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florbarbero & Julie


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florbarbero Julie JANI


Val_17 Umiangel Kath1517
Vane Black Pachi Reed15 Dannygonzal
anita0990 Beatrix Jeyly Carstairs
Miry GPE Daniela Agrafojo evanescita
NnancyC Majo Villa Annie D

Julie Itxi
NnancyC Laurita PI
Alessandra Wilde Victoria.
Daniela Agrafojo Miry GPE
Daliam JANI

Julie Anna Karol


Sinopsis Capítulo 15
Prólogo Capítulo 16
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Capítulo 1 Capítulo 17
Capítulo 2 Capítulo 18
Capítulo 3 Capítulo 19
Capítulo 4 Capítulo 20
Capítulo 5 Capítulo 21
Capítulo 6 Capítulo 22
Capítulo 7 Capítulo 23
Capítulo 8 Capítulo 24
Capítulo 9 Capítulo 25
Capítulo 10 Capítulo 26
Capítulo 11 Capítulo 27
Capítulo 12 Epílogo
Capítulo 13 Seth and Greyson
Capítulo 14 Sobre el autor
Las cosas van bien para Callie y Kayden. Ellos todavía están lidiando con su
pasado y el dolor conectado a él, pero en su mayor parte han seguido adelante. La
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decisión más importante que tienen en este momento es lo que quieren hacer con
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sus vidas en el futuro.


Con el tiempo, sin embargo, el pasado se pone al día con ellos, dejándolos
con elecciones difíciles. Pero Callie y Kayden aprenden que siempre que se tengan
el uno al otro, pueden sobrevivir a casi cualquier cosa. Y al final, descubren lo que
realmente quieren de la vida.
The Coincidence, #6
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Traducido por florbarbero


Corregido por Julie

Correr.
Lanzar.
Capturar.
Esquivar.
Correr.
Correr.
Correr.
Las palabras gritadas por mi padre corren detrás de mí como un fantasma
mientras rodeo corriendo la pista. No puedo huir, escapar ni esconderme de ellas.
Mis pies revotan contra el polvo, mientras mis pulmones se contraen en mi pecho,
todo mi cuerpo está bañado en sudor a pesar de que apenas hace diez grados y
estoy usando pantalones cortos. Mi corazón late con fuerza, me duelen mis
miembros, pidiendo que me detenga. Que es suficiente.
Pero nada se siente suficiente.
No puedo correr más rápido.
Su voz.
Sus palabras me perforan.
Quiero ser libre de ellas. Libre de él. Mi mamá. Mi pasado. Los años de
abuso. Lo que quiero es mi resolución. Sin embargo, para conseguirla, necesito
dejarlo atrás y no puedo hacerlo cuando todo es tan desconocido.
No sé dónde está, lo que hace. Si está vivo. Muerto. Si lamenta lo que hizo. Y
podría nunca saberlo. Y podría nunca ser capaz de dejarlo atrás.
Así que todo lo que puedo hacer es correr.
Hasta que ya no pueda respirar.
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Hasta que mis piernas ya no puedan moverse.


Hasta que mi corazón deje de latir.
Hasta que tal vez su voz desaparezca.
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Traducido por Val_17 & Vane Black


Corregido por NnancyC

El invierno es hermoso. Los copos de nieve caen del cielo y se arremolinan a través
del aire. Me recuerdan que el mundo siempre está cambiando, que la gente siempre cambia,
que yo siempre estoy cambiando. Este recordatorio es lo que me mantiene feliz, siguiendo
adelante con mi vida, superando lo que ocurrió con Caleb, y viviendo mi vida por el futuro.
Un futuro que está lleno de infinitas posibilidades.
A pesar de mi positivismo, siento como si últimamente algo ha estado faltando en mi
vida, pero no puedo descubrir qué es exactamente. No necesariamente es algo malo. De
hecho, podría ser bueno. Quizás, como la tristeza y el dolor. O, posiblemente, que estoy
avanzando más libremente a través de la vida que nunca. O tal vez solo estoy buscando algo
para explicar esta nueva y extraña sensación liberadora que reside en mi corazón, porque el
pasado parece tan distante. La persona que me lastimó se ha desvanecido y a pesar de que no
hubo ninguna resolución por lo que me hizo, siento que mis demonios internos conectados a
él —a lo que hizo— se han resuelto. Sí, los recuerdos siguen ahí, marcando mi pasado, pero
ya no me definen.
Y me siento… bueno, feliz.
Quiero compartirlo con Kayden, porque él parece un poco triste últimamente. Sin
embargo, no de la misma manera que antes. No, está mucho mejor que hace un año cuando
lo encontré en la clínica ese día horrible, el lugar donde fue enviado porque las enfermeras y
los médicos pensaban que él mismo se había apuñalado. Y aunque él también se hacía daño,
su padre fue el que lo comenzó y quien cometió las peores lesiones que casi lo mataron y
arruinaron el futuro que tenemos ahora.
El hermoso futuro que tenemos ahora.
—Toc, toc, toc. —Seth golpea la puerta mientras la abre y asoma la cabeza—.
Oye, ¿qué pasa que no respondes tus mensajes?
Bajo el bolígrafo sobre el lomo de mi diario y recojo mi teléfono de la cama.
—Lo siento, olvidé que lo silencié para la clase. —Subo el volumen mientras finge
un puchero y entra en mi dormitorio.
Se ve muy estilo Seth en su suéter negro y gris, vaqueros azul oscuro y
zapatillas Converse, su cabello rubio miel se encuentra revuelto a la perfección.
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—¿Cita caliente esta noche? —pregunto mientras pongo el teléfono en la


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mesita de noche y cierro mi diario.


—¿A qué te refieres? —Golpea ligeramente sus labios con un dedo,
fingiendo ignorancia, como si no hubiera parloteado sobre su cita con Greyson
toda la semana, la cita que marca el primer aniversario de cuando se consideraron
saliendo oficialmente.
Meto el diario por debajo de mi almohada y me pongo de pie, alisando las
arrugas en mi camiseta a rayas color violeta y negra. —Me refiero a la cita por la
que has estado parloteando desde hace semanas. La cita. La que marca tu primer
aniversario.
Cierra la puerta de una patada. —Tienes que dejar de prestarme tanta
atención. Arruina toda mi diversión y misterio.
—Nunca has sido misterioso —digo, recogiendo mi largo cabello castaño en
una coleta—. ¿Pero podemos rehacerlo si quieres? Puedes salir y volver a entrar, y
puedo simular que no tengo idea de por qué estás tan bien vestido. Luego puedes
anunciarme las noticias y podemos celebrar, saltar‖ y‖ gritar:‖ “¡Oh,‖ Dios‖ mío!”‖ —
Agito las manos delante de mí mientras reboto arriba y abajo—. ¡Va a ser tan
épicamente increíble!
Se me queda mirando por un momento, fingiendo no estar divertido, pero
luego sus labios se curvan y empieza a saltar conmigo. —Vamos a saltarnos hasta
la parte buena —dice, riendo mientras salta sobre la cama y rebota en el colchón,
ofreciendo su mano para ayudarme a subir.
—Vaya, gracias, señor. —Agarro su mano y me impulsa con él.
Seguimos saltando en la cama como niños, gritando acerca de su aniversario
hasta que mi compañera de cuarto, Harper, entra en la habitación. Se detiene de
golpe ante la vista de nosotros, parados sobre la cama, con los rostros sonrojados y
jadeando con las manos en el aire.
—Hola, Harper. —La saludo con la mano mientras dejo de saltar sobre el
colchón. Sin embargo, Seth continúa, sin importarle que parezca un completo
lunático, pero él no tiene que compartir una habitación con ella todo el año.
Harper nos da una mirada intrigada a Seth y a mí mientras entra en la
habitación y cierra la puerta por detrás. —¿Qué hacen, chicos?
Seth comienza a rebotar exageradamente en la cama. —Ejercicio —bromea,
sin aliento.
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—Gran idea. Voy a tener que intentarlo alguna vez. Aunque, soy el tipo de
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chica de dos-personas-saltando-en-la-cama. —Harper guiña un ojo, pero algo en


ello se ve incorrecto, como si solo estuviera interpretando un papel en el momento,
siendo de la forma en que cree que tiene que ser. Hace mucho eso. Luego se acerca
al escritorio cerca de la ventana para acomodar sus libros.
Seth suelta risitas ante ese comentario, mientras siento una oleada de rubor
llegar a mis mejillas. Incluso ahora, después de tener sexo, me dan vergüenza las
insinuaciones sexuales. Solía pensar que era porque fui violada cuando tenía doce
años por el entonces mejor amigo de mi hermano, y que dejó ese tipo de marca en
mí, pero ahora me estoy dando cuenta que podría ser solo mi personalidad.
—Entonces, ¿qué van a hacer el resto del día? —pregunta Harper mientras
recoge su largo cabello rubio en un moño desordenado antes de agarrar su iPod de
la cama.
Seth se encoge de hombros mientras salta de la cama y aterriza en el suelo
con un ruido sordo. —Nada de nada en este momento. ¿Por qué? ¿Estás buscando
un compañero de fiesta de nuevo?
Ella vacila, un poco distraída mientras se desplaza por la lista de canciones
de su iPod. —Pensaba en ir a una fiesta de fraternidad esta noche, pero sigo
indecisa.
Seth hace una cara de náuseas mientras simula agarrarse el cuello. —Chicos
de fraternidad. Qué asco.
—Por supuesto —concuerda ella, tratando de alcanzar los auriculares en su
almohada—. Pero necesito salir de esta cajita de habitación por una noche o me
voy a volver loca.
—Bueno, lo siento, pero vas a tener que montar en solitario esta vez —le
dice Seth. Ambos se ven de vez en cuando en las fiestas y pasan el rato, pero eso es
lo más lejos que se extiende su amistad.
—Qué lata. —Me sonríe, pero no llega a sus ojos—. ¿Qué hay de ti, Callie?
¿Te animas a ir a la fiesta?
—Estoy con Seth en este caso —contesto, sintiéndome un poco culpable
cuando frunce el ceño—. No me gustan las fiestas de fraternidad.
Se encoge de hombros, pareciendo un poco deprimida. Pero una vez que se
da cuenta que yo noto su alegría desplomarse, fuerza una sonrisa brillante y luego
se pone los auriculares. No estoy segura de por qué, pero Harper parece solitaria
todo el tiempo, a pesar de que siempre está rodeada de gente. Sigue sonriendo
mientras se mueve hacia su cama, pero he dado suficientes sonrisas falsas en mi
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vida para reconocer una cuando la veo.


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A medida que se deja caer y se acomoda para hacer su tarea, Seth la saluda
con la mano y me agarra y lleva por el codo hacia la puerta. —Vamos a tomar un
café —dice, agarrando mi sudadera de encima de la cama y entregándomela—, y te
contaré sobre el regalo que compré para Greyson.
Poniéndome la chaqueta, sigo a Seth por la puerta y al pasillo hacia los
ascensores.
—Es una colección de cosas que hemos hecho juntos —dice mientras
presiono el botón del piso inferior—. Como películas que hemos visto, música que
hemos escuchado y alimentos que ambos estamos de acuerdo que son increíbles.
—Ese podría ser el regalo más genial del mundo —le digo cuando llegamos
a la planta baja y damos un paso al vestíbulo.
—Lo sé, ¿verdad? —dice mientras paseamos hacia la puerta. Es un día
ventoso, pero aun así hermoso para estar caminando bajo el cielo azul cristalino.
Gotitas de escarcha se aferran a las ramas de los árboles sin hojas que rodean el
edificio y la hierba congelada hace que toda la escena luzca como un país de las
maravillas en inverno.
—Entonces, ¿qué hay de nuevo contigo? —pregunta Seth mientras nos
dirigimos hacia la dirección de la cafetería más cercana, la cual se encuentra en
diagonal a la Universidad de Wyoming; la universidad a la que ambos asistimos—.
Se siente como que no hablo contigo desde hace siglos.
Me río porque solo ha pasado como un día. —No mucho.
—¿Cómo va el nuevo trabajo?
Suspiro. Conseguí un periodo de prácticas para escribir en un periódico en
línea al comienzo del semestre. Me encanta escribir y todo, pero... —Como que no
es lo que me esperaba —le digo mientras salimos del césped y caminamos por la
acera resbaladiza.
—¿Qué quieres decir? —pregunta y juntamos nuestros brazos antes de que
uno de nosotros se caiga.
Doy un medio encogimiento de hombros. —Me gustaría poder escribir... No
sé, cualquier cosa que quiera, en lugar de ciertas cosas. Se siente tanto como un
trabajo. —Suspiro—. Eso me hace sonar egoísta, ¿verdad? Y desagradecida.
Seth se ríe mientras nos abre paso en torno a un gran parche de hielo en el
centro de la acera. —No, te hace sonar normal. No tiene que gustarte un trabajo
solo porque es tu trabajo.
Meto mi mano libre en el bolsillo de mi chaqueta mientras el viento azota mi
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piel. —Sí, supongo que tienes razón.


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—No, no lo supones; tengo razón. —Me lanza una sonrisa presumida—.


Siempre tengo razón cuando se trata de consejos. —Pone una mirada pensativa en
su rostro—. Hablando de consejos, ¿por qué no has hablado con Kayden acerca de
vivir juntos? Pensé que hablamos de eso hace un par de semanas e ibas finalmente
a —hace comillas en el aire con su mano libre—,‖“ir‖por‖ello”.
Me estremezco internamente ante el doloroso recordatorio. —Ya te dije que
decidí no hacerlo.
—Lo sé, pero esperaba que hayas cambiado de opinión. Creo que te
equivocas con respecto a que Kayden no está listo para ese gran paso. E incluso si
no es así, todavía pienso que deberías saber cuál es su posición —me dice mientras
nos detenemos en la esquina de la acera, esperando para cruzar la calle—. Han
estado juntos mucho más tiempo que Greyson y yo, o Luke y Violet.
—Sí, pero ustedes cuatro viven juntos. —Sé que le estoy dando una excusa y
no la verdad, pero no quiero ni pensar en la verdad en este momento, porque
como que me duele.
—¿Quieres que todos consigamos un lugar? —pregunta Seth cuando
bajamos de la acera y cruzamos la calle a la cafetería de aspecto pintoresco que
tiene uno de los mejores mocha capuchinos que he probado.
Niego con la cabeza. —Seis personas bajo un mismo techo es demasiado.
—Bien, porque no quería —dice con un empujón juguetón en un costado—.
Simplemente no deseaba parecer un idiota.
—No eres un idiota —le digo y subo de un salto a la acera—. Eres el mejor
amigo de todos los tiempos.
—Tienes tanta razón. —Me señala con el dedo—. Al igual que tengo tanta
razón sobre la necesidad de hablar con él, ver dónde se encuentra tu futuro. —Nos
lleva alrededor de un coche saliendo de la cafetería—. Adoro al chico hasta la
muerte, pero tiene que empezar a expresar más lo que siente en vez de dejarte
adivinando.
—Kayden es bueno para mí —digo a la defensiva—. Pero le han sucedido
un montón de cosas y se le hace difícil confiar en la gente, creo.
El enfado llena la expresión de Seth. —También tú y eso es algo que ambos
necesitan recordar.
—Seth, por favor, simplemente dejarlo pasar, ¿de acuerdo? —Espero que no
pueda leerme tan bien como usualmente lo hace porque no quiero hablar de esto.
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Me estudia con recelo. —Estás escondiéndome algo —dice cuando llegamos


a la cafetería, pero en lugar de entrar, se detiene justo antes de llegar a la puerta y
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me detiene con él—. Muy bien, señorita Callie, confiesa. ¿Qué no me dices?
Un mechón de mi flequillo cae en mi cara mientras trato de desviar la
mirada, pero nunca he sido una buena mentirosa y termino colapsando bajo su
mirada fulminante en cuestión de segundos.
—Está bien, bueno. —Suspiro mientras miro a Seth—. Sé con certeza que
Kayden no quiere vivir conmigo porque le pregunté al comienzo del año.
—¡Qué! —exclama Seth, aflojando su agarre— ¿Por qué me entero de esto
ahora?
Me muevo lentamente hacia la barandilla mientras alguien sale por la
puerta de la cafetería. —Porque no tenía ganas de hablar de ello.
Frunce el ceño mientras coloca los codos en la barandilla y se reclina contra
ella. —Bueno, ¿qué es exactamente lo que dijo Kayden? ¿Un directo: no, no quiero
vivir contigo?
—Bueno, no lo dijo directamente así —explico—. Dije algo acerca de cuán
genial sería vivir en un apartamento con un compañero de piso el próximo
semestre y cómo pensaba en ello, pero necesitaba un compañero... y él no dijo
nada.
Seth se relaja y niega con la cabeza, reprimiendo una sonrisa. —Mi querida,
adorada e ingenua Callie. Dar a entender algo no es lo mismo que preguntar. —Me
da palmaditas en la cabeza como si fuera una niña—. Y cuando se trata de chicos,
tienes que asegurarte de ser directa con lo que quieres. Confía en mí, tengo que
tratar con ello todo el tiempo con Greyson.
—Sí, probablemente tienes razón. —Me muevo hacia atrás mientras camina
alrededor de mí y abre la puerta para que entre—. Es muy difícil para mí ser así de
sincera porque, ¿y si me da un rotundo no?
Seth me sigue al interior y luego suelta la puerta, dejando fuera el frío. El
aire huele a café recién hecho y canela, y sonidos de teclas revolotean a nuestro
alrededor, ya que muchos estudiantes vienen aquí con sus ordenadores portátiles
por la conexión Wi-Fi gratis.
—No creo que lo haga —dice Seth mientras nos ponemos en fila.
Fijo la mirada en el menú por encima del mostrador, tratando de averiguar
qué ordenar. —No‖ estoy‖ tan‖ segura…‖ —Doy un paso adelante con la fila—. Ha
estado muy triste y un poco distante últimamente.
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—Entonces pregúntale por qué. Callie, vamos. Sé que esta es tu primera


relación, pero son tan unidos que no debería haber espacio entre los dos. —
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Cuando abro la boca para protestar, añade—: Oye, tienes que escucharme. Ahora
soy oficialmente un estudiante de psicología y sé de lo que hablo.
Me ahogo con una risa. —Odio tener que decírtelo, pero solo porque te estás
especializando en psicología no significa que lo sabes todo. Las clases no te
enseñan todo.
—Ya lo sé. —Pone dos dedos en su sien—. Es este chico malo aquí lo que me
hace tan malditamente perspicaz.
Niego con la cabeza, pero sonrío. A pesar de que Seth está siendo un
sabelotodo, tiene razón: necesito hablar con Kayden.
—Está bien, lo haré.
—Será mejor que lo hagas. Y además, vivir en un apartamento es mucho,
mucho mejor que vivir en los dormitorios comunitarios. Y puedes ser súper
ruidosa cuando lo desees. —Mueve las cejas.
A pesar de mi sonrojo, decido seguirle la corriente. —Oh, lo sé. Esa es la
razón principal por la que quiero vivir con Kayden, para poder tener un tiempo a
solas sin la preocupación de que entren compañeros y nos sorprendan.
Me da la sonrisa más grande. —Mira a mi niña; toda crecida.
Me pongo más recta. —Ahora bien, si tan solo pudiera conseguir las bolas
para preguntarle a Kayden.
La cara de Seth se pone roja mientras se esfuerza para sofocar su risa, pero
no puede más y se apresura y coloca una mano sobre su boca. —No puedo creer
que hayas dicho bolas.
—¿Sabes qué? —digo cuando nos acercamos a la caja registradora—. Puedo
creerlo. No soy la misma chica que antes.
Baja la mano de su boca y el humor se disuelve de su expresión. —Tienes
tanta razón. Has cambiado. Eres mucho más fuerte.
A pesar de que es nuestro turno para ordenar, nos damos un abrazo. —Los
dos hemos llegado tan lejos —le digo, porque Seth ha tenido sus propias luchas
también y, sin embargo, aquí estamos: felices, sanos y disfrutando de la vida.
Sobrevivientes, eso es lo que somos. Deseo que Kayden pueda ver eso sobre sí
mismo. Que se dé cuenta de lo lejos que ha llegado.
Tal vez Seth tenga razón. Tal vez es hora de agarrar ese pequeño espacio
entre Kayden y yo. Después de todo, me he enfrentado a cosas peores que
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preguntarle a mi novio que viva conmigo.


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Mucho, mucho peores.


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Traducido por anita0990 & Miry GPE


Corregido por Julie

He estado con un bajón de ánimo últimamente. Aunque ni siquiera se acerca


a cuando solía llegar al punto en que me encerraba en el baño y cortaba para quitar
el dolor, abriendo mi propia piel y dejándome sangrar. No voy a regresar a ese
lugar, sin importar que. Me rehúso a vivir en ese oscuro hoyo otra vez. Quiero que
las cosas se mantengan brillantes. Deseo poder aferrarme a eso de la misma forma
que Callie se aferra a la vida, pero hay ciertas cosas, miedos, manteniéndome atrás.
Una cantidad de cosas me molestan cuando empiezo a analizarlas. Como el hecho
de que Acción de Gracias es en menos de un mes, siendo hace casi un año cuando
mi padre me acuchilló y se escapó con mi madre antes de pagar las consecuencias.
Fue el año en el que mi ya desmenuzada vida se derrumbó. El año en el cual casi
me rindo y lo acabo todo.
Pero no lo hice. Sobreviví y debería estar agradecido, lo cual estoy, pero
todavía me molesta que mis padres estén quien sabe dónde, haciendo quién sabe
qué, sin ninguna preocupación en el mundo.
Y está el hecho de que mi hermano mayor, Dylan, me invitó a su casa por
Acción de Gracias para una cena familiar. No estoy seguro de que hacer con eso,
como reaccionar a la palabra familia. No puedo imaginarme el concepto de
sentarme a una mesa con mi hermano y su esposa, junto con toda la familia de ella,
riendo y hablando mientras llenamos nuestros estómagos con comida. Dylan dijo
que hubiera invitado a Tyler, pero ninguno de nosotros lo ha visto en un tiempo, y
estamos preocupados de que sea un adicto a las drogas, viviendo en las calles, en
algún lugar, como lo ha hecho antes. O peor, tal vez ni siquiera esté vivo.
Siento que me hallo atascado en el pasado, y quiero seguir adelante. Mi
terapeuta me dice eso todo el tiempo. Pero es más complicado de lo que parece, y
algo deprimente a veces; la ausencia de familia que tengo y el hecho de que nunca
tuve un verdadero grupo de personas que se preocuparan por mí.
Sin embargo, hay una persona que siempre me saca de mi desesperación.
Callie Lawrence.
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Ella es lo mejor que me ha pasado. Mi rayo de sol a través de la lluvia, de las


nubes, de la tormenta que oscila sobre mi cabeza. Puede hacerme sonreír cuando
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estoy desanimado, y reír cuando estoy triste. Es la persona que siempre me ha


amado y a quien completa y totalmente amo de una forma que a duras penas
puedo entender a veces.
De verdad creí que nunca podría amar a nadie de la forma en que la amo.
Que nunca sabría cómo amar, ya que nunca aprendí cómo hacerlo. Sin embargo,
Callie me mostró cómo abrir mi corazón, al menos, cuando se trata de amarla. Ella
lo hace tan fácil, y a veces me confunde porque no entiendo cómo mi familia
simplemente no lo hizo, amarnos unos a otros en lugar de estar tan llenos de odio.
—¡Kayden, pon tu cabeza en la práctica! —grita mi entrenador mientras me
saluda con la mano para que meta mi trasero en el campo. He estado en el
banquillo mirando el final del campo por quién sabe cuándo tiempo, totalmente
perdido en mis pensamientos.
Poniendo mi cabeza en modo de práctica, troto hasta el centro del campo,
enganchando las correas de mi barbilla mientras me uno a mis otros compañeros
en el corrillo. Estamos en nuestros uniformes de práctica, el campo está cubierto de
hielo por la intensa caída de la temperatura de la noche anterior, y todavía está
malditamente helando. Pero es bueno estar afuera, distraído de los pensamientos
que me persiguen siempre que estoy solo en una habitación. Jugar aclara mi mente
más que cualquier otra cosa, excepto tal vez hablar con Callie, a quien puedo ver
cuando la práctica se acabe.
Aun así, incluso cuando estoy jugando, puedo oír su vaga voz diciéndome
qué hacer. Siempre está ahí cuando hago cualquier cosa que no sea atlética y a
veces cuando estoy dormido. Odio oírlo, pero después de años de ser taladrado en
mi cabeza, no puedo deshacerme del sonido.
Corre.
Hazlo mejor.
Ve más rápido.
Juega con más fuerza.
Continúa hasta que te quiebres.
Es solo cuando estoy calado hasta los huesos con sudor y completamente en
el juego que apenas puedo oír la voz de mi padre en mi cabeza, mientras mi
corazón late tan fuerte que no puedo escuchar nada más. Me hace amar/odiar el
fútbol, amarlo por mí, pero odiarlo por él.
Aun así, me enfoco en lo que necesito hacer para la práctica, poniendo mi
corazón en jugar bien, haciendo las rutinas, tirando, atrapando, jugando tan bien
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como siempre. Para el momento en que terminamos y me encamino a los casilleros,


Página

el sudor ha empapado mi uniforme y mi cerebro se halla demasiado exhausto para


pensar, así que me siento bastante bien. El entrenador me hizo a un lado antes de
entrar y me dijo lo bien que lo estoy haciendo, pero luego me dio unas cosas en las
que tengo que trabajar. Él usualmente lo hace, pero ha estado así mucho este año
desde que estamos jugando tan bien. Ha habido mucha charla acerca de mi futuro
en el fútbol, aunque aún soy un estudiante de segundo año y todavía tengo mucho
camino por delante antes de que el reclutamiento esté en la mira. También
agradezco ese tiempo, porque ni siquiera estoy seguro de que quiero hacer.
Toda mi vida mi padre me lanzó a los deportes y siempre fui excelente en
ellos, así que pareció que ese era el camino que debía seguir. Y amo jugar, pero a
veces me pregunto si hay algo más en la vida que eso. Si tal vez hay algo allá
afuera que no esté conectado con el sueño de mi padre para mí, ni con el sonido de
su voz persiguiéndome constantemente con cada carrera y lanzamiento que hago.
Después de ir a los casilleros, tomo una rápida ducha y me cambio a un par
de vaqueros y una camiseta. Luego me pongo mi chaqueta y me encamino fuera,
hacia mi auto en el estacionamiento. No es el auto que mejor se ve en el mundo,
pero es mejor que mi motocicleta, y me lleva a todas partes. Además, la mejor
parte, es que lo compré yo mismo, con el trabajo a medio tiempo que tengo en el
gimnasio local. Es todo mío; mi pequeño orgullo y felicidad. No de mi padre.
Trepo dentro y revoluciono el motor, lanzando mi mochila en el asiento
trasero. Se está haciendo tarde; el sol ya se fue detrás de las montañas, así que
enciendo las luces delanteras y pongo el auto en marcha. Estoy a punto de salir del
aparcamiento cuando mi móvil vibra en mi bolsillo indicando un mensaje de texto.
Apretando el freno, detengo el auto cerca a la salida para sacar mi móvil del
bolsillo, sonriendo porque sé de quién es el texto, incluso antes de comprobarlo.
Callie: ¡Oye! ¿Dónde estás? Pensé que nos íbamos a encontrar en tu
dormitorio a las siete, pero no estás aquí...
Yo: Lo siento, estoy un poquito atrasado. El entrenador quería hablar
algunas cosas.
Frunzo el ceño ante la intencional evasión del tema. No he hablado con
Callie acerca de mi incierto futuro en el fútbol, o mi incierto futuro, punto. Ella es
siempre tan positiva y sabe exactamente qué quiere de la vida; se me hace difícil
hablar con alguien que sabe lo que quiere.
Yo: ¿Estás en mi dormitorio en este momento?
Callie: Sí, en tu habitación... Niko me dejó entrar.
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Hago un gesto ante la mención de mi compañero de habitación. No es que


no me agrade ni nada por el estilo, pero él tiene serios problemas y está drogado la
Página

mitad del maldito tiempo.


Yo: ¿Está contigo en este momento?
Callie: No, se acaba de ir... ¿por qué?
Yo: Solo me preguntaba... Me dirijo allí justo ahora. Llegaré como en 10.
Callie: Está bien :) Y tengo algo muy importante que quiero hablar contigo...
Es sobre nosotros.
Me vuelvo incómodo, preguntándome qué es; tal vez quiere un descanso de
nosotros o algo igualmente malo. Realmente no lo creo, pero mi mente siempre
parece ir a los lugares más oscuros cuando hay algo desconocido frente a mí. No
puedo dejar de preocuparme de que Callie me hiera porque tiene el poder para
hacerlo. Es la dueña de mi corazón y mi alma, y puede fácilmente romperla.
Perdido en mis preocupaciones, salgo hacia la carretera y conduzco hacia el
edificio de mi dormitorio. Para el momento en que estaciono, está nevando como si
se tratara de una tormenta de nieve. Enormes copos de nieve salpican contra el
parabrisas e instantáneamente empapan mi ropa mientras doy saltos y troto a
través del escarchado césped hacia las puertas de entrada. Inhalo el calor mientras
doy un paso dentro del vestíbulo.
Es casi Halloween y todo está decorado en negro y naranja, falsas telarañas
por todo el lugar, junto con estúpidos esqueletos que hacen espeluznantes sonidos
cada vez que alguien entra. Hay pocas personas sentadas en el área de descanso,
riendo y charlando; hay unos cuantos que conozco por lo que saludo con la mano y
digo hola antes de entrar en el elevador.
Entre más cerca estoy de mi habitación, más ansioso me siento de llegar a
tocar a Callie, deseando poder hacerlo todo el tiempo. Desafortunadamente no
estoy en el mismo edificio de dormitorios que ella y eso hace que estar juntos toda
la noche sea un grano en el trasero. Honestamente, sería más sencillo si viviéramos
juntos, pero ese es un endemoniado gran paso y no estoy seguro de estar, de que
estemos, listos para eso, o si ella siquiera lo desea.
Cuando llego a mi habitación, oprimo el código y entro, sonriendo incluso
antes de verla. Pero luego frunzo el ceño en el momento en que doy un paso más
allá del umbral y descubro que la habitación está vacía; solo dos camas gemelas sin
hacer, algunos paquetes vacíos de Doritos y una gran cantidad de latas de Coca-
Cola en el suelo, lo que me hace extrañar a Luke como compañero de cuarto y su
necesidad de mantener todo limpio y organizado. También hay una pila de DVDs
en mi mesita de noche, las que asumo trajo Callie ya que no estaban aquí antes.
21

Estoy escarbando en mi cabeza, preguntándome adónde fue cuando mi


móvil vibra dentro de mi bolsillo. Mis cejas se elevan mientras lo alcanzo y deslizo
Página

mi dedo a través de la pantalla.


Callie: Ponte tu abrigo y encuéntrame afuera, al lado este del patio del
campus.
Yo: ¿Por qué esto suena tan sospechoso?... No planeas mi asesinato,
¿verdad?
Callie: Esta noche no. Guardé mi rollo de cinta adhesiva y pala para otra
ocasión ;)
No puedo evitar reírme de su encanto.
Yo: De acuerdo, siempre y cuando no hayan pala y cuerda involucradas,
estaré allí en breve :)
Callie: Está bien, te veo pronto :)
Meto el teléfono de nuevo a mi bolsillo, preguntándome lo que hace ella. Ha
sido muy feliz últimamente, incluso con el hecho de que Caleb —el hombre que la
violó cuando tenía doce años— continúa en alguna parte del mundo, viviendo su
vida, sin tener que pagar por lo que le hizo no solo a Callie, sino también a la
hermana de Luke, junto con algunas más. Él probablemente no tendrá que pagar
por lo que les hizo. Seguirá viviendo su vida, haciendo lo que quiera, mientras que
sus víctimas son dejadas para hacer frente a la destrucción. Un gran defecto en la
vida y uno que entiendo demasiado bien.
Sacándome el pensamiento deprimente de la cabeza, me coloco la gorra
sobre mi cabello castaño antes de adentrarme de nuevo hacia el frío. Trato de
permanecer optimista mientras tomo el ascensor hasta el piso inferior, volviendo a
salir, y rodeo el edificio en dirección al lado donde Callie me instruyó a ir. Los
árboles sin hojas alrededor del edificio se encuentran decorados con luces que se
reflejan contra el hielo que cubre todo. Está demasiado frío aquí; mi respiración se
convierte en una nube frente a mi rostro. Debí usar un abrigo más grueso. Pero una
vez que salgo a la zona abierta en el lado este, entre unos cuantos bancos e hileras
de árboles, dejo de preocuparme de que me encuentro al aire libre y congelándome
el trasero.
Callie está de pie en medio de los árboles helados y las luces, mirando hacia
el suelo. Tiene la cabeza inclinada hacia abajo, su abrigo abrochado hasta la
barbilla, y da patadas a la nieve con la punta de su bota. No tiene puesta la
capucha y los copos de nieve salpican su largo cabello castaño, pero no parece
importarle, perdida en sus pensamientos.
22

Ella es hermosa.
Página

Asombrosa.
Perfecta.
Me doy un momento para apreciar todo lo que es antes de caminar hacia
ella y hacer notar mi presencia. Debe haber escuchado el crujido de las botas contra
la nieve, porque su mirada se eleva y me encuentra antes de que la alcance. Nieve
salpica sus pestañas, a sus mejillas sonrojadas y tiene una sonrisa en su rostro, sus
ojos tan llenos de amor que en serio casi me giro y miro por encima del hombro
para asegurarme de que no hay nadie más ahí de pie al que podría estar mirando.
—¡Hola! —dice sin dejar de sonreírme. Luego cambia de pie su peso y una
pizca de sus nervios se muestra, lo que también me pone nervioso.
¿Por qué estará nerviosa?
—¡Hola a ti también! —Mis pies se mueven hacia ella por cuenta propia,
deseando, necesitando, estar cerca de ella—. ¿Por qué estás aquí afuera en el frío
helado?
Levanta su dedo, lo que indica que espere solo un segundo. Luego mira
hacia el árbol, deshojado y carcomido por la nieve, junto a ella antes de agacharse
detrás de él. Un segundo más tarde, la música me envuelve. Cuando da un paso
para salir de detrás del árbol, sonríe mientras los copos de nieve se arremolinan
alrededor de nosotros, casi moviéndose con el lento ritmo de la canción.
—¿Qué tienes ahí atrás? —pregunto—. ¿Una base para iPod o algo así?
Niega con la cabeza mientras camina a través de la nieve hacia mí, lo que
reduce el espacio entre nosotros, algo por lo que estoy ridículamente agradecido.
De hecho, quiero que todo se vaya; que ni una sola gota de espacio quede entre
nuestros cuerpos.
—No, es el estéreo de Luke. Seth se lo pidió prestado, para que yo lo pueda
utilizar para esto.
Mi sonrisa se forma, la primera vez que sonrío en todo el día. —Dios, él es
tan raro con toda esas cosas viejas que conserva, ¿verdad?
—¿Cómo todas sus cintas de mezclas? —dice con una risa suave mientras se
detiene frente a mí e inclina la cabeza hacia atrás para mirarme.
Elimino el resto del espacio entre nosotros y pongo las manos en sus
caderas. De repente, me siento cálido en medio del frío. —Creo que él pertenece a
los años ochenta.
23

—Tal vez. —Envuelve los brazos alrededor de mi cuello y me acerca—. ¿A


Página

qué época crees que perteneceríamos si pudiéramos ir a vivir en una diferente?


Considero lo que dijo. —¿Qué te parecen los sesenta?
Me sonríe. —Apoyaríamos la paz, el amor y la felicidad.
—Creo que eso suena mucho a ti. —Meto un mechón de su cabello húmedo
detrás de la oreja—. Sin embargo, no estoy seguro sobre mí.
Su frente se arruga mientras acaricio su mejilla con el dedo, hipnotizado por
la suavidad de su piel. La he tocado una y mil veces, pero sin embargo, cada vez es
tan sorprendente como la primera.
—Pareces un poco decaído últimamente. ¿Hay algo que te moleste?
—Solo he pensado en algunas cosas. —Trazo una línea desde su mandíbula
hasta la sien.
—¿Sobre cosas familiares?
—Sí... no puedo evitarlo... con las festividades aquí. Eso simplemente me
hizo pensar.
—¿Sobre tu familia?
Trago el estúpido nudo que ha conseguido llegar a mi garganta. —Sí, por mi
falta de una. —No era mi intención decirlo porque no quiero ser el que le baje los
ánimos cuando claramente ella tenía algo divertido planeado para la noche, pero
simplemente se me salió.
—Me tienes a mí —dice en voz baja, poniendo una mano en mi mejilla sin
afeitar—. Siempre me tendrás.
Mi corazón da un vuelco en el pecho. —Lo sé —digo, deseando que fuera
así de simple, que yo creyera plenamente que siempre estaría aquí conmigo, que
nada cambiará y que eso podría ser suficiente en la vida. Pero me han abandonado
antes, así que hay un poco de escepticismo.
Aun así, estar aquí con ella aleja momentáneamente mis problemas, y me
inclino para besarla, incapaz de soportar el espacio entre nosotros por más tiempo.
Sin embargo, se aleja, parando el beso, dejándome jadeando en busca de aire.
—¿Qué sucede? —pregunto.
Deja escapar un suspiro nervioso y tembloroso por el frío. —Tengo que
preguntarte algo... algo muy, muy importante.
24

Busco sus ojos y veo los mismos nervios que noté cuando me acerqué a ella.
—¿Qué ocurre?
Página

Toma otra respiración inestable y su agarre sobre mí se tensa, sus dedos se


clavan en la tela de mi abrigo, como si temiera dejarme ir. —Muy bien, tengo algo
que quiero que pienses, pero no quiero que respondas esta noche.
—¿Est{‖bien…?‖—Trato de no preocuparme, pero es difícil cuando actúa de
esta manera.
Sus ojos están muy abiertos, llenos de terror, pero se niega a apartar la
mirada. —Muy bien, he pensado mucho acerca de nuestra... nuestra situación de
vida. —Su pecho sube y baja, provocando que se forme rápidamente una nube de
niebla alrededor de su rostro—. ¿Recuerdas que al inicio del año escolar mencioné
algo sobre lo fácil que sería si viviéramos juntos?
Vacilo, porque no recuerdo de lo que habla, pero parece que tal vez debería.
—Recuerdo vagamente que dijiste algo acerca de que querías salir de la residencia
y conseguir tu propio apartamento.
Una fuerte exhalación sale de sus labios. —Bueno, lo que quería decir
cuando dije eso... o lo que debí decir es que tal vez deberíamos... tú y yo —hace un
gesto entre nosotros dos—, vivir... juntos... —Deja de hablar, mordiéndose el labio,
que se ha vuelto un poco azul por el frío.
Trago saliva, sin saber cómo responder. No tengo idea de lo que siento por
la idea. Emoción. Deseo. Dios, deseo. Pero estoy jodidamente en conflicto porque
dentro del deseo hay temor. ¿Estoy listo para eso?
Sí.
No.
Sí.
No.
Tal vez.
Mierda.
¿Por qué no puedo simplemente darle lo que quiere?
Ella se merece eso.
Se merece más.
Siento demasiado en este momento. El viejo Kayden estaría rescatándose a
estas alturas, corriendo de vuelta a su habitación para encontrar una hoja para
afeitar ya que sería la forma más fácil para tratar con esto; o no tratar con eso. Pero
25

no quiero ser ese tipo; volverme ese tipo de nuevo.


