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5.

Confusiones y límites en la liturgia por la clericalización de los laicos


  La clericalización de los laicos se ha puesto de relieve, palpable, en mayor o
menor grado, en la liturgia.
  Así se han multiplicado innecesariamente ministerios que acaparaban la
liturgia, y se relegaba el papel del sacerdocio ministerial casi exclusivamente a
la recitación de las palabras de la consagración; se han llegado a desarrollar
continuas intervenciones en la liturgia, con una visión antropocéntrica, para que
fueran seglares los que subieran y bajaran del presbiterio, hablaran, leyeran,
incluso predicaran a su modo. Se les ha situado en el presbiterio para
desacralizar cuanto más posible la celebración litúrgica y convertirla en
“circular”, “asamblearia”, y se ha llegado a banalizar la distribución de la
sagrada comunión, cuando sin una verdadera necesidad (ministros
extraordinarios o ministros ad casum), se ha favorecido que sean seglares los
que la distribuyan, y en algunos casos además,  mientras el sacerdote está
sentado. Son abusos reales que se han producido y es una mentalidad
difundida:
 “En la práctica, en los años posteriores al Concilio, para cumplir este deseo se
extendió arbitrariamente “la confusión de las funciones, especialmente por lo que
se refiere al ministerio sacerdotal y a la función de los seglares:  recitación
indiscriminada y común de la plegaria eucarística, homilías pronunciadas por
seglares, seglares que distribuyen la comunión mientras los sacerdotes se eximen”
(Instrucción Inestimabile donum, 3 de abril de 1980, Introducción:  L’Osservatore
Romano, edición en lengua española, 1 de junio de 1980, p. 17).
Esos graves abusos prácticos han tenido con frecuencia su origen en errores
doctrinales, sobre todo por lo que respecta a la naturaleza de la liturgia, del
sacerdocio común de los cristianos, de la vocación y de la misión de los laicos,
en lo referente al ministerio ordenado de los sacerdotes” (Juan Pablo II, Disc. al
4º grupo de Obispos de Brasil en visita ad limina, 21-septiembre-2002).
  Lo que en algunas circunstancias y territorios de misión pudo ser un servicio
en ausencia y espera de sacerdote, se ha convertido, por una mala teología y
praxis pastoral, en algo permanente, confundiendo la distinta misión del
sacerdocio bautismal de aquella que es propia del sacerdocio ministerial.
  “Los laicos eviten realizar en la liturgia las funciones que son de competencia
exclusiva del sacerdocio ministerial, puesto que sólo este actúa específicamente in
persona Christi capitis.
Ya me he referido a la confusión y, a veces, a la equiparación entre sacerdocio
común y sacerdocio ministerial, a la escasa observancia de ciertas leyes y normas
eclesiásticas, a la interpretación arbitraria del concepto de “suplencia", a la
tendencia a la “clericalización” de los fieles laicos, etc.” (Juan Pablo II, Disc. al 4º
grupo de Obispos de Brasil en visita ad limina, 21-septiembre-2002).
  La liturgia llega a convertirse en un campo de batalla cuando se termina
por buscar un protagonismo, alcanzar un relieve delante de los demás,
por el desempeño de tantos y tan variados ministerios, muchos de ellos
inventados, para favorecer, hipotéticamente, la participación de los fieles.
En realidad, son los males derivados de la clericalización de los laicos en la
liturgia: ni favorecen la santidad de la liturgia, ni potencian el sacerdocio
bautismal de los fieles, más bien lo entorpecen.
 No se puede pensar ni siquiera argumentar, que la liturgia es la que permite
semejantes cosas; más bien entra en el triste capítulo de “abusos” difundidos
que desfiguran la misma liturgia: “Junto a estos beneficios de la reforma
litúrgica, hay que reconocer y deplorar algunas desviaciones, de mayor o
menor gravedad, en la aplicación de la misma. Se constatan, a veces…
confusionismos entre sacerdocio ministerial, ligado a la ordenación, y el
sacerdocio común de los fieles, que tiene su propio fundamento en el
bautismo”[1].
  Por eso pertenece al sacerdocio ministerial, y no al sacerdocio común de los
fieles:
  -presidir la santa liturgia y pronunciar las partes que le son propias, que
no pueden ser recitadas por un laico o por todos a la vez; especialmente la
Plegaria eucarística: “es un abuso hacer que algunas partes de la Plegaria
Eucarística sean pronunciadas por el diácono, por un ministro laico, o bien por
uno sólo o por todos los fieles juntos. La Plegaria Eucarística, por lo tanto, debe
ser pronunciada en su totalidad, y solamente, por el Sacerdote” (Instrucción
Redemptionis sacramentum, 52).
  -pronunciar la homilía es específico del ministro ordenado: “la hará,
normalmente, el mismo sacerdote celebrante, o él se la encomendará a un
sacerdote concelebrante, o a veces, según las circunstancias, también al
diácono, pero nunca a un laico” (IGMR 66);
  -la fracción del Pan consagrado, mientras se canta el Agnus Dei,
corresponde al sacerdote (y al diácono) si precisa ayuda, pero jamás un laico:
“la fracción del pan eucarístico la realiza solamente el sacerdote celebrante,
ayudado, si es el caso, por el diácono o por un concelebrante, pero no por un
laico; se comienza después de dar la paz, mientras se dice el «Cordero de
Dios»” (Instrucción Redemptionis sacramentum, 73);
  -es un abuso claro, que convierte la liturgia en antropocentrismo y catequesis,
la introducción de testimonios por parte de laicos, misioneros o incluso
sacerdotes; su lugar debe ser fuera de la Misa (antes o después); “Si se diera
la necesidad de que instrucciones o testimonios sobre la vida cristiana sean
expuestos por un laico a los fieles congregados en la iglesia, siempre es
preferible que esto se haga fuera de la celebración de la Misa. Por causa
grave, sin embargo, está permitido dar este tipo de instrucciones o testimonios,
después de que el sacerdote pronuncie la oración después de la Comunión.
Pero esto no puede hacerse una costumbre. Además, estas instrucciones y
testimonios de ninguna manera pueden tener un sentido que pueda ser
confundido con la homilía, ni se permite que por ello se suprima totalmente la
homilía” (Instrucción Redemptionis sacramentum, 74);
  -no es lícito que la distribución de la sagrada comunión se haga siempre
por laicos, eximiéndose el sacerdote de su distribución: “Repruébese la
costumbre de aquellos sacerdotes que, a pesar de estar presentes en la
celebración, se abstienen de distribuir la comunión, encomendando esta tarea
a laicos” (Inst. Redemptionis sacramentum 157); los laicos llamados a distribuir
la comunión serán en caso de verdadera necesidad ministros ad casum o
ministros extraordinarios; “Corresponde al sacerdote celebrante distribuir la
Comunión, si es el caso, ayudado por otros sacerdotes o diáconos; y este no
debe proseguir la Misa hasta que haya terminado la Comunión de los fieles.
Sólo donde la necesidad lo requiera, los ministros extraordinarios pueden
ayudar al sacerdote celebrante, según las normas del derecho” (Instrucción
Redemptionis sacramentum, 88);
  -ya que la Eucaristía es un don que se recibe, ni los diáconos ni los fieles
laicos pueden tomarla por sí mismos directamente del altar, o mojando la
forma consagrada en el cáliz: debe ser don que se recibe de manos de los
ministros. “No está permitido que los fieles tomen la hostia consagrada ni el
cáliz sagrado «por sí mismos, ni mucho menos que se lo pasen entre sí de
mano en mano». En esta materia, además, debe suprimirse el abuso de que
los esposos, en la Misa nupcial, se administren de modo recíproco la sagrada
Comunión” (Instrucción Redemptionis sacramentum, 94);
  -menos grave en parte, pero amplísimamente extendido, es el abuso de las
moniciones convertidas en pequeñas homilías por su extensión (y a veces
improvisando), casi invadiendo la liturgia, incluso en momentos que jamás han
sido previstos para moniciones sino para cantos, por ejemplo, presentando
cada ofrenda con una monición explicativa, o la larga y cansina monición de
“acción de gracias” después de la comunión, en vez de un canto o el silencio
adorante. Deben ser “breves explicaciones y moniciones para introducirlos en
la celebración y para disponerlos a entenderla mejor. Conviene que las
moniciones del comentador estén exactamente preparadas y con perspicua
sobriedad. En el ejercicio de su ministerio, el comentarista permanece de pie
en un lugar adecuado frente a los fieles, pero no en el ambón” (IGMR 105).
  ¿Acaso todo esto sería impedir que los fieles participen en la liturgia? ¡Al
revés! Será devolverles su dignidad de pueblo santo sin querer
clericalizarlos; harán aquello que les sea propio, sin añadidos ni
omisiones, como deseaba el Concilio Vaticano II: “En las celebraciones
litúrgicas, cada cual, ministro o simple fiel, al desempeñar su oficio, hará todo y
sólo aquello que le corresponde por la naturaleza de la acción y las normas
litúrgicas” (SC 28).
  Los fieles laicos, viviendo su sacerdocio bautismal sin cortapisas, participarán
en la liturgia ofreciendo y ofreciéndose, santificando todas las realidades de su
vida: “Realizada la ofrenda, la comunión eucarística que la sigue está destinada
a proporcionar a los fieles las fuerzas espirituales necesarias para el pleno
desarrollo del «sacerdocio» y especialmente para la ofrenda de todos los
sacrificios de su existencia diaria”[2]. Entonces la liturgia, y especialmente la
santísima Eucaristía, serán la fuente y la cumbre de su vida cristiana.
  Así todos vivirán aquello mismo que se suplica en la Liturgia de las Horas:
 “Que todo el día de hoy sepamos dar buen testimonio del nombre cristiano y
ofrezcamos nuestra jornada como un culto espiritual agradable al Padre”[3].
 “Cristo, sacerdote eterno, glorificador del Padre, haz que sepamos ofrecernos
contigo, para alabanza de la gloria eterna”[4].
"Las mujeres llevamos mucho tiempo haciendo mucho y buen
trabajo callado en la Iglesia, demostrando con nuestros hechos ser
buenas gestoras, buenas teólogas y estar implicadas a fondo en la
gestión eficiente del trabajo pastoral"

