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TÚ ME SALVAS - José María Rodríguez Olaizola
TÚ ME SALVAS - José María Rodríguez Olaizola
2
JOSÉ MARÍA RODRÍGUEZ OLAIZOLA, SJ
Tú me salvas
SAL TERRAE
3
Índice
Portada
¿Qué palabra contará la Palabra?
Motivos para la esperanza
Cuando llegas
La Tierra Nueva
El banquete
En casa
Sobre mí
Tal como soy
Presencia
¿Por qué no yo?
Habla la vida
Hoy la resurrección
Tu palabra no pasará
Ahora
Luz del mundo
Tú me salvas
Profecías
La lucha nuestra de cada día
A cualquier hora
Entonces, ¿qué hacemos?
Propuesta
Como Tomás
¿De carne o de piedra?
En tu desnudez
4
Abrazos
La batalla nuestra de cada día
Tanto quiero...
Mentiras
Leyenda
Talita Kum
Los niños de agua
¡Fuera!
Los días grises
El milagro
El otro llanto
El manantial de los sueños
Miedo
Uno
No te rindas
Vivir
Cadenas
La búsqueda de Dios
Dios cotidiano
Alrededor
En mi debilidad
Volveré
Lo de siempre cuanto falta
Desde el seno materno
Diálogo
Desolación
Hablar contigo
Dios tenaz
Tu rostro en cada esquina
Dios
5
Yo soy
Encabezado para un encuentro
Amor pascual
Cuerpo de Cristo
Pan
Resucitado
Pentecostés
Dios prójimo
La lógica de Dios
Que ya estabas aquí
Quiero, queda limpio
Nosotros sin Dios
Espíritu de Dios en el hombre
Piedra angular
Latidos
Vida evangélica
¿En qué consiste el amor?
En voz muy alta
Fragmentos de vida evangélica
Rutinas
Tras tus huellas
Transfiguración
Lo que quiero ser
Entregarlo todo
Como un niño
Mi equipaje
Fraternidad
Es la hora
Todo esto deseo
En el abismo
6
Quiero cantar
Pies de barro
Te adoro
La libertad da vértigo
La visión
Noche de paz
Semilla enterrada
Toca seguir caminando
Parar
7
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Imprimatur:
† Vicente Jiménez Zamora
Obispo de Santander
12-05-2010
Diseño de cubierta:
María Pérez-Aguilera
Edición Digital
ISBN: 978-84-293-2768-7
9
¿Qué palabra contará la Palabra?
¿Qué palabra
contará la Palabra?
No desesperes,
buscador de sentido,
de respuestas,
de algo eterno.
No te conformes
con pobres silencios.
Sigue buscando
en palabras prestadas
el encuentro pleno.
10
Escribir oraciones es escribir de una manera muy distinta. No puedo decir que lo que
tienes en las manos sea un libro de poesía. Tengo en demasiada estima a los buenos
poetas como para pretender estar haciendo lo mismo que ellos. Es evidente que tampoco
es prosa, al menos en su mayor parte. Si tuviese que identificarlo con algo, diría que son,
entonces, como cantos. Plegarias que nacen en distintas situaciones, que hablan de
sueños y heridas, de anhelos y encuentros, de escucha y respuesta.
Escritas en distintos momentos, en diversas situaciones, encontrarás en estas
páginas muchas preguntas y alguna que otra intuición; bastantes búsquedas y bosquejos
de respuesta; la lucha de alguien que, como cualquiera, intenta acertar a la hora de vivir
la fe: la incertidumbre de los momentos de silencio y sequedad; la alegría de las
ocasiones en que la fe se vuelve canto; la confianza de las épocas en que uno se deja
guiar por Dios; la resistencia de esos otros momentos en que lo que brota es la
incomprensión o hasta el enfado por la manera en que son las cosas; el entusiasmo de las
horas alegres y el dolor de alguna renuncia.
Si estas palabras ayudan a poner voz a los sentimientos de algún otro..., si permiten
que escuches o leas y te identifiques con alguna de las búsquedas aquí reflejadas,
entonces merece la pena compartirlas.
11
Motivos para la esperanza
Vivimos en un mundo que a veces invita al desaliento. Todos tenemos motivos para la
queja, porque deseamos mucho, y lo deseamos con impaciencia. Está bien desear. Es
señal de que estamos vivos. Pero es necesario poner nuestros anhelos en un horizonte de
realidad. Y ser capaces de equilibrarlos con los logros, con lo que ya hay de bendición en
nuestra vida y con la aceptación de la espera en estas historias nuestras tan urgidas por lo
inmediato.
Es verdad que hay algunos motivos, personales y colectivos, para el desaliento o el
escepticismo. Si queremos poner el foco en todo lo que en nuestro mundo no funciona,
podemos detenernos en muchas heridas: desigualdad, hambre, injusticia, enfermedad,
corrupción, egoísmo, vacío... El recorrido daría para descorazonar al más optimista.
Todos conocemos historias difíciles, quizás hasta las padecemos. Y cada cual lidia con
ellas como mejor sabe.
