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2.

El dinamismo vital

2.1 El cuerpo material

El cuerpo humano esta compuesto, al menos, por unos 60 elementos químicos diferentes, muchos de
los cuales se desconoce su finalidad en el organismo. De estos 60, una docena están presentes en
mayores cantidades. Hoy hablaremos sobre la química de la vida, la composición química de
nuestro organismo y conoceremos los 12 elementos químicos del cuerpo humano con mayor
abundancia.

Composición química del cuerpo humano


Conocer cómo y de qué elementos se compone el cuerpo humano es algo fundamental para
comprender su funcionamiento, sus mecanismos fisiológicos y la forma en que sus estructuras
interactúan. Se estima que un 96 % de nuestro organismo se compone por 4 elementos en particular:
carbono, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno, mayoritariamente en forma de agua.

El 4 % restante se compone por otros pocos elementos y bien podríamos decir que el 99 % del
cuerpo esta compuesto por 6 elementos: oxígeno, carbono, hidrógeno, nitrógeno, calcio, y fósforo. A
continuación ampliaremos algunos detalles.
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Oxígeno (65 %)
Todos sabemos cuán importante es el agua para la vida y el 60% del peso del cuerpo se constituye
por agua. El oxígeno (O,8) ocupa el primer lugar de la lista y compone el 65% del organismo.

Carbono (18 %)
El carbono (C,6) es uno de los elementos más importantes para la vida. Mediante los enlaces
carbono, que pueden formarse y romperse con una mínima cantidad de energía, se posibilita la
química orgánica dinámica que se produce a nivel celular. (Barato-caro, grafito-diamante)

Hidrógeno (10 %)
El hidrógeno (H,1) es el elemento químico que más abunda en todo el universo. En nuestro
organismo sucede algo muy similar y junto al oxígeno en forma de agua ocupa el tercer lugar de esta
lista.

Nitrógeno (3 %)
Presente en muchísimas moléculas orgánicas, el nitrógeno (N,7) constituye el 3% del cuerpo
humano. Se encuentra, por ejemplo, en los aminoácidos que forman las proteínas y en los ácidos
nucleicos de nuestro ADN.

Calcio (1.5 %)
De los minerales que componen el organismo, el calcio (Ca,20) es el más abundante y es vital para
nuestro desarrollo. Se encuentra prácticamente a lo largo de todo el cuerpo, en los huesos y por
ejemplo en los dientes. Además, son muy importantes en la regulación de proteínas.

Fósforo (1 %)
El fósforo (P,15) también es muy importante para las estructuras óseas del cuerpo en donde abunda.
No obstante, igualmente predominan en las moléculas de ATP proporcionándole energía a las

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células.

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Potasio (0.25 %)
Aunque ocupa apenas el 0.25% de nuestro organismo, el potasio (K,19) es vital para el
funcionamiento del mismo. Ayuda en la regulación de los latidos del corazón y a la señalización
eléctrica de los nervios.

Azufre (0.25 %)
El azufre (S,16) es igual de esencial en la química de numerosos organismos. Se encuentra en los
aminoácidos y es fundamental para darle forma a las proteínas.

Sodio (0.15 %)
Se trata de otro electrolito vital en lo que refiere a la señalización eléctrica de los nervios. El sodio
(Na,11) también regula la cantidad de agua en el cuerpo, siendo un elemento igual de esencial para
la vida.

Cloro (0.15 %)
El cloro (CI,17) normalmente se encuentra en el cuerpo humano a modo de ion negativo, es decir
como cloruro. Se trata de un electrolito importante para mantener el equilibrio normal de líquidos en
el organismo.

Magnesio (0.05 %)
Nuevamente, se encuentra en la estructura ósea y de los músculos, siendo muy importante en ambas.
El magnesio (Mg,12), a su vez, es necesario en numerosas reacciones metabólicas esenciales para la
vida.

Hierro (0.006 %)
Aunque el hierro (Fe,26) ocupa el último lugar de la lista, no deja de ser primordial. Es fundamental
en el metabolismo de casi todos los organismos vivos. Se encuentra en la hemoglobina, es el
portador de oxígeno en las células rojas de la sangre.

Otros elementos químicos


Otros elementos químicos que constituyen el cuerpo humano son el cobre, zinc, selenio, molibdeno,
flúor, yodo, manganeso, cobalto, litio, estroncio, aluminio, silicio, plomo, vanadio y arsénico, entre
otros en proporciones ínfimas. En realidad, poco se sabe sobre las funciones que muchos de estos
elementos cumplen en nuestro cuerpo.

Es muy interesante saber cómo se compone nuestro organismo a nivel químico y como todo está
intrínsecamente relacionado para poner en marcha esta complejísima máquina que damos en llamar
cuerpo humano.

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2.2 El organismo viviente

Las funciones vitales son 7: Nacer, crecer, alimentarse, respirar, adaptarse, reproducirse y otra que,
paradójicamente parece no corresponder al adjetivo vital: morir.

Analicemos una a una las funciones vitales del organismo viviente:

- Nacen:  Los animales, por ejemplo, nacen de huevos (ovíparos), otros directamente de la madre
(vivíparos) y otros directamente de la madre pero en su interior, el embrión se desarrolla dentro de
un huevo (ovovivíparos). Los Vegetales o plantas pueden nacer por esporas o por semillas y por
ejemplo los hongos siempre a partir de esporas. Algunos seres vivos unicelulares se reproducen por
bipartición (se parte la célula).

- Crecen: Todos los seres vivos crecen hasta que llegan a su estado de adultos. Para crecer
transforma el alimento en materia propia. Esta propiedad también les permite reparar heridas y
renovar partes envejecidas que mueren…

- Se alimentan: Necesitan alimentarse para obtener la materia y la energía que necesitan para vivir.
Estos alimentos los obtienen del medio que les rodea. Esta función también se puede
llamar Nutrición. Mediante la nutrición los seres vivos absorben los alimentos y los líquidos que
necesitan para poder realizar las funciones vitales. Tenemos dos tipos de alimentación: Autótrofos:
Aquellos seres vivos que son capaces de elaborar su propio alimento, por ejemplo las plantas
y Heterótrofo: Aquellos que no son capaces de elaborar su propio alimento y dependen de otros
organismos para la nutrición, por ejemplo los hongos, los animales, etc.

- Respiran: La respiración es el proceso que consiste en obtener el oxígeno para el cuerpo y la


expulsión de dióxido de carbono. Los peces tienen respiración branquial, por donde absorben el
oxigeno del agua, las plantas respiran a través de su superficie (hojas), los seres humanos y
los anfibios respiramos por medio de los pulmones y los insectos por las tráqueas.

- Se reproducen: Hay varias formas diferentes de reproducción. La forma más conocida es la
reproducción sexual, en la que las células sexuales de un individuo de sexo masculino se unen a las
de un individuo de sexo femenino. A veces un mismo individuo puede ser macho y hembra, en tal
caso hablamos de hermafroditas (muchos vegetales lo son). El otro tipo de reproducción es la
Asexual, en la que a partir de una porción de individuo se puede desarrollar otro individuo
completo, idéntico a él.

- Se adaptan. Los seres vivos se adaptan al medio en el que viven. Todos los seres vivos
respondemos a los estímulos externos, aunque de diferentes maneras. Por ejemplo, si hace frio nos
abrigamos. Conclusión los seres vivos recibimos información del medio que nos rodea y
respondemos a esa información de la manera más adecuada para sobrevivir.

- Mueren. Los organismos vivientes van muriendo poco a poco: mueren sus células (apoptosis),
mueren sus neuronas, mueren sus capacidades, al menos en parte; finalmente mueren en su
totalidad.

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2.3 El cerebro reptiliano

La parte de nuestro cerebro que es más primitiva es el hoy llamado cerebro básico, instintivo,
reptiliano o paleoencéfalo. Esta parte del cerebro está formada por los ganglios basales, el tallo
cerebral y el sistema reticular. Es esa parte en la que estoy mientras me ocupo de cosas puntuales:
fregar, lavar o coser.

Alojado en el tronco cerebral, es la parte más antigua del cerebro y se desarrolló hace unos 500
millones de años. Se encuentra presente primordialmente en los reptiles. Los reptiles son las
especies animales con el menor desarrollo del cerebro. El suyo, está diseñado para manejar la
supervivencia desde un sistema binario: huir o pelear, con muy poco o ningún proceso sentimental.
Tiene un papel muy importante en el control de la vida instintiva. Se encarga de autorregular el
organismo. En consecuencia, este cerebro no está en capacidad de pensar, ni de sentir; su función es
la de actuar, cuando el estado del organismo así lo demanda.

El complejo reptiliano, en los seres humanos, incluye conductas que se asemejan a los rituales
animales como el anidarse o aparearse. La conducta animal e instintiva está en gran medida
controlada por esta área del cerebro. Se trata de un tipo de conducta instintiva programada y
poderosa y, por lo tanto, es muy resistente al cambio. Es el impulso por la supervivencia: comer,
beber, temperatura corporal, sexo, territorialidad, necesidad de cobijo, de protección...

Es un cerebro funcional, territorial, responsable de conservar la vida y el que es capaz de cometer las
mayores atrocidades.

Nos sitúa en el puro presente, sin pasado y sin futuro y por tanto es incapaz de aprender o
anticipar. No piensa ni siente emociones, es pura impulsividad.

En el cerebro reptiliano se procesan las experiencias primarias, no verbales, de aceptación o rechazo.


Aquí se organizan y procesan las funciones que tienen que ver con el hacer y el actuar, lo cual
incluye: las rutinas, los hábitos, la territorialidad, el espacio vital, condicionamiento, adicciones,
rituales, ritmos, imitaciones, inhibiciones y seguridad. Es el responsable de la conducta automática o
programada, tales como las que se refieren a la preservación de la especie y a los cambios
fisiológicos necesarios para la sobrevivencia. En síntesis: este cerebro se caracteriza por la acción.

El Sistema Básico o reptiliano controla la respiración, el ritmo cardíaco, la presión sanguínea e


incluso colabora en la continua expansión-contracción de nuestros músculos. Este primer cerebro es
sobre todo como un guardián de la vida, pues en él están los mayores sentidos de supervivencia y
lucha y además por su interrelación con los poros de la piel, los cuales son como una especie de
interfase que poseemos con el mundo externo, este primer cerebro es nuestro agente avisador de
peligros para el cuerpo en general.

Permite con rapidez la adaptación por medio de respuestas elementales poco complicadas emocional
o intelectualmente. Esta conducta no está primariamente basada en consideraciones basadas en las
experiencias previas ni en los efectos a medio o largo plazo.

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2.4 El Sistema Nervioso Autónomo

El Sistema Nervioso Autónomo (SNA) es la parte del sistema nervioso que controla y regula los
órganos internos como el corazón, el estómago y los intestinos, sin necesidad de realizar un esfuerzo
consciente por parte del organismo. Es parte del sistema nervioso periférico (que incluye el Sistema
nervioso Somático o SNS y el SNA) y por este motivo también controla algunos de los músculos del
cuerpo.
El sistema nervioso autónomo controla los siguientes procesos internos:

 Presión sanguínea
 Corazón y frecuencia respiratoria
 Temperatura corporal
 Digestión
 Metabolismo (lo que afecta el peso corporal)
 El equilibrio de agua y electrolitos (como sodio y calcio)
 La producción de fluidos corporales (saliva, sudor y lágrimas)
 Micción
 Defecación
 Respuesta sexual

Así, la mayoría de los órganos están controlados por el sistema nervioso simpático y el
parasimpático. A veces ambos tienen efectos opuestos en el mismo órgano. Por ejemplo el sistema
simpático aumenta la presión arterial mientras que el parasimpático la disminuye. En general, ambos
sistemas trabajan juntos para garantizar que el cuerpo responda adecuadamente a las diferentes
situaciones.

La función principal del SNA es mantener el equilibrio del medio interno, la homeostasis, y
controlar las funciones involuntarias. Por este motivo es capaz de modificar la actividad de la
musculatura lisa, las glándulas y el músculo cardíaco en respuesta a la información que proviene de
niveles superiores del cerebro (especialmente emociones y estímulos del entorno).

