercarte a mí? Claro —respondí con escepticismo—, en la cama,


supongo.

—Cuando un Alfa conoce a su posible pareja, sus emociones se


desbordan. Tiene que confiar en sus sentidos y en nada más. Primero
la marca y luego la deja entrar voluntariamente a su cama para sentir
su dominio y ver si es capaz de manejarlo.

El corazón parecía que se me iba a salir del pecho cuando Aiden se


acercó.

—Ambos sabemos que eres más que fuerte para liderar una manada.
Eres hermosa, dominante, y me tienes enganchado a ti como un
maldito cachorro a la teta de su madre. Nadie me hace sentir así,
solo tú.

¿Estaba siendo realmente sumiso conmigo? Sus palabras me


conmovían de una manera que hacía desear que me tocara por todas
partes.

¿Qué me pasaba esta noche? La Bruma se estaba volviendo


insoportable.

Podía sentir mi necesidad física, pero también sabía por lo que había
pasado hoy. Me rodeó suavemente la cintura con sus brazos.

—¿Quieres más? —preguntó.

Si, joder quería más. Estaba cansada de reprimirme, pero se trataba


de la Bruma, no de mí. Había una posibilidad de que fuera mi
compañero, pero ¿y si no lo era?
LEYVA 📝
Cuando empecé a alejarme, Aiden debió de notar mi inquietud, porque
se relajó y me puso suavemente en el borde de la cama, apoyando su
mano en mi cara.

Sin previo aviso, se inclinó y sus labios encontraron los míos. Todo se
desvaneció y mi mundo estalló en una bomba de sensaciones mientras
cada uno de mis sentidos totalmente agudizados se volvía loco por la
estimulación.

Era todo lo que esperaba: mi primer beso.

Me invadió la emoción, no sólo por el beso, sino por el club, la Bruma,


todo. Mientras me derrumbaba, Aiden se limitó a abrazarme.

Volvimos a caer en la cama y me acurruqué en su cuerpo hasta que se


me escaparon las lágrimas. Mi mente finalmente desconectó, y me
permitió quedarme dormida en sus brazos.

******
Mantuve las distancias con Aiden durante varios días después del
incidente en el club. Necesitaba un poco de espacio para superar lo
que había estado a punto de ocurrirme, y como la Bruma no le
importaba lo que fuera apropiado, me pareció la mejor decisión.

Pero después de ese beso, Aiden era lo único en lo que podía pensar.
No había tenido la oportunidad de darle las gracias después de que
me trajera a casa esa noche, así que ahora me encontraba en su
puerta una vez más.

Antes de que pudiera llamar, abrió la puerta de golpe.

—Sienna —sonrió—. Pensé que te había olido.

Dios, sólo verle hace que mi Bruma se ponga en marcha después de


días de separación.
LEYVA 📝
—Yo... eh... sólo vine a agradecerte lo de la otra noche —
tartamudeé—. Realmente estuviste ahí para mí cuando te necesitaba.

Aiden me arrastró a través de la puerta y me cogió en brazos. —No


tienes que darme las gracias. Nunca dejaría que nadie te hiciera daño.
Tienes que saberlo.

Pude ver que lo decía en serio. Y quería darle las gracias. Necesitaba
darle las gracias. Sin palabras.

Así que esta vez, lo besé.

Y ahora su boca estaba en la mía, lamiendo, mordiendo y haciéndome


llegar a un estado de éxtasis.

Cuando la abrí, dejándole entrar, su lengua rozó la mía y me derretí.

El beso comenzó lentamente, nuestras bocas se probaban


mutuamente, percibiendo lo que le gustaba al otro, pero ninguno de
los dos podía contenerse más, y antes de darme cuenta, nos
estábamos besando como si fuéramos dos lobos hambrientos y
voraces.

Entramos a trompicones en el dormitorio y me tiró a la cama,


arrastrándose sobre mi cuerpo con pura lujuria en sus ojos. Sus
movimientos eran lentos y metódicos, evaluando mi cuerpo y
decidiendo dónde atacar. Acarició la marca que había hecho en mi
cuello con sus suaves labios.

Los pequeños pelos de mi cuerpo se erizaron al sentirlo explorar


sobre mi marca.

La apretó con un beso y luego abrió la boca dejando a su lengua jugar


alrededor del moratón, lamiéndolo con movimientos largos y
LEYVA 📝
profundos que hicieron que mi cuerpo se estremeciera
incontrolablemente.

Luego mordió, en el mismo lugar, y casi exploté por la brutal sensación


de la Bruma. Se me nubló la vista y grité, no por el dolor, sino por el
incomparable placer que recorrió mi cuerpo.

Estaba segura de que este tipo de sensación sólo podía provenir del
poder de un verdadero Alfa. Perdí el control de mi loba y mis uñas se
convirtieron en garras, que clavé en su espalda, rasgado su camisa, lo
que le hizo gruñir de sorpresa.

Yo también iba a dejar mis propias marcas, finas y rojas, por toda su
espalda.

En respuesta, me puso boca abajo, me subió el vestido hasta la


cintura y presionó su bulto contra mi culo mientras me agarraba las
caderas. Su mano volvió a meterse entre mis piernas, deslizó mis
bragas a un lado y metió los dedos profundamente esta vez.

Después de años de masturbarme a mí misma, nunca me había dado


cuenta de cómo sería cuando los de otra persona estuvieran dentro
de mí. Ahora sabía lo que me estaba perdiendo.

El orgasmo me partió en dos, y eso fue sólo por sus dedos. De


repente, estaba ansiosa por saber qué se sentiría con algo mucho más
grande dentro de mí.

Dios, la Bruma se estaba apoderando completamente de mí. No


pensaba con claridad. Sólo sabía que el placer era tan bueno que no
quería que terminara.
LEYVA 📝
¿Por qué no había dejado que esto sucediera antes? Mi mente estaba
tan confusa que no podía recordar. Aiden empezó a bajarse la
cremallera de los pantalones.

¿Será mi primera vez?

No, todavía no es mi compañero.

Pero, ¿por qué importa eso?

Me empezó a doler la cabeza. Aiden empezó a separar mis piernas y


una sensación de náuseas entró en la boca del estómago.

No... Emily. Así no.

—No, para... para. No quiero ir más lejos —grité.

Aiden ladeó una ceja, pensando que seguíamos jugando.

—Sigues estando caliente —murmuró, acercándose de nuevo a mí, con


su boca a un palmo de la mía—. Y yo también. ¿No quieres que te
ayude a aliviarlo?.

—¡No! ¡Aún no sé si eres mi pareja, y no sé si alguna vez lo serás! —


Culpé a la Bruma por ser tan dura, pero no tenía fuerzas para luchar
contra mi deseo en ese momento.

Aiden parecía un cachorro asustado mientras yo me incorporaba


torpemente y trataba de recomponerme. Su sorpresa se convirtió
rápidamente en compresión cuando me miró de arriba abajo.

—Sienna —gruñó—, ¿eres virgen?


LEYVA 📝
Mi corazón se detuvo. Quería decirle cualquier cosa menos la verdad
en ese momento, pero por alguna razón, abrí la boca y pronuncié un
tímido —Sí.

Su expresión de confusión lo decía todo. Era inaudito que una mujer


loba fuera virgen a mi edad. El sexo estaba imbuido en nuestros
seres, pero yo tenía mis razones para seguir siendo virgen, y Aiden
no necesitaba conocerlas.

Esta era mi carga, mi promesa que mantener.

—¿Por qué? —preguntó de repente.

Bajé la mirada a mis palmas sudorosas.

—Aiden... —dije con vacilación.

—Responde a mi pregunta, Sienna.

La Bruma estaba desapareciendo y mi claridad estaba volviendo, pero


la respuesta a la pregunta de Aiden nunca estaría clara. Él no podía
entender lo profundamente que Emily me había afectado y lo
cómplice que era de lo que había pasado.

Cerré los puños con fuerza, clavándome las uñas en la piel, intentando
bloquear los amargos recuerdos.

—Me he estado reservando para mi compañero —dije, no del todo


convincente—. Sólo puedo amar de verdad a mi pareja, y no quiero
darle algo especial a alguien que no lo es.

Enseguida quedó claro que Aiden podía ver que no estaba contando
toda la historia. Se acercó a mí y me abrió las palmas de las manos.
La sangre se escurrió mientras mis garras se retraían. Me miró con
una profunda preocupación, pero lo único que pude hacer fue apartar
la mirada.
LEYVA 📝
—Sienna, necesito que me digas qué está pasando. No puedo dejar
pasar esto.

—Por favor, no me obligues a hacer esto... no puedo —supliqué. —


Está claro que algo te está destrozando por dentro, sea lo que sea
—gruñó Aiden. —¿Cómo esperas que lo ignore y finja que no pasa
nada?

—No soy tu pareja. No es tu responsabilidad cuidar de mí —repliqué.

—¡Lo hice mi responsabilidad cuando te marqué!

Vi que él no iba a dar su brazo a torcer, pero yo tampoco iba a hacerlo.


