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Ciclo Vital de la familia

Introducción

La familia es un sistema vivo y como tal atraviesa su propio desarrollo que implica cambios y
adaptaciones. El sistema familiar pasa por una serie de etapas, y lo que marca el paso de una
etapa a otra es que el sistema entra crisis, lo que le permite evolucionar, es decir no es estático.

Cuan hay una crisis en el sistema familiar, las consecuencias se desconocen, no hay certezas, solo
especulaciones. Pero ¿Qué se podría considerar como una crisis en la familia? Puede ser cualquier
evento que desestabilice a la familia, como la llegada de un hijo, una mentira, un casamiento, una
infidelidad, viejas riñas que recobran fuerza. Etc.

Como ya mencionamos, las consecuencias de las crisis se desconocen, pero podría decirse a groso
modo que hay dos escenarios posibles. En el primero escenario y el más saludable es en el cual la
familia supera la crisis, se adapta al cambio, se reestructura el funcionamiento y las relaciones y
puede continuar funcionando. El segundo escenario no es tan alentador, aquí la familia logró
superar la crisis, entran en juego los deseos y el sistema familiar se vuelve sintomático, por lo
general este síntoma se deposita en algún miembro de la familia quién empieza a enfermarse para
compensar la inestabilidad familiar. ¿Pero cómo se reflejan esos síntomas? Puede ser en
enfermedades como dolores de cabeza, gastritis, resfriados, o también síntomas de dolor psíquico
y emocional, como lo son ansiedades, conductas agresivas, depresión, angustias, fobias y en casos
más graves, en donde el sistema familiar es deficiente desde generaciones atrás, también pueden
desarrollarse síntomas psicóticos como alucinaciones, confusión interna y externa, incoherencia
en el habla. Etc.

Si aparece una familia sintomática quiere decir que esta existiendo una imposibilidad de resolver
la crisis, y por tanto se le dificultará pasar a la siguiente etapa. Un ejemplo de esto sería pasar de
una etapa en la que el hijo es un niño y se encuentra aparentemente listo para pasar a la
adolescencia, es decir, su desarrollo físico ya se va orientando hacía la siguiente etapa de
desarrollo, pero su desarrollo emocional y físico no se encuentran listos. Analicemos porque no lo
están, y para entenderlo tendremos que tomar en cuenta el sistema familiar.

Julián y Marta son esposos desde hace ya varios años, tienen dos hijos, uno de 20 y otro de 11. El
hijo mayor se salió de casa hace un año, y Marta se ha sentido muy sola pues Julián trabaja todo el
día. Es por ello que ahora quiere pasar más tiempo con su hijo menor, quiere ayudarlo con las
tareas, llevarlo al centro comercial por las tardes. El hijo, al estarse perfilando hacía la
adolescencia quiere cosas diferentes a las d su madre, quiere pasar menos tiempo con ella, desea
más libertad y desea su espacio. Cuando él ha intentado alejar a su madre, ella reacciona mal y se
pone muy ansiosa. Entonces él decide ceder ante las peticiones de la madre. Pronto él se empieza
a sentir enojado con todos, mal contesta en la escuela, sus calificaciones bajan y entonces empieza
a solicitar la ayuda de su madre, con lo que su madre se siente cómoda y deja de presentar
ansiedad.
¿Cuál es o cuáles son los eventos desencadenantes de la crisis? ¿Cuáles son los síntomas?
¿Quiénes portan los síntomas? ¿Qué está impidiendo que la crisis se resuelva? ¿Qué tendría que
pasar para que la crisis sea resuelta?

Los eventos desencadenantes son en un primero momento la salida de casa del hijo mayor, pero
esto sucedió previo a la crisis actual que tiene que ver con el paso de la niñez a la pubertad, y
previo a eso, esta la ausencia del padre.

