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Prólogo
Nora And-rade
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Nora Andrade
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sobre la "sospecha”, es decir, como una lectura desviada tmisreading)
de un discurso oficial legitimado.
En el capítulo 3, “El ‘ecosistema’ metafórico de Semónides. Un estu
dio de las metáforas de animales en el Yambo de las mujeres", Débora
Center señala, en dicha composición, dos dominios semánticos bien dife
renciados -el animal y el humano- que se interrelacionan a través de un
sistema metafórico sumamente cohesivo. Teniendo en cuenta los apor
tes realizados por la lingüística cognitiva, considera que las metáforas se
constituyen en estructuras conceptuales relevantes no sólo para el aná
lisis filológico sino también como manifestación de ciertos conceptos ope
rantes en el contexto socio-político de producción de la obra estudiada.
Desde esta perspectiva, caracteriza el que denomina "ecosistema” meta
fórico de la obra y los semas comunes a ambos dominios en los que se
apoya el recurso y describe las diferentes perfiles femeninos y zoológicos
interrelacionados en él. Determinados esos perfiles, la autora analiza
cómo el proceso metafórico adquiere un estatuto mayor de significado,
en tanto permite configurar los conceptos de cuerpo, individualidad y
carácter femeninas, como así también determinar el papel político y so
cial de la mujer en el contexto de producción de la obra.
En el capítulo 4, “Las chicas superpoderosas (acerca de Suplicantes de
Esquilo)”, Patricia D’Andrea, después de recorrer, en la primera parte de
su análisis, aspectos generales de la pieza (la historia mítica y los recor
tas que el autor realiza sobre ella, las cuestiones relativas a la dotación,
y el contenido histórico-político), se centra en el tema de la asignación de
pider a los diferentes personajes. Desde este punto de vista, la configura
ción del rey Pelasgo en el discurso presenta tres momentos: el monarca
absoluto, un gobernante anacrónicamente democrático que deja la reso
lución institucional del caso en manos de la asamblea y, por último, el
próxenos, nexo entre las extranjeras y la ciudad en la Atenas histórica.
En cuanto a Dánao, su parte en la distribución del poder es, a su enten
der, nimia, y los Egipcíadas, por su violencia, no ejercen para el poeta
ninguna autoridad. Serán, por el contrario, las Danaidcs quienes obten-
gnn la victoria con sus actos de hablu de orden y amenaza y, especial
mente. con su apelación a Zeus, del que emana la autoridad de la que se
revisión. Se comprueba así una ruptura de la tradicional redundancia
luigicu puesto que su gestualidad es de suplicantes mientras que su vio
lento lenguaje es propio de quien detenta el poder.
En el capítulo 5, “Triple aproximación a la metáfora del apacenta
miento político de Platón”, Gabriel Livov nos ofrece un triple análisis
• le la célebre metáfora política del pastor y el rebaño en el pensamiento
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Nora Andrade
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Capítulo 1
Nora Andrade
Polinices coloca sus intereses por encima del bien común; ambos toman la
d< cisión del fratricidio al comienzo de la pieza y la sostienen hasta el final,
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^•R* Añorad»:
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Capítulo 1
Nora Andrade
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NokaAninlw.
1. El sacrificio de Meneceo’
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CArflUU) 1: DoSASHXrroSPt.’XniAtJSENLASMiNinCAílrtN RR Ff.V»CM$ 1* EVRfPlINM.
Hoy, algunas reflexiones que nos suscita el mundo actual nos llevan
a focalizar nuestra atención en aquella escala axiológica. que entonces
habíamos meramente enunciado, para evaluar sus consecuencias des
de el punto de vista de la significación de la pieza. Dentro del megaacto
de habla que es una obra teatral, el sacrificio de Meneceo, que lo coloca
en la cúspide de esa escala, es algo más que una acción que integra un
argumento, es una metáfora preñada de significados que intentaremos
transferir al discurso analítico.
El valor que organiza esa escala de valores es la virtud cívica, hecho
que ubica la obra dentro de un marco de referencia político. A diferencia de
lo que ocurre en Suplicantes, el agón no pivota sobre una discusión de
teoría política contemporánea, aunque también aparecen disquisiciones
anacrónicas al mundo representado referidas a algunos conceptos políticos
fundamentales para el pensamiento del siglo V: así, la valoración de la
parrhesía, “libertad de palabra”, como condición propia de la ciudadanía
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Nona Asdkadk
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C.MtnLO 1: DOS ASPECTOS PUNTUALES EN LA SGMnCAOÓN DE FkMCUS DE EURIPIDES...
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Noim Ammaih'
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Capítulo 1: Dos asi teros itvivales en lasignificación de Fknicus de Elrípiijrs...
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Noka Aninui«
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CAPtnrLO 1: Dos ASPECTOS PfNTVAl.ES EN LA significación de Fkvicias DE El R1PIOKS...
19
N<hm Anunai*
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CAPtTVlD 1: Dos ASPECTOS PUNTUALES EN LA SIGNIFICACION DE FKNICiAS DE EURIPIDES...
12. Escuchamos una interpretación similar en la ponencia presentada por Lucía lañares
a las Primeras Jornadas de Cultura Clásica de USAL de 1995. que no tuvieron publi
cación de Actas.
13. J.-P.Vernant, tbtd., pp. 65-68.
14. Francisco Rodríguez Adrudos (texto y traducción), Líricos Griegos Elegiacos y
Yambógrafo» Arcateos. Madrid, CSIC, 1981. Ix>s textos de Calino y Tirteo pertenecen
a esa edición.
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Nona Aniikadk
alma en el polvo mientras que sostiene con sus manos sus vergüenzas
sanguinolentas -cosa fea de ver con los ojos y que merece la cólera
divina- desnudo. En los jóvenes, en cambio, todo resulta adecuado
mientras tienen la brillante flor de la juventud. Viro es admirable de
ver para los varones y digno de amor para las mujeres, y caído en la
vanguardia es bello.
16. J.M.M. (sic) “Lu» hijas do la intifadu”, do El País, especial para Página 12, suple
mento Las 12. arto 8, n* 411. 2W2/06, p. 3.
23
Nora Ani«ai«:
Ruad no era aún mayor de edad cuando corrió ia misma suerte (...) Y de
Mohamed, de 19 artos cumplidos, se despidió antes de que partiera ha
cia la colonia judía de Atzmona. Sabía su destino. ‘Mató a cinco soldados
e hirió a 23. Quedé muy triste por la pérdida de un hijo pero estoy muy
orgullosa”’. De ¡os restantes, dos son mutilados de guerra y el último
pasó 11 artos en una prisión israelí.
La victimización de la juventud, antigua pero actualísima, según
vemos, fue lúcidamente captada, en nuestros días, por el cineasta Fruit
Chao en Dumplingx. Aunque apunte específicamente al rígido control
estatal de la natalidad en China, el realizador liega a trascender sus
objetivos iniciales y construye una alegoría crítica y revulsiva del filici
dio político, al presentar a las generaciones maduras alimentando su
lozanía artificial con una dieta de fetos humanos.
17. Jacqueline Duchemin. // agón daña la tragédu- grtcque, Parí». Belles Lettres.
1968. pp. 139-142.
18. Michael LJoyd. Tht agón in Euripuicu, Oxford, Clarendon Presa. 1992, pp. 90-01.
24
CaHTVUOI: DusASHKcniNii-Kn AixsKNiAsii-.NinrAaos i* dkEikIhdrs .
19. Llamamos Toro a los términos que sirven para apoyar el argumento y tema aquello
acerca de ¡o cual ae argumenta. Cf. Chaim Perelman y Lucie Olbrechts-Tytecu. Tra
tado df la argumentación. Madrid. Gredos. 1994, cap. 111, B.
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El rasgo más novedoso os la presentación de la igualdad, no con la
significación política que tiene en la Tobas del foro ni en la Atenas del
tema, sino como principio organizador de la civilización y del cosmos.
Las medidas y los números sólo pueden existir si son siempre igua
les a sí mismos, por lo que están presentados como producto de la igual
dad. Son un medio de regular las transacciones entre los hombres y,
por lo tanto, evitan conflictos; esto, como se nos ha dicho en vv. 535-
538, es propio de la isótes:
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CAPtnnz» 1: Dos axpw?tos rrvniaizx p.n ia KiGNincAcióN dk Fk-wt/as nr. Et ■fpiinw. ..
21. En la traducción nos apartamos del texto de G Murray quien, siguiendo los mss,
escribe brvtois para aceptar la conjetura de Weil. Éste propone roe trocí. tratando de
dar una aproximación, ajustada a la métrica, del escolio al fragmento 46 del cómico
Strattis. escolio que. refiriéndose a nuestro v. 546. comenta tói ísot tLmleúausi.
22. Jacqueline de Romilly, ta loi dan* la Pensée Grtcque. París, Belles Lettres. 2002.
pp. 159-160.
23. Einile Benveniste. Vocabulario de latí instituciones indoeuropeas, Madnd. Taurus.
1983, p 300.
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define las reglas del juego del mundo agonal arcaico, es un valor relati
vo: se establece en desmedro de la timé de otros, implica un más y un
menos, de recompensa a la cualidad se transforma en premio a la can
tidad y por ello establece la desigualdad entre los hombres:
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CArfniLu 1: Do* amito* inwn'AUtN kn 13 wunificaíión (* Fkhicias nr. EimumKx.
29
N<«a Animmih:
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CAPfTVLn 1: Dos ASPKÍTOS Hf.Vn'AlJCS KK IA SIGSIFICAaÓN 1* FíN/C/AS OK EURÍPIDES...
27. Claude Mossé: Politique el sociéti en Grtce anciennc Le modéle aihénien, Paría,
Aubicr. 1995. p. 85. Josiah Ober. The Athenian Reuolution, l*rínceton. New Jersey.
Princeton Univeraity Preta, 1996. pp. 90-91. Laura Sancho Rociter Un proyecto de
mucrútico. La política en la AU iunt del vigío V. Zaragoza, Egkio ed., 1997, p. 200.
31
HikA Am*am
28. Sophie Milis, Thcseut. Tragedie and the Athenian Empire. Oxford. Clarendon
Presé. 1997. p. 120
29. Ver el tratamiento que hace de este tipo social en sus tragedias Electra y Onstea.
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Capítulo 2
Gastón Basile
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Ihaiir
d"l i iiko que nos ocupa, que definitivamente no puede reducirse al pro
blema de la "influencia” de un autor en otro. Planteado en términos
amplios, el marco de nuestro trabajo aborda la compleja relación
"dialógica"3 entre la obra historiográfica de Heródoto y la épica homérica.
Más específicamente, la problemática fundamental concierne a los
múltiples procedimientos de captación, absorción y transformación del
discurso épico por parte de Heródoto, así como el papel desempeñado
por la epopeya en la génesis de la historia como práctica discursiva.
Sin embargo, el análisis de la relación “¿¡alógica" entre Homero y
Heródoto exige un esfuerzo interpretativo pues, en gran medida, no se
trata de un problema ordinario de intertextualidad. Dos son, al menos,
los rasgos peculiares del caso en cuestión. En primer lugar, tanto Homero
-quienquiera que haya sido- como Heródoto son precursores en sus
propios ámbitos discursivos, es decir, el de la épica y la historiografía
respectivamente, si bien con la obvia salvedad de que Heródoto es un
iniciador bastante posterior a Homero. Es por ello que dicho carácter
de fundador de un género nuevo se manifiesta con una marcada im
pronta de autoconciencia autoral en la obra de Heródoto. A diferencia
de su predecesor, Heródoto deberá dar cuenta -tácita o abiertamente-
de más de tres siglos de tradición literaria griega, dentro de la cual la
epopeya homérica goza de una legitimidad y prestigio ineluctables En
mterlexto; otros textos son presentados en él. en niveles variables, bajo formas más
o menos reconocibles...’. Roland Barthcs “Texto (théorie du-)’. Encyclupaedia
Universalit, París. 1973. Posteriormente, la noción do intertextualidad fue restringi
da conceptualmente por G. Genette (Cf. Gérard Genette: Palimpsestos, París, Seuil.
1982) como una de las posihles relaciones de transtoxtuahdad que hace referencia a
la presencia de un texto dentro de otro ipor cita, alusión, etc.). Vinculado a la noción
de intertextualidad, que emplearemos uqui paru designar fundamentalmente la pre
sencia de la épica homérica en la trama textual del relato herodotao, exista también el
concepto más amplio de intordiscurstvidad. Este último es definido por P. Charaudeau
y D. Maingueneau como el “conjunto de unidades discursivas (correspondientes al
mismo género, a discursos contemporáneos de otros géneros, etc.) con los cuales un
discurso particular entra en relación implícita o explícita" (Cf Palnck Charaudeuu y
üominique Maingueneau (dir.): Diccionario de análisis del discurso, Amorrortu,
Madrid. 2005) Reservamos esta noción más amplia para aludir, hacia el final de
nupstro capítulo, al entramado de relaciones discursivas en tomo a la “problemática"
leyenda de Helena surgida en el siglo V.
3 Término tomado del Círculo de Bajtin que refiere, en su acepción más amplia, u las
relaciones que todo discurso establece con aquellos producidos con anterioridad asi
como los enunciados futuros que puedan llegar a ser producidos por sus destinatarios.
Cf. Mijail Bajtin. Problemas de la poética de Dostoieusky, México-Buenos Aires, FCE.
1998
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CAfflino 2: Reumv Éneo y ««curso HtrnjKxxiRÁrico: texto, ixtektexto...
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Gastón Banilk
4 Kenneth Water*: Herodotog thf Historian. Hi» problemx, mrthods and uriginality.
Univereity of Oklahoma Proas. 1985
5. El episodio de Onésilo, un líder en la revuelta de la isla de Chipre contra Darlo, y su
escudero. de origen cario, es un ejemplo de la pervivcncia de Ion vuloren de phdotunía
entre miembros de elile propios del mundo homérico. En relación con Lis escaramuzas
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CAPmnx) 2: Rhato éneo y ocruaeo iiBruraoGRÁnco: texto, iwtektecto ..
previas u la batalla de Platea, Water» destaca, entre otros, el carácter épico del pedida
•Ir los abatidos megarenses, las proezas de la caballería ateniense y. en particular, la
muerte de Masistioo y la subsiguiente escena de duelo al modo heroico.
«I Water» define este rasgo formal del siguiente modo: “en el sentido limitado de un
ivierno al final de una sección (digresiva o de otra clase) al tema anunciado al comien-
«o. por medio de una frase formular* (Water», op. cit.) El ejemplo citado VII, 117, que
narra brevemente la muerte de un hombre estimado por Jerjes, comienza del si
guiente modo: “Estaba Jerjes en Acanto, cuando sucedió que muñó de una enferme
dad Artaquees, prefecto del canal y apreciado por Jerjes..." Tras referir los honores
ipi« se le tributaron, el narrador retoma el hilo del relato principal condensando lo
dk ho por medio de una frase formular similar a las empleadas en la poesía épica: “Asi
pues, el rey Jerjes nxialró gran pesar por la muerte de Artaquees".
7. Conferencia ‘Homer and Herodotus" dictada el 22 de junio de 2006 en el marro del
Cuarto Coloquio Internacional: Lenguaje, Discurso y Civilización. De Grecia a la
Modernidad, organizado por el Centro de Estudios de Lenguas Clásicas. Area Filolo
gía Griega, de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universi
dad Nacional de La Plata.
H E> reconocible el eco de la voz de Néstor de lUada X, 173/5: “áXXa pdtka peyakr)
Xpricó [tepuperv ’ Axaioíx;.' vúv ydp námcaciv tirt £vpoú \azaxat
t| MáXa Xvypcx; óXxOpoq ' Axatok h* pu6ww.“
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Gaxtok IIami j?
