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R E V I S TA D E E S P I R I T U A L I D A D I G N A C I A N A
Vol. 94 - Nº 370
Enero - Marzo 2022
El discernimiento
Vol. 94 - Nº 370
Sumario
Estudios
Raisel MATANZAS POMARES, O.P.: Consolación y desolación
en el Maestro Eckhart: el discernimiento para la unión
transformante ......................................................................... 5
Josep GIMÉNEZ MELIÁ, S.J.: Discernir la consolación ................. 17
Pedro MENDOZA BUSTO, S.J.: Distinguir la desolación de la
tristeza y la depresión, ¿una cuestión de psicología o de
mistagogía? ......................................................................... 27
Rufino MEANA PEÓN, S.J.: Impasse y abandono del camino
de conversión. Discernir las asiduas falacias, sutilezas
y engaños aparentes [Ej 329] ........................................... 39
Cristian PERALTA NÚÑEZ, S.J.: Discernir para elegir la
voluntad de Dios ................................................................. 49
Franck JANIN, S.J.: Discernir juntos en grupos pequeños ............... 61
Fernando VIDAL FERNÁNDEZ: Discernimiento comunitario en
familia ................................................................................. 71
Semblanzas
Andrea R. BATLOGG, S.J.: Erich Przywara S.J., el “influencer”
invisible .................................................................................. 91
Recensiones ....................................................................................... 96
Consejo de Redacción: Pablo Alonso, S.J.; Pablo Ruiz Lozano, S.J.; María Prieto Ursúa;
Nurya Martínez-Gayol Fernández, ACI; Cristóbal Jiménez, S.J.;
Carles Marcet, S.J.
Te m a s p a r a 2 0 2 2
Enero-Marzo: El discernimiento.
Presentación
E
n este año ignaciano en que recordamos la conversión del hidalgo
Íñigo López de Loyola no podía faltar una reflexión de nuestra
revista sobre el discernimiento espiritual, que nuestro santo vincu-
la a su decisión de cambio radical de vida en el verano de 1521, donde
experimentó variedades notables en su espíritu y pensamientos [Au 99].
El discernimiento espiritual, de cuya aplicación práctica Ignacio de
Loyola es sin duda un maestro, tiene una larga tradición en la espiritualidad
cristiana. Recogemos una aportación de esa larga tradición en la figura del
Maestro Eckhart, hijo (y padre) de una tradición distinta de la ignaciana,
pero testigo de que el discernimiento (con la terminología ignaciana o con
otras formulaciones) atraviesa toda la espiritualidad cristiana. 3
En otros artículos afrontamos temas transversales del discernimiento
ignaciano. Los conceptos claves del discernimiento ignaciano son la con-
solación y la desolación [Ej 316-317]. Y para entender qué son (y qué no
son) conviene ponerlos en relación con los fenómenos naturales de la ale-
gría y la tristeza, lo que hacen respectivamente los artículos de Josep
Giménez y Pedro Mendoza, diferenciando la moción propiamente espiri-
tual de sus posibles connotaciones o semejanzas con fenómenos psíquicos
habituales en el vivir humano.
Otra característica del discernimiento ignaciano es el tipo de discerni-
miento notablemente fino más propio de la Segunda semana, cuando el mal
espíritu ya no tienta ordinariamente de modo abierto y directo, sino con
“razones aparentes, sutilezas y asiduas falacias” [Ej 329]. Es el tema que
aborda Rufino Meana en su aportación interdisciplinar, que pone en diálo-
go a Ignacio con los procesos psíquicos que intervienen en la actividad psi-
coterapéutica.
Pero el discernimiento ignaciano, en la mayoría de los casos, lleva a
alguna decisión, como a Ignacio mismo le llevó hace 500 años al cambio
radical de vida. Un especialista en la elección ignaciana, Cristian Peralta,
nos recuerda la conexión entre discernimiento y elección, justo en medio de
una cultura contemporánea que dificulta en muchos modos la toma de deci-
siones a cualquier cristiano.
El número continúa con dos aplicaciones prácticas del discernimiento:
el discernimiento en común en pequeños grupos que firma el jesuita belga
Franck Janin, aportación metodológica sumamente concreta y clara. Y con
una aplicación del discernimiento a un grupo especialmente importante
para todo ser humano: la familia. El discernimiento cristiano no es algo ini-
cialmente pensado solo para los monjes que viven en la soledad del desier-
to, ni para consagrados y consagradas con una forma de vida un tanto espe-
cial; el discernimiento forma parte de la entraña del evangelio y se puede y
debe aplicar a los distintos ámbitos del vivir humano, también laical y,
especialmente, a uno tan significativo como es la familia. La experiencia de
Fernando Vidal en este campo nos ofrece una invitación y una posibilidad
para este discernimiento comunitario en familia.
Cierran el número las habituales secciones de Ayudas para dar
Ejercicios, que como en números anteriores están elaboradas por el Grupo
de Itinerarios y por Magis, y Semblanzas, que este número dedica a uno de
los grandes de la espiritualidad ignaciana de Centroeuropa, el jesuita ale-
mán Erich Przywara.
Como es habitual, incluimos los índices del año 2021.
4
ESTUDIOS
RESUMEN
1. A modo de introducción
A
lo largo del tiempo los maestros espirituales nos insisten en la
importancia de una categoría que forma parte de la tradición ecle-
sial, el “discernimiento espiritual”. Y si consultamos los manuales
de espiritualidad, concernientes al tema del discernimiento, nos percatare-
mos de que Eckhart no figura en ellos.
1
Cf. Meister Eckhart, Die deutschen und lateinischen Werke. Die deutschen Werke, 5 vol., ed.,
Joseph Quint-Georg Steer (Stuttgartt: Kohlhlammer, 1936ss); citado como DW.Y la traducción
en castellano que se emplea es Ilse de Brugger, trad., Meister Eckhart. Tratados y sermones (Bue-
nos Aires: Las Cuarenta, 2013). En este artículo se cita la obra alemana del Maestro, la cuestión
(si la hubiera) o el número (en el caso del sermón), el tomo en números romanos de la obra, tra-
ductor y página de la traducción española.
2
Predigt 38, DW II, Brugger, 555.
Fr. Raisel Matanzas Pomares
2.1. Fenomenología
3
RdU c. 20, DW V, Brugger, 149.
4
Cf. RdU c. 13-14, DW V, Brugger, 134-135.
5
Cf. RdU c. 20, DW V, Brugger, 149.
6
Cf. RdU c. 23, DW V, Brugger, 171.
7
Cf. RdU c. 13, DW V, Brugger, 134-193.
8
Cf. RdU c. 13, DW V, Brugger, 179.
9
Cf. RdU c. 13, DW V, Brugger, 191.
Fr. Raisel Matanzas Pomares
10
No es nuestro propósito ahondar en este concepto tan importante en la obra del Maestro. Tan
sólo subrayar que, advierte el predicador en la cuestión 4 de RdU, pocos son los que se han desa-
sido de sí sin que encuentren algo más que dejar. Y se establece en ese momento un negocio justo,
un trueque equivalente. En efecto, «en la medida que sales de todas las cosas, en esa medida, ni
más ni menos, entra Dios con todo lo suyo, siempre que salgas completamente de lo tuyo en todas
las cosas»: Silvia Bara, “Conversaciones del discernimiento”, en Dios en ti: Eckhart, Tauler y
Susón a través de sus textos, ed. Silvia Bara, Julián de Cos y Salvador Sandoval (Salamanca: San
Esteban, 2017), 5.
11
RdU c. 8, DW V, Brugger, 121.
12
Cf. RdU c. 8, DW V, Brugger, 121-122.
13
Cf. RdU c. 13, DW V, Brugger, 134.
14
A propósito del efecto en el dar «la espalda a los pecados», y las manifestaciones fenome-
nológicas que surgen en este ejercicio espiritual, Sievernich reflexiona: «El perdón de los p.
(pecados) significa, más que nada, una “consolación” del pecador en forma de aumento esperan-
za, fe y caridad [cf. Ej 316]; una idea que ya se encuentra en la mística medieval del Maestro Eck-
hart»: Michael. Sievernich, “Pecado”, en DEI (G-Z), dir. José García de Castro, GEI (Bilbao-San-
tander: Mensajero-Sal Terrae, 2007), 513.
Consolación y desolación en el Maestro Eckhart: el discernimiento para la unión transformante
«cuanto más débil se halle el hombre y cuanto más haya pecado, tanta más razón
tiene para vincularse con Dios mediante un amor indiviso en el cual no hay ni peca-
do ni imperfección (…). Y cuanto mayor y más graves sean los pecados, tan infini-
tamente más le gustará a Dios perdonarlos y hacerlo con mayor rapidez, porque le
repugnan»15.
15
RdU c. 13, DW V, Brugger, 134-135.
16
RdU c. 14, DW V, Brugger, 135.
17
RdU c. 14, DW V, Brugger, 136. Esta seguridad y carencia de dudas son garantes de lo que
se experimenta proviene de Dios y sólo de Él. No hay discernimiento si esta experiencia no acon-
tece. La experiencia princeps del discernimiento es la primera que redacta Ignacio. Esta expe-
riencia esencial se complementa con lo dicho en la nota al pie número 48.
18
RdU c. 14, DW V, Brugger,135.
19
BgT, DW V, Brugger, 215.
20
RdU c. 23, DW V, Maurice O’C. Walshe, ed., The complete mystical works of Meister Eck-
hart (New York: Herder, 2009), 521.
Fr. Raisel Matanzas Pomares
f. La consolación y el desasimiento
21
Cf. RdU c. 23, DW V, Brugger, 170-171.
22
BgT, DW V, Brugger, 179-180. En esta expresión resuenan ecos de la consolación y deso-
lación ignaciana. Sobre todo, al definir la desolación y situarla como contraria a la desolación [Cf.
Ej 316-317]. Aquí la desolación se refleja por «todo cuanto no es Dios» y su equivalente en la
formulación ignaciana se expresa con «todo lo contrario de la tercera regla» [Ej 317]. La identi-
dad de la desolación radica en la ausencia de la consolación.
23
RdU c. 23, DW V, Brugger, 171-172.
24
BgT, DW V, Brugger, 191-192.
25
Ib., 193.
26
Íd.
Consolación y desolación en el Maestro Eckhart: el discernimiento para la unión transformante
3.1. Fenomenología
27
Íd.
28
Ib., 197.
29
RdU c. 11, DW V, Brugger, 128.
30
BgT, DW V, Brugger, 179.
31
Ib., 217.
32
RdU c. 13-20, DW V, Brugger, 128-149.
33
RdU c. 13, DW V, Brugger, 134.
34
Cf. BgT, DW V, Brugger, 181-197.
35
RdU c. 11, DW V, Brugger, 128.
Fr. Raisel Matanzas Pomares
b. La pedagogía de la desolación
36
Cf. RdU c. 11, DW V, Brugger, 128. Como ocultado y escondido expresará Eckhart y,
«como separado de su Criador y Señor» [Ej 3173] Ignacio. La diferencia terminológica no afec-
ta la intención mantenida por los autores. Este parecer sostiene que el vínculo de la criatura con
el Creador no se pierde. De esta realidad, las páginas del Maestro están colmadas.
37
RdU c. 11, DW V, Brugger, 128.
38
Cf. RdU c. 20, DW V, Brugger, 149-150.
39
Cf. RdU c. 19, DW V, Brugger, 147.
Consolación y desolación en el Maestro Eckhart: el discernimiento para la unión transformante
40
Íd.
41
BgT, DW V, Brugger, 180.
42
Cf. Ib., 180-181.
43
Ib., 211-212.
Fr. Raisel Matanzas Pomares
«Ahora pongo por caso que un hombre tenga cien marcos; pierde cuarenta y
retiene sesenta. Si el hombre piensa entonces continuamente en los cuarenta [mar-
cos] perdidos, queda sin consuelo y apenado. ¿Cómo podría ser consolado y estar
sin pena quien se vuelve hacia el daño y la pena y los configura en su fuero íntimo
y se [configura] en ellos y los mira, y ellos, y a su vez, los vuelven a mirar, y él char-
la y habla con el daño y el daño, a su vez, charla con él y ambos se miran cara a
cara? Sí, en cambio, él se volviera hacia los sesenta marcos que todavía posee y
diera la espalda a los cuarenta que están perdidos y se configura en esos sesenta y
los mira cara a cara, charlando con ellos, sin duda alguna sería consolado»44.
f. Orientación en la desolación
44
BgT, DW V, Brugger, 181.
45
Ib., 183-184.
46
Ib.,181.
47
Íd.
Consolación y desolación en el Maestro Eckhart: el discernimiento para la unión transformante
que el consuelo no pueda consolarlo, así como el vino dulce no tiene sabor
para el enfermo»48.
Llama la atención en esta observación del Maestro Eckhart la referencia
a la consolación y el puesto que le otorga en relación a la desolación. Le atri-
buye así una centralidad en los movimientos del espíritu que el hombre ha de
experimentar y estar familiarizado. Aún más, cuando el propio hombre debe
conocer que «los amigos de Dios nunca carecen de consuelo, pues lo que
quiere Dios es su máximo consuelo, ya sea consuelo o desconsuelo»49.
