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Innovando con el modelo de Educación Deportiva:
si buscas resultados distintos, no eduques de la misma manera
Primera edición: 2020
ISBN: 9788417979157
ISBN eBook: 9788417979645
Depósito Legal: SE 358-2020
© del texto:
Sixto González-Víllora (coord.)
Carlos Evangelio Caballero
Eva Guijarro Jareño
Irene Rocamora Ortega
© de las ilustraciones:
Guillermo Moya Raposo
© de esta edición:
Editorial Aula Magna, 2020. McGraw-Hill Interamericana de España S.L.
editorialaulamagna.com
info@editorialaulamagna.com
Impreso en España – Printed in Spain
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4
A los colegios y alumnos que nos han permitido vivenciar experiencias
enriquecedoras y que
nos motivan para seguir aprendiendo día a día y para continuar con
nuestra labor docente.
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Índice
Prólogo 15
6
3.4.6. Combinación o hibridación con otros modelos pedagógicos 88
3.5. Conclusiones 89
7
Capítulo 6. Iniciación al mini-bádminton mediante el modelo de Educación Deportiva:
All England Open 153
6.1. Introducción 153
6.2. Metodología 154
6.2.1. Estructura de las sesiones 155
6.2.2. Agrupaciones y reparto de roles 156
6.2.3. Materiales y espacios 158
6.2.4. Relación con las competencias del currículo 158
6.3. Evaluación 159
6.4. Conclusiones 160
6.5. Propuestas de mejora en la implementación práctica 162
6.6. Secuenciación de las sesiones 164
6.7. Anexos 172
Anexo 1. Autoevaluación cuestionario de responsabilidad personal y social adaptada de Doolitle y
Fay (2002). 172
Anexo 2. Instrumento de rendimiento de juego en bádminton (adaptado de Fernández-Río, 2011) 173
8
8.3. Métodos de cuantificación de la actividad física y su aplicación en el modelo de Educación
Deportiva 201
8.3.1. Medición de la frecuencia cardíaca (FC) mediante palpación 204
8.3.2. Autoinformes 205
8.3.3. Observación directa-System for Observing Fitness Instruction Time (SOFIT) 208
8.3.4. Podómetros 210
8.3.5. Wearable Devices (WD)/servicios de tecnología portátil 211
8.3.6. Acelerómetros 213
8.3.7. Monitor de frecuencia cardíaca 215
8.4. Conclusiones 217
Conclusiones 247
Referencias 253
Sobre los autores 273
9
Prólogo
Es la primera vez que alguien me pide prologar un libro, por lo que para mí es un gran
honor que estos autores hayan querido que lo haga. Acepto gustosamente, por la calidad
humana y profesional de los mismos, pero también por el magnífico libro que han
escrito. Se trata de una obra de carácter teórico-práctico centrada en uno de los modelos
pedagógicos más utilizados e investigados en todo el mundo: la Educación Deportiva.
Por lo tanto, el tema del libro tiene especial relevancia y debe ser tomado como tal.
A lo largo del mismo se suceden los diferentes capítulos con diferente orientación.
Comenzando, como no podría ser de otra manera, con un primer capítulo introductorio
en el que se desgranan los elementos fundamentales del modelo. Este es fundamental
para dar a conocer al lector las piezas claves del mismo y poder así entender las
bondades del mismo para su puesta en práctica. Este capítulo será muy importante para
todos aquellos docentes, presentes y futuros, que quieran acercarse al modelo y llevarlo
a sus aulas. En el segundo y tercer capítulo los autores hacen un repaso exhaustivo a la
literatura científica publicada, tanto en nuestro país como fuera de él, en los últimos
años. Estos capítulos están dirigidos a todos aquellos investigadores, noveles y/o
experimentados, que quieran tener «a mano» las referencias de las múltiples
investigaciones llevadas a cabo en relación al modelo de Educación Deportiva.