“Pero hay una necesidad muy urgente que upnme o los aqueos l ahora sí que está
sobre el Tilo de la navaja para todos / los aqueos la funesta muerte o seguir con vida."
en la arenga de Dioniso, un general foceo, en el Libro VI de las Hi&torvu-. “Fiel ¡;upoú
ydp dicpfK t^Etai tydv zd apíprpata, ávSpc; ‘ lcovc^. f, rival tÁr.vétpoioi t|
6oú?.oiOi. xai toówioi áx; 6pT]X¿znoi" “Jomes, nuestra decisión está sobre el filo de
una navaja: quedar libres o esclavos, y aun esclavos fugitivo» "
9. En ilíada. no sólo el enfrentamiento entre troyanos y griego» tiene como origen el
legendario “rapto" de Helena por Puris, sino que también el eje argumental del poema
homérico, u saber, la cólera Unézus) de Aquilcs. se centra «obre la disputa por una
mujer, la cautiva Briseida. Heródoto también Atribuye el inicio de las hostilidades
entre griegos y persas a la sucesión de raptos mutuo» de mujeres: lo. Europa. Medea
y, por último, Helena
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C'APfn w 2: Kfizto finco y discurso HisrotuocKAF*xr. tocto. i vrex¡rorro
Quien habla acerca del Océano, dado que remonta su relato ftón
mythonj a lo desconocido, no puede ser refutado. En efecto, yo, por
mi parte, no conozco ningún río Océano Pero creo que Homero o
alguno de los poetas anteriores, tras haber inventado el nombre
i'toúnoma heurónta), lo introdujo en poesía (es poíesin eseneíkasthaij.
(Her 11.23.1).’“
* Oftev 8é byévETO tgaoxot; xibv Geóv. g’ixe óí) diei fjaav rajuño;.
ÓKÓioi x¿ xtvra; xá eISecc, oúk t]EtoxEaxo pÉ-xpi Kpwriv xe gal
Xífe? ÚG Einñv Xóyw. * HaioSov yáp gal ‘Opripov hXuáqv
xcxpagoGioiai txcai 8oké(ú MÉonpcapvrtpotx; yt'vtoQai gal ob
itkÉoav obxot 8é ciai ót ko inca mee; fteoyoviqv rEXXi]ai gai xoiat
0EOÍGI xcu; Eraovuyiat; 5oinr.<; gai xipác; xe gat x¿xva<; SieXovxeí; gai
Eidca abxóv <n]pqvauu-.<;- di Se npóxcpov noiqtai kcyotiEvoi xovxwu
twv ávSpóv yí-véaSai baxEpov, kporfE Sogéeiv. byÉvomo. ToVuov xá
npúna di Acd&oulSo; 'ipqiai XÉyovoi, xá 8e baupa xá h;' HdioSóv
xe gai ’ Oprpov Liorna Eyco X¿yu).
Sobre el origen de cada dios, o sobre si todos existieron siempre,
sobre cuáles son sus formas, nada sabíun hasta ayer y anteayer, por
asi decirlo. Porque me parece que Hesíodo y Homero fueron cuatro
cientos años más antiguos que yo, y no más; y ellos son los que
10. Los textos griegos están extraídos de Philippe E. Legrand, Hérodote, Hiatoir**,
París, Bélica I/‘tires, 1932-1954, 9 vola Todas las traducciones, a menos que se indi
que lo contrario, son nuestros.
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Gastón Basilk
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Capítulo 2 Relato Epico y lnsci toso msronocmAHCO: texto. LvncimocTO.
41
GASTON ItAKIIJ?
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CAFtnnn2: Reiatv ÉncoYntsnusouisiukmx;kah<x>: texto. LxrtxT»xn>...
43
— .V" OA.MUC
44
CaHivu>2: Rei^toEiiooydiscvicíuiustorkxjráfico texto. ikteittfjcto.
45
«iAMíV Basii k
11. Cf. Graciela Reyes. Los procedimientos de cita: citas encubiertas y ecos., Madrid.
Arco Libros, 1994, pp. 20-24
46
CAitn.u>2: llKixTOtHCOYDiacinMoiiisiniaocRAMCo texto, t.vrwrn'.xw..
12. El canto V y el comienzo del VI relatan las hazañas de Diomedes. de ullí que este
pasaje hayu sido designado desde el siglo V como la Aristeía de Diomedes.
13 Cf. ¡Hada V!. 2R9 y sig.
14. Algunos editores consideran los versos de la Odisea (IV, 227 y sig., 351-2) citados en
este pasaje como interpoluciones, pues Heródoto no hace referencia a ellos en su
interpretación ulterior. 1-a expresión utilizada a continuación “y este pasaje", en singu
lar. parecería corroborar también el hecho de que se trata de un único pasaje citado. Sin
embargo, algunos editores disputan también la autenticidad del sintagma kai tóde tó
khorlon pues se trata de un uso inusitado del término griego khorion con el sentido de
“espacio textual", o “pasaje de un texto". Para una discusión de los alcances del término,
véase infra p. 55 apartado 2L
47
CÍASTON BASIIZ
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Gastón Basilk
50
CAftn m»2: Relato Rpioo y uso aso histokk jchaiico texto, pcttrtkxto.
51
quitadas con una ruina total, hicieran, esto evidente a los hombres:
que son también grandes los castigos de los dioses por los grandes
crímenes. Y estas cosas han sido dichas según mi opinión (kai taüta
mén téi emói dokéci eíretaiÁ
52
CAitnu>2: llKiATnínooYDisft'i«t»iujfn>iuoG»Anoo tocto, irmumcxiv...
16. Cf. Aristóteles, Poética 1947 al3; 49 b9; 55 bl6; y cap* 23. 24. etc
17. Aristóteles, op.cit. 1451b.
53
Gahiún ÜAKII£
54
CAPÍTULO 2 Reí ato rpe»y discurso msruiuoGKAnco texto, iNTEjmcxn>..
18. Cf. PlaL Men., 82b; Huí. M.. 1094b; Eucl. El., 1, 34; Archim. Sph. el cyd., 1.6
19. Término empleado por W. Ong. Walter Ong: Orahty and Littracy. Tht
Technologuitig of the Word, Methuen and Co. Lid. London, 1982.
55
\i/winn
56
CAPhVU>2: lUlXToUnCOYUiaCllWOllUrTORIOGBAinOO TOCTO. INTKIcnOCTV.
57
lacedemonia, juntaron gran ejército, pasaron al Asia, y destruyeron
el reino de Priamo. Desde entonces, siempre tuvieron por enemigos a
los griegos, pues los persas miran como propias al Asia y a las nacio
nes bárbaras que la puehlan, y consideran a Europa y a los griegos
como cosa aparte (Her. 1,4).
21. Desde un enfoque ajeno ai nuestro. N. Loraux también vincula a Helena con loa
orígenes del mundo griego, pero asociándola al “fantasma de la sexualidad". Dice
Loraux “Pues Helena es mucho más que unA mujer, aunque fuera ésta hija de Zeus,
y "Helena” mucho más que el nombre de una mujer Ésta será al menos nu hipótesis
que “Helena" puede servir de nombre griego para la cosa sexual, entendiendo esta
expresión en su sentido más amplio, casi ilimitado y. con toda segundad, neutro,
mucho más allá de la diferencia entre los sexos. (...) que alredeilor del nombre Helena
se trata también de la sexualidad en tanto que es originaria también para los griegos."
N’icole Ixiraux: Las experiencias de Tírenlas. Lo femenino y el hombre griego, Buenos
Aires, Biblos, 2003, p. 222
58
CAiTnunü: Kejato gpion y niacunw hmukknikáikxi; texto, iwoiracw..
22. La memoria de loa orígenes constituye, en efecto, una invariante cultural (Cf
Isabelle Schulte-TenckhofT: La uue portée au loin. Une hmtoire de la pensée
anthrvpologique, Lausana, Editions den bus. 1985, p. 87). 1.a referencia a una causa
primera, al relato inicial o al momento original es. en la mayoría de las culturas, la
piedra angular que organiza los memoranda, es decir, los acontecimientos salientes
dignas de ser recordados por una comunidad y que contribuyen a la construcción de
su identidad. (Cf. Patrick J. Géary La mémoire el l'oubli á la fin du premier milUnaire,
París. Aubier, 1996. p. 27). En este sentido, los poemas épicos -que narran la gesta de
Troya- son los "textos de fundación" por antonomasia de la cultura griega, en la
medida en que garantizan la cvlierencia, pervivencia y trasmisión de pautas cultura
les identitarias del pueblo griego por referencia a un “ongcn común". Es por ello que
el surgimiento de un nuevo logan sobre el pasado "nacional" y la legitimación de la voz
del híetor exige, por un lado, una referencia obligada a dicho relato de origen y. por
otro, una sutil operación de relectura, reinterpretación o rcsignificación que posibilite
lu emergencia de un “relato otro" pero que no implique una ruptura abierta con el
discurso oficial Es asi que la digresión herodotea sobre la leyenda de Helena -anecdóticu
a los efectos de la narración- adquiere un valor esencialmente simbólico, pues testi
monia dicho gesto doble de continuidad y ruptura. Tal como señala P. Connerton. un
origen completamente nuevo es impensahie, dado que existen un gran número de
lealtades y hábitos preexistentes que impiden la sustitución de las temporalidades
anteriores; BÍn embargo, es posible que en determinado momento ciertos individuos o
grupos jerarquicen o instauren un “nuevo momento original” para fundar una iden
tidad presente, l’aul Connerton Wow Soctelies fíemember, Cambridge, CUP, 1989, pp.
6 y sa.
59
Gajrün Bakil*
60
Capíhilo 2: Kkiato épico y docurso iiistohioghaitco: texto, i vtwtkxto ..
•uticos del campo intelectual de la última mitad del siglo V que, desde
estructuras genéricas diferentes, polemizan acerca del origen. No es
un hecho fortuito que también éstos carguen sus tintas sobre la contro
vertida Helena. Y en este sentido, dichos textos también constituyen
mutatis mu tañáis discursos de ruptura. Los alcances del presente tra
bajo nos impiden desarrollar en detalle les rasgos particulares de cada
uno de ellos; sin embargo, esbozaremos a modo de conclusión algunos
aspectos que den cuenta de su interdiscursividad y desafío de la ortodo
xia literaria de la Grecia Clásica. El primero de ellos es el Encomio de
Helena cuya autoría se atribuye con creciente certeza a Gorgias. Insta
lado en una ostensible zona de provocación, Gorgias brega por la ino
cencia de Helena, poniendo una vez más de relieve el tema de la res-
IMinsabilidad moral tradicionulinente asociado a la controvertida figura
de la espartana. Otorgándole al lagos una dimensión excepcional, a sa
ber, la capacidad probatoria y refutatoria, Gorgias -pionero del arte
retórico- deconstruye el relato oficial acerca de la infamia de Helena y,
ul hacerlo, sienta las bases de un nuevo género discursivo: el judicial.
El segundo de ellos es la Helena de Eurípides, fechada hacia el año 412
a.C. En esta pieza, que desafía -como gran parte de la dramaturgia
eunpidea, particularmente, la de finales de su carrera- los estrictos
cánones del discurso trágico, Eurípides dramatiza también una versión
no oficial (extraoficial) de la leyenda de Helena. Se basa sobre una ver
sión, que Platón iRep. IX, 586c) atribuye a Estesícoro, según la cual
Helena jamás estuvo en Troya, sino que permaneció en Egipto, y fue
suplantada en Ilion por un fantasma teidolon) fabricado ad hoc por los
dioses. En un gesto netamente paródico, Eurípides, sirviéndose de esta
versión marginal de la leyenda, de-construye el mito. Centrándose pre
cisamente sobre el “fantasma” -o dicho de otro modo, los residuos
61
Gastón IIasiij*
62
Capítulo 3
Débora Center
* Una versión preliminar del siguiente trabajo ha sido presentada en las Vil Jomadas
de Cultura Clásica “Identidad y diferencia” organizadas por la Universidad del Salva
dor. 27 y 2fi de septiembre de 2007.
1 William Crofl: "The role of the dorna i ns in the interpretation oí metaphors luid
metommics" en Cagnitive LinguuUics 4-4, 1993, p. 339 y ss, considera que un domi
nio es una estructura semántica mayor que sirve como base pura diferentes perfiles
de conceptos Por ejemplo, en “arco de un círculo”, ■arco" es el perfil, “círculo" es su
base, pero el concepto larca) incluye ambos elementos. Una metáfora es una relación
entre dos dominios independientes: un dominio-fuente y un dominio-blanco al que
pertenece el concepto que se quiere describir.
63
i JrnoRA Ce.ytbi
64
CArtHJLo3: El.«rawm-MA MffraróaicnDKSsMóNirNW. l’NKwn i*i.
En efecto, que sea el oikos, lugar donde convivían las mujeres y lux
cerdos (animales domésticos comunes en la organización hogareña grie
ga), el término en el que se apoya la metáfora es una muestra clara del
funcionamiento de la fusión metafórica como uno de los principales
recursos argumentativos del lenguaje. Si bien no creemos que el obje
tivo principal del yambo sea argumentativo, no se debe desdeñar el
carácter de la lírica arcaica como vehículo de un discurso y, por ende,
de una ideología política. De hecho, lo que queda determinado en este
proceso metafórico es el oikos como lugar casi exclusivo de acción para
la mujer, alejada, al igual que los animales, del ámbito cívico puramen
te masculino. Además de esta determinación espacial genérica, puede
observarse también, ya desde la primera metáfora, la caracterización
de la mujer como un ser sucio, irracional y desagradable, tal como el
cerdo, a la que sólo le atrae comer y revolcarse en sus propios excre
mentos y que ni siquiera tiene la capacidad para mantener en orden su
propio hábitat, el oikos. De hecho, si bien no hay testimonios de una
clasificación precisa de los animales a los que los griegos les tenían
especial repulsión, se sabe que el cerdo y el perro eran considerados
impuros por su hábito común de escatofagia y sus prácticas sexuales en
público.
Precisamente, la mujer-perro es otra de las tipologías desenptas en
el Yumbo. Este hecho noB permite pensar que, tal como afirman Lakoff
y Johnson, existe una sistematicidad interna de cada metáfora y tam
bién una sistematicidad global entre las diferentes metáforas que orga
nizan nuestros conceptos, luego nuestras experiencias y finalmente
nuestro lenguaje. Es ésta la estructuración del Yambo- para hablar del
66
CAPÍTULO 3: El. KCOSfíaSMA MKTAFÓKK» OKSeMÓNIUKS. Un KflVINO...
gáiu < o femenino, nada resulta más claro que hacerlo a través de su
■Mil|xiración con elementos naturales, entidades completamente cono *
«< incorporadas en la esfera de la praxis humana. Así, la cohesión
*"«••• el toma y foro de cada metáfora es sumamente fuerte y funcional,
hiiin también lo es la claridad conceptual del conjunto que aquéllas
forman.
lio este modo, si se empezó la caracterización de la mujer compa
rándola con el chancho, con la connotación que este animal tenía (y
l • <>« hiista nuestros días), no extraía que en el sistema global mctafó-
ri<<» dol Yambo esté presente también la mujer-perro:
tf|v 8 fe
* kiTOpyov, avtopí]iopa.
kvvCx;,
H ftáut’ áKOÜaai, návra 8' ctifcvai 0¿Xei,
náurqi nairtaivovaa xal nXavtoptpr)
XfXqKEV. f|v «al pqóév' ávtyxóitcov bpát.
navaeiE 8 dcv piv ota' ánEtXiloaG ávf]p,
ob5‘ eí xoXcoOeíq b^apásEiEv XWan
óSóvxat;. ov5 dv petXix^ ppBeopevoc;.
obó' eí napa ^eívololv t|p¿VT] wx1!1-
áXX’ bpnt&i); dnpqKTOV abovf|v éxei-
Y a otra, de una perra, llena de ira, capaz de procrear por ella misma,
la que quiere oír todo, saber todo,
la que vagando y mirando para todos lados
aúlla, aunque no vea a ningún hombre.
Y un varón no la calmarla, nt habiéndola amenazado,
ni si se enojara y le rompiera los dientes con una piedra,
ni tampoco hablándole dulcemente, aunque estuviera sentada entre
huéspedes,
sino que produce constantemente un grito inútil. (12-201
0. autométoru lia sido discutido y traducido de varias maneras: “madre una y otra vez"
(Verdenius), “igual que su madre" (Cambell), “una nena de mamá" (Lloyd- Jones),
“capaz de procrear por ella misma" id. sin su marido, “promiscua" l Wcsl). Ninguna de
estas acepciones es lo suficientemente convincente y por eso Wilhelm corrige los mas.
y toma la variante automéstora cuya traducción sería- “creadoru de sus propias deci
siones". “que es su propia consejera". Tomamos la acepción de West por ser la más
adecuada a la caracterización total de la mujer-perro y la que mejor mantiene la
ambigüedad de los términos en la estructura metafórica
67
I)P4K>KA O..V!TX
Una vez más vemos cómo ciertos términos tales como planuménc
(“vagar”, “merodear”), léleken (“gritar”, “aullar"), anér (“mando”, “va
rón”) y automotora (“capaz de procrear por ella misma”), oscilan entre
la pertenencia al campo del tema o al del foro y enriquecen, de este
modo, la metáfora.
