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Gisèle Barret y la pedagogía de la situación1

“El espacio-tiempo vivido, compartido, habitado


conjuntamente mediante la acción recíproca de
dos sujetos uno frente a otro, que conduce a la
transformación de los dos individuos involucrados”
Gaston Mialaret

Gisèle Barrett ha ensañado durante más de 30 años en la Facultad de Ciencias de la Educación de


la Universidad de Montreal. Ahora divide su tiempo entre Europa y América. Desde los años 70 ha
formado en Québec a cientos de estudiantes en la pedagogía de la situación.

Sus trabajos han tomado una nueva perspectiva en el contexto del actual plan de estudios, bajo el
concepto de situación de aprendizaje y evaluación (SAE).

Este nuevo panorama ofrece una reflexión de actualidad de Barrett sobre este concepto. Vie
Pédagogique fue a su encuentro y nos describe aquí los principios fundamentales pedagogía de la
situación.

¿Qué es la pedagogía de la situación?

Gisèle Barrett - Esta pedagogía es sobre la experiencia.


Explota cada momento del aquí y del ahora de la clase en
todas sus formas. Toma en cuenta todos los factores, del
azar y los aleatorios, y se atreve a responder a las urgencias
del momento. La pedagogía de la situación toma en cuenta
las necesidades expresadas por los alumnos, entendidas no
como una relación de poder, sino como una relación de
coexistencia dinámica donde la confrontación permite
plantear la profundización a muchas interrogantes.

Con los años, mi investigación y mi experiencia me han permitido aislar cinco


parámetros con los cuales es posible cubrir todas las variables de una situación.
Tal representación me parece adecuada, ya que abarca todos los elementos y
permite identificar todos los componentes de una situación. Es obvio que estas
cinco variables operan simultáneamente y que la situación está definida por la
multiplicidad de relaciones y combinaciones que intervienen.

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Entrevista realizada por Camille Marchand en Vie pédagogique, Numéro 144, Quebec,
Septiembre-Octubre 2007, pp. 5-8. Se puede consultar también en:
www.mels.gouv.qc.ca/sections/viepedagogique/144/index.asp?page=gisele
Camille Marchand es responsable de la revista Vie pédagogique. Traducción del francés: Norberto Zúñiga
Mendoza

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El rango de la pedagogía de la situación

Estas pueden ser representadas por una serie de cinco ramas. De entrada, para
que exista una situación pedagógica, siempre debe haber un espacio-tiempo, y
es bueno estar consciente de este momento, el cual da lugar a la clase.

El contenido es una variable importante de la situación. Por esto se entienden


todos los elementos conceptuales que dan cuerpo a la relación maestro-alumno.
Pero en una pedagogía de la situación, además del programa previsto y
planificado por el profesor, siempre hay un contenido inesperado que está
presente, nos guste o no. El maestro debe hacer frente a lo inesperado: una
persona que llega de forma imprevista, una prueba aplicada a los estudiantes, un
estudiante que altera, etc. Si esto no es tomado en cuenta, la planificación ya no
es pertinente, y pierde su eficacia.

A menudo, el profesor está demasiado preocupado porque no terminó "su"


programa y los estudiantes están inquietos porque ya será imposible abordarlo.
Todo gira absolutamente en torno al contenido.

En una pedagogía de la situación, la interrupción es un elemento que se integra a


la realización de la secuencia de aprendizaje dándole ritmo y continuidad. Existe
un tiempo "perdido" que forma parte de la dinámica que impide perder de vista la
intención original.

Pero el contenido no debe permitir olvidar al factor humano o a las personas


involucradas. El factor humano consiste en una relación simétrica y dinámica que
conecta al profesor y los estudiantes (el profesor y el grupo, en un "rango" que
se muestra arriba). De la calidad de esta relación depende la calidad del
aprendizaje.

En una situación a veces es útil tener en cuenta el mundo exterior; un parámetro


esencial que influye en todo lo que ocurre. Como si de pronto se diera una
emboscada en medio de la clase... Es el medio ambiente y su presencia marca a
todos los actores de la situación pedagógica. Se trata de un mundo público
exterior. Existen también las enfermedades de los niños, así como los problemas

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domésticos, que también vienen del exterior, pero que pertenecen al ámbito
privado.

Incluso si la puerta está cerrada, el mundo exterior está presente en la situación


pedagógica. El más mínimo destello puede atravesar la frágil pantalla que la
protege del mundo.