El SNA está compuesto por dos grandes sistemas:

 El sistema nervioso simpático


 El sistema nervioso parasimpático

El  sistema nervioso simpático prepara el cuerpo para situaciones que requieren estado de
alerta o fuerza, como situaciones que despiertan temor, ira, emoción o vergüenza (situaciones de
“lucha o huida”). En este tipo de situaciones, el sistema nervioso simpático estimula los músculos
cardíacos para aumentar la frecuencia cardíaca, dilata los bronquios de los pulmones (incrementa la
retención de oxígeno) y causa la dilatación de los vasos sanguíneos que irrigan el corazón y los
músculos esqueléticos (aumentando el suministro de sangre).

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La médula suprarrenal es estimulada para liberar epinefrina (adrenalina) y norepinefrina
(noradrenalina), lo que a su vez aumenta la tasa metabólica de las células y estimula al hígado para
que libere glucosa en la sangre. Las glándulas sudoríparas se preparan para producir sudor. Además,
el sistema nervioso simpático reduce la actividad de otras funciones corporales que son menos
importantes en emergencias, como la digestión y la micción.

La activación simpática tiende a producir efectos generalizados (difusos), que suelen ser
perdurables.

Las fibras simpáticas se originan en neuronas de segmentos torácicos y lumbares de la médula


espinal, en el cuerno lateral. Por ello, la división simpática también se puede llamar división
toracicolumbar. Salen de la médula y viajan por nervios espinales torácicos y lumbares, hasta que
llegan a una cadena de ganglios interconectados que está paralela y muy cerca de la médula espinal,
la cadena simpática.
En los ganglios simpáticos y las neuronas preganglionares sinaptan con las postganglionares, y
liberan acetilcolina. Las fibras postganglionares se distribuyen muy ampliamente y
liberan noradrenalina sobre los órganos efectores.

El  sistema nervioso parasimpático  está activo durante los períodos de digestión y descanso.
Estimula la producción de enzimas digestivas y estimula los procesos de digestión, micción y
defecación. Reduce la presión arterial y las frecuencias cardíaca y respiratoria, y conserva la energía
mediante la relajación y el descanso.

Las fibras neuronales salen del SNC (tronco y médula) y viajan por nervios craneales y por nervios
espinales sacros (sobre todo el nervio vago). Llegan a ganglios que se encuentran situados en las
vísceras o muy cerca de ellas; a diferencia de la división simpática que hacía las sinapsis entre
neuronas preganglionares y postganglionares en ganglios localizados muy cerca de la médula, lejos
generalmente los órganos efectores.

En los ganglios parasimpáticos, las neuronas preganglionares sinaptan con las postganglionares y
liberan acetilcolina.

El sistema parasimpático estimula actividades que facilitan el almacenamiento o ahorro de energía.


Produce cambios encaminados a conservar y restaurar la energía y asegurar el bienestar a largo
plazo (por ejemplo, la digestión), mientras que la activación del simpático sirve para enfrentarnos a
emergencias a corto plazo.

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2.5 El sistema endócrino

Si bien rara vez pensamos en ellas, las glándulas del sistema endócrino y las hormonas que liberan
influyen en casi todas las células, los órganos y las funciones del cuerpo. El sistema endócrino juega
un papel decisivo en la regulación del humor, el crecimiento y el desarrollo, la función de los tejidos
y el metabolismo, así como en la función sexual y los procesos reproductivos.

En general, el sistema endócrino se encarga de los procesos corporales que se producen lentamente,
como el crecimiento celular. Los procesos más rápidos, como la respiración y los movimientos
corporales, son controlados por el sistema nervioso. Sin embargo, si bien el sistema nervioso y el
sistema endócrino son sistemas independientes, suelen trabajar juntos para ayudar al cuerpo a
funcionar de manera adecuada.

Acerca del sistema endócrino


La base del sistema endócrino son las hormonas y las glándulas. Como mensajeros químicos del
cuerpo, las hormonas transfieren información e instrucciones de un conjunto de células a otro. Si
bien hay muchas hormonas diferentes que circulan por el torrente sanguíneo, cada una afecta solo a
las células que están genéticamente programadas para recibir y responder a su mensaje. Los niveles
hormonales pueden verse influenciados por factores como el estrés, una infección y cambios en el
equilibrio entre el líquido y los minerales de la sangre.

Las glándulas son grupos de células que producen y secretan (o liberan) sustancias químicas.
Seleccionan y extraen materiales de la sangre, los procesan y secretan el producto químico
terminado para su uso en algún lugar del cuerpo. Algunos tipos de glándulas liberan sus secreciones
en áreas específicas. Por ejemplo, las glándulas exocrinas, como las glándulas salivales y
sudoríparas, liberan secreciones en la piel o dentro de la boca. En cambio, las glándulas endocrinas
liberan más de 20 hormonas importantes directamente en el torrente sanguíneo, donde se las puede
transportar a células que se encuentran en otras partes del cuerpo.

Partes del sistema endócrino


Las glándulas principales que conforman el sistema endócrino humano son el hipotálamo, la
hipófisis, la glándula tiroidea, las glándulas paratiroideas, las glándulas suprarrenales, la glándula
pineal y las glándulas reproductoras, que incluyen los ovarios y los testículos. El páncreas también
forma parte de este sistema de secreción de hormonas, si bien está asociado además al aparato
digestivo porque también produce y secreta enzimas digestivas.
Si bien las glándulas endocrinas son los principales productores de hormonas del cuerpo, algunos
órganos no endócrinos, como el cerebro, el corazón, los pulmones, los riñones, el hígado, el timo, la
piel y la placenta, también producen y liberan hormonas.

El hipotálamo
El hipotálamo, un conjunto de células especializadas ubicado en la parte central inferior del cerebro,
es el vínculo principal entre el sistema endócrino y el sistema nervioso. Las células nerviosas del
hipotálamo controlan la hipófisis mediante la producción de sustancias químicas que estimulan o
eliminan las secreciones hormonales de la hipófisis.
A pesar de tener un tamaño que no supera al de una aveja, la hipófisis, ubicada en la base del
cerebro, justo debajo del hipotálamo, es considerada la parte más importante del sistema endócrino.
Se la suele llamar "glándula maestra" porque produce hormonas que controlan varias de las demás
glándulas endocrinas. Determinados factores, como las emociones y los cambios estacionales,
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pueden influir en la producción y en la secreción de las hormonas hipofisarias. Para ello, el
hipotálamo le transmite información detectada por el cerebro (como la temperatura ambiental, los
patrones de exposición a la luz y los sentimientos) a la hipófisis.