14.08.2019  Jesús Bastante

Tras la polémica salida del Nuncio Fratini y su ataque al Gobierno a cuenta de la


exhumación de Franco (“Han resucitado a Franco”, llegó a decir), la Santa Sede quiere
que el próximo representante del Papa Francisco en España sea un símbolo de los
nuevos tiempos para la Iglesia española.

Un hombre que muestre a las claras la necesidad de reforma y la apertura en las


relaciones Iglesia-Estado, y que pueda servir de esperanza para muchos. ¿Un
hombre? ¿Por qué no una mujer? La legislación canónica no lo impide, y
asociaciones de cristianos y cristianas de base de todo el Estado así lo han pedido, en
una carta enviada al Vaticano: “¡Queremos una Nuncia!”

La iniciativa, lanzada por la Asociación Mulleres Cristiás Galegas Exeria, con el apoyo
de la Asociación de Teólogas Españolas, Mujeres y Teología Zaragoza y Sevilla,
DonesCreients València, Red Miriam de Espiritualidad Ignaciana Femenina, Col-lectiu
de Donnes en l'Esglesia y Colectivo AGAR, también ha sido respaldada por colectivos
de Iglesia de base, como Redes Cristianas y las Comunidades Cristianas Populares. En
el escrito, las firmantes ven “con preocupación la dificultad para encontrar a una
persona que se ponga al frente de la Nunciatura Española”.

Pilar Belosillo, la pionera


¿Por qué no una mujer?, se pregunta el texto, que recuerda “la voz de Pilar Bellosillo,
mujer española que participó en el Concilio Vaticano II”, para “hacer oír nuestra voz en
este proceso de elección”, apelando al Papa que “este es el momento de echar a
andar un sueño: el sueño de ver a una mujer dirigir una Nunciatura en la Iglesia
Católica”.

Y es que, afirma la carta, “las mujeres llevamos mucho tiempo haciendo mucho y buen
trabajo callado en la Iglesia, demostrando con nuestros hechos ser buenas gestoras,
buenas teólogas y estar implicadas a fondo en la gestión eficiente del trabajo
pastoral”.

