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Agotamiento de vías preexistente en el amparo

SALA CONSTITUCIONAL

Magistrado-Ponente: JOSÉ M. DELGADO OCANDO

 Mediante escrito presentado el día 16 de octubre de 2000, los ciudadanos Pedro Miguel
Reyes y Román Eloy Agrote Mota, venezolanos, mayores de edad, titulares de las cédulas
de identidad números 1.759.453 y 5.887.722, respectivamente, inscritos en el Instituto de
Previsión Social del Abogado bajo los números 9.471 y 37.674, también respectivamente,
actuando como apoderados judiciales de los ciudadanos JOSÉ ÁNGEL GUÍA, LUIS
GONZÁLEZ, MIRNA ACOSTA, JOSEFINA MORALES, JUAN CÁRDENAS
ZURITA, JUAN JOSÉ GALINDO, OSWALDO DÍAZ COVA, ARTURO VICUÑA,
JOSÉ NICOLÁS HERNÁNDEZ y JUAN REINALDO DENNIS, venezolanos, mayores
de edad, titulares de las cédulas de identidad números 80.393, 365.993, 1.725.983,
2.897.024, 228.665, 964.770, 527.769, 1.383.535, 1.463.624 y 953.065, respectivamente,
como se evidencia de sendos poderes otorgados ante la Notaría Pública Séptima del
Municipio Chacao del Estado Miranda, ambos autenticados el día 15 de septiembre de 2000
y anotados bajo los números 50 y 11, tomos 43 y 44, respectivamente, interpusieron acción
de amparo constitucional en contra de presuntas omisiones del Ministerio de
Infraestructura.

 El mismo día se dio cuenta en Sala y se designó ponente al Magistrado doctor José M.
Delgado Ocando, quien con tal carácter suscribe este fallo.

 Con base en los elementos que cursan en autos y, siendo la oportunidad procesal para ello,
se pasa a decidir sobre la admisibilidad de la acción propuesta en los términos siguientes:

DEL CONTENIDO DEL RECURSO

 
Los siguientes son los antecedentes de la pretensión deducida, los alegatos en que
fundan los accionantes su solicitud de amparo constitucional y el contenido de la petición:

1.- Los accionantes refieren que, en ejercicio de las atribuciones que les conferían
los artículos 40, 42 y 43 de la Ley de Carrera Administrativa y 180 y 181 del Reglamento
General de la Ley de Carrera Administrativa, el Dr. Ramón J. Velásquez, entonces
Presidente de la República, actuando en Consejo de Ministros, dictó el Decreto n° 3.269, el
cual fue publicado en la Gaceta Oficial de la República de Venezuela n° 35.360 del día 14
de diciembre de 1993, cuyo objeto es el siguiente: Decreto “Mediante el cual se establece el
Sistema de Remuneraciones para los Cargos de: Bomberos Aeronáuticos, Técnicos en
Operaciones Aeroportuarias (T.O.A.), Técnicos en Información Aeronáutica (T.I.A.),
Inspectores de Mecánica de Aviación (I.M.A.), Operadores de Telecomunicaciones
Aeronáuticas (O.T.A.), Técnicos en Radiocomunicaciones Aeronáuticas (T.R.A.), Oficiales
de Búsqueda y Salvamento (O.B.S.) y Pilotos de Búsqueda y Salvamento”.

2.- Alegan los accionantes que dicho Decreto dispuso, en sus artículos 20 y 21,
modificar el monto de sus pensiones de jubilación, lo que origina que al Ministerio de
Infraestructura le cumpla realizar una revisión de las mismas en su conjunto, donde se tome
en cuenta el sueldo actual asignado al cargo que ocupaba el funcionario al momento de
jubilarse, más las primas que señala el mismo instrumento. El contenido de los artículos
citados es el siguiente:

 “ARTÍCULO 20.- Los montos de las Pensiones y Jubilaciones concedidas a los


Operadores de Telecomunicaciones Aeronáuticas y Técnicos en Radiocomunicaciones
Aeronáuticas pensionados y jubilados, serán ajustadas en un setenta por ciento (70%),
tomando como base de cálculo el monto total mensual percibido por remuneración para la
fecha de entrada en vigencia del presente Decreto, de conformidad al artículo 13 de la LEY
DEL ESTATUTO SOBRE EL REGIMEN DE PENSIONES Y JUBILACIONES DE LOS
FUNCIONARIOS O EMPLEADOS DE LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA
NACIONAL, DE LOS ESTADOS Y MUNICIPIOS, en concordancia con los establecido
(sic) en la cláusula DECIMO OCTAVA del contrato Marco de la Primera Convención
Colectiva de Trabajo de los Empleados Públicos, suscrito en fecha 10 de julio 1992.