A veces uno se descubre abatido, vuelto sobre sí mismo, un tanto gris. Esos días en
que parece que falta el sentido, que Dios calla, que los amigos están lejos, y los motivos
que otras veces te urgían ahora parecen lejanos. Son esos días en que no te aguantas ni a
ti mismo, en que te parece que te has levantado torcido, y se diría que algún demonio
interior se lo está pasando en grande tocando todas las teclas que te hacen rechinar.
Entonces es una tentación rendirse, refugiarse en una burbuja de autocompasión, tomar
distancia respecto de otras vidas e historias, renunciar a la fe, que parece que no llena
como otras veces.
Pero quizá son también esos momentos los más propicios para recordar la
esperanza. Son tiempos para la confianza más radical. Son los instantes en que toca
aferrarse a las palabras, a las promesas, a lo sabido. Son los momentos para desenterrar
los motivos. Porque en realidad hay en nuestra vida y en nuestra fe muchas razones para
reír, para esperar, para luchar. Palabras sencillas, pero que hablan de una historia
increíble: esperanza, novedad, amor, encuentro, compasión, resurrección, presencia,
cariño, apoyo, presente, salvación...
12
La fe es una buena noticia para cada vida y para el mundo. Aunque a veces puedes
acostumbrarte tanto a ella que dejas de darte cuenta de lo afortunado que eres. Siempre
estamos a tiempo para escuchar ese grito que atraviesa el tiempo y la historia, el grito de
un Dios que cree en cada uno de nosotros. Siempre estamos a tiempo para recordar la
sencillez de una mesa compartida, la promesa de una tierra nueva o la pasión por
nosotros de un Dios que susurra nuestro nombre con infinita ternura. Hay esperanza,
porque hay belleza en este mundo; hay mucho amor y hay grandeza en el ser humano,
capaz de ser reflejo de la plenitud de un creador que nos puso en marcha. Claro que hay
mucho por hacer, y que habrá días radiantes y noches oscuras. Claro que en ocasiones
pesarán las cadenas, dolerán las heridas o callarán las canciones. Pero en otros muchos
momentos latirá con pasión incontenible nuestro corazón, tan humano y tan capaz. Por
todos esos momentos de vida y fiesta, de encuentro y tregua; por esas promesas de Dios,
que a veces vislumbramos cumplidas; y por tantas historias en las que el mismo Amor es
la fuente, hay motivos para la esperanza.
13
Cuando llegas
Llegas,
acampas en mi tierra,
sacudes mis cimientos,
rompes mis fronteras,
abres mis encierros.
Llegas
y avivas
el hambre de Dios,
de verdad, de hermano,
de justicia,
de vida.
Llegas
y sanas
heridas añejas
y tristezas nuevas
Llegas,
amas
mi pobreza,
mi ayer entero,
el ahora en su calma
y su tormenta,
el mañana posible.
Llegas
y conviertes
el sollozo en fiesta,
la muralla en puerta,
la nada en poema.
Llegas
cargado de Ti y de otros...
Palabra con mil promesas
humanas, eternas...
14
Llegas,
despiertas el amor dormido
y te quedas
15
La Tierra Nueva
En la tierra nueva
las casas no tienen llaves
ni los muros rompen el mundo.
Nadie está solo.
No se habla mucho del amor,
pero se ama
con los ojos,
las manos
y las entrañas.
Las lágrimas son fértiles,
la tristeza se ha ido
para no regresar,
y se ha llevado con ella
la pesada carga
del odio y los rencores,
la violencia y el orgullo.
Es extraña la puerta
que abre esa tierra:
Es la sangre derramada
de quien se da sin límite,
es la paciencia infinita
de quien espera en la noche,
es la pasión desmedida
de un Dios entregado
por sus hijos; nosotros,
elegidos para habitar
esa tierra nueva.
16
El banquete
La alegría se canta,
los ojos se encuentran,
las barreras bajan,
las manos se estrechan,
la fe se celebra...
17
En casa
18
Sobre mí
Me envuelve, me seduce,
alegra las tinieblas
y disipa las tristezas.
Aclara mis ojos
que aprenden a ver
la tragedia y la fiesta.
Me alza de los miedos.
Me hace valiente en las caídas.
Cura mis oídos
que comienzan a escuchar
el llanto y la risa.
Me cautiva, me enamora.
Habla a mis resistencias.
Libera mis silencios.
Toca mis labios,
quese atreven a proclamar
el amor y la justicia.
Me vacía, me llena,
Inspira mis sueños.
Colma mis canciones.
Abre mis manos
que dan y acarician,
acogen
y construyen.
El espíritu de Dios está sobre mí.
Si solo supiera darme cuenta...
19
Tal como soy
Tú acoges la desnudez,
los pasos firmes y los vacilantes,
los aciertos y los descalabros,
la lucidez y la locura,
la alegría y la tristeza
20
Presencia
21
¿Por qué no yo?
Es tu hora.
22
Habla la vida
Habla la Vida,
no en palabras ni versos,
no en poemas ni cantos,
no en susurro,
no en grito.
Habla, primero,
al abrazar al herido
y dar agua al sediento,
al partirte un poco la espalda
para cargar con los abatidos
–¿quién, si no, tirará de ellos?–
Habla la Vida,
en el perdón sincero,
en el respeto,
en un amor de hermano,
de amigo,
de amante eterno
en la mesa dispuesta
para saciar al hambriento.
