Está en la página 1de 12

ORACIONES DE LOS SANTOS AL SANTISIMO SACRAMENTO

1 - ORACIÓN DE SAN AMBROSIO

Señor mío Jesucristo, me acerco a tu altar lleno de temor por mis


pecados, pero también lleno de confianza porque estoy seguro de tu
misericordia.

Tengo conciencia de que mis pecados son muchos y de que no he


sabido dominar mi corazón y mi lengua. Por eso, Señor de bondad y
de poder,
con mis miserias y temores me acerco a Ti, fuente de misericordia y
de perdón; vengo a refugiarme en Ti, que has dado la vida por
salvarme, antes de que llegues como juez a pedirme cuentas.

Señor no me da vergüenza descubrirte a Ti mis llagas. Me dan miedo


mis pecados, cuyo número y magnitud sólo Tú conoces; pero confío
en tu infinita misericordia.

Señor mío Jesucristo, Rey eterno, Dios y hombre verdadero, mírame


con amor, pues quisiste hacerte hombre para morir por nosotros.
Escúchame, pues espero en Ti. Ten compasión de mis pecados y
miserias, Tú que eres fuente inagotable de amor.

Te adoro, Señor, porque diste tu vida en la Cruz y te ofreciste en ella


como Redentor por todos los hombres y especialmente por mi. Adoro
Señor, la sangre preciosa que brotó de tus heridas y ha purificado al
mundo de sus pecados.

Mira, Señor, a este pobre pecador, creado y redimido por Ti. Me


arrepiento de mis pecados y propongo corregir sus consecuencias.
Purifícame de todos mis maldades para que pueda recibir menos
indignamente tu sagrada comunión. Que tu Cuerpo y tu Sangre me
ayuden, Señor, a obtener de Ti el perdón de mis pecados y la
satisfacción de mis culpas; me libren de mis malos pensamientos,
renueven en mi los sentimientos santos, me impulsen a cumplir tu
voluntad y me protejan en todo peligro de alma y cuerpo. Amén.
2 - DE SANTO TOMAS DE AQUINO

¡Oh, Santísimo Jesús, que aquí sois verdaderamente Dios escondido;


concededme desear ardientemente, buscar prudentemente, conocer
verdaderamente y cumplir perfectamente en alabanza, y gloria de
vuestro nombre todo lo que os agrada. Ordenad, ¡oh Dios mío!, el
estado de mi vida; concededme que conozca lo que de mí queréis y
que lo cumpla corno es menester y conviene a mi alma. Dadme, oh
Señor Dios mío, que no desfallezca entre las prosperidades y
adversidades, para que ni en aquellas me ensalce, ni en éstas me
abata. De ninguna cosa tenga gozo ni pena, sino de lo que lleva a Vos
o aparta de Vos. A nadie desee agradar o tema desagradar sino a
Vos. Séanme viles, Señor, todas las cosas transitorias y preciosas
todas las eternas. Disgústeme, Señor, todo gozo sin Vos, y no
ambicione cosa ninguna fuera de Vos. Séame deleitoso, Señor,
cualquier trabajo por Vos, y enojoso el descanso sin Vos. Dadme, oh
Dios mío, levantar a Vos mi corazón frecuente y fervorosamente,
hacerlo todo con amor, tener por muerto lo que no pertenece a
vuestro servicio, hacer mis obras no por rutina, sino refiriéndolas a
Vos con devoción. Hacedme, oh Jesús, amor mío y mi vida, obediente
sin contradicción, pobre sin rebajamiento, casto sin corrupción,
paciente sin disipación, maduro sin pesadumbre, diligente sin
inconstancia, temeroso de Vos sin desesperación, veraz sin doblez;
haced que practique el bien sin presunción que corrija al prójimo sin
soberbia, que le edifique con palabras y obras sin fingimientos.
Dadme, oh Señor Dios mío, un corazón vigilante que por ningún
pensamiento curioso se aparte de Vos; dadme un corazón noble que
por ninguna intención siniestra se desvíe; dadme un corazón firme
que por ninguna tribulación se quebrante; dadme un corazón libre que
ninguna pasión violenta le domine. Otorgadme, oh Señor Dios mío,
entendimiento que os conozca, diligencia que os busque, sabiduría
que os halle, comportamiento que os agrade, perseverancia que
confiadamente os espere, y esperanza que, finalmente, os abrace.
Dadme que me aflija con vuestras penas aquí por la penitencia, y en
el camino de mi vida use de vuestros beneficios por gracia, y en la
patria goce de vuestras alegrías por gloria. Señor que vivís y reináis,
Dios por todos los siglos de los siglos. Amén.
TOMÁS DE AQUINO(2)

Aquí me llego, todopoderoso y eterno Dios, al sacramento de vuestro


unigénito Hijo mi Señor Jesucristo, como enfermo al médico de la
vida, como manchado a la fuente de misericordias, como ciego a la
luz de la claridad eterna, como pobre y desvalido al Señor de los
cielos y tierra.

Ruego, pues, a vuestra infinita bondad y misericordia, tengáis por bien


sanar mi enfermedad, limpiar mi suciedad, alumbrar mi ceguedad,
enriquecer mi pobreza y vestir mi desnudez, para que así pueda yo
recibir el Pan de los Angeles, al Rey de los Reyes, al Señor de los
señores, con tanta reverencia y humildad, con tanta contrición y
devoción, con tal fe y tal pureza, y con tal propósito e intención, cual
conviene para la salud de mi alma.

Dame, Señor, que reciba yo, no sólo el sacramento del Sacratísimo


Cuerpo y Sangre, sino también la virtud y gracia del sacramento !Oh
benignísimo Dios!, concededme que albergue yo en mi corazón de tal
modo el Cuerpo de vuestro unigénito Hijo, nuestro Señor Jesucristo,
Cuerpo adorable que tomó de la Virgen María, que merezca
incorporarme a su Cuerpo místico, y contarme como a uno de sus
miembros.

!Oh piadosísimo Padre!, otorgadme que este unigénito Hijo vuestro, al


cual deseo ahora recibir encubierto y debajo del velo en esta vida,
merezca yo verle para siempre, descubierto y sin velo, en la otra. El
cual con Vos vive y reina en unidad del Espíritu Santo, Dios, por los
siglos de los siglos. Amén.

3 - (SAN ALFONSO LIGORIO)

Señor mío Jesucristo, que por amor a los hombre estás noche y
día en este sacramento, lleno de piedad y de amor, esperando,
llamando y recibiendo a cuantos vienen a visitarte: creo que estás
presente en el sacramento del altar.

Te adoro desde el abismo de mi nada y te doy gracias por todas las


mercedes que me has hecho, y especialmente por haberte dado tu
mismo en este sacramento, por haberme concedido por mi abogada
a tu amantísima Madre y haberme llamado a visitarte en este iglesia.
Adoro ahora a tu Santísimo corazón y deseo adorarlo por tres fines:
el primero, en acción de gracias por este insigne beneficio; en
segundo lugar, para resarcirte de todas las injurias que recibes de
tus enemigos en este sacramento; y finalmente, deseando adorarte
con esta visita en todos los lugares de la tierra donde estás
sacramentado con menos culto y abandono.

SAN ALFONSO LIGORIO 2

"Así como Jesucristo esta vivo en el cielo rogando siempre por


nosotros, así también en el Santísimo Sacramento del altar,
continuamente de día y de noche esta haciendo este piadoso oficio
de abogado nuestro, ofreciéndose al Eterno Padre como victima,
para alcanzarnos innumerables gracias y misericordias".

4 -A JESÚS ESCONDIDO (SANTA FAUSTINA)

Yo te adoro, Señor y Creador, escondido en el Santísimo


Sacramento. Yo te adoro por todos los trabajos de tus manos, que tu
me revelas con tanta sabiduría, bondad y misericordia, Oh Señor.

Tú has esparcido tanta belleza sobre la tierra y ésta me habla de tu


belleza, aunque estás cosas hermosas son apenas una reflexión
vaga de ti, belleza incompresible.