El resto de capítulos del libro plantean cómo desarrollar el modelo de manera práctica
a través de diferentes contenidos. Y aquí viene la primera sorpresa, ya que no se limitan a
contenidos deportivos habituales (i.e., futbol, baloncesto, balonmano...), sino que han
buscado deportes que no han sido frecuentemente desarrollados a través de este modelo.
Así, en el capítulo cuarto los autores usan el deporte del floorball como eje central de
la propuesta, pero al mismo tiempo ponen su mirada en otro tema imprescindible en
cualquier contexto educativo actual: el tratamiento del alumnado con necesidades
específicas de apoyo educativo. Me parece un acierto esta «mezcla», ya que la mayoría
de veces nos olvidados que todas las aulas de Educación Física son diversas y nuestros
planteamientos metodológicos deben atender a todos los alumnos. Además, existen muy
pocos textos del modelo de Educación Deportiva en el que se atienda de manera
específica a este tipo de alumno, por lo que la aportación de este capítulo es muy
significativa. En el capítulo cinco se aborda un deporte muy poco desarrollado desde la
Educación deportiva: el atletismo. Además, se plantea una hibridación con un modelo
pedagógico emergente: el modelo ludotécnico, lo que supone una verdadera novedad
metodológica. Dentro del atletismo se plantea una modalidad, el pentatlón griego, poco
10
a nada conocida por el alumnado y que expande las posibilidades de interdisciplinariedad
de la Educación Física, fortaleciéndola. Como en el capítulo anterior, hay una atención
cuidada al alumnado con necesidades específicas de apoyo educativo. El capítulo seis
incluye el bádminton, quizá un deporte ya bastante conocido, pero que en esta ocasión se
«disfraza» para que los alumnos puedan vivir una de las competiciones más importantes
del mundo, el All England Open. Supone el modelo de Educación Deportiva un marco
perfecto para que todos los estudiantes se puedan poner en la piel de los participantes en
este prestigioso torneo internacional. El capítulo siete ofrece otra gran novedad, el
tratamiento de contenidos como la dramatización y el baile desde el modelo de
Educación Deportiva. A priori muy alejados los unos del otro, los autores del libro han
sabido juntarlos para el beneficio de los estudiantes de una manera muy estimulante.
Además, como en capítulos anteriores, vuelven a tener en cuenta al alumnado con
necesidades específicas de apoyo educativo haciendo aportes para su perfecta inclusión
en la clase. En el capítulo octavo se desarrolla un contenido no-deportivo: la salud.
Completa, pues, este capítulo todos los bloques de contenidos tradicionales de la
Educación Física, mostrando todas las posibilidades del modelo pedagógico de
Educación Deportiva. La salud debe ser el eje central de la labor docente tanto en
Educación Primaria como Secundaria, y este capítulo del libro nos muestra cómo
hacerlo. El capítulo noveno y final pone la guinda al pastel, los autores saltan fuera del
ámbito de la Educación Física y plantean el uso del modelo de Educación Deportiva en
el contexto deportivo extraescolar. Nuevamente, este capítulo es una muestra del
esfuerzo de abarcar nuevos campos y expandir el modelo a nuevos ambientes. Además,
como en todos los capítulos, hay un punto extra, y en este caso lo pone un deporte
«especial» como es el fútbol para ciegos, muy indicado para sensibilizar a todos los
estudiantes.
A modo de conclusión, solo me queda dar la enhorabuena a Sixto, Carlos, Eva e Irene,
autores de este libro, porque constituye una aportación significativa a la bibliografía del
campo de conocimiento y de la práctica de la Educación Física.