Si la Vida calla,
el poema, el grito, el canto...
...es verbo hueco.
Pero si cantan las obras,
si recita el gesto,
si grita la vida,
eso es evangelio.
23
Hoy la resurrección
24
Tu palabra no pasará
25
Ahora
Es éste el momento
para que el ser humano se levante,
digno, confiado, fuerte,
tras las huellas del bienaventurado.
26
Luz del mundo
En medio de la tiniebla...
27
Tú me salvas
No te cansas de mí,
aunque a ratos
ni yo mismo me soporto.
No te rindes,
aunque tanto
me alejo, te ignoro, me pierdo.
No desistes,
que yo soy necio,
pero tú eres tenaz.
No te desentiendes de mí,
porque tu amor
puede más que los motivos.
Tenme paciencia,
tú que no desesperas,
que al creer en mí
me abres los ojos
y las alas...
28
Profecías
29
La lucha nuestra de cada día
Esto de la vida es toda una historia. Sin ponernos dramáticos, y con el respeto debido a
quien tiene que pelear por lo básico para sobrevivir, lo cierto es que vivir es, en buena
medida y para todo el mundo, luchar. Por encontrar tu sitio, por alcanzar el amor, por
asegurar tu futuro, por cumplir tus metas. Y en ese combate unas veces vas con el viento
a favor, cuando parece que encajan los anhelos, la fe, la realidad, las personas, los
planes... y otras veces te rompes. Cuando fallan los proyectos, cuando se impone esa
parte más sombría de uno mismo, cuando te hacen daño, cuando tú se lo haces a otros...
Hay innumerables situaciones que nos desbordan. Hoy eres héroe. y mañana bandido.
Hoy todo es colorido y esperanza, y mañana las brumas se vuelven amenazantes. Y
pasado mañana, veremos... No es que uno sea un inconstante. Es que estamos vivos.
Creer también tiene algo de pelear. Contra las incertidumbres, contra la duda,
contra quienes cuestionan mucho de lo que uno vive... pero, sobre todo, contra uno
mismo. Porque quizás el mayor combate es el que se da en el interior. Ya lo decía san
Pablo, en el capítulo séptimo de la carta a los Romanos, con un texto que hace vibrar a
cualquiera que se acerque a él, cuando describía con desgarro el combate entre hacer el
mal que uno no quiere y no ser capaz de hacer el bien que uno quiere.
¿Quién no se ha visto a veces dividido por deseos y resistencias, por querer una
cosa y la contraria, por entender el evangelio pero también sentir que hay innumerables
buenas noticias alternativas que ejercen sobre uno una fascinación legítima?
Es esa lucha que un jesuita, Marc Vilarassau, describía con acierto al señalar que el
problema no es elegir entre dar todo y no dar nada, sino entre el todo y el casi todo.
Porque uno siempre quiere quedarse con algo, mantener un fondo de seguridad, guardar
algún as en la manga, por si acaso Dios nos falla, por si acaso uno se rinde, por si acaso
cambiamos de idea...
Y ahí se nos va la vida. Luchando. Peleando. Entre los sueños y las pesadillas.
Entre la fuerza y la debilidad. Entre el amor y el vacío. Entre el egoísmo y la
generosidad. Entre la alegría y la tristeza. Entre las etapas en que todo parece estar claro
30
y esos otros momentos en que la niebla parece impenetrable y la vista solo alcanza para
ver dos pasos más adelante. Entre Dios, que parece ofrecer respuestas, y la parte de uno
que se resiste a creer de verdad. Entre el sepulcro lleno y el sepulcro vacío.
Es un combate desigual. Y se desarrolla en muchos frentes: en las relaciones
personales, en la manera en que decidimos actuar, en la forma en que tratamos a los
nuestros y a los ajenos, en las horas de oración y en lo que ocupa nuestra mente y
nuestro corazón.
No pasa nada por luchar. Eso es señal de que somos humanos y de que somos
libres, tanto como para tener que ir conquistando nuestro lugar en el mundo. Pero en esa
pelea, al menos desde la fe, no estamos solos, porque Dios no es el enemigo, empeñado
en vencernos y anularnos, sino un sorprendente aliado que espera ayudarnos a sacar todo
eso bueno que tenemos dentro.
31
A cualquier hora
32
Entonces, ¿qué hacemos?
No rendir la esperanza
ni blindarnos contra la tormenta.
No renunciar a los sueños.
Seguir buscando la llave
que abra la vida,
que libere la alegría,
que desencadene
la paz,
la abundancia,
la justicia.
Y seguir confiando,
que con nuestro barro
haces tú milagros
33
Propuesta
Tu luz conquistará
los reductos cerrados del alma.
Tu palabra despertará
las esperanzas y los sueños.
Tu paso marcará el ritmo,
tu vida mostrará la ruta
hacia una tierra nueva
habitada por todos.
34
Como Tomás
Como Tomás...
también dudo y pido pruebas.
También creo en lo que veo.
Quiero gestos. Tengo miedo.
Solicito garantías.
Pongo mucha cabeza y poco corazón.