Cuando dos personas llegan a un punto muerto, una tiene que ceder,
y yo estaba cansada.

—Mira, si dejas pasar esto, yo... —dudé—. Haré cualquier cosa.

—¿Lo que sea?

A regañadientes, asentí con la cabeza.

—Te mudarás aquí mañana para que pueda vigilarte. Sin excusas, sin
retrasos. Mañana.

—No voy a tener sexo contigo —le dije, sólo para que se quitara
cualquier idea caliente de su mente—. No hasta que sepamos si eres
mi pareja o no. Además, no vas a dominarme. No voy a dejar que me
des ordenes, así que si estás pensando que me convierto en tu
propiedad por mudarme contigo, entonces sacaré las garras y dejaré
de portarme bien.+

Su boca se curvó en una sonrisa diabólica.

—No me gustaría que fuera de otra manera.


LEYVA 📝

EL COMPROMISO

Sienna
—¿Por qué tiene que ser así? —cuestionó mi padre, sin intentar
ocultar la preocupación en su voz.

—Ya hemos hablado de esto, Peter. —Mi madre suspiró—. El Alfa no


puede ser la pareja de Sienna si la mantenemos encerrada aquí. Ella
necesita espacio para respirar.

—No sabemos si será mi pareja —la corregí.

La elección de palabras de mi madre fue dolorosamente irónica,


teniendo en cuenta que estaría mucho más sofocada y encerrada en
casa de Aiden que aquí.

Mi padre me abrazó como un oso.

—Sé que tienes que averiguar si es tu pareja o no, pero eso no


significa que no vaya a estar muy preocupado por mi niña. Me gustaría
que te quedaras.

Cuanto más pensaba en ello, más sabía que era algo que tenía que
hacer, quisiera o no. Nunca sabría si Aiden y yo teníamos una
oportunidad real de tener una relación si no le daba al menos una
oportunidad, aunque tenía mis dudas sobre sus intenciones.

Abracé fuertemente a mis padres.

—No tenéis que preocuparos por mí. Os lo prometo.

—Sí, por supuesto... estarás bien —dijo mamá, rompiendo a llorar—.


Mi última hija saliendo de casa y apareándose con un Alfa. ¡No puedo
creer que hayas crecido!
LEYVA 📝
Recordé cómo habían actuado mis padres cuando Selene se había
mudado. Había sido igual. Aunque ella era su hija de sangre y yo había
sido adoptada, eso no les importaba en absoluto.

Eso me hizo amarlos aún más por ello. Los iba a echar de menos.
Padres biológicos o no, eran míos. Y quizás mi madre estaba siendo
melodramática, pero, ahora mismo, lo apreciaba.

—Volveré pronto, relájate —dije, abrazándolos por última vez. El


abrazo de mi madre fue demasiado fuerte para mi gusto.

Por suerte, un fuerte claxon de coche sonó fuera, ofreciendo una


escapatoria.

—¡Ese debe de ser mi conductor! Tengo que irme, ¡pero os quiero


mucho! —grité mientras me escabullía por la puerta.

Fuera Josh me estaba esperando. Tenía una sonrisa sospechosa en su


rostro. Recogió mis dos maletas y las metió en el maletero mientras
yo me sentaba en el asiento del copiloto.

Josh se subió al coche y aceleró el motor como cualquier chico que


estuviera a punto de dar un paseo. Aunque dudaba mucho que fuera
un paseo agradable.

Condujo en un incómodo silencio durante un rato hasta que por fin


Josh giró la cabeza para mirarme.

—Es un placer conocerte oficialmente, Sienna Mercer —dijo con esa


extraña sonrisa—. —Soy Josh Daniels, el Beta de la Manada de la
Costa Este.

—Sí, lo sé —dije, aún tratando de entenderle—. Debe de ser genial


ser elegido para ese puesto.
LEYVA 📝
—También debe de ser bueno estar en tu posición —dijo Josh con un
tono acusador—. Así que, ahora que estamos aquí, ¿por qué no me
dices cómo lo hiciste?

—¿Perdón? —Sabía que había algo raro en esa sonrisa falsa.

—No seas modesta —su voz estaba empapada de sarcasmo ahora—.


Tienes que contarme tu técnica. ¿Cómo engañaste al Alfa para que te
marcara?

No estaba dispuesta a aguantar esta mierda.

—¿Engañarlo? Ni siquiera tuve elección en nada de esto. ¿Qué te da


derecho a cuestionar mis motivos?

—Soy el Beta. Es mi trabajo, y si te estás aprovechando de él cuando


está en un estado vulnerable, seré el primero en saberlo.

—Si tienes tanta curiosidad por mí, ¿por qué no le preguntas a tu


mejor amigo por qué me marcó? —le contesté.

—Bueno, lo haría, pero Aiden se niega a responder a ninguna de mis


preguntas sobre ti. —Frunció el ceño—. Es muy reservado con el
hecho de haberte marcado. Todo el mundo está desconcertado.

Me miró.

—Me ofrecí a recogerte con la esperanza de que me pusieras al


corriente de esta pequeña relación que habéis empezado.

—Si Aiden no té dijo nada, entonces ¿por qué diablos lo haría yo? Tal
vez sólo estás tratando de obtener información para usarla contra
él.

Josh se masajeó la sien con frustración.


LEYVA 📝
—Debería haber dejado que Jocelyn se encargará de esto. Ella está
acostumbrada a tratar con gente desquiciante.

—Eso tiene sentido teniendo en cuenta su historial de citas —


repliqué.

Josh estrechó sus ojos hacia mí.

—Voy a ser sincero contigo. No creo que seas lo suficientemente


fuerte o madura para manejar una dominación tan poderosa como la
de él, y no importa que te creas una loba malvada o lo que sea que
pienses.

—Me estás subestimando —le dije, desafiándolo.

—El tiempo lo dirá. Ahora sal de mi coche —dijo Josh con suficiencia.

Durante nuestra discusión, no me había dado cuenta de que ya


habíamos llegado a la casa de Aiden.

Salí del coche de Josh, cerrando la puerta tras de mí. Cogí mis
maletas y me dirigí al otro lado del puente hacia mis vacaciones en la
Bruma del infierno.

Sin embargo, una cosa estaba clara. No dejaría que Josh ni nadie me
subestimará.

*****

Cuando Aiden abrió la puerta, mis ojos se fijaron inmediatamente en


su pecho sin camiseta y reluciente. Sus músculos se abultaban con
cada pequeño movimiento.

Mi Bruma empezó a echar chispas.

Demonios, ¿realmente está sucediendo esto ya?


LEYVA 📝
Intentó agarrarme y tirar de mí, pero me las arreglé para pasar por
debajo de su enorme cuerpo y entrar en la casa. Se creía muy listo,
pero no iba a atraparme tan fácilmente.

—Puedes llevar mi equipaje a la habitación de invitados —dije


tímidamente mientras atravesaba el vestíbulo, asegurándome de ir
varios pasos por delante de él—. ¿Vas a guiarme, o tengo que hacerlo
todo yo?

—Oh, has estado haciéndolo tú misma durante demasiado tiempo. Es


hora de que dejes que otro te ayude —dijo, sonriendo con esa molesta
y sexy sonrisa.

Me limité a poner los ojos en blanco.

—Te dije... nada de sexo. Eso fue parte de nuestro acuerdo.

—Acordamos que no tendríamos sexo —dijo, empezando a fruncir el


ceño—. Eso no significa que no podamos permitirnos otras
actividades.

A pesar de mis intentos por reprimirla, mi Bruma seguía creciendo.


Me esforzaba al máximo, pero era casi imposible con su olor por
todas partes, y con él sin camiseta y sudado, a sólo unos pasos.

También podría haber presentado mi culo ardiente en una bandeja de


plata.

Sin embargo, eso no significaba que no fuera a contraatacar.

—Aiden, hablo en serio —dije. —No voy a acostarme contigo. No


somos compañeros, y tampoco somos amantes. Necesito mi propia
habitación, y eso no es negociable.

Nos miramos fijamente en una batalla de voluntades, ambos


afirmando nuestro dominio. Me negué a retroceder, especialmente
LEYVA 📝
después de lo que había dicho Josh. Para mi sorpresa, Aiden,
gruñendo ligeramente en voz baja, cogió mis maletas y me llevó a la
habitación más cercana, arrojándolas dentro.

No podía creer lo que veían mis ojos. ¿Acababa de hacer que Aiden
se comprometiera con algo? ¡Hice que el Alfa de la manada de la Costa
Este se comprometa!

Tal vez tenía una oportunidad de sobrevivir a esto después de todo.


Resultó que mi excitación fue mi última traición. Sin embargo, la
Bruma me golpeó de lleno en medio de mi vértigo.

Los sentimientos de Aiden se encendieron de inmediato, y él también


fue pillado por la Bruma. Joder, allá vamos.

Nos encontramos en medio de la habitación, y sus brazos me


rodearon en cuestión de segundos mientras mis manos agarraban sus
mechones desordenados. Me empujó a la cama y cayó encima de mí.

