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Lobos Milenarios 22 Partes


Lobos Milenarios 22 Partes
Universidad: Instituto Tecnológico Superior de Monclova
Materia: Auditoria
12 documentos

Información
LEYVA 📝
LEYVA 📝
SINOPSIS

Sienna es una
mujer loba
de diecinueve
años con
un secreto: es
virgen.
La única virgen
de la manada.
Está decidida a
pasar la Bruma
de este año sin
ceder a sus
impulsos
primarios, pero
cuando conoce a
Aiden, el Alfa,
se olvida de su
autocontrol.
EL ALFA
JUNTO AL
RÍO
Todo lo que podía ver era
sexo.
LEYVA 📝
Dondequiera que mirase,
había cuerpos
estremeciéndose,
miembros
moviéndose, bocas
gimiendo.
Corrí a través de un
bosque, jadeando,
intentando escapar de
los
fantasmas carnales que me
rodeaban y que aparecían
convocarme.
Ellos decían: Únete a
nosotros.......
Pero cuando más me
adentraba en el bosque,
más oscuro y vivo se
volvía.
Algunos árboles se
balanceaban como
amantes, otros, con
raíces
nudosas y delgadas ramas,
parecían depredadores
acercándose a mí,
persiguiéndome.
Algo ahí a fuera, en
la oscuridad, me
acechaba.
Algo inhumano.
Y ahora las bocas no
estaban gimiendo, estaban
gritando.
Orgías grotescas que se
volvían violentas y
sangrientas en todas
partes... Sentía el peligro
de la muerte.
En cualquier momento, la
oscuridad iba a atraparme.
Cuando sentí que una
raíz serpenteaba
alrededor de mi pierna,
tropecé y caí por un
agujero en el centro del
bosque. Pero no era lo
que parecía.
Era una boca con dientes
afilados y lengua negra,
que se lamía los
labios, a punto de
tragarme entera.
Intente gritar, pero no
tenía voz.
Me caí.
Muy lejos.
Muy profundo.
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Cuadro sinoptico Clasificación de las auditorias
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Manual de Bienvenida Bodega Aurrera
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SINOPSIS
Sienna es una mujer loba
de diecinueve años con
un secreto: es virgen.
La única virgen de la manada.
Está decidida a pasar la Bruma
de este año sin ceder a sus
impulsos primarios, pero
cuando conoce a Aiden, el Alfa,
se olvida de su autocontrol.
EL ALFA JUNTO AL RÍO
Todo lo que podía ver era sexo.
Hasta que me uní a la violencia sexual..... completamente consumida.
Parpadeé. ¿Qué demonios estaba dibujando? Sentada en la orilla del río , con el cuaderno de dibujo en la
mano, miré incrédula mi propio trabajo. Había dibujado una visión muy perturbadora....... y sexual.
Eso sólo podía significar una cosa: que la Bruma estaba llegando.
Cuando pensaba en la Bruma y en mi dibujo, el sonido de unas risas cercanas me distrajo. Me giré para
ver al grupo de chicas, estaban rodeándolo.
Aiden Norwood.
Nunca lo había visto aquí. No en la orilla del río donde acudía a dibujar y a despejar mi mente. No se
suelen encontrar muchos de los nuestros por aquí.
¿Por qué? No lo sé.
Tal vez sea la calma cuando se espera que siempre seamos salvajes. Tal vez sea el agua cuando cada uno
de nosotros arde con su fuego interior. O tal vez sea un sitio que sólo yo he considerado mío.
Un lugar secreto donde no soy una más de la manada. Donde sólo soy yo: Sienna Mercer, una artista
autodidacta pelirroja de diecinueve años. Una chica aparentemente normal.
El Alfa se dirigió hacia el agua, ignorando a la pandilla de chicas que le seguían. Parecía que quería que
le dejaran en paz. Me produjo curiosidad, dándome ganas de atraerlo.
Yo sabía que era un riesgo dibujar al Alfa, pero, ¿cómo iba a resistirme?