Pregunto, aunque el corazón me dice: «Él vive».
No me lanzo al camino sin saber adónde va.
35
¿De carne o de piedra?
36
En tu desnudez
37
Abrazos
Al niño asustado
que somos,
al hombre inseguro,
al amigo,
al enamorado,
al herido,
al vencido.
38
La batalla nuestra de cada día
39
Tanto quiero...
Deseo
con pasión
con vehemencia
con furia
con dicha
y a ratos con tristeza.
Soy un manantial
de anhelos.
Generosos y egoístas,
sublimes o rastreros,
efímeros o medio eternos.
Pueden más
que lo sabido,
que la ciencia,
que los libros,
que los versos.
Sacuden mis pilares,
avivan mi paso,
elevan mi cielo.
Emocionan
y a veces dan miedo.
40
Mentiras
El desprecio en Tu Nombre
la virtud arrojadiza
la justicia inhumana
la palabra sin misericordia
la promesa sin lazo
la renuncia sin nostalgia
... mentiras.
Pero tu Verdad
ilumina nuestras sombras,
desmonta nuestros engaños
y despierta la esperanza.
41
Leyenda
42
Talita Kum
Ahora. Levántate.
No te dejes morir
en muertes cotidianas
que acallan el verso,
que secan el alma
y frenan el paso
hasta dejarte inerte.
No mueras en vida
sepultado por nostalgias,
rendido antes de tiempo,
consumido por dentro.
No permitas que te envenene
el odio, ni dejes
que la amargura –¿o es miedo a vivir?–
haga de tu corazón una losa.
Levántate.
Sostenido por la memoria
de buenos amigos y buenos momentos,
confiado en un hoy grávido de oportunidades,
movido por la esperanza en lo que ha de llegar.
43
Los niños de agua
44
¡Fuera!
¡Fuera la inquina,
los desprecios, la venganza!
Los vanos sueños,
las inútiles quimeras, ¡fuera!
¡Fuera las distancias insalvables
entre hermanos!
Dentro el amor,
eterno, posible,
a tu modo.
45
Los días grises
Quieres gritar,
protestar,
reclamar la paga prometida,
negociar una rebaja.
46
El joven rico aún piensa
en el camino que no eligió.
Y en lo profundo,
más allá de fantasmas y demonios,
late Dios.
47
El milagro
Y a él le he entendido
quizás por vez primera
Su enfado es herida
su dureza, miedo
su cinismo, derrota.
48
El otro llanto
No me dejes llorar
lágrimas tramposas
cuando solloza el mundo
heridas viejas
y tragedias nuevas.
No me dejes gritar
por agravios fútiles,
que hoy la injusticia
hiere a niños y grandes
con metralla y muros,
silencio y hambre.
No me dejes hurgar
en mis penas,
como si no hubiera otras.
No me dejes
ciego
sordo
mudo
a ese otro
que sólo anhela
un poco de amor.
49
El manantial de los sueños
50
Miedo
51
Uno
Danos, Señor,
la luz que aclara,
para encontrarnos,
reconocernos desnudos,
sencillos,
humanos, vulnerables.
Danos la mano
que se tiende para asir,
acariciar, levantar.
Tú eres el puente
que vence
distancias infinitas.
Si sólo aprendiera
a cruzarte...
52
No te rindas
Ahora es tiempo
de escuchar
el arrullo inmortal
de Dios,
que derrama en tu oído
palabras sinceras.
Mi niño,
yo te he elegido,
te he llamado por tu nombre
tú eres mío...
Nadie tiene derecho
a matarte por dentro.
También en esta tormenta
hay quien boga contigo
y no dejará que te hundas.
53
Aunque ahora duela.
54
Vivir
55
Cadenas
56
no tienen eco
(alguien olvidó
sus nombres)
Si las paredes hablasen
la vergüenza robaría el color
de muchos rostros.
57
La búsqueda de Dios
58
ocupación, bienestar, algún aliciente para actuar... Todo eso lo buscamos, y está bien.
Pero hay algunas búsquedas en las que nos jugamos mucho más: el amor verdadero, el
sentido que podamos darle a nuestra vida... y Dios.
Dios está entre esas búsquedas de lo esencial. A Dios le buscamos todos. Es una
pregunta de algún modo eterna. Con distintos ecos para el creyente y para el no creyente.
Es una pregunta que a veces es racional, y otras muchas es emotiva. Ponemos en juego
anhelos, miedos, un deseo primero, visceral, muy humano, de trascendencia para el más
allá, y de sentido para el más acá.
Esa búsqueda, para el creyente, es a veces dolorosa. Porque la fe se trenza entre la
duda y la certidumbre, entre la presencia de unas veces y la ausencia de otras. Es la
búsqueda intrépida del explorador que avanza por terrenos nuevos, y la búsqueda
desesperada del que hambrea un mendrugo de pan para sobrevivir. A veces uno se
enfada con Dios por no ponérnoslo más fácil. Por no dejarnos descubrirlo de un modo
más evidente. Por condenarnos a arriesgar. Por una libertad para la que no nos sentimos
preparados. Por un silencio que nos obliga a aguzar el oído.