La hipófisis
La diminuta hipófisis está dividida en dos partes: el lóbulo anterior y el lóbulo posterior. El lóbulo
anterior regula la actividad de la glándula tiroidea, las glándulas suprarrenales y las glándulas
reproductoras. Entre las hormonas que produce se encuentran las siguientes:
• la hormona del crecimiento, que estimula el crecimiento de los huesos y de otros tejidos
del cuerpo y desempeña una función en el manejo de los nutrientes y los minerales
• la prolactina, que activa la producción de leche en las mujeres que están amamantando
• la tirotropina, que estimula la glándula tiroidea para que produzca hormonas tiroideas
• la corticotropina, que estimula la glándula suprarrenal para que produzca determinadas
hormonas
La hipófisis también secreta endorfinas, que son sustancias químicas que actúan sobre el sistema
nervioso para reducir la sensibilidad al dolor. Además, la hipófisis secreta hormonas que les indican
a los ovarios y a los testículos que produzcan hormonas sexuales. La hipófisis también controla la
ovulación y el ciclo menstrual en las mujeres.
El lóbulo posterior de la hipófisis libera hormona antidiurética, que ayuda a controlar el equilibrio
de agua del cuerpo mediante su efecto en los riñones y la salida de orina, y oxitocina, que provoca
las contracciones del útero durante el parto.

Glándula tiroidea y glándulas paratiroideas


La glándula tiroidea, ubicada en la parte frontal de la parte inferior del cuello, tiene la forma de un
moño o mariposa, y produce las hormonas tiroideas tiroxina y triyodotironina. Estas hormonas
controlan la velocidad con la que las células queman combustibles provenientes de los alimentos
para producir energía. A medida que aumenta el nivel de hormonas tiroideas en el torrente
sanguíneo, también aumenta la velocidad con la que se producen las reacciones químicas en el
cuerpo.
Las hormonas tiroideas también desempeñan un papel clave en el crecimiento óseo y en el
desarrollo del cerebro y el sistema nervioso en los niños. La producción y la liberación de hormonas
tiroideas son controladas por la tirotropina, hormona que segrega la hipófisis.
Junto a la glándula tiroidea hay cuatro diminutas glándulas que funcionan en conjunto y que se
denominan glándulas paratiroideas. Liberan hormona paratiroidea, que regula el nivel de calcio en la
sangre con ayuda de la calcitonina, que se produce en la glándula tiroidea.

Glándulas suprarrenales
El cuerpo tiene dos glándulas suprarrenales triangulares, una encima de cada riñón. Las glándulas
suprarrenales constan de dos partes, cada una de las cuales produce una serie de hormonas y tiene
una función diferente. La parte exterior, la corteza suprarrenal, produce hormonas llamadas
corticoesteroides que influyen y regulan el equilibrio entre la sal y el agua del cuerpo, la respuesta
del cuerpo al estrés, el metabolismo, el sistema inmunitario y el desarrollo y la función sexuales.
La parte interna, la médula suprarrenal, produce catecolaminas, como la epinefrina. También
llamada adrenalina, la epinefrina aumenta la presión arterial y la frecuencia cardíaca cuando el
cuerpo atraviesa una situación de estrés. (Las inyecciones de epinefrina suelen usarse para
contrarrestar una reacción alérgica grave).

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Glándula pineal y gónadas
La glándula pineal está ubicada en el medio del cerebro. Secreta melatonina, una hormona que
puede ayudar a regular el ciclo del sueño.
Las gónadas son la fuente principal de hormonas sexuales. En los hombres, se encuentran en el
escroto. Las gónadas masculinas, o testículos, secretan hormonas llamadas andrógenos. La hormona
más importante de los andrógenos es la testosterona. Estas hormonas regulan los cambios corporales
asociados al desarrollo sexual, incluido el agrandamiento del pene, el estirón que se produce durante
la pubertad y la aparición de otras características sexuales masculinas secundarias, como el
agravamiento de la voz, el crecimiento del vello facial y púbico, y el aumento de la fuerza y el
crecimiento muscular. Además, la testosterona trabaja junto con hormonas de la hipófisis en la
producción del semen por los testículos.
Las gónadas femeninas, los ovarios, se encuentran en la pelvis. Producen óvulos y secretan las
hormonas femeninas estrógeno y progesterona. El estrógeno participa en el desarrollo de las
características sexuales femeninas, como el crecimiento de las mamas, la acumulación de grasa
corporal alrededor de las caderas y los muslos, y el estirón que se produce durante la pubertad.
Tanto el estrógeno como la progesterona cumplen una función en el embarazo y en la regulación del
ciclo menstrual.
El páncreas produce, entre otras, dos hormonas importantes: la insulina y el glucagón. Estas
hormonas trabajan en conjunto para mantener un nivel constante de glucosa (o azúcar) en la sangre
y para mantener el suministro de combustible necesario para que el cuerpo produzca y conserve
reservas de energía.

Qué hace el sistema endócrino


Cuando se secreta una hormona, esta viaja desde la glándula endocrina por el torrente sanguíneo
hasta las células objetivo diseñadas para recibir su mensaje. En el camino, hay proteínas especiales
que se unen a algunas de las hormonas. Las proteínas especiales actúan como transportadores que
controlan la cantidad de hormonal que está disponible para interactuar y afectar a las células
objetivo.

Además, las células objetivo tienen receptores que se unen solo a determinadas hormonas, y cada
hormona tiene su propio receptor, de modo que cada hormona se comunicará solo con las células
objetivo específicas que tengan receptores para ella. Cuando la hormona llega a su célula objetivo,
se acopla a los receptores específicos de la célula, y estas combinaciones de hormonas y receptores
le transmiten instrucciones químicas al mecanismo interno de la célula.

Cuando los niveles hormonales alcanzan cierta cantidad normal o necesaria, hay importantes
mecanismos corporales que detienen la secreción para mantener estos niveles hormonales en la
sangre. Esta regulación de la secreción de hormonas puede incluir a la hormona misma o a otra
sustancia presente en la sangre relacionada con la hormona.

