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BREVE HISTORIA
DE GRECIA Y ROMA
PEDRO BARCELÓ
Historia de Roma
Si bien es verdad que la mayoría de los emperadores del transformado en una cuestión de poder. La fuente de le-
siglo II, por circunstancias internas o externas, se vieron gitimación más importante de los emperadores en su
obligados a permanecer durante dilatadas estancias (ge-neralmente tumultuosa) ascensión al trono era, sin
fuera de Roma (éste es el caso de Trajano, Adriano y atener-se a la opinión del debilitado Senado, el ejército,
Marco Aurelio), la Urbe no perdió en ningún momento su que sim-bolizaba y detentaba en su seno el mayor poder
atractivo como incuestionable célula embrional y centro estatal, por ser precisamente la única institución pública
ideal del Imperio. Hasta bien entrado el siglo III la ciu- que en estos tiempos de crisis era capaz de garantizar
dad continúa siendo de hecho la residencia preferida de la inte-gridad del Imperio (Aurelio Víctor 33,34; scr. Hist.
los emperadores. Pero desde la desaparición de la di- Aug., Maximiano y Balbieno 13 ss.).
nastía Severa, Roma no tardará en perder su función La exigencia de anteponer los soldados a todos los de-
de capitalidad. Uno de los principales motivos es la cre- más súbditos ya había sido un lema del gobierno de Sep-
ciente importancia militar de las regiones periféricas del timio Severo. Ellos constituían, en efecto, la garantía más
Im-perio, que a raíz de las profundas transformaciones fiable del poder de una dinastía (Casio Dión 77.15, 2). A
van adquiriendo mayor relevancia política como con- partir de la mitad del siglo III esta manifestación adquirirá
secuencia de las grandes convulsiones que producen un un carácter paradigmático. El apego en favor de una di-
notable cambio en la dinámica de la organización del nastía parecía estar más próximo a los sentimientos de
poder. la tropa que las ideas promovidas por el Senado de un
El traspaso de los centros de decisión política desde la em-perador adoptivo, hecho que además, en vista del alto
ciudad de Roma hasta las provincias periféricas (Siria, Ili- grado de politización del ejército, ya se encontraba en el
ria, Panonia, África, Galia, etc.) fue en un principio una siglo III fuera de toda realidad. En efecto, ahora que el
respuesta a la nueva amenaza que se cernía sobre las estamento militar concentrado en la periferia del Imperio
fronteras por causa de la incipiente presión de los pue- anuncia sus ansias de poder, las soluciones de corte se-
blos foráneos, pero con el tiempo se convertirá en una re- natorial generadas en la ciudad de Roma habían perdido
acción al cambio político experimentado. Visto que ningu- su viabilidad, así como toda capacidad de imposición. Las
na dinastía pudo establecerse por un período largo de tropas exigían que se tuviera en consideración su propio
tiempo y que el mando cambiaba constantemente, la po- candidato al trono, y si esto no se podía conseguir a través
lítica imperial pierde a marchas forzadas solidez y de una vía de negociación, no se vacilaba ni ante la violen-
continui-dad, lo que se aprecia de manera especial en el cia ni ante el estallido de una guerra civil (Herodiano 8.8).
aumento de tendencias disgregadoras centrífugas El término emperador soldado, con el que la investiga-
(separación de las provincias galas 259-273; formación ción denomina esta época, poniéndolo en cierto sentido
del reino indepen-diente de Palmira, 262-274). Por en contrapunto a la idea del imperio senatorial, define, sin
causa de este tipo de ataques, la autoridad imperial, que embargo, uno de sus problemas nucleares más eviden-
hasta ese momento se había podido asentar en un tes: el conflicto entre el Senado y el ejército en su pugna
consensus general recono-cido por la mayoría de la por el control del estado. Mientras que las dinastías de
población, decayó hasta con-vertirse en una simple los Flavios, también los emperadores adoptivos, e inclu-
función de la autoridad real acu-mulada en las manos del so los Severos, mostraron su reverencia al Senado
emperador de turno. roma-no, la más antigua y venerable institución de la res
La principal fuente para acaparar una considerable par- publica romana, y, pese a su ingente pérdida de poder
cela de poder era la obtención de un puesto de mando real, mantuvieron la apariencia de un gobierno
militar, que ponía a disposición del interesado el control compartido, esto cambió visiblemente con la ascensión
sobre un determinado número de legiones. El que casi a la cima del poder de Maximino Tracio (Herodiano 7.1,
exclusivamente oficiales de carrera manifestaran preten- 1-5.). Antes de ser promovido al trono, este militar
siones al trono imperial no es pues una mera coinciden- procedente de Tracia no fue ni tan siquiera senador;
cia, sino la lógica consecuencia de la crisis de autoridad Roma y el Senado desempeñaron en su política sólo un
desatada tras la abolición violenta de la última dinastía papel subordinado (235-238). Sin embargo, no sucedió
ampliamente reconocida. Ante este escenario, la opinión lo mismo con algu-nos de sus sucesores. Los Gordianos
manifestada por algunos investigadores (Seeck) de que (238-244), por ejemplo, procedían de la antigua nobleza
cualquier grupo de soldados estacionados en los confi- senatorial y mantuvieron estrechas relaciones de
nes del Imperio podía proclamar su emperador legítimo cordialidad con la a-ristocracia romana, que se convirtió
gana relevancia histórica. La idea de la res publica, surgi- en el apoyo más im-portante de su breve reinado (He-
da del marco de referencias ideológicas de una ciudad- rodiano 7.5, 1-8). Bajo el emperador Galieno (260 -
estado constituida como república, seguía mantenien- 268), se desarrolla un con-cepto de dominio según el cual
do invariablemente su validez, aunque de hecho, debido el poder imperial pasa a ser parte integrante de una
a que los emperadores recibían el poder apoyándose teología política. Sus funda-mentos espirituales tenían
en los soldados, la res publica se había convertido hacía sus raíces en una profesión de universalidad griega
ya tiempo en la res privata Caesaris. Desde esta pers- mediante la cual se puede apre-ciar la fuerte influencia
pectiva, se comprende esta visión de que cualquier pro- que ejercía el neoplatonismo sobre el emperador.
clamación de un emperador promocionada por el esta- Ateniéndose a estos paradigmas, el gobier-no de Galieno
mento militar era formalmente válida y de que la imposi- se irá desligando del programa conser-vador a la
ción de un determinado pretendiente al trono se había manera romana antigua de sus predeceso-res y se
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impregnará de la idea de que un Imperio hu-manitario, tardía, la Historia Augusta, que data del siglo IV. Contie-
tal como floreció bajo los Antoninos, consti-tuía la mejor ne una colección de biografías de los distintos empera-
opción posible. dores en las que aparecen menciones sobre la persona,
Los esfuerzos de renovación desarrollados por Galieno el carácter, el gobierno de los príncipes, entremezcladas
serán proseguidos por el emperador Aureliano (270-275), con numerosas habladurías, leyendas o meros rumores
aunque, al contrario que Galieno, éste no pretendía fun- unidos a un bosquejo anecdótico de dudoso valor histó-
dar una cosmovisión que conciliara el espíritu con la rico. Del mismo modo que la historiografía moralizadora
política, sino que sus reformas apuntaban a la remode- de finales de la República y del Imperio, fundamentalmen-
lación religiosa del Imperio romano. La plataforma sobre te determinada por los círculos senatoriales (Salustio, Tá-
la que asentaría este intento la constituirá el extendido cito, Suetonio, etc.), la Historia Augusta también basa su
culto al dios Sol. Aureliano, que había conseguido criterio en un canon de virtudes/vicios con el fin de
aplastar las tendencias separatistas regionales (secesión emitir un veredicto sobre cada emperador. La tradición
de la Galia, reino independiente de Palmira) y que llegó a histórica senatorial todavía sigue efectiva de manera in-
consolidar la restauración de un Imperio romano interrumpida durante los siglos III y IV e influye, por
fragmentado, bus-có la unidad religiosa de Roma por ejemplo, negativamente en la imagen de Maximino Tra-
una vía que da la sensación de ser la suma de los cio, que es tachado de bárbaro sin cultura ni formación
esfuerzos del pasado y que, si se piensa en Constantino, (Herodiano 7.1) ---recordemos que no había sido senador
debería señalar el ca-mino futuro. Se debe hacer notar un antes de conquistar el trono--- o sublima las hazañas del
paralelo muy ilustrati-vo entre Aureliano y Constantino. descendiente de la antigua aristocracia, Gordiano, que
Antes de la batalla de Emesa, el emperador Aureliano tuvo aparece como el emperador idóneo, frente a las cuales
una visión: el dios Sol se apareció al emperador y le las de otros emperadores-soldados dan la imagen con-
concedió la victoria sobre sus enemigos (Ser. Hist. Aug., trapuesta de un imperio senatorial (Herodiano 7.5,1-8).
Aureliano 25).
3. Cambios estructurales en la economía y en la sociedad
Recordemos cómo el emperador Heliogábalo deseaba
fomentar un dios imperial que fuera reconocido por do- Entre los restos de las sumamente fragmentarias fuen-
quier cuando implantó su particular deidad solar de tes escritas del siglo III, sólo son aquellos episodios pro-
Emesa en Roma. Heliogábalo desapareció y dejó pocas tagonizados por el emperador y los avatares de la políti-
huellas; sin embargo, el dios Sol permaneció y siguió sien- ca imperial los que reclaman la atención de nuestros au-
do venerado en todas partes bajo sus diversas aparien- tores. Alusiones a la economía, la sociedad y las fuerzas
cias y manifestaciones: en Galia bajo el manto de Apolo, del cambio social que ejercen en esta época una influen-
en la zona danubiana íntimamente vinculado al culto de cia determinante se encuentran aquí en la cara oculta
Mitra, en Siria al lado de múltiples Baales locales, etc. El de la tradición en mayor medida de lo que viene a ser
dios Sol de Aureliano era, sin embargo, algo más que el habitual. Unos pocos reflejos de los profundos procesos
ídolo de piedra de Heliogábalo. En algunos círculos inte- religiosos, económicos y sociales, que permanecen acti-
lectuales emerge por estas fechas una teología que inter- vos en el siglo III, pueden observarse, sin contar con el es-
pretaba la divinidad solar como imagen y espejo del ser caso material epigráfico y numismático coetáneo, sólo en
celeste superior (Porfirio). Esta compleja divinidad, que las fuentes tardías. El edicto de precios de Diocleciano, las
aunaba los diversos ritos solares de Oriente y Occidente y fuentes jurídicas del siglo IV, ampliamente diseminadas, y
para la cual Aureliano instaura un culto estatal en Roma, los historiadores muy posteriores, así como los Padres de
encierra en sí un mensaje político de unificación en un la Iglesia, son los puntos de referencia para reconstruir la
mundo amenazado por la desintegración. El deus sol in- historia social y económica de la época.
victus, que era en sí mismo un producto de la integra- En el sector social observamos sustanciales modifica-
ción sincrética, debía contener el desmoronamiento del ciones. El proceder de familias aristocráticas continua-
Imperio y protegerlo de las numerosas sombras que se ba proporcionando a los agraciados ventajas, pero a su
cernían sobre él. lado se constata un mayor aprecio que en el pasado de
Por más que los emperadores del siglo III fueran dife- las facultades personales de aquellos individuos aspiran-
rentes entre sí por su origen (los Gordianos procedían tes a ocupar la cima de la pirámide social, tales como
de Capadocia, Filipo de Arabia, Decio, Claudio Gótico y destreza militar, formación jurídica o lealtad política. El
Probo de los países del Danubio, etc.), formación, carác- senador Casio Dión subrayaba amargamente que, en
ter, aptitud y objetivos, había algo común a todos ellos: su tiempo, antiguos bailadores podían acceder a
ninguno fue capaz de consolidar un dominio tan dura- puestos clave, y que los centuriones o hijos de médicos
dero como para poderlo transmitir en herencia a sus hi- alcanza-ban el generalato (Casio Dión 78.21, 2; 80.7,).
jos y la mayoría de ellos murió de manera violenta. Doce- Sin embar-go, la formación de nuevas fortunas era más
nas de pretendientes y usurpadores se fueron relevando bien la ex-cepción, ya que en caso de producirse
en el trono imperial romano. De muchos de ellos apenas ganancias las acaparaba la hacienda pública en calidad
si se tiene el nombre atestiguado en las extremadamente de impuestos extraordinarios. Paralelamente las
parcas fuentes de la época. Para indagar datos relativos a posibilidades de em-peorar socialmente aumentaron
la personalidad y al gobierno de los emperadores del siglo considerablemente de-bido a las interminables guerras
III disponemos, junto a la obra histórica del autor con- civiles, la inseguridad económica y la represión del
temporáneo Herodiano, básicamente de una fuente más Estado. Como el historia-dor contemporáneo
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Herodiano apunta al comentar el go-bierno de Maximino ran a saquear y a multiplicar sus incursiones, que, como
Tracio, uno podía encontrarse todos los días con se vio en las correrías de los alamanes por el norte de
hombres arruinados que el día anterior aún vivían en la Italia o la de los francos por la Galia y Hispania, ponían
abundancia (Herodiano 7.3, 3). en peligro grandes zonas neurálgicas del Imperio (Aure-
La característica más evidente de la depresión econó- lio Víctor 33,3; Eutropio 9.8, 2; Orosio 7.22, 4; Zósimo 37-
mica, que alcanzó su punto culminante en el siglo III, fue 38, 1; 49, 1). El resultado de la reforzada presión de los
la depreciación del dinero y, con ella, el consecuente re- pueblos germanos y sármatas en las fronteras renanas y
troceso a una economía de trueque y auto abasteci- danubianas fue el abandono del limes retorromano que
miento (Eutropio 9.14; Aurelio Víctor 35.6). En una rela- había sido fortificado por Domiciano. Con ello, el país de
ción muy estrecha con este proceso de reconversión fi- los decumatos (Alemania suroccidental) pasa irremedia-
nanciera se inserta la disminución de los ingresos por im- blemente a manos de las tribus germánicas (260). De
puestos, lo que a su vez es un signo del descenso de manera semejante se presenta la situación en el bajo Da-
productividad en muchas esferas económicas. Todo nubio, donde, tras el embate de godos y sármatas, se tu-
ello no dejó de afectar profundamente a la estructura vo que evacuar la provincia de Dacia, que había sido es-
social del Imperio. El precio de la crisis económica había tablecida por Trajano (Eutropio 9.15, 1; Aurelio Víctor 33,
sido pagado hasta el momento por los pequeños y me- 3; Zósimo 1, 52). Después del forzado abandono de las
dianos agricultores, que estaban siendo exprimidos al regiones transrenanas y transdanubianas, el Rin y el
máximo por la maquinaria impositiva. Muchos de ellos Danubio se convirtieron en las nuevas fronteras del Im-
buscan de forma desesperada la protección de terra- perio. Si fue posible aguantar aquí la avalancha de los
tenientes poderosos, que en manera muy similar a los pueblos limítrofes, esto se debió en primer lugar a la peri-
señores feudales de la Edad Media dejaban explotar sus cia militar de una serie de emperadores (Claudio Góti-
terrenos a arrendatarios. Vemos emerger aquí a una co, Probo, etcétera), que gracias a sus victorias lograron
nueva capa social: el colonato (Herodiano 6.4, 6; Códex consolidar las nuevas fronteras y proporcionar con ello
Teodosiano 5.17, 1). También las ciudades sufrieron visi- un mínimo de estabilidad a las provincias afectadas. No
blemente las consecuencias de la crisis. Debido a la dis- obstante, la gran amenaza exterior se fragua en la fron-
minución del volumen comercial, como consecuencia de tera oriental del Imperio. En el año 227, el dominio de los
la escasez de dinero y de la inseguridad política, la ciuda- partos arsácidas fue relevado por el de los persas sasá-
danía urbana fue privada de su base económica más im- nidas, mucho más aguerridos, peligrosos y ambiciosos
portante. El ocaso del artesanado estaba ya anunciado que sus antecesores. De este modo, surge al este del Ti-
(Libanio, Oración 25.36 s.). La conjunción de todos es- gris y del Eufrates una nueva zona en crisis debido a los
tos factores de crisis infligió graves daños al desarrollo apetitos territoriales persas, pues los sasánidas, que in-
ur-bano. El servicio a la comunidad como miembro de la vocaban en política exterior la tradición imperial de los
corporación municipal (decurión), que desde siempre antiguos persas aqueménidas (Amiano 17.5, 5), disputa-
había sido considerado como una alta distinción política y ban a los romanos el dominio sobre las provincias orien-
social, se convierte, debido a las opresivas cargas finan- tales del Imperio. Cuando en el año 260, en el transcurso
cieras que el representante de la curia local debía asu- de una campaña militar contra el Imperio persa, el empe-
mir, en un molesto deber que a ser posible se rehuía (Li- rador Valeriano cayó prisionero de sus enemigos y murió
banio, Oración 18.288 s.). en cautiverio, sufriendo así la mayor humillación que ja-
más le ocurriera a emperador alguno, se alcanzó el punto
4. La situación en las fronteras
más crítico en la historia de los emperadores romanos
Todas estas debilidades estructurales internas son ine- (Aurelio Víctor 32, 5). El Imperio romano parecía estar
quívocos síntomas de crisis, que se verá agudizada de inevitablemente condenado a sufrir las consecuencias de
manera radical por las guerras civiles causadas por las ine- una previsible descomposición.
vitables usurpaciones. Con la situación de permanente Al igual que hiciera su antecesor Decio (249), también
guerra en el interior deben relacionarse los frecuentes re- el malogrado emperador Valeriano, padre de Galieno, se
veses en la política exterior. Si en el curso del siglo II el había distinguido por el hecho de haber desatado una
sis-tema fronterizo romano superó la prueba sin mayores cruenta persecución de cristianos (257), que después de
contratiempos, esto se debió ante todo a una serie de suceder la catástrofe persa será inmediatamente aborta-
emperadores comprometidos y sumamente hábiles, con da por su hijo y corregente en el trono romano. A partir
Trajano o Septimio Severo a la cabeza, que habían dedi- de este momento entra en vigor una larga tregua entre el
cado gran parte de sus energías a esta tarea. De otro Estado y la Iglesia que contribuirá en gran manera a su
modo era imposible mantener en pie una enorme masa expansión y consolidación. No pocos adeptos a la doctri-
territorial que abarcaba desde Hispania hasta Mesopo- na de Cristo vieron en estos acontecimientos un mere-
tamia, desde Egipto hasta Britania. cido castigo divino, mientras que muchos paganos a-
En el siglo III empieza la retirada masiva y constante chacaban a los cristianos ser culpables de las desdichas
de grandes contingentes de tropas de las fronteras para ocurridas. En medio de este ambiente tenso, caldeado
emplearlos en las numerosas rencillas políticas internas por la división de opiniones, se acentúa más que nun-
(Aurelio Víctor 32,1; Zósimo 1.37 ss.). Esto a su vez ofre- ca la cuestión sobre la postura que debía adoptar el Im-
ció oportunidades favorables para que los pueblos fron- perio romano con los cristianos. De una respuesta ade-
terizos, organizados en federaciones tribales, se dedica- cuada a ese dilema dependerá la fase final de la historia
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