La puerta se puede abrir y, ¿qué tenemos entonces? O el profesor da la


bienvenida a la interrupción o continúa sólo, debido a que los alumnos lo han
abandonado. Un pestañeo más, y el resto del curso se habrá perdido.

Es preferible tener también en cuenta todo lo no dicho, ya que el profesor trabaja


con aquello que cree captar de sus alumnos, pero las más de las veces, no se
percata que este hecho es el que más interfiere en la situación.

Conocer todo acerca de los estudiantes, es imposible. Es mejor trabajar con las
intuiciones y las hipótesis. Y generalmente siempre se insiste sobre los mismos
supuestos negativos:

"Los alumnos son unos inútiles", "Los alumnos me detestan”, "Hoy en día, no
valgo nada"…hay otras tantas hipótesis, igualmente plausibles y más desafiantes.
En la pedagogía de la situación, según sea el caso, es posible concentrarse en los
diferentes parámetros. En teoría, son de igual valor: no se suman sino que se
combinan. Es una fórmula dinámica. Trabajar con ayuda de la pedagogía de la
situación mantiene la unidad (maestro-alumno) en el presente y permite estar en el
momento de la realidad educativa en la que todos los parámetros de la situación
(espacio-tiempo, maestros, alumnos, los contenidos y el mundo exterior) deben
estar presentes. Sin embargo, no todos tienen siempre la misma importancia, y no
todos son necesariamente apropiados con la misma intensidad. Entonces, es
mejor, como maestro, pensar sobre la justificación de tales reacciones. Es
mediante tal análisis que se muestra cómo y por qué determinados aspectos se
acentúan más que otros.

La pedagogía de la situación puede concernir a todas las disciplinas y a todos los


profesionales que trabajan en la educación: psicólogos y miembros del personal
no docente.

Es importante aclarar que ésta no se opone a los enfoques más tradicionales, es


incluyente. Si es necesario transmitir los conocimientos, incluso dando importancia
a los contenidos, el maestro debe seguir la intuición.

En contraste, tenga en cuenta que a un educador, a menudo, le es imposible


desaprender. Por tanto, es necesario añadir a su repertorio de intervenciones una
serie de prácticas que mejoren su percepción de la situación pedagógica, de la
cual, le es imposible sustraerse. En este sentido, la pedagogía de la situación no
es una ideología, es una herramienta, un mapa para entender mejor la naturaleza
de las interacciones en el aula.

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VP-¿Cómo nació la pedagogía de la situación?

GB - Nace de un movimiento fluctuante. He desarrollado esta pedagogía en los


años 70, en atención a los profesores que vinieron a trabajar conmigo. Me percaté
que estos profesionales no habían sido considerados por el sistema, inclusive, ni
siquiera existían para sí mismos
Ellos trabajaban sin tomar en cuenta sus necesidades. Estaban dispuestos a
absorber todo: los conocimientos, métodos y técnicas, pero sin pensar en ellos. Yo
me interesé principalmente en la persona de mis estudiantes y de su identidad
docente. Les dije que se podían armar con los recursos que se pudieran encontrar
ellos mismos. Claro, siempre y cuando, "temerosamente", no se abandonen los
recursos propios del pedagogo. Es mucho mejor, entonces, desarrollar una cultura
pedagógica que refuerce la identidad de los profesores, habida cuenta de la
persona.
VP - ¿Cuáles son las cualidades de un maestro que trabaje a la luz de la
situación?

GB - Es preciso subrayar que el trabajo, para un profesor que tome en cuenta la


situación, es difícil y algunas veces, agitado. De hecho, debe mostrar que está
escuchando a través del filtro que le permite leer la situación. El maestro, cual
toalla absorbente, debe ser permeable a todo lo que sucede en un espacio-tiempo
determinado, es decir, la clase. Sin embargo, esto debe acontecer como en una
segunda naturaleza, casi automática. Esto no es magia, es la capacidad de estar
totalmente en el aquí y ahora de la realidad pedagógica y del conocimiento, con la
finalidad de facultar mejor a los estudiantes a que logren un aprendizaje
significativo.

En este contexto, el profesor no puede estar obsesionado con la consecución de


los objetivos. Debe aprender a evaluar la situación. A continuación, debe
desarrollar dos habilidades clave: aprender a observar y desarrollar una cualidad
de advertir la presencia del otro. No se puede hacer la pedagogía de la situación
de un día para otro, ya que puede resultar artificial e incluso peligroso. Es mejor ir
despacio y estar acompañado del especialista.
VP - ¿Pero, por dónde comenzar?

