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República Dominicana

Universidad Tecnológica del Cibao Oriental

Tema:

El Maoísmo Dominicano.

Sustentado por:

Madelin Guaba Castillo

Matricula:

2017-0984

Profesor:

Rafael A. Guzmán María.

Cotuí. Prov. Sánchez Ramírez

Año 2021
Introducción.

El análisis con base científica sobre el maoísmo dominicano, cabe decir que este es
una tendencia existente en el comunismo originaria de la República Popular China y
principal dominadora de dicho territorio a nivel político e ideológico tras su
revolución cultural.

De la mano de su principal ideólogo, Mao Zedong, se realizó un revisionismo del


marxismo inicial bajo un punto de vista muy filosófico e ideológico, dejando atrás el
enfoque científico establecido por el manifiesto comunista.

Además, Mao basó su observación en el campesinado agrícola chino como eje


motor del país sin establecer como imprescindible la lucha de clases, ya que
consideraba al sector burgués y empresario como una parte de la sociedad necesaria
y redirigible hacia la revolución.

Esta teoría sociopolítica y económica comparte gran número de aspectos con otras
derivas del comunismo, el socialismo y el marxismo, aunque en gran medida ha
adquirido desde su creación y expansión por China un significado relevante propio.
El Maoismo Dominicano.

Sus origenes.

Dotado de inteligencia privilegiada, formación política marxista, innegable valor


personal, plena conciencia del riesgo asumido que denota innegable compromiso
patriótico, Cayetano Rodríguez del Prado, el único dirigente de izquierda con
prosapia política, biznieto del geógrafo y político Cayetano Rodríguez, por quien sus
padres decidieron bautizar con su nombre, sobrino del eminente historiador Emilio
Rodríguez Demorizi, quien indudable salvó su vida intercediendo ante El Perínclito
de San Cristóbal y con el presidente Balaguer, glosa los pormenores más nimios y
nítidos de su historial revolucionario en su sin desperdicio valiosa obra.

Resumen de experiencias, como el zumo de fruta, donde Cayetano (Cayé, para sus
íntimos) revela sus experiencias, gratificaciones, sufrimientos y vejámenes en el
contexto de su trajinar revolucionario, ora en su patria, preso 51 días en La 40, y 14
días en La Victoria cuando El Triunvirato, ora en la hoy extinta URSS, ora en la
China en transición al comunismo del presidente Mao Tse-tung, su entrevista de 90
minutos con el Gran Timonel junto a Ylander Selig, otra 60 minutos con el inmenso
Chou En-lai, que no fulguró más eclipsado por Mao.

Esas dos entrevistas, no igualadas por ningún dirigente revolucionario dominicano y


muy pocos de otros países del tercer mundo que el suscrito registre, denotan el
notable protagonismo y calidad revolucionaria que inequívocamente condujeron a
esos dos gigantes líderes mundiales conceder entrevistarse con Cayetano, dirigente
de un minúsculo país sin relevancia mundial ni protagonismo revolucionario, como
fue en esos momentos el caso de Cuba, sin presidir grupo revolucionario alguno, con
el soporte conocido por los dos líderes, del historial revolucionario de su
entrevistado, militante, por más, de la variante revolucionaria marxista china, el
maoísmo, frente al stalinismo, fulminado por Nikita Krhushev.
Resulta colosal incongruencia identificar como sin ninguna estructura revolucionaria
formada presta secundar un movimiento revolucionario, sobre todo, teniendo
presente su objetivo de cambiar el sistema político establecido desde la fundación de
la República en 1844, reñido frontal con la revolución cubana dirigida por Fidel
Castro, que desde el exilio mexicano desde 1953 logró organización interna,
logrando iniciar la lucha final contra la dictadura del general Fulgencio Batista, tres
años después 1956, culminando con el triunfo de la revolución en 1959, seis años
después, no de un día para otro, denotación de infantilismo político, muy próximo a
la locura.