Por otra parte, en la presentación de la mujer-perro aparece una
preocupación por el comportamiento femenino en público que pone es
pecial énfasis en su incapacidad de hablar en forma correcta y en su
falta de aidós que la hace capaz aun de enfrentar a su marido. A partir
de esta caracterización, queda presentada la miyer como un ser que, al
igual que los animales, no sólo no tiene el razonamiento suficiente sino
que tampoco posee un comportamiento conveniente ni un lenguaje ade
cuado como para expresarse en la estructura social de una comunidad
(áprekton hauunén, 20). Asimismo, se resalta la ferocidad casi animal
de este tipo de mujer, que ni siquiera por la acción igualmente brutal
de un hombre podría ser refrenada (litorgón,12-, paútete d'án min
oúCapeilésas anér, oud'ei kholotheia exaráxeien lithoi ndóntas, 16-17).
Del mismo modo, se destaca la inclinación del genero femenino al sexo,
(au tométora, 12), tal como se realizará en el caso de la mujer-burro y la
myjer-comadreja:
68
CAI*rniU) 3 El KTUOXTAMA MrrAHlKKX) l»KSiCMOHIÜW UN KKn>i*ii>
69
s r xl >
13. Cf. Anne Carson: “Pulting her in her place: woman, dirt, and desire" en David M.
Halperin, John J. Winkler & Froma I. Zeitlin (ed«.). Befare Sexuality. The corutrucfion
of erotic expcrietict in the arwirnt grrek morid, Princeton, NJ. Princeton Umvervity
Proa». 1990; Kenneth J. Dover, Gn-ek popular rnorahty, Hackett Publiahing Company,
Cambridge, 1994 y Robert Parker, op. cit.
70
CArtnnx) 3 El. RmMxnuM mktaforico dkdemónidks. Us rxiviMo..
Mk|í ioh y por la crítica social que podría recibir el marido u causa
in i omportamiento. Así, la mujer-perro no puede ser contenida ni
0i|ur uatuviera sentada entre huéspedes
* (19). Del mismo minio, en
lb.nl del Yambo, a partir del verso 99, ya directamente se afirma que
^u|i i i-» la causante de la peor calamidad para el olkos, el hambre, y
| "donde hay una mujer, no se recibiría de buen grado a ningún
!«•(• i que llegara a la casa" (106-7):
71
Drrora Crvn h
72
Cwfnix) 3: Ei.kcoxmkma mktafoiuoo dkSemómoks. Un mti mo...
4ili rancia de los demás tipos femeninos que son causa del hambre
un <*l oikos, la mujer-abeja cuida y hace aumentar la riqueza de su
l<iiaa ítífl). Así, la metáfora utiliza un foro ya fosilizado en el imagi-
miiio colectivo pero lo reformula para aplicarlo a un nuevo tema.
Ihi i ste modo, el perfil de la mujer-abeja, resignifica la interrelación
filtro los dos dominios semánticos que encontramos en Hesíodo y
funciona en oposición a todas las otras metáforas animales que com-
phiion el sistema del Yambo.
73
Kíbzav kqkóv xsqiajva Geó^.
¡MY<oaa 8í$pov áooov bXKEtai nvpó<;.
Y los Olímpicos, habiéndola modelado con tierra,
le dieron al hombre una mujer inválida.
Tal mujer no conoce nada bueno ni nada malo.
La única acción que conoce, es comer.
Y cuando el dios envía un invierno malo,
lleva el asiento más cerca del fuego porque siente frío. (21-26).
tqv 5’ fe
* GaXdQCTT)^. t| 86’ bv tyECiv voci-
rf|v pbv YEXái te Kai Y¿yr]0€v fyxtpqv-
bnaivEoci piv ^eívcx; bv Sópoit; i8úv
“oük éoxiv AXXt] Xíiíícdv ywf)
bv náoiv avGpióKotaiv ob3¿ KalXía)v”-
ti’iv 5' ovk ávEKTÓ; ob5 bv ó<t>GaA.poí<; IÓeÍv
ota' áoaov bXOf.ív. áXXdt paívetai tótf
á7tXT]Tov ftarccp áp0i zéKvoiatv kíxov.
ápEiXixoc; & naoi KárcoÓvpti]
bxBpoíoiv iaa Kai 0í?.oiai yi vetar
tóarcp.p GaXacoa nokkáKic átpepf^
.
*
éatriK ánnpcov. xáppa vavniiaiv |iéya,
GbpEcx; bv (Spiqi. eoXXúki; 8é palvetai
papvKTBnoiai Kúpaatv <t>op€opévn.
xavrrii páXiat’ botice toiavn) yuvi)
ópyf|v 4>vf)v 8b 7tóno; áXXotqv ¿x^1-
Y a otra, del mar, la que medita dos cosas en su mente.
Unos días se ríe y está alegre.
Un huésped la alabaría al verla en la casa:
‘No existe, otra mujer mejor ni más bella
que ésta entre todos los hombres.'
Pero otros días no es posible verla ni acercársele,
sino que enloquece entonces enormemente,
como una perra alrededor de sus cachorros,
y es cruel y desagradable con todos,
llega a ser igual con sus amigos y con sus enemigos.
Como el mar que muchas veces permanece calmo,
propicio, gran motivo de goce para los navegantes
74
CAitniLo3: Ei.focwwtmm MKrAróRjconF.SF.MóNinps.UNFxn'uo...
14. Thomas K. Hubbard, “Elemental psychology and the date of Semónides of Amargos"
en AJP, 115, 2, 1994, pp. 175-197, encuentra tres lineas de influencia para la asocia
ción de los elementos agua y tierra con lus psicologías femeninas: las especulaciones
cosmológicas -en especial en cuanto so refiere al balance de los elementos- que se
pueden encontrar en Anaximandro y en Heráclito: la teoría médica de los humores
que comenzó con Alcmeón de Crotón y, finalmente, una interpretación de Homero,
desarrollada a fines del siglo VI por Theágenes de Regio, que interpretaba los dioses
homéricos como representaciones de elementos que alegóricamente remitían a dife
rentes caracteres psicológicos.
15. Cf. Ezio Pellizer, “La donna del mare. La díke umorosa "assente' nel giambo di
Semonide sopra le donne, vv.27-42", QUCC, 32, 1979, pp. 29-36: “Non abiammo cioé a
che faro né con simboli, né con metafore, né con allegorie, ma con una puní e semplice
similitudine. un nórmale paragone. Su che cosa ó fondnta tale similitudine? Sulle
analogie profonde che si possono riconoscore tra alcune marche connotative attribuite
nal pensiero antico al mare, e quelle omologhe che venivano riconosciute nell’
osservazione del caractere feniminilc"
16. Ch. Perelman y L. Olhrechts-Tyteca, op. cit., p. 610 y ss.
75
Dftnoiu Cexoik
76
CArtniLoS: Et.Muv.vnAM Mm»rrtiu<’x>i*SF.MóNii*.<» l’Nitimwi .
• orno sóma, démas, khrós y kára, eran utilizados para referirse parcial
mente a aquélla. Parece ser que, ya desde la época arcaica, el cuerpo,
tal como ocurre hasta nuestros días, es una construcción simbólica que
«pera como factor de individualización entre unos y otros
De este modo, en el Yambo, la metáfora poseería un doble estatuto:
|M»r un lado, definir los distintos caracteres femeninos; por el otro, preci
sar la individualidad de la mujer. Esta individualidad es definida a través
de la simbología de su cuerpo, un cuerpo animal, después de todo, que la
«•jaira y diferencia por completo de otro individuo: el hombre.
18. David Le Bretón: Antropología del cuerpo y modernidad. Nueva visión. Buenos
Aires, 1990. pp. 13-27.
77
DfiftORA O.NI-KK
78
Capitvlo 3 El. wus/.st» «a dk Skmómiikx l In wnnso...
79
5. Conclusiones
80
( iipítulo 4
Ihitricia I)'Andrea
I. Generalidades
81
Ambos fueron muy prolíficos; el primero tuvo cincuenta hijas y el se
gundo cincuenta hijos. Estos intentan contraer mutrimonio con las
Danaides, pero ellas huyen.
En esta instancia de la historia mítica da comienzo la tragedia Suplí
cantes, de Esquilo, cuyo hilo argumenta! es el siguiente: las cincuenta
hijas de Dánao, tras huir de Egipto, llegan a Argos con los atributos de
los suplicantes (es decir, con ramas de olivo cubiertas de lana al modo
griego), y, aferradas a las estatuas de los dioses, piden al rey Pelasgo
asilo y protección. Pelasgo, al principio indeciso, finalmente somete el
caso a la decisión de la Asamblea, y. siendo primer orador, utiliza pro
cedimientos persuasivos para defenderlas, presentándose ana
crónicamente como una pólis “democrática", es decir, utilizando la ins
titución del ágora para tomar una resolución conjunta. Argos se inclina
por proteger a las Danaides, aun cuando esta resolución implica entrar
en una guerra con los Egipcíadas. A la llegada de los perseguidores,
Pelasgo en persona rechazará la violenta acometida del Heraldo egip
cio, que intenta arrastrarlas a las naves. Las Danaides agradecen a
Argos la protección concedida, pero sus siervas abren otra línea
argumenta! (que se desarrollará en las dos piezas siguientes de la trilogía,
Egipcíadas y Danaides, ambas perdidas): las muchachas no deben olvi
dar a Cipris, es decir que deben aceptar el matrimonio, pues también
su rechazo puede implicar hybris.
En las piezas perdidas, se desata el conflicto entre los argivos y los
perseguidores, y Pelasgo al parecer mucre, por lo que Dánao asume el
mando. Se imponen los Egipcíadas, y las nupcias se llevan a cabo. Por
orden de Dánao, las muchachas asesinan a sus esposas en la noche de
bodas, con excepción de Hiperinestra, que perdona a Linceo. Este per
dón puede deberse a que Hipermestra se enamora de su pareja, o bien
a que la muchacha le manifiesta su agradecimiento por haber respeta
do su virginidad, o quizás, como afirma Mazon, que “Hipermestra ha
actuado por su deseo de ser madre, ha obedecido la ley divina que per
petúa la vida." Tal vez. en virtud del discurso de Afrodita en favor del
amor, felizmente conservado, la pareja de Hipermestra y Linceo se
82
CaHTIIM 4: LASCIIM'ASRinOUfHirMIhAMÍAI FHIM DESi WJTAV7X.V Í>K £syl IIX>)
83
Patnicia ITAnükka
84
CAitnio 4: Lu<chicas !WHTKK>i>rj«iAJi(ACencA dkSi nJt-AJvrifi r« Ewiin)
I V Pcoblrmas de dotación
85
I’ATKk 15 l/AX'MKA
14. Según Johansen, op. cit. p. 5, Tomo I, su nombre aparece cincuenta y cinco veces.
15. Wdliam G Thalmann: Dramatic Art in Aesrhylus'í Seoen againsl Thtbc». N’ew
I Laven & Londres. Yale I ’mversity Prcas. 1978, p. 85: “Es bien sabido que en el prólogo
de cada una de sus obras Esquilo introduce los temas e imágenes que devendrán
importantes en el transcurso de) drama.”
16. El verbo taUo también significa “finalizar”, “completar”.
17. P. Mazon, op. cit., p 6.
86
CaIÍTIUH: I-U< CHICAS * HI'WODKKOXAS (ACKHA HK.Sf/flJtXVnM W EfM'ILU)
IR. Cf. K. Seaford.op. cit., esp. pp 114-119; José María Lucas de Dios: “Mito y tragedia
II las Danaides o la armonía entre los sexos". en Epoa Revista de Etiología n* 7, 1991,
pp 47-66. entre otros.
19 George Thomson (1940): Aeschyius and Athens. A Study in the social Origina of
Drama, Nueva York. Haskell House Publishers Ltd , 1972 pp. 298 y ss interpreta que
la tragedia pone en escena el conflicto entre endogamia y exogamia. También cf.
Domenico Musti, (1995): Demokratia. Orígenes dr una idea, Madrid, Alianza. 2000.
pp. 48 y ss. Sin embargo, otros especialistas (por ejemplo. Grace Harríet Macurdy en
“liad the Danaid Trilogy a social Problem?",C. Ph. Vol. XXXIX. n" 2, abnl. 1944, pp. 95-
100) rechazan esta propuesta. Asimismo, cf. Frorna Zeitlin, “Patlerns of Gender in
Aeschylean Drama Seven aganut Thebea and the Danaid Trilogy', en Mark GrifTith.
& Donalil Mastronarde (,cds.),OabinetoftheMuses esaayson classical and comparativa
literature in honour of Thomas G Rosenmeyer, Atlanta, 1990.
20. El héroe tracio Tereo contrae matrimonio con Procne, con la que tuvo un hijo. Itis
La mujer, con el tiempo, manifiesta nostalgia por su hermana Filomela, y Terco va a
buscarla. En el camino, él se apasiona por la belleza de la muchacha y. al llegar a su
tierra, la viola. Para ocultar el crimen, la encierra en el bosque y le corta la lengua La
muchacha borda el episodio en un lienzo y se lo hace llegar a su hermana, que la creía
muerta. Proene rescata a Filomela y juntas se vengan de Tereo. sirviéndole en la cena
el cuerpo descuartizado y cocido de Itis, sin informarle de esto sino hasta después de
haberlo ingerido Para terminar con la horrible cadena de venganzas, las divinidades
transforman a Filomelu en ruiseñor, a Proene en golondrina (o viceversa, según la
versión}, y a Terco en la abubilla
21. Sorprendentemente. H. F. Johansen y E Whittle. lop cit., 319 y ss ) asignan esta
intervención a los soldados argivos, sugerencia seguida también por II. Seaford, op.
cit, p. 114. Este pasaje forma parto del canto finAl de la pieza compartido entre dos
grupos corales. Tradición al monte se asigna una de las partes al Coro de Danaides y la
87
0£. KvTtpióo»; <6’> oúk ágcXeí ÓÓ‘ ebfcXDV.
*
Siervos. Pero este alegre rito no descuida a Cipris.
otra a sus siervos, que. como seftalumos. tratan de persuadirlas para que acepten el
mandato de Afrodita.
22. Tanto aquellos que sostenían que la pieza es temprana (por ejemplo, el citado
Mazan) como los que se rinden ante la evidencia del mencionado papiro, interpretan
que la elección de Argos como espacio escénico tiene connotaciones políticas.
23. Los ya mencionados cantos de acción de gracias de los versos 625-709 (posteriores
d la decisión de la Asamblea de proteger a las Danaides), así lo corroboran
24. Cf. Jubón Gallego. La democracia en tiempos de tragedia. Buenos Aires • Mudrid.
Miño y Dávilu, 2003. pp 489 y ss.
25. Eugéne Cavaignac. "Eschyle el Thémistodc". Reo. de Philologie N * 45 (1921), 103-
4, citado por Anthony Podleki (1966). T/ie Pulitical Bacbground of Aeschyleun Tragcdy,
Rristol Classical Presa, Londres, 2000, p. 56 Para lodo el desarrollo del episodio del
destierro de Temístocles, Ídem. pp. 52 y ss.
88
CAPhVLDl: LmaflCAsaiiii'H>>oniaKMMi(ACKM'A nK.Sr/rucwnMW Esquito)
V I ms chican auperpoderoaaa
f. /. La figura de Pelasgo
89
___ — —'
90
(.'MtTVUJ 4 LA8CHirAXmiPr.RHX>KMiKU><ACMHCA dk Sis?ijcantdí de Esquito)
91
armado entre la ciudad de Argos y Egipto, o bien, no asistir a las aupll<
cantes y generar la ira de los dioses contra la ciudad.
92
CAi’hvu>4: LuBaaCAicuPtRronraioKAMlAíXiCAMSan/CAxnKr» Esquilo)
!••»< iniH démou y kratón, que resuenan en los oídos del auditorio
ilodono ateniense, como un antecedente de su forma de gobierno
l«>mporónea. I>a descomposición del vocablo demokrutia en sus com
ió liles con la finalidad de “recuperar valencias en sí mismas
hmduciblcs a épocas muy antiguas” ha sido señalada por Musti.
IIl Así pasamos a lo que consideramos el tercer momento de la confi-
^ftidón del personaje: declinar su atribución de rey absoluto y volcar
|li l.i asamblea la decisión de proteger o no a las muchachas, no sin
|hi> i realizar ofrendas a las divinidades:
93
Aa. üotpcEiTC nal5c<;- ev xa xojv kYxapUw
5t]pov StóoKxai naw.kq y/’lólopaxa.
