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Jesus Santiago Herrera Trujillo

Octubre 4/2021

Parcial II

Gadamer y los medios

El presente texto presenta una discusión sobre la crítica de Gadamer a las ciencias sociales
y cómo esta es aplicable en la actualidad. Para lograrlo primero se plantea cómo se
conciben las ciencias sociales en el Siglo XIX y su crisis en el Siglo XX, esto con el propósito
de entender en qué marco discursivo se ubica Gadamer, en segundo momento se plantea
lo propuesto por Gadamer como formación y sentido común, luego se plantea el discurso
de odio en las redes sociales y por último se concluye con la conexión de la formación y el
sentido común frente al papel de las redes sociales hoy en día en el entendimiento del
otro y del mundo en sí.

Todo lo anterior para poder afirmar que hoy en día, la propuesta de Gadamer no es
obsoleta en lo referente a estos conceptos, de hecho, los mismos son necesarios tenerlos
presentes al momento de leer y pensar la interacción actual de los individuos, los cuales,
por medio de las redes sociales, pueden comunicarse con individuos cuyo sentido común
tiene una base cultural diferente y por ende exige un nivel de formación del interlocutor.

Las autollamadas Ciencias Sociales encuentran su “nacimiento” como tal a finales del Siglo
XIX e inicios del XX, especialmente en los planteamientos del positivismo liderados por
Augusto Comte. Este desarrollo se dio desde una búsqueda de las mismas por validar su
papel y rol en la sociedad moderna de la época. Mientras las ciencias naturales
presentaban avances y modelos de interpretación sobre la naturaleza misma, los
sociólogos, historiadores, psicólogos y filósofos, creían poder lograr plantear leyes sobre el
comportamiento humano, siguiendo los parámetros que las ciencias naturales
establecieron previamente:
El positivismo es una epistemología híbrida que combina el racionalismo con el
empirismo y la lógica deductiva con la lógica inductiva, también ha sido
denominado hipotético- deductivo, cuantitativo, empírico-analista y
racionalista….Para el positivismo clásico, toda ciencia para ser considerada así,
debe adaptarse a los paradigmas de las ciencias naturales, el cual se caracterizaba
por el monismo metodológico, el método físico-matemático, la explicación causal y
la predicción (Pérez Villamar, 2015, p. 29)

Claramente estos pensamientos si bien sirvieron para la fundación de programas


académicos en muchas universidades, las criticas a los mismos no se hicieron esperar.
Siguiendo en parte lo planteado por Gadamer como el elemento que no logra ser
retratado ni entendido por estas ciencias; el comportamiento humano superó las
previsiones y expectativas de estos círculos académicos positivistas. La mayor prueba de
ello terminó siendo las guerras mundiales.

La segunda guerra mundial fue el punto de quiebre de posturas positivistas como el


estructuralismo simbólico o el funcionalismo, que terminaban siendo coronarios de los
planteamientos desarrollas por los movimientos fascistas europeos. El papel de las
ciencias sociales como organizar del universo humano se rompe cuando estas posturas
que promulgaban el desarrollo social terminaron siendo ecos de exterminios y de la peor
guerra vivida en Europa.

Ahora bien, si pensamos en Gadamer, un filósofo que se opuso a los nazis desde la década
de los 30s, es entendible su postura critica a las ciencias del espíritu como él las llama.

Lo primero que se debe tener en cuenta es que el trabajo de Gadamer está enfocado en
presentar que el método científico empírico que gobernó como raíz del conocimiento en
los últimos siglos, carece de capacidades y cualidades que le permitan entender
elementos propios de la naturaleza humana.

Esta critica de Gadamer no es directamente al método empírico, sino, a su gobierno sobre


lo que él llama: las ciencias del espíritu. Entendiendo estas como las ciencias que
buscaban identificar las características que construyen al individuo como humano:
Pero en realidad las, ciencias del espíritu están muy lejos de sentirse simplemente
inferiores a las ciencias naturales. En la herencia espiritual del clasicismo alemán
desarrollaron más bien una orgullosa conciencia de ser los verdaderos
administradores del humanismo (Gadamer, 1999, p. 37).

Entonces, las ciencias del espíritu a pesar de las criticas a sus postulados, continúa con sus
intentos de envolver en un lenguaje y comportamiento científico aquellos elementos que
no obedecen a una naturaleza que sólo el empirismo les ofrece y, es a ese punto donde
señala Gadamer, hay una falsa concepción de la naturaleza humana dentro de las ciencias
del espíritu y esto se debe a varios elementos, nosotros nos enfocaremos en dos de ellos.

