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Trashumantes de Neblina
Trashumantes de Neblina
vez, una confrontación de discursos. Desde el relato convocante de los comienzos hasta la postrera
rendición de cuentas, la guerra despliega una construcción de versiones que siguen pugnando por
Han predominado dos maneras de contar la guerra de Malvinas en la disputa por el terreno
de la memoria colectiva: una, la que podríamos denominar versión triunfalista; otra, la versión del
responde a la tradición según la cual "nuestra bandera jamás ha sido atada al carro del enemigo". La
versión del lamento, por su parte, surge, a diferencia de la anterior, en el punto de inflexión de la
La primera versión, más transitada durante la guerra, circula abarcando un abanico que va
desde el discurso de Galtieri en el balcón de la casa rosada, hasta las crónicas de los medios masivos,
pasando por el fervor de los cánticos populares: su impronta es el desafío al "principito" y el anuncio,
en titulares, de que "estamos ganando". La segunda versión comienza a imponerse tras la derrota.
Los combatientes son ahora "chicos": víctimas (en la locura, en la mutilación, etc.), no tanto de los
este caso, dirá entonces que la guerra fue una "causa justa", pero que estuvo mal conducida.
ocupar el espacio de su opuesto, revertir todos sus términos. Sin embargo, la versión del lamento
que ambas se inscriben, finalmente, en un mismo marco, participan de una misma lógica: la lógica
ellos en un sistema de inclusión y exclusión, otorgar una identidad colectiva que opera en el
horizonte del imaginario social, a través de un sistema simbólico: nombre, bandera, himno, escudo,
panteón de héroes y de hitos. Una narración del origen y de lo porvenir: una tradición y un relato
futuro. La eficacia de este relato consiste en que logrará disolver las diferencias internas, ha-
poder aglutinante del nosotros y convierte a los otros en enemigos; por lo tanto la posibilidad de
escapar a la instancia globalizadora del Gran Relato Nacional resulta más difícil todavía.
volverían a pelear por las islas con una preparación más adecuada: sostienen, en definitiva, lo legí-
timo de la "gesta". Y cuando el pensamiento progresista pone en juego su versión, dirige sus ataques
La otra variante de aparente discrepancia apela a una estrategia que consiste en invocar
valores universales, valores que pretenden posicionarse por encima de los conflictos nacionales: así,
por ejemplo, Borges imagina a un soldado inglés que lee a Cervantes y a un soldado argentino que
lee a Conrad, ambos en sus lenguas originales. Pero la tradición anti-belicista - como toda tradición
que se basa en valores superadores para oponerlos al Relato Nacional - no consigue en definitiva
escapar de él.
De modo que el Gran Relato Argentino logra entrampar en su lógica a todas estas versiones:
todo podrá ser cuestionado, excepto las bases de la identidad nacional, núcleo fundante de la versión
oficial. Todo podrá ser dicho, excepto que el problema de la soberanía sobre las islas carece de
relevancia.
Existen, de todas maneras, otros relatos que sí deconstruyen el Gran Relato y que
años con variantes tan diversas, literaria y generacionalmente, como lo son La Causa Justa de
Osvaldo Lamborghini, Los Pichy-cyegos de Rodolfo Fogwill, A sus plantas rendido un león de Osvaldo
Soriano, "El aprendiz de brujo" y "Soberanía nacional" en Historia argentina de Rodrigo Fresán,
"Memorandum Almazán" en Nadar de noche de Juan Forn o "Impresiones de un natural nacionalista "
funcionamiento es una lógica que ataca desde el exterior del sistema en cuestión, su objetivo es la
superación y el reemplazo de ese otro sistema, por eso lo bombardea, pero no lo dinamita.