Xo. u> xa’Pe JCptoPv, 4íXxax' áYYÉkkwv bpot
*
éviCKH 6' fyñv. koí Kctcúpcoxai xtXo$.
Sfitiot) Kpaxovaa xelp dnfl nXqBúvF.xai;
Aa. £5o£fv ApYFÍoioiv ot óixopponax;.
áXX' &ax ávr]Pf|oai pe yripaia $pcví-
navSruHa yáp x^P0* ÓE^iíovtpoiq
¿4>pi^cv al0f)p xóvóf. Kpaivóvrcov Xóyov
tipác; Mf.xoikeÍv xñcfie yñ; eXcuítepox
káppvGiáaxoxx; £úv x ácvXíqc 0pox<by
tcai pife’ bvoiKcov pf|x’ tnriXúScov xivá
áyeiv táv 8t npoaxiOfi tó Kapxepóv,
xóv pf| PoT]OT)0avTa xcbvóc yapópeuv
dxipov clvat £vv 0vyñ 5qpr|Xáxu).
Toiávó’ txciOe piqcHv ápó' t]pá>v Xéyuov
dva£ IlcXaayóv, íkegíov Zr)vo<; kóxov
ptyav npo^Küvóv pfj rcox elaóniv XPÓvov
nóXiv naxuvai. ^evikov áouKÓv 0 ápa
Xéycov SikXovv piaapa upó; náXecot; <t>avév
ápfjxai'ov póGKT]pa nr)povf]<; kéXeiv.
Dánao: Alegraos, hijas: lo de la gente del lugar está bien: el pueblo ha
dado decretos absolutos.
Coro: ¡Oh, anciano, salve, que me traes queridísimas noticias! Pero
dinos hasta dónde ha llegado la resolución tomada, y por dónde se.
inclina la mano del pueblo, dominando.
Dánao: Han decidido los Argiuos sin duda de ningún género, sino de
modo que me rejuvenecía en mi uitjo corazón: el éter tembló con las
manos diestras de todo el pueblo al votar esta propuesta: que, como
metecos, habitemos esta tierra, libres y sin ser tomados como botín,
y con la inviolabilidad propia de los mortales, y que ninguno de los
habitantes del país ni de los extranjeros nos lleve; pero si alguien nos
hiciera violencia, el terrateniente que no nos socorra sea deshonrado
con el destierro por decreto del pueblo. Con tal discurso los persua
día, hablando sobre nosotros el rey de los Pelasgos: advirtiendo que
nunca la ciudad acrecentara con el correr del tiempo el gran enojo de
32. Auylía (v. 61U), en nuestra uiterpretución. se refiere a que no han de ser codificados,
es decir, comprados y vendidos, como esclavos.
94
(' Altn 111 4 I.AM lll< AH HU >■» Kl•< >N IB *AJU A< r.iu A ...........
*H', que es protector del suplicante; y diciendo que una doble man-
’m proveniente de la ciudad, a la va extranjera y ciudadana, apa-
^tiendo ante la ciudad, seria, si upareciera, irremediable pasto de
Ufsgrucias. (600-20).
M
(lomo queda dicho, el pueblo, a través de su mano alzada, dicta la
que protegerá tanto a las Danaides como a su padre. Los argumen-
persuasivos de Pelasgo también quedan manifiestos: por un lado,
d<» relieve el temor a la ira de Zeus; por otro, recuerda la ya seña
lo doble pertenencia de las Danaides a Argos y a su patria (xenikón
h«Iiá,io th'háma), lo que implica que si el caso no se resuelve, se torna
Mh peligro para la ciudad. En síntesis, la argumentación, como era de
teprrnr. apunta a lo cívico y a lo religioso.
El punto máximo de compromiso del monarca es la defensa de las
IhiruiideB frente al Heraldo que intenta arrebatarlas:
33. Iji doble valencia de esta mancha se relaciona, como vimos, con el doble origen de
las muchachas: por su origen argivo, las Dunaidcs deben ser protegidas del a tuque de
los Egipcíadas. y por su carácter de extranjeras, no socorrerlas en su situación y no
atender sus súplicas implica una falta a las leyes de hospitalidad, que Zeus también
castigaría
34. Sobre los procedimientos de la votación, cf. I) Musti. op eit. pp 47-53 y 56.
95
no presentan nexos con la ciudad. Por lo tanto, mientras que el la
entre el coro de extranjeras y la polis descansa en el propio rey, nh<
reducido a la categoría de próxenos, el báibaro no puede acceder
marco de la pólis (incluyendo tanto lo político como lo religioso), pul
que carece de dichos nexos jurídicos.
Hemos visto que así como el rey no tiene apariencia de monarca, Ini
Danaides, por el contrario, sí se presentan con los atributos propios de
las suplicantes, con sus ramos cubiertos de lana, aferradas a las imágo
*
nes de las divinidades y cantando plegarias a los dioses protectores de
los suplicantes. En cuanto a la apariencia, es necesario señalar que Ina
muchachas tienen aspecto de amazonas, aunque sin arcos ni flechas,
por supuesto.
Luego de dar cuenta de su parentesco con Argos, a través del Impi
de ío, las Danaides establecen un diálogo con el rey Pelasgo que toma
la forma de un kommós epirremático, en el que, por supuesto, ellas
llevan la parte lírica y el rey la parte recitativa. Finalmente, cuando
con ¡as pruebas correspondientes le demuestran a Pelasgo que existe
ese origen común, pasan a insistiría en que les dé asilo y protección.
La primera respuesta de las hjjas de Dánao incluye una alabanza
desmedida, especialmente para la mesura helénica:
9G
CAFfTUUH: CHIC AJI KHtlU-VlMHlMANfAí'RW'A DSÓ’lT/JCANTXó'08 Hollín)
|e» tiene un poder unipersonal, que por otra parte suma lo político y
fvlltfioiio. Con todo, las jóvenes ya han manifestado conocer otros
■b-iK'iNinos políticos on el verso 7: no han sido desterradas de Egipto
ftóleos ("por el voto del pueblo”). Es el autorretrato mismo de
i'o el que se presta a que las jóvenes apelen a ese poder absoluto
pin iult> en el mencionado sintagma egó krató. Este aparente preconcepto
l«» Danaides acerca de lo que es la monarquía se enfrentará con la
Ib'«• miiI..id del rey de consultar a la Asamblea, y, en definitiva, queriendo
•ti un halago, resultaría ser un insulto para Argos.
Al final del mismo verso 375, el tono de los pedidos de las Danaides
•........ a ser amenazante:
35. Se anticipan así los decretos que emanarán del pueblo argivo.
36 En v. 425, nuevamente harán mención del poder absoluto de Pelasgo pan krátw
chthonóu "...teniendo todo el poder de la tierra..."
97
Xo. un xt kot ovv yevotpav bnoxeípioc;
y' KpáTf.aiv y‘ ápaévaw
Coro: ¡Nunca llegue a estar sometida al poder de los varones! (392 3
37. Sobre osla lectura, cf H. F. Johanwn y E Whittle, op. cit. p. 288 y ss.
98
CArtTOU»4: I^KIIICAM M'IY.R>X)DKK(MA<<( ACKNC.A HkSí.T/ZTAATXX I* ESQUIO)
*
>
■ ■yvtotii 5' Cpptv ávépcuv
Kcil 0úXa£ai kótov.
i mu...Conoce tú la soberbia de los hombres y conserva la ira. (426-7).
*)
xdv Ivyd&x pi npo&bq.
No entregues a la fugitiva. (420).
pq5‘ P feSpáv
nokuOéwv tnxnaaOeíoav.
Y no me veas arrancada de los altares de muchos dioses. (423-424).
99
Esta acción de colgarse de las imágenes de las divinidades implan
para la ciudad una doble culpa: no sólo no haber asistido a las mucha
chas, sino, también, manchar a los dioses con sus impías muertes.
Este segmento, además, abandona la forma linca y toda apariencia <l«
“ruego”, en tanto se trata de un diálogo esticumítico entre el Corifeo y el rey
Debemos enfocar la gran contradicción que se produce entre el con
tenido de Ior cantos corales y el marco espectacular que los sostiene
recursos escénicos como el canto, los ramos, la proximidad a las imáge
nes sagradas, enmarcan la presencia de las Danaides. Según F. de Toro,
una de las características fundamentales del signo teatral es la redun-
dancia, que asegura la comunicación teatral y tiene a la vez “la fun
ción de precisar la parte material, significante de los signos en la esce
na, es decir, que esos signos (decorado, vestuario, idiolectos, gestualidad,
etc.), adquieren su función en tanto signos productores de sentido, evi
tando la neutralidad significante. Una tercera función complementaria
reside en el bombardeo de significantes que apuntan a un solo significa-
do, sobre el cual se vuelve de una forma recurrente".’ En este caso, la
tragedia no cumple con este postulado, pues se produce una tensión
entre la apariencia de suplicantes de las Danaides, y sus declaraciones
de índole violenta y amenazante. Las amazonas parecen haber abando
nado los arcos y las flechas, a favor de las palabras agudas.
Como hemos visto, sólo en contadas oportunidades formulan ruegos
concretos al rey. Esta ruptura entre la apariencia y el fondo de los
cantos corales produce un efecto evidentemente perturbador. Las
muchachas ni siquiera siguen las sugerencias de su padre, quien les
aconseja mesura: fronein khré (v. 176: “Conviene ser prudente”).
Por otra parte, consideramos que la actitud hostil y la violencia ver
bal del Coro, probablemente sean la antesala de su accionar posterior:
la muerte de los hijos de Egipto en la noche de bodas.
38. Según Femando de Toro: Semiótica del Teatro, Bim-ooc Aires, Galerna. 1987, p
94 y as . el signo teatral no puede aer reducido a un solo signo, sino que es una
pluralidad Sus características son: a) es un conjunto de signos; b) tiene movilidad, que
consiste en la mutación que sufren los signo
* en el teatro; c) es redundante.
39. Idem. p. 98.
40. En este segmento también aparece la imaginería habitual en los cantos corales
esquileos, lo que refuerza también este contraste entro el tono lírico y la amenaza. Cf.
D. Conacher. op. cit., p. 132 y ss
100
CAItniU» 4; l»CStietJTANTUS IK Esqí lMl)
Ihíiiao
V I. Los Egipcíadas
Xo ... dpoEvoickn&n 8
feopóv bppiothv AtYUJtxoycvfi.
npiv r.ooa VlS tv áocoóei
flrivau £üv óxto ■caxvfipct
itépvaiE nóvtovS •
Caro: ¿Y a la soberbia multitud de varones hijos de Egipto, antes que
/tonga un pie en esta orilla de la tierra firme, enviadla al mar junta
con su rápida nave! (29-34).
101
Finalmente, el peligro se corporiza con la presencia de un grupo
armado en escena. Viene en representación de los Egipcíadas, con el fin
de cargarlas en las naves y regresarlas al país natal. El Heraldo intenta
llevarlas por la fuerza, y amenaza con arrastrarlas del cabello si no
cumplen. Frente a ellas, que imploran a Zeus por ayuda (ó, Gás pai,
Zeú: “¡Oh, hijo de la Tierra, Zeus!", v. 892), el Heraldo manifiesta su
falta de temor frente a las divinidades helénicas:
42. Ya citado.
43. Sobre la mención a Hermea como divinidad reconocida por el Heraldo egipcio, cf
H. F J ohan sen y E. Whittle. op. cit. pp. 235-236. t. III.
102
Carmín 4 Las chicas iufknfdo*e«a okSuwjcaattcs i»:Esquilo)
I. Conclusiones
44. Verso 7.
45. Sobre esto, Francisco Rodríguez Adrado
*: La democracia ateniense, Madrid. Alian
za. 1983, p. 133, scóala: “Estos noble
* personaje" viven una acción decisiva en su vida
(...) Están ante un dilema decisivo y pueden vacilar, como ya en Esquilo vaciluba (...)
Pelasgo ante la ayuda a las suplicantes (...); pero, vacilen o no. actúan siempre cuando
es llegado el momento y actúan con arreglo a la más completa consecuencia consigo
mismos, bien que a veces sólo el acto de la decisión descubra su verdadero yo ’
103
Capítulo 5
Gabriel Livov
IOS
Cabio el Lata
106
CAPfn u>6 Tkihj- aiwiximaiión a ia uetarhía nsi. apacentamiento coi-mco en Rjwón
107
notas ucerca de las apariciones metafóricas del apacentamiento en el
pensamiento político griego.
En primer lugar, conviene abrir la indagación con la célebre fórmula
homérica “pastor de hombres" o “de pueblos” (poimén laón), arcaica
modalidad de caracterización de la autoridad que funciona como epíteto
de figuras que están a) mando de un colectivo de hombres, tanto en el
sentido militar como político. Teniendo en cuenta la vasta difusión de
la lliada y la Odisea, su carácter de textos fundacionales de la cosmovisión
helénica y su función estructurante de imaginarios e idearios comunes,
puede sin más incluirse el dominio-fuente de la metáfora en cuestión
dentro de la “reserva folclórica griega”.
Se constata la recurrencia del epíteto en Hesíodo y en Asió, y con
cierta sonoridad similar a la fórmula homérica, tres expresiones de
clinan la metáfora en el sentido de la conducción militar, presentando
a los generales bajo ropajes pastorales: poiniénes nañn (“pastores de
108
Cai itvu »5: Taina aikdximación a la mctarxca na. apacixtamiknio mitnco en Piatón
|O jj
naves"), poimén lókhon (“pastor de escuadras"), poiménes ókhon (“nas-
lores de carros ).
El Sócrates de Jenofonte elucida las razones del epíteto, en diálogo
con un interlocutor que había sido general:
109
responsable de la felicidad pura aquellos sobre los cuales ejerce su
reinado? (Recuerdos de Sócrates III, 2, 2-3).”
¡liada, 111: 179: "Era ambas co^as. un rey bueno y un poderoso guerrero’. El verso
esta puesto en boca de Helena y corresponde ul episodio de la tcikhoskopía, cuando
Príaino solicita a la mujer La identidad de un combatiente que, aun visto desde las
lejanas murallas trvyanas, lio dejaba de destacante entre los demás.
15. También Aristóteles, en la que quizás sea la única utilización política de la metáfo
ra pastoral a lo lurgo de su obra, reflexiona sobre el epíteto homérico
flaciArí ptv upó; xov; PaoiVvogÉvout; tv Unepoxñ etepyt;cia£ cu yáp
jtoicí xov<; paoiXruopCvotx;. cíxfp áyaOó; <¡>v ¿mpeXertat abxcóv. lv’ eó
Rpattioaiv. cikjncp vopru; npofláuutr óOcv xat Ojupo; tov'Ayapcpvova KOipt
va Xaojv eIkcv.
/Zxj amistadi propia dt un rey harta aquellos sobre los cuales ejerce su reinado
reside en la superioridad de la beneficencia: pues hace bien a ñus súbditos si,
especialmente cuando es bueno, se preocupa por ellos con el fin de que les vaya
bien - por esto Homero llamo 'pastor de hombres' a Agamenón (Ética Nicomaquea
1161a 11-15) í/ngram Byieater (ed ): Aristotelis Ethica Nicomachca. Oxford
University Press. 198A\.
16. W. Croft, op cit., p. 343. Esta nota la distingue de la metonimia, que sería no ya el
trazado de un plano común imappingi entre dominios independientes sino una
focalización entre somas pertenecientes a un mismo dominio matriz
110
Capítulo 5: Tra i*t Jt aikokimaiiOn ala muta tora klatai KNTAMiRvrnpoLrnooEN Piaton
111
convergen en sus implicaciones dentro de un mismo sistema metafóri
co, cuya unidad se asegura en virtud de las “relaciones de
subcategorización" que articulan estas apariciones dentro de un con
si
junto.