Para entender la idea de la formación en Gadamer hay que tener presente lo enunciado
anteriormente, las ciencias del espíritu creen lograr entender elementos propios de los
humanos que por medio del empirismo no se logran discernir. Ese planteamiento no es
nuevo, la discusión que siempre ha existido entre lo que el humano logra entender y qué
métodos usa para ello siempre ha estado en el mundo académico desde antes del método
científico. Lo que critica Gadamer es que en el Siglo XX, con las transformaciones que el
hombre moderno ha sufrido a causa de los cambios en la naturaleza que le rodea, es
inoperante asumir que es posible concebir de igual manera un fenómeno natural que es
susceptible de ser señalado como una norma o una ley de forma empírica, a las
emociones humanas, las cargas morales y demás elementos humanos que no obedecen a
una ley, sino a una serie de elementos determinas que influyen en cómo se constituye y
transforma dicho elemento.

Para continuar con su discusión, Gadamer se aproxima a los elementos que sirven como
base en la construcción del hombre moderno, señalando cuatro que, a su juicio, han sido
olvidados por otros pero que siguen presentes como la base de esta construcción: la
formación, el sentido común, el gusto y el juicio. Para propósitos de este ensayo,
hablaremos de la formación.

Gadamer señala que la formación que conocemos no ha sido siempre la misma, el primer
cambio que señala de la misma, fue su transformación de un fenómeno que se da de
forma natural a una vinculación social: “La formación pasa a ser algo muy estrechamente
vinculado al concepto de la cultura, y designa en primer lugar el modo específicamente
humano de dar forma a las disposiciones y capacidades naturales del hombre” (Gadamer,
1999, p. 39) y señala a su vez desde donde proviene esta concepción “Hegel en cambio
habla ya de «formarse» y “formación”, precisamente cuando recoge la idea kantiana de
las obligaciones para consigo mismo" (P.39).

Pero el significado del concepto no queda ahí, Gadamer presenta que la idea de formación
cambia de cultura a un desarrollo de habilidades, así, la formación pasa de ser un objetivo
a ser una constante mejora del individuo en ciertas habilidades.

La formación para Gadamer se puede entender como un constante desarrollo del humano
en el cual su principal característica es:

…mantenerse abierto hacia lo otro, hacia puntos de vista distintos y más generales.
La formación comprende un sentido general de la mesura y de la distancia
respecto a sí mismo, y en esta misma medida un elevarse por encima de sí mismo
hacia la generalidad. Verse a si mismo y ver los propios objetivos privados con
distancia quiere decir verlos como los ven los demás. Y esta generalidad no es
seguramente una generalidad del concepto o de la razón. (Gadamer, 1999, p. 46).

Esta definición es importante para plantear la discusión central de este ensayo, ya que
creemos que la formación tal cual se expone aquí es necesaria para poder entender las
interacciones que se dan en las redes sociales.

Sentido común
Para Gadamer:

El tema de la educación también seria ahora otro: el de la formación del sensus


commums1, que se nutre no de lo verdadero sino de lo verosímil. Lo que a nosotros
nos interesa aquí es lo siguiente: sensus communis no significa en este caso
evidentemente sólo cierta capacidad general sita en todos los hombres, sino al

1
Cursivas en original
mismo tiempo el sentido que funda la comunidad. Lo que orienta la voluntad
humana no es, en opinión de Vico, la generalidad abstracta de, la razón, sino la
generalidad concreta que representa la comunidad de un grupo, de un pueblo, de
una nación o del género humano en su conjunto. La formación de tal sentido
común seria, pues, de importancia decisiva para la vida.

La disputa que presenta Gadamer con este concepto, es la de sacar al sentido común del
mundo naturalista. Así, evitar que se presente como algo que se ha dado en todos los
humanos y que reacciona de igual manera en ellos. Al presentarlo como un elemento que
se constituye en comunidad, pero cuya base capaz de desarrollarse está en cada
individuo, así, no es un elemento externo que se le impone al humano, sino, que es una
característica de este que se desarrolla y forma por medio de la vida en comunidad, le
está dando un punto medio entre aquellas posturas que lo plantean como un elemento
natural y aquellas que lo ubican como un resultado de la cultura. Ahora bien, el sentido
común encuentra su desarrollo por medio de la tradición, lo cual le da una carga de
responsabilidad a las formas como se construye esa sociedad en particular. Si se conocen
sus tradiciones, podremos entender el lenguaje que se usa en la misma.