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Nombre Origen Efecto

Sistema nervioso central,


Serotonina Controla el humor, el apetito y el sueño.
tracto gastrointestinal

Respuesta de lucha o huida: aumento del ritmo cardíaco y del


volumen sistólico, vasoconstricción, aumento del catabolismo del
Adrenalina glucógeno en el hígado, de la lipólisis en los adipocitos; todo ello
Médula adrenal
(o epinefrina) incrementa el suministro de oxígeno y glucosa al cerebro y
músculo; dilatación de las pupilas; supresión de procesos no
vitales (como la digestión y del sistema inmunitario).

Aumento del ritmo cardíaco y de la presión arterial


Riñón, hipotálamo (neuronas
Dopamina inhibe la liberación de prolactina y hormona liberadora de
del núcleo infundibular)
tirotropina.

Aumenta la sensibilidad a la insulina por lo que regula el


Adiponectina Tejido adiposo
metabolismo de la glucosa y los ácidos grasos.

Péptido natriurético
Corazón (células musculares Regula el balance de agua y electrolitos, reduce la presión
auricular
de la aurícula derecha) sanguínea.
(o atriopeptina)

Construcción del hueso, reducción del nivel de Ca2+ sanguíneo,


Calcitonina Tiroides incrementa el almacenamiento de Ca2+ en los huesos y su
reabsorción en el riñón.

Estómago (células
Gastrina Secreción de ácido gástrico.
parietales), duodeno

Ghrelina Estómago Estimula el apetito y la secreción de hormona del crecimiento.

Glucogenólisis y gluconeogénesis, lo que incrementa el nivel de


Glucagón Páncreas (células alfa)
glucosa en sangre.

Estimula la entrada de glucosa desde la sangre a las células, la


glucogenogénesis y la glucólisis en hígado y músculo; estimula la
Insulina Páncreas (células beta)
entrada de lípidos y la síntesis de triglicéridos en los adipocitos y
otros efectos anabólicos.

Leptina Tejido adiposo Disminución del apetito y aumento del metabolismo.

Orexina Hipotálamo Aumenta el gasto de energía y el apetito.

Estimula la secreción de bicarbonato; realza los efectos de la


Secretina Duodeno (células S)
colecistoquinina; detiene la producción de jugos gástricos.

Numerosos efectos: inhibe la liberación de hormona del


Hipotálamo (células
crecimiento y hormona liberadora de tirotropina; suprime la
neuroendocrinas del núcleo
liberación de gastrina, colecistoquinina, secretina, y otras muchas
Somatostatina periventricular), islotes de
hormonas gastrointestinales; reduce las contracciones del músculo
Langerhans (células delta),
liso intestinal;3 inhibe la liberación de insulina y glucagón;
aparato gastrointestinal
suprime la secreción exocrina del páncreas.

Aumento de la ingestión de alimentos y disminución de la


Neuropéptido Y Estómago
actividad física.

Encefalina Riñón (células cromafines) Regula el dolor.

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Nombre Origen Efecto

Estimula la gluconeogénesis; inhibe la captación de glucosa en el


Glándulas suprarrenales
músculo y en el tejido adiposo; moviliza los aminoácidos de los
Cortisol (células fasciculadas y
tejidos extrahepáticos; estimula la lipólisis en el tejido adiposo;
reticulares)
efectos antiinflamatorios e inmunodepresivos.

Estimula la reabsorción de sodio y la secreción de potasio e iones


Corteza adrenal (células
Aldosterona hidrógeno en el riñón, lo que hace aumentar el volumen
glomerulares)
sanguíneo.

Crecimiento, aumento de la masa muscular y de la densidad ósea;


maduración de los testículos, formación del escroto, crecimiento
Testosterona Testículo (células de Leydig)
del vello púbico y axilar, modificación del aparato vocal (la voz se
hace más grave).

Androstenediona Glándulas adrenales, gónadas Substrato para los estrógenos.

Crecimiento; crecimiento del vello púbico y axilar en la mujer


principalmente, promueve la diferenciación de los caracteres
sexuales secundarios femeninos; estimula diversos factores de
Ovario (folículo de Graaf, coagulación; incrementa la retención de agua y sodio. Refuerza los
Estradiol (17β-
cuerpo lúteo), testículo cánceres de mama sensibles a hormonas6 (la supresión de la
estradiol)
(células de Sértoli) producción de estrógenos es un tratamiento para dichos cánceres).
En los hombres, previene la apoptosis de las células germinales;7
retroinhibidor negativo de la síntesis de testosterona en las células
de Leydig.8

Actúa en el desarrollo de los caracteres sexuales y órganos


Ovario (células granulosas),
Estrona reproductores femeninos, realiza el mantenimiento del control
adipocitos
electrolítico y aumenta el anabolismo de proteínas.

Mantiene el embarazo:9 convierte el endometrio en órgano


Ovario (cuerpo lúteo), secretor, hace al moco cervical impermeable al esperma, inhibe la
Progesterona glándulas adrenales, placenta respuesta inmunitaria contra el embrión, disminuye la coagulación
(durante el embarazo) sanguínea: incrementan la formación y la agregación plaquetarias,
vasoconstricción; broncoconstricción.

2.6 La conducta instintiva

      Como caracteres de la conducta instintiva destacan: a) El ser innata, es decir, no aprendida, ni
siquiera por imitación. Nace con el ser vivo y se mantiene sin variación sensible de pautas comunes
para todos los individuos según sus especies. No se afirma que las diversas varieda-des del i. se
manifiesten desde el principio. La diferenciación cualificadora de la instintividad se realiza de modo
sucesivo, adquiriendo diversas modalidades en el curso posterior de la vida. b) Todo acto instintivo
es teleológico, ordenándose a finalidades concretas. La tensión emocional, que parece mantener la
acción instintiva, sólo desaparece con el alcance o supresión, en el ámbito de la experiencia, de su
fin específico. c) El i. sobrepasa por su alcance la propia individualidad del ser vivo. Dicho en
términos psicológicos: las finalidades instintivas se encuentran más allá de los intereses vivenciables
de inmediato. d) La conducta instintiva, aun cuando en el ser psíquico consciente -que es el hombre-
sea ordinariamente advertida, no requiere, en principio, la intervención de la inteligencia. De hecho,
la excesiva atención frente al fenómeno puede llegar a condicionarlo de modo negativo. Justamente

IH 15
en esta singular y paradójica relación de lo instintivo y lo intelectual reside tanto la posibilidad de
rechazamiento o inhibición del proceso como la de su conversión en anomalía perversiva.
      