«Todo cuanto el hombre bueno sufre por Dios, lo sufren en Dios y Dios está
padeciendo con él en su sufrimiento (…); cuando hallo el sufrimiento puro por Dios
y en Dios, encuentro que mi sufrimiento es Dios. Quien no reconoce este hecho, que
48
BgT, DW V, Brugger, 191. He aquí el complemento de la nota al pie 17 con respecto a la expe-
riencia princeps en el discernimiento. Con este fragmento se revela lo trascendental que es para la
persona poseer familiaridad con el consuelo de Dios. De ahí el interés de Ignacio y el Maestro.
49
RdU c. 10, DW V, Brugger, 128.
50
BgT, DW V, Brugger, 213.
51
Ib., 214.
52
Ib., 215.
Fr. Raisel Matanzas Pomares
En conclusión…
53
Ib., 217-218.
54
Ib., 210.
55
Predigt 38, DW II, Brugger, 560.
Vol. 94 (2022) MANRESA pp. 17-26
Discernir la consolación
Josep Giménez Melià
RESUMEN
“L
a alegría del evangelio llena el corazón y la vida entera de los
que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él
son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del
aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría”1. Ésta suele
ser la experiencia de quienes emprenden el camino del seguimiento. Es
natural: un nuevo sentido de la vida, ilusionante, se apodera de quien opta
por Jesús. Esto le llena de alegría. Y de alegrías. Alegrías superficiales
–posiblemente pensarán algunos–. Como las alegrías del neófito2, que pue-
1
Papa Francisco, Evangelii Gaudium [1].
2
Nos referimos ahora a la primera serie de reglas de discernimiento que “son más propias de
la primera semana” [Ej 313-327], es decir, propias de los principiantes o neófitos en la vida espi-
ritual. En ellas, Ignacio está más preocupado por lo que se debe hacer y por cómo actuar en la
desolación ventura, es decir, desolación que, seguro, vendrá. En cambio, en la segunda serie de
reglas [Ej 328-336] el problema será asegurar que la consolación sea auténtica.
Josep Giménez Melià
3
Para poner un ejemplo, entre los muchos que se podrían escoger: en el discernimiento de
Ignacio y de Borja entorno a la posible concesión de capelo cardenalicio a este último, ¿quién
tenía razón? ¿El papa, y los que aprobaban la concesión del capelo cardenalicio a Francisco de
Borja, por una parte, o Ignacio (y el mismo Francisco), que se oponían a ello, por otra? «¿Qué sé
yo lo que Dios nuestro Señor quiere hacer?» –se pregunta Ignacio–. Para ver una fina descrip-
ción de una situación de discernimiento en plena contraposición de pareceres, cf. la carta de Igna-
cio a Francisco de Borja del 5 de junio de 1552 (en Obras de Ignacio de Loyola, BAC, Madrid
19915, 908-910).
4
«(Los diez Mandamientos) no son un paquete de prohibiciones, de “no”, sino que presentan
en realidad una gran visión de vida. Son un “sí” al Dios que da sentido al vivir (…); un “sí” a la
familia (…); un “sí” a la vida (…); un “sí” al amor responsable (…); un “sí” a la solidaridad, a la
responsabilidad social, a la justicia (…); un “sí” a la verdad (…); un “sí” al respeto del otro y de
lo que le pertenece» (Benedicto XVI).
Josep Giménez Melià
5
Especialmente los versículos del 2 al 4.
Discernir la consolación
6
Puesto que la literatura sobre el tema es inabarcable, nos limitamos a citar los estudios que
creemos más sobresalientes y a ellos remitimos: Karl RAHNER, La lógica del conocimiento exis-
tencial en san Ignacio de Loyola, publicado como parte (páginas 93-181) de un volumen de sus
Quaestiones disputatae, que lleva por título: Lo dinámico en la Iglesia, Herder, Barcelona 1963;
Daniel GIL, La consolación sin causa precedente, Pont. Univ. Gregoriana, Roma 1971 ; Jean
GOUVERNAIRE, Quand Dieu entre à l’improviste, DDB, Bruselas 1980; José GARCÍA DE CASRO
VALDÉS, El Dios emergente. Sobre la “consolación sin causa”, Mensajero–U. P. Comillas-Sal
Terrae (colección Manresa 26), Bilbao-Santander-Madrid 2001. Una interpretación de los prime-
ros tiempos la encontramos en Francisco SUÁREZ, Los Ejercicios espirituales de san Ignacio. Una
defensa, Mensajero-U. P. Comillas-Sal Terrae (colección Manresa 29), Bilbao-Madrid-Santander
2003, 104-110.
7
Nos remitimos a la versión de Ediciones Encuentro, Madrid 20144, 62.
8
Es decir, la CSCP.
Josep Giménez Melià
9
En lo que sigue, nos reconocemos deudores del excelente artículo de J. CORELLA, voz “Con-
solación”, Diccionario de Espiritualidad Ignaciana, Mensajero-U. P. Comillas-Sal Terrae (colec-
ción Manresa 37), Bilbao-Madrid-Santander 2007, 413-424.
10
Al estilo de cómo los evangelios narran las apariciones del Resucitado: ôphthê, fue visto; el
mismo Dios hizo que el Resucitado se les hiciera el encontradizo…
11
Conviene recordar, pues, el punto de partida de todo discernimiento: «presupongo ser tres
pensamientos en mí, es a saber, uno proprio mío, el qual sale de mi mera libertad y querer, y otros
dos que vienen de fuera, el uno que viene del buen espíritu, y el otro del malo» [Ej 32].
12
Recordemos la doctrina tradicional de Satanás que se puede presentar al alma “sub angelo
lucis”, es decir, transfigurado en “ángel de luz” (cf. 2Cor 11,14) para engañar y atraer al alma “a
su dañada intención y malicia” [Ej 331]. Y sobre la posibilidad de que algo así se dé, podemos
aplicar aquello que decía Ignacio en carta a sor Teresa Rejadell (del 18 de junio de 1536) sobre
las dos lecciones que da Dios al alma: la una la da; la otra la permite.
Discernir la consolación
mos), sino ontológico (Dios siempre será para el ser humano, el “total-
mente Otro”, totaliter aliter). De ahí que, según la expresión agustinia-
na, este origen puede ser más íntimo que mi intimidad y más elevado de
todo aquello a lo que puedo aspirar (interior intimo meo… superior
summo meo…).
Esta moción, además, “inflama” en amor del Criador y Señor. La
palabra “inflamación” remite al acontecimiento de Pentecostés (Hch
2,1-13). Y por esto mismo es fundamento de una “misión”. No se trata
de una vivencia que nos quedamos para nosotros mismos. He ahí otra
fuente de distinción entre consolación y alegrías naturales: la consola-
ción es para la misión. Aunque se trate de un evento pasivo, de una
moción causada en el alma, la eficacia de la consolación no se reduce a
satisfacer, dar gusto sin más, a quien es agraciado con este don, sino que
le encamina, le urge a la misión. No le encierra en sí mismo. Ofrece cla-
ridad y conocimiento para elegir. A partir de la consolación se pueden
tomar decisiones, hacer elección. Ésta es la característica del segundo
tiempo de elección: «quando se toma asaz claridad y cognoscimiento
por experiencia de consolaciones y dessolaciones» [Ej 176]. No así en
el caso de las alegrías naturales: siendo fenómeno pasajero, no es con-
23
veniente (más aún: totalmente desaconsejable) hacer elección a partir
de ellas.
La consecuencia de esta inflamación es que «ninguna cosa criada
sobre la haz de la tierra puede amar en sí sino en el Criador de todas
ellas» –en Quien encuentran su fundamento óntico y su razón de ser–. Por
esto, invadidos por esta consolación, amándola, amamos a su Creador; y,
amando al Creador, amamos a sus creaturas13. ¿Qué duda cabe de que una
experiencia así puede ser fuente y causa de alegría? Y ¿qué duda cabe,
también, de que la causa de esta alegría desborda todas las razones que de
ella se puedan dar?
Por esto esta moción re-ordena nuestra afectividad14. Así, el agraciado
con esta consolación «lanza lágrimas motivas a amor de su Señor, agora sea
por el dolor de sus pecados, o de la pasión de Cristo nuestro Señor o de
otras cosas derechamente ordenadas en su servicio y alabanza”. Inflama-
ción (fuego)… Lágrimas (agua)…: dos manifestaciones con las que la
13
«… A Él en todas amando y a todas en Él…» [Co 288].
14
En este sentido, nos remitimos a la interpretación suareciana de los Ejercicios, que distin-
guiría cuidadosamente entre voluntad y afecto. Debemos re-ordenar afectos. Actuar exclusiva-
mente sobre la voluntad acaba en el voluntarismo, ineficaz a la larga. En este sentido –repetimos–
es fundamental la interpretación de Francisco Suárez a los Ejercicios (cf., op. cit. supra).
Josep Giménez Melià
15
La Escritura –y también la liturgia–. Así, en el himno Veni, Sancte Spiritus, la Iglesia canta:
riga (riega) quod est aridum… fove (inflama, calienta) quod est frigidum…
16
Un clásico ejemplo de esto, entre muchos otros, sería el de la experiencia teresiana de la
transverberación, narrada por ella misma en el Libro de la Vida 29,13.
17
Michel de CERTEAU, La fábula mística. Siglos XVI-XVII, Siruela, Madrid 2006, 144-146.
Citado por Carlos DOMÍNGUEZ, Mística y psicoanálisis. El lugar del Otro en los místicos de Occi-
dente, 166. El “oxímoron” es una figura retórica de pensamiento que consiste en complementar
una palabra con otra que tiene un significado contradictorio u opuesto. La “soledad sonora” de la
que habla san Juan de la Cruz es un claro ejemplo de oxímoron.
Discernir la consolación
encuadraba, sin más, en el ámbito de “lo anímico”, mientras que “lo corporal”,
entendido ahora en sentido amplio, quedaba fuera de la experiencia espiritual.
Así, ésta era meramente “psicologizada”, convertida en asunto psicológico,
mientras que dimensiones importantes de la existencia humana (política, eco-
nómica, social, cultural, y un largo etcétera) quedaban fuera del alcance de la
experiencia de Dios. Sin embargo, si no quiere traicionar su más íntima esen-
cia, la experiencia de Dios no puede renunciar a ser una experiencia “holísti-
ca”, es decir, una experiencia que abarca todo el existir humano.
No “psicologizarás” la experiencia de Dios rezaría, pues, uno de los
imperativos hodiernos de la espiritualidad, percibido, cada vez más, con
mayor urgencia, en la medida en que lo corporal y todas las dimensiones
del existir humano tienden a ser incluidas y tenidas en cuenta en nuestra
relación con Dios. Evidentemente, la relación con Dios cuenta con nuestra
psicología, se manifiesta en ella, es coloreada por las características de
nuestro psiquismo. Pero no se limita a lo puramente psicológico. También
cuenta con nuestra corporalidad, entendida ésta de la manera más general
posible: la corporalidad que nos individualiza y la que nos hace “sentirnos
cuerpo” con todo lo que nos rodea18.
Por ello, creemos que, en lugar de partir de una antropología dualista
25
(alma/cuerpo), es necesario, y mucho mejor, partir de la antropología tri-
partita (ternaria), tal como se manifiesta en los escritos bíblicos (cf., por
ejemplo, 1Tes 5,23). En ellos, la antropología es más holística: la persona
humana es considerada como un todo, aunque no indiferenciado.
Así, todo ser humano, todo en el ser humano, es basar (sarx, carne), es
decir, todo él, y todo en él, es frágil y contingente… y también solidario.
Todo –incluso lo que, a primera vista, podría parecer más sublime y eleva-
do–. Todo ser humano es también nefesh (psique, alma19) afectado por una
irreductibilidad última, por una manera de ser, que le hacer ser él/ella, y no
otro/otra. Y, finalmente, todo ser humano es ruah, apertura al Espíritu, que
se difunde, a su vez, por todo el ser humano, ungiéndolo.
La experiencia espiritual abarca, pues, y redunda en, todo el ser huma-
no. El Espíritu –en este caso, el Espíritu de Dios20– abarca toda la realidad
humana (corporalidad - psiquismo - espíritu), conduciéndola a su plenitud.
18
La existencia del grupo de “adiciones”, al final de la primera semana de los Ejercicios [Ej
73-90] es prueba fehaciente de que, aun dada la realidad de esta ambigua “interiorización” de la
experiencia espiritual, Ignacio nunca olvidó que es todo el compósito humano (cuerpo y alma) el
que ora, ayudado e incitado por toda la realidad que le envuelve.
19
¡Traducción problemática! Recordemos, en este caso, el dicho italiano traduttore traditore
–el traductor– es un traidor…
20
De hecho, ésta es la ambigüedad de la palabra “ruah”, que tanto puede designar el Espíritu
de Dios como la apertura del espíritu humano al divino.
Josep Giménez Melià
21
Oh ninfas de Judea / en tanto que en las flores y rosales / el ámbar perfumea / morá en los
arrabales / y no queráis tocar nuestros umbrales (estrofa 18). Escóndete, Carillo / y mira con tu
haz a las montañas / y no quieras decillo / mas mira las compañas / de la que va por ínsulas
extrañas (estrofa 19).