 ARTICULO 21.- Los Técnicos en Operaciones Aeroportuarias, Técnicos en Información


Aeronáutica, Inspectores de Mecánica de Aviación, Oficiales de Búsqueda y Salvamento
jubilados y pensionados, se les ajustará el monto de la jubilación y pensión de acuerdo a la
Escala General de Sueldos señalada en el artículo 9 del presente Decreto, de conformidad al
artículo 13 de la LEY DEL ESTATUTO SOBRE EL REGIMEN DE JUBILACIONES Y
PENSIONES DE LOS FUNCIONARIOS O EMPLEADOS DE LA ADMINISTRACIÓN
PUBLICA NACIONAL, DE LOS ESTADOS Y DE LOS MUNICIPIOS, en concordancia
con lo establecido con la cláusula (sic) DECIMO OCTAVA del contrato MARCO de la
Primera Convención Colectiva de Trabajo de los Empleados Públicos, suscrito en fecha 10
de julio de 1992.”

 
3.- Alegan los accionantes que la Administración, con el fin de realizar los cálculos
y consecuentes ajustes de las pensiones de jubilación, debe comenzar por establecer el
sueldo actual del cargo de cada uno de dichos ciudadanos hasta el momento en que
efectivamente cumpla la Administración con tal mandato, incluyendo en dichos cálculos
todos los beneficios consagrados, individual o colectivamente, en convenciones colectivas,
actas convenios, decretos, resoluciones o cualquier otra vía de revisión o ajuste de los
sueldos.

 4.- Resalta la parte actora que, en oportunidades posteriores a la publicación del


Decreto n° 3.269 mencionado, el Ejecutivo Nacional ha dictado diversos decretos de
aumento de sueldo, los cuales no han sido considerados ni aplicados por el extinto
Ministerio de Transporte y Comunicaciones, ni por el actual Ministerio de Infraestructura.
Tales actos serían los siguientes:

a)            Decreto n° 1309, de fecha 30 de abril de 1996, publicado en la Gaceta Oficial


n° 35.951 de 03 de mayo de 1996;

b)            Decreto n° 1786, de fecha 9 de abril de 1997, publicado en la Gaceta Oficial


n° 36.181 de 09 de abril de 1997;

c)            Decreto n° 2316, de fecha 30 de diciembre de 1997, publicado en la Gaceta


Oficial n° 36.364 de 30 de diciembre de 1997;

d)            Decreto n° 107, de fecha 26 de abril de 1999, publicado en la Gaceta Oficial


n° 5.338 Extraordinario, de 16 de abril de 1999;

e)            Decreto n° 809, de fecha 1° de mayo de 2000, publicado en la Gaceta Oficial


n° 36.949, de 12 de mayo de 2000.

5.- Alegan los accionantes que el Ministro de Infraestructura está obligado a revisar
y actualizar sus pensiones de jubilación, so pena de incurrir en desacato a un acto
administrativo de efectos generales.

6.- Aducen los accionantes que tales omisiones, vista su condición de jubilados
dependientes del Ministerio de Infraestructura, en cuanto les discriminan y excluyen de la
aplicación de decretos que establecían mejoras, primas o ajustes en las remuneraciones de
los funcionarios públicos activos y pasivos, desconocen los mandatos contenidos en los
preceptos constitucionales que consagran el derecho a la igualdad (artículo 21), al trabajo
(artículo 89), a una pensión justa (artículo 80) y a un salario suficiente y digno (artículo 91).
 

7.- Como consecuencia de las denuncias planteadas, solicitan a esta Sala


Constitucional ordenar al Ministro de Infraestructura, les aplique los decretos indicados
supra y, en consecuencia, pague lo correspondiente a lo percibido hasta la presente fecha y
ajuste sus pensiones de jubilación. Asimismo, en caso de que no haya disponibilidad
presupuestaria para ajustar y pagar lo debido, piden que se gire la orden a dicho organismo
para que haga las solicitudes de créditos adicionales correspondientes.

II

DE LA COMPETENCIA

 Siendo la competencia para conocer de un caso sometido al conocimiento de este Alto


Tribunal el primer aspecto a dilucidarse, la Sala, a tal fin, pasa a realizar las siguientes
observaciones:

1.- En primer lugar, es necesario destacar que los derechos fundamentales son “...un
conjunto de facultades e instituciones que, en cada momento histórico, concretan las
exigencias de la dignidad, la libertad y la igualdad humanas, las cuales deben ser
reconocidas positivamente por los ordenamientos jurídicos a nivel nacional e
internacional” (Pérez Luño, A., Derechos Humanos, Estado de Derecho y Constitución,
Madrid, Tecnos, 1999, pág. 48); y, al propio tiempo, “...constituyen los presupuestos de
consenso sobre los cuales se debe edificar cualquier sociedad democrática, pues
comportan la garantía esencial de un proceso político libre y abierto, como elemento
informador de cualquier sociedad pluralista” (sentencia n° 828/2000). Así es como se
justifica que la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, además de haberlos
instituido como pilares fundamentales de nuestro Estado de Derecho y de Justicia, haya
declarado que los tribunales, en el ejercicio de la función jurisdiccional, tanto a través del
conocimiento de las diversas pretensiones que les fueren deducidas, como en el tratamiento
que dieren a la específica pretensión de amparo constitucional, deberán restituir a sus
titulares en el goce y ejercicio de los mismos (artículos 26 y 27 constitucionales).

 
Por otra parte, pero en estrecha conexión con los preceptos citados, la Constitución creó
una Sala Constitucional en el seno del Máximo Tribunal de la República, la cual tiene como
función primordial la interpretación última del texto constitucional, así como la garantía de
respeto y acatamiento del orden que la Ley Suprema establece.

Siendo, pues, que los derechos humanos positivizados orientan y legitiman el ejercicio del
Poder Público, de cuyas funciones y estructuración básica se ocupa precisamente la
Constitución, así como que ésta les ha colocado como elementos de garantía de las
libertades individuales y colectivas; visto, además, que la Sala Constitucional del Tribunal
Supremo tiene encargada la relevante tarea, ya sea como juez de primera y única instancia,
ya como último intérprete de la Constitución de arbitrar, sostener y garantizar el orden
constitucional, así como también, que la acción de amparo cumple el rol procesal de hacer
que sean ventiladas las denuncias contra actos, actuaciones u omisiones que atenten contra
tales derechos humanos, es por lo que no es extraño al sistema constitucional vigente, que
entre las diversas Salas del Tribunal Supremo de Justicia, sea esta Sala Constitucional la
que se encargue de instruir y decidir de las demandas de amparo constitucional que venían
conociendo las Salas de la Corte Suprema de Justicia, lo cual era consustancial con la
disposición contenida en el artículo 8 de la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y
Garantías Constitucionales, la cual ahora ha recibido una interpretación conforme a la
Constitución vigente, en el sentido de que, tal como fue apuntado, corresponde a esta Sala
el monopolio de la competencia en materia de amparo constitucional a nivel de este
Máximo Tribunal, con la salvedad de los amparos cautelares que acompañen acciones
deducibles ante otras Salas (ver sentencia n° 01/2000 de 20 de febrero).

Por consiguiente, que ante cualquier solicitud en que se invoque la tutela constitucional
autónoma de amparo a nivel de este Máximo Tribunal, y haciendo abstracción de lo que
resulte del examen de admisibilidad o de procedencia, conforme corresponda, es de esta
Sala Constitucional la competencia para su conocimiento.
 

