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La democracia ateniense

La democracia ateniense tal y como la conocemos a partir del testimonio de Aristóteles


("Constitución de los Atenienses") tiene su origen en la Constitución redactada por
Solón en el siglo VI a.C. El primer término utilizado para designar la igualdad de
derechos de los ciudadanos es isonomía y aparece por primera vez en Heródoto
cuando habla de los diferentes tipos de gobierno. Contrapone isonomía a la oligarquía
y a la monarquía. Atenas, lo mismo que otras poleis griegas conoció la tiranía en la
persona de Pisístrato, que fomentó la vida cultural en Atenas estableciendo los
concursos de tragedia y embelleciendo la Acrópolis con los primeros templos,
destruidos después por los persas en el transcurso de las Guerras Médicas. Sus hijos,
Hipias e Hiparco fueron derrocados (y uno de ellos asesinado) y finalmente se
estableció el sistema democrático.
Características fundamentales de la democracia ateniense son dos: que se trataba de
una democracia directa, en la que todos los ciudadanos participaban de las decisiones
políticas y que todos los cargos públicos eran elegidos por sorteo entre el conjunto de
los ciudadanos.
La participación de los ciudadanos atenienses en la vida política se canalizaba a través
de la institución más importante, que era la Eklesía, en la que participaban todos los
varones ciudadanos mayores de edad. Las sesiones de la Eklesía o Asamblea se
celebraban en la Pnix, aunque sabemos que también se podían celebrar en el ágora.
Otras instituciones eran la Bulé, o Consejo de los 500 elegidos entre las diez tribus en
las que estaba dividida la población de Atenas, la Heliea o tribunal de justicia, en la
que participaban todos los ciudadanos . Otros cargos públicos eran los Once, especie
de policía, y los Helenotamías, encargados de las finanzas.
En el siglo V a.c. todos los cargos públicos eran elegidos por sorteo entre el conjunto
de los ciudadanos, salvo los strategoí o generales, que eran elegidos por votación.

II. La Concepción de Constitución en Atenas

La concepción moderna de control de constitucionalidad cuenta con premisas que


parten del pensamiento político ateniense, el cual ha definido las formas básicas del
derecho constitucional y también ha trazado las primeras líneas sobre los cambios
constitucionales, a pesar de no haber construido una teoría de la Constitución como ley
fundamental. Aunque la figura del legislador ocupó lugar preponderante en su
construcción jurídica, la polis griega creció marcada por una ausencia de consciencia
acerca de su diseño constitucional similar al otorgado en la modernidad, sin embargo
el mismo se encontraba aunque no escrito, implícito, y basado en las costumbres 1.

Los pensadores griegos, en especial Platón y Aristóteles utilizaban el vocablo politeía -


un substantivo proveniente del término póliç- para hablar de ciudadanía en dos
sentidos, por un lado, como conjunto de ciudadanos, y por otro, como atributo
abstracto de los mismos. No obstante, fue Aristóteles quien utilizó el término de modo
restrictivo para designar la forma de gobierno de todos o de la mayoría, en oposición a
su forma incorrecta, que denominó de demokratía2. Guzmán Brito destaca que
Aristóteles “aprovechó el término para designar la forma de gobierno consistente en
una mezcla de oligarquía y democracia, que él consideraba, en términos reales, como
la mejor. En fin, y este es el sentido que nos interesa como quinto, ese vocablo
aparece genéricamente aplicado a cualquier organización política, sentido en el cual se
puede traducir precisamente por constitución”’3.
Los pensadores griegos, entonces, entendían la constitución -la politeia- como la
organización de la polis, configuración fundada en una ética natural de sus ciudadanos,
pues la polis funcionaba de acuerdo con la idea de justicia que dominaba en la época
clásica, de manera que la concepción griega de la Constitución corresponde más bien a
una noción ética, en la cual era la justicia la que guiaba el uso y el desarrollo de las
leyes, y por lo mismo, no es posible afirmar que el concepto de Constitución utilizado
en la Atenas clásica, hacía referencia con la idea de estatuto que cumple el rol de ley
fundamental del Estado4.

Por esto, es necesario realizar algunas aclaraciones de naturaleza terminológica y


metodológica. Primordialmente, es menester recordar, que la palabra Constitución, en
la actualidad, es utilizada en general para designar las reglas sobre la distribución del
poder político, la organización de las competencias y la administración del poder,
normas que suponen la separación de los poderes, y que garantizan derechos
fundamentales de los individuos, que a la vez limitan el poder político, consagran la
prevalencia del régimen democrático, y por último la supremacía de estas normas.

Si aceptásemos que la palabra Constitución solamente responde al delineamiento


anteriormente señalado, se puede afirmar entonces, que en Grecia nunca hubo una
verdadera Constitución, y lo mismo respecto todas aquellas constituciones anteriores a
los finales del siglo XVIII, pues carecen de las mismas características 5.

Por ello, corresponde aclarar que, para describir el trabajo de los legisladores clásicos,
el término Constitución debe ser utilizado en un sentido amplio, esto es, entendido
como una composición de instituciones políticas, las que incluían normas detalladas de
aspectos religiosos, de derecho de familia, de derecho penal y económico. Como
ejemplo de esto, se puede mencionar el caso de Solón, quien creó un nuevo cuerpo
legislativo, estableciendo el derecho a la apelación frente al tribunal de jurados, y
reemplazando los requisitos de nacimiento y propiedad para votar en la Asamblea,
provocando así, numerosos cambios sociales6. Con ello, podemos notar que el
concepto de Constitución no estaba solamente vinculado con la estructura política, sino
que también estaba relacionado con derechos sustanciales de importancia para los
individuos de esta sociedad.

No obstante que los textos promulgados, los arreglos institucionales y los principios
que gobernaban las ciudades-estados no eran exhaustivos, las polis, en muchos casos,
fueron las primeras en sistematizar y determinar una estructura institucional escrita y
reconocida por las generaciones posteriores como los fundamentos de su sistema
jurídico y político7.

A pesar de esta disyunción con el pensamiento constitucional moderno, la Grecia


antigua, sin duda puede ofrecer una importante lección acerca de la relación entre
Constitución, leyes y el procedimiento de decisión política8.

III. El control de las leyes en Atenas

La graphéparanomon era una forma de acción legal que fue introducida en el sistema


legal ateniense durante la democracia alrededor del año 415 a.C. La expresión griega
significaba “demanda en contra de las cuentas contrarias a las leyes”. Dicha acción
podía ser impetrada tanto respecto leyes o decretos ya aprobados, o en un momento o
estadio de tramitación anterior, desde que ya no fueran más que una propuesta de
ley9. Tal herramienta procesal tuvo en los hechos, una doble función: en primer lugar
proporcionar un mecanismo de revisión legal y de derogación de un decreto aprobado
por la Ekklesía o Asamblea y, en segundo lugar, se utilizó con fines meramente
políticos, en cuanto arma utilizada en contra de los rivales de tal naturaleza. A pesar
de no haber antecedentes históricos sobre la creación de la graphéparanomon, es claro
que esta institución fue idealizada y estructurada como una precaución o remedio en
contra de la eventual toma precipitada de decisiones por la Asamblea popular, en
particular en relación a las decisiones tomadas bajo la influencia de los demagogos 10.

El intelectualismo socrático o intelectualismo moral socrático es aquel que identifica


la virtud como el conocimiento. Según Sócrates, bastaba el conocimiento de
lo justo (la autognosis) para obrar correctamente. Según esta doctrina, las malas
acciones son producto del desconocimiento, esto es, no son voluntarias, ya que el
conocimiento de lo justo sería suficiente para obrar virtuosamente. Por lo tanto, el
intelectualismo socrático es una teoría moral por la cual la conducta moral solo sea
posible si se basa en el conocimiento del bien y la justicia.
Sócrates (470 a. C. al 399 a. C.) desarrolló la teoría del intelectualismo moral
partiendo de la base del dualismo antropológico, es decir, a partir de la afirmación que
el hombre está formado por una parte material (el cuerpo) y una parte no material (el
alma), sin tener esta última un significado religioso y a la vez siendo la parte más
importante del hombre (de ahí la frase “Conócete a ti mismo”). Por tanto, se da
supremacía a los valores internos, y la salud del hombre residirá en su alma. Esta
salud será únicamente alcanzable a través de la virtud (hacer lo correcto), la cual, a su
vez, se alcanza mediante el conocimiento (de la verdad, no del erudito). Es decir, ser
virtuoso conducirá a una conducta justa, la cual llevará a la felicidad y la satisfacción.
La tesis esencial del intelectualismo moral es la siguiente: la experiencia moral se basa
en el conocimiento del bien. Sólo si se conoce qué es el bien y la justicia se puede
realizar el bien y la justicia. Sócrates hace las siguientes consideraciones a sus
conciudadanos: cuando uno de vosotros está enfermo no propone una votación entre
los miembros de la familia para establecer qué remedio es adecuado para curar la
enfermedad: ocurre más bien que llama al médico y se somete a su juicio y
recomendaciones; cuando un ejército quiere derrotar al enemigo no se realiza una
consulta popular para establecer el modo de atacar, es el estratega quien decide el
modo de dirigir a los soldados y plantear las batallas; cuando queremos levantar un
edificio no hacemos una votación para decidir el modo de construirlo, dejamos que sea
el arquitecto quien imponga su criterio. Y pregunta a continuación Sócrates: ¿Por qué
cuando se trata de lo más importante de todo, que es el bien de la ciudad y todas las
leyes que son adecuadas para la convivencia entre los ciudadanos, dejamos que todo
el mundo opine y nos sometemos a la mayoría y no llamamos a aquel que sabe? Para
el intelectualismo moral los asuntos morales y políticos tienen que ser cosa de
expertos. Esta propuesta socrática puede dar lugar a interpretaciones políticas
antidemocráticas y elitistas (como, por cierto, se ve claramente en la filosofía política
de su discípulo Platón).
El punto de vista de Sócrates está aquejado de cierta ambigüedad: cuando Sócrates
pide que en la base de la moral y la política se encuentre el conocimiento ¿a qué
conocimiento se refiere? Podemos distinguir entre el saber hacer algo y el saber en qué
consiste ese algo. Por ejemplo, el artista sabe hacer belleza, pero es muy posible que
no sepa en qué consiste la belleza, ni qué pasos concretos hay que seguir para
alcanzarla. El primer tipo de saber es un saber entendido como destreza (bien sea
corporal o espiritual) para la realización de algo, y el segundo tipo es un saber
entendido como conocimiento explícito y consciente de algo (como ocurre por ejemplo
en la ciencia). Es fácil observar que estas dos formas de saber no tienen que ir
necesariamente unidas, así el historiador y el crítico del arte pueden saber
explícitamente muchas cosas relativas a la belleza, pero es muy posible que no sepan
crear arte ni belleza. Parece ser que Sócrates pedía un conocimiento del segundo tipo
como garantía de las acciones buenas y justas. De ahí la confusión que creaba en sus
interlocutores cuando les preguntaba por una definición de aquello para lo cual se les
suponía expertos.
La politica necesita estar basada en los valores eticos y morales de cada persona, es
decir, un gobernante debe sentir el amor por la sociedad para poder gobernarla
adecuadamente a traves de la politica.
Si un gobernante no siente aprecio y amor por la sociedad, no la gobernaria, sino que
la destruiria.
La República —en griego: Πολιτεία (Politeia), que proviene de πόλις (pólis,
denominación dada a las ciudades estados griegas)— es la más conocida e influyente
obra de Platón, y es el compendio de las ideas que conforman su filosofía. Se trata de
un diálogo entre Sócrates y otros personajes, como los discípulos o parientes del
propio Sócrates. La obra está compuesta por diez libros, separados sin
correspondencia con los cambios en los temas de discusión que se presenta.
Aunque la obra gira en torno al tema de la justicia, el texto contiene muchas de las
doctrinas platónicas fundamentales, como la alegoría de la caverna, la doctrina de las
ideas o formas, la concepción de la filosofía como dialéctica, una versión de la teoría
del alma diferente de la expuesta en el Fedón y el proyecto de una ciudad ideal,
gobernada según principios filosóficos. Escrita de forma dialógica, la República aborda
aquello relacionado con la φιλοσοφία περὶ τὰ ἀνθρώπινα ("filosofía de las cosas
humanas"), e involucra temas como la ontología, la gnoseología, la filosofía política y
la ética.
La República se presenta como una obra orgánica y circular. La obra se estructura en
10 libros y tiene como protagonista a Sócrates, pero un Sócrates que, como muchos
estudiosos han señalado, es muy diferente al de los otros diálogos platónicos,
especialmente los de juventud, y que sirve de alter ego de Platón. En virtud de este
proceso de escritura, el Sócrates de la República sostiene tesis que no son las
defendidas por el Sócrates histórico, sino las de Platón.
El presente ensayo tiene como fin principal hacer un pequeño estudio sobre la
“justicia” en base a las enseñanzas de Platón.[1]
 
Platón nació en Atenas cerca del año 427 antes de Cristo, filósofo griego, de familia
noble. Frecuentó los círculos militares y poéticos, pero ante su falta de éxito siguió la
enseñanza de Sócrates. Fundó en Atenas la Academia (año 387 a.c.).
 
De origen aristocrático, entendía que el poder debía entregarse a los más sabios,
consideró natural que la profesión filosófica llevase a la política y al gobierno de la
ciudad.
 
Es el primer pensador griego cuya obra se ha conservado íntegramente, y Aristóteles
ha transmitido fragmentos de su enseñanza oral en la Academia.
 
El pensamiento de Platón surge en una época de crisis política de Atenas, tras la
guerra del Peloponeso y la derrota frente a Esparta; y es la democracia que sigue a los
treinta tiranos la que condena a Sócrates, el justo; además la caída de los tradicionales
valores religiosos y morales da paso al relativismo ético de los sofistas y al debate
sobre la base convencional o natural de la ley. Platón busca una respuesta a tales
problemas. Sale en defensa de la memoria de Sócrates, elabora la teoría de las ideas
(hay, pues, valores y virtudes en sí, más allá de toda convencionalidad), establece la
justicia “en sí” como fundamento del orden socio-político, eleva el eros a categoría
ideal, presenta la figura del filósofo (crítico para con la realidad, situado por encima de
intereses mezquinos y preparado para la muerte) como modelo del ser humano y el
único capaz de regir la polis, y se afana por hallar un prototipo de la misma.
 
Para Platón todas las virtudes se basan en la justicia; y la justicia se basa en la idea
del bien, el cual es la armonía del mundo.[2]
 
Únicamente son tres las virtudes; que son la prudencia, la templanza y la valentía.
 
La prudencia es ser acertado en las deliberaciones. Esta virtud reside en el Estado, en
aquellos magistrados que están encargados de su guarda.
El valor es defender a la ciudad, la cual recae sobre los guardianes de la polis.
La templanza es ser “dueño de uno mismo”, la cual concierne a la polis.
La justicia es que cada uno haga realmente lo que tiene que hacer y atañe a toda la
polis. La justicia es el principio mismo, virtud única de donde brotan las tres
anteriores.
 
Entonces la justicia consiste en el perfecto ordenamiento de las tres almas, es decir,
cuando cada una desarrolla las virtudes que le son propias: el alma racional, la
prudencia el alma concupiscible, la templanza el alma irascible, la fortaleza. Cuando
estos presupuestos se dan, se llega a la felicidad a través de la virtud. No obstante,
Platón mantuvo siempre la afirmación de que debe ser la razón la que gobierne y que
el único medio que nos puede llevar a la justicia, y por tanto a la felicidad, es la
educación.
 
Para Platón el imperio de la justicia deviene necesariamente en la prevalencia de la
felicidad. Por ello es que el Estado tiene como misión promover ambas cuestiones,
sobre todo porque la felicidad en la cual desemboca la teoría platónica es la de la
sociedad entera (haciendo abstracción de la felicidad personal o individual). La justicia
y la felicidad son entonces, la justicia y la felicidad de la comunidad entera; es decir,
de la ciudad-estado en su conjunto.
Platón rechazó, así mismo, la concepción de la justicia como el mero restablecimiento
del equilibrio perdido por algún exceso. No es la justicia, para él, simple compensación
ante un daño sufrido. Justicia para Platón es más bien, y sobre todo, rectitud. Esto
equivale a decir que absolutamente todo en la ciudad-estado debe responder y
corresponder al orden ideal, descubierto por la vía racional por el filósofo-gobernante.
 
El concepto de justicia no se detiene en los actos eternos del hombre, sino que regula
lo interior del mismo, no permitiendo que ninguna parte de su alma haga otra cosa que
aquello que le es propio.
 
Consiste entonces en poseer y hacer lo que es de cada cual. Socialmente, es
semejante a la armonía de los planetas que mantiene un coordinado movimiento, y
individualmente es un orden y una belleza en las partes del alma. Lo malo surge
cuando existe una desarmonía entre el hombre y la naturaleza, entre los hombres y los
hombres y entre el hombre y él mismo.
 
La justicia se basa en el reparto equitativo de los beneficios de una ciudad entre sus
habitantes, de modo que para gobernar de manera justa, aquellos que menos tienen
deben ser los más favorecidos por la organización de la ciudad. Según esto, los
gobernantes que quieran serlo de una ciudad, no pueden ser aquellos que ambicionen
el poder para su propio enriquecimiento, sino que deben gobernar aquellos que lo
hagan en virtud al desarrollo común. Si el gobierno recayese sobre aquellos que lo
ambicionan, la sociedad sería deficiente e injusta.
 
La persuasión y la fuerza son las herramientas para que cada uno actúe con justicia,
entendiendo por justicia, "el hacer cada uno lo propio", de donde se infiere que la
perfección de la ciudad radica en que cada uno haga en ella lo que le es propio.
 
Para Platón, la justicia es un atributo de perfección comparable a la sabiduría y a la
valentía. La trasgresión a este principio de justicia se castiga severamente, lo que
permite que se cumplan todas las tareas de la ciudad.
 
Señala también que en hacer cada uno lo suyo y en no multiplicar sus actividades era,
precisamente, en lo que consistía la justicia. La justicia = hacer cada uno lo suyo. Esto
es el concepto de justicia en sociedad, lo cual consiste en que cada uno ocupe su
puesto.
 
Bajo la concepción naturalista del orden social, Platón concluye que la justicia es un
equilibro natural sobre el cual debe inclinarse el hombre. Para el ateniense la justicia
es sinónimo de “lo que interesa al estado perfecto.” Una justicia que implica
fundamentalmente la correspondencia de las clases sociales a su función. Justo es que
el gobernante gobierne, que el trabajador trabaje y que el esclavo obedezca.
 
Por consiguiente, la justicia social consiste en la realización de las funciones propias de
cada grupo y que cada grupo social sea consecuente con la virtud que le es propia.
 
Tratando el tema de la injusticia, Platón plantea la necesidad de examinar la esencia
de la misma. En principio comienza señalando que no sería absurdo señalar que ésta
debe consistir en la sedición de los tres linajes del alma. Tal sedición se produciría
cuando asistimos a la sublevación de una parte del alma en contra del alma todo con el
objeto, por ejemplo, de gobernar sin pertenecerle el mando. En este contexto, se
compara la injusticia con la enfermedad y la justicia con la salud. Y es, señala, que el
producir salud es disponer los elementos que hay en el cuerpo de modo que dominen o
sean dominados entre sí conforme a naturaleza; y el producir enfermedad es hacer
que se manden u obedezcan unos a otros contra naturaleza. Pues bien, el producir
justicia no sería otra cosa que disponer los elementos del alma para que dominen o
sean dominados entre sí conforme a naturaleza.
 
Por su parte, el producir injusticia es el hacer que se manden u obedezcan unos contra
otros contra naturaleza. Por todo ello, la virtud se nos aparece también como salud y
bienestar del alma; mientras que el vicio lo hace como enfermedad y flaqueza de la
misma.
El imperio de la ley es un concepto jurídico-político de definición formal no unívoca,1 pero que
generalmente se entiende en el sentido de la primacía de la ley sobre cualquier otro principio
gubernativo, especialmente contra la tiranía y la arbitrariedad del poder político 

El imperio de la ley ha sido descrito como un principio meta-jurídico o un ideal ético-político.4


La vieja aspiración histórica a establecer un «gobierno de leyes»... dio lugar en la cultura jurídica
europea al ideal de imperio de la ley o rule of law, que es quizá la piedra angular en que se sustenta la
legitimidad de nuestros ordenamientos jurídicos vigentes.5
Una denominación etimológicamente equivalente sería nomocracia.6 Entendido como
principio o supremacía constitucional, el imperio de la ley significa la sujeción de la acción
estatal a una regla o ley fundamental: la Constitución.
El constitucionalismo clásico (constitucionalismo inicial) - Dicha etapa se gestará laxamente a partir del
siglo XIII y se prolongará hasta parte del siglo XIX. Esta expresa en sí misma los orígenes o inicios del
constitucionalismo forjado para derrotar al absolutismo monárquico. Néstor Pedro Sagues señala que
dicha modalidad se dirigía a racionalizar el poder político creando la imagen de la nomocracia o
gobierno de las leyes, es decir que para considerar cualquier acto del Estado como válido y legítimo,
este debía derivarse de una competencia previamente prevista en la constitución.7

Tal concepto o principio regula el ordenamiento jurídico de un país o sociedad; y, a pesar que
se aplica especialmente al Estado y sus funcionarios, se entiende que debe ser de
observación general, seguido por todos.8
Tomando las clases sociales de la polis ateniense distinguió las virtudes que caracterizaban a
cada una de ellas. A la clase de los artesanos, agricultores y comerciantes (al pueblo en
general) le adjudicó la virtud de la templanza; a la clase militar les asignó el valor; y a la clase
gobernante, la sabiduría y la prudencia. En su estado ideal, donde reinaría la justicia, cada
clase ocuparía un lugar funcional siendo los sabios o filósofos los que conformarían la clase
dirigente pues son los únicos capaces de hallar lo justo para cada uno, pues poseen la
capacidad de elevarse al mundo de las ideas, por contar con la virtud de la prudencia, que se
adquiere a través de la educación, que se constituye en formadora de la clase dirigente. El
pueblo asumiría la función de mantener con su trabajo a los militares, ocupados en la defensa
del Estado y a los filósofos, dedicados a gobernar.
En el Renacimiento, Tomás Moro en su “Utopía” también describió un estado ideal, que es
una isla que no existe en la realidad, con formato de media luna ubicada en medio de algún
Océano. A diferencia del estado ideal platónico, aquí no hay clases sociales, aunque existe
jerarquía en las funciones públicas a las que se accede de acuerdo a las capacidades
personales. Todos trabajan, el pueblo en general, en tareas agrícolas, eligiéndose los cargos
por voto, y reina el orden, sin existir la propiedad privada, fuente de egoísmos e intereses
personales, pues todos tienen lo mismo, aunque cumplan funciones superiores; y con
tolerancia religiosa. La función del Estado es mantener la paz, imponiendo castigos en caso
necesario, que pueden llegar en situaciones extremas a la pena de muerte, siendo otra de sus
funciones relevantes, cultivar las artes y ciencias.
Qué es el Feudalismo:
El feudalismo fue una forma de organización social y política basada en
las relaciones de vasallaje entre los vasallos y los señores feudales. El
feudalismo tiene sus orígenes en la decadencia del Imperio Romano, y predominó
en Europa durante la Edad Media.
El término feudalismo deriva de la palabra feudo (contrato entre los soberanos o
los señores feudales y los vasallos y también territorio o dominio), que proviene
del latín medieval, feodum o feudum.
La palabra 'feudalismo' también hace referencia a la época feudal, que se sitúa
en Europa entre los siglos IX y XV.
Vea también Feudo.

Características del feudalismo


A nivel social, político y económico, el feudalismo presentaba una serie
de características semejantes durante la Europa medieval:
Políticamente, el feudalismo se caracterizaba por la descentralización del poder, el
papel influyente de la Iglesia y el poder que ejercía la nobleza a través de
relaciones de lealtad y protección que ofrecían al rey a cambio de dominios y
títulos nobiliarios.

A nivel social, la sociedad estaba jerarquizada de forma piramidal en estamentos


sociales. Por un lado, los privilegiados, (entre los que se encontraba la realeza, la
nobleza y el clero) y por otro lado, los no privilegiados (los siervos y los villanos).

Vea también 8 características del feudalismo.

Economía durante el feudalismo


La economía durante la época feudal estaba basada en una agricultura y
ganadería de subsistencia. La economía era de carácter autárquico, por lo que
apenas existía comercio y éste se realizaba principalmente mediante intercambio.

La fuente de riqueza estaba en la propiedad de la tierra, que estaba en manos de


los señor feudales. El trabajo manual recaía en los siervos, que trabajaban las
tierras y pagaban tributos a los señores.

No había industria, sino que los productos eran realizados por artesanos.

Vea también Capitalismo.

El feudalismo en México
El feudalismo tal y como se entiende referido al sistema de organización
sociopolítica y económica durante la Edad Media en gran parte de Europa.

Sin embargo, algunas de las características del feudalismo sí se pueden


encontrar, por ejemplo, en el caciquismo, con el dominio de las tierras por parte de
una minoría y las relaciones de servidumbre.
Causas del feudalismo
Una de las causas principales que dieron origen al feudalismo fue la caída del
Imperio Romano y las invasiones de los bárbaros.
La situación de inestabilidad política, económica y social se tradujo en múltiple
conflictos bélicos y luchas por el dominio de los territorios. La debilidad de las
monarquías para defender sus territorios propiciaron la creación de feudos y la
implantación de este sistema en muchos de los territorios de Europa tras la caída
del Imperio Romano.

DEFINICIÓN DE

ABSOLUTISMO
El absolutismo es un sistema de gobierno absoluto, en el cual el poder reside en una única persona
que manda sin rendir cuentas a un parlamento o la sociedad en general. El absolutismo fue muy
usual desde el siglo XVI hasta la primera mitad del XIX, cuando diversas revoluciones lo
derrocaron.

Absolutismo

Si bien cualquier gobierno con total dominio de poder podría considerarse absolutista, en el
sentido claro del concepto se hace referencia a las monarquías absolutas que gobernaron Europa
entre los siglos XVI al XVIII.

Los orígenes del absolutismo tienen lugar en Francia, donde se desarrolló la teoría del derecho
divino del poder real. Esta postura supone que ciertas personas han sido elegidas por Dios para
ejercer el gobierno. Incluso, en las versiones más radicalizadas, se considera al monarca como el
propio Dios.

Bajo esta forma de gobierno, el rey es la ley, ya que es quien decide qué cosas y cómo pueden
hacerse. Las leyes son dictadas de acuerdo a sus intereses y a los de la nobleza, que aconseja al rey
aunque éste siempre tome la última decisión.

Por lo general, el rey absolutista mantiene un trato paternal con el pueblo, aunque muestra su
despotismo cada vez que es necesario.

El rey absolutista ocupa su trono de manera vitalicia. El poder es hereditario: cuando muere el rey,
su hijo ocupa su lugar.

El rey también maneja la iglesia, en especial su parte administrativa y lo relacionado a las riquezas.
Las cuestiones vinculadas a la fe y las creencias quedan a cargo del clero.

Más allá de que el poder se centralice en una única persona, el régimen absolutista cuenta con
burócratas y funcionarios públicos que se encargan del correcto funcionamiento del sistema,
embajadores y delegados que firman tratados comerciales y de guerra con otras regiones y un
ejército que mantiene el orden

Existe una frase que se ha hecho sumamente famosa y que define claramente este concepto. Dice
«El Estado soy yo» y se le ha adjudicado a Luis XIV de Francia quien estaba tranquilo en su trono
pues sabía que no existían límites jurídicos ni de ninguna otra índole que se interpusieran entre
sus ideas y la práctica de las mismas.

EL ESTADO SEGUN NICOLÁS MAQUIAVELO


Nicolás Maquiavelo se le considera el verdadero fundador y padre de la ciencia política y fue el
primero en usar la palabra Estado en su sentido moderno. Algunos le atribuyen la invención de la
dictadura moderna y su consiguiente Realpolitik, como expresión específicamente distinta de las
antiguas formas de totalitarismo. Sus ideas políticas estaban impregnadas de sentido práctico y
una visión realista de gobierno.
Maquiavelo tiene una concepción totalmente diferente de la sociedad humana: para él el hombre
es por naturaleza perversa y egoísta, sólo preocupada por su seguridad y por aumentar su poder
sobre los demás; sólo un estado fuerte, gobernado por un príncipe astuto y sin escrúpulos
morales, puede garantizar un orden social justo que frene la violencia humana
 
Todo gobernante debe aspirar a poseer una poderosa fuerza integrada por sus súbditos, bien
equipada y armada y disciplinada y unida a sus intereses por lazos de lealtad al estado.
 
