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Energía psíquica.

A propósito de La paradoja del orden-desorden

Comentario y reseña de:


Nathan Schwartz-Salant, La paradoja del orden-desorden. Entender la cara oculta del
cambio en uno mismo y en la sociedad. Trad. Juan Carlos Ruiz Franco. Ediciones
Obelisco, 2018
*

Sacado a la luz tan solo un año antes en su versión original en inglés, a finales
de 2018 la editorial Obelisco daba una muestra de agilidad y agudo talento editorial
publicando en nuestro idioma la última novedad1 de este importante autor conocido
desde hace décadas a través de editoriales anglosajonas tan prestigiosas como la ya
imprescindible Routledge. El propio Nathan Schwartz-Salant se había aplicado
durante muchos años al trabajo de editor, junto con el también psicólogo junguiano
Murray Stein, con ocasión del cuidado de la serie de libros de temática junguiana de
la colección The Chiron Clinical Series, en la que aparecieron los artículos de
numerosos expertos en psicología analítica que contribuían con sus aportaciones en
cada uno de los diversos volúmenes monográficos que componen la serie; tanto
Murray como Nathan participaron también como autores en esta colección, siendo
además ambos los fundadores de Chiron Publications.
Curiosamente, en los últimos meses de 2018 no sólo conocimos como
novedad editorial junguiana La paradoja del orden-desorden, de Nathan Schwartz-
Salant, sino que desde entonces también contamos con las dos primeras
traducciones al español de sendos autores imprescindibles para la psicología
analítica: el psicólogo junguiano Edward. F. Edinger y su Ego y arquetipos [Ego and
archetype], y el historiador de la psicología analítica Sonu Shamdasani con Jung y la
creación de la psicología moderna, gracias a las editoriales Sirena de los vientos y
Atalanta, respectivamente. Coincidencia que no puede dejar de mencionarse dada la
extraordinaria relevancia que tienen estas tres primeras piedras en la edificación de
las obras en castellano de estos importantes y reconocidos autores.
El punto clave que, a nuestro juicio, ofrece La paradoja del orden-desorden es
la puesta en valor del concepto de información, que no hace referencia al concepto
de información con el que habitualmente nos manejamos, sino a una concepción
técnica de la información tomada del ámbito de las ciencias físicas, no en vano
Schwartz-Salant cursó en primer lugar estudios de física antes de dedicarse al
estudio y ejercicio de la práctica de la psicoterapia. En este libro revelador se
propone una alternativa al intento, en parte fallido, de comprensión del concepto de
energía psíquica que llevó a cabo el fundador de la psicología analítica, una
alternativa a su propuesta teórica. Como cuenta Sonu Shamdasani en Jung y la
creación de la psicología moderna, Jung buscó establecer el estatuto científico de la