Volviendo a Homero, no sólo sobre la base de la abundunte repeti
ción de la fórmula poimén laón podemos afirmar que esta configuración
metafórica llegó a ser una forma folclórica helénica de referencia al
poder, sino también de acuerdo con la constante remisión a motivos
pastorales para hablar de la conducción de un ejército o del gobierno
sobre un pueblo. En el marco del habitual régimen homérico de sími
les, el apacentamiento articula en sucesivas oportunidades la inserción
de los acontecimientos bélicos y políticos dentro de secuencias narrati
vas. Pero mientras que en la litada se produce una reducción bélica de
la conducción pastoral (los generales disponen al ejército como los pas
tores ordenan a las cabras, " Diomedes acomete herido contra el ejerci
to troyano como un león que el pastor lastima para alejar del rebaño,
2,1
pero al cual en realidad termina enfureciendo aun más, Eneas ve cómo
las tropas marchan detrás de los jefes como ovejas tras los carneros
mientras el pastor los contempla, los dáñaos cargan contra los teucros
como los lobos acometen a las cabras que pacen dispersas e indefensas
por impericia del pastor), en la Odisea aflora la metáfora en su sentido
más político: sin darse cuenta de que el mendigo que camina a su lado
112
vniru... I mi-IM ArwaiMACIONA IA MKTARHU l»l Al M I NTAMIKXIO HHJTKHKN PLATÓN
<•« aquel por quien reclama, el porquerizo de itaca ruega a las ninfas
que algún dios traiga a su rey para que ponga fin al dominio de los
pretendientes que ocuparon el palacio, esos "malos pastores que echan
n perder las ovejas".
Dentro del sistema metafórico Zxi pólis es un rebaño, entonces, pode*
mos incluir inicialmcnte los siguientes componentes enlazados entre sí
por relaciones de subcategorización: dirigir un pueblo o un colectivo de
pueblos es pastorear un rebaño, los enemigos son pensados como lobos y
Ivones, estar al mando de unidades militares equivale a disponer las ca
bras en el campo y evitar que queden expuestas al ataque de los leones,
gobernar legítimamente consiste en hacerse cargo de que las ovejas es
tén sanas y salvas de acuerdo con el fin para el que se crían, el gobierno
ilegítimo es propio del pastor que echa a perder las ovejas.
Pero el mapa de referencias puede ampliarse todavía más. Kn uno
de sus fragmentos, Anacreonte convoca el nombre de Ártemis, “patra
ña de las bestias salvajes", y se dirige a ella hincado de rodillas:
113
sóXií oí]
pón] óúvavt’ dv tóvÓ' bnooTqvai kóvov
xa t oiKTpá yap 5é5opge Kaí vcavtav
¿Xei ct nouiév’ taOXów
Sólo tu ciudad podría hacerse cargo de. esta empresa: pues vela por
las causas dignas de piedad y te tiene a ti como joven y valiente
pastor... (jSupl 188-192).”
29. Gilbert Murray (cd.l: Eunptdia fabulat, vol. 2, Oxford, Cíarendan Prcas, 10G6.
30. Citamos las fábulas según la clásica numeración de Perry, aunque hemos consul
tado la edición de August Ñauara th y I lerbcrt Hungen Corpus fabularum Aeeopicarum,
I^ipzig, Teubner, 1959, cuya numeración adjuntamos entre paréntesis.
114
Ca>iivi.o5:Ti<iii >: ai-i«>xima<-iónaia ‘u.tmuiiaw i. ata» i .jnou en n atos
115
reses -evidentemente, {hablabaJ de la felicidad propia de ios rebaños-,
se sirviera de ellas, y es de. igual modo necesario para el rey hacer
felices a las ciudades y a los hombres para servirse de ellos. (Cir.,
VIH, 2, 14).
116
CArtnnx) 5: TMhji aproximación a ia mktafvra un uw utiami»:.vn» raimen kn Piatón
ilo dÍNCureo acerca del poder. Para citar algunos pusajcs, por ejemplo.
Hórrate» inata u sus interlocutores a caracterizar al brazo armado do su
cluiliid-Estudo como perros guardianes del rebaño: una vez selecciona-
don quienes van a cumplir estas tareas, se hace necesario encontrar un
lugar adecuado para situarlos, y este punto elevado debe ser tal que
<l< «de el pueda dominarse con la vista todo el territorio y pueda estable-
• orne una acrópolis apta para la defensa, “en caso de que algún enemigo
vaya contra el rebaño como un lobo”.
La misma metáfora ilustra el planteo de un problema de género
entre los guardianes:
32. Y sus interlocutores validan el uso de esta imagen: como Glaucón recuerda en
República 4-IOd 4-6. se trata de hablar de loa gobernantes como “pastores de la ciudad"
(poiménes pólrvn) y de los auxiliares policías como “perros guardianes" (kynes). Para
un tratamiento general de las imágenes animales en la República, cf Arlene
Saxonhouse: “Comcdy in Cullipolis Animal iniagery in the Rrpublic". en The Anuncan
Political Scienre Rruiew vol. 72, n* 3, 1978, pp. 888-901.
33. Rep.. 415e 2-3.
el noítpioc Xúko; tirt rotpvqv tu; tov
34. John Bumot Piatonis opera. Oxford University Prese. 1967. vol. 4. Aristóteles
impugnará esta analogíu u partir de loa animales iparabolé ek tán thrríon) en el libro
II de su Política (1264b 4-5).
117
dKoXaataq í] Xipov A Tivoq áXXou icaicou Htovt; abxoix; xovq
kúvou; tnixEipnaai xok npopáxox^ kcikoupyeív *ca ávxt kuvúv
áúkok bpoiajOqvai.
... pues quizás lo más terrible y lo más vergonzoso de todo para los
pastores es alimentar perros protectores de los rebaños tales y de tal
modo que los mismos perros intenten hacer mal a los rebaños por
indisciplina o hambre o por alguna otra mala costumbre y se parez
can a lobos en vez de a perros. (Rep., 416n 2-7).
118
CAi’mion miriJi ah<«limación a ia MrrArum mArArrNTAMirr»iunn.in»w m
36 Pal.265d 3-4.
Kal pqv o ye pamXcú; tyiiv ao caxaoavn; óxi koXqPov áytkqv uva gspaxúsv
vogeóei.
37. J. Bumet, op. cit., vol. 5.
119
metáfora se puede entender, ni siquiera representar adecuadamente,
independientemente de su fundamento en la experiencia", ’ y en esto
sentido, destacan el hecho de que la utilización de una metáfora en
lugar de otra no es un acontecimiento arbitrario, sino que encuentra su
explicación en una determinada “base experiencial".*’ Si bien los auto
res apuntan más a metáforas espaciales (denominadas “espacia lizadoras”
u “orientacionalcs") cuando aluden a la base de experiencia, bien po
dríamos vincular el concepto de experiencia a sus condiciones económi
cas y religiosas. En esta clave, podemos pensar que la base experiencial
originaria para la utilización política del paradigma del apacentamiento
puede anclarse en las características pastorales de la antigua economía
griega, con su correspondiente ritual en un sistema sacrificial de ani
males domésticos.
Siguiendo una pista lingüística, podría buscarse una base lexical pro
funda para la aplicación de la metáfora en cuestión a la relación de
120
CAitnnxi 5 Taina ai*muximación a ia mktAm)ha i* i. ai*ait.vtamiwto na.meokn Piatón
42. Cf. Enimunuel Laroche: Histoire de la ráeme Nem- en grec anden. París.
Klinckrieck, 1949. En su intento por presentar un concepto aliarcativo de lo político
que logre superar la fragmentación moderna sufrida en el campo de los asuntos
humanos, Cari Schmitt rehabilita el concepto de nónu» siguiendo una triple etimolo
gía que contempla el apacentamiento como su momento “económico”, “el trabajo
productivo que normalmente se lleva a cabo sobre la base de la propiedad" (Cf. “Apro
piación, partición, apacentamiento”: en El nómoa de la tierra, trad D. Schilling Thon,
Buenos Aires. Struhart, 2005 11960), p. 364).
43 M Foucault, op. cit.. p. 163.
44. Cf. Juan Miguel Carilla* y C&ar Fonda: “I«a comida en común espartana como
mecanismo de diferenciación e integración social' en Espacio. Tiempo y Forma * His
toria Antigua) n* 7, 1994, pp. 65-83.
45. Plutarco: Ages., 1: 3, atado en César Forma. Esparta. Historia, sociedad y cultura
de un mito historiográficu. Barcelona. Crítica, 2003. p 272
121
virtud de su afinidad política con ciertos rasgos del Estado laccdemonio,
encontramos el término ágele para referirse a los grupos de guardianes
que deben ser educados especialmente para servir al régimen político.
Ahora bien, tal como efectivamente se desprende de los fragmentos
textuales reunidos en este apartado, la sistematización cognitivista do
los mapas semántico-metafóricos exige necesariamente dejar de lado
las intenciones argumentativas de los textos, y de («te modo algunos
elementos ideológicamente contrastantes entre sí quedan a menudo
subsumidos bajo un mismo -y demasiado amplio- denominador temáti
co. La articulación del material textual en términos de cruce de domi
nios hace abstracción de las motivaciones polémico-políticas con que
los distintos autores se apropian de la metáfora en cuestión. Por ejem
plo, en un mismo sistema metafórico se ven incluidos uno junto al otro
el empleo aristocrático de Teognis, el uso demócrata-imperialista de
Eurípides y la versión monarcómana de Jenofonte.
Aun cuando hasta este punto hayamos intentado dinamizar analíti
camente la concepción de Lakoff y Johnson en dirección a la constitu
ción del mapa semántico-metafórico de La pólis es un rebaño y hacia el
emplazamiento de dicho paradigma dentro del contexto histórico, ma
terial y simbólico del mundo helénico, creemos que la forma cognitiva
de abordar metáforas resulta insuficiente como marco de análisis de los
diálogos platónicos. Esta insuficiencia se hace patente principalmente
en torno a factores fundamentales como el poder valorativo de lo meta
fórico y los conflictos semántico-políticos que se instauran en torno a
las formas de legitimar o impugnar metáforas.
En su comentario a la metáfora El tiempo es dinero, los autores
subrayan que **no existe ninguna necesidad por la cual el ser humano
deba conceplualizar el tiempo de esta manera; está ligada a nuestra
cultura. Existen otras culturas en las que el tiempo no es ninguna
de estas cosas". ' La "cultura" es garantía de la sistematicidad
evaluativa: '‘Feliz es arriba es coherente con Bueno es arriba. Sano
es urriba, etc.”; “la elección de una base física entre muchas otras
posibles tiene que ver con la coherencia cultural”; “los valores más
fundamentales en una cultura serán coherentes con la estructura
46. Leg., 794a 6-b 2: Rep., 459d 7-e 3: aquí, además de agéle, utiliza /xw/nnírvi. “rebaftito*.
47. LakoíT y Johnson. op. cit., p 45.
48. Ibui.. p. 55
49. Ibid , p 56.
122
( Ai'iH'uift: Titinjr aik ixihai x»n aia mktahiui n.ArA< KHTAMn:xTVH)i.rn<5o kn HATOn
123
todo en el caso de intercambios argumentativos complejos como ¡os
diálogos platónicos.
Hay sin duda un sustrato valorativo según la perspectiva cognitiva,
y es relevante para lo político en el sentido de que hace foco sobre el
poder de estructuración que detentan los imaginarios sociales compar
tidos Pero desde el punto de vista del análisis de las metáforas políti
cas, la óptica cognitiva resulta insuficiente parque sobre ella viene a
agregarse otra dimensión decisiva que involucra la interacción de las
metáforas bajo estudio en el curso de intercambios argumentativos
polémicos, en los que las metáforas funcionan como armas en lu dispu
ta por la hegemonía sobre un campo de sentido.
124
CAPtnnx>& Tnine ai*oximacion a la mktafuka MLAnu*nn,AMiiNn>rounoo kn Piatón
125
vulorativa: el acercamiento analógico “conduce a una interacción y, ko
bre todo, a la valoración o devaluación de los términos del tema”. I n
este sentido, la metáfora aparece como un recurso argumentativo <|«>
altos efectos normativos, en la medida en que expresa un “juicio de
valor concentrado IqueJ adormece la vigilancia del espíritu, transfirien
do analógicamente un valor decisivo ligado ni término metafórico sobre
la proposición cuya aceptación se pretende".
Los diálogos platónicos representan una fuente prácticamente in
agotable de inferencias analógicas, a lo largo de las cuales Sócrates >«•
sirve de médicos, maestros de gimnasia, navegantes, zapateros, tejedo
ras y constructores para guiar a sus interlocutores hacia las más
disímiles derivaciones y sentencias. Pero no es ello exclusivo del perfil
que Platón talló de su maestro, sino que forma parte de ios códigos
compartidos de un auténtico género ficcional que, luego de su muerte,
convirtió a Sócrates en personaje conceptual privilegiado. ’
57. Ibid , p. 579. Un político o|M>sitor cuyas denuncias se acallan luego de que le es
ofrecido un cargo en el gobierno recibe, en un ejemplo citado por los autores, la
calificación metafórica de “perro que ladra por un trozo de pon’. I«s autores ilustran
de este modo el carácter interactivo de la operación valorativa "la naturaleza de los
términos del foro ongina la devaluación de los términos del tema Pero el valor mismo
de aquellos deriva, en parte al menos, de su empleo en la analogía: la actitud del perro
que ladra no es necesanamente objeto de un juicio que la desprecie’ (Zdrm); “muy a
menudo, el valor de los términos está determinado por la estructura de la analogía "(p.
5R5>. Tal como se explícita en p. 583, la transferencia de valor puede proceder desdé el
foro hacia el tema (ya sea en su conjunto como respecto de sus términos tomadas
aisladamente) tanto como desde el Urna hucia el foro la unidad fundamental de
análisis reside en la mutua interacción.
58. Mane Bonhomme: "Metáfora", en Patríele Charaudeau y Dominique Mmngucneau
(dir.): Diccionario de análisis del discurto, trad I AgoíT. Buenos Aires, Amorrortu. 2005,
p. 387. "La operación de compactación. de totalización mental, propia de la analogía, no
permite la desagregación analítica de sus elementos y es difícil su refutación parcial (se la
rechaza o se la admito por completo). Pendes consigue esto último*. César Guelermair
•Prácticas culturales y argumentatividad en la Atenas de fines del siglo V. La <ronstrucción
de la ideología del poder im|tenal en los tres discursos de Pericles", en Nora Andnide ied.>
Avenlurat y deenrnturas de la palabra política en la Atenas clásica, Universidad de
Buenos Aires, Instituto de Filología Clásica. 2004, pp. 129-164 (p 1631
59. Además de los ya conocidos Platón y Jenofonte, Ch. Kalin menciona como pnnri-
pales autores de lógoi sokratikoí a Antístenes, Esquines. Fedón. Euclides y Arístipo
(Charles Kahn Plato and the sacratic dialogue. The phdosophtcal use of a hterary
form, Camhndge University Press, 1996, cap 1: "Sokratikoi logar the literary and
intellectuai backgrnund of Plato's work*. pp. 1-35) Los numerosas textos de estos y de
otros escritores socráticos menores se hallun compilados en la obra en cuatro volúme
nes de Gabriele Giannantoni: Socralis et socraticorvm reliquia?, Na poli, Bibbopolis.
1991. La importancia de este enorme caudal de literatura socrática para el estudio de
126
CAitnru» 5: Tkiiijc ai-noximalión a ia mktAfura i«l ai*m hvtamiwt'o nameo km Piatón
127
hace uso de tres de sus tradicionales inferencias analógicas para |>cm >i
el poder dentro de una pólis: el capitán de una nave manda sobre loa
marineros con la vista puesta en lo que les conviene a sus subordina
dos, y no en su provecho personal, del mismo modo que el médico cuno
do debe dictar sus preceptos para los cuerpos que toma a su cargo, «
igual que el pastor a la hora de organizar y alimentar a su rebaño. I. »
estrategia de fondo es ciara, y consiste en caracterizar el ejercicio <lcl
poder político como un servicio que se practica en beneficio del gola-i
nado (ya sea nave, cuerpo o rebaño), más que como una ocupación qu«*
el gobernante lleva a cabo según su interés personal.
En virtud de la distinción de ámbitos y su consiguiente puesta en
interacción, el recurso analógico opera estructurando el campo de sen
tido del tema político en términos de un foro compuesto por tres técni
cas. Esta arquitectura en el nivel del sentido no se halla exenta do
implicancias valorativas: frente al moralmente condenable egoísmo del
gobernante sofístico, que piensa lo justo según las oscilaciones de su
interés personal, son los valores del bien común y el beneficio de toda
la pólis los que ocupan la visión y la acción del buen político representa
do en estas tres técnicas. El gobernante prescribe y dispone con la vista
puesta en aquellos sobre quienes recae la acción de su arte gubernati
va, y no sobre sí mismo.