Vol. 94 (2022) MANRESA pp. 27-37
RESUMEN
Introducción
S
an Ignacio de Loyola no es solo uno de los grandes maestros espi-
rituales de la historia de la Iglesia, conocedor como pocos de los
movimientos y procesos internos que dinamizan al sujeto espiri-
tual, sino también alguien con una poderosa intuición capaz de captar los
mecanismos psicológicos que movilizan el interior del ser humano; y un
experto en ofrecer herramientas de carácter espiritual y antropológico
que facilitan respuestas para un mayor y mejor servicio de Dios nuestro
Señor.
En los Ejercicios Espirituales y, en concreto en las Reglas de discerni-
miento [Ej 313-336], Ignacio nos ofrece un panorama interdisciplinar
donde integra elementos espirituales con otros de carácter psicológico.
El objetivo de este artículo es dialogar con tres conceptos: tristeza, depre-
Pedro Mendoza Busto
Aclarando conceptos
1
Conviene tener en cuenta el excelente monográfico: AA.VV. “Llamo desolación…” dimen-
sión psicológica, espiritual y cultural de la desolación espiritual”, Manresa (75) 2003.
Distinguir la desolación de la tristeza y la depresión, ¿una cuestión de psicología o de mistagogía?
2
L. Greenberg, Emociones: una guía interna, Desclée de Brouwer, Bilbao 2000, 97-144.
Pedro Mendoza Busto
3
En España se estima que hay en torno a dos millones de personas con depresión, con una
incidencia de mujeres en el 10% y en varones en un 3% www.mscbs.gob.es/estadEstudios/esta-
disticas/estadisticas/estMinisterio/SIAP/Salud_mental_datos.pdf
Es relevante al respecto, el estudio que la revista The Lancet ha publicado recientemente, en
octubre de 2021, sobre la repercusión de la COVID en los estados anímicos de las personas en
más de 200 países y que concluye con unas altas tasas de depresión y ansiedad en jóvenes adul-
tos entre 20-39 años y en mujeres. https://www.thelancet.com/action/showPdf?pii=S0140-
6736%2821%2902143-7
4
Es sugerente en la sección de Cartas a la Directora, una titulada “A mi hermana, a la depre-
sión”, en el periódico El País del pasado sábado 20 de noviembre de 2021.
5
A. ROCAMORA, Nuestras locuras y corduras. Comprender y ayudar a las personas que pade-
cen una enfermedad mental, Sal Terrae, Santander 42018, 114-121.
Distinguir la desolación de la tristeza y la depresión, ¿una cuestión de psicología o de mistagogía?
6
Ver también el manual general de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-103,
2020), según la OMS. Las enfermedades mentales están insertas en el capítulo 5 (F01-F99).
7
Para distinguir la culpabilidad de un episodio de depresión mayor (EDM), es útil tener en
cuenta que en la culpabilidad el afecto predominante es el sentimiento de vacío y pérdida, mientras
que, en un EDM, es el estado de ánimo deprimido persistente y la incapacidad de esperar felicidad
o placer. La disforia en la culpabilidad probablemente disminuye de intensidad en días o semanas
y se produce en oleadas, las denominadas punzadas de culpa. Estas oleadas tienden a asociarse a
pensamientos o recuerdos del difunto o del objeto de la pérdida. El estado de ánimo deprimido de
un EDM es más persistente y no se asocia a pensamientos o preocupaciones específicos. El dolor
de la culpabilidad puede ir acompañado de humor y emociones positivas que no son característi-
cos de la intensa infelicidad y miseria que caracteriza a un EDM. El contenido de los pensamien-
tos asociados a la culpabilidad generalmente presenta preocupación vinculada a pensamientos y
recuerdos del difunto o de lo que se ha perdido, y no la autocrítica o la rumiación pesimista que se
observa en un EDM. En la culpabilidad, la autoestima por lo general se conserva, mientras que en
un EDM son frecuentes los sentimientos de no valer para nada y de desprecio por uno mismo. Si en
la culpabilidad existen ideas de autoanulación, implican típicamente la percepción de haber falla-
do al difunto o de no haber hecho todo lo posible ante una pérdida de otro ámbito. Si un individuo
en duelo piensa en la muerte y en el hecho de morir, estos pensamientos se centran por lo general
en el difunto y posiblemente en “reunirse” con él, mientras que en un EDM estos pensamientos se
centran en poner fin a la propia vida debido al sentimiento de inutilidad, de no ser digno de vivir o
de ser incapaz de hacer frente al dolor de la depresión. cfr. DSM5, 2013.
Pedro Mendoza Busto
8
Síntomas mixtos de ansiedad y depresión (con afecto negativo): anticipación de lo peor, pre-
ocupación, mala concentración, irritabilidad, hipervigilancia, sueño insatisfactorio, llanto,
culpa, cansancio, mala memoria, insomnio medio-tardío, sentimientos de escasa valía personal,
desesperanza, insomnio temprano (Barlow-Durand, 2001).
9
A. KHERIATY-J. CIHAK, The Catholic Guide to Depression: how the saints, the sacraments,
and psychiatry can help you break its grip and find happiness again. Sophia Institute Press, Man-
chester, New Hampshire 2012, 35-44.
10
Merece la pena tener en cuenta la descripción que Ignacio hace: [De 145-149].
Distinguir la desolación de la tristeza y la depresión, ¿una cuestión de psicología o de mistagogía?
11
J. FONT, “Los afectos en desolación y en consolación: lectura psicológica”, en: C. ALE-
MANY, y J.A. GARCÍA-MONGE (eds.), Psicología y Ejercicios Ignacianos, Vol I, Mensajero-Sal
Terrae, Bilbao-Santander 1991, 147.
Pedro Mendoza Busto
ria: desde Job hasta la Madre Teresa de Calcuta12. Aparece cuando el mis-
terio del mal toca la existencia, la cruz se arraiga en la historia personal,
incluso sin saber cómo ni por qué. Esta desolación, que Dios no causa pero
que de alguna manera se presenta en el creyente, puede llegar a ser vivida
como un verdadero estado depresivo con efectos patológicos; o, misterio-
samente, con esta devastación psicológica, puede convertirse en “medio
divino” hacia una mayor configuración con Jesucristo el Señor13.
Se entiende que entrar en este tercer tipo de desolación solo es posible
si se han vivido experiencias de los primeros tipos.
Ignacio, el Peregrino, ha ido experimentando estos tres tipos de desola-
ción hasta llegar a Manresa. Aquí llega a vivir esta experiencia apabullan-
te del silencio de Dios que le somete probablemente a una depresión tan
honda que incluso le lleva a una tentativa de suicidio14. Pero también expe-
rimenta una consolación tan esencial para su vida, a la orilla del río Cardo-
ner, que le parecían todas las cosas nuevas15 y que bien pudo ser mediada
por esta experiencia de desolación y de depresión.
Por un lado, como vamos viendo, la desolación es obstáculo para el
seguimiento “con cuyos consejos no podemos tomar camino para acertar”
[Ej 318]; pero, por otro, dirá Ignacio que propone argumentos para “hacer
34
sana y buena elección” dado que nos ayuda “por experiencias de consola-
ciones y desolaciones” [Ej 176].
Además, presenta al ejercitante también en Tercera semana una petición
de “desolación”: se piden y se buscan sentimientos de tonalidad depresiva
mediadores para una mayor configuración con Cristo: “demandar dolor
con Cristo doloroso, quebranto con Cristo quebrantado, lágrimas, pena
interna de tanta pena que Cristo pasó por mí” [Ej 203]16.
12
“Ahora Padre, desde el año 49 o 50, tengo esta terrible sensación de pérdida, esta oscuri-
dad indecible, esta soledad, este continuo anhelo de Dios que me causa ese dolor en lo profun-
do de mi corazón […] el lugar de Dios en mi alma está vacío. No hay Dios en mí. Cuando el
dolor del anhelo es tan grande, solo añoro una y otra vez a Dios y es entonces cuando siento Él
no me quiere, Él no esta allí […] a veces solo escucho a mi corazón gritar: “Dios mío” y no viene
nada más. No puedo explicar la tortura y el dolor”. M. TERESA DE CALCUTA (edición y comenta-
rios de B. Kolodiejchuk), Ven, sé mi luz. Las cartas privadas de la “Santa de Calcuta”, Planeta,
Barcelona 2007, 15-16.
13
A. KHERIATY-J. CIHAK, Op. it., 56-77.
14
[Au 24].
15
[Au 30].
16
[Ej 167].
Distinguir la desolación de la tristeza y la depresión, ¿una cuestión de psicología o de mistagogía?
17
Aquí conviene distinguir entre un estilo de personalidad depresivo y un trastorno depresi-
vo. El estilo de personalidad se refiere a una estructura de personalidad que, sin ser patológica,
tiende en su percepción y comportamiento hacia la tristeza o desánimo, generando respuestas
emocionales desadaptativas. El trastorno depresivo en cambio es una patología, como hemos
observado, que determina todas las áreas fundamentales del sujeto con gran intensidad.
18
R. MEANA (Dir.), El Sujeto. Reflexiones para una antropología ignaciana, Mensajero-Sal
Terrae-Comillas, Santander-Madrid 2019, 383-408. El autor afirma en estas páginas afirma que
las tradicionales “potencias naturales” memoria, voluntad y entendimiento se pueden reinterpre-
tar como: autoconciencia, relacionalidad, voluntad, sentido y potencia.
19
Madre Teresa de Calcuta en su Diario vive una clara desolación espiritual, una “Noche
Oscura del Alma”, que no le impide desarrollar un trabajo fructífero por las calles de Calcuta y
en la organización de su nueva orden religiosa.
Pedro Mendoza Busto
20
H. TELLENBACH, La melancolía. Visión histórica del problema: endogenidad, tipología,
patogenia y clínica, Morata, Madrid 1976.
21
Es el llamado temperamento o humor melancólico o la “vuelta de los humores”, que dice
santa Teresa (Vida, 11,15).
Distinguir la desolación de la tristeza y la depresión, ¿una cuestión de psicología o de mistagogía?
Ignacio nos mueve a pedir en las distintas etapas del camino de los Ejer-
cicios: “vergüenza y confusión”, “dolor de mis pecados”, “injurias y vitu-
perios” “dolor, quebranto, lágrimas, pena interna…”. Todas las peticiones
de Ignacio quieren mover al sujeto a salir del propio amor querer e interés
[Ej 189] desde Primera hasta Tercera semana, para que sus decisiones refle-
jen un auténtico seguimiento y configuración con Cristo el Señor. Es decir,
que las potencias naturales se congreguen en pos de una mayor identifica-
ción con Cristo.
En la experiencia que hace el sujeto en Ejercicios, se puede llegar a estas
“peticiones desolatorias” de identificación con el Crucificado únicamente
cuando hay un dinamismo de enamoramiento de Jesucristo, procedentes de
una experiencia honda de agradecimiento. Toda moción espiritual que
mueva y se dirija hacia una identificación con el Crucificado a través de
estas peticiones, pero que se experimente al margen de este conocimiento
interno de tanto bien recibido debe ser estimada al menos como ambigua,
y como tal, debe ser discernida. Así, toda cruz debe ser descifrada porque
no todas están vinculadas a la cruz de Cristo. Del mismo modo que no todo
amor es discreto (1Cor 13).
37
Concluyendo
RESUMEN
Q
ueremos aclarar desde el comienzo que no está en nuestro ánimo
entrar a comentar la primera regla de Segunda semana porque ese
trabajo está realizado de modo exhaustivo por numerosos autores
de entre los cuales son particularmente significativos S. Arzubialde y J.
García de Castro1. Nuestro objetivo aquí es detener la atención en un aspec-
to que Ignacio, con su parquedad habitual, subraya dejando constancia, una
vez más, de su profundo y detallado conocimiento de la naturaleza huma-
na, concentrado en las últimas palabras de la regla.
1
S. ARZUBIALDE, Ejercicios Espirituales de S. Ignacio: historia y análisis, Mensajero-Sal
Terrae, Bilbao-Santander2 2009. J. GARCÍA DE CASTRO, El Dios emergente. Sobre la ‘consolación
sin causa’, Mensajero-Sal Terrae, Bilbao-Santander 2001.
Rufino J. Meana Peón
La regla
2
S. ARZUBIALDE, op. cit., p. 801.
Impasse y abandono del camino de conversión. Discernir las asiduas falacias, sutilezas y engaños aparentes [Ej 329]
El proceso antropológico
3
A. GAGLIARDI, Comentario a los Ejercicios Espirituales de San Ignacio, Mensajero-Sal
Terrae-Comillas, Bilbao-Santander-Madrid 2018, 101.
4
V. CAMPS, “Virtud” en Diccionario Iberoamericano de filosofía de la Educación. Con-
sultado online en octubre de 2021: https://www.fondodeculturaeconomica.com/dife/defini-
cion.aspx?l=V&id=30
Rufino J. Meana Peón
5
Sería complejo entrar aquí en todos estos asuntos, baste como muestra la aproximación al
autoengaño y el bloqueo mental como protección ante el temor y el desconcierto que hallamos
en: D. GOLEMAN, El punto ciego. Psicología del autoengaño, Penguin, Barcelona 2019.