1
Hay disponible edición en papel y en formato digital.

1
psicología recurriendo a una tentativa de cuantificación de la energía propia del
complejo, es decir, de su tonalidad emocional; al respecto, en el anexo del libro de
Salant, encontramos un análisis del concepto junguiano de “complejo”, tal como se
expone en los experimentos de asociación de palabras de Jung, utilizando
terminología propia de la física y la matemática, en cuya investigación Nathan
descubrió la paradoja del orden-desorden (POD) en su aplicación a la vida psíquica:
“los vínculos entre el orden y el desorden adoptan numerosas formas en la psique,
pero la POD destaca; es ubicua en la vida cotidiana y la psicoterapia” (p. 105). En
pocas palabras: “la POD: el aumento del orden en un sistema genera desorden” (p.
30).
Obviamente estamos hablando de concepciones tomadas de la física, pero el
lector no versado en ciencias físicas no debe alarmarse, el enfoque de Schwartz-
Salant no pretende basarse unilateralmente en un modo de consciencia racional-
científica, ni se dedica al estudio rigurosamente objetivo de los conceptos propios
de las ciencias, sino que trata de integrar la perspectiva científica y la mítica en un
solo modo de consciencia (p. 108). En este sentido Schwartz-Salant se conforma con
que el lector “capte” los conceptos que va exponiendo en su libro, sin necesidad de
ir más allá en cuanto a la precisión de la terminología y su problemática.
En este libro también queda reflejado el especial interés de Schwartz-Salant
por la alquimia, entendida desde el punto de vista de la psicología analítica, interés
del que es una importante muestra su edición de una selección de textos de Jung
sobre alquimia (Schwartz-Salant, 1995). Esta vez la aportación a las relaciones
psicología analítica-alquimia cobra un nuevo grado de significación. Al igual que
ocurre con la terminología alquímica introducida en psicoterapia junguiana por
Edward F. Edinger, con sus conceptos/símbolos de calcinatio, solutio, coagulatio, etc.
(Edinger, 1994), el concepto/símbolo de “caos”, del que Schwartz-Salant se sirve
ampliamente en esta obra, procede también de la alquimia, lo que unido a su
pertenencia al ámbito de la ciencia más avanzada convierte a este concepto en
plenamente apto para formar parte de aquel “lenguaje neutro”, no solo psíquico y
no solo físico, que el premio Nobel de física Wolfgang Pauli reclamaba para la
comprensión de la realidad arquetípica (Meier, 1996, pp. 154-160).
Para nuestro autor las denominaciones psicología analítica/psicoanálisis no
son títulos enfrentados, “después de practicar psicoanálisis durante más de
cuarenta años” (p. 107) Nathan Schwartz-Salant expone en este libro el
planteamiento teórico original que ha utilizado a lo largo de su carrera para enfocar
los datos clínicos, y ante todo su utilidad práctica, pues para él como terapeuta se
trata ante todo de un asunto práctico: “debes buscar la POD en tu propia vida” (p.
106). Sin necesidad de elaboradas explicaciones entendemos perfectamente qué es
orden y qué es caos en la psique humana: “la energía psíquica, igual que la física,
puede caracterizarse como ordenada o desordenada. (…) El desorden que aparece
en el ego tiende a representarse como ansiedad, temor al abandono, ira reactiva,
hipervigilancia a ser atacado emocionalmente, temor a la envidia, desesperación,
debilitamiento o retirada” (p. 105). De acuerdo con la POD, para Schwartz-Salant
estos estados de caos han sido precedidos de un estado previo de orden y a su vez
anuncian un nuevo estado de orden en el que una nueva estructura de la consciencia

2
se abrirá paso hasta emerger completamente en la consciencia, y para ello el caos es
condición necesaria. Planteando la presencia de este pasado y futuro orden, su
realidad futura y pasada, se crea una estructura de oposición a la unidad caótica del
del paciente, el “uno se ha convertido en dos” (p. 55), está el caos pero también está
-o estará- el orden. A partir de ahí el analista puede ayudar al paciente a reflexionar
de una manera distinta acerca de su situación caótica; pero ésta es solo una de las
múltiples posibilidades que se abren con el nuevo planteamiento. El capítulo 9 está
dedicado íntegramente a explicar varios casos paradigmáticos de estas nuevas
posibilidades dentro del marco psicoterapéutico.
Con las bases y elementos que Schwartz-Salant ha ido desarrollando en los
nueve primeros capítulos para la puesta en pie de una nueva teoría de la energía
psíquica, a la que estos capítulos sirven de antesala, en el décimo se expone cuál es
esa teoría, que, como ya se avanza en uno de los capítulos precedentes, incorpora
dentro de la psicología el concepto de “principio de conservación de la información”,
junto con las leyes de la termodinámica. Mientras que la primera ley de la
termodinámica “tiene solo un valor marginal para una teoría de la energía psíquica”,
Schwartz-Salant da una gran importancia a la segunda ley (p. 65), pero aún más
importante que esta segunda ley es el principio de conservación de la información
(p. 152), según este principio la información nunca se pierde, idea que Schwartz-
Salant comenzó a entender, según él mismo dice (p.152), leyendo Number and Time
de Marie-Louise von Franz.
La propuesta de Schwartz-Salant es ni más ni menos que acceder a la
información oculta del paciente en el unus mundus. Pero al margen de que se consiga
acceder o no a la información del unus mundus, la solidez de esta nueva teoría de la
energía psíquica consiste en la identificación de un circuito de energía entre el
mundo temporal y el mundo atemporal, o mundo arquetípico, o unus mundus2. En
dicho circuito de energía los dos aspectos de la teoría de Schwartz-Salant (la POD y
la información percibida del unus mundus) son a su vez reguladores de los
intercambios de energía que habitualmente se producen entre los dos mundos sin
que tengamos necesariamente consciencia de tales intercambios. Con este
planteamiento la relación información-energía se convierte en un asunto de la
máxima importancia para la psicología analítica y sin duda se hace necesario
advertir algunas precisiones conceptuales y epistemológicas.
El concepto de energía procede del término aristotélico ἐνέργεια, que según
Heidegger es una de las representaciones que a lo largo de la historia del
pensamiento occidental se ha dado al ser3 (Heidegger, 2001, p. 29). Para Aristóteles
la ἐνέργεια es el concepto que representa que algo está actuando, pasando de la

