Está en la página 1de 5

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

FACULTAD DE ESTUDIOS SUPERIORES ACATLÁN

Alumna: Martínez Mota Cecilia Licenciatura en Pedagogía Grupo 1302


Materia: Historia de la Educación en México Mtra. Lina Zythella Ortega Ojeda

“EL ENTUSIASMO POR LA INDEPENDENCIA”


SÍNTESIS DE LA LECTURA DE ANNE STAPLES

Durante la guerra de independencia, hubo la oportunidad de deshacerse finalmente


de todo lo que aún ligaba a la Nueva España con la madre patria, por lo que se trató
de remediar abusos y corrupción. El político y futuro historiador Lucas Alamán
observó que el gobierno despótico español dudaba de “si era conveniente extender
las luces y la cultura a las clases menos acomodadas de la sociedad”, y aunque
promovió la educación de primeras letras en la creencia de que “sin instrucción no
hay libertad”, deseaba conservar lo que había funcionado mejor antes de la
independencia, la religiosidad del pueblo y combinarlo con la búsqueda del progreso
material. Tampoco rechazaba la idea de una educación más liberal que enfatizara
el aprender idiomas modernos y abrirse al conocimiento.

Sin embargo, seguía existiendo un conflicto entre tradicionalistas y liberales, ya que


el punto más delicado era si retirar o no la enseñanza religiosa, pues el clero tenía
una influencia muy fuerte en los jóvenes, aunque no existía un monopolio del clero
en la educación, puesto que había otras figuras que se habían organizado como un
gremio educativo y la Universidad funcionaba sin la asistencia de clérigos. Es
importante señalar que la autora lo menciona como un mito, pues si bien la cultura
en general era católica, la transmisión del saber no tenía necesariamente que tener
el sesgo religioso en todo lugar ni en todo momento.
Es por ello que la principal finalidad fue la de promover el bien común y el
conocimiento útil, estableciendo instituciones de estudios superiores
independientes de la Universidad y dando los primeros pasos hacia una educación
universal ordenando abrir escuelas de primeras letras en todos los pueblos del
entonces imperio.

En 1821 se creó el Reglamento General de Instrucción Pública que encierra varios


conceptos que guiaron la política educativa hasta la Guerra de Reforma, siendo el
principal, el que la educación debería ser pública y uniforme, es decir, sin exigir
requisitos de ningún tipo a los alumnos. También manda abrir una escuela en cada
pueblo de al menos 100 habitantes o 20 familias, buscando la forma de llevar las
letras también a las mujeres y a las poblaciones más alejadas.

Poco a poco se fue estableciendo como requisito ciudadano el no ser analfabeta al


cumplir los 18 años, pero no pudo ser sostenido porque en algunas poblaciones no
sólo había analfabetismo, sino que ni siquiera se hablaba el español. En el
mencionado reglamento se abrieron 16 nuevas universidades con biblioteca pública,
escuela de dibujo, laboratorio químico y gabinete de física, de historia natural y
productos industriales, de modelos de máquinas, jardín botánico y un terreno para
agricultura práctica, sin que esto pudiera llevarse a cabo debido a la pobreza,
mezquindad y desconfianza hacia los cambios radicales.

A pesar del reglamento, el Estado Nacional no logró tener injerencia en la educación


primaria más que en el Distrito Federal y algunos territorios, sin lograr una
promulgación de leyes al respecto.

Fue en 1822 cuando se estableció la Compañía Lancasteriana, una sociedad de


beneficencia que logró reunir a políticos, escritores y clérigos que querían reducir
los índices de analfabetismo, conservar la lealtad al rey pero ahora transferirla al
concepto de Estado moderno, hacer una nueva generación de jóvenes buenos
ciudadanos y formar obreros calificados y responsables.
Así nació el sistema lancasteriano, que atendía a los niños pobres y logró aumentar
la matrícula de estudiantes, además de que estableció escuelas normales donde
los egresados salían preparados para transmitir los mismos conocimientos que les
fueran inculcados a ellos, y por ello se hicieron acreedores a la Dirección General
de Instrucción Primara en todo el país, en la que permaneció poco más de tres años,
ordenando desde el centro la vida política, económica y educativa de los estados
(entonces llamados departamentos).

En ese momento los niños eran actores pasivos de la educación, ya que estaban
sometidos sólo a obligaciones y prohibiciones, bajo el método pedagógico de “la
letra con sangre entra”, basado en la disciplina por el miedo o el maltrato. La
enseñanza básica consistente en doctrina cristiana, lectura, escritura, aritmética y
dibujo, se perdió después de la guerra de Reforma.

Aunque el Estado quería ser la instancia supervisora y unificadora de la educación,


era difícil de ejercer, por la falta de recursos, ya que había muchos cambios por
hacer, pero la década terminó y no se llegó a grandes transformaciones. Un ejemplo
de estos cambios fue la propuesta de escuela para niñas y mujeres adultas, pero
dado que la mujer soltera dependía del padre y la casada, del marido, chocaba con
las costumbres, por lo que no pudo lograrse.