Impasse y abandono del camino de conversión. Discernir las asiduas falacias, sutilezas y engaños aparentes [Ej 329]
El posible impasse que anuncia esta regla viene acompañado de una alu-
sión a las distorsiones cognitivas que lo sustentan: sutilezas, falacias y
razones aparentes. No es sencillo avanzar mucho en el significado de estos
términos en la mente de Ignacio, más allá de suponer que haría un uso ordi-
nario del lenguaje de su época6. Nos puede ayudar, sin embargo, caer en la
cuenta de que una falacia (del latín fallacia, ‘engaño’) es un argumento que
6
J. GARCÍA DE CASTRO, op. cit., p. 67ss.
Rufino J. Meana Peón
Resistencia al cambio
7
Meterse en asuntos de lógica sería largo, aunque interesante para el proceso de discernimien-
to. Se puedever: H. V. HANSEN, “The Straw Thing of Fallacy Theory: The Standard Definition of
‘Fallacy’”: Argumentation 16 (2), 2002, 133-155; K. S. POPE, Logical Fallacies in Psychology: 22
Types, 2003, consultado online en octubre de 2021 (https://kspope.com/fallacies/fallacies.php).
8
C. W. VARELA, “Reacciones Emocionales: Aspectos Conceptuales y de Medición”: Revista
Sonorense de Psicología, Vol. 12 (1998) 91-97; L. S. GREENBERG y S. C. PAIVIO, Trabajar con las
emociones en psicoterapia, Paidós, Barcelona 2000.
Impasse y abandono del camino de conversión. Discernir las asiduas falacias, sutilezas y engaños aparentes [Ej 329]
9
Ver R. GREENSON, Technique and practice of psychoanalysis, The Hogarth Press, Londres
1985.
10
S. FREUD, “Inhibición, síntoma y angustia”, en Obras Completas, XX, Amorrortu, Buenos
Aires 1976, 159-154.
11
S. FREUD, “El yo y el ello”, en Obras Completas, XIX, Amorrortu, Buenos Aires 1976, 50ss.
12
H. ETCHEGOYEN, Los fundamentos de la técnica psicoanalítica, Amorrortu, Buenos Aires
2002 (2ª ed), 779.
Rufino J. Meana Peón
13
C. ALDWIN, Stress, Coping and Development. An integrative perspective, Guilford, Nueva
Yok 1994.
14
R. MEANA, “Más allá del propio amor querer e interés [Ej 189]. Estudio desde una perspec-
tiva antropológica”: Manresa 91 (2019) 143-158.
Impasse y abandono del camino de conversión. Discernir las asiduas falacias, sutilezas y engaños aparentes [Ej 329]
15
R. LEVI-MONTALCINI, Atrévete a saber, Crítica, Barcelona 2013, 187-188.
16
A. COMTE-SPONVILLE, Pequeño tratado de las grandes virtudes, Ed. Andrés Bello, Santia-
go de Chile 1996, 143-144.
17
R. MEANA, “Una mirada sobre las tres maneras de humildad”: Manresa 90 (2018) 295-298.
Rufino J. Meana Peón
Vida. Aquí radica la salida al impasse que pueden traer los argumentos
engañosos que invaden a las personas que avanzan en el camino de con-
versión. Arzubialde dice que lo que hay en ese momento es una “muy baja
confianza en el Criador y Señor y un superávit de autocentramiento”18. Es
decir, un fuerte encerramiento narcisista defensivo, el gran enemigo de una
naturaleza humana esencialmente relacional, que habría de ser roto para
permitirse descansar en el no-yo19.
En términos psicológicos, la salida a este tipo de impasse se encuentra en
ofrecer ‘experiencias emocionales correctivas’20; en nuestro contexto, repe-
tir y actualizar la experiencia de incondicionalidad en el amor de parte de
Dios vividas en la Primera semana, algo que sería conveniente que llegara
en forma de consolación; también resulta crucial que el acompañante sepa
transmitir con su presencia e intervenciones, cuasi sacramentalmente, esa
aceptación incondicional de Dios. Es lo que en psicología denominaríamos
promover un contexto generador de un ‘apego seguro’, frente al ‘apego inse-
guro’ presente, donde la relación con un otro sea vivida sin resquicio de
duda hacia las bondades que se puede esperar de él; todo un reto a la cali-
dad de la relación de alteridad que ha de pasar del recelo desconfiado a la
seguridad confiada. Experiencia emocional encaminada a aflojar las resis-
48
tencias minimizando los temores al fracaso: los que vienen del miedo a
defraudar a quien más se admira (Dios, pero, tal vez, también la institución
o el acompañante); los que vienen de temores narcisistas a no dar la talla y
verse uno mismo imperfecto sin saber qué hacer con ello; los temores que
vienen del verse soltando las riendas de la propia vida y dándoselas a otro.
Los Ejercicios, y los diversos instrumentos de la espiritualidad ignaciana,
tienen como finalidad ayudar al creyente a vivir cada vez más desasido de sí
y confiado en Dios, potenciando los compromisos existenciales con el Cria-
dor y Señor, con los demás y con uno mismo, sintiendo que el criterio de Dios
enunciado en la vida de Jesús y su modo de proceder es el adecuado para vivir
en plenitud. Es un giro antropológico muy radical porque contradice las ten-
dencias naturales de autoconservación, superar las barreras y frenos cogniti-
vos que surgen requiere paciencia, compasión, comprensión de las dificulta-
des y mucho tiempo; sobre todo, saber que alcanzar el objetivo es importante
pero que la salvación se encuentra ya en no desfallecer en el camino.
18
S. ARZUBIALDE, op. cit., nota 10, 803.
19
Cabría hablar de Winnicott y su concepto de holding, la vivencia de haberse sentido ‘soste-
nido’ por una madre suficientemente buena, como experiencia matriz para, como adulto, poder
permitirse volver a ella.
20
THE BOSTON CHANGE PROCESS STUDY GROUP, Change in psychotherapy. A unifying paradigm,
Norton, Nueva York 2010.
Vol. 94 (2022) MANRESA pp. 49-59
RESUMEN
H
ace unos años se me acercó un joven universitario pidiéndome
conversar, escena cotidiana para muchos pastoralistas. Era un
joven abierto a la fe, aunque su práctica sacramental era más bien
puntual. Tuvo la confianza de acercarse porque le preocupaba que en su
vida todo iba muy bien (familia, universidad, noviazgo y amigos…), pero
experimentaba una cierta sensación de insatisfacción de la que no podía dar
explicación. Acudió a un pastoralista porque algo de sus búsquedas conec-
tó con su experiencia religiosa, quizás relacionado con aquel voluntariado
del colegio que hacía años que no practicaba o con otras experiencias más
adolescentes, pero no estaba seguro. Los que colaboran en la pastoral con
jóvenes saben que mucho del acompañamiento se juega en el cruce inespe-
rado de los caminos interiores, en las dudas y preguntas que exigen res-
puestas tenaces y en la disponibilidad para la escucha serena y abierta.
Cuando le pedí si podía describir aquello que vivía su respuesta fue clara:
«ese es el problema, no tengo palabras para expresar lo que siento y eso me
pone muy nervioso». Le hacía falta un lenguaje con el que expresar lo que
llevaba por dentro. Es decir, una cierta pedagogía interior que permita dar
nombre a lo que interiormente vamos identificando.
1
Agradezco al P. David Cabrera, S.J., sus aportes y recomendaciones para este artículo.
Cristian Peralta Núñez
Para los que hemos sido tocados de una u otra manera por la posmoder-
nidad, el discernimiento y la elección de vida tienen ciertos desafíos parti-
culares. Y es que algunos estudiosos de la cultura contemporánea, Byung-
Chul Han entre ellos, denominan la actual inclinación hacia lo íntimo como
la «tiranía de la intimidad»3. Lo afirman pues, no pocas veces, dicha incli-
nación se transforma en una imperiosa necesidad de transparentar o exte-
riorizar lo que sentimos, ya sea en la búsqueda de aprobación o de confir-
mación o, por lo menos, de una acogida respetuosa por parte de los demás.
No se espera de los demás ni la discrepancia ni la evaluación u orientación
moral de nuestros sentimientos, mucho menos la confrontación; lo que se
pretende es el libre despliegue de la propia autenticidad.
Ahora bien, estos autores nos advierten que, aquello que a veces se pre-
senta como respeto –esa consideración o deferencia que proviene de aque-
2
PAPA FRANCISCO, Gaudete et exultate, n. 166.
3
BYUNG-CHUL HAN, La sociedad de la transparencia, Herder, Barcelona 2013, 69.
Cristian Peralta Núñez
llos que nos rodean–, es más bien una incapacidad de padecer o sentir con
y por el otro –apatía–, que se escuda bajo el valor cultural de la tolerancia.
En otras palabras, no es que se respete o tolere al otro en su intimidad, sino
que aquellos que nos rodean nos pueden resultar totalmente indiferentes.
Por ello no es extraño que Gilles Lipovetsky afirme: «el intimismo genera-
liza la indiferencia»4. Si los que nos rodean no despiertan en nosotros nin-
gún tipo de interés o afecto, nos son «indiferentes» y tanto sus valores,
como sus proyectos, necesidades y sueños quedan relegados al «reino de lo
igual»5. De otra manera, si todo es igual, todo pierde valor y no hace falta
discernir ni elegir nada, simplemente es necesario que cada uno se deje lle-
var por aquello que se le revela a cada instante como bueno o placentero.
Desde esta perspectiva se pueden comprender «los constantes saltos entre
opciones y proyectos, muchas veces contradictorios, de los que se convier-
ten en víctimas los sujetos posmodernos»6. Aprovechando una imagen, es
una especie de política de puertas abiertas, entendida como aquella que no
cierra ninguna posibilidad, sino que simplemente vive anclado en el pre-
sente de sus emociones. Discernir, al modo que nos propone san Ignacio de
Loyola, supone el arduo trabajo de hacernos conscientes de aquello que nos
mueve y preguntarnos si nos conduce al fin para el que hemos sido crea-
52
dos. Ya desde el comienzo del itinerario ignaciano, el Principio y funda-
mento [Ej 23] nos sitúa ante la evidencia cristiana que para cumplir aque-
llo que Dios desea de nosotros, tenemos que desear y elegir, por tanto, optar
y determinarnos se convierte en la dinámica de la criatura. De aquí que
habrá de acoger o rechazar dichos movimientos interiores, según sea cohe-
rente o no con nuestro fin más original. No es cierto que todo dé igual.
Demos un paso más. Con frecuencia se exponen públicamente emocio-
nes, pensamientos y deseos íntimos cuya única criba plausible es la de
aquel que las exhibe y éste espera de su auditorio una acogida sin resisten-
cia, es decir, acrítica; dado que lo contrario traicionaría la llamada a la
construcción de sociedades donde prime el valor de la tolerancia. Esto,
ciertamente, es un camino hacia la autorreferencialidad. «El hombre actual
permanece igual a sí mismo y busca en el otro tan solo la confirmación de
sí mismo»7, afirma Han. Este círculo vicioso de autorreferencialidad, tien-
de a resguardarse bajo la coraza del «yo soy así», que posibilita el surgi-
4
G. LIPOVETSKY, La era del vacío: ensayos sobre el individualismo contemporáneo, Anagra-
ma, Barcelona, 1987, 67.
5
Ibid., 59. Cf. BYUNG-CHUL HAN, El aroma del tiempo, Herder, Barcelona 2015, 15-16.
6
C. PERALTA NÚÑEZ, Elegir en tiempos de incertidumbre, Mensajero – Sal Terrae – Universi-
dad Pontificia Comillas, Bilbao – Santander – Madrid 2020, 185.
7
BYUNG-CHUL HAN, La agonía del Eros, Herder, Barcelona 2014, 33.
Discernir para elegir la voluntad de Dios
8
PAPA FRANCISCO, Gaudete et exultate, n. 168.
9
C. PERALTA, Elegir en tiempos de incertidumbre, 185-186. «Hoy, el éxito o el fracaso se
remiten a la responsabilidad del individuo. De pronto, la vida entera se nos presenta como un gran
desbarajuste, con el sufrimiento moral de no estar a la altura de la tarea de construirnos solos».
Gilles LIPOVETSKY, La sociedad de la decepción: entrevista con Bertrand Richard, Anagrama,
Barcelona 2008, 31. Autor.
10
M. J. BUCKLEY, «Discernimiento», en Diccionario de Espiritualidad Ignaciana, ed. por
Grupo de Espiritualidad Ignaciana, Mensajero – Sal Terrae, Bilbao – Santander 2007, 609.
Cristian Peralta Núñez
11
F. MEURES, «La dimensión afectiva en el discernir y decidir»: Revista de Espiritualidad
Ignaciana, XXXIX (2008) 74.
12
Sirva de referencia la relación entre el miedo como emoción humana y la moción en clave
espiritual. Cf. D. CABRERA MOLINO, «Superar el miedo. Alentar las mociones», en Psicología y
Ejercicios Espirituales, editado por José García de Castro, María Prieto y Ana García-Mina, Men-
sajero – Sal Terrae – Universidad Pontificia Comillas, Bilbao – Santander – Madrid 2021, 510-
519.
Discernir para elegir la voluntad de Dios
Cf. IGNACIO DE LOYOLA, «A sor Teresa Rejadell (Venecia, 18 junio 1536)», en Obras, BAC,
14
15
IGNACIO DE LOYOLA, «A sor Teresa Rejadell (Venecia, 11 de septiembre 1536)», en Obras,
BAC, Madrid 2013, 667.
