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Capítulo dos
Mierda, ¿por qué dije eso? El pene de James gritó por su eficacia
bloqueándose efectivamente a sí mismo, cuando el objeto de toda
su fantasía le acababa de dar la luz verde, pero ya era demasiado 12
tarde para tomar las palabras de nuevo. En su lugar, James dio un
paso alrededor de la mesa, hasta que la pieza de mobiliario estaba
entre él y su jefe y cruzó los brazos sobre el pecho. Cualquier cosa
para ocultar el temblor de sus manos y evitar que tocase con la
mano al hombre. Parecía como si James estuviera tirando de la
alfombra de debajo de él.
James bebió la vista de su jefe. Los vaqueros desteñidos ― la
única concesión de George para el día de vestirse de manera
informal ― abrazaban amorosamente todos los duros contornos
del delicioso culo del hombre. Un culo que se apretaba y aflojaba
con cada paso que George dio cuando comenzó a caminar de
nuevo. Los músculos de los muslos se apretaban y descontraían y
sus antebrazos se flexionaban mientras pasaba una mano por el
pelo rubio ingobernable. Corto en los lados y en el cuello, más
largo en la parte superior, caía en un desorden encantador sobre
un ojo, lo que le daba una apariencia, como si él acabara de salir de
la cama, que James encontró irresistible. Sus dedos se morían por
deslizarse de regreso a él. En su lugar, amplió su posición y dejó
vagar su mirada sobre la cara sin afeitar del hombre, del que
estaba enamorado durante meses. James tomó otro aliento en sus
pulmones, a través del peso aplastante que parecía haber caído
sobre su pecho mientras esperaba que George dijese algo ―
cualquier cosa.
Era la emoción agitando su interior lo que le hizo decir esas
cosas, en lugar de tomar la oferta de sexo. No quería sólo sexo,
quería todo, maldita sea, y si todo esto fuera mal, muy mal, no sólo
tendría un corazón roto, sino que también estaría sin un trabajo.
No había manera de que pudiera quedarse allí y ver a George
casarse y seguir adelante con su vida. Al menos de esa manera,
sería capaz de salir con la cabeza bien alta. 13
Nora tenía razón en una cosa. Era la víspera de Año Nuevo. Era
hora de hacer un balance de su vida para seguir adelante, de una
manera u otra.
Con esto en mente, las siguientes palabras salieron mucho más
duras de lo previsto. Detuvieron a George de salir.
― ¿Me vas a contestar? ¿Estás incluso en hombres, o soy yo sólo
alguna pequeña experiencia para ti? Una picazón para rascar antes
de...
― ¡No! ― Esa palabra gruñida cortó el aire y James dio un paso
atrás, con la furia apenas controlada en la mirada azul hielo del
otro hombre. La distancia profesional que George siempre mostró
en la oficina se había ido y James tragó saliva cuando George se
quitó la corbata que llevaba por encima de su cabeza y la arrojó
sobre la mesa al lado de la tarjeta. Abrió varios botones de la
camisa, como si él estuviera teniendo problemas para respirar. La
acción expuso el fuerte pilar de su cuello con su prominente nuez
de Adán, que se balanceaba frenéticamente cuando él ingirió.
George rasgó la tarjeta con la mano, frunció el ceño al triturado de
papel en su mano y lo puso sobre la mesa, como si se hubiera
quemado los dedos.
― Maldita sea, ¿Te he dado la impresión de que te trataría así,
James?
Hubo una gran cantidad de emoción oculta detrás de esas pocas
palabras y James sacudió la cabeza cuando la mirada azul de su
jefe conectó con la suya. La ira, la tristeza, la incertidumbre y
alguna otra emoción mucho más profunda, todas seguían una a la
otra en las profundidades de los ojos de George, como nubes de
tormenta en un día de verano. Se miraron el uno al otro durante
varios momentos llenos de tensión antes de que James negase con 14
la cabeza.
― No, no me diste esa impresión. Sólo estoy teniendo problemas
para envolver mi cabeza alrededor de este repentino cambio de
actitud. Nunca me diste ninguna indicación de que estabas ni
remotamente interesado. Me pareció que era completamente
unilateral de mi parte, y...
Sus palabras se cortaron cuando George sonrió. La acción
iluminó su hermoso rostro y James se dio cuenta, de repente, de
que era la primera, verdaderamente abierta, sonrisa que jamás
había visto a su jefe dar a alguien. No era sólo la sonrisa caprichosa
y forzada, reservada para todos. No, fue una abierta, directamente
del fondo de su alma, una sonrisa que iluminó sus ojos. Expulsó la
infusión de nubes de tormenta en sus ojos, hasta que sólo quedó el
azul brillante. George tuvo que aclararse la garganta varias veces
antes de hablar.
― Entonces, ¿estás interesado? ― Después de un breve
movimiento de cabeza de James, George se hundió en la silla de al
lado, cerró los ojos y dejó escapar un resoplido.
― Jodidas gracias por eso. Estaba empezando a pensar que hice
un tonto de mí mismo y te interpreté mal. Es decir, ha pasado un
tiempo desde que hice... Bueno...
El rubor más simpático se extendió por los huesos de la cara
tallada de George y se inclinó hacia delante en su silla, apoyando
los antebrazos en los muslos. La acción sólo hizo hincapié en la
anchura de los hombros, mientras el lino de la camisa se extendía
alrededor de ellos y las mangas enrolladas subían más arriba en
sus fuertes brazos. George no era sólo el hijo mimado de un
exitoso hombre de negocios. Su cuerpo hablaba de los años que
pasó en el ejército y claramente aún se conservaba en las mejores 15
condiciones, a pesar de estar firmemente arraigado en la vida civil
durante el último año.
― ¿Cuánto tiempo hace? ― Preguntó James y George le dio una
sonrisa irónica.
― Algunos años. La última vez estaba de licencia y ligué con un
tipo que conocí en un bar. Estaba borracho y golpeó en mí y...
Bueno, fue divertido, vamos a dejar las cosas así. También me hizo
comprender que el mejor sexo que he tenido fue con hombres y
que me he estado engañando a mí mismo hasta considerar la idea
de ser hetero, a pesar del viejo.
George hizo una pausa y suspiró, y James rodeó la mesa y puso
su culo en el borde de la misma. Alargó la mano para tocar el
hombro del otro hombre y un estremecimiento pasó por la
estructura de George. James también se atragantó con la ola de
conexión que se disparó por su brazo. Dejó su mano relajarse y
acarició el cuello de su jefe con los dedos. Piel caliente y suave lo
recibió, subió la mano más arriba y siguiendo el deseo de antes,
pasó los dedos por el cabello de George y los deslizó a través de la
espesa mata de pelo hasta la parte superior de la cabeza. El gemido
de George tembló a través de él y elevó la otra mano hasta que
pudo enmarcar el rostro del hombre. George puso las manos sobre
las de James y simplemente se miraron el uno al otro, bebiendo de
la vista uno del otro en silencio, evaluando, buscando las
respuestas que necesitaban.
Fue el turno de James de gemir cuando George le acarició los
brazos con las manos. Trazó el tatuaje en su bíceps derecho y rodó
su silla hacia adelante hasta que las rodillas tocasen las piernas de
James.
― ¿Hasta dónde va? ― Preguntó George y el tono ronco disparó
recto a las bolas de James. Su pene endureció hasta el punto de 16
dolor, dejó la cabeza de George y saltó de la mesa. Necesitaba
poner distancia entre ellos o cedería a su instinto y jodería a su
jefe, en ese momento y Nora nunca se lo perdonaría si
desarreglasen su escritorio. Ella estaba exasperada con el caos
organizado con el que él se rodeaba. Además, tenía que trabajar
allí el lunes por la mañana y no sería capaz de enfocarse cuando
tuviera que enfrentarse al recuerdo de tomar a su jefe en su
escritorio, en lugar de sólo tener fantasías perversas.
