Está en la página 1de 120

COLECCIÓN

EL POZO DE SIQUEM 268

2
JOSÉ MARÍA RODRÍGUEZ OLAIZOLA, SJ

Tú me salvas

SAL TERRAE
3
Índice

Portada
¿Qué palabra contará la Palabra?
Motivos para la esperanza
Cuando llegas
La Tierra Nueva
El banquete
En casa
Sobre mí
Tal como soy
Presencia
¿Por qué no yo?
Habla la vida
Hoy la resurrección
Tu palabra no pasará
Ahora
Luz del mundo
Tú me salvas
Profecías
La lucha nuestra de cada día
A cualquier hora
Entonces, ¿qué hacemos?
Propuesta
Como Tomás
¿De carne o de piedra?
En tu desnudez

4
Abrazos
La batalla nuestra de cada día
Tanto quiero...
Mentiras
Leyenda
Talita Kum
Los niños de agua
¡Fuera!
Los días grises
El milagro
El otro llanto
El manantial de los sueños
Miedo
Uno
No te rindas
Vivir
Cadenas
La búsqueda de Dios
Dios cotidiano
Alrededor
En mi debilidad
Volveré
Lo de siempre cuanto falta
Desde el seno materno
Diálogo
Desolación
Hablar contigo
Dios tenaz
Tu rostro en cada esquina
Dios

5
Yo soy
Encabezado para un encuentro
Amor pascual
Cuerpo de Cristo
Pan
Resucitado
Pentecostés
Dios prójimo
La lógica de Dios
Que ya estabas aquí
Quiero, queda limpio
Nosotros sin Dios
Espíritu de Dios en el hombre
Piedra angular
Latidos
Vida evangélica
¿En qué consiste el amor?
En voz muy alta
Fragmentos de vida evangélica
Rutinas
Tras tus huellas
Transfiguración
Lo que quiero ser
Entregarlo todo
Como un niño
Mi equipaje
Fraternidad
Es la hora
Todo esto deseo
En el abismo

6
Quiero cantar
Pies de barro
Te adoro
La libertad da vértigo
La visión
Noche de paz
Semilla enterrada
Toca seguir caminando
Parar

7
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación
de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción
prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si
necesita reproducir algún fragmento de esta obra.
Puede contactar con CEDRO
a través de la red:
www.conlicencia.com
o por teléfono:
+34 91 702 1970 / +34 93 272 0447

Grupo de Comunicación Loyola


• Facebook / • Twitter / • Instagram
8
© Editorial Sal Terrae, 2018
Grupo de Comunicación Loyola
Polígono de Raos, Parcela 14-I
39600 Maliaño (Cantabria) – España
Tfno.: +34 94 236 9198 / Fax: +34 94 236 9201
info@gcloyola.com / www.gcloyola.com

Imprimatur:
† Vicente Jiménez Zamora
Obispo de Santander
12-05-2010

Diseño de cubierta:
María Pérez-Aguilera

Edición Digital
ISBN: 978-84-293-2768-7

9
¿Qué palabra contará la Palabra?

¿Qué palabra
contará la Palabra?

Hay palabras vacías,


versos muertos,
verbos sin chispa,
noticias sin eco.

Y hay palabras ardientes,


ideas con vuelo,
páginas vivas,
lenguajes nuevos.

No desesperes,
buscador de sentido,
de respuestas,
de algo eterno.

No te conformes
con pobres silencios.
Sigue buscando
en palabras prestadas
el encuentro pleno.

10

Escribir oraciones es escribir de una manera muy distinta. No puedo decir que lo que
tienes en las manos sea un libro de poesía. Tengo en demasiada estima a los buenos
poetas como para pretender estar haciendo lo mismo que ellos. Es evidente que tampoco
es prosa, al menos en su mayor parte. Si tuviese que identificarlo con algo, diría que son,
entonces, como cantos. Plegarias que nacen en distintas situaciones, que hablan de
sueños y heridas, de anhelos y encuentros, de escucha y respuesta.
Escritas en distintos momentos, en diversas situaciones, encontrarás en estas
páginas muchas preguntas y alguna que otra intuición; bastantes búsquedas y bosquejos
de respuesta; la lucha de alguien que, como cualquiera, intenta acertar a la hora de vivir
la fe: la incertidumbre de los momentos de silencio y sequedad; la alegría de las
ocasiones en que la fe se vuelve canto; la confianza de las épocas en que uno se deja
guiar por Dios; la resistencia de esos otros momentos en que lo que brota es la
incomprensión o hasta el enfado por la manera en que son las cosas; el entusiasmo de las
horas alegres y el dolor de alguna renuncia.
Si estas palabras ayudan a poner voz a los sentimientos de algún otro..., si permiten
que escuches o leas y te identifiques con alguna de las búsquedas aquí reflejadas,
entonces merece la pena compartirlas.

11
Motivos para la esperanza

Vivimos en un mundo que a veces invita al desaliento. Todos tenemos motivos para la
queja, porque deseamos mucho, y lo deseamos con impaciencia. Está bien desear. Es
señal de que estamos vivos. Pero es necesario poner nuestros anhelos en un horizonte de
realidad. Y ser capaces de equilibrarlos con los logros, con lo que ya hay de bendición en
nuestra vida y con la aceptación de la espera en estas historias nuestras tan urgidas por lo
inmediato.
Es verdad que hay algunos motivos, personales y colectivos, para el desaliento o el
escepticismo. Si queremos poner el foco en todo lo que en nuestro mundo no funciona,
podemos detenernos en muchas heridas: desigualdad, hambre, injusticia, enfermedad,
corrupción, egoísmo, vacío... El recorrido daría para descorazonar al más optimista.
Todos conocemos historias difíciles, quizás hasta las padecemos. Y cada cual lidia con
ellas como mejor sabe.
A veces uno se descubre abatido, vuelto sobre sí mismo, un tanto gris. Esos días en
que parece que falta el sentido, que Dios calla, que los amigos están lejos, y los motivos
que otras veces te urgían ahora parecen lejanos. Son esos días en que no te aguantas ni a
ti mismo, en que te parece que te has levantado torcido, y se diría que algún demonio
interior se lo está pasando en grande tocando todas las teclas que te hacen rechinar.
Entonces es una tentación rendirse, refugiarse en una burbuja de autocompasión, tomar
distancia respecto de otras vidas e historias, renunciar a la fe, que parece que no llena
como otras veces.
Pero quizá son también esos momentos los más propicios para recordar la
esperanza. Son tiempos para la confianza más radical. Son los instantes en que toca
aferrarse a las palabras, a las promesas, a lo sabido. Son los momentos para desenterrar
los motivos. Porque en realidad hay en nuestra vida y en nuestra fe muchas razones para
reír, para esperar, para luchar. Palabras sencillas, pero que hablan de una historia
increíble: esperanza, novedad, amor, encuentro, compasión, resurrección, presencia,
cariño, apoyo, presente, salvación...

12
La fe es una buena noticia para cada vida y para el mundo. Aunque a veces puedes
acostumbrarte tanto a ella que dejas de darte cuenta de lo afortunado que eres. Siempre
estamos a tiempo para escuchar ese grito que atraviesa el tiempo y la historia, el grito de
un Dios que cree en cada uno de nosotros. Siempre estamos a tiempo para recordar la
sencillez de una mesa compartida, la promesa de una tierra nueva o la pasión por
nosotros de un Dios que susurra nuestro nombre con infinita ternura. Hay esperanza,
porque hay belleza en este mundo; hay mucho amor y hay grandeza en el ser humano,
capaz de ser reflejo de la plenitud de un creador que nos puso en marcha. Claro que hay
mucho por hacer, y que habrá días radiantes y noches oscuras. Claro que en ocasiones
pesarán las cadenas, dolerán las heridas o callarán las canciones. Pero en otros muchos
momentos latirá con pasión incontenible nuestro corazón, tan humano y tan capaz. Por
todos esos momentos de vida y fiesta, de encuentro y tregua; por esas promesas de Dios,
que a veces vislumbramos cumplidas; y por tantas historias en las que el mismo Amor es
la fuente, hay motivos para la esperanza.

13
Cuando llegas

Llegas,
acampas en mi tierra,
sacudes mis cimientos,
rompes mis fronteras,
abres mis encierros.

Llegas
y avivas
el hambre de Dios,
de verdad, de hermano,
de justicia,
de vida.

Llegas
y sanas
heridas añejas
y tristezas nuevas

Llegas,
amas
mi pobreza,
mi ayer entero,
el ahora en su calma
y su tormenta,
el mañana posible.
Llegas
y conviertes
el sollozo en fiesta,
la muralla en puerta,
la nada en poema.

Llegas
cargado de Ti y de otros...
Palabra con mil promesas
humanas, eternas...

14
Llegas,
despiertas el amor dormido
y te quedas

15
La Tierra Nueva

En la tierra nueva
las casas no tienen llaves
ni los muros rompen el mundo.
Nadie está solo.
No se habla mucho del amor,
pero se ama
con los ojos,
las manos
y las entrañas.
Las lágrimas son fértiles,
la tristeza se ha ido
para no regresar,
y se ha llevado con ella
la pesada carga
del odio y los rencores,
la violencia y el orgullo.

Es extraña la puerta
que abre esa tierra:
Es la sangre derramada
de quien se da sin límite,
es la paciencia infinita
de quien espera en la noche,
es la pasión desmedida
de un Dios entregado
por sus hijos; nosotros,
elegidos para habitar
esa tierra nueva.

16
El banquete

La mesa está llena.


Se sirven manjares exquisitos:
la paz, el pan,
la palabra
de amor
de acogida
de justicia
de perdón.
Nadie queda fuera,
que si no la fiesta no sería tal.
Los comensales disfrutan
del momento,
y al dedicarse tiempo
unos a otros
se descubren,
por vez primera, hermanos.

La alegría se canta,
los ojos se encuentran,
las barreras bajan,
las manos se estrechan,
la fe se celebra...

...y un Dios se desvive


al poner la mesa

17
En casa

Puertas que se abren,


y estoy en casa.
Mi gente.
Brazos que envuelven.
Manos que acarician
este rostro cansado.
Palabras que cantan,
acunan y aquietan.
Miradas que esperan.
Gestos de hogar.
Risas sinceras.
Amigos que secan las lágrimas
con su presencia .
Calor que funde
penas de hielo,
muros de ausencia,
miedos de piedra.
Descanso,
aún no llegada.
Tú que nos unes.

Y después, al camino de nuevo,


un recuerdo vivo,
indestructible presencia,
más batallas,
heridas nuevas.
Hay otros cansancios,
hay tormentas.
No hay derrota,
porque hay puertas que se abren
y estoy en casa.

18
Sobre mí

Me envuelve, me seduce,
alegra las tinieblas
y disipa las tristezas.
Aclara mis ojos
que aprenden a ver
la tragedia y la fiesta.
Me alza de los miedos.
Me hace valiente en las caídas.
Cura mis oídos
que comienzan a escuchar
el llanto y la risa.
Me cautiva, me enamora.
Habla a mis resistencias.
Libera mis silencios.
Toca mis labios,
quese atreven a proclamar
el amor y la justicia.
Me vacía, me llena,
Inspira mis sueños.
Colma mis canciones.
Abre mis manos
que dan y acarician,
acogen
y construyen.
El espíritu de Dios está sobre mí.
Si solo supiera darme cuenta...

19
Tal como soy

No tengo que convencerte


ni engatusarte.
No me quieres vestido
con falsas virtudes,
ni esperas de mí promesas vacías.
No tengo que venderte
el ser quien no soy,
a Ti que me conoces bien.

Tú acoges la desnudez,
los pasos firmes y los vacilantes,
los aciertos y los descalabros,
la lucidez y la locura,
la alegría y la tristeza

Tú que me conoces bien...

... crees que me es posible


abrir los ojos y los oídos,
vibrar con tu palabra,
dar fruto,
hacer tanto
a tu modo,
reconciliar lo roto,
aliviar las penas
y festejar, con júbilo,
cada instante de gracia.

20
Presencia

Hay gentes que habitan mi existencia


y ponen en mis días esperanza,
encuentro o fiesta.
Hay rostros que hablan de ti,
del reino, de lazos que nos unen
y soledades que se disipan.
Hay instantes de risa,
y momentos de quietud y de calma.
Hay ocasiones para aprender,
incluso con lágrimas,
a crecer, a entregarse;
a vivir, en una palabra.
Hay heridas que me recuerdan
todo lo que está por hacer
y voces que me llaman con tu grito
o tu susurro.
Hay silencios que tú pueblas;
Presencia discreta,
Palabra profunda,
Propuesta infinita,
Vida verdadera.
Dios de mi historia pequeña... Gracias.

21
¿Por qué no yo?

¿Quién regará las posibilidades,


si se seca la imaginación?
¿Quién anunciará el baile
si perdemos las ganas de vivir?
¿Quién tocará la música
que nadie compone?
¿Cuándo habrá tiempo
para el amor verdadero?
¿Dónde habitará la justicia,
si en nuestra tierra campa la fuerza?
¿Cómo escuchar
a un Dios silenciado?
¿Quién reavivará
tanta compasión adormecida?
¿Cuándo saldremos
de la celda?

La puerta está abierta

Es hora de que los soñadores


silencien a los falsos profetas.
Hay que volver a danzar,
trenzando a nuestro paso
guirnaldas de verdad desnuda.

Que el cantor se quite la mordaza


y la prudencia,
que ha de encontrar la forma
de gritar la buena noticia
a todos
a cada uno.

Es la hora del buen pastor.

Es tu hora.

22
Habla la vida

Habla la Vida,
no en palabras ni versos,
no en poemas ni cantos,
no en susurro,
no en grito.

Habla, primero,
al abrazar al herido
y dar agua al sediento,
al partirte un poco la espalda
para cargar con los abatidos
–¿quién, si no, tirará de ellos?–

Habla la Vida,
en el perdón sincero,
en el respeto,
en un amor de hermano,
de amigo,
de amante eterno
en la mesa dispuesta
para saciar al hambriento.

Si la Vida calla,
el poema, el grito, el canto...
...es verbo hueco.
Pero si cantan las obras,
si recita el gesto,
si grita la vida,
eso es evangelio.

23
Hoy la resurrección

Hoy un rayo, un grito y un canto


atraviesan las vidas.
Rumores de esperanza
acunan los sueños, ya tranquilos,
de quienes dejaron atrás la hora del miedo.
Brillan los ojos que han intuido
un Rostro familiar
presente en semblantes cercanos,
en guiños cómplices, en gestos amigos.
Hoy las cargas pesan menos
y las ilusiones pueden más.
Una buena noticia se propaga,
y anuncia la paz en la tormenta,
la voz en el vacío,
el pan en cada mesa.
Vuelve la alegría después de la pena.
Hoy, un hoy eterno de resurrección
y fiesta, el Amor ha vencido.

24
Tu palabra no pasará

Pasan los días y los años.


Se enreda la historia y se llena
de nombres, de rostros, de gestos.
Se suceden los llantos y las risas.
Se arrugan los rostros y las manos.
Se llena de nieve el cabello.
Hay heridas que al fin cicatrizan.
Pasan palabras que se olvidan,
canciones que mueren,
versos que nadie recita más.
Pasa la vida, solo una.

Pero tu palabra permanece.


Permanece el amor como fuerza
poderosa. Permanece cada caricia
que humaniza el mundo,
cada acto de perdón
y cada fiesta sin excluidos.
Permanece la bienaventuranza
como una forma de ser,
y el prójimo, y el abrazo
al hijo pródigo que regresa.
Tu palabra no pasa. Nunca.

25
Ahora

Ahora es el tiempo de Dios,


el que dibuja un horizonte
y desencadena huracanes
en el corazón inquieto.

Es ya el tiempo del amor


que se da sin precio,
el instante en que la fe
transforma el mundo.

Es éste el momento
para que el ser humano se levante,
digno, confiado, fuerte,
tras las huellas del bienaventurado.

Es éste, en fin, nuestro momento,


para decirlo en voz alta,
para curar y acariciar,
para llevar con nosotros
el fuego que alumbre
a la humanidad
en Dios.

26
Luz del mundo

En medio de la tiniebla...

se enciende una risa


que despide el invierno
de penas y fríos.
Se prenden hogueras
que reavivan
los cuerpos entumecidos.
Una palabra tierna
rompe el silencio opresivo,
y el diálogo brota al fin,
a borbotones.
Arde una lámpara
que vacía las sombras
de fantasmas y miedos.
Dos amigos sellan la paz
con un beso, y acaban
con años de rencor y heridas.
En una mesa bien provista
nadie queda fuera.

Somos risa y fuego,


palabra y lámpara,
beso y mesa,
luz del mundo, hermanos,
nacidos para iluminar la tierra.

27
Tú me salvas

No te cansas de mí,
aunque a ratos
ni yo mismo me soporto.
No te rindes,
aunque tanto
me alejo, te ignoro, me pierdo.
No desistes,
que yo soy necio,
pero tú eres tenaz.
No te desentiendes de mí,
porque tu amor
puede más que los motivos.

Tenme paciencia,
tú que no desesperas,
que al creer en mí
me abres los ojos
y las alas...

28
Profecías

El desamado no estará solo.


El cobarde se alzará
dispuesto para la lucha.
Quien se consume en rencor
descubrirá el perdón.
El nostálgico abrirá, al fin,
la puerta al futuro.
El inseguro escuchará
la interior voz de un amor eterno.
Quien duda sabrá que era cierto.
El violento aprenderá compasión.
El cínico recobrará la inocencia
de antaño.
El poderoso
limpiará las llagas del herido
con una toalla ceñida a la cintura.

Todo esto, y mucho más,


ocurre ahora,
cada vez que Tu Palabra
echa raíz en mi tierra árida,
y sacude mis entrañas
tu Evangelio.

29
La lucha nuestra de cada día

Esto de la vida es toda una historia. Sin ponernos dramáticos, y con el respeto debido a
quien tiene que pelear por lo básico para sobrevivir, lo cierto es que vivir es, en buena
medida y para todo el mundo, luchar. Por encontrar tu sitio, por alcanzar el amor, por
asegurar tu futuro, por cumplir tus metas. Y en ese combate unas veces vas con el viento
a favor, cuando parece que encajan los anhelos, la fe, la realidad, las personas, los
planes... y otras veces te rompes. Cuando fallan los proyectos, cuando se impone esa
parte más sombría de uno mismo, cuando te hacen daño, cuando tú se lo haces a otros...
Hay innumerables situaciones que nos desbordan. Hoy eres héroe. y mañana bandido.
Hoy todo es colorido y esperanza, y mañana las brumas se vuelven amenazantes. Y
pasado mañana, veremos... No es que uno sea un inconstante. Es que estamos vivos.
Creer también tiene algo de pelear. Contra las incertidumbres, contra la duda,
contra quienes cuestionan mucho de lo que uno vive... pero, sobre todo, contra uno
mismo. Porque quizás el mayor combate es el que se da en el interior. Ya lo decía san
Pablo, en el capítulo séptimo de la carta a los Romanos, con un texto que hace vibrar a
cualquiera que se acerque a él, cuando describía con desgarro el combate entre hacer el
mal que uno no quiere y no ser capaz de hacer el bien que uno quiere.
¿Quién no se ha visto a veces dividido por deseos y resistencias, por querer una
cosa y la contraria, por entender el evangelio pero también sentir que hay innumerables
buenas noticias alternativas que ejercen sobre uno una fascinación legítima?
Es esa lucha que un jesuita, Marc Vilarassau, describía con acierto al señalar que el
problema no es elegir entre dar todo y no dar nada, sino entre el todo y el casi todo.
Porque uno siempre quiere quedarse con algo, mantener un fondo de seguridad, guardar
algún as en la manga, por si acaso Dios nos falla, por si acaso uno se rinde, por si acaso
cambiamos de idea...
Y ahí se nos va la vida. Luchando. Peleando. Entre los sueños y las pesadillas.
Entre la fuerza y la debilidad. Entre el amor y el vacío. Entre el egoísmo y la
generosidad. Entre la alegría y la tristeza. Entre las etapas en que todo parece estar claro

30
y esos otros momentos en que la niebla parece impenetrable y la vista solo alcanza para
ver dos pasos más adelante. Entre Dios, que parece ofrecer respuestas, y la parte de uno
que se resiste a creer de verdad. Entre el sepulcro lleno y el sepulcro vacío.
Es un combate desigual. Y se desarrolla en muchos frentes: en las relaciones
personales, en la manera en que decidimos actuar, en la forma en que tratamos a los
nuestros y a los ajenos, en las horas de oración y en lo que ocupa nuestra mente y
nuestro corazón.
No pasa nada por luchar. Eso es señal de que somos humanos y de que somos
libres, tanto como para tener que ir conquistando nuestro lugar en el mundo. Pero en esa
pelea, al menos desde la fe, no estamos solos, porque Dios no es el enemigo, empeñado
en vencernos y anularnos, sino un sorprendente aliado que espera ayudarnos a sacar todo
eso bueno que tenemos dentro.

31
A cualquier hora

Todo menos rendirnos, Señor.


Todo menos sentarnos,
desolados, a esperar la muerte en vida,
la mediocridad, la derrota.
Es solo que solos no podemos...
aunque a veces creamos tener la llave,
la rienda, el timón o la energía.
Es solo que si Tú no enciendes el horizonte
caminamos en círculo hacia ninguna parte.
Es solo que si Tú no incendias
el corazón y la entraña
las piernas no saben adónde ir.
Es solo que si Tú no lates en nosotros
falta el aliento...
... Y por eso no podemos rendirnos,
que Tú no desesperas de nosotros.

32
Entonces, ¿qué hacemos?

¿Qué hacemos con los pies de barro,


con los sueños rotos,
con las noches de vigilia
y las puertas cerradas?

¿Qué hacemos con la fe asediada,


el amor negado,
los golpes injustos
y el desaliento?

¿Qué hacemos con la pobreza,


con el fracaso, con el hambre,
con la guerra,
con la tristeza
que campa a sus anchas
por tantas vidas?

No rendir la esperanza
ni blindarnos contra la tormenta.
No renunciar a los sueños.
Seguir buscando la llave
que abra la vida,
que libere la alegría,
que desencadene
la paz,
la abundancia,
la justicia.
Y seguir confiando,
que con nuestro barro
haces tú milagros

33
Propuesta

Si acaso resisto, insiste.


Si niego, afirma.
Vence tú en este duelo
entre tu promesa y mi reserva.

Quítame el traje de gala


y reviste mi desnudez de justicia.
Cúbreme con un manto de coraje,
ármame de bondad
y ponme en pie.

Tu luz conquistará
los reductos cerrados del alma.
Tu palabra despertará
las esperanzas y los sueños.
Tu paso marcará el ritmo,
tu vida mostrará la ruta
hacia una tierra nueva
habitada por todos.

Señor de la alegría distinta,


de los encuentros y fiestas,
de la mesa compartida,
del amor inquieto.
Señor de la cruz vencida,
todo empieza en ti de nuevo.

34
Como Tomás

Como Tomás...
también dudo y pido pruebas.
También creo en lo que veo.
Quiero gestos. Tengo miedo.
Solicito garantías.
Pongo mucha cabeza y poco corazón.
Pregunto, aunque el corazón me dice: «Él vive».
No me lanzo al camino sin saber adónde va.

Quítame el miedo y el cálculo.


Quítame la zozobra y la lógica.
Quítame el gesto y la exigencia.
Dame tu espíritu, y que al descubrirte
en el rostro y el hermano,
susurre, ya convertido:
«Señor mío y Dios mío».

35
¿De carne o de piedra?

Arranca la mano de piedra,


que aprieta con saña
y apunta con odio,
cocina maldades
y pone cadenas...
Verás cómo crece
la mano de carne
que acuna y aquieta,
que quita cerrojos,
que escribe poemas.

Arranca la pierna de piedra


que al pisar aplasta,
que avanza sin norte,
y, cerril, patea.
Verás cómo crece
la pierna de carne,
que baila ligera,
que te lleva lejos,
donde Dios te llama,
donde el hombre espera.

36
En tu desnudez

Te sentirás solo, sin testigos.


Te encontrarás aislado, sin puentes.
Te abrumará el silencio, sin palabras.
Te dolerá el olvido, sin aplausos.
Te inquietará la duda, sin respuestas.
Te pesará la carga, sin ayudas.
Te asustará el compromiso, sin seguridades.
Te verás desnudo, sin mentiras.

Y Yo seré tu testigo, tu puente y tu palabra.


Yo seré tu aplauso, tu respuesta y tu apoyo.
Yo seré tu refugio, amaré tu desnudez
y te enseñaré a vivir de verdad.

37
Abrazos

Al niño asustado
que somos,
al hombre inseguro,
al amigo,
al enamorado,
al herido,
al vencido.

Que alguna vez


brazos familiares
protejan,
aquieten,
silencien al monstruo
despierten al espíritu,
los dos están dentro.

Que la mano tierna


envuelva el rostro
y otros ojos reflejen
amor.

Que, por un instante,


solo haya reposo
en el hombro amable,
y un silencio poblado
de historia.
Alguien, un día, abrió los brazos
para abarcar
a la humanidad entera
en su pasión infinita.

38
La batalla nuestra de cada día

Es una guerra que dura una vida


la que enfrenta, en mí, dos mundos.
Entre el algo y el todo,
entre el «por ahora», y el «para siempre»,
entre «yo» y «Tú»...
La seguridad se enfrenta al riesgo,
las garantías a la confianza,
el ruido a un silencio no siempre poblado,
las pequeñas miserias se oponen al Amor
y el orgullo quiere pisar a la verdad.

Dame, Señor, capacidad para luchar.


Toca pelear cada día,
hasta esa jornada última
en que Tú vencerás por los dos.
Dame fe para no rendir el evangelio,
la bondad, el sacrificio o la cruz.
Dame alegría para sobrellevar
cada revés, cada caída,
cada tormenta.

Yo, por mi parte, aquí estoy,


dispuesto a seguir remando
con mis pocas fuerzas,
con mis pobres brazos.
No sé si basta,
pero hay que intentarlo.

39
Tanto quiero...

Deseo
con pasión
con vehemencia
con furia
con dicha
y a ratos con tristeza.
Soy un manantial
de anhelos.
Generosos y egoístas,
sublimes o rastreros,
efímeros o medio eternos.
Pueden más
que lo sabido,
que la ciencia,
que los libros,
que los versos.
Sacuden mis pilares,
avivan mi paso,
elevan mi cielo.
Emocionan
y a veces dan miedo.

40
Mentiras

La paz sin tormenta


la pasión sin Pasión
la encarnación sin carne
el amor sin historia
la risa sin alma
... mentiras.

El desprecio en Tu Nombre
la virtud arrojadiza
la justicia inhumana
la palabra sin misericordia
la promesa sin lazo
la renuncia sin nostalgia
... mentiras.

El amor sin zozobra


la pregunta sin riesgo
la fe sin duda
la seguridad sin resquicios
lo que «siempre ha sido así»
... más mentiras.

Pero tu Verdad
ilumina nuestras sombras,
desmonta nuestros engaños
y despierta la esperanza.

41
Leyenda

Vivió sin alma,


con agua en las venas,
con una risa demasiado fácil,
con nada en las lágrimas.
Sólo amó a un espejo.
Nunca persiguió un sueño
que pudiera fallarle.
Cada vez que apostó
lo hizo sobre seguro.
Amuralló su vida
con certidumbres insulsas,
con rutinas
que nunca le dejaron
asomarse al silencio,
al vacío, a la nada, al Todo.
Nadie le causó tanto daño
como para enseñarle a perdonar.

Miró hacia atrás


en un instante de lucidez,
y aunque en sus entrañas
nacía un lamento
por la vida sin vivir,
se dijo: «Es tarde».

¡Pero nunca es tarde!

42
Talita Kum

Ahora. Levántate.
No te dejes morir
en muertes cotidianas
que acallan el verso,
que secan el alma
y frenan el paso
hasta dejarte inerte.

No mueras en vida
sepultado por nostalgias,
rendido antes de tiempo,
consumido por dentro.
No permitas que te envenene
el odio, ni dejes
que la amargura –¿o es miedo a vivir?–
haga de tu corazón una losa.

Levántate.
Sostenido por la memoria
de buenos amigos y buenos momentos,
confiado en un hoy grávido de oportunidades,
movido por la esperanza en lo que ha de llegar.

Levántate, agradecido por tanto.


Ama,
descubre los milagros ocultos,
cree
y pelea, si hace falta,
la batalla nuestra de cada día,
que eso es ser humano.
Levántate.
Ahora.

43
Los niños de agua

Los niños de agua


se diluyen,
desparraman sus días
en tierras baldías.
Riegan muros,
sueñan un mar vivo,
pero se estancan
en charcas
de inmediatez,
de ego,
de vértigo.

Pobres de nosotros, los niños de agua


si olvidamos la fuente primera,
si perdemos el cauce,
si dejamos que poco a poco
el invierno nos congele.

¡Hay tanta sed en torno!

44
¡Fuera!

¡Fuera la inquina,
los desprecios, la venganza!
Los vanos sueños,
las inútiles quimeras, ¡fuera!
¡Fuera las distancias insalvables
entre hermanos!

Dentro el amor,
eterno, posible,
a tu modo.

Quién fuera echando demonios


y bendiciendo historias
con el verbo
con el beso
con la vida...
Quién fuera
dejándose sanar por dentro
de tantos dolores que nos aquejan,
y sanando, a tu modo,
a otros que fuera esperan
un roce,
un gesto
una respuesta...

45
Los días grises

Hay días en que olvidas los motivos.


El entorno se vuelve desierto
árido, monótono.
Hay días en que lo cambiarías todo
por una caricia.
Días en que calla la voz interior,
cuando ni hacer el bien parece tener sentido,
cuando el mundo resulta una causa perdida
y el evangelio es un idioma incomprensible.
Días en que no te sientes
hermano,
ni amigo,
ni hijo.
Días de escepticismo,
en que el samaritano decide pasar de largo,
Zaqueo no sube al árbol,
y sólo sobrevive el joven rico.
Días en que vencen los fantasmas interiores.

Quieres gritar,
protestar,
reclamar la paga prometida,
negociar una rebaja.

Pero no des demasiada cancha al drama.


Mira tu vida con desnudez benévola,
respeta el desaliento,
sin darle el cetro y la corona,
y rescata la memoria
de las causas,
de la presencia,
de la ilusión.
El samaritano sigue en marcha.
Él también tiene días grises.
Zaqueo espera un encuentro.

46
El joven rico aún piensa
en el camino que no eligió.
Y en lo profundo,
más allá de fantasmas y demonios,
late Dios.

47
El milagro

Esta mañana te he visto distinto:


tu paso era danza
tus gestos, poesía
tus ojos rezaban.

Esta mañana la he oído


como nunca antes.
Su murmullo era un canto
sus protestas, un ruego
su pregunta, plegaria.

Y a él le he entendido
quizás por vez primera
Su enfado es herida
su dureza, miedo
su cinismo, derrota.