16
Cf. A. HORTAL ALONSO, «Determinación», en Diccionario de Espiritualidad Ignaciana,
ed. por Grupo de Espiritualidad Ignaciana, Mensajero – Sal Terrae, Bilbao – Santander 2007,
580-584.
Discernir para elegir la voluntad de Dios
17
Cf. J. GARCÍA DE CASTRO, «Moción», en , ed. por Grupo de Espiritualidad Ignaciana, Men-
sajero – Sal Terrae, Bilbao – Santander 2007, 1265-1268.
18
Cf. Juan Antonio GUERRERO ALVES, «La práctica del discernimiento espiritual en la carta de
Ignacio de Loyola a Teresa Rejadell del 18 de junio de 1536»: Manresa 73 (2001) 87-210.
Cristian Peralta Núñez
se mezclan mociones. Así lo apunta san Ignacio: las varias mociones que
en el ánima se causan [Ej 313]. Es verdad, que en el espacio íntimo y nu-
clear de la experiencia mística se causan movimientos varios del buen o el
mal espíritu, que conducen a caminos muy diversos, unos disponiendo a
elegir en consonancia con la voluntad de Dios Padre y otros que alejan de
dicha voluntad y desordenan la vida. Recibir y lanzar serán las dinámicas
que se proponen en las reglas de discernimiento: seremos invitados a reci-
bir aquellas mociones que sentimos que nos ubican en el camino de segui-
miento y a lanzar las que percibimos que nos alejan de Dios.
Lo que se espera de un discernimiento cristiano, en el que la creatura
reconoce en la voluntad de Dios una propuesta de plenitud para su vida, es
que nuestra libertad y querer se determine por conformar la vida hacia
aquello que es coherente con la propuesta del Creador y deseche aquello
que más le aleja de ella. Por lo cual, el discernimiento espiritual no consis-
te solo en reconocer los engaños, sino que reclama, supuesta la libertad del
sujeto que discierne, la elección de aquello que ayude a rechazarlos. Tam-
poco consiste en hacer una mera identificación de las llamadas del Señor,
sino que invita a comprometerse activamente en responder a ellas con
«determinación deliberada» [cf. Ej 98]. No basta discernir, hay que decidir
58
y una vez decidido poner manos a la obra. Afirmaba Michel de Certeau:
«Todo está hecho porque se ha decidido. Pero todo queda por hacer, ya que nada
está ejecutado. Tomada hoy, la decisión concierne el mañana; adelanta un futuro que
aún no existe. Después de la oración que ha madurado en elección, después del asen-
timiento dado a la llamada interior es preciso atravesar de nuevo el umbral del silen-
cio y afrontar la existencia cotidiana para dar cumplimiento a la palabra aceptada.
Después de que ha sido indicada la tierra prometida, es preciso ir a tomar posesión
de ella. Y solamente entonces despuntarán la realidad de la promesa y el valor de la
decisión»19.
19
M. de CERTEAU, «Les lendemains de la decisión»: Christus 14 (1957) 187.
Discernir para elegir la voluntad de Dios
20
BENEDICTO XVI, Deus caritas est, n. 217.
21
FRANCISCO, Evangelii gaudium, n. 8.
22
E. LÓPEZ HORTELANO, «Renunciar es bueno»: Sal Terrae 107 (2019) 12.
Vol. 94 (2022) MANRESA pp. 61-70
RESUMEN
E
ra 1992. Yo estudiaba teología en el Regis College, facultad de la
Compañía de Jesús en Toronto. Jean Charlier, aquellos días en
Canadá para una reunión internacional de provinciales, me pidió
que le acompañara como traductor. Habían invitado al padre John English,
jesuita muy conocido en Canadá en el ámbito de los Ejercicios espirituales,
para que acompañase al grupo como facilitador. English propuso que a cada
punto del orden del día precediese un momento de oración personal. Pidió
luego que, a la hora de compartir en grupos, se hiciesen tres “rondas” de
intervenciones para generar así una “conversación espiritual”. De ese
modo, hace treinta años, fue como tuve mi primera experiencia, junto a un
pequeño grupo de unos diez provinciales, de experimentar una pedagogía
práctica al servicio del discernimiento en común1.
John English formaba parte de un equipo canadiense-norteamericano
constituido por jesuitas, una religiosa y algunos laicos. El grupo se llama-
1
Yo ya tenía experiencia de una pedagogía parecida en CVX, pero sin una metodología tan
precisa.
Franck Janin
2
Pedro ARRUPE, “Sobre el discernimiento espiritual en común” (25 de diciembre de 1971). Cf.
J. M. RAMBLA y J. M. LOZANO, Discernimiento comunitario apostólico. Textos fundamentales de
la Compañía de Jesús, Cuadernos de Cristianisme i Justicia 89, Eides, Barcelona 2020. El Padre
General Kolvenbach publicó otra carta importante sobre el discernimiento apostólico en común
el 5 de noviembre de 1986.
3
Focusing Group Energies. Common Ground for Leadership, Organization, Spirituality, Uni-
versity of Scranton, Pennsylvania 1992.
4
Es en realidad lo que san Ignacio y sus primeros compañeros han hecho en la conocida
como“ deliberación de 1539”, para discernir si debían constituirse en un grupo estable obede-
ciendo a uno de ellos, es decir, convertirse en una congregación religiosa, la futura Compañía de
Jesús.
Discernir juntos en grupos pequeños
ejercicios de las cuatro “Semanas” que propone san Ignacio. Ante cualquier
elección o decisión que haya que tomar, el grupo debe reafirmarse en su
identidad y su misión, y reconocer sus defectos y errores a la luz de la mise-
ricordia (Semana 1ª). Estará así en condiciones para escuchar la voluntad
de Cristo, Rey Eterno (Semana 2ª), y para seguirlo, aceptando sufrir las
muertes que implica responder a su voluntad (Semana 3ª) y así llegar a una
vida nueva (Semana 4ª).
Es este un paralelismo esclarecedor, ya que el moderador o animador de
un grupo de discernimiento ha de mantener este marco de referencia en el
trasfondo de su actuación, adaptándolo a las situaciones concretas que se
presenten. Cualquier moderador familiarizado con los Ejercicios indivi-
duales habrá desarrollado una buena capacidad de adaptación a las más
diversas circunstancias. Si da los treinta días será también capaz de dar
ocho o incluso uno, tanto si tiene ante sí personas de honda fe o gente en
plena búsqueda. Lo mismo ocurre con el que ha de llevar un grupo5. En fun-
ción de la identidad del grupo, de su razón de ser, de la misión que tenga,
de las decisiones que deba tomar, de la mayor o menor hondura de su fe (o
de su pertenencia a una confesión no cristiana), y del tiempo disponible, el
moderador se ve abocado a proponer procesos (ejercicios, por utilizar el
63
lenguaje ignaciano) adaptadas a la situación concreta del grupo.
Se reprocha a menudo al discernimiento en común que lleva demasiado
tiempo y que, al final, no resulta “eficaz”. ¿Tachamos a los Ejercicios espi-
rituales de falta de eficacia porque a priori se diría que te obligan a pasar
30 días en silencio para tomar una decisión? A veces recomendamos hacer
los 30 días de los Ejercicios en el silencio de un retiro, y sin embargo la
vida nos exige decisiones que obviamente no requieren una inversión de tal
magnitud. El discernimiento es cuestión, ante todo, de actitud. Sea de tipo
individual o grupal, unas veces las decisiones se toman en el contexto de
un retiro. Pero mucho más frecuentemente el discernimiento se practica en
la vida cotidiana.
5
No podemos, ciertamente, pedir a todo directivo o líder de una comunidad o equipo de tra-
bajo que se forme en las muchas sutilezas del discernimiento espiritual. Pero sí debe conocer sus
principales características. Esto plantea la cuestión crucial de la formación de líderes, de modo
que sean capaces de ayudar a sus equipos a afrontar procesos de discernimiento.
Franck Janin
miento”, es necesario que nos hayamos formulado una pregunta que nos
obligue a elegir entre la opción A o la B. Sin embargo, conviene notar que
san Ignacio, en los Ejercicios Espirituales, distingue entre las reglas de
discernimiento [Ej 313-336] y los tres “tiempos” para hacer una elección
[Ej 169-188]. El discernimiento o, más exacta-
El discernimiento o, mente, el discernimiento “espiritual”, se refiere
más exactamente, el sobre todo al discernimiento “de espíritus”. Si
hemos de elegir, es esencial que sea siguiendo el
discernimiento espíritu adecuado.
“espiritual”, se refiere Se trata por tanto de mantener una actitud espiri-
sobre todo al tual. En cada instante, en todas las circunstancias de
la vida, soy invitado a sentir y reconocer la acción
discernimiento “de del buen y del mal espíritu que actúan en mis pen-
espíritus”. samientos [Ej 32] causando consolaciones y desola-
ciones espirituales. Lo mismo ocurre en un grupo.
Es crucial aprender bien esto, si queremos reconocer la acción de los diver-
sos espíritus el día en que se plantee una cuestión que haga necesaria una
elección.
De modo que debemos distinguir dos tipos de discernimiento en común.
64
Uno atañe a la situación en que se encuentra el grupo, el otro a una situa-
ción que pone ante el grupo diversas alternativas y le exige que tome una
decisión. Hace tres años la Región de Ruanda-Burundi de la Compañía de
Jesús me invitó, junto a otro miembro del equipo de ESDAC, a facilitar el
funcionamiento de un grupo de unos veinte jesuitas. Todo giraba en torno
al tema de la reconciliación.
Situación: se habían vivido en el seno de la Compañía algunas tensio-
nes a causa de la dolorosa y trágica historia de la Región. Ante la situación
que encontramos, propusimos hacer un ejercicio en que se releyera la his-
toria de los países implicados, desde el punto de vista de la Compañía, de
la Iglesia y del contexto político. Al irlo haciendo tuvimos que discernir qué
espíritus se movían en esa historia y dentro de las personas que participa-
ban en la sesión. No había que tomar ninguna decisión propiamente dicha,
aunque como resultado del proceso que seguimos –en la línea típica de la
Primera semana de Ejercicios– el grupo pudo escuchar con claridad que el
Espíritu lo llamaba a comprometerse en la construcción de un futuro mejor.
En los consejos de los que me he rodeado en mis distintas responsabilida-
des, solían mezclarse dos cuestiones, el aspecto “situacional” y el “deciso-
rio”. Como director de un centro de espiritualidad, una cosa era evaluar la
competencia de los colaboradores, y otra decidir qué sesiones había que
incluir en nuestro programa.
Discernir juntos en grupos pequeños
La conversación espiritual
6
“Todo buen cristiano ha de ser más pronto a salvar la proposición del prójimo, que a conde-
narla” [Ej 22].
Franck Janin
7
Pero sería lamentable concluir: “como no todo el mundo es capaz de discernir personalmen-
te, poco sentido tiene hacer discernimiento en común”. En un grupo pequeño, basta a veces con
que una o dos personas manifiesten verdadera profundidad espiritual en lo que dicen para arras-
trar a todo el grupo. El grupo, y esta es su fuerza, es también un lugar de aprendizaje mutuo.
Discernir juntos en grupos pequeños
para la vida del grupo. Es una ilusión creer que podemos discernir, y más
aún discernir juntos, sin tomarnos el tiempo necesario. ¿Se puede, real-
mente, afirmar que se ha hecho discernimiento espiritual sobre un tema más
o menos importante cuando no se ha dedicado un mínimo de tiempo a dete-
nerse, retirándose al propio interior?
Tras haber vivido este espacio personal con verdad, se tiene la conver-
sación, el intercambio en que cada uno comparte con los demás el fruto de
su trato personal con Dios. Reitero la importancia de considerar al grupo no
como una suma de individuos situados uno junto al otro, sino como un
“cuerpo”. Es lo mismo que hacemos para acompañar mejor a una persona
concreta en su singularidad individual, aunque percibamos que, en su inte-
rior, se encuentra dividida entre lo que desea su cabeza, lo que anhela su
corazón, lo que quisieran sus manos o sus pies. Ante un grupo nos encon-
tramos también en presencia de un “cuerpo” cuyos “miembros” tienen fre-
cuentemente diversos e incluso divergentes deseos. El objetivo, a pesar de
todo, es conseguir que cada miembro entre en diálogo con los demás y así
67
puedan avanzar juntos en el cumplimiento de la misión común, bajo la guía
del Espíritu.
La pedagogía de la conversación espiritual en pequeños grupos ha sido
ya presentada en numerosos documentos8. Basta con respetar lo fundamen-
tal: el grupo se sitúa, en la medida de lo posible, en círculo, y cada uno
habla o escucha en diversas “rondas de palabra”: una, dos, tres rondas,
según sea el tema, el tiempo y el tipo de discernimiento (situacional o deci-
sorio). La primera ronda consiste en que cada uno de los miembros expre-
sa lo que desea compartir, por turno, sin ser interrumpido. Escucha abierta,
atenta y sin prejuicios9. En la segunda ronda cada uno manifiesta el eco que
han causado en su interior las palabras de los demás, y las mociones inter-
nas que en ellos han provocado. En este momento es cuando tiene lugar el
paso del “yo” al “nosotros” y el discernimiento de lo que el Espíritu está
8
M. BACQ, J. CHARLIER Y UN EQUIPO ESDAC, Pratique du discernement en commun, Edition
Fidélité, Bruselas 2006, 37ss. Se puede consultar https://discerningleadership.org/resource/dis-
cernment-in-common/#step3. Este sitio web es una gran fuente de recursos sobre discernimiento
en común.