Podemos ver así que son diferentes crisis que existen en esta familia y que no ha sido resueltas,
pero centremos nuestra atención en la crisis más actual, que es: el paso del hijo menor de la niñez
a la pubertad. Esta crisis no resuelta está generando síntomas en dos miembros de la familia, en
un primer momento genera síntomas en la madre que se siente ansiosa y angustiada, y
posteriormente en el hijo el cual se empieza a mostrar agresivo y a bajar su rendimiento escolar.
Con esto podemos ver como el síntoma puede ser dinámico y pasar de un miembro de la familia a
otro, pero algo muy característico es que un miembro tiene que estar enfermo mientras que los
otros están saludables, es como si cargara la enfermedad de otro.

Ahora bien lo que en este caso viene impidiendo la resolución de la crisis es el deseo de la manera
de tener un hijo pequeño que la acompañe siempre. Y lo que tendría que pasar es que si esta
madre fuera más o menos saludable, se responsabilizaría de sus propios deseos y angustias y
liberaría al hijo de ello. O bien el hijo tendría que poder ser capaz de poder transitar a la siguiente
etapa sin cargar los conflictos de la madre.

Con ese ejemplo también podemos ver como el proceso de desarrollo de la dinámica familia y las
situaciones inconclusas en otras etapas obstaculizan afectan a la siguiente y adquieren un efecto
acumulativo.

Ahora con este ejemplo, podemos inferir la respuesta al siguiente cuestionamiento ¿Por qué el
cambio de una etapa a otra se encuentra marcada por una crisis? Porque en cada etapa existe una
pérdida, percibida como peligrosa por el sistema familiar o alguno de sus miembros.

Etapas del ciclo vital

1. Parto: nacen los futuros conyugues


2. Infancia de los futuros conyugues
3. Adolescencia de los futuros conyugues
4. Noviazgo de los futuros conyugues
5. Matrimonio: constitución de una pareja estable
6. Nacimiento de los hijos
7. Periodo intermedio
8. El “destete de los padres”
9. El retiro de la vida activa

Adolescencia de los futuros conyugues.

En esta etapa el adolescente deberá empezar a diferenciarse respecto de su familia de origen, esta
diferenciación tendrá que ser una diferenciación física, emocional y psíquica. Es probable que en
esta etapa se logre con mayor facilidad de diferenciación física y el marcar el distanciamiento con
los padres, que es lo que tendría que haber pasado en el caso de Marta y su hijo. Pero es mucho
más compleja la separación emocional y todavía más difícil la separación psíquica, la cual puede
inclusive que se logre hasta varios años después de matrimonio.

La separación emocional tendrá que ver con que el adolescente sea capaz de tomar sus decisiones
sin anteponer las emociones de los padres a las suyas. En el caso anterior, el hijo antepuso las
necesidades de la madre a las propias, lo que generó que no se diera dicha vinculación.

La separación psíquica es todavía más compleja, porque ahí intervienen los deseos de los padres
hacía los hijos, las expectativas que tienen sobre la vida de los hijos y las identificaciones de los
hijos con los padres. Es decir, en muchas ocasiones, cuando actuamos y tomamos decisiones en
nuestra vida, de manera inconsciente, estas decisiones se ven influenciadas por fuertes deseos de
nuestros padres que estos nos han inculcado y que suelen reactivarse en la vida conyugal. Como
por ejemplo, de pronto discutimos con nuestra pareja porque no es atento con nosotros y
quisiéramos que si lo fuera. Si analizamos la situación puede ser que nuestra pareja si sea atenta y
nos diga buenos días al despertar, y al llegar a casa salude con un beso y un abrazo. Pero dicha
situación se contrasta con la queja que escuchamos toda nuestra infancia sobre que nuestro padre
no era atento porque no le traía rosas a mamá, y en nuestro inconsciente eso se ha grabado como
definición de atención. Si logramos hacer es diferenciación, estaremos empezando a construir una
relación libre.

Constitución de la pareja estable-matrimonio

“el arte del matrimonio sería conseguir la independencia conservando la involucración emocional
con la familia de origen”. Lo anterior es sumamente importante porque conseguir la
independencia y la separación no significa desvincularse con los miembros de la familia, significa
relacionarse con ellos a través de nuestros propios deseos y emociones.