Página

Callie me mira con esperanza en sus ojos mientras me esfuerzo por ordenar
toda la confusión que fluye a través de mi mente. Mis labios se abren para tratar de
explicarle lo que sucede, aunque supongo que será una mezcla de tonterías, pero
ella rápidamente me cubre la boca con la mano.
—No me respondas en este momento. —Quita lentamente su mano de mis
labios—. Piénsalo. Háblalo con tu terapeuta y averigua si quieres hacerlo o no —
dice con un encogimiento de hombros—. Solo te hago saber lo que quiero.
Asiento, dejando escapar el aire atrapado en mi pecho. —Está bien, pensaré
en eso.
Sus labios se curvan en una sonrisa y luego se pone de puntillas para darme
un beso en la boca. Su sabor me ahoga, y por el momento más cálido y liberador,
me olvido de todo. Sin embargo el beso es demasiado rápido, y cuando comienza a
alejarse, acuno su nuca y tiro de ella de regreso hacia mí, negándome a dejarla ir,
queriendo sentir la tranquilidad dentro de mí solo un poco más de tiempo.
No protesta cuando deslizo mi lengua profundamente dentro de su boca,
explorando cada centímetro de ella mientras me aferro a sus caderas, agarrando
sus costados. También se agarra a mí con fuerza, con nuestros cuerpos oscilantes
en tanto la nieve cae a nuestro alrededor, la ropa se humedece hasta llegar a
nuestra piel, y la música suave continúa reproduciéndose en el fondo.
Es uno de esos momentos fáciles con ella que siempre espero y me gustaría
poder permanecer en él para siempre. Pero por alguna razón tengo la sensación de
que la nieve dejará de caer y la vida continuará.
Continuará adelante.
A un futuro.
Ojalá supiera qué demonios se supone que debía hacer.
26
Página

Traducido por NnancyC


Corregido por Alessandra Wilde

Halloween se está acercando y quiero vestirme elegante para ello. De hecho


no me he vestido así desde los once años, la última vez que me sentí una niña. Sé
que ahora no lo soy, pero que me robaran la infancia tan temprano, me hace querer
divertirme un poco. Y Seth quiere que vaya al concierto de Halloween con
Greyson, él, Luke y Violet. Un concierto de Halloween/baile/disfraces de parejas.
Estoy de acuerdo, pero le digo que tendré que hablar con Kayden, insegura si es de
su estilo.
Probablemente me gusta la idea demasiado y no debería hacerme ilusiones
hasta que sepa con certeza si él irá, pero nunca logré hacer toda la cosa del baile de
graduación, nunca conseguí usar algo que me hiciera ver bonita, tampoco creía que
fuera bonita, ni quería serlo en el momento o atraer esa clase de atención. Nunca
llegué a bailar con un chico que amara y que me mirara como si fuera lo más
hermoso en el mundo. Y quiero eso solo una noche.
Seth me persuade a ir de compras por un disfraz antes de que tenga la
oportunidad de preguntarle a Kayden, pero no me importa. De hecho, me estoy
divirtiendo buscando algo que usar. Aunque, Seth parece pensar que necesita dar
sus‖opiniones,‖y‖vamos‖a‖decir‖que‖sus‖ideas‖de‖disfraces‖son…‖bueno,‖un‖poquito‖
atrevidas y audaces para mi gusto.
—Sí, no estoy segura de que Kayden iría por toda la cosa de Peter
Pan/Tinkerbell —le digo a Seth cuando sostiene en alto un disfraz que incluye
calzas verdes y zapatos puntiagudos.
Me da una sonrisa inocente, empujando el disfraz hacia mí. —¿Por qué no?
Pongo los ojos en blanco y continúo la búsqueda en el perchero frente a mí.
—Um, porque incluye calzas. Por eso. —Muevo las perchas a un lado mientras
reviso las alternativas—. Además, no quiero ser Tinkerbell.
Seth frunce el ceño en decepción. —Sí, pero Kayden usa esos pantalones
súper ceñidos cuando juega fútbol americano, lo cual es prácticamente lo mismo
que calzas.
27

Me río cuando examino cuidadosamente las opciones de disfraces con


Página

aspecto muy de zorra, algo para lo que no estoy ni creo que alguna vez estaré lista
para usar. De nuevo, no pienso que esté en mi personalidad. —Sí, y te he atrapado
observándolo antes en aquellos pantalones súper ceñidos, amigo. No eres tan
discreto como piensas.
—¿Quién dice que intentaba ser discreto? —dice, poniendo una mano en su
cadera—. Admiraba la vista. Y no pretendas que no lo haces también; admirar un
lindo trasero cuando ves uno.
Mis mejillas se calientan y se ríe de mí, divertido por mi vergüenza. Todavía
riendo, vaga alrededor de los percheros llenando la pequeña tienda, buscando un
disfraz. La colección es bastante buena y hay un montón de gente echando un
vistazo a la oferta ya limitada. Hay una música tipo Halloween sonando a través
de los parlantes para agregar a las decoraciones tenebrosas de murciélagos, brujas
y fantasmas.
—¿Ya te decidiste por uno? —pregunta Seth, retrocediendo del perchero y
frotándose el estómago—. Porque me está dando mucha hambre.
Sacudo la cabeza y hago una mueca al ver la pequeña pieza de cuero que se
suponía sea alguna clase de vestido, sin embargo, luce más como una camisa muy
corta. —El problema es que no quiero ser algo aterrador o estilo prostituta, y eso es
todo lo que en realidad tienen aquí.
Mira la pared de máscaras y vuelve al perchero que estaba revisando. —Eso
medio que elimina un montón de opciones, si no todas.
—Lo sé. —Suspiro, echando un vistazo alrededor de la tienda—. Solo quiero
ser algo bonito. Algo que no sea tipo zorra, pero sexy en una forma donde no tenga
que‖mostrar‖tanta‖piel,‖si‖tiene‖algún‖sentido.‖Algo‖que…‖deslumbrará a Kayden.
—Sonrío ante mi uso de la palabra, ya que deslumbrar es una las favoritas de Seth.
Mueve la cabeza de arriba abajo con la música mientras mira alrededor de la
tienda pensativamente. —Tiene perfecto sentido para ti. —Me agarra la mano—.
Ven conmigo, hermosa; creo que tengo una idea de lo perfecto para ti. Algo que te
har{…‖—Me sonríe—. Deslumbrar al mundo entero.
Sonrío y lo sigo fuera de la tienda, esperando que los esfuerzos del día
vayan a valer la pena, que tal vez de algún modo pueda hacer la noche mágica, o al
menos conseguir que Kayden sonría. Eso solo hará que todos los esfuerzos valgan
la pena.
Más tarde ese día, regreso a mi cuarto con una bolsa que contiene lo que
28

pienso será el disfraz perfecto. Sé que estoy siendo tonta, que tengo casi veinte y no
Página

debería estar entusiasmándome por una fiesta tonta, pero es así.


El último Halloween, Kayden y yo no éramos técnicamente novios. Sí,
pasábamos el rato, pero eso era todo. Y más o menos un mes después, cerca del Día
de Acción de Gracias, todo se vino abajo cuando Kayden le dio una paliza a Caleb
por lo que me hizo, luego su padre le dio una paliza y lo apuñaló por meterse en
problemas con la policía debido a eso. Fue un tiempo horrible. Sé que Kayden
todavía piensa en ello un montón, pese a que no me habla mucho al respecto. Así
que quiero que el fin de este año y los futuros sean divertidos. Diversión pura y
simple.
Después de guardar las bolsas, enciendo mi iPod, presionando aleatorio
antes de ponerme los auriculares. “Winter Song” de Sara Bareilles e Ingrid
Michaelson comienza, muy adecuado para la tormenta en el exterior. Luego agarro
mi computadora portátil de la mesita de noche y caigo en la cama.
Hago un poco de escritura para mi pasantía, pero después de aburrirme con
ello cambio de documentos y trabajo en una de mis proyectos de ficción avanzada
para mi portfolio de fin de año. El tema es ficción, pero el profesor Gladsyman
insistió que deberíamos escribir algo que se sienta real, algo que esté basado en la
línea entre la ficción y la realidad.
A veces, me siento…
Sí, eso es todo lo que tengo hasta ahora. No es como si estuviera sufriendo
un bloqueo de escritor. De acuerdo, bueno, tal vez sí, pero no es solo eso. Escribir
la verdad imprecisa, esa es la parte difícil. Pero ni siquiera se supone que esté
escribiendo la verdad, ¿cierto? Honestamente, estoy medio confundida respecto a
cuál ruta se supone que vaya, sobre todo desde que el profesor siguió haciendo
comillas en el aire siempre que decía ficción. Juro que quería que le leyéramos la
mente o algo para descubrir lo que deseaba.
Suspirando, borro las cuatro palabras y entonces asumo el pasatiempo de
mirar fijamente a la pantalla en blanco y vacía, y ese maldito cursor parpadeando,
el que juro susurra: mejor encuentras una idea, una y otra vez, no para animarme.
Para torturarme. Cada vez que intento hacer que se detenga, la voz solo se vuelve
más alta y juro por Dios que me estoy volviendo loca; una escritora loca.
Después de un tiempo, me levanto y agarro un refrigerio del cajón de mi
cómoda y luego saco el vestido —alias mi disfraz—, y lo admiro de nuevo,
retrasando totalmente las cosas.
Cuando me probé el vestido en la tienda, me sentí como una princesa gótica.
Sí, era un pensamiento cliché —bueno, menos la parte gótica—, pero le di la
29

bienvenida, recordando cómo soñaba ser una princesa e ir al baile de graduación


Página

antes de que fuera aplastado. Después que fui violada, me encerré por completo,
viviendo dentro de mí misma. Me corté el cabello y solo hablaba con mi diario en
su mayor parte, todo lo que sentía se vertía a través de ese bolígrafo. Eso es lo que
hice hasta que me marché a la universidad, lo cual significa que me convencí que
toda esa cosa de la secundaria era tonta cuando realmente quería ir al baile. Nunca
sucedió.
—Podría ser como el baile de graduación para ti —había dicho Seth cuando
intentaba convencerme que esto era, ciertamente, lo que necesitaba vestir—. Y
podrías ser como Cenicienta y perder tu zapatito de cristal para que Kayden tenga
que encontrarte y devolvértelo.
Había estado sosteniendo el vestido sobre mi cuerpo y viendo mi reflejo en
el espejo. —Seth, es solo una fiesta. Y definitivamente este no es un vestido que
usaría Cenicienta.
—Entonces sé Calliecienta —dijo con un guiño—. O Calliepunzel y puedes
encerrarte en tu cuarto hasta que Kayden ruegue que le permitas entrar.
Solté una carcajada. —¿Estás ebrio? Digo, sé que tuviste un margarita en el
almuerzo, pero usualmente se necesita mucho más para que sientas sus efectos.
—No estoy ebrio —dijo, arrebatando el vestido de mi mano—. Solo intento
darte el cuento de hadas que mereces.
—La vida no es un cuento de hadas —respondí. Pero al final, compré el
vestido, casi deseando que lo fuera.
Si la vida fuera un cuento de hadas, pensé para mis adentros cuando colgué el
vestido en el armario, sería muy oscuro y retorcido. Entonces por otra parte, algunos de
esos cuentos de hadas sí tienen un lado oscuro, un villano malvado, un dilema perverso
para superar como una maldición. Pero nunca querría ser una princesa, al menos no de la
clase que espera para que un príncipe la rescate.
Querría salvarme a mí misma. Y quizás al príncipe también. Quizás podríamos
salvarnos el uno al otro, juntos.
Una idea destella en mi mente y dejo escapar un animado aplauso y grito de
entusiasmo. —¡Demonios, ya sé!
Justo entonces, Harper entra en el cuarto con un bolso sobre el hombro. Me
da una mirada rara cuando coloca sus cosas en la cómoda y su bolso en la
cama. ¿Estás bien?, articula porque tengo los auriculares puestos.
Asiento animadamente mientras salto de regreso a mi cama. —Sí, tuve una
idea muy buena. —Entonces me vuelvo al computador y posiciono los dedos en el
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teclado, escuchando la voz dentro de mi cabeza que no pertenece a un cursor, sino


Página

a un personaje, mientras escribo las primeras cinco palabras.


El verídico cuento de hadas.
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Página

Traducido por Val_17


Corregido por Daniela Agrafojo

Trabajar en el gimnasio no es lo que quiero hacer por el resto de mi vida,


pero me da un flujo de dinero. Es ruidoso y siempre tiene este olor extraño que
nunca noto cuando me ejercito, pero que apenas puedo soportar cuando estoy
trabajando. Por lo general, me toma al menos una hora que mi nariz se acostumbre
al olor. Hoy, sin embargo, me produce dolor de cabeza, o tal vez es solo porque no
dormí muy bien anoche. Quiero tirarme al suelo y dormir, pero en lugar de eso, me
encuentro en el mostrador frontal durante cuatro horas seguidas y hablo con las
personas cuando necesitan ayuda.
Mi teléfono ha estado vibrando en mi bolsillo todo el día, pero no puedo
responder hasta mi descanso. Creo que podría ser Callie, y me está volviendo loco
porque quiero hablar con ella, pero aun así no lo hago. Después de la conversación
del otro día acerca de la mudanza, he estado preocupado por lo que va a decir,
asustado de que me vaya a preguntar cuál es mi decisión y tendré que decirle que
no tengo idea. La única esperanza que me queda es ordenar mis pensamientos
confusos en mi cita de terapia mañana.
Finalmente, un poco después de las dos, consigo mi descanso. Después de
ponerme la chaqueta, me dirijo a la puerta trasera, en el frío de la tarde. El cielo
luce gris y la nieve se niega a detenerse o derretirse, acumulándose en las
carreteras. Me pregunto qué tan intenso será el invierno. Por lo general, ni siquiera
comienza a nevar hasta noviembre, pero estamos a finales de octubre y ya ha
nevado un montón.
Mi teléfono vibra de nuevo y me apresuro por el estacionamiento congelado
hacia mi auto mientras lo busco en mi bolsillo. Me estoy preparando para marcar el
número de Callie cuando veo la pantalla y me doy cuenta que las llamadas
perdidas no son de ella, sino de mi hermano mayor Dylan.
—Esto es tan raro —murmuro, recuperando las llaves de mi bolsillo cuando
llego a mi auto. Dylan y yo hablamos una vez por semana, pero por lo general si
me pierdo su llamada, no vuelve a llamar hasta unos días más tarde. Hoy, sin
embargo, ha tratado de contactarme más de ocho veces y envió un único mensaje
de texto.
32

Dylan: Llámame lo antes posible.


Página

Marco su número mientras entro a mi auto y enciendo el motor, accionando


la calefacción con el teléfono pegado a la oreja.
—Oye —responde con una nota brusca en su voz—, justo iba a tratar de
llamarte otra vez.
—Sí, estaba en el trabajo —contesto, mirando por la ventana—. ¿Qué pasa?
—Nada…‖bueno,‖todo.‖—Duda, luego suspira—. Se trata de Tyler.
Mi ritmo cardíaco se acelera a la mención del nombre de mi otro hermano.
—¿Qué le ocurrió?
Dylan vuelve a suspirar y es más largo esta vez. —Recibí una llamada suya
hace unos días, y me dijo que necesitaba ayuda, que ha estado viviendo en las
calles. Noté que‖no‖se‖hallaba‖en‖sus‖cabales…‖apenas‖pude‖entender‖la‖mitad‖de‖
las palabras que dijo.
—¿Viviendo en las calles, dónde exactamente?
—Todavía no estoy seguro. No llegué tan lejos con él. —Dylan suspira por
tercera vez y sé que es malo. Pase lo que pase, es muy, muy malo—. De hecho, se
dirigía a Virginia cuando me llamó. Supongo que descubrió donde vivo y comenzó
a pedir aventones hasta mi casa. Se encontraba drogado y estamos tratando de
ayudarlo a que se desintoxique en este momento, pero no estoy seguro de si va a
funcionar muy bien.
—¿Desde dónde estuvo pidiendo aventones? —Me atrevo a preguntar,
deseando saber si es de dondequiera que están mis padres. ¿Y si lo es? ¿Qué
significa eso? ¿Que también volverán a entrar en la vida de Dylan? ¿Los dejará?
Una avalancha de mil preguntas atraviesa mi mente mientras Dylan
responde—: No tengo idea. En algún lugar del sur, creo, pero actúa como si no
pudiera recordarlo.
Me aferro al volante, tratando de controlar la frustración agitándose dentro
de mí, pero nunca he sido muy bueno en controlar mis emociones y comienzo a
sudar por la ansiedad que siento. —O tal vez sí lo recuerda, pero no lo va a decir
porque mamá y papá le dijeron que no lo hiciera.
—Sí, me pregunté lo mismo. Me lo he preguntado durante los pocos meses
después de que me contactaste y me dijiste lo que ocurría, pero por otra parte,
Tyler es, bueno, Tyler. Y podría haber estado viviendo en las calles tan drogado
que de verdad no puede recordar en dónde se hallaba.
—Sí, supongo que sí. —Tiene razón. Tyler fácilmente pudo haber vagado
33

por las calles, pero una parte de mí quiere que sea al revés, quiero que sepa en
Página

dónde se encuentran ellos. Aunque no sé por qué. No es como si los quisiera de


vuelta en mi vida. No quiero volver a verlos a menos que esté viendo a mi padre
tras las rejas. Al igual que su padre; mi abuelo, lo está ahora.
—Sé lo que piensas, Kayden —dice, interrumpiendo mis pensamientos—. Y
tienes que dejar de pensar en eso. Tienes que tratar de dejarlo atrás. Ya no te
preocupes más por mamá y papá.
—No me preocupo por ellos —miento, y lo hago bien. Siempre he sido
bueno mintiendo, lo que no es bueno, pero es algo que tuve que aprender a hacer
desde una edad temprana, cuando la gente preguntaba por mis moretones y
huesos rotos.
—Bueno, en realidad no me refería a preocuparte en sí. Más bien, a no dejar
que te afecten.
—Estoy bien. En serio —miento de nuevo. No me siento bien. Me siento
enojado. Todo el tiempo.
—¿Sigues viendo a tu terapeuta? —pregunta con cautela.
—Sí. —Le bajo al calefactor—. Una vez a la semana, cada semana.
—De acuerdo. Creo que es bueno para ti. Aún veo al mío a veces, cuando las
cosas se ponen mal, como el otro día cuando tuve que recoger a Tyler. —Cuando
no digo nada, sin saber qué decir, cambia de tema—. En fin, solo quería llamar y
contarte lo que pasa. Podríamos ingresar a Tyler a un centro de rehabilitación si lo
convencemos, así que podría estar cerca para Acción de Gracias cuando vengas.
Arrugo la frente. —¿Acción de Gracias?
—Sí, vas a venir, ¿verdad? —pregunta—. Quiero decir, pensé que eso habías
dicho.
Lo que dije fue que lo pensaría, pero aun así murmuro—: Sí, supongo.
Mis pulmones comienzan a contraerse cuando pienso en el último Acción de
Gracias y lo que pasó. Había comenzado bien, llegué a pasar tiempo con Callie, y
luego tuvimos sexo por primera vez. Pero las cosas se pusieron feas de ahí en
adelante, un momento hermoso manchado por la realidad.
—Mira, me tengo que ir. Mi descanso terminó. —Le miento a Dylan por
tercera vez en esta conversación—. Pero hazme saber lo que sucede con Tyler.
—Lo haré. —Duda mientras apago el motor y salgo del auto—. Y Kayden,
para‖ que‖ sepas,‖ ha‖ estado‖ preguntando‖ por‖ ti…‖ por‖ lo‖ que‖ haces,‖ si‖ est{s‖ bien.
Sigue diciendo que quiere hablar contigo, pero no voy a dejarlo hasta que esté
34

sobrio, solo‖para‖asegurarme‖de‖que‖no‖dice…‖bueno,‖nada‖que‖no‖deba ser dicho.


Página

—Creo que podría estar tratando de protegerme, pero no estoy seguro ya que
nunca antes alguien ha hecho algo así por mí, al menos nadie en mi familia—. Y no
tienes que hablar con él si no quieres.
No estoy seguro de cómo responder. Dylan y yo nos hemos estado llevando
bien, pero ahora está mostrando mucha emoción dirigida hacia mí. Es extraño y
poco familiar, sobre todo porque pasé mucho tiempo pensando que me odiaba
cuando era niño, después de que se fuera cuando tenía dieciocho años y me dejara
con nuestros padres, ni siquiera se molestó en llamar para decir en dónde vivía. Es
algo de lo que no hemos hablado mucho, aunque mi terapeuta piensa que podría
ser saludable para nosotros. Sin embargo, todavía no quiero ir por ese camino;
abrir esas viejas cicatrices que siguen tratando de sanar.
—Est{‖ bien…‖ gracias‖ por‖ llamar‖ —digo torpemente mientras cierro la
puerta del auto y le pongo seguro, ya que es demasiado viejo para tener un llavero
de control remoto.
—Sí, no hay problema —responde, sonando tan incómodo como yo. Oigo a
alguien decir algo en el fondo y rápidamente agrega—: Oh, y Liz quiere saber si
vas a traer a alguien contigo para Acción de Gracias.
Quiero decirle que ni siquiera me he comprometido a ir, pero en su lugar
digo—: No estoy seguro, pero te lo haré saber pronto.
—Está bien, pero para que conste, nos encantaría tenerte a ti y a Callie aquí
si ella puede venir. —Suena como si lo dijera en serio.
Una vez más, me sorprende un poco este raro asunto de preocuparse por mí
que tiene en marcha. Sin embargo, mantengo la calma y me despido antes de
dirigirme de vuelta al trabajo, a pesar de que me quedan más de diez minutos de
descanso. Trato de no pensar mucho en Tyler, pero no puedo evitarlo. Porque,
¿qué si realmente lo sabe?
Sabe dónde está mi padre.
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Página

Traducido por Vane Black


Corregido por Daliam

—¿En serio? —le digo a Seth al leer lo que acaba de escribir en mi pizarra.
Seth y yo hemos estado creando esta lista de cosas por hacer desde el comienzo del
primer año cuando nos hicimos amigos. No hay una regla a lo que va allí, solo
tiene que ser algo que creamos que al menos uno de nosotros tiene que tratar. Esta
versión de la pizarra en realidad comienza desde cien ya que la lista se hizo tan
larga que tuvimos que transferir algunas de ellas sobre una hoja de papel.
—Sí, en serio. —Golpea ligeramente el marcador contra el número ciento
diecisiete—. No es más raro que éste.
—Oye, hice ese el otro día. —Arranco el marcador de su mano y dibujo una
línea a través del número ciento diecisiete.
—Eres tan rara —dice mientras pongo la tapa al marcador y lo tiro a un
lado.
Le ruedo los ojos. —Mira quién habla.
—Totalmente —coincide, llevando su mirada a la ventana—. ¿Estás lista
para esto?
Mi cara se arruga en confusión. —¿Lista para qué?
Golpea ligeramente el dedo contra la pizarra justo donde acaba de escribir el
número ciento treinta y cuatro. —Da, lo que vas a hacer hoy.
Sacudiendo la cabeza, me dejo caer en la cama. —No voy a hacer eso.
Pone las manos en sus caderas y baja la mirada. —Claro que sí.
Doblo mis brazos y le dirijo una mirada dura. —No lo haré.
—Tienes que hacerlo —insiste—. El concierto es mañana y ya le dije a
Greyson que venías.
—Está bien, le preguntaré a Kayden —digo, derrotada—. Pero no en alguna
forma de baile extraño y cursi como la gente hace en la escuela secundaria.
—Lo harás, Callie Lawrence. —Agarra mi brazo y me da un tirón tan fuerte
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para levantarme que tropiezo—. Esto es algo que tienes que hacer.
Página

Le doy la mirada más desagradable de todas. Creo que él cree que necesito
volver a vivir mis días de la escuela secundaria, ya que fueron los peores, y quiero,
pero‖al‖mismo‖tiempo…‖—Tengo miedo de que viviré en el pasado si lo hago.
Su determinación se ablanda, pero aún me jala hacia la puerta, lanzándome
mi abrigo en el proceso. —Nop. En absoluto. —Abre la puerta y me dirige hacia el
pasillo con él, llevándonos alrededor de un grupo de personas deambulando por
los pasillos—. Mira, estos somos tú y yo alejándonos del pasado y dirigiéndonos
hacia el futuro.
—Hablas en sentido figurado, ¿verdad? —pregunto cuando llegamos al
ascensor y presiona el botón de abajo.
—Tuve mi clase de filosofía —admite mientras las puertas del ascensor se
abren y entramos—. Ahora, ¿linda, por favor, harías esto conmigo? —Su dedo se
cierne sobre el botón de la planta baja, esperando a que yo esté de acuerdo, porque
al final, independientemente de lo insistente que es, siempre dará marcha atrás si
se lo pido. Ese es el asunto con Seth y por qué es tan buen amigo.
—Ah bien. Vamos a ser cursis. —Resoplo como si estuviera irritada, pero al
final los dos estamos sonriendo. Y realmente, ese es el punto en esto, en lo que sea,
¿verdad?
—Así que, esto es lo que hace la gente cuando se piden el uno al otro ir al
baile, ¿eh? —Veo la parte delantera del elevado edificio de dormitorios de Kayden
mientras Seth toma una rama delgada del árbol, causando que un montón de nieve
caiga sobre su cabeza.
Quitando la nieve de su cabello, asiente y luego se agacha y dibuja un
corazón en la nieve. —Sí, tienes que ser creativa con estas cosas. De hecho, entre
más creativa, mejor. —Mientras lo dice, escribe en la nieve: Kayden, ¿vendrías a un
concierto de Halloween conmigo? Me desvaneceré sobre la luna si lo haces.
Se pone de pie con una expresión de orgullo después de terminar. —Ves,
ahora todo lo que tienes que hacer es ir a buscarlo. —Deja caer la rama y quita el
polvo de nieve de sus guantes.
—¿Me desvaneceré sobre la luna? —pregunto y me lanza una mirada como
diciendo: qué. Recupero mis guantes del bolsillo y deslizo mis dedos dentro de
ellos—. Tengo una idea mejor. —Elevo la rama y paso mis manos por la superficie
de la nieve, borrando lo que escribió y riendo cuando empieza a quejarse. Entonces
me arrodillo y escribo algo que viene de mí—. Si voy a hacer esto, entonces debería
hacerlo yo —le digo mientras trazo con la punta del palo en la nieve. Cuando
termino, me pongo de pie y admiro mi obra.
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Seth se para junto a mí y lee lo que escribí. —Kayden, deja que te deslumbre en
un concierto de Halloween. PD: Seth me hizo hacer esto porque lo puso en la lista. —Me
Página

da una mirada—. ¿Eso es lo que quieres escribir?


Quito la nieve de mi cabello que está cayendo de los árboles. —Sí, creo que
es perfecto.
Suspira, pero sonríe, así que sé que él cree que soy divertida. —Déjame ver
tu teléfono.
Meto la mano en el bolsillo y se lo doy, en realidad sin pensar demasiado en
ello. —¿Por qué? ¿Dónde está el tuyo?
Se ríe suavemente mientras escribe algo. —En mi bolsillo.
—Entonces, ¿por qué necesitas el mío?
Riendo, me lanza el teléfono. —Cuéntame cómo va y si necesitas un aventón
más tarde. —Camina tranquilamente hacia el aparcamiento.
—Seth, ¿qué hiciste? —le grito, pero luego sacudo la cabeza y entro en mis
mensajes de texto para verlo yo misma—. Hola, amante. Nos vemos fuera de tu
edificio de residencia en diez. Tengo una sorpresa traviesa para ti. —Leo en voz
alta, sin saber si estar enojada o divertida. Decido ir a la última, ya que Seth no dijo
nada‖y‖Kayden‖no‖debe‖pensar‖mucho‖con‖ello.‖Al‖menos,‖espero‖que‖no‖lo‖haga…‖
o tal vez yo lo hago.
Kayden: Hmm... Me intriga. Estaré ahí en un segundo.
Suspirando, guardo mi teléfono y espero a que venga aquí. Me pregunto si
piensa que voy a bombardearlo con otra pregunta como lo hice el otro día. Estoy
convirtiéndolo en un hábito. Enviarle mensajes para que me encuentre aquí en el
medio del patio que luce como un paraíso invernal.
Debería encontrar otra manera de hacer cosas como esta.
Un par de minutos más tarde, Kayden sale, metiendo las manos en los
bolsillos de su abrigo. El viento sopla mechones de su cabello castaño que cuelga
en sus ojos y se levanta en sus oídos. Sus hombros son fuertes, todo su cuerpo
delgado y en forma, pero cubierto de cicatrices, puestas allí por sí mismo y por su
padre. Aun así, es absolutamente precioso. Siempre he pensado así, incluso cuando
éramos más jóvenes. Nuestros padres en realidad se conocían entre sí —cosa de
ciudad pequeña— y tenían muchas fiestas a las que asistimos, pero Kayden nunca
me noto hasta que interferí una vez justo después de la graduación, cuando su
padre estaba en medio de golpearlo. Fue en la época en que yo todavía cortaba mi
propio cabello y llevaba ropa dos tallas más grandes para no llamar la atención de
38

cualquier persona.
Pero esa noche, él se fijó en mí, como yo siempre me fijé en él.
Página

Y yo; ninguno de los dos... fuimos los mismos de nuevo.


—¿Sabes que puedes venir a mi habitación? —bromea mientras se acerca a
mí—.‖No‖hay‖una‖regla‖de‖“No‖se‖permiten‖chicas”.‖—Hace un guiño mientras se
detiene frente a mí, sonriente. Sin embargo, puedo ver en sus ojos que oculta algo.
Algo que le molesta. Ni siquiera es la misma tristeza que he estado viendo durante
unas pocas semanas. Esto es diferente. Él lleva más peso, como cuando estábamos
juntos por primera vez y yo no sabía nada de sus problemas—. Entonces, ¿qué es
eso travieso que querías mostrarme? —Su mirada pasa rozando por mi cuerpo y
hace que mi piel se sienta como si estuviera en llamas.
—Sí... lo siento por eso —digo con un suspiro exagerado—. En realidad Seth
te envió ese texto.
Se ríe por lo bajo. —Me preguntaba eso. —Mira a su alrededor a los árboles
y al estacionamiento—. ¿Dónde está?
—Oh, se fue —le digo mientras sus ojos aterrizan de nuevo en mí. Espera a
que le explique así que doy un paso atrás y le dejo leer mi notita en la nieve.
Primero, parece desconcertado, luego empieza a reírse. —Ustedes dos son
tan raros.
—Sí, lo sé... —Me callo, deseando no estar nerviosa—. Esto empieza a las
ocho. Podemos ir allí o reunirnos porque sé que tienes práctica y esas cosas.
Me mira y coloca las manos en mis caderas. —Me encantaría ir contigo, pero
tendremos que vernos allí, ¿si eso está bien? No puedo perder la práctica o el
entrenador se pondrá jodidamente loco.
La ansiedad en mí se alivia. —Eso es perfectamente aceptable. Y gracias por
ir conmigo. Siento lo de la nota extraña. Seth pensó que ya que nunca fui al baile de
graduación, este tipo de cosas sería divertido, pero no es que yo piense en ello. Es
un poco raro. —Dejo de ser dispersa. No sé por qué, pero me siento estúpidamente
drogada en este momento. No es como si no hubiéramos tenido citas antes, hemos
tenido un montón, pero esta vez llegaré a usar el vestido que compré. Si alguien
me preguntara hace un año si pensé que estaría entusiasmada con hacer tal cosa, le
habría dicho que no. Pero aquí estoy, extendiendo las alas y volando por mi
cuenta.
Me da una mirada comprensiva. —Callie, lo siento tanto... que no lograras
hacer esas cosas.
—No es tu culpa. Y, además, me estás ayudando a hacer esas cosas ahora.
39

—Bueno. Me alegra que se sienta como que lo hago. —Me da una sonrisa
Página

triste, que no me gusta. Siente lástima por mí y no quiero que lo haga.


—Kayden, está bien. Estoy bien —le prometo—. Lo que pasó... se encuentra
en‖el‖pasado‖y‖estoy‖trabajando‖en‖seguir…‖en seguir adelante.
Se ve aún más triste, pero no estoy segura de si esto tiene que ver conmigo
ya. —Seguir es bueno. —Se aclara la garganta y luego ignora todo lo que está
sintiendo—. ¿Tengo que vestirme elegante? ¿Para la fiesta?
Niego con la cabeza. —No, si no quieres.
—¿Tú lo harás?
—Sí.
Considera momentáneamente algo. —Voy a ver lo que puedo conseguir.
—Seth quería que usaras mallas —digo, pellizcando juguetonamente su
costilla—. Y que seas Peter Pan.
Rápidamente niega con la cabeza. —De ninguna manera haré eso.
—Está bien —le aseguro—. No quiero ser Tinkerbell de todos modos.
Empuja mi pie con el suyo, su humor triste se anima. —¿Qué vas a ser?
Le guiño un ojo, tratando de ser agradable, creo que sale más torpe que
nada, pero su risa hace que valga la pena. —Es una sorpresa.
Sus ojos buscan los míos y creo que va a decir algo muy profundo, como tal
vez lo que lo tiene cabizbajo, pero luego decide no hacerlo. —¿Quieres entrar?
Tengo Doritos, Coca-Cola, y podemos transmitir Netflix.
—Asombroso, conoces el camino a mi corazón. —Sonrío y por un momento,
todo parece perfecto, si solo Kayden pudiera sentirlo, también. Pero el toque de
tristeza en sus ojos me dice que no es así.
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Página

Traducido por anita0990


Corregido por Itxi

Soy el peor novio en la historia de los novios. En serio. Callie siempre está
poniendo su corazón para mí y ni siquiera le puedo decir acerca de la llamada que
recibí de Dylan. Ni siquiera sé porque no puedo contarle. O tal vez sí. Tal vez sé
que Callie me hará hablar de ello, porque ese es el tipo de persona que es ella, y yo,
simplemente, no quiero hablar de eso.
Ya que acepté ir a la fiesta/concierto con ella, vamos arriba a mi habitación.
Me siento como el mayor idiota después de su declaración acerca de la graduación.
Fui a todas las mías, hice todas las estupideces de secundaria que se supone que
significan algo, pero lo tomé por algo seguro. Y aquí está Callie, tratando de
recompensar todo lo que se perdió con un concierto de Halloween, uno al que me
pidió ir. Necesito empezar a hacer más cosas por ella, hacerla sentir más especial,
dejar de ser un novio de mierda.
Una vez que nos acomodamos en mi cama, con mi ordenador frente a
nosotros, elegimos una película y luego nos llenamos con bocadillos y bebidas. Mi
compañero de cuarto no está, así que tenemos el lugar para nosotros, lo que en
general usaría como ventaja para explorar cada centímetro del cuerpo de Callie,
pero hoy mi mente está en un lugar extraño.
Callie debe de sentir mi distancia, claro que lo hace, porque a mitad de la
película sale de mis brazos y pausa la pantalla. —Está bien, ¿qué sucede? —Coge
un puñado de papas fritas y las deposita en su boca.
—No sucede nada —miento, agradecido de que la lámpara es la única luz
encendida, así no puede ver mi cara con claridad.
Toma un sorbo de su soda, ojeándome todo el tiempo. —Sabes que me doy
cuenta cuando estás mintiendo, ¿verdad?
Me siento en la cama y recuesto mi espalda contra la cabecera. —¿Cómo?
Se inclina sobre mí, para dejar su soda sobre la mesita de noche, y respiro el
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aroma de su cabello: fresas con un toque de vainilla. —Porque te tiembla la


mandíbula cuando no eres honesto.
Página

Mis dedos viajan distraídamente a la línea de mi mandíbula. —No es cierto.