Esa ausencia de organización interna tanto expedicionarios 1949 por Luperón y


1959 por Constanza, Estero Hondo y Maimón, alzamiento de Manolo Tavárez en
Las Manaclas, donde resultó fusilado al rendir las armas, idéntico al coronel Francis
Caamaño en 1973 en La Horma, dos ilusos iniciando aventura guerrillera sin previa
organización, sus integrantes sin formación militar, y Cayetano en el Scarlet Woman
de 1963, revelan deserciones de la praxis revolucionaria de organizar la lucha
interna, elemental prolegómeno de iniciar la confrontación armada, conforme realizó
el presidente Mao, mentor de Cayetano, organizando La larga marcha.

Además de garrafal error citado, la izquierda dominicana en su acepción de mayor


confrontación tremolada por el MPD, que era el mayor de los grupos
correspondiendo al 14 de Junio, liderado por Manuel Aurelio Tavárez Justo, obvió
que en esos momentos transitaba la etapa más tórrida de la llamada Guerra Fría
iniciada apenas disipados los humos de la II Guerra Mundial, donde la entonces
URSS y EEUU, porfiaban por el hegemonismo geopolítico planetario.

Es en esos álgidos y peligrosos momentos cuando el MPD decide secuestrar al


coronel Donald Crowley, jefe del Grupo Consultivo Militar (MAAG), de EEUU en
RD, desconociendo la magnitud de la osadía, sobre todo, ignorando además en esos
momentos, el presidente Richard Nixon instruyó a su embajador en RD, Hugh
Crimmins, expresar al presidente Balaguer la instancia de Nixon eliminar las
principales cabezas del MPD, o atenerse a consecuencias, eligiendo Balaguer lo
primero.

Todos los participantes en la quijotesca temeridad fueron asesinados por la CIA, que
no podía consentir repetir hazaña similar aquí ni en otro país.

Lamentable desenfoque de la praxis, pecado mortal en un proceso revolucionario, en


nuestro caso, ocasionó la pérdida de vidas valiosos, que pudieren contribuir
vertebrar un país bastante próximo a su diseño, preservando las instituciones y el
sistema establecido, conforme de todas maneras aconteció posterior, hasta hoy,
donde los sobrevivientes del MPD están acoplados al statu quo, ejerciendo sus
profesiones, escritores, burócratas y académicos y constructores, como Cayetano
Rodríguez del Prado, palmaria revelación de que todo esfuerzo incurrido, no valió la
pena, conforme confió al suscrito Carmen Josefina Lora Iglesias, inolvidable y
querida Piki.

La izquierda dominicana actuó en el teatro de las confrontaciones militares carente


de experiencia y formación revolucionaria, es decir, soberanos tontos útiles,
conforme fue y sigue siendo la acepción más correcta a tanto dislate y distorsión
revolucionaria.

En el verano del año 1968 escuchamos por primera vez, en conversaciones con
jóvenes de los barrios de Villa Juana y Villa Consuelo, el término «maoísmo», con
el cual se referían a una corriente ideológica del marxismo que comenzaba a incidir
en las formulaciones teóricas del Movimiento Revolucionario 14 de Junio y el
Movimiento Popular Dominicano (MPD).

Desde 1960, esas dos organizaciones de izquierda con arraigo social, se habían
interesado en la excepcional evolución del socialismo en China, influidos por la
extraña fascinación política que exteriorizó el Che Guevara en su visita a la ciudad
de Beijing el 19 de noviembre de ese año.
El guerrillero heroico de la Sierra Maestra confesó al final de su entrevista con Mao
TseTung y el primer ministro Chou En-lai, su admiración por la personalidad del
gran timonel y su reconocimiento al proceso de cambios que experimentaba el
gigante asiático fruto de aquella revolución.

Guevara era el presidente del Banco de Desarrollo Nacional de Cuba y llegó hasta
allí en compañía de un joven periodista ecuatoriano llamado Fernando Maldonado
Donoso, quien a los 26 años había sido electo secretario general del Partido Social
Revolucionario de Ecuador. También lo acompañaba el economista chileno, de
ascendiente italiano, Albán Lataste, quien se desempeñaba como viceministro de
Economía en Cuba, aunque poco más tarde perdería su puesto, por sostener una riña
verbal con el primer ministro Fidel Castro; viéndose precisado a regresar a Chile (su
país de origen), donde ocuparía la función de presidente del directorio del Banco del
Estado.