Me bajó los tirantes del vestido, dejando al descubierto el sujetador,


y empezó a chuparme la marca, volviéndome loca. Su boca bajó hasta
mis pechos, y jadeé al sentir su lengua y sus dientes recorriendo mis
pezones.

Arqueé la espalda, intentando llevar su boca de nuevo a mi cuello,


pero en lugar de eso, siguió bajando, y me encontré rodeando sus
hombros con mis piernas. Sentí que su lengua intentaba atravesar la
fina capa de mi ropa interior, y eso me hizo gemir.

La irritación me desgarró. Quería el contacto piel con piel.

Quería que me quitara la ropa. Quería que los dos estuviéramos


desnudos y que nuestra piel sudada se tocara. Era una forma de
tortura tenerlo tan cerca, pero no lo suficiente.
LEYVA 📝
Lo necesitaba dentro de mí, y lo necesitaba ahora.

No podía esperar hasta saber si éramos compañeros. Tenía que


tenerlo aquí y ahora, o me volvería loca.

¡Mierda, contrólate, Sienna! Por fin había ganado la partida y le había


hecho transigir. No podía tirar eso por la borda ahora.

—¡Para! —grité—. ¡Suéltame! Por favor. Dame espacio para pensar.

Aiden parecía exasperado.

—Sienna, no puedes seguir haciendo esto. Es un anhelo natural querer


que se cumplan tus deseos sexuales.

—Fuera —le ordené mientras se me llenaban los ojos de lágrimas.

—Esta es mi casa —gruñó Aiden—. Sólo eres una invitada aquí.

—¿Soy tu invitada? —pregunté, ahogada—. ¿O soy sólo una prisionera


de tu maldita voluntad Alfa?

Antes de que pudiera responder, corrí al baño y cerré la puerta.

Me quité la ropa y me senté en la ducha, dejando que el agua corriera


por mi cara, ocultando mis lágrimas. Sabía que estaba condenada a
sentirme siempre así por culpa del pasado.

Y tal vez me merecía esta maldición. Alfa o no, nadie podía quitarme
estos demonios.

Para empeorar las cosas, ahora tenía que estar cerca de Aiden todos
los días. No podía volver a pasar por esto a diario. Sólo habían pasado
unos minutos desde que había llegado y ya estaba desesperada. Si no
podíamos sobrevivir a menos de una hora juntos, ¿cómo podríamos
sobrevivir las próximas semanas?
LEYVA 📝
En diez minutos habíamos conseguido pelearnos, enardecer nuestra
Bruma y tener una sesión sexual de toqueteos llena de ira de la que
huí en un ataque de pánico.

Esto no era saludable.

Cuando me levanté del suelo de la ducha, observé una fina línea de


sangre que rodeaba el desagüe. Sentí una punzada de esperanza en
el pecho.

Mi periodo.

Salí de la ducha y consulté rápidamente el calendario. Era ese


momento del mes. Mi periodo significaba no tener sexo, y no tener
sexo significaba mantener mi virginidad y mi cordura intactas
durante otra semana sin tener que enfrentarme a las tentaciones de
Aiden.+

Nunca, en toda mi vida, había sentido tanta gratitud hacia la madre


naturaleza.

LA GRIETA
Sienna
La expresión de la cara de Aiden al olfatearme cuando salí de mi
habitación por la noche fue divertidísima. Su nariz se arrugó con
insatisfacción y gruñó: —¡Joder! —, antes de volver a su propia
habitación y dar un portazo.3
LEYVA 📝
La sangre era un problema obvio para los hombres lobo, pero por
alguna razón, la sangre de la regla hacía que los machos huyesen hacia
las colinas con el rabo entre las piernas. Y por eso, estaba agradecida.

Por lo menos podría evitar más encuentros sexuales durante un


tiempo mientras ideaba un nuevo plan, por no mencionar la ventaja
añadida de meterme con Aiden.

Mientras apreciaba mi pequeña victoria, mi teléfono empezó a vibrar.

Michelle
Hola chica, ¿vienes mañana?

Sienna
¿ir a qué?

Michelle Sienna...

Michelle
¿de verdad?

Sienna
Lo siento, realmente no tengo ni idea

Michelle
Vamos a comprar el vestido de la ceremonia de apareamiento de Mia

Michelle
Lo sabes desde hace tiempo

Sienna
Oh, Dios mío, me olvidé por completo.

Sienna
Las cosas han estado muy revueltas.
LEYVA 📝
Sienna
Desde, ya sabes...

Michelle
Me he dado cuenta...

Michelle
No has estado mucho por aquí últimamente

Sienna
Lo sé, lo sé

Sienna
Es que

Sienna
Aiden

Sienna
Y la Bruma

Sienna
Y todo esto de irse a vivir juntos

Sienna
Siento que me estoy volviendo loca

Michelle
Lo entiendo

Michelle
Tienes mucho que hacer

Michelle
Por cierto, estoy bien

Sienna ¿Qué?
LEYVA 📝
Michelle
Nada

Michelle
¿Vienes o no?

Sienna
Lo intentaré

Michelle
Sienna

Sienna
Bien, sí, voy.

Michelle
Nos vemos allí

*****
Una anfitriona humana nos sirvió champán mientras Mia se probaba
diferentes vestidos en una boutique ciertamente bonita. Erica y
Michelle se preocuparon por su cola y elogiaron sus elecciones de
estilo.

Me quedé pensativa en un rincón, mirando mi copa de champán como


si fuera un pozo mágico que contuviera todas las respuestas a mis
problemas.

—Hola, Tierra a Sienna —llamó Erica desde el otro lado de la


habitación—. ¿Te estamos aburriendo?

—Lo siento, estoy un poco distraída —me disculpé.

Michelle chasqueó la lengua con fastidio y empezó a dar un trago a


su champán, como si quisiera mantener la boca ocupada para no decir
algo de lo que se arrepintiera.
LEYVA 📝
—Ven aquí y ayúdame a quitarme este vestido antes de que me
desmaye —graznó Mia, respirando con dificultad—. Esta cosa está
más apretada que mi sexo antes de mi primera Bruma.

—Has dado la vuelta a la manzana, eso seguro —Michelle se rió—.


¿Hay algún hombre en esta ciudad al que no le hayas clavado las
garras en algún momento?

—Oye, ahora me estoy acomodando, ¿de acuerdo? —Mia respondió—


. Al menos puedo seguir viviendo a través de vosotras, chicas.
Especialmente Sienna. Debes estar siendo violada cada maldita noche
por ese sexy Alfa. Estoy tan celosa, no tienes ni idea.

—Te estás acostando con tu mejor amigo —dijo Erica con reproche.

—Sí, supongo que eso también está bien. Sólo déjame fantasear un
poco, ¿de acuerdo? —Mia salpicó con su champán en uno de los
vestidos.

No tenían ni idea de lo incómodo que me resultaba hablar de sexo,


pero no iba a revelar que era virgen a un grupo de lobas achispadas y
locas por el sexo.

—Dímelo a mí —intenté decir de forma convincente—. Apenas hay un


momento libre en que Aiden no me tenga a cuatro patas.

—Oh, Dios mío, cuéntanos todo. Erica prácticamente se desmayó.

Maldita sea, no lo había pensado bien. Cuando Mia se quitó el vestido,


me di cuenta de que un sello de unicornio vagabundo me miraba
fijamente por encima de su culo. Oh, gracias a Dios por las malas
decisiones de Mia.

—No, Mia tiene que contarme todo sobre ese tatuaje, y necesito
saberlo ahora mismo —grité, intentando cambiar de tema.
LEYVA 📝
Mia levantó las cejas de forma sugerente.

—Oye, lo que pasa en la feria del condado se queda en la feria del


condado. Quizá tú y Aiden podáis conseguir unos a juego cuando
vayáis juntos este año.

Preferiría morir.

—Dios, Mia, eres demasiado —Me reí falsamente.

—¿Por qué no nos dices por qué te fuiste del club con Aiden durante
la noche de chicas sin siquiera despedirte? —preguntó Michelle,
haciendo que toda la sala se quedara en silencio. Todas me miraron
expectantes como si fuera una discusión inevitable que iba a ocurrir.
—Yo... yo... estaba...

Maldita sea, no podía contarles cómo casi me violaron. Ya estaba


desanimando el ambiente. Y eso sólo traería otras preguntas que no
estaba preparada para responder. Así que, supongo que mi única
opción era...

—Aiden podría ser mi pareja —solté.

Erica y Michelle se quedaron con la boca abierta.

—No puede ser —gritó Mia—. ¿Hablas en serio? Oh, Dios mío, esto
lo explica todo, por qué has estado tan distante y rara últimamente.
Esto es SUPERFUERTE.

—Sí, no tenía ni idea. Es una razón totalmente válida para dejarnos


—dijo Erica mientras Michelle la miraba mal.