Se muerde el labio para evitar sonreír. —Eso también.
Sacudo la cabeza y estiro mis piernas. —Y, ¿por qué no lo mencionaste
antes?
—Porque tratarías de controlarlo y no tendría más mi secretito detector de
mentiras —dice, enganchando su pierna con la mía para montarse a horcajadas en
mi regazo—. Pero te lo estoy diciendo ahora porque quiero la verdad. —Pone su
mano en mi pecho y baja su cuerpo hacia el mío, mirándome directamente a los
ojos—. ¿Qué te está molestando?
Estoy abrumado por su cercanía y la intensidad en sus ojos. Incluso después
de un año de estar con ella, aún me afecta, de la mejor manera posible. Mi cabeza
se vuelve confusa y me encuentro a mí mismo revelándolo, aunque ni siquiera
quería hacerlo.
—Recibí una llamada de Dylan.
Sus piernas me aprietan al tensar sus músculos. —Sé que te llama de vez en
cuando, pero por tu tono… Estoy adivinando que no es solo una llamada normal
para preguntar cómo estás.
Asiento, sabiendo que ahora tengo que decirle lo que pasó, de otra manera
voy a mentir en serio, en lugar de solo guardarme cosas. —No lo era. Llamó para
decirme que… —Aprieto sus caderas, porque tocarla facilita todo—. Que encontró
a Tyler. O, más bien, Tyler lo encontró, supongo.
—¿Qué quieres decir con que lo encontró? ¿Dónde estaba?
Me encojo de hombros. —Dylan aún no está seguro. Tyler estaba drogado y
supongo que ha estado viviendo en las calles…‖ —digo, todavía inseguro de si
creerme esa historia.
—¿Qué? ¿Crees que ha estado viviendo en algún otro sitio y está mintiendo?
—inquiere Callie, leyéndome como a un libro abierto.
Me encojo de hombros de nuevo. —No estoy seguro, pero probablemente.
—No quiero hablar más de esto, y creo que ella lo sabe.
—¿Qué puedo hacer para mejorar esto? —Ubica su palma sobre mi pecho,
pasando su pulgar a lo largo de mi mandíbula.
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Mis dedos se deslizan debajo de su blusa y acarician su piel suave. —Puedo


pensar en unas cuantas cosas.
Página

Un jadeo escapa de sus labios cuando mis dedos van a la deriva, subiendo
su blusa hacia su pecho. Son los pequeños sonidos que hace, siempre que estamos
juntos, los que me vuelven más loco que cualquier otra cosa. Son los que terminan
el momento más rápido de lo que quisiera, porque no puedo mantenerme bajo
control. Justo como ahora.
Enredando mis dedos entre su cabello, tiro su cabeza hacia atrás y la atraigo
para un apasionado beso con sabor a Dorito/Coca-Cola.
—Kayden —gime, tensando sus dedos por el más breve momento sobre mi
pecho, justo donde mi corazón late fuertemente. Sé que puede sentirlo, sentir lo
que me hace, y espero que eso la haga entender lo mucho que significa para mí.
Cuando mis dedos se deslizan por debajo de su sostén y rozan su pezón, se
rinde al instante en mis brazos, abriendo su boca y permitiéndome profundizar
nuestro beso mientras rueda sus caderas contra las mías. Ahora soy yo el que está
gimiendo, mientras tiro de su cabello, pellizco sus labios, muerdo su cuello, lamo
su clavícula. Estoy siendo un poco rudo con ella, más de lo normal, pero me voy a
detener en el momento en que lo pida.
No lo hace, en su lugar, rompe el beso para agarrar la parte de abajo de mi
camiseta y arrastrarla sobre mi cabeza. Sus dedos inmediatamente encuentran las
cicatrices en mi pecho y lucho por respirar mientras traza los ásperos e irregulares
patrones de cada una. Sus labios siguen el camino de sus dedos, plantando besos
en mi piel. Callie sabe de dónde vienen mis cicatrices, sabe que algunas me las hice
yo mismo mientras que otras me las hizo mi padre. No le conté cada sangriento
detalle de lo que pasó, deseando ahorrarle los datos más feos.
Después de que Callie termina de besar prácticamente cada centímetro de
mi pecho, se reclina hacia atrás y sube los brazos sobre su cabeza para que pueda
sacarle la blusa. Amo que confíe en mí lo suficiente como para hacer esto, sin
tensarse como antes. Una vez que su blusa está fuera, desabrocho su sostén y mi
boca inmediatamente rodea su pezón.
Se le escapa un gemido combinado con una delirante suplica mientras sus
dedos se enredan en mi cabello, tirando de las raíces, apartándome y a la vez,
trayéndome más cerca. Sus piernas se aprietan a cada uno de mis costados y mece
sus caderas nuevamente, haciendo que un gutural gruñido escape de mi boca.
Estoy a punto de perder el control, justo aquí y ahora.
Incapaz de soportar la pequeña cantidad de ropa que cubre nuestros
cuerpos, me aparto de ella, solo para sacarle sus vaqueros y bragas, luego me
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ayuda con los botones de mis pantalones para sacarlos también. Está tomando la
píldora ahora, por lo que no tengo que sacar el condón de mi bolsillo, como solía
Página

hacerlo, lo que es algo bueno, porque algunas veces estamos tan metidos en el
momento que probablemente nos olvidaríamos de la protección.
Después de que me deshago de mis boxers, cubro su cuerpo con el mío. Está
prácticamente jadeando mientras arquea sus caderas y agarra mi trasero para que
pueda deslizarme fácilmente dentro de ella, pero me muevo casi dolorosamente
lento solo para ver la mirada en su rostro, la misma que he visto tantas veces,
donde sus ojos se vuelven vidriosos y se pierde, agarrando mi hombro, clavándose
en mi piel, sosteniéndose en mí mientras se deja llevar. Y no hay nada más por
hacer que unirme a ella, deseando que ésta fuera la manera en que las cosas sean
siempre.
Solo ella y yo, nada más.
44
Página

Traducido por Julie


Corregido por Laurita PI

Después de la noche que pasé con Callie, se siente que las cosas van a estar
bien. Que tal vez puedo olvidar toda esta mierda y no tengo que preocuparme por
eso. Que tal vez nunca conseguiré resolución por lo que me pasó y solo tengo que
seguir adelante. Quiero, pero no estoy seguro de que puedo.
Es de mañana y paso el rato en mi habitación, tratando de ponerme al día
con algunas asignaciones, cuando mi teléfono empieza a sonar. Me estremezco
cuando veo el nombre de Dylan en la pantalla, y mi mente al instante piensa que la
llamada va a ser mala.
Casi no respondo, pero a sabiendas de que va a volverme loco si no lo hago,
alcanzo el teléfono y presiono hablar. Niko se encuentra en el escritorio de la
computadora, con un juego, así que me dirijo al pasillo para hablar.
—¿Qué pasa? —le pregunto a Dylan mientras cierro la puerta detrás de mí.
Me imagino que es una llamada sobre Tyler, así que cuando él dice—: Es
papá —casi no se registra en mi cerebro.
—¿Eh...? ¿Qué...? ¿Tú...? —Estoy sin palabras.
Dylan dice, lo que está pareciendo convertirse en su modus operandi—:
Kayden, lo siento mucho. Tal vez no debería estar diciendo esto.
Voy hacia los baños, maniobrando a través de las personas, prácticamente
empujándolas de mi camino. —¿Decirme qué? —Porque no escuché nada más que
papá.
Ya está el suspiro de nuevo. —He encontrado a mamá y papá, Kayden... y es
malo... bueno, malo dependiendo de cómo se mire.
Llego al baño y me encierro en un urinario. —¿Cómo es eso? —Me
desplomo contra la puerta, diciéndome que debo respirar, pero mi corazón parece
ocupar todo el puto espacio en mi pecho. Es como si me hubieran dado una patada
en el intestino y golpeado en la cara una y otra vez.
He encontrado a mamá y papá.
—Papá se encuentra en el hospital. —Hace una pausa y noto que lucha por
mantener su voz nivelada—. No he conseguido demasiada información, teniendo
45

en cuenta que mamá es la reina de la mentira con respecto a la mierda que no


Página

quiere hablar. —Otra pausa—. ¿Estás bien?


Tomo una respiración profunda. Luego otra. Y otra. —Sí...
He encontrado a mamá y papá.
—¿Kayden?
Papá está en el hospital.
¿Es esta mi resolución?
—Me tengo que ir. —Me atraganto, a continuación, cuelgo el teléfono. Mi
pulso late con fuerza, mi piel húmeda de sudor, y no puedo conseguir aire en mis
pulmones. Ha pasado un tiempo desde que me he sentido de esta manera —tan
mal— pero no puedo evitarlo. Los pensamientos que pasan por mi cabeza... Yo
había querido resolución, pero no me gusta esto.
O ¿sí?
¿Soy ese tipo de persona?
¿Que le desea dolor a otra persona?
¿Soy como mi padre?
El último pensamiento es horrible. Me siento como si estuviera a punto de
caer de nuevo, caer en la oscuridad, recoger esa hoja y cortarme hasta que lo que
haya dentro de mí se desangre. No quiero, pero a la vez sí.
Lo quiero.
Lo quiero.
Lo quiero.
Apenas soy capaz de aguantar.
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Página

Traducido por NnancyC & Julie


Corregido por Victoria.

Había una vez, una chica que pensaba que era una princesa. Y en serio, ¿no se
suponía que todas las niñas lo eran?
Creció feliz, con una madre adorable y tal vez excesivamente atenta, y un padre que
cuidaba de ella. Su hermano mayor en general no era muy malo, al igual que cualquier
hermano mayor. Y aunque no creció en un castillo rodeado por lomas de pastizales con
flores y árboles floreciendo, su casa sencilla se sentía como un palacio en su ciudad pequeña.
La hacía sentir protegida y segura de todo el mal del que escuchó susurrar, pero que no era
seguro si existía, pues nunca había visto nada de ello por sí misma.
Sí, todo estaba bien en el mundo de la princesa. Pero en su doceavo cumpleaños…
todo cambió, cuando el mal entró por los muros de su palacio. No destruyó el lugar ni forzó
la entrada, como en los libros o películas. Simplemente pasó por la puerta, y fue recibido con
los brazos abiertos. No tenía colmillos o dientes afilados que le advirtieran a la princesa que
tal vez no era bueno, mucho menos que era un monstruo. No, vestía ropas normales con
dientes normales e incluso tenía una sonrisa normal. Era simplemente un chico normal. Al
menos, eso pensó la princesa.
Pero la princesa se equivocó y pronto, y muy trágicamente, descubrió de qué se
trataban las cosas malas de las que solo escuchó susurrar.
En una casa llena de globos y presentes, el chico la atrapó en un lugar donde una
vez se sintió segura, y rompió a la princesa en mil pedacitos que nunca volverían a ser
encontrados enteramente. Y no solo los rompió, sino que también se robó algunos,
manteniéndolos en algún sitio que nadie más podía ver.
Después que todo acabó, la princesa rota ya no era más princesa. Simplemente se
sentía como una chica invisible. Las princesas se suponía que fueran felices, bonitas, que
tuvieran un montón de amigos y fueran a fiestas. No se suponía que estuvieran tan rotas.
Pero la chica ya no hacía o sentía ninguna de aquellas cosas. Su palacio se volvió una
prisión. Y la familia que una vez le trajo felicidad eran ahora fantasmas en un mundo
oscuro y desconocido en el que fue forzada a entrar.
Enredaderas invisibles crecieron alrededor de la casa, llenas de espinas, haciendo
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doloroso tanto quedarse como marcharse. Ningún lugar se sentía seguro. Y así fue como
siempre creyó que serían las cosas, que sufriría debido al mal sola, por el resto de su vida.
Página

Pero seis años después, en una noche cálida de verano, la chica descubrió que no era
la única rota por los monstruos malos y aterradores. Se encontraban en todas partes,
destruyendo muros y personas… destruyendo a un chico en particular. Sin embargo, no era
solo un chico, sino el más hermoso y roto que la chica había visto. Supo en el momento en
que le vio, que tenía que salvarlo del monstruo que se cernía sobre él con sus colmillos…

—¿Qué haces? —pregunta Seth cuando se pavonea en mi cuarto sin golpear.


Está vestido de pies a cabeza de color negro, con tachas en el cinturón y un surtido
de bandas de cuero en las muñecas. Sus botas son anticuadas y la chaqueta tiene
hebillas a la moda.
Ni siquiera estoy segura de lo que se supone que es. Sencillamente como
que deambulamos hacia esta tienda gótica y comenzamos a elegir ropa que no era
normal para nosotros. —Porque de eso es lo que se supone que trata Halloween,
¿cierto? —había dicho Seth, y estuve de acuerdo. En realidad llevamos a Violet, la
novia de Luke, a elegir su disfraz, aunque el suyo era muy diferente al mío y
honestamente, la chica lucía como que pertenecía a la tienda.
Alzo la vista del computador. —Escribo un cuento de hadas no tradicional
para mi portfolio de escritura.
Espía sobre mi hombro y lee un par de oraciones en la pantalla. —Tengo el
presentimiento, por el título, que esta feliz introducción va a volverse siniestra. —
Hace una pausa, mirándome—. ¿Escribes una historia sobre ti misma?
Sacudo la cabeza y cierro el computador, sintiéndome cohibida. —No, solo
escribo sobre cosas de las que conozco.
Eleva las cejas con escepticismo. —Sabes, eres valiente si cuentas tu historia.
Dejo el computador en la mesita de noche. —Pero no es mi historia. Es la
tarea para una clase. Nada más. Nada menos.
—Mmm…‖ —No se lo cree, pero lo deja pasar de todos modos, lo cual es
bueno porque su acusación comienza a ponerme ligeramente incómoda—. Así que,
¿estás casi lista para esta noche?
Asiento mientras cruzo el cuarto para abrir la puerta del armario. —Sí,
aunque, ¿debería vestirme ya? ¿O llevar el vestido conmigo y cambiarme en algún
otro sitio? —Agarro la percha con el vestido y salgo al cuarto—. No estoy segura
de si debiera deambular por ahí vestida así.
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Seth pone los ojos en blanco. —Oh, mi querida Callie, es Halloween. Podrías
Página

andar desnuda y la gente no pensaría demasiado en ello.


Mis mejillas comienzan a sonrojarse. —Bueno, no voy a hacer eso.
—Sí, podemos dejarnos eso a mí. —Mueve las cejas de arriba abajo con un
brillo provocador en los ojos que me hace soltar unas risitas.
—Bien, me pondré el vestido ahora. —Vuelvo a entrar al armario y me quito
los pantalones y la camiseta—. ¿De qué se disfrazará Greyson?
—De su ser normal y adorable —responde Seth.
—¿No se quiso disfrazar? —Saco el vestido de la percha y dudo, decidiendo
si quiero usar esto. Sí, es solo un vestido, pero es más corto que los pocos que he
usado durante los últimos meses. Sin embargo, es hermoso: azul oscuro con líneas
negras decoradas con tachas que se cruzan vertical y horizontalmente en el área
del pecho. Para combinarlo, tengo un par de medias de encaje hasta la rodilla,
botas negras hasta la rodilla y una gargantilla de terciopelo. Cuando lo compré,
tenía esta imagen de una chica roquera gótica, lo cual es totalmente diferente a lo
que llevaría habitualmente.
Decidiendo que necesito hacer esto, me visto y me recojo el cabello en un
moño alto, dejando un par de ondas sueltas que me enmarcan el rostro. Pese a que
la chaqueta no combina, aun así la agarro del perchero, sabiendo que me voy a
congelar hasta la muerte sin ella.
—¡Ta-da! —exclamo cuando salto del armario con las manos elevadas,
posando.
Seth juguetea con su teléfono, y cuando levanta la mirada, su mandíbula
cae. —Santa mierda, te ves ardiente.
Al instante, envuelvo los brazos a mi alrededor. —Tal vez debo cambiarme.
Sacudiendo la cabeza, sus ojos recorren mi atuendo. —De ninguna manera.
Te quedas como estás. —Camina hacia mí, alcanzando el bolsillo de su chaqueta—.
Y tengo dos cosas más, para agregar algunos detalles a tu culo ardiente.
—Seth —siseo, porque sus cumplidos me avergüenzan—, deja de decir eso.
Cuando saca la mano, tiene dos artículos en la palma, un tubo de brillo
labial y delineador de ojos. —Bueno, mejor te acostumbras porque vas a escucharlo
mucho esta noche, especialmente de parte de Kayden. —Sonríe y palmea la silla
del escritorio—. Ahora siéntate y ponte esta cosa.
Tomo el brillo labial, el cual es rojo intenso, y a continuación el delineador.
—¿Dónde los conseguiste?
49

Se encoge de hombros, me entrega mi polvera y se sienta en la cama. —Los


Página

tomé prestado de Violet.


Abro la polvera y la ubico en el escritorio. —¿Pediste o solo agarraste?
—Le dije para qué era —dice, haciéndome señas para que continúe—.
Ahora, ¿apresurarías tu culo bonito? Vamos a llegar tarde.
Me inclino y comienzo a aplicarme el delineador. —¿A Violet en verdad no
le importó que fuera para mí?
—No, era lo menos que podía hacer después de que la ayudaste con
kickboxing y la compra del disfraz —dice mientras aplico el brillo.
Me froto los labios y le pongo la tapa al tubo. —No me debe nada, Seth. Me
alegró ayudarle.
—Lo sé, pero a ella no le importó. Además, creo que pese a que no lo
admitirá, le gusta tener amigos.
—Sí, tal vez. —Aunque pienso que hay más que eso. Cuando al principio
conocí a Violet, pensé que era mala. Y con sinceridad, tenía la impresión de que
podría haber sido prostituta. Pero ahora, después de llegar a conocerla y ver las
cosas en las noticias sobre la muerte de sus padres, pienso que Violet tiene incluso
más problemas que yo.
Le devuelvo a Seth el maquillaje y me coloco la chaqueta, deseando que
Kayden pudiera haber ido conmigo en lugar de encontrarnos allí, pero entiendo
que se encuentra ocupado con la práctica y esas cosas.
Seth debe sentir alguna clase de vibra rara de mi parte, porque entrelaza su
brazo con el mío y me jala hacia la puerta. Hay bastante silencio mientras bajamos
por el elevador, pero una vez llegamos al primer piso, la suerte está echada.
—Entonces así es como la juventud celebra Halloween, ¿eh? —pregunto,
abriendo los ojos como platos cuando veo el área de la sala llena de gente vestida
en tantos disfraces diferentes que te digo que es una locura. Todo, desde fantasmas
a enfermeras zorras, hasta un extraño disfraz de calabacín, se halla presente. Se oye
música, y las personas charlan y ríen, y algunos incluso corren por ahí gritando,
mientras beben de vasos de plásticos que estoy segura que no están llenos de
ponche. Dónde está su consejero residente, no tengo idea, pero adivino que en
algún sitio en un radio de más dos kilómetros, ya que creo con seguridad que el
ruido puede oírse desde esa distancia.
—Espera hasta que lleguemos al concierto —promete Seth, dándose cuenta
de mi mirada asombrada.
50

—Nunca he estado en un concierto —admito cuando vamos a la salida y


Página

damos un paso al exterior, en la brisa glacial. El suelo se encuentra congelado,


haciendo las botas con tacones un poco complicadas para caminar. El sol se ha
puesto; la luna y las estrellas están brillantes en el cielo y destellando junto con
todo el naranja, negro y púrpura alrededor del área.
—Sé que no. —Seth nos conduce hacia el césped cubierto por una fina capa
de nieve y comenzamos a caminar hasta el estacionamiento—. No obstante, te
prometo‖que‖lo‖vas‖a‖amar.‖De‖hecho,‖creo…‖—Pierde el hilo ante la vista de una
figura cruzando el césped hacia nosotros. Me toma un momento o dos darme
cuenta de quién es.
—Oye, ¿qué haces allí? —pregunto, liberando el brazo de Seth y hallando a
Kayden a mitad de camino—. Pensé que tenías práctica.
No responde hasta que me alcanza. —Lo sé. Me fui temprano... quería
recogerte. —Tira de la parte inferior de las mangas, pareciendo tanto nervioso
como emocionado.
Pongo mis brazos alrededor de él y lo abrazo con fuerza. —No tenías que
hacer eso.
Se ve increíble esta noche con una camisa a cuadros negra y gris, que está lo
suficientemente desabrochada para que pueda ver la camiseta negra que destaca
sus abdominales. Lo completó con una chaqueta de cuero, pantalones vaqueros
negros y botas, con el pelo castaño solo apenas desordenado, en la forma más sexy
posible. No es un disfraz de Halloween, pero no es lo que usaría usualmente y lo
hace aún más ridículamente guapo de lo que ya es.
—Lo sé. —Besa mi sien y luego se echa atrás para mirarme a los ojos—. Pero
quería. —Abre la boca para decir algo más, pero entonces su mirada baja por mi
atuendo. Sigo sosteniendo la chaqueta, a pesar de que hace mucho frío, por lo que
obtiene una vista completa de mí.
—Mierda —respira, poniendo los brazos a los costados. Se rasca la muñeca,
pero todavía me observa—.‖Te‖ves…
—No digas ardiente —advierte Seth, yendo hasta nosotros—. Parece
tomárselo un poco a la ofensiva.
Las esquinas de la boca de Kayden se elevan. —En realidad iba a decir
hermosa.
—Mentiroso —tose Seth, pero luego sonríe.
Reprimiendo una sonrisa, Kayden levanta un brazo hacia mí. Lo primero
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que noto es que hay algo que sobresale de la manga de su camisa... un pedazo de
gasa tal vez. Pero entonces mis ojos viajan a lo que está en su mano. Una rosa con
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un tallo corto y desnudo. La toma y la mete en el pelo junto a mi oído, haciéndome


sentir bonita. Nunca he sido una admiradora de lucir de esta manera. Es decir,
hasta ahora. Pero creo que tiene más que ver con la forma en que Kayden me está
mirando, con este deseo lujurioso y ardiente.
A la mierda la fiesta.
Esto es mucho, mucho mejor.
Estoy a punto de decirle lo mucho que lo amo cuando mi atención se centra
en una figura pálida corriendo por la hierba, gritando—: ¡HURRA! ¡Halloween es
lo mejor!
Me resulta familiar y entrecierro los ojos para obtener una mejor visión de lo
que está pasando. —Espera. ¿Está...? —Me callo cuando me doy cuenta de la razón
por la que la figura está tan pálida—. ¡Está desnudo!
Los ojos de Kayden se abren al tiempo que sigue mi mirada, entonces pone
una mano sobre mis ojos. —¿Qué diablos pasa con los nudistas y Halloween? Te
juro que veo al menos uno al año.
Seth se ríe. —Es la libertad en el aire, para ser quien quieras ser.
—Estoy bastante seguro de que está en mi clase de inglés —le digo—. Y no
creo que alguna vez sea capaz de mirarlo a los ojos de nuevo.
—¿Por qué? —pregunta Seth—. No eres tú la que fue vista en un conjunto
muy poco favorecedor. Debes mantener la cabeza bien alta, niña.
—Lo sé, pero cada vez que lo mire, voy a imaginarme su... —Me muerdo el
labio, incapaz de terminar la frase, y mucho menos lograr imaginar lo que acabo de
presenciar.
Esta vez Kayden se ríe y baja la mano de mis ojos. —Eres tan adorable. —
Entonces me besa, y no me siento tímida ni avergonzada. Puedo manejar lo
adorable. Puedo manejar que Kayden me bese. Pero ver a más gente desnuda esta
noche… no estoy tan segura.
La noche está resultando ser maravillosa. El ambiente es eléctrico, la
decoración es vibrante de la manera más extraña posible, y la música de orquesta
combinada con rock, que la banda está tocando, es inquietantemente poética hasta
el punto que me da escalofríos. Violet lo llama Rock Sinfónico.
Hemos estado bailando por un rato: Seth, Greyson, Violet y yo. Kayden y
Luke están pasando el rato en la mesa. Luke parece distraído por algo y Kayden no
para de recibir mensajes de texto de alguien, por lo que ambos están viviendo en
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su propio mundo. Me pone un poco triste que Kayden no esté aquí conmigo, pero
no tengo tiempo para la autocompasión cuando Violet decide que me va a enseñar
Página

a bailar, por sugerencia de Seth.


—No hay manera de que pueda bailar como ella —le digo a los dos, no
porque tenga miedo, sino porque realmente no creo que pueda. Violet baila como
una mezcla entre una bailarina y una de esas chicas roqueras que pueden mover la
cabeza de la manera más elegante posible. En serio, parece pertenecer al escenario
con un micrófono en la mano y una banda de guitarras y violines tocando en el
fondo.
—Claro que sí —dice Violet con una sonrisa alentadora que luce extraña en
ella porque casi nunca sonríe. Parece de buen humor esta noche, así que decido
seguirle la corriente y seguir su ejemplo—. No, mueve las caderas —instruye,
poniendo la mano en mi cintura y guiándome con el ritmo. No me gusta
demasiado que invadan mi espacio personal, pero trato de ignorarlo ya que
estamos de pie en el centro de una multitud abarrotada, y trato de hacer lo que
dice—. Deja que la música se apropie de ti. No lo pienses.
—¡Y baila como si supieras lo que haces! —grita Seth sobre la música
cuando levanta las manos en el aire.
Tomo una inhalación profunda y trato de hacer lo que dijeron los dos, pero
nunca he sido buena para el baile.
—Estás pensándolo demasiado —me dice Seth, sus ojos vagando sobre mis
hombros—. Y ahora tienes la distracción perfecta. —Mis cejas se fruncen cuando él
articula—: Baila como si fuera tu fiesta de graduación.
Todo lo que puedo imaginar cuando dice eso es lo que he visto en las
películas. Música mala y mucha decoración, mientras que las personas demasiado
arregladas se balancean de un lado a otro con las manos en el otro o hacen algún
tipo de baile tonto. Pero entonces Kayden se me acerca, toma mi mano, y me hace
girar, provocando que la risa salga de mis labios.
—Ahh, y surgen los movimientos de baile secretos —digo, riendo cuando
me hace girar de nuevo y luego me estrella contra su pecho. Kayden me dijo una
vez que él sabía bailar en secreto, porque su madre lo utilizaba como pareja de
baile cuando era más joven.
Sus brazos se deslizan a mi alrededor mientras apoyo la cabeza en su
hombro. —Se suponía que iba a ser un secreto —susurra en mi oído, dando a mi
lóbulo un mordiscón suave.
La‖banda‖se‖toma‖un‖descanso‖y‖el‖DJ‖pone‖una‖canción‖que‖conozco.‖“My‖
Immortal”‖de‖Evanescence.‖Es‖lento‖y‖relajante,‖y‖me‖encuentro‖relaj{ndome,‖y‖me‖
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apoyo contra Kayden mientras me balanceo con la música y me voy a la deriva,


Página

lejos de la realidad.
—Espero que te estés divirtiendo esta noche —susurra en mi oído, con la
mano apoyada en la parte baja de mi espalda, acercándome. Hay algo en su tacto:
una desesperación.
—Por supuesto que sí. —Mis párpados se cierran mientras el calor de su
cuerpo me ahoga y lo acerco más, deseando que él supiera que todo iba a estar
bien. Si tan solo pudiera hacérselo ver de alguna manera, que siempre me tendrá,
que nunca va a estar solo.
—Bien. Eso es todo lo que quiero para ti; nada más que diversión. —Su
aliento se acelera—. Te mereces ser feliz.
Inclino la barbilla para mirarlo a los ojos. —Estoy feliz. —A diferencia de él.
Parece estar sufriendo, a punto de llorar—. ¿Quién te enviaba mensajes de texto?
Cierra los ojos y mueve la cabeza. —No quiero hablar de eso esta noche, no
quiero hacer que otra de tus noches sea deprimente.
¿De dónde diablos viene esto?
—Tú no haces que mis noches sean deprimentes. ¿Qué diablos, Kayden? —
Es raro que maldiga, así que cuando lo hago, tiene un propósito. En este momento,
estoy entrando en pánico porque se parece a un hombre que está a punto de
romper con su novia—. ¿E-estás r-rompiendo conmigo?
Sus ojos se amplían con horror. —¿Qué? ¡No! ¿Por qué diablos dices eso?
—¡Porque te ves como si estuvieras a punto de hacerlo!
—¡Nunca te diría eso! ¡Nunca!
Estamos gritando sobre la música y lo odio. Nunca nos gritamos, ni siquiera
detrás de las puertas, solo hablamos apasionadamente. Pero esto es gritar, y es la
peor sensación del mundo.
Como si de repente se diera cuenta de que estamos en un lugar lleno de
gente, baja la voz y me toma de la mano. —¿Vienes conmigo? Tengo algo... —
Exhala en voz alta y se pasa la mano libre por el pelo—. Hay algo de lo que tengo
que hablar contigo.
Tragando el nudo en la garganta, asiento y luego lo sigo fuera de la pista de
baile, saludando a Seth en el camino. Me da una mirada cuestionadora y luego
pone el dedo meñique y el pulgar a un lado de su cara, como un teléfono. Asiento,
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entendiendo que quiere que lo llame más tarde. Entonces, me giro y me concentro
en mis pasos, porque eso es más fácil que centrarme en qué diablos acaba de
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causar que Kayden y yo nos gritáramos el uno al otro por primera vez.
Después de recoger nuestras chaquetas del guardarropa, salimos al aire que
enfría mi piel. Al instante me pongo la chaqueta, temblando mientras Kayden me
lleva a su coche. Abre la puerta del pasajero para mí sin decir una palabra y luego
rodea el auto, entra y enciende el motor, subiendo la calefacción. Se queda mirando
por la ventana, agarrando el volante con tanta fuerza que le comienzan a temblar
las manos.
—Metí la pata —dice, alejando las manos del volante y limpiándoselas en
los vaqueros.
Estoy a punto de preguntarle qué hizo, pero se enrolla la manga de la
camisa y me muestra la respuesta. Antes, cuando me había recogido, creí notar un
pedazo de gasa desde su camisa, pero, estúpidamente, me distraje por la rosa y el
hombre desnudo, y me olvidé completamente de preguntarle al respecto.
Dios, debí haberle preguntado.
—¿Qué pasó? —le susurro, a pesar de que lamentablemente sé la respuesta.
Cierra los ojos y se frota la cara con la mano, soltando una bocanada de aire.
—Sentía mucha presión últimamente y en lugar de afrontarlo, lo dejé carcomerme.
Entonces hoy pasó algo muy feo... y yo... en cierto modo perdí el control. —Abre
los ojos, pero mira hacia adelante en vez de a mí—. Es por eso que pude recogerte.
Tuve que perderme la práctica para poder ir a hablar con mi terapeuta.
Sé que la terapia es buena para él, me alegra que lo haga, pero aun así, a
veces me gustaría que también hablara conmigo acerca de esas cosas.
—¿Qué fue lo que pasó? ¿O es que no quieres hablar de ello?
Se frota la cara de nuevo con la mano, esta vez tan fuerte que me preocupa
que lo haga para causarse dolor físico. —Debería haber hablado contigo, en un
principio, en lugar de hacer lo que hice. Sin embargo la terapeuta dice que sucede.
Las recaídas suceden. —Cierra los ojos, y se escapan una o dos lágrimas. No estoy
segura de qué hacer ni qué decir, si hay algo que puedo hacer o decir, ya que no sé
de qué se trata. Sé lo suficiente para reconocer que se corta cuando no quiere sentir
dolor emocional, pero, ¿qué le causó dolor emocional?
Estoy a punto de preguntarle, de intentar hacer que hable conmigo de
nuevo, pero esta vez me dice sin que se lo pregunte. Abre los ojos y me mira, sin
molestarse en ocultar las lágrimas. —Dylan encontró a mis padres.
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Traducido por Miry GPE


Corregido por Daniela Agrafojo

Siempre he sido bueno fingiendo. Fingí que mi padre no era un idiota


abusivo durante dieciocho años de mi vida. Que mi madre no era un zombi sedado
por la misma cantidad de tiempo. Durante doce años, fingí que no me cortaba
porque el dolor físico era más fácil de llevar que el emocional. Sin embargo, fingir
frente a Callie siempre ha sido difícil. Ella no es persuadida tan fácilmente a creer
cosas que sabe que no son reales solo porque son más fáciles de tratar que la
horrible verdad.
Callie siempre quiere la verdad, no importa qué tan cruda y dolorosa sea. Y
tengo que aprender a dársela, lo que es algo que mi terapeuta y yo hablamos hoy
después de ir a una visita de emergencia.
Fue la llamada de Dylan lo que me hizo explotar, pero fueron las emociones
que surgieron después las que me enviaron al borde. Enfado. Dolor. Rabia ciega.
Alivio. Culpa por el alivio. Eso carcomió mi alma y mi corazón, y en vez de
sentirlo, a pesar de que luché por aferrarme, me deslicé y dejé que una cuchilla me
despojara de mi carne y sangre. Pero aun así me sentí culpable después de hacerlo.
Así que busqué ayuda, que es mejor a lo que solía hacer. Y me ayuda a pasar por
los mensajes que Dylan me envía con actualizaciones sobre lo que descubrió.
Y ahora busco a Callie, a pesar de que me siento aterrado de ponerme al
descubierto.
—¿A qué te refieres con que los encontró? —Los ojos de Callie son enormes
contra la pálida luz de la luna. Sigue cambiando su enfoque de mi rostro a mi
muñeca envuelta en gasa.
Quiero tocarla, pero tengo miedo. —Me refiero a que tiene un rastro de
ellos. —Me encojo de hombros y luego, lo hago de nuevo; mis hombros se sienten
tan pesados como rocas—. Están en un hospital. Han estado ahí por un tiempo.
Supongo que hubo algún tipo de accidente y mi padre terminó mal herido.
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Si es posible, sus ojos se agrandan aún más. —¿Qué le pasó exactamente?


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—No estoy seguro. —Me rasco la muñeca, haciendo que la cortada recién
hecha queme. La sensación es relajante y aterradora a la vez, algo entre el amor y el
odio—. Dylan no sabía todos los detalles, probablemente porque mi madre no iba a
dárselos, pero supongo que ha estado en el hospital por unas semanas. Todavía no
sé por qué…‖no sé exactamente lo que le pasó.
Callie pone su mano sobre la mía, seguramente para que deje de rascarme la
muñeca. —Sin embargo, ¿cómo es que sabes todo esto? Digo, ¿cómo consiguió tu
hermano un rastro de ellos?
Me trago el nudo en la garganta causado por sus dedos tan cerca del corte,
un corte que ambos sabemos, vino de mi propia mano. —Tyler se derrumbó y se lo
dijo todo a Dylan. Supongo que estuvo con ellos durante un tiempo, pero después
del accidente de mi padre, se fue y comenzó a quedarse en casa de Dylan.
—¿Y en dónde están tus padres? Quiero decir, sé que están en un hospital,
pero, ¿en dónde exactamente?
—No estoy seguro. Dylan dijo que todo lo que Tyler le dio fue un número
de teléfono. Todavía trata de obtener todos los detalles de mi madre, pero es como
hablarle a la pared. —Aprieto los labios con tanta fuerza que se adormecen—. Así
es mi familia, Callie. Guardan secretos. Uno del otro. Del mundo. Nadie sabe
quiénes son los Owen, a veces ni siquiera los Owen. —Estoy a punto de empezar a
llorar otra vez, lo que es ridículo. No necesito llorar por cualquier cosa, ¿cierto? No
sé qué sentir. Todos esos años de ser golpeado, tanto mental como físicamente, me
hacen incapaz de sentir las cosas correctas en este tipo de situación—. Creo que
estoy roto —susurro cuando una lágrima o dos caen de mis ojos. Me siento como
un jodido marica. Es ridículo. Llorar por algo tan estúpido. Algo por lo que no
debería llorar.
Sacudiendo la cabeza, Callie pasa por encima de la consola y se sienta en mi
regazo, enfrentándome con una pierna a cada lado. —No estás roto, Kayden. ¿Por
qué dices eso?
—Porque... —Mis manos comienzan a temblar cuando guía mis brazos
alrededor de su cintura—. Porque una partecita de mí ni siquiera se siente mal por
él. —Antes de poder ver su reacción, la que estoy seguro que se encuentra llena de
asco, bajo la cabeza sobre su hombro y aspiro su aroma reconfortante.
Después de unos minutos de aferrarme a ella y llorar, me las arreglo para
controlar mi llanto, pero el silencio en el auto es más pesado que mis lágrimas. No
estoy seguro de qué decirle, lo que piensa, lo que siente. Dios, me gustaría poder
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leer su mente, ver dentro de su alma como puedo jurar que ella ve la mía.
Página

—¿Recuerdas ese día que golpeaste a Caleb? —pregunta finalmente, su voz


un poco ahogada.
No es lo que esperaba que dijera, pero aun así me inclino hacia atrás para
mirarla mientras asiento. —Por supuesto que lo recuerdo. Fue el día que por fin
sentí que hice algo por ti, en lugar de ser al revés.
Ese día perdí el control cuando descubrí que Caleb Miller, un tipo que era
un poco mayor que yo y creció en nuestra ciudad, fue el que violó a Callie cuando
tenía doce años. Quería que pagara por eso de alguna manera, así que hice lo único
que‖podía…‖golpearlo‖hasta‖el cansancio.
—Pues, recuerdo cuando me enteré… lo que hiciste. —Su voz se quiebra—.
Odiaba admitirlo, teniendo en cuenta todas las cosas malas que te pasaron
después, pero una parte de mí se sintió aliviada, tal vez incluso un poco
agradecida.
—Pero merecías sentirte de esa manera —le aseguro—. Lo que te hizo fue
jodidamente horrible, malo y enfermizo.
—Tal como lo que te hizo tu padre —dice con una mirada insistente.
Cuando comienzo a alejar la vista, pone su mano en mi rostro y me obliga a
mirarla—. Kayden, he escuchado algunas de las historias de las cosas que hizo, y
estoy bastante segura de que te has asegurado de no decirme las peores,
considerando…‖ —Mira hacia mi pecho—,…‖ lo grandes que son algunas de esas
cicatrices.
—Pero no quiero ser como él —digo en un susurro ahogado—. No quiero
estar lleno de rabia y odio como él.
—¿Por qué piensas que eres como él? No lo eres de ningún modo, manera o
forma.
—Pero me siento aliviado porque está herido, como si se lo mereciera de
alguna‖manera.‖Y‖eso‖es‖algo‖que‖él‖haría…‖sentir‖alivio‖al lastimar personas.
—Eso es diferente, Kayden. Muy, muy diferente. Y tú no lo lastimaste.
Dice más o menos lo mismo que me dijo mi terapeuta, cuando fui a hablarle
sobre cómo me sentía. Y una parte de mí entiende por qué me dicen eso, pero la
otra parte; la que teme resultar como mi abuelo y mi padre; no entiende lo llena de
odio que está mi reacción.
—Lo sé, pero... —Ya que no puedo verla a los ojos, mi mirada se dirige al
estacionamiento, a las estrellas en el cielo, a cualquier lugar, menos a ella.
—¿Pero qué? —Me insiste, a que la mire, a que no me apague como lo hacía
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en el pasado. Y quiero darle eso. En serio, pero tengo que descubrir cómo.
Página

—¿Qué pasa si sigo explotando? —Me atrevo a decir al final, forzando mi


atención de nuevo a ella.
Su mirada me absorbe. —No estoy segura de a qué te refieres.
Alzo la muñeca. —¿Y si las cosas se ponen peor y vuelvo a esto? La última
vez que mi padre estuvo en mi vida, esta mierda me poseyó.
Su rostro se llena de preocupación. —Pero ya no se encuentra más en tu
vida.
—Podría estarlo. Es decir, ¿y si el resto de mi familia lo trae de vuelta? Y
Dylan... quiere que vaya por una semana. Creo que lo sugirió porque pensó que
ayudaría estar cerca de él mientras pasaba por esto, pero no lo sé. —Me encojo de
hombros—. Nunca he asociado a mi familia con ayudarme de ninguna forma. Ni
siquiera a Dylan.
—Entonces no vayas —dice simplemente, ahuecando mi rostro entre sus
manos, haciendo que la mire—. No tienes ninguna obligación de ir. Has sufrido
suficiente. Y si piensas que será difícil, entonces mereces no ir. Nos tienes a Seth, a
Luke y a mí aquí para ti, así que no estás solo en nada de esto. Nunca más estarás
solo.
Lucho contra el enorme nudo formándose en mi garganta. —Lo sé, pero me
siento culpable de que ustedes tengan que aguantar mis problemas. Y me siento
culpable por fallarle a mi familia.
—Bueno, no tienes por qué sentirte culpable de nada. —Su voz tiembla con
ira, sorprendiéndome—. No les debes nada a ellos, solo a ti, así que haz lo que tú
quieras hacer, no lo que quieran otros.
—Pero, ¿qué si... qué si ella me llama?
—¿Te refieres a tu mamá?
—Sí, no estoy seguro de querer volver a hablar con ella. —No me gusta
sonar como un niño asustado, pero parece que no puedo controlarlo. Mi madre era
el tipo de mujer que fingía no ver nada, a pesar de que veía todo. Todos esos años
dejó que mi padre me pegara, incluso me reportaba enfermo en la escuela cuando
estaba demasiado dañado como para ir—. A veces, siento que la odio tanto como a
mi padre. —Alzo las manos entre nosotros y dejo caer la cabeza sobre ellas—. Dios,
no‖quiero‖hacer‖esto…‖regresar‖a‖esa‖mierda. Pensé que lo había superado.
—No tienes que dejarla entrar en tu vida. Si ellos no te hacen feliz, no los
dejes entrar. La vida es todo sobre la felicidad, Kayden, y nunca debes conformarte
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con menos. —Callie abre la puerta del lado del conductor para poder salir del
auto—. Ahora, ven aquí. Te llevaré a un lugar.
Página