11
Marco teórico del modelo de Educación
Deportiva
12
Capítulo 2
2.1. Introducción
El modelo de Educación Deportiva (ED) fue desarrollado por el norteamericano Daryl
Siedentop (1982) con la intención de mejorar y cambiar la forma de enseñar el deporte
en los High Schools estadounidenses, o centros educativos de secundaria, ya que el
deporte en educación física (EF) se había planteado desde la enseñanza de contenidos
descontextualizados, con poca transferencia al deporte real y siendo poco atractivo para
los alumnos. Por tanto, Siedentop comenzó a crear un modelo pedagógico con el que los
alumnos fuesen partícipes en su proceso de enseñanza-aprendizaje y vivenciasen
experiencias deportivas más auténticas (Siedentop, Hastie y van der Mars, 2019),
potenciando la práctica deportiva más allá del entorno escolar. Desde entonces, la
repercusión de la ED ha sido notable, encontrando una gran cantidad de intervenciones
realizadas, que se han ido recogiendo en diferentes revisiones (Tabla 1).
25
26
En primer lugar, se analizarán aquellas revisiones que han recogido y analizado los
estudios publicados desde el origen del modelo, hasta el año 2010, aproximadamente.
La primera revisión sistemática sobre la ED fue realizada por Wallhead y O’Sullivan
(2005), y pretendía concretar qué es lo que se sabía sobre el modelo y su repercusión en
los alumnos, que comenzó su implementación por diferentes países como Australia (p.
ej. Alexander, Taggart y Medland, 1993), Estados Unidos (p. ej. Hastie, 1996) o
Inglaterra (p. ej. Kinchin, 2001). De este modo, y a partir de los principales resultados
recogidos en los diferentes artículos de dicha revisión (62 artículos; Wallhead y
O’Sullivan, 2005), se sostiene que la ED supone una metodología propicia para aplicarse
en el sistema educativo de diversos países, favoreciendo la responsabilidad y
cooperación del alumnado, y, por lo tanto, su desarrollo personal y social. Sin embargo,
el liderazgo que asumen algunos alumnos puede limitar una participación equitativa por
parte de todos los alumnos, e implementar de forma efectiva el contenido deportivo que
se desee impartir. Por último, los autores proponen como prospectivas futuras examinar
las dinámicas de interacción entre alumnos, y el aprendizaje del contenido y su
aplicación durante el desarrollo de la ED, así como la enseñanza de las dimensiones
culturales del deporte.
Unos años más tarde, Hastie et al. (2011) realizaron una nueva revisión sistemática
con 38 estudios, con el objetivo de actualizar las intervenciones recogidas en la anterior
revisión (Wallhead y O’Sullivan, 2005), y exponiendo los resultados y conclusiones
hasta el año 2010. En ella, se mostró una expansión de los países donde se implementó e
investigó, tales como Hong Kong (Cruz, 2008) o Rusia (Sinelnikov, Hastie y Guarino,
2009). En este periodo se elaboraron diseños de investigación más complejos, con
intención de conocer datos más precisos de las posibilidades del modelo, y aplicados
con un mayor número de alumnos para que los resultados fuesen más generalizables y
consistentes. Además, con la ED los alumnos demostraron mayor implicación y
resultados positivos en variables motivacionales al participar en temporadas de ED. Sin
embargo, las conclusiones de esta revisión muestran que todavía se requiere profundizar
en aspectos relacionados con la enseñanza entre iguales y la transferencia de
aprendizajes a la comunidad deportiva (Hastie et al., 2011).
De manera paralela a estas dos revisiones se publicaron otras dos que recogieron
trabajos que estudiaron aspectos más específicos de la ED. Por un lado, Harvey et al.
(2011) realizaron una revisión con el objetivo de recoger todas aquellas intervenciones
que aplicaron dicho modelo (29 estudios) aportando información sobre: (I) cómo
contribuye a desarrollar un comportamiento ético en relación a aspectos sociales y
27
morales (p. ej. aspectos como la inclusión, la responsabilidad, la pertenencia a un grupo
y/o el juego limpio en el alumnado); (II) y cómo puede llegar a ser un deportista culto.
Para ello, los autores proponen determinadas aplicaciones pedagógicas encaminadas a
favorecer experiencias deportivas que desarrollen el ámbito social y moral de los
alumnos como, por ejemplo, la elaboración de contratos éticos y/o paneles deportivos
para garantizar que el proceso es educativo y formativo (Harvey et al., 2011).