El príncipe o el gobernante, tiene como misión la felicidad de sus súbditos y ésta sólo se puede
conseguir con un Estado fuerte. Para conseguirlo tendrá que recurrir a la astucia, al engaño y, si es
necesario, a la crueldad. La virtud fundamental es la prudencia, para la conveniencia del Estado. Si
el interés de la patria exige traición o deslealtad, se comete. "La grandeza de los crímenes borrará
la vergüenza de haberlos cometido". Los medios no importan: no es necesaria la moral, sino un
realismo práctico, no lo que debe ser, sino lo que es en realidad. Política y moral son dos ámbitos
distintos e incluso contradictorios aunque Maquiavelo concebía los factores morales, religiosos y
económicos de la sociedad como fuerzas que un político puede utilizar inteligentemente en
provecho del Estado.
Concluyendo la concepción política de Maquiavelo, un buen político debe ser un gran estratega,
perspicaz y astuto,  por ende un gran gobernante, utiliza la religión como institución que posee
fuerza natural para garantizar la obediencia, el respeto, y la sumisión del pueblo  no importando
los medios para conseguirlos pues las multitudes carecen de entendimiento humano, el poder del
gobernante esta sostenido por la gracia de Dios.
 
Maquiavelo quiere presentar en su obra el arquetipo de cualquier político. Su personalidad debe
poseer condiciones especiales para llegar al poder y mantenerse en él:
 
-Capacidad de manipular situaciones, ayudándose de cuantos medios precise mientras consiga sus
fines: lo que vale es el resultado. "El que consigue el poder es el Príncipe, el que consigue el orden
y la paz son los súbditos".
-El gobernante debe poseer seria destreza, intuición y tesón, así como habilidad para sortear
obstáculos,   y "moverse según soplan los vientos".
-Diestro en el engaño: No debe tener virtudes, solo aparentarlas.
-Amoral, indiferencia entre el bien y el mal, debe estar por encima.

El maquiavelismo posee dos significados. El primero consiste en la doctrina política


de Nicolás Maquiavelo, especialmente la idea de superponer la razón de estado sobre
cualquier otra consideración ética o moral para mantener el poder,1 tal como se deduce de las
obras del escritor italiano del siglo XVI: El príncipe y sus Discursos. El florentino, considerado
humanista, padre de las ciencias políticas y filósofo, es el autor de esta gran polémica al
desligar la política del dominio de la moral y la religión.
La segunda, de rango psicológico, tiene que ver con los rasgos de una personalidad hipócrita
y falsaria, calculadora, falta de empatía y que lo subordina todo al propio beneficio.
Individualismo:
Obrar con independencia sin tener en cuenta a los demá s o sin ceñ irse a normas
generales.

Absolutismo: 

Régimen político en todos los poderes se hallan bajo la autoridad ú nica del jefe de
estado.

Revolución: 

Cambio social fundamental en la estructura de poder o la organizació n que toma


lugar en un periodo relativamente corto o largo, dependiendo de la estructura de la
misma.

Thomás Hobbes:

Nació el 5 de abril de 1588 en Westport (Inglaterra), es considerado uno de los


fundadores de la filosofía política moderna y el teó rico por excelencia del absolutismo
político, sin embargo, este filó sofo inglés abordó otros campos del conocimiento como
la historia, la ética, la teología, la geometría y la física; ademá s, se destacó por su
conocida obra "Leviatá n", en la cual hizo menció n de las bases de la teoría
contractualista, de gran influencia en el desarrollo de la filosofía política occidental y
la doctrina del derecho natural a la teoría del derecho como contrato social.

Se dice, que Hobbes al escribir su obra, buscaba presentar sus respetos a los
poderosos del momento. Otras de sus obras son los elementos de derecho, el tratado
del ciudadano, el tratado sobre la naturaleza humana y el cuerpo político, y el tratado
hombre.

Su filosofía es racionalista y anti -aristotélica, es decir, niega la existencia de ideas


innatas, insiste en la importancia de las definiciones, los signos y el lenguaje. "Sin el
lenguaje no hubiera habido entre los hombres ni estado, ni sociedad, ni contrato de
paz".

En su libro; relata una lucha contra los fantasmas, el ú ltimo capítulo se titula "el
reino de las tinieblas", en el, denuncia la demonología, lo exorcismo, el temor al diablo
y los beneficios que todo ello obtiene del clero. Justo al final del Leviatan muestra el
sentido de toda su obra, tiende a liberar al hombre de los fantasmas y el miedo, siendo
una manifestació n del ateísmo político, debido a su pensamiento, sufrió una evolució n
de una monarquía tradicional a una social.

Principios de Hobbes:

- No se trata de una fidelidad a la persona del monarca sino de una fidelidad al


poder.

-Busca una política, de vía media, una especie de justo medio.

- Hobbes defiende la causa del poder absoluto pero no lo hace en el nombre del
derecho divino de los reyes, sino en nombre del interés de los individuos, de la
conservació n y la paz.

- Seculariza el poder y muestra su utilidad, no su majestad.

Método científico:

El método hobbesiano de investigació n se despliega a través de dos momentos que


son diferentes, pero al mismo tiempo complementario, el aná lisis o resolució n y la
síntesis o composició n. Ni Pappus, ni Zarabella, ni aun Descartes, llegaron a establecer,
como Hobbes sí lo hizo, que los métodos analítico y sintético permiten identificar los
nexos entre causa y efecto, la dimensió n del método debe estar dirigida al
esclarecimiento de las causas (aná lisis), mientras que la otra debe proveer una
explicació n de los efectos (síntesis).

El método es una estrategia de descubrimiento que permita avanzar desde lo


conocido hasta lo desconocido, es decir, de los efectos conocidos a las posibles causas,
o de las causas conocidas a los probables efectos. Para Hobbes es claro que el aná lisis
debe culminar con la captació n de los conceptos má s simples y universales que hacen
parte de la filosofía primera, con los cuales se construyen explicaciones causales.

Religión y política:

Hobbes considera la política como una ciencia que debe fundarse en justas nociones
y rigurosas definiciones. Al inicio de la época moderna, el cristianismo era la Iglesia,
no solo cató lica y apostó lica, sino que ademá s romana por sobre todas las cosas; este
hecho fue lo que le permitió constituirse en una institució n del imperio y alcanzar el
poder, y tener así la posibilidad real de llevar adelante su misió n evangélica.
Se podría pensar que la presencia de afirmaciones escriturales que definen un tipo
de política paternalista, teocrá tica y mesiá nica es suficiente para demostrar que la
política hobbesiana no solo imita la bíblica sino que la establece como fundamento de
su política. Pero aun así hay quienes piensan que Hobbes no es sincero, ya que se dice
que se aprovechaba de la religió n y la convirtió en un instrumento del estado para
lograr la sumisió n de muchos a unos pocos, o simplemente la sumisió n de todos a un
gobernante absoluto. 

El poder establecido se sometía así a las normas de la política , es decir, el


cristianismo siempre ha considerado como algo perteneciente a la ciudad del diablo y
no a la ciudad de Dios, pudo corromper muchas veces no solo a las autoridades
políticas, sino que también a las eclesiá sticas, hasta tal punto, que el ideal cristiano de
los dos poderes puede ser considerado, sobre todo en la época de Hobbes, como una
utopía irrealizable o como una mala concepció n del mensaje .

