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La antropología lingüística de Ludwig Wittgenstein: a propósito de relatividad y

universales en el lenguaje.

Si bien Wittgenstein no fue un antropólogo o lingüista, en el sentido profesional del


término, su pensamiento filosófico sentó las bases para la investigación del lenguaje
en relación con sus contextos de uso y para caracterizarlo como una forma de
acción, principalmente por medio de la noción de «juego de lenguaje» que introdujo
en el llamado Cuaderno azul. Austin, desarrollada en el libro Cómo hacer cosas con
palabras, en que se recopilan algunas de sus conferencias. Creemos que estudiar
los procesos sociales del aprendizaje del lenguaje nos da las claves para poder
explicar la dinámica de otras formas de aprendizaje y la manera como los individuos
de una sociedad se apropian de los valores y actitudes de su colectividad.

Y es con respecto a estos empleos «primitivos» del lenguaje que Wittgenstein se


cuestionará acerca de los diferentes «géneros de palabras» y de la diversidad de
sus funciones cuando por medio de una analogía compare los elementos del
lenguaje con una caja de herramientas. Este enfoque, que no dudaríamos en llamar
pragmático y funcional, llevó a Wittgenstein a concebir el lenguaje desde una
perspectiva muy distinta de la puramente lógica, expuesta en el Tractatus logico
philosophicus. El lenguaje es así considerado como algo útil y práctico es una forma
de hacer, de acción y de actuación.

El ser humano está caracterizado desde la perspectiva de lo simbólico, lo ritual y lo


lingüístico. Wittgenstein afirma que «toda una mitología está depositada en nuestro
lenguaje». Por lo que habría que afirmar que una cultura estaría constituida cómo y
por una multiplicidad de juegos de lenguaje. Y aquí habría que ver la relación de las
propuestas de Wittgenstein con las de la tradición antropológica
norteamericana, sobre todo la representada por la famosa hipótesis del relativismo
lingüístico, atribuida a Sapir y a Wohrf, o la de la etnografía del habla de Dell Hymes.
Wittgenstein a los extremos del relativismo cultural y lingüístico. Entre uno y otro, se
desarrolla la filosofía lingüística de Wittgenstein. Lenguaje, pensamiento y acción se
entremezclan para formar una relación compleja. No hay lenguaje sino en relación
con un modo de pensamiento y de acción.

Lo que resulta de todo ello sería la noción de juego como regla. Sólo que la noción
de juego no es como aquella planteada por Saussure al asemejar a la lengua con
el juego de ajedrez, pese a que Wittgenstein se valga de la misma figura del juego
de ajedrez. No es sólo un conocimiento abstracto, o virtual, que vale por sí
mismo, sino es ante todo un saber-hacer. La regla para ser tal tiene que cumplirse
con «regularidad».

Esto nos lleva a la problemática del significado, que no es contemplada tanto a


propósito de aquello que tiene un sentido cuanto con lo que hace que en
determinados casos algo se vuela «significativo». Y a continuación da la lista de
juegos de lenguaje propuestos por Wittgenstein. El significado está determinado por
una serie de condiciones que hacen que en un contexto dado algo sea
significativo. Esos límites del lenguaje, que son límites del pensamiento, son los que
permiten que alguien pueda reconocer como significativo algo que para otro no lo
es.
Más que tratarse de «relativismo» a ultranza es cuestión de asumir la «diferencia»
cultural como constitutiva de los hechos del lenguaje. Pero aquí «diferencia» no
supone lenguas o culturas homogéneas que se oponen a otras lenguas y culturas
ya que al interior de una lengua o cultura hay otras tantas formas de diferencia y
juegos de lenguaje distintos.

«Podría decirse» cada perspectiva tiene su atractivo «pero esto sería falso. Lo
correcto es decir que cada perspectiva es significativa para aquel que la ve
significativa.» El relativismo de Wittgenstein tiene que ver con usos y
comportamientos distintos y diferenciadores, lo que de suyo es una característica
de aquello que genérica y universalmente llamamos «ser humano».

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