internas para ubicar los puntos claves, los pilares que sostienen el sistema y lo harán caer: tarea de
pero invirtiendo sus jerarquías; provoca un corrimiento del sistema en la medida en que consigue
ubicar un elemento que dicho sistema no puede resolver. Su estrategia es trastocar órdenes,
desarmar oposiciones, producir un cortocircuito en los fundamentos, actuar dentro de los límites
A menudo, las versiones aparentemente opuestas al Gran Relato Nacional, como dijimos al
referirnos a la tradición anti-belicista, formulan una superación por medio de valores universales: la
superación, sino una desarticulación por degradación. El Relato Argentino no va a ser destruido por
valores superiores, sino deconstruido mediante la utilización de sus mismos principios, pero
Es posible, tomando los textos propuestos como un corpus (campo de trabajo) y leyendo qué
cuentan de la guerra de Malvinas y cómo lo hacen, conformar una historia en la que se combinan
se la lee seriamente, pero se revela irrelevante en el registro del chiste. Y es precisamente en este
nosotros y un ellos, ese otro, la figura del extranjero, no se ubica ahora en el afuera sino adentro,
y más aún: en el centro mismo. Un soldado va a Malvinas, pero su familia es inglesa, y su hermano
está en Londres. Un ex combatiente se presenta en una embajada argentina, pero se trata en verdad
de un chileno que ha usurpado su lugar. Y aún en la posición de voluntario, que en el caso de guerra
resume en sí lo nacional como deseo (combatir por la patria como ejercicio de voluntad), es donde
aparece un japonés: se alista en la causa antiimperialista, guiado por los principios aprendidos en
extranjero. La guerra de Malvinas bien puede ser contada como la confrontación por la posesión de
una isla ubicada "frente a la costa de Cumberland": los argentinos son los que la han ocupado
patrióticamente durante ciento cincuenta años, y los ingleses son los que intentan recuperarla en
Pero toda identidad nacional, no sólo la argentina, está deconstruida con el mismo
hindú (justamente una ex colonia). Y los pibes argentinos en Malvinas se asombran porque los
ingleses son "escot, wels o gurjas" y se preguntan si no hay ingleses auténticos. Y es que es precisa-
mente la idea de que haya una autenticidad nacional lo que se cuestiona: tampoco los ingleses son
ellos mismos, no hay centro puro que no sea impregnado por la otredad.
Lo propio aparece constituido por lo ajeno también en el nivel de lo cultural. Los soldados
radio inglesa en las Malvinas es la que pasa folklore y tango, y es por lo tanto la preferida por los
soldados argentinos en lugar del rock de las radios nacionales. Los ingleses toman té con bombilla,
como si fuese mate, o bien desayunan con "arroz con leche, mazamorra y mate cocido"; los pichys
(soldados argentinos que luchan por sobrevivir y no por la causa nacional) beben whisky cuando
negocian con el enemigo, lo que remite a la tradición iconográfica de Galtieri, cautivado por la
Aquí no hay héroes nacionales. La heroicidad requiere una causa justa y en estos textos la
cuando un argentino aparece en la posición de héroe por haber matado a un gurkha, se trata en
realidad de un accidente que se produce cuando los dos procuran entregarse mutuamente como
cónsul, sino que ha usurpado su lugar) incursiona en la embajada inglesa en lo que es visto como un
acto de arrojo, lo que en verdad está haciendo es tratando de reivindicar, no tanto el orgullo na-
cional, como el honor personal comprometido por unas cartas amorosas que intenta recuperar. Así
también, cuando aparece otro voluntario, esta vez argentino, su motivación para alistarse en el
ejército no responde a eficacia alguna del Gran Relato convocante, sino al deseo que tiene de ser
hecho prisionero y ser trasladado a Londres, con la intención de presenciar un concierto de los
Rolling Stones.