La fuerza de la analogía socrática radica en lo que Perelman y
Olbrcchts-Tyteca describen como “uso de foros múltiples”: empleando
varios foros para explicar un mismo tema, se insiste en la insuficiencia
de cada foro particular (elemento importante, dado que se evita que la
argumentación quede demasiado pegada a un dominio metafórico deter
minado), al tiempo que se estructura más consistentemente la
tematización y se refuerza la transferencia de valor desde los foros hacia
el tema. Pero a la hora de pensar en las desventajas de este recuren, los
autores insisten en el eventual problema de “la interferencia entre los dife
rentes foros", sin reparar en que el sostén mutuo de los foros múltiples,
factor en virtud del cual defender una analogía es defender todas, no
tarda en convertirse en un costo argumentativo más que elevado, pues
la impugnación de un foro conduce a la impugnación de todos. Esto es
precisamente lo que advierte Tras(maco, y enseguida se dispone a minar
la construcción analógica múltiple en su foro más débil:
128
(’ArfTVU>6: TlBHJt AltWKIMMIÓ.N A IA MKrAH'KA DK1. AI*ACDfTAMItNTV POUnCO EN PINTÓN
I Iké hoi. t<H d> Zá)Kpa't€£. TíTttn aoi tonv; Ti 8é; ?|v 8’ tyco*
oúk dnoKpíveoOai xpñv páÁXov f] xoiaúxa Épcotáv. "Orí xot ge. tóq.
Kopvswura XEpiopa Kai oúk ánotiúrtEi Ssopsvov. 6; ye aúrp
otáé npopata obSe noipéva yiyv(ooKEi;.,'OTi 5f| tí pákiaTa; fjv
6 hyió.'OTi otei tov; noipéva; f) tov; PovkóXov; to t¿v
npohatojv f| to tójv fkxov áyaOóv okokeív koü raxxbvEiv aircoí^
Kai ÜEpanEWiv npó; áXXo ti pXÉnovxa; f| id xmv 6eo7iot¿)v
áyaOóv Kat xó abrúv. Kai Sfi Kai tov; tv xai; kóXeoiv
ápxoina;, oí áx; áXn0d>^ ápxoixnv, áXXax; kox; t|yf| SiavocioBai
upó; tolx; ápxopEvoxx; f] ujOKEp áv tic; npó; npópaxa 8iax£0£ín.
xai dtkXo ti okokeív abrov; 5iá vuktó^ Kai t]pépa; r) xovro,
60ev abxoi cb4>EXf]oovrai.
— Di/ne -dijo- uh Sócrates, ¿tú tienes una nodriza?
—¿Y ¡>or qué? -dije yo- ¿no habría sido conveniente contestar, antes
que preguntar tales cosas?
—Porque te deja moquear y no te limpia la nariz cuando es necesa
rio, porque ella no te ayuda a reconoce- ni rebaño ni pastor.
—¿Precisamente por qué? -dije yo.
—Porque crees que los pastores y los boyeros buscan el bien de los
rebaños y de los bueyes y los robustecen y los cuidan, mirando a algo
distinto del bien de los amos y del de ellos mismos; y precisamente
también en lo relativo a quienes gobiernan en las Ciudades-Estado,
los que gobiernan verdaderamente, consideras que (éstos! piensan en
los gobernadas de. alguna otra manera que como podría establecerse
[efectivamente! en cuanto a los rebaños, y que los cuidan día y noche
por alguna otra cosa que por esto: porque ellos mismos sacarán pro
vecho. (Rep., 343ü-b).
A través de una infantilización que apunta a desvalorizar su imagen,
Sócrates es acusado de ingenuo: hablando del “verdadero pastor" y, co
rrelativamente, del "verdadero político", contradice una evidencia Táctica
que Trasímaco presenta para cambiar de signo la metáfora pastoril. La
práctica efectiva de los pastores que cuidan los rebaños no tiene como
finalidad última el bien de sus ovejas, sino el beneficio que puedan llegar
a extraer para sí mismos. La escala axiológica socrática se ve invertida
mediante la apelación al orden de lo real, de hecho cuidar ovejas no es
un servicio desinteresado, sino antes un medio para satisfacer el pro
pio interés. Esta inversión valorativa también afecta a la serie de fo
ros implicados en la anterior analogía múltiple: el medico o el capitán
del navio, en última instancia, también pensarían en ellos mismos
129
cuando ejercen su arte, en la medida en que esperan algún tipo d<*
compensación, en principio monetaria, por la técnica que practican.
La retorsión que Trasímaco opera sobre la metáfora pastoril apure-
ce como un recurso altamente efectivo y económico. Trabajando sobre
el mismo material conceptual del rival y aprovechando la adhesión que
suscita el analogizar socrático, logra reestructurar el campo semántico
de las metáforas técnicas y resignificar la transferencia valorativa des
de los tres foros hacia el tema. Del mismo modo que los médicos, los
navegantes y los pastores, los políticos gestionan la cosa pública sin
mirar más que a su propio beneficio.
Sócrates sabe que el sofista ha comprometido la estabilidad de su
arquitectura analógica, y por lo tanto se dedica a apuntalar el flanco
debilitado:
130
Ca rfnJ u»5: Tki 11 x aiwjxi maíion a i a m i tafo ha i •• i. ai w tmtam iixtu roí .fin s > kn I*iaiús
131
esclavo se muestra como amo, y entonces irrumpe fulgurante la fus
ticia de la naturaleza. (Oorg., 483e-484b).
ni’AXXd xctóc ovg¿xi áKOÍxo. ákk* oióa 004x0$ gal byai gal
aú. ¿reí tó ptv npwxov qbSoKínEi nEptgXí}$ gal ob&jiíav
64. Nótese cómo los términos del tenui terminan impregn.ido8 por las imágenes del
foro: "derribar", "hacer pedazos", "huir" y "pisotear", los hombres hacen cosas de
leones
65. Según el análisis estático y unidireccional de G. Lukoflf y M. Johnson, el dominio-
origen transfiere valor al dominio-meta, pero como si lo valorativo resultara exclusi
vamente determinado por la matriz cultural común de experiencia. La utilidad de esta
perspectiva se constata en numerosas ocasiones, pero no resulta en absoluto operativa
a la hora de unalizur intercambios discursivos altamente complejos como los
escenificados en los diálogos platónicos En este sentido se hace pertinente coinplejizar
el enfoque, dando cuenta del aspecto de interacción que lo valorativo asume desde la
perspectiva argumentativa.
132
CAitnnxi 5: Triiijí apnoximaí iónaia mktafora dm. AiMncNTAMinno mime» kn I’iaiün
133
1 4VI A
134
Capítulo & Twitx aihoximacion a la mkiaiura »el ai\« entamik.vtoi'ouhco kn I’i^tox
Kaí-cot kv taútT] tf| Suvápei SoúXov ptv t^Ei^ tóv iatpóv, SoüXov
8é tóv natSotptPnv b 5f. xpiipatia-cq^ ovtoc; áXXto ávaóavf)GEtat
XPnpatil&iF.vcx; Kai oux otVap. áXXa coi tú bvvapcvcp XfcyEtv
Kai iúeíBelv tá nXr|fiq.
Y en verdad con este poder (de la retórica!, Sócrates, tendrás como
esclavo al médico y como esclavo también al maestro de gimnasia; y
135
en cuanto u ese comerciante, saldrá a la luz que no adquiere (a rique
za para sí mismo, sino para otro, para ti, que tienes el poder de ha
blar y persuadir a las multitudes. (Gorg., 152e).
69. Luego de la crítica metafórica de Sócrates a los Treinta Tiranos en M’eni., I: 2, 32-
33, Critias se burla de los foros analógicos que obsesionaban al mayéutico:
AX)jA xiovte tol ce áEt/rcGau fóq. 5rf)O€i. a> Iwxpate^ ton* CKutríov <al t<¡>y
tfktókov cal wv xaAic&w «al yap oijioa atnoú; f|5i) Kaxat£tpi(t>Gai
136
C ahhilo 5: Twit y. ai* mu mación a ia mki apoma del atacentami unto khJtico en Pi a-iún
71. John Bumet (od.): Platoms opera, Oxford Uniwrwly Presa. 1967. vol. 2.
72. Ch. Perelman y L. Olbrechts -Tyteca, op. cil., pp. 601-609.
73. Ibid.p. 601.
137
' BAimin. IJVCJV
74. Eriedrich Nietszche. Ecce Homo, trad A Sánchez Pascual, Madrid, Alianza. 1994.
p 77.
75. Haciendo foco en el Gorgias, hemos intentado ofrecer un panorama de conjunte
de este desacuerdo en la ponenciu “Problema! de conformación de la hegemonía
dialógica en el Gorgia* de Platón" y en nuestra intervención en la mesa redonda
‘Diálogo vs retórica en el Gorgias de Platón", ambas en el marco del Xll* Congreso
Nacional de Filosofía, Neuquén, diciembre de 2003 (publicación electrónica en las
Actas del Congreso)
138
Capitulo 5: Triii k aproximación a ia hitafora i*i apacf.vtamiwio romicn kn Piatón
139
La “metaforología” debe enmarcarse dentro de una tendencia de In
historiografía alemana de mediados del siglo XX que se conoce como
“historia conceptuar Uitgriffsgeschichte), cuya tarea principal se con
centra en torno al análisis de las variaciones de significado de los con
ceptoa del léxico político a partir de las transformaciones históricas con
las cuales interactúan. En su texto programático, aparecido original
mente en 1960. H. Blumenberg sitúa su metaforología como disciplina
7B
auxiliar al servicio de la historia conceptual
La tarca de la disciplina en cuestión consiste en “elaborar una tipología
de los cursos históricos de las metáforas e identificar sus paradigmas",
tomando como objeto privilegiado ciertas metáforas fundamentales que
se resisten a ser disueltas en una terminología conceptual clara y dis
tinta: “ciertas metáforas pueden ser también componentes básicos del
lenguaje filosófico, ‘transferencias semánticas’ que no se dejan recon
ducir a un sentido propio, a la logicidad |...] y que deberían ser llamadas
■o
metáforas absolutas". Las metáforas “tienen historia en un sentido
más radical que los conceptos, pues el cambio histórico de una metáfo
ra pone en primer plano la metacinética de los horizontes históricos de
sentido y de los mismos puntos de vista dentro de los cuales los concep
tos experimentan sus modificaciones”. '
Los análisis metaforológicos de Blumenberg suelen proceder
diacrónicamente: establecen demarcaciones temporales de acuerdo con
los cambios profundos que se verifican en los diversos sistemas históricos
140
Capítulo 5: Tmitb aihoximatión a ia mktafoiia nn. apacentamiento i>junco en Pi -Ató*
82. Hanz Blumenberg; “Licht uls Metupher der Wahrheit. Im Vorfeld der
philosophiKhen Begriflsbildung". en Studium Generóle 10, 1957, pp 432-447. p 433
Como destaca E. Nuzzo. en Blumenberg las metáforas funcionan como 'hilos cond^.
lores mediante los que restituir la extrema discontinuidad entre diverso» sisteni.1M
universos de pensamiento y de sentido* <Ennco Nuzzo,'Metaforología e stoncitá", en
AA.W., Ermeneutiea Fenomenología Storia, Na poli, Liguori. 2001, pp. 107-133. n.
Por ejemplo, en torno a la "metafórica de la verdad poderosa", Blumenl^rg reconstru.
ye cómo entre los griegos la verdad se concebía como una fuerza que se afirmaba
sí misma irrumpiendo en el sujeto; luego releva cómo en la Edad Nfedia esta potente
de automanifestación de la verdad se invistió teológicamente, para finalmente d4r
cuenta del cambio de sentido aportado por la modernidad, la cual instaura median^.,
metáforas judiciales una relación violenta de apropiación por parte de un suje^,
fuerte que sienta a la naturaleza en el banquillo de los acusados y le extrae
secretos ("l’aradigmen..." op. cit.. pp. 12-lfl).
83. “Paradigmen...", op. al., p. 20.
84. E. Nuzzo, que ha buscado adaptar la metodologiu de H Blumenberg dentro <|,.|
programa de investigación de una "historia metaforológica de la filosofía política»
141
sirven de penodizaciones largos y suelen situar en la modernidad el giro
época) que determina los cambios de sentido fundamentales.
De modo que, además de aplicar los lincamientos de su metaforología
a lo político, sería preciso para nuestros fines acortar las periodizaciones,
descentrarlas del eje modemo-premoderno y hacer el intento de trazar
ciertos umbrales de historicidad para la metafórica del apacentamiento
dentro del pensamiento griego hasta Platón.
Podría inicialmente vincularse el origen de la concepción pastoral
del poder con los antiguos imperios teocráticos orientales, en los que
tanto el dios como su emisario terreno, el soberano, aparecían caracte
rizados desde una misma configuración metafórica. M. Foucault se de
tiene sobre la genealogía de la metáfora del apacentamiento, situando
sus apariciones más antiguas en Egipto, en Asiria y en Mesopotamia,
gg
y también entre los hebreos.
142
VAJIWU)5: TWltJt Al IRIXIUAI ÍÓN AIA MKTAr*IRA I»l. .UMTWTAMIEKIU RRJTM1» KN PlATÓ\
rey también lo es, este último es de alguna manera el pastor subalterno a quien aquél
ha confiado el rebato de los hombres y debe, al tennino de la jornada y en el anoche
cer de su reino, devolver a Dios el rebato que se le ha entregado. El pasturado es un
tipo de relación fundamental entre Dios y los hombres, y el rey participa en cierto
modo de esa estructura pastoral de la relación" (ídem, p. 1521.
88 “Con la particularidad, empero, de que en ellos la relación pastor-roliaño es esen
cial. fundamental y cusí exclusivamente religiosa. (...) Con la excepción de David,
ningún rey hebreo recibe la designación especial y explícita de pastor El término se
reserva a Dios " (rxfcm, pp. 152-153). La especificidad do la metáfora entre los hebreos
se revela en el hecho de que “el poder del pastor no se ejerce sobre un territorio, |wr
definición, se ejerce sobre un rebaño, y más exactamente sobre el rebuúo en su
desplazamiento, (...) sobre una multiplicidad en movimiento. (...) Le presencia de ese
Dios hebreo nunca es más intensa, más visible que cuundo su pueblo se desplaza, y
cuando en esa marcha, ese desplazamiento. ese movimiento que lo lleva a abandonar
la ciudad, los prados y las ¡Misturas, él se pone a la cabeza y muestra la dirección que
es preciso seguir’ lidem, p. 154).
89 En palabras de L. Couloubaritsis. "esta perspectiva es incompatible con la realidud
política de su época (...). una estructura cocio-politico-económica en la cual el modelo
Como en el Sofista, la conversación retratada en el Político se ve el
conducida por el Extranjero de Elea que no se nombra. Sócrates mismo
es quien le confiere el lugar del liderazgo enunciativo, designando a la
vez como interlocutor principal a un joven que también lleva el nombre*
de Sócrates (Po/., 258a)."'
La pregunta por la especificidad de lo político es el eje que vertebra
el diálogo:
Tf)v ouv icoXitiKf|v áipanóv nf| iix; ávevpf)G£i: 5cí yáp aírn)v
ávcvpcTv. xai %copt^ áOEÁoviat; áitó wv áXXcov lóéav avxñ piav
tnia^payícaaGai.
Así pues, ¿por dónde podría encontrarse el sendero político? Pues
hay que hallarlo y luego de haberlo aislado separadamente de los
otros (senderos/ hay que imprimir sobre él, a modo de sello, una idea
distintiva. i Pul., 258c).
144
GAlfTlMlf» Tltllll AfU-OIMV (A a ia mkiahhu |n I APV I stamikst») potinco IN h^lViN
1*2 03
directiva, más uxactamnnte autodirectiva, e imparte sus órdenes
sobre un conjunto de seres animados. En este punto se produce den
tro de la división un claro desplazamiento analógico:
92. cpitaktikt (Pol., 260c), una ciencia que da órdenes, y no AriñAé. saber meramente
judicativo.
93. autepitaAtikS (Pal., 260e), directiva según órdenes que ella misma produce, a
diferencia de las técnicas que imparten órdenes que provienen de otros. La compara
ción esbozada para ilustrar este momento de la división opone los reyes, creadores de
órdenes, a los heraldos, meros transmisores de mensajes codificados por otros.
94. prri tú zóa (261c), y no sobre seres inanimados.
95. Luego de definir la técnica de la pesca con caña, el Extranjero exhorta a su
interlocutor a hallar al sofista "de acuerdo con este paradigma" (Aatá toúto parádeigma)
(Soph., 221c). Ambos perfiles, el del pescador con caña y el del sofista, se hallan
"emparentados* (auggenf) en virtud de una semejanza estructural, en la medida en
que ambos se muestran como cazadores (Soph.. 221d). En Soph. 226c se vuelve a
aclarar que los ejemplos (paradeignutla) sirven para llevar adelante la división
dicotómica (diairetiké: diakntiké).