Hoy cada rostro


quería contarme una historia
llamándome desde lo hondo de la Vida.
Todas las voces
confluían en un único cántico
que contaba
las dudas, los lamentos,
las fiestas, las declaraciones
de amor
las noches oscuras
los días claros
las equivocaciones
y los sueños.

Y ahora, cuando vuelve la ceguera,


me pregunto quién me abrió los ojos.

48
El otro llanto

No me dejes llorar
lágrimas tramposas
cuando solloza el mundo
heridas viejas
y tragedias nuevas.
No me dejes gritar
por agravios fútiles,
que hoy la injusticia
hiere a niños y grandes
con metralla y muros,
silencio y hambre.
No me dejes hurgar
en mis penas,
como si no hubiera otras.
No me dejes
ciego
sordo
mudo
a ese otro
que sólo anhela
un poco de amor.

49
El manantial de los sueños

Ser charca de aguas muertas


o torrente de sueños y fiestas.
Ahí está la encrucijada.
Tú, la fuente posible,
me convertirás en río
si consigues abrirte paso
a través de muros de fango y piedra.
No es fácil, te lo aseguro,
reventar las espuertas cerradas.
Tendrías que forzar mi libertad,
pero eso no lo harás...
Eliges otro camino para despertar los intentos.
Tus aguas vivas fluyen, cantan,
esperan, llaman,
se filtran despacio.
Mi suelo se estremece
al intuirte,
y aunque los diques resisten
quieren resquebrajarse.

Acaso al fin tu fuerza torrencial


acabará con las defensas absurdas,
tu caudal fluirá a borbotones
convirtiendo el fondo estéril
en cauce fértil,
y anegará mis quebradas,
llevándose lodos viejos
para abrir paso a la Vida.

50
Miedo

Una roca inhóspita


es mi tierra,
sus aristas son mal asiento
y sus confines estrechos.
Saltando al vacío
llegaría lejos,
dices.
Algunos días me acerco hasta el borde,
y soy de nuevo
el niño que soñaba con el agua
pero temía los trampolines.
Dudo, anhelo,
quiero dejar esta tumba,
confiarte mi vuelo...

Pero a veces un rayo de sol


se cuela entre las nubes
y envuelve todo mi cuerpo
en un espejismo
de plenitud.
Sé que no basta,
pero me vuelve a cargar de cadenas.

Algún día saltaremos.

51
Uno

Tira los muros


que nos dividen.
Corta las alambradas
que excluyen.
Acalla los ruidos
que nos aíslan.
Rompe las barreras
que nos separan.
Enciende la mirada
que ignora
al prójimo
su historia
su drama
su fulgor.
Silencia la palabra
que prejuzga
que anula
que encizaña
que mata.

Danos, Señor,
la luz que aclara,
para encontrarnos,
reconocernos desnudos,
sencillos,
humanos, vulnerables.
Danos la mano
que se tiende para asir,
acariciar, levantar.

Tú eres el puente
que vence
distancias infinitas.
Si sólo aprendiera
a cruzarte...

52
No te rindas

La vida le dio un zarpazo


brutal,
inesperado.
Se derrumbó su seguridad.
Incapaz de entender,
se culpa,
se teme,
se odia.
Olvida
que no pudo parar el golpe.
Se reprocha
ser quien es.
Se siente inservible
quien a tantos sirve.
Su calendario alterna
rabia
impotencia
sufrimiento
duda.

Ahora es tiempo
de escuchar
el arrullo inmortal
de Dios,
que derrama en tu oído
palabras sinceras.
Mi niño,
yo te he elegido,
te he llamado por tu nombre
tú eres mío...
Nadie tiene derecho
a matarte por dentro.
También en esta tormenta
hay quien boga contigo
y no dejará que te hundas.

53
Aunque ahora duela.

54
Vivir

Líbranos, Padre, de vivir a medias,


cautivos de la murmuración,
temerosos de fantasmas,
enzarzados en guerras huecas,
prematuramente muertos.

Líbranos de perseguir quimeras


e ilusiones vanas.
No nos dejes aferrarnos a lo inútil,
lo insustancial, lo efímero.
Silencia los ruidos vacíos
y apaga los brillos tramposos...

... Ayúdanos, Padre,


a vivir a fondo.
Danos
palabra sincera,
valor de evangelio,
motivos para la lucha.
Inspira
sueños legítimos,
metas humanas,
gestos cálidos.

Tú, que quieres ser


Verbo en nuestra carne,
Luz en nuestra sombra,
Vida plena,
Dios en nosotros.

55
Cadenas

En el castillo del hombre


hay salones ,
estancias cálidas,
grandes cocinas,
despensa generosa.
Hay leña seca
para hacer lumbre
en cien chimeneas.
Hay banquetes de diez platos
y bailes de gala.
Entre estos muros
se conversa y se guerrea.
Señores y criados,
damas y doncellas,
curas y soldados
que vigilan
desde las almenas.
En las habitaciones nobles
de la torre
se descansa y se ama,
se sueña y se reza,
se recobran fuerzas.
Alguna mañana
un trovador canta
y la risa suave
de un enamorado
contagia jovialidad
a quienes escuchan.
Pero hay
espacios sombríos,
cámaras secretas
donde no entra luz,
potros de tortura,
presos con cadenas
cuyos lamentos

56
no tienen eco
(alguien olvidó
sus nombres)
Si las paredes hablasen
la vergüenza robaría el color
de muchos rostros.

Solo si Alguien revienta los cerrojos


y abre los postigos de las ventanas,
solo si se rompen las cadenas
y los muertos en vida vuelven a bailar
se curarán las heridas
que envenenan la entraña
del castillo del hombre.

57
La búsqueda de Dios

Nunca dejamos de buscarlo. Porque no terminamos de apresarlo. Como aquella María


que intentaba aferrarse a Jesús a la puerta del sepulcro vacío, pero se encontraba con la
invitación a soltarlo, a dejarle ir, a seguir en marcha. A Dios a veces lo intuimos, incluso
podemos sentir su presencia, su fuerza, su luz, su palabra y su amor. Pero luego se nos
escapa. Quizás así está bien, aunque en ocasiones la distancia duela. Para no darlo por
sentado. Para no convertirlo en rutina ni costumbre. En muchas ocasiones lo
necesitamos, pero no sabemos dónde está, ni lo sentimos, y parece ausente. Entonces
brota el lanzarse a buscar. Buscamos en la oración y en la acción, en los libros, en las
canciones, en los gestos. Buscamos en la palabra y en el silencio. Pedimos a otros que
nos ayuden. Somos como la muchacha del Cantar de los Cantares, que, inquieta,
pregunta a quienes pueden informarla si acaso han visto a su Amado. Buscamos,
pedimos, quizás incluso exigimos que Dios nos salga al encuentro. «¿Dónde estás?»
Y quizá, poco a poco, aprendemos a reconocerlo. Aunque sea en destellos. Un día
es una palabra. Otro día, un gesto. En un momento lo vislumbramos muy dentro, y al
momento siguiente la mirada nos lo muestra en el otro. Hoy es un hombre roto el que me
habla del Dios crucificado. Mañana, una mujer que ama con infinita ternura la que me
recuerda la gratuidad del amor. En algunas ocasiones privilegiadas, hasta puedo sentirlo
muy cerca, y llamarle: «Tú».
Pero luego vuelve a irse. Y muy dentro te sientes solo. Y el otro es simplemente
otro. Esa es la historia. Una vida que es diálogo. Una fe hecha de instantes de encuentro
e instantes de pregunta. Una conversación en la que Dios nos llama a veces, mientras
que otras veces somos nosotros quienes lo llamamos: «Ven», o le preguntamos: «Dónde
te has metido?».
Hay en nuestra vida varios tipos de búsqueda. Mu-chas de ellas son coyunturales,
tienen que ver con las circunstancias, y no nos jugamos demasiado con ellas, aunque en
un momento determinado puedan resultar urgentes e importantes: Determinado
conocimiento, un poquito de entretenimiento, una relación más o menos intensa, una

58
ocupación, bienestar, algún aliciente para actuar... Todo eso lo buscamos, y está bien.
Pero hay algunas búsquedas en las que nos jugamos mucho más: el amor verdadero, el
sentido que podamos darle a nuestra vida... y Dios.
Dios está entre esas búsquedas de lo esencial. A Dios le buscamos todos. Es una
pregunta de algún modo eterna. Con distintos ecos para el creyente y para el no creyente.
Es una pregunta que a veces es racional, y otras muchas es emotiva. Ponemos en juego
anhelos, miedos, un deseo primero, visceral, muy humano, de trascendencia para el más
allá, y de sentido para el más acá.
Esa búsqueda, para el creyente, es a veces dolorosa. Porque la fe se trenza entre la
duda y la certidumbre, entre la presencia de unas veces y la ausencia de otras. Es la
búsqueda intrépida del explorador que avanza por terrenos nuevos, y la búsqueda
desesperada del que hambrea un mendrugo de pan para sobrevivir. A veces uno se
enfada con Dios por no ponérnoslo más fácil. Por no dejarnos descubrirlo de un modo
más evidente. Por condenarnos a arriesgar. Por una libertad para la que no nos sentimos
preparados. Por un silencio que nos obliga a aguzar el oído.
Pero la búsqueda es parte de la existencia. Como lo son el deseo, el éxito y el
fracaso, el saber abrazar y el dejar partir. Y la búsqueda de Dios, en la vida, es parte de
ese recorrido en el que nunca puedes instalarte y pensar que ya has llegado –eso lo
dejamos para el final. Porque el terreno nuevo de hoy es puerta para espacios aún
ignorados. Y eso nos lleva cada vez más adentro y cada vez más afuera. A entender a las
personas. A llenar la fe de contenido. A enfrentarnos con nuestra fragilidad y, al tiempo,
con nuestras capacidades. A descubrir el sentido del amor, del perdón, de la justicia, del
pecado, de la salvación...
Al final, a Dios ni lo poseemos ni podemos retenerlo. Quizás al crearnos así,
buscadores, llenos de preguntas y sueños, nos ha dado mucha más vitalidad que si nos lo
hubiera entregado todo...

59
Dios cotidiano

¿Es que te escondes


o acaso sigo un mapa erróneo?

Quizá deba dejar de esperar


a lo especial,
a lo sublime, lo superlativo,
lo excepcional,

y buscarte en las horas quietas,


en las conversaciones intrascendentes,
en las palabras casuales,
en las lecturas sin huella,
en las letras minúsculas de mi historia;
buscarte en lo prosaico,
en los mensajes con motivo,
en las tardes perdidas,
en los trabajos con fecha de caducidad,
en los días grises,
en los sentimientos ligeros,
en los fracasos sin lágrima
y en los aciertos sin acta.