Pese al patriarcado reinante en la Iglesia española, ésta “cuenta con mujeres en


muchos y muy diversos puestos: elaborando pensamiento teológico tenemos un buen
grupo”. Así, recuerdan que una mujer, Miram Cortés, “gestiona y dirige la Universidad
Pontificia de Salamanca”. Otra preside la Asociación Bíblica Española, una mujer es la
presidenta de la CONFER, “y hay buenas y generosas mujeres dirigiendo diferentes
movimientos sociales de la Iglesia como Manos Unidas o Cáritas”.

Un equipo de gestión inspirado en el Concilio


“Y, por supuesto, hay mujeres preparadas y formadas en diplomacia, diplomáticas de
carrera, posibles candidatas a gestionar y dirigir una Nunciatura”, resaltan. Mujeres
“que son capaces de dar forma a un equipo de gestión y gobierno inspirado en el
Concilio Vaticano II, con los ojos puestos en los últimos, trabajando por favorecer
una presencia de la Iglesia en la sociedad española que se caracterice por el servicio,
poniendo los cuidados en el eje de su acción”.

Por eso, concluye la nota -enviada en castellano, gallego, euskera y catalán- “queremos
solicitarle a Su Santidad que tenga presente en sus deliberaciones a las mujeres de
esta Iglesia que se renueva cada día con sus gestos y palabras, acciones que nos
hacen sentir a todos que otra Iglesia es posible”.

Este es el documento íntegro

¡Queremos una Nuncia!

Desde la Asociación Mulleres Cristiás Galegas Exeria, con el apoyo de la Asociación de


Teólogas Españolas, Mujeres y Teología Zaragoza y Sevilla, DonesCreients València, Red
Miriam de Espiritualidad Ignaciana Femenina, Col-lectiu de Donnes en l'Esglesia, Colectivo
AGAR, estamos viendo con preocupación la dificultad para encontrar a una persona que se
ponga al frente de la Nunciatura Española.

Haciendo resonar en nuestros corazones la voz de Pilar Bellosillo, mujer española que
participó en el Concilio Vaticano II, queremos hacer oír nuestra voz en este proceso de
elección, favoreciendo la acción del Espíritu presente en el Pueblo de Dios. Sentimos que
este es el momento de echar a andar un sueño: el sueño de ver a una mujer dirigir una
Nunciatura en la Iglesia Católica.

Las mujeres llevamos mucho tiempo haciendo mucho y buen trabajo callado en la Iglesia,
demostrando con nuestros hechos ser buenas gestoras, buenas teólogas y estar implicadas
a fondo en la gestión eficiente del trabajo pastoral.

La Iglesia Católica española cuenta con mujeres en muchos y muy diversos puestos:
elaborando pensamiento teológico tenemos un buen grupo. También es una mujer quien
gestiona y dirige la Universidad Pontificia de Salamanca, una mujer preside la Asociación
Bíblica Española, una mujer es la presidenta de la CONFER y hay buenas y generosas
mujeres dirigiendo diferentes movimientos sociales de la Iglesia como Manos Unidas o
Cáritas. Hasta no hace mucho también una mujer dirigía la editorial BAC.
Y por supuesto, hay mujeres preparadas y formadas en diplomacia, diplomáticas de
carrera, posibles candidatas a gestionar y dirigir una Nunciatura. Mujeres que son capaces
de dar forma a un equipo de gestión y gobierno inspirado en el Concilio Vaticano II, con los
ojos puestos en los últimos, trabajando por favorecer una presencia de la Iglesia en la
sociedad española que se caracterice por el servicio, poniendo los cuidados en el eje de su
acción.

Por eso queremos solicitarle a Su Santidad que tenga presente en sus deliberaciones a las
mujeres de esta Iglesia que se renueva cada día con sus gestos y palabras, acciones que nos
hacen sentir a todos que otra Iglesia es posible.

Apoyan esta solicitud los siguientes colectivos: Asociación Encrucillada, Asociación Irimia,
Coordinadora de Crentes Galegos, Comunidade Home Novo, Vangarda Obreira, Foro
Cristiano de Zaragoza, Comunidades Cristianas Populares, Comités Oscar Romero de
Zaragoza y Vigo, HOAC Vigo, Comunidad Torrero III de Zaragoza, Redes Cristianas.

