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CASACIÓN Y CERTIORARI:

A PROPÓSITO DE UN RECIENTE PROYECTO DE


LEY
Aldo Zela Villegas
Abogado por la Pontificia
Universidad Católica del Perú.
Asociado del Estudio Echecopar
Abogados.

SUMARIO:
I. INTRODUCCIÓN. II. LA CASACIÓN EN EL PROYECTO DE LEY No.
00749/2006-PE. III. EL CERTIORARI EN EL DERECHO
NORTEAMERICANO. IV. LA CASACIÓN EN LA PROPUESTA DE LA
CERIAJUS. V. REFLEXIONES CRÍTICAS

I. INTRODUCCIÓN

Recientemente, dentro de un grupo de medidas destinadas a la reforma


del sistema de justicia, el Poder Ejecutivo planteó importantes
modificaciones al Código Procesal Civil, referidas específicamente al
recurso de casación (dichas propuestas están contenidas en el Proyecto
de Ley No. 00749/2006-PE). Tales reformas legislativas, como no podía
ser de otra manera, traerán grandes repercusiones a la labor de nuestra
Corte Suprema, por ello resulta pertinente tenerlas en cuenta y, si bien
se trata de una problemática compleja, se pueden hacer algunos
comentarios al respecto.

II. LA CASACIÓN EN EL PROYECTO DE LEY No. 00749/2006-


PE

Sin duda una de las principales preocupaciones del proyecto bajo


comentario es el amplio acceso que tienen los justiciables a la Corte
Suprema y su repercusión sobre la carga procesal de dicho órgano. Así,
la exposición de motivos del proyecto señala que “no todas las causas
«deben» acceder al Supremo Tribunal para su control de legalidad.
Tampoco existe (…) el «Derecho a la Casación»”. Adicionalmente, la
confusión del rol de la casación con el de instancia sería una de las

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principales causas del “recargo en la labor jurisdiccional del Supremo
Tribunal”. De este modo, la exposición de motivos, teniendo en
consideración la “excesiva carga” procesal de la Corte Suprema y
conforme a la “experiencia norteamericana” señala que se debe
“incorporar la facultad discrecional de la Corte Suprema” para calificar
los recursos de casación, siendo éste último un “elemento necesario
para cumplir los fines de dicho medio impugnatorio extraordinario”. En
consecuencia, “esta facultad de «certiorari» restringido se materializará
a través del Recurso de Queja”.

Por nuestra parte consideramos que, efectivamente, nuestro actual


diseño del recurso de casación merece ser, al menos, puesto en debate.
Sin embargo, dudamos mucho que las propuestas del Ejecutivo
pretendan establecer el “certiorari” en nuestro ordenamiento, que sigan
la experiencia “norteamericana” en dicha materia o, lo que es peor, que
tengan una repercusión positiva sobre la carga del Supremo Tribunal.

En tal sentido el proyecto plantea modificar el artículo 391 del Código


Procesal Civil en los siguientes términos:

“Artículo 391°.- Discrecionalidad en la procedencia del recurso de


casación.- Concedido el recurso de casación por la Corte Superior
elevará los actuados a la Sala que corresponda de la Corte Suprema,
la que decidirá en auto motivado su procedencia o
improcedencia, apreciando de oficio o a petición de parte, con plena
facultad discrecional, el cumplimento de las causales y requisitos de
fondo de que tratan los Art. 386 y 388 del presente Código.

La Corte Suprema decidirá discrecionalmente y en resolución


motivada, la procedencia o improcedencia el recurso de casación
conforme a sus fines descritos en el Art. 384 del presente Código

La discrecionalidad de la Corte Suprema sólo tendrá por límites la


razonabilidad de sus resoluciones con fundamento en la Constitución y
las leyes de la República.

El incumplimiento de alguna de las causales o la ausencia de


razonabilidad de los fines de la Casación conforme a lo dispuesto en el
Artículo 384°, dará lugar al auto de improcedencia motivado y a la
devolución de lo actuado a la Corte Superior de origen, teniéndose por
ejecutoriada la resolución contra la cual se interpuso el recurso.

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Contra lo resuelto por la Corte Suprema no procede medio impugnatorio
alguno, salvo el de aclaración”. (Los resaltados son nuestros)1.

De la norma citada hay ciertos temas que no acaban de cuajar: ¿Cuál es


la relación entre la discrecionalidad y la motivación de sentencias?
¿Realmente coadyuva la propuesta modificativa del Ejecutivo a reducir
la carga procesal de la Corte Suprema?

III. EL CERTIORARI EN EL DERECHO NORTEAMERICANO


Una de las ventajas del derecho comparado es poder conocer las
propuestas de solución a problemas comunes que aquejan a diversos
ordenamientos. Uno de dichos problemas comunes es, que duda cabe,
la excesiva carga procesal del Poder Judicial, en general, y de las Cortes
Supremas, en particular. Sin duda, el hecho que una fórmula legislativa
haya funcionado en otros ordenamientos no es garantía de que se den
similares resultados en el nuestro, pero pueden ser al menos
sumamente útiles para no volver a cometer los mismos errores. En
dicho contexto, resulta relevante remitirse a la experiencia
norteamericana.
Los orígenes del moderno certiorari norteamericano pueden remontarse
al año 1891, en el cual el Congreso de Estados Unidos, mediante una
“Judiciary Act”, convirtió en discrecional una pequeña parte de la
competencia a cargo de su Corte Suprema. No obstante, el número de
peticiones de los justiciables a la Corte fue en aumento. De este modo,
los propios miembros del Supremo Tribunal discutían sobre si la mejor
manera de solucionar el problema era el establecer el certiorari para
todas las materias bajo su competencia. Así, mediante la “Judiciary Act
of 1925”, el Congreso intentó racionalizar la carga de trabajo del
Tribunal Supremo, y estableció la discrecionalidad para la mayoría de los
temas a su cargo, eliminando la posibilidad de acceso directo a la Corte.

A grandes rasgos podemos detallar el procedimiento de certiorari


norteamericano de la siguiente manera:

a) Cualquier parte de un litigio que se sienta agraviada por una


decisión definitiva de una Corte de Apelaciones, en cualquier caso
civil o penal, puede presentar una “petición” al Tribunal Supremo.

1
El Proyecto plantea además otras modificaciones que para efectos prácticos no serán
tratados en esta oportunidad. Una de dichas reformas que de hecho resulta polémica
es la posibilidad de interponer recursos de casación contra las medidas cautelares.

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b) El certiorari es una petición que se intenta ante la Corte Suprema
cuando ya no se tiene derecho a ningún mecanismo de
impugnación. Asimismo, desde la “Judiciary Act de 1925”, la
mayoría de los casos ya no se pueden impugnar directamente ante
la Corte Suprema de los Estados Unidos; por lo tanto, si una de las
partes quisiera que esta corte revise una decisión expedida por una
Corte federal debe presentar una “petition of writ”. Si la Corte
concede la petición, se programa la presentación de los “alegatos”
de las partes.

c) Para que dicha petición de certiorari sea admitida se requiere el voto


favorable de, al menos, cuatro de los nueve miembros de la Corte
Suprema (esto es lo que se denomina “the rule of four”). Sin
embargo, la gran mayoría de casos propuestos al Tribunal Supremo
mediante el certiorari son denegadas. Así, aproximadamente 7500
peticiones son presentadas cada año y sólo entre 80 y 150 son
concedidas. El Tribunal Supremo tiene sumo cuidado en elegir
solamente los casos que considera suficientemente importantes
como para merecer su pronunciamiento.

d) Conceder un “writ” o certiorari no significa necesariamente que el


Tribunal Supremo ha encontrado deficiencias en la decisión de la
Corte de Apelación, sino que simplemente las circunstancias que
describió el peticionante son suficientes para que la Corte autorice
una completa revisión del caso. Por el contrario, el efecto legal de la
denegación de una petición de certiorari no significa que el Tribunal
Supremo aprueba la decisión del Tribunal inferior. Tal denegación no
implica opinión alguna de la Suprema Corte sobre los hechos del
caso. Específicamente, la negación del certiorari significa
simplemente que no se crea ningún precedente obligatorio, y que la
decisión de la Corte inferior es imperativa únicamente dentro de su
área de la jurisdicción.

e) La concesión o la negación de la peticiones de certiorari se expiden


sin explicación; es decir, sin fundamentación o motivación alguna.

f) Ahora bien, la pregunta que cabe hacerse es la siguiente: ¿cómo


hace la Corte Suprema para poder discriminar el gran número de
pedidos de certiorari que se le presentan? Antes de 1925 cada uno
de los nueve jueces examinaba estos pedidos y preparaba un
resumen indicando su opinión sobre si era o no procedente el
pedido. Esto, con el tiempo, se hizo muy difícil, siendo
prácticamente imposible que cada juez examine cada una de las

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peticiones de certiorari. De este modo, la tarea de examinar los
cientos de pedidos es asignada a un “law clerk”2 o secretario judicial
(cada magistrado tiene cuatro secretarios). Estos secretarios,
actuando en conjunto, dividen los casos y los resumen, emitiendo
también sus recomendaciones acerca de si los magistrados deberían
conceder o rechazar el pedido de revisión.

g) Por lo general, la decisión sobre la aceptación o no de un pedido se


hace dentro de las ocho semanas posteriores a la solicitud de
revisión3.