2
Tal circuito había sido ya postulado desde el punto de vista de la física por los partidarios del paradigma
holográfico, cf. Bohm, 2005; Wilber, 2005.
3
Cada vez que en la edición española del libro de Schwartz-Salant aparece la palabra “ser” éste no se
refiere al ser del que habla la filosofía, al que aquí sí nos referimos, sino que la editorial Obelisco traduce
de aquella manera la palabra inglesa self, sí-mismo, el concepto de Jung. Otras veces en cambio el
traductor traduce self por “yo mismo”. Por otra parte, en la página 137 en lugar de traducir “ánimus” se
traduce “animosidad” y, más en general, no se traduce “ego” por el español “yo”, sino que se mantiene
la palabra latina “ego”.

3
potencia al acto. Este concepto aristotélico se trasladará al latín con el significado de
fuerza (vis), y ulteriormente experimentará las más variadas reformulaciones por
las que el significado del concepto original quedará en buena medida difuminado,
pero no del todo. En el siglo XIX será el pensamiento científico el que, tras diversos
avatares -narrados por Schwartz-Salant en su libro-, formulará las famosas leyes de
la termodinámica:
1ª) La energía del universo es constante (ley de conservación de la energía)
2ª) La entropía4 del universo tiende a un máximo (la irreversibilidad es fundamento
de la naturaleza)
El principio de conservación de la energía, del que Nietzsche dice que exige
el eterno retorno (Nietzsche, 2006, p. 161), encuentra así en la segunda ley de la
termodinámica su principio opuesto. El descubrimiento de segunda ley “modificó
radicalmente la consideración del tiempo en la física. El tiempo newtoniano es
estático; no hay modo de distinguir entre procesos que ocurren antes o después,
hacia adelante o hacia atrás en el tiempo. (…) La ley de la entropía, en cambio,
introduce una dirección preferida para la flecha del tiempo, el universo ya no puede
considerarse estático; al revés, va evolucionando hacia estados de mayor desorden
y entropía. Así resulta posible distinguir entre tiempo anteriores y posteriores. Los
tiempos posteriores corresponden a un grado alto de entropía. (…) Este es
claramente un modelo lineal del tiempo” (Halpern, 1992, p. 45). Las mencionadas
leyes suponen por tanto dos dinámicas temporales de signo contrario, dos mundos
distintos, el mundo del eterno retorno y el mundo de la Historia.
¿Pero qué es entonces la energía? Hablamos de energía eléctrica, química,
nuclear, etc., formas de la energía, modos en los que la energía se expresa, pero tales
manifestaciones no son la energía en sí misma, pues “la energía no equivale a
ninguna de sus formas. Las trasciende” (p. 48), por lo que es preciso decir que “la
energía en sí misma no existe” (Jung, 2015, p. 59). Estamos por tanto ante el ser, no
ante ningún ente (por definición solo el ente existe), si es que empleamos la conocida
distinción de Heidegger. Tampoco existe la entropía5: “la entropía es un concepto
mucho más sutil que la energía, por lo que se ha entendido a través de los años como
algo intangible” (Halpern, 1992, p. 43). Naturalmente, aunque no exista ni la energía
ni la entropía, son totalmente reales, de hecho constituyen la realidad de nuestro