Cuatro años más tarde, en el verano de 1964 se produjo la visita a China de un


dirigente político dominicano, el joven estudiante de arquitectura Cayetano
Armando Rodríguez del Prado, quien ya había palpado la experiencia socialista de
Cuba y conocía a su primer ministro Fidel Castro.

El líder del grupo Fragua y máximo dirigente del colectivo estudiantil del
Movimiento Popular Dominicano llegaba ahora a la nación oriental acompañado del
señor Ilander Selig, un compatriota suyo de origen judío, atendiendo a una
invitación que le hiciese en 1962 el líder estudiantil chino Li Chi-tao, durante el
congreso de la Unión Internacional de Estudiantes, celebrado en la ciudad de San
Petersburgo.

A su llegada a China, Rodríguez del Prado tuvo la suerte de codearse con los más
altos dirigentes de la revolución socialista en su fase esplendorosa, siendo -junto a
Selig- increíblemente atendido por el propio presidente Mao Tse Tung, quien les
recibió con un apretón de manos en su oficina frente a la Plaza de Tiananmen y les
brindó cigarrillos y fósforos para encenderlos; pudiendo pasar así a la historia como
los primeros dominicanos que tuvieron el honor de compartir un momento con ese
gran revolucionario.

Cayetano Rodríguez del Prado había sido uno de los principales líderes estudiantiles
en el momento en que se reclamaba la autonomía universitaria en 1961 y era el autor
del famoso «Plan Cayetano» que se llevó de encuentro a las autoridades trujillistas
de la primera universidad del Nuevo Mundo, y su visita a este territorio perseguía
conocer el modelo socialista chino, en su calidad de dirigente emepedeista.

Hasta ese momento poco se conocía la palabra maoísmo en el país y vino a ser en
este verano de 1968 cuando de modo inocente se hizo mención de ese término en
nuestro barrio, durante una conversación de adolescentes reunidos en la nueva
residencia del joven Dante Lino Galán Marte, quien había invitado a sus amigos de
infancia a compartir unas horas de alegría escuchando un par de discos de larga
duración con las canciones románticas que elevaron al sitial más alto de la fama a
los Beatles (“Something”, “Yesterday”, “A Day in The Life”, “And I LoveHer”,
etcétera), cantadas por Paul McCartney y John Lennon, siguiendo la excelencia
rítmica de sus guitarras y la sonoridad de una batería tocada de modo incomparable
por el genial Ringo Starr, para hacer vibrar de emoción a los chicos congregados en
el patio de aquella vivienda recién estrenada, edificada por el abogado y general
policial, doctor Antonio de los Santos Almarante (su padre adoptivo), en un amplio
solar de la avenida 27 de Febrero, en la proximidad del lugar donde poco después se
construiría el Centro Olímpico Juan Pablo Duarte.

Se aseguró allí que el maoísmo se había “regado como la verdolaga” en los barrios
de Villa Consuelo y San Juan Bosco, como resultado de un trabajo de captación de
simpatizantes realizado por un joven de 20 años, llamado Franklin Aponte Grullón,
residente en la casa No. 21 de la antigua calle Azua, quien sorprendentemente tenía
sólida identidad cristiana; pues había sido formado por los hermanos jesuitas que
imparten docencia en el Colegio Dominicano La Salle, pasando luego al Colegio
Universitario y estando un año en la escuela de Ingeniería Civil de la UASD, donde
entró en contacto con una organización de orientación maoísta, de la que se hizo un
fervoroso militante, provocando que sus padres lo sacaran del país y lo matricularan
en la misma carrera, pero en el recinto de Mayagüez de la Universidad de Puerto
Rico.

Luego se supo que esa labor había sido retomada por un estudiante de periodismo,
de 23 años, residente en la calle San Francisco de Macorís No. 29, del sector de San
Juan Bosco, llamado Francisco Gregorio Hiciano Díaz, quien comenzaba a
desenvolverse en el campo de la comunicación como reportero de un espacio
noticioso radial y era una persona muy conocida en la parte alta de la Capital.