Por otra parte, si había sido un tiempo, George merecía un
primer polvo suave, una cama suave y sin posibilidad de ser
interrumpido por alguien.
Su pene empujó contra sus límites y James se ajustó con un
gemido. Tendría marcas permanentes de cremallera en su pene a
este ritmo y, sin duda, la mancha de humedad en sus calzoncillos
bóxer pronto se haría visible en sus pantalones vaqueros. El ver a
George ajustarse en los pantalones le hizo sonreír a pesar de la
incomodidad. Por lo menos no estaba solo en su situación.
No es que este conocimiento estuviera ayudando y buscó
desesperadamente en su cabeza un tema seguro para hablar. La
última pregunta de George se acercó a través de su cerebro lleno
de lujuria y él espetó la respuesta.
― Dragón, es un dragón. ― Dijo y George parpadeó en aparente
confusión.
― ¿Qué? ― Le preguntó.
― Mi tatuaje. Es un dragón. Se extiende por los hombros, la
espalda y en el cuello y la cola se envuelve en mis bíceps. ―
Levantó su brazo derecho para ilustrar su punto y la comprensión
comenzó a aparecer en los ojos de George.
― Eso debió doler.
James se encogió de hombros y sonrió. 17
― Dolía como una perra, pero valió la pena. Lo hice, cuando salí.
Me pareció que era apropiado. Ya sabes, ¿matar al dragón y todo
eso? ― Sonrió a George, pero para su sorpresa el otro hombre no le
devolvió la sonrisa. George se había vuelto tenso de nuevo, se
levantó de su silla y siguió caminando. Joder. Esto fue claramente
un tema delicado para el otro hombre y James se maldijo a sí
mismo en su cabeza. Qué manera de romper el estado de ánimo...
El toque estridente del teléfono celular de George interrumpió su
paseo y se volvió rígido, George maldijo. James también se
endureció. Había oído el toque especial con la suficiente
frecuencia. Efectivamente, cuando George presionó el teléfono y
respondió con un seco: "Sí", incluso a distancia, la voz alta de
Felicia Adams podía ser oída, clara como el día tranquilo alrededor
de ellos.
Y así, volvieron al punto de partida y el gran elefante estaba en la
habitación.
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George tragó la maldición tartamudeando en su lengua al oír
Felicia regañarlo por su demora. Un rápido vistazo al reloj de
cromo en la pared de la oficina confirmó que debería haber
recogido a la mujer media hora atrás. Debían asistir a un baile de
caridad organizado por la Corporación Adams y sabía que Felicia
estaba esperando anunciar su compromiso. No es que él se lo
hubiera propuesto a ella, y, por supuesto, no tenía ninguna
intención de pedírselo ahora. Independientemente de saber si
entre él y James iba a funcionar o no, sabía que no se podría poner
a sí mismo o a Felicia, en una farsa de matrimonio. Y eso era todo
lo que un matrimonio entre ellos podría ser. 18
Cuando finalmente se detuvo para tomar aliento, detuvo sus
siguientes palabras al decir:
― No voy, Felicia.
Miró a James, que estaba muy tranquilo, su rostro una máscara
inexpresiva mientras oía la llamada. La respuesta de FelIcia fue
predecible y él y James se encogieron al unísono cuando mantuvo
el teléfono lejos de la oreja y pulsó el botón del altavoz. No es que
lo necesitara realmente. Felicia se oía muy bien sin él, pero quería
que James escuchase esa conversación. Explicaría su situación
mucho mejor si James pudiese oír.
― ¿Qué significa que no vienes? Por supuesto que vas a venir.
Las personas cuentan con nosotros. Mi padre espera que estés allí.
Tú me lo debes. Tenemos un acuerdo.
Las cejas de James subieron, George puso el teléfono sobre la
mesa y tomó una respiración profunda, pellizcándose el puente de
la nariz.
― ¿George MacKenzie? ¿Estás ahí? Es mejor que me estés
escuchando. No hay manera de que te estés retirando de este
negocio ahora. No te voy a dejar. Voy a decírselo a Papá, y puedes
despedirte del flujo de dinero. Tu pequeña empresa estúpida,
nunca va a sobrevivir. Papá lo verá. Tú... ¿George? Es mejor que no
me hayas puesto en espera. ¡George!
Él sacudió la cabeza y miró a James otra vez. El otro hombre
parecía perdido en sus pensamientos y sus labios se curvaron
hacia atrás en una triste sonrisa cuando Felicia cambió de táctica.
― George, querido, puedo escucharte respirar. Habla conmigo,
querido. Lo que sea que haya pasado, ya sabes que te amo. Sólo he
dicho esas cosas porque me cogiste por sorpresa. George, habla
conmigo, por favor. ¿Qué está pasando?
― No pasa nada que no sepas ya, Felicia. Te dije que no voy. No 19
sé qué más quieres que diga. No me voy a dejar engañar con un
anuncio y los dos sabemos que eso es lo que estás planeando esta
noche.
La risa forzada de Felicia se hizo eco entre él y James y George
movió los hombros para aliviar la tensión que se estaba
acumulando en los músculos. Un silbido se le escapó cuando James
se acercó por detrás y sin decir una palabra, puso sus manos sobre
él y empezó a masajear los nudos. Hombre, era demasiado bueno,
cerró los ojos por un momento y bloqueó las divagaciones de
Felicia. Cuando su tono se convirtió en agudo y James se tensó
detrás de él, George se vio obligado a escuchar.
― ¿Qué acabas de decir? ― Preguntó y para su consternación,
James detuvo el movimiento suave de sus dedos talentosos.
Aunque dejó las manos sobre el hombro de George en silencioso
apoyo y su aliento no demasiado firme sobre el cuello de George.
― Dije, ¿quién es ella?
La risa sin ánimo de George sólo pareció inflamar más a Felicia,
si su ingesta aguda de aire y la cadena de las más groseras
palabrotas que le arrojó por teléfono eran alguna indicación. Sí,
Felicia estaba completamente molesta con él. Probablemente
debería sentir algo que no fuera la gran sensación de alivio que
inundó a través de su sistema y le hizo inclinarse hacia atrás, en la
fuerza tranquila de James. La evidencia sólida de la excitación del
otro hombre cavando en su culo le aseguró que estaba haciendo lo
correcto. Felicia lo superaría pronto. Estaba molesta, no dolida.
― No hay ella, Felicia. ― Dijo y hubo un gran estruendo en la
línea, como si hubiera arrojado algo contra la pared.
― Cuéntame otra, George. Tiene que haber. ¿Qué? ¿Crees que
estás enamorado? Verás si vas a estar tirándote a alguien cuando
estés sin dinero. Esta es tu última oportunidad. Si no estás aquí 20
dentro de media hora, voy a decírselo a Papá y él te destruirá.
Nadie me deja esperando, nadie. Recuerda mis palabras,
MacKenzie.
El chasquido agudo cuando colgó pareció resonar por toda la
oficina tranquila.
― Bueno, eso fue bien. ― Dijo George y James juró.
Capítulo tres
¡Qué puto desastre! El tono estridente de Felicia aún resonaba
en el oído de James y miró a George con incredulidad cuando su
jefe se encogió de hombros y las manos de James cayeron, se 21
volvió y riendo hizo el comentario descartable.
― ¿Eso fue bien? ― Preguntó James, George lo miró y sonrió.
― Confía en mí, para Felicia eso fue extremadamente bien. Para
empezar, todavía tengo mis bolas y aunque mis oídos están
magullados, no me reventó los tímpanos. Juro que puede romper
el vidrio cuando se pone realmente a gritar.
― Sin embargo, ibas a casarte con ella. ― No era una pregunta,
sino una afirmación que colgaba pesada entre ellos, George
maldijo y negó con la cabeza.
― No, no iba a hacerlo. Yo solo...
― ¿Tú solo qué? ¿Dejarías a la mujer? ― Interrumpió James y
George parecía como si le hubiera abofeteado.