Elevo la cabeza para mirarla. ―¿Pero qué hay del concierto? Lo has estado
esperando y puedo volver a entrar. Probablemente es mejor si lo hago, en vez de
sentarme aquí a tener una fiesta de compasión.
Rueda los ojos, aligerando una pizca el humor. —No tienes una fiesta de
compasión. —Pasa los brazos a su alrededor, temblando mientras libera su
aliento—. Y, además, no era tanto el concierto lo que deseaba sino pasar tiempo
contigo todo arreglado.
—Y quiero darte eso. Mereces tener lo que quieres.
Su intensa mirada se fija en la mía. —Tengo lo que quiero todos los días.
¿Es posible enamorarte de alguien, aun cuando ya estás enamorado de esa
persona? Porque estoy bastante seguro de que acabo de hacerlo.
—¿A dónde vamos?
Me hace señas para que pase al asiento del pasajero. —De ninguna manera.
No te lo diré. Tendrás que confiar en mí.
Solo me lleva un latido moverme. Porque al final, confío en ella más que en
cualquier otra cosa en mi vida.
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Página

Traducido por Umiangel


Corregido por Itxi

Me asustó. No con lo que dijo acerca del sentimiento hacia su familia —que
es comprensible— pero se cortó de nuevo y tiene esa mirada perdida en sus ojos,
como lo hizo el año pasado cuando me alejaba. Y si bien no es tan malo como
antes, me tiene preocupada porque podría perderlo si decide volver a ese lugar
oscuro dentro de su cabeza.
Sí, sé que podría vivir sin él si tuviera que hacerlo, sé que la vida seguiría su
curso, pero maldita sea, no quiero pasar mi vida sin Kayden. Significa más para mí
que cualquier otra persona que está o ha estado en mi vida. Ya sea si se dé cuenta o
no, me salvó cuando quedé atrapada en un lugar oscuro. Y quiero mostrárselo para
que entienda lo que significa para mí, que es importante, que es una buena persona
y que la felicidad sí existe diariamente cuando está conmigo.
El primer lugar al que lo llevo es el campus. Sé que está muy confundido
cuando paro en un espacio vacío en el estacionamiento, y estaciono el coche lo más
cerca que puedo de la entrada principal.
—Sabes que es casi medianoche —dice Kayden, desabrochando el cinturón
de seguridad—. Si alguien nos ve, podrían llamar a la policía, sobre todo teniendo
en cuenta que es Halloween.
—Lo sé. —Me quito el cinturón de seguridad, abro la puerta, y la brisa de la
noche sopla en ráfagas—. Pero vale la pena el riesgo. Lo prometo.
Confundido, sale del coche, después me encuentra en la parte delantera y
une sus dedos con los míos. Caminamos en silencio por la hierba helada, tomados
de la mano, y contando estrellas. En la distancia, escucho los sonidos de gritos y
música, probablemente de una fiesta, pero aun así, el vacío que nos rodea me hace
sentir en paz.
—Esto por sí solo me hace sentir mejor. —Kayden se quita la chaqueta—.
Aparte de que parece como si te estuvieras muriendo de frío.
—Estoy bien —le digo, pero me hace tomar su chaqueta de todos modos.
Deslizo mis brazos por las mangas y respiro el olor almizclado de su colonia.
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—¿Huele bien? —Sonríe por primera vez cuando se da cuenta que huelo la
tela de su chaqueta.
Página

—Me gusta tu olor —admito, tomando otra inhalación profunda. Su sonrisa


se agranda y hace que mi corazón haga lo mismo—. Me alegra que estés sonriendo,
estaba preocupada.
Suspira, y la sonrisa desaparece de su rostro. —Odio preocuparte tanto.
—Te preocupas por mí todo el tiempo —señalo—, y por si recibo lo que
merezco, lo cual hago.
Sus labios se abren para argumentar, pero luego los sella de nuevo cuando
me detengo en el centro de la acera. Lo único que hay cerca es el acceso de aspecto
antiguo a la oficina principal de la Universidad de Wyoming que está rodeado de
árboles y unos cuantos bancos.
—Esto…‖ —Hago un gesto con la mano hacia el suelo— es lo primero que
quiero mostrarte.
Frunce el ceño mientras mira fijamente hacia el suelo. —Está bien… Es un
muy buen lugar de la acera, supongo. —Levanta la mirada de nuevo a mí—. Estoy
tan confundido.
—Claro que sí. —Intento no reírme de él, pero su desconcierto es lindo—.
Aquí es donde corriste hacia mí por primera vez. Literalmente.
Lo reconoce. —Mierda, me acuerdo de eso. Intentaba atrapar una pelota de
fútbol que Luke lanzó y te tiré. —Niega con la cabeza, pero la rigidez de su cuerpo
comienza a aligerarse como si su mente se distrajera con otra cosa—. No puedo
creer que saliste conmigo después de eso.
—No quería —admito—. O, en realidad, tenía miedo de ti.
—No te culpo. Me sorprende que no salieras herida.
—No, no te tenía miedo debido a eso.
—¿Qué quieres decir? —pregunta, confundiéndose de nuevo—. Entonces,
¿por qué tenías miedo?
Agarro su brazo, tirando de él en dirección del coche. —Ven y te mostraré.
—Está bien, conozco este restaurante —dice con orgullo después de que la
camarera nos sienta en una cabina en la esquina, que se halla decorada con una
calabaza que brilla intensamente y una linterna púrpura y negra. Es tan tarde que
casi no hay nadie aquí, a excepción de unos cuantos niños universitarios borrachos
en la zona del bar arreglado para Halloween—. Aquí es donde tuvimos una cena
por primera vez. Pero no fue una cita. Luke y Seth estaban aquí.
63

—Lo recuerdo. —Soy todo sonrisas mientras abro el menú—. Pero fue lo
Página

más cercano que tuve a una cita.


—Callie, lo siento —frunce el ceño—, que estuvieras tan sola durante tanto
tiempo.
—No te traje aquí para sentir pena por mí, Kayden. —Lo miro por encima
del menú y encuentro su mirada—. Estaba sola porque no confiaba en nadie. Pero
esa noche, confié en ti.
—¿De verdad? —se pregunta dudosamente mientras tira el menú delante de
él—. Parecías no querer nada conmigo, sobre todo cuando extendí la mano para
sostener la tuya.
—Eso es porque me sentía aterrada. Tuve que correr al baño a vomitar —
explico. Cuando comienza a decir algo, agrego—: No te traje aquí para hablar de
mis problemas pasados. Lo he hecho suficiente para que me dure toda la vida. —
Estiro el brazo través de la mesa y pongo mi mano sobre la suya—. Te traje aquí
para mostrar que esto —señalo con la cabeza a mi mano sobre la suya—, esto es
posible gracias a ti.
Niega con la cabeza. —No, es posible porque eres fuerte. Eres la persona
más fuerte que he conocido en mi vida, Callie. Juro por Dios, que no sé cómo lo
haces.
—Lo hago porque tengo buenas personas en mi vida que hacen que todo
valga la pena.
Suspira, descorazonado. —Siempre estás brillando con positividad. Me
gustaría poder ser así.
—Sí, ahora. Pero si hubieras hablado conmigo antes de la universidad, no
habrías pensado así. Era débil en ese entonces.
Su mano empieza a temblar debajo de la mía. —Eso no es cierto. Recuerda
esa noche… la noche que interviniste cuando —baja la voz—, cuando mi padre me
golpeaba. Se necesita mucha fuerza para hacer eso.
—Y se necesita mucha fuerza para sobrevivir a eso —insisto, dando a su
mano un pequeño apretón—. Y para contarle a alguien al respecto. Tal como lo
hiciste.
Aprieta los dientes. —Con el tiempo, pero te hice pasar un infierno hasta
que lo hice.
—Me tomó más tiempo con Caleb. —Mi tono urgente hace juego con el
suyo—. Me tomó casi siete años hablar con alguien. Y no me hiciste pasar por un
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infierno.
Página

No sabe qué decir. Kayden siempre ha sido muy bueno para tratar de darme
confianza, pero el estar en el otro lado de la línea, siempre ha sido un problema
para él. En la secundaria, nunca lo habría creído. El guapísimo mariscal de campo
estrella que salía con la chica más popular de la escuela, pensé que irradiaba
autoestima. Hombre, me equivoqué.
—Quisiera que las cosas pudieran haber sido diferentes para ti —pronuncia
en voz baja, trazando mis nudillos con el pulgar—. Quisiera que pudieras haber
sido feliz toda tu vida.
—Sí, hubiera sido lindo —concuerdo—. Sé que puede parecer una locura, y
confía en mí, me gustaría más que nada nunca haber conocido a Caleb, pero la cosa
es, que lo que me pasó, ya pasó y no puedo cambiarlo, por lo que no sirve de nada
dejar que arruine mi vida. No necesito darle a Caleb ese tipo de poder sobre mí. Y,
además, no podría estar aquí contigo si mi vida hubiese tomado otro camino, por
lo que puedo ver el mal como algo que tenía que pasar para llegar al bien. Eres mi
bien, no importa lo que quieras creer. Estoy sentada aquí, más feliz de lo que nunca
he sido, gracias a ti. Eres mi felicidad.
Su mirada oscila de mis ojos a mi boca… de mis ojos a mi boca… ojos…‖
boca. —¿Puedo besarte ahora? —susurra mientras mira fijamente mis labios—. En
serio necesito besarte.
Asiento con impaciencia. —Sí, por favor.
Se inclina sobre la mesa y me reúno con él a mitad de camino, impactando
mis labios con los suyos y de buena gana hundiéndonos en un beso apasionado,
aquí mismo, en público. No tomamos aire hasta que la camarera nos interrumpe
para tomar los pedidos. Una vez que se va, Kayden me mira desde el otro lado de
la mesa con una mirada contemplativa en su rostro.
—¿Qué? —Me toco la cara con timidez—. ¿Tengo algo en la cara? Estoy,
después de todo, usando demasiado lápiz labial como para pintar la cara de un
payaso.
Niega con la cabeza. —No es nada. —Extiende su mano hacia mí y la apoya
a un lado de mi cara—. Escucharte hablar, las cosas que dices, tu forma de ver la
vida, siempre me hacen sentir mejor cuando estoy decaído. Eres increíble.
—Igual que tú. —Me relajo en su toque—. Hacemos la pareja perfecta.
Traga con fuerza y creo que va a volver a la auto-duda sobre su valía, por lo
que me impresiona cuando dice—: Creo que quiero… Quiero vivir contigo… Tú y
yo, juntos. —Hace una pausa y luego sacude la cabeza con determinación—. No.
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Ignora eso. Sé que eso es lo que quiero.


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Mi corazón palpita fuerte dentro de mi pecho. No quiero emocionarme


demasiado, pero lo hago. —¿Seguro? Porque no quiero que te sientas presionado
ni nada parecido. Puedo esperar.
Las comisuras de sus labios se elevan, con una expresión colmada de calor.
—Nunca he estado más seguro sobre nada en mi vida de lo que estoy por ti. No
quiero volver a perderte… Solo quiero asegurarme de que eres feliz.
—Soy feliz. Lo prometo.
—Y quiero vivir contigo. Lo prometo.
Incapaz de controlar mi emoción por más tiempo, sonrío como loca. Me da
una sonrisa genuina, también. Y seguimos de esa manera, sonriendo como dos
niños locos de amor hasta que la camarera llega con nuestras bebidas y comida, y
nos da una mirada interrogante, tal vez pensando que las expresiones torpes y
eufóricas que tenemos son porque estamos drogados.
Después de que deja los platos y bebidas, Kayden levanta su hamburguesa y
le da un gran bocado. —¿Entonces esta es la última parada de la noche? ¿O hay
algo más?
Cojo un puñado de patatas fritas. —¿Qué piensas?
—Creo que, teniendo en cuenta el camino que estás siguiendo, aún hay más.
—Abre la boca y le da un bocado aún más grande de su hamburguesa, pareciendo
mucho más relajado que hace veinte minutos. Me dan ganas de seguir adelante por
este camino.
—Así que, si tuvieras que adivinar el siguiente lugar, ¿dónde crees que será?
—Saco la cebolla de la hamburguesa, en tanto espero su respuesta, preguntándome
si ya resolvió el patrón de este recorrido.
—Crees que no lo sé —dice, divertido—, pero lo sé todo.
Me encojo de hombros, igual de divertida. —Estoy ansiosa por ver si lo
recuerdas.
Sus cejas se levantan. —¿Y qué gano si lo hago bien?
—Lo que quieras —bromeo después darle una mordida a mi hamburguesa.
Parece satisfecho, con una gran sonrisa plasmada en su rostro. —Prepárate
para perder, entonces. —Estira el brazo a través de la mesa para limpiar un poco
de mayonesa de mi labio—. Carreras, pintura y huellas verdes.
No tiene que decir exactamente el lugar; los dos sabemos lo que significan
66

esas palabras. Una noche simple, al menos desde el punto de vista externo, pero
para mí fue una de las noches más mágicas, de esas que cambian la vida.
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67
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Traducido por Vane Black


Corregido por Laurita PI

Treinta minutos más tarde, entramos en una tienda a la que fuimos justo
antes de marcar una roca en una zona de marcar famosa, y justo después de que
Kayden y yo bailamos por primera vez hace más de un año. Estaba un poco
mareada esa noche y me sentí tan libre al salir con Kayden, Seth y Luke porque fue
la primera vez que me sentí como si tuviera amigos.
La tienda sigue siendo la misma, un poco vieja y vende cosas de poco valor
por precios baratos. Al instante nos abrimos paso al pasillo donde una vez pisé una
lata de pintura en aerosol verde y conseguí que se esparciera por todo el suelo. Fue
durante una especie de combate de lucha libre entre Kayden y yo después de que
Luke convirtió la noche en un juego.
—Mierda. No puedo creer que todavía se perciba —dice Kayden cuando
ambos miramos la tenue huella de zapato verde manchando el sucio suelo de
linóleo.
Llevo la mano sobre mi boca cuando una risita escapa. —Debo sentirme
mal, ¿verdad?
Kayden niega con la cabeza mientras muevo mi pie sobre la impresión; el
tamaño perfecto. —De ninguna manera. En todo caso, te debes sentir orgullosa.
Marcaste esa noche para siempre.
—Bueno, mientras exista esta tienda, pero fue sin duda una noche que debía
ser marcada. —Hago una pausa y luego decido admitir la verdad—: Sabes, cuando
estuvimos en la cabina solos, como que quise que me beses. Tal vez me habría
puesto como loca, así que quizás es bueno que no lo hicieras. No creo que me
sintiera preparada.
Mientras procesa mis palabras, da un paso hacia mí, nuestros cuerpos a solo
centímetros el uno del otro. —Quería besarte esa noche, pero tenía miedo.
Me muevo un poco hacia él, robando el poco espacio que existe entre
nosotros. —¿De qué?
—Que me gustara, que fuera un error porque tenía novia, que no fuera lo
suficientemente bueno para ti. —Se moja los labios con la lengua, con su atención
fija en mis labios—. ¿Deberíamos tener una segunda oportunidad?
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Asiento con entusiasmo y sin ninguna duda, su boca choca con la mía con
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tanta fuerza que me pregunto si el impacto va a dejar un moretón. Pero no me


importa. Que salgan moretones. Todo en lo que puedo concentrarme ahora es en
su lengua separando mis labios mientras me consume. La fuerza me envía hacia
atrás y me golpeo contra el estante detrás de mí, otro moretón quizás, pero de
nuevo, no importa. No planeo romper este beso por nada.
Pero el estante se halla lleno de latas de pintura en aerosol y cuando la
embestimos, una fila se tambalea y caen al suelo, haciendo mucho ruido.
Suelto una risa cuando rompemos el beso y bajamos la mirada al lío que
acabamos de hacer. —Mierda —digo—, estamos maldecidos.
—Imposible —suelta, extendiendo sus manos en mi espalda por debajo de
mi camisa—. Es el destino, permitiéndonos tener una segunda oportunidad de la
noche que debería haberte besado.
Sus palabras me apartan de la realidad y agarro la parte delantera de su
camisa para tirar de él para otro beso. Justo cuando nuestros labios se juntan,
alguien grita—: ¿Qué demonios está pasando?
Nuestras cabezas giran de golpe en la dirección en la que vino la voz. Al
final del pasillo, el empleado se encuentra ahí, con la cara roja, y enojado mientras
mira fijo el lío que acabamos de hacer. Parece alrededor de los treinta o algo así,
con el cabello largo hasta los hombros y, usa una etiqueta de nombre en su camisa
hippie que dice Ed.
—Vamos a limpiarlo —digo, pero Ed se acerca como un ventarrón hacia
nosotros.
—Estoy tan harto de que vengan aquí y piensen que es gracioso destruir mi
tienda, mocosos. —Mientras Ed se acerca, presiona su dedo en su pecho y repite—:
Mi tienda. No es suya. Mía. Voy a hacerles pagar por cada una de esas malditas
latas de pintura en aerosol.
No estoy segura de qué hacer. El tipo tiene una mirada espeluznante en su
cara como si estuviera fuera de sí y es aterrador, pero divertido al mismo tiempo.
Una risa nerviosa deja mis labios mientras Kayden agarra mi mano y me tira con él
mientras despega hacia la otra dirección.
El empleado nos grita—: ¡Traigan sus culos punk de vuelta aquí! —Pero eso
solo nos hace avanzar más rápido y reír más fuerte.
No nos detenemos hasta que estamos seguros en el coche y conducimos por
el camino hacia las montañas, con los faros del coche de Kayden iluminando la
carretera. Todavía soy la conductora, a pesar de las protestas de Kayden, porque
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quiero ser la que lo lleve en este viaje.


Página

—Entonces, ¿dónde me llevas? —pregunta mientras nos dirigimos hacia las


colinas.
—¿No sabes? —indago, preguntándome si va en serio. Teniendo en cuenta
la dirección en la que vamos, tiene que ser obvio. Y, además, hemos tenido algunos
buenos momentos en este lugar, lo que hace que sea una parte súper importante de
nuestro pasado.
Hay una mirada tortuosa en su rostro cuando eleva la mano. —En realidad,
lo sé. —En su mano, hay una lata de pintura en aerosol, lo que significa que sabía
dónde íbamos antes incluso de que nos metiéramos en el coche.
Estaría contenta con esto, y lo estoy, pero…‖—¿Robaste esa lata de pintura?
—El tipo era un idiota drogado; no podía pagar con él a punto de atacarnos
—dice, y cuando suspiro, se ríe—. Relájate, Callie. Lancé unos cuantos dólares en
el suelo antes de irnos. —Dibuja una línea vertical en mi pómulo con la punta de
su dedo, provocando que mis ojos pestañeen—. Sé que eres demasiada buena
persona para tolerar el robo.
—Oye, puedo ser rebelde —digo, medio en broma, medio en serio—. Bebí
como menor de edad.
Se ríe de mi declaración sosa. —Eres tan adorable.
Agarrando el volante con una mano, lo apunto con el dedo. —Oye, señor,
no siempre soy adorable. Y te lo voy a demostrar. —¿En serio?
Eso le saca una sonrisa, lo que también me hace sonreír, a pesar de que no
tengo idea de cómo apoyar mis palabras. Aun así, me devano los sesos por una
manera de mostrarle mi lado temerario del cual no estoy segura haber descubierto
todavía.
La idea se me ocurre cuando estaciono en la parte inferior de la colina.
Recuerdo a Seth siempre haciendo chistes sobre cómo la gente viene aquí y tiene
sexo. Solía ruborizarme como loca cuando bromeaba sobre ello y luego me dijo que
Greyson y él subieron aquí una vez.
Ni siquiera estoy segura de poder llegar hasta el final. Sí, soy una persona
diferente a antes. Mucho más fuerte y me ruborizo menos. Además, no hay nadie
más aquí esta noche, así que tenemos todo el lugar para nosotros solos.
—¿Qué está ocurriendo en esa hermosa cabeza tuya? —pregunta Kayden,
interrumpiendo mi aturdimiento.
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Aparto mi atención de los árboles en la parte delantera del coche y me giro


Página

en el asiento para enfrentarme a él. Los faros siguen encendidos y entre eso y la luz
de la luna, diviso su firme mandíbula, labios suaves, y ojos maravillosamente
familiares.
—Callie. —Comienza a retorcerse bajo el peso de mi mirada—. ¿Qué pasa?
¿Ocurre algo?
Niego con la cabeza, me trago mis nervios y apago las luces. Nos hallamos
cubiertos por la oscuridad, lo que me facilita hacer lo que me encuentro a punto de
hacer. O tal vez es el traje lo que me hace sentir como alguien más, alguien que
puede tomar riesgos, ser temeraria. En verdad no importa de dónde viene esa
sensación; solamente hago lo que Seth siempre dice y me dejo llevar, inclinándome
sobre la consola y besando a Kayden sin ninguna advertencia. Toma aire mientras
mis labios rozan los suyos y luego se ríe suavemente cuando mi lengua se desliza a
través de su labio, lo que indica que quiero que la abra.
—Siento como si estuvieras a punto de mostrarme cuán no-adorable eres —
dice con una voz baja y ronca que me hace sentir cosas.
—Tienes toda la razón —le digo mientras me quito las botas y luego paso
por encima de la consola y me coloco en su regazo. Pongo una rodilla a cada lado
de él, luego choco mis labios con los suyos. Esta vez la abre con rapidez, chupando
mi lengua en su boca y devolviéndome el beso con la misma intensidad. Pellizca
mi labio inferior mientras envuelve los dedos alrededor de la parte posterior de mi
cabeza y me guía más cerca, hasta que no queda espacio entre nuestros cuerpos.
Empezamos a empañar las ventanas cuando intento desabrochar su camisa,
pero agarra mi mano en la suya. —Callie, espera. No tenemos que hacer esto —
susurra contra mis labios, sonando como si detenerse es la última cosa que quiere
hacer—. No fue mi intención molestarte con el comentario de adorable.
—No me molestaste. Lo prometo. —Y es la verdad. En este momento, mi
mente se mueve a un millón de kilómetros por hora, mi cuerpo entero corre en
algún tipo de pura adrenalina y quiero seguir haciendo cosas nuevas con Kayden,
aprovechando cada momento, al igual que siempre digo.
Antes de que pueda elaborar otra protesta, deslizo mi mano de su agarre y
desabrocho otro botón de su camisa. Sigo hacia abajo hasta que los tengo todos
sueltos, luego se quita la camisa a cuadros y la arroja al asiento trasero. Estoy a
punto de alcanzar el dobladillo de la camiseta para también quitarla, cuando se
inclina hacia el lado del pasajero y gira la llave para que la batería se prenda y el
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calor explote de los conductos de ventilación.


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—Créeme. No quieres que esté frío aquí. Esto podría hacer cosas extrañas a
mis partes masculinas —bromea y luego saca su camiseta mientras me rio por su
comentario. Se está riendo mientras alcanza la cremallera de la chaqueta que tengo
puesta y tira hacia abajo. Después de que la quita, tira de las correas de mi vestido
lo suficientemente bajo para que el sujetador quede expuesto. Luego baja la parte
delantera, así que mis pechos se exponen al aire.
Antes incluso de que pueda reaccionar al aire un tanto todavía frío, su boca
se encuentra sobre mí, chupando, mordisqueando y volviendo loco a mi cuerpo. Es
sorprendente cómo, incluso después de un año, todavía me hace sentir la misma
emoción abrumadora y la vulnerabilidad que sentí la primera vez que estuvimos
juntos. Nunca se vuelve aburrido, ya sea que estemos en la cama o en el estrecho
asiento de un coche.
Mi cabeza cae hacia atrás mientras sigue devorándome con su boca, yendo y
viniendo entre mis pechos, deteniéndose solo cuando estoy a punto de perder el
conocimiento por falta de oxígeno. Luego deshace el botón de sus vaqueros y antes
de que pueda preguntar qué está haciendo, eleva dobladillo de mi vestido. Decido
ayudarlo y levanto mis caderas, riendo cuando golpeo mi cabeza en el techo. Pero
todo el humor se desvanece cuando desliza el borde de mis bragas a un lado y se
impulsa a sí mismo dentro de mí.
Es ya sea el ángulo de mis caderas o la forma en que mis piernas están
dobladas, pero se hunde profundamente y juro a Dios que cada una de mis
terminaciones nerviosas explota cuando jadeo, agarrando la parte trasera del
asiento. Es intenso. No, más allá de intenso, hasta el punto en el que no creo que
pueda respirar.
—Jesús —pronuncia Kayden en un susurro ronco mientras se agarra a mi
cintura por debajo de mi vestido—.‖Esto‖se‖siente…
—Increíble —termino por él, luego comienzo a oscilar mis caderas, ya que
no puedo permanecer inmóvil un segundo más.
Nos movemos rítmicamente, en completa sincronía con el otro, como si
estuviéramos hechos el uno para el otro, lo cual, en mi opinión, lo estamos. No
existe nadie más en el mundo que me hará sentir de la forma en que Kayden lo
hace. Nunca confiaré en nadie más. Nunca quiero estar con nadie más. Él es todo
para mí y solo espero que sea de la misma manera para él. Que quiera vivir
conmigo, como dijo. Estar conmigo, tal vez para siempre.
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Página

Traducido por Beatrix


Corregido por Daliam

—Eso‖fue…‖—Casi no puedo respirar, y mucho menos terminar la frase. No


después de eso. El sexo en un coche con Callie. ¿Cómo demonios una noche de
mierda se convierte en algo tan asombroso? Había estado tan molesto por todas las
cosas con mi padre y la forma en que me hacía sentir tan feo por dentro. Además,
había tenido una recaída. Me sentí como si me estuviera hundiendo hacia el fondo
de la desesperación y ahora me siento como si estuviera en una nube corriendo en
un puto arco iris. Pero no creo que sea solamente el sexo; se trata de los recuerdos
también. En medio de toda la locura y lo malo que ha pasado, de alguna manera
perdí de vista todo lo bueno que ha pasado y sigue pasando.
—Debo de ser buena si te estoy dejando sin palabras. —Ella trata de ser
juguetona, pero incluso en la oscuridad, me doy cuenta que está sonrojándose por
la forma en que gira la cabeza y deja que los mechones de pelo caigan por su cara.
—Eres perfecta. —Saboreo sus labios una vez más antes de ayudarla a poner
su sujetador, y a continuación, los tirantes de su vestido. Se estremece cuando mis
dedos rozan sus hombros y me hace sonreír que mi toque aún le haga esto después
de casi un año—. Siempre lo eres.
Sonríe mientras salta de nuevo en el asiento del conductor para que pueda
arreglar mi camisa. —Me siento como en la secundaria —admite mientras se pone
la chaqueta de nuevo.
—Así que te gusta ser traviesa —bromeo mientras abrocho mi camisa.
Deslizando su pie en la bota, se encoge de hombros, pero sus labios
amenazan con alzarse. —Tal vez.
Quiero decirle que es adorable, pero eso es algo que hizo empezar esto. De
acuerdo, tal vez debería decírselo de nuevo. Diablos, tengo que empezar a decirlo
mucho más.
Antes de que pueda decir nada más, sin embargo, abre la puerta para salir.
—¿Estás listo para visitar el próximo lugar? —pregunta, moviendo el otro pie en la
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bota antes de poner sus pies en el suelo.


Página

Asiento, agarrando la lata de pintura en aerosol de la consola central antes


de bajar de un salto del coche con ella. Tomo su mano mientras vamos, incapaz de
mantenerme sin tocarla. Esa es la cosa con Callie, algo tan simple como su contacto
puede calentar el frío dentro de mí. Sus palabras son mucho más poderosas. Ellas
no solo calientan el frío, sino que lo funden en un charco.
Es lo que sus palabras hicieron por mí en el restaurante. Por eso le dije que
quiero ir a vivir con ella. Creo que siempre lo he querido, pero no fui capaz de
decirlo hasta ese momento cuando me di cuenta, no solo de lo mucho que significa
para mí, sino lo mucho que significo para ella. Puedo luchar, puedo preocuparme
de no ser lo suficientemente bueno para ella, pero al final, parezco ser lo que quiere
y se merece tener lo que quiere, así que estoy dándoselo, a mí mismo.
—Deberíamos haber traído linternas —dice Callie cuando el paso empieza a
descender hacia las colinas, haciendo que desaparezcan las luces de la ciudad por
debajo y se ensombrezca nuestro entorno.
Meto la mano en el bolsillo para sacar mi teléfono y paso el dedo por la
pantalla de modo que se encienda. —¿Qué tal esto? —Lo sostengo y apunto abajo
en el camino.
—Eres brillante —dice entonces acelera el paso, casi saltando a través de la
oscuridad.
—Cuidado. —La agarro cuando se resbala sobre una placa de hielo.
No deja de saltar y termino arrastrando los pies tras ella hasta llegar a la
roca empinada en la que una vez me senté a su lado antes de que incluso nos
besáramos. Hay una ligera capa de nieve en algunas de las rocas y partes con hielo
en el suelo.
—No estoy seguro de que debamos subir en la oscuridad —le digo, tirando
de ella hacia mí hasta que presiona su espalda contra mi pecho.
—Pero la subimos en la oscuridad antes con Seth y Luke —dice mientras
rodeo su cintura con mis brazos.
—Lo sé, pero ahora te amo y moriría si algo te sucediera. —Beso el punto
sensible detrás de su oreja, y suspira.
—Muy bien, tú ganas, pero solo porque diste un motivo hermoso. —Toma
asiento en una pequeña roca y se enfrenta hacia el camino al que íbamos a subir—.
¿Recuerdas que cada vez que veníamos aquí, tenías que ayudarme a subir por las
rocas?
Asiento y me siento al lado de ella, poniendo el temporizador en mi pantalla
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así que como mucho, tenemos diez minutos de luz. —También recuerdo cómo tuve
Página

un sueño picante contigo donde te ayudaba a bajar por las rocas. —Dejo el teléfono
al lado de mis pies y trato de acomodarme a pesar de que el suelo me congela el
culo.
Su cabeza se mueve bruscamente en mi dirección. —¿Qué? ¿Cuándo?
—La noche que vinimos aquí por primera vez.
—Pero todavía salías con Daisy.
—Eso no quiere decir que no estaba atraído por ti —le digo—. Confía en mí,
lo estaba. Muy, muy atraído por ti.
Ella aprieta los labios como si quisiera decir algo, pero lucha contra ello.
—¿Qué piensas? —Paso mis dedos por la parte interior de su muñeca.
Sus hombros suben y bajan mientras se encoge de hombros sin entusiasmo.
—Sabes, nunca entendí que te sintieras atraído por mí cuando salías con ella. Digo,
sé que ahora me amas, pero nunca tuvo sentido por qué rompiste con ella y luego
de inmediato querías salir conmigo. Es decir, sé que ella era una perra, pero era...
bueno, era muy, muy bonita. —Mil protestas corren por mi mente, pero antes de
que pueda decir nada, añade—: No lo digo para que me des un cumplido. Sé que
me amas. Solo te cuento lo que sentía en el pasado, ya que se trata de una noche
del pasado.
Me toma un momento encontrar mi voz, pero solo porque sigo sorprendido
por lo primero que dijo. —En primer lugar, vamos a dejar algo claro. Dejando el
aspecto a un lado, eres mil veces mejor persona de que lo que Daisy será nunca. La
chica era más que una perra. Era mala y centrada en sí misma. Nunca preguntó
sobre mis cicatrices, nunca trató de conocerme como hiciste tú, cuando me sentí
completo y vulnerable, pero en una forma necesaria. Me salvaste, Callie, no solo de
mi padre, sino de mí mismo y de una vida llena de desdicha y odio a mí mismo. Y
sí, sé que me queda mucho camino por recorrer, pero todavía me ayudas, incluso
ahora.
—Bien, me alegro.‖Me‖encanta‖ayudarte…
Cubro su boca con la mano, silenciándola. —Todavía no he terminado. —
Coloco su cara entre mis manos, deseando que no fuera tan oscuro para poder ver
mi parte favorita de ella: sus ojos. Son un espejo de sus emociones y me encanta ser
capaz de ver lo que está sintiendo cada vez que los miro—. Y en segundo lugar,
eres un millón de veces más preciosa que lo que Daisy será nunca. —Ella comienza
a protestar, pero hablo por encima de sus palabras—. Y no solo porque eres bella
por dentro, que sé estás a punto de decir, sino porque eres ridículamente hermosa
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de una manera que a veces casi parece irreal.


—Kayden, aprecio que digas eso, pero sé que no es cierto —dice—. Sé que
Página

soy una chica mediocre, y no me molesta.


—Nunca serás mediocre, Callie. —Quisiera que entendiera todo lo que estoy
tratando de decir—. Daisy era como de plástico, todas las uñas postizas y el cabello
blanqueado, ropa de lujo,‖ nada‖ de‖ ella‖ era‖ real.‖ Tú… —Acerco sus labios a los
míos—…‖eres real. Todo, desde tus pecas, a esos bellos ojos tuyos, a tus malditos
labios perfectos. Tienes una belleza poco convencional, del tipo que ni siquiera
puedes entender porque no es genérico y creado; simplemente es.
Queda en silencio por lo que se siente como una eternidad; el suave sonido
de su respiración llena el silencio entre nosotros. —Te estás convirtiendo en todo
un maestro de las palabras —dice suavemente—. Acabas de poner a esta escritora
en vergüenza.
Mis labios se curvan hacia arriba, pero no estoy dispuesto a sonreír por el
momento. —Sin embargo, pillas lo que digo, ¿verdad? ¿Entiendes lo hermosa que
eres por dentro y por fuera?
Asiente, y siento como se mueven sus mejillas mientras sonríe. —Pero solo
si comprendes lo mucho que te necesito y lo mucho que te merezco.
Me cuesta mucho decirlo, pero sé que debo hacerlo, sé que es adecuado
para el momento. —Está bien, es un trato —digo, inclinándome para besarla,
tomándome mi tiempo, saboreando la sensación de sus labios.
Me aparto unos ocho minutos más tarde, cuando la pantalla se apaga y la
oscuridad nos rodea. Recogiéndolo, lo configuro durante otros diez minutos, luego
saco la lata de aerosol de mi bolsillo. —Entonces, ¿qué piensas poner sobre la roca
esta vez? —le pregunto, dándole la lata.
—Hmmm... —Se golpea ligeramente el labio con su dedo y luego me
devuelve la lata—. Creo que deberías hacerlo tú.
—De ninguna manera. Tú eres la escritora.
Se pone de pie y se sacude la suciedad y la poca nieve de su culo. —Nop. Te
voy a dar los honores esta noche, ya que estás de racha con las palabras bonitas. —
Cuando no me levanto de inmediato, me ofrece su mano—. Vamos, Kayden.
Después de lo que acabas de decirme, esto debe ser muy fácil.
Enhebro mis dedos con los suyo y me pongo de pie, dándole a la lata una
pequeña sacudida. Entonces me quedo mirando la roca. Y la miro. Y miro. Y miro.
Y miro.
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—Es como cuando miro a mi pantalla de ordenador a veces. —Me empuja


Página

juguetonamente en las costillas—. Solo que el torturador no es un cursor sino una


lata de pintura.
Alzo la lata para escribir algo, pero la presión me está afectando. Mi mente
queda en blanco hasta que de repente tengo una idea mientras recuerdo la noche
que vinimos aquí por primera vez. Callie había pintado su propia cita en la pared...
esa cita asombrosa.
Sonriente, presiono la boquilla y muevo la mano a través de la roca. Agarra
el teléfono y lo apunta, para que yo pueda ver mejor, y ella puede leer lo que estoy
escribiendo. Cuando he terminado, regreso a su lado y, lo lee en voz alta.
—“En la existencia de nuestra vida, hay muchas coincidencias que unen a las
personas, pero solo hay una persona que va a poseer tu corazón para siempre” —lee en voz
alta y juro que casi llora cerca del final.
—Creo que alguien muy inteligente una vez escribió eso —digo poniéndole
la tapa de nuevo.
—No dijo eso exactamente. —Se vuelve hacia mí—. Y me gusta mucho más
tu versión.
—Bueno. —Tomo su mano y la sostengo por mil razones diferentes; para
tocarla, para sentirme reconfortado, mantenerme en pie, viviendo, respirando. Es
una locura cómo la noche pasó de una mierda a una de las mejores que he tenido
en mucho tiempo. Hace que me dé cuenta de lo mucho que la necesito a ella y
cuánto necesito seguir trabajando en ser el hombre que se merece—. Porque lo
digo en serio, todo.
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Página

Traducido por Daniela Agrafojo & MaJo Villa


Corregido por Julie

Las siguientes semanas pasan en una neblina de hojas de otoño, exámenes


parciales, y partidos. Antes de saberlo, se acerca Acción de Gracias. Kayden y yo
no hemos conseguido todavía un lugar por nuestra cuenta, en realidad, no hemos
hablado al respecto desde aquella noche. Sin embargo, él parece estar mucho mejor
después de que pasamos tiempo reviviendo momentos de nuestro pasado, y eso es
todo lo que importa, ¿cierto?
Tampoco he notado ningún corte fresco en su piel y no se ha molestado
sobre nada con su familia, así que las cosas están yendo bastante bien. Pero luego,
no creo que haya pasado mucho más que Dylan llamando para revisar y para ver
si Kayden planea ir para allá en las vacaciones de Acción de Gracias.
—Y, ¿todavía no has decidido qué vas a hacer? —le pregunto a Kayden. Se
detuvo en mi dormitorio después de la práctica de fútbol cuando me encontraba en
medio de doblar mi ropa sucia. Hay pilas de ropa sobre la cama y todavía trabajo
en la pila de la cesta. Para el momento en que termine, probablemente habrá más
para lavar y doblar.
Kayden se encuentra en el piso, ya que no hay espacio en ningún otro lugar,
lanzando un balón de fútbol al aire y atrapándolo. —¿Para Acción de Gracias?
Asiento, doblando una camisa y añadiéndola a la pila cerca del pie de la
cama. —Solo me preguntaba si decidiste ir a Virginia o no. —Es un tema sensible,
así que mantengo la voz ligera.
Arroja el balón en el aire y lo atrapa antes de responder. —¿Qué crees que
debo hacer? —pregunta, inclinando la cabeza hacia atrás para mirarme.
Tomo un par de vaqueros de la cesta. —Kayden, de verdad no creo que
deba tomar esa decisión por ti.
—Sí, supongo que lo dije mal. —Baja el balón y rueda de lado para verme
fácilmente—.‖Solo‖quiero‖decir…‖quiero‖decir…‖¿qué‖har{s‖tú?
79

—¿Para Acción de Gracias? —Me encojo de hombros y doblo los vaqueros—


. Iré a casa. Sabes cómo es mamá en los días festivos. Se enojaría mucho si no voy a
Página

casa. Puedes venir conmigo, sin embargo, si no quieres ir a Virginia.


Mueve la cabeza de arriba abajo, contemplando algo. —Sí, no creo que
quiera volver a casa. —Parece culpable por eso, y no debería sentirse así.
—No tienes que pensar en eso como volver a casa. Solo visitar a la familia
por Acción de Gracias.
—Sí, pero no pensar en eso como casa es parte del problema, porque nunca
lo fue de verdad. —Gira sobre su estómago y se pone de pie; su camiseta gris se
alza lo suficiente como para poder ver una partecita de su firme estómago—. Y,
creo que quiero encontrar alguna clase de lugar que pueda llamar casa. —Vacila—.
Así que pienso que tal vez debería ir a Virginia e intentar todo esta cosa del día
festivo con Dylan. Quiero decir, no ha mencionado nada acerca de mamá o papá
últimamente, así que debería estar bien. Creo, que quizás es una buena idea. Y
además, creo que es momento de que trate de manejar esas cosas. —Mira hacia la
cicatriz curándose en su muñeca—. Así no recaigo de nuevo.
Siento una pizca de tristeza en mi estómago a la idea de pasar una semana
separados. Además, habrá casi la distancia de un país entre nosotros. Aun así, sé
que esas son razones egoístas y al final, sería realmente agradable para él ser capaz
de relacionarse con Dylan, especialmente si lo desea.
—Si sientes que debes ir a Virginia, entonces deberías ir. —Recojo una pila
de vaqueros para ponerlos en el vestidor—. Sería bueno para ti llegar a conocer a
Dylan y quizás a Tyler si va a estar allá y crees que quieres verlo.
—Todavía sigue en rehabilitación. —Recoge el balón de fútbol del suelo
mientras abro la gaveta y meto la ropa—. Pero podría llegar a verlo. Creo, de todas
maneras.
—Bien. —Reuniendo mi mejor sonrisa, me giro para enfrentarlo. Me siento
feliz por él y todo, pero solo espero que le resulte bien. Me preocupa—. Te voy a
extrañar.
—Siempre puedes venir conmigo —dice, con esperanza mientras se aferra al
balón.
—Ojalá, pero ya le dije a mamá que iría a casa. Además, Jackson estará ahí y
no lo he visto desde el receso de primavera. E hice un número en la lista para tratar
de tener una mejor relación con él. —Apunto a mi puerta donde normalmente está
la pizarra con la lista de las cosas por hacer, pero frunzo el ceño cuando me doy
cuenta de que ha desaparecido—. Qué diablos. ¿En dónde está mi lista? —Miro a
80

Kayden—. ¿Estaba allí cuando viniste?


Página

Se encoge de hombros, girando el balón en sus manos. —No tengo idea.


Me rasco la cabeza. —Tal vez Seth la tomó por alguna razón. —Comienzo a
buscar mi teléfono—. Debería llamarlo y preguntarle.
—Pero en fin —dice Kayden, cortándome claramente—, es bueno que trates
de remendar las cosas con tu hermano. —Toma mi mano cuando le doy una
mirada interrogante—. Sé que ha sido duro para ti, considerando que Caleb era su
mejor amigo.
Decido ignorar su extraño cambio de tema —por ahora, de todos modos—
pero llegaré al fondo de eso.
—Ha sido agradable desde que por fin le dije lo que pasó —digo mientras
Kayden le da a mi brazo un jalón y me atrae hacia él—. Ya no quiero estar molesta
con él. Era demasiado agotador y no tiene sentido mantener rencores.
La esquina de su labio se eleva en una media sonrisa. —Siempre dices cosas
que siento se aplican a mí.
—Oh, eso no es lo que quise decir —comienzo a protestar mientras nuestros
cuerpos se reúnen—. Lo que pasó entre Jackson y yo no es lo mismo que lo que te
hicieron tus padres. En absoluto. —Me siento horrible por lo que dije. Kayden
debería ser capaz de mantener rencor contra sus padres, sin importar mi opinión.
Después de que su padre lo apuñaló y casi lo mató; cosas como esas no se borran.
La larga cicatriz en el costado de Kayden lo prueba.
—Callie, relájate. Sé que no te referías a mí. —Toma suavemente un mechón
suelto de mi cabello—. Solo bromeaba contigo.
Lo evalúo con cuidado. Parece honesto, y casi se ve feliz. —Pareces de buen
humor. ¿Qué pasa?
Rueda su lengua en la boca para evitar sonreír. —No es nada. Solo estoy
feliz de estar aquí contigo.
Inclino la cabeza y lo estudio sospechosamente. —No, pasa algo. Estás como
súper feliz y cambiaste de tema a propósito del hecho de que la lista desapareció
en mi puerta.
—De acuerdo, tal vez sí pasa algo. —Es tan lindo, tratando de contener una
sonrisa—. Pero no puedo decirte en este momento.
—¿Es malo?
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—No. Es bueno, creo. —Disfruta mucho de esto.


Página

—Está bien, ahora en serio quiero saber. —Hago un mohín—. Por favor.
Riéndose en voz baja, extiende la mano y toca mi labio inferior con la punta
de su dedo. —Ese truco no va a funcionar conmigo.
—¿Qué truco? —pregunto inocentemente.
Me mira. —¿Intentas decirme que no haces un mohín a propósito cuando
intentas que las cosas sean a tu modo? —pregunta, y tengo una mirada culpable en
mi rostro—. Sí, ves. Puedo leerte tan bien como tú me lees. —Me guiña un ojo,
luego me jala por un beso, dejando caer el balón al suelo. Nuestras lenguas se
enredan al instante y en segundos me recoge y me lleva a la cama.
Tengo toda la intención de sacarle la ropa y volver a experimentar el
momento que compartimos en el auto hace unas semanas, pero entonces la puerta
se abre y Harper entra.
—Oh, mierda. —Se detiene en la puerta cuando nos ve en la cama, con las
piernas entrelazadas, nuestros cuerpos presionados, las manos sobre el otro; por
suerte, ninguna de nuestras ropas se ha ido.
—Lo siento —me disculpo, sentándome mientras Kayden permanece
acostado, subiendo y bajando sus dedos por mi espalda—.‖ Solo‖ est{bamos…‖ —
¿Cómo se supone que termine esa oración? ¿Estábamos a punto de tener sexo caliente
y sudoroso? Sí, esa oración no va a salir de mi boca.
Harper vacila en la puerta, abrazando los libros contra su pecho. —Puedo
volver luego.
Sacudo la cabeza y me bajo de la cama. —No, está bien. Tengo que correr a
la tienda de todos modos. —Alcanzo mi chaqueta mientras Kayden se levanta a
regañadientes de la cama y recoge el balón.
—Oye, ¿de casualidad podrías traer un rollo de cinta para mí? —pregunta
Harper cuando deja sus libros sobre su cama—. Se me acabó anoche.
Asiento. —Claro.
—Gracias. —Fuerza una sonrisa mientras comienza a desabotonarse la
chaqueta—.‖En‖realidad,‖Callie,‖antes‖de‖que‖te‖vayas…‖¿puedo‖hablar‖contigo?‖—
Deshace el último botón y deja su abrigo en el poste de la cama, parpadeando sus
ojos hacia Kayden antes de aterrizarlos en mí—. ¿A solas, tal vez?
—Um, sí, claro. —Me giro hacia Kayden, que me lanza una mirada
enigmática—. ¿Puedo encontrarte en el auto?
Asiente cautelosamente. —Seguro. —Besa suavemente mi frente y mira a
82

Harper antes de salir por la puerta.


Página

Una vez que esta se cierra, la enfrento. —Entonces, ¿qué pasa?


—En realidad no es nada. —Pero su expresión sugiere otra cosa mientras se
hunde en la cama, con sus hombros desplomados—. Honestamente, no sé cómo
sacar el tema sin que te molestes.
—No voy a enojarme. —No sé qué más decir, ya que no sé a dónde va esto.
Suspirando, juguetea con un mechón de su cabello, enrollándolo alrededor
de su dedo. —El otro día los escuché a Seth y a ti hablando de cosas. —Mira a su
cabello, completamente centrada en él—. Sobre algo que te pasó.
—No estoy segura de a qué te refieres. —Me siento en mi cama, así estamos
una frente a la otra—. Seth y yo hemos dicho muchas cosas —le digo y luego trato
de hacer una broma porque se ve muy triste—. Particularmente Seth. Le encanta
hablar.
Una pequeña sonrisa eleva sus labios, pero sus ojos todavía se ven llenos de
tristeza mientras me mira. —Bueno, fue el otro día. Creo que ustedes pensaron que
tenía mis audífonos puestos y estaba escuchando música, pero en realidad trataba
de‖encontrar‖algo‖para‖oír‖así‖que‖escuché‖un‖poco‖de‖su‖conversación…‖sobre‖un‖
chico que te hizo cosas. —Se encoge cuando lo dice, y aunque estoy acostumbrada
a hablar sobre esto en voz alta, todavía me encojo de miedo yo misma.
—Sí…‖—De nuevo, estoy insegura de qué decir.
—Lo siento —dice velozmente—. Estoy segura de que te preguntas por qué
digo‖esto‖y‖la‖verdad‖es‖que…‖bueno,‖la‖verdad‖es‖que‖te‖escuché‖decir‖algo sobre
cómo te sentías mucho mejor, y que lo habías estado desde que hablaste con tus
padres‖ al‖ respecto.‖Como‖que‖ me‖ preguntaba…‖ —su mirada cae al espacio en el
suelo entre nuestros pies—, cómo pasaste por eso.
—¿El decirle‖a‖mis‖padres‖que‖fui…‖violada? —Todavía es difícil decirlo en
voz alta, aunque he hablado abiertamente de eso por un tiempo.
De nuevo, se encoje. —Sí…‖eso.‖—Levanta la mirada y aunque no dice nada
al respecto, creo que de repente entiendo por qué habla de esto. Conozco la mirada
adolorida que trata de mantener atrapada en su interior porque hice lo mismo por
años.
No estoy segura de si debería preguntarle si fue violada. Cosas como esas
pueden‖ser‖engañosas…‖lograr‖que‖alguien‖te‖diga‖la‖verdad‖puede‖ser‖engañoso.‖
Debería saberlo ya que me tomó casi siete años de cargar esta oscuridad dentro de
83

mí, temerosa de dejarla ir porque me asustaba lo que la gente podría pensar de mí


y honestamente, tenía miedo de Caleb, también.
Página

—No tienes que decirme si no quieres. —Las palabras de Harper salen en


ráfagas. En este momento, se ve como una persona completamente diferente, pero
eso es porque es vulnerable y está asustada.
—No, está bien. —Levanto mis hombros para reunir algo de confianza—. En
lo que respecta a contarles a mis padres, como que los hice sentar y les dije. En
realidad no hay una manera correcta o fácil, aparte de hacerlo. Lo que sí creo, sin
embargo, es que llegar al punto en donde decides que vas a decirle a alguien es la
parte más difícil.
—¿Luchaste con eso? —pregunta—. Quiero decir, con reunir el valor para
decirle a alguien.
Inhalo gradualmente a través de la nariz para mantener las emociones en mi
interior, para no asustarla. —Sí, me tomó casi siete años.
Sus ojos se abren de golpe. —¿Qué edad tenías cuando sucedió?
—Doce.
—Jesús, Callie, eso es horrible.
—Sí, lo fue, pero estoy tratando de seguir adelante. —Hago una pausa,
preguntándome si es el momento adecuado para preguntarle algo, pero luego me
doy cuenta de que podría no haber un momento adecuado, y tengo que hacerlo—.
¿Cuántos años tenías tú?
Suspira, bajando sus hombros. —¿Es tan obvia la razón por la que te estoy
preguntando todo esto?
—Puede que no lo sea para otra persona, pero ahora tienes esa mirada en tu
cara con la que estoy un poco familiarizada.
—¿Y qué mirada es esa?
—De miedo... de dolor.
Intercambiamos una mirada de comprensión. Siempre he sabido que lo que
me pasó, les ha sucedido a otras personas, pero en realidad nunca he hablado con
nadie que haya tenido que atravesar la experiencia infernal.
—Siento esas cosas —dice en voz baja, y sus ojos se ponen llorosos—. Sin
embargo, odio hacerlo. Todo el mundo cree que soy muy feliz porque eso es lo que
les muestro, pero no soy tan feliz como parezco.
—Todo el mundo pensó que estaba loca —le digo—. Pero sí me corté el
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cabello con un par de tijeras y dejé de hablar con la gente.


Página

Me ofrece una mirada comprensiva. —Callie, eso es tan triste.


—Y también lo es pretender ser feliz todo el tiempo —digo—. Todo el
mundo debería sentirse lo suficientemente bien como para ser ellos mismos.
Asiente, estando de acuerdo. —Sí, pero mi historia no es tan triste como la
tuya. Tenía catorce años y era mayor.
—Eso no lo justifica. —Me levanto de la cama y cruzo la habitación para
sentarme a su lado, mis piernas se sienten un poco tambaleantes—. La violación es
algo horrible y sin importar nada deberías decirle a alguien acerca de ello.
—No estoy segura de poder decirle a mi madre. —Frunce el ceño y hace que
me pregunte si tal vez fue alguien viviendo bajo el mismo techo que ella.
—¿Qué tal un hermano o una hermana, entonces? —sugiero.
Niega con su cabeza. —No tengo ninguno.
—¿Qué hay de tu padre?
Su expresión se endurece al tiempo que aprieta sus dientes y convierte las
manos en puños. —No le voy a contar a mi padrastro.
Bien, estoy bastante segura de que probablemente es quien se lo hizo, pero
no quiero presionarla, o hacer suposiciones porque noto que está a punto de
romperse y puedo estar equivocada. —¿Qué hay de otro pariente o un terapeuta?
Considera lo que dije por unos cuantos minutos. —Has hablado con un
terapeuta, ¿verdad? Digo, creí oírlos a Seth y a ti hablando de ello al comienzo del
año escolar.
—Sí, solía hacerlo hasta hace un par de meses. Te puedo dar su número. Es
muy agradable y comprensiva, y entiende cosas como esta.
—De acuerdo, sí, ¿puedo tener su número?
Asintiendo, recupero el teléfono de mi bolsillo y le envío un mensaje de
texto a Harper con la información de contacto de mi terapeuta. —También deberías
llamarla hoy, mientras estás en este lugar en donde puedes hablar de ello.
—Pero en realidad no hablé de ello —dice con un suspiro desanimado—.
No realmente.
—Eso no es cierto. —Guardo mi teléfono—. Lo que hoy dijiste fue un gran
paso, uno enorme.
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Sus labios se vuelven hacia arriba y parece como si me estuviera mostrando


Página

una visión de su verdadera sonrisa. Me doy cuenta ahí mismo y entonces que
nunca la he visto antes.
—Bueno, la llamaré, pero ya veremos lo que pasa cuando llegue el momento
de ir allí —dice—. Ya he intentado esto y nunca tuve el valor de hacerlo. Solamente
me atreví a sacarlo a colación contigo después de que oí hablar a Seth sobre lo que
te pasó, porque eso me hizo sentir como que tú... —agita una pulsera que lleva
puesta—, me entiendes, supongo.
—Mucha gente lo entenderá. —Hago una pausa, preguntándome qué otra
cosa puedo hacer para ayudarla porque quiero eso, quiero ayudar a las personas
que están luchando como lo hice una vez. Solo de pensar en otras personas que
han pasado por cosas como yo y Harper, me da ganas de encontrarlos a todos ellos
y decirles que van a estar bien. Ni siquiera estoy segura de cómo hacer esto, pero lo
necesito, de alguna manera—. Si quieres, puedo ir contigo a tu cita.
—¿En serio? —se anima, pareciendo genuinamente feliz.
Asiento. —Por supuesto.
Se ve aliviada por completo. —Gracias, Callie. Y no solamente por la oferta,
sino por no ponerte rara. Eres muy buena en esto, sabes. Hablando, entendiendo y
todo.
Sus palabras calientan mi corazón. —Gracias. Y de nada —le digo y me
dirijo hacia la puerta—. Dime cuándo programes la cita y si alguna vez necesitas
hablar, estoy justo al otro lado de la habitación.
Asiente y luego salgo al pasillo, cierro la puerta detrás de mí, y me apoyo en
ella. Me siento extrañamente en paz conmigo misma. Ni siquiera estoy segura de si
es porque fui capaz de hablar con alguien acerca de lo que me pasó, sin entrar en
pánico o si es porque intenté ayudar a alguien que no me lo pidió directamente.
—¿Está todo bien? —La voz de Kayden me saca de mis pensamientos.
Giro la cabeza y lo encuentro de pie a un lado, con el balón de fútbol bajo el
brazo. —Oye, pensé que habías bajado hasta el coche.
Mira la puerta y luego hacia mí. —No, pensé en esperarte aquí. Parecía que
podrías necesitarme después de lo que sea que fuera a ocurrir allí dentro.
Me enderezo. —No, estoy bien. Ella solamente quería hablar de cosas.
—¿Qué tipo de cosas? —pregunta mientras avanzamos hacia el ascensor,
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tomados de la mano.
Página

—Cosas por las que está pasando —digo vagamente—. Cosas que entiendo.
Por suerte, creo que entiende lo que sugiero sin tener que decirlo en voz
alta, ya que me encuentro bastante segura de que Harper no querría que hablara
con nadie al respecto.
Presiono el botón para bajar con el pulgar y luego lo enfrento mientras
esperamos a que las puertas se abran. —¿Entonces vas a decirme ahora por qué te
ves tan feliz?
—Nop. —Sus labios se contraen con diversión.
—Eres la persona más mala del mundo. —Entro en el ascensor de un salto
cuando las puertas se abren, atrayéndolo conmigo y termina tropezando con sus
pies—. Pero eso está bien porque te amo.
Se ríe al tiempo que me pongo de puntillas para darle un beso, pero se
aparta rápidamente cuando su teléfono empieza a vibrar en el interior del bolsillo
trasero de sus vaqueros. Usualmente, ignora las llamadas y los mensajes de textos
cuando estamos besándonos, así que me sorprende un poco cuando se aleja para
sacar su teléfono. Reflexiona sobre algo mientras lee el mensaje en la pantalla.
Me reclino contra la pared y casualmente pregunto—: ¿Quién es?
Se queda mirando la pantalla un segundo más antes de enviar un mensaje
de texto en respuesta. —Nadie.
No estoy segura de cómo responder a su indiferencia, así que le gasto una
broma. —Bueno, claramente es alguien; de lo contrario, tu teléfono no habría
sonado.
Presiona un último botón en la pantalla y luego regresa su teléfono al
bolsillo antes de mirarme. —Fue solamente un mensaje de texto de Seth.
—¿Y qué decía?
Se encoge de hombros, apoyando una mano en la pared al lado de mi
cabeza. —Nada importante de verdad. —Se inclina para besarme, pero coloco una
mano sobre su pecho sólido y lo detengo.
—Tu mandíbula está temblando en este momento —observo, hasta cierto
punto divertida, pero un poco enojada.
Me lanza una fingida mirada ofendida, apartándose de la pared para poner
la mano sobre su pecho. —¿Me acusas de mentir?
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Entrecierro los ojos, pero es un gesto juguetón. —Sí, eso es exactamente lo


Página

que hago. —Lo señalo con un dedo al tiempo que llegamos a la planta baja y las
puertas del ascensor se abren—. Sé que me ocultas algo y voy a averiguarlo.
Luce completamente entretenido mientras salimos del ascensor y vamos
hacia las puertas de salida. —¿Y cómo planeas hacer eso? —Me lanza una sonrisa
arrogante.
—Vamos, no estamos siendo hoy un poco engreídos —respondo con una
cuadratura arrogante de mis hombros mientras meto la mano en mi bolsillo—.
Pero vamos a ver quién es el engreído después de que le envíe un mensaje de texto
a Seth.
Su diversión cambia repentinamente a preocupación cuando agarro mi
teléfono. —Seth sabe que no se supone que deba decirte.
Alzo mi teléfono en frente de nosotros y lo muevo, burlándome de él. —Seth
es terrible para guardar secretos. Tú y yo lo sabemos. —No tengo intención de
enviarle un mensaje de texto. Simplemente me estoy divirtiendo con la esperanza
de que solo me contará sea cual que sea su secretito.
—Callie, no lo hagas —advierte, pero está luchando contra una sonrisa.
Sin embargo, dejo que la mía aparezca, llena de muecas mientras corro de
regreso hacia la puerta. —Lo voy a hacer inmediatamente. —Me río, luego giro y
entro por las puertas. La nieve cae desde el cielo y el viento está aullando, pero
sigo corriendo a toda velocidad por la acera hacia el aparcamiento.
Sé que pronto me va a alcanzar; mis piernas cortas no tienen una posibilidad
contra las suyas largas y muy en forma, pero aun así voy a intentarlo con todas mis
fuerzas porque es divertido y estoy disfrutándolo. Y eso es como el punto de todo,
¿verdad? Disfrutar de la vida y divertirse. Pasé tanto tiempo sin nunca sonreír, ni
reír, ni disfrutar de nada, y siento que me he perdido mucho, pero eso no significa
que no pueda compensarlo ahora, o por el resto de mi vida, para el caso.
—¡Crees que puedes correr más rápido que yo! —grita Kayden, riéndose,
mientras sus pasos pesados se acercan.
—¡Por supuesto que puedo! —La risa sale de mis pulmones al tiempo que
giro a la derecha y trato de correr por el césped cubierto de nieve, pero está lo
suficientemente frío que la nieve se congela para el momento en que toca el suelo,
haciéndolo resbaladizo y complicado para correr encima. Maldigo cuando mis pies
intentan separarse de debajo de mí y mis manos se disparan hacia mis costados, en
un intento de mantener el equilibrio.
Justo cuando estoy a punto de caer de plano sobre mi trasero, un conjunto
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de brazos fuertes se envuelven alrededor de mi cintura. Una fracción de segundo


más tarde, un pecho cálido se presiona contra mi espalda mientras me ayuda a
Página

ponerme de pie.
—De verdad estás pidiéndolo, ¿verdad? —susurra Kayden en mi oído,
arrastrando sus dientes a través del punto sensible de mi piel justo por debajo al
tiempo que me ayuda a enderezarme de nuevo.
Me estremezco, y no de frío. —Tal vez.
Sus dedos se clavan en mi piel justo por debajo del borde de mi camiseta
negra. —Agarraré tu teléfono como medio de pago por salvar tu traserito lindo de
caerse.
Agarro mi teléfono en la mano, y mis pestañas aletean contra los gruesos
copos de nieve. —De ninguna manera.
Se ríe por lo bajo, un ruido profundo que vibra de su pecho y tengo que
morder mi labio para no gemir. —Está bien, supongo que tendremos que hacer
esto de la manera difícil.
—¿No es esta ya la manera difícil? —Sueno sin aliento.
Se ríe de nuevo y luego, sin previo aviso, sus dedos suben sigilosamente por
mi camisa y empieza a hacerme cosquillas.
—¡Detente! —grito entre risas, y mis piernas ceden. Casi me caigo hasta el
suelo, pero él está ahí para sostenerme y sigue haciéndome cosquillas hasta que
casi me hago pis en los pantalones—. ¡Muy bien! ¡Me rindo! ¡Me rindo! —jadeo a
través de mi risa cuando me encuentro a casi un segundo de tener un accidente.
Sus dedos al instante dejan de moverse y besa la parte de atrás de mi cabeza
mientras agarra el teléfono de mi mano, y luego me libera de sus brazos.
Me giro y cruzo los brazos sobre el pecho. —Eso fue hacer trampa.
Sonríe con orgullo mientras esconde mi teléfono en el bolsillo de su abrigo.
—De ninguna manera. Eso fue totalmente justo. No es mi culpa que seas pequeña
y adorable. —Me golpea suavemente en las costillas.
Me lo quedo mirando fijamente, fingiendo que estoy molesta. —Si no fuera
por la nieve, habría sido capaz de correr más rápido.
—Sí, pero en realidad yo no estaba corriendo. Simplemente caminaba con
rapidez. —Es tan presumido en este momento. Nunca lo he visto actuar así, tan
seguro. Es sexy y no puedo evitar saltar sobre él y besarlo allí mismo, en el medio
de una tormenta de nieve.
Él no duda, devolviéndome el beso con la misma hambre, deslizando sus
89

manos por debajo de mí y ahuecando mi trasero. Gruñe cuando muerdo su labio


Página

inferior, y yo jadeo cuando su boca se arrastra por mi mandíbula, dejando un


sendero de calor quemando a fuego lento por mi piel besada por la nieve. La
combinación de calor y hielo envía una combustión de sensaciones que se
arremolinan a través de mi cuerpo. Es increíblemente sorprendente. Alucinante.
Quiero más.
—Deberíamos volver a tu dormitorio —digo, inclinando mi cabeza hacia
atrás mientras su boca se encuentra en el hueco de mi cuello. Enredo mis dedos en
su cabello mojado y lo acerco más—. O a algún lugar en donde podamos estar
solos... —Me interrumpo cuando su teléfono empieza a sonar en su bolsillo y esta
vez no estoy tan sorprendida cuando rompe el beso, pero sigo sintiéndome igual
de decepcionada.
Suspiro, alejándome de él al tiempo que recupera su teléfono. Lee la pantalla
y luego sonríe. —¿Sabes qué? Eso suena como una gran idea —dice, entrelazando
nuestros dedos mientras me jala hacia el estacionamiento—. Y conozco el lugar
perfecto.
90
Página

Traducido por Julie


Corregido por Miry GPE

Me ha tomado un par de semanas arreglar esto y aún más conseguir las


bolas para hacerlo. Pero después de esa noche que pasé con Callie, hablando y
reviviendo nuestro pasado, sabía que tenía que hacerlo. Sin embargo, tengo que
darle a Seth la mayor parte del crédito, por ayudarme y por mantener el secreto. Al
final, fue mi discurso sobre cómo Callie se merecía esto lo que me ganó su secreto.
Me siento nervioso todo el viaje hasta ahí, no solo porque no sé cómo va a
reaccionar, sino porque estoy seguro de cómo voy a reaccionar yo. Se siente como
si las cosas se movieran tan rápido de repente, no solo con mi relación con Callie
sino con mi vida. Siento que a veces corro con todas mis fuerzas para mantenerme
al día, salvo cuando estoy con Callie. Con ella, siento que caminamos juntos,
disfrutando de cada momento juntos. Y así es como me decidí.
Era hora.
—¿Dónde estamos? —pregunta, inclinándose hacia adelante para obtener
una mejor visión de dónde nos encontramos a través del velo de nieve que golpea
la ventana.
Apago el coche y se detiene el limpiaparabrisas, lo que hace aún más difícil
que ella vea. —Es una sorpresa.
—¿En un parque? —cuestiona mientras se desabrocha el cinturón de
seguridad.
Asintiendo, agarro la manija de la puerta y empujo para abrirla. —Sí,
sígueme.
El parque es solo parte de la sorpresa. El resto es lo que está justo detrás del
edificio al que se halla conectado el aparcamiento.
Su perplejidad hace esto aún más entretenido cuando salimos del coche y
me sigue a través de la nieve y del otro lado del columpio. Soy aún más
recompensado cuando empiezo a subir por la escalera y su mandíbula cae.
—¿Qué demonios haces? —pregunta, atónita, mientras me observa subir
más alto.
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Le echo un vistazo por encima del hombro. —Si quieres saber, vas a tener
Página

que seguirme.
Mira la escalera húmeda con escepticismo, pero sé que lo hará; es
demasiado valiente para dejar que un poco de metal mojado se interponga en su
camino. Y tal como sabía que haría, comienza a subir la escalera. Cuando llego a la
cima, salto al tobogán cerrado y me lanzo, siendo recompensado con un charco en
la parte inferior y un golpe en la cabeza de la lista de tareas pendientes que Seth se
aseguró de guardar justo antes de que llegáramos aquí.
Bueno, tal vez no fue la mejor idea ponerla ahí.
Estirando el brazo, desengancho la cadena que lo mantiene en su lugar y
retiro la pequeña pizarra. Seth ha borrado toda la lista, excepto por el número
ciento cincuenta y cinco que ahora podría ser mi número favorito. Meto la pizarra
a mi lado, boca abajo por lo que el marcador no sea manchado por la nieve.
—¿Quieres que me tire por aquí? —exclama Callie desde arriba con
desconcierto en su tono.
Meto mi cabeza en el tobogán y grito—: ¡Diablos, sí!
Hay una pausa y luego oigo su grito mientras mete los pies, después se
desliza.
—¡Mierda! —Salta cuando llega a la parte inferior y se moja el culo—. Eso
está frío. —Una vez que se pone de pie, mira de mí a lo que está en mis manos—.
¿Qué sostienes?
—Tu sorpresa. —Se la entrego, todavía boca abajo, pero es más debido a los
nervios que el temor de que vaya a mojarse y arruinarse.
Se frota los labios mientras levanta las cejas hacia mí. —¿Me robaste la
pizarra?
—No. Seth la tomó prestada por mí. —Tocando en la parte posterior de la
misma, noto que hay un ligero temblor en mis dedos, algo por lo que culpo a la
nieve, mintiéndome completamente.
Una nube de niebla rodea su rostro mientras libera una gran exhalación. De
repente, se siente nerviosa, como si se diera cuenta de que esto ya no es un juego,
sino un momento muy serio de los que alteran la vida.
—Tengo miedo de darle la vuelta —susurra, pero lo hace de todos modos.
Contengo el aliento a medida que la miro leer las dos palabras simples, pero
muy trascendentales, escritas con marcador rojo, junto con la flecha apuntando
hacia delante, al complejo de apartamentos directamente en frente de donde
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estamos parados. Debe leerlo un par de veces, ya que pasa un tiempo antes de que
Página

me mire.
—¿Bienvenida a casa? —Sus cejas se fruncen y la cabeza se inclina a un lado
mientras mira de mí hacia la pizarra, luego su mirada va en dirección a dónde
apunta la flecha. Sé el momento en que comprende lo que trato de decir con toda
esta charada, porque contiene el aliento.
—Seth y tú siempre hacen cosas locas como ésta cada vez que me pides salir
o tratas de animarme —le digo y, despreocupadamente, me encojo cuando su
mirada queda fija en la mía, aunque estoy retorciéndome por dentro. Ella no ha
mostrado signos de estar feliz y me preocupa que quizás esto no sea lo que
realmente quería—. Pensé que tal vez era mi turno —aparto el pelo de sus ojos—,
de hacer algo sorprendente para ti.
Permanece en silencio por lo que se siente como una eternidad, aunque sus
ojos nunca dejan los míos. Es como si tratara de leer mi mente, ver en mi alma o
algo así. Si alguien pudiera, esa sería Callie. Me gustaría poder hacer lo mismo con
ella en este momento porque su silencio se vuelve enloquecedor.
—¿Esto es lo que quieres? —Señala a la pizarra, luego al complejo de
apartamentos sin apartar la vista de mí.
Asiento. —Más que nada. —Entonces me atrevo—: ¿Tú lo quieres?
Me mira por un momento o dos más como si buscara una respuesta oculta
en algún lugar dentro de mí. Debe encontrarla, porque de repente suelta la pizarra
al suelo y lanza sus brazos alrededor de mí.
—Por supuesto que es lo que quiero. —Me abraza con más fuerza de la que
uno esperaría con esos brazos delgados—. Lo he querido durante mucho tiempo.
La abrazo con todo lo que tengo en mí. —Creo que yo también, pero tenía
miedo de admitírmelo a mí mismo, de permitirme tener algo bueno. —Me echo
atrás para mirarla—. Lo siento por tomarme tanto tiempo. ¿Me perdonas?
—No hay nada que perdonar. —Desliza su mano por mi brazo y enrosca
nuestros dedos, sonriendo mientras me mira—. Ahora, vamos a ir a verla.
Levanto la pizarra ahora empapada y dirijo el camino a través del parque
hacia la acera donde trotamos por las escaleras del edificio número tres.
Cuando llegamos a la segunda planta, tomo la llave de mi bolsillo y,
nerviosamente, desbloqueo la puerta, buscando a tientas un par de veces antes de
finalmente lograrlo.
—Bienvenida a casa —le digo, a continuación, abro la puerta.
93
Página
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Página

Traducido por Umiangel


Corregido por Julie

—Es muy pequeño —dice Kayden mientras hace a un lado para dejarme
entrar en nuestro apartamento. Sí, nuestro apartamento—. Pero es lo que podemos
pagar, así que... —Se calla, erizando el pelo húmedo en su lugar mientras cierra la
puerta.
—Está bien. —Veo el espacio que ahora voy a llamar casa. Sin embargo no
está amueblado, por lo que probablemente se ve más grande de lo que realmente
es. Hay una sala, en la que estoy de pie, y está pegada al comedor/cocina que tiene
una entrada que supongo conduce a la habitación. El espacio delante de mí es
como el doble del tamaño de los dormitorios, que suena grande, pero en realidad
no lo es. Sin embargo, no me importa. En absoluto—. Podría vivir en un almacén y
no tener problema con eso mientras que tú estés conmigo. —Estoy empezando a
sonar como uno de esos libros de romance cursi, pero bueno, parece apropiado
para el momento.
—¿Así que estás de acuerdo con esto? —Kayden mete las manos en los
bolsillos de sus pantalones, luciendo ansioso. Su cabello castaño todavía tiene
gotas de nieve y las mejillas están rojas por el frío, solo quiero lanzar mis brazos
alrededor de él y abrazarlo con fuerza.
Así que lo hago.
—Es perfecto —le digo, apretándolo fuertemente para que sepa lo feliz que
estoy. Sus brazos me rodean y compartimos nuestro primer abrazo en nuestra
primera casa—. Pero tengo que asegurarme —me inclino y alzo la barbilla para
mirarlo—, que estás de acuerdo con esto, porque hemos estado hablando de ello y
luego, de repente, consigues una casa, y solo quiero estar segura de que esto es lo
que deseas, porque no quiero que te sientas presionado ni nada. Puedo esperar si
es necesario.
95

Él resopla una risa, y cuando junto mis cejas, dice—: Lo siento. Es solo que
sonabas como un adolescente tratando de convencer a su novia que va a esperar
Página

para tener relaciones sexuales con ella.


Mis mejillas arden, pero me pongo a pensar si alguna vez utilizó esa frase
con Daisy, y mi júbilo decae. Pero luego me doy cuenta de que no importa lo que
pasó con Daisy porque él y yo estamos aquí, y él es mío ahora, no de ella.
—¿Quieres mostrarme el dormitorio? —Le doy mi mejor mirada insinuante
que probablemente no funcionó porque luce confundido. Al menos, eso es lo que
pienso hasta que bebe de mí con sus ojos y se muerde el labio inferior con fuerza.
—Estás empezando a tener una mente sucia. —Su mirada ardiente y voz
ronca envía un hormigueo caliente a través de mi piel.
—Debe ser la influencia de Seth. —Mi voz sale fuera de tono—. A veces, es
como si él todavía estuviera pasando por la pubertad.
Kayden niega con la cabeza, riendo suavemente. —Está bien, no hablemos
más. Vamos a mostrarte nuestro dormitorio.
Estamos a mitad de camino a través de la sala antes que nuestros labios se
conecten y la ropa empieza a salir. Las camisas se apartan, los zapatos vuelan, y
terminamos dejando un rastro de ropa hacia la habitación. Es un poco frío, pero no
me importa. Kayden me puede mantener caliente, que es exactamente lo que le
digo a medida que nos arrodillamos en la alfombra color canela y doy un tirón a su
cinturón para quitarlo.
—Deberíamos hacer esto todas las noches —dice, desenganchando mi
sujetador y quitándolo—, pero en una cama.
—De ninguna manera. Debemos hacerlo totalmente en el suelo —murmuro
entre los besos que me está dando en mis labios, el arco de mi cuello, el lugar
donde late mi corazón.
Murmura algo más, pero se apaga cuando mis dedos rozan por el pecho a la
parte superior de sus pantalones. Desabrochando el botón, deslizo mis dedos en
sus boxers y gime, mordiendo mi piel.
—Callie... —El sonido de mi nombre con esa voz ronca que usa cubre mis
brazos con piel de gallina. Me impaciento, más que nunca. Es una locura, pero las
últimas semanas han sido intensas, y me siento cambiando, cada vez más cómoda
conmigo misma y quién soy con Kayden, así que dejo que mis manos vaguen hacia
abajo y agarro su dureza, algo que nunca he hecho tan audazmente—. Mierda... —
Usa ese tono otra vez y de verdad no puede aguantar más. Estoy a punto de rasgar
sus pantalones, literalmente desgarrar la tela en pedazos, cuando escucho una
96

puerta abrirse y cerrarse en algún lugar dentro del apartamento.


Nos congelamos, tratando de recuperar el aire mientras nos arrodillamos en
Página

el centro de la sala, medio desnudos, con las manos agarrando al otro.