Igualmente se mencionaba a los hermanos José y Julio Popa Santiago, unos vecinos
de la calle Doctor Tejada Florentino (cerca de la Voz Dominicana), quienes habían
estudiado en el colegio Don Bosco, siendo compañeros de clases de una parte de los
chicos presentes en aquel acto festivo en la morada del amigo Galán Marte; y que en
los años de la infancia fueron sus adversarios favoritos en los juegos de pelota
realizados en el oratorio Don Bosco, en el estadio deportivo de la escuela normal y
en un viejo campo de beisbol improvisado en los terrenos donde había operado el
antiguo aeropuerto de la ciudad, llamado General Andrew.

Esos hermanos gozaban de mucha simpatía en el barrio, por su sobresaliente


actuación deportiva, y se contaron entre los primeros jóvenes sumados a un nuevo
grupo maoísta que fue constituido el 24 de octubre de 1966 con el nombre de
Partido Comunista de la República Dominicana, identificado al principio por las
siglas PCRD, surgido de la Primera Conferencia de Cuadros Profesionales salidos
del Movimiento Popular Dominicano (MPD), afirmando como Lenin que “no puede
haber un solo movimiento revolucionario sólido, sin una estable organización de
dirigentes que mantenga la continuidad”, y que “mientras más numerosa sea la masa
arrastrada espontáneamente a la lucha, constituyendo su base y participando en ella,
más indispensable es esa organización y más sólida debe ser, pues de otro modo
sería fácil a los demagogos arrastrar las capas atrasadas de la masa”.

Esa nueva entidad salió a la luz pública postulando que el partido comunista sólo
debía estar constituido por revolucionarios profesionales y que su objetivo
estratégico sería una sociedad sin clases donde impere el principio de “a cada quien,
según su necesidad, de cada quien según su capacidad”, para construir una sociedad
donde no haya explotados ni explotadores, donde llegaría inevitablemente la
humanidad guiada por la clase obrera a través de la Dictadura del Proletariado.

Los Popa eran chicos populares, nacidos y criados en ese populoso sector, y no les
fue difícil influir en otros jóvenes que se abrazaron a sus ideas y se adhirieron a un
proyecto orgánico juvenil, para contribuir con su esfuerzo a la formación de células
de militantes que se movilizaban por todos los suburbios, llevando en el bolsillo o
debajo del brazo el famoso “libro rojo” del maoísmo, dispuestos a enfrentar con
valentía y fervor la restricción a la literatura marxista impuesta por el Estado; la cual
penaba con cárcel y torturas la simple lectura de las citas filosóficas y las ideas
políticas del líder chino Mao TseTung, así como sus conceptos sobre la guerra y la
paz, la lucha de clases, las contradicciones sociales y otros temas inscritos en los
textos de consulta recomendados por los profesores de ciencias políticas y de
filosofía en las cátedras universitarias.

Otro libro influyente fue “Viva el Triunfo de la Guerra Popular”, escrito por el
mariscal Lin Piao, ministro de Defensa y en ese momento principal colaborador de
Mao, difundido en el país en 1969; pero sin duda que el «libro rojo» fue el factor
clave en la labor política de esos jóvenes para lograr que creciera en los barrios la
simpatía por esas ideas; pues como nos ilustra el brillante economista Yván
Rodríguez Batista, quien fuera un militante organizado en las filas del MPD en
1968, en la preparación ideológica de esos muchachos influyó sobremanera el
seguimiento constante que daban a la evolución de la Revolución Cultural iniciada
en China en 1966 y el estudio continuo de las “Cuatro tesis filosóficas” y los
trabajos de «Guerra Prolongada y Problemas Estratégicos de la Guerra de Guerrilla
Antijaponesa», de Mao. También fue fundamental la lectura de los tres artículos
permanentes, difundidos en el semanario del partido, que eran «El Viejo Tonto que
removió las montañas», «Servir al Pueblo» y «En Memoria de Norman Bethune”, un
médico canadiense amigo de Mao.
Intervino de igual modo en el auge del maoísmo el enfrentamiento entre los partidos
comunistas de la Unión Soviética y de China, influenciado, entre otros factores, por
el problema del culto a la personalidad de Stalin, la tesis de la coexistencia pacífica
formulada por los rusos, y el hecho de que la mayoría de los grupos de izquierda
(con excepción del Partido Comunista Dominicano) eran antisoviéticos.

