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En una célula, esta reacción general se divide en muchos pasos más pequeños.
La energía contenida en los enlaces de la glucosa se libera en pequeñas ráfagas y
parte de la misma se captura en forma de adenosín trifosfato (ATP), una
pequeña molécula que impulsa las reacciones dentro de la célula. Gran parte de la
energía de la glucosa se disipa como calor, pero se captura suficiente para
mantener el metabolismo de la célula en marcha.
Sin embargo, muchos otros pasos producen ATP de manera indirecta. En estos
pasos, los electrones de la glucosa se transfieren a pequeñas moléculas
conocidas como acarreadores de electrones. Los acarreadores de electrones
transportan a los electrones hacia un grupo de proteínas que se encuentra en la
membrana interior de la mitocondria, llamada cadena de transporte de electrones.
Al moverse a través de la cadena de transporte de electrones, estos se desplazan
de niveles de energía más altos a niveles más bajos y al final se transfieren al
oxígeno (y se forma agua).
Cuando los combustibles orgánicos como la glucosa se degradan mediante una
cadena de transporte de electrones, el proceso de degradación se conoce
como respiración celular.
Los acarreadores de electrones, también llamados portadores de electrones, son
pequeñas moléculas orgánicas que desempeñan un papel clave en la respiración
celular. Su nombre es una buena descripción de su trabajo: recogen electrones de
una molécula y los llevan a otra. En el diagrama anterior puedes ver que un
acarreador de electrones traslada electrones de las reacciones de degradación de
la glucosa a la cadena de transporte de electrones.