Pero la búsqueda es parte de la existencia. Como lo son el deseo, el éxito y el
fracaso, el saber abrazar y el dejar partir. Y la búsqueda de Dios, en la vida, es parte de
ese recorrido en el que nunca puedes instalarte y pensar que ya has llegado –eso lo
dejamos para el final. Porque el terreno nuevo de hoy es puerta para espacios aún
ignorados. Y eso nos lleva cada vez más adentro y cada vez más afuera. A entender a las
personas. A llenar la fe de contenido. A enfrentarnos con nuestra fragilidad y, al tiempo,
con nuestras capacidades. A descubrir el sentido del amor, del perdón, de la justicia, del
pecado, de la salvación...
Al final, a Dios ni lo poseemos ni podemos retenerlo. Quizás al crearnos así,
buscadores, llenos de preguntas y sueños, nos ha dado mucha más vitalidad que si nos lo
hubiera entregado todo...
59
Dios cotidiano
¿Dios escondido?
O revelado en el envés menos brillante
de la vida.
60
Alrededor
61
En mi debilidad
En mi miedo
tu seguridad.
En mi duda
tu aliento.
En mi egoísmo
tu amor.
En mi rencor
tu misericordia.
En mi «yo»
tu «nosotros».
En mi rendición
tu perseverancia.
En mi silencio
tu voz.
En mi ansiedad
tu pobreza.
En mi tempestad
tu calma.
En mi abandono
tu insistencia.
En mi dolor
tu alivio.
En mi debilidad
tu fuerza.
62
Volveré
63
Lo de siempre cuanto falta
Sólo entonces,
cuando faltas,
me doy cuenta de tu presencia cotidiana.
Sólo entonces,
cuando callas,
siento nostalgia de tu verso
de tu canto
de tu verbo
de tu risa.
Sólo entonces me doy cuenta
de que el amor es eso tan cotidiano.
Y entonces
lo de siempre se vuelve nuevo
la costumbre cobra vida,
la rutina es fiesta,
y al volver a verte,
sin que quizá lo notes,
exulto.
64
Desde el seno materno
A veces no percibo
la belleza del barro.
Lo veo quebradizo.
Cada cacharro resulta
tosco, frágil o áspero.
Me parece impensable
que pueda ser recipiente
de ideas, historias,
sabiduría, perdón,
amores, verdad,
profecía,
paciencia o consuelo.
Imaginaste,
creíste en nosotros
y lo posible se puso en marcha.
Modelaste el barro,
creaste algo hermoso.
Miraste el resultado, contento,
adivinando tantas posibilidades
en la obra de tus manos.
Enséñame a creer.
65
Diálogo
Me conoces y me quieres.
No soy para ti uno más,
ni te soy indiferente.
Mi nombre es único en tus labios,
alimentas mi hambre de sentido
y mi ansia de respuestas.
Jamás me dejas tirado
ni me niegas otra oportunidad.
En cada camino que escojo
te haces presente,
para asegurar mis pasos.
Te importo tanto
como para vaciarte por mí,
ayer, ahora, siempre...
Tu aprecio inagotable
me levanta, me hace inmenso
y viste mi flaqueza
con tu reciedumbre.
Mira a tu prójimo.
Conócelo y quiérelo,
que no sea para ti uno más
ni te sea indiferente...
Cuídalo...
...que esto es,
al modo de un Dios,
ser humanos.
66
Desolación
¡Habla!
No siga el silencio
opresivo.
Tu mutismo amenaza
cada certidumbre.
¡Habla!
¿Por qué callas?
¿O hablas?
Acaso dejé de escucharte,
olvidé el camino
de vuelta
a casa.
Tu voz,
solo un recuerdo
¿suficiente?
¡Llama, más fuerte!
Traspasa esta pared
de ausencia.
Susurra.
Grita.
Insinúa.
Exige.
¡Habla!
Toca,
como sabes,
los resortes secretos
del alma.
Tu silencio me vence.
O acaso es mi distancia.
67
Hablar contigo
68
Dios tenaz
Señor,
si acaso dudo,
si no aguanto despierto,
si te niego,
si me puede la prudencia
o el miedo,
insiste.
Si te entiendo a medias,
si amo mal,
si esquivo el camino del herido,
si me encierro en mí mismo,
insiste.
Si me subo al carro
del Barrabás de turno,
si me lavo las manos
y la conciencia
para no arriesgar,
insiste.
Insiste, Señor,
en llamarme a tu mesa,
en partir tu pan y tu vida,
en sembrar palabra,
en pedir respuesta.
Llegará el día en que
aprenda a caminar mejor.
69
Tu rostro en cada esquina
70
Dios
Ahí estás. Un Tú difícil de entender. Una intuición, a veces. Eres más que un nombre,
más que un concepto, más que una idea, pero hay que pensarte. Eres presencia, pero no
evidente. Eres relación, pero distinta de cualquier otra relación de nuestra vida. Y te
vamos aprendiendo. En lo que otros nos cuentan. En lo que Tú revelaste a lo largo de
una historia increíble. Llenamos nuestra sed con intuiciones, pensamiento, conceptos que
nos ayudan a imaginarte, pero no bastan. Te ponemos los nombres de las realidades
buenas, a ver si así somos capaces de zambullirnos en ti.