Y aunque Tú te has escondido y has escondido tu belleza, mis ojos,


iluminados por la fe, te alcanzan y mi alma te reconoce como su
creador, su más altísimo bien, y mi corazón está completamente
sumergido en oración y adoración.

5 -JORNADA DE UN ALMA (PAPA JUAN XXIII)

Oh Jesús en el Santísimo Sacramento, me gustaría estar lleno de


amor por Ti; mantenme unido cerca de Ti, que pueda mi corazón
estar siempre cerca del tuyo.

Yo quiero estar contigo como el Apóstol Juan. Oh María del Rosario,


mantenme recogido cuando yo diga esas tus oraciones; amárrame
para siempre con tu Rosario a Jesús del Santísimo Sacramento.

Bendito sea Jesús, mi amor.

6 - ORACIÓN EUCARÍSTICA DE FÁTIMA (ÁNGEL DE FÁTIMA)

"Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo te adoro


profundamente y te ofrezco el Precioso Cuerpo, Sangre, Alma y
Divinidad de Jesucristo, presente en todos los tabernáculos de la
tierra, en reparación por todas las ofensas, sacrilegios e indiferencia
con los cuales El es ofendido.
Y a través de los méritos infinitos de su Sacratísimo Corazón y del
Inmaculado Corazón de María, yo te ruego por la conversión de los
pobres pecadores."

7 - SANTA TERESA DE LISIEUX

Sagrario del Altar el nido de tus más tiernos y regalados amores.


Amor me pides, Dios mío, y amor me das; tu amor es amor de cielo,
y el mío, amor mezclado de tierra y cielo; el tuyo es infinito y
purísimo; el mío, imperfecto y limitado. Sea yo, Jesús mío, desde
hoy, todo para Ti, como Tú los eres para mi. Que te ame yo siempre,
como te amaron los Apóstoles; y mis labios besen tus benditos pies,
como los besó la Magdalena convertida. Mira y escucha los extravíos
de mi corazón arrepentido, como escuchaste a Zaqueo y a la
Samaritana. Déjame reclinar mi cabeza en tu sagrado pecho como a
tu discípulo amado San Juan. Deseo vivir contigo, porque eres vida y
amor.
Por sólo tus amores, Jesús, mi bien amado, en Ti mi vida puse, mi
gloria y porvenir. Y ya que para el mundo soy una flor marchita, no
tengo más anhelo que, amándote, morir.

8 - TODO TÚ COMO NUESTRA COMIDA (CATALINA DE SIENA)

Oh caridad sin límites! Tal como Tú te entregaste, todo Dios y todo


hombre, así te dejaste a nosotros todo Tú como comida, para que
mientras nosotros estamos como peregrinos en esta vida no nos
desmayáramos en nuestro cansancio sino que nos fortaleciéramos
por Ti, comida celestial.
Oh gente mercenaria!, ¿Y que les ha dejado Dios?
El se ha dejado a sí mismo para ustedes,
totalmente Dios y totalmente hombre, escondido bajo la blancura de
este pan.
Oh fuego de amor! ¿No fue suficiente que nos regalaras con la
creación en tu imagen y semejanza, y que nos crearas de nuevo a la
gracia en la sangre de Tu Hijo, sin entregarte a nosotros como
comida, el todo de la divinidad, el todo de Dios?
¿Que fue lo que te llevó? Nada más que tu caridad, !loco de amor
que Tú estás!

9 -OFRECIMIENTO DE LA PRECIOSA SANGRE DE CRISTO


(SANTA GERTRUDIS LA GRANDE)

"Padre Eterno, te ofrezco la Preciosísima Sangre de Tu Divino Hijo,


Jesús, en unión de todas las Misas dichas a través del mundo en
este día, por todas la almas del Purgatorio, por los pecadores en
todas partes, por los pecadores en la Iglesia Universal, por aquellos
dentro de mi propia casa y en mi familia." Amén.