Quizá, sin yo notarlo,


eres compañía discreta
en los viajes de trabajo,
luz suficiente en paisajes olvidables,
silencioso eco en la oración callada,
fuerza justa en la lucha de cada día,
roce casual en el esfuerzo compartido.

¿Dios escondido?
O revelado en el envés menos brillante
de la vida.

60
Alrededor

Pregunto: «¿Dónde estás?».


Extiendo los brazos y el alma
en tu búsqueda.
La duda me atenaza,
y no siento que avance
con estos pies de barro,
con estas entrañas duras,
indiferentes ya a tanto.
¿Dónde te has metido?
Que hay demasiadas caras largas,
malos humores, vidas quebradas,
estómagos
mentes
y corazones
vacíos,
demasiada ansiedad insatisfecha
y mucho amor inalcanzado.
¿Dónde estás?

Respondes: «Cerca, muy cerca».


Que el Reino de Dios está en torno,
canturreando en tu oído
una buena noticia
y dejándose ver
allí dondemenos lo esperas.

Si solo aprendiese a mirar...

61
En mi debilidad

En mi miedo
tu seguridad.
En mi duda
tu aliento.
En mi egoísmo
tu amor.
En mi rencor
tu misericordia.
En mi «yo»
tu «nosotros».
En mi rendición
tu perseverancia.
En mi silencio
tu voz.
En mi ansiedad
tu pobreza.
En mi tempestad
tu calma.
En mi abandono
tu insistencia.
En mi dolor
tu alivio.
En mi debilidad
tu fuerza.

62
Volveré

¿Por qué este abandono


tras vencer a la muerte?
¿Por qué este alejarte
cuando más con nosotros estabas?
¿Por qué este silencio
de la Palabra más viva?

Nos dejas esperando,


buscadores,
inquietos,
apóstoles,
portadores de tu Luz, pero
confundidos por las sombras
cuando te vistes de misterio.

No te nos escondas mucho,


en este irte que nos deja huérfanos,
en ese enviarnos
tan desnudos de certezas
como llenos de esperanza.

En tu distancia, sigue cerca,


y a tu modo misterioso
sigue siendo el Amor
que arropa nuestra desnudez
y sostiene nuestros sueños.

63
Lo de siempre cuanto falta

Sólo entonces,
cuando faltas,
me doy cuenta de tu presencia cotidiana.
Sólo entonces,
cuando callas,
siento nostalgia de tu verso
de tu canto
de tu verbo
de tu risa.
Sólo entonces me doy cuenta
de que el amor es eso tan cotidiano.

Y entonces
lo de siempre se vuelve nuevo
la costumbre cobra vida,
la rutina es fiesta,

y al volver a verte,
sin que quizá lo notes,
exulto.

64
Desde el seno materno

A veces no percibo
la belleza del barro.
Lo veo quebradizo.
Cada cacharro resulta
tosco, frágil o áspero.
Me parece impensable
que pueda ser recipiente
de ideas, historias,
sabiduría, perdón,
amores, verdad,
profecía,
paciencia o consuelo.

Pero tú lo ves todo distinto.

Imaginaste,
creíste en nosotros
y lo posible se puso en marcha.
Modelaste el barro,
creaste algo hermoso.
Miraste el resultado, contento,
adivinando tantas posibilidades
en la obra de tus manos.

Enséñame a creer.

65
Diálogo

Palabra agradecida del hombre a Dios...

Me conoces y me quieres.
No soy para ti uno más,
ni te soy indiferente.
Mi nombre es único en tus labios,
alimentas mi hambre de sentido
y mi ansia de respuestas.
Jamás me dejas tirado
ni me niegas otra oportunidad.
En cada camino que escojo
te haces presente,
para asegurar mis pasos.
Te importo tanto
como para vaciarte por mí,
ayer, ahora, siempre...
Tu aprecio inagotable
me levanta, me hace inmenso
y viste mi flaqueza
con tu reciedumbre.

Palabra enamorada de Dios al hombre.

Mira a tu prójimo.
Conócelo y quiérelo,
que no sea para ti uno más
ni te sea indiferente...
Cuídalo...
...que esto es,
al modo de un Dios,
ser humanos.

66
Desolación

¡Habla!
No siga el silencio
opresivo.
Tu mutismo amenaza
cada certidumbre.
¡Habla!
¿Por qué callas?
¿O hablas?
Acaso dejé de escucharte,
olvidé el camino
de vuelta
a casa.
Tu voz,
solo un recuerdo
¿suficiente?
¡Llama, más fuerte!
Traspasa esta pared
de ausencia.
Susurra.
Grita.
Insinúa.
Exige.
¡Habla!
Toca,
como sabes,
los resortes secretos
del alma.
Tu silencio me vence.
O acaso es mi distancia.

67
Hablar contigo

Cada día, a cada rato, si cabe.


Para sentirte cerca,
para sentirme vivo,
para mirar al mundo
y saberme en casa.
Hablar contigo de deseos
y dudas
de guerras
y treguas
de tormentas
y calma
de prójimos,
heridas,
fiestas...
Escucharte,
canción infinita
Verbo que exige
susurro que sana
verso que enciende
mis días
iluminando tanto que está por hacer...

Hablar con o sin palabras,


responder como mejor pueda...

Entonces habrá encuentro.


Y no estaremos solos,
sino rodeados de rostros
de nombres compartidos
de historias que se cruzan
de manos entrelazadas
y vidas reconciliadas
en la comunión, tan humana,
del amor y la ternura

68
Dios tenaz

Señor,
si acaso dudo,
si no aguanto despierto,
si te niego,
si me puede la prudencia
o el miedo,
insiste.

Si te entiendo a medias,
si amo mal,
si esquivo el camino del herido,
si me encierro en mí mismo,
insiste.

Si me subo al carro
del Barrabás de turno,
si me lavo las manos
y la conciencia
para no arriesgar,
insiste.

Insiste, Señor,
en llamarme a tu mesa,
en partir tu pan y tu vida,
en sembrar palabra,
en pedir respuesta.
Llegará el día en que
aprenda a caminar mejor.

Tú, Señor, tenme paciencia.

69
Tu rostro en cada esquina

Señor, que vea...


...que vea tu rostro en cada esquina.
Que vea reír al desheredado,
con risa alegre y renacida.
Que vea encenderse la ilusión
en los ojos apagados
de quien un día olvidó soñar y creer.
Que vea los brazos que,
ocultos pero infatigables,
construyen milagros
de amor, de paz, de futuro.
Que vea oportunidad y llamada
donde a veces sólo hay bruma.
Que vea cómo la dignidad recuperada
cierra los infiernos del mundo.
Que en otro vea a mi hermano,
en el espejo, un apóstol
y en mi interior te vislumbre.

Porque no quiero andar ciego,


perdido de tu presencia,
distraído por la nada...
equivocando mis pasos
hacia lugares sin ti.

Señor, que vea...


... que vea tu rostro en cada esquina.

70
Dios

Ahí estás. Un Tú difícil de entender. Una intuición, a veces. Eres más que un nombre,
más que un concepto, más que una idea, pero hay que pensarte. Eres presencia, pero no
evidente. Eres relación, pero distinta de cualquier otra relación de nuestra vida. Y te
vamos aprendiendo. En lo que otros nos cuentan. En lo que Tú revelaste a lo largo de
una historia increíble. Llenamos nuestra sed con intuiciones, pensamiento, conceptos que
nos ayudan a imaginarte, pero no bastan. Te ponemos los nombres de las realidades
buenas, a ver si así somos capaces de zambullirnos en ti.
Entonces eres amigo, amor, bondad, justicia, sabiduría... Aprendemos a llamarte.
Eres padre, y eres hijo, y eres espíritu. También las acciones nos enseñan a ponerte
nombre. Eres el alfarero cuyas manos dan forma al barro, escultor de belleza, el labrador
que siembra semillas de justicia y vida, el creador del mundo. Eres el pastor que cuida
del rebaño. Eres luz que alumbra en las tinieblas. Y calor que derrite el hielo. Eres el
abrazo, la ternura, el beso, la palabra, el fuego, el agua. Huracán y brisa. Eres principio y
fundamento. Alfa y omega...
A veces eres claro, y otras impenetrable. Nuestra pasión y nuestro gran
interrogante. En ocasiones, todo lo haces suave y llevadero, mientras que otras veces
eres lo más difícil.
Te nos vas revelando en la historia, en las palabras lúcidas de aquellos que
consiguen asomarse a ti. Y descubrirte es ir percibiendo una verdad que se desvela, pero
nunca del todo. Eres el misterio ante el que, siendo niños, abrimos los ojos admirados,
pero también el que despierta preguntas. Permaneces imbatible frente a la rebeldía con
que en ocasiones te negamos o la complacencia con que queremos domesticarte. Tan
cerca y tan lejos a la vez.
Nunca conseguiremos atraparte, y posiblemente tampoco sepamos dejarnos
envolver por ti del todo. Pero que no nos falte jamás la inquietud por seguir
aprendiéndote: ¿Quién eres?

71
Yo soy

Soy presencia y arrullo,


promesa y encuentro,
llamada y grito.

Soy palabra o silencio,


canción y poema,
huracán o brisa.

Soy camino y refugio,


caricia y abrazo,
verdad y vida.

Soy bandera y proyecto,


libertad y reto.
Soy, en Ti, un milagro.

72
Encabezado para un encuentro

Querido Dios:
o al menos, anhelado.
Infinito, pero concreto.
Inabarcable y, aun así, vaciado
en un niño,
en uno de los nuestros.
Apasionado,
nuestro primer fundamento,
Tú eres la fuente
de tantos ríos
llamados a juntarse.
Eres fuego
que enciende el horizonte
del ciego.
Eres la música
que suena muy adentro.

Yo sólo soy un hombre,


una mujer, un anciano,
un muchacho
inquieto, perplejo,
sediento de ti
en un mundo seco.

Aquí estamos, pues.


Este es nuestro tiempo.

73
Amor pascual

Amor de carne y sangre,


de entrega y tiempo,
de historia y lucha.
Amor de fiesta y llanto,
de alianza eterna,
de mesa puesta,
de mano abierta.

Amor que no negocia


ni escatima...
Dispuesto a partirse
para llegar a todos,
especialmente
a los desamados,
a los solos,
a los que hambrean
encuentro,
justicia
y ternura.