9
Para comprender qué es una escucha de calidad se puede consultar lo que ha desarrollado
Otto Scharmer en el contexto de la Teoría U, la escucha generativa y los cuatro niveles de escu-
cha. Obviamente, no hace alusión explícita al nivel del discernimiento espiritual, propio de la
conversación espiritual.
Franck Janin
10
Una dinámica parecida se puede emplear con un grupo compuesto, en su totalidad o en
parte, por no creyentes. Por ejemplo, el tiempo previo de interiorización. La alegría profunda, la
paz, la confianza o la esperanza ante cualquier situación son experiencias universales. La fe nos
pide creer que el Espíritu Santo está presente y actúa también en aquellas personas que no lo iden-
tifican como tal.
11
Consenso –sentir juntos– es distinto de unanimidad. Puedo reconocer con verdad que el
Espíritu guía al grupo en determinada dirección, aunque yo, como miembro individual, no me
sienta del todo en sintonía con ella. Pero acepto, sin negarme a mí mismo, “con-sentir” con lo que
el grupo ve claro. Es un ejercicio de gran libertad interior.
12
En este caso, al propio Superior General de la Compañía de Jesús que presentó su texto final
al Papa.
Franck Janin
“Háganlo, funciona”
13
Se puede encontrar una descripción de la metodología adecuada al segundo y tercer tiempo
de discernimiento para decidir en pequeños grupos en: htpps://discerningleadership.org/resour-
ce/discernment-in-common/
14
En un ambiente medio profesional, cuando se forma parte de un equipo, pueden surgir el
temor legítimo al uso que se puede hacer de la conversación espiritual. Habrá que adaptar el
método con preguntas menos íntimas para que los miembros se sientan seguros y queden respe-
tados los límites de cada uno.
Vol. 94 (2022) MANRESA pp. 71-82
RESUMEN
L
a crisis ontológica que experimenta nuestro mundo hace impres-
cindible que las familias incorporen el discernimiento comunitario
como una dimensión esencial de su estilo de vida. Las familias
necesitamos aprender a discernir juntas y que nuestros hijos incorporen
dicha dimensión en su formación básica de un modo práctico. Necesitamos
desarrollar caminos y herramientas sencillas que permitan que se haga de
forma fluida y que se vayan trabajando las disposiciones para tener esa acti-
tud y capacidad. El discernimiento implica un abanico de disposiciones que
podemos ir trabajando poco a poco, como son el arte de preguntar, contex-
tualizarnos en el mundo, ganar en grados de libertad, imaginar alternativas
o evitar los tiempos muertos.
cial que podríamos desarrollar mucho más. Nos salva, como pide el papa
Francisco en Amoris laetitia, de enfoques doctrinarios, legalistas o rigoris-
tas que constriñan las relaciones o los grupos que formamos. Buscar cómo
se mueve el Espíritu en el interior de cada vínculo nos pone en otra lógica,
que es esperanzadora, compasiva, entrañable, dinámica. El discernimiento
relacional nos aleja de la autorreferencialidad porque nos hace conscientes
de que la presencia de Dios en esos vínculos nos abre, media entre nosotros
llamándonos al amor y nos lleva al amor a todos. Una relación nunca es
solo algo entre dos sino un “entre dos con Dios”.
Las familias necesitamos aprender a discernir juntas y que nuestros
hijos incorporen dicha dimensión en su formación básica de un modo prác-
tico, como algo que hacían en casa con naturalidad. Necesitamos desarro-
llar caminos y herramientas sencillas que permitan que se haga de forma
fluida y que se vayan trabajando las disposiciones para tener esa actitud y
capacidad. Con tal fin escribimos un libro que pretendía ayudar a ser una
pequeña escuela de discernimiento para todo tipo de familias y que expusi-
mos relacionándolo de modo atractivo con la Guerra de las galaxias y por
ello titulamos “Luke, examina tus sentimientos: aprender a discernir en
familia”1. En este artículo vamos a recoger algunas de las cuestiones que
73
presentamos en esa escuela.
Discernir en familia
1
F. VIDAL,Luke, examina tus sentimientos. Aprender a discernir en familia, PPC, Madrid
2017.
Fernando Vidal
El arte de preguntar
puertas. Las preguntas abren muchas puertas: la puerta para que salga nues-
tro interés, abre la puerta para que entren respuestas en nuestro interior,
abre la puerta de los otros para saber por su voz. Las preguntas indican qué
buscamos, dónde buscamos y a qué nivel de profundidad. El tipo de pre-
guntas que hacemos dice mucho del tipo de persona que somos. No obs-
tante, nuestros interrogantes no prueban lo que sabemos sino lo que busca-
mos saber.
Preguntar tiene mucho de arte: uno hace una primera formulación, pero
luego tiene que ir afinándola. ¿Son los conceptos claros? ¿Puede ser ambi-
gua? ¿Va al fondo de la cuestión? Poco a poco, como quien tiene un trozo
de barro en las manos, va dándole forma hasta que se convierte en un buen
tiro al centro de la diana.
Las preguntas son un modo más amable de decir las cosas, pero hay
cuestiones que pueden hacer daño y convertirse en un interrogatorio. Hay
que tener también prudencia y compasión con las preguntas que hacemos
porque ponemos al otro en cuestión. Y hay formas de preguntar que son
retóricas porque en realidad llevan la respuesta consigo, no buscan saber
sino afirmar. Y hay preguntas que violan la intimidad. Hay que ser delica-
do para saber cuándo y sobre qué ayuda preguntar. Hay preguntas que hie-
75
ren. A veces nuestras preguntas son la mejor, pero qué pena que no encon-
tremos la forma de hacerla que no hiera al otro. Parte del discernimiento no
consiste sólo en hallar la pregunta más radical sino encontrar la forma de
formularla que sea más amable y cuidadosa con los otros. Por eso cuando
busquemos preguntas junto con los hijos, podemos proponerles que bus-
quen la forma que sea más cariñosa y prudente de hacerlo. Esa búsqueda de
un formato más amoroso es un aprendizaje importante porque pone en
juego la inteligencia al servicio de las lógicas del corazón. A veces la pre-
gunta no va dirigida a alguien sino al conjunto de la familia, pero también
en esos casos debemos ser cuidadosos para que las preguntas no susciten
acidez, reacción o minusvaloración de lo que somos como grupo. Las pre-
guntas deben ser compasivas. Mejorar las preguntas para hacerlas más
aceptables pone a prueba nuestra sensibilidad y nos abre al otro. Las pre-
guntas deben ser humildes. No son espadas sino campos en los que siem-
bras interrogantes y esperas a cosechar contestaciones. Hay que tener
paciencia y buscar el mejor grano (o pregunta).
Imaginar alternativas
que anhelar y soñar previamente ese cambio. Las mismas fuerzas que nos
alienan también recortan nuestra imaginación. Nos hacen creer que no es
posible otra opción que esa en la que estamos instalados. Nos meten en
un tren de vida del que procuran que no saltemos ni hagamos parar. Pare-
ce que la vida tuviera sólo una vía por la que circular. Nos ponen panta-
llas a uno y otro lado del tren para que no veamos que hay otras vías a
otras vidas.
En el discernimiento hay una llamada a la imaginación. Dentro de la
realidad hay muchas alternativas y nuestra naturaleza humana nos lleva a
imaginarlas todas. Eso no exige de nosotros que nos pongamos a dibujar
fantasías extrañas sino a que sencillamente seamos más profundos. Para
imaginar una alternativa mejor no se necesita una mirada extraviada sino
profunda. La alternativa no está fuera en un lugar extraño, en una tierra de
fantasía, en otra vida, en otra pareja ni en otra familia: está en lo más pro-
fundo de esa realidad.
Dentro de cada cosa están incluidas todas las posibilidades que poten-
cialmente podrían ser. Se trata de sacar de nuestra familia nuestros yos pro-
fundos, los anhelos más elevados, los sueños que reflejan lo mejor de noso-
tros y buscar la forma de aterrizar la alternativa. No hay que inventarse otra
78
vida sino descubrir la que una y otra vez como una primavera quiere flore-
cer desde nuestro interior. Quizás necesitamos un buen grupo que nos
ayude. Ser imaginativos en el proceso de discernimiento necesita de noso-
tros una actitud activa, creativa, que se salga de la línea, que se pase de la
raya, que se atreva a irse fuera de la zona de confort, que piense fuera de la
caja. Si se quiere ser mucho más alternativo como familia, quizás ayude
pensar de forma innovadora. Hay gente que practica alternativas viables,
experimentadas, reales y muy transformadoras. Quizás viven con menos,
pero viven más felices. Quizás se dedican menos a ellos mismos, pero tie-
nen más vida. Quizás no tienen el reconocimiento que dan los poderosos,
pero son alguien para alguien.
Pero a la vez, hay que decidir no sólo con tiempo, sino a tiempo.
Muchas decisiones las tenemos encerradas en la nevera demasiado tiempo.
Se congelan. O se pudren. Y al no haberlas tomado se convierten en foco
de nuevos problemas añadidos. La mayor parte de decisiones que tenemos
que tomar no se deciden solas. Necesitan que nos
decantemos.
A veces las decisiones se quedan en tiempo Las familias
muerto. No se toman y se quedan en el banquillo
sin poder saltar al campo de nuestra vida, sin necesitamos buscar
ponerse a juego. Quizás el partido no nos vaya modos sencillos de ir
mal, pero… ¿estamos jugando a lo que queremos? creando un estilo de
¿Hemos puesto en juego lo mejor de nosotros?
¿Nos dedicamos simplemente a pasarnos el balón vida de discernimiento.
o realmente nos la jugamos? Cuando nos adentra-
mos en la sabiduría del discernimiento a veces
caemos en la tentación de “perder el tiempo”: perdemos el sentido del
tiempo y la oportunidad, se nos pasa el momento. Discernir es decidir a
tiempo.
79
Entrenar caminos
sentido del ridículo o la vergüenza. Tiene que ser un momento hecho con
naturalidad.
En fidelidad al modo ignaciano será bueno proponer orar personal-
mente y juntos en la medida de lo posible. Si la familia no está acostum-
brada a hacerlo juntos en el hogar, podemos proponer una hoja para que
cada uno la lea, o rezarla con los hijos por la noche o por la mañana. Qui-
zás compartir la eucaristía. Las familias son muy plurales y hay quienes
creen y no en Dios. Nuestro intento en esta sencilla propuesta es crear
caminos para que puedan ser ampliamente compartidos por todos. Quizás
podamos plantear a nuestros familiares que no creen, y con los que vivi-
mos, que propongan alternativas para seguir profundizando. Puede que
sea un texto inspirador, una canción, una película juntos. Lo importante
es que todos busquemos en lo más profundo de las cosas y abiertos a tras-
cender.
En la segunda merienda, es el momento de confirmar lo que se expresó
en aquella primera aproximación. Pudo quedar algún fleco. “¿Habéis pen-
sado lo que dijimos el otro día? ¿Cómo lo veis ahora? No hay por qué deci-
dir ahora, pero es por si lo vemos claro”. Con paz, sin presión, escuchando,
sin tensión por tener que decidir, hay que dejar fluir el momento.
80
Lo primero es “esencializar”: ¿vemos claro cuál es la decisión esen-
cial que tenemos que tomar? ¿Se puede preguntar de un modo más
natural: “Pero entonces cuál es el centro de la cuestión?”, “¿Y enton-
ces qué es lo principal que tenemos que decidir?”, “¿Y entonces lo más
importante es saber si… qué?”. Una vez establecidos los términos,
¿cómo lo ha examinado cada uno en su interior? Tengamos que esos
términos ya son una primera lectura que hemos hecho desde el cora-
zón: nos ha indicado dónde está la principal encrucijada. Quien esté
impulsando el proceso, puede ir preguntando con suma tranquilidad a
cada uno cómo lo ve.
Es posible que en esa ronda todos continúen en la misma posición y que
ante las preguntas suspicaces no aparezcan sombras. Queda un último paso.
“¿Y si decidimos esto entonces todos nos quedamos en paz? ¿Creéis que es
lo mejor que podemos hacer?” o “Y si elegimos esto, ¿cómo os quedáis?”.
Si la respuesta sigue yendo en la misma dirección, no asoman dudas y todo
el mundo muestra consenso –un sentir común–, estaremos decidiendo
según el primer tiempo de Ignacio de Loyola. Será muy bueno acabar
expresando gratitud.
Quizás haya discusiones, reproches, haya dudas, sospechas o miembros
de la familia no se hayan implicado. Entonces no nos ha salido “a la pri-
mera” y es bueno darnos un segundo tiempo. Se trata de darle otra vuelta y
Discernimiento comunitario en familia
dar otra vuelta a los temas significa darnos una vuelta llevando ese tema
por distintos escenarios. No es darle otra vez la misma vuelta sino hacerla
de forma distinta. Necesitamos profundizar en la cuestión. ¿Buscamos
alguna película que pueda ayudar a pensar y la vemos juntos? O quizás
pueda resultar incómodo visionarla juntos y podemos recomendar a los chi-
cos que la vean cuando puedan. Puede que en vez de una película sea una
canción, un libro o un artículo que pueda ayudar. “¿Por qué no te lees
esto?”, es fácil de indicar. O mejor aún, “¿Por qué no buscas algo que leer
sobre lo que hablamos el otro día?”.