En la medida de que cada miembro logre diferenciarse de su familia de origen, la relación será más
saludable, si no, es probable que pasen por varias dificultades antes de consolidarse como pareja.

En esta nueva etapa la pareja tiene que establecer acuerdos respecto a su funcionamiento,
nombras de convivencia, reglas, expectativas, con la finalidad de empezar a formar una estructura
familiar, si no se forma dicha estructura, cuando los hijos lleguen, la situación se complicará pues
será mucho más difícil y caótico organizarse.

Las principales fuentes de conflicto en esta etapa tienen que ver con el constante involucramiento
de la familia paterna en la relación de los nuevos cónyuges. Por lo general tratan de orientar a la
nueva pareja en sus nuevos roles, sin embargo es de vital importancia que la pareja logre por si
mismos el establecimiento de sus funciones y estructura familiar, ya que si los padres se
involucran demasiado se corre el riesgo de fomentar la indiferenciación psíquica de los padres. Lo
que generará que éstos traten, inconscientemente, de resolver sus conflictos pasados a través del
matrimonio de sus hijos.

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Nacimiento de los hijos

El nacimiento de los hijos marca una de las crisis más fuertes en el nuevo sistema familiar. Cada
uno de los miembros de la pareja empieza a adoptar nuevos roles, según ellos decidan. Además el
nacimiento implica una reestructuración de la pareja, ya que dejan de serlo para conformar una
tríada.

En esta etapa es común que uno de los conyugues se sienta rechazado de la relación con los hijos.
Por lo general es el padre el que suele quedar excluido de la relación madre-hijo. Esto se debe a
que en un primer momento la madre se evoca al cuidado de los hijos. Esto suele generar celos en
la pareja, y también una inactividad sexual. Es durante el primer año de nacimiento de los hijos
que suelen darse las infidelidades entre los cónyuges.

También surgen celos por quién pasa más tiempo con uno de los padres.

El peligro de esta etapa es que los padres empiecen a resolver sus problemas a través de sus hijos.
Cuantos casos no hemos escuchado respecto de padres o madres que se quejan de sus parejas con
sus hijos, o de que los usan como escudos frente a sus parejas “hijo, dile a tu padre que salgamos
al parque el fin de semana”, “Hijo fíjate que noto a tu mamá más distante, sospecho que puede
estar saliendo con alguien”.

Período intermedio

Si se logran superar las crisis anteriores, este se vuelve un período de estabilidad entre la pareja.
Por lo general el conyugue que se encargaba del cuidado de los hijos, queda con mayor tiempo
libre y puede ocuparse en actividades de su interés.

Un momento de crisis en esta etapa puede ser cuando uno de los conyugues se percata que no ha
alcanzado los anhelos de su juventud. Es probable que esta situación afecte al sistema familiar.
Otro momento de crisis es cuando los hijos pasan de la niñez a la juventud.

El destete de los padres

Esta etapa surge cuando los hijos empiezan a abandonar el hogar. Esta es una situación difícil para
ambos padres, pues como vimos en etapas anteriores, sobre todo cuando los hijos están en su
niñez, los padres empiezan a utilizar a sus hijos como escudo, para evitar estar cara a cara con sus
propios problemas. Esta situación se complica pues al irse los hijos, los padres por fin se quedan
solos. Este es un punto crítico pues los padres pueden hacer un manejo inconsciente de la relación
con sus hijos para que este enferme y se siga quedando como escudo protector.

Cuando un hijo enferma cuando está por salir de casa y dicha enfermedad hace que permanezca,
es importante analizar la relación de los padres. Es posible que ya no exista una relación conyugal
entre ellos, en la cual falte el deseo y las caricias, una relación en dónde a pesar de estar juntos se
encuentran solos. Ante la tentativa del hijo de irse, es probable que empiecen a reaccionar con
angustia o ansiedad y empiecen a enfermar. Dicha situación se calma cuando el hijo se empieza a
sentir culpable de que su partida enferme a sus padres o a uno de ellos y se somete a la voluntad
de ellos, lo que genera que el padre enfermo sané y el hijo sano enferme. Así el sistema familiar se
mantiene sin cambios sustantivos. Ya que a través de la enfermedad del hijo, se seguirán
comunicando sin enfrentarse el uno con el otro.