Empecé a perfilarlo. Tenía un metro ochenta y cinco de altura, el pelo negro azabache despeinado y unos
ojos verdes dorados que cambiaban de color cada vez que giraba la cabeza, Aiden era muy apetecible.
Estaba trabajando con sus ojos cuando giró la cabeza y olfateó.
Me quedé paralizada, a mitad del trazo del bolígrafo. Si me viera ahora, si viera lo que estaba
dibujando...
Pero entonces, para mi alivio, volvió a mirar al agua, perdiéndose de nuevo en algún oscuro ensueño.
Incluso rodeado los ojos de otros, el Alfa parecía estar solo. Así que lo plasmé en mi dibujo en soledad.
Siempre lo había observado desde lejos. Nunca había estado tan cerca. Pero ahora podía ver cómo sus
biceps sobresalían de su camisa, como su columna vertebral se curvaba para adaptarse a su
transformación.
Imaginé lo rápido que podría cambiar. Agazapado, con los ojos observando cómo un animal salvaje,
parecía, en este caso, estar ya a mitad de su transición.
Era un hombre, sí. Pero era mucho más que eso: un hombre lobo.
Su belleza me recordó que la Bruma estaba a punto de llegar. Era la época del año en la que todos los
hombres lobo a partir de los dieciséis años se vuelven locos de lujuria, la temporada en la que todos, y
quiero decir todos, follan como enajenados.
Una o dos veces del año, este hambre impredecible, esta necesidad física nos infectaba a toda la manada.
Los que no tenían pareja se buscaban un compañero temporal y flirteaban a su antojo.
<< ¿Por qué eres siempre tan condenadamente exigente, chica?>>.
La verdad era que tenía un secreto.
A los diecinueve años, era la única loba virgen de toda nuestra manada. Había pasado por tres
temporadas y, por mucho que me llamara la atención el sexo, nunca había cedido a mis deseos carnales.
1
Lo sé. Muy poco lobuno por mi parte el preocuparme por los <<sentimientos>> y mi <<primera vez>>,
pero era algo que apreciaba.
No es que fuera una mojigata. En nuestra sociedad, no existía tal cosa. Pero, a diferencia de la mayoría
de las chicas, me negaba a conformarme hasta encontrar a mi pareja ideal.
Iba a encontrarlo.
Estaba guardando mi virginidad para él.
Fuese quien fuese.
Seguí dibujando al Alfa cuando levanté la vista y descubrí, para mi sorpresa y repentino temor, que no
estaba allí.
— No está mal. — Oí una voz baja a mi lado —. Pero los ojos podrían estar mejor trabajados.
Me giré para ver que estaba de pie junto a mí, mirando mi boceto....
El jodido. Aiden. Norwood.
Antes de que pudiera recuperar el aliento, levantó la vista y nuestros ojos se encontraron. Me puse
nerviosa al darme cuenta de que estaba observándome fijamente y aparté inmediatamente la mirada.
Nadie en su sano juicio se atrevía a mirar al Alfa a los ojos.
Eso sólo podía significar una de dos cosas: Estabas desafiando el dominio del Alfa, es decir, un deseo de
muerte. O estabas invitando al Alfa a tener sexo.
Como no tenía intención de hacer ninguna de las dos cosas, mi única opción era apartar la mirada antes
de que fuera demasiado tarde y rezar para que no malinterpretara su significado.
—Perdóname —dije en voz baja—. Me tomaste por sorpresa.
—Lo siento—dijo—, no quería asustarte.
Esa voz. Incluso diciendo las palabras más educadas posibles, sonaban cargadas de amenaza. Como si en
cualquier momento pudiera arrancarte la garganta con sus dientes desprovistos de forma humana.
—Está bien —dijo—. De verdad. No muerdo... la mayor parte del tiempo.
Estaba tan cerca que podía extender la mano y tocar sus marcados músculos y su piel dorada. Levanté
los ojos y eché un vistazo.