― ¿Eso es lo que piensas de mí? ¿Qué deliberadamente haría tal
cosa? ― George miró y la conciencia del otro hombre se filtraba a
través de cada fibra de James. Esa mirada en realidad no debería
hacer que quisiera joder a George, pero lo hizo. Era un caso
perdido, en lo que se refería a este hombre.
― No, quiero decir, no sé qué pensar, ¿de acuerdo? ¿Y qué es
toda esta tontería acerca de que necesitas el dinero? ¿MacKenzie
está en algún tipo de problema financiero? Hemos tenido un
montón de nuevos contratos entrando y sé que ya no soy el
encargado de las cuentas, no desde que tu padre las cogió, pero... ―
James dejó de hablar cuando vio a George vacilar y una terrible
sospecha se le ocurrió.
― ¿Qué? Por el amor de Dios, dime lo que está pasando.
¿Estamos en problemas? Sé que el anciano no estaba bien y
sabemos que no hizo las mejores elecciones al final, ¿pero cuán
malo es?
George se alejó de la mesa y comenzó a caminar de nuevo. No
hizo nada para tranquilizar a James. 22
― Maldita sea, me estás asustando aquí, George. Me preocupo
por esta empresa. Maldita sea, he trabajado aquí durante los
últimos diez años, por lo que si estamos en problemas, lo quiero
saber.
George finalmente se detuvo y cuando lo miró tenía un aspecto
tan desgraciado, que James lanzó la precaución al viento y
envolvió al otro hombre en un abrazo de oso. George le devolvió el
abrazo con un agarre desesperado, que rompió las cuerdas del
corazón de James.
― Confía en mí, jefe. Déjame entrar y ayudar.
George empujó contra James y él de mala gana lo dejó ir.
― Maldita sea, necesito una copa. Vamos a salir de aquí y voy a
contártelo todo, lo prometo. Es la víspera de Año Nuevo, ¡por el
amor de Dios! Deberíamos estar ahí fuera divirtiéndonos y no
tratando con toda esta mierda.
Cuando James no se movió y se limitó a mirarlo, George juró.
― Muy bien, será a tu manera, entonces. Sólo prométeme que
tendré mi bebida cuando te lo cuente todo.
― Tú la tendrás. Estoy en realidad, atrasado. Debería estar en
casa de mi hermana para su fiesta anual de Año Nuevo, pero me
perdonará si llevo una cita, así que habla.
Los ojos de George se volvieron muy abiertos con sus palabras y
James se dio cuenta con un chasquido que quería decirlas.
Independientemente de lo que George estaba a punto de decirle,
no podía simplemente irse. Su conexión ya era muy fuerte e
intensa. No sólo porque considerase MacKenzie & Son su hogar
lejos de casa, aunque esto tuvo mucho que ver. El viejo le dio una
oportunidad cuando muchos no lo hubieran hecho. No cuando
James estaba lejos de tener un pasado estelar. No muchos 23
empleadores amablemente aceptaban un pequeño registro de
arresto de pequeño hurto, robo y asalto. Al juez no le importaba
que James estuviera tratando de defender a su hermana de un
grupo de bandidos.
Los hijos de puta habrían violado a Kenna si no hubiera
intervenido, pero era su palabra y la de Kenna contra la de ellos y
él había maltratado al idiota un poco demasiado. Incluso cuando
era un adolescente, James era más alto que la mayoría y gracias a
boxeo, en el que su madre le había inscrito para mantenerlo fuera
de problemas, sabía cómo manejarlo. El hijo de puta que atacó a su
hermana todavía cojeaba. James sintió una extraña punzada de
culpa por esto, pero la mayoría de las veces, solo sentía que hizo lo
correcto.
En cualquier caso, todo el fracaso fue un punto de inflexión para
su familia. Estando en la prisión, tuvo la oportunidad de revisar su
educación y mamá había empezado a mudarse de municipio, lo
que significó un cambio a una propiedad mucho más agradable y
un nuevo comienzo para todos ellos.
Conseguir el trabajo en MacKencie había sido la cereza encima
del helado y James se elevó a si mismo desde los puestos más bajos
de la fábrica. El viejo pagó nuevos cursos de formación para James
y lo puso a cargo de las cuentas. James había estado tan
sorprendido como cuando el viejo George tomó ese lado del propio
negocio, pero, como gerente de oficina, James tenía bastante que
hacer. Ahora, tenía todo tipo de sospechas acerca de lo que estaba
pasando y no le gustaban esos pensamientos, ni un poco.
― ¿Una cita?― Preguntó George y sonrió, James se encogió de
hombros.
― Tenemos que empezar en alguna parte, y ya te lo dije, no voy a 24
ser sólo una aventura, así que, para que puedas ver donde te estás
metiendo por estar saliendo conmigo, vas a conocer a mi loca
hermana. ¿No eres alérgico a los gatos, verdad?
George parpadeó y sacudió la cabeza.
― ¿No por qué?
James le sonrió y usó sus dedos para contar.
― En el último recuento, tenía nueve de ellos. Los alimenta para
el refugio de gatos local. El único problema es que tiende a querer
mantener, al menos, uno de los gatitos a los que cuida y luego
siempre hay aquellos que no pueden ser reubicados y se los queda
todos. Como Alexander lidia con ella, nunca lo sabré, pero él es tan
suave como ella, así que encajan entre sí.
― Entiendo― Dijo George. ―¿Y a ella no le importará si me
llevas?
― ¿Importarle? ― James se rió y no se atrevía a mirar al otro
hombre. ― No, a ella no le importará lo más mínimo. Más bien
estará haciendo volteretas porque por fin estoy con alguien. ― Y no
tener que escuchar mis divagaciones de bebido sobre mi amor no
correspondido por mi caliente jefe. James añadió mentalmente
estas palabras. No pensaba que George estuviera listo para
escucharlas sin embargo, y dependiendo de lo que le dijese, no
creía que quisiera decirlas más.
Sí, y mis bolas pueden empezar a pivotar hacia otro lado y yo
convertirme en un hetero. No va a suceder, James.
Algunos de sus procesos de pensamiento debían haberse
mostrado en su cara porque George lo miraba con una curiosa
expresión en su rostro.
― Así que, habla, jefe. ¿Qué es toda esta mierda que escuché?
**** 25
George tomó una respiración profunda. Habría preferido tener
esta conversación con un par de cervezas, pero tal vez fuese mejor.
A James no le gustaría lo que tenía que decir, y si iban a tener una
relación, entonces tenían que empezar con la más pura verdad.
― En primer lugar, MacKenzie no está en problemas, al menos,
ya no.
Las cejas de James subieron con eso y George le dio una sonrisa
triste.
― Es posible que desees sentarte para la siguiente pieza. ― Dijo.
― ¿Por qué?― James preguntó y George suspiró.
― Porque no estoy orgulloso de las conclusiones a las que llegué,
cuando por primera vez me hice cargo y miré las cuentas.
James maldijo en voz baja y se dejó caer en su silla.
― Sé que no fuiste tú, pero cuando miré las discrepancias y luego
miré tu expediente personal...
La risa sin humor de James se hizo eco entre ellos.
― Oh, déjame adivinar... Una vez ladrón, siempre es un ladrón,
entonces por supuesto si había algo malo con las cuentas, tenía
que ser yo. A pesar del hecho de que todos los errores se hicieron
antes de esa fecha, cuando tu padre era responsable de las mismas.
Jódete.
George se acercó a él y le puso una mano en el hombro. No
estaba completamente sorprendido cuando James se encogió de
hombros y lo miró a los ojos.
― Yo no lo sabía en ese momento, James. Eso no es una excusa,
es sólo un hecho y fue sólo un pensamiento fugaz. Cuando
realmente miré las cuentas, se hizo evidente que no eras tú, pero...