Una primera reflexión que podemos hacer sobre el tema es que, ya en el


año 1925, la carga procesal era un problema que mereció la toma de
medidas drásticas en el sistema norteamericano.

La influencia norteamericana no sólo ha sido puesta en consideración en


nuestro país. De hecho, en Argentina, a la luz de lo antes mencionado,
se ha recogido el instituto del certiorari. Así, mediante una modificación
legislativa del año 1990, se introdujo en el ordenamiento argentino el
"certiorari", plasmándose en los artículos 280 y 285 del denominado
“Código Procesal Civil y Comercial”. Dichas normas autorizan a la Corte
Suprema para que "según su sana discreción y con la sola invocación de
esta norma" pueda "rechazar el recurso extraordinario, por falta de
agravio federal suficiente o cuando las cuestiones planteadas resultaren
insustanciales o carentes de trascendencia"4.

2
Los “law clerks” son una suerte de secretarios judiciales del magistrado, si cabe la
comparación. Sin embargo, cabe señalar que esta labor es una de las más prestigiosas
dentro del ámbito legal. Dentro del sistema norteamericano, los “law clerks” son
considerados profesionales altamente calificados y sumamente competentes, pues han
logrado ganarse la confianza de los jueces y tienen una fuerte influencia en sus
decisiones.
3
Sobre los datos generales mencionados acerca del certiorari en el sistema
norteamericano, hemos tomado como referencias las voces “Certiorari”, “Cert Pool”,
“Judiciary Act of 1789” y “Judiciary Act of 1925” de la ya famosa “Wikipedia”
(http://en.wikipedia.org/wiki/Main_Page), así como el texto de Peter Messitte: El
recurso de certiorari, o de revisar. Decidir cuales casos examinar. Disponible en
internet: http://usinfo.state.gov/journals/itdhr/0405/ijds/messitte.htm.
4
"Artículo 280 del Código Procesal Civil y Comercial.- Llamamiento de autos.
Rechazo del recurso extraordinario. Memoriales en el recurso ordinario: Cuando la
Corte Suprema conociere por recurso extraordinario, la recepción de la causa implicará
el llamamiento de autos. La Corte, según su sana discreción, y con la sola
invocación de esta norma, podrá rechazar el recurso extraordinario, por falta
de agravio federal suficiente o cuando las cuestiones planteadas resultaren
insustanciales o carentes de trascendencia.

http://www.aedp.com.pe/ 5
IV. LA CASACIÓN EN LA PROPUESTA DE LA CERIAJUS

Aunque el Proyecto no lo mencione, la problemática de la casación y su


relación con la carga procesal no es reciente ni las propuestas de
modificación son novedosas. De hecho ya la Comisión Especial para la
Reforma Integral de la Administración de Justicia (CERIAJUS) había
planteado diversas modificaciones a la actual “casación”. Lo que no
entendemos es porque no se han tomado en cuenta los planteamiento
de una Comisión que fue creada precisamente para brindar soluciones a
la llamada administración de justicia y que, adicionalmente, contaba con
una representatividad muy importante.

En efecto, la “Propuesta N° 8” de la CERIAJUS señala que la función del


Corte Suprema “no se va a poder concretar con el alud de casos que le
llegan”. Dentro de las cuestiones más importantes en lo que respecta al
sistema casatorio se plantea lo siguiente:

“Artículo 393. Ejecución del sentencia impugnada.- La


interposición del recurso no suspende la ejecución de las
sentencias de condena.

393.I Suspensión de la ejecución.- La Sala Superior que expidió


la sentencia impugnada dispondrá, a pedido de parte y mediante
auto inimpugnable, que la ejecución sea suspendida, total o
parcialmente, siempre que se preste caución dineraria por el
monto de la ejecución. Cuando la ejecución no tenga contenido
patrimonial, la Sala determinará el monto de la caución dineraria
atendiendo a criterios de equidad”.