10 - CONSAGRACIÓN AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS (DE


SANTA MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE)

Me ofrezco y consagro al Sagrado Corazón de Nuestro Señor


Jesucristo, mi persona, mi vida, mis actos, trabajos y sufrimientos,
para que en adelante todo cuanto soy y tengo se emplee sólo en su
honor, amor y desagravio.
Es mi resolución irrevocable perteneceros por completo, hacerlo
todo por vuestro amor, y renunciar para siempre a cuanto pueda
desagradar a vuestro Divino Corazón.
Os escojo, Sacratísimo Corazón, por único objeto de mi amor, por
protector de mi vida, por garantía de mi salvación, por apoyo de mi
debilidad e inconstancia, por reparador de las faltas de toda mi vida y
por asilo seguro en la hora de mi muerte.
Corazón lleno de bondad y de amor, sed mi justificación ante Dios,
nuestro Padre, y a apartad de mí los castigos de su justa cólera.
Pongo toda mi confianza en vuestro Corazón de amor, pues aunque
todo lo temo de mi debilidad y malicia, lo espero todo de vuestra
bondad.

Apartad, pues, de mí todo lo que os pueda desagradar y oponerse a


Vos.
Que vuestro puro amor se grabe tan profundamente en mi corazón,
que jamás pueda olvidaros ni separarme de Vos. Imploro por vuestra
inmensa bondad, que grabéis mi nombre profundamente en vuestro
Corazón; pues quiero que toda mi dicha y toda mi gloria sea vivir y
morir en vuestro servicio.

AMÉN.

11 -ORACIÓN DE SAN JUAN CRISÓSTOMO

¡Oh Señor!, yo creo y profeso que Tú eres el Cristo Verdadero, el


Hijo de Dios vivo que vino a este mundo para salvar a los pecadores,
de los cuales yo soy el primero. Acéptame como participante de tu
Cena Mística, ¡oh Hijo de Dios!

No revelaré tu Misterio a tus enemigos, ni te daré un beso como lo


hizo Judas, sino que como el buen ladrón te reconozco.

Recuérdame, ¡Oh Señor!, cuando llegues a tu Reino. Recuérdame,


¡oh Maestro!, cuando llegues a tu Reino. Recuérdame, ¡oh Santo!,
cuando llegues a tu Reino.

Que mi participación en tus Santos Misterios, ¡oh Señor! no sea para


mi juicio o condenación, sino para sanar mi alma y mi cuerpo.

¡Oh Señor!, yo también creo y profeso que lo que estoy a punto de


recibir es verdaderamente tu Preciosísimo Cuerpo y tu Sangre
Vivificante, los cuales ruego me hagas digno de recibir, para la
remisión de todos mis pecados y la vida eterna. Amén.

¡Oh Dios!, se misericordioso conmigo, pecador.


¡Oh Dios!, límpiame de mis pecados y ten misericordia de mí.
¡Oh Dios!, perdóname, porque he pecado incontables veces.

12 - ORACIÓN DE SAN BUENAVENTURA

Traspasa, dulcísimo Jesús y Señor mío, la médula de mi alma con el


suavísimo y saludabilísimo dardo de tu amor; con la verdadera, pura
y santísima caridad apostólica, a fin de que mi alma desfallezca y se
derrita siempre sólo en amarte y en deseo de poseerte: que por Ti
suspire, y desfallezca por hallarse en los atrios de tu Casa; anhele
ser desligada del cuerpo para unirse contigo. Haz que mi alma tenga
hambre de Ti, Pan de los Angeles, alimento de las almas santas, Pan
nuestro de cada día, lleno de fuerza, de toda dulzura y sabor, y de
todo suave deleite. Oh Jesús, en quién se desean mirar los Angeles:
tenga siempre mi corazón hambre de Ti, y el interior de mi alma
rebose con la dulzura de tu sabor; tenga siempre sed de Ti, fuente de
vida, manantial de sabiduría y de ciencia, río de luz eterna, torrente
de delicias, abundancia de la Casa de Dios: que te desee, te busque,
te halle; que a Ti vaya y a Ti llegue; en Ti piense, de Ti hable, y todas
mis acciones encamine a honra y gloria de tu nombre, con humildad
y discreción, con amor y deleite, con facilidad y afecto, con
perseverancia hasta el fin: para que Tú sólo seas siempre mi
esperanza, toda mi confianza, mi riqueza, mi deleite, mi contento, mi
gozo, mi descanso y mi tranquilidad, mi paz, mi suavidad, mi
perfume, mi dulzura, mi comida, mi alimento, mi refugio, mi auxilio,
mi sabiduría, mi herencia, mi posesión, mi tesoro, en el cual esté
siempre fija y firme e inconmoviblemente arraigada mi alma y mi
corazón. Amén.