― Él gimió y se sentó en el borde de la mesa, frente a James, que lo
miraba a través de los párpados entrecerrados. Con los puños 26
cerrados en los muslos, estaba sentado inmóvil en una bola
apretada de músculos tensos, el tic enojado en su mandíbula era su
único movimiento. Se veía tan delicioso y George obligó a su
cerebro a alejarse de los pensamientos lujuriosos que lo
consumían. Ahora no era el momento para el sexo, pero era una
pena.
Pensamientos del verdadero culpable detrás del desorden
atenuaron su ardor al instante.
― Es difícil de admitir, incluso a mí mismo, que mi padre, al que
siempre admiré, podría liarlo tanto.
James tomó una respiración profunda y se estiró para poner una
gran mano en el muslo de George. El contacto pesado y caliente le
hizo aterrizar y sonrió a la compasión que vio en los ojos de color
ámbar de James.
― ¿Cuánto sabes acerca de la enfermedad de mi padre, James?
¿Qué es lo que cualquiera aquí en la oficina sabe?
― Enfermedad relacionada con el estrés, que provocó un ataque
al corazón, lo que exigió que asumieras el mando. Él se está
recuperando en casa. ― James se detuvo y se quedó pensativo. ―
Al menos esa es la versión oficial.
George suspiró y asintió.
― Y la vibración no oficial en la oficina es...
― Exactamente la misma. Estoy seguro de eso. Tu padre no
merecía nada menos.
―Gracias por eso, pero necesito saber que estaban diciendo
antes de eso― Dijo George y James aumentó la presión sobre la
rodilla de George.
― Lo más favorecedor de todo, era que se estaba volviendo loco.
Lo más ridículo era que él estaba tomando drogas. 27
George hizo una mueca ante la verdad detrás de esas palabras.
― En lo personal, yo solo estaba preocupado por él. Con mi
madre fue de la misma manera. Sólo que en su caso, ella se
deterioró muy rápidamente, así que no pudimos hacer nada. Ella
caminó delante de un camión en uno de sus momentos confusos.
George juró y James lo miró con lágrimas en los ojos.
― Lo siento, James. Eso es sólo... ¡Maldita sea!
James se encogió de hombros y sonrió. Pero la sonrisa no llegó a
sus ojos.
― Eso es lo que es y ocurrió hace muchos años. En cierto modo,
era mejor. Madre habría odiado a la mujer en que se estaba
convirtiendo. Siempre había sido tan independiente. De todos
modos, esto no se trata de mí, sino de tu padre. ¿La enfermedad de
Alzheimer, verdad?
El interior de George se encogió, como siempre sucedía cuando
ponía nombre a la enfermedad que lenta, pero seguramente,
estaba robándole a su padre.
― Sí. Padre se volvió descuidado, hizo algunas malas inversiones
y, en un impulso, hizo esta ridícula alianza con la Corporación
Adams. Nathaniel Adams aprovechó la confusión de mi padre.
Nunca pensé que diría esto, pero gracias a dios por el ataque
cardíaco, que no solo consiguió un diagnóstico definitivo, si no que
le obligó a dimitir y dejarme a mí al mando. Por lo tanto, he
heredado toda esta confusión y a la querida Felicia Adams, para
completar.
Un estremecimiento le recorrió, con la mención de la mujer que
le había perseguido con determinación tenaz los últimos seis
meses y que simplemente no podía aceptar un no por respuesta.
―Sí, entonces ¿Cómo sucedió? ¿Ella solo decidió que erais
pareja?― Preguntó James y la incertidumbre en sus ojos hizo que 28
el pecho de George se sintiera apretado.
― No exactamente. Lo que mucha gente no sabe acerca de ella es
que es una drogadicta en recuperación. ― James silbó entre
dientes y George asintió. ― Sí, el dinero de su padre hace que esta
pequeña golosina no llegue a los quioscos. Cuando la conocí, ella
había acabado de salir de rehabilitación y confundió mi atención
educada con mucho más de lo que era. Parte de su personalidad
adicta. Claramente, su padre vio una oportunidad para que ella se
estableciera y lo alentó. Mi padre pensó que esta era la mejor idea
y Adams lo puso como condición para la fusión. Cuando me hice
cargo y me di cuenta de lo que sucedía, pisé los frenos. He
trabajado hasta la saciedad para asegurarme de que no tenemos
que hacer eso. Joder, si mi padre estuviera en su sano juicio, nunca
habría considerado una fusión en las condiciones de Adams.
MacKenzie siempre se ha enorgullecido de sus vínculos con la
comunidad local y sus normas comerciales éticas. Estaría
condenado si permitiera ser absorbido por la Corporación Adams.
Podemos ser pequeños, pero MacKenzie es sinónimo de calidad y
con el reciente acuerdo con el ejército, que pude garantizar,
estaremos bien. Yo sabía que mis días en el ejército serían muy
útiles en algún momento.
Él sonrió a James y el otro hombre asintió y le devolvió la
sonrisa. Era una sonrisa pecaminosamente sexy que hizo acelerar
la respiración de George y otras partes suyas se pusieron de
repente alertas y gritaron Ven con Papá.
― De todos modos, esto es, en pocas palabras, el resumen de los
últimos seis meses. Estamos lejos de estar en el paraíso y, sí,
estaríamos mucho más financieramente estables con el dinero de
Adams, pero como no pudimos llegar a un acuerdo sobre los
términos, no voy a perder el tiempo con esto. Además, dudo que el 29
padre de Felicia vaya a querer algo conmigo, una vez que ella corra
hacia él. El hombre tiene un punto ciego cuando se trata de los
fallos de su hija. Me da miedo pensar con qué veneno va a llenar su
mente y eso realmente no importa. A decir verdad, me siento un
poco mal por ella. Siempre lo tuvo todo entregado en bandeja y se
le dio una visión distorsionada del mundo. Sólo espero que pueda
recuperar sus sentidos y encontrar un poco de felicidad en su vida,
ya que sin duda no es feliz ahora.
Él respiró hondo y se pasó una mano por la cara. Todo aquel
arrebato sin duda liberaría los demonios de un hombre.
― Entonces es eso. Todo el lío y si todavía me quieres después de
todo esto, entonces, por el amor de Dios, vamos a salir de aquí.
Necesito una bebida y a ti, no necesariamente en ese orden.
Capítulo cuatro
James entrecerró los ojos deslumbrado por faros que se
reflejaban en el espejo, cuando el coche de George lo siguió al
estacionamiento de su apartamento. El viaje a Kings Langley desde 30
su oficina en Watford, tardó menos de media hora, ya que las
carreteras habían sido limpiadas, pero aun así fueron los más
largos treinta minutos de su vida.
Los pensamientos y las emociones se arremolinaron alrededor
de su cerebro, como una arena movediza que le estiraba hacia
abajo y se negaba a dejarlo ir. Tener a George abriéndose a él y
darse cuenta de lo mucho que tenían en común, hombre, eso era
un territorio peligroso. Si James no hubiese estado enamorado
antes, sin duda él ahora lo estaba y, por supuesto, estaba el
pequeño detalle de George ser su jefe. No importaría ni un poco, si
fuera todo bien, pero llegaría el día en que no se llevasen...
Un fuerte golpe en su ventana lo sacudió de su angustia interior
y apagó el motor, agarró su chaqueta y la bufanda del asiento
trasero y se bajó de su coche. Las temperaturas habían descendido
considerablemente desde que salieron de la oficina y una ráfaga de
viento frío sopló desde el lago detrás de su edificio. Estaba
alimentado por el canal Grand Union1, y en términos generales, el
1
Parte del sistema de canales británicos. Su línea principal comienza en Londres y termina en Birmingham, que
se extiende por 220 km con 166 bloqueos.
entorno era idílico, pero ahora el aire se congelaba delante de sus
caras cuando exhalaban.
George golpeó sus pies y se sopló las manos.
― Joder, date prisa. Un bonito lugar, pero me prometiste una
bebida y hace mucho frío aquí fuera.