4
Tanto la entropía como su opuesto, la neguentropía, pueden ser caracterizadas como información. En el
caso de la entropía estaríamos hablando de información oculta, no manifiesta (p. 112).
5
Desde esta perspectiva, la entropía forma parte del ser de todas las cosas, del ser de los entes, no es un
ente, pero funciona en todas las cosas, es real y condiciona a todos los entes, de todos los tiempos. La
caída del Imperio romano, por ejemplo, considerada como producto energético, es una muestra de
aumento de entropía, difícilmente medible y cuantificable. El orden que introdujo el Imperio romano en
el mundo fue seguido por el caos que supuso su caída, tras la que finalmente se generó un nuevo orden;
como predice la POD, el aumento de orden generó en este caso un inevitable desorden. Por otro lado, el
fenómeno de la caída del Imperio romano es la realidad tal como la conocemos, es la información (en el
sentido habitual del término) de la que disponemos, o de la que en condiciones óptimas podríamos
disponer, pero la entropía no es un fenómeno, es información (en el sentido en que la física habla de
información) oculta y con capacidad de acción, que de hecho, en este ejemplo, produce la caída del
Imperio romano; así que la entropía es por supuesto algo real, pero no es un fenómeno, sino un noúmeno.

4
mundo tal como lo conocemos, forman parte sin duda de aquello que Heidegger ha
llamado el ser: lo que hace que el ente sea ente. Y lo mismo ocurre con el opuesto de
la entropía: la neguentropía (fuente de orden), tampoco existe, sin que por ello deje
de ser real. La dificultad de entender esto estriba en que habitualmente solemos
creer que lo real es únicamente lo que existe, craso error. Real es lo que funciona y
causa, o podría causar, un efecto.
Un paso que antes o después se tenía que dar en psicología junguiana es la
comprensión del arquetipo como información, pues de la misma manera que el unus
mundus6 es el “lugar” de los arquetipos (o dicho de otra manera, “la idea de un unus
mundus es una variación de nuestro concepto de lo inconsciente colectivo” (von
Franz, 1997, p. 148)), también “el unus mundus -más allá del espacio
tridimensional- es el lugar de esa información psíquica conservada” (p. 152).
Debemos comprender por tanto una identidad arquetipo-información. Este “lugar”
es en realidad un no lugar, ya que es a-espacial. Pero antes de comentar estas
sutilidades del no lugar en el que se encuentran los arquetipos/información,
debemos decir todavía algo acerca del concepto de información. Desde una
concepción no científica del concepto de información podría plantearse el siguiente
esquema:

ARQUETIPO INFORMACIÓN

INSTINTO ENERGÍA

El arquetipo, más allá de su comprensión como imagen, tendría su


equivalente en la información, en el significado (>cualidad); y el instinto tendría su
equivalente en la energía, en la activación (>cantidad). El concepto científico de
información, sin embargo, engloba también en cierto modo a la energía, ya que se
trata de una información activa, actuante, con capacidad de organización. Desde este
punto de vista científico la información tiene una capacidad formativa, y aunque la
cantidad energía disponible sea muy pequeña, e incluso insignificante, a pesar de
ello la información es capaz de ejercer una orientación determinante (Peat, 2007,
pp. 193-195). Sobre este concepto científico de información se puede afirmar lo
siguiente: “el Universo es nada, sólo información. La suma geométrica (de
cantidades con su signo), de energías positivas y negativas del Universo es nula,
cero. (…) Puesto que entropía e información [oculta] son homólogos resulta pues
que es la información quien conformaría el ser, la realidad. (…) La materia del