Por otro lado, Araújo et al. (2014) recogieron aquellos estudios publicados desde su
origen hasta 2013 (23 publicaciones), que evaluaron el aprendizaje de los estudiantes
durante la ED, así como la adquisición de habilidades o el conocimiento táctico del
deporte. Los estudios de la revisión mostraron que la ED supone una metodología
apropiada para mejorar el aprendizaje del alumnado. No obstante, la revisión muestra que
en ocasiones son los chicos y/o los alumnos con mayor nivel de habilidad los que más
mejoran, mientras que en otros son las chicas y/o los alumnos con un nivel menor, por
lo que se recomienda un mayor análisis sobre el efecto del género y/o el nivel de
habilidad del alumnado en la implicación en el juego y el aprendizaje (Araújo et al.,
2014). En este sentido, pueden aplicarse diversas estrategias, como asignar roles con un
peso relevante en el equipo (p. ej. entrenador o capitán) a aquellos alumnos que menos
se impliquen o más necesiten aumentar su aprendizaje. Además, los autores sugieren que
los resultados negativos o la falta de mejoras pueden solucionarse con estrategias como
aumentar el tiempo que se concede al alumnado para adquirir su aprendizaje, o que la
implementación de hibridaciones de ED con otros modelos que favorezcan una
perspectiva de aprendizaje e implicación del juego podría ser efectiva.
Con lo cual, en la primera década del siglo XXI, la aplicación de la ED ha tenido un
crecimiento favorable para ir situándose como un modelo pedagógico estructurado y
consolidado, a partir de una metodología didáctica que puede ser incluida en el sistema
educativo de diversos países y con evidencias científicas que sustentan su validez
pedagógica.
28
facilitar al lector los estudios presentes en la literatura científica. Con lo cual, se
analizarán las diferentes innovaciones llevadas a cabo en el sistema educativo de
diferentes países, con grupos de alumnos de entre 6-18 años, es decir, en una franja de
edad propia de la Educación Primaria (EP), Secundaria (ES) y Bachillerato. Estos
trabajos se recogen en la Tabla 2, detallando los siguientes apartados:
29
31
33
35
37
39
41
43
Como se puede observar, la Tabla 2 es una herramienta que facilita y sintetiza la
información para poder diseñar temporadas de ED en el futuro, en función de los
resultados o ámbitos de aprendizaje fundamentales que se quieran trabajar (p. ej., si se
pretende aumentar la motivación en el alumnado, se pueden recurrir a aquellos estudios
que contribuyan al ámbito afectivo). No obstante, para aquellos que quieran profundizar
en algún sentido sobre el modelo de ED se recomienda revisar las referencias concretas
que resulten de interés.
En este sentido, y como se puede observar en la Tabla 2, desde el año 2011 hasta la
actualidad se han podido recoger un total de 42 artículos que describan con claridad el
objetivo, método aplicado y resultados obtenidos al implementar una temporada de ED.
En el siguiente apartado se analizan los resultados y conclusiones obtenidos para aportar
argumentos basados en evidencias científicas que faciliten el diseño de propuestas
prácticas para su implementación en diferentes contextos educativos y deportivos.
Las primeras revisiones de la ED (Harvey et al., 2011; Hastie et al., 2011; Wallhead y
O’Sullivan, 2005) demuestran que el modelo de ED puede ser aplicado en diferentes
países. Posteriormente, se evidencia la expansión de su aplicación en mayor número de
países, tales como: Portugal (p. ej. Araújo et al., 2019), Brasil (Ginciene y Matthiesen,
2017), Taiwan (Pan et al., 2019) o España (para profundizar ver el Capítulo 3 de este
libro). Este hecho queda también demostrado en las revisiones publicadas del modelo
más recientemente (p. ej. Evangelio et al., 2018; Hastie y Wallhead, 2016).