—¿Escuchaste eso? —susurro, y mis ojos saltan hacia la puerta.
Kayden asiente, sus labios se abren, pero es cortado por el sonido de una
voz.
—Hola, tortolitos —dice Seth en voz alta—. ¿Están aquí?
Los ojos de Kayden y los míos se abren al mismo tiempo. Entonces, de
repente estamos luchando para agarrar nuestra ropa, pero es inútil, ya que ambos
dejamos nuestras camisas y zapatos en algún lugar entre el salón y el pasillo. El
sujetador está cerca, así que me lo pongo mientras Kayden abrocha sus pantalones.
—¿Qué debemos hacer? —susurro—. Mi camisa está fuera.
Kayden se encoge de hombros, todavía con la apariencia de lo que acaba de
pasar. —Pregúntale si nos da nuestra ropa.
Envuelvo los brazos alrededor de mí. —Él va a hacer un montón de chistes
—advierto.
—De todas maneras los va a hacer —afirma Kayden, dándome una media
sonrisa sexy—. Así que bien podríamos enfrentarlo.
—Toc, toc, toc —dice Seth mientras golpea sobre la puerta de la habitación
cerrada—. Ay, Callie querida, he encontrado algo que te pertenece, creo.
—Oh, déjala en paz —dice Greyson. Entonces, la puerta se abre un poco y él
mete el brazo con nuestra ropa colgando de su mano—. Aquí tienen, chicos.
—Gracias, Greyson. —Agarro mi camisa y le doy a Kayden la suya antes de
ponérmela.
Una vez que los dos estamos vestidos, salimos juntos y damos la cara.
—¿Qué hacen aquí? —pregunto a medida que caminamos a la sala.
Greyson mira alrededor de nuestra cocina y Seth observa el pequeño patio
junto a la sala a través de una puerta corrediza de cristal.
—Vine a ver cómo iban las cosas —dice Seth, volviéndose hacia nosotros—.
Y para ver si querían ir a cenar y celebrar. —Nos observa; el pelo desordenado, las
camisas arrugadas, y mi cremallera abierta—. Pero supongo que iba bien, teniendo
en cuenta lo caliente y molestos que se ven, gracias a mi interrupción. —Él muestra
una sonrisa sin complejos.
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—Podemos irnos —dice Greyson, tomando la mano de Seth y tirando de él


Página

hacia la puerta. Siempre ha sido el más sensato de los dos y trata de mantener ileso
a Seth cuando puede—. De hecho, deberíamos irnos y darles un poco de
privacidad.
—No, está bien. Ya habíamos terminado. —No quise decirlo de la forma en
que sonó, y siento un poco de vergüenza.
—¿Terminaste? —Kayden sube una ceja—. Porque yo no.
Mi vergüenza se duplica y le golpeo juguetonamente el brazo, con la
esperanza de que va a desviar la atención de todos de mi rubor.
—Está bien. Vamos en busca de la cena —dice Kayden entre risas, luego su
mirada se cierra con fuerza en la mía—. Podemos terminar más tarde.
Los tres se ríen y yo debería estar aún más avergonzada, pero me encuentro
más tranquila que cualquier otra cosa. Debido a que de esto se trata la vida, creo.
Momentos como estos.
Ahora, todo es perfecto.
98
Página

Traducido por J A N I
Corregido por Julie

Al día siguiente tengo un partido. Estoy emocionado, nervioso y asustado,


pero siempre es así para mí. Siempre hay una lista de cosas que podría estropear
volando por mi cabeza y una lista de cosas que podría hacer para no joderlo. Pero a
veces desearía poder hacer que las listas se detengan y solo jugar, porque amo este
deporte.
Juego jodidamente bien casi todo el tiempo, pero solo cuando vira hacia el
final es cuando importa. La multitud se vuelve salvaje. Todos están gritando,
vociferando, animándome, incluidos Callie, Seth y Greyson, quienes sé se hallan
sentados cerca del frente, apoyándome como siempre. Hay jugadores alineados a
ambos lados, y yo me encuentro atrás, listo para atrapar el pase. Las luces son
brillantes sobre mí, pero hay una sombra proyectada que nadie más puede ver.
Nos encontramos a una anotación de ganar y hay menos de un minuto en el reloj.
La presión para que todo salga bien se encuentra sobre mí; mis compañeros de
equipo, mi entrenador, el estadio entero espera que haga el lanzamiento perfecto.
Pero es pequeño en comparación a la voz que escucho en mi cabeza.
La de mi padre.
Se ha vuelto peor desde que Dylan lo encontró; ahora grita en lugar de
susurrar.
¡Corre!
¡Haz el lanzamiento perfecto!
¡Gana el jodido partido!
Escucho el conteo para el pase.
Siento la brisa.
Escucho el grito.
¡Será mejor que hagas esto!
Hace eco en mi cabeza.
Siento que el balón toca mis manos y corro hacia atrás, en busca de una
99

abertura. Me late con fuerza el corazón en el pecho mientras los jugadores se


Página

mueven alrededor del campo; estoy consciente de todos. Pero no tan consciente
como estoy de la voz dentro de mi cabeza.
¡Más te vale que no jodas esto!
No hay tiro limpio.
Todo el mundo está cubierto.
El reloj está corriendo.
Me late con fuerza el corazón.
¡Será mejor que no estropees esto, Kayden!
Me muevo a la derecha y corro, en tanto mis pies golpetean contra el césped
mientras me concentro en una cosa, correr más rápido que esa maldita voz. Mis
pies se mueven más rápido que nunca mientras me escabullo hacia la izquierda y
luego hacia la derecha. Hay personas delante de mí, detrás de mí, viniendo hacia
mí desde diferentes direcciones, pero me concentro en la zona de anotación. Es
todo lo que importa. Y mientras el reloj continúa sonando y un jugador me agarra
por la espalda, salto al otro lado de esa línea.
¡Anotación!
¡La multitud se vuelve loca! ¡Mi equipo se vuelve loco! Todo el mundo corre
hacia mí. ¡Ganamos! ¡Ganamos! ¡Ganamos!
Pero me siento como si hubiera perdido de algún modo, porque al final
todavía puedo escuchar esa maldita voz.
Podrías haberlo hecho mejor.
Después de ducharme y cambiarme, salgo del vestuario a pesar de que mi
equipo me pide pasar el rato.
—Vamos, hombre —dice Tyrel Buliforton mientras me deslizo mi bolsa
sobre el hombro y me dirijo a la puerta—. Jugaste jodidamente increíble. Tenemos
que ir a celebrar.
Sacudo la cabeza. —No, ya tengo planes —miento, porque todo lo que
quiero hacer es encontrar a Callie y abrazarla, sabiendo que eso me ayudará a dejar
atrás la voz de mi padre.
—Para alguien que hizo la anotación del triunfo, luces súper deprimido —
dice Luke Price, mi mejor amigo, mientras me sigue fuera del vestuario, cerrándose
la cremallera de la chaqueta. Luke ha sido mi mejor amigo desde que éramos niños
100

y tiene sus propios problemas con sus padres. Sin embargo, no hablamos de ello.
Creo que lo guarda para su novia, Violet, al igual que hago con Callie.
Página

—Tú tampoco vas a salir —le digo mientras salimos hacia el frío.
Se encoge de hombros. —Ya‖no‖voy…‖o‖ya‖no‖puedo‖ir‖de‖fiesta,‖siendo‖un‖
alcohólico en recuperación y todo eso.
—¿Te va bien? —pregunto, pasándome los dedos por el cabello húmedo
mientras busco a Callie en la multitud de gente merodeando por ahí, usando los
colores de la escuela.
—Sí, pero me conozco lo suficiente para saber que estaré bien solo mientras
vaya a casa y no de fiesta. —Se mete las manos en los bolsillos y luego sonríe
mientras localiza a Violet recostada contra un poste no muy lejos de nosotros. Es
curioso, pero nunca sonríe excepto cuando está con ella.
Me pregunto si soy igual cuando estoy con Callie.
Como para responder mi propia pregunta, Callie emerge de la multitud,
abriéndose paso a través de las últimas personas, y una gran sonrisa crece en mi
rostro.
—Oye, tú —dice, corriendo hacia mí mientras algunos chicos silban y gritan
desde la multitud—. Jugaste genial.
—Sí…‖ sin‖ embargo‖ podría‖ haberlo‖ hecho‖ un‖ poco‖ mejor. —Envuelvo los
brazos a su alrededor mientras me alcanza y la jalo más fuerte contra mí. Su calor
se propaga por mi cuerpo y lo inhalo con tranquilidad.
—Lo hiciste perfecto —susurra en mi oreja y luego se hace para atrás—.
Debemos celebrar.
—Jugué bien —presiono—. No perfecto.
Sus labios se curvan en desaprobación. —No te enfurruñes o tendré que
obligarte a hacer cosas divertidas hasta que rías tan fuerte que te orines en los
pantalones.
Me río de ella y paso la yema de mi pulgar por su labio inferior. —Bien, tú
ganas —digo—. Jugué perfecto.
Sus labios se tornan hacia arriba de nuevo y hay un brillo en sus ojos que
hace juego con las estrellas sobre nosotros. —Pateaste unos jodidos traseros.
No puedo evitarlo, estallo en risas. Callie rara vez maldice, así que cuando
lo hace, es hilarante. —Oh,‖Dios‖mío,‖es‖tan‖divertido‖cuando‖dices‖“jodidos”.
Sonríe, pero sus mejillas se vuelven de la más ligera sombra de rosa. —Sabía
que eso te haría reír.
101

—Siempre lo logras —digo, ya no hallando nuestra conversación divertida


sino íntima y personal—. Y en realidad pensaba que podríamos comprar comida
Página

para llevar y luego ir a pasar el rato a nuestra casa.


—Nuestra casa —dice las palabras lentamente, dejando que rueden de su
lengua.
—Eso me suena a una gran idea de celebración si está bien. Tal vez Luke y
Violet podrían venir. —Echo un vistazo hacia ellos dos conversando delante de la
multitud—. Sería bueno ahora que Violet y tú se llevan bien.
Callie asiente. —Suena perfecto. —Entrelaza los dedos con los míos y me
aparta del estadio, alejándome de la voz de mi padre; y para cuando llegamos al
auto, ha desaparecido por completo.
Simplemente desearía que permaneciera de esa forma.
102
Página

Traducido por Kath1517


Corregido por NnancyC

Callie y yo nos las arreglamos para mudar un par de cosas antes de que
tuviéramos que separarnos por Acción de Gracias, pero entre el trabajo y la
escuela, todavía tenemos mucho camino por recorrer. Sí logramos pasar una noche
en nuestro apartamento juntos, acurrucados en una manta y mirando películas en
mi portátil, antes de que me dejase en el aeropuerto para poder volar a Virginia.
No estoy feliz de pasar la festividad sin ella, pero entiendo que necesita ir a
casa y ver a su hermano mientras que yo debo ir a ver al mío. Es parte de crecer y
mejorar, supongo; aprender cómo hacer las cosas por tu cuenta. Solo desearía que
hacer cosas por mi cuenta significara que todavía podría sostener la mano de Callie
porque se siente extraño sin ella cerca de mí.
La esposa de Dylan —quien insiste en que la llame Liz, en lugar de su
nombre completo, el cual es Elizabeth— está enloqueciendo, tratando de organizar
la casa para la llegada de sus padres, mientras que intenta cocinar todo a la vez. La
cocina huele a tostada quemada y el aire está denso por el humo, provocando que
los detectores se disparen esporádicamente.
—¿Necesita ayuda? —pregunto a Dylan. Estamos sentados en una mesa
jugando a los naipes, lo cual me hace perder la cabeza porque es tan normal y me
pone incómodo, ya que no estoy acostumbrado a eso. Lo que sí era frecuente, al
menos, la última vez que estuve en un evento familiar, eran los gritos, peleas,
golpes y destrozos.
Dylan mira sus cartas mientras toma un sorbo de cerveza. —Puedes
preguntarle, pero se va a poner como una loca contigo. —Deja dos cartas abajo en
la mesa y toma dos más de la baraja. Dylan se parece mucho a mí; cabello marrón,
alto, con una constitución media, y es probablemente mi futuro. Bueno, excepto
todo el tema de la enseñanza. No puedo verme haciendo eso. Honestamente,
tampoco estoy seguro de que pueda verme haciendo esto, estar sentado en la mesa
mientras Callie hace la cena. Parece demasiado descortés. Además, a Callie no le
103

gusta tanto cocinar.


—¿Necesitas ayuda? —pregunto finalmente cuando Liz corre de un lado a
Página

otro entre la estufa y un tazón en el que mezcla algo. Tiene el cabello rubio, ojos
azules y usa un delantal sobre sus vaqueros y camiseta, y no parece muy cómoda
en la cocina.
Me descarta con una mano, corriendo por una toalla cuando derrama leche
en la encimera. —No. Eres el invitado, deberías sentarte y relajarte.
Dylan se ríe en voz baja mientras reacomoda las cartas en su mano. —No te
preocupes. Se va a rendir en media hora y vamos a terminar saliendo.
—¿Esta es su tradición? —Examino mis cartas. No tengo una mano buena,
pero no estamos jugando por dinero, solo diversión. También sé por qué. Cuando
éramos jóvenes, nuestro padre nos hacía jugar por dinero. Si él ganaba, tomaba
todas sus ganancias y si perdía, nos daba una paliza de muerte porque en sus
palabras: “Éramos‖ unos‖ bastardos‖ tramposos”.‖ Así‖ que‖ en‖ verdad,‖ casi‖ siempre‖
perdíamos.
Asiente, dejando sus cartas abajo y hago lo mismo. Creo que me gusta
Dylan un poco más cuando en lugar de alardear por ganar, dice—: Sí, si tan solo
me dejara ayudar, no sería un problema. Soy un excelente cocinero.
Mientras Liz bate junto a la mesa, golpea a Dylan en un costado con la toalla
para los platos que lleva. —Eso es mentira. Apestas igual que yo en la cocina,
razón por la cual tenemos al menos cinco lugares de comida para llevar en la
marcación rápida.
—¿Uno para cada día de la semana? —bromeo, recogiendo las cartas.
Liz asiente con una mirada seria en su cara y casi me hace reír porque tienen
su propio asunto aquí que no se parece para nada a mis padres. No son
desagradables entre ellos. Sonríen. Y sueltan carcajadas.
Es lindo, y un alivio porque me da el más pequeño rayo de esperanza de
que no terminaré como mi padre, que puedo tener esta normalidad, esta felicidad,
y que puedo tener un futuro lleno de lo que quiero, y con quien quiero.
—¿Quieres ver el partido? —pregunta Dylan, apuntando a la sala de estar
mientras recoge su cerveza y arrastra su silla de la mesa.
—Claro. —Me pongo de pie, camino a la sala de estar y me acomodo en el
sofá de cuero enfrente de la pantalla plana. La pared está cubierta con fotos de
ellos dos: en su boda, en la playa, en la cima de una montaña. Me pone triste
porque no tengo ninguna foto donde me vea feliz. Callie y yo ni siquiera tenemos
104

fotos de nosotros en la pared.


—¿Crees que vas a hacer esto? —pregunta Dylan después de sentarnos en
Página

silencio durante un par de jugadas.


—¿Hacer qué? —pregunto, inclinando la cabeza hacia atrás para tomar de
mi refresco.
Rasga la etiqueta mojada de la botella de cerveza. —Jugar de forma
profesional…‖ —Se inclina hacia adelante para dejar la cerveza en la mesa de
centro, luego se gira hacia mí, inclinándose sobre el apoyabrazos—. Liz dice que
eres muy bueno.
Tamborileo mis dedos contra el costado de la lata de refresco, y el ceño se
frunce en mi frente. —¿Cuándo me ha visto jugar?
—Mira tus partidos por internet.
—¿Todos? —Estoy sin habla. ¿Ella me ve jugar? ¿En serio? ¿Por qué?
—La mayoría —dice—. Y he visto un par, también. Miraría más, pero estoy
trabajando para conseguir mi doctorado, así que no tengo mucho tiempo libre. —
Me da una palmada en el brazo—. No te veas tan sorprendido. Nos importas,
Kayden. —De repente, el ánimo cambia cuando deja salir un profundo suspiro—.
Sé que puede parecer que no es así, ya que no nos hablamos en años, pero si
hubiera sabido lo que pasaba en‖ esa‖ casa…‖ que‖ él‖ se‖ había‖ vuelto‖ así de‖ malo…‖
que‖de‖verdad‖intentaría…‖—Ni siquiera puede pronunciar las palabras y termina
rindiéndose, pasándose los dedos por el cabello antes de decir—. No habría estado
ausente por tanto tiempo. No debí haberlo estado y es uno de mis mayores
arrepentimientos.
—Sin embargo, entiendo más o menos por qué lo hiciste —digo, mirando la
lata en mi mano—. Me costó tanto venir‖aquí…‖todo el asunto familiar es extraño
para mí porque es bueno, aun así me recuerda lo malo que pueden ser las cosas. Y
no lo digo por ti. Jamás fuiste malo. Y Tyler, bueno, él era grandioso hasta que
comenzó a meterse en las drogas y terminó siendo un desastre. Sino que lo digo
por mamá y papá.
Dylan toma su cerveza de nuevo. —¿Es difícil, no? Me tomó una eternidad
descubrir cómo estar en una casa con Liz, cómo actuar como una familia porque no
tenía ni una maldita idea. Me sentía tan perdido, ¿sabes?
—¿Y ahora? —pregunto—.‖¿Es‖mejor‖ahora…?‖Porque‖parece‖que‖sí.
Asiente. —Ahora soy feliz. —Me da una sonrisa y luego toma un sorbo de la
cerveza antes de preguntar—: ¿Y qué hay de ti, Kayden? ¿Eres feliz?
105

Me encojo de hombros. —Claro. Supongo.


Página

Frunce el ceño. —¿Supones?


Me encojo de hombros de nuevo. —Algunas veces sí, pero quisiera poder
saber cómo estarlo todo el tiempo, sabes. —Me lanza una mirada triste y explico
mejor—: Es solo que no sé qué quiero hacer con mi vida. Digo, el fútbol es genial,
soy bueno y disfruto jugando, pero solo me metí en eso por papá. Y ese es el tema.
Todo…‖—Suelto el aire—. Todo vuelve a él. No quiero tener nada que ver con él y
cada‖ vez‖ que‖ algo‖ est{‖conectado‖ con‖ él,‖ no‖ soy‖ feliz…‖ lo‖ juro‖ por‖ Dios,‖algunas‖
veces puedo escuchar su voz en mi cabeza‖cuando‖estoy‖jugando…‖solo quiero ser
capaz‖de‖jugar‖por‖mí…‖ —Dejo de hablar, inseguro de por qué decidí decirlo en
voz alta; ni siquiera le había contado a Callie sobre esto.
Los hombros de Dylan caen, probablemente por el peso de los recuerdos de
nuestro padre. —Kayden no deberías dejar que eso, que él, te detenga de hacer
algo. Solamente le da más poder en tu vida. Si el fútbol te hace feliz, hazlo. Sé que
es difícil, pero necesitas dejar atrás este asunto con papá. Deja que el pasado se
vaya. Y creo que una vez que lo hagas, dejarás de escuchar toda esa mierda jodida
que te decía todo el tiempo… serás capaz de jugar por ti.
—Prácticamente acabas de decir textualmente lo que dijo mi terapeuta —le
digo y suelto un suspiro pesado—. Y sé que‖debería…‖y‖estoy intentándolo. Es solo
que me tomará un tiempo resolver las cosas. —Dejo la lata sobre la mesa, luego me
cruzo de brazos y me reclino en el sofá, preguntándome si habrá algún momento
en que pueda jugar por mí y simplemente amar/amar el juego. Lo espero—. Sin
embargo,‖tengo‖mucho‖camino‖por‖recorrer…‖quiero‖decir,‖a‖veces‖todavía‖arruino‖
algunas cosas. —No voy a explicar nada más que eso, ya que no estoy listo para
contarle sobre mi trastorno de los cortes.
—Todo el mundo lo hace. Se llama vida, Kayden.
—Sí. Lo sé.
Un silencio sigue y comienzo a concentrarme en el partido. Alguien acaba
de anotar un touchdown y la gente se enloquece. La vista me pone en un estado de
alegría, como cuando estoy jugando.
—¿Qué hay sobre esa chica Callie, con la que sales? —pregunta, atrayendo
mi atención a él—. ¿Todavía la ves?
Me muevo para agarrar el refresco. —Sí, de hecho conseguimos nuestro
propio apartamento justo antes de venir aquí.
Sus ojos se amplían con sorpresa. —Cierra la boca. ¿En serio? —pregunta y
asiento, atrapado fuera de guardia por su emoción—. Guau, no sabía que fueran
106

tan en serio. Nunca lo pareciste cuando hablabas al teléfono. Pero por otra parte,
apenas‖ hablas‖ sobre‖ tu‖ vida‖ privada,‖ así‖ que…‖ —Se queda callado, viéndose un
Página

poco triste.
—No te lo tomes personal —digo—. Solo hablo de esas cosas con Callie.
Asiente, relajándose un poco. —Guau, entonces vas completamente en serio
con esta chica, ¿verdad?
—¿Quién va en serio con una chica? —interrumpe Liz mientras entra con un
plato lleno de lo que parece ser calabaza quemada. Ni siquiera sabía que se podía
quemar la calabaza.
—Kayden —le dice Dylan.
A la misma vez que yo digo—: Nadie.
La sonrisa de Dylan es confabuladora mientras mira de Liz a mí. —Callie y
Kayden se mudaron juntos.
—¿En serio? —Sus ojos se iluminan mientras deja el plato en la mesa de
centro—. Eso es enorme, Kayden. ¿Por qué no nos dijiste?
De nuevo, Dylan se ve herido y me hace sentir ligeramente mal. Tal vez he
estado haciendo mal todo esto de conocer a la familia. Tal vez no debería haberlos
estado apartando tanto como lo he hecho. Pero es difícil dejar entrar a las personas
cuando sé lo mucho que la gente puede lastimarte. No obstante, decido intentarlo
porque sé que si Callie estuviera aquí, eso es lo que hubiera querido que hiciera.
—Lo siento, creo que solo se me pasó. No estoy acostumbrado a decirle las
cosas a la gente, supongo.
—Bueno, eso sí lo entiendo —dice él, tronándose los nudillos con nervios—.
De hecho he estado necesitando hablarte de algo.
Por su tono, me doy cuenta de qué se trata. —Supiste más de nuestros
padres, ¿verdad?
—Recibí una llamada de mamá esta mañana, he estado tardando en decirte
porque no quería arruinar el viaje. Pero supongo que no vamos a tener una buena
relación si no empezamos a hablar entre nosotros, ¿cierto? —pregunta, e incluso
aunque no estoy muy emocionado de escuchar de mamá y papá, asiento. Titubea,
y la incertidumbre llena su expresión—. De hecho, quería contarme sobre nuestro
padre. —Otra larga pausa mientras se retuerce en la silla—. Es grave, Kayden. Me
refiero a que pap{… se encuentra en mal estado.
Estoy muy seguro de que toda una tanda de comerciales pasan antes de que
107

sea capaz de controlar mi voz y mis emociones para responder. —¿Qué tan grave?
Resolución.
Página

Esto es lo que querías, ¿verdad?


Eres una persona horrible.
—Muy, muy grave —dice Dylan, soltando un suspiro cansado.
Es extraño, pero parece como si deberíamos estar llorando o algo parecido,
aun así nuestros ojos están secos. Mi corazón se siente de la misma forma, y esos
pensamientos de como he llegado a ser una mala persona llegan apresuradamente
a mí porque esto no puede ser normal; no sentir nada por la persona que te crió.
Pese a todo, así es como me siento.
Absolutamente nada.
—Creo que va a morir —dice Dylan en voz baja.
De nuevo, nada.
Creo que Callie pudo haberse equivocado, porque es imposible que no esté
roto.
108
Página

Traducido por Daniela Agrafojo & MaJo Villa


Corregido por NnancyC

Es el día después de Acción de Gracias y la casa en la que crecí ya brilla con


las luces navideñas, un árbol con necesidad de decoración, y toneladas de copos de
nieves recortados. Mi madre es una de esas personas que ama los días festivos
hasta el punto donde podría ser una obsesión poco saludable. Sin embargo,
después de años y años, mi hermano, mi padre y yo hemos aprendido a tolerarlo.
También aprendimos cómo evitar las incontables horas de adornar el árbol con
bolas plateadas y espumillón.
—No puedo creer que creyó tu mentira esta vez —dice mi hermano Jackson
desde el asiento delantero de la camioneta de mi padre mientras juguetea con la
radio—. Decirle que vamos a comprar algunas bombillas de repuesto para las
luces, aun cuando todas se encuentran encendidas. Todavía no puedo creer que en
realidad tomaras un par de bombillas para que algunas no funcionaran.
Jackson se ve mejor que antes; menos fumador de marihuana y más hipster.
Ha estado asistiendo a la universidad comunitaria en Florida donde viven mis
abuelos y trabaja como gerente en una tienda de electrónica. Me alegra verlo así, en
lugar del idiota drogadicto que era cuando pasaba tanto tiempo con Caleb.
Mi padre se ríe mientras aumenta la velocidad de los limpiaparabrisas.
—He tenido que volverme más creativo con mis excusas para poder salir de
la casa. Recoger a Callie era una más larga. —Me sonríe sobre su hombro—. Y una
buena, también.
Le devuelvo la sonrisa, luego observo los copos de nieve golpear la ventana.
La nieve no ha parado desde que me recogió de Laramie hace tres días. Nadie que
conocía iba en esa dirección y Kayden estaba preocupado de que su auto no fuera
lo bastante seguro para traerme aquí con lo mal que han estado las carreteras.
Cuando se lo conté a papá, no solamente se emocionó por ir a buscarme, sino que
también resaltó el chico grandioso que era Kayden por pensar en mi seguridad.
109

—Has estado horriblemente callada —dice mi padre mientras gira a la


derecha en Main Street.
Página

—Eso es porque está nostálgica. —Jackson me sonríe y le saco la lengua.


—¿Es eso? —pregunta mi padre y juro devolvérsela a Jackson por sacar este
tema—. ¿Extrañas a Kayden?
—Por supuesto que lo extraño —digo, abriendo mi abrigo porque Jackson
está recalentando el auto con lo alta que puso la calefacción—. Pero siempre soy así
de callada.
—Es verdad —murmura Jackson. Cruza los brazos y mira por la ventana
hacia los edificios que bordean la calle. La ciudad es pequeña, pero es el día
después de Acción de Gracias y las ofertas en las tiendas están causando estragos
en las calles—. Deberíamos ir a hacer snowboard o algo esta semana —me dice de
repente. Sé lo que hace. Desde que le conté a mi familia lo que pasó con Caleb en
mi doceavo cumpleaños, Jackson ha estado actuando demasiado agradable. Creo
que se siente culpable porque Caleb era su amigo y por lo tanto, estaba en la casa
debido a él. Sin embargo, no lo culpo. No es como si él supiera lo que iba a pasar.
Caleb nos engañó a todos.
—En verdad no sé cómo hacer snowboard —admito mientras nuestro papá
gira en el ocupado estacionamiento de la ferretería localizada en el corazón de la
ciudad—. Y no tengo una tabla.
—Puedes tomar prestada la mía vieja. Y bajaremos por una colina pequeña.
Frunzo el ceño. —¿Te refieres a la colina de conejo?
Se desabrocha el cinturón. —Ves, ya conoces la jerga. Estarás bien.
Ruedo los ojos, pero acepto ir. Luego los tres nos bajamos del vehículo y
enfrentamos la locura de la tienda. Hay tantas personas ahí que tenemos que
pararnos en una fila solo para entrar.
—Guau, la gente está loca —murmura Jackson, jalando la capucha de su
sudadera sobre su cabeza mientras esperamos para llegar a las puertas—. Deberías
haber pensado algo más, papá, que no requiera entrar a las tiendas.
—Sí, tienes razón —concuerda, poniéndose un par de guantes—. Pero entré
en pánico cuando se me acercó con el santa inflable.
Me estoy riendo de él cuando mi teléfono vibra dentro de mi bolsillo. Lo
saco mientras avanzamos con la fila, ya adivinando de quién es el mensaje.
Y estoy en lo correcto.
Kayden: Entonces, ¿cómo va?
110

Yo: Súper genial, excepto por toda la cosa de evitar a la mamá loca que se
Página

convirtió en un asunto de compradores locos.


Kayden: ???
Yo: Mi papá inventa una excusa cada año para sacarnos de la casa
mientras mamá se vuelve una loca ninja de la Navidad. Pero esta vez no lo pensó
lo suficiente porque nos llevó a la tienda. Y la gente está demente. Hay una fila
para entrar a la tienda.
Kayden: Lamento que no te estés divirtiendo :(
Yo: En realidad, me divierto. Es bueno ver a papá y a Jackson. De hecho
ofreció llevarme a hacer snowboard este fin de semana.
Kayden: Deberían ir. Es muy divertido.
Yo: Le dije que lo haría, pero estoy bastante segura de que solo pasaré el
día cayendo sobre mi trasero.
Kayden: Al menos te verás adorable haciéndolo ;)
Yo: Hmm… no estoy tan segura. Creo que mi adorabilidad solo es vista
por tus ojos.
Kayden: De ninguna manera. Tú simplemente no lo ves.
Estoy a punto de responder cuando me doy cuenta de que Jackson y papá
me miran con sonrisas tontas en sus rostros.
—¿Qué? —les pregunto.
Jackson se ríe disimuladamente, sacudiendo la cabeza, mientras papá sigue
sonriendo. —No es nada. —Se gira hacia adelante y se mueve con la línea. Casi
estamos allí—. ¿Cómo le va a Kayden?
—Bien. ¿Pero cómo sabías que estaba hablando con él? —pregunto, jalando
la capucha sobre mi cabeza cuando el viento acelera.
—Porque tienes esa mirada de perrito enfermo de amor en tus ojos —dice
Jackson con aire de suficiencia cuando por fin, POR FIN entramos a la tienda.
—Claro que no —protesto mientras otro mensaje llega a mi teléfono. Tengo
que mantener los codos hacia adentro mientras escribo para evitar ser golpeada.
Kayden: ¿Sigues allí?
Yo: Sí, papá y Jackson me interrumpieron. Lo siento.
Kayden: Entonces, además de las compras, ¿cómo va tu día?
111

Mi padre le echa un vistazo a los pasillos congestionados y luego aplaude


con fuerza. —De acuerdo, ¿quién está listo para esto? —Cuando ni Jackson ni yo
Página

respondemos, aplaude otra vez y luego se inclina como si estuviéramos en un


tropel—. Está bien, Jackson. Anda por el pasillo izquierdo y hasta la parte de atrás
para conseguir las bombillas. Callie, también se me terminaron las grapas, así que
anda a la derecha, hasta la mitad de la parte trasera de la tienda y luego gira de
nuevo a la derecha. Iré a hacer la fila y guardaré un lugar para que no tengamos
que esperar todo el día. —Aplaude por tercera vez y luego dice—: Dispérsense.
Jackson y yo intercambiamos una mirada de oh-por-Dios porque estamos
tan acostumbrados a esto. Al crecer con un padre que es un entrenador de fútbol
en el instituto, todo es sobre estrategia. Aun así, nos dirigimos a nuestras áreas
designadas, separándonos y abriéndonos camino a través de los compradores
enloquecidos. Mientras me acerco al pasillo, le envío un mensaje de texto a
Kayden.
Yo: Bien. No ocurre nada demasiado emocionante. Bueno, excepto por el
hecho de que mi padre acaba de hacer que Jackson y yo nos juntemos para que
pudiera darnos un discurso jugada por jugada de cómo atravesar la tienda.
Kayden: Debe ser el entrenador en él.
Yo: Supongo que sí. O se está poniendo más loco con la vejez.
Kayden: Dios, desearía poder estar allí. Te extraño tanto, maldita sea.
Yo: Yo también te extraño. ¿Está todo bien?
Kayden: Sí. En realidad, las cosas están bien. Liz terminó quemando la
cena, pero comimos en un lugar muy agradable. Y Dylan y yo hemos hablado
mucho. Incluso tuve la oportunidad de ver a Tyler por un día y parecía mucho
mejor.
Yo: ¿Y qué hay de tus padres? ¿Has oído algo más?
Le toma un poco de tiempo responder. Y para el momento en el que llega el
mensaje de texto, he llegado a la estantería con una pequeña selección de grapas.
Kayden: Sí. Ayer Dylan habló con mi mamá un poco. Mi padre se encuentra
en muy mal estado. No estoy seguro de si se recuperará. Mi madre todavía no dice
cómo es que llegó hasta allí. Pero descubrí que están en Carolina del Norte.
Me sorprende. ¿No se recuperará? Oh, Dios mío, ¿cómo siquiera respondo a
eso? Normalmente, lo sentiría muchísimo de verdad, pero sé por la conversación
que tuve con Kayden en el coche, que sus sentimientos acerca de todo esto están
112

enterrados en la confusión creada por años de abuso físico.


Yo: Lo siento muchísimo. ¿Quieres que te llame cuando salga de la tienda?
Página

Agarro una caja de grapas y doy vuelta para salir del pasillo, lista para irme
de allí a donde pueda escuchar lo suficientemente bien para llamar a Kayden y
asegurarme de que se encuentra bien. Estoy distraída por mi teléfono, sin prestar
atención a dónde voy, y termino chocando contra alguien.
La caja de grapas y mi teléfono se deslizan de mis dedos. —Mierda —
maldigo, agachándome para recogerlos—. Lo siento.
—No te preocupes.
El sonido de la voz hace que los vellos de mi nuca se ericen. No he oído esa
voz en más de un año. Es una voz que desearía nunca haber oído, y ruego a Dios
no estar escuchándola ahora.
—Demonios —murmuro en voz baja, luchando para levantar mi teléfono y
las grapas sin mirar a Caleb. Él no puede estar aquí. Él no puede estar aquí.
Simplemente no puede.
Pero lo está, algo que dolorosamente tengo que reconocer después de que
levanto mis cosas y doy un paso atrás. Se halla justo delante de mí, usando esa
mirada estúpida en su cara, la que dice que cree que tiene control sobre mí.
Pero ya no.
Yo lo tengo.
—¿Qué demonio haces aquí? —Me sorprendo por lo firme que es mi voz.
Me obligo a sostener su mirada, pero esos ojos oscuros suyos siguen siendo
difíciles de mirar.
—Guau, has desarrollado bastante esa boca tuya —dice. Luce deteriorado,
con bolsas debajo de sus ojos, agujeros en sus vaqueros y el abrigo de gran tamaño
que usa casi se traga su cuerpo delgado. Este no es el Caleb que conocí, pero sigue
haciendo que mi corazón se acelere por el miedo—. Esos son dos demonios y un
mierda abandonando tus labios en el último minuto. La Callie que solía conocer ni
siquiera podía decir maldición sin ponerse nerviosa.
—La Callie que conocías ya no existe. —Inspiro, sintiendo a mi corazón
temblar en mi pecho—. Y, honestamente, nunca la conociste de verdad.
—¿No? —Su mirada se mueve por mi cuerpo. No estoy usando nada
revelador, unos vaqueros, una chaqueta y unas botas, pero de repente siento como
si estuviera de pie delante de él con mi disfraz de Halloween, vulnerable como si
viera todo de mí. Y no es para que él lo vea. ¡Nunca más!
113

—Me voy. —Esquivo hacia un lado para pasar junto a él. Voy a ir a buscar a
mi padre y a Jackson en donde sé que estaré a salvo, y luego llamaré a la policía.
Página

Caleb violó su libertad condicional cuando se escapó de la ciudad después de que


cargos por drogas fueran puestos contra él, así que está en problemas. Solo me
gustaría que fuera por lo que me hizo.
Antes de que pueda pasar, se hace hacia un lado y me cierra el camino. Hay
un par de personas en las inmediaciones, pero están demasiado distraídas por las
brillantes pegatinas de venta de neón para darse cuenta de lo que sucede. O tienen
demasiado miedo para hacer algo al respecto.
—Relájate, Callie. Solamente quiero hablar. —Sus labios se curvan en una
sonrisa, dejando al descubierto su lado de monstruo. Esto es lo que siempre me ha
hecho, trató de torturarme y molestarme con solo mirarme. Creo que de verdad
disfruta de verme entrar en pánico, pero no voy a darle esa satisfacción como
antes.
Irguiendo la espalda, me vuelvo para dirigirme en la dirección opuesta. Sin
embargo, las cosas se ponen brutalmente feas mientras agarra de golpe mi brazo y
sus dedos se hunden en la tela de mi abrigo. Un fuego y un torbellino frío me
atraviesan al mismo tiempo, el frío derivado de mi miedo, pero el fuego dándome
rabia, dándome fuerza.
Sin ni siquiera pestañear, me doy vuelta y lo empujo hacia atrás con la rabia
acumulada de los últimos siete años. —No me toques, maldita sea. —Mi voz es
tranquila, pero firme mientras tropieza hacia atrás en estado de shock. No espero
que diga nada porque no me importa lo que tenga que decir.
Nada de lo que haga importa.
Él no es parte de mi vida.
Estoy en control.
Soy fuerte.
Aun así, para el momento en que llego a donde se encuentran mi padre y
Jackson, estoy a punto de llorar. No porque tenga miedo, sino porque me siento
tan enojada.
—Mierda, Callie. ¿Qué pasa? —pregunta Jackson mientras voy rápidamente
hacia ellos.
—Llama a la policía. Diles que Caleb está aquí —digo, secándome las
lágrimas con el dorso de la mano. La gente me mira como si estuviera loca, pero en
este momento, no me importa. Solamente me importa salir de esta tienda.
—¿Te hizo daño? —pregunta Jackson, luego sale disparado hacia la
114

dirección por la que acabo de venir sin esperar mi respuesta—. Voy a darle una
paliza.
Página

Engancho la manga de su chaqueta antes de que pueda llegar demasiado


lejos. —No me hizo daño. Solo llama a la policía, ¿de acuerdo? Es mucho mejor que
matarlo a golpes y luego meterte en problemas por ello.
Mira hacia adelante y hacia atrás, entre los pasillos y yo, en conflicto. Por
último, cede. —Bien. —Saca el teléfono, murmurando—: Estúpido imbécil debe
estar escondiéndose en casa de sus padres. —Sale como una tormenta por las
puertas, empujando a la gente del camino mientras lleva el teléfono hacia su oreja.
Trato de respirar calmadamente, pero empiezo a luchar por encontrar aire.
Sigo revisando la tienda en busca de signos de Caleb, esperando a que aparezca de
nuevo.
Finalmente, mi padre quita las grapas de mi mano temblorosa y las coloca
junto con las bombillas en el estante más cercano. —Podemos esperar a comprar
esas cosas —dice, luego ubica un brazo alrededor de mí y me hace salir por las
puertas hasta la camioneta, aunque noto que, al igual que Jackson, quiere dar la
vuelta y matar a Caleb a golpes.
Me pregunta mil veces si estoy bien. Jackson hace lo mismo cuando cuelga
el teléfono. Les sigo diciendo que sí, porque de verdad estoy bien. Sí, Caleb es una
persona horrible que hizo cosas horribles, pero finalmente me defendí. No entré en
pánico, no lo dejé ganar.
Me ha costado siete años llegar a este lugar, y a pesar de que todavía me
siento aterrada, también soy fuerte. Más fuerte que antes.
Más fuerte que el monstruo.
115
Página

Traducido por J A N I
Corregido por NnancyC

Es el día después de Acción de Gracias y me encuentro sentado en el sofá


viendo un poco de televisión con Dylan y Liz, y mensajeándole a Callie entre
comerciales. Ha sido un día malo pero decente a la vez, ya que todos luchamos con
nuestros sentimientos respecto a papá estando en coma mientras tratamos de
disfrutar la compañía del otro. No creo que ninguno de nosotros sepa qué hacer
con la información sobre mi padre, así que como que hemos permanecido en
silencio, asustados de ser el primero en hablar, de decir lo que todos pensamos:
que podríamos no estar tan disgustados como es debido. Puedo verlo en los ojos
de Dylan mientras más hablamos, y en los ojos de Tyler también, los cuales estaban
menos nublados que la última vez que los vi. No lo hemos visitado en mucho
tiempo, pero fue bueno verlo cuando no estaba drogado y fuera de sí. Como que
me recordaba al Tyler que conocía, quien me enseñó a montar bicicleta, no a quien
se marchó para convertirse en adicto a las drogas.
—Voy a hacer algo de palomitas —anuncia Liz durante un comercial,
levantándose del sofá—. Kayden, ¿necesitas algo?
Sacudo la cabeza. —No, estoy bien. —Saco el teléfono y le mando otro
mensaje a Callie. No ha respondido a mis últimos dos mensajes y me empiezo a
preguntar qué pasa. Me inquieta, pero esa sensación también podría derivar del
hecho de que estoy bajo mucho estrés emocional y aún no he agarrado una navaja.
Kayden: Oye, soy yo otra vez. ¿Estás bien? Me empiezo a preocupar.
Sostengo el teléfono por un momento, esperando que aparezca un mensaje,
pero en cambio, empieza a sonar. El nombre de Callie destella en la pantalla y una
sonrisa toca mis labios mientras me levanto y voy a la habitación de invitados
donde paso las noches.
—Me alegra que llamaras —digo, cerrando la puerta detrás de mí. No me
molesto en encender la lámpara, ya que el sol sigue lo suficiente alto para iluminar
116

la habitación—. Me empezaba a preocupar un poco.