GB – Llevará tiempo, incluso demasiado... pero le permitirá concluir con éxito en la


mayoría de los casos.

Es importante que el maestro se sienta cómodo en su entorno y que se tome el


tiempo necesario para apropiarse de él, que se acostumbre al espacio, y a su
público presencial, sus estudiantes. Estos son requisitos esenciales y que son a
menudo olvidados. De hecho, únicamente existen el programa y la falta de tiempo
para ser "completado". Lo peor aún, y ocurre con frecuencia, es que si el
programa es "cumplido" sin tener en cuenta estos requisitos previos, no se va a
lograr demasiado.

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Los estudiantes no aprenden nada porque no se tiene ninguna conexión con ellos.
No hay ningún campo personal que permita combinar, conectar y darle sentido.
Practicar la pedagogía de la situación, significa centrar la atención en el alumno
para hacerle comprender mejor la función de los aprendizajes, sin perder de vista
el contexto.
VP - ¿Puede dar a nuestros lectores, de manera más específica, algunos ejemplos
de situaciones pedagógicas acordes a los principios que nos acaba de ofrecer?

GB - Esta forma de enseñanza puede ser puesta al día de diversas maneras.


Puede ser incorporada de acuerdo con diferentes variables presentadas en el
abanico de la pedagogía de la situación. Por ejemplo:

El profesor: Debemos ser conscientes de la importancia de su condición y edad.


El maestro principiante no podrá usar las mismas estrategias que el maestro que
tiene varios años de experiencia. Debemos considerar también este aspecto a
menudo tan descuidado al momento de las asignaciones grupales.

El contenido: Eso que está programado, en el papel, planificado, y eso que es


imprevisto y que sale de alguna cuestión del alumno o de las premisas que creía
considerar, pero que resultan imprevistas.

El espacio-tiempo: La clase del lunes por la mañana o la tarde del viernes y la


mala adaptación del aula, son ejemplos de condiciones que pueden tener una
influencia negativa sobre la mejor preparación para la clase.

El mundo exterior: Una situación extraordinaria polariza los intereses de todos


los estudiantes. Un niño regresa de un viaje fantástico que marcó su vida. Otro
tuvo una experiencia traumática. Estos son ejemplos de elementos que
necesariamente deben ser integrados para mantener el contacto con los
estudiantes.

El grupo: El profesor centrado en la pedagogía de la situación debe conocer la


composición y la dinámica del grupo de estudiantes frente a él para cumplir sus
expectativas. Es absolutamente necesario ver al grupo como una organización
que tiene su propia personalidad, para adaptar mejor sus intervenciones.

VP ¿Se puede practicar la pedagogía de la situación en todas las disciplinas?

GB - Sí, siempre que se esté convencido. Si el maestro no cree en él, si no se


tiene confianza, lo cierto es que no va a funcionar. Él debe desarrollar una mirada
reflexiva sobre su práctica, sin rigidez. Generalmente, deja que sucedan las cosas,
en lugar de aplicar toda una serie procedimientos de observación y análisis.

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Es mejor estar en el momento para presenciar lo sucedido. La pedagogía de la
situación se encuentra con todas las disciplinas y alienta al mismo tiempo la
interdisciplinariedad.

Se trata de una metodología con carácter transversal. No es necesario el


contenido de temas específicos. El contenido varía según la necesidad de la
disciplina y lo que es común a todas las disciplinas son, por ejemplo, los procesos
y el saber-hacer.

La pedagogía de la situación está tanto fuera como a través de las disciplinas y


refleja los elementos básicos de las competencias transversales.
VP - ¿Y cómo evaluar en este contexto?

GB - Hay todo tipo de formas de hacer un seguimiento e informar sobre el


aprendizaje, por ejemplo, pidiendo a los estudiantes el preparar comentarios
escritos breves, "textos resumen". Es bueno realizar pruebas lúdicas antes y
después, para medir mejor el progreso y el porvenir.

El maestro debe utilizar su propia creatividad para sorprender a los jóvenes. Esto
es importante, ya que a menudo están muy desilusionados.

Es necesario permanecer con vida, a veces impredecible o inesperadamente,


ponerse las pilas. Que el alumno diga: "Nunca se sabe lo que va a hacer" y
mantener despierta su curiosidad.

El contexto de la pedagogía de la situación, no es la rutina, éste se define por el


movimiento, la movilidad y la adaptación.