13 - ORACIÓN DE SAN AGUSTÍN

Oh Jesús, redención, amor y deseo nuestro, yo os invoco y


clamo a Vos con un clamor grande y de todo corazón, os suplico
que vengáis a mi alma, entréis en ella y la ajustéis y unáis tan
bien con Vos que la poseáis sin arruga ni mancha alguna; pues
la morada en que ha de habitar un Señor tan santo como Vos,
muy justo es que esté limpia.
Vos habéis fabricado este vaso de mi corazón; santificadlo,
pues; vaciadlo de la maldad que hay en él, llenadlo de vuestra
gracia, y conservadlo lleno para que sea templo perpetuo y
digno de Vos.
Dulcísimo, benignísimo, amantísimo, carísimo, potentísimo,
deseadísimo, preciosísimo, amabilísimo y hermosísimo Señor,
Vos sois más dulce que la miel, más blanco que la nieve, más
suave que el maná, más precioso que las perlas y el oro, y más
amado de mi alma que todos los tesoros y honras de la tierra.
Pero cuando digo esto, Dios mío, esperanza mía, misericordia
mía, dulzura mía, ¿qué es lo que digo? Digo, Señor, lo que
puedo y no digo lo que debo. ¡Oh si yo pudiese decir lo que
dicen y cantan aquellos celestiales coros de ángeles! ¡Oh cuán
de buena gana me emplearía todo en vuestras alabanzas, y con
cuánta devoción, en medio de vuestros predestinados, cantaría
mi alma vuestras grandezas, y glorificaría incesantemente
vuestro santo nombre!
Como no hallo palabras para glorificaros dignamente os suplico
no miréis tanto a lo que ahora digo, cuanto a lo que deseo decir.
Bien sabéis Vos, Dios mío, a quien todos los corazones están
manifiestos, que yo os amo y quiero más que al cielo y a la tierra
y a todas las cosas que hay en ella. Yo os amo con grande amor
y deseo amaros más.
Dadme gracia para que siempre os ame cuanto deseo y debo,
para que en Vos solo me desvele y medite, en Vos piense
continuamente de día; en Vos sueñe de noche; con Vos hable
mi espíritu, y mi alma siempre platique con Vos. Ilustrad mi
corazón con la lumbre de vuestra santa visitación, para que, con
vuestra gracia y vuestra dirección camine yo de virtud en virtud.
Os suplico, Señor, por vuestras misericordias, con las cuales me
librasteis de la muerte eterna, que ablandéis mi corazón, y que
me abracéis con el fuego de la compunción, de manera que
merezca yo ser cada hora vuestra hostia viva.
14 DE JUAN PABLO II