Amor por cada ser humano,


tú conoces nuestros pies de barro,
nuestros sueños,
nuestras metas,
nuestro pecado,
el bien que soñamos
y el que negamos...

Amor de Dios
hecho carne
entregándote
como palabra
última, definitiva,
como raíz que ha de llegar
a la entraña de las vidas

74
para transformarlo todo.

75
Cuerpo de Cristo

Ojos inquietos por verlo todo.


Oídos atentos a los lamentos,
los gritos, las llamadas.
Lengua dispuesta a hablar
verdad, pasión, justicia...
Cabeza que piensa,
para encontrar respuestas
y adivinar caminos,
para romper las noches
con brillos nuevos.
Manos gastadas de tanto bregar,
de tanto abrazar
de tanto acoger
de tanto repartir
pan, promesa y hogar.
Entrañas de misericordia
para llorar las vidas golpeadas
y celebrar las alegrías.
Los pies, en marcha
hacia tierras abiertas
hacia lugares de encuentro
Cicatrices que hablan
de luchas, de heridas,
de entregas,
de amor,
de resurrección.
Cuerpo de Cristo...
...Cuerpo nuestro.

76
Pan

Para saciar
el hambre
de todos, pan.
Amasado despacio,
cocido en el horno
de la verdad hiriente,
del amor auténtico,
del gesto delicado.

Pan partido,
multiplicado al romperse,
llegando a más manos,
a más bocas,
a más pueblos,
a más historias.

Pan bueno, vida


para quien yace
en las cunetas,
y para quien dormita
ahíto de otros manjares,
si acaso tu aroma
despierta en su interior
la nostalgia de lo cierto.

Pan cercano,
en la casa que acoge
a quien quiera compartir
un relato,
un proyecto,
una promesa.

Pan vivo,
cuerpo de Dios,
alianza inmortal,

77
que no faltes
en todas las mesas.

78
Resucitado

Adivinar la vida
en sus huellas.
Descubrir su mirada
en otros ojos.
Intuir la fuerza
que ha vencido a la muerte,
que acalla el mal,
y enjuga el llanto.
Creer que el sepulcro está vacío
y el mundo lleno
de espíritu, de canto.
Sentir que se empapa la historia
con agua de esperanza.
Saber que su amor es posible.
Comprender que hay respuesta
para tantas preguntas

La pasión de Dios
ha derribado los muros del odio,
ha plantado una semilla inmortal
que crece,
impregnando el mundo
de justicia y verdad,
reconciliación
y júbilo.

Aunque aún nos cueste verlo.

79
Pentecostés

Te mira en los ojos risueños de un crío.


Te arrulla con voz familiar y segura.
Te impulsa a cantar en la tormenta.
Te habla a través de las gentes
con palabras de amor y ternura.

Te sostiene en la caída
y te ayuda a levantar de nuevo.
Te pide, con mano implorante,
que le ayudes a sanar la dignidad
del mundo que se desangra
en tantos de sus hijos.

Hay días en que lo escuchas,


y otros en que lo ignoras,
pero cuando lo conoces
te hace más sabio, más firme, más humano.

Está dentro de ti, susurrando su evangelio.


Acógelo, déjale crecer en ti, vive con Él
que el Espíritu vive contigo.

80
Dios prójimo

Ahí está tu reto,


tu grito,
tu llamada,
tu propuesta:
Abandonar los ídolos
que se agotan en sí mismos,
la imagen que seduce,
la opulencia que ofusca,
el éxito queadormece la vida,
el Yo enclaustrado en jaula de oro,
para volvernos a Ti, vivo y verdadero.
AdivinarTe en el otro.
Atravesar nuestra porción de historia
con fe, con pasión,
como quien busca
y a ratos vislumbra
indicios de tu presencia.
Sollozar por las vidas rotas
con lágrimas de compasión fecunda.
Y reír, dichosos,
cada vez que el amor
nos da un respiro.

81
La lógica de Dios

Me dicen que triunfe a toda costa,


que pise fuerte, sin vacilar jamás,
mostrando dominio
de las situaciones,
de las gentes,
de mí mismo.

Me dicen que escriba mi nombre


con letras hermosas en tarjeta noble,
que la impresión es lo que cuenta
y hay que lucir estilo,
títulos, rango y riqueza.
Me dicen que me cerciore
de tener todo bien atado,
de asegurar el futuro,
de dominar el presente,
para así vivir al límite.

Pero llegas tú y te ríes de esos consejos,


y me dices que desde arriba
no se ve a las personas,
que escriba mi nombre
en las horas regaladas,
en las puertas abiertas de mi vida,
en las manos ofrecidas
para apoyar al próximo.

Llegas tú y descolocas mi orden,


y me dices que salte al vacío.
Y me recuerdas que es en los sencillos,
los mansos, los pequeños y los pobres
donde está la Vida sin límite.

82
Que ya estabas aquí

Dicen que vienes,


y siempre es tiempo, pues te esperamos
en la tierra sedienta de milagros,
en la duda que nos muerde,
en el sollozo ajeno
que estremece
e inquieta.
Te esperamos en el fracaso
que nos derriba,
y en el triunfo
(que no nos vuelva islas distantes),
en el perdón que se nos escapa,
en la calma que no alcanzamos.
Te acercas
en el vendaval que a veces nos sacude,
en el arrumaco que nos aquieta.
Te nos llegas, sorprendente.
Desbordas
nuestra espera de palabras nuevas
con respuesta eterna.
Y estás muy dentro
y muy fuera.
Vienes volviéndolo todo del revés,
puerta imprevista
a un cielo de pobres y pequeños,
hombro en que se recuestan
los heridos, los culpables,
los enfermos.
Ya, Señor,
Dios-con-nosotros,
Dios nuestro.

83
Quiero, queda limpio

Tocas
mi verdad desnuda,
despojada de máscaras,
de excusas,
de apariencias...
pero ese tacto no duele.

Rozas
los miedos
y renace elvalor.
Acaricias la angustia
y germina la paz
Abrazas la congoja
de los díasinquietos,
y resurge, invencible, la vida.
Besas las llagas
de nuestra historia,
las sanas,
y vuelven las fuerzas,
la risa, la fiesta,
el encuentro.

Tocas, Palabra cercana,


Presencia escondida,
Misterio encarnado
en Uno y mil nombres.

84
Nosotros sin Dios

Simeón se apagó
sin ver cumplida la promesa.
José y María nunca arriesgaron.
Los pastores siguen desheredados.
Marta no da golpe.
María se aburre.
Pedro pesca, como cada día,
y su suegra murió anoche.
Los Zebedeos no tienen ambiciones.
Nadie salvó a la adúltera,
ni al que le tiró la primera piedra.
Los niños se burlan del leproso.
Los pobres,
los mansos,
los que trabajan por la paz
no son llamados hijos de Dios.
Zaqueo recauda impuestos
y roba a manos llenas.
El templo está lleno de vendedores.
En el Sanedrín
nadie está inquieto.
Juan no tiene un hombro amigo
en el que apoyar la cabeza.
Pilato no se hace preguntas.
En la cruz se sigue clavando
a justos e injustos,
pero no hay sepulcros vacíos.
Jesús,
gracias
por romper la inercia,
por darle la vuelta a la lógica,
por abrirnos la puerta de otra historia,
para despertarnos,
ayer, hoy y siempre.

85
Espíritu de Dios en el hombre

Dicen que si escucho muy dentro


ahí habitas.
Más dentro que el miedo o el coraje.
Más profundo que la risa o la lágrima.
Más mío que la certeza o la duda.
Más amor que el más tierno abrazo.

Dicen que tu voz arrulla los vacíos


y tu silencio acalla los ruidos.
Dicen que sacias el hambre
de quien no sabe,
de quien no tiene,
de quien no puede,
de quien no llega...

Y vuelcas en mí palabras de evangelio


y justicia, de perdón y paz,
de llamada y envío, de encuentro...
nombres que en toda lengua se entienden.

Agua fresca en la garganta reseca,


rescoldo de una Vida
que se niega a rendirse,
serenidad en la hora crítica,
tormenta en la historia insípida,

puente que salta abismos imposibles...


... haciendo de mi casa pequeña
la mansión de un Dios.

86
Piedra angular

Piedra angular, tierra fértil,


nuestro cimiento.
Ese eres tú.
Roca fuerte que nos protege.
En Ti se levantan,
seguras,
nuestras ilusiones,
proyectos, anhelos.
En Ti se gesta nuestro amor.

Suelo firme en el que caminamos,


entrelazando los brazos
y compartiendo la marcha
con otros caminantes,
amigos, hermanos;
con otros peregrinos,
heridos, cansados;
con otros testigos
que hablan de Ti.

Piedra viva con la que se construyen


casas abiertas,
templos humanos de amor y misericordia,
bienaventuranza
y milagros cotidianos.

Piedra angular, tierra fértil,


nuestro cimiento,
Jesús.

87
Latidos

Un Dios de corazón y no de ley.


Una mirada de calor y no de hielo.
Un Señor de los nuestros, no distante.
El padre para todos, no el príncipe de algunos.
Una Palabra que habla en los gestos:

el pan compartido,
la fiesta de los impuros,
la denuncia del soberbio,
la bienaventuranza del pobre,
el envío de los débiles,
la amistad con los solos,
la mano firme que alza a la adúltera,
la risa y el llanto de quien está vivo,
la plegaria del hombre angustiado,
el silencio ante el juez injusto,
los brazos clavados en una cruz,
el grito de perdón,
un sepulcro sin muerto,
los destellos del que vive para siempre.

¿Qué hay en el corazón de Dios?


Un Amor eterno, cercano y apasionado.
Una pasión que sepulta a la muerte.
Un grito que da sentido a la historia.
La voluntad inquebrantable
de abrirnos paso a la Vida.