La propuesta de la “nueva” casación es bastante clara y concreta: quien


quiera que se otorgue efectos suspensivos a la casación, debe consignar
una caución por el monto discutido en el proceso5. Ello tendrá un efecto

Si se tratare del recurso ordinario del art. 254, recibido el expediente será puesto en
secretaría, notificándose la providencia que así lo ordene personalmente o por cédula.
El apelante deberá presentar memorial dentro del término de diez (10) días, del que se
dará traslado a la otra parte por el mismo plazo. La falta de presentación del memorial
o su insuficiencia traerá aparejada la deserción del recurso.
Contestado el traslado o transcurrido el plazo para hacerlo se llamará autos.
En ningún caso se admitirá la apertura a prueba ni la alegación de hechos nuevos". (El
resaltado es nuestro).
5
Una propuesta similar a sido sustentada por Michele Taruffo para el caso italiano. Así:
“Se trata ante todo, como varios sugieren desde hace tiempo, de eliminar el efecto
suspensivo automático asociado a la proposición de la regulación, y que se ha

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práctico muy grande sobre la carga procesal6. Obviamente se presentará
un número mucho menor de recursos de casación, en tanto sólo
aquellas partes que consideren tener realmente la razón serán quienes
se arriesguen a presentar una caución. Uno de los efectos positivos es
pues eliminar los recursos meramente dilatorios de alguna de las partes
(situación que lamentablemente se presenta a diario en nuestro
ordenamiento).

Valga mencionar que la propuesta mencionada fue recogida en el


Proyecto de Ley N° 10925 y presentada al Congreso en julio del año
2004 y desde entonces duerme el sueño de los justos en la Comisión de
Justicia y Derechos Humanos de dicho poder del Estado.

V. REFLEXIONES CRÍTICAS

El panorama general es el siguiente: del total de recursos de casación


presentados ante la Sala Civil Permanente de la Corte Suprema durante
los años 2002 y 2003, sólo el 9% y 10%, respectivamente, fueron
declarados fundados. Es decir, en un 90% de los casos, la casación no
viene logrando su finalidad. Este solo dato ya nos hace reflexionar sobre
la importancia de llevar adelante una reforma “casatoria”. Sin embargo,
el Proyecto de Ley que ahora comentamos no parece ser la respuesta
más adecuada a la problemática de la Corte Suprema.

La primera reflexión que se hace tangible al leer el Proyecto de Ley bajo


análisis es la relación entre la denominada “discrecionalidad” de la Corte
Suprema al admitir un pedido de certiorari y la fundamentación de dicha
decisión. Así, en el ordenamiento norteamericano (y hoy en el
argentino) tal decisión simplemente no se motiva. Ello tiene explicación
en cómo es que está diseñada dicha institución. La no motivación no
tiene como único fin “ahorrarle” tiempo al Supremo Tribunal, sino el
permitirle que éste decida qué casos considera lo suficientemente

convertido notoriamente en un cómodo expediente dilatorio, débilmente desalentado


por el riesgo de una responsabilidad agravada, sólo recientemente admitida por la
jurisprudencia Casatoria.
De por sí la eliminación de la suspensión automática del proceso de mérito debería
eliminar un número considerable de recursos”. TARUFFO, Michele. El vértice ambiguo.
Ensayos sobre la casación civil. Lima: Palestra, 2005, p. 242.
6
“Con ello se busca desincentivar la interposición de este recurso por parte de los
abogados que sólo lo utilizan como un medio para dilatar la ejecución de las
sentencias”. DE BELAUNDE, Javier. La reforma del sistema de justicia. ¿En el camino
correcto? Lima: Fundación Honrad Adenauer-Instituto Peruano de Economía Social de
Mercado, 2006. p. 35.

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importantes como para poder dictar una jurisprudencia que sea
vinculante a todos los niveles del Poder Judicial.

Resultaría oportuno precisar que otra de las razones por la cual el


pedido de certiorari no se motiva es porque dicho “pedido” no es
considerado un “recurso” o un “medio impugnatorio”. En efecto, el
certiorari no es parte, ni tiene vinculación con el derecho de
impugnación. Haciendo la diferencia de esta institución con la casación
podemos decir que, en nuestro país la casación es considerado un
recurso (un medio impugnativo) y, por tanto, un derecho de todo
justiciable interponerlo. En tal sentido, el justiciable tiene derecho a
conocer la opinión de la Corte Suprema sobre su pretensión (con los
parámetros que todos conocemos) y esta Corte tiene el deber de
fundamentar si admite o no dicho pedido. El certiorari no es, pues, un
“derecho” de los justiciables, sino una “facultad” del Tribunal y, por
tanto, no se requiere motivar porque se admite una petición o no, por la
misma razón que ningún particular está obligado a motivar porque no
ejerce su derecho7.