Sin embargo, siempre es posible detener el proceso artificialmente, poniendo en


suspenso la acción, como en una imagen congelada... Y son estos momentos los
que dan lugar a los elementos de la evaluación.

Se trata de una prueba de imaginación y creatividad de modo que el maestro o


maestra puedan percatarse de que un error no es precisamente negativo.

Es preferible relativizar y concentrarse en los aspectos positivos, con una cierta


distancia irónica y reservada. Debemos ser más conscientes de la responsabilidad
que acarrea el ser maestro
En este contexto, es fundamental situar verdaderamente al formador en su
función.

El análisis de situación es un tiempo para trabajar, un cuestionamiento constante,


sin la obligatoriedad de un resultado.
VP - ¿Cómo acercarse a este cambio en el contexto institucional?

GB - Todavía estamos en la época de Descartes y Lavoisier. Estamos aún muy


lejos de la ciencia cuántica moderna.

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Trabajamos todavía con arreglo a esquemas heredados de una cultura ancestral y
que está tan arraigada, que ni siquiera somos totalmente conscientes de ello.

Estamos en busca de una hipotética simetría heredada de la cultura clásica,


olvidando la existencia de la asimetría que asegura el movimiento. Me refiero aquí
al mito del unicornio de Roger Callois.

Es mejor preguntarse si existen las condiciones para aplicar los cambios.

La primera condición, se cumple: hablar, compartir, discutir y difundir el


pensamiento y la palabra.

Al hablar de cosas concretas, lo que realmente sucede entre los actores


involucrados, los estudiantes y maestros, es posible trabajar sobre la situación sin
perder de vista las cinco variables y sus relaciones complejas.

Siempre se debe privilegiar la inducción. Al elaborar un modelo controlado, el


maestro debe reconocer la totalidad. Él debe construir la base de una red de
trabajo con gente con la cual se siente cómodo y auténtico.

Esto es parte de las competencias a desarrollar en un maestro que sabe expresar


las vivencias, cuestión que le permite llegar a la conceptualización; he aquí la
posición didáctica que puede dar lugar a la teorización, que es útil en la
comprensión y la mejora de nuestras actividades educativas.
Es fundamental, sobre todo, no creer que todo se reproduce, puesto que no hay
recetas. Es preferible que el maestro sepa reconocer lo que es necesario en su
práctica y lo que utilizará en combinación y en función de su estilo individual.
Luego, debe considerar la noción de distancia razonable para evitar estar
demasiado cerca de los estudiantes, pero tampoco demasiado lejos de ellos y sus
preocupaciones. Esta necesidad de cambio demuestra que los principios, bases o
fundamentos, decretados como hipótesis de los saberes mínimos comunes, han
cambiado. Que éstos han sido inciertos. Debe estar consciente de que esta base
del conocimiento es una construcción social que varía de acuerdo a las modas y
las condiciones políticas y económicas.
En este contexto general, el trabajo del profesor consiste en encontrar todo lo que
posible por explotar en la situación inicial del alumno o de cualquier otro elemento
de la realidad. Lo que hace de un maestro un creador, es su capacidad ineludible
para encontrar todo lo que esto engloba, lo que le da sentido. Esto puede parecer
difícil para una persona que no esté familiarizada con esta formación, pero esta
habilidad se desarrolla como cualquier otra y cabría preguntarse si tal habilidad no
podría llegar a ser fundamental en la formación de los docentes.

Una vez que se haya capacitado al personal docente, esto se convierte en una
herramienta para todos en cualquier esfera de la vida. Y sobre todo, aprender que
el error no es irreparable.

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Al elaborar dicho planteamiento el educador se pregunta: "¿Por qué tal
argumento?" Es interesante tener esto en cuenta, pero, sobre todo, tener en
cuenta las dudas. Se trata de un proceso que inicia con aquello que está en
cuestionamiento y que permite demostrar la respuesta en sí misma. A veces es
más difícil de retomar este momento, en lugar de dar una respuesta acabada.
Pero esta es la verdadera posición del educador. A menudo en esta etapa, la
respuesta no tiene sentido alguno. El aprendizaje se da en el proceso. El maestro
o el pedagogo que se centra en la situación y que sabe cómo aprovechar toda la
riqueza, se pregunta: "¿Qué han aprendido los alumnos que no he enseñado yo
aún?" Esta es la clave que resume la contribución de una pedagogía en la relación
maestro-alumno, dando paso al contexto y los factores que influyen en el
aprendizaje.

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