—Todo está sucediendo tan rápido —dije, poniendo mi mejor


expresión de Selene—. Pensé que me moriría cuando me lo dijera. Sin,
embargo, todavía lo estamos descubriendo.
LEYVA 📝
—Parece que vas a ser la siguiente en pasar por una boda se burló
Erica.

—De ninguna manera, definitivamente va a ser Michelle —dije,


sonriendo, pero cuando miré hacia ella, no me devolvió la sonrisa.

Michelle cogió su bolso y se levantó de golpe.

—Últimamente vives en tu propio mundo, ¿verdad, Sienna? —Salió


furiosa de la tienda, dejándome totalmente confundida.

—¡Michelle, espera! —exclamé—. ¿Qué he dicho?

Mia y Erica intercambiaron miradas entre sí.

—Michelle está un poco nerviosa ahora mismo. Ha tenido algunos


problemas con Ross —explicó Erica.

—Mierda, no tenía ni idea —dije—. Pero lo van a arreglar, ¿verdad?

Mia se encogió de hombros.

—Tal vez, pero puedes hacerte una idea de por qué está enojada. Si
hubieras estado más cerca en estas últimas semanas, habrías sabido
por lo que estaba pasando.

Maldita sea, ¿tenía razón? ¿Había estado tan ensimismada con todo
lo que estaba pasando que había descuidado completamente a mi
mejor amiga? Me dolía tanto ocultar la verdad a mis amigas, pero
tenía que hacerlo por mi cuenta. Esperaba que lo entendieran en algún
momento, pero ahora no era el adecuado.

*****

Estaba preparando la cena, pensando en Michelle, cuando Aiden llegó


a casa del trabajo, todavía con la misma expresión de fastidio que
tenía por la mañana.
LEYVA 📝
—Pensé que no querías que te consideraran una mujer sumisa que no
hace más que cocinar para su hombre —comentó secamente.

Le lancé una mirada fulminante.

—Cocinar no es un rasgo de sumisión. Si no puedes hacer tu propia


comida, eres tú la que depende de otra persona.

Sonrió como un lobo. —¿Te estoy molestando, Sienna? —preguntó,


con un brillo travieso en los ojos.

De repente, estaba detrás de mí, con las manos en la cintura,


presionado contra mi espalda. Sus labios rozaban mi oreja cuando
dijo—:¿Quieres golpear al gran Alfa malo?.

Lo haría, pero me contuve por ahora.


—Suéltame —gruñí, pero en lugar, me besó. Esta vez el beso no fue
tan apresurado como antes.

Su Bruma estaba completamente bajo su control, y me volvía loca.


Quería que presionara más, que me empujara contra la isla y me
devorara.

Lamió mis labios para que aceptaran los suyos, chupándolos y


mordiéndolos.

Cuando me estremecí y no pude seguir manteniendo la boca cerrada,


su lengua resbaladiza se abrió paso y se enredó con la mía,
haciéndome enloquecer de pasión. De repente, se detuvo y se apartó
con una sonrisa en la cara.

—Creo que es suficiente por esta noche —dijo, haciéndose eco de mis
propias palabras, que había utilizado contra él en múltiples ocasiones.

Vaya imbécil. ¿Así es como quería jugar este juego? Bueno, el juego
es, perra. No es el único que tiene control sobre su Bruma.
LEYVA 📝
—Siéntate. La cena está servida —dije bruscamente.

—Bueno, mírate, tan linda ama de casa. Te queda bien...

Aiden soltó un aullido desgarrador cuando le eché un montón de


espaguetis a la boloñesa calientes en el regazo.

—Oops, lo siento, querido. Deja que te lo limpie. —sonreí.

Mientras cogía un trapo y fingía que limpiaba la comida de su regazo,


me aseguré de prestar especial atención a su entrepierna. Sentí que
se le ponía dura, y su Bruma se encendió casi inmediatamente.

Lo masajeé con cuidado mientras sus ojos se cerraban y una mirada


de puro placer aparecía en su rostro. Dejé de tocarlo bruscamente y
le tiré la toalla cubierta de salsa a la cara.

—Estás un poco caliente ahí abajo —me burlé—. Deberías limpiar eso.
No querría tocarte con el periodo.

Aiden se levantó, gruñendo, y clavó su tenedor en la mesa. Nos


miramos con desprecio, afirmando nuestro dominio en el más alto
grado hasta que...

Me quedé con la boca abierta cuando Aiden rompió en una enorme


carcajada. Empezó a reírse histéricamente, doblándose y
sujetándose el estómago. Su risa era grave, y era tan contagiosa que
yo también me eché a reír. ¿Qué demonios estábamos haciendo?

Cuando la risa se calmó, nos sonreímos el uno al otro, y pude ver que
sus ojos se suavizaban. El silencio que siguió a la carcajada fue el más
confortable que había sentido con alguien, y mientras nos mirábamos,
sonriendo así, sentí que todo encajaba.

Por fin todo tenía sentido. Fue un momento surrealista, pero no lo


cuestionaría.
LEYVA 📝
Comimos en silencio, sin que ninguno de los dos se atreviera a
romperlo. Parecía que le gustaba lo que cocinaba por la forma en que
devoraba toda la comida y volvía a por más.

Ver a Aiden comer lo que había cocinado con tanta hambre, con tanta
satisfacción, era un placer diferente.

Levantó la vista y se encontró con mi mirada, con sus ojos


intensamente clavados en los míos, mi corazón dio un vuelco. Me miró
fijamente a los ojos, como si tratara de leerme, de estudiarme, y yo
me encontré haciendo lo mismo con él, tratando de descifrar su
mirada repentinamente inescrutable.

¿Qué pensaba? ¿Qué sentía? Quizás algún día nos entenderíamos de


verdad.+

De repente, esbozó una sonrisa y volvió a comer su cena.

—Buen provecho —susurré suavemente.


LEYVA 📝

LOS IGUALES
Aiden
Estoy en lo más profundo. Ya no hay vuelta atrás, no es que la haya
habido para mí.

Sienna me tenía atado. Como un perro domesticado. ¿Pero me odiaba


o sentía algo por mí?

Nunca podría decirlo con ella. Si al final me rechazaba...

¡Joder!

Pasé mis garras por mi escritorio, tirando al suelo todo lo que había,
desde pilas de documentos firmados hasta viejos trofeos deportivos.

Josh se encogió especialmente cuando esparcí cientos de invitaciones


para el Baile de Navidad por toda la habitación, algunas de las cuales
golpearon el ventilador del techo y fueron destrozadas.

—Esa chica —gruñí—. No puedo quitármela de la cabeza. Se ha


apoderado de todos mis pensamientos y me está volviendo loco.

—Estoy seguro de que es sólo la Bruma —dijo Josh con cautela,


mientras trataba de recuperar lo que quedaba de las invitaciones.

La maldita Bruma. Se sentía interminable. Me burlé de Sienna


implacablemente sobre su control, pero la verdad era que apenas me
LEYVA 📝
mantenía firme. Cuando estaba en su presencia, todo lo demás se
sentía borroso, no podía concentrarme.1

¿Pero que me sienta así cuando ella ni siquiera estaba cerca? Me


dieron ganas de arrancarme los ojos.

—¿Cómo diablos estás lidiando con esto? —pregunté, caminando en


círculos—. ¿Acaso Jocelyn no te distrae de tus tareas más
importantes, se te mete en el cerebro como un parásito y te dan
ganas de partir algo por la puta mitad?

—Uhhh —Josh sacó rápidamente un mural vintage de mi árbol


genealógico de mi alcance.

Hizo una pausa para pensar en mi pregunta.

—En realidad, no —dijo, mirándome un poco confundido—. Quiero


decir que Jocelyn es genial y todo eso, pero no puedo decir que haya
sentido nada parecido a lo que describes.

—Bueno, entonces tienes suerte —gruñí—. Porque esto es una


tortura.

Mi teléfono empezó a vibrar en mi bolsillo y lo saqué con cautela,


sabiendo exactamente quién sería.

Sienna
Hey Aiden

Sienna
Recibí tu nota

Sienna
Espero que tengas un buen día de trabajo
LEYVA 📝
Sienna
Suena a ocupado

Sienna
Tal vez pueda encontrar una manera de hacer tu día menos estresante

Sienna
😉

Arrojé mi teléfono al otro lado de la habitación mientras mi Bruma


comenzaba a encenderse de nuevo, viendo cómo se hacía añicos
contra la pared.

—Josh, ya no tengo acceso a mi agenda —dije sin una pizca de ironía—


. ¿Qué hay en mi agenda para el resto del día?

—Sólo la comida de la Manada —respondió Josh—. ¿Quieres que la


cancele?

—Diablo, no, eso es exactamente lo que necesito. Una habitación llena


de testosterona. Sin mujeres y especialmente sin Sienna.

Sienna
Me desperté en una casa vacía, pero el olor de Aiden aún permanecía
en el aire. Dejó una nota, sostenida por un imán en la nevera. Decía
que había salido por unos asuntos de los Alfa y que estaría en la Casa
de la Manada todo el día y podría no llegar a casa a tiempo para la
cena.

