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Pienso que todos los que trabajamos en el campo de las relaciones humanas
enfrentamos el mismo problema respecto de la manera en que deseamos
emplear los conocimientos adquiridos. No podemos atenernos
incondicionalmente a esos hallazgos, pues corremos el riesgo de destruír las
cualidades personales cuyo inmenso valor demuestran esos estudios. En mi
opinión, debemos usarlos como parámetro para evaluar nuestra propia
experiencia y luego formular hipótesis personales, que serán usadas y
examinadas en nuestras relaciones posteriores.
No deseo indicar el modo en que han de emplearse los hallazgos que he
presentado. Prefiero señalar el tipo de preguntas que me sugieren estos
estudios y mi propia experiencia clínica y mencionar algunas de las hipótesis
provisionales que guían mi comportamiento cuando establezco relaciones que
intentan ser de ayuda, ya sea con estudiantes, subordinados, familiares o
clientes. He aquí algunas de estas preguntas y consideraciones:
1. ¿Cómo puedo ser para que el otro me perciba como una persona digna
de fe, coherente y segura, en sentido profundo? Tanto la investigación
como la experiencia indican que esto es muy importante, y en el transcurso de
los años he descubierto respuestas más adecuadas y profundas a este
interrogante. En una época pensé que si cumplía todas las condiciones
externas de la confiabilidad -respetar los horarios, respetar la naturaleza
confidencial de las entrevistas, etcétera- y mantenía una actuación uniforme
durante las entrevistas, lograría ese objetivo. Pero la experiencia me demostró
que cuando una actitud externa incondicional está acompañada por
sentimientos de aburrimiento, escepticismo o rechazo, al cabo de un tiempo es
percibida como inconsecuente o poco merecedora de confianza. He llegado a
comprender que ganar la confianza del otro no exige una rígida estabilidad,
sino que supone ser sincero y auténtico. He escogido el término “coherente”
para describir la manera de ser que me gustaría lograr. Esto significa que debo
poder advertir cualquier sentimiento -o actitud que experimento en cada
momento. Cuando esta condición se cumple, soy una persona unificada o
integrada, y por consiguiente
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puedo ser tal como soy en lo profundo de mí mismo. Esta es la realidad que
inspira confianza a los demás.
Si deseo brindar mejor ayuda, antes debo desarrollar y aceptar esos aspectos
en mí.
10. Veamos una última pregunta: ¿Puedo enfrentar a este otro individuo
como una persona que está en proceso de transformarse o me veré
limitado por mi pasado y el suyo? Si en mi contacto con él lo trato como a
un niño inmaduro, un estudiante ignorante, una personalidad neurótica o un
psicópata, cada uno de estos conceptos que aporto a la relación limita lo que
él puede ser en ella. Martín Buber, el filósofo existenicialista de la
Universidad de Jerusalén, tiene una frase -"confirmar al otro"- que reviste
gran significado para mí. Dice: “Confirmar significa . . . aceptar la total
potencialidad del otro. . . Puedo reconocer en él, conocer en él a la persona
que ha sido . . . creada para transformarse . . . Lo confirmo en mí mismo, y
luego en él, en relación con esta potencialidad que . . . ahora puede
desarrollarse, evolucionar." Si considero a la otra persona como a alguien
estático, ya diagnosticado y clasificado, ya modelado por su pasado,
contribuyo a confirmar esta hipótesis limitada. Si, en cambio, lo acepto como
un proceso de transformación lo ayudo a confirmar y realizar sus
potencialidades.
En este punto, me parece que Verplanck, Lindsley y Skinner, que estudian el
condicionamiento operante, se unen a Buber, el filósofo y el místico. Al
menos se unen en principio, de una manera extraña. Si en una relación sólo
veo una oportunidad de reforzar ciertos tipos de palabras u opiniones del otro,
tiendo a confirmarlo como objeto: un objeto básicamente mecánico y
manipulable. Si esto constituye para mí su potencialidad, el otro tenderá a
actuar de maneras que corroboren esa hipótesis. Si por el contrario, veo en la
relación una oportunidad de “reforzar” todo lo que la otra persona es, con
todas sus potencialidades existentes, ella tenderá a actuar de maneras que
confirmen esta hipótésis. Entonces, según el término empleado por Buber, lo
habrá confirmado como persona viviente, capaz de un desarrollo creativo
inmanente. Personalmente prefiero este último tipo de hipótesis.
Conclusión.