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LAVOZ.com.ar ​ | Los ojos del 29


Domingo 24 de mayo de 2009 - Sergio Carreras

Nueve fotógrafos y camarógrafos que cubrieron la caliente jornada del 29 de mayo de 1969 se
juntaron en la misma esquina de la avenida Colón que registraron destruida hace 40 años.
Colón y Avellaneda es una de las zonas de la ciudad que más recuerdan: ahí estaba la
Confitería Oriental (hoy, un McDonald´s), que fue destruida por los manifestantes, en su
mayoría estudiantes que escapaban con bandejas de tortas y masas a través de las vidrieras
rotas. A pocos metros de ahí estaba la concesionaria Citroën, cuyos vehículos fueron
arrastrados hasta la avenida y quemados. Y a unas cuadras hervía la resistencia del barrio
Clínicas, surcado de barricadas y francotiradores.

Se juntaron ahí por primera vez y, como duros perros callejeros que fueron o que son, no se
concedieron ni un minuto para la nostalgia. Los periodistas de calle no lloran. Tampoco relatan
como algo extraordinario lo que registraron aquel 29: a todos ellos el oficio los ha hecho pasar
por no menos de un centenar de situaciones riesgosas y difíciles. Aquel fue otro de los tantos
días en que tuvieron que cuidarse de los proyectiles de los bandos y correr con las imágenes
hasta el laboratorio para que pudieran estar en el noticiero de la noche o en el matutino de la
siguiente jornada.

Oscar Beguán, Víctor Saavedra y Pedro Carranza aquel día corrían con sus cámaras de fotos.
Raúl Bicecci, Víctor Quinteros, José Escudero, Víctor Echenique, Raúl Mónaco y Carlos Olivera
empuñaban las filmadoras de la época: Bolex Paillard de 16 milímetros, blanco y negro, sin
captación de sonido, y había que darles cuerda. Eran pequeñas y portátiles pero cargaban
rollos de apenas 30 metros que duraban sólo 150 segundos.

Saavedra trabajaba para La Voz del Interior y recuerda que lograron salvar los rollos de fotos y
meterlos al diario, que estaba en avenida Colón, gracias a un chofer que los escondió en una
media y bajo el pantalón. "Estuvimos viviendo tres días seguidos en el edificio del diario".

Otro fotógrafo, Carranza, también logró salvar uno de sus rollos luego otro le fuera quitado y
velado por los militares. "Empecé en parque Las Heras, seguí por plaza General Paz, el ataque
al diario Córdoba, la quema de los Citroën hasta que a la siesta llegamos a las barricadas del
Clínicas. Frente al hospital nos agarraron los del Ejército, nos pegaron culatazos y uno nos
puso contra la pared y nos quería matar. Entramos al hospital y pasamos la noche
fotografiando estudiantes heridos, escuchando bombas y tiros hasta la mañana".

Escudero recuerda la llegada de la columna que venía de IKA Renault frente a donde hoy está
el Patio Olmos. "Vimos cómo les arrojaban bolitas de acero a la caballería para que los caballos
quedaran fuera de combate, y cómo la gente desde los balcones arrojaba diarios, cajones,
palos para ayudarlos a armar las barricadas. Los que rompían cosas andaban a cara
descubierta, casi ninguno se tapaba, pero teníamos que cuidarnos para no mostrarlos".
Los camarógrafos andaban solos, sin cronistas e iban enviando los rollos al laboratorio, de
donde partían hacia los canales donde se compaginaba y se escribían los textos para
acompañar las imágenes. "La mayoría usaban saco y corbata, las notas que se hacían eran
formales, con autoridades", recuerda Bicecci, quien sigue trabajando para Canal 12. Pero ese
día era diferente. "Estábamos filmando el ataque a un comercio en calle Santa Rosa y cuando
nos vio uno de los manifestantes se nos vino con un vidrio filoso y me dijo que si seguía
filmando me llenaba la cara de tajos. ‘Vos ponete de espaldas que yo sigo filmando porque soy
del pueblo como vos, yo estoy con ustedes’, le respondí, para no cortar la nota".

Mónaco menciona que también había fotógrafos de los servicios de inteligencia que se
mezclaban entre ellos y nunca respondían cuando les preguntaban para qué medio trabajaban.

Olivera recuerda que esos días fue necesario sacar a la calle las enormes cámaras de estudio
Auricon, porque captaban sonido, aunque trasladarlas era casi una mudanza. "Estaban
montadas en trípodes y el equipo de sonido eran un cajón gigantesco, con botones, que se
apoyaba sobre una mesa, y le adaptamos una batería de auto para darles energía. Estas
cámaras tenían rollos de 120 metros"

Todos lamentan que se hayan perdido la mayoría de las imágenes y que las que sobreviven y
actualmente se ven en documentales y programas especiales, fueron todas tomadas por ellos
aunque jamás recibieron un reconocimiento -mucho menos un pago- por el uso que se hace de
ellas. Mucho material fue enviado al Tercer Cuerpo por las autoridades de los canales de
televisión.

Quinteros trabajaba para la productora Cenit, que tomaba imágenes para los canales 10 y 12.
Recuerda que al día siguiente, el 30, el jefe de informativo de Canal 12, Carlos Revello
(muchos años después acusado de espiar para los militares) lo envió a hacer un trabajo para el
Tercer Cuerpo. "Un jeep me pasó a buscar por casa y anduve todo el día filmando los
desastres que se habían hecho. Decían que era un relevamiento para enviarle a (el presidente)
Onganía".

Otros reporteros como José Ardiles, Héctor Jorge López, Nilo Silvertone, Luis Mónaco
(hermano de Raúl y luego desaparecido), Cirilo Pittón, Héctor Negrito, Arnaldo Martínez, Mario
Kladanovsky entre otros pocos, arriesgaron el cuero para captar las escasas imágenes que hoy
sobreviven y se ven con ojos agradecidos.

Beguán sacaba fotos para Canal 10 y se preocupó por recorrer los barrios. "Fui a Observatorio,
Las Flores, la zona del parque Sarmiento, todo se iba cerrando con las barricadas que armaban
los vecinos. Fue la parte no planificada, más espontánea del Cordobazo".

Echenique filmaba para Canal 13 de Buenos Aires. "Armábamos paquetes con los rollos, los
llevaban los pilotos de Aerolíneas, allá los esperaba un motociclista en el aeropuerto y el 29 a
la noche en Buenos Aires vieron lo ocurrido en Córdoba durante la mañana". Era un récord
para la época.

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