Con la luz de las farolas detrás de él y su gran cuerpo cubierto
por su abrigo de lana, el pelo rubio brillaba alrededor de su cabeza
como un halo y James sonrió. Lo que había planeado para ellos, sin
duda haría que cualquier aureola se deslizase.
George inclinó la cabeza hacia un lado y le sonrió.
―¿Qué es tan gracioso, James? Y si sigues mirándome así, todas 31
las apuestas serán anuladas. De hecho, ¿vamos a olvidar la bebida
y simplemente desnudarnos? ― Se acercó hasta que sus pechos
estuvieron tocándose, apoyó las manos a ambos lados del cuerpo
de James y en el techo de su coche.
James gimió suavemente mientras George cerró la distancia
entre ellos, hasta que sus labios se cernieron sobre James.
― Te quiero tanto, bebé. Es un milagro que no haya gozado en
los pantalones todavía. ― Para probar su punto, molió la mitad
inferior de su cuerpo contra James, e incluso a través de sus capas
combinadas de prendas de vestir, James podía sentir la evidencia
sólida del pene erecto del hombre. Levantó las manos, las enterró
en el cabello de George y echó la cabeza hacia delante, aplastando
sus labios unidos.
George abrió la boca en un gruñido y James deslizó su lengua
firme, fresca y sensual, hasta que sus lenguas se batieron en duelo
juntas, en una danza de apareamiento que hizo, también, que
quisiera simplemente arrastrar a George, subir las escaleras y
follarlo hasta la inconsciencia.
Ellos lucharon por la supremacía, ninguno de ellos dispuesto a
ceder un centímetro de control y cuando finalmente se separaron,
ambos estaban respirando con dificultad. James bajó las manos
lentamente, hasta que pudo enredarlas en las solapas del abrigo de
su jefe y tomando una respiración profunda, que sólo sirvió para
inhalar el aroma masculino de George en sus pulmones, empujó al
otro hombre a distancia.
― Lo sé, pero le prometí a Kenna una rápida visita y ella está
emocionada de conocerte, así que tenemos que hacer acto de
presencia. No está lejos, al otro lado del canal, y... ― dejó de hablar
cuando George dio un paso atrás y se rió. 32
― Y ¿cómo esperas que vayamos a través del canal? No me
gustaría nadar en el verano y mucho menos ahora. Voy a
congelarme mis bolas y me gustaría usarlas más tarde, gracias.
Hizo un guiño a James, e incluso en la penumbra James no podía
perderse el brillo travieso en los ojos del otro hombre.
― Mocoso. ― Murmuró y George hizo una reverencia burlona.
― Siempre. ― Dijo y ambos se echaron a reír. Era tan bueno
escuchar la risa de George y parecía muy bien reír, también.
Él dio un codazo al otro hombre y comenzó a caminar alrededor
de los apartamentos hasta que llegaron al sendero que corría a lo
largo del canal. Estaba mal iluminado, pero con el cielo sin nubes y
la luna brillante podían ver perfectamente bien. El frío suelo crujía
bajo sus pasos combinados y cayeron en un agradable silencio
mientras caminaban uno al lado del otro.
― Cuidado. ― James dijo, mientras cruzaban el pequeño puente
sobre el canal. ― Es resbaladizo en esta época del año.
Ciertamente, tuvo que agarrarse la barandilla un par de veces
cuando sus pies se deslizaron y George lo agarró por debajo de su
codo para sostenerlo.
― Será mejor que no bebamos demasiado. Hacer esto borracho,
podría ponerse interesante después. – Dijo él y James se rió.
― Sí, es verdad. A menudo duermo en casa de mi hermana, pero
no esta noche. ― Sonrió a George y el otro hombre le dio un
puñetazo en el hombro con una sonrisa.
― ¡Espero que no! ― Dijo.
James se rió e hizo un gesto hacia delante.
― Casi allí. Sólo a través de este callejón, no te puedes perder su
casa. Es la más iluminada.
Ciertamente las decoraciones de Kenna iluminaban todo el
callejón sin salida, donde su modesta casita estaba situada y 33
George se detuvo.
― Mierda. Creo que le gusta la Navidad, ¿verdad? ― Preguntó y
James se rió y le dio una palmada en la espalda para poner a
George en movimiento.
― Sí, se puede decir eso. Te dije que estaba loca.
Un gran Santa Claus inflable les dio la bienvenida en el jardín
delantero, junto con los renos iluminados y un pingüino. George
sacudió la cabeza mientras miraba a la casa y vio otro, más
pequeño Papá Noel, subiendo por el lado de la ventana.
Los colores brillantes de las numerosas luces exteriores se
reflejaban en el cabello rubio de George y brillaban en su cara
mientras absorbía todo, aparentemente aturdido, en silencio. Si no
fuera por la pequeña sonrisa apareciendo en las comisuras de sus
labios carnosos, James se habría preocupado. Kenna era lo último
de la familia que le quedaba y era terriblemente importante para
él que a George le gustase y viceversa. Así que, ¿por qué lo llevó
allí, de todos los días? Esto iba a convertirse en un desastre. Estaba
en la punta de la lengua, simplemente sugerir que lo olvidasen y
volvieran a casa cuando la puerta se abrió y una Kenna tamaño
misil voló a través del césped y se arrojó a los brazos de James.
Tuvo que dar un paso atrás mientras Kenna le llenaba la cara de
besos y le gritaba al oído.
― Estás aquí por fin. Feliz Año Nuevo, ¡hermano mayor! Alex,
aumenta el volumen de la música. Vamos a empezar la fiesta.
James miró por encima de su cabeza a su cuñado, que se rió y
asintió con diversión irónica. Con 2,01 metros de altura, Alexander
Garrison era mucho más alto que la mayoría de la gente,
incluyendo a James y George y más especialmente a los 1,62 de
altura de Kenna, pero no había duda del amor que brillaba en sus
ojos azules cuando veía a su diminuta esposa dejar a James y 34
lanzarse sobre su jefe. George se mostró sorprendido cuando ella
envolvió sus brazos alrededor de su cuello y le bajó la cabeza hasta
que le pudo besar en los labios.
― Estoy tan feliz de verte a ti también, George. Finalmente, mi
hermano hizo un movimiento.
James se estremeció y lanzó una mirada suplicante a Alex, que
recibió el mensaje, se detuvo detrás de su pareja y sacó a su esposa
de encima del jefe de James.
― Gatita, deja que el hombre entre en la casa y descanse. Estarás
planificando su boda después. ― Hizo un guiño a George cuando lo
dijo, dobló las rodillas y lanzó a una Kenna riendo sobre su
hombro. Kenna se retorcía y gritaba hasta que le golpeó en el culo
dos veces. Un movimiento que hizo que las cejas de George se
disparasen hasta la línea de su cabello e hizo que James se
estremeciese de nuevo. Entonces él se acercó a George y sonrió.
― Encantado de conocerte. Soy Alex. Siéntete como en casa. Voy
a dejar que James te presente a todo el mundo mientras le enseño
a mi incontrolable Sum... Err... Esposa cómo comportarse. Vuelvo
en un momento. ― Con eso, se volvió hacia casa con Kenna
murmurando para él. Un incómodo silencio cayó entre los dos
hombres.
James se aclaró la garganta y George lo miró con una sonrisa
irónica.
― Familia interesante, James.
James se encogió de hombros e intentó un aire de indiferencia
que estaba lejos de sentir.
― Te dije que estaba loca.
George sonrió y le dio una mirada reflexiva.
― Están en el estilo de vida, ¿verdad? –Él preguntó y James y casi
se tragó la lengua. No sólo por el hecho de George hacer esta 35
pregunta, sino también porque él no parecía, al menos, perturbado
por este último desarrollo.
Cuando James consiguió asentir débilmente, George estrechó sus
ojos y la mirada caliente que le dio a James casi lo tuvo
corriéndose en los pantalones.