Vemos entonces que se reproduce la lógica del sistema de lo nacional, pero con la inversión
de sus jerarquías, trastocando su orden simbólico, degradando sus principios de valor, estos relatos
deconstruyen, por lo tanto, las versiones de la guerra del Gran Relato Argentino. Lo propio aparece
como lo otro; lo otro se identifica con lo propio. Los siete textos que circunscribimos plantean la
representación de múltiples espacios: el espacio propio (la Argentina en La Causa Justa); el espacio
del otro (Londres en "El aprendiz de brujo"); el espacio propio en el ajeno (la embajada argentina
un león); el espacio en disputa (las islas Malvinas en Los pichy-cyegos y en "La soberanía nacional");
órdenes jerárquicos, se constituye un nosotros antagónico de un ellos. Es decir que los grupos
representados en estos textos operan, en apariencia, con la misma lógica que un Estado utilizaría
para definir una identidad nacional. Sin embargo, sus móviles invierten los valores sobre los cuales
lo nacional está construido y corroen esa lógica: los pichys del texto de Fogwill, los oficinistas de La
argentina, el falso cónsul argentino en Bongwutsi, sólo se proponen sobrevivir o zafar, aunque a
menudo no lo consigan, supliendo la lógica del honor nacional por la de la supervivencia, que actúa
Y Dios no es argentino
En los textos testimoniales - Los chicos de la guerra de Daniel Kon o 5.000 adioses a Puerto
Argentino de Daniel Terzano, por ejemplo -son recurrentes las apelaciones a Jesucristo o a Dios, o
la aparición de objetos tales como crucifijos y rosarios, en la situación límite del miedo a la muerte
o al sufrimiento físico. Los textos deconstructivos, en otro movimiento, secularizan estas zonas de
aparecidos, etc. Nos sitúan así en el registro de lo fantástico, tradición que la escritura literaria ha
tomado de la oralidad (los cuentos de fantasmas narrados en torno al fogón), hasta volverla propia.
Mediante esta inversión - la de colocar lo profano donde estuve le sagrado - se nos ubica en un
que reemplace al Gran Relato Argentino: sólo lo desarman. Ni siquiera el propio espacio de enuncia-
ción queda en pie. Por eso diluyen también el espacio de autoridad de sus narradores: su saber es
honestidad es sospechada.
texto como "Gurka" de Vicente Zito Lema, contado desde la locura, termina erigiendo la figura de
las víctimas de la versión del lamento. Y un texto tramado desde la técnica narrativa que se propone
lograr un verosímil realista, podrá recorrer, como sucede en Arde aún sobre los años de Fernando
López, todas las versiones del relato de la guerra (incluida la oficial); pero no logra desarticular ni
la literatura. Pero, sin embargo, es en ciertas zonas de la narrativa de los últimos años donde se
formula la posibilidad de eludir la trampa de la falsa oposición de las versiones, y se apuesta a una
narración a través de la cual lo justo de la "causa justa", el fundamento mismo del Gran Relato
Notas
-Fogwill, Rodolfo Enrique. Los Pichy-cyegos. Ediciones de la Flor, Buenos Aires, 1983.
-Forn, Juan. "Memorándum Almazán", en Nadar de noche. Editorial Planeta, Buenos Aires, 1991.
-Fresán, Rodrigo. "El aprendiz de brujo" y "La soberanía nacional", en Historia argentina. Editorial
-Lamborghini, Osvaldo. "La causa justa", en Novelas y cuentos. Ediciones del Serbal, Barcelona,
1988.
-Soriano, Osvaldo. A sus plantas rendido un león. Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1986.
1987.
-Kon, Daniel. Los chicos de la guerra. Editorial Galerna, Buenos Aires, 1982.
-López, Fernando. Arde aún sobre los años. Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1986.
-Terzano, Daniel. 5.000 adioses a Puerto Argentino. Editorial Galerna, Buenos Aires, 1985.
-Zito Lema, Vicente. "Gurka (Un frío como el agua, seco)", en Voces en el hospicio. Ediciones de Fin
-Baczko, Bronislaw. Los imaginarios sociales. Memorias y esperanzas colectivas. Ediciones Nueva
-Hobsbawn, E.J. Nations and nationalism since 1780. Cambridge University Press, Cambridge, 1990.
Fuente: Revista Espacios, nº 13, Dic. 1993- Marzo 1994, Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras,