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Los rumores decían que se trataba de la llorona, una mujer vestida de blanco con
cabellos largos y aspecto fantasmagórico, que flotaba en el aire con un velo para
cubrir su horripilante rostro. Lentamente vagaba por la ciudad entre calles y
plazas, y quien llegó a ser testigo de su presencia dice que al gritar, ¡ay mis hijos!,
agitaba sus largos brazos de manera angustiosa, para después desaparecer en el
aire y seguir aterrorizando en otras partes de la ciudad con sus quejidos y gritos.
Una misma leyenda, diferentes formas de contarlas, cada país la cuenta de una
manera diferente. Aun que la esencia siempre es la misma, la misma mujer que
mato a sus hijos y se lamentó por toda la eternidad. Bajo un mismo nombre “LA
LLORONA”.
(Entra en escena una mujer con una canasta de flores, llevaba puesto un vestido
muy bello, con un lazo rojo en su cabeza)
MUJER: Flores tan bellas y delicadas, que pueden ser destruidas tan fácilmente.
(Cierra los ojos y suspira, en ese instante aparece un hombre de gran porte y toca
a la joven mujer, Ella se asusta y abre los ojos)
HIJA: Madre por qué no tienes anillo de compromiso en tu dedo como las demás
mamás.
MUJER: Porque el anillo nunca fue hecho hija mía… ve y recoge flores para la
mesa.
HIJO: Madre por que los del pueblo dicen que mi hermana y yo somos engaño y
que tú no eres esposa de mi padre.
MUJER: ¡NOOO! (La mujer cae al suelo y comienza a llorar. El hombre se va,
suenan risas y entran los niños).
(La mujer aturdida, enojada y con una mirada profunda por los dos niños agarro un
cuchillo y los mato).
MUJER: Qué he hecho… ¡Mis hijos! ¡Mis hijos! (La mujer vuelve a agarrar el
cuchillo y se lo clava a ella misma).
NARRADOR: Y así termina esta versión de esta popular leyenda, sin dudas hay
muchas versiones que se cuentan por ahí, pero siempre con el mismo triste final.
Otra versión cuenta que hace mucho, vivía una madre junto con sus tres hijos. El
padre de los niños los había abandonado hace mucho tiempo, hasta que un día,
aquel hombre regresó. El hombre volvió cuando los pequeños se encontraban
solos en casa y cuando la madre regresó a su hogar buscó a sus niños pero no los
encontró, ni a ellos ni al hombre.
Salió y buscó por el pueblo llorando y gritando los nombres de sus niños sin poder
encontrarlos. Con el pasar de los años, su búsqueda continuó, pero sin éxito
alguno y tras tanto esfuerzo, la mujer falleció de la tristeza. Desde entonces su
espíritu errante vaga todas las noches buscando a sus hijos, llorando y
lamentando por los alrededores de los pueblos.