Será muy bueno movernos, ponernos en un contexto distinto. ¿Qué visi-
ta, encuentro o experiencia se nos ocurre que sería bueno hacer para dilu-
cidar la cuestión? ¡Seamos imaginativos! Es un buen momento para que
todos hagan sugerencias. ¿Nos preguntamos entre todos qué es lo que se
nos ocurre hacer? Significa planear juntos ese segundo tiempo. Ayudaría
mucho, forma parte de la solución porque ya nos mueve en la dirección
correcta. Si a nadie se le ocurre en el momento nada, podemos insistir más
tarde a cada uno qué propondría. “Piénsalo a ver qué podemos hacer para
aclararnos”. A veces el solo hecho de salir juntos a buscar ya puede variar
las condiciones y predisponernos mejor a todos. Otra posibilidad es buscar
81
a alguien que sepa del tema y nos pueda iluminar. Ese alguien no tiene por
qué ser un experto, sino que puede que un buen amigo o un matrimonio
amigo sea muy buena referencia para darnos más luz. Quizás sea un fami-
liar cercano que nos conozca muy bien. Difícilmente se encontrará mejor
ayuda para discernir que la que viene de quien te ama más. Hay quien
puede contar con grupos religiosos, vecinales, de autoayuda o asociativos
que están dedicados al mutuo acompañamiento. Son también espacios pri-
vilegiados donde ayudarnos a discernir en familia. Para los niños y jóvenes,
la pertenencia de esos grupos puede marcar la diferencia para progresar en
una cuestión.
Será muy importante que hagamos lo que hagamos, lo evaluemos. ¿Es
una buena ocasión para hacer “balance” o “examen”? Ya lo hemos apren-
dido en su momento y ahora veremos todo lo que nos ayuda. Si aún no
hemos incorporado el hábito de “hacer balance” o “examen de conciencia”,
es una muy buena ocasión para aprender y practicarlo.
Tras esas experiencias y hacer examen sobre ellas, puede que hayan
cambiado las cosas. Durante ese periodo podemos ir tanteando informal-
mente cómo nos sentimos, cómo van variando nuestras percepciones e
ideas. Continuemos animando a hablar desde el corazón, leyendo las
mociones. Será bueno invitar a que unos hablen con los otros: “¿Por qué no
hablas con tu hermana de esto? Coméntaselo, será muy bueno”.
Fernando Vidal
N
os vamos a centrar en este artículo en dos puntos importantes a la
hora de iniciar los Itinerarios de la experiencia de Dios: delimitar
y explicar cual será la tarea del ejercitante a lo largo del Itinerario
y el modo de acompañar el guía la reunión semanal, puesto que ambas ta-
reas se van a dar de modo simultáneo y en relación de la una con la otra.
Este artículo pretende incidir en aquellos aspectos relevantes y prácticos
que puedan facilitar la puesta en marcha de un grupo. Los fundamentos
completos de ambas tareas –la tarea del ejercitante y acompañar la reu-
nión–, así como el sentido, objetivos, modo y orden, materia de los Itinera- 83
rios… etc., pueden encontrarse en los trabajos de Damián Picornell y Pedro
Mendoza1. Igualmente, son dignos de tener en cuenta los anexos que acom-
pañan a las fichas en cada carpeta de los Itinerarios a la experiencia de
Dios2.
Nos situamos en la puesta en marcha de un grupo que comienza los
Ejercicios en la vida diaria con los Itinerarios de Iniciación a la experien-
cia de Dios –Itinerario 1–.
En una reunión previa se ha citado a todas las personas que, tras la entre-
vista inicial, decidieron incorporarse al proceso. Se vuelve a comentar el
sentido y los objetivos de la experiencia, se presenta al equipo de acompa-
ñantes y se facilita la distribución por grupos –un grupo ideal sería de entre
cinco a ocho personas–. A continuación, cada nuevo grupo y su guía se reú-
nen a fin de hacer una breve presentación de sus componentes y consensuar
el día y hora del encuentro semanal. Además, se recomienda a todos que
traigan a la siguiente reunión la carpeta del material (Itinerarios de Inicia-
1
Véase D. PICORNELL, “Los Ejercicios de Iniciación a la experiencia de Dios. Itinerarios 1 y
2”: Manresa 85/336 (2013) 237-254; P. MENDOZA, “Los Ejercicios de Profundización en la expe-
riencia de Dios, Itinerarios 3 y 4”: Manresa 85/336 (2023) 255-270.
2
Las carpetas de los Itinerarios incluyen una serie de anexos dedicados al guía y al ejercitan-
te que son de obligada lectura antes de comenzar las fichas en sí.
Equipo Itinerarios - Sevilla
3
Este modo de entrega paulatina de fichas en el Itinerario 1 se puso en marcha en el Centro
Arrupe de Sevilla desde sus inicios.
Los Itinerarios: tarea del ejercitante y tarea del guía al acompañar la reunión semanal
4
Véanse los Anexos III y IV del Itinerario 2 que dan pautas concretas sobre la oración.
Equipo Itinerarios - Sevilla
5
Cf. Franz JALICS, Aprendiendo a orar, Edit. Paulinas, Madrid 1984, 8.
Vol. 94 (2022) MANRESA pp. 87-90
S
an Ignacio nos presenta este ejercicio como puerta de entrada en la
Segunda semana, actuando como una verdadera bisagra o puente
entre las dos primeras semanas de ejercicios. Por eso juega un papel
tan importante tanto la experiencia espiritual de la que viene el ejercitante
como la experiencia a la cual se dirige. El ejercitante se ha experimentado
ya como criatura, amada y perdonada sobreabundantemente; sin olvidar
que gracias al Principio y Fundamento se le abre un horizonte para orien-
tar su vida. Así, este ejercicio da continuidad a una dinámica que atraviesa 87
todos los Ejercicios: relación-respuesta. Se trata de vivir en primera perso-
na una doble experiencia: Dios me crea y se me da en la creación, mi res-
puesta está limitada por la fragilidad y el pecado; el Señor responde con
misericordia y, a pesar de todo, me llama.
La petición que propone san Ignacio [Ej 91] deja claro el doble objeti-
vo de este ejercicio: escuchar la llamada y ser capaz de responder discer-
niendo y eligiendo. La clave última está, por tanto, en descubrir la volun-
tad de Dios para la vida del ejercitante.
Tras la Primera semana nace el deseo de conocer más a Aquel que tanto
nos perdona y nos ama. Ignacio nos invita a conocerlo y amarlo a través de
las contemplaciones de Segunda semana, siguiéndole por los caminos. Pero
dicho seguimiento sólo tiene sentido después de una llamada personal a
seguirle y de la respuesta positiva por parte del ejercitante.
En este sentido, cabe distinguir dos niveles en dicha llamada: una gené-
rica a seguirle y estar con Él (llamada de todo cristiano a introducirse en el
misterio de la relación con Dios que invita a la plenitud y a la comunión);
y una concreción de la primera, propia y específica de cada persona, que
encontrará en las siguientes contemplaciones de los misterios de Cristo un
Equipo MAG+S
b) Conmigo y como yo
Cabe destacar que la invitación del rey eternal tiene algunos rasgos que
no pueden obviarse pues marcan el modo como Jesús llama: conmigo y
como yo, para así también seguirle en la gloria. Dios conoce al que llama y
le invita al lugar donde puede dar lo mejor de sí, llama a estar y trabajar en
“su equipo”. El conmigo es lo que marcará la pauta que atraviesa el resto
de los ejercicios. El como yo se profundizará en la meditación de las Dos
Ejercicios a jóvenes. Llamada y elección
2. Recursos prácticos
miedo responder, ante la que uno se ahoga, pero en la que se puede sentir
la mano del Señor para rescatar y animar.
● Jn 15, 9-17: escuchando de boca del mismo Jesús el mandamiento del
● Señor, dame esa agua, para que no tenga más sed (Jn 4, 15).
1
https://watch.angelstudios.com/thechosen/watch?vid=S1:E4
SEMBLANZAS
N
o está todo dicho de él, ni mucho menos, aunque su recuerdo se
vaya difuminando tras su muerte sucedida hace casi medio siglo:
El jesuita Erich Przywara (1889-1972), que trabajó entre 1922 y
1941 para la revista cultural “Stimmen der Zeit” (el equivalente alemán de
“Razón y Fe”), escritor pastoral académico, hoy no puede ya considerarse
“moderno”. Pero ¿qué importa eso? En su momento, tuvo un sentido
agudo, casi sismográfico, del “espíritu” de su tiempo, especialmente en las
décadas de 1920 y 1930, sin caer en lo que ahora se llama el “Zeitgeist”.
Przywara no se acomodaba a las modas, ni a teología o filosofía alguna en
boga. Pero, a pesar de todo, se apreciaban sus análisis y ejercía un gran 91
influjo. Y el eco de su influencia resuena, reconozcámoslo así, hasta el día
de hoy. Por último, y no es cuestión menor, Przywara, junto con Romano
Guardini (1885-1968), es uno de los orígenes secretos de la teología del
actual obispo de Roma, el Papa Francisco1. La voz a su nombre en una enci-
clopedia honra a Przywara incluso con el calificativo de “pionero teológi-
co”2 durante el tiempo del Concilio Vaticano II (1962-1965).
Przywara fue atento observador e intérprete de los movimientos religio-
sos, espirituales, teológicos y filosóficos de una época, especialmente la que
media entre las dos guerras mundiales. Captó con clara visión los principa-
les temas que preocupaban al catolicismo alemán tras de la Primera Guerra
Mundial. Esto lo convirtió en un “pastor teológico”3, aunque algunas de sus
posturas fueran “ambivalentes”4 y formulara “afirmaciones intolerables”5
sobre el papel de Israel en la historia de la salvación. Contaron con su pre-
1
Ver M. BORGHESI, Jorge Mario Bergoglio. Una biografía intelectual: dialéctica y mística,
Ed. Encuentro, Madrid 2020.
2
M. ZECHMEISTER, “Przywara, Erich”, en Lexicon für Theologie und Kirche (LThK)3, Tomo 8
(1999), 688-689; ver 688.
3
E.M. FABER, Finden, um zu suchen. Der philosophisch-theologische Weg von Erich Przywa-
ra, Münster 2020, 8.
4
Ibid., 23.
5
Ibid., 33.
Andreas R. Batlogg
6
S. BEHN, “Wer ist’s? Zur Gestalt von Erich Przywara”, en S. BEHN (Ed.), Der beständige
Aufbruch (Festschrift Erich Przywara), Nürnberg 1959, 7–17, ver 17.
7
Ibid., 7.
Erich Przywara S.J., el “influencer” invisible
8
E.M. FABER, “Deus semper maior. Erich Przywara Theologie der Exerzitien”: Geist und
Leben (GuL), 66 (1993) 208-227, ver 208.
9
H. RAHNER, “Rezension: Erich Przywara, Deus semper maior”: Zeitschrift für katholosche
Theologie (ZKTh) 64 (1940) 171-173, ver 172.
Andreas R. Batlogg
Ignacio (es teología ‘con ocasión de’ los Ejercicios espirituales) llega a ser
teología de la revelación bíblica, ‘teología’ formal que penetra hasta el cen-
tro del corazón del ‘Dios siempre mayor’, único punto desde el cual, por
fin, se hace comprensible aquello que, desde la superficie del libro de los
Ejercicios espirituales y la palabra escrita de Dios, arrastra hacia una única
meta: la revelación, en el seno de la Iglesia, del ser siempre mayor de la Tri-
nidad, representada en el despojado Hijo del Hombre”10.
A diferencia del jesuita suizo Hans Urs von Balthasar (1905-1988), que
apoyó en sus publicaciones a Przywara, incluso habiendo ya dejado la
orden, y que luego se distanció de Przywara, Karl Rahner permaneció leal
a él de por vida y lo visitó repetidamente en Murnau. Cuando Przywara fue
galardonado en Düsseldorf con el Premio a la Cultura de la Alta Silesia, a
mediados de septiembre de 1967, Rahner pronunció unas palabras en nom-
bre de Przywara en las que afirmaba: “la persona y la obra del homenajea-
do, cuya historia me ha sido muy cercana durante casi cuarenta años…”11.
Curiosamente, los dos se habían conocido en Praga a principios de sep-
tiembre de 1934 durante un congreso internacional de filosofía, al que asis-
tía Rahner junto a Johann Baptist Lotz S.J. (1903-1992). Iniciaban su doc-
torado en filosofía en Friburgo de Brisgovia (con Martin Honecker y Mar-
94
tin Heidegger).