2.- Visto que el accionante de autos invoca la tutela procesal específica a las garantías y
derechos constitucionales dispuesta en el segundo párrafo del artículo 27 de la
Constitución, según el cual “El procedimiento de la acción de amparo constitucional será
oral, público, breve, gratuito y no sujeto a formalidad, y la autoridad judicial competente
tendrá potestad para restablecer inmediatamente la situación jurídica infringida o la
situación que más se asemeje a ella. Todo tiempo será hábil y el tribunal lo tramitará con
preferencia a cualquier otro asunto”; siendo, además, que este Tribunal es competente,
conforme lo dispone el artículo 8 de la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y
Garantías Constitucionales, para tramitar los amparos deducidos contra los Ministros, esta
Sala declara su competencia para conocer de la presente petición. Así se decide.

III

DE LOS REQUISITOS DEL ESCRITO Y DE LA ADMISIBILIDAD DE LA


ACCIÓN

 Una vez declarada la competencia de esta Sala Constitucional del Tribunal


Supremo de Justicia para conocer del recurso de amparo interpuesto, la Sala deja constancia
de que el actor ha dado cumplimiento a los requisitos exigidos por el artículo 18 de la Ley
Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales. Así se establece.

En lo que concierne a la admisibilidad de la acción deducida, la Sala pasa a realizar


el siguiente análisis:

 1.- Del hecho de que en la Constitución de 1999 el constituyentista haya acentuado


su carácter normativo, puede inferirse, en primer lugar, que la Carta Magna es un
instrumento con aliento jurídico que vincula, en grado a la naturaleza del precepto
aplicable, tanto a los órganos del Poder Público como a los particulares; en segundo lugar,
que la propia Constitución otorga o impone situaciones jurídicas constitucionales -según se
trate de derechos o deberes- con referencia a valores indispensables al aseguramiento de la
libertad, la igualdad y la dignidad humanas; y finalmente, que la Constitución ha diseñado
un sistema garantizador de tales situaciones jurídicas constitucionales, en el cual el Poder
Judicial juega un papel de primer orden.

 De allí que al Poder Judicial le cumpla hacer efectivo, conforme lo ordena el
artículo 26 constitucional, el derecho que tienen todas las personas de acceder a los órganos
de administración de justicia para hacer valer sus intereses, incluso los colectivos o difusos,
a través de una tutela efectiva de los mismos sin dilaciones indebidas. Ello se traduce, a la
luz del carácter vinculante de la Constitución, en que todos los órganos judiciales devienen
tutores de los derechos fundamentales, esto es, les corresponde ejercer sus atribuciones en
orden a un goce efectivo por las personas de los bienes que la comunidad política ha
elevado a rango constitucional.

  En apoyo de dicho principio, la Carta Magna señala en su artículo 49 las garantías


intraprocesales que hacen plausible el cumplimiento del mandato contenido en el artículo
26 antes comentado, entre las se cuenta el derecho a la defensa, la previsión legal de las
penas, la presunción de inocencia, el juez predeterminado por la ley y el nos bis in idem,
entre otros. Todos dispuestos precisamente a la tarea de asegurar a los interesados el
tránsito por procesos en donde estén vedadas causas de inadmisión irrazonables o
injustificadas, en donde impere la igualdad en cuanto a la alegación y la probanza y en los
que la sentencia se ejecute; es decir, que la Constitución ha construido un completo sistema
de garantías constitucionales procesales.

Otro de los preceptos constitucionales que engranan este sistema de garantía judicial
de los derechos fundamentales, ya desde un plano menos principalista, pero no de menor
importancia para entender el papel que la Constitución otorga a los jueces, es el contenido
en el artículo 253 de acuerdo con el cual a dichos operadores judiciales les concierne
ejecutar o hacer ejecutar lo juzgado. No es esta la oportunidad para desarrollar ampliamente
dicho precepto, basta con afirmar que él viene a apuntalar una corriente jurisprudencial y
doctrinaria según la cual no hay verdadera justicia sin medios que permitan la anticipación
del fallo o la prevención de su ejecución; de suerte, que ante una evidente lesión a un
derecho constitucional y aun sin necesidad de solicitud expresa, los jueces podrán hacer uso
de el poder cautelar general que dimana del precepto in comento, con el objeto de prodigar
una tutela cautelar que mantenga indemne a las partes por el tiempo que dure el proceso o
que prevenga la ejecución del fallo.