Por alguna razón, una sonrisa tonta se extendió por mi cara mientras
me vestía. Cuando me miré en el espejo y me recogí el pelo rojo en
una coleta, vi mi marca bajo una luz diferente.
LEYVA 📝
Por primera vez, no me molestó ni me enfureció. De hecho, me sentí
algo orgullosa de ella.

Decidí enviarle un mensaje de texto a Aiden y decirle que tuviera un


buen día en el trabajo, tal vez incluso coquetear un poco, pero
después de algunos mensajes, no respondió. Probablemente estaba
agobiado por el trabajo y tuvo que apagar el teléfono.

¿Y si le sorprendía en la Casa de la Manada para comer? Parecía una


buena idea, teniendo en cuenta que hoy no tendría un momento libre.

Prácticamente estaba radiante, y quería arrancarme mi propia


sonrisa tonta de la cara, desde luego que esta sensación no era tan
mala.

****

Cuando llegué a la puerta, vi al guardia que había estado allí la última


vez que atravesé la Casa de la Manada. Me miró y se puso blanco como
un fantasma. Sin decir siquiera hola, abrió la puerta y me hizo pasar,
intentando evitar el contacto visual.1

—Siento lo de la última vez —dije tímidamente, haciéndole saltar—.


Puede que tenga problemas para controlar mi ira.

Con los ojos muy abiertos, sonrió nerviosamente, asintiendo como un


muñeco roto. Es posible que tenga que pagar su terapia.1

Cuando entré, percibí el olor de Aiden, pero estaba un poco


camuflada por otros olores masculinos. Me pregunté si él podría
olerme o si el mío también estaba enmascarado. Mientras olfateaba
el aire, casi choco con Jocelyn.

—Hola, Sienna —dijo mientras sonreía—. ¿Qué estás haciendo aquí?

Maldita sea, casi había olvidado lo hermosa que era.


LEYVA 📝
—Hola, Jocelyn —dije, sonriendo tímidamente a cambio.

Todavía no estaba segura de si podía confiar en ella o no. Michelle me


decía constantemente que era sospechosa, pero Jocelyn siempre era
amable y servicial conmigo. Por lo general, confiaba en el juicio de
Michelle, pero esta vez no estaba tan segura.

Especialmente porque el momento de la desconfianza de Michelle en


Jocelyn fue paralelo a su salida con Josh, de quien estoy bastante
segura que Michelle estaba enamorada, a pesar de no haberlo
conocido oficialmente.

—¿Estás aquí por Aiden? —preguntó astutamente.

—¿Está ocupado? Siempre puedo volver más tarde.

—No, sólo está en la comida de la Manada. Sólo para hombres —dijo,


poniendo los ojos en blanco—. Josh está allí también.

—Eso parece importante —dije, empezando a perder los nervios—.


Tal vez no debería interrumpir.

Jocelyn me agarró del brazo, riéndose.

—Creo que eso es exactamente lo que deberías hacer. Espera, prueba


esto.

Se inclinó hacia mí y me bajó el pelo de la coleta, revolviéndolo y


jugueteando con él hasta darle un aspecto sexy de recién levantada.
Maldita sea, su hermosa apariencia era una cosa, pero también tenía
un aroma que podía matar. Era absolutamente embriagador. Me bajó
el hombro de la camisa, dejando al descubierto mi marca.

—¿Estás segura de esto? —pregunté.


LEYVA 📝
—Sienna, Aiden está loco por ti. Y si lo que Josh me ha dicho es
cierto, entonces podría estar literalmente volviéndose loco por ti.
Probablemente eres la loba más dominante que he conocido, y estás
muy sexy ahora mismo. ¡Abrázalo! Entra en esa comida y demuéstrale
que eres una fuerza a tener en cuenta.

Me dedicó una sonrisa traviesa y colocó su mano sobre mi corazón.

—Confía en mí... y buena suerte.

Mientras se alejaba, sentí que realmente podía confiar en ella sin


reparos.

Una ardiente dominación había empezado a arder dentro de mí en


cuanto me tocó. Era como si hubiera activado algún poder enterrado
en lo más profundo de mí.

Con la barbilla levantada y la dominación irradiando por cada uno de


mis poros, empujé las pesadas puertas de roble de la sala de
reuniones, caminando a grandes zancadas hacia Aiden y los demás
hombres con total confianza.

Todos levantaron la cabeza, boquiabiertos, con la mandíbula caída y


los ojos llenos de lujuria, excepto Josh, que se limitó a fruncir el
ceño.

La Bruma de Aiden se encendió cuando captó mi olor, pero había una


mirada voraz de orgullo y posesión en sus ojos que no tenía nada que
ver con esta.

Despertar a Aiden delante de su manada era una de las cosas más


arriesgadas que había hecho nunca, pero me di cuenta de que estaba
funcionando por la forma en que sudaba y clavaba sus garras en la
mesa.
LEYVA 📝
Fue un movimiento audaz, pero Jocelyn dio en el clavo. No cualquiera
podría hacer esto.

Aiden intentó luchar contra su Bruma, pero por una vez, no quería que
luchara contra ella. Quería que lo envolviera por completo. No era
exactamente una venganza —yo también lo quería—, pero estaba
disfrutando de cada dulce segundo de su incomodidad.

Me incliné sobre la mesa y me lamí los labios.

—Te eché de menos cuando me desperté esta mañana. Empecé a


tocarme, pero no era tan divertido sin ti. Tus dedos son mucho más
satisfactorios.

Eso era todo lo que necesitaba. Antes de que me diera cuenta de lo


que estaba pasando, me levantó y me golpeó contra la mesa, haciendo
que el resto de su mochila se sacudiera.

Se arrastró por encima de mí, gruñendo con anticipación, mientras yo


me extendía por la mesa a la vista de todos los demás.

—Salid —gruñó a su manada sin romper el contacto visual conmigo—.


Todo el mundo fuera, AHORA.

La Manada se levantó apresuradamente de la mesa y se dirigió a la


salida, pero Aiden estaba encima de mí antes de que se fueran.

Me agarró los pechos a través de la camisa, apretando casi con dolor.


Le devolví el beso, pero a diferencia de él, ahora tenía control sobre
mi Bruma. Conseguí escaparme de su boca hasta que un gruñido salió
de su garganta, haciendo retumbar su pecho.

Me estremecí al sentir la vibración y me reí en voz baja.

—Oh, alguien está enfadado —dije seductoramente.


LEYVA 📝
—No tienes ni idea —gruñó y volvió a besarme. Esta vez dejé que me
besara tan posesivamente como quisiera mientras le rodeaba el cuello
con los brazos y le rodeaba la cintura con las piernas. Agarré un
puñado de su pelo y tiré de él con toda la fuerza que pude hasta que
enseñó los colmillos.

—Muérdeme, joder —le ordené.

—¿Qué? —respondió desconcertado—. ¿Desde cuándo...?

—Haz lo que te digo. Híncame los dientes.

Aiden me levantó y me puso suavemente en el borde de la mesa,


observándome con preocupación. —Sienna, ¿de qué va esto?

—¿De qué estás hablando? ¿No quieres tomarme? —respondí,


molesta.

—Por supuesto que sí —dijo—. Pero no así.

¿Qué estaba haciendo? ¿Entregándome al Alfa? Esta era una idea


tan jodidamente estúpida.

Las dudas empezaron a saltarme, y lo que había hecho Jocelyn se


desvanecía rápidamente. Todas mis inseguridades salieron a la
superficie.

—¿Acaso encuentras mi aroma seductor? —escupí—. ¿Y si no fuera


tu posible pareja? ¿Me prestarías alguna atención? Tú eres un Alfa,
un pedigrí diferente. Yo sólo soy una plebeya, una chica que fue
abandonada por sus padres. No soy nadie.1

Empecé a llorar.

—No puedo estar con alguien que es superior a mí. No puedo estar en
una relación en la que me siento constantemente insignificante y
LEYVA 📝
agobiada por estar a la altura de sus expectativas. Esto no puede
funcionar.

Aiden parecía aturdido, pero me puso suavemente la mano en la


mejilla y me miró fijamente a los ojos.

—Sienna, no te veo como una plebeya que tiene que someterse a todos
mis caprichos —sonrió—. Te veo como una igual.

Ahora, yo era la que parecía aturdida. ¿Un igual?

—Mira, no puedo explicarlo, pero... —dijo, arrugando la frente—. Pero


últimamente me siento conectado a ti, a lo que quieres. Puedo sentir
tus deseos y tus dudas como si fueran míos. Y sé que no lo quieres
aquí, en mi oficina, en la mesa de conferencias.

Aiden comenzó a pasearse ahora, claramente nervioso, una emoción


que no había pensado que Aiden poseía.

Esto era rarísimo, y me sentí completamente desconcertada, sin


saber qué pasaría ahora.

—Lo que estoy tratando de decir es... —se giró para mirarme con una
ráfaga de confianza. Creo que es hora de que nos vayamos.+

Oh. Dios. Mío.