Su cara brutal y basta no debería ser atractiva, pero lo era. Gruesas cejas que parecían toscas al tacto,
destacando su forma de hombre lobo.
Y una nariz, aunque ligeramente torcida —sin duda rota en alguna pelea pasada—, le daba un aspecto
tan sexy que me hacía temblar.
El Alfa se acercó un paso más, como si quisiera probarme. Sentí que todos los pelos de mi cuerpo se
erizaban de miedo. O... ¿era excitación?
—La próxima vez que vayas a dibujarme —,dijo Aiden—, acércate.
—Oh... de acuerdo —, balbuceé como una tonta.
Este, iba a desempeñar un papel muy destacado en mi despertar sexual..... Lo que era más que suficiente
para hacer aullar a una chica.
LA BRUMA
Mamá Querida Sienna. ¿Dónde estas?
Sienna Mamá, ¿cuántas veces tengo que decirte... No hace falta que empieces los mensajes con querida.
Mamá ¡Pero es más especial así! Como una carta sólo para ti.
Sienna 🙄
Mamá ¡Deprisa a casa! Tu hermana está aquí. Ha traído a Jeremy. Ya sabes lo que significa.... UN
BUEN COTILLEO...
Sienna Volveré pronto. Genial. Te quiero, mamá.
Sienna No puedes decidir cuándo y dónde te golpeará la Bruma.
¿Será conduciendo? Será mejor que te detengas rápido o provocarás una colisión de 50 coches.
¿Sucederá en el trabajo? Pon el reloj en hora y huye hacia las colinas o entre usted y su jefe puede
suceder algo que no desea. Cuando me senté a cenar, recé para que no me pillara mientras estaba con mi
familia. En mi mente, este era el peor lugar posible.
Mientras ayudaba a poner la mesa y servía un plato de lasaña casera a Selene, miré hacia la puerta
trasera, por si tenía que hacer una escapada improvisada. Me senté a cenar con toda mi familia, que
estaba en medio de una animada conversación.
—¿Qué pasa, Jeremy? —preguntó mi madre al compañero de mi hermana—. Apenas has dicho una
palabra desde que entraste. ¿Cómo va el trabajo?
—No tienes que responder a eso, abogado —dijo Selene, lanzando a mamá una mirada divertida.
—Bueno —Jeremy se río —, si estás preguntando por chismes sobre nuestro liderazgo, Melissa, sabes
que no puedo divulgar ese tipo de información.
—¿Ni siquiera un movimiento de cabeza para confirmar o denegar? — Mamá —dijo Selene—. Es el
abogado principal de la Manada. Su trabajo es guardar sus secretos.
—Pero... —Mamá suspiró—, No necesito saber nada de las consecuencias. Sólo quiero un poco de
charla. ¿Es cierto que nuestro Alfa y Jocelyn ya no son pareja y ahora sale con su Beta, Josh?
—Mamá —dijimos Selene y yo al unísono.
Jeremy sonrío—. No pienso admitir nada.
me importaba lo que dijera mamá. Selene había demostrado que no tenía razón en todo.
—Está bien, mamá —dijo Selene, cambiando de tema—. Los chismes son más interesantes de todos
modos. Hablando de eso....
Los ojos de Selene se dirigieron a mí. Le hice un gesto silencioso con la cabeza. No.
—¿Alguna idea de quién podría ser tu compañero para la temporada, Si?
— Ooooh, sí —dijo mamá, volviéndose hacia mí—. ¿Qué, o debería decir, quién está en el menú este
año?
—Una loba nunca revela sus secretos —dije, haciéndome la tímida.
Por un segundo, mi familia parecía que iba a seguir adelante. Tenía una manera de despistarlos: dirigía
las conversaciones, tomaba el control, mantenía la atención en cualquiera que no fuera yo. Aunque era la
más joven, siempre había tenido esa capacidad de autoridad. Pero mi madre se había puesto al día.
—Ahí va otra vez —dijo mamá, sacudiendo la cabeza—. Nuestra pequeña dominante siempre haciendo
que nos sometamos a sus caprichos. Vamos, Si. Dinos. ¿Hay un chico?.