― ¿Estás en este estilo de vida también? ― Le preguntó. James
tomó una respiración profunda y sostuvo la mirada interrogante
del otro hombre.
― La verdad no. Me involucro cuando me conviene, como la
mayoría de la gente, creo. ¿Sería un problema si lo estuviera? ― Le
preguntó.
― No, sólo quiero saber dónde estoy. Me gusta participar, esto es
todo. ― Sonrió a James, cerró la distancia entre ellos y le dio un
beso. Fue un simple roce de sus labios uno contra el otro, pero fue
suficiente para calmar la última de las pequeñas preocupaciones
de James, e hizo desear que pudieran darse prisa.
― Bueno, vamos allá, conocerás al resto de ellos. Sólo estamos
Kenna y yo de mi parte, pero Alex es uno de cinco, así que
prepárate.
*****
*****
47
James se quedó en la ducha justo el tiempo suficiente para
conseguir la rabiosa erección bajo control. Al final, la única manera
de lograr esto fue masturbase rápidamente. No quería atacar a
George como un maníaco hambriento de sexo. No, el hombre
merecía lento y cuidadoso. Mostraría George cuánto lo amaba a
través de su vida amorosa. Lo que compartieron en la ducha fue
frenético, apasionado y muy intenso y James estaba tan seguro
como podría estar, que él vio las mismas emociones que estaba
sintiendo reflejadas en él. Estos eran los primeros días, claro, pero
nunca se sintió tan feliz. Incluso cuando George se había
desmayado encima de él la noche anterior. Tener a su jefe
roncando en su cama y ser capaz de sostenerlo durante toda la
noche, era la manera perfecta de comenzar el Año Nuevo para
James.
La polla rebelde de James volvió a la vida cuando finalmente
entró en la habitación. Boca abajo en la cama estaba George.
Estaba mirando algo en su teléfono y lo arrojó con disgusto cuando
James se acercó lentamente a la cama. Los ojos de George se
quedaron atascados en la tienda de campaña que se hacía evidente
en la toalla que lo envolvía y una sonrisa torcida se formó en su
boca. Había mucho dolor en sus ojos cuando sus miradas se
conectaron.
― ¿Problemas? ― Pregunto James y George suspiró y sacudió la
cabeza.
― No hay nada que no pueda manejar. Todavía no he conseguido
ponerme en contacto con mi padre y Adams me dejó algunos
mensajes.
James se sentó junto a George y dejó vagar su mirada sobre la
perfecta forma muscular que era su jefe. James se mantenía en 48
buena forma, pero al lado de la masa muscular de George, parecía
insignificante. Bueno, tal vez no insignificante. Sonrió a su manera
de pensar, pero sin duda, era más delgado. Tendría que hacer un
infierno de un desayuno tardío pronto para mantener esa pieza
robusta de hombre bien alimentado. O tal vez fueran para el local
de turno. Idea mucho mejor.
― ¿Quieres hablar de ello? ― Preguntó James, finalmente,
amando la forma en que las nalgas de George se apretaban cuando
pasó las manos ligeramente por encima de ellas.
― No, no quiero. ― La voz de George parecía tensa y su
respiración se aceleró cuando James se inclinó sobre la mesita de
noche y cogió algunos lazos de seda.
― ¿No? ¿Qué vamos a hacer entonces, señor? ¿Y la pregunta más
importante es, cuánto confías en mí?
George respiró hondo y sonrió.
― Supongo que lo averiguaremos. Así que por favor, jódeme.
Capítulo Seis
La necesidad y convicción absoluta detrás de esas pocas
palabras hicieron que James estuviera más decidido a conseguir la
jodida perfecta para su hombre. Él golpeó el trasero de George 49
otra vez, con fuerza suficiente para dejar la huella roja de su mano,
su jefe gimió y cerró sus manos en las cubiertas, mientras
empujaba sus caderas en la cama.
― ¿Te gusta eso, jefe? ― James no esperó su respuesta,
golpeando el culo de George un par de veces, hasta que toda la
zona floreció roja y George estaba respirando con dificultad.
― Vaya, me estás matando aquí, bebé. ― La respuesta
amortiguada de George le hizo sonreír.
― Oh, no has visto nada todavía, jefe. Levanta tu cabeza hacia mí,
para que pueda vendarte los ojos. Quiero que te relajes y no sepas
lo que viene.
George se puso tenso, pero obediente, levantó la cabeza, James
ató la tira de seda negra en sus ojos y lo besó. El olor único de su
amante explotó en sus papilas gustativas y, sujetando la cara de
George entre las manos, comenzó a verter todo su amor en el beso
que le estaba dando. George se encontró perforando la lengua de
James con osadas pinceladas de la suya, cada uno de ellos
turnándose para dominar el beso hasta que se vieron obligados a
separarse y extraer el aire, muy necesario en sus pulmones. James
le pidió a George que volviera a tumbarse en la cama y se sentó a
horcajadas sobre sus piernas, manteniéndolo en su lugar de
manera efectiva. Un estremecimiento atravesó a George cuando
frotó la barbilla cubierta de rastrojos por el cuello del hombre.
― Relájate, será frío en primer lugar.
Llegando a través de él, recogió el aceite de masaje del cajón de
la mesa de noche y roció una generosa cantidad en la palma de una
mano. Una vez que se frotó las manos para calentar el líquido un
poco y asegurarse de que sus manos estuvieran recubiertas con
aceite perfumado, pasó las manos hacia abajo en ambos lados de la
columna vertebral de George. 50
Los músculos se tensaron bajo sus dedos, James se rió y pasó las
manos hacia arriba, hasta llegar a los enormes hombros de su
amante. Un suspiro escapó de George cuando comenzó a trabajar y
masajear los nudos con infinito cuidado.
― Sabes, jefe, si el negocio no sale bien y la negociación no
funciona, siempre puedes ser un modelo. Tienes un cuerpo
caliente a morir.
La risa de respuesta de George sacudió la cama cuando él
levantó la mitad del torso y volvió la cabeza hacia la voz de James.
― Sólo si te unes a mí, bebé y estás hablando demasiado. Pensé
que me ibas a follar. Tanto como me estoy divirtiendo con tus
manos en mí, esto es una tortura, ¡maldita sea! Quiero tu polla en
mí. ¡Ahora!
La polla de James saltó por la tensión detrás de estas palabras y
tomar su polla en la mano para ponerse el condón era una tortura.
Se acarició un par de veces. Mierda, estaba tan cerca de llegar de
nuevo. George debía tener preocupaciones similares, porque sus
caderas comenzaron a empujar en la cama.
― Oh, no, no lo harás, jefe. ― James liberó el estrangulamiento
que tenía sobre su propio pene y le dio una bofetada al delicioso
culo de su jefe unas cuantas veces más. ― ¿No quieres que te ate a
esta cama?, ¿verdad? Pórtate bien y deja que lo haga a mi manera.
No entendió la respuesta amortiguada de George, pero estaba
seguro que fue llamado un par de nombres inapropiados. Aplicó
aún más aceite y reanudó la lenta exploración del cuerpo del otro
hombre, cuando llegó a los pies de George, sabía que tenía que
darse prisa.
― Eres tan hermoso y todo mío. Dime que eres mío, jefe.
Necesito oírte decir eso. 51
Incluso a sus propios oídos, James oyó el tono de súplica en su
voz, mientras cogía el lubricante, recubría los dedos y rociaba una
cantidad generosa en la grieta del culo de George. George saltó,
silbó y se resistió cuando James eligió ese momento para hundir
de uno de sus dedos profundamente en su ano.
― Joder, sí, mucho más. Soy tuyo, bebé. Soy tuyo desde el
momento en que puse los ojos en ti. Yo simplemente no podía...