      Respecto de los actos reflejos (v.) los i. suponen cierto enriquecimiento biológico. Lo que hizo
posible el desarrollo de la reflexología (v_.) fue el aislamiento experimental de ciertos fragmentos o
sectores del organismo. La conducta instintiva, sin embargo, implica la 'totalidad del ser vivo,
realidad manifiesta en el concluyente carácter transitivo de la misma; mientras que los reflejos se
cierran, por así decir, sobre el propio sujeto de experiencia. Cuando se pretendió explicar la
conducta instintiva apelando a la existencia de cadenas de reflejos, se insistía en la regularidad con
que unos y otros se ofrecen al observador; pero basta observar la influencia existente entre los i.
concretos y esa plasticidad que hace posible que la satisfacción de los mismos pueda alcanzarse de
distintos modos, para advertir que el modelo funcional de la acción refleja es rebasado siempre por
cualquier i.
      
      La conducta instintiva tiene un significado que desborda todo tipo de explicación mecanicista.
Frente a las hipótesis que consideran al animal como un objeto divisible en partes, protesta siempre
la realidad, que se sirve de lo instintivo para regular una conducta que en el animal se ordena
siempre a la concreta finalidad de conservar la vida. Así, la instintividad resulta ser el modo
primario común a todos los seres vivos de realizarse como tales y de alcanzar sus fines específicos.
Instintivo es aquello que en una circunstancia concreta y en un individuo singular hace que la vida
se actúe.
      
      2. Psicología comparada de la instintividad. Para establecer las diferencias psicológicas entre los
animales y el hombre se ha de partir de la correspondiente biología. El carácter transitivo de los i.
revela la existencia de un ambiente o mundo propio, cuya forma y extensión delimita el lugar común
de la actividad vital. Las experiencias de J. J. von Uexküll demostraron que no sólo cabía diferenciar
el mundo de las distintas especies animales, sino el de éstas considerado en su conjunto y el del
hombre. El mundo o habitat del animal se enriquece, en cuanto a los elementos que lo constituyen,
en forma paralela a la complicación de las estructuras biológicas de la especie a que pertenece. El
mundo del hombre no es sólo más rico cuantitativamente, sino distinto.
      
      Bolk, biólogo alemán, formuló, hacia los años veinte, una original y sorprendente teoría sobre el
origen del hombre, según la cual el proceso morfológico de «humanización» fue esencialmente una
«fatalización»; la situación del recién nacido humano es más precaria que la de cualquier animal.
Este retraso es sólo un signo de lo que esencialmente caracteriza al ser humano; a saber, el tiempo
extremadamente lento de su desarrollo biológico, fenómeno denominado por Bolk «principio de
retardación». Comparado el hombre con los individuos de cualquier especie animal, resulta evidente
la rapidez con que éstos alcanzan la forma y modo de su ser adulto. El hombre nace sin «acabar»: de
hecho necesita aprenderlo todo. Y es precisamente esto lo que le abre a las nuevas y mayores
posibilidades de un mundo más amplio. La constitutiva seguridad biológica que el i. confiere a los
animales hace del mundo de éstos un habitat cerrado, concluido, tanto más cuanto más rápido es el
proceso de mutua adaptación vital. La integración vital del hombre y su mundo no acaba nunca.
      
      El habitat físico es experimentado como algo discontinuo. La delimitación objetivadora de la
realidad enriquece cuantitativamente los puntos o elementos de la referencia. El resultado de este
proceso supone, junto a la disolución de los nexos físicos, la apertura del espacio y la capacidad de
introducir una lejanía que permite la renuncia de lo inmediato. En el plano de la experiencia interna
la apertura del espacio físico es correlativa de parejo fenómeno de dilatación de la intimidad. De ahí
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que el hombre no sólo sea capaz de renunciar a lo inmediato sensible, sino de instituirlo con las
imágenes de la fantasía creadora. Se trata de un fenómeno específicamente humano e instintivo que
el psicoanálisis ha designado con el término «sublimación», refiriéndolo, como es sabido, a las
exigencias no satisfechas de la libido. G. Thiboh ha propuesto una interpretación de la naturaleza de
este último hecho más acorde, sin duda, con la teoría general del comportamiento. La sublimación
es como una especie de reflejo ascensional de los i. hacia las fuentes inmateriales del ser humano.
Los sencillos ritmos biológicos se integran en la dinámica abarcativa de un ser, cuya totalidad rebasa
el plano de lo biológico. La sublimación así entendida va acompañada de un sentimiento de
equilibrio y de plenitud, revelador de la liberación del sujeto respecto de las servidumbres y
disonancias de las tendencias inferiores.
      
      Frente al comportamiento animal, la conducta humana se despliega instintivamente en dos fases.
La primera caracterizada por el predominio del impulso a la actividad; la segunda, por la
satisfacción de la necesidad sentida. La patología de los i. depende más del modo de satisfacer
objetivamente la referida necesidad que de la intensidad y grado del impulso. Por otra parte, el
comportamiento instintivo no resulta, casi nunca, del despliegue de un solo i. De hecho, toda la
instintividad opera de continuo, aun cuando lo que en un momento determinado aparece a los ojos
del observador sea una integración resultante de la acción recíproca de todos ellos. El efecto
inhibitorio que, p. ej., el miedo y el hambre producen sobre cualquier proceso instintivo, es del
dominio común.
      
      Junto al fenómeno anteriormente descrito ha de situarse en el hombre la plasticidad o capacidad
de moldeamiento de los diferentes i. Además y aun por encima de las necesidades biológicas se
encuentra la propia y singular necesidad de ser, sin más. Se trata también de una realidad instintiva,
o si se prefiere otra expresión de una tendencia que reuniendo los caracteres de lo instintivo lleva a
los individuos singulares a alcanzar progresivamente su fin específico. Definida por López Ibor
como «instinto de perfección», es el móvil que lleva al ser humano a completarse, a adquirir una
forma exuberante y nítida al mismo tiempo.
      