88
Vida evangélica

Vivir el evangelio es una ambición, una locura, algo que nos desborda por todos lados,
pero merece la pena intentarlo. Aunque uno lo hace con pies de barro y muy consciente
de la desproporción entre el reto y la realidad frágil de uno mismo. Aunque si te miras en
el espejo que es Jesús, te sientes tan pequeño, tan incapaz, tan limitado. Pero la buena
noticia, aun únicamente intuida, no depende de las propias fuerzas, y es capaz de ponerle
a uno en marcha.
Podemos soñar en un mundo más fraterno, más justo, más humano, y creer que es
posible. Y al dar espacio a la fe, descubres que toda vida y toda historia está llamada a
ser evangelio. Entiendes que las grandes parábolas hablan del presente, del bien que es
posible y está en marcha... Relatos que te parecía que hablaban de otra gente, otra época
y otro mundo, resulta que describen muchas de las realidades que tienes en torno.
Empiezas a percibir que en el día a día hay cruz y resurrección, hay perdón y
bienaventuranza, hay buenos samaritanos y gente que pasa de largo ante quien está
golpeado en el camino, hay fariseos y publicanos, personas heridas que buscan alguien
que toque sus llagas, leprosos, discípulos, profetas... Y descubres, al tratar de ver lo
cotidiano como quizá Dios lo ve, que hay mucho amor en torno. Que cada vida es un
milagro y una oportunidad. Descubres a gente que vive cuidando de otra gente, con una
entrega radical y desinteresada. Comprendes el perdón que enriquece algunas historias,
acercándolas un poco más a Dios. Intuyes lo que podría ser un mundo en el que no haya
corazones de piedra. Y quizás entonces te sientes un poco más discípulo, un poco más
hermano, un poco más enviado.
Luego, cada día es distinto. A veces Dios habla, y otras veces se esconde. El
prójimo puede ser o no entrañable. Un día te reconoces en el impetuoso Pedro, y otros te
ves más torcido que Herodes. Hay épocas en que vibras con el evangelio, y otras en que
no entiendes nada. Hay en el mismo campo trigo y cizaña. Pero hay trigo. Y esperanza.
Y gratitud, y una buena noticia que no es tuya y lo es para tantos.

89
Vas aprendiendo a acoger la imperfección, propia y ajena, a aceptar los tiempos
lentos, a celebrar los muchos motivos que tenemos para la esperanza. Y algunos días,
hasta te sientes confiado y, al hablar con Dios, puedes decir «nosotros», como con un
amigo o un viejo compañero. Y entiendes que Dios sonríe, porque algunas veces, con Él,
estás en casa.

90
¿En qué consiste el amor?

Abrir los ojos para ver la verdad desnuda


del hermano, y entonces no juzgar,
sino abrazar;
Abrir los labios para hablar
sin estridencias ni doblez,
sin trampa ni vacío,
anudando vidas
con verso sincero.
Desear, con deseo apasionado, no exigente,
caricias, fiestas, alivio,
pan sin hambres,
baile sin soledad
justicia sin víctimas
memoria sin rencor.
Ser locos en los anhelos
y cuerdos en los caminos.
Hacernos vulnerables.

Creer que Dios se derrama, infinito,


en Espíritu y verdad,
en tantos recodos de la historia
y de las vidas.
Y aprender de Él a ser
alfareros de otra belleza,
viñadores de humanidad nueva,
pacientes en la espera del hijo pródigo,
samaritanos con corazón de carne,
y buena noticia viva.
En eso consiste el amor.

91
En voz muy alta

Gritaré, contra las voces correctas,


contra mi propia prudencia si invita al abandono,
contra la lógica, que muestra otros caminos.
Gritaré, con la fe más lúcida que imaginar pueda,
con mi amor, pobre pero sincero,
desde esta ceguera que anhela la luz.

Gritaré hasta que la voz me falte, y aun después,


tu nombre junto al mío
tu pasión por nosotros
te pediré que me sanes
y confiaré en ti.

Aunque tantos digan que pierdo el tiempo


y se burlen de tu silencio y de mi fracaso
gritaré, hasta que llames...
...Tú no nos fallas

Cuando abras mis ojos


encontraré al hermano,
brindaré con la copa de tu justicia
y seguiré tus pasos.

92
Fragmentos de vida evangélica

Creer de corazón y de palabra.


Creer con la cabeza y con las manos.
Negar que el dolor tenga la última palabra.
Arriesgarme a pensar
que no estamos definitivamente solos.
Saltar al vacío
en vida, de por vida,
y afrontar cada jornada
como si tú estuvieras.
Avanzar a través de la duda.
Atesorar, sin mérito ni garantía,
alguna certidumbre frágil.
Sonreír en la hora sombría
con la risa más lúcida que imaginar pueda.

Porque el Amor habla a su modo,


bendiciendo a los malditos,
acariciando intocables
y desclavando de las cruces
a los bienaventurados

93
Rutinas

La cantina
acoge esta noche
a unos enamorados,
dos turistas equivocados,
un mal bebedor,
una cantante sin suerte,
un triunfador que teme volver a su casa vacía,
un creyente y un ateo
–ambos cargados de dudas–
varios jóvenes
que estrenan con ruido
la edad de las posibilidades,
un aprendiz de poeta,
tres solteras,
una contenta,
otra amargada,
la tercera aún no se sabe,
y un camarero de gesto fatigado.

Palabras, ruido, humo,


pintas, frutos secos,
mensajes de móvil,
risotadas,
confidencias,
proyectos,
alguna lágrima invisible,
miradas furtivas,
bromas,
juramentos,
sueños.

Historias pequeñas,
vidas de carne y sangre,
ese es el tejido
en que se encarna

94
lo eterno.

95
Tras tus huellas

Tú vas delante, abriendo camino,


mostrando un horizonte posible,
apasionado
por el mundo
por la gente
los más frágiles
los desheredados
los marcados a fuego acusador

Tú vas delante, derribando barreras,


contando verdades,
alumbrando risas,
quitando cargas,
encendiendo hogueras
apurando las horas,
desvelando a Dios.

Tú vas delante, llamando


a quien quiera
seguirte
a escuchar tu palabra,
compartir tu mesa,
vivir tu vida,
amar
como tú
hasta darlo todo.
Asusta apurar tu cáliz.
Es fría la sombra de la cruz...
pero tú vas delante,
que en ti el amor no se rinde
ni la pasión se somete.

96
Transfiguración

Debajo de la piel,
muy dentro,
en lo profundo,
arde un fuego
poderoso.
La fuerza
de un Dios late, discreta,
en el pozo de los anhelos
y los sueños.

A veces asoma, y es
palabra humilde,
caricia,
gesto de amor,
mirada humana,
alegre bullicio,
silencio reconciliado.
Brillan más los ojos,
un fulgor distinto colorea el rostro,
se entonan
melodías vivaces,
ese canturreo crece,
contagia a muchos,
y por un instante de comunión
nace un clamor de júbilo.

Se está bien aquí.


Menos uno, y más nosotros.

Luego se impone la vida


con sus rutinas.
Pero sabemos que
debajo de la piel,
muy dentro,
en lo profundo,

97
late Dios.

98
Lo que quiero ser

Quiero ser pastor que vele por los suyos,


árbol frondoso que dé sombra al cansado,
fuente donde beba el sediento.

Quiero ser canción que inunde los silencios,


libro que descubra horizontes remotos,
poema que deshiele un corazón frío,
papel donde se pueda escribir una historia.

Quiero ser risa en los espacios tristes,


y semilla que prende en el terreno yermo.
Ser carta de amor para el solitario,
y grito fuerte para el sordo...

Pastor, árbol o fuente, canción, libro o poema...


Papel, risa, grito, carta, semilla...
Lo que tú quieras, lo que tú pidas,
lo que tú sueñes, Señor... eso quiero ser.

99
Entregarlo todo

Decir un «sí» distinto,


a veces de ilusión y otras de bruma.
Aceptar la oscuridad que a ratos muerde,
cuando no brillan los motivos
que un día me pusieron en marcha.
Elegir un amor que no firma respuestas.
Buscarte con los ojos,
con los gestos,
con el alma,
aunque te me ocultes
o yo sea ciego.
Aprender a ser humanos como Tú.
Reconocer la flaqueza.
Rezar si el corazón canta jubiloso,
pero también en la hora del latido pobre.
Creer sin ver.
Saltar al vacío. Una vez más.
Acoger al que no siento hermano.
Plantar cara al miedo, aun temblando.
Afirmar la vida.
Hacerme pobre.

Y solo entonces,
misteriosamente,
tenerlo todo.
Contigo.
Por Ti
Por tu Reino.
Ahora.

100
Como un niño

Convertir una tormenta inesperada


en catarata mágica
cocinar un festín de galletas con barro,
y con tres cachivaches montar una tienda.
Sonreír, aliviado por la voz conocida
que te evoca mil juegos, una casa y un beso.
Reposar, vulnerable, en abrazo seguro.
Sollozar sin vergüenza hasta caer dormido,
para alzarte mañana invencible de nuevo.
Preguntar sin descanso, sediento de respuestas.
Curiosear, inquieto, en todos los rincones
Y entonces descubrir el mundo, al otro, un Dios...
y gritarlo muy alto, y pintarlo con ceras
y decirlo a los tuyos, y empezar a crecer...
para, un día distante, recordar la tormenta,
la galleta de tierra, la tienda de papel,
esa voz conocida de juego, casa y beso,
la pregunta constante y el rincón ignorado.
El mundo que te llama, el otro, siempre en torno,
y ese Dios que, de nuevo, te seduce y te envía
a gritarlo muy alto,
a pintarlo con ceras,
a decirlo sin miedo,
como un niño, otra vez.

101
Mi equipaje

Mi equipaje será ligero,


para poder avanzar rápido.
Tendré que dejar tras de mí la carga inútil:
las dudas que me paralizan
y no me dejan moverme.
Los temores que me impiden
saltar al vacío contigo.
Las cosas que me encadenan y me aseguran.
Tendré que dejar tras de mí el espejo de mí mismo,
el «yo» como únicas gafas, mi palabra ruidosa.
Y llevaré todo aquello que no pesa:
Muchos nombres con su historia,
mil rostros en el recuerdo,
la vida en el horizonte,
proyectos para el camino.
Valor si tú me lo das,
amor que cura y no exige.
Tú como guía y maestro,
y una oración que te haga presente:
«A ti, Señor, levanto mi alma, en ti confío,
no me dejes. Enséñame tu camino.
Mira mi esfuerzo. Perdona mis faltas.
Ilumina mi vida, porque espero en ti».

102
Fraternidad

Contigo, ¿quién no está en casa?


que el cielo es techo común
y la tierra hogar de todos para
hollarla, saltarla, habitarla...

Tenemos la misma piel,


una Sangre nos da vida,
y una esperanza profunda
alienta nuestros sueños:
la paz de quien descansa seguro,
el Pan compartido en mesa común,
la Palabra que cambia en hondura los vacíos,
el amor que es vendaval y calma,
el trabajo en que gastar los días
la sonrisa de los nuestros (que son tantos),
la sabiduría de los años llenos de historia.