—A algunos nos gusta mantener nuestra vida privada en privado , mamá —dije.
Mamá se encogió de hombros.
—No hay nada que ocultar. Sé que tu padre está ciertamente deseando que llegue la Bruma de este año,
¿no es así, cariño?.
—Estoy contando los segundos —dijo papá, levantando su copa de vino y sonriendo con picardía.
—Chicos. POR FAVOR. Qué asco.
Era asqueroso, eso seguro. Pero esa no era la razón por la que me molestaba tanto. Mi madre siempre
había sido una criatura sexualmente liberada. No, lo que no me gustaba era la mentira. Cuando dije que
mi virginidad era mi secreto lo decía en serio. Ni siquiera mi madre lo sabía. Lo cual era extraño porque
siempre habíamos sido muy abiertas la una con la otra sobre todo. Nunca me había ocultado la verdad.
Ni siquiera sobre como conoció a papá, que era humano. Ni sobre cómo los dos tuvieron a su única hija,
Selene. Y tampoco sobre cómo me encontraron.
En realidad no son mis padres biológicos.
Me descubrieron en un vagón abandonado a la salida del hospital donde trabajaba mi madre. Mamá
siempre había dicho que no le importaba.
Estaba a punto de cambiar de tema a cualquier cosa, cualquier otra cosa que no fuera la Bruma cuando
sucedió.
Me congelé. Un lento y palpitante calor fundido se encendió en mi interior, haciendo que mi cuerpo se
sintiera como si estuviera en llamas.
Era imposible respirar. El sudor cubría cada centímetro de mi piel y, antes de que pudiera resistirme, la
costura de mis pantalones me apretó las ingles.
Me estremecí con un repentino e insoportable deseo.
JODER.
manera. Mis padres probablemente ya estaban aprovechando la Bruma.
La idea de Selene y Jeremy no era mucho mejor. Aún así, se comportaban más como personas, menos
como lobos, respetando los límites, la privacidad y las normas sociales.
Probablemente llegarían a su apartamento en el centro de la ciudad antes de dejarse llevar por sus
impulsos. Los aparté de mi mente y corrí por el sendero hacia el bosque. Me crucé con humanos,
totalmente ajenos a lo que me sucedía, y con algunos lobos que, al igual que yo, estaban en la primera
fase de la Bruma y trataban de orientarse. Era mas fácil para ellos. No eran virgenes. Habían tenido sexo
durante las temporadas anteriores, pero yo no. Y estaba desquiciada. A la entrada del bosque, me
desnudé. No me importaba si alguien me veía. Necesitaba cambiar. Aquí mismo. Ahora mismo.
Normalmente, tenía todo el control cuando me transformaba, pero no cuando la Bruma se apoderaba de
mí. No. No podía permanecer en esta forma humana por más tiempo.
Cerré los ojos y sentí el placer de cambiar. Por lo general, sentía cada uno de los cambios: los miembros
que se estiraban, los músculos que se tensaban, el cuerpo que crecía y el pelaje rojo, a juego con mi pelo
humano, que brotaba de mi piel, cubriéndome por completo.
Pero ahora no. Ahora, no sentía nada más que la Bruma. Respiré y mi voz fue un gruñido. Mis dedos
ahora eran garras negras como el carbón. A través de lo ojos de un lobo, tose se percibía más agresivo,
más violento. Especialmente ahora, cuando la Bruma apenas comenzaba.
Transformada completamente en loba, me adentré en el bosque.
El viento frío soplaba mi pelaje, el duro suelo estaba húmedo bajo mis patas y los olores del bosque
llenaban mi nariz. Los aullidos resonaban en el bosque. Eran los gritos de quien no tenía pareja, de los
que buscaban una.
Maldije para mis adentros. En mi Bruma, había olvidado pensar en las implicaciones.
Entrar al bosque al principio de la temporada era como rogar que te follaran. Estos bosques eran como
un bar universitario. Todo era sed e incontrolables impulsos.
