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Buscar los siguientes textos bíblicos, para leer. Hacerlo en el orden en que están.

1. 1Cor 1, 18-31
2. 1Cor 3, 18-23
3. Eclesiastés 12, 12-13
4. Hechos 17, 16-34
5. Romanos 1, 16-32
6. Sabiduría 13, 1-19

En base a los tres primeros textos parecería que no habría posibilidad alguna de
relacionar la fe y la razón. Sin embargo si se leen con atención no hay una condena a la
razón y su producto principal que es la filosofía o sabiduría humana. ¿Podrías explicar
esto utilizando sólo lo que se dice en esos textos?

El cuarto texto, donde se narra la estadía de Pablo en Atenas y su discurso en el


areópago, mantiene lo que se afirma en 1Cor. sin embargo es necesario prestar atención
a lo siguiente.

Parece haber una contradicción entre la afirmación del v. 16 del cap. 17 y el inicio del
discurso en el Areópago en el v. 22, porque pasa de la indignación por la idolatría que
veía en la ciudad (v. 16) a la alabanza (v.22).
Si prestamos atención al texto ya se nos dice que Pablo dialogaba con los filósofos de las
corrientes más extendidas de esa época: los estoicos y los epicúreos. Son éstos los que
lo llevan al Areópago. “Pablo ha estado hablando en la plaza de Atenas (Hch 17,17),
como hacía Sócrates en otro tiempo. Pero los filósofos le llevan al “Areo-pago” o monte-
colina (Pagus) de Ares (Marte), sede superior del famoso Tribunal, que había condenado
a muerte al mismo Sócrates. En ese lugar, como nuevo Sócrates, hablará Pablo en el
Areópago, pero los atenienses no le condenarán a muerte, como al filósofo antiguo, sino
que le despreciarán. Este discurso de Pablo, con su conclusión negativa, constituye el
primero y más hondo de todos los intentos de vinculación entre cristianismo y helenismo.
Pablo empieza apareciendo como griego entre los griegos...  De esa forma anuncia el
mensaje de Jesús en clave universal, sin aludir a la historia peculiar judía ni a sus leyes
de tipo sacral, social o alimenticio. Así elabora una especie de Antiguo Testamento griego
del Evangelio, en clave de diálogo religioso y filosófico…” (cf. PIKAZA, Javier, Diccionario
de la Biblia. Historia y Palabra, Verbo Divino, Navarra 2007)

En este sentido podemos ver que el discurso de san Pablo está construído según los
cánones de la ciencia retórica de su época.

a. Captación de la atención (Se podían utilizar diversos recursos, la ironía, la


confrontación o como hace Pablo destacar algún aspecto positivo de los oyentes)
vv. 22-23
b. Exposición de los elementos en común con los oyentes y argumentación. vv. 24-
29
c. Declaración y argumentación de lo que es distinto respecto del conocimiento de
los oyentes. vv.30-31.

Captación de la atención
Los filósofos buscan novedades, pero Pablo les toma en serio y conecta con ellos y
empieza incluso alabándoles, al llamarles, en palabra ambigua, deisidaimonesterous, es
decir, muy religiosos. También les halaga refiriéndose a un bómon o altar particular que
han alzado al Dios desconocido. Pablo se ha fijado en un símbolo que expresa de forma
intensa el desamparo de Atenas (y del mundo entero) que no conoce a Dios, pero eleva
un altar al dios desconocido. Parece que no había entonces en Atenas un altar a ese dios
en singular, sino a los dioses desconocidos, en plural. Pero esa distinción resulta
secundaria. Debajo de los dioses desconocidos, Pablo ha visto a Dios (o lo divino) y de
esa forma ha aceptado la búsqueda religiosa de los griegos, pero advierte que su dios
desconocido es sólo un tonto, una deidad impersonal.