El Proyecto de Ley bajo comentario plantea una cuestión absolutamente


sui generis. Por un lado, nos dice que la facultad de la Corte Superior
para admitir o denegar los recursos de casación es “discrecional”, pero a
continuación señala que se debe motivar el por qué de dicha decisión.
En pocas palabras, nos hayamos ante una contradicción directa. Si la
idea del Ejecutivo, entre otras, al plantear la supuesta discrecionalidad
de la Corte Suprema era disminuir su carga de trabajo, en la práctica tal

7
“¿La procedencia o improcedencia del recurso de certiorari requiere de motivación?
Este será un tema arduamente discutido. Los sistemas que se han inclinado por la no
motivación se basan en los siguientes argumentos:
* El recurso de certiorari no es un derecho del justiciable, sino expresa la voluntad del
Tribunal de asumir el caso para revisarlo en vista de la trascendencia del mismo.
* El recurso del certiorari se concede en base a la discrecionalidad del Tribunal. Esta
discrecionalidad alguien podría considerarla arbitraria, máxime si no se fundamenta.
* El conceder el recurso de certiorari no significa un prejuzgamiento respecto del
resultado final de la revisión, puesto que el Tribunal podrá resolver el fondo del tema,
confirmando, revocando o anulando la sentencia del inferior.
En nuestro medio, esta situación pudiera no ser comprendida cabalmente, y se insista
en la necesidad de la motivación, como garantía contra la arbitrariedad. Sin embargo,
la experiencia en el derecho comparado, demuestra que la fundamentación de la
discrecionalidad, tanto en la denegatoria como en la procedencia, ocasionará que la
carga procesal del Tribunal se recargue de manera incontrolable”. MORALES GODO,
Juan. Bases para la regulación del recurso de certiorari respecto a la titularidad,
requisitos de admisibilidad y de improcedencia. En: Gaceta del Tribunal Constitucional.
N.º 1, Enero-Marzo, 2006. p. 5-6. Disponible en internet:
http://gaceta.tc.gob.pe/actividad.shtml?x=1306.

http://www.aedp.com.pe/ 8
situación no va a variar, pues la Corte Suprema seguirá recibiendo el
mismo número de recursos (o más) y seguirá motivando porque los
rechaza o los admite. Si se quería implementar el modelo de certiorari
en nuestro país en materia civil, se debió empezar por eliminar la
obligación de motivación de la Corte Suprema al rechazar un pedido de
casación, asimismo, en coherencia con lo mencionado, se debe dejar de
considerar a la casación como un “recurso” (ni ordinario ni
extraordinario) y quizás incluso analizar la posibilidad de dejar de
llamarlo casación.

Por otra parte la problemática de la Corte Suprema es mucho más


compleja e incluso tiene uno de sus problemas en la misma
Constitución. Así, en su artículo 141 se señala que “Corresponde a la
Corte Suprema fallar en casación, o en última instancia, cuando la
acción se inicia en una Corte Superior o ante la propia Corte Suprema
conforme a ley. Asimismo, conoce en casación las resoluciones del Fuero
Militar, con las limitaciones que establece el artículo 173”. Como señala
el profesor Monroy Gálvez: “la norma dispone que las funciones de la
Corte Suprema puedan ser: actuar como órgano de primer grado; b) de
segundo grado y c) como corte de casación. ¿Qué no es la Corte
Suprema?”8. Sin duda gran parte del problema es el exceso de
competencias que nuestra misma norma constitucional le ha atribuido al
Supremo Tribunal.

La propuesta de la CERIAJUS sin duda era mucho más mesurada, y


buscaba tener efectos prácticos evidentes: Se mantiene el diseño actual
de la casación en ser esencial, pero se exige que el impugnante asegure
el cumplimento de la decisión que se emita en su contra.

COMO CITAR ESTE ARTICULO:

ZELA VILLEGAS, Aldo. Casación y certiorari: A propósito de un


reciente proyecto de ley. Disponible en Internet:
<http://www.aedp.com.pe>. Acceso el día xx de xxxxxxxx de
xxxx. (substituir “x” por datos de la fecha de acceso al site).

8
MONROY GÁLVEZ, Juan. Casación y última instancia. En: La Constitución comentada.
Tomo II. Lima: Gaceta Jurídica, 2005. p. 659.

http://www.aedp.com.pe/ 9

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