En estas publicaciones se ha comprobado que el alumnado es capaz de adquirir los
objetivos que se propone la ED (ser jugadores/alumnos cultos, competentes y
entusiastas; p. ej. Wahl-Alexander et al., 2016), y que sus características facilitan el
desarrollo autónomo y la adquisición de responsabilidad por parte de los alumnos (p. ej.
Perlman, 2012b).
De esta manera, la ED ha demostrado ser una metodología apta para ser aplicada en el
sistema educativo de diferentes países, debido, entre otros aspectos, a características
como la participación de grupos o equipos durante una temporada con fases marcadas.
44
Tanto en las revisiones de la bibliografía realizadas (Hastie et al., 2011; Wallhead y
O’Sullivan, 2005), como en los trabajos recogidos en la Tabla 2, se ha mostrado una
tendencia a implementar el modelo con deportes colectivos en los que asumen dichas
características con facilidad, y que suelen usarse en EF, tales como deportes de invasión
(p. ej. floorball; Wallhead et al., 2013), de cancha dividida (p. ej. voleibol; Pan et al.
2019) o de campo y bate (p. ej. Layne y Hastie, 2014a).
Sin embargo, siempre y cuando se realicen las modificaciones necesarias, el modelo
de ED puede implementarse con otro tipo de deportes o contenidos, tales como:
atletismo (p. ej. Pereira et al., 2015), salto de cuerda (Layne y Hastie, 2012), danza (p.
ej. Richardson y Oslin, 2003) o crossfit (Ward et al., 2017). Por ejemplo, si la ED se
pretende aplicar con contenidos realizados como la dramatización, se puede adaptar la
temporada para que se vayan confeccionando bailes, vestuario y/o materiales que se
expongan en una fase final a modo de exhibición/competición, en lugar de alternar
competición y entrenamientos. Además, en el Capítulo 5 se puede observar otro
ejemplo de cómo llevar a cabo el modelo de ED con un deporte individual como el
atletismo.
Por otro lado, las temporadas de ED se han implementado de forma satisfactoria
desde cuarto de EP (p. ej. Layne y Hastie, 2015), hasta bachillerato (p. ej. Pan et al.,
2019), mostrando una tendencia a ser aplicado en los últimos cursos tanto en EP (quinto
y sexto), como en ES, probablemente buscando la mayor madurez de los estudiantes en
cada etapa educativa que facilite aspectos de organización y adquisición de
responsabilidades. Solo se ha encontrado una implementación en segundo de EP (Layne
y Hastie, 2014a), destacando que el profesor requiere una preparación exhaustiva antes
de comenzar la temporada, y entre cada una de las fases, pero a pesar de ello, es viable su
aplicación didáctica.
En definitiva, el modelo de ED supone una metodología apropiada y consolidada en
alumnos con edades preadolescentes o adolescentes (10-18 años), y requiere de mayor
preparación en alumnos con edades más tempranas (6-9 años), siempre realizando las
adaptaciones metodológicas pertinentes. De este modo, en el Capítulo 7 se muestra un
ejemplo práctico de cómo se ha adaptado una temporada de ED en primero de EP con
expresión corporal: dramatización y baile.
En conclusión, se puede observar que el propósito planteado por Siedentop (1982) de
crear un modelo para la enseñanza deportiva en ES no solo ha sido cumplido, sino que
además se ha ampliado con éxito en EP y en diversos contenidos, tratando de mejorar la
enseñanza tradicional que se imparte en EF (ver apartado 2.3.2.).
45
2.3.2. Comparativa de la ED con el MT: hacia la renovación
pedagógica
46
2.3.3. Influencia de la ED en el ámbito físico y cognitivo
47
2.3.4. Influencia de la ED en el ámbito afectivo y social
48
cambiar la implicación en las sesiones de aquellos alumnos que tiendan a ser pasivos
(Smither y Zhu, 2011), o a aquellos alumnos que están más desmotivados (p. ej.
Perlman, 2011; 2012a). Por ejemplo, la satisfacción que se provoca con la ED, la
afiliación y pertenencia a un equipo, con la interacción entre estudiantes que se genera, y
el hecho de participar en una evaluación holística del proceso e interactuar con el
profesor, han supuesto metodologías propicias para aumentar la motivación de aquellos
alumnos desmotivados.