15 de Agosto de 2019

https://www.religiondigital.org/espana/Iglesia-Papa-Francisco-Nuncio-Espana-nuncia-
mujer_0_2149285071.html

El Vaticano hizo oficial el documento 'Querida Amazonía' donde se


recogen las propuestas para incentivar la eucaristía en las zonas
amazónicas. En esta exhortación, el pontífice pasó por alto la posibilidad
de ordenar a hombres casados y la de crear la figura de diaconisas,
mujeres que puedan impartir sacramentos.

No hubo anuncio histórico en la Iglesia católica. El papa Francisco publicó este martes 12


de febrero su exhortación sobre el Sínodo de la Amazonía, en el que no se contempla
ordenar hombres casados ni la posibilidad de crear diaconisas, es decir, mujeres que
puedan impartir algunos sacramentos. 

Esta decisión llega a pesar de que los obispos de las regiones amazónicas, que


participaron en el Sínodo del año pasado, habían aprobado por dos tercios de la
mayoría la propuesta de ordenar sacerdotes a hombres casados y reconocidos por su
comunidad.

El documento titulado 'Querida Amazonía' contiene 52 páginas, divididas en 11 puntos. Un


texto en el que el papa recoge sus reflexiones sobre las cuestiones medioambientales,
culturales, sociales y políticas que ponen en peligro y oprimen a los pueblos del
Amazonas.

Aunque el fin del celibato parecía una de los cambios que podría llevar a
cabo Francisco, por su talante reformador, este se encontró con una fuerte
oposición dentro de la Iglesia, que hacía entender que, en caso de aprobarse la
medida, podrían volver a levantarse las asperezas entre las dos facciones
enfrentadas por el poder. 

Francisco pidió más eucaristías en el Amazonas y más responsabilidades


para las mujeres

El papa Francisco finalmente no acabó con el celibato de los sacerdotes en el


Amazonas, pero sí que reconoció la necesidad de que la eucaristía llegue a
esas zonas remotas. Por eso pidió un "aumento del rezo" para que crezcan las
vocaciones y el envío de misioneros. Para conseguirlo, el pontífice pidió a los
obispos una mayor generosidad orientando a aquellos que "muestran vocación
misionera" para que escojan la región amazónica. 

Otra de las posibles medidas que había generado expectación era la creación
de diaconisas. La decisión de contar con mujeres impartiendo
sacramentos ayudaría a aumentar el número de oficiantes en la región; sin
embargo Francisco justificó que esta medida no sería una avance, aludiendo a
su desconfianza de que el papel de las mujeres fuese a crecer solo por que se
les diera acceso a ser diaconisas. 

"Pero esta mirada en realidad limitaría las perspectivas, nos orientaría a


clericalizar a las mujeres, disminuiría el gran valor de lo que ellas ya han dado y
provocaría sutilmente un empobrecimiento de su aporte indispensable", trató
de explicar el papa argentino.

Sin embargo, el pontífice sí exhortó a la comunidad cristiana a promover el


surgimiento de nuevos servicios y carismas femeninos que respondan a las
necesidades des los pueblos amazónicos.

Los cambios en la Iglesia, frenados por el ala más conservadora 

Uno de los principales opositores a las medidas aprobadas en el Sínodo de la


Amazonía fue el cardenal Robert Sarah, que se ha mostrado defensor acérrimo
del celibato. Así lo hizo saber en el libro 'Desde lo profundo de nuestro
corazón', que publicó junto al papa emérito Benedicto XVI y en el que se hacía
una exacerbada defensa de la soltería obligatoria para los religiosos.

Pero precisamente Benedicto XVI, durante su papado, admitió excepciones en


el celibato al permitir que los sacerdotes anglicanos casados pudiesen formar
parte de la Iglesia católica.
De hecho, la ordenación de hombres casados es una discusión que viene de
lejos. Andrea Tornielli, director editorial de comunicación del Vaticano, escribió
en un artículo en 'Vatican News' que la discusión aún no ha terminado: "Puede
serlo aún en el futuro, porque 'la perfecta y perpetua continencia' no es
'ciertamente exigida por la naturaleza misma del sacerdocio', como declaró el
Concilio Ecuménico Vaticano II". 

Con AFP y EFE

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