      3. Clasificación de los instintos. El reconocimiento de i. singulares responde a la misma
necesidad conceptual de definir lo instintivo en sí. Cuando los psicólogos médicos abordaron su
estudio, partieron de la hipótesis del i. único. Para el psicoanálisis era la libido entendida como
fuente absoluta de toda concupiscencia. Posteriormente, el propio Freud (v.) agregó a la libido,
limitada al i. sexual, el i. tanático o de muerte y los i. del yo. En Adler (v.) las tendencias
fundamentales se derivan del i. de «dominio». Jung (v.), aunque sigue utilizando el término libido,
lo hace con una significación más amplia. Los psicólogos anglosajones, más cerca de la dirección
empírica y experimental, manejan hipótesis más politemáticas. McDougall, p. ej., describe hasta
dieciocho i.
      
      Fenomenológicamente, siempre que se trata de reducir los i. a otros se llega a la conclusión de
que la instintividad se ordena alrededor de dos direcciones o tendencias fundamentales: la
conservación de lo vivo y la conservación o perpetuación de la especie. Una y otra significando la
incoación o correlato biológico del egoísmo y el altruismo caracteriales. Alrededor de estas dos
direcciones la conducta instintiva se despliega en una serie de manifestaciones específicamente
diversificables según el estrato funcional de la economía biológica y la singular situación vital del
individuo.
      
      a) Instinto de conservación. En un primer nivel la instintividad se ordena al mantenimiento del
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status orgánico indispensable para la vida individual. Incluye la homeostasis o equilibrio del ser vivo
con su entorno físico (v. FISIOLOGÍA) y el recambio material (v. NUTRICIÓN). Psicológicamente,
además de los correspondientes fenómenos fisiológicos, las situaciones de stress o desequilibrio por
cambios bruscos del medio o disminución de la capacidad vital son registradas como malestar más o
menos intenso que puede llegar al sentimiento de alarma e incluso a trastornos de la conciencia.
      
      b) El instinto nutricio es más polifacético y complejo, la carencia de sustancias alimenticias
puede incidir en lo psíquico desde un simple malestar difuso a sensaciones localizadas en el tracto
digestivo. El hambre y la sed como sentimientos sensoriales revelan así la doble vertiente psico-
física del fenómeno, a la vez que permiten la posibilidad de regulaciones instintivas ajenas a lo
meramente fisiológico. Las experiencias y observaciones son tan numerosas como demostrativas.
Los animales comen habitualmente según proporciones específicas determinables. Kafka, psicólogo
checo contemporáneo, estudió el comportamiento de las gallinas en este sentido, demostrando que el
hambre y la saciedad están condicionadas tanto por necesidades intrínsecamente orgánicas como por
factores externos de situación. En el hombre los condicionamientos son mucho más complicados.
Los usos y costumbres, los hábitos, la cultura y las creencias no sólo intervienen en el modo de
satisfacer las necesidades, sino que contribuyen a crearlas: se puede resistir el ayuno o vivirlo
positivamente como una virtud moral (huelgas por el hambre y huelgas de hambre). Mac Swiney,
alcalde de Cork, ayunó voluntariamente durante 75 días que estuvo preso; es, según Grafe, el tiempo
de ayuno más largo comprobado oficialmente. En lo relativo al i. nutricio toda una teoría del arte
culinario ha venido a integrarse en estilos de vida individuales y colectivos. El simple hecho de la
metamorfosis que la alimentación ha sufrido en el curso de la historia acredita la constitutiva
apertura de la vida humana.
      
      c) La conservación se actúa, además, como instinto de defensa en situaciones de amenaza para la
integridad del sujeto, de acuerdo con dos modalidades radicales: la inmovilización y la huida. La
relación entre estos dos modos de defensa con el i. o impulso primario a la actividad y su carácter
reactivo ha motivado que la mayoría de los psicólogos los incluyan entre las especies de impulsos o
tendencias comunes a los seres vivos en general (V. IMPULSOS). Debe anotarse, sin embargo, que
la estructura psicológica de las llamadas por López Ibor reacciones de «sobrecogimiento y
sobresalto» está relacionada con los sentimientos de angustia, miedo e inseguridad (V. ANGUSTIA;
HISTERIA).
      
      Como manifestaciones marginales del i. de conservación, aun cuando en rigor tengan una
significación más profunda y afín a los impulsos básicos, deben incluirse la agresividad (v.) y las
tendencias gregarias. La filiación instintiva de la agresividad ha surgido de la problemática
planteada por Freud en la última de sus formulaciones doctrinales, al contraponer los i. de vida
(eros) y los i. de muerte (thanatos). La finalidad destructiva de la agresividad revelaría la existencia
de una propiedad general de lo instintivo ordenada a la reproducción de estados anteriores. Para
Freud, el fin de la instintividad es el restablecimiento del equilibrio alterado por las tensiones
creadas por los estímulos externos. Lo orgánico regresaría a lo inorgánico original; la actividad de la
vida concluiría instintivamente en el reposo de la muerte. La prueba de esta tesis se basó en la
observación de la cualidad iterativa de los juegos infantiles y de ciertas manifestaciones patológicas
(p. ej., los sueños angustiosos). Sin embargo, el análisis de tales fenómenos en las situaciones
clínicas en que aparecen con particular relevancia (en las obsesiones) demuestra que su verdadera
significación instintiva consiste más en conservar que en destruir. Frente a los sentimientos de
amenaza surgidos de las alteraciones del estado de ánimo (v.) fundamental, el sujeto reacciona, a
menudo, aplazando su decisión y sosteniéndose entretanto en una especie de compás de espera vital
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que cristaliza en la repetición de actos y vivencias. Hay, efectivamente, un impulso básico a la
repetición, ordenado, no a la destrucción, sino a la economía biológica. En forma independiente, la
agresividad puede ser destructora y alimentar ciertos modos de conocimiento que el propio
psicoanálisis ha definido como instinto epistemológico. Pero, en ningún caso, ni la agresividad
como tal ni la tendencia al conocimiento analítico tienen como finalidad la muerte.
      