En el empuje de esa lozana fuerza maoísta, en su fase inicial, tuvo mucho que ver
que entre los promotores para fundar un grupo con el nombre de “Juventud
Comunista” estuvieran los principales dirigentes estudiantiles de la época;
sobresaliendo la figura cimera del bachiller Alexis Licairac Díaz, quien a la salida de
Amín Abel Hasbún de la UASD, asumió el liderazgo y lasecretaría general del
grupo FRAGUA, siendo su candidato a presidir la Federación de Estudiantes
Dominicanos (FED) en las elecciones del viernes 15 de julio de 1966, donde obtuvo
mil 587 votos, venciendo por 405 a su rival más cercano, el bachiller santiaguero
Lucas Rojas, quien representando el color verde del Bloque Revolucionario
Universitario Cristiano (BRUC), acumuló mil 182 sufragios, agenciándose la
vicesecretaría general de la FED y otros cuatro puestos ejecutivos, mediante la
aplicación de la regla de la proporcionalidad que era también una garantía para la
representación minoritaria que encarnaba el Frente Universitario Radical
Revolucionario (FURR), de orientación perredeísta, quien apenas pudo alcanzar 171
votos, quedando sin representación en el gremio estudiantil.
Para que se tenga una idea clara del prestigio de los líderes estudiantiles que
participaron en esta justa comicial, diremos que además de Licairac y Lucas Rojas,
el comité ejecutivo central de la FED quedó compuesto por seis bachilleres del
grupo FRAGUA y cinco del BRUC; eran ellos, Narcisazo (Narciso) González
(FRAGUA), secretario de asuntos nacionales; Eddy García (BRUC), secretario de
organización; Diómedes Mercedes (FRAGUA), secretario de asuntos educacionales;
Luis Ernesto Brea (BRUC), secretario de bienestar estudiantil; Carlos Dore Cabral
(FRAGUA), secretario de prensa y propaganda; Julio Samuel -Jimmy Sierra Gómez
(BRUC), secretario de asuntos internacionales; Nelson Moreno Ceballos
(FRAGUA), secretario de asuntos obreros; Roberto Reyes Corcino (FRAGUA),
secretario de Finanzas y Gustavo González (BRUC), secretario de actas y archivos.

Esa realidad nos afirma que Alexis Licairac era un gran dirigente recién acabadito
de ser electo secretario general de la FED, en el instante en que encabezó la
fundación de la Juventud Comunista, tras renunciar el viernes 11 de noviembre de
1966 como miembro del Movimiento Revolucionario 14 de Junio, junto a los
jóvenes Carlos Amiama, Manuel Contreras, Agustín Jiménez y Belarminio -Benito-
Fernández Hiciano; este último poseedor de una condición política similar a la suya,
puesto que era secretario general de la Unión de Estudiantes Revolucionarios
(UER), y en nombre de esa entidad y también como catorcista, participó a principios
de ese año en actividades políticas y militares realizadas en China, junto al dirigente
estudiantil Ramón Martí.

Fernández Hiciano mostraba suficiente autoridad entre los estudiantes de la época,


que les reconocían su correcto desempeñó como combatiente en la Revolución de
Abril de 1965 y su protagonismo en los hechos del 9 de febrero de 1966,
encabezando a centenares de alumnos de los liceos y escuelas públicas de la Capital
que durante la mañana de ese día llegaron a la puerta del Palacio Nacional,
reclamando que el gobierno de García Godoy reconociera a las autoridades
universitarias surgidas del Movimiento Renovador, y ordenara el desalojo de las
tropas invasoras que aún se encontraban en esos centros escolares. Él había sido un
héroe de aquella jornada que nuestro amigo, el exjuez y mejor abogado Hugo
Isalguez, en un artículo de factura reciente publicado en el diario El Nacional, tituló
“Masacre del 9 de febrero”, donde fue asesinada la joven de catorce años, Amelia
Altagracia Ricart Calventi y donde murieron otros cuatro compañeros estudiantes.