6
“El unus mundus es un concepto teológico medieval con el que se sostiene que cuando Dios creó el
mundo naturalmente primero hizo un plan, como un buen arquitecto, un modelo del cosmos. Lo hizo en
el interior de la Sabiduría de Dios -ella es este unus mundus, el ánima creativa de Dios dentro de la que
emitió el modelo del mundo- o a veces se identifica con el Logos preexistente, esto es, Cristo antes de
aparecer sobre la tierra. Este unus mundus no es el cosmos como existe ahora, sino una idea en la psique
o mente de Dios, el plan con el que Dios lo hace realidad, igual que un arquitecto sigue su plan para la
construcción de una casa” (von Franz, 1995, p. 357-358).

5
materialismo, -el correlato óntico, el mundo perceptible-, pasa así de ser la
expresión fundamental de la realidad a ser una ilusión subjetiva de otra realidad
más profunda; el noos, la información, la cual devendría la sustancia y esencia de lo
observable” (Canicio, 2007, pp. 25 y 45).
En el presente trabajo de Nathan Schwartz-Salant se aúnan ciencia y psique,
como él mismo dice, unión de perspectivas que tiene su origen dentro de la
psicología analítica ya en el propio Jung, continuándose notablemente en la obra de
su mejor discípula: Marie-Louise von Franz. En cuanto a Jung, cabe hacer mención
de una nota manuscrita, no incluida en la edición de su Obra completa, que dice lo
siguiente: “lo más fructífero para la consideración de fenómenos psíquicos es el
concepto físico de campo7 «dentro del cual cada cambio en uno de sus puntos
conlleva consigo un cambio en todos los puntos restantes». Estos cambios son
provocados por «fuerzas del campo» que actúan à distance” (Meier, 1996, p. 287-
288). A Marie-Louise von Franz pertenece el desarrollo de esta noción de “campo”,
que toma de las ciencias físicas al igual que Jung, utilizándolo en su descripción de
lo inconsciente colectivo: “Marie-Louise von Franz extendió el enfoque de Jung
determinando que lo inconsciente colectivo tiene la cualidad de ser «como si fuera
un campo». (…) En Number and Time [von Franz] señaló que el campo es la fuente
latente de la forma de todas nuestras percepciones, conductas y pensamientos.”
(Schwartz-Salant, 1998, p. 21). Se introduce así en psicología analítica terminología
propia de las ciencias “duras” con el fin de esclarecer uno los contenidos más propios
de la psicología junguiana, el concepto de lo inconsciente colectivo.
A su vez Nathan afirma “encuentro que el concepto de campo es una
excelente representación, en términos modernos, de la idea clave de la alquimia
denominada «cuerpo sutil»” (Schwartz-Salant, 1998, p. 25). El ámbito de la realidad
sutil, de muy difícil definición, que aquí se toma como concepto prestado de los
dominios de la religión y de la mística, también fue objeto de estudio por parte de
von Franz, que nos dice por ejemplo: “de acuerdo con Orígenes, muchos milagros
del Nuevo Testamento no sucedieron concretamente, sino que sucedieron en una
especie de realidad corporal-sutil. Puesto que Cristo, como Orígenes subraya,
apareció en el medio entre las cosas creadas y las cosas no creadas” (von Franz,
1992, p. 151). Esta cualidad corporal-sutil que Schwartz-Salant conceptualiza de
manera más psicoanalítica como una “tercera área”, de la que dice que “no obedece
a leyes causales” (Schwartz-Salant, 1998, p. 18), tiene su paralelo en “el concepto
junguiano de una sola energía, que se manifestaría en sus frecuencias lentas como
materia y en sus frecuencias más intensas como psique” (von Franz, 1987, p. 152 /
1992, p. 252), concepto junguiano que, por cierto, “se asemeja en muchos aspectos
a la idea del Ch´i de los chinos” (von Franz, 1987, p. 152 / 1992, p. 252), “la imagen
china del Ch´i, que se refiere a la energía psíquica y a la energía física como si fueran
sola, se convierte en esta perspectiva en un concepto de energía al que estamos
ahora de nuevo empezando a aproximarnos en Occidente a un nivel de alguna
manera más sofisticado” (von Franz, 1992, p. 223).