Entonces eres amigo, amor, bondad, justicia, sabiduría... Aprendemos a llamarte.
Eres padre, y eres hijo, y eres espíritu. También las acciones nos enseñan a ponerte
nombre. Eres el alfarero cuyas manos dan forma al barro, escultor de belleza, el labrador
que siembra semillas de justicia y vida, el creador del mundo. Eres el pastor que cuida
del rebaño. Eres luz que alumbra en las tinieblas. Y calor que derrite el hielo. Eres el
abrazo, la ternura, el beso, la palabra, el fuego, el agua. Huracán y brisa. Eres principio y
fundamento. Alfa y omega...
A veces eres claro, y otras impenetrable. Nuestra pasión y nuestro gran
interrogante. En ocasiones, todo lo haces suave y llevadero, mientras que otras veces
eres lo más difícil.
Te nos vas revelando en la historia, en las palabras lúcidas de aquellos que
consiguen asomarse a ti. Y descubrirte es ir percibiendo una verdad que se desvela, pero
nunca del todo. Eres el misterio ante el que, siendo niños, abrimos los ojos admirados,
pero también el que despierta preguntas. Permaneces imbatible frente a la rebeldía con
que en ocasiones te negamos o la complacencia con que queremos domesticarte. Tan
cerca y tan lejos a la vez.
Nunca conseguiremos atraparte, y posiblemente tampoco sepamos dejarnos
envolver por ti del todo. Pero que no nos falte jamás la inquietud por seguir
aprendiéndote: ¿Quién eres?
71
Yo soy
72
Encabezado para un encuentro
Querido Dios:
o al menos, anhelado.
Infinito, pero concreto.
Inabarcable y, aun así, vaciado
en un niño,
en uno de los nuestros.
Apasionado,
nuestro primer fundamento,
Tú eres la fuente
de tantos ríos
llamados a juntarse.
Eres fuego
que enciende el horizonte
del ciego.
Eres la música
que suena muy adentro.
73
Amor pascual
Amor de Dios
hecho carne
entregándote
como palabra
última, definitiva,
como raíz que ha de llegar
a la entraña de las vidas
74
para transformarlo todo.
75
Cuerpo de Cristo
76
Pan
Para saciar
el hambre
de todos, pan.
Amasado despacio,
cocido en el horno
de la verdad hiriente,
del amor auténtico,
del gesto delicado.
Pan partido,
multiplicado al romperse,
llegando a más manos,
a más bocas,
a más pueblos,
a más historias.
Pan cercano,
en la casa que acoge
a quien quiera compartir
un relato,
un proyecto,
una promesa.
Pan vivo,
cuerpo de Dios,
alianza inmortal,
77
que no faltes
en todas las mesas.
78
Resucitado
Adivinar la vida
en sus huellas.
Descubrir su mirada
en otros ojos.
Intuir la fuerza
que ha vencido a la muerte,
que acalla el mal,
y enjuga el llanto.
Creer que el sepulcro está vacío
y el mundo lleno
de espíritu, de canto.
Sentir que se empapa la historia
con agua de esperanza.
Saber que su amor es posible.
Comprender que hay respuesta
para tantas preguntas
La pasión de Dios
ha derribado los muros del odio,
ha plantado una semilla inmortal
que crece,
impregnando el mundo
de justicia y verdad,
reconciliación
y júbilo.
79
Pentecostés
Te sostiene en la caída
y te ayuda a levantar de nuevo.
Te pide, con mano implorante,
que le ayudes a sanar la dignidad
del mundo que se desangra
en tantos de sus hijos.
80
Dios prójimo
81
La lógica de Dios
82
Que ya estabas aquí
83
Quiero, queda limpio
Tocas
mi verdad desnuda,
despojada de máscaras,
de excusas,
de apariencias...
pero ese tacto no duele.
Rozas
los miedos
y renace elvalor.
Acaricias la angustia
y germina la paz
Abrazas la congoja
de los díasinquietos,
y resurge, invencible, la vida.
Besas las llagas
de nuestra historia,
las sanas,
y vuelven las fuerzas,
la risa, la fiesta,
el encuentro.
84
Nosotros sin Dios
Simeón se apagó
sin ver cumplida la promesa.
José y María nunca arriesgaron.
Los pastores siguen desheredados.
Marta no da golpe.
María se aburre.
Pedro pesca, como cada día,
y su suegra murió anoche.
Los Zebedeos no tienen ambiciones.
Nadie salvó a la adúltera,
ni al que le tiró la primera piedra.
Los niños se burlan del leproso.
Los pobres,
los mansos,
los que trabajan por la paz
no son llamados hijos de Dios.
Zaqueo recauda impuestos
y roba a manos llenas.
El templo está lleno de vendedores.
En el Sanedrín
nadie está inquieto.
Juan no tiene un hombro amigo
en el que apoyar la cabeza.
Pilato no se hace preguntas.
En la cruz se sigue clavando
a justos e injustos,
pero no hay sepulcros vacíos.
Jesús,
gracias
por romper la inercia,
por darle la vuelta a la lógica,
por abrirnos la puerta de otra historia,
para despertarnos,
ayer, hoy y siempre.