Exposición de los elementos en común con los oyentes y argumentación

A partir del dios desconocido, Pablo expone su visión religiosa en un lenguaje que puede
ser aceptado por judíos (desde Gn 1) y griegos (al menos por muchos estoicos y
platónicos), que ven a Dios como “ho poiesas”: el hacedor de todo. Ese Dios universal de
judíos y griegos ofrece vida/aliento (dsóé/pnoé) a cada una de las cosas, de manera que
no necesita templos ni culto divino: es él quien nos da a nosotros todo; nosotros no
tenemos que darle nada. (Recordar aquí la crítica de Platón a la religión y el culto griego
hecha en el diálogo con Eutifrón)

 Pablo nos lleva después desde el nivel cósmico al humano, con afirmaciones judías
(todos provenimos de un mismo Adán) y helenistas (somos genos, familia de Dios). De
esa forma supera el posible particularismo judío, propio de aquellos que insisten en la
necesidad de mantener la Ley y el pueblo separado, pero también un tipo de
universalismo elitista de la razón, propio de los griegos sabios. Sólo Dios creador vincula
para Pablo a todos los humanos, superando así la división de varones y mujeres, judíos y
griegos, esclavos y libres (cf. Gal 3,28). En esa línea ha trazado una relación intensa entre
la unidad de Dios (uno mismo, sobre todos) y la unidad humana (hay un étimos o pueblo
universal, formado por todos los hombres y mujeres), que habitan en una misma tierra, en
la que hay tiempos (kairous) y lugares (horothesias) para cada uno de los pueblos,
llamados a buscar al mismo Dios.
 
Como prueba de su tesis, Pablo no quiere citar su Escritura israelita, sino que prefiere
apoyarse en un autor griego que afirma que en Dios vivimos nos movemos y somos, pues
formamos parte de su estirpe (Arato, Phaen 5). Estos son los temas fundamentales del
diálogo religioso-cultural de Pablo con el helenismo. Ciertamente, su discurso puede
aceptarse también en una línea israelita (cf. Is 46,1-7; Sab 13-15). Pero, en el fondo, es
un discurso filosófico pagano. Pablo ha empezado hablando del altar elevado al Dios
Desconocido, pero luego lo identifica con el logos religioso-filosófico de los estoicos que
son sus verdaderos interlocutores, pues ellos afirman que Dios (o lo divino) es vida/aliento
de las cosas. La afirmación de que somos familia de Dios (genos Theon) se puede
interpretar en sentido panteísta, como harán algunos estoicos; pero también puede
entenderse en la línea de Gn 1,27 (a su imagen y semejanza los creó…). Pablo deja el
tema abierto. No dice que los hombres hayan encontrado a Dios, sino que están hechos
para hallarle. El está hablando a personas que han buscado y que de alguna forma han
logrado ya palpar a Dios (psélaphaó), como dice en palabra de gran plasticidad (Hch
17,27).

Declaración y argumentación de lo que es distinto respecto del conocimiento de los


oyentes.
En este momento cambia el tono del discurso. Pablo entiende ahora la historia anterior
como tiempos de ignorancia (khronous tés agnoias) que Dios ha pasado por alto
(hyperidón), para manifestarse ya desde lo más profundo, de manera que los hombres y
mujeres puedan convertirse (meta-noia), superando su ignorancia (ag-noia). Aquí resuena
la experiencia penitencial judía, pero sobre todo está presente la gracia cristiana de la
conversión como don de Dios en Cristo. En este contexto habla del día (hémera),
entendido como tiempo en que Dios va a juzgar (krinein) el universo con justicia
(dikaiosyné), a través del “hombre” a quien ha designado (en andri hó hórisen) y
testificado al resucitarlo de (entre) los muertos (anastésas auton ek nekrón). Este es el
contenido particular de la fe cristiana: un hombre resucitado. Ciertamente, a partir de aquí
sería necesario contar la historia de ese hombre (evangelios). Pero Pablo no lo hace, no
se lo dejan hacer los atenienses.

Su reacción tiene dos momentos. Uno “negativo”: los sabios de Atenas se van; podrían
haber aceptado a Jesús como sabio o taumaturgo (un hombre con poderes divinos); pero
no pueden aceptar su muerte/resurrección como signo radical de Dios. Más aún, podrían
aceptar su muerte heroica, al estilo de Sócrates, a quien condenaron los sabios jueces de
este mismo Areópago, pero no aceptarán su resurrección. Sócrates no la necesitaba,
pues creía que su espíritu era eterno. Pero Jesús no es Sócrates, ni el Dios cristiano es la
pervivencia del espíritu, sino aquel que ha resucitado a Jesús (cf. Rom 4,24). Así, Pablo
fracasa, pero su gesto ofrece también un momento “positivo”: un areopagita, llamado
Dionisio, escucha y acepta el mensaje de Pablo, con una mujer llamada Damaris. Ellos
son los primeros testigos de la vinculación del Evangelio con Atenas. (Cf. A. M.
DUBARLE, “Lc discours á il Aréopage (Act 17,22-31) et son arriére-plan biblique”,
RSPhTh 57 (1973) 576-610; J. DUPONT, “Lc discours devant il Aréopage et la révélation
naturelle”, en ID., Etudes sur les Actes des Apotres, Cerf, París 1967, 157-170; Nuovi
studi sugli Atti degli Apostoli, Paoline, Turín 1985, 359-400; L. LEGRAND, “The Areopagus
Speech”, en J. COPPENS (ed.), La notion biblique de Dieu, BETL 41, Lovaina 1985, 337-
350; E. DES PLACES, De oratione S. Paidi ad Aeoopagum, Istituto Bíblico, Roma 1970.
PIKAZA, Javier, Diccionario de la Biblia. Historia y Palabra, Verbo Divino, Navarra 2007).

Vemos entonces que San Pablo se opone a un tipo de sabiduría humana que está llena
de orgullo y que en definitiva por eso deja de ser sabiduría humana porque, como
recordarán, los filósofos se llamaron así en contraposición de los orgullosos sofistas que
pretendían ser sabios.

Esto queda más claro en todas sus implicaciones en el texto de la carta a los Romanos. Al
mostrar que los paganos son culpables de no servir Dios, san Pablo lo hace desde la
accesibilidad que tienen éstos de conocer a Dios. Si no se diese ese conocimiento no se
los podría tildar de culpables pero como se dá entonces sí son inexcusables. 

Son muy importantes las afirmaciones en el v. 18 porque por su voluntad torcida tienen
prisionera a la verdad. Qué afirmación importante para tenerla en cuenta en la relación
entre razón y fe, éstas no se oponen, ni podrían, lo que las hace oponer es la mala
voluntad que no quiere seguir lo que la razón muestra al conocer la verdad.

También es muy importante la referencia a que la tener aprisionada a la verdad los lleva a
conductas totalmente irracionales, negadoras de lo que el conocimiento muestra. Las
consecuencias de esta conducta son nefastas y su tozudez es tan destructora que lleva
no sólo a practicar tales aberraciones sino que enseñan a practicarlas.

La ideología es lo que en nuestra época replica esta conducta. La ideología no sigue el


conocimiento racional sino que lo retuerce a través de un voluntarismo que no quiere ver
cómo son las cosas sino que las cosas sean lo que uno quiere que sean. Las
consecuencias están a la vista no solo en las depravadas conductas de muchos hombres
y mujeres sino también en la destrucción de la casa común que es nuestro planeta.

Del último texto leído del libro de la Sabiduría 13, 1 ss. habría que retener dos cosas, el
grado de malicia creciente y entre los que adoran a la naturaleza que en definitiva es obra
de Dios y tiene en su ser una semejanza con Dios y la idolatría que lleva a adorar algo
que el hombre mismo hace y lo sabe y sin embargo descaradamente llama divino.  

La Biblia condena la inteligencia humana producto del pecado (del orgullo, la soberbia)

Sofistas. Tienen un interés por la filosofía político o económico. Los mismos filósofos los
contradecían

Modernos. NO filosofan por interés. Hacen una reflexi´no contraria al cristianismo. Por eso es más
difícil de contrarrestar.

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