7
En su carta de 31 de marzo de 1953, Pauli afirmaba: “A diferencia de los psicólogos, a los físicos les
resulta muy sencillo en vez de «el inconsciente» decir, por ejemplo, «el campo U», con lo que se habría
logrado la «neutralidad del concepto»” (Meier, 1996, p. 153).

6
Atreviéndome a hacer una especie de esquema, con la finalidad de que se
tengan presentes las ideas principales que se exponen, esbozaré lo siguiente:

CH´I

INCONSCIENTE COLECTIVO
INFORMACIÓN
CAMPO > CUERPO SUTIL
NO LOCALIDAD

Igualmente se podría sacar la palabra “información” de fuera del corchete e


incluirla con los demás conceptos en plano de igualdad con ellos, o bien sacar por
ejemplo el concepto “Ch´i” del interior del corchete y situarlo como término
abarcador del resto. He destacado el concepto de “información” sobre los demás
porque con la información, tal como la entiende la física, se abre el camino de
investigación propuesto por Schwartz-Salant en su libro, un camino novedoso que
pienso que puede conducir a importantes resultados. Entiendo el cuerpo sutil y la
no localidad como características del Ch´i/inc. colectivo/campo/información,
asumiendo que el “cuerpo sutil” la mayor parte de las veces es una expresión más
bien adjetiva que sustantiva: la “sutilidad”, tal sutilidad indica una cualidad que se
mueve entre lo material y lo no material, no siendo ni lo uno ni lo otro pero
participando de ambos estados.
Como señala Schwartz-Salant, también Jung ocasionalmente se refirió al
concepto de cuerpo sutil, al que puso en estrecha relación con su noción del Sí-
mismo: “en su comentario sobre Así habló Zaratustra, Jung se ocupa del Sí-mismo de
un modo muy diferente a como lo hace en las descripciones que da del Sí-mismo en
su Obra completa. (…) Jung nos dice que el Sí-mismo es el cuerpo y la psique, que el
cuerpo es solamente su manifestación externa. (…) El inconsciente somático [es el]
término que utiliza Jung para denominar el cuerpo sutil (…). Cuerpo y psique son
dos aspectos de la misma realidad” (Schwartz-Salant, 1982), tal realidad es el Sí-
mismo entendido como cuerpo sutil, que por tanto es un concepto que va más allá
del individuo; como en otro lugar afirma Schwartz-Salant: “el Sí-mismo de la
transformación alquímica, como se representa en el Rosarium [philosophorum],
tiene la cualidad de `no localidad´ del campo que abarca no solo al individuo sino
también a toda la humanidad. El Sí-mismo es como el electrón de la física que está
en todas partes y solo se localiza cuando se atiende a una situación particular en el
espacio-tiempo” (Schwartz-Salant, 1998, p. 176).
7
Semejantes indagaciones en los terrenos de la física y la psicología profunda
retoman las originarias inquietudes de Pauli, que en su correspondencia con C. G.
Jung establece junto con el padre de la psicología analítica los primeros paralelos
entre estas dos disciplinas. Lejos sin embargo de aquella intención que anunció
alguna vez el premio Nobel de convertir a la psicología analítica en una especie de