Además, un aspecto clave en este sentido es que el alumno aprenda a controlar el error
de forma positiva y como una herramienta que forma parte del proceso de enseñanza-
aprendizaje (Chong y Penney, 2013). A su vez, y debido al carácter competitivo que tiene
la ED, es necesario promover dicho aprendizaje junto con la idea de que cada alumno
posee unas capacidades diferentes, que tiene que desarrollar según sus posibilidades. De
lo contrario, el hecho de cometer errores de forma constante durante el desarrollo del
juego puede frustrar al alumno y acabar desmotivándolo o favoreciendo que no participe,
pues ha asumido un rol de incompetencia aprendida. Igualmente, si es un compañero el
que comete dichos errores, y ello perjudica a un partido de la fase de competición,
puede haber reproches por parte de los compañeros que perjudiquen las relaciones
sociales del grupo. En este sentido, pueden establecerse reuniones grupales para que los
alumnos se apoyen entre sí, pudiendo existir un rol específico encargado de motivar,
mediar y animar a sus compañeros en función de sus posibilidades/limitaciones (p. ej.
capitán).
Por último, se indican resultados positivos en la adquisición de metas sociales por
parte del alumnado (Wallhead et al., 2013), pudiendo incluso llegar a establecer
relaciones a nivel internacional con otros alumnos, si su grupo forma parte de un
colectivo formado por equipos que compiten en temporadas llevadas a cabo en centros
escolares de otros países, y comparten información de su participación mediante el uso
de nuevas tecnologías (Hastie et al., 2013). Las relaciones internacionales se pueden
usar con diferentes objetivos, tales como:
49
Figura 1. Realización del desfile de los equipos con
banderas de diferentes equipos/países en un ambiente
festivo propio de la fase final.
Fuente: Guillermo Moya Raposo
I) Para compartir aspectos culturales del deporte de un país (p. ej. como es el deporte
más practicado, o la bandera de dicho país para elaborarla y usarla en la festividad,
como se muestra en la Figura 1).
II) Para comunicarse con alumnos de otros países o proponerles retos (p. ej. si se
practica un deporte como el crossfit, se pueden hacer retos físicos entre alumnos de
distintos centros).
III)Para comparar aspectos propios de la ED (p. ej. récords conseguidos en su centro o
competiciones intercentros) mediante vídeos o blogs que pueda consultar el
alumnado.
Una vez descritos los resultados de la ED que favorecen los ámbitos de aprendizaje, en
el siguiente epígrafe (2.3.5.) se analizarán las hibridaciones del modelo de ED con
otros.
50
demostrado en la reciente revisión de González-Víllora et al. (2018). De este modo, en
esta publicación se han expuesto hibridaciones de la ED con el modelo de
Responsabilidad Personal y Social (MRPS; Hellison, 2011), que han contribuido
principalmente a desarrollar los ámbitos social/afectivo, o modelos que se relacionan
con una perspectiva centrada en el juego (Harvey y Jarrett, 2013), como por ejemplo el
modelo de enseñanza a través de la comprensión, en inglés Teaching Games for
Understanding (TGfU; Bunker y Thorpe, 1982), que mejoran fundamentalmente los
ámbitos físico y cognitivo.
Según han concluido estos autores (González-Víllora et al., 2018), las hibridaciones
entre modelos pedagógicos han contribuido a mejorar los resultados (beneficios
didácticos) y reducir algunas de las limitaciones que pueden presentar las
implementaciones de los modelos pedagógicos de forma aislada (p. ej. las hibridaciones
entre ED-SGA solventan la limitación propuesta por Wallhead y O’Sullivan sobre que la
ED debe estudiar el aprendizaje del contenido y su aplicación, como ocurre en el
estudio de Araújo et al., 2019).