Esperanza de uno
y de todos,
cada vez que se rompe en alguien,
todos morimos un poco,
que no nos hiciste vecinos,
rivales ni extraños,
Nos hiciste hermanos.

103
Es la hora

Basta de aplazamientos,
de condiciones
y demoras.
Es hora de confiar
en la promesa de Vida,
en el evangelio,
en el pan de todos.
Aunque parezca insensato,
aunque resulte difícil
abrir los brazos
y cargar la cruz.
El riesgo asusta.
La seguridad atrae.
Da vértigo seguir el paso
de un Dios pobre.
Aterra sentirse incapaz,
o fracasar en el intento.
Siempre parece demasiado pronto.

Pero da más miedo vivir a medias,


o no vivir en realidad.
Es hora de sellar la alianza
y tomar el timón
para navegar
hacia el país de la bienaventuranza.

104
Todo esto deseo

Que mi oído esté


atento a tus susurros.
Que el ruido cotidiano
no tape tu voz..
Que te encuentre,
y te reconozca
y te siga.
Que en mi vida brille tu luz.
Que mis manos estén abiertas para dar y proteger.
Que mi corazón tiemble
con cada hombre y mujer que padecen.
Que acierte para encontrar un lugar en tu mundo.
Que mi vida no sea estéril.
Que deje un recuerdo cálido en la gente que encuentre.
Que sepa hablar de paz,
imaginar la paz,
construir la paz.
Que ame, aunque a veces duela.
Que distinga en el horizonte las señales de tu obra.

105
En el abismo

Víctimas
de traiciones,
de injusticia,
de absurdos.
Víctimas
del mal amor,
pisadas
por egoísmos ajenos,
ignoradas
por quien elige ser ciego.
Víctimas.
Baqueteadas,
avergonzadas
por un fracaso inocente,
–no es culpa tuya, mi vida...–,
clavadas
en la cruz
del abandono
y la soledad.
Dobladas
por un sufrimiento
que alguien pudo evitar
pero no lo hizo.

Que el mal no tenga


la última palabra.
Que encontréis
cobijo, paz, respuestas.
Que venza, al fin,
el amor bueno.
Que el verdugo llore,
acongojado
–y así él también
empezará a sanar.

106
En esa cruz no estáis solos,
que todo un Dios,
con los brazos abiertos,
acuna el llanto
con promesa de resurrección.

107
Quiero cantar

Quiero cantar
la vida que empieza,
tararear las dudas
que a veces me detienen,
y convertir en música
las lágrimas.

Quiero hacer
una balada de justicia
y una samba
para pronunciar
la paz en mil idiomas.

Que el perdón se cante


como un rumba
y la esperanza se anuncie
con tambor y trompeta.

Que la fe tenga
la letra de un bolero
y tu historia,
fascinante y única,
sea un villancico
para todo el año.

108
Pies de barro

«Sólo el soñador
emponzoña todos sus días
soportando más pesar
del que merecen sus pecados»
(John Keats)

No te atormentes
de más,
si fallaste al amigo,
si negaste a Dios,
si no amaste bien,
si erigiste un muro,
si sembraste muerte,
si pasaste de largo
ante una cruz.

Acepta tu historia
con un dolor lúcido
(llevará su tiempo
volver a reír)
y cree en el perdón
del amigo,
de Dios,
de los desamados.
Siempre estás a tiempo
de abrir puertas,
plantar vida
y encaramarte a la cruz
para clamar por todo
lo que pide respuestas.

109
Te adoro

Porque nos amas, tú el pobre.


Porque nos sanas, tú herido de amor.
Porque nos iluminas, aun oculto,
cuando la misericordia enciende el mundo.
Porque nos guías, siempre delante,
siempre esperando,
te adoro.

Porque nos miras desde la congoja


y nos sonríes desde la inocencia.
Porque nos ruegas desde la angustia
de tus hijos golpeados,
nos abrazas en el abrazo que damos
y en la vida que compartimos,
te adoro.

Porque me perdonas más que yo mismo,


porque me llamas, con grito y susurro
y me envías, nunca solo;
porque confías en mí,
tú que conoces mi debilidad,
te adoro.

Porque me colmas
y me inquietas;
porque me abres los ojos
y en mi horizonte pones tu evangelio;
porque cuando entras en ella
mi vida es plena,
te adoro.

110
La libertad da vértigo

Sí importa lo que vivimos,


cada decisión,
los caminos elegidos
y los abandonados.
Las palabras importan,
y los silencios,
y las preguntas.
Las encrucijadas
nos conducen
al amor o al vacío,
a lo cálido o a lo inhóspito
al prójimo o al espejo.
Cada paso deja una huella
en el mundo,
en el alma de los nuestros,
en la misma tierra que somos,
y en Dios.

Dios carga con muchos golpes


y algún que otro abrazo.
Sigue creyendo en nosotros.
Dios a veces llora,
y espera.

Somos libres,
y eso asusta.

111
La visión

Al mirar con tus ojos


cambia el mundo

Por la pobreza generosa,


el amor abundante,
el perdón que sana
y la alegría contagiosa.

Por el poder que sirve,


la oración que abre sepulcros,
la humildad que alumbra verdades
y la soberbia ninguneada.

Por los errores que educan,


los aciertos que construyen,
los intentos, los esfuerzos,
los proyectos, los anhelos.

Por la fuerza sin armas,


la flaqueza invencible,
el triunfo sin adulación
y el fracaso sin derrota.

Gracias, Señor,
que al mirar con ojos limpios
lo muestras todo nuevo.

112
Noche de paz

Canto paz por quienes enmudecen


porque sienten su ausencia y su tardanza,
los que sufren, perdida la paciencia,
quienes callan, cautiva la esperanza.

Pido paz, que muchos no la alcanzan


si falta de sus mesas el sustento,
si olvidaron sus cuerpos los abrazos,
si pueblan sus hogares los silencios.

Digo paz, y anunciarla ya es canto


de niño, Verbo, carne y Dios eterno,
que incendia con ternuras lo apagado,
que da lumbre y abrigo a tanto invierno.

Hablo paz, villancico y misterio,


que convierte una noche en Noche Santa.
Rezo paz, miro al mundo y prometo
cantar la paz para quien no la canta.

113
Semilla enterrada

¿Cómo enterrar los sueños,


los deseos, las metas,
en la tierra de lo concreto,
donde acaso nada brote?

¿Cómo sepultar la voz


que lucha por hacerse oír?

¿Cómo encarnar,
sin sucumbir al miedo,
verbos difíciles
que hablan de renuncia,
de sacrificio,
de entrega?

¿Cómo cargar con la cruz


ingrata, austera, desnuda
que a veces te sepulta
bajo su peso insoportable?

Pero Tú vuelves fecundo


el suelo antes estéril.

Contigo y a tu manera,
echan raíz
las historias enterradas,
y brota un árbol frondoso,
cuyos frutos saciarán mil hambres.
Tu Verbo habla de amor,
de encuentro,
de una alianza indestructible.

Y, aunque no siempre se vea,


los crucificados dejarán las cruces,
vencedores, al fin,

114
en esa batalla que es la vida.

115
Toca seguir caminando

Toca seguir caminando,


más allá de la sombra y la duda,
más allá de la muerte y el miedo,
bebiendo palabras prestadas,
confiando en las fuerzas ajenas
si acaso las propias se gastan.

Toca seguir caminando,


acoger al peregrino,
relatar tu historia,
escuchar la suya,
aliviar tristezas,
compartir mesa y vida,

Toca seguir caminando


con los ojos abiertos,
para descubrir al Dios vivo
que nos sale al encuentro
hecho amigo, pan y palabra.
En marcha, pues...

116
Parar

No poner precio al tiempo.


Sentarse a la sombra,
que la semilla sembrada igual crece.
Ir de paseo sin mapa.
Perder los minutos
sin querer recuperarlos.
Reír con ganas.
Llorar sin amargor.
Cantar sin eco.
Orar sin convenio,
con deseo.
Charlotear,
o hablar de dentro.
Cuidar la imaginación
y recorrer en ella el mundo.
Recostarse, y aquietar
para alzarse nuevo.

117
Índice
Portada 3
Índice 4
¿Qué palabra contará la Palabra? 10
Motivos para la esperanza 12
Cuando llegas 14
La Tierra Nueva 16
El banquete 17
En casa 18
Sobre mí 19
Tal como soy 20
Presencia 21
¿Por qué no yo? 22
Habla la vida 23
Hoy la resurrección 24
Tu palabra no pasará 25
Ahora 26
Luz del mundo 27
Tú me salvas 28
Profecías 29
La lucha nuestra de cada día 30
A cualquier hora 32
Entonces, ¿qué hacemos? 33
Propuesta 34
Como Tomás 35
¿De carne o de piedra? 36
En tu desnudez 37
Abrazos 38
La batalla nuestra de cada día 39
Tanto quiero... 40
Mentiras 41
Leyenda 42
Talita Kum 43

118
Los niños de agua 44
¡Fuera! 45
Los días grises 46
El milagro 48
El otro llanto 49
El manantial de los sueños 50
Miedo 51
Uno 52
No te rindas 53
Vivir 55
Cadenas 56
La búsqueda de Dios 58
Dios cotidiano 60
Alrededor 61
En mi debilidad 62
Volveré 63
Lo de siempre cuanto falta 64
Desde el seno materno 65
Diálogo 66
Desolación 67
Hablar contigo 68
Dios tenaz 69
Tu rostro en cada esquina 70
Dios 71
Yo soy 72
Encabezado para un encuentro 73
Amor pascual 74
Cuerpo de Cristo 76
Pan 77
Resucitado 79
Pentecostés 80
Dios prójimo 81
La lógica de Dios 82
Que ya estabas aquí 83
Quiero, queda limpio 84

119
Nosotros sin Dios 85
Espíritu de Dios en el hombre 86
Piedra angular 87
Latidos 88
Vida evangélica 89
¿En qué consiste el amor? 91
En voz muy alta 92
Fragmentos de vida evangélica 93
Rutinas 94
Tras tus huellas 96
Transfiguración 97
Lo que quiero ser 99
Entregarlo todo 100
Como un niño 101
Mi equipaje 102
Fraternidad 103
Es la hora 104
Todo esto deseo 105
En el abismo 106
Quiero cantar 108
Pies de barro 109
Te adoro 110
La libertad da vértigo 111
La visión 112
Noche de paz 113
Semilla enterrada 114
Toca seguir caminando 116
Parar 117

120

También podría gustarte