El vínculo de los jóvenes mencionados con el maoísmo se había establecido siendo


ellos parte de la estructura militar del Movimiento Revolucionario 14 de Junio (1J4),
y se amplió luego de la llamada “Primavera de Mayo”, en Francia, donde fue notoria
la participación de dos organizaciones maoístas: el Partido Comunista Francés
Marxista Leninista y la Unión de la Juventud Comunista, las cuales portando
imágenes de Mao y de la Revolución China, alentaban las protestas contra la
represión y el consumismo escenificadas por millares de estudiantes movilizados
contra el gobierno francés; lo que provocó una brutal represión ordenada por el
presidente Charles de Gaulle.

Fueron muchos los jóvenes que inspirados en esos hechos decidieron seguir el
camino iniciado por Cayetano Rodríguez del Prado, y continuado por los estudiantes
Benito Fernández y Ramón Martí, aceptando la propuesta del Movimiento
Revolucionario 14 de Junio para integrar las delegaciones que esa organización
enviaba clandestinamente a China, para que sus integrantes conocieran la revolución
y obtuvieran la debida formación política y el adiestramiento militar básico, al
margen de las diferencias existentes con los soviéticos que promovían entonces para
Europa y América Latina una política de coexistencia pacífica y de participación de
los comunistas en las consultas electorales, como aconteció en Chile con Salvador
Allende.

Los chinos habían puesto especial interés en promover y difundir su modelo


revolucionario, para ser aplicado en América Latina y por ello estrecharon sus lazos
de amistad con la dirigencia del 14 de junio en los años citados, como lo detalla en
sus memorias el dirigente catorcista Fidelio Despradel, quien fuera compañero de
lucha en la guerrilla del 20 de diciembre de 1963 de su líder histórico, doctor
Manuel Aurelio Tavárez Justo, y quien posteriormente (luego de la Guerra de Abril
de 1965), junto a Rafael -Fafa- Taveras, se distinguiera como una de las figuras
enfrentadas por el control partidario, librándose entre ambos la conocida batalla
ideológica entre transformistas y no transformistas del 1J4 que culminó con la salida
de un grupo encabezado por Taveras que ingresó al MPD el 7 de diciembre de 1966.

El 1J4 había sido legalizado por el gobierno provisional de García Godoy para que
participara en los comicios del 1ro. de junio de 1966, pero no había sacado los votos
requeridos para conservar su estatus legal. Ahora, tras la renuncia de los no
transformistas, el sector predominante, encabezado por Fidelio Despradel, durante
una reunión celebrada el 20 de enero de 1967, declaró a esa organización leninista.
Y lo hizo en un artículo publicado en su órgano oficial de prensa, intitulado: “El 14
de Junio se consolida como vanguardia del proletariado sobre las concepciones del
leninismo”. Agregando que la salida del grupo calificado de “liquidador”, «permitía
afirmar el leninismo en el partido”.
Esa declaratoria animó a muchos jóvenes a ingresar al 14 de Junio, pese a que la
popularidad de Taveras y Despradel estaba menguada por la lucha interna y por la
existencia de una campaña contra el primero cuestionando su pacifismo y sus
posiciones de derecha; y otra similar, encabezada por la Juventud Comunista, que
objetaba al segundo por una supuesta culpa en el fracaso de las guerrillas del 20 de
noviembre de 1963, aunque éste contaba con una buena artillería de defensa en las
filas del 14 de Junio, donde se resaltaba su rol de combatiente en los días de abril del
65 y su honestidad a toda prueba.