LEYVA 📝

LA CARRERA

Sienna
Hola, Selene

Sienna
¿Estás despierta?

Selene
Ugh, apenas

Selene
Más vale que sea algo de vida o muerte

Selene
Son las 2 Am

Selene
¿Qué pasa?

Sienna
¿Cuando lo supiste por primera vez?

Selene
¿Saber qué?

Sienna
Que estabas enamorada de Jeremy

Selene
Espera, ¿qué?
LEYVA 📝
Selene
Sienna...

Selene
¿No podría esto esperar hasta mañana?

Sienna
Aiden me pidió que hiciéramos una carrera

Selene
¿QUÉ?

Selene
OH MI DIOS

Selene
¿Por qué no has empezado por eso?

Selene
Estoy como hiperventilando por aquí

Selene
Espera, déjame ir a la sala de estar

Selene
Jeremy está roncando

Selene
🙄

Sienna
Um, de acuerdo, respira profundamente

Sienna
Yo soy la que va a la carrera

Selene
LEYVA 📝
¿Así que te vas?

Sienna
Sí, y necesito tu consejo

Sienna
Como... ahora

Selene
Bien, ¿qué necesitas saber?

Sienna
Tu primera carrera con Jeremy

Sienna
¿Cómo fue? ¿Qué te pusiste? ¿Fue intenso o íntimo?

Selene
Bueno, fue mágico

Selene
Y lo que llevas no podría importar menos

Selene
Ya que te vas a despojar de tu ropa

Selene
Es íntimo e intenso a la vez

Selene
Es realmente una experiencia espiritual más que nada

Selene
Dejarse llevar por el lobo y ceder a los instintos más primarios

Sienna
¿Y si nuestras formas de lobo no se conectan?
LEYVA 📝
Sienna
Esto podría arruinar todo si no estamos preparados

Selene
No puedo darte una respuesta a eso

Selene
Pero si ya has dicho sí, creo que tienes tu respuesta

Selene 💖

Sienna
Gracias, hermana.

Sienna
Tengo que irme

Sienna
Aiden acaba de entrar

Sienna
Miré al hombre con el que estaba a punto de celebrar una carrera —
la experiencia más íntima que dos hombres lobo podían compartir—.
Y de repente sentí una oleada de nerviosa expectación.

Se rumoreaba que una carrera era lo que había acabado con la


relación de Aiden y Jocelyn. Ya que no conectaban en absoluto en
forma de lobo.

¿Y si eso también nos ocurriera a nosotros?

—¿Lista? —preguntó Aiden.

Esa era una maldita pregunta cargada. Cuando Aiden me lo había


preguntado por primera vez, mi lobo se apoderó de mí y solté un «sí»
antes de que pudiera procesar el peso de ese compromiso.
LEYVA 📝
Su expresión era de tan sincera satisfacción por la rapidez de mi
respuesta que no tuve el valor de echarme atrás.

Ahora mi cabeza me gritaba que corriera lo más lejos posible en otra


dirección mientras mi loba aullaba por encima, ahogando mi inquietud
y diciéndome que moviera el culo y me fuera con él.

Asentí con la cabeza y me levanté mientras él me cogía de la mano y


me llevaba al exterior, al borde del bosque. Dimos el primer paso
juntos, cruzando el umbral hacia una experiencia de otro mundo que
lo cambiaría todo.

—Espera —grité de repente—. ¿Podemos caminar un poco primero?

Aiden sonrió ante mi evidente ansiedad.

—Claro que sí.

Comenzamos a caminar en silencio por el bosque, y mi inquietud


empezó a desaparecer a medida que nos adentrábamos en el arroyo.
Había algo tranquilizador en la forma en que el agua fluía tan
libremente.

Miré a Aiden. Quizá era la primera vez que sentía que era libre de
tomar mis propias decisiones, sin presiones ni manipulaciones. Aiden
me dejaba hacer esto a mi ritmo, a mi manera.

Me quedé boquiabierta cuando llegamos a un estanque iluminado por


la luz de la luna. Sus bordes eran suaves y musgosos, y el reflejo de
la luz hacía brillar el agua como un reflejo del cielo estrellado.

Ambos sabíamos que este era el lugar. Era perfecto. El corazón se


me salió del pecho.

Se acabaron los rodeos.

Ya era hora.
LEYVA 📝
Aiden empezó a quitarse la camiseta, revelando sus impecables
abdominales. Se apoyó en un árbol y sonrió mientras yo apretaba más
mi propia camisa.

—Date la vuelta —dije, ruborizándome—. No quiero que me mires.

—¿Por qué? —se rió—. Te veré desnuda de una forma u otra. Es


natural.1

Tenía razón. Era otro código tácito entre los lobos. La desnudez
antes y después del cambio era inevitable, así que los hombres lobo
no le daban importancia. Era lo mismo que perder la virginidad cuando
llegaba la primera Bruma. Pero las reglas se volvieron diferentes para
mí después de Emily.

—Ya hemos dejado claro que no soy como las demás lobas que conoces
—respondí mientras tanteaba la cremallera de mis vaqueros.

—Créeme, lo sé —dijo Aiden, mirándome de repente con ojos


tranquilizadores. Aquella mirada era puro Alfa, no de forma
intimidatoria, sino de forma tranquilizadora.

Ser un Alfa no trataba sólo sobre el control. A veces había que


mantener a la Manada con la cabeza despejada.

—No te preocupes, te ves hermosa.

Me di la vuelta, pero lentamente me bajé los pantalones hasta los


tobillos y me quité el top. De pie, sólo en ropa interior, respiré
profundamente. Me quité el sujetador y las bragas y me giré para
mirar a Aiden.

Ya estaba desnudo, dejándolo todo al aire sin un ápice de vergüenza.


Después de todo, era el Alfa. Sin embargo, mientras estábamos
LEYVA 📝
completamente desnudos, contemplando los cuerpos del otro, no me
sentí como yo pensaba que lo haría.

No había un aura de lujuria entre nosotros, sino de conexión. Éramos


uno mismo.

Selene tenía razón al decir que se trataba de una experiencia


espiritual, y yo empezaba a entenderlo.

—Tú primera —me dijo.

Me adelanté y me puse directamente bajo la luz de la luna en cascada.

Dejando que mi loba me atrapara, me moví, aterrizando con gracia a


cuatro patas. Miré mi reflejo en el estanque para ver mi piel marrón
rojiza encendida como un fuego ardiente. Nunca lo había visto brillar
así.

Aiden fue el siguiente en transformarse, y su forma de lobo era tan


enorme como la recordaba.

Su sedoso pelaje negro azabache y sus penetrantes ojos color


avellana eran preciosos bajo el cielo nocturno. Nuestras miradas se
reconocieron al instante, y cualquier duda que tuviera sobre que
nuestros lobos no conectarían desapareció al momento.

Se dió la vuelta con elegancia y señaló con la cabeza el bosque, y esa


fue mi señal. Clavé mis patas en la tierra y me adentré en la maleza.
Ahora sólo tenía que asegurarme de que no me atrapara.

Era un juego de intimidad, pero también un reto. Tenía que mostrarle


lo dominante que era para demostrar que podía mantenerme en pie
contra el Alfa.

Los árboles se desdibujaban a mi alrededor mientras corría por el


bosque, y el viento en mi pelaje era estimulante. Si Aiden iba a
LEYVA 📝
atraparme, no se lo iba a poner fácil. Sabía que lo primero que tenía
que hacer era ocultar mi olor.

Me zambullí en un charco de barro y me revolqué antes de levantarme


rápidamente y cambiar de dirección. Mi mejor opción era confundirlo
y cubrir mi rastro lo mejor posible.

Mientras iba de un lado a otro, un agudo aullido penetró en el silencio


de la noche. Aiden quería que yo supiera que se estaba acercando.
Estaba jugando conmigo, pero también me dio una ventaja. Ahora
sabía su ubicación.

Me sumergí en el río y nadé hasta la otra orilla. Con suerte, tenía


ganas de mojarme. Me sacudí el pelaje hasta secarlo una vez que
estuve en la otra orilla y continué adentrándome en el bosque.

Habían pasado horas desde que empezamos la persecución. Sólo podía


imaginar la frustración que estaba sintiendo. Algunos dirán que debes
dejar que tu pareja sienta que lleva la delantera, pero a la mierda,
esto era un juego de dominación.1

Encontré una colina rocosa donde me aseguraría de no dejar huellas.


Subí a la cima y traté de orientarme. Con todas las vueltas que había
dado, incluso yo me había perdido un poco.

Mis oídos se dispararon cuando, sin previo aviso, un fuerte golpe


empezó a resonar desde el este, y se acercaba rápidamente a mí.
Aiden se abalanzó fuera de la maleza, con las garras desenfundadas
y la baba saliendo de sus mandíbulas desencajadas.