filosofía o forma de pensamiento acerca de la naturaleza, o incluso en ciencia,
dejando así de lado toda terapia8, Schwartz-Salant da una y otra vez muestras en
este libro de su profundo interés por los pacientes. Después de sus estudios de física,
y tras su “experiencia de la Luz” de 1964, que narra en la introducción, la vocación
de Nathan Schwartz-Salant fue eminentemente clínica. Una vez formado en el
Instituto C. G. Jung de Zurich, su esfuerzo profesional se orientó fundamentalmente
hacia la comprensión del “narcisismo, los trastornos límite, los estados psicóticos, la
aplicabilidad clínica de la alquimia” (p. 31), sobre los que ahora disponemos de un
libro de Nathan acerca de cada uno es estos temas (Schwartz-Salant, 1982, 1988,
1998, 2007). En las cuatro monografías Nathan también entra a considerar la POD,
pero sin hacer de ella el aspecto central de estos trabajos. En este mismo libro, por
su abstracta temática sin duda apto para emprender una especulación teórica de
altos vuelos, Nathan enfoca su perspectiva en la eficacia clínica y en las
consecuencias sociales que puedan tener las ideas referidas acerca de la energía, con
lo que introduce un punto de vista nuevo en la práctica del psicoterapeuta.
Schwartz-Salant se mueve con soltura de Jung a Freud, de Freud a Winnicott, de
Kohut a Klein, de Freud a Jung, etc., demostrando un amplio dominio y conocimiento
de las diversas escuelas de psicoanálisis. Incluso cuando hace referencia a la posible
naturaleza holográfica del Universo, “y las hipótesis de Jung del inconsciente
colectivo concuerdan con eso” (p. 61), tal reflexión no le lleva sino a una
consideración sobre los enfoques de las distintas escuelas de psicoterapia, acerca de
su validez y relatividad, tras lo que pasa a hacer una incisiva crítica de uno de los
más famosos casos de Jung. Por otra parte, Schwartz-Salant tampoco rehúye la
especulación teórica (por ejemplo, sobre los arquetipos pp. 122-123)
La bibliografía relativa a estudios antropológicos que el lector encontrará en
las notas a pie de página referidas a los textos que Schwartz-Salant cita acerca de los
indios pueblo, los desana, los cheyenne, etc., demuestran un conocimiento no casual
de antropología y son un aliciente no menor en la lectura de La paradoja del orden-
desorden, así como las importantes precisiones acerca del concepto de Necesidad de
Platón (pp. 79-80) tal como esta idea aparece expresada en el Timeo, o los
comentarios sobre el “Arceus” (o Archeus/Archaeus) de Paracelso, que Dorn
entendió como “sol invisible” y para Jung supone “una concepción alquímica del sí-
mismo” (pp. 97-98, a lo que se alude en Jung, 2007, I §44). Nathan Schwartz-Salant
narra y cita mitos, teorías y autores, tanto a los “proféticos” Heidegger, Kierkegaard
y Nietzsche (p. 115) como a Jean Gebser o Walter Elsasser, autor de Átomo y
organismo, del que Pauli fue ayudante (pp. 122-123), pasando por la teoría de
Dabrowski de la “desintegración positiva” (p. 87), por los mitos de creación
narrados en las Upanishad, en el Denkart zurvanita y en El secreto de la flor de oro