Esa proclama del 14 de Junio la explicaría años después Despradel en sus memorias,
diciendo que cuando renunciaron de esa organización Taveras, Juan B. Mejía, Norge
Botello, Jimmy Durán, Pedro Bonilla, Agustín Moisés Blanco Genao, Daniel Ozuna,
Julito de Peña Valdez, Amín Abel Hasbún, Guido Gil Díaz y Manuel Pozo -Lucky,
los integrantes de su corriente lograron imponer una línea de guerra como política
oficial del 1J4, que se apoyó en la preparación militar de sus cuadros, tanto en Cuba
como en China; señalando que él encabezó el contingente humano entrenado en la
isla caribeña, siendo asistido por Roberto Duvergé y secundado por el fiero Eberto
Giordano Lalane José, quien fuera delegado oficial de esa organización en Cuba, y
por Amaury Germán Aristy, su representante en la primera Conferencia
Latinoamericana de Solidaridad (OLAS), efectuada en La Habana desde el 31 de
julio hasta el 10 de agosto de 1967.

Despradel señala en su libro que ellos tenían “una visión de la continuación de la


guerra contra el poder norteamericano y la derecha dominicana”, y habían
construido con paciencia su base de apoyo en la zona rural del país, ya que el auge
de las actividades guerrilleras y la lucha de masas en los continentes africano y
asiático, influían en ellos de tal manera, que su organización siendo consecuente con
su propia formación y su prédica guerrerista, no sólo envió una gran cantidad de
jóvenes a Cuba a entrenarse militarmente, sino también a China, a donde viajaron
figuras como el exhombre rana Aníbal López, el doctor Arnulfo Reyes, Aniana
Vargas, Orlando Mazara, Sagrada Bujosa, Lilo Coss, Antonio Beato, Argentina
-Tona- Santana, Marina Espinal, Miguel Reyes Saldaña y Mirsis Aponte, quien
fuera la esposa de un alto dirigente de ese grupo, llamado Guillermo de la Rosa.

Se debe saber también que otro de los dirigentes fuertes del 14 de Junio que estuvo
en Cuba y en China fue Héctor Homero Hernández, aunque en la primera ocasión
-al final de la Guerra de Abril de 1965-, fue para someterse a una operación
quirúrgica para recuperar la audición perdida en el asalto a la Fortaleza Ozama,
producto de un disparo que le rompió el tímpano hecho por error por uno de sus
compañeros constitucionalistas.

Como señala el autor citado, la mayor parte de los jóvenes enviados a China
regresaron influidos por la resonancia de la Gran Revolución Cultural y convencidos
de que “el 14 de Junio tenía una concepción errónea sobre la guerra revolucionaria”;
y por tanto, como portadores de una línea política y una estrategia alternativas, ellos
decidieron en la primavera de 1968 implementar un cambio, constituyendo una
tendencia dentro de las filas catorcistas que tomó el nombre de “Línea Roja del 14
de Junio”, la cual acuñó las consignas históricas de la revolución china y el llamado
Pensamiento de Mao Tse Tung, y se estableció formalmente como grupo político
durante una asamblea celebrada el día 28 de julio de ese año.

La llamada Línea Roja del 14 de Junio sería la entidad puramente maoísta con
mayor número de militantes en la República Dominicana, debido a que el
Movimiento Popular Dominicano (MPD), aunque decía defender el pensamiento de
Mao, difundía una línea política de marca local, planteándose el derrocamiento del
gobierno de Balaguer mediante un golpe de Estado Revolucionario, con la
determinante participación de un sector de la derecha, y predicaba ante todo su tesis
sobre el colonialismo ideológico.

Es decir que fueron los antiguos catorcistas ubicados en la Línea Roja del 14 de
Junio, timoneados por los fundadores del Partido de los Trabajadores Dominicanos,
José González Espinosa, Juan Evangelista (Iván) Rodríguez, Esteban Díaz Jáquez y
el gordo José Ernesto Oviedo Landestoy, quienes sacaron la mejor partida de su
defensa del maoísmo, ya que lograron cultivar tan buenas relaciones con los chinos,
que se hicieron naturales y frecuentes los viajes de sus jóvenes militantes al
continente asiático en los años 70.