Hobbes señ ala que si un hombre comú n no conoce las leyes de Dios, no sabe si lo que
ordena su soberano es legítimo, o si debe obedecerle o no, y en tal caso puede verse
enfrentado al dilema de có mo ser un buen cristiano y un buen ciudadano a la vez. Sin
embargo, en 1666 se quemaron sus libros en Inglaterra por haber sido considerado
ateo, pero en los siglos pasados ser ateo no tenía el mismo significado que en la
actualidad, tras su muerte se volvieron a quemar pú blicamente. 

El absolutismo de Thomás Hobbes:

El teó rico por excelencia del absolutismo político, considera la soberanía como
absoluta, invisible e irrevocable, también fue considerado el gran teó rico de las
monarquías europeas de los siglos pasados, si bien en su pensamiento aparecen
conceptos fundamentales del liberalismo tales como el derecho del individuo, la
igualdad natural de las personas, el cará cter convencional del estado, la legitimidad
representativa y popular del poder político.

El absolutismo de Hobbes no tiene ninguna relació n sobre la fé cristiana, ni fidelidad


al monarca, ni deseo de mantener instituciones o preservar intereses ligados a la
existencia de la monarquía. Señ ala, que el absolutismo para él es un egoísmo ilustrado
y que el individuo alcanza un mejor desenvolvimiento en el estado má s autoritario.

El conservadurismo, individualismo y el poder del estado:

El pensamiento de Hobbes es individualista, lo que fundamenta el absolutismo es el


derecho del individualismo para su conservació n. El estado de naturaleza, es un
estado de guerra y de anarquía, los hombres son iguales por naturaleza. De la igualdad
proviene la desconfianza, y de la desconfianza proviene la guerra de todos contra
todos. "La vida es solitaria, pobre, embrutecida y corta." 
Organizar una nació n o un estado no era muy comú n en los siglos pasados, el filó sofo
inglés no solo continuaría la tradició n que ya había sido impuesta por Maquiavelo,
sino que confirmaría que el poder debía ser delegado en el estado.

El estado es la suma de los intereses particulares, debe defender al ciudadano, de ser


así perdería su razó n de ser, si la seguridad no fuese garantizada o si la obediencia no
fuera respetada; todo ataque a la nació n, es considerado un ataque a la propiedad.

El estado es eclesiá stico y civil, ninguna autoridad espiritual puede oponerse al él.
Hobbes no creyó que las formas de gobierno podían dividirse entre buenas y malas,
tampoco que pudiera existir un gobierno mixto, es decir, un gobierno donde la
soberanía se repartiera entre diferentes sectores sociales. 

Jean Jacques Rousseauw

Nació el 28 de junio de 1712 en  Ginebra (Suiza). .


Fue un escritor, filósofo, botánico, naturalista y músico, que logró cuestionar las
estructuras sociales y políticas de su época. Sus aportes en el campo de la
filosofía, la política y la educación han sido considerados claves en el devenir
social e histórico de las sociedades modernas de la actualidad.

Gracias a su “Discurso sobre las ciencias y las artes” (1750) ganó un concurso de
la Academia Francesa de Dijon. En el escrito, Rousseau daba respuesta a la
pregunta de si el restablecimiento de las ciencias y de las artes había contribuido a
depurar las costumbres. Según el intelectual suizo, las ciencias y las artes no
habían contribuido a depurar las costumbres, ya que las consideraba como una
decadencia cultural.

Cuestionó todas y cada una de las estructuras sociales y políticas de su época. En


su Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres (1755), expuso su
opinión de que la ciencia, el arte y las instituciones sociales han corrompido a la
humanidad y que el estado natural, o primitivo, es superior, en el plano moral, al
estado civilizado.

Regresó a Francia en 1768 bajo el nombre falso de Renou. En 1770, completó el


manuscrito de su obra más notable, la autobiográfica Confesiones (1782), donde
revela los conflictos morales y emocionales de su vida

Influyó en el romanticismo en literatura y en la filosofía de principios del siglo XIX.


También tuvo que ver con la evolución de la literatura psicológica, la teoría
psicoanalítica y el existencialismo del siglo XX, en particular en su insistencia
sobre el libre albedrío.
Rousseau falleció de una parada cardio respiratoria los 66 años, el 2 de julio de
1778, en Ermenonville, Francia. Fue enterrado como un héroe nacional en el
Panteón de París, en 1794.

Ideas Sociales:

Fue uno de los principales preceptos que presenta Jean-Jacques Rousseau es


que el ser humano es bondadoso por naturaleza, no tiene maldad, y a partir de la
sociedad es corrompido. En 1754 escribió:

 Rousseau pensaba que el hombre es bueno por naturaleza, pero que actúa mal
forzado por la sociedad que le corrompe. Da primacía al sentimiento natural, no a
la razón ilustrada, y ese será el germen del Romanticismo. Sus obras más
importantes son "Emilio" y "Contrato Social".

El malestar de la cultura

Sigmund Freud (6 de mayo de 1856, en Příbor, Moravia, Imperio austriaco


(actualmente República checa)-23 de septiembre de 1939, en Londres) fue un
médico neurólogo austriaco de origen judío, padre del psicoanálisis y una de las
mayores figuras intelectuales del siglo XX. Es el autor del malestar de la cultura.
Considerada como una de las obras más influyentes del siglo xx en el campo de la
psicología, El malestar en la cultura indaga en el efecto que sobre las pulsiones
del individuo ha tenido el desarrollo de la civilización, como moldeadora pero
también como represora del comportamiento humano. En efecto, Freud defiende
la existencia de un antagonismo irreconciliable entre las pulsiones agresivas,
innatas en los individuos, y la cultura, pues esta, al tratar de controlar su
satisfacción, provoca la pérdida de la libertad y de la individualidad, generando
sentimientos de frustración y de culpa. Pero además, el hombre tiene también otra
pulsión innata, la de muerte o destrucción, que persigue la satisfacción de las
necesidades del yo, y que también encuentra en la cultura una fuerte represora.
Un brillante ensayo apoyado en el desarrollo de la teoría psicoanalítica con el que
Freud echa por tierra el valor que el hombre ha concedido siempre a la cultura al
concluir que esta no puede más que generar insatisfacción y sufrimiento al
hombre. El psicoanálisis ha tenido un empuje hacia la crítica social desde sus
inicios. Con escritos como "El Malestar en la Cultura", Freud avanza sobre
aspectos sociales empleando los mismos conceptos que sirvieron a la clínica y a
la terapéutica. Actualmente continúa sirviendo al análisis social aunque desde una
perspectiva inversa: ya no realiza una lectura de lo social empleando conceptos
clínicos, sino que atiende plenamente al lugar que tiene el sujeto en la sociedad
actual, como sujeto comprimido entre el discurso científico y el discurso capitalista.

El contrato social como alternativa racional.

El contrato social, como teoría política, explica, entre otras cosas, el origen y el
propósito del Estado y de los derechos humanos. La esencia de la teoría (cuya
formulación más conocida es la propuesta por Jean-Jacques Rousseau) es la
siguiente: para vivir en sociedad, los seres humanos acuerdan un contrato social
implícito que les otorga ciertos derechos a cambio de abandonar la libertad de la
que dispondría en estado de naturaleza. Siendo así, los derechos y los deberes de
los individuos constituyen las cláusulas del contrato social, en tanto que el Estado
es la entidad creada para hacer cumplir el contrato. Del mismo modo, los seres
humanos pueden cambiar los términos del contrato si así lo desean; los derechos
y los deberes no son inmutables o naturales. Por otro lado, un mayor número de
derechos implica mayores deberes, y menos derechos, menos deberes.