Concretamente, Dyson, Griffin y Hastie (2004) subrayaron que algunos modelos
pedagógicos, como la ED y el TGfU, favorecen contextos de aprendizaje situado a través
de actividades específicas, significativas y auténticas con respecto al deporte, lo que
hace que sean fácilmente combinables. Esto se debe a que ambos modelos tratan
aspectos propios del deporte y los integran dentro de sus metodologías. Por ejemplo, se
puede usar el TGfU, que emplea el juego como elemento central para aprender aspectos
táctico-técnicos del deporte, mientras que con la ED se pueden crear situaciones en las
que los alumnos practiquen de forma autónoma dichos juegos, a través de roles que
conocen dichos principios tácticos, para luego aplicarlas en un formato de competición
similar al deporte real.
Las hibridaciones entre ED-TGfU han demostrado que el alumnado valora de forma
positiva participar con esta metodología, pero es necesaria una experiencia y formación
docente notable para aplicar tanto esta hibridación (Stran et al., 2012), como la de otros
modelos y/o hibridaciones, para no limitar su efecto o posibilidades (Casey y MacPhail,
2018).
Por su parte, Pritchard et al. (2014) trataron de comparar las diferencias de
implementar la ED con el Tactical Games model en una clase coeducativa y en una clase
con alumnos con un único sexo. Se observó que los resultados a nivel de aprendizaje son
mejores en el grupo coeducativo, además de aprender similitudes y diferencias
individuales de las capacidades y características de sus compañeros. Sin embargo, las
51
chicas intervienen más y mejor en el deporte, y los chicos mejoran el juego en equipo,
en el grupo que diferencia por sexo. Este factor puede deberse a que a los discentes les
falta participar en más sesiones o temporadas coeducativas para conocerse mejor y
desarrollar más confianza entre chicos y chicas, de manera que no se inhiban a la hora de
participar y confíen más en sus posibilidades.
Además de esto, la ED también se ha combinado con otros dos modelos pedagógicos:
Invasion Games Competence Model (IGCM) y Step Games Approach (SGA). En
primer lugar, la hibridación entre ED-IGCM ha contribuido a mejorar la toma de
decisiones, así como la ejecución táctica ofensiva y defensiva de las acciones, sobre
todo por parte de las alumnas y aquel alumnado con menor nivel de pericia (Mesquita et
al., 2012). Esta mejora en el rendimiento de juego se puede adquirir en las diferentes
estructuras tácticas de deportes de invasión (Farias et al., 2019): preparar un ataque y
crear oportunidades de anotar (ofensivas), o prevenir la preparación de un ataque y que
anote el rival (defensivas). En segundo lugar, la combinación ED-SGA también ha
favorecido la eficacia en el deporte practicado por parte del alumnado, especialmente
aquel de bajo nivel de habilidad física percibida (Araújo et al., 2016), debido a que
mejora su toma de decisiones y ejecución durante el juego (Araújo et al., 2019). En este
sentido, el rol de entrenador se puede considerar como un aspecto clave, ya que
aprenden el contenido que se les transmite y son responsables para transmitirlo y
hacérselo comprender a sus compañeros (Araújo et al., 2017), a pesar de que en
ocasiones muestran dudas para entender el objetivo de las tareas (Araújo et al., 2013)
que requieren de atención y refuerzo por parte del docente.
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Figura 2. Alumnos implicados en un juego con
ataque y defensa, en el cual aplican toma de
decisiones y ejecución de las habilidades entrenadas
previamente.
Fuente: Guillermo Moya Raposo
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ejemplo el modelo de empoderamiento deportivo, en inglés empowering sport model
(Hastie y Buchanan, 2000).
Por un lado, Schwamberger y Curtner-Smith (2019) compararon dos hibridaciones
entre ED-MRPS y MT-MRPS, comprobando que el hecho de implementar la ED
aumenta en mayor medida que el MT aspectos como la pasión, la autoeficacia o la
responsabilidad, y, por lo tanto, un mayor rendimiento en el juego en el alumnado. Por
otro lado, Hastie y Buchanan (2000) crearon un nuevo modelo cuyo objetivo fue el
empoderamiento del alumno en su enseñanza-aprendizaje, favoreciendo su
responsabilidad social, empoderamiento personal y competencia deportiva.