8
https://www.odiseajung.com/editoriales/marie-louise-von-franz-tres-entrevistas/

8
(pp. 81-90), o por la Naturphilosophie del idealismo alemán del siglo XIX (pp. 51-53),
por ejemplo.
Se echa de menos en el libro un estudio acerca de la relación entre la entre la
energía y el tiempo (ambos complementarios, tanto como lo son consciente e
inconsciente, según afirmaba Jung en la mencionada nota manuscrita, en Meier,
1996, p. 287), y más específicamente sobre concepto junguiano de sincronicidad,
que junto con el concepto de arquetipo frecuentemente ha generado no pocos
malentendidos9 y apropiaciones indebidas. Ya von Franz citaba un artículo de
Nathan Schwartz-Salant de 1975 en el que éste “señala correctamente” que el
concepto de “holón con rostro de Jano” formulado por Arthur Koestler en su libro
Las raíces del azar “no es más que una copia de la idea de Jung del arquetipo” (von
Franz, 1992, p. 222). Señala allí mismo von Franz que por otra parte Koestler se
equivoca al atribuir a Jung la idea de que el arquetipo es el causante de los
fenómenos sincronísticos, ya que lo que Jung pensaba en realidad era que “un
ordenamiento arquetipal «aparece» o llega a ser «visible» en un suceso
sincronístico; no lo causa. Es una creatio, y esto significa el surgimiento espontáneo
de algo enteramente nuevo ex nihilo que no está causalmente predeterminado” (von
Franz, 1992, p. 237). Utilizando ahora terminología propia de las ciencias físicas,
podríamos decir que la información del Cosmos -tanto la información manifiesta,
neguentropía, como la información oculta, entropía-, aparece o se expresa en los
denominados fenómenos sincronísticos. Dado que el intercambio de información
entre el unus mundus y el mundo cotidiano es una de las claves de la teoría de la
energía psíquica propuesta por Schwartz-Salant, y teniendo en cuenta que como
“Jung señaló, el unus mundus se manifiesta en fenómenos sincronísticos” (von Franz,
1997, p. 148), no habría estado fuera de lugar que nuestro autor hubiera dedicado
cuanto menos un capítulo a estos fenómenos. En todo caso, este libro no carece de
elevados pensamientos a la altura de las propias experiencias personales de Nathan
Schwartz-Salant relatadas al principio del libro, que dejarán atónito a más de un
lector que desconozca los efectos de la LSD, que nuestro autor confiesa haber
probado en su etapa de estudiante.
El núcleo de esta obra es la tesis de diplomatura del autor (1969) retomada
al final de su carrera, es por tanto el resultado de la reflexión acerca del trabajo de
toda una vida profesional. La tesis de Nathan fue supervisada por Marie-Louise von
Franz y más adelante sus investigaciones llamaron la atención de James Hillman,
que instó a nuestro autor a publicar un artículo que resumiera algunas de sus ideas
sobre entropía y neguentropía. El favor de Marie-Louise von Franz y de James
Hillman hacia Nathan Schwartz-Salant acredita con honores su incipiente obra. La
reticencia a dar a conocer por entero estas investigaciones al gran público fue
superada gracias a las palabras de ánimo y al interés por sus ideas mostrado por la
mujer de Nathan, Lydia, ayuda inestimable para nuestro autor que finalmente le
llevó a publicar en 2017 una versión ampliada y actualizada de su brillante tesis,

9
No está demás recordar que como apunta von Franz: “por supuesto, el principio de sincronicidad
también podría ser considerado como una explicación en los casos en los que se puede pensar en
causalidad, pero entonces no se puede demostrar con certeza” (von Franz, 1992, p. 226, nota 63). La
existencia de causalidad no significa que la sincronicidad no esté también presente.

9
resultando el producto final un esfuerzo combinado del matrimonio. Se anuncia en
una de las notas de La paradoja del orden-desorden un libro de próxima aparición
bajo la autoría de Lydia Salant que lleva por título Against our ruins [Contra nuestras
ruinas], en el que Nathan afirma haberse basado para escribir su último libro. Al
parecer existe además otro libro escrito por el matrimonio que de momento
tampoco ha sido editado en su lengua original inglesa, si es que no se trata en
realidad del mismo libro que hemos mencionado antes. Lydia Salant fallecía a los 73
años el 3 de agosto de 2019 y su aportación a la monografía que aquí reseñamos la
hace acreedora también de nuestro agradecimiento. Este libro está cargado de
experiencia y de experiencias, también las de algunos pacientes del autor, casos
mediante los que ejemplifica ciertos aspectos de su propuesta teórica, de la que cabe
decir que es un planteamiento novedoso llamado a convertirse en uno de los hitos
más destacados de la psicología analítica post-junguiana. Nathan Schwartz-Salant
fallecía el 18 de septiembre de 2020, con 82 años, quede esta breve reseña como
homenaje y señal de reconocimiento de su importante trabajo. Ojalá en el futuro su
obra sea mejor conocida también en el ámbito hispanohablante.

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 José Medina

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