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EL ORDEN IMPLICADO EN CONTRAPOSICIÓN CON EL ORDEN EXPLICADO.

Las partículas elementales están vinculadas a todo el Universo pues navegan en un mar
potencial común. Según la teoría de Hamilton-Jacobi, un mar de ondas que, en un espacio
reducido crea vórtices, pequeñas fluctuaciones, pequeñas ondulaciones, etc, en definitiva, eso
es lo que toma la apariencia de materia. No muy distinto a las particularidades de una ola que
se enmarca en el movimiento general del océano. De hecho, nadie ha visto una ola sola. El
concepto subyacente es el plegamiento y desplegamiento que produce una partícula con sus
propiedades e interacciones, moviéndose a través del espacio. La información consciente es la
que ordena el cimbreo del campo, guía y manifiesta la aparición de una partícula. Según
estas hipótesis, todo lo que existe, lleva de forma inmanente, la información de la totalidad
del Universo pues es la manifestación de la esencia de él mismo.

David Bohm utilizó el ejemplo de un río donde se pueden apreciar vórtices, ondas y diversos
movimientos que parecen tener una existencia propia, pero obviamente forman parte del
mismo río y en sí mismos no tienen un desarrollo independiente, pero sí una interdependencia
con el agua que la sustenta. Todo lo que se sitúa en un continuo espacio temporal forma parte
de el orden explicado que es un desplegamiento, según Bohm, del orden implicado; la
constante actividad entre el orden implicado y el explicado da una impresión de movimiento,
produce un flujo. Con una sucesión rápida de imágenes inmóviles tenemos la sensación de un
movimiento continuo, eso sucede cuando vemos una película, por ejemplo, el mismo proceso
de la visión no es continuo, está formado por breves pausas, mientras se observa un objeto, el
ojo humano explora el entorno mediante rápidos movimientos y podríamos, siguiendo el
razonamiento de Bohm, postular que se despliega y pliega en la corteza visual creando la
sensación de continuidad, así el hecho de ver sería una manifestación explicada de un orden
implicado. Nuestro cerebro suma impulsos de paquetes de luz y les da continuidad. La calidad
tridimensional de nuestro pensamiento bloquea la experiencia última del inconmensurable
océano de lo no manifiesto, del que la materia no es más que un pequeño rizo esporádico
sobre ese rumor calmo. Las más antiguas tradiciones espirituales han descrito un campo
indiferenciado que une todo y que subyace al mismo espacio y tiempo. Los vedas lo
describen como pura conciencia, un campo unificado que fluctúa con la actuación dual de
nuestras mentes. El Tao lo describe como esencia y patrón de todo lo que existe en el
universo. Los sutras budistas hablan de una red que todo lo une….hay una maravillosa red que
ha sido colgada por algún astuto artesano de tal forma que se extienda infinitamente en todas
direcciones, así dicen, en definitiva, orden impliado.

Rumi, el gran poeta sufí, lo expresa con elegancia y claridad: Más allá de las ideas sobre el bien
y el mal, existe un campo. Allí te esperaré. En el curso de fosfenismo de Matarranya
propondremos el acceso al campo matricial, a la experiencia suprema, en la que no existe ni el
tiempo ni el espacio y a la que se llega de forma consciente desde las entrañas de la evolución
misma. Nos encontramos ubicados espacial y temporalmente sujetos a unas coordenadas que
nos impiden acceder al campo original, al campo matricial, al orden implicado.

Imaginemos una pecera con un pez dentro. Dos cámaras graban las evoluciones del pez. Una
situada frente a la pecera y otra lateralmente. Un observador ubicado en una sala contigua no
ve ni el pez ni la pecera, solo visualiza dos imágenes en dos pantallas de TV. Normalmente el
observador pensará que hay dos peces, y además, de forma curiosa, establecerá una relación
entre sus movimientos, es decir, verá que cuando el pez de la cámara frontal se mueve, lo
hace inmediatamente el pez de la cámara lateral. Es muy posible que dicho observador
deduzca que los peces tienen algún preciso sistema de comunicación. Eso obviamente no es
así. En un estadio más profundo que el de la realidad del observador, es decir, la realidad de la
pecera, los dos peces no son entidades separadas. Las pantallas del TV serían el mundo
explicado, y el pez, tal y como existe en el acuario sería el orden implicado. Conceptos
desarrollados por David Bohm, donde la realidad emerge como una imagen de la fuente
creadora, desde un lugar fuera del espacio y del tiempo, desplegándose con una identidad
propia.

Más allá de las ideas sobre el bien y el mal existe un campo. Allí te esperaré.

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