Lo deseable es que los hijos logren desprenderse del seno familiar y que los padres puedan
enfrentar la crisis.

El retiro de la vida activa

En esta etapa es probable que la pareja se quede frente a frente y se sientan un gran vacío por la
usencia de funciones. Sin embargo puede surgir el síntoma de la protección de un miembro con
otro. Un Ejemplo:

Una esposa desarrolló una incapacidad para abrir los ojos y el problema se diagnóstico como
histérico. El énfasis se puso sobre ella y sobre su etapa vital. Desde un punto de vista familiar, su
incapacidad podría verse como una manera de apoyar al marido durante una crisis. El problema
surgió en una época en la cual el marido se jubiló, y su actividad disminuyó. Cuando la esposa
desarrolló un síntoma él tuvo algo importante que hacer: ayudarla a recobrarse. Su involucración
en el problema se hizo evidente cuando la esposa mejoró y entonces él empezó a deprimirse,
reanimándose solamente en las épocas en las que ella sufría una recaída.

Etapas de la vida conyugal

Es necesario que los dos adultos que deciden compartir sus vidas se encuentren liberados y
diferenciados de sus respectivas familias para que la relación conyugal funcione adecuadamente.
Si no, se empiezan a dar situaciones como “mi mamá usa este detergente” “si no arreglas esto de
la casa, llamo a mi papá para que lo arregle”.

Existen diferentes estadios por los cuales pasan las parejas:

 Ilusión: la pareja quiere mantener la fantasía de que todo seguirá igual que en el noviazgo.
Sin embargo, este estadio reduce su duración si los conyugues se encuentran
diferenciados de su núcleo familiar y diferenciados de ellos mismos como pareja, pues
empezarán a experimentar lo que es ser miembros de una pareja, definiendo roles y
expectativas. Conforme se va rompiendo esta ilusión los conyugues van siendo más
consientes de sus propias diferencias.
 Desilusión: en este estadio la pareja se va diferenciando y deberá ir confrontando sus
diferencias, sus marcos de referencia e irán integrándolos para una sana convivencia.
 Miseria: La diferenciación de la pareja y del núcleo familiar no es tan sencilla, la persona
entra en conflicto pues prevalecen en cierta medida “el guión” del progenitor y es
probable que en su relación con su esposo repita ciertos patrones de la relación de sus
padres. Una manera de superar esta confusión es mediante el diálogo y expresando los
propios sentimientos, para establecer una diferenciación entre el yo del pasado y su yo
actual.
 Renacimiento: este estadio se presenta en la medida en la que la confianza de la pareja se
va haciendo más íntima.
 Amor: la pareja integra sus marcos de referencia para poder generar un tercer marco en la
relación, de tal manera que esta la historia de cada uno con sus familias y la historia de
pareja, creando así una cultura de pareja. Se crea así un sentido de intimidad y de
pertenencia

De igual manera esos estadios de la vida conyugal se ven atravesados por zonas de riesgo. Son
exigencias básicas de la relación pero que se pueden convertir en un verdadero campo de batalla:

1. Pedir lo que se quiere: una adulto tendría que ser capaz de expresar sus propias
necesidades en la relación. Sin embargo pueden pasar 2 situaciones. La primera es no
saber expresar de forma directa y sencilla las necesidades por temor a ser rechazados.
Prevalece la idea de que “si el o ella me ama de verdad yo no tendría que pedir”. Es como
si en la fantasía el otro conociera los pensamientos y los estados mentales de la pareja, la
realidad es que no es así. La segunda situación tiene que ver con identificar las
necesidades y decidir no expresarlas por el pensamiento de que es difícil para el otro dar
lo que se necesita.
2. Compartir el control: la pareja tendría que ser capaz de compartir responsabilidades a la
hora de tomar decisiones.

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