96. koinotrophiki, ogelaügrvphta (Pol., 261e).
97. xcrotrapiuké (Pol., 26-1d), y no hygmtrnplúW, "arte de criar rebaños que habitan
un medio húmedo" (los ejemplos mencionados son los peces amaestrados del Kilo y las
grullas y ocas de Tesalia). El afán de exhaustividad alcanza aquí ribetes cómicos, y quiza
estemos ya ante formas narrativas de deslegitimar el paradigma del apacentamiento.
145
pedestres que no tienen cuernos (Pol., 265c) y se curacterizan como
bípedos {Pol., 267c).
Luego do haber llegado al presunto final ue la división, sin embargo,
el Extranjero de Elea no se muestra satisfecho, y así lo manifiesta a mi
interlocutor:
146
Caito nx>5 Tnipijc ahiuximación a ia mktakika i*i.ai-ai v. vi amikxto manco kn Platón
I’ara que la definición Uógos) del político llegue a ser correcta y pura
hofhós kai altéralos) debe separárselo de los otros pretendientes a tal
titulo (alian amphisbetoúnton), quitando de su alrededor a los que riva
lizan con él (autói antipoiuménous perielóntes), para poder contemplar
lo en su pureza y unicidad (katharón mónon autón) (Pol., 268b-c). 1.a
división dicotómica se ejemplifica de este modo como la operación de
retinar el oro, de hacerlo puro separando de él la tierra y los metales
que se le adhieren (Pol., 303d-e).
A los fines de colmar los defectos sugeridos, el Extranjero propone
KM)
partir de otro comienzo y seguir un camino alternativo, presentando
un mito cosmogónico cuya función principal consiste en situar el pura-
digma del apacentamiento dentro de una filosofía de la historia. El mito
provee una genealogía que abre a una dimensión histórica llamada a
revelar las falencias de la división dicotómica según el modelo pastoril
tanto como a evidenciar modos posibles de subsanarlas. “El mito sir
ve principalmente para efectuar una transición entre dos aplicaciones
sucesivas y diferentes del método de la división, que demarca dos reali-
da des políticas, una simple y la otra compleja”.
La extensa narración que relatu el Extranjero presenta una cosmogonía
en dos etapas separadas por un cataclismo universal. En primer térmi
no, se introduce un retrato cósmico descripto con el vocabulario del
apacentamiento: el universo es pastoreado directamente por el dios
99. O. Deleuze detecta aquí la clave de bóveda de la filosofía platónica: “la división
platónica no se propone determinar las rsjiecies do un género. O mejor dicho se lo
propone, pero superficial y aun irónicamente, pura ocultar mejor bajo esa máscara su
verdadero secreto I...J. El sentido y la finalidad del método de división es la selección
de los rivales, la prueba de los pretendientes. |...| El único problema que atraviesa
toda la filosofía de Platón, que preside su clasificación de las ciencias o de las artes es
siempre el de medir los rivales, seleccionar los pretendientes, distinguir la cosa y sus
simulacros en el seno de un seudogénero o de una gran especie’ (Gilíes Deleuze.
Diferencia y repetición, trad Maríu Silvia Delpi y Hugo Beccacece. Buenos Aire».
Amorrortu. 2002. pp. 106-107).
100 Pol., 268d: “Sin duda hay que dejarse llevar nuevamente a partir do otro comien
zo a lo largo de algún otro camino.’
¡laXtv toivvv ri, dtXXn; apriK &Í xaO' Eitpav bóóv rropr nOrjyat uva.
101. Pol., 260c: "Una vez narrado, será conveniente para la exposición referida al rey’
el£ ydp w tov [kxcnkeio^ dnoÓEi^iv xpcyei pqOtv.
102. L. Couloubaritsis. op. cit., p. 116.
147
Cronos, con la ayuda de otras divinidades menores, encargadas de apa
contar cuda una distintas porciones del cosmos. La tutela inmediata do
las divinidades hace que la vida de los hombres se califique de “esponta
nea" (autúmalnn, 271e): los seres humanos brotaban de la tierra como
plantas, no debían procrear entre sí para dar lugar a nuevos nacimien
tos (271a-c) y no existía la posesión de mujeres e hijos (271e); su ali
mentación nacía a su vez directamente de los campos sin necesidad de
trabajo (272a); el clima era tan agradable y templado que no hacían
falta abrigos ni vestimentas (272a); el blando suelo sobre el que dor
mían tornaba superflua la existencia de camus (272b); un orden armó
nico impuesto a todas las razas de animales, cada una regida por una
divinidad, hacía imposibles la guerra (potemos) y el conflicto interno
entre facciones (stásis) (27le), y por lo tanto no existían los regímenes
políticos (271e).,W
Los seres humanos en la época de Cmnos no debían preocuparse por
nada, puesto que “un dios los apacentaba, rigiéndolos en persona, tal
como ahora los hombres, una raza animal diferente que es más divina.
104
apacientan a otras razas inferiores a ellos”.
En un momento, Cronos y las divinidades menores abandonan este
modo directo y personal de pastoreo cósmico y se produce un cataclis
mo. El universo comienza a girar en sentido inverso, y el mundo se ve
librado a su propio curso y dominio, ’ y los seres vivos dejan de nacer
de la tierra y deben procrear entre sí (274a). Abandonados por el divino
pastor a una situación de desprotección y debilidad que los dejaba a
merced de feroces especies animales que ya no subsistían en paz y armo
nía, los hombres deben pasar a cuidarse a sí mismos (274b-c). Condenados
103. Como sostiene D. El Murr, “el reino ile Cronos (...) es el tiempo apolítico por
excelencia, un tiempo en el que la noción misma de polis no tiene absolutamente
ningún sentido. (...) Es la dispersión total, la fragmentación total de los hombres
entre sí |.. I. Los hombres del reino de Cronos viven en la ausenciu. ausencia de lazo
político, ausencia de lazos familiares, ausencia de lazos históricos* (Dimita El Murr,
“La sumplote politiké. l¿e paradigme du tissage dans le Politiquf. ou les raisons d’un
paradigme •urbitriuro-. en Kairtw n* 19, 2002, “Pisten". pp. 49 96, p. 92)
104 Pal. 271e.
fleóí ¿vtqitv atrxoú; abró; kxioxaxóv, KaOdncp vúv ávOpcunoi. tyóov 6v Cwpov
OeiótEpov. ¿XXa ytvri oauXoxrpa abtóv vopcvovoi.
105. P. Vidal N«»quet subraya agudamente que "al vocabulario pastoral que fue usado
para describir el tiempo de Cronos le sigue, durante el ciclo de Zeus, un vocabulario
político. El mundo que el dios ha abandonado ejerce el kráttn sobre sí misino <273a*.
es autukrátor (273a)“ ("Platos myth of the Statesniun. the ambiguiúes oí the golden
age and of history’’, en The Jaumal of iMlenú Stuslun, vol 98, 1978. pp. 132-141. p. 138.1.
148
CAFfn»lX>6: TmH J! APROXIMA! ION A IA MFTAHiftA DKI. APA( I NTAMir.NTO IXMJTHX) RN l*IATÍM<
Oti pév Epcotcopcvoi xóv feg -eñe; vvv KEpi^opa; gai yevégf.ox;
(JaaiXéa gal noXizigov tov feg fevavtiaí; wpió5ov notpéva
Tf|<; tóTE áYéXrii; Elnopcv gal taina firóv ávti
Bvqioü. kxútti pév JtápnoXv napqvéxfhuiEV* Óti <5t avpnáar^ xij;
nólcax; ápxovxa ataóv áncc>ñvap£v, óvtiva 5é xponov ob
óiEtnogEV, taúrp Sé av tó pév Xex^v akriOét;, ov pf|v dkov ye
ovSé aa$é; feppnGn. Sió gal ppaxvtEpov q Kat' ¿gcívo
tlpaptiigapp.v.
Por un lado, puesto que al preguntarnos por el rey y el político de la
actual órbita del cosmos y del presente modo de generación, hablamos
del pastor del rebaño humano de entonces, perteneciente al periodo opues
to, y por esto de. un dios en lugar de un mortal, de este modo nos movi
mos completamente en la dirección equivocada: y por otro lado, puesto
que lo mostramos como el que gobierna u toda la ciudad-Estado pero no
tratamos a fondo de qué manera lo hace, de este modo, aunque lo dicho
es en cierto aspecto verdadero, el todo no fue abordado siquiera de for
ma clara; por esto también hemos cometido un error, aunque más pe
queño que en el primer caso. (PoL, 274e-275a).
Platón repasa así los costos teóricos del empleo de la metáfora del
apacentamiento en política. Por un lado, error grave, en cuanto a los
sujetos implicados en la relación de dominio, se hace presente una dife
rencia de naturaleza entre quien manda y quien obedece: así como el
pastor de ovejas es un hombre, el pastor de hombres es un dios. Con lo
cual la metáfora no puede funcionar en el reino de la inmanencia y sólo
parece ser apta para habilitar simbólicamente una forma teocrática de
dominio, en la que se perderían las especificidades humanas de dicho
KM»
poder. Por el otro, error leve, el vínculo específicamente político de
106. Esto es precisamente lo que «uredo en loe últimos diálogos platónicos. donde la
diferencio cualitativa v ontológica entre instancia dominante e instancia dominada se
149
mandato-obediencia no fue aclarado en la modalidad de su relación. <l"
modo que el gobierno resulta unidireccional y total, superponidndoMI
con el dominio omnímodo del tirano. El rebaño sigue a su pastor sin
cuestionamientos, y parecería que ese tipo de sumisión automátim.
irreflexiva y no consensuada no consigue dur cuenta de lo propio de la
obediencia política.
Para solucionar ambos problemas el Extranjero introduce otras dos
divisiones dícotóinicas. En primer término, propone penodizar el arte do
criar rebaños humanos, por un lado, en los dorados tiempos de Cronos, y
por el otro, en la época de Zeus (Po/., 276a). Esta contextualización mítica
que introduce la metáfora dentro de una filosofía de la historia se propo
ne adecuar la majestuosidad arcaica del modelo pastoril a los tiempos
actuales, con el objetivo de enmendar un paradigma que por no delimi
tarse históricamente resulta demasiado exigente para lo que tiene que
explicar: en efecto, la figura del pastor divino (fo skhima toú theíou noméos)
resulta desproporcionadamente grande si se la compara con los políticos
del momento (toüs entháde nún antas politikoús) (Pol., 275b-c).
La segunda división está implicada en la cuestión de la modalidad
del dominio, y dentro del apacentamiento de rebaños humanos en tiem
pos de Zeus se distingue una versión compulsiva y violenta del apacen
tamiento, propia del tirano, y la modalidad verdaderamente política del
pastoreo, que involucra una aceptación voluntaria. Pura evitar reunir
en una misma figura al rey y a) tirano, que son desemejantes en sí
mismos tanto como en el modo en que cada uno ejerce el dominio
(anomoiotátous óntas autoús te kal ton tés arkhés hekatérou trópun), el
Extranjero diferencia el cuidado tiránico dei rebaño, que se da sobre
animales forzados a ser apacentados (zóon biaíon), respecto de los ani
males bípedos que se dejan apacentar voluntariamente, dando su con
sentimiento al pastor (hekousion dipódon zóon) (Pol., 276e).
150
(?AFfniLO5: TlOPU! ArttOXIMACIÓN A 1A MCTAR4U l»X AI‘A( I1MTAMI»_VTU IVUTICO KN PUITÓN
En este sentido, la metáfora parecería pasar por alto las divisiones in
troducidas, en la medida en que supone un liderazgo directo y exclusivo
(propio de la era de Cronos) tanto como absoluto y compulsivo (típico de
una forma tiránica de dominio), razones por las cuales no resultaría
suficiente para delimitar al político en su pureza y así superar la prueba
de los pretendientes. En efecto, cualquier campesino, panadero o co
merciante podría adjudicarse la primacía en relación con los asuntos
propios de la crianza de rebaños humanos (Cf. Pol., 267e-268a).
Es así como el Extranjero propone una nueva rectificación, consisten
te en sustituir el término “criar” (tréphetn) por la expresión “brindar cui
dados” (therapeúein). Ahora sí, al parecer, el Extranjero soluciona la
151
cuestión de los pretendientes al título de político; al decir “cuidar" en lu,: n
de “criar", se presupone que ningún arte pretende afirmar que cuida de la
comunidad humana de modo más eminente que el arte político:
108. En ngor, eata opción metodológica no |»arece eliminar al médico como preten
diente al arte de therapeúein.
109. Pol., 275b. "En verdad por estas razones presentamos también el mito, para
demostrar acerca de la crianza de rebaños no «ób cómo ahora todos compiten por ella
con aquel a quien examinamos, sino también para ver más claramente al único a
quien le es propio, de acuerdo con el modelo de los pastorea y los boyeros. sor estimado
como el único merecedor de esta denominación, al tener a cargo únicamente el
cuidado de la crianza humana".
Aid rauta pt|v xai xóv pu©ov xapEflépEOa. Iva tv6d£avro nepi xq; áYcXaioxpo^ia^
pq póvov návxE<; auux ágóicpnxovai x<¿ ^qxoup¿vq> tá vúv. &XXá xáxuvov
abtóv rvap-fCotEpov l&xpcv, 6v npooqxEi póvov «ata tó aapá&iypa noipívuiv xe
xai fknxóXwv xq; úvOpoiiriviK triprAxiav ¿x01^ rpoóñ; toúrov povov á^icoOrivai
roo xpoopñiiatot;.
152
Capítulos Turnaai*koximacióna ia mktAmjkai*i.apaíkntamikvto Rumenen Piatón
153
(■AHRIKI. ÜVOV
Tf)v yap óvxax; ovaav 0aaiAiKT|v obx abrqv 8eí npávtEiv áAA’
ápXElv ”tñ>v Svuapévcov npaziEiv. YiyvaxjKouaav xqv áp%qv te
«ai bppqv tóv peyIotcov bv tau; nókcaiv hyKcupta; te n¿pi xai
áxaipiaq, tá; 5’ ákkat; xd rtpoazaxOcvra 5páv.
Pues la técnica que es verdaderamente regia no debe actuar ella mis
ma, sino dirigir a los que son capaces de actuar, en la medida en que
conoce el principio y el alcance de los asuntos más importantes de las
ciudades Estado en relación con el momento oportuno e inoportuno,
mientras que las otras [técnicas] deben ejecutar las órdenes que les
sean impartidas. (Pol., 305d).
154
C.MtTVlÁ) 5: TWI*Ui APKUXIMACIÓN A IA MKIATORA OiÜ. APACENTAMIENTO roiJna< EN PlATÓN
112. Cf. Pul.. 289c«i: quienes le disputan al rey la confección misma del tejido Uoús
peri untó tó plégma amphi»betoúnta» tói basilel) se relacionan con los tejedores,
precisamente como tkathóper) los que hilan, cardan y realizan toda» las otras opera
ciones textiles.
113. Cf. D. El Murr. op. cit., p. 94.
114. L. Couloubariteis. op. cít., p 113.
116. P. Vidal Naquet. op. «/., p. 134. Así. en abierta polémica con Erich llavelock y
Karl Popper, "no encontramos argumentos para probar que nuestro filósofo era un
hombre que veneraba el pasudo (...) En el tiempo en que escribió el Político (...)
Platón no estaba intentando escapar de la ciudad, ni hacia la Edad de Oro ni para
retomar u lo salvaje" líhid., p. 139).
155
Un último aspecto por el cual el diálogo que nos ocupa reviste un
interés especial se lee en una digresión acerca de los puradigmas, que
el Extranjero presenta antes de introducir la metáfora textil:
156
CAi-tn u>5 Tiuixk AmniMAOóN a ia mftahiha i*i. ai*aí r vrAMik vro hjUhcokn Platón
4. Consideraciones finales
167
dentro de un mapa semántico de conjunto que nos permitió foculizm
inicialmente los procesos de selección sómicn, tanto como los aspecto»
valorativos que algunos semas de por sí implican al ser arrastrados
desde su sentido literal. Los materiales analíticos procedentes de la
teoría de ¡a argumentación nos permitieron situar la metáfora en su
contexto dialógico de aparición, así como prestar atención a sus distin
tos empleos argumentativos a lo largo del frente polémico fundamental
que reconoce la filosofía platónica, el retórico-sofístico, que se arroga la
supremacía en cuanto a los asuntos políticos. La metodología de la
metaforología histórico-conceptual nos ayudó a demarcar la modula
ción específica del análisis platónico de una analogía central de su épo
ca, llevándonos a reparar en la introducción del paradigma del apacen
tamiento dentro de una filosofía de la historia encaminada a pensar la
adecuación de la metáfora al proyecto de dar cuenta de la especificidad
de lo político.