¡Mierda! – El canal de George se apretó alrededor de James cuando
le insertó dos dedos para estirarlo y murmuró su aprobación
cuando George se puso de rodillas y puso su culo en el aire, para
darle un mejor acceso. James continuó torturándolos, metiendo los
dedos dentro y fuera del culo de su amante.
Las bolas de James se apretaron y si su pene se volviera más
duro, a ciencia cierta, se rompería en pedazos. Un rápido vistazo
sobre el hombro de George le mostró que el otro hombre estaba en
la misma situación. Parecía caliente e hinchado, a punto de
explotar, si la cantidad abundante de pre―semen que goteaba
constantemente desde la punta del pene de su amante era una
indicación.
― Por favor, por el amor de Dios, jódeme. Necesito sentirte
dentro de mí, bebé, por favor... ― George giró la cabeza, con los
labios preparados para encontrar la boca de James y él jodió la
boca de James con su lengua, mientras que, sin duda, quería a
James follándolo a él con su pene. George empujó contra el estricto
control que James tenía en su pene mientras se besaban y James
saltó cuando George retrocedió y le mordió el labio inferior.
― Jódeme. Hazme tuyo, bebé. Quiero ser tuyo.
James gruñó y la sonrisa de George iluminó su rostro.
― Oh, lo planeo, jefe. Ponte de espaldas para mí. ― George
completó la tarea, incluso antes de que hubiera terminado de 52
hablar, levantó el culo de la cama y ciegamente tanteó buscando el
pene de James. El gemido acompañado de un silbido de placer de
James, cuando los dedos en una misión de George encontraron su
destino y bombeó el pene de James algunas veces, luego trató de
guiarlo dentro de sí.
― Joder, pon la maldita cosa en mí. Quiero ver tu cara cuando me
folles.
James arrancó la venda de los ojos con una mano y se colocó
entre las piernas abiertas de George, agarró la cadera del otro
hombre y alineó su pene con la entrada de George.
― No... ― Molió las palabras con los dientes apretados, mientras
empujaba la punta de su pene bien lubricado a través del estrecho
anillo de músculo. Maldición, era demasiado bueno.
George maldijo y se elevó, ayudando a deslizarse hacia dentro el
pene de James, mientras se deslizaba lentamente hacia el cielo.
Cuando él estaba tan profundamente dentro de George, su
respiración se convirtió en ráfagas cortas y fue un esfuerzo
pronunciar cualquier palabra. George enterró sus manos en el pelo
de James y tiró de él para besarlo. Ambos gimieron cuando George
se apretó alrededor de la polla de James, el otro hombre rompió el
beso y salió casi todo el camino antes de empujar de nuevo
lentamente. Los ojos de George se nublaron, el azul brillante, casi
negro, cuando sus pupilas se dilataron de excitación y gotas de
sudor salpicaban su frente cuando sus ojos se encontraron.
James forzó una sonrisa, mientras montaba un ritmo lento, que
los llevaría a la locura. El pene de George golpeaba el abdomen de
James en cada impulso y cuando descendía, dejaba una mancha de
humedad hacia atrás. Tan cerca, tan terriblemente cerca.
El placer se construyó en anillos estrechos desde la base de la
columna vertebral y sus bolas estaban apretadas, listas para 53
expulsar el semen en el culo de su amante, pero no sin George.
Quería que gozasen juntos.
― No te jodo. Te estoy haciendo el amor, te estoy amando, jefe.
Joder, córrete conmigo.
Los ojos de George se abrieron con las palabras apenas
reconocibles de James y luego los primeros chorros de su gozo
golpearon el abdomen de James, cuando su amante apretó
alrededor de su pene James perdió la lucha para impedir su
orgasmo. Explotó, robándole su capacidad para hablar, pensar y
respirar, mientras gruñía su éxtasis y el mundo se difuminaba en
el exquisito placer disparando de su pene a cada parte de su
cuerpo mientras se vaciaba por completo en el hombre que amaba.
Vagamente consciente de George gritando su nombre y del
semen del otro hombre cubriéndolos a los dos, James dejó que la
sensación le alcanzara y cayó encima de George. Con las piernas
temblando y respirando bajo control, su pene se deslizó fuera del
culo de George y él frunció el ceño al estremecimiento de George.
James rodó fuera de él, eliminando el condón y tirándolo en el
cesto de basura, sujetó el rostro del hombre y buscó en su
expresión. Su interior se agitó ante la idea de que podría haberle
herido.
― Mierda, ¿te he hecho daño? Traté de ir despacio, pero eres una
buena jodida y... ¿Qué?
El corazón de James amenazaba con estallar fuera de su pecho,
cuando George sonrió, sacudió la cabeza y tiró de su cara para
darle un beso.
― No, no me has hecho daño y aunque lo hubieras hecho, todavía
sería fantástico, pero... ― George se apartó, se miró y sonrió. ―
Hicimos un desastre y necesitamos otro baño, querido.
James se rió y le devolvió el beso. Él puso todas sus emociones 54
en el beso y trató de ignorar la cosita en la parte posterior de su
mente que le decía que George no le había dicho las palabras
todavía. Tal vez no lo había oído en el calor del momento. Eran los
primeros días. No podía esperar que devolviese sus sentimientos.
Sin embargo, algo en su pensamiento debía haberse mostrado en
su cara cuando él se apartó, porque George frunció el ceño.
James forzó una sonrisa y salió de la cama.
― Voy a tomar una ducha primero y luego voy a optar por un
paseo. Yo no sé tú, pero yo estoy muriéndome de hambre y como
la hora del almuerzo pasó, vamos a conseguir algo de comer.
Corrió fuera de la cama, cortando todo lo que George podría
querer decir y buscó refugio en el baño.
*****
2
Lago rodeado de bosque cerca de Aberfoyle, Escocia
3
Seguidor de la Wicca, práctica neopagana influenciada por las creencias y prácticas de la Europa Occidental
pre-cristianos.
cuando James y George le habían permitido que planease una gran
fiesta en su honor.
Tener la ceremonia sólo entre los dos fue perfecto y no hubo
ninguna posibilidad de que nada arruinase su día.
― Hey, yo debería ser el que está de mal humor, bebé. Casi
puedo ver el engranaje dando vueltas en tu cabeza. ― La voz
profunda de George sacó a James fuera de su monólogo interior y
sonrió al otro hombre. ― ¿Qué está pasando en esa cabeza? ―
Preguntó George.
― Oh, no mucho, sólo pensando en nuestro matrimonio y lo
perfecto que fue. 59
La estatura tensa de George visiblemente se relajó y tiró de
James para un beso. Lo que comenzó como un simple roce de los
labios, uno contra el otro, pronto se convirtió en uno apasionado
cuando James profundizó el beso, hasta que un alto y repetido
carraspeo femenino hizo que se separaran.
James sonrió a la joven enfermera que estaba delante de ellos y
parecía casi tan nerviosa como su nuevo marido. Un rubor tiñó los
pómulos perfectos de George y James ocultó su diversión. George
podría sonrojarse ante la caída de un sombrero, lo que era una de
sus características más entrañables. La joven Amelia, de acuerdo
con su placa, claramente también pensaba así, cuando miró a
George y bateó sus pestañas. James se rió cuando George se dio
cuenta de los flagrantes intentos de ligar de la mujer, sacudió la
cabeza y levantó la mano izquierda. Una amplia alianza de bodas
de platino combinaba con la de James y Amelia tuvo el buen
sentido de dejar caer su mirada.
― ¿Podemos ayudarla en algo, Amelia? ― Preguntó James y ella
brevemente lo miró y luego se volvió hacia George.
― Sí, bueno, a la supervisora le gustaría ver al Sr. MacKenzie en
su oficina para discutir el plan de atención del Sr. MacKenzie
Sénior. Tuvimos que hacer algunos ajustes, le gustaría hablar
sobre...
― ¿Qué tipo de ajustes? ¿Por qué no me dijeron acerca de esto
antes? ― Ahora el tenso y preocupado George estaba de vuelta y
James puso la mano sobre la boca de George para detener el
discurso.