Aunque existen aproximaciones sobre qué es un discurso de odio, esta definición parece
ser la que cobija un concepto amplio:

Se habla de discurso del odio para referirse a las expresiones que incitan
directamente a la comisión de actos de discriminación o violencia por motivos de
odio racial, xenófobo, orientación sexual, u otras formas de intolerancia. Pero para
algunos, el concepto se extiende también a aquellas expresiones que fomentan los
prejuicios o la intolerancia, considerando que este tipo de expresiones contribuyen
indirectamente a que se genere un clima de hostilidad que pueda propiciar,
eventualmente, actos discriminatorios o ataques violentos (Prieto Usano, 2018, p.
7).

Así, los discursos de odio son una situación que se presenta en las redes sociales cuyo
alcance:
Por un lado, hay que considerar el daño directo emocional o psicológico que
pueden producir las amenazas, el acoso, y otros ataques dirigidos a individuos
concretos, por motivos de odio e intolerancia. Por otro lado, el discurso del odio
también produce un daño indirecto, erosionando la dignidad de las personas y
dañando su reputación.

El discurso del odio juega un papel fundamental en la perpetuación de


estereotipos discriminatorios, la estigmatización de colectivos, la contribución a su
marginación, etc. Constituye un mecanismo lingüístico de importancia
fundamental en la deshumanización de ciertos colectivos, a los que se trata de
negar su pertenencia a la ciudadanía en condiciones de igualdad. En este sentido,
el discurso del odio envía un mensaje que divide y segrega la sociedad. (p. 8).

Ahora bien, parece que no existe una conexión entre lo que es un discurso de odio y la
formación y sentido común que presenta Gadamer, en especial, porque él está intentando
hacer un ejercicio de justificación de la hermenéutica como la forma de poder entender y
aproximarse a la historia. Pues bien, creo que sí tiene qué ver en tanto cuando se habla de
discurso de odio siempre se presenta por medio de un lenguaje particular en el que
interaccionan las personas y las formas de entender ese lenguaje pasa por elementos que,
en su texto, Gadamer presenta.

Mediante la proliferación y aceptación del discurso del odio se produce una


reducción de empatía hacia los colectivos deshumanizados, y como consecuencia,
se puede generar el caldo de cultivo adecuado para justificar actos
discriminatorios, abusos y actos violentos de diversa naturaleza. (p. 9)

El discurso de odio ha caído dentro del ámbito de lo legal, siendo los discursos legales los
que predominan cuando se habla de ese tema, pero ahí se presentan falencias:

La aplicación de los criterios establecidos en el Protocolo a la penalización del


discurso del odio en el ciberespacio resulta problemática en las redes sociales por
las singularidades de este entorno.
Así, la valoración de la intencionalidad, que en el caso de la difusión de material
debe abarcar su carácter racista o xenófobo y su efecto incitador, tiene que tener
en cuenta los códigos propios de las redes sociales (espontaneidad, desinhibición,
significado del retuiteo) considerando el conjunto de los mensajes.

La publicidad de la conducta excluye la relevancia penal de las comunicaciones


privadas (salvo las amenazas) pero, si lo que determina la naturaleza privada o
pública de un mensaje es la predeterminación selectiva del destinatario o la
indeterminación del mismo, esta distinción se dificulta cuando los destinatarios
integran un grupo numeroso y el acceso al grupo es relativamente abierto.
(Rollnert Liern, 2020, p. 11)

El discurso de odio es un fiel ejemplo de los inconvenientes que conlleva la metodología


de las ciencias sociales con el método empírico. Principalmente porque en redes las
evidencias de un acto se pueden borrar o ser de difícil acceso, junto a esto, se presenta
una línea gris muy grande entre lo que puede ser o no un discurso de odio. La catalogación
o comprobación empírica de un comportamiento social tan poco sólido como lo son las de
las redes sociales, no permite que el seguimiento de estos comportamientos cumpla con
los requerimientos del método mismo.