 Para una mayor consolidación de este sistema procesal garantizador, y por si alguna
duda cupiera respecto a los objetivos que éste se plantea, el artículo 334 eiusdem declara
que todos los jueces están en la obligación de asegurar la integridad de la Norma
Fundamental.

 Resulta así congruente con lo que se ha venido analizando, que la específica acción
de amparo constitucional consagrada en el inciso segundo del artículo 27 de la Carta
Magna, constituya un medio adicional a los ordinarios en la tarea de salvaguardar los
derechos fundamentales. Al contrario de cómo ha venido siendo concebida, dicha acción no
entraña un monopolio procesal en cuanto al trámite de denuncias respecto a violaciones a la
regularidad constitucional –tal tesis la descarta el sistema de garantías procesales de que
disponen los tribunales en el ejercicio ordinario de su función-.

 2.- En consecuencia, es criterio de esta Sala, formado al hilo de los razonamientos


precedentes, que la acción de amparo constitucional, opera en su tarea específica de
encauzar las demandas contra actos, actuaciones, omisiones o abstenciones lesivas de
derechos constitucionales, bajo las siguientes condiciones:

a) Una vez que los medios judiciales ordinarios han sido agotados y la situación
jurídico constitucional no ha sido satisfecha; o

 b) Ante la evidencia de que el uso de los medios judiciales ordinarios, en el caso
concreto y en virtud de su urgencia, no dará satisfacción a la pretensión deducida.

 La disposición del literal a), es bueno insistir, apunta a la comprensión de que el
ejercicio de la tutela constitucional por parte de todos los jueces de la República, a través de
cualquiera de los canales procesales dispuestos por el ordenamiento jurídico, es una
característica inmanente al sistema judicial venezolano; por lo que, en consecuencia, ante la
interposición de una acción de amparo constitucional, los tribunales deberán revisar si fue
agotada la vía ordinaria o fueron ejercidos los recursos, que de no constar tales
circunstancias, la consecuencia será la inadmisión de la acción sin entrar a analizar la
idoneidad del medio procedente, pues el carácter tuitivo que la Constitución atribuye a las
vías procesales ordinarias les impone el deber de conservar o restablecer el goce de los
derechos fundamentales, por lo que bastaría con señalar que la vía existe y que su
agotamiento previo es un presupuesto procesal a la admisibilidad de la acción de amparo.

 La exigencia del agotamiento de los recursos a que se refiere el aludido literal a),
no tiene el sentido de que se interponga cualquier recurso imaginable, sino sólo los que
permitan reparar adecuadamente lesiones de derechos fundamentales que se denuncian. No
se obliga, pues, a utilizar en cada caso todos los medios de impugnación que puedan estar
previstos en el ordenamiento procesal, sino tan sólo aquellos normales que, de manera
clara, se manifiesten ejercitables y razonablemente exigibles. En consecuencia, por
ejemplo, ante el agotamiento de la doble instancia en un juicio civil, el actor tendrá la
posibilidad de recurrir en casación o en amparo constitucional, pues es sabido que aquélla
constituye una vía extraordinaria de revisión.

  De cara al segundo supuesto, relativo a que la acción de amparo puede proponerse


inmediatamente, esto es, sin que hayan sido agotados los medios o recursos adjetivos
disponibles, el mismo procede cuando se desprenda de las circunstancias fácticas o
jurídicas que rodean la pretensión que el uso de los medios procesales ordinarios resultan
insuficientes al restablecimiento del disfrute del bien jurídico lesionado. Alguna de tales
circunstancias podría venir dada cuando, por ejemplo, la pretensión de amparo exceda del
ámbito intersubjetivo para afectar gravemente al interés general o el orden público
constitucional; en caso de que el recurrente pueda sufrir una desventaja inevitable o la
lesión devenga irreparable por la circunstancia de utilizar y agotar la vía judicial previa (lo
que no puede enlazarse el hecho de que tal vía sea costosa o menos expedita que el
procedimiento de amparo); cuando no exista vía de impugnación contra el hecho lesivo, o
ésta sea de imposible acceso; cuando el peligro provenga de la propia oscuridad o
complejidad del ordenamiento procesal; o ante dilaciones indebidas por parte los órganos
judiciales, tanto en vía de acción principal como en vía de recurso (debe recordarse, no
obstante, que el concepto de proceso sin dilaciones indebidas es un concepto jurídico
indeterminado, cuyo contenido concreto deberá ser obtenido mediante la aplicación, a las
circunstancias específicas de cada caso, de los criterios objetivos que sean congruentes con
su enunciado genérico. Podrían identificarse, como ejemplo, de tales criterios objetivos: la
complejidad del litigio, los márgenes ordinarios de duración de los litigios del mismo tipo,
la conducta procesal del interesado y de las autoridades implicadas y las consecuencias que
de la demora se siguen para los litigantes. Así pues, criterios de razonabilidad pesarán sobre
la decisión que se tome en cada caso concreto).