85
Espíritu de Dios en el hombre
86
Piedra angular
87
Latidos
el pan compartido,
la fiesta de los impuros,
la denuncia del soberbio,
la bienaventuranza del pobre,
el envío de los débiles,
la amistad con los solos,
la mano firme que alza a la adúltera,
la risa y el llanto de quien está vivo,
la plegaria del hombre angustiado,
el silencio ante el juez injusto,
los brazos clavados en una cruz,
el grito de perdón,
un sepulcro sin muerto,
los destellos del que vive para siempre.
88
Vida evangélica
Vivir el evangelio es una ambición, una locura, algo que nos desborda por todos lados,
pero merece la pena intentarlo. Aunque uno lo hace con pies de barro y muy consciente
de la desproporción entre el reto y la realidad frágil de uno mismo. Aunque si te miras en
el espejo que es Jesús, te sientes tan pequeño, tan incapaz, tan limitado. Pero la buena
noticia, aun únicamente intuida, no depende de las propias fuerzas, y es capaz de ponerle
a uno en marcha.
Podemos soñar en un mundo más fraterno, más justo, más humano, y creer que es
posible. Y al dar espacio a la fe, descubres que toda vida y toda historia está llamada a
ser evangelio. Entiendes que las grandes parábolas hablan del presente, del bien que es
posible y está en marcha... Relatos que te parecía que hablaban de otra gente, otra época
y otro mundo, resulta que describen muchas de las realidades que tienes en torno.
Empiezas a percibir que en el día a día hay cruz y resurrección, hay perdón y
bienaventuranza, hay buenos samaritanos y gente que pasa de largo ante quien está
golpeado en el camino, hay fariseos y publicanos, personas heridas que buscan alguien
que toque sus llagas, leprosos, discípulos, profetas... Y descubres, al tratar de ver lo
cotidiano como quizá Dios lo ve, que hay mucho amor en torno. Que cada vida es un
milagro y una oportunidad. Descubres a gente que vive cuidando de otra gente, con una
entrega radical y desinteresada. Comprendes el perdón que enriquece algunas historias,
acercándolas un poco más a Dios. Intuyes lo que podría ser un mundo en el que no haya
corazones de piedra. Y quizás entonces te sientes un poco más discípulo, un poco más
hermano, un poco más enviado.
Luego, cada día es distinto. A veces Dios habla, y otras veces se esconde. El
prójimo puede ser o no entrañable. Un día te reconoces en el impetuoso Pedro, y otros te
ves más torcido que Herodes. Hay épocas en que vibras con el evangelio, y otras en que
no entiendes nada. Hay en el mismo campo trigo y cizaña. Pero hay trigo. Y esperanza.
Y gratitud, y una buena noticia que no es tuya y lo es para tantos.
89
Vas aprendiendo a acoger la imperfección, propia y ajena, a aceptar los tiempos
lentos, a celebrar los muchos motivos que tenemos para la esperanza. Y algunos días,
hasta te sientes confiado y, al hablar con Dios, puedes decir «nosotros», como con un
amigo o un viejo compañero. Y entiendes que Dios sonríe, porque algunas veces, con Él,
estás en casa.
90
¿En qué consiste el amor?
91
En voz muy alta
92
Fragmentos de vida evangélica
93
Rutinas
La cantina
acoge esta noche
a unos enamorados,
dos turistas equivocados,
un mal bebedor,
una cantante sin suerte,
un triunfador que teme volver a su casa vacía,
un creyente y un ateo
–ambos cargados de dudas–
varios jóvenes
que estrenan con ruido
la edad de las posibilidades,
un aprendiz de poeta,
tres solteras,
una contenta,
otra amargada,
la tercera aún no se sabe,
y un camarero de gesto fatigado.
Historias pequeñas,
vidas de carne y sangre,
ese es el tejido
en que se encarna
94
lo eterno.
95
Tras tus huellas
96
Transfiguración
Debajo de la piel,
muy dentro,
en lo profundo,
arde un fuego
poderoso.
La fuerza
de un Dios late, discreta,
en el pozo de los anhelos
y los sueños.
A veces asoma, y es
palabra humilde,
caricia,
gesto de amor,
mirada humana,
alegre bullicio,
silencio reconciliado.
Brillan más los ojos,
un fulgor distinto colorea el rostro,
se entonan
melodías vivaces,
ese canturreo crece,
contagia a muchos,
y por un instante de comunión
nace un clamor de júbilo.
97
late Dios.
98
Lo que quiero ser
99
Entregarlo todo
Y solo entonces,
misteriosamente,
tenerlo todo.
Contigo.
Por Ti
Por tu Reino.
Ahora.
100
Como un niño
101
Mi equipaje
102
Fraternidad
Esperanza de uno
y de todos,
cada vez que se rompe en alguien,
todos morimos un poco,
que no nos hiciste vecinos,
rivales ni extraños,
Nos hiciste hermanos.
103
Es la hora
Basta de aplazamientos,
de condiciones
y demoras.
Es hora de confiar
en la promesa de Vida,
en el evangelio,
en el pan de todos.
Aunque parezca insensato,
aunque resulte difícil
abrir los brazos
y cargar la cruz.
