Está en la página 1de 7

ORACION INTRODUCTORIA

Buenas noches Señor Jesús, bendito y alabado seas, estamos aquí reunidos para
darte las gracias por todas las bendiciones recibidas durante la semana, Gracias por
permitirnos estar en tu presencia, por permitirnos llegar hasta el día de hoy, te
pedimos por el fin de la pandemia, por la recuperación de los enfermos, en especial
los de nuestra comunidad, por todos nuestro hermanos que se encuentran
desempleados, por las necesidades e intenciones de todos los aquí reunidos, y por
todos aquellos que aún no te conocen.

Señor mío Jesucristo, que por amor a los hombres estás día y noche en este
sacramento, lleno de misericordia y amor, esperando, llamando y acogiendo a
cuantos vienen a visitarte. Creo que estás presente en el santísimo sacramento del
Altar; te adoro ahí desde el abismo de mi nada; te doy gracias por todos los
beneficios que me has concedido, y especialmente por haberte dado todo a mí en
este sacramento, por tener de abogada a María, tu madre santísima, y por haberme
llamado a visitarte en este lugar santo. Saludo hoy a tu amantísimo Corazón y es mi
intención saludarlo por tres fines: el primero, para darte gracias por tan insigne don;
el segundo, para reparar las injurias que has recibido en este sacramento; y tercero,
para adorarte desde aquí en esta visita, en todos los lugares de la tierra donde estés
sacramentado. Jesús mío, te amo con todo mi corazón. Me arrepiento de haber
ofendido tantas veces en mi vida pasada, a tu bondad infinita. Propongo
mediante tu gracia no ofenderte más en adelante, y ahora me consagro
enteramente a ti, renuncio a mi voluntad, a mis afectos, a mis deseos, a todo lo que
me pertenece, y te hago de ello donación. En adelante, haz de mí y de todas mis
cosas cuanto te plazca. No te pido ni quiero otra cosa que tu santo amor, la
perseverancia final y el perfecto cumplimiento de tu voluntad. te encomiendo
las almas benditas del purgatorio y en particular las más devotas del
Santísimo sacramento y de María. Te encomiendo también todos los pobres
pecadores. Pon fin, oh salvador amantísimo, uno todos mis afectos a los de tu
amorosísimo Corazón, y así unidos los ofrezco a tu Padre, pidiéndole en tu nombre
se digne aceptarlos y oiga mis súplicas por amor tuyo. Amén.
Canto:

La gracia de Dios nos ayuda a vencer y sanar las malas pasiones, rencores, heridas
profundas del ayer que pueden apartarnos de los caminos de Dios. Roguemos a su
misericordia para que también nosotros podamos decir, “Te basta mi gracia, porque
mi poder triunfa en la debilidad” (2Co 12,9) Nos confiamos en ti Señor

SILENCIO:

Jesús, en mi vida no obtendré mayor éxito, si no me uno a Ti en continua comunión


con tus enseñanzas. Tú me acompañas en mis batallas, sobre todo, en esta lucha por
ir en contra de esas corrientes del mundo que me empujan a buscar el
reconocimiento de otros. Enséñame a tener humildad para servir. Tú, Rey del
universo, te despojaste de todo para servirnos en el amor. Ayúdame a tener un
corazón desprendido de vanidades. En mis momentos de mayor debilidad, eres Tú
quien vienes a ofrecerme tus consuelos, haciéndome sentir capaz de cambiar esas
actitudes dañinas que aún habita en mi interior. Líbrame de mis afanes, de esa
soberbia en la que pienso que solo yo tengo el control de mi vida y me siento
autosuficiente en mi camino de fe, ayuda a que mi corazón se vacíe de ese terrible
orgullo que envenena a mi alma, refúgiame con tus llagas, trasforma mi alma, mi
vida y mi corazón. Que sepa amar a través del servicio y así asemejarme más a ti,
quiero cobijarme bajo la acción poderosa de tu Espíritu Santo, para que sea yo
gracia quien guie mi corazón y mis acciones. Libérame de emociones mal sanas
anidadas en mi interior. Que pueda sentir tu fuerza para comprender que, solo
estando a tu lado, es que puedo corregirme y vencer toda contrariedad. Dame
discernimiento para saber identificar lo que conviene a mi alma, liberarme de la
trampa de querer buscar elogios para no atarme a las vanidades. Clamo al Espíritu
Santo para que me ayude a comprender y de gustar tu palabra, porque Ella es lo que
me hará darte frutos verdaderos. Si no me uno a Ti de nada valen mis esfuerzo
Amen

SILENCIO:

Canto:

Pidamos luz y fuego de amor al Espíritu Santo, para que consuma nuestro corazón y
le purifique de todo pecado o afecto desordenado, a la Santísima Virgen, para que
sea nuestra Madre y Maestra, enséñanos a amar a tu  Hijo Jesús, con aquel purísimo
amor suyo.