Todo ello abre una relevante e incipiente prospectiva de innovación e investigación
educativa: si cada modelo con base científica tiene su propia línea de estudio y
desarrollo, al añadirse posibles combinaciones/hibridaciones entre ellos, las
posibilidades pedagógicas se multiplican y se favorece la contextualización de estos
modelos en cada centro educativo. La limitación en este sentido es que el docente
domine la puesta en práctica de varios modelos pedagógicos a través de formación en
los mismos, reuniones con expertos en su aplicación para compartir experiencias y/o la
propia práctica en dichas metodologías a través de su implementación.
2.4. Conclusiones
El modelo de ED ha tenido un amplio recorrido desde su origen en 1982 hasta la
actualidad, habiéndose aplicado en sistemas educativos de diferentes países por todo el
mundo con resultados favorables. Especialmente, se ha profundizado en sus diversas
opciones pedagógicas en las últimas dos décadas. El modelo se creó con el objetivo de
ser aplicado en ES y con contenidos deportivos. Sin embargo, la evolución de la
investigación con la ED ha aportado versatilidad a su implementación en niveles
educativos y contenidos que se pueden poner en práctica, a través de la adaptación de
características como los roles o el tipo de juegos/deportes utilizados, entre otros.
La epistemología del modelo de ED estuvo basada en mejorar y renovar las unidades
tradicionales que se impartían en EF, y en este sentido, se ha tratado de comparar su
efecto con el MT. La respuesta del alumnado es positiva para la ED, ya que muestran
preferencia por esta metodología, por poder tomar decisiones y tener autonomía, y
además aprenden en mayor medida sobre el contenido que se aplica. Por el contrario, en
ocasiones el MT puede tener mejores resultados en el ámbito físico, con respecto al
aprendizaje de habilidades y los niveles de actividad física moderada-vigorosa que
54
alcanza el alumnado en las sesiones, por lo que se deben tener en cuenta los aspectos
metodológicos, si se desea potenciar el ámbito de la condición física y la salud.
En consecuencia, una posible solución para fomentar dicho ámbito es la combinación
o hibridación de la ED con modelos que posean una perspectiva centrada en el juego,
como el TGfU, el SGA o el IGCM, ya que se ha concluido que además de mejorar la
toma de decisiones, también lo hace la ejecución de habilidades propias del contenido
que se utilice. Este tipo de combinaciones han sido estudiadas en numerosas ocasiones,
pero se requiere comprobar en mayor medida el efecto de las hibridaciones entre la ED
y modelos que contribuyan a un mayor desarrollo de los ámbitos social y afectivo, tales
como el MRPS o el Aprendizaje Cooperativo, por ejemplo, o entre la ED y modelos que
contribuyan al desarrollo del ámbito físico, como el modelo de Educación Física
Relacionada con la Salud.
Los ámbitos social y afectivo han sido los más desarrollados al aplicar la ED. Sus
características favorecen que se fomente la autonomía del alumnado; sus relaciones
sociales debido a la participación grupal; su responsabilidad mediante el desarrollo de
roles; su competencia para participar en el juego y en un deporte; sus NPB, y, por lo
tanto, su motivación por participar en el proceso; y su implicación activa hacia la
práctica de actividad física, llegando incluso a transferirla a momentos externos a la EF.
En conclusión, el modelo de ED ha tenido resultados positivos para poder transmitirlo
al sistema educativo de cualquier país y centro escolar específico, siempre teniendo en
cuenta las consideraciones y adaptaciones necesarias para hacerlo. Por ello, se precisa
una formación inicial y continua alrededor de este modelo pedagógico por parte del
profesorado, y que progresivamente tengan más experiencia en su aplicación, pues los
beneficios educativos para los discentes son múltiples y consistentes.
55