Señor Jesús:
Nos presentamos ante ti sabiendo que nos llamas y que nos
amas tal como somos.
«Tú tienes palabras de vida eterna y nosotros hemos creído y
conocido que tú eres el Hijo de Dios» (Jn. 6,69).
Tu presencia en la Eucaristía ha comenzado con el sacrificio de
la última cena y continúa como comunión y donación de todo lo
que eres.
Aumenta nuestra FE.
Por medio de ti y en el Espíritu Santo que nos comunicas,
queremos llegar al Padre para decirle nuestro SÍ unido al tuyo.
Contigo ya podemos decir: Padre nuestro.
Siguiéndote a ti, «camino, verdad y vida», queremos penetrar en
el aparente «silencio» y «ausencia» de Dios, rasgando la nube
del Tabor para escuchar la voz del Padre que nos dice: «Este es
mi Hijo amado, en quien tengo mi complacencia: Escuchadlo»
(Mt. 17,5).
Con esta FE, hecha de escucha contemplativa, sabremos
iluminar nuestras situaciones personales, así como los diversos
sectores de la vida familiar y social.
Tú eres nuestra ESPERANZA, nuestra paz, nuestro mediador,
hermano y amigo.
Nuestro corazón se llena de gozo y de esperanza al saber que
vives «siempre intercediendo por nosotros» (Heb. 7,25).
Nuestra esperanza se traduce en confianza, gozo de Pascua y
camino apresurado contigo hacia el Padre.
Queremos sentir como tú y valorar las cosas como las valoras
tú. Porque tú eres el centro, el principio y el fin de todo.
Apoyados en esta ESPERANZA, queremos infundir en el mundo
esta escala de valores evangélicos por la que Dios y sus dones
salvíficos ocupan el primer lugar en el corazón y en las actitudes
de la vida concreta.
Queremos AMAR COMO TÚ, que das la vida y te comunicas
con todo lo que eres.
Quisiéramos decir como San Pablo: «Mi vida es Cristo» (Flp.
1,21).
Nuestra vida no tiene sentido sin ti.
Queremos aprender a «estar con quien sabemos nos ama»,
porque «con tan buen amigo presente todo se puede sufrir». En
ti aprenderemos a unirnos a la voluntad del Padre, porque en la
oración «el amor es el que habla» (Sta. Teresa).
Entrando en tu intimidad, queremos adoptar determinaciones y
actitudes básicas, decisiones duraderas, opciones
fundamentales según nuestra propia vocación cristiana.
CREYENDO, ESPERANDO Y AMANDO, TE ADORAMOS con
una actitud sencilla de presencia, silencio y espera, que quiere
ser también reparación, como respuesta a tus palabras:
«Quedaos aquí y velad conmigo» (Mt. 26,38).
Tú superas la pobreza de nuestros pensamientos, sentimientos
y palabras; por eso queremos aprender a adorar admirando el
misterio, amándolo tal como es, y callando con un silencio de
amigo y con una presencia de donación.
El Espíritu Santo que has infundido en nuestros corazones nos
ayuda a decir esos «gemidos inenarrables» (Rom. 8,26) que se
traducen en actitud agradecida y sencilla, y en el gesto filial de
quien ya se contenta con sola tu presencia, tu amor y tu palabra.

En nuestras noches físicas y morales, si tú estás presente, y nos


amas, y nos hablas, ya nos basta, aunque muchas veces no
sentiremos la consolación.
Aprendiendo este más allá de la ADORACIÓN, estaremos en tu
intimidad o «misterio». Entonces nuestra oración se convertirá
en respeto hacia el «misterio» de cada hermano y de cada
acontecimiento para insertarnos en nuestro ambiente familiar y
social y construir la historia con este silencio activo y fecundo
que nace de la contemplación.
Gracias a ti, nuestra capacidad de silencio y de adoración se
convertirá en capacidad de AMAR y de SERVIR.
Nos has dado a tu Madre como nuestra para que nos enseñe a
meditar y adorar en el corazón. Ella, recibiendo la Palabra y
poniéndola en práctica, se hizo la más perfecta Madre.
Ayúdanos a ser tu Iglesia misionera, que sabe meditar adorando
y amando tu Palabra, para transformarla en vida y comunicarla a
todos los hermanos.
Amén.

14- SANTO CURA DE ARS, SERMÓN SOBRE EL CORPUS


CHRISTI.

1. "¡Cuan consoladores y suaves son los momentos pasados con


este Dios de bondad! ¿Estás dominado por la tristeza? Ven un
momento a echarte a sus plantas, y quedaras consolado. ¿Eres
despreciado del mundo? Ven aquí, y hallaras un amigo que jamás
quebrantara la fidelidad. ¿Te sientes tentado? aquí es donde vas a
hallar las armas más seguras y terribles para vencer a tu enemigo.
¿Temes el juicio formidable que a tantos santos ha hecho temblar?
Aprovéchate del tiempo en que tu Dios es Dios de misericordia y en
que tan fácil es conseguir el perdón. ¿Estás oprimido por la pobreza?
Ven aquí, donde hallaras a un Dios inmensamente rico, que te dirá
que todos sus bienes son tuyos, no en este mundo sino en el otro".

También podría gustarte