Cuenta la leyenda que hace mucho tiempo existieron un par de niños que se
conocieron desde su nacimiento, la niña se llamaba Xóchitl y el niño
Huitzilin. Ambos compartieron infancia, crecieron juntos y al final su amistad se convirtió en un dulce y tierno amor juvenil. Más adelante, ya como adultos entendieron que sus caminos estaban entrelazados desde siempre. Hacían todo juntos, y la gente decía que cuando ellos iban caminando, se podía ver cómo se querían solamente con ver su mirada. Tanto era su cariño que un día decidieron subir a lo alto de una colina en donde el sol deslumbraba con fuerza, pues se sabía que allí moraba Tonathiu, el Dios del sol. Hicieron todo ese largo camino sólo para pedirle a Tonatiuh que les diera su bendición y cuidado para poder seguir amándose. El Dios del sol al verlos tan enamorados, bendijo su amor y aprobó su unión. Desafortunadamente la tragedia llegó a ellos de forma inesperada cuando Huitzilin fue llamado a participar en una batalla para defender a su pueblo, y fue así como se separaron para que él marchara a la guerra. Sus últimas palabras fueron para pedir que le avisaran a Xóchitl que él la iba a amar aún en la muerte. Después de algún tiempo, Xóchitl recibió el mensaje de que su amado había fallecido en el campo de batalla. Su dolor fue tan grande que rogó con todas sus fuerzas a Tonatiuh que le permitiera unirse a él en la eternidad. Tonathiu, al verla tan afligida, decidió convertir a Xóchitl en una hermosa flor, así que lanzó un rayo dorado sobre ella, y en efecto, creció de la tierra un bello y tierno botón, sin embargo, este permaneció cerrado durante mucho tiempo. Un buen día un colibrí atraído por el aroma inconfundible de esta flor llegó hasta ella y se posó sobre sus hojas. Inmediatamente, la flor se abrió y mostró su hermoso color amarillo, radiante como el sol mismo, era la flor de cempasuchil, la flor de veinte pétalos, que había reconocido a su amado Huitzilin, el cual había tomado forma de colibrí para poder visitarla. Así, la leyenda dice que mientras exista la flor de cempasúchil y haya colibríes en los campos, el amor de Huitzilin y Xóchitl perdurará por siempre. Esa leyenda se le cuenta a los niños para que cuiden el campo y permitan que siga habiendo colibríes y flores. En el día de muertos, se cree el aroma de la flor de cempasúchil guía a las almas de los difuntos en el camino hacia la ofrenda que les espera en el mundo de los vivos. Es por todo esto que se dice que el aroma de esta flor guía con amor a las personas que se fueron, y que esperamos regresen a visitarnos año con año, y así reencontrarnos con nuestros seres queridos, tal como lo hicieron Xóchitl y Huitzilin.