Nuestro buen amigo Yván Rodríguez, quien llegó a ser el más alto dirigente del
poderoso grupo FRAGUA, desempeñando la secretaría general de esa organización
en la UASD, estuvo encabezando en el año 1975 una de las primeras cinco
delegaciones de dominicanos que estuvo en China, y recuerda que en una cena
efectuada el Día de la Revolución; es decir el 1ro. de octubre de ese año, se topó allá
con Juan B. Mejía y Amaury Justo Duarte, dirigentes de Bandera Proletaria, con
quienes conversó amenamente sin que se les ocurriese anidar la asombrosa idea de
que uno de ellos sería unos años más tarde vicepresidente del Partido
Revolucionario Dominicano y otro jefe de su comisión económica.

La filosofía del maoísmo fue también defendida por otra organización de izquierda,
el Movimiento Revolucionario Nueva República (MORENURE), y generó algún
tipo de simpatía entre los jóvenes perredeístas, luego de que su líder único en 1969,
el profesor Juan Bosch, autorizara a una delegación de jóvenes alistados por el
secretario de organización del PRD, doctor Antonio Abreu Flores, hacer un viaje de
tres meses a China, cuyos detalles queremos exponer en un próximo recuento de las
actividades de esa organización previo a los comicios de 1970.

Eran los tiempos en que dentro del PRD se predicaba la tesis de la Dictadura con
Respaldo Popular y se hacían frecuentes los elogios hacia figuras emblemáticas del
calibre de Ho Chi Minh, símbolo de la Revolución de Liberación Nacional de
Vietnam.

Pero un año después, específicamente el lunes 24 de agosto de 1970, el líder


perredeísta estaba autorizando a Norge Botello a emprender una campaña contra
supuestos infiltrados maoístas en el partido blanco, produciéndose un proceso de
“desgarrapatización del buey que más jala”, que concluyó con la expulsión sumaria
de valiosos dirigentes perredeístas, entre ellos el subsecretario general Rafa
Gamundi Cordero y el dirigente de Bonao Napoleón Núñez, acusados de ser
infiltrados al servicio del PACOREDO, un grupo que se decía “iluminado por el
pensamiento luminoso del Camarada Mao Tse Tung”, pero que de manera increíble
nunca fue invitado por China para que una delegación suya compartiese impresiones
con el líder supremo o con sus herederos.

Luego de la Guerra de Abril de 1965, el Movimiento Popular Dominicano (MPD)


pasó a ser el principal partido de izquierda por su notable incidencia en el sector
juvenil, fruto de su resistencia a la intervención militar extranjera y su incesante
promoción de la guerra popular, al extremo de que su secretario general, ingeniero
Cayetano Armando Rodríguez del Prado, juró en el marco de la Primera
Conferencia Tricontinental, celebrada entre el 2 y el 16 de enero de 1966 en La
Habana, Cuba, que convertirían a Santo Domingo en el Vietnam del Caribe.

El empuje del MPD estaba ligado al crédito obtenido por sus dirigentes en su
accionar en el campo socialista, participando en diversas actividades internacionales
donde pudieron relacionarse con líderes comunistas y jefes de Estado de diversos
países, en conversatorios sobre los desafíos del socialismo contemporáneo.
Conclusion.

Uno de los principales rasgos a destacar del maoísmo es su relevante contraste con
otras tendencias del comunismo más extendidas, como puede ser el marxismo-
leninismo.

Mientras el marxismo basa su principio en la lucha de la clase obrera y la


construcción de un estado fuerte y centralizado, Mao empleaba al pueblo
principalmente agrícola chino como base para la aplicación de sus ideas en la
formación de un estado más descentralizado y necesitado de industrialización.

Mientras que este último movimiento evolucionó y se adaptó a los cambios de


paradigma experimentados por la Unión Soviética a lo largo del siglo XX, el
movimiento maoísta chino se alineó firmemente a las raíces comunistas compartidas
con el movimiento bolchevique ruso, principalmente.
Bibliografia.

https://economipedia.com/definiciones/maoismo.html

https://voi.id/es/memori/7251

https://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-
50492017000500001
https://anuariodehistoria.unr.edu.ar/index.php/Anuario/article/view/317/389

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