En algunas cátedras se inscribían pocos alumnos, había que equipar los


laboratorios para enseñar a confiar en el propio juicio y no recurrir tanto a los textos
o a las autoridades para describir la naturaleza y sus fenómenos.

Durante el conflicto armado las instituciones educativas sufrieron deterioro, algunas


fueron tomadas por las tropas y otras cerraron, mientras que otras más seguían
subsistiendo, y los alumnos aumentando en las zonas urbanas a lo largo del siglo
XIX, contrario a lo que ocurría en las zonas rurales, donde aproximadamente la
mitad de los pueblos que tenían escuelas, las perdieron.
En la década de los 1820s, surgieron colegios nacionales o del Estado, institutos y
secundarias, siendo las carreras más populares la de medicina y la de derecho,
además de la carrera militar, debido a la solidez y calidad del Colegio Militar,
fundado en 1822, que además producía ingenieros. La década de los 1830s vio
mejorar la economía, aunque la sociedad aún no era lo suficientemente culta,
además por cuestiones políticas se cerraron colegios y se eliminaron cursos,
sufriendo además financieramente otras instituciones. Por si fuera poco, el país
sufrió de catástrofes naturales como epidemias y temblores.

Sin embargo, más adelante se aprobó la expedición de libros de texto y títulos


académicos, se planearon museos, bibliotecas, normales, y se establecieron los
exámenes anuales en alumnos de primaria, se autorizó dar útiles y uniformes a
niños pobres. Aunque la mayor parte de la educación superior era dada en los
seminarios, tanto de forma religiosa como laica, sobre todo en localidades donde no
había otras opciones educativas, esto fue muy importante hasta la Reforma, que
clausuró los seminarios diocesanos, ya que contribuyeron a la formación del México
moderno.

Es importante mencionar a Manuel Baranda, quien en 1843 promovió un plan


general de estudios en el cual se especificaron las materias comunes para todas las
carreras, las becas, los tiempos, los maestros, instituciones y presupuestos para la
educación secundaria y superior, además de la enseñanza del mexicano, tarasco,
otomí, francés, inglés, alemán y griego. Creó escuelas de agricultura, artes y oficios
con la finalidad de formar una juventud autodidacta, reflexiva y con criterio propio,
aunque defendía a la religión como criterio de unidad nacional. A esto reaccionaron
voces como la de Melchor Ocampo, que promovía la ciencia alejada del
conocimiento monástico y rutinario. Así comenzó nuevamente una división social
que anteriormente era entre realistas e insurgentes, conservadores e
independentistas, pero ahora era entre quienes defendían la educación religiosa y
la educación científica o modernizadora, que desembocó en la Reforma.
Los jesuitas por su parte tienen una historia especial, ya que fueron expulsados y
después aceptados como una comunidad que administraba colegios. Y aunque la
religión católica fue la creencia oficial por muchos años, en 1857 el artículo tercero
de la constitución se cambió para dar pie a la enseñanza libre, lo cual escandalizó
no sólo a algunos sectores de la sociedad, sino al clero mismo. Sin embargo hubo
cambios importantes como quitar los castigos corporales en las escuelas y sustituir
la doctrina por la urbanidad y la moral civilizadora.

Posteriormente llegó la influencia francesa que estableció varios colegios para


instrucción primaria y secundaria, procurando las metas de conocimientos prácticos,
acatamiento de doctrina cristiana y enseñanza de las ciencias. Esta fue traída por
Maximiliano, que apreciaba la pedagogía francesa como la más avanzada de
Europa, por lo que trató de impulsarla en el país, incluyendo las tareas para casa,
las calificaciones mensuales y los exámenes escritos anuales, así como la
comunicación y cooperación estrecha entre padres y maestros. Se hizo honorable
la carrera de maestro, se centralizó la educación y se estableció la obligatoriedad
de la misma de los 5 a los 10 años de edad, además de gratuita para quienes no
pudieran pagarla. La educación secundaria incluía una carrera corta, literaria o
tecnológica. Además, Maximiliano estableció que no eran obligatorios los rezos más
que para alumnos católicos.

Posteriormente, Gabino Barreda, trajo el positivismo de Augusto Comte: Amor,


Orden y Progreso como base de las ciencias, aunque más tarde sustituyó el Amor
con la Libertad, volviéndose nacionalista y exaltando a los héroes, sin embargo, no
resolvía la ignorancia y el atraso. Para 1867 en la República Restaurada, ya había
carreras cortas y profesionales y se creó la Escuela Nacional Preparatoria.

Ya en el Porfiriato aparecieron las escuelas mixtas y se descentralizó un poco la


educación, devolviéndole la administración a las autoridades locales.

También podría gustarte