Pensamiento revolucionario del siglo XVIII

Las frases Libertad, igualdad y fraternidad; eran los principios que sostenían que
los hombres nacen libres, que deben vivir en igualdad y en unión humanitaria
(Fraternidad) estos llevan a enfrentar el absolutismo de los sistemas monárquicos;
y al  Despotismo ilustrado el cual caracterizó el siglo XVIII cuyo lema era “Todo
para el pueblo, pero sin el pueblo”. El Despotismo ilustrado se enmarca dentro
del Absolutismo pero usando las ideologías de la Ilustración para mantener la
monarquía absoluta que imperaba desde el siglo XVI,
"El Estado soy yo". La conocida sentencia de Luis XIV de Francia resume en
pocas palabras la esencia del absolutismo: un régimen político en el que una
persona, el soberano, ejerce el poder con carácter absoluto, sin límites jurídicos ni
de ninguna otra naturaleza.
En una sociedad sometida, nacen las ideas de grandes pensadores las cuales
calaron en esa sociedad cada vez más abusada, Este sistema entro en crisis a
causa de las ideas que divulgaron los intelectuales se expandieron
por Europa y América, dando como resultados las revoluciones políticas y
económicas, una de ellas dieron lugar a la rebelión de las colonias que el Reino
Unido poseía en el norte de América que constituyó la
primera revolución de carácter burgués y el precedente de otras posteriores, como
la revolución francesa y la revolución Americana.
La Ilustración, este movimiento social, cultural e intelectual primordialmente
Europeo fue especialmente activo en Francia, Inglaterra y Alemania e inspiro
profundos cambios siendo uno de los más dramáticos f la Revolución francesa. Se
denominó de este modo por su declarada finalidad de disipar las tinieblas de la
ignorancia de la humanidad mediante las luces del conocimiento y la razón. El
siglo XVIII es conocido, por este motivo, como el Siglo de las Luces y del
asentamiento de la fe en el progreso.
Los pensadores de la Ilustración sostenían que el conocimiento humano podía
combatir la ignorancia, la superstición y la tiranía para construir un mundo mejor.
La Ilustración tuvo una gran influencia en aspectos científicos, económicos,
políticos y sociales de la época. Este tipo de pensamiento se expandió en
la burguesía y en una parte de la aristocracia, a través de nuevos medios de
publicación y difusión, así como reuniones, realizadas en casa de gente adinerada
o de aristócratas, en las que participaban intelectuales y políticos a fin de exponer
y debatir acerca de ciencia, filosofía, política o literatura.

Revolución americana

La historia del nacimiento de los Estados Unidos de Norteamérica ha sido


entendida tradicionalmente como una revolución política, intelectual y moral.
Llamada Revolución Americana. El comienzo de aquel proceso se puede
establecer poco después de 1763, tras la victoria de Gran Bretaña sobre Francia
en la Guerra de los Siete Años. Entonces la actitud de aquella hacia sus colonias
americanas adopta formas que tendrán graves consecuencias.

La ideología revolucionaria colonial se articulaba en varios principios. Para


oponerse a las tasas con las que quería gravarles Inglaterra, los colonos acuñaron
el lema “no taxation without representation”, con la que reclamaban la potestad
sobre los impuestos para sus asambleas coloniales, basándose en la tradición
británica de los derechos de los ingleses. La negativa de la metrópolis sirvió para
apoyar la denuncia de tiranía contra el rey inglés y reivindicar el gobierno con el
consentimiento de los gobernados,

La generación de líderes políticos e intelectuales que tuvieron la tarea de construir


los Estados Unidos de América pasa por ser uno de los grupos de mayor altura de
miras y osadía política de la historia de occidente. Hombres como Washington,
Jefferson, Franklin, Adams, Hamilton o Madison son universalmente reconocidos

Las principales fuentes teóricas en las que se inspiraron los fundadores


estadounidenses parecen ser eminentemente británicas y prácticamente
contemporáneas a ellos, teniendo así la Ilustración francesa y el “Gran despertar”
religioso autóctono una importancia secundaria; por otro, que la ideología de la
Revolución Americana resulta variada y adaptada a las circunstancias locales. Los
autores grecolatinos se emplearían de forma simbólica como autoridades y
modelos, y sus obras como seña de erudición. De este modo, las concepciones
políticas de los Padres Fundadores no provendrían de una sola fuente y, como
parece inherente a todo intelecto, adaptarían a su propio contexto ideas de otros
tiempos y lugares. No obstante, la preponderancia de los influjos ideológicos
ingleses resulta la tesis más plausible.

La Constitución Federal de los Estados Unidos de Norteamérica pasa por ser un


hito en la historia de Occidente, pues significó la plasmación de una serie de
principios de teoría política de gran originalidad y fortaleza no aplicados hasta
entonces. Constituyéndose en el primer gobierno representativo del mundo.

Esta revolución sirvió de inspiración para las subsecuentes revoluciones del


periodo.

Revolución francesa

La Revolución francesa fue un movimiento político, social e ideológico que se


desarrolló en Francia, desde 1789 hasta 1804. Se inició con la Toma de la Bastilla,
el 14 de julio de 1789, y culminó con la coronación de Napoleón Bonaparte como
emperador de los franceses, el 2 de diciembre de 1804.

La Revolución francesa tuvo como protagonistas a opositores y partidarios del


Antiguo Régimen. Este sistema político, social y económico se caracterizaba por la
monarquía absoluta y una sociedad estamental dividida legalmente en sectores
privilegiados y no privilegiados.

La Revolución francesa puso fin al absolutismo, el feudalismo, la servidumbre y los


privilegios del clero y la nobleza. Sus lemas fueron «libertad, igualdad y
fraternidad». Junto a la Revolución industrial, marca el comienzo a una nueva
época de la historia europea, conocida como Edad Contemporánea.

Causas de la Revolución francesa


Las principales causas de la Revolución francesa fueron las siguientes:

• Las arbitrariedades de un absolutismo monárquico que oprimía a la mayoría


de sus súbditos.

• Una gran desigualdad social debido a las fuertes cargas (impuestos,


tributos y diezmo) que recaían sobre los campesinos franceses, quienes con su
trabajo debían mantenerse a sí mismos y a los grupos privilegiados: la nobleza y
el clero.

• El descontento de sectores intelectuales por la falta de derechos y


libertades. Estos intelectuales estaban muy influidos por las ideas de la Ilustración.

• La crisis económica y financiera en la que se encontraba Francia. Los


excesos de gastos de la Corona y los gastos provenientes de la participación en la
guerra por la Independencia de Estados Unidos habían provocado un déficit
presupuestario.

• Una serie de malas cosechas que provocaron aumentos desmedidos del


precio del pan, que era el principal alimento de los sectores populares.

Las principales consecuencias de la Revolución francesa fueron las siguientes:

• Fin del sistema feudal: la Revolución francesa suprimió todas las


expresiones del feudalismo, entre ellas la servidumbre, el pago de tributos, los
privilegios del clero y la nobleza.

