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Confianza Propia

29 marzo, 2013 | Autor: Lic. Rhiner Vanesa | Publicado en Psicología

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Qué es la Confianza
Para empezar a hablar de la confianza, veamos cómo Torcida (1993), la define:

La confianza es el sentimiento que uno siente hacia el otro cuando tiene la seguridad, la certeza,
de poderse abrir y exponer totalmente, sabiendo que no va a ser desvalorizado, aún cuando el
otro no comparta aquello con lo que uno se ha expuesto” (pp. 142-143).

Confianza Propia
El mejor estímulo para realizar buenas acciones es el convencimiento de que somos capaces de
llevarlas a cabo. Enemigo es el que quebranta la fe en nosotros mismos, en nuestra capacidad
para realizar nuestros propósitos, porque si perdemos la confianza propia se desvanece todo
poder y facultad. Nunca llegará el éxito a mayor nivel que el que alcance la confianza del
individuo en lograrlo.

Por mucha que sea la capacidad, nunca llegará el éxito de un hombre a más alta cumbre que la
de nivel de confianza en sí mismo. Cada cuál puede hacer lo que cree que puede hacer, y no
será capaz de hacer lo que crea que no puede hacer. Ésta ley es inexorable.

Poco importa lo que los demás opinen de nosotros, de nuestros proyectos y aspiraciones. Menos
importa todavía que nos llamen visionarios, ilusos o soñadores. Debemos creer en nosotros
mismos, pues en cuanto perdamos la propia confianza seremos apóstatas y desertores de
nuestro ideal.

Que ni la opinión de la gente ni los rigores de la adversidad quebranten nuestra confianza


(Marden, 1921, pp. 153-155). Para Marden (1921), la confianza en uno mismo, tiene relación
con la educación recibida y atrae una serie de consecuencias, como aquellos que se figuran que
lo de los demás es demasiado bueno para ellos. No echan de ver cuánto se perjudican con esta
actitud de menosprecio, que los inutiliza para esperar de sí mismos cuanto podrían obtener si
confiarán en sus facultades.

“Nadie será gigante si se tiene por pigmeo, porque la estatura es siempre según el modelo y el
modelo es la interna visión” (Marden, 1921, p. 157).

Los hombres con éste sentimiento de inferioridad serán inferiores hasta que por auto educación
reconozcan su valor. Hay quienes se contraen a tareas vulgares o medianas y vegetan en la
oscuridad, porque no se atreven o no saben poner en acción sus energías.

El persistente pensamiento de que no valemos tanto como otros, de que somos seres débiles
estando inútiles rebajará el nivel de nuestra conducta y estabilizará nuestra capacidad. Éste
sentimiento de inseguridad en uno mismo, también lo comenta Gellman (1987), haciendo
alusión a que es un sentimiento que en algún momento todos experimentamos en mayor o
menor grado. Gellman (1987)  lo cataloga como una especie de “crítico subconsciente”, que le
dice porque no puede, debe o nunca conseguirá esto o aquello.
Explica que en dosis pequeñas, la inseguridad puede ayudarle a tomar decisiones prudentes y
sensatas; pero si es exagerada, puede trasformar un panorama positivo en negativo y poner en
peligro su éxito y su felicidad, incluso su bienestar físico.

“Cuando experimenta usted una crisis de inseguridad, ansia, probablemente, tener al lado a
alguien a quien ama o admira, en la esperanza de que fortalezca su confianza, ayudándole a
comprender sus cualidades positivas y sus logros” (Gellman, 1987, p. 21).

Conocer las características de nuestra inseguridad para Gellman, posibilita la utilización de


nuestra energía para la creación de nuevas alternativas. Podemos confiar en nosotros mismos y
en nuestras decisiones, y no envidiaremos el éxito de los demás. Con respecto a esto, Muñoz de
Visco (1999), dice lo siguiente:

“Una buena autoestima está relacionada con el conocimiento y aceptación de características


personales; está estrechamente relacionada con la posibilidad de desarrollar las potencialidades
que son inherentes a cada persona” (p. 68).

Gellman, recalca la importancia de los primeros meses y años de vida, como etapa fundamental
para que el niño adquiera la seguridad y confianza en sí mismo, siempre que haya recibido
mediante el tacto, el oído, la vista, etc., estímulos positivos.

Refiriéndose a la teoría rogeriana, la autora Muñoz de visco, comenta que dicha teoría, se centra
sobre los modos en que las evaluaciones de una persona realizada por otros, también en
especial durante la niñez, tienden a separar sus experiencias directas de las de sí mismos. Si el
niño recibe de sus progenitores una consideración positiva e incondicional (que incluye amor,
respeto, aceptación) no tendrá necesidad de negar sus experiencias, creando en el niño un
sentimiento de seguridad y confianza.

En cuanto a las personas que no han tenido ésta suerte, Gellman comenta: En el ejercicio de mi
profesión, he podido observar que las personas que menos confianza y seguridad en sí mismas
poseen son aquellas que nacieron prematuras o enfermizas y se pasaron muchos meses en el
hospital, muy bien atendidos desde el punto de vista sanitario, pero sin apenas recibir afecto. O
bien aquellas que fueron cedidas en adopción y pasaron los primeros meses de vida en orfanatos
o en los hogares de varios progenitores adoptivos (p.41).

Al hacerse personas adultas, estas personas necesitarán la aprobación de sus semejantes en


mayor medida que otras personas y tendrán dificultades para establecer relaciones.
Satisfactorias. Andarán por la vida buscando la aprobación de los demás antes que la suya
propia, o bien adoptarán una actitud contraria y entonces intentará demostrarse capacidad,
ejerciendo un abusivo dominio sobre los demás.

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