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Tema 7
Atención centrada en el paciente
Propósito
Sentencias resumen
Resumen
7.2. Introducción
En los 50, Koos propuso que se escuchara lo que tenían que decir los pacientes sobre la
asistencia sanitaria que recibían. Poco tiempo después, Donabedian sentó las bases de la
concepción actual de la calidad en el sector sanitario, incorporando definitivamente la
perspectiva del paciente como una medida del resultado de la atención sanitaria. Unos
años más tarde, Doll defendió que la atención sanitaria debía evaluarse considerando:
efectividad clínica, eficiencia y aceptabilidad por el paciente de la atención prestada.
La LAP y los desarrollos a nivel autonómico que se han venido produciendo cabe esperar
incidan en la transformación del modelo de relación entre pacientes y profesionales
sanitarios, entre ciudadanos y sistema de salud. Esta norma profundiza en temas como
la información, el consentimiento (aclarando en qué contexto debe producirse y
resolviendo problemas de la práctica), el derecho a la intimidad, la libertad de elección,
en el acceso a la historia clínica, o la figura del médico responsable de la información.
Introduce novedades como las voluntades anticipadas («testamento vital»), fija los
16 años como la mayoría de edad sanitaria (excepto para prestaciones muy concretas) y
da un trato preferencial al derecho a la autonomía.
Respecto de este último hay que considerar que el papel asignado al paciente en su
relación con los profesionales sanitarios ha ido cambiando conforme el desarrollo
socioeconómico, el nivel de vida y el régimen de libertades y derechos del ciudadano de
nuestras sociedades democráticas ha evolucionado. Nuevas y mejores prestaciones se
han abierto camino en la última década despertando, eso sí, expectativas entre los
ciudadanos que hasta hace poco no nos atrevíamos a imaginar. Estos cambios se están
produciendo en paralelo a un incremento del nivel cultural y académico de los españoles
y al desarrollo de las nuevas tecnologías de la comunicación que están permitiendo una
mayor accesibilidad a la información sanitaria.
También se ha comprobado que una participación más activa del paciente (preguntando,
manifestando sus preocupaciones, pidiendo explicaciones o expresando sus
preferencias) tiene sus ventajas: mejores resultados y mayor seguridad clínica. Es por
ello que han proliferado estudios sobre participación del paciente en las decisiones que
nos permiten conocer muchos aspectos relevantes de esa implicación.
Para que un paciente participe en las decisiones sobre qué tratamiento debe seguir,
deben darse las siguientes premisas:
» Que todas las preguntas que desee formular el paciente sean contestadas en términos
que pueda entender.
» Que el paciente pueda decidir hasta qué punto involucrarse en la toma de decisiones
sobre su salud.
» Que el paciente pueda acceder a todos los datos de su historia clínica si lo desea.
» Que el paciente pueda obtener una segunda opinión, sin ningún efecto negativo sobre
la continuidad de la atención sanitaria.
» Que el paciente, si lo precisa, se pueda comunicar con el profesional sanitario que le
atiende en otros momentos fuera de la consulta.
A principios del siglo XXI ha quedado patente que el papel asignado al paciente en su
relación con los profesionales y sistemas sanitarios necesitaba reorientarse. El modelo
tradicional de interacción paciente-profesional y la propia organización sanitaria daban
síntomas evidentes de agotamiento. Los ciudadanos reclamaban un espacio propio, no
solo ser escuchados, sino tener la opción de participar activamente, ya que de lo que se
trataba era de su salud.
Los factores organizacionales que favorecen una atención centrada en el paciente y que,
por consiguiente, contribuyen a mejorar la experiencia del paciente en su interacción con
profesionales y servicios de salud, se han concretado en:
El Instituto Picker ha resumido algunas cuestiones clave para una atención centrada en
el paciente aun no resueltas: carencias en la información que necesitan los pacientes;
profesionales no siempre disponibles cuando los necesitan los pacientes; pacientes que
desean participar más activamente en las decisiones sobre su tratamiento y cuidados y
no se les facilita que lo hagan; no se ofrece suficiente información sobre riesgos y
complicaciones de los tratamientos que se indican; muchos pacientes no reciben
suficiente ayuda para que se involucren en su autocuidado; no se pregunta a los pacientes
por sus puntos de vista sobre tratamiento, atención, etc.; la información del paciente no
siempre se comparte con el propio paciente; lagunas en la coordinación de la atención
que recibe el paciente.
En un estudio de hace unos años desarrollamos una herramienta, Polar Auditoría, que
pretendía ser un sistema objetivo, sencillo, fiable, válido e independiente, para
determinar hasta qué punto un centro o servicio cuenta con una organización centrada
en el paciente. Es decir, en qué medida contaba con unos procesos diseñados pensando
en satisfacer sus necesidades y expectativas, lo que facilitaría un enfoque prospectivo en
la mejora de la calidad.
Polar Auditoría nació como una guía para auditar aquellos aspectos estructurales,
organizativos y de resultados más directamente con la idea de una atención centrada en
el paciente. La relación de ítems de esta guía está basada en modelos de calidad
contrastados, como los utilizados por organizaciones líderes en gestión de calidad, y en
datos empíricos de estudios cualitativos con pacientes potenciales y reales de varios
hospitales.
Los aspectos que evalúa se encuentran ordenados en tres grandes apartados para
atención primaria, incorporándose un apartado más para hospitales (Tablas 1A y 1B).
En el caso de los centros de atención primaria, Polar Auditoría se aplicó a dos de ellos en
los meses de mayo-junio y a otros dos en septiembre-octubre. Los centros fueron
seleccionados en función de su ámbito sociodemográfico (rural, urbano, zona
industrializada, zona de servicios, etc.).
Cada una de las cuestiones incluidas puntúa de 0 a 4, por lo que la puntuación total
máxima posible a alcanzar, tanto en orientación como en desarrollo, es de 1000 puntos
para la versión hospitalaria y 500 puntos para la versión de atención primaria. En la
Tabla 2 se recogen las escalas de valoración. Este sistema de puntuación permite,
además, captar la dimensión más adecuada de cada aspecto según la naturaleza de la
variable que evaluemos.
Orientación Desarrollo
Para facilitar, bajo esta óptica, el posicionamiento de cada hospital, se estratificaron las
puntuaciones sobre una base porcentual en cuatro categorías: posicionamiento bajo (de
0 a 250 puntos), moderado (de 250 a 500 puntos), estándar (de 500 a 750 puntos) y alto
(de 750 a 1000 puntos). El nivel de excelencia se reserva para aquellos centros que
obtengan el nivel alto en más de dos auditorías anuales consecutivas.
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