Hay una especie de ego que ha rodeado a las ciencias sociales desde su nacimiento que
aún con los fracasos que la misma ha presenciado a lo largo del Siglo XX, sigue
planteándose con los mismos recursos y métodos para lograr entender a la sociedad
humana. Estos recursos atravesados por el empirismo, están limitados en su capacidad de
compresión y un claro ejemplo de ello se dio con los nacimientos y crecimientos de los
movimientos fascistas en Europa en el Siglo XX, así como su resultado, la segunda guerra
mundial.

Estas limitaciones en el método empírico, no logran captar los elementos que aún hoy en
día influyen en la forma cómo interactuamos los humanos. Estos elementos exigen
pensarse las formas de lenguaje que se usan en el mismo de una forma particular. Así, por
ejemplo, no se podrá entender la comunicación de las redes sociales desde objetivaciones
empíricas. De hecho, aquí vemos que se presenta el mismo problema que plantea
Gadamer para los científicos espirituales del Siglo XX ¿Qué sucede cuando se presenta una
situación “empírica” que no obedece o se rige por los planteamientos que el método
científico plantea? ¿Cómo se mide una intencionalidad que no se puede ver?

Dejar la tarea del análisis lingüístico que exigen las redes sociales al Derecho o a la
sociología, no es más que esperar resultados inconclusos. Gadamer tenía razón al exponer
las carencias de las ciencias sociales. Mientras estas sigan planteándose como aquellas
que nos pueden permitir percibir la realidad y analizarla, habrá situaciones, vivencia,
humanos e interacciones que se les escaparán.

La formación y el sentido común como se han expuesto en este trabajo, sirven para
pensar sobre los discursos dados en redes sociales, ya que estos permiten poder
reconocer no sólo el lugar de enunciación del otro, sino los elementos morales y culturales
que lo definen. La diversidad que las redes sociales ofrece, sólo se puede entender desde
un lugar de análisis que vaya más allá de los elementos facticos presentes. Poder conocer
cómo se piensan la realidad y cómo se expresa, sirve para entender al otro.

Ahora bien, se es consciente de las dificultades de lo enunciado, el mismo Gadamer lo


señala: “La conciencia hermenéutica que se trata de despertar y mantener despierta
reconoce pues que en la era de la ciencia, la pretensión de dominio de las ideas filosóficas
tendría algo de fantasmagórico e irreal.” (Gadamer, 1999, p. 21). Y es entendible que sus
planteamientos se quedasen solamente en el mundo académico de lo filosófico, pero
también creo que es necesario que se revalúen muchas formas de aproximarnos a la
realidad, para suplir esas necesidades que desde la ciencia actual no se dan. Así, me
gustaría cerrar con una cita de Gadamer frente a esto:

Lo que necesita el hombre no es sólo un planteamiento inapelable de las


cuestiones intimas, sino también un sentido para lo hacedero, lo posible, lo que
está bien aquí y ahora, y el que filosofa me parece que es justamente el que
debería ser consciente de la tensión entre sus pretensiones y la realidad en la que
se encuentra. (p.21).
Sí es necesario que apliquemos un poco de filosofía en nuestra vida, tanto profesional,
como personal. La formación que propone Gadamer, se acerca mucho al concepto de
empatía que hoy en día se presenta como un arma contra el discurso de odio. Esa empatía
se alimenta conociendo y aceptando los elementos culturales que hacen al otro como es,
eso incluye los elementos que se presentan en el sentido común.
Bibliografía
Gadamer, H.-G. (1999). Verdad y Método I (Issue H 40).

González, C. (2002). Sensus Communis: de la imaginación en Vico a la tradición en


Gadamer. Ideas y Valores, 51(120), 79–93.
Pérez Villamar, J. (2015). El Positivismo y la Investigación Científica. Revista Empresarial,
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ElPositivismoYLaInvestigacionCientifica-6419741.pdf

Prieto Usano, J. C. (2018). El discurso del odio en las redes sociales. Digaley.
https://ajuntament.barcelona.cat/bcnvsodi/wp-
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Ríos Acevedo, C. I. (1995). Un acercamiento al concepto de formación en Gadamer.


Revista Educación Y Pedagogía, 7(14–15), 15–35.
https://revistas.udea.edu.co/index.php/revistaeyp/article/view/5578
Rollnert Liern, G. (2020). Redes sociales y discurso del odio: perspectiva internacional. IDP.
Revista de Internet Derecho y Política, 31(31), 2020–2022.
https://doi.org/10.7238/idp.v0i31.3233

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