En su elogio, Rahner subraya asimismo que no se puede adscribir al
galardonado a “ningún clan ni a camarilla alguna”, aún más –algo sorpren-
dente– que “su pertenencia a una orden religiosa (...) nunca le ha impedi-
do” ser “fiel a su propia misión”12. Lo mismo que para su hermano mayor
Hugo, historiador de la Iglesia e investigador sobre Ignacio, para Karl Rah-
ner Przywara restituyó a Ignacio “una grandeza inteligible dentro de la his-
toria intelectual del cristianismo, eliminando los repintes barrocos y esco-
lásticos de su imagen”13.
3. Una demostración de hasta qué punto sea esto cierto es el monumen-
tal estudio de la teóloga-dogmática de Chur, Eva-Maria Faber, quien, casi
20 años después de la defensa de su tesis doctoral, dedica de nuevo un aten-
to estudio a su protagonista, siguiendo esta vez la evolución de Przywara y
la trayectoria de su pensamiento de forma más genérica. Subraya Faber que
no es posible delimitar con precisión la frontera entre “el Przywara filóso-
10
Ibid., 71 ss.
11
K. RAHNER, “Laudatio auf Erich Przywara”, en K. RAHNER, Sämtliche Werke. Tomo 22/2:
Dogmatik nach dem Konzil. Bearbeitet v. Albert Raffelt, Freiburg 2008, 667-673, ver 267.
12
Ibid.
13
Ibid., 670.
Erich Przywara S.J., el “influencer” invisible
14
Eva-Maria FABER, Finden, um zu suchen, 34.
15
Ibid., 24.
16
Ibid.
17
Ibid., 29.
18
K. RAHNER, Laudatio auf Erich Przywara, 671.
Vol. 94 (2022) MANRESA pp. 96-100
Recensiones
ocho años, tiempo suficiente para poder lla la idea sobre el ecumenismo del papa en
profundizar en las líneas fundamentales de el marco más amplio del “diálogo social”
su pontificado. Santiago Madrigal se propo- (que es donde aparecen en el documento
ne en este libro “explorar aquellas conside- pontificio), posibilitando así una lectura de
raciones que en forma de sueños ha pro- la exhortación en clave ecuménica.
puesto Francisco a la Iglesia para su con- Los capítulos quinto al séptimo abordan
versión pastoral y misionera” (pág. 10), tres temas importantes en el magisterio de
algo que el autor consigue con creces. Francisco con el apoyo de los documentos
El libro consta de una obertura (capítu- papales posteriores a Evangelii Gaudium: el
lo 1º), siete capítulos sobre temas funda- capítulo quinto trata sobre la misericordia
mentales desarrollados por el papa jesuita y (Misericordiae vultus), el sexto sobre el dis-
una recapitulación final. De manera muy cernimiento (a partir de Amoris Laetitia) y
acertada Madrigal toma la exhortación el séptimo sobre la ecología (Laudato si´ y
apostólica Evangelii Gaudium como marco, Querida Amazonia).
a partir del cual se va construyendo el edifi- El último capítulo (el octavo) expone,
cio del pensamiento papal. En ello no hace por fin, las raíces ignacianas de la espiritua-
más que seguir a la letra la recomendación lidad del papa a partir de Gaudete et Exsul-
propia de Francisco, que considera ese tate. Es de agradecer la finura con la que
documento como programático en su ponti- Madrigal es capaz de ir descubriendo las
ficado. líneas fundamentales de la espiritualidad
La obertura presenta la línea de fondo ignaciana a lo largo de las páginas escritas
del pontificado, que consiste en “la conver- por Francisco, usando para ello otros escri-
sión del papado en una Iglesia sinodal” tos del papa, especialmente los Ejercicios 97
(pág. 29), algo que Francisco ha llevado a la que dio a los obispos españoles en 2006 y
práctica antes que a la teoría. otros textos de Ejercicios impartidos por
A partir de este marco, los tres capítulos Bergoglio.
siguientes presentan explícitamente la Estamos ante un buen libro, que ayuda a
exhortación Evangelii Gaudium. El capítulo entender mejor al primer papa jesuita y que
segundo se fija en el núcleo de la eclesiolo- consigue presentar un “espejo de papa” a
gía pastoral del papa, que tiene su acento partir de las actuaciones y de los escritos de
principal en la consideración de la Iglesia, Francisco. Las recapitulaciones que nos
pueblo de Dios y sujeto evangelizador, ofrece el autor al final de algunos capítulos
como misionera, en salida hacia todas las y como conclusión a todo el libro, junto con
periferias humanas. Los capítulos tercero y la bibliografía final que invita a continuar
cuarto desarrollan dos aspectos importantes profundizando en la temática, son también
en la eclesiología pastoral del papa, que no valores de un libro cuya lectura es muy
se encuentran de forma explícitamente tan recomendable.
clara como lo desarrollado en el capítulo
segundo: por una parte, el tema de la iglesia Diego M. Molina, S.J.
sinodal (otro eje decisivo de la eclesiología
pastoral de Francisco) se desarrolla en el
capítulo tercero y el tema del ecumenismo JOSÉ M.ª URIARTE, Visibilizar a Cristo Pas-
que se encuentra en el capítulo cuarto. En tor. Cuatro rasgos de la espiritualidad
este capítulo, el profesor Madrigal ha de sacerdotal, Sal Terrae, Maliaño 2021,
recurrir a otras intervenciones de Francisco, 119 pp.
ya que el tema ecuménico aparece explíci-
tamente solo en tres números de Evangelii En los años ochenta del siglo pasado, la
Gaudium. Con gran acierto el autor desarro- Iglesia española –animada por la Comisión
Recensiones
Episcopal del Clero– llevó adelante un serio tido, y las alegrías, muchas, de una vida
proceso de reflexión sobre la identidad y la sacerdotal lograda. En este sentido, resulta
espiritualidad del presbítero diocesano. El difícil encasillar a monseñor Uriarte en
inmediato posconcilio había sido época de posturas extremas: su palabra resulta siem-
cambios, retos e incertidumbres: era necesa- pre incisiva, pero moderada; aguda, pero
rio dar una nueva respuesta a la pregunta de constructiva. Sus opiniones se pueden com-
quién es el sacerdote y si existe una espiri- partir en mayor o menor grado, pero abren
tualidad propia, específica, que acompañe a siempre posibilidades de diálogo y profun-
esa identidad. Entre quienes sostuvieron y dización.
animaron aquella reflexión destacó monse- Esta obra se añade a la amplia produc-
ñor Juan María Uriarte, hoy obispo emérito ción de don Juan María, que durante déca-
de San Sebastián. das ha procurado orientación y cauces de
Desde entonces, don Juan María no ha reflexión a los presbíteros diocesanos. El
dejado de profundizar en la espiritualidad conjunto de sus escritos ofrece un tratado de
presbiteral y en la atención personal a los espiritualidad presbiteral que motiva a
sacerdotes. Presenta ahora este libro breve, seguir profundizando: adecuar el perfil de
con cuatro rasgos centrales del perfil espiri- los pastores al rostro del Buen Pastor es una
tual del cura que –según el propio autor– no tarea permanente, más cuando el entorno
habían sido tratados con la debida profundi- cambia tanto y tan deprisa. Don Juan María
dad en sus trabajos anteriores. Don Juan entrega una herencia madura, llamada a
María parte de una certeza de fondo, en la encontrar relevo en quien ofrezca una pala-
que no se detiene, pero que da por descon- bra original, ponderada y lúcida sobre el
98 tada en el prólogo y en el propio título: el cura diocesano hoy.
hecho de que existe una espiritualidad pro-
pia del sacerdote diocesano (sorprende que José Emilio Cabra Meléndez, Pbro.
aún se ponga en duda en ciertos ámbitos).
Cada vocación refleja algún rasgo del rostro
de Cristo, un rostro tan rico que solo la Igle- ARTURO SOSA ABASCAL, S.J., Superior
sia entera puede, humildemente, transparen- General de la Compañía de Jesús, en
tarlo en su conjunto. En ella, los pastores conversación con Darío Menor, En cami-
están llamados a hacer visibles los rasgos de no con Ignacio, Sal Terrae, Santander
Jesús, Buen Pastor. 2021, 287 pp.
Monseñor Uriarte desarrolla cuatro ras-
gos de la espiritualidad presbiteral: el seño- En sus palabras de introducción el autor
río de Jesucristo, el carácter central de la advierte a sus lectores de lo que no cabe
caridad pastoral, la pobreza evangélica y la esperar de esta prolongada aventura suya, a
figura de María. La referencia bíblica pre- corazón abierto, ante un periodista. No van
cede siempre a la reflexión teológico-espi- a encontrar un erudito tratado de espirituali-
ritual, que don Juan María salpica con dad ni de sociología. Encontrarán reflexio-
comentarios personales –breves, pero nes sobre el mundo de hoy, la Iglesia y la
enjundiosos–, fruto de su experiencia y de Compañía de Jesús –que celebra el quinto
su formación en psicología. Los cuatro centenario de la sorprendente conversión de
capítulos se pueden leer independiente- Ignacio de Loyola, a la vez que comienza a
mente, pero se integran con coherencia. El poner en práctica unas decisivas orientacio-
autor dirige una mirada realista, centrada, a nes o “Preferencias Apostólicas Universa-
la realidad del ministerio ordenado, sin elu- les”– como tácitas invitaciones a unirse a la
dir sus paradojas, las tentaciones –viejas y osadía de ser cristiano en el momento pre-
nuevas– a las que el presbítero se ve some- sente.
Recensiones
Tenemos, pues, en las manos, un libro una legítima curiosidad. Los instrumentos
que quiere ser usado como instrumento de se diseñan para su uso práctico. Y en este
activación espiritual. A tomar conciencia de sentido En camino con Ignacio puede resul-
ello nos invitan clamorosamente la presen- tar, para cualquier persona interesada o para
cia abundante de intencionadas ilustracio- grupos comprometidos con el cristianismo,
nes y los subrayados marginales. Pero, una herramienta indispensable de motiva-
sobre todo, el anexo, tras cada capítulo, de ción y crecimiento.
textos y referencias ignacianas, de una pági-
na de ‘puntos para la oración’ y otra de Luis López-Yarto Elizalde, S.J.
‘sugerencias para la conversación espiri-
tual’.
El empeño de reflejar en su temática, JOSÉ GARCÍA DE CASTRO, SJ., Educar lo
como manifiesta en su reflexión final el invisible, La inspiración de la educación
entrevistador, el lema del año-aniversario, ignaciana, Sal Terrae, Maliaño 2021,
“Ver nuevas todas las cosas en Cristo”, 272 pp.
impone un diálogo de amplio espectro. La
palabra llana de Arturo Sosa se adentra sin En el Plan Estratégico de la Plataforma
vacilaciones en ‘todas las cosas’ que exigen Apostólica de Asturias (PA), años 2015-
al cristiano una mirada frontal. Al cristiano, 2018, el capítulo 5 se titulaba “En qué tene-
no a la persona consagrada, ni menos al mos que converger” (las obras de la PA), y
jesuita exclusivamente, pues la espirituali- detallaba temas comunes como el sentido,
dad ignaciana se ofrece como patrimonio la eclesialidad, la formación y la espirituali-
universal del que la Iglesia entera bebe des- dad. Y en efecto, para los Claustros de Sen- 99
de hace cinco siglos. tido 2017-2018 el elegido fue justamente:
Un sinfín de preguntas suscita que la “La Pedagogía Ignaciana considerada des-
voz de Arturo Sosa vaya presentando sin de su fuente principal: los Ejercicios”. En
inhibiciones rasgos de Ignacio mismo, de su línea con lo mucho que sobre ello se ha
propia evolución biográfica y vocacional, lo escrito, por ejemplo, Pedagogía Ignaciana,
que cabe esperar de la era post-pandemia, la un planteamiento práctico. Pero queríamos
Iglesia del Papa Francisco, la Compañía de acercarnos a esta pedagogía que Ignacio
Jesús en su inmediato pasado y su proyec- propone para una experiencia espiritual, y
ción al futuro, la urgencia de caminar con teniendo como referente únicamente el tex-
los pobres, la necesidad de proteger la vida to de los Ejercicios. Desde el principio
y afrontar la muerte, las incógnitas que pue- vimos claro quién era la persona indicada
blan la vida juvenil o la ecología en un mun- para desarrollar esta apuesta: José García de
do necesitado de liberación. Castro Valdés. En uno de mis viajes a
El tono coloquial de este libro mueve Madrid, me cité con él en la cafetería de la
más a la reflexión que a la réplica, como estación Chamartín, y le hice exactamente
alguien que practica aquella recomendación este planteamiento: ¿En la metodología que
de san Ignacio: lo que satisface no es el Ignacio despliega en las anotaciones cabe
mucho saber, sino el rumiar y gustar las una transferencia adaptada al aula? ¿Qué
cosas. Porque el autor parece no perder de puede aplicarse, de lo que Ignacio pide al
vista el tópico omnipresente de que vivimos acompañante de Ejercicios, al profesor-edu-
en un mundo en rápido y profundo cambio, cador? Y ¿qué elementos inspiradores o
en el que nuestro espacio interior se encuen- aprendizajes nucleares de los Ejercicios
tra bajo acoso, y en el que las urgencias son pueden adaptarse a la labor educativa de un
reales y las prisas poco aconsejables. Deje colegio que tiene como visión educar lo
pues su lectura el que busque sólo alimentar invisible?
Recensiones
ÍNDICES
Volumen 93 - 2021
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Vol. 94 - Nº 370