Más importante aun, cada uno de los niveles de análisis nos colocó
frente a un determinado sentido de politicidad en el uso plutónico de la
metáfora pastoral: en la sección 1) pudimos hacer foco en el poder de
estructuración que detenta el imaginario social compartido dentro de
un espacio cultural; en el apartado 2) nos remitimos a la dimensión
polémica involucrada en el uso de la metáfora frente a un adversario
como un arma destinada a asegurar la hegemonía sobre un campo de
sentido; en 3), finalmente, abrimos el análisis a la dimensión histórica,
en la medida en que, como Platón mismo lo puso de manifiesto, la
metáfora pastoril cuenta con una carga ideológica que hay que desmon
tar para poder ponerla en práctica como recurso para pensar lo político.
158
Capítulo 6
1. Introducción
Sátira y parodiu son los dos recursos cómicos dominantes en la obra de
159
tiene como blanco la realidad de la Atenas de su época: el marco moral,
político y social en el que vivió el autor, contra el cual ejerce una fuerte
crítica a través de la ndiculización de determinados personajes contem
poráneos, ideas e instituciones vigentes.
Los dos recursos que analizaremos en este trabajo, sátira y parodia,
interactúan y se potencian para lograr un efecto argumentativo; degra
dar la figura de los jueces y políticos de la Atenas de la época, los dos
principales blancos cómicos, y la vez blancos polémicos, de la obra. En
este trabtyo nos proponemos explorar precisamente en Avispas la es
trecha relación existente entre discurso cómico y discurso polémico,
ligazón que permitió que la comedia antigua se constituyera en una
eficaz arma ficcional de ataque.
160
CapHvloO: SÁHKA yha*)i>ia i’NAKAiJMMma. ni* i'R*<cómico KMávuMtM AaisrórANn
161
una lucha (pólemos) intertextunl que se desarrolla en el marco do lo
tradición literaria.
En definitiva, tanto la parodia como la sátira poseen ambas una Huerto
de dimensión polémica, “de combate”: ambas formas apuntan contra un
blanco, textual en un caso y contextúa] en otro, sobre el cual ejercen su
acción burlesca y con el cual de algún modo polemizan.
K. Kerbrat-Orecchioni define el discurso polémico de la siguiente
manera: “El discurso polémico es un discurso liescaUficador, es decir que
ataca a un blanco, y que pone al servicio de esa mira pragmática domi
nante (...) todo su arsenal de procedimientos retóricos y argumentativos-.*
Creemos que el discurso cómico, si bien no es un discurso polémico
propiamente dicho, posee numerosos puntos de contacto con éste, como
la presencia de un blanco, su carácter agresivo, los recursos de exage
ración, descalificación, etc., que también aparecen en el discurso polé
mico, según la caracterización de K. Kerbriit-Orecchioni.
También el discurso político posee una dimensión polémica,” de ahí
la perfecta compatibilidad entre la comedia aristofánica y la controver
sia política, tema que desarrollaremos más adelante.
Intentaremos delimitar y diferenciar mejor el discurso polémico del
cómico. Si el ataque se realiza contra un blanco para descalificarlo,
estamos en el plano del discurso polémico. Pero si el ataque contra el
blanco conlleva además su ridiculización como forma privilegiada de
descalificación, estamos en el terreno del discurso cómico. En el discurso
polémico se puede atacar un blanco de manera seria y también apelar a
la ridiculización, pero no necesariamente. I>o cómico, en cambio, es un
ataque al blanco mediante el arma exclusiva de la risa. La descalificación
162
CAFflULO fl: SATIRA Y l‘A * >1 >1A I ’N ANAl ISIS 1*1. (MStl »»«•*> • V*4 M t» KN A VISCA* Í>K AMOTÓPAA •«
7. E«a visión sobre lo cómico, entendido como ruptura de un código es pe rabie, tiene
ufinidud con la teoría de la incongruencia, de A Schopenhauer, que localiza la esencia
de la risa en la ruptura de expectativas (Arthur Schopcnhauer El mundo como
voluntad y representación, Madrid. Aguílar, 1968, vol. 1. cap. VIH. pp. 96-102). Sobre
la teoría del humor como incongruencia cf tambión María Ángeles Torres Sánchez^
Estudio pragmático del humor verbal. Cádiz. Universidad de Cádiz Servicio de publi
caciones, 1999.
163
mama Jim *-naSchkh»
también evoca una imagen del mundo del deber ser al cual aspira El
discurso cómico, en definitiva, siempre evoca como espejo deformante
a un otro contrapuesto y contrastante, y en la brecha entre el uno y el
otro se produce la risa.
164
CaUtuloO: SAtira fPARútiiA unanai.isisoki mncuwmcómicoRNAvramsincAKcnóFANEs
165
María Jim una Scuf.re
166
Capítulo 6: SAuka t panoima: un análisis i>m. nifwi!itsocóMMi>EN>tv/.sr^.s uk AkbhOpanks
10. Las traducciones son propias. Utilizamos lu edición del texto griego de Víctor
Coulon: Arixtophane Le* guipe* Lu paix. Tome II, París. Les Bolles Lettres, 1948.
167
ICARIA JIMENA SrilKW
11. Si la huida de Odiseo atado al camero puede prpstanu- u la risa e» quizás por lo
insólito e inverosímil de la situación. Aristófanes aprovecha, por lo tanto, loa puntos
débiles del hipotexto homérico para ridiculizarlo
168
Cwfnto 6: Satira ypainmma i»n anaijkisoh, discurso cómicoknAv/smsijk AwxrrtKANKx
5. El blanco cómico-polémico
12. En Aristófanes cate tipo de parodias ocasionales son breves, episódicas, elípticas,
completamente deformantes y ron alto grado dt recreación. Si comparamos, por
ejemplo, la parodia del hipotexto homérico en el drama satírico Cíclope, de Eurípides,
podemos observar que este último se ciña más al modelo y no es una parodia ocasional
limitada a un breve pasaje, sino que se desarrolla u lo largo de toda la pieza. En
Aristófanes, en cambio, este tipo de parodias se limitan a un breve episodio y ponen en
juego un alto grado de deformación
Dentro de estas parodias ocasionales y circunscriptas, es frecuente que Aristófanes
ponga en bocu del héroe cómico versos que parodian pasajes de los autores trágicos,
fuera de contexto, el altisonante estilo trágico pierde su patetismo, se vuelve ndículo
y resulta una burla contra el modelo y contra el propio personaje antiheroico. Cf.. por
ejemplo, el verso 751 donde se pone en boca de Filocleón versos de Eurípides iAlcestis,
866; cf. Hipólito, 215, 230; cf. V. Coulon, op. cil, p. 49). Allí Filocleón expresa con
versos tomados del trágico, su deseo de ir a los tribunales a juzgar:
Ktluon* tpapai. iceífii ytwipai'.-
"Amo aquello, allí desearía estar..." (751).
La parodia refuerza aquí el ndículo de la situación y del personaje. Estas parodias
circunscriptas a uno o más versos ponen en contraste antitético al héroe cómico con
el trágico y la circunstancia risueña con la desgraciada.
169
voluntad como Cleón, que funciona al mismo tiempo como blanco miar
ía
no y externo.
En Avispas, según venimos observando, ei blanco interno -el héroe
cómico- tiene la particularidad de ser a la vez satírico y paródico. En
definitiva, si sátira y parodia pueden funcionar de manera solidaria y
coherente es porque los dos recursos comparten la capacidad polémica
antes analizada de degradar a un blanco, a través del contraste de imá
genes contrapuestas; los dos recursos poseen además otra afinidad es
tructural: la presencia simultánea de un blanco interno (el héroe cómi
co) y un blanco externo (textual en la parodia, contextual en la sátira).
En Avispas, entonces, el discurso cómico conforma un mecanismo
complejo que se caracteriza por una marcada dimensión polémica con
tra una serie de blancos conexos: el blanco interno Filocleón y, conjun
tamente, una serie de blancos externos textuales (los hipotextos) y
contextúales.
De todos éstos, la figura de jueces y políticos atenienses y la relación
existente entre ellos constituye, sin duda, el blanco polémico central.U
La polémica contra jueces y políticos contemporáneos ya está
inscripta en el nombre de los personajes principales (Filocleón: “El que
ama Cleón", y su hijo Bdelicleón: "El que odia a Cleón"). Estos dos per
sonajes encarnan en la obra una posición distinta y antagónica en rela
ción con la justicia y el poder político en la Atenas de la época.
La polémica central se desarrolla, además, de manera manifiesta en
los agones entre padre e hijo. En el género teatral, el denominado agón
(“lucha", “competencia") pone en escena el antagonismo entre dos per
sonajes con posiciones encontradas y constituye una parte central del
arte dramático, tanto en la tragedia como en la comedia.
En el agón entre Filocleón y su hijo Bdelicleón, el padre hace un
elogio de la profesión de Juez, que, según él. supera al ejercicio de la
realeza, porque todos lo halagan y favorecen. Bdelicleón, en cambio,
intenta convencerlo de que en realidad los jueces son esclavos de los
demagogos, que los utilizan para sus intereses por el magro salario de
tres óbolos:
170
CAPfHJU»6: SAlIHA y >>A»IIIIA: l»N ANA1J818 IIKI. DIRCMRNO <‘ÚNICO KN AW.VA.V I>K AMIKnW'ANKS
171
Con esta batería do recursos, Aristófanes degrada al máximo su blanco
principal y, por lo tanto, refuerza no sólo el ataque polémico sino también,
al mismo tiempo, el efecto cómico de la pieza.
Finalmente, de estos recursos de efecto polémico implícito y de los
agónes explícitos entre padre e hijo se desprende la concepción
aristofánica sobre el tema: la necesidad de independencia entre la justi
cia y el poder político en Atenas, para garantizar su correcto desempe
ño; es decir que detrás de esta representación satírico-paródica reposa
un ideal sobre el funcionamiento de los poderes político y judicial: un
modelo de independencia mutua y cumplimiento honesto de las tureas,
no en beneficio personal, sino de la comunidad ateniense, modelo que
contrasta cómicamente con la representación aristofánica. Pero a dife
rencia de otros géneros discursivos de carácter polémico, en la obra del
comediógrafo la particular vía de discusión y ataque contra la distor
sión de ese modelo es el discurso cómico, que por su filiación con lo
polémico se presta perfectamente al objetivo. La comedia aristofánica
se convierte entonces en una eficaz anua ficcional de ataque: un instru
mento argumentativo-polémico que permite degradar blancos políticos
concretos, pero que lo hace de un modo propio muy diferente de la
manera como operaría un discurso polémico no ficcional.
No contamos con antecedentes que estudien la relación entre fic
ción y discurso polémico. Sobre la relación entre ficción y argumenta
ción, en cambio, tenemos el aporte de P. Bange' que estudia el modo
en que se comporta la argumentación en el discurso ficcional: P. Bange
parte de la concepción amplia de retórica de Ch. Perelman” (1970) para
sostener que todo texto literario tiene una dimensión argumentativa y,
por lo tanto, comporta una teoría. Dentro de esta dimensión
argumentativa de la ficción ubicaríamos nosotros una particular dimen
sión argumentativo-polémica asociada a la comedia. Nuestro interés
radica en vislumbrar los modos específicos que asume la polémica en la
ficción cómica.
Es evidente que la dimensión polémica en la ficción cómica se dife
rencia de la dimensión polémica presente en otras clases de discurso (el
político, el científico) por su carácter indirecto, ambiguo -y hasta a veces
172
CAPmnn 6: Satiiia y fam sha: i n análisis dfj. nucí aso cómico km Avixpan dk Awstwanks
173
Aunque infinidad de veces se ha subrayado su carácter político, no se
ha indagado en las razones estructurales que, entre otras causas de
diversa índole, hun hecho que la comedia antigua adquiriera ese carác
ter específico.
No es casual que la comedia, antes que la tragedia, se haya erigido
en el género más abiertamente alusivo a la realidad política de la Ate
nas contemporánea. Desde nuestro punto de vista, la afinidad estructu
ral entre discurso cómico y discurso político -dada precisamente por la
presencia común en ambos de una dimensión polémica constitutiva-
ha generado las condiciones de posibilidad para que la comedia antigua
se haya convertido en el arte político por excelencia: es esta afinidad
estructural lo que vuelve al discurso cómico -y a la cosmovisión cómica
subyacente, que corroe todo lo que toca- estructuralmente propicio para
el ataque político; la comedia se convierte, entonces, en el género más
eficaz y contundente para ejercer una crítica acérrima contra la reali
dad política contemporánea.
no se focaliza contra los jueces o el sistema jurídico nteniense, sino «obre la manipula
ción de los políticos en relación con el poder judicial Duugias MacDowell: Arintophaws
and Athrns, Oxford. Oxford Umversity Prcas. 1995. Coincidimos, en parte, con el enfo
que de D. MacDowell: Avispan no sólo es una sátira moral, amo también, de mudo
mdiaociable. una sátira política que tiene como blanco conjunto el mal de«empeno de los
jueces atenienses y la acción de loa políticos que loa someten a sus intereses.
174
CAPfnnXiC. SAT1M YPA*H>IA l'N ANA1JMSI»X inMi>KVHl)Mi<x>E\Avi.wx<i». AwsrórAN»:
175
cuanto a la tradición mítico-heroica, ésta se retoma y reformula al mismo
tiempo, pero desde una posición crítica moderada y respetuosa: el héroe
legendario, por un lado, mantiene sus características de superioridad pero,
por el otro, encuentra su límite, cae trágicamente y pierde su halo seini-
divino. En este sentido la tragedia se distancia críticamente de la épica,
que tiene un grado superior de idealización y exaltación del héroe.*’
Pero en la comedia la desidealización es todavía mucho más profunda
que en su contracara trágica. La relación con el modelo épico-heroico es
irreverente por completo. El antihéroe ya se encuentra degradado de
entrada, y esta degradación, carente de todo patetismo, no genera ni
empatia, ni dolorosa identificación ni sentimiento de piedad, sino sólo
distancia crítica y condenatoria. Por lo tanto, la comedia aristofánica,
por su carácter netamente polémico y su cosmovisión desidealizante,
profundiza y extrema el proceso de desacralización incipiente ya pre
sente en la tragedia griega.
8. Conclusiones
176
CaHtvlo6: Satiha vi-aruna in anáumski.r*.« t aro cómico enAvuminr. Am.ttófan»»
24. Durante la ilustración griega se imponen las ideas de la sofística Los sofistas
desacreditaron el saber mítico y religioso.
177
occidental, en tanto construcción cultural generada, renovada y trun
mitida a través de los siglos, ha sufrido notables modificaciones a lo
largo de los distintos períodos históricos, la investigación sobre la co
media antigua puede arrojar alguna luz sobre algunos de los aspectos
definitorios de lo cómico, tema tantas veces abordado desde distintas
'2A
disciplinas como la filosofía, la teoría literaria y el psicoanálisis. Sin
duda, por su carácter fundacional, los rasgos que son característicos del
discurso cómico de la comedia griega antigua como lo es su dimensión
polémica y, por ende, su ligazón estructural con el discurso político-
continúan vigentes, bajo renovadas formas, en manifestaciones cómi
cas de la tradición literaria posterior.
25. Entre los aportes clásicos, se cuentan los trabajos de M Bajtin, que en forma
recurrente ha estudiado en toda su obra el aspecto carnavalesco de la risa y su
carácter subversivo y liberador (cf. Mijail Bajtín: La cultura popular en la Edad
Media y el Renacimiento, Barcelona, Alianza, 1974; Problemas de la poética de
Dtntoieuski. México Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1998; Estética de ¡a
creación verbal, Buenos Aires. Siglo XXI, 2005); Sigtnund Fretid (1905), El chiste y su
relación con el inconsciente. volumen VIII, Buenos Aires, Amorrortu Editores. 2006.
se concentra en el estudio de la relación entre el chiste y el inconsciente; Henri
Bergson (1900): Zxi risa. Buenos Aires, Losada. 1991, analiza, entre otros temas, lu
función correctiva y punitiva de la risa, como un castigo contra la automatización
mecánica del individuo.
178
Bibliografía
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