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La historia de Pi

En 1949, un ENIAC fue capaz de obtener los primeros 2.037 decimales de


π.

Quizás sea el número más famoso de todos. La relación entre la longitud


de una circunferencia y su diámetro en la Geometría euclidiana, π (pi), es
un número irracional. Se la considera una de las constantes matemáticas
más importantes y resulta indispensables para la matemática, la física y la
ingeniería. Te contamos la historia de este número que posee infinitos
decimales y que no puede expresarse como un cociente entre dos
enteros, cuyo valor (truncado) es 3,14159265358979323846...
Es indudable que π ha fascinado a la humanidad desde tiempos
inmemoriales. En todas las épocas, los matemáticos más capaces han
dedicado parte de su tiempo en la búsqueda de un algoritmo que permita
calcular mejor o más rápidamente su valor. Concretamente, π expresa la
relación que existe entre la longitud de una circunferencia y su diámetro
dentro del marco de la llamada Geometría euclidiana (esta relación no es
constante en geometrías no euclídeas). A pesar que para prácticamente
cualquier propósito práctico imaginable basta con conocer una decena de
decimales, la humanidad ha dedicado millones de horas hombre a calcular
el mayor número posible de ellos, quizás buscando la tan esquiva
periodicidad que permita expresarlo como el cociente entre dos enteros.
Tal trabajo es, por supuesto, absolutamente inútil: desde 1761 sabemos
que se trata de un número irracional, lo que significa que no puede
expresarse como fracción de dos números enteros, tal como lo demostró
el genial Johann Heinrich Lambert.
El valor de π se ha obtenido con diversas aproximaciones a lo largo de la
historia, siendo una de las constantes matemáticas que más aparece en
las ecuaciones de la física. El récord actual es de 2.576.980.370.000 de
decimales, y lo calculó Daisuke Takahashi en un superordenador T2K
Tsukuba System. El valor más antiguo que se conoce es 3,1605 y aparece
escrito en el “Papiro de Ahmes”, encontrado en Egipto y datado en el año
1900 antes de Cristo. A pesar del “retroceso” en la precisión de π que
significó la adopción de “3” (por motivos religiosos) en el comienzo de la
era cristiana, a lo largo de los siglos este número se ha ido calculando cada
vez con mayor numero de decimales correctos. En el año 263 de nuestra
era, el chino Liu Hui calculó su valor como 3,14159 (un error de menos de
1 en un millón). En el año 1400, el matemático indio Madhava calculó
3,14159265359 (0,085 partes por millón de error).
Pero los algoritmos encontrados por los matemáticos a partir del siglo 17
rápidamente dispararon el numero de decimales conocidos. En 1841
William Rutherford calculó 208 decimales, de los cuales sólo los primeros
152 eran correctos. William Shanks, un matemático aficionado de origen
inglés dedicó cerca de 20 años a calcular π y llegó a obtener 707
decimales en 1873. En el año 1944, D. F. Ferguson encontró un error en el
decimal 528 de Shanks, a partir del cual todos los dígitos posteriores eran
erróneos. El mismo Ferguson, en 1947, recalculó π con 808 decimales
utilizando una calculadora mecánica. Pero la invención del ordenador
llevaría esta carrera a limites insospechados. En 1949, un ordenador
ENIAC fue capaz de romper todos los récords anteriores al obtener los
primeros 2.037 decimales de π en unas 70 horas de trabajo (seguramente,
William Shanks hubiese dado su brazo derecho por una máquina así). Poco
a poco fueron surgiendo ordenadores más potentes, que destronaban a
los anteriores en el número de cifras calculadas, y en 1954 un NORAC
superó la barrera de las 3000 cifras, al hallar los primeros 3.092 decimales
correctos. A lo largo de los años 1960 los ordenadores IBM fueron
batiendo récord tras récord, hasta que en 1966 un IBM 7030 llegó a los
250.000 decimales en unas 8 horas y media de trabajo. El primer millón de
cifras de π y su inversa 1/π se puede consultarse por la WEB.
Pero nuestra curiosidad es más fuerte, y aun seguimos buscando la forma
de obtener más y más precisión en la determinación del valor de π. Lejos
han quedado las épocas donde la Iglesia sostenía que su valor era
exactamente 3 (aunque cualquier niño con una cinta métrica pudiese
demostrar que no era cierto) o cuando los egipcios se las ingeniaban para
construir algunas de las obras más grandes de la antigüedad usando
“3,1605” como base. Seguramente en pocos años superaremos la barrera
de los 10 millones de millones de decimales. ¿Nos servirá para algo?
Probablemente no. Pero nos habremos divertido recorriendo ese camino.
¿No crees?

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