― Respira, jefe, estoy seguro de que la supervisora te explicará
todo esto y no puede ser algo malo, o te habrían llamado, ¿verdad,
Amelia? 60
Miró a la chica y ella estuvo de acuerdo.
― Sí, claro, es sólo, que... bueno, es una cuestión de finanzas y
otras cosas...
Dio un paso atrás cuando George juró.
― Siempre se reduce al puto dinero, ¿verdad? ¿Dónde está mi
padre ahora?
Amelia parpadeó e hizo un gesto hacia el jardín.
― En su lugar favorito en la laguna, señor. Quería estar solo, pero
lo estamos observando desde lejos.
Ciertamente, James pudo ver la figura del padre de George,
sentado en su silla de ruedas, mirando al vacío. Un enfermero
corpulento paseaba cerca, ya que MacKenzie Sénior era propenso
a arrebatos violentos, a veces.
― Ve a resolverlo. Me sentaré con él. ― Dijo James y George le
dio un abrazo. No se perdió la desesperación detrás de él y él
empujó a su marido suavemente con una mano y susurró: ― Te
amo. Ve a resolver el papeleo, yo me ocupo.
Observó a George desaparecer en el edificio por un momento y
luego fue lentamente hacia el estanque. Era un lugar hermoso y
podía ver por qué al viejo MacKenzie le gustaba sentarse allí. Un
sauce colgaba sobre la laguna, sus ramas se agitaban suavemente
con la brisa y creaban ondas en el agua donde tocaban. Los peces
llegaban a la superficie periódicamente, engañados, pensando que
la comida estaba en camino. Era el lugar perfecto para sentarse y
pensar, o simplemente dejar el mundo pasar. El viejo MacKenzie
había sido un pescador entusiasta en su apogeo y el paisaje le
debía recordar esos momentos, a pesar de que no tenía ningún
recuerdo consciente.
James hizo una señal al enfermero y luego dio la vuelta
alrededor de George Sénior para sentarse en el banco junto a él. 61
― ¿Qué? ¿Quién está ahí? ― Las palabras del hombre frágil
tomaron a James por sorpresa, al igual que la claridad en los ojos
del anciano cuando lo miraba directamente a él.
― Soy yo, James.
― Oh, ¿no deberías estar en el trabajo, muchacho? Ese es el
problema con los jóvenes de hoy, siempre faltando al trabajo.
George es muy blando. Se lo dije muchas veces. ¿Dónde está él de
todos modos? ¿También falta?
El padre de George sonaba como su propio yo, de manera que
James tuvo que contener las lágrimas y volvió a mirar el edificio,
esperando con ansiedad que George volviese a aparecer.
Momentos como ese eran preciosos. Más a menudo que no, el viejo
MacKenzie ni siquiera reconocía a su hijo y mucho menos
reconocía a James. Y hubo momentos en que pensó que James era
su hijo.
Era extremadamente doloroso para George ser testigo de ello.
― Está hablando con la señora a cargo. ― James finalmente dijo y
extendió la mano para meter la manta más fuerte alrededor de las
viejas piernas. Él lo despidió con un murmullo enojado, sólo para
coger la mano de James cuando pareció darse cuenta del anillo de
bodas en el dedo.
― ¿Alguien hizo de ti un hombre honesto, al final? –Él preguntó,
James se estremeció y trató de tirar de la mano del agarre del
anciano, pero George Senior tenía un sorprendentemente fuerte
agarre en la mano.
― Yo no diría eso exactamente, pero me casé, sí. ― Dijo James.
George Sénior lo miró durante un largo tiempo y luego sonrió.
― Lo mejor que hice fue casarme con la madre de George. Fue el
día de mayor orgullo de mi vida y cuando llegó el muchacho, yo
estaba tan feliz. Tratamos de tener más, pero por desgracia nunca 62
ocurrió. ― La ingestión aguda de aire de George advirtió a James
de la presencia de su marido y miró por encima de la cabeza de su
suegro, no sorprendiéndose al ver lágrimas en los ojos de George.
― No importa, sin embargo. ― El padre de George continuó. ―
Derramamos todo nuestro amor en nuestro chico. Mathilde estaba
tan orgullosa cuando se unió al ejército. Orgullosa y preocupada y
por supuesto, ella ya estaba enferma, pero no se lo dijo. No quería
que yo se lo dijese, porque sabía que nuestro chico no se habría
unido al ejército y eso era la ilusión de él. Siempre hemos estado
orgullosos de él, su madre y yo y sé que ella te hubiera querido.
James parpadeó sorprendido y George finalmente se dio la vuelta y
entró en la línea de visión de su padre.
― Por supuesto que él nunca pudo ocultarle nada a su madre.
Ella lo sabía. ― El anciano hizo una pausa y miró a James. ― Yo no
lo quería creer, por supuesto.
George se acercó y tomó la mano de James.
― ¿Ella sabía el que, papá? ― Preguntó George, su voz llena de
emoción.
George Sénior suspiró y pareció deslizarse de nuevo a sí mismo,
antes de sacudir la cabeza y agarró las dos manos entre las suyas.
― Has elegido bien, hijo. Cuidaos mutuamente. El amor es una
cosa preciosa.
James tomó una respiración profunda, con miedo de interrumpir
el momento, pero el anciano ya se estaba desvaneciendo. La luz de
sus ojos se atenuó hasta que parecía confuso, dejó caer las manos y
miró a la distancia.
Ambos tomaron una frágil mano cada uno, hasta que hizo
demasiado frío para estar sentado allí y su enfermera lo volvió a
meter dentro. 63
George miró hacia atrás y ni siquiera trató de ocultar las
lágrimas esta vez.
― ¿Qué dijo la supervisora? ― Preguntó James y George apartó la
vista de la forma retirándose de su padre y sonrió a través de sus
lágrimas.
― Que no hay nada más que puedan hacer por él salvo vigilar sus
síntomas y mantenerlo a salvo. No esperan que viva mucho más
tiempo. En uno de sus raros destellos de consciencia, firmó una
Orden de No Reanimación.
― ¡Jesucristo! ― James se pasó una mano por el pelo. Aquello era
tan de George Sénior. Por supuesto que no le gustaría ser
resucitado. ¿Quién elegiría vivir así?
― Sí, pero estaba lúcido y totalmente en su derecho y ella pensó
que yo no querría oír esta noticia por teléfono. Me temo que la he
maldecido, así que vine aquí y lo encontré hablando contigo de
esta forma. Hombre, yo daría cualquier cosa por tener más de esto.
La voz de George se rompió y James le dio un abrazo. No estaba
seguro de quién lo necesitaba más, si él o George.
― Lo sé, amor. Lo sé. ― James susurró las palabras en el cuello de
George y luego se apartó para estudiar la expresión de George. ―
¿Sabías que sabía sobre ti... Sobre nosotros todo este tiempo?
George se pasó la mano por el pelo y se rió.
― No tenía ni idea, pero, siempre fue todo acerca de él. Siempre
tenía que tener la última palabra, el viejo excéntrico.
― Lo sé, jefe, lo sé, pero en este caso, estoy de acuerdo con sus
últimas palabras.
George se rió y las repitieron al unísono.
― El amor es una cosa preciosa.
64
Fin
SOBRE EL AUTOR
Doris O'Connor
Doris es una escritora de sensuales y atractivos cuentos que
implican a héroes alfa para morir, y las heroínas que dan tan bien 65
como ellos. Desde contemporáneo a paranormal, viaje en el
tiempo, ciencia ficción, BDSM, F/F, M/M, y ménage, atormentadas
historias de amor están garantizadas. Felizmente casada durante
los últimos veinticinco años, ella vive con su marido en una
demasiado pequeña casa lejana llena de amor, risa, y caos.
Sitio web: http://www.dorisoconnor.com
Traducción y Corrección
LORETO
Diseño y Edición
IPHI
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