Sólo tuve un momento. Eché mi cuerpo a un lado mientras sus dientes


me mordían los talones. Tenía un aspecto salvaje e indómito, la
suciedad y los restos cubrían su pelaje, antes sedoso.
LEYVA 📝
Empezamos a hacer una especie de baile, dando vueltas el uno al otro,
esperando a ver quién daba el primer paso. Nos gruñimos
juguetonamente.

Finalmente, hemos llegado hasta aquí.

Una ramita se quebró y me dejé distraer por un pequeño segundo.


Era todo lo que Aiden necesitaba. Cargó contra mí y me golpeó en las
costillas.

Los dos caímos por la colina, atravesando rocas y zarzas, y


aterrizando en un montón al final.

Se recuperó primero y me inmovilizó inmediatamente. Grité y me


agarré, intentando escapar, pero me tenía justo donde quería. Su cola
se movió con excitación mientras enseñaba los colmillos.

Dejó escapar un aullido triunfal y hundió sus dientes en mi hombro,


justo donde habría estado mi marca en forma humana.

Este fue el acto final de una carrera entre compañeros potenciales.


Ahora estaba marcada tanto en forma humana como en forma de
loba.

Ahora era total y completamente suya. Una amante y una compañera


potencial. Ningún otro hombre se atrevería a acercarse a mí durante
la Bruma.

Volvimos a la forma humana, Aiden seguía encima de mí, con los


colmillos clavados en mi marca. Nos miramos sin movernos, sin hablar,
sin hacer nada, en realidad.

Fue el momento más íntimo e intenso de toda mi vida —como había


dicho Selene— y nunca habría pensado ni en un millón de años que lo
compartiría con Aiden Norwood.
LEYVA 📝
Me ayudó a ponerme en pie y me llevó al agua. Ya ni siquiera era
consciente de mi desnudez, sólo de mi conexión con Aiden.

Nos metimos hasta la cintura en el lago y él lavó con ternura la sangre


de mi marca. Me escoció, pero una marca no era tanto un dolor físico
como una conexión mental. Lo que yo sentí en ese momento, Aiden
también lo sintió.

Y lo que sentía era que mi corazón se llenaba de un anhelo por alguien


como nunca antes lo había hecho.+

Me había enamorado del Alfa.


LEYVA 📝

LA BAJADA

Sienna
Habían pasado tres días desde la carrera, y el periodo posterior fue
como una bajada de tensión, lo que significaba que mis emociones
estaban a flor de piel.

A veces experimentaba un estallido de euforia, recordando la emoción


de la persecución, mientras que otras veces caía en un bajón
emocional, pensando que nunca volvería a sentirme así.

Aiden también lo sintió. Se había vuelto más distante en los últimos


días, enterrándose en el trabajo. Selene omitió convenientemente que
a la mejor experiencia de mi vida le seguiría una agobiante sensación
de malestar.

Necesitaba hacer algo para sacarnos a los dos de la depresión, así que
decidí cocinarle a Aiden su postre favorito, la tarta de manzana.

Jocelyn me dijo que el Alfa era muy goloso, y aún no había utilizado
esa arma de mi arsenal contra él. Esta vez, sin embargo, usaría la
comida para el bien.

Me encontré tarareando y moviendo las caderas mientras me paseaba


por la cocina, derramando harina por todas partes. No esperaba que
un coro de criaturas del bosque entrara por la ventana y empezara a
envolverme en seda ni nada parecido, pero esta sensación... Se sentía
jodidamente bien.

El temporizador del horno sonó, indicando que la tarta de manzana


estaba lista. Olía a gloria. Si pudiera haber elegido un aroma
permanente para mí, sería este. Envíe un mensaje de texto a Aiden
LEYVA 📝
para saber cuándo llegaría a casa. No sabía cuánto tiempo podría
esperar para ver su cara.

Sienna
Oye, ¿estás de camino a casa?

Sienna
Tengo una sorpresa

Sienna
😊

Aiden
Sigo atascado en el trabajo

Aiden
Hoy tenemos nuestra propia sorpresa

Aiden
Un invitado VIP de última hora para el Baile de Navidad

Aiden
Voy a trabajar hasta tarde

Sienna
¿Otra vez?

Sienna
Es la tercera vez esta semana

Aiden
Lo sé

Aiden
No es lo ideal
LEYVA 📝
Aiden
Así son las cosas ahora mismo

Aiden
El baile de Navidad es en dos semanas

Aiden
Esto es un caos

Sienna
¿Volverás al menos antes de que me duerma?

Aiden
No sé

Aiden
Yo no esperaría despierto

Sienna
Oh, de acuerdo

Sienna
Hablamos más tarde, supongo

Todo el entusiasmo que había acumulado se desvaneció


instantáneamente de mi cuerpo. De repente, me enfadé. Enfadada
conmigo misma, por esforzarme tanto en la repostería, como una
sumisa ama de casa. ¿No tenia nada mejor que hacer que hornear para
un hombre? ¿Esperar su validación?

Pero estaba igual de enfadada por lo mucho que me molestaban sus


mensajes. Que su ausencia me afectara tanto.
LEYVA 📝
Solía rezar por este tipo de distancia entre nosotros. A veces
deseaba que estuviéramos en lados opuestos de la Tierra. Pero ahora
no podía soportar que se fuera por un día.

Y no me gustaba esa sensación.

Cuando el calor de la tarta de manzana se desvaneció, también lo hizo


su aroma. El inconfundible olor de Aiden, una mezcla de madera y de
hombre, volvió a llenar la habitación. Al parecer, era lo
suficientemente fuerte como para hacerlo, incluso cuando no estaba
en casa.

Sólo su olor era suficiente para enviarme una punzada visceral


de añoranza a través de mí. Desde la carrera, cuando nos habíamos
acercado como lobos, mi loba interior tenía esta necesidad constante
de estar cerca de él. Era como si él irradiara algo que nos conectaba,
y yo quería estar atada a esa conexión en todo momento.

Las lágrimas inundaron mis ojos. Puse la mano sobre mi marca


mientras mi cuerpo temblaba.

Sabía que estaba siendo dramática. Me sentía como una adolescente


tonta. Pero no me importaba. Sólo lo quería aquí conmigo,
abrazándome, besándome, diciéndome que todo se arreglaría entre
nosotros.

Pero, en cambio, estaba aquí sola.

Aiden

Dejé caer el teléfono de nuevo sobre la mesa.

-Maldita sea -murmuré en voz baja.


LEYVA 📝
Odiaba hacerle esto a Sienna. Apenas la había visto en los últimos
tres días porque parecía que estaba viviendo en la Casa de la Manada.
Todo estaba en pleno desorden desde el anuncio sorpresa de que el
Alfa Milenario asistiría a nuestro Baile de Navidad.

Y cuando todo estaba en desorden, su servidor trabajaba horas


extras.

Por un lado, era un honor que un invitado de ese calibre asistiera a


nuestra humilde celebración. El Alfa Milenario era el emperador de,
bueno, de todo. Era el faro del poder que todo el mundo veneraba, y
agraciarnos con su presencia era un honor que quizá no volveríamos a
tener.

Pero, por otro lado, era sospechoso. ¿Por qué el Alfa Milenario decidió
venir a nuestro Baile de Navidad, y además con tan poco tiempo de
antelación? ¿Sólo estaba interesado en la celebración anual, en visitar
nuestra Manada, o había algún motivo más?

No podía saberlo. Pero pensaba mantener mis sentidos agudizados


hasta que el Baile terminara para asegurarme de que estábamos
preparados para cualquier cosa.

Ya había ordenado que se multiplicara por diez la seguridad, tanto en


el Baile como en los días previos. Ser el hombre más poderoso del
mundo -y eso es lo que era el Alfa Milenario- significaba que se
acumulaba una lista impresionante de enemigos. Y con la reciente
violación del perímetro, estaba claro que había fallos en nuestro
sistema.

Desde luego, no iba a correr ningún riesgo.

Cuando ordené el aumento de la seguridad, algunos miembros de la


Manada me miraron como si estuviera paranoico. Pero estaba
LEYVA 📝
dispuesto a luchar por el equipo defensivo que sabía que
necesitábamos. Incluso si todo salía según lo previsto, prefería estar
a salvo que lamentarme después.

Tenía plena confianza en mi Manada, en su capacidad para cumplir


órdenes y obtener resultados, pero últimamente me preguntaba si
ellos tenían la misma confianza en mí.

Vi la forma en que sus ojos se conectaban entre sí cuando daba


órdenes, y escuché los susurros que flotaban a mi alrededor en
ocasiones.

Paranoico.

No tan fuerte.

Solitario.

No es que me desobedecieran o me faltaran al respeto. Eso habría


sido inaceptable. Habrían sido castigados y reemplazados
inmediatamente. Yo era el Alfa, y estaba al mando.

Era más bien que...estaban preocupados por mí. Querían lo mejor para
su Alfa, y no sabían cómo ayudarme a conseguirlo.

Siempre se trataba de encontrar una pareja. Eso estaba claro. Las


miradas, los susurros, nada de eso sucedería si ya me emparejaba.