 3.- Así, en cuando al complejo de medios procesales que la Constitución pone a


disposición de las personas, esta Sala, en su decisión n° 848/2000 de 28 de julio, afirmó:

 “Sin mucha claridad, fallos de diversos tribunales, incluyendo los de varias Salas de
la extinta Corte Suprema de Justicia, han negado el amparo al accionante, aduciendo
que el mismo ha debido acudir a las vías procesales ordinarias, aunque sin explicar
la verdadera causa para ello, cual es que por estas vías se podía restablecer la
situación jurídica infringida antes que la lesión causare un daño irreparable,
descartando así la amenaza de violación lesiva.(...)

 Por lo tanto, no es cierto que per se cualquier transgresión de derechos y


garantías constitucionales está sujeta de inmediato a la tutela del amparo, y
menos las provenientes de la actividad procesal, ya que siendo todos los jueces
de la República tutores de la integridad de la Constitución, ellos deben
restablecer, al ser utilizadas las vías procesales ordinarias (recursos, etc.), la
situación jurídica infringida, antes que ella se haga irreparable”.

 Asimismo, en su sentencia n° 1592/2000 de fecha 20 de diciembre, esta Sala sostuvo:  

“Ahora bien no puede aspirar la parte accionante dejar sin efecto dicho
decreto de expropiación a través del ejercicio del amparo autónomo, ni
pretender a través de la misma la nulidad de los actos administrativos
dictados por un ente distinto al que se señala como agraviante, lo cual
colocaría en estado de indefensión al órgano administrativo que dictó el acto.

En este sentido observa la Sala que no resulta posible sustituir a través de la


acción de amparo constitucional, el ejercicio del recurso contencioso-
administrativo de anulación en el cual el legislador consagró un
procedimiento especial donde se otorgan las garantías procesales tanto al
recurrente como a la propia Administración autora del acto, es en este
procedimiento donde se analizaría la legalidad o inconstitucionalidad del
acto administrativo impugnado” (Subrayado posterior).

En una reciente decisión, la n° 331/2001 de 13 de marzo, esta Sala confirmó su


doctrina al respecto, en los siguientes términos: 

“Para que sea estimada una pretensión de amparo constitucional es preciso


que el ordenamiento jurídico no disponga de un mecanismo procesal eficaz,
con el que se logre de manera efectiva la tutela judicial deseada. Pretender
utilizar el proceso de amparo, cuando existen mecanismos idóneos,
diseñados con una estructura tal, capaz de obtener tutela anticipada, si fuere
necesario (artículo 136 de la Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia,
las disposiciones pertinentes del Código de Procedimiento Civil o inclusive
el amparo cautelar), al tiempo que garantizan la vigencia de los derechos
constitucionales de todas las partes involucradas, haría nugatorio el ejercicio
de las acciones correspondientes a este tipo de procesos y los efectos que
tiene la acción de amparo constitucional, referidos al restablecimiento de
situaciones jurídicas infringidas” (Subrayado posterior).
 

Ejemplo de algunas de las situaciones en las cuales procede la interposición de la


acción de amparo en forma directa, fueron referidos por esta Sala en su citada sentencia
848/2000, así tenemos que:

 “7.- Los actos procesales como tales, lesivos a bienes jurídicos constitucionales,
son objeto de peticiones de nulidad por las partes afectadas por ellos, y el
amparo realmente procederá contra la sentencia que resuelva la nulidad, o
contra la omisión del juez o del funcionario judicial (si de él se trata) de dictarla
en el lapso legal. Pero a pesar de ello, los actos judiciales que violen derechos o
garantías constitucionales de las partes, que de no corregirse de inmediato sus
efectos se harían irreparables, serán objeto de amparo.