El riesgo asusta.
La seguridad atrae.
Da vértigo seguir el paso
de un Dios pobre.
Aterra sentirse incapaz,
o fracasar en el intento.
Siempre parece demasiado pronto.
104
Todo esto deseo
105
En el abismo
Víctimas
de traiciones,
de injusticia,
de absurdos.
Víctimas
del mal amor,
pisadas
por egoísmos ajenos,
ignoradas
por quien elige ser ciego.
Víctimas.
Baqueteadas,
avergonzadas
por un fracaso inocente,
–no es culpa tuya, mi vida...–,
clavadas
en la cruz
del abandono
y la soledad.
Dobladas
por un sufrimiento
que alguien pudo evitar
pero no lo hizo.
106
En esa cruz no estáis solos,
que todo un Dios,
con los brazos abiertos,
acuna el llanto
con promesa de resurrección.
107
Quiero cantar
Quiero cantar
la vida que empieza,
tararear las dudas
que a veces me detienen,
y convertir en música
las lágrimas.
Quiero hacer
una balada de justicia
y una samba
para pronunciar
la paz en mil idiomas.
Que la fe tenga
la letra de un bolero
y tu historia,
fascinante y única,
sea un villancico
para todo el año.
108
Pies de barro
«Sólo el soñador
emponzoña todos sus días
soportando más pesar
del que merecen sus pecados»
(John Keats)
No te atormentes
de más,
si fallaste al amigo,
si negaste a Dios,
si no amaste bien,
si erigiste un muro,
si sembraste muerte,
si pasaste de largo
ante una cruz.
Acepta tu historia
con un dolor lúcido
(llevará su tiempo
volver a reír)
y cree en el perdón
del amigo,
de Dios,
de los desamados.
Siempre estás a tiempo
de abrir puertas,
plantar vida
y encaramarte a la cruz
para clamar por todo
lo que pide respuestas.
109
Te adoro
Porque me colmas
y me inquietas;
porque me abres los ojos
y en mi horizonte pones tu evangelio;
porque cuando entras en ella
mi vida es plena,
te adoro.
110
La libertad da vértigo
Somos libres,
y eso asusta.
111
La visión
Gracias, Señor,
que al mirar con ojos limpios
lo muestras todo nuevo.
112
Noche de paz
113
Semilla enterrada
¿Cómo encarnar,
sin sucumbir al miedo,
verbos difíciles
que hablan de renuncia,
de sacrificio,
de entrega?
Contigo y a tu manera,
echan raíz
las historias enterradas,
y brota un árbol frondoso,
cuyos frutos saciarán mil hambres.
Tu Verbo habla de amor,
de encuentro,
de una alianza indestructible.
114
en esa batalla que es la vida.
115
Toca seguir caminando
116
Parar
117
Índice
Portada 3
Índice 4
¿Qué palabra contará la Palabra? 10
Motivos para la esperanza 12
Cuando llegas 14
La Tierra Nueva 16
El banquete 17
En casa 18
Sobre mí 19
Tal como soy 20
Presencia 21
¿Por qué no yo? 22
Habla la vida 23
Hoy la resurrección 24
Tu palabra no pasará 25
Ahora 26
Luz del mundo 27
Tú me salvas 28
Profecías 29
La lucha nuestra de cada día 30
A cualquier hora 32
Entonces, ¿qué hacemos? 33
Propuesta 34
Como Tomás 35
¿De carne o de piedra? 36
En tu desnudez 37
Abrazos 38
La batalla nuestra de cada día 39
Tanto quiero... 40
Mentiras 41
Leyenda 42
Talita Kum 43
118
Los niños de agua 44
¡Fuera! 45
Los días grises 46
El milagro 48
El otro llanto 49
El manantial de los sueños 50
Miedo 51
Uno 52
No te rindas 53
Vivir 55
Cadenas 56
La búsqueda de Dios 58
Dios cotidiano 60
Alrededor 61
En mi debilidad 62
Volveré 63
Lo de siempre cuanto falta 64
Desde el seno materno 65
Diálogo 66
Desolación 67
Hablar contigo 68
Dios tenaz 69
Tu rostro en cada esquina 70
Dios 71
Yo soy 72
Encabezado para un encuentro 73
Amor pascual 74
Cuerpo de Cristo 76
Pan 77
Resucitado 79
Pentecostés 80
Dios prójimo 81
La lógica de Dios 82
Que ya estabas aquí 83
Quiero, queda limpio 84
119
Nosotros sin Dios 85
Espíritu de Dios en el hombre 86
Piedra angular 87
Latidos 88
Vida evangélica 89
¿En qué consiste el amor? 91
En voz muy alta 92
Fragmentos de vida evangélica 93
Rutinas 94
Tras tus huellas 96
Transfiguración 97
Lo que quiero ser 99
Entregarlo todo 100
Como un niño 101
Mi equipaje 102
Fraternidad 103
Es la hora 104
Todo esto deseo 105
En el abismo 106
Quiero cantar 108
Pies de barro 109
Te adoro 110
La libertad da vértigo 111
La visión 112
Noche de paz 113
Semilla enterrada 114
Toca seguir caminando 116
Parar 117
120