      La constitutiva dimensión social de los seres vivos en general y del hombre en particular aparece
como una necesidad cuya satisfacción supone la correspondiente tendencia instintiva. Su forma más
elemental puede calificarse como instinto gregario. La referida necesidad no pertenece a la esfera
sexual. Más bien lo sexual debería, como veremos después, entenderse como una faceta de la
sociabilidad. El ¡.gregario da lugar a las agrupaciones animales: bandadas de aves, enjambres de
abejas, nubes de langostas, rebaños, etc. En la especie humana la tendencia se configura, al
integrarse en los planos superiores del ser personal, en las variadas formas de agrupación que van
desde la primordial «masa-tumulto» a los «públicos» configurados elementalmente en torno a
situaciones e intereses pasajeros.    
      d) Instinto sexual. Ante todo ha de advertirse que psicológicamente la sexualidad (v.) es un
hecho que rebasa el ámbito de lo instintivo. El que en las especies animales sexuadas lo sexual
revista en su estructura y actuación los caracteres de la instintividad y que estos mismos caracteres
puedan aislarse en el hombre, no demuestra sino que la sexualidad está ordenada primordialmente a
la perpetuación de la vida. En éste, como en todos los demás i., se revela que el proceso intercalado
entre la tendencia y el objeto o causa final es más largo y complicado en la especie humana. Esta
complejidad es, en definitiva, la prueba más importante del «lujo» biológico de los i. y de la radical
apertura de la vida del hombre. La plasticidad y dependencia recíproca de todas las tendencias e
impulsos básicos pueden alcanzar en la sexualidad humana formas tan extremadas y singulares que,
de hecho, el i. sexual resulta ser el más lábil y quebradizo de toda la economía. Ya en los animales
puede advertirse que el correlato emocional de este i. es, a menudo, menos violento que en otros, y
si bien es cierto que la fuerza y la tiranía del mismo puede llegar a ser gravemente perturbadora, no
lo es menos que la inferencia de la voluntad es capaz, al margen de la patología de inhibir su acción
(es lo que sucede, p. ej., en la virtud de la castidad, v.). De otra parte, lo que la propia patología
demuestra es que los aspectos extrafisiológicos del i. sexual son mucho más importantes que los
fisiológicos.
      
      En la conducta sexual intervienen cuatro niveles de condicionamiento: el fisiológico, el
sensorial, el afectivo y el noético.
      
      El nivel fisiológico es, sin duda, el regulador básico y naturalmente extraconsciente del proceso.
Intervienen en el mismo factores genéticos, hormonales y gonadales (orgánicos), que inciden tanto
en la puesta a punto del proceso como en la determinación individual del propio sexo. Los
resultados de la castración por enfermedades, traumatismos o intervenciones quirúrgicas, las
alteraciones morfológicas o funcionales del gran regulador neuroendocrino que es la hipófisis, así
como el bloqueo de la conducción nerviosa en distintos niveles, demuestran que la lesión o
aislamiento de los factores señalados no produce la anulación absoluta del apetito sexual, y ni
siquiera incide en la trama instintiva, cuyas motivaciones fundamentales dependen tanto del impulso
como de la voluntad refleja y del mundo de las imágenes y representaciones.
      
      En el plano sensorial el i. comporta nuevas complejidades. Todavía está por esclarecer la
existencia de una sensación sexual específica. Por otra parte, la experiencia natural muestra que toda
sensación sexual va acompañada de otras sensaciones táctiles, de contacto, calor o frío. Cierto que
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los órganos genitales son, de ordinario, el punto de partida y de localización principal de la
sensación considerada típica, pero fenomenológicamente una sensación distinta e irreductible a otras
no existe. La llamada sensación sexual es un ejemplo típico de formalización conjuntada, posible en
este caso, como en los llamados sentimientos sensoriales, por la presencia de una constelación
afectiva peculiar.
      
      En el despliegue del i. participa condicionándolo todo, y de modo eminente su expresión
sensorial, el estrato afectivo, gracias al cual lo instintivo adquiere aquí, como en el i. nutricio,
cualidades psicológicas diferenciales. La entidad específica de lo sexual viene dada en el plano de la
vivencia por los sentimientos eróticos, los cuales son dependientes, a su vez, dentro del circuito de la
experiencia íntima, de la conciencia.
      
      Justamente el dinamismo de lo noético, como nivel condicionante de la instintividad, ha de
entenderse como integrador de lo que en la tendencia -realidad no consciente es dado como
principio de actividad. En rigor lo que llamamos i. no tiene más que una realidad virtual que sólo
puede conocerse en tanto se actúa en el ámbito de la vivencia o en el de las situaciones concretas.
      
      Los sexólogos han señalado un aspecto de particular importancia y significación específica en el
despliegue de este i.: la presencia de sentimientos de pudor. Spranger, psicólogo alemán, discípulo
de W. Dilthey (v.), relaciona el pudor sexual con el misterio de la vida. Es bien sabido que ni la
llamada «educación sexual» (V. EDUCACIÓN v) ni la adecuada y prudente ilustración sobre el
sexo son capaces de evitar sus turbulencias ni sus requerimientos de pudor. Se trata de un fenómeno
universal e innato. Havellock Ellis ha observado que entre las gentes no civilizadas los sentimientos
de pudor son todavía más invencibles que entre las civilizadas. Es cierto que el pudor puede adquirir
modos dependientes de los usos, tradición y experiencia, disminuir y aun desaparecer, pero en tales
casos se trata de inhibiciones desencadenadas por tendencias contrarias o, en el caso del
exhibicionismo, de condicionamientos psicopatológicos. Acerca de la naturaleza del pudor parece
indudable que no se trata de una tendencia especial, sino de una exigencia de orden y moderación en
el ejercicio, tanto de éste como de otros i.

Si pudieramos conjuntar los diferentes instintos, yo lo haría en cuatro grupos:

1) Autoconservación: nutricio, defensa, uida

2) Perfeccionamiento: adaptación, cratividad cultural, agresividad

3) Afiliación: gregario, sexual, maternal

4) Trascendencia: procreación, religioso

Trabajo personal

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