Que la gracia divina venga a  nuestras pobres almas, para poder glorificarte en esta
Hora Santa, que te ofrecemos con intención de reparar, desagraviar y hacernos
compañía por los abandonos, ultrajes e ingratitudes recibidas de todas las criaturas
de la tierra.

Acto de desagravio del Papa Pío XI


Dulcísimo Jesús, cuya Caridad derramada sobre los hombres se paga tan
ingratamente con el olvido, el desdén y el desprecio, míranos aquí postrados ante tu
Altar. Queremos reparar con especiales manifestaciones de honor, tan indigna
frialdad y las injurias con las que, en todas partes, es herido por los hombres, tu
Amoroso Corazón. Recordando, sin embargo, que también nosotros nos hemos
manchado tantas veces con el mal, y sintiendo ahora vivísimo dolor, imploramos
ante todo tu Misericordia para nosotros, dispuestos a reparar con voluntaria
expiación no sólo los pecados que cometimos nosotros mismos, sino también los de
aquellos que, perdidos y alejados del camino de la salud, rehúsan seguirte como
Pastor Bueno y Guía, obstinándose en su infidelidad, y han sacudido el Yugo
Suavísimo de tu Ley, pisoteando las promesas del Bautismo. Queremos expiar todo
el cúmulo de tan deplorables crímenes, nos proponemos reparar cada uno de ellos,
en particular: los vicios; las almas indiferentes y tibias; los que causan escándalos y
son prisioneros de la lujuria; la inmodestia y las torpezas de la vida y el rencor; las
insidias que la corrupción tiende a las almas inocentes; la profanación de los Días
santos; el materialismo y soberbia; las miserables injurias dirigidas contra Ti y
contra tus Santos; los insultos lanzados contra tu Vicario, el Santo Padre y el Orden
Sacerdotal; las negligencias y los horribles sacrilegios con que se profana el mismo
Sacramento del Amor Divino y, en fin, las culpas públicas de las naciones que
menosprecian los derechos y el magisterio de la Iglesia por ti fundada.

¡Ojalá que podamos nosotros lavar con nuestra sangre estos crímenes! Entre tanto,
como reparación del honor Divino conculcado, te presentamos, acompañándola con
las expiaciones de tu Madre, la Santísima Virgen, de todos los Santos y de los fieles
piadosos, aquella satisfacción que Tú mismo ofreciste un día en la Cruz al Padre, y
que renuevas todos los días en los Altares. Te prometemos con todo el corazón
compensar en cuanto esté de nuestra parte, y con el auxilio de tu Gracia, los pecados
cometidos por nosotros y por los demás: la indiferencia a tan Grande Amor con la
firmeza de la fe, la inocencia de la vida, la observancia perfecta de la Ley
Evangélica, especialmente de la Caridad, e impedir además con todas nuestras
fuerzas las injurias contra Ti, y atraer a cuantos podamos a tu seguimiento. Acepta,
te rogamos, Benignísimo Jesús, por intercesión de la Bienaventurada Virgen María.

Canto:

Señor tú nos conoces y nos amas con tu amor misericordioso, a pesar de todos
nuestros errores, nos perdonas, pero hoy quiero expresártelo con mi corazón abierto
y postrado ante ti con este acto de reparación y arrepentimiento.

