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Cabalgatas; no por cultura y tradición, por orgullo .

Al mencionar las palabras nobleza, fuerza, inteligencia, belleza y elegancia, lo primero que viene a
mi mente es la imagen de un cuarto de milla grande, fuerte y rápido o la de un estilizado caballo
criollo colombiano de pasos agiles y andar impetuoso; para cualquiera de los casos, esas palabras
para mi representan la esencia de lo que es un caballo, e incluso pueden llegar a quedarse cortas.
El caballo ha estado con nosotros desde los inicios de la historia, su domesticación permitió
nuestra evolución y prevalencia sobre todo lo demás; esto hace que montar un caballo se remonte
a cientos de años atrás, y que lo que denominamos “cabalgata” no es simplemente el hobby de las
personas adineradas, donde derrochan trago, dinero( de dudosa procedencia) y música, mientras
rastrillan el pavimiento con las herraduras de sus magníficos caballos. Una cabalgata también es el
momento en que familias y amigos comparten una bella tarde soleada recorriendo senderos y
arroyos, mientras el abuelo le enseña a su pequeña nieta como montar y el hijo quiere descrestar
a todas las amigas de su hermana con su “talento” al lomo de un caballo.

Nuestra Colombia es por excelencia un país de tradiciones muy arraigadas, una de ellas y de las
mas cuestionadas son las cabalgatas; todos las señalan como “actos crueles de tortura animal”,
donde hombres y mujeres ebrios montan, pegan, dañan y maltratan a sus caballos, aparte de este
sufrimiento, se le suma el estrés al que son sometidos por el calor, el ruido, la falta de hidratación
e incluso por la presencia de otros caballos, y por ultimo no hay que dejar de lado los medios de
comunicación amarillistas, que al final de cada gran cabalgata reportan la trágica muerte de dos o
tres caballos durante esta, cuyos dueños se justifican diciendo que todo es en nombre de la
cultura y tradición del pueblo.

Y si, lastimosamente todo lo anterior resulta ser muy cierto, el sufrimiento al que son sometidos
muchos de estos equinos no tienen razón de ser, ningún ser vivo merece tales tratos y menos uno
tan noble y carismático como lo es el caballo. Pero aun así soy fiel creyente y defensor de las
cabalgatas, pero jamás del maltrato ; una cabalgata para mi no es montar un caballo hasta el
cansancio, para mi es el momento en que puedo mostrar al mundo entero la majestuosidad de mi
fiel amigo, para ello no deparo en gastos, busco sus más bonitos aperos lo baño y lo peino de la
mejor manera, todo con el único fin de al estar montado en él entre la multitud , sea el centro de
atención y se lusca como solo un gran caballo puede hacerlo.

El problema no son las cabalgatas, el problema como siempre es el ser humano, que con su
inconciencia e irresponsabilidad pone en peligro la salud y bienestar del animal; si todos fuéramos
conscientes de que son como nosotros, seres sintientes, que tienen derecho a su integridad ( cinco
libertades) las cabalgatas serian lo que deben ser, un sitio para enaltecer a nuestros caballos y no
un derramamiento de sangre. Lograr esto no es fácil, partiendo de que la ley es muy ambigua en
cuanto a esta reglamentación, pero estoy seguro que si como caballistas, dueños o montadores
ponemos el ejemplo, la tarea de limpiar el nombre de las cabalgatas será cada vez mas fácil.

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