 (...)

 9.- Las partes en caso de que las violaciones infrinjan el orden público, siempre
tendrán expedita la vía del amparo, sin las limitaciones del numeral 4 del
artículo 6 de la ley especial.

En cuanto a los terceros, el proceso puede afectarlos directa o


indirectamente. Dentro del derecho común, los terceros tienen en las
tercerías la posibilidad para oponerse a los efectos lesivos a su situación
jurídica que le causen los fallos, actos u omisiones procesales, que
contengan infracciones a sus derechos y garantías constitucionales. Resulta
una cuestión casuística, de acuerdo a la posibilidad que la lesión se haga
irreparable si no se actúa de inmediato, optar entre la tercería posible o la
acción de amparo”. (Subrayado posterior).

4.- Precisado lo anterior, visto que en el caso bajo examen, el requisito del
agotamiento de la vía judicial contencioso administrativa ordinaria no se encuentra
satisfecho, pues a él no atiende ninguno de los alegatos de los accionantes, ni consta de los
documentos anexos al escrito, y sin necesidad de analizar si esa vía es la idónea, en el
sentido de satisfacer la pretensión de los accionantes, debe tomarse en cuenta lo señalado
por esta Sala en cuanto a la potestad que les atribuye a todos los tribunales el artículo 27
constitucional en orden a garantizar los derechos fundamentales, así como que el artículo
259 constitucional consagra que “...Los órganos de la jurisdicción contencioso
administrativa son competentes para anular los actos administrativos generales o
individuales contrarios a derecho, incluso por desviación de poder; condenar al pago de
sumas de dinero y a la reparación de daños y perjuicios originados en responsabilidad de
la Administración; conocer de reclamos por la prestación de servicios públicos; y disponer
lo necesario para el restablecimiento de las situaciones jurídicas subjetivas lesionadas por
la actividad administrativa”, lo que significa que la Constitución garantiza a los
administrados, a través del citado precepto 259, un plus de garantías que no deja dudas
respecto a la potestad que tienen esos tribunales para resguardar los derechos o garantías
constitucionales que resulten lesionados por actos o hechos dictados o ejecutados en
ejercicio de la función administrativa u omisiones o abstenciones de órganos o personas
obligados por normas de derecho administrativo. En consecuencia, la solicitud en cuestión
resulta inadmisible. Así se decide finalmente.

IV

DECISIÓN

 Por las razones que anteceden, este Tribunal Supremo de Justicia, en Sala Constitucional,
administrando justicia en nombre de la República y por autoridad de la ley, declara
INADMISIBLE la acción de amparo constitucional interpuesta por los ciudadanos Pedro
Miguel Reyes y Román Eloy Agrote Mota, actuando como apoderados judiciales de los
ciudadanos JOSÉ ÁNGEL GUÍA, LUIS GONZÁLEZ, MIRNA ACOSTA, JOSEFINA
MORALES, JUAN CÁRDENAS ZURITA, JUAN JOSÉ GALINDO, OSWALDO
DÍAZ COVA, ARTURO VICUÑA, JOSÉ NICOLÁS HERNÁNDEZ y JUAN
REINALDO DENNIS, contra presuntas omisiones del Ministerio de Infraestructura.

Publíquese, regístrese y archívese el expediente.

 Dada, firmada y sellada en el Salón de Despacho de la Sala Constitucional del Tribunal


Supremo de Justicia, a los 05 días del mes de JUNIO del año dos mil uno. Años: 191º
de la Independencia y 142º de la Federación.

 El Presidente,

IVÁN RINCÓN URDANETA

  El Vicepresidente,

JESÚS EDUARDO CABRERA ROMERO

 Los Magistrados,
 

  

ANTONIO JOSÉ GARCÍA GARCÍA JOSÉ M. DELGADO OCANDO

Ponente

PEDRO RONDÓN HAAZ

El Secretario,

JOSÉ LEONARDO REQUENA CABELLO

JMDO/ns.

Exp. n° 00-2795.-

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