• Declaración de nuevos derechos individuales: libertad, igualdad ante la ley,


abolición de la esclavitud, entre otros. Estas ideas se expandieron por toda Europa
e influyeron sobre los líderes de las revoluciones de independencia en América.

• Supresión de la monarquía absoluta y establecimiento de un sistema


republicano con división de poderes, elección de los funcionarios por parte del
pueblo y duración limitada en los cargos públicos.

• Ascenso de la burguesía, que paulatinamente se transformó en el grupo


social predominante en Francia.

• Ascenso al poder de Napoleón Bonaparte, como consecuencia de las


victorias militares contra las potencias extranjeras. El resultado fue paradójico:
Napoleón salvó a la Revolución francesa de sus enemigos exteriores para luego
terminar con ella y reemplazarla por un sistema monárquico imperial. Tras su
derrota se restauró la monarquía absoluta y Luis XVIII fue coronado como rey de
Francia.

Ideólogos:

Voltaire

(1694-1778) Escritor francés. Fue la figura intelectual dominante de su siglo. Ha


dejado una obra literaria heterogénea y desigual, de la que resaltan sus relatos y
libros de polémica ideológica. Como filósofo, Voltaire fue un genial divulgador, y su
credo laico y anticlerical orientó a los teóricos de la Revolución Francesa.

Maximiliano de Robespierre (Roberspier)

Político de la Revolución francesa que instauró el régimen del Terror (Arras, Artois,
1758 – París, 1794). Procedente de la pequeña nobleza del norte de Francia, se
hizo abogado y frecuentó los círculos literarios y filosóficos de su ciudad en la
década de 1780; sus escritos de esa época muestran la influencia de las ideas
democráticas de Político de la Revolución francesa que instauró el régimen del
Terror (Arras, Artois, 1758 – París, 1794). Procedente de la pequeña nobleza del
norte de Francia, se hizo abogado y frecuentó los círculos literarios y filosóficos de
su ciudad en la década de 1780; sus escritos de esa época muestran la influencia
de las ideas democráticas de Rousseau.

Montesquieu

Perteneciente a una familia de la nobleza de toga, Montesquieu siguió la tradición


familiar al estudiar Derecho y hacerse consejero del Parlamento de Burdeos (que
presidió de 1716 a 1727). Vendió el cargo y se dedicó durante cuatro años a viajar
por Europa observando las instituciones y costumbres de cada país; se sintió
especialmente atraído por el modelo político británico, en cuyas virtudes halló
argumentos adicionales para criticar la monarquía absoluta que reinaba en la
Francia de su tiempo

Jean-Jacques Rousseau

Fue el autor del contrato social

En Del contrato social (1762), Rousseau intenta articular la integración de los


individuos en la comunidad; las exigencias de libertad del ciudadano han de verse
garantizadas a través de un contrato social ideal que estipule la entrega total de
cada asociado a la comunidad, de forma que su extrema dependencia respecto de
la ciudad lo libere de aquella que tiene respecto de otros ciudadanos y de su
egoísmo particular.

Los principios de 1989

Las Revoluciones de 1989, también conocidas como El Otoño de las Naciones,


fue una ola revolucionaria que recorrió Europa central y oriental en el otoño de
1989, ocasionando el derrocamiento de los estados socialistas de estilo soviético
dentro del espacio de unos meses. Los nombres para esta serie de
acontecimientos se remontan a las Revoluciones de 1848, también conocidas
como «La Primavera de las Naciones».

La agitación política comenzó en Polonia, y condujo a una oleada de revoluciones


sobre todo pacíficas en Alemania Oriental, Checoslovaquia, Hungría, y Bulgaria.
Rumania fue el único país del Bloque del Este que derrocó violentamente a su
régimen comunista y ejecutó a su jefe de estado (véase: Revolución Rumana de
1989).

Las Revoluciones de 1989 cambiaron enormemente el equilibrio del poder en el


mundo y marcaron (junto con la subsecuente disolución de la Unión Soviética) el
final de la Guerra Fría y el principio de la era de Post-Guerra Fría.

Además, son dignas de mención las Revoluciones de 1989 a lo largo de toda


Europa Oriental que consistieron en alzamientos multitudinarios en contra de los
partidos comunistas en el poder.

Como consecuencia de las revoluciones en los años siguientes se produjo la


disolución de las guerras yugoslavas y la disolución de Checoslovaquia.

Napoleón Bonaparte

Fue un general y gobernante francés del siglo XVIII y XIX (nació el 15 de agosto


de 1769 en Córcega y murió el 5 de mayo de 1821 en la isla de Santa Elena)
conocido por llegar a conquistar y controlar la mayor parte de Europa
occidental mediante una avanzada y agresiva estrategia militar y de alianzas.

Tras una década de «éxitos militares», la proclamación de emperador de los


franceses y rey de Italia e incluso el establecimiento de su propio código
civil (el Código Napoleónico o Código Civil Francés), Napoleón fue derrotado
finalmente por la Séptima Coalición en la Batalla de Waterloo (18 de junio de
1815, en Bélgica). Pocos días después fue exiliado a la isla británica de Santa
Elena, donde murió seis años más tarde.

La historia, según las fuentes, lo recuerda como un genio militar y/o uno de los


mayores tiranos y asesinos de todos los tiempos.

Ideas de Napoleón:

La idea imperial en Napoleón se desarrolló de acuerdo a unos criterios


innovadores. Lejos de continuar un sistema dinástico tradicional, el nuevo
Emperador procuró instaurar una monarquía republicana, donde la conciliación
entre libertad y seguridad fuera positiva. En este contexto, Bonaparte comprendió
la necesidad de una moralidad pública que sustentase su régimen; Por lo tanto, su
mandato se basaba en la claridad de acciones y en el sentido común. Con esa
base, dictó distintas leyes que, según sus palabras se fundaban “en la
moderación, el orden y la justicia”.

El materialismo fue usado por el Emperador como una corriente filosófica menor e
instrumental exclusivamente dedicada a la conquista del poder, pero no siempre
utilizado en la conservación del mismo.

La aspiración suprema de Napoleón era la de revivir el Sacro Imperio Romano


Germánico. Quería ser reconocido como un igual por el resto de casas reales
europeas.

En definitiva, Napoleón fue un “hijo de la revolución”, como le bautizaron. Fue un


general brillante pero un político que acabó por dejar que su imperialismo y ganas
de reconocimiento acabaran consumiéndole. Dejó un legado de leyes que serían
aplicadas hasta nuestros días como, por ejemplo, el Código Civil.

El rechazo a las ideas de la revolución por Edmund Burke

El pensamiento político de Edmund Burke es conocido en Europa continental, a


través de sus Reflexiones sobre la Revolución Francesa. Esta obra contribuyó a la
definición de su pensamiento como meramente conservador. Sin embargo, el
análisis de su actitud aprobatoria de las reivindicaciones de los colonos
americanos en los años previos a la Declaración de la Independencia, junto con su
participación en el debate en torno al significado histórico y constitucional de la
Revolución Gloriosa, arroja una nueva luz sobre la complejidad del pensamiento
de Burke. Permite entender, no sólo la radicalidad de su postura frente a la
Francia revolucionaria, sino también el origen liberal de su pensamiento, fundado,
no obstante, en una visión comunitaria del individuo en la sociedad que pone el
énfasis en un modelo de libertad nacido de la experiencia histórica colectiva de la
nación británica.

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