—Lo sé —responde con remordimiento—. Lo siento. Debería haber llamado
Página

antes. —Hay un tono raro en su voz y enseguida sé que algo no anda bien.
—Pasa algo malo. —Saco un poco de ropa sucia del camino y me acuesto en
la cama—. ¿No es así?
Deja escapar una respiración temblorosa. —Algo así. Quiero decir, ahora
todo está bien.
Mi cuerpo se pone rígido. —¿Pero no lo estaba hace un rato?
—No, no realmente.
Dudo, inseguro de si debo preguntar por su tono reacio. —¿Quieres…?
¿Quieres hablar de ello?
—En realidad no. —Suspira—. Pero debería. —Otro suspiro. Luego otro. Me
vuelve loco saber que pasó algo, pero no saber qué—. Me encontré con Caleb. —Su
voz es apenas un susurro.
Me siento de golpe en la cama, completamente con la guardia baja. —¿Qué?
¿Dónde? —Mis manos se hacen puños y tengo que clavarme las uñas en las palmas
para evitar perder la cordura. Necesito calmarme. Necesito liberar el estrés de
alguna manera, porque siento esa atracción de‖nuevo,‖hacia‖la‖navaja…‖mi‖piel…‖
el‖dolor…‖la‖sangre…‖el‖alivio.‖Cierro‖los‖ojos‖con‖fuerza—. Por favor, dime que
estás bien.
—Estoy bien, Kayden. Lo prometo. Me acabo de encontrar con él en la
tienda mientras te mensajeaba. Por eso me detuve. —Su pausa parece durar para
siempre—. Sin embargo, estoy bien. Lo enfrenté e incluso lo empujé cuando trató
de agarrarme.
—¿Trató de agarrarte? —Me siento tan furioso que tengo que quitar mis
uñas de las palmas y tomar una almohada cercana para retorcerla con fuerza—.
¿En una jodida tienda?
—Sí, pero no pasa nada —dice tranquilamente—. Logré enfrentarlo como
siempre quise hacerlo. Y Jackson llamó a la policía y lo arrestaron. Dios, no puedo
creer que se halle tras las rejas. —Suena feliz por ello, pero yo no, sigo atascado en
la parte donde puso sus jodidas manos sobre ella.
—Quiero golpearlo —admito, lanzando la almohada a la pared—, por
tocarte.
—Pero no necesitas hacerlo esta vez —dice con orgullo—. Me ocupé de él yo
misma. Lo enfrenté y, Jackson llamó a la policía y lo arrestaron por los cargos de
117

droga que presentaron en su contra el año pasado, así que podría terminar en la
cárcel. Y sé que no es ni de cerca suficiente por lo que me hizo, pero aun así se
Página

siente como si estuviera recibiendo un poco de resolución.


—Callie…‖—Lucho con qué decir, con qué hacer, con como calmarme y no
tener otro desliz.
—Kayden…‖ —Su tono es más ligero del que esperaba. ¿Cómo puede estar
tan calmada? ¿Mientras yo soy un desastre? Y ni siquiera tiene que ver conmigo.
—Dime que hacer —digo en un susurro tenso—. Necesito hacer algo, de
otra manera, voy a enloquecer.
—Puedes decirme cómo estás —sugiere—. Necesito la distracción.
—¿En serio? ¿Eso es todo lo que necesitas?
—Sí.
—Puedo hacer eso. —Respiro, trato de relajarme y contarle sobre mi viaje,
incluso aunque ya le mensajeé la mayor parte. Pero pidió que lo haga y eso es todo
lo que importa en este momento. No mi necesidad de golpear a Caleb o mi ira. No
es sobre mí, es sobre ella.
Después de parlotear en su oído durante una hora, tiempo suficiente para
que el sol descendiera lentamente detrás de las montañas, me detengo para darle
un poco de tiempo para hablar, preguntándole cuáles son sus planes, además de
hacer snowboard con su hermano.
—Bueno, debería decirte que voy a regresar a Laramie en la mañana —dice
y puedo oírla escribir en su computadora, probablemente otra historia para la
clase, o un artículo para su pasantía.
—Pero pensé que no ibas a volver hasta el lunes en la mañana. —Me quito
los zapatos y los pateo fuera de la cama.
—Sí, pero Jackson quiere que le enseñe todas las cosas fiesteras que se
pueden hacer en Laramie un sábado y luego ir a esquiar en algunas pendientes el
domingo. Sinceramente, me encuentro lista para salir de esta ciudad. Tan divertido
como ha sido decorar el árbol de navidad, extraño nuestra casa.
Sonrío en tanto me inclino contra la cabecera y estiro las piernas. —También
extraño nuestra casa, pero tengo que preguntar, ¿tú vas a mostrarle las fiestas a
Jackson? ¿En serio?
Se ríe y es el sonido más calmante que he escuchado, como lo es la música
para algunas personas. —Sí, una locura, ¿verdad? Me preocupa decepcionarlo,
pero parece que se ha alejado de las fiestas y creo que ha pasado un tiempo, así que
118

espero que eso signifique que no le tomará mucho tiempo divertirse. Además,
Luke y Violet estarán allí.
Página

No puedo contener la risa. —¿Así que Luke, Violet, Jackson y tú van a pasar
el rato?
—Oye, ellos también son mis amigos —protesta, ofendida—. Y ya le mandé
un mensaje a Luke para contarle los planes y aceptó.
—Sé que son tus amigos. —Dejo que mi risa se apague—. Lo siento, solo que
es un poco inesperado. Estoy seguro que todos se van a divertir, aunque me siento
celoso por no poder estar allí.
—Lamento que no puedas estarlo, pero seguro que me voy a divertir —dice
traviesamente—. Voy a ponerme el vestido que usé para Halloween y seré un
animal fiestero.
—De ninguna manera. No vas a usar ese vestido sin mí allí.
—Suenas celoso.
—Lo estoy.
—Deberías venir a casa antes, entonces, me pondré el vestido para ti. —
Hace una pausa—. O tal vez usaré las botas y nada más.
Me muerdo el labio con fuerza, un gruñido sube por mi garganta. —¿Tratas
de persuadirme con tu sensualidad?
—Tal vez. —La picardía en su voz me pone duro como una roca—.
¿Funciona?
Tengo que acomodarme mientras la imagino en lo que describió. —Joder, sí.
Estoy muy duro.
La oigo contener el aliento desde el otro lado y puedo imaginar su sonrojo.
—¿Crees que puedas lograrlo?
—¿Hacértelo contigo en esas botas? —pregunto—. Por supuesto que sí.
Resopla una risa. —No. Me refiero a volver a casa antes.
Dios, lo que daría por estar en casa a su lado, especialmente después de lo
que pasó con Caleb. Sin importar que diga que está bien, aun necesito verlo por mí
mismo, estar allí para ella. ¿Pero cómo?
—Quisiera, pero no sé si puedo darme el lujo de cambiar de vuelo. —
Suspiro. No es que quiera alejarme de mi hermano, simplemente la extraño. Las
cosas empiezan a afectarme aquí, y sé que si estuviera con ella, no serían tan
119

difíciles enfrentarlas.
—Sí, lo sé. No deberías —suspira—. Solo estaba siendo egoísta.
Página

—No eras egoísta. Tienes permitido quererme.


Su risa suave vibra a través de mi oído y me hace querer estar cerca de ella
aún más. —Bueno, te quiero todo el tiempo, pero supongo que si debo hacerlo,
puedo esperar hasta el lunes. —Hace una pausa y escucho a alguien decir algo—.
Lo siento, pero me tengo que ir. Mamá quiere que la ayude a hornear pasteles. —
No suena para nada encantada con eso.
—Diviértete —bromeo, porque sé que odia hornear.
—Ja, ja. —No me encuentra para nada divertido—. Te amo.
Mi corazón rebosa en mi pecho. Esas palabras nunca me cansarán, quiero
escucharlas en persona cuando pueda besarla después de que sean pronunciadas.
—También te amo.
El silencio me afecta al momento en que cuelgo, también mis problemas, y
junto con lo que ocurrió con Callie, regresan deprisa a mí. Me siento tan solo, tan
confundido, tan necesitado por verla, solo para asegurarme de que se halla bien.
Estoy tentado a hacer algo para quitarme de la cabeza esa sobrecarga emocional.
Solo hay dos cosas que tengo ganas de hacer en este momento: Ver a Callie y
agarrar mi navaja. Y ahora, una parece ser mucho más fácil de hacer que la otra.
120
Página

Traducido por Beatrix


Corregido por Daliam

No pensaba en irme pronto, a pesar de que lo quiero. Me dije a mí mismo


que debía quedarme, que Callie estaría bien, pero por alguna razón, no podía
evitar la sensación de que las cosas se hallaban a punto de cambiar.
Que algo malo estaba a punto de suceder.
Puede atribuírselo a años de tener estas sensaciones justo antes de que mi
padre se pusiera en marcha. Supongo que de alguna manera construyó una alarma
dentro de mí.
En su mayor parte, el día va bien. Estamos sentados, jugando al Scrabble,
riendo de la palabra pervertida que mi hermano acaba de colocar y tiene cuarenta
y‖tantos‖puntos‖por…‖pene.
—Dios, siento que estoy casada con un adolescente —dice Liz, lanzando una
patata a Dylan que se ríe cuando se le da en la frente.
—Te gusta mi mente sucia —responde—. No mientas.
Ella está a punto de responderle cuando suena el teléfono.
Y todos nos quedamos congelados.
Ni siquiera estoy seguro de por qué lo hacemos. No es como que sabemos
quién está llamando, o tal vez sí. Tal vez hay algún tipo de advertencia silenciosa
que todos captamos, al igual que la alarma silenciosa dentro de mí.
Me doy cuenta que Dylan no quiere responder, pero lo hace. Y en treinta
segundos, su piel palidece. Sea lo que sea, es malo.
Él parece completamente perdido, pasando los dedos por su pelo mientras
asiente y se deja caer hacia atrás en su silla. —Uh. Vale.
Lo estoy mirando como un halcón, esperando a que aparezca una señal de
que va a decirme qué demonios está pasando.
—Kayden, por qué no vienes a ayudarme a mover el sofá —dice Liz de
repente, echándose atrás la mesa—. He estado muriéndome por reorganizar la sala
121

de estar y me vendría bien un par extra de brazos fuertes.


No me molesto en señalar que sería más fácil si Dylan y yo lo moviéramos
Página

pues es evidente que ella está tratando de sacarme de la cocina y alejarme de Dylan
y de la llamada telefónica.
—Est{‖bien…‖ —Vacilante, me levanto de la silla y la sigo de la cocina a la
sala de estar.
—Entonces, ¿cómo estás? —pregunta cuando llego a agarrar el lado del
sofá.
—Bien, supongo. —Miro por encima del hombro a la cocina antes de que
levante mi lado del sofá, cargando adrede la mayor parte del peso porque, como
Callie, Liz es pequeña y delgada. Pero ella parece mostrar su fuerza mientras eleva
su lado casi con la misma facilidad que yo.
—¿Solo bien? —pregunta mientras nos hace girar en la dirección opuesta.
Me encojo de hombros, soltando una exhalación fuerte cuando bajamos el
sofá. —Ha sido divertido visitaros.
Se seca el sudor de la frente. —No me refiero a cómo te sientes con este viaje
—dice—, sino a esto con tus padres.
No estoy seguro de cómo responder y por suerte, no tengo que hacerlo ya
que Dylan entra en la sala de estar. Él tiene su teléfono en la mano, cubriendo el
receptor. —Um... —lucha—, ella quiere hablar contigo.
No tiene que decir quién es ella. Sé que es mi madre y me echo hacia atrás
cuando me lo da. —N…‖no‖—tartamudeo débilmente—. No quiero hablar con ella.
Parece indeciso por cómo responder, pero creo que es porque discutir con
mi madre es lo, ya que, a los ojos de ella, siempre tiene la razón. —Um…
—Dylan, ni siquiera deberías preguntarle —dice Liz entre dientes—. Dile
que no.
Dylan parpadea como si saliera de un trance, luego se pone rápidamente el
teléfono a la oreja. —Él no va a hablar contigo.
No estoy seguro de lo que le dice ella, pero sus hombros se ven más pesado
con cada segundo que pasa. Cuando por fin cuelga, se ve como un anciano
encorvado mientras se deja caer sobre el sofá que Liz y yo acabamos de mover.
Baja la cabeza en sus manos y presiona las palmas sobre sus ojos.
—¿Qué quiere la bruja malvada? —pregunta Liz, sentada detrás de Dylan.
Decido en ese mismo momento que me agrada Liz.
122

—Quería‖decirnos‖que…‖—Levanta la cabeza y me mira—. Es probable que


papá no sobreviva a la próxima semana. —Aprieta los labios y no logro percibir si
Página

está molesto por papá o por tener que hablar con mamá—. Quiere que vayamos a
Carolina del Norte a despedirnos.
Muevo la cabeza rápidamente, flexionando los dedos, luchando contra la
necesidad de perforar las uñas en mi piel. —No, no puedo hacer eso.
—Sé que no puedes. —Suaviza su expresión—. Y eso es exactamente lo que
le dije.
Mis músculos se tensan ligeramente. —¿Que pasa contigo? ¿Vas a ir?
Liz se ve casi tan ansiosa por escuchar su respuesta como yo.
—No —dice con firmeza—. Me despedí el día que cumplí los dieciocho
años.
Cerrando los ojos, asiento. Me siento como si estuviera a punto de llorar,
pensando en cómo nunca llegué a decirle adiós. Que el último intercambio real que
mi padre y yo tuvimos fue cuando él me miró con los ojos llenos de odio mientras
me desangraba en el suelo de la cocina. Me pregunto si pensaba que iba a morir.
Me pregunto si era feliz a causa de ello. Quiero dejar de preguntarme acerca de
todo esto. Quiero decirle adiós como hizo Dylan, pero no a mi padre, al pasado. Y
quiero avanzar a mi futuro.
—Tengo que ir a casa. —No pretendo decirlo en voz alta, pero al momento
en que lo hago, me doy cuenta de lo mucho que lo necesito.
Por suerte, Dylan también lo ve, porque se para y cruza la habitación, y me
da un abrazo extraño, incómodo, pero bien recibido. —Lo sé. Y creo que tengo una
idea.
123
Página

Traducido por Vane Black & Kath1517


Corregido por Victoria.

Antes de que Jackson y yo nos dirijamos a Laramie, él y mi padre cargaron


el camión con algunos muebles que mi mamá decidió darme, que se hallaban en la
habitación de invitados; la que todavía no está terminada. Consiste en una cama
matrimonial y un colchón, un armario y una mesita de noche, junto con un par de
taburetes para la cocina. También lanzó algunos de sus viejos artículos de cocina a
pesar de que le dije que no me gusta cocinar. Creo que en realidad le rompí el
corazón cuando dije eso, pero también lo hizo el que me vaya antes. Lloró todo el
tiempo que me abrazó para despedirse, y después mientras Jackson y yo salíamos
de la calzada.
—Gracias a Dios que ha terminado —comenta Jackson mientras conduce
hacia Laramie. Estará allí durante dos días, pero sigue insistiendo en que vamos a
“hacer snowboard como profesionales e ir de fiesta como estrellas de rock”‖ mientras‖
estemos allí.
—Tiene buenas intenciones —digo, sacando mi computadora portátil de
una bolsa para trabajar un poco en mi pasantía, ya que no he hecho nada desde
que comenzaron las vacaciones de Acción de Gracias.
—Puede tener buenas intenciones —dice, aparcando en una estación de
servicio para poder llenar el tanque antes de entrar en la carretera—, pero es un
poco loca.
Me río, pero no voy demasiado lejos en burlarnos de mamá. Puede ser un
poco intensa, pero en el fondo creo que tiene buenas intenciones y que su actitud
prepotente últimamente viene de lo que me pasó. Creo que siente que tiene que
compensarlo sofocándome, así que en vez de luchar contra ella, decido dejarla
tranquila. Por supuesto, decirle eso a mi hermano solo hará que se burle de mí por
ser una niña de mamá.
Cuando Jackson sale a poner gasolina en el camión, me meto en el asiento
trasero con el ordenador portátil en el regazo. Pero incluso cuando regresa y
124

comienza a conducir de nuevo, sigo mirando a ese maldito cursor y juro que pide
que escriba otra cosa. Por eso, aunque sé que no debería, cambio a mi historia de
ficción-sin-embargo-no-ficción y de repente mis dedos cobran vida.
Página

Este monstruo no estaba disfrazado como el que ella se encontró hace muchos años.
Gruñó con sus colmillos y levantó los puños, dispuesto a romper todo a su paso.
Sabiendo que solo tendría una oportunidad con esto, la chica se precipitó hacia
adelante antes de que pudiera volver atrás.
—Para. —Su voz era tan pequeña como se sentía, y cuando el monstruo se giró para
mirarla, ella quiso correr. Pero, honestamente, estaba harta de correr, demasiado cansada de
que ganen los monstruos.
—¿Puedo ayudarte? —preguntó el monstruo; sus colmillos desaparecieron, sus ojos
se suavizaron mientras cambiaba de forma a su silueta engañosa. Él pensó que la chica ya
no podía ver lo que había debajo del disfraz, pero sí podía.
El monstruo.
En sus ojos.
—Te necesitan adentro —mintió la chica, su voz sorprendentemente firme y sus
pies fijamente plantados en el suelo. Miró al chico, que se encontraba parado tan tranquilo
que pensó que podría estar congelándose.
El monstruo también se giró para mirar al muchacho, y ella ya no pudo ver sus ojos,
pero por la forma en que el chico se encogió, sabía que el hombre le mostró al chico una
visión del monstruo que lo esperaba cuando ella se fuera.
Cuando el hombre se giró de nuevo a la chica, su disfraz regresó con una sonrisa y
asintió antes de que empezara a ir al interior. La muchacha contuvo el aliento mientras él
pasaba a su lado, temerosa de que el monstruo pudiera saltar y atacarla.
Nunca lo hizo.
Debe guardarlo para el chico, pensó con tristeza.
Una vez que el monstruo entró en su palacio, que se parecía más a una mazmorra
oculta debajo de las paredes de fantasía, torres altas y luces brillantes, finalmente se
enfrentó al chico.
—¿Estás bien? —preguntó tentativamente. Había pasado mucho tiempo desde que
la chica habló con un chico (con alguien, realmente) y se sentía nerviosa.
—Estoy bien —dijo el chico; la frialdad en su tono la sobresaltó. Tal vez se equivocó.
125

Tal vez el chico no podía ver el monstruo viviendo dentro del hombre.
—E-está bien. —Su voz tembló cuando bajó la cabeza y se giró para volver a casa y
Página

retornar a pesar de las enredaderas que rodeaban su propio palacio tortuoso.


—Espera —gritó el chico antes de que ella pudiera llegar demasiado lejos.
El sonido de su voz la calmó, y cuando se enfrentó a él de nuevo, se encontraba casi
sonriendo por primera vez en seis años.
El muchacho mantuvo su distancia, como si temiera a la chica y le asustara
acercarse demasiado. Pero eso estaba bien: ella también temía su cercanía.
—¿Por qué hiciste eso? —preguntó, envolviendo los brazos alrededor de sí mismo.
—Porque… —Consideró qué decirle. ¿La verdad? Parecía demasiado aterrador
pronunciar sus secretos en voz alta. Sin embargo, tal vez podía decirlo vagamente—. Nadie
lo hizo por mí.
—¿También conoces a un monstruo? —preguntó el chico, y esta vez dio un paso
hacia ella.
La chica tenía miedo.
Pero también, curiosidad.
Así que se quedó.
—Sí —dijo—. Conozco a uno.
—¿Te… hace daño?
Quería correr, pero se encontró asintiendo. —Lo hizo.
El chico parecía sentir tristeza y dolor mientras se acercaba de nuevo, esta vez con
mayor rapidez y con la mano extendida. —Siento que lo haya hecho.
La chica miró la mano, sin saber qué hacer. Tenía miedo de tocarlo, miedo de que el
chico pudiese estar usando su propio disfraz y que de repente un monstruo apareciera en su
lugar.
El chico debe haber leído su mente porque se apartó y volvió a envolver los brazos
alrededor de sí mismo. —Gracias —pronunció en voz baja.
—¿Por qué?
—Por ahuyentarlo.
Una vez más, la chica sonrió y casi podría haber jurado que el chico también lo hizo.
—De nada —respondió, entonces los dos se hallaban de pie en la oscuridad, las luces
distantes de los castillos parecían muy lejos, pero por primera vez a su alcance.
126

Termino de escribir hasta que me duelen los dedos, y mis ojos y cerebro se
Página

sienten como si estuviesen sangrando. Es la sensación más agotadora y placentera


que existe. En el instante en que salgo del asiento trasero para mostrarle a Jackson
mi apartamento, me siento feliz y no puedo evitar pensar: Esto es lo que quiero para
siempre. Solo mi computadora, mi apartamento diminuto, y Kayden. Solo desearía tenerlo a
mi lado en este momento.
—Entonces, ¿con quién hablabas por teléfono durante todo el trayecto? —le
pregunto a Jackson mientras caminamos penosamente por la escalera. Es alrededor
del mediodía, pero el cielo tormentoso hace que parezca como si fuera mucho más
tarde, junto con la tranquilidad del complejo de apartamentos.
Se encoge de hombros, rascándose la nuca. —Con nadie.
—Era tu novia, ¿eh? —bromeo mientras saco las llaves del bolso.
Me mira boquiabierto. —¿Cómo lo supiste?
—Debido a la forma en que sonaba tu voz. Embelesada. —Junto las manos y
hago mi mejor impresión de extasiada. Jackson se sonroja y es tan gracioso que
reviento de risa—. Oh Dios mío. No puedo creer que acabo de enterarme de ella.
—Encuentro la llave correcta en la cadena cuando llegamos a la puerta—. ¿Mamá y
papá lo saben?
—No —dice rápidamente—. Y preferiría que no dijeras nada por ahora.
Acabo de empezar a verla y no quiero que mamá ya se apegue a la idea, teniendo
en cuenta cómo es con esas cosas.
—Hacer eso no me parece algo justo, teniendo en cuenta lo mucho que te
burlaste de mí sobre Kayden frente a ellos, toda la semana. —Coloco la llave en la
cerradura y la giro, contenta de estar en casa.
—Callie, por favor —suplica, lo que nunca hace.
Es súper divertido, pero decido ser agradable. —Bien. Ni una palabra. —
Empujo la puerta y doy un paso atrás para dejarlo pasar—. Pero despídete de
burlarte de mí, ¿de acuerdo?
Asiente, y entra.
—¿Aquí es donde vives? —dice mi hermano mientras hace un círculo
alrededor de la sala de estar. No hay mucho que ver; un sofá pequeño de gamuza
que compré en una tienda de segunda mano, junto con un mueble y un televisor
nuevo, lo que fue un derroche—. Qué bueno que mamá dejó que nos lleváramos
toda esa mierda, ¿eh?
127

Aspiro ese fresco olor a hogar mientras cierro la puerta detrás de mí. —Sí,
fue muy lindo de su parte.
Página

—Solo intento adivinar cómo vamos a subir todos esos muebles. —Jackson
mira por la ventana mientras se frota la mandíbula. La ventana está cargada con
hielo y hay copos de nieve esparcidos—. Porque la lona no va a seguir aguantando
si sigue nevando de esta manera, y no hay forma de que pueda cargarlos hasta
aquí contigo y tus bracitos.
Hago una mueca, pero lo dejo pasar porque tiene razón. —Ha sido un
invierno muy fuerte, ¿verdad? —Me dejo caer en el sofá con el teléfono en la mano.
—No podría saberlo, ya que vivo en la soleada y fantástica Florida. —Sonríe
vanidosamente mientras se sienta en el reposabrazos—. ¿Cuándo se supone que
viene Kayden? Él y yo seguramente podríamos subir esa mierda por las escaleras.
Me alivia que no vivas en el tercer piso, aunque deberías haber elegido el primero.
—Kayden no estará aquí hasta el lunes en la tarde —le digo, abriendo mis
contactos para escribirle a Luke, porque es el único chico fuerte que conozco—. Y
yo no elegí el piso. O el apartamento, en realidad.
Alza las cejas mientras mete las manos en los bolsillos de sus pantalones
cargo. —¿Qué quieres decir?
—Que Kayden eligió este lugar con Seth —digo, encogiéndome de
hombros—. Como una sorpresa para mí.
—Pero sabía que querías mudarte con él, ¿verdad? ¿No lo asumió sin más?
—Casi parece que lo preguntara para aprender, como si tal vez estuviera pensando
en hacerlo con su novia o algo parecido.
—Por supuesto que sabía que quería. Se lo pregunté un par de veces antes y
dijo que lo pensaría, pero entonces me sorprendió con esto. —Señalo mi palacio
con orgullo, aunque Jackson luzca poco impresionado. Pero no me importa. Este es
mi palacio y a diferencia del que estoy escribiendo en la historia, no tiene vides y
enredaderas, sino calidez y promesas de felicidad.
Me mira de una forma extraña que no puedo interpretar.
—¿Qué? —pregunto.
Se encoge de hombros. —No es nada.
—Es algo; de otra forma, no me estarías mirando como si fuera un
fenómeno.
Eso lo hace reír. —De verdad no es nada. Pensaba en que te ves feliz. —Sus
hombros siguen subiendo y bajando—. Es bueno, te lo mereces.
128

—Gracias, Jackson. —Le sonrío mientras le escribo a Luke para ver si puede
Página

venir a ayudar.
—Sin embargo, debo de decir que no le contaría a mamá toda la historia de
la sorpresa —dice Jackson—. Pensará que te estás comprometiendo. —Se detiene y
me sonríe—. Aunque no me sorprendería si lo hicieras con el ritmo que llevan.
—Muy bien, mamá. —Pongo los ojos en blanco y luego me río, pero Jackson
no lo hace.
—Solo te estoy avisando —dice levantando los hombros con indiferencia—.
Pareces bastante perdida con estas cosas.
Estaría ofendida, pero estoy más distraída con lo que dijo antes. ¿Hacia allá
es dónde Kayden y yo nos dirigimos? ¿Por qué jamás lo había pensado?
Probablemente me hubiera quedado todo el día sentada y perdida en mis
pensamientos, si mi teléfono no hubiera empezado a volverse loco en mi mano.
Luke: Sí, ya voy en camino. Pero no estoy en mi casa, así que me tomará un
poco más de tiempo.
Yo: Bien, gracias. Te debo una :)
Dejo el teléfono a un lado y me levanto.
—Te conseguí un refuerzo no tan pequeño.
Mi hermano me mira como si hubiera perdido la razón. —¿De qué diablos
hablas?
—Luke viene en camino para ayudarte a mover las cosas pesadas —digo,
abriendo la puerta principal—. Pero mientras esperamos, esta niña pequeña con
sus brazos pequeños va a traer lo que pueda porque no es tan débil como parece.
—Lo sé, Callie. —Mi hermano me sigue afuera y baja la escalera—. Eres más
fuerte que muchas personas.
—Vaya, dos halagos en un día —bromeo, saltando el último escalón hacia
una pila de nieve que me llega a los tobillos—. Es un milagro.
—Milagro sería que dejara de nevar. —Se sube el cierre del abrigo hasta la
barbilla y fulmina con la mirada al cielo nublado—. Me voy a congelar el trasero.
—El clima de Florida te está convirtiendo en un bebé. —Tomo un puñado
de nieve y hago una bola en mi mano—. Lo sabes.
Ahora me está fulminando a mí. —Me tiras eso y voy a hacerte pagar.
Convierto la nieve en mi mano en una bola firme y luego retrocedo al andén
129

congelado. —Pagaré si puedes atraparme, pero tengo la sensación de que el niño


de Florida va a fallar épicamente cuando empiece a correr por la nieve. —Entonces
Página

le saco la lengua y le lanzo la bola de nieve.


No creo que pensara que tenía las agallas para hacerlo, porque ni siquiera se
agacha. Lo golpea directo en la cara y me siento un poco mal, pero no lo suficiente
para evitar que me ría.
Luciendo enojado, se quita la nieve de la cara con la manga de la chaqueta.
—Vas a pagar por eso. —Se truena los nudillos mientras camina hacia mí—.
Creo que te has olvidado de lo bueno que era en las guerras de bolas de nieve
locas.
—La palabra clave es era. —Salgo corriendo antes de que siquiera haya
terminado la oración, sabiendo muy bien que probablemente termine con la cara
metida en la nieve. Él solía hacerlo todo el tiempo cuando éramos jóvenes y,
Jackson no ha crecido lo suficiente como para no hacerlo ahora.
Justo como predije, para el final de nuestra guerra de bolas de nieve, Jackson
está estrellando nieve en mi cara. Estoy de espaldas en la nieve, cerca al basurero,
riéndome a carcajadas mientras él se encuentra encima de mí, presionando la nieve
contra mi cara. De reojo, veo la camioneta de Luke estacionarse bajo la cochera
cerca al edificio.
—Bien, ¡me rindo! —Me río, pateando a Jackson, sintiéndome como una
niña de nuevo, divirtiéndome con mi hermano mayor; algo que dejó de suceder
cuando cumplí doce—. ¡Basta! Ya vino Luke.
—Te advertí que no te metieras conmigo. —Sus mejillas están rojas porque
me las arreglé para lanzarle más bolas en la cara. Solo por ser un idiota, Jackson
suelta un puñado de nieve sobre mi cabeza antes de ayudarme a levantarme.
Luego nos deslizamos por la colina y caminamos hacia la cochera. Mi abrigo está
lleno de nieve y trato de quitármela mientras Jackson se ríe de mí.
—Tengo mucho frío —digo mientras nos acercamos al auto de Luke.
—Solo espera a que estemos en las colinas —contesta, quitándose unos
copos de la cabeza—. Vas a tener la cara llena de nieve cada vez que intentes
detenerte.
Mi nariz se arruga. —Qué forma de aumentar mi confianza.
La boca de Jackson despliega una sonrisa. —Cuando quieras.
Estoy pensando en una respuesta cuando la puerta de la camioneta se abre y
130

Luke sale. Lleva puesto un abrigo de cuero estilo vintage, un gorro y botas de
trabajo negras.
Página

—Y tiene que estar nevando cuando lo hagamos —dice, poniéndose un par


de guantes.
Luke solía asustarme cuando lo conocí. Tiene esa mirada que grita que te
mantengas alejado. Pero una vez que lo conocí, me di cuenta de que en realidad
era muy amable y que la mirada era por sus propios demonios internos.
—Espero que no te moleste, pero traje a alguien conmigo. —Justo cuando lo
dice, Violet se baja del asiento del pasajero. Como Luke, tiene un gorro sobre los
mechones salvajes de cabello rojo y negro, botas y una chaqueta de cuero; aunque
a diferencia de la Luke, la de ella tiene tachas. Ella es, de hecho, la pareja perfecta
para él, y no solo por su aspecto. Aunque puedo imaginarme dos figuritas de ellos
paradas en la cima de un pastel de bodas gótico.
—Mientras más mejor —le dice Jackson a Luke, quitándose la nieve de las
botas—. Y menos tengo que cargar.
—Bueno, no eres todo un caballero —dice Violet con sarcasmo a mi
hermano, poco impresionada.
Mi hermano responde mirándola, examinando su cuerpo.
Lo golpeo en un costado con el codo. —Puaj, basta —siseo en voz baja—. Es
la novia de Luke y tú tienes la tuya, ¿recuerdas?
Jackson me lanza una mirada de culpa. —Lo siento.
Sorprendida por lo rápido que lo deja atrás, me giro hacia Luke y Violet,
mientras busco los guantes en el bolsillo de mi abrigo. —¿Listos para empezar esta
fiesta?
—Sí, tan pronto como me abrigue. —La voz no proviene de ninguno de
ellos, ni de mi hermano, sino del lado del pasajero de la camioneta.
Muevo la cabeza en esa dirección, con el corazón saltando en el pecho antes
de que siquiera pueda verlo.
—¿Qué demonios haces aquí? —pregunto, mientras le doy la vuelta a la
camioneta, casi resbalándome con un parche de hielo, pero recupero el equilibro y
me lanzo a los fuertes brazos de Kayden, con un poco de demasiada fuerza, porque
suelta un gruñido.
Sus brazos se deslizan a mi alrededor y me sostiene contra él.
—No podía soportarlo más. Necesitaba estar aquí contigo.
131

—También te necesitaba aquí —digo, porque incluso aunque manejé bien la


situación con Caleb, lo necesitaba, algo que estoy descubriendo ahora.
Página

—Lo sé. —Me abraza con fuerza.


Para todos los demás, parece que estamos felizmente reencontrándonos.
Que, como el apartamento, esto fue otra gran sorpresa. Y de alguna forma lo es.
Pero puedo escuchar la desesperación en la voz de Kayden, la silenciosa suplica
para que jamás lo deje ir.
Y es exactamente lo que hago.
132
Página

Traducido por Dannygonzal


Corregido por Miry GPE

Dylan me dejó usar sus millas de viajero para cambiar vuelos e ir a casa más
temprano, pero solo si prometía venir de visita para Navidad y traer a Callie. Con
suerte, a ella no le importará que estuviera de acuerdo porque solo quería ir a casa,
a ella.
En el vuelo de regreso a casa, soy un lío y tengo que seguir repitiéndome
todas las razones del por qué no necesito cortarme.
Callie.
No quiero regresar a ese lugar, en donde me convertí en esa persona.
No soy más feliz cuando lo hago.
No es saludable, ni mental ni físicamente.
Callie.
Tendré que comenzar todo otra vez.
Mi cuerpo ya tiene demasiadas cicatrices.
Quiero estar mejor.
Necesito dejar ir el pasado.
Callie.
Callie.
Callie.
Esa lista se derrama por mi cabeza durante todo el viaje, me mantiene
intacto y claramente muestra lo que es importante para mí. Para cuando llego al
apartamento, a Callie, soy una ruina emocional, pero en un buen sentido.
En realidad no logro hablar mucho con ella por el resto del día, aunque
estoy desesperado por hacerlo. Pasamos la mayor parte de la tarde descargando el
camión, luego tomamos un descanso en la sala antes de salir a conseguir algo para
133

comer porque todo el mundo se “muere de‖hambre”.


—Necesitas algunas fotos en tu pared —dice Jackson, sentándose en el sofá
Página

y mirando a nuestras paredes blancas desnudas. Se quita el gorro de lana que está
usando y lo tira a un lado—. Haría que este lugar luciera mejor.
—Llegaremos allí —responde Callie, dejándose caer en la silla de la barra al
lado de la que estoy sentado. Luke y Violet se encuentran extendidos en el suelo,
con las mejillas rojas y viéndose tan cansados como yo me sentía. Hay piezas de
muebles y cajas por todos lados, pero se siente que hemos hecho progresos para
convertir este lugar en un hogar—. Aún trabajo en organizar algo.
—No‖creo‖que‖tengamos‖nada‖―digo,‖quitando‖la‖etiqueta‖de‖mi‖botella‖de‖
agua—. Al menos no algo tuyo y mío.
—No crees que te haya tomado fotos —dice, presionando una mano en su
pecho, fingiendo estar ofendida.
Me las arreglo para quitar la etiqueta mojada y la pongo en el mesón.
—¿Tienes algunas mías?
—De nosotros. —Me empuja con su codo y sonríe. Pero cuando no le sonrío,
titubea—. ¿Qué ocurre?
—No es nada. —Me encojo de hombros y digo en voz baja así nadie más
puede oírme—. Es solo que, ¿fotos en las paredes? Es lo que hacen las personas,
porque nosotros, es bastante seguro que no maduramos. —Pero no puedo evitar
pensar en la casa de Dylan y en todas las fotos que tiene en la pared, una vida, una
buena. ¿A eso es a donde me dirijo? ¿Puedo tener eso?
Es loco que no tenga que decirlo, que ella en realidad pueda ver lo que
pienso. —Eso hará de este lugar no solo un apartamento, sino un hogar. —Se
inclina y me da un beso en los labios.
Estoy a punto de atraerla para un beso más profundo, pero Jackson se aclara
la garganta. —De acuerdo, digo que es momento de buscar algo de comida.
Callie suspira contra mis labios. —Hablamos después.
Asiento, luego todos salimos y nos apilamos en el auto del papá de Callie,
que es más amplio que el mío y que la camioneta de Luke. Éste aún se las arregla
para subirle a algunos clásicos de rock que todos fingen no conocer pero terminan
cantando a gritos las letras. Para cuando llegamos a un local, el bar más relajado
del centro, todo el mundo se ríe, de buen humor, pero tan cansados que nos toma
una eternidad llegar dentro.
134

—Demasiado por festejar como una estrella de rock —bromea Callie con
Jackson mientras nos sentamos en una cabina. Se oye algo de música alternativa en
el fondo y hay algunas personas bailando—. Debes de estar tan desilusionado de
Página

mí.
Jackson alcanza un menú metido entre los saleros. —No, estoy cansado de
mí mismo. —Desdobla el menú—. Debe ser que me estoy volviendo viejo.
—Es mejor que pongas cuidado —bromea—. Estás a un paso de quedarte de
brazos cruzados en sudadera los fines de semana y gritarle a la televisión cuando
tu equipo deje caer la pelota.
—Oye, algunas veces hago eso —intervengo—. Bueno, lo de la sudadera no.
—Le envío una sonrisa coqueta y le guiño—. Lo hago desnudo.
—Me alegra saber qué tengo que esperar con impaciencia —dice Callie,
luego, también, me guiña un ojo. Eso me hace reír por primera vez desde que
regresé de Virginia.
—Buen Dios, por favor no vayan allí —murmura Jackson con toda su
atención en el menú—. De verdad no quiero oír acerca de lo que mi hermana y su
novio hacen tras puertas cerradas.
—Lo siento, hombre. —Solía odiar a Jackson por la forma en que trató a su
hermana y por traer a Caleb a su vida. Aún tengo un poco de desprecio hacia él,
pero ella parece haberlo superado, así que intento ser agradable. Pero quiero
hablar con Callie abiertamente sin su hermano escuchando, así que me deslizo
para salir de la cabina, y Luke me da un resoplido de frustración cuando tiene que
salir de mi camino.
—¿A dónde vas? —pregunta Callie cuando me paro y estiro los brazos sobre
mi cabeza, conteniendo una sonrisa al notar que le da un vistazo al trecho de mi
estómago que aparece desde la parte inferior de la camiseta roja.
—A bailar. —Señalo con mi barbilla la pista de baile—. ¿Quieres venir?
Sacude la cabeza. —No, como que quiero verte hacer lo tuyo solo. —Cuando
comienzo a fruncir el ceño, se ríe—. Por supuesto que me uniré, chico tonto. —Se
encuentra sentada entre Violet y su hermano, y le hace señas a Violet para que la
deje salir.
Una vez de pie, enlaza sus dedos con los míos y me jala hacia la pista de
baile donde las parejas se frotan uno contra otro. Ella tiene unos pantalones negros
ajustados metidos en botas altas junto con una blusa roja. Su cabello está recogido
y el único maquillaje que tiene es algo de delineador negro. Probablemente es la
135

mujer más vestida aquí y la más hermosa.