Pero de nuevo, tal vez tenían razón al preocuparse por mí. No podía
dejar que mi mente se alejara de Sienna ni un maldito minuto. Debería
estar centrado en la Manada, en el Baile de Navidad y en la aparición
del Alfa Milenario, pero en lugar de eso estaba preocupado por unos
cuantos mensajes...

Mi lobo interior gruñó. Suficiente. Yo era el Alfa. El Alfa no se


cuestiona a sí mismo.
LEYVA 📝
Me giré para mirar al otro lado de la mesa de la sala de juntas, donde
Josh estaba leyendo unos documentos. Habíamos acordado pasar por
lo legal y conseguir las firmas, pero Jeremy se estaba retrasando.

-Josh, olvida el papeleo. Convoca una reunión de la manada. Tenemos


algunas cosas que discutir-. Josh me miro y luego asintió.

Se dirigió al teléfono de la sala, pulsó un botón y espetó:

-Consejo a la sala de juntas. Consejo a la sala de juntas. Órdenes de


Alfa.

Órdenes de Alfa. Eso fue malditamente correcto.

Sienna
Ya me había metido varias veces bajo las sábanas, pero esa actividad
no me reconfortaba. Sólo me hacía sentir más aislada.

Necesitaba alguien con quien hablar. Alguien que entendiera esta


ansiedad por la separación. Normalmente, ese alguien sería Michelle,
pero no habíamos hablado desde que compramos el vestido de la
ceremonia de apareamiento de Mia.

Jugueteé con mi teléfono durante varios minutos, tratando de reunir


el valor para enviar un mensaje de texto a Michelle. Mi loba interior
daba vueltas en mi cabeza.

Sólo hazlo, perra.

Sienna
Hola

Sienna
¿Cómo estás?
LEYVA 📝
Hice una pausa. Mirando fijamente la pantalla. Pasó un minuto, luego
dos. Sabía que no podía fingir que no había pasado nada, que no
habíamos tenido nuestra mayor pelea. Estaba segura de que si no me
disculpaba ahora, ella no respondería.

¿Y entonces cómo recuperaría a mi amiga?

Sienna
Mich sé que no estamos en los mejores términos ahora mismo

Sienna
Pero te echo de menos

Sienna
Debería haber estado ahí para ti

Sienna
Lo siento

Sienna
Realmente lo siento

Respiré profundamente. Esperando. Todavía nada. Así que seguí


adelante, decidí soltarlo todo. No tenía nada que perder.

Sienna
Sé que no tengo derecho a pedirte esto

Sienna
Pero hay tantas cosas entre Aiden y yo

Sienna
Y yo...realmente necesito una amiga ahora mismo

Dejé caer el teléfono sobre la cama y me tapé los ojos con la manta.
Lo había dejado todo al descubierto, pero una parte de mí pensaba
LEYVA 📝
que ella no iba a responder, de todos modos. No había estado a su lado
cuando me necesitaba de verdad.

Había estado demasiado ensimismada como para darme cuenta de que


lo había hecho.

Así que tampoco me permitía sentirme sorprendida, o apenada,


cuando ella no estaba allí para mí. Justo cuando me repetía eso, sentí
que mi teléfono vibraba. El corazón se me salió del pecho. Cogí el
teléfono y lo giré, viendo la pantalla iluminada.

Michelle
Lo siento Sienna

Michelle
Sólo necesito un poco de espacio

Mi estómago cayó como si estuviera en una montaña rusa. Toda la


esperanza que había surgido dentro de mí simplemente... estalló. Como
un globo.

Sabía que no podia culparla. No me permitiría hacer eso. Pero aún así,
darme cuenta de que había sido yo quien la había alejado...me hizo
sentir aún más aislada.

Era como si todos a mi alrededor necesitaran espacio. Lejos de mí.

Miré en el rincón donde todos mis materiales de arte sin usar y mis
cuadros a medio terminar estaban acumulando polvo. Al menos mis
materiales de arte estaban allí para mí. Me levanté de la cama, estiré
un nuevo lienzo y lo coloqué en un caballete.

Si todas estas emociones iban a estar arremolinándose dentro de mí,


podría darles un buen uso. Hacía tiempo que no empezaba una nueva
obra.
LEYVA 📝
No tenía ni idea de lo que iba a ocurrir, pero al menos la pintura me
proporcionaría una distracción temporal de lo mal que me sentía.

Empecé con el negro, que se ajustaba a cómo me sentía. Pinceladas


largas y onduladas.

A continuación, un blanco cremoso. Suave y delicado.

Púrpura, necesitaba púrpura. Dos círculos. Pupilas perforadas.

Por último, un marco delgado y con forma de sauce, desvanecido por


la luz de la luna.

Di un paso atrás. Había pintado a una mujer. Una mujer hermosa, pero
triste. Me resultaba extrañamente familiar. ¿Por qué era tan
inquietante? Me quedé boquiabierta al hacer la conexión.

Era la misteriosa mujer del bosque.

Casi me había olvidado de ella, así que ¿por qué me miraba ahora desde
mi lienzo? Una parte de mí se preguntaba si era real. Tal vez mi mente
estaba tan desesperada por la interconexión que estaba fabricando
alucinaciones que parecían lo suficientemente reales como para el
resto de mí se lo creyera.

Pero yo sabía que no era así. Ella era real.

Podía sentirla, no físicamente, pero si su energía. Había algo único en


ella. Algo que nunca había sentido antes.

Aiden
Me subí a la mesa de la sala de juntas en la que estaban sentados los
miembros de mi manada. Me paseé de un lado a otro mirando a todos
y cada uno de ellos a los ojos, afirmando mi dominio.
LEYVA 📝
-Todo el mundo, escuchad -ordené-. Las cosas van a cambiar por aquí,
a partir de ahora. El verdadero Alfa viene, y necesito que esta
Manada sea un frente unido. Tan fuerte que ninguna amenaza pueda
atravesarlo. ¿Entendido?

Miré a mi alrededor, viendo los rostros solemnes que me devolvían la


mirada.

-Esta Manada siempre tendrá toda mi atención, no lo dudéis nunca.


Pero si no confiáis en mis decisiones, entonces estamos todos en
problemas. Si alguno de ustedes no siente que mi liderazgo es digno
de su obediencia -dije, señalando la puerta-, ahí está la salida.

Tomé aire mientras miraba de un lado a otro. Nadie movió un músculo.


Así que continúe. -Si estamos divididos, somos débiles. Y si somos
débiles, entonces algo como la ruptura del perímetro volverá a
ocurrir. Eso no es una posibilidad. ¿Entendéis? Este es el maldito Alfa
Milenario. Si no podemos protegerlo, entonces no somos una maldita
Manada -ladré.

Me acerqué al asiento de Josh y me bajé, de modo que quedé en


cuclillas. Le miré a los ojos.

-Josh, mi Beta. Necesito saber que estás totalmente comprometido


con tu Alfa. Que seguirás mis órdenes, sin hacer preguntas.

Miró alrededor por la habitación, tratando de mantener una expresión


neutral.

-¿Por qué los miras? Estoy aquí -dije, gruñendo.

-Sí, mi Alfa -dijo, con los ojos finalmente fijos en los míos-. Tengo
plena confianza en ti como líder de la manada. Te seguiré.

-Sin duda.
LEYVA 📝
-Sin duda -repitió.

-¿Y los demás? -pregunté, poniéndome de pie y mirando alrededor de


la mesa.

-¡Sí, mi Alfa! -gritaron.

-¿Qué manada es la más fuerte de costa a costa? -grité, pisando la


mesa.

-Manada de la Costa Este -se hicieron eco, volviendo a pisar fuerte.

-¡Más fuerte!

-¡MANADA DE LA COSTA ESTE!

La Manada aulló como los guerreros que eran, y sentí una oleada de
orgullo que no había sentido en meses. Esta era nuestra casa, y la
protegeríamos con nuestras vidas.

Mi teléfono empezó a sonar y lo saqué, con la adrenalina todavía


corriendo por mis venas.

Sienna
Un verdadero Alfa no dejaría a su mujer sola

Maldita sea. Me molestó, rodeado de pura energía de lobo, listo para


ir a la batalla. Y aquí estaba ella, cuestionando mi forma de actuar,
cuestionando mi masculinidad.

No lo iba a permitir.

-Josh, como Beta, dirigirás la seguridad del Baile de Navidad. ¿Estás


dispuesto a hacerlo?
LEYVA 📝
-Absolutamente. Absolutamente, Alfa -tartamudeó. Está claro que no
esperaba un ascenso después del interrogatorio al que le había
sometido.

-Tomaste la iniciativa durante la brecha, y el cierre fue idea tuya. Te


lo mereces -dije con una inclinación de cabeza. Tenía que mantener a
los soldados orgullosos, supuse.

-No te defraudaré -respondió.

-No lo harás -contesté. Y con una última inclinación de cabeza hacia


el resto de la Manada, salí de la sala de juntas con la cabeza bien alta.
A punto de entrar en otro tipo de batalla.

CONTINUARA………………………………

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