Señor, en Divina Voluntad quiero hacer ante Ti reparación. ¡Oh, Jesús! Víctima
Divina de nuestros Altares, Grande y Único Reparador, yo también me uno a Ti para
cumplir, Contigo y por medio Tuyo, el oficio de pequeña alma reparadora. Me dirijo
al Corazón Doloroso e Inmaculado de la Mamá Celestial, para que, así como en el
Calvario ofreció al Padre a Su Jesús, en unión con el Espíritu Santo, que se inmolaba
por su gloria y por la salvación de las almas; así se renueve en este momento el
Místico Ofrecimiento, pero en Divina Voluntad, seré yo mismo, ¡Oh Jesús, Oh
Mamita María, quien se ofrezca al Eterno Padre como holocausto, siendo con mi
Jesús Sacramentado y en Él Mismo, una sola Hostia de Amor Santo y Divino. En el
cáliz de Tú Doloroso e Inmaculado Corazón ofrece, Virgen Dulce, los Dolores de
Jesús junto a los Tuyos, para invocar la Divina Misericordia sobre mí y sobre el
mundo entero.

Padre Celestial, después de haberte dado gracias por Tus Dones sin fin, ¿cómo
puedo no confundirme a la vista de mis culpas y de mis infidelidades? ¡Con cuánta
ingratitud y frialdad he respondido a tus Beneficios! Postrado ante Ti, que tanto me
has amado, lleno de confusión y de arrepentimiento, invoco Tu Perdón y Tu
Misericordia.

A cada invocación de perdón responderemos ¡Oh Jesús, ten piedad de mí!

•Por el mal uso que hice de los Dones naturales recibidos: mi vida, mis energías, mi
tiempo, mis sentidos, mi inteligencia, mi lengua, R/. ¡Oh Jesús, ten piedad de mí!

•Por las desobediencias, pequeñas y grandes a Tu Ley, R/.,

•Por los deberes descuidados o mal cumplidos, R/.

•Por el bien que pude hacer y no hice, R/.

•Porque dejé triunfar muchas veces en mí las malas inclinaciones del orgullo, de la
vanidad y del egoísmo, R/.

•Porque no practiqué el Mandamiento de Caridad, como Tú lo ordenaste, R/

•Porque dejé estériles en mí tantas Gracias, R/.

•Por la tibieza con que practiqué mi vida de piedad, R/.


•Por la indiferencia y frialdad con que respondí a los Dones de Tu amor, R/

•Por haber preferido muchas veces a las criaturas y las satisfacciones humanas, en
lugar de Ti y de tus Consolaciones, R/.-

•Por la poca fidelidad y generosidad con que he vivido mi consagración R/

•Por la falta de fe y abandono en tu Amor, R/.

•Por la falta de dedicación a las almas y a la Iglesia, R/.

•Por mis rebeliones y mi poco amor a Tu Voluntad y a Tu cruz, R/.

Me postro junto a Ti ¡Oh Jesús, Hostia Divina, Redentor y Salvador mío! como un
día la Santa Magdalena. Y si bien es cierto que soy indigno de Tu amor, estoy
seguro que tendrás para mí, la misma Ternura Misericordiosa. Señor, ¡Dios mío!
espero, por tu Gracia, la remisión de todos mis pecados; y después de esta vida,
alcanzar la Eterna Felicidad, porque Tú lo prometiste, que eres Infinitamente
Poderoso, Fiel, Benigno y lleno de Misericordia. Quiero vivir y morir en esta
esperanza. Amén

Canto:

La devoción del sagrado corazón, nos ayuda a entrar en el amor reparador de cristo,
por eso esta noche nos despedimos de ti Jesús con esta hermosa oración de
reparación que dijiste a Santa Margarita María al sagrado corazón de Jesús, ¡Oh
Sagrado Corazón de Jesús!:

Haz reparación por la ingratitud de los hombres, dedica una hora a la oración para
aplacar la Divina Justicia, para implorar Misericordia por los pecadores, para
honrarme, para consolarme en mi amargo sufrimiento cuando me vi abandonado por
mis apóstoles, al no velar una hora conmigo”.

En tu Divina Voluntad, mi Adorable Jesús, quiero reparar y consolar tu Corazón


Eucarístico, por el dolor que te causaron los Apóstoles al dejarte solo, y por las
numerosas horas e instantes, en las que yo mismo te he abandonado. Te pido
humildemente per- dones mi tibieza y frialdad; de igual modo, te imploro, mi Divino
Jesús Hostia, por todos los pecadores, de los cuales yo soy el primero, y así
consolarte en tu continuo Sufrimiento.

Corazón Dolorido de Jesús, permíteme poner en la Sacratísima Llaga de tu Costado,


un bálsamo de amor y ternura, y que con mi mortificación generosa y entrega
perfecta, vele contigo y repare por ti. Amén.

También podría gustarte