En cualquier momento, un lobo iba a olfatearme y reconocer que no tenía ningún lazo. Me acecharían
hasta que me rindiese. Más de uno, estaba segura.
Un juego, un desafío, para ver quién ganaba primero a la loba sin pareja.
Aunque mi cuerpo me pidiera lo contrario, no cedería tan fácilmente. Estos lobos podían tener todo el
sexo que quisieran. No estaba juzgando, pero estaba esperando.
Esperando ese momento, ese instante, esa súbita e indescriptible mirada de reconocimiento cuando dos
seres hacen contacto visual y saben que son compañeros de por vida.
No podía esperar a que me pasara eso.
Pero, ¿aquí, en el bosque, al comienzo de la Bruma? Era poco probable, por no decir que era muy
complicado.
Me volví híper consciente de los lobos machos, de cada uno de sus movimientos, de su olor.
Un gran lobo rubio, una visión extraña si no se sabía que era un rubio con forma humana, rodeó un
árbol, acechando lentamente hacia mí. Era grande, pero eso no lo convertía en un dominante.
Sus ojos, como los de la mayoría de los lobos, eran de un dorado brillante. Yo era una excepción; mis
ojos eran tan azules como el hielo tanto de lobo como en forma humana.
Por la mirada apreciativa que me dirigió el lobo rubio, supe que él también reconoció su singularidad.
Vi a los otros cuatro rodearme, haciéndome sentir claustrofobia. Uno se acercó tanto que pude sentir su
nariz en mi trasero, oliendo mi estimulación. Los dos que estaban a mi derecha gruñían con una lujuria
no disimulada. El que estaba a mi izquierda se relamía los labios y el gran rubio que estaba frente a mí.
La mayoría de los hombres lobo prefieren tener sexo cuando están con forma humana, pero estos cinco
estaban enganchados a la Bruma y lo querían ahora.
Estaba a punto de cerrar los ojos y entregarme a esta orgía violenta y animal.
Mi cuerpo gemía mientras el lobo que estaba detrás de mí me lamía la pata trasera. Quería que esos
machos me saborearan, que me follaran hasta el olvido..... hasta que recordé su cara.
La cara de Emily.
Sólo un destello fue suficiente. Como si un cubo de agua helada se hubiera derramado por todo mi
cuerpo, salí de mi Bruma. Ahora sólo sentía un calor vacío en lo más profundo de mi ser.
Tenía el control.
Gruñí tan fuerte como pude, asegurándome de que estos lobos supieran que no estaba interesada. Pero a
los —típicos machos— no les gusta seguir órdenes. Siguieron lamiendo y acercándose.
Cansada de esta mierda, gruñí de nuevo. Este gruñido decía: "Ponme una pata encima y me aseguraré de
que la pierdas".
El lobo rubio que tenía delante pudo ver mi expresión. No me estaba engañando. Se dio la vuelta. Los
tres lobos a mis lados se dieron cuenta un segundo después y retrocedieron.
El único que parecía tener un problema para leer —o más bien — las señales era el que estaba atrás de
mí. El que había conseguido un buen olor. Se inclinó hacia adelante de nuevo.
Eso es todo, pensé.
Me giré a la velocidad del rayo y hundí mis afilados dientes en su cuello. Apreté con fuerza, haciéndole
sangrar.
Grito de dolor, luchando por retroceder, pero no lo dejé ir. Este lobo aprendería su lección hoy.
Sólo cuando sentí que estaba a punto de desgarrar la yugular lo solté. El lobo no se detuvo a mirar. Sabía
quién estaba al mando ahora, se dio la vuelta y salió corriendo de allí. Cuando miré hacia atrás, los otros
cuatro se habían ido.
Satisfecha, corrí más hacia el bosque. Podía oler el sexo en el aire. Mi Bruma de nuevo, y seguí
corriendo, tratando de reprimirla. No podía dejarla salir, no de nuevo.
Cuando volví al lugar donde me había deshecho de mi ropa, me cambié de nuevo.
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