Cuando llegamos al centro de la pista, la jalo hacia mí y apoya su cabeza en
Página

mi‖ pecho‖ mientras‖ comenzamos‖ a‖ balancearnos‖ al‖ ritmo‖ de‖ “Ho‖ Hey”‖ de‖ The
Luminners.
—En serio, ¿por qué viniste a casa tan pronto? —pregunta tan suavemente
que apenas la oigo sobre la música.
—Porque quería asegurarme de que estabas bien. —Presiono mi mano en su
espalda baja, la otra en sus caderas mientras apoyo mi barbilla sobre su cabeza.
—Pero hay algo más que eso. —No es una pregunta, es una declaración.
Mi reacción inicial es mentir, pero entonces me doy cuenta de que ya no
quiero mentirle, que no quiero ser ese chico. —Porque no estaba manejando bien
las cosas.
Sus manos se aprietan alrededor de mi cuello, llevándome más cerca de ella.
—¿Tú…?
—No —la interrumpo así no tiene que preguntar—. Aunque, quería. Las
cosas ya eran difíciles cuando supe acerca de mi padre y sobre lo que pasó con
Caleb, pero me puse peor cuando mi madre llamó y quiso hablar conmigo.
Me sostuvo más fuerte. —¿Le hablaste?
—No…‖no‖pude.
—Bien. Me alegro. No deberías. No hasta que sepamos cuál es su postura. Y
quizá ni siquiera entonces.
—Te amo —digo porque es todo lo que puedo decir en este momento. La
forma en la que siempre me protege, algunas veces es demasiado para incluso
comprenderlo.
Se inclina hacia atrás para mirarme a los ojos. —Creo que no deberías ni
siquiera considerar hablar con ella de nuevo a menos que quieras, sin importar lo
que pase.
—No lo haré —digo—. Sin embargo, tenía curiosidad sobre lo que tenía que
decir…‖probablemente‖algo‖malo,‖adem{s‖ella‖aún es…
—Es tu madre y sientes que tienes que hablarle —termina Callie por mí—.
Pero debe comenzar a actuar como una madre antes de que la trates como tal.
—No estoy seguro de siquiera quererlo.
—Entonces no lo hagas. No le debes nada.
136

Sus palabras son justamente lo que necesito oír, y ya no quiero preocuparme


Página

más por cosas de familia. Quiero desesperadamente dejarlo ir, así que cambio de
tema. —Tu hermano y tú parecen llevarse bien.
Se encoge de hombros, mirándome con esos hermosos ojos. —Ha sido lindo
pasar tiempo con él.
—Bien. Me alegra. Es lindo verte feliz con tu familia.
—Mi mamá quiere que vayamos de visita —dice, enfatizando su punto de
que estoy incluido en esto.
—Dylan quiere que hagamos lo mismo —digo, imitando su énfasis.
Eso la hace reír, arrugando sus ojos en las esquinas. —Las familias son
demandantes, ¿no? —Tan pronto como lo dice, se ve preocupada, como si me
hubiera ofendido o algo.
—Callie, no tienes que tener cuidado conmigo. Puedes decir la palabra
familia y estaré bien. —Noto su mirada cuando se mueve rápido hacia mi muñeca,
y me enorgullece decir que me encuentro libre de cualquier corte fresco—. Y
además, estoy aprendiendo que familia no siempre significa lo que pensé. Dylan y
su esposa son agradables, y Tyler no es un idiota. —Manteniendo una mano en su
espalda, pongo la otra en su mejilla—. Pero honestamente, tú eres más mi familia
que nadie más. Todo lo que necesito es a ti, yo y nuestro pequeño apartamento, y
estoy bien. Me di cuenta de eso mientras me encontraba en Virginia.
Traga, sus ojos se llenan de lágrimas, pero se ve feliz, no triste. —Bien,
porque también es todo lo que necesito. —Luego se para en la punta de sus dedos
y planta un suave beso en mi boca—. De ahora en adelante —susurra contra mis
labios—, iremos de viaje y de vacaciones juntos.
—Trato —digo cuando persuado a sus labios para que se abran con mi
lengua así puedo besarla tan profundo como quiero.
Seguimos moviéndonos y besándonos hasta que termina la canción. Cuando
cambia a un ritmo más rápido, decido resaltar mis capacidades. Como la primera
vez que bailamos, deslizo mi mano por su brazo, empujándola y luego haciéndola
girar hasta que choca contra mi pecho.
Suelta una carcajada, tirando su cabeza hacia atrás. —Ya sabes, puede que
no hayamos tenido una fiesta como estrellas de rock, pero nos aseguraremos de
poder bailar como ellos.
—Seguro que podemos —digo, girándola una y otra vez hasta que se ríe tan
137

fuerte que llora—. Podemos hacer cualquier cosa, tú y yo, cuando estamos juntos.
Su risa se silencia mientras me mira. —Quiero‖eso…‖tú‖y‖yo…‖para‖siempre.
Página

Humedezco mis labios con la lengua, notando lo mucho que se acelera mi


corazón, notando lo mucho que no quiero huir.
Quedarme.
Quedarme.
Quedarme.
Mi corazón late.
Para siempre.
Siempre.
Siempre.
—Yo también —digo cuando la beso con tanta pasión como posee mi
corazón, mostrándole lo mucho que la amo, y que siempre lo haré.
138
Página

Traducido por Dannygonzal


Corregido por Miry GPE

Pasa una semana sin que pase nada grave, y creo que tal vez mi vida por fin
consigue algo de normalidad. Mis días consisten en la práctica, la escuela, Callie, el
trabajo, Callie y la práctica. Amo la rutina y comienza a hacer que me pregunte si
tal vez Dylan tenía razón, quizás es hora de dejar atrás todo lo relacionado con mi
padre. Continuar. Aceptar que el fútbol podría ser lo mío y solo admitirlo. No tiene
que estar asociado con mi padre si yo no lo quiero.
Sí, todo iba genial en esto que llamamos vida hasta que recibí esa maldita
llamada.
La cosa es, sabía que vendría, sabía que finalmente sucedería. Pero para lo
que no me hallaba listo era para quien me daría las noticias. Tal vez sí lo hubiera
sabido, podría haberme preparado más.
El número desconocido debió ser una bandera roja, pero estaba trabajando
en un ensayo final así que me encontraba un poco distraído cuando respondí.
Dios, deseo no haber estado distraído.
—Tu padre está muerto. —El sonido de la voz de mi madre casi me aparta
de lo que dijo.
—¿Cómo demonios conseguiste mi número? —Quito los libros de texto del
camino y me siento en la cama mía y de Callie—. ¿Dylan te lo dio? —Si es así,
estaré muy enojado. Y dolido.
Suelta una risa hueca. —Sí, correcto, como si alguna vez lo hubiera hecho. Él
piensa que te protege de nosotros manteniéndonos desconectados.
Me relajo un poco, aliviado de que Dylan no me traicionara. Y un poco
enojado conmigo mismo por saltar al instante a esa conclusión. —Sin embargo, lo
hace.
—Pues puedes creer lo que quieras —dice, y su tono helado suena
139

perturbadoramente familiar—. Pero las personas no deberían repudiar a su


familia.
Página

—No te repudié. Escogiste irte y yo elegí no dejarte regresar. —Balanceo mis


piernas sobre el borde de la cama, colocando mis pies en el suelo—. Y he estado
bien con esa decisión, lo mejor que he hecho en toda mi vida.
—Bueno, siento mucho que te hagamos tan infeliz. —Suena cualquier cosa
menos apenada. Irritada, sí. Apenada, no. Hay una pausa y creo que espera a que
no disienta con su declaración, pero no voy a hacerlo—. En fin, pensé en llamarte
para que supieras que ahora eres oficialmente huérfano de padre.
—De acuerdo. —De nuevo, no siento nada.
Nada.
Vacío.
Frío.
Sin corazón.
Excepto que tengo uno.
Solo que late por alguien más.
Por personas que lo merecen.
Callie.
—Jesús, Kayden, podrías al menos fingir y sonar triste sobre eso —dice en
un tono sorprendente plano para alguien que acaba de perder a su marido.
—Sí, supongo que no soy tan bueno en fingir como tú. —Bajo la cabeza
hacia mi mano, queriendo retirar mi comentario porque es rudo y malicioso, y no
quiero ser así. Pero no puedo convencerme a mí mismo de retractarme de lo que
siento y fingir.
—No puedo creer cómo estás actuando —dice de golpe—. Te eduqué mejor
que eso. Te eduqué para que fueras el tipo de persona que al menos vendría a
despedirse de su padre antes de que muriera. ¿Sabes lo extraño que pareció para
los doctores y enfermeras que ninguno de sus hijos apareciera? —Mi madre
siempre se ha llevado por las apariencias, siendo su lema que mientras todo el
mundo piense que todo es perfecto, entonces lo es.
—Tan malo como se vio para el pueblo entero cuando me arrestaron, estoy
seguro. O cuando me internaron por mis cortes.
—No puedo creer que traigas eso a colación.
—Y yo no puedo creer que me llames. —Me levanto de la cama y comienzo
140

a caminar por la habitación, tratando de canalizar mi adrenalina de la forma más


saludable en la que puedo pensar. No caeré en la tentación. No lo haré—. Dylan
Página

podría haberme dado la noticia.


—¿Noticia? No puedo creer que acabes de tratar a la muerte de tu padre
como una noticia. —Está a punto de llorar. Debería sentirme mal, pero no puedo
encontrar la voluntad para evocar esa emoción por ella—. Después de todo lo que
hizo por ti: te metió en los deportes, puso un techo sobre tu cabeza, te compró
todas las cosas que necesitabas.
—Hay mucha más vida que lo material, madre. Y mucho más para ser un
padre que comprarle a tus hijos la mierda que necesitan, como, hablar, amarlos y
no golpearlos o apuñalarlos.
—Yo no hice nada de esas cosas. —Intenta sonar calmada, pero sé que está
llorando, casi perdiendo el control completamente, y eso es algo que nunca he
visto o escuchado que hiciera antes.
Debería parar.
Debería importarme lo suficiente para parar.
Pero no lo hago.
—No, solo dejaste que pasara —digo con los dientes apretados—. Y eso es
igual de malo.
—¡No somos malos padres! —Llora histéricamente, conmocionándome
porque honestamente no pensé que tuviera esa emoción—.‖ Nosotros‖ no…‖ —La
última parte suena como si tratara de convencerse a sí misma, no a mí.
Ya no puedo más. Madre mala o no, no quiero ser el tipo de persona que le
trae dolor a otros. No quiero ser como ellos. Ya no quiero llevar este peso sobre mí.
Quiero superarlo, ser libre. Así que hago una elección, una que espero me libere.
—Lo siento.
—¿Por qué?
—Por‖decir‖todas‖esas‖cosas…‖—Aunque son verdad.
—Bien. Ahora, vamos a hablar sobre el funeral de tu padre y en lo que
puedes ayudarme.
Dejo de caminar. —No.
—¿Qué? —Suena sorprendida.
—No voy a ayudarte con nada de eso.
141

—Pero‖ es‖ tu‖ padre…‖ —Ese es el mejor argumento que se le ocurre y es


triste—. Y acabas de decir que lo sentías.
Página

—Sí, por decir cosas odiosas —digo, respirando a través del dolor que rasga
mi pecho, a través de las lágrimas comenzando a caer, aceptando lo que es. Puedo
sentirme en el borde. Pero la cosa es, que estoy dejando atrás demasiado y me
preocupa explotar cuando finalmente le diga adiós a todo: el odio, el dolor, el
resentimiento—. Pero no por lo que siento. Nunca lamentaré eso, no te ayudaré
con su funeral.
—Así que no vas a venir. —Aún llora pero suena molesta.
—Quizá, pero todavía no estoy seguro. —Me pongo de pie, agarro las llaves
del auto y una chaqueta antes de salir de la habitación—. Puedes darle a Dylan los
detalles y luego él puede pasármelos.
—Eres un hijo horrible.
Las únicas cosas que evitan que haga una lista de las cosas horribles que ella
es, son: 1) Está herida y aunque la desprecio, no quiero ser esa persona. Y 2) No
importa, ella es mi pasado si decido que lo sea.
Y creo que lo es.
—Esa es tu opinión. —Abro la puerta principal, instruyéndome a seguir
respirando, a seguir haciendo lo que hago.‖ Avanzando…‖ Moviéndome‖ hacia‖
adelante…‖ Un‖ paso‖ a‖ la vez—. Y puedo vivir con eso. —Tomo otra decisión y
cuelgo, sin darle más espacio para insultarme o enojarme.
Voy hacia mi auto y luego en la dirección de, posiblemente, la mejor
elección que he hecho alguna vez.
142
Página

Traducido por Jeyly Carstairs


Corregido por J A N I

Terminamos las vacaciones de Acción de Gracias practicando Snowboard y


salimos antes de que Jackson regrese a casa. Luego Kayden y yo conseguimos
pasar algo de tiempo juntos, finalmente, en nuestro nuevo hogar.
Todavía visito a Harper un par de veces para asegurarme de que todo va
bien con la terapia. Se ve menos falsa y un poco más real, así que cuando me dice
que le va bien, le creo. Me hace feliz haber logrado ayudarla con eso, casi como si
fuera un proceso de curación sobre el que ni siquiera sabía.
La escuela continúa. El fútbol continúa. La escritura continúa. La vida
continúa. La siguiente semana es bastante tranquila. Pero llega lo que Kayden y yo
sabíamos que se acercaba, justo en la mitad de los exámenes finales. Terminaba un
examen de oceanografía cuando recibo una llamada de su parte. Sé que es Kayden
por el tono de llamada, pero no puedo contestar si no quiero ser acusada de hacer
trampa.
Me apresuro a terminar las últimas preguntas, luego agarro mi bolso y salgo
corriendo del aula, lanzando el examen sobre el escritorio del profesor mientras
salgo. Tan pronto me encuentro en un pasillo bastante vacío, saco el teléfono de mi
bolsillo y le devuelvo la llamada.
—Hola, ¿qué pasa? —pregunto cuando contesta.
Respira profundo e inmediatamente sé que cualquiera sea el motivo por el
que llamó tiene que ser malo. —Es mi padre. Se encuentra muerto.
—Iré para allá —digo, prácticamente corriendo hacia las puertas al final del
pasillo. Todo lo que puedo hacer es imaginarlo encerrado en el cuarto de baño con
una navaja en la mano—. ¿Te encuentras en casa?
—No, en realidad estoy en el estacionamiento. —La emoción aflora a través
de su voz, reprimiéndose en la línea, y juro que en realidad puedo sentirlo—.
Necesitaba verte así que he estado sentado aquí esperando a que salgas de clase.
143

—Ya voy. —Abro las puertas y corro por la nieve, agarrando mi bolso—.
¿Dónde estacionaste exactamente?
Página

—Al frente. —Hay vulnerabilidad en su voz, como si estuviera luchando


para no romperse antes de que llegue allí.
Exploro el estacionamiento y cuando veo su auto, viro a la derecha, sin
reducir la velocidad hasta que lo alcanzo. Abro la puerta y salto dentro. Se
encuentra sentado en el asiento del conductor, mirando al patio del campus, con la
mandíbula apretada mientras su pecho sube y baja. Tiene puesto un pantalón de
pijama y una sudadera con capucha, lo que significa que probablemente salió de la
casa a toda prisa.
El aire caliente besa mi piel, pero su silencio enfría mi corazón. No me hallo
segura de qué decir, si es que hay algo que pueda decir. ¿Qué diablos se le dice a
alguien en este tipo de situación?
Lo siento.
Siento que perdieras a tu papá.
Que perdieras al monstruo en tu vida.
Que sufras.
Que te encuentres confundido.
Que tengas que pasar por esto.
—Te amo. —Es todo lo que puedo pensar y parece ser exactamente lo que
necesita escuchar, porque se gira hacia mí, sus ojos se suavizan mientras se inclina
y envuelve los brazos a mi alrededor, jalándome hacia sí. Mi estómago se presiona
contra la consola, pero igualmente cedo mientras me lleva más cerca, casi con
desesperación.
—También te amo —susurra con la cabeza enterrada en mi cuello—. Dios, te
amo, carajo. Y en realidad eso es todo lo que importa. —Puedo sentir el momento
exacto en que comienza a llorar, no porque puedo sentir sus lágrimas o incluso
escucharlas. Lo siento por lo apretado que se vuelve su agarre sobre mí, como si
cada uno de sus músculos estuviera expulsando su emoción.
Envuelvo los brazos a su alrededor y le paso los dedos por el cabello,
permaneciendo en silencio mientras llora, porque no hay mucho más que pueda
hacer. Tiene que desahogarse y me hace feliz de que lo esté haciendo. Es cuando se
reprime que las cosas se convierten en un problema.
Ni siquiera me hallo segura de cuánto tiempo nos quedamos sentados así,
bien entrada la tarde, pero no me atrevo a moverme, con miedo de que arrastre
144

toda la emoción de nuevo a su interior y la guarde allí.


Para el momento en que se aleja, el cielo se ha despejado, pero el sol baja
Página

detrás de las montañas, esparciendo su resplandor naranja contra la nieve en el


suelo. Apenas hay gente en el campus y el estacionamiento se halla casi vacío.
—¿Te encuentras bien? —pregunto mientras se limpia los ojos inyectados de
sangre con el dorso de la mano.
—Sí, lo siento por eso. —Su voz es ronca—. Me dejé llevar por un segundo.
—Sabes, es bueno hacerlo —digo, estirándome para limpiar unas lágrimas
restantes. Me hallo a punto de alejarme cuando se inclina hacia mi toque, así que
mantengo mi mano allí—. Y está bien llorar.
—Lo sé —dice, dejando escapar un suspiro pesado—. Y creo que tenía que
hacerlo, dejarlo salir todo. Lo he necesitado durante los últimos veinte años.
Hay una pausa y estoy a punto de preguntarle si quiere hablar de ello
cuando se inclina hacia atrás en el asiento, mirando hacia adelante, luego pone el
auto en reversa. —Sé que tienes preguntas —dice mientras me abrocho el cinturón
de seguridad—. Y las responderé, pero solo quiero estar en casa cuando lo haga,
¿si eso te parece bien?
Asiento, girando hacia el frente en mi propio asiento. —Por supuesto que sí
Se ve aliviado cuando se retira del estacionamiento y entra a la calle. En el
camino al apartamento, nos detenemos para recoger comida para llevar, porque
ninguno de los dos es bueno, ni tampoco nos gusta, en la cocina. Luego nos
instalamos en el sofá con nuestras hamburguesas, papas fritas, bebidas y comemos
en silencio a pesar de que casi me vuelve loca.
—Fue mi madre quien llamó —dice finalmente mientras recoge su bebida y
juega con el pitillo—. Averiguó mi número y me llamó para decirme.
—¿Estuvo…? —Tomo mi hamburguesa—. ¿Fue amable?
Sacude la cabeza al tiempo que toma un sorbo de su bebida. —No, era
exactamente la misma
De acuerdo, ahora me encuentro muy preocupada. —Kayden,‖yo…
Me interrumpe inclinándose hacia adelante y rozando sus labios con los
míos. Cuando se retira, parece contento. —Estoy bien, Callie. Lo prometo. —Para
demostrarlo, baja su comida y toma mi mano en la suya—. Logré decirle un
montón de cosas que nunca tuve el valor y luego me di cuenta que terminé.
—¿Terminaste?
—Con todo. Con ella. Con odiarlos a los dos. Con dejarlos seguir afectando
145

mi vida incluso cuando no se encuentran aquí. —Toma la comida de mi mano,


colocándola sobre la mesa del café, y se mueve hacia mí hasta que nuestras rodillas
Página

se tocan—. Voy a dejarlo atrás. —La determinación fluye de sus ojos y me domina
al punto que siento como si me estuviera ahogando en ella, en el dolor del que se
libera—. Voy a centrarme en el futuro. En seguir yendo a la escuela y jugar con el
jodido corazón, por lo que espero ser reclutado. Y si no es así, conseguiré el título
para respaldarlo. —Me alcanza, metiendo mechones de cabello detrás de mi oreja
antes de colocar su cálida palma en mi mejilla—. Y voy a cuidar de ti y hacerte
muy feliz. —La emoción irradia desde sus ojos mientras su mirada seria sostiene la
mía—. Quiero seguir este camino contigo. Quiero que tengamos un futuro, tú y yo.
Tal vez Jackson tenía razón. Tal vez nos dirigíamos hacia el matrimonio.
Dios, ¿y si es así? ¿Quiero eso?
Asiento con entusiasmo. —Yo también quiero eso, más que cualquier otra
cosa. —Hago una pausa—.‖Pero…
Frunce las cejas, su confianza vacila un poco. —¿Pero qué?
—Pero…‖ —Dudo de nuevo, nerviosa por tocar el tema—. Pero, ¿qué pasa
con‖el‖funeral?‖¿Vas…?‖¿Vas‖a‖ir?
—Aún no lo sé. —No parece enojado o triste, solo confundido.
—Bueno, de cualquier manera, te apoyo. —Giro la cabeza y delicadamente
beso la palma de su mano—. Estoy aquí para ti si quieres ir a decir adiós. Obtener
un cierre, tal vez.
Sus ojos son suaves, con una expresión llena de nada más que amor. —Lo
sé. —Es en ese momento en que me doy cuenta que vamos a estar bien. Claro, ellos
pondrán baches en nuestro camino, siempre los habrá cuando se trata de la vida,
pero por fin él me dejará amarlo como se merece y eso es un gran paso épico para
nosotros.
De los que cambian la vida, incluso.
El resto de la noche es relajante; caemos en la rutina. Comemos. Hablamos.
Luego, después de que Kayden se queda dormido en la cama, escribo.
Empiezo a adorar nuestra rutina.
Tan pronto como mis dedos golpean las teclas, cobran vida, con ganas de
escribir y ser libre.

Después de que la chica salvó al muchacho, no se vieron el uno al otro por muchos
amaneceres y puestas de sol. No porque lo hubieran escogido, sino porque tomaron caminos
146

separados e hicieron sus cosas por separado, como pasa mayormente en la vida.
Página

La chica se mudó de su palacio y encontró un nuevo lugar para vivir, una nueva
vida donde no era constantemente perseguida por los recuerdos del monstruo. En realidad
se sentía más feliz de lo que se había sentido en mucho tiempo, en parte porque fue capaz de
dejar su pasado atrás, pero también porque la noche en que salvó al chico, algo cambió en su
interior. Se enfrentó a un monstruo y aunque no era el suyo, la hizo sentir más valiente y
con menos miedo en un mundo que parecía tan temible todo el tiempo.
Y el chico… bueno, no supo que fue del chico, si escapó del monstruo o no, pero
esperaba que sí. Esperaba que hubiera seguido adelante como ella.
Esperaba que hubiera encontrado la felicidad en esos ojos tristes.
Fue durante un cálido día de otoño que se descubrió como estaba. Su reencuentro no
fue nada mágico, pero aun así fue trascendental, un choque literal cuando pasaban por el
mismo lugar al mismo tiempo.
Un golpe.
Se estrellaron de frente, el impacto fue intenso, pero no tan intenso como verse de
nuevo.
Se hallaban conmocionados.
Aturdidos.
Sin aliento.
Pero sobre todo, simplemente se encontraban contentos de verse el uno al otro vivos
y respirando.
—Hola —dijo la chica mientras el viento y las hojas bailaban a su alrededor.
—Hola —respondió el chico. Viéndose mejor que antes. Sus ojos, aunque todavía
llevaban tristeza, también tenían felicidad.
Sus primeras palabras no fueron las mejores frases de introducción, no como en los
cuentos de hadas que la chica leyó cuando era una princesa. Historias que prometían
fantasías de príncipes cargando a sus princesas, cortejando corazones con palabras y, en
algunas ocasiones, con canciones.
Pero eso estaba bien.
No necesitaba cortejos.
No necesitaba canciones.
Porque no era una princesa.
Y el chico no era un príncipe.
147

Solo era una chica.


Y él solo era un chico.
Página

Y esto no era un cuento.


Sino la vida real.
Y, de todos modos, los cuentos de hadas estaban sobrevalorados.
El resto de la conversación fue ligera, prudente, ninguno se encontraba tan cómodo
como para sacar un tema esa noche. Pronto se separaron, con un gesto y una sonrisa que
llevaba la esperanza de que pronto se verían de nuevo.
No fue el final de estos dos.
Había mucho más reservado para ellos.
Ahora que los monstruos ya no eran parte de sus vidas.
La relación entre ellos no comenzó de inmediato. Tenían una clase juntos y sus
conversaciones se encontraban llenas de: “¿Puedes prestarme un l{piz?”, “¿Fuiste a mi
partido al viernes?” y “De verdad deberías ir al partido.”
La chica quería decir algo más y también el chico, pero les tomó un tiempo
simplemente reunir el valor para dar ese paso extra.
Pero finalmente llegó el momento.
—Así que estaba pensando —dijo el chico un día cuando se hallaron en el pasillo. Se
encontraba de pie, más erguido en estos días, con más confianza ahora que no era
golpeado—, que deberíamos salir en algún momento.
—¿En una cita? —La chica nunca había estado en una cita y se encontraba
confundida. Sí, hablaban un poco y no podía dejar de pensar en él; su diario se hallaba lleno
de páginas de sus encuentros y por supuesto, los detalles de sus ojos, porque eran su parte
favorita, pero aparte de eso, parecía que iban a ser amigos, lo cual era mucho mejor que no
serlo. Pero ahora, su expresión mostraba signos de otra cosa, como si estuviera tratando de
luchar, pero hubiera renunciado a ello y se permitiera ser libre.
Me gustas, decía su expresión.
También me gustas, quería decir la chica.
—Sí, una cita. —Parecía divertido por la muchacha, casi calmado sobre todo, pero
sus ojos aseguraban: me gustas mucho.
Me gustas mucho, también.
—Bien. —Fue difícil para la chica decirlo, y cuando las palabras salieron de sus
labios, la sorprendieron.
148

Éstas sorprendieron al muchacho, también, como si hubiera pensado que iba a decir
Página

que no. Si no lo supiera, podría haber jurado que ambos se sentían orgullosos.
—Bien, entonces —dijo él—. Te recogeré esta noche.
—De acuerdo.
Se separaron, con la cabeza de la chica llena de posibilidades.
Pero ¿podía confiar en él?
Porque en un mundo lleno de monstruos, era difícil saber quién era qué.
149
Página

Traducido por evanescita


Corregido por NnancyC

No es hasta que Dylan me llama al día siguiente que decido ir al funeral


porque dice que irá. Aunque Tyler no lo hará, porque le preocupa que podría
enviarlo de nuevo a una recaída, lo cual entiendo. Honestamente, sigo esperando
que algo me haga explotar y provoque lo mismo, no obstante, me siento
extrañamente bien.
Creo que Callie está aliviada cuando le digo que voy al funeral, ya que
piensa que me va a dar un sentido de cierre. No estoy seguro de si tiene razón,
pero es la única oportunidad que tendré así que la tomo.
El funeral es en Carolina del Norte, donde acabo de descubrir que mi madre
creció, por lo que mi padre y ella se escondieron allí, porque conocían a algunas
personas. Callie viene conmigo, por suerte, pero solo nos quedaremos durante dos
días debido a que nuestros exámenes finales empezaron y no hay forma de que
vaya a arruinar mis calificaciones o las de ella por esto. Con el tiempo limitado que
tenemos, en su mayoría simplemente pasaremos el rato en la playa cerca de
nuestro hotel.
Y estoy bien con eso.
De hecho, es perfecto.
—Empiezo a convertirme en una fan del océano —dice Callie en la mañana
del funeral. Está sentada entre mis piernas en la arena, con su espalda apoyada en
mi pecho y los rayos del sol sobre nosotros—. Es tan tranquilo.
Estoy jugando con su pelo cuando el agua se estrella contra la orilla tan solo
a unos metros delante de nosotros. —Sí, lo es.
Apoya la cabeza sobre mí y suelta un suspiro de satisfacción. —Debemos
venir aquí más a menudo. —Ajusta las gafas de sol sobre sus ojos—. Bueno, no a
Carolina del Norte, pero sí al océano.
—Siempre podemos vivir junto al océano —digo, poniendo un brazo
alrededor de ella y dejando el otro en la arena para soportar nuestro peso—,
después de graduarnos, tal vez tendré suerte y seré reclutado por un equipo
150

cercano a la costa.
—Me encanta oírte hablar de tu futuro. —Vuelve la cabeza y me acaricia con
Página

su nariz—. Siempre me preocupó cuando no lo hacías.


Paso los dedos por su pelo y lo retiro de sus ojos para poder verle el rostro.
—Siento que me tomara tanto tiempo para llegar a este punto, pero me alegro que
esperaras por mí.
—Vales la pena la espera —dice, oliéndome. Luego empieza a sonreír con
diversión, sacudiendo la cabeza—. Me convertiste en una novela romántica
andante, para tu información.
—¿No sé a qué te refieres?
Inclinándose hacia atrás, arrastra sus gafas de sol hacia abajo para mirarme.
—Sigo pronunciando estas frases cursis cada vez que estoy cerca de ti. Se está
volviendo ridículo.
Me río en voz baja. —Creo que es lindo.
—Bueno, tú lo haces también —dice, divertida—. Todo el tiempo.
Comienzo a arrugar la nariz y a protestar, pero luego me doy cuenta de que
tiene razón. Así que en su lugar, me pongo de pie, sacudo la arena de mis manos, y
levanto a Callie por encima de mi hombro.
—¡Kayden, qué diablos! —grita entre risas, golpeando mi espalda mientras
me precipito hacia el agua y me sumerjo hasta la cintura. No tenemos los trajes de
baño, sino pantalones cortos, el agua está tibia, y es incómodo. Pero, a la vez, es
divertido.
—Esto es por convertirme en un cursi —bromeo, pellizcando su culo antes
de bajarla al agua con un chapoteo.
Deja escapar un chillido cuando el océano salado se filtra a través de su ropa
hasta por debajo de su pecho. —Eres un chico malvado.
—De ninguna manera. Soy un chico cursi, gracias a ti. —Le doy una sonrisa
torcida mientras agarro la parte delantera de su camiseta y la acerco más a mí. Su
pelo está completamente mojado, hay gotas de agua en su piel y su ropa se aferra a
su cuerpo. Se ve ridículamente sexy y solo quiero lamer inmediatamente el agua de
su piel.
Así que lo hago.
Sumergiendo mi cabeza hacia su cuello, comienzo a lamer trazando un
camino por su clavícula, ignorando el sabor salado.
—Kayden —jadea, enredando los dedos en mi pelo.
151

Me atrae más cerca y sonrío contra su piel cuando bajo más mi cabeza en
Página

tanto mis manos se deslizan hasta su estómago. Hago un camino de besos por el
cuello de su camiseta y luego tiro de él para chupar la curva de su pecho. Se
esfuerza por mantenerse en pie en contra de la intensidad y las olas rodando hacia
nosotros, así que llego hasta abajo, agarro su muslo, y lo engancho alrededor de mi
cadera. Jadea y menea las caderas contra mí, buscando más. El momento es
perfecto y estoy a punto de darle a nuestros cuerpos todo lo que anhelan cuando
una gran ola golpea contra nosotros y nos aparta.
—Mierda. —Me esfuerzo por recuperar el equilibrio cuando Callie emerge
del agua.
—Te lo mereces —se ríe y nada hacia la orilla—, por tirarme allí antes —dice
mientras se arrastra fuera del agua y se deja caer sobre la arena, agotada.
Me tambaleo hacia fuera y me acuesto a su lado, totalmente despreocupado
de que la arena se adhiera a mi ropa. Luego miramos al cielo, perdiéndonos en la
tranquilidad de solo estar cerca uno del otro. Pero es cuando las nubes circulan,
que me recuerda por qué estamos aquí.
—Deberíamos estar listos para irnos —susurra Callie suavemente con su
brazo sobre la frente.
Asiento lentamente. —Sí, tienes razón. —No obstante, me toma un minuto
moverme, al final, desearía que pudiera quedarme.
Solo ella y yo.
Callie y yo.
La arena caliente.
El océano pacífico.
Es todo lo que quiero.
Pero en el fondo, sé que es hora de que vaya a decir adiós.
Dylan y Liz aparecen en nuestro hotel un par de horas antes del funeral para
llevarnos a almorzar. Callie lleva un vestido negro muy parecido al de Liz y, Dylan
y yo estamos vistiendo pantalones negros, camisa blanca y una corbata negra. Sin
embargo, ninguno de nuestros estados de ánimo parece tan sombrío como los
trajes.
—No puedo creer que seas escritora —le dice Liz a Callie desde el otro lado
de la mesa, en el lugar de comida rápida donde estamos comiendo—. Eso es tan
genial.
152

Callie parece un poco cohibida con la atención centrada exclusivamente en


ella. —Sí, supongo. Aunque todavía tengo un montón de cosas que aprender si voy
Página

a hacer de la escritura mi carrera.


Coloco un brazo alrededor de ella y paso los dedos por su cabello que aún
conserva el apenas perceptible olor del océano. —Vas a serlo. Es lo que amas hacer.
Arruga la cara. —Es que no quiero pensar en ello como un trabajo, sabes. La
pasantía es estupenda, pero no sé. No es tan divertido como escribir historias.
—Debes escribir historias, entonces. Si eso es lo que quieres hacer —le digo,
recogiendo una papa frita y metiéndola en mi boca.
—Es más fácil decirlo que hacerlo. —Remoja una papa frita en mi cuenco de
salda ranchera—. ¿Sabes lo difícil que es entrar a una carrera como esta?
—Puedes hacerlo —le digo sonriendo—. Y cuidaré de ti mientras lo haces.
—Prometí que cuidaría de ti, articulo con la boca.
—Ustedes son tan adorables —interrumpe Liz nuestro pequeño momento.
Cuando miro al otro lado de la mesa, me doy cuenta de que ella y mi hermano nos
observan con fascinación—. En serio, es como lo más lindo que he visto en mi vida.
Dylan rueda los ojos. —No te preocupes. Piensa que todo es adorable. Los
cachorros, los gatitos, la ropa de cama, los coches, las películas, los ancianos. —Le
muestra una sonrisa y ella sonríe, golpeándole con fuerza el pecho en broma.
—Oh, como sea —dice ella—. A ti también se te ponen los ojos todos
llorosos durante las películas.
Él sigue sonriendo y ella le lanza una papa frita en la cara, pero abre la boca
y la atrapa. Todos nos estamos divirtiendo y casi se me olvida por qué estamos
aquí, hasta que Liz se levanta de la cabina.
—Es hora de irnos —repite a todo el mundo suspirando mientras mira el
reloj en la pared.
Un silencio sombrío se forma sobre nosotros cuando nos vemos obligados a
regresar a la realidad y la verdadera razón de porqué estamos reunidos aquí en
Carolina del Norte.
Para decir adiós.
—Supongo que sí —murmura Dylan mientras se levanta y se dirige a la
puerta, buscando las llaves del coche en su bolsillo.
Todos lo seguimos en silencio y entramos al auto. El trayecto hasta la iglesia
no parece tan lejos. Quisiera poder hacer que dure para siempre. Con mi hermano
en la conducción, estoy sentado en el asiento trasero, donde sostengo la mano de
153

Callie durante todo el camino, lo que me ayuda a respirar mejor. El aire se siente
húmedo, el océano es nuestro paisaje la mayor parte del viaje. Es calmante, pero
Página

todavía siento mi corazón golpeando ensordecedoramente dentro de mi pecho


cuanto más nos acercamos al lugar.
Eso es todo.
¿Podré manejarlo?
Finalmente, llegamos a la pequeña iglesia, de aspecto descuidado que se
encuentra en el medio del centro de la ciudad, con el cementerio en la misma calle.
El estacionamiento apenas tiene algunos autos, lo que me hace preguntarme si
estamos en el lugar correcto. Pero no digo nada cuando Dylan parece estar seguro
que este es el lugar, ya que “aquí es donde nos llevó el GPS”. Sin embargo, cuando
estamos caminando por la acera, me agarra del brazo y me jala hacia atrás,
haciéndole un gesto a Callie y a Liz para que sigan adelante.
Liz y Callie nos dan una mirada extraña, cuando se detienen frente a las
grandes puertas.
—Está bien —dice Dylan.
Al mismo tiempo en que digo—: Estoy bien.
De mala gana, ambas se dirigen al interior, dejándonos a Dylan y a mí de
pie en la parte inferior de la escalera a la sombra de los árboles.
—Por lo tanto, si las cosas empiezan a ponerse muy pesadas aquí, dilo y nos
vamos —dice, jugueteando con el reloj en su muñeca. Parece tan inquieto como me
siento.
—Bien. —Miro hacia la puerta y luego de nuevo a él, dándome cuenta de
que una vez que entre, las cosas van a cambiar. Un capítulo en mi vida se cerrará y,
no obstante, no sé cómo sentirme al respecto, al final estaré diciendo adiós para
siempre, como cuando Dylan salió de casa a los dieciocho años—. Sin embargo,
tengo una pregunta... acerca de cómo murió papá... —No tengo idea de por qué lo
estoy preguntando, aparte de que parece que debería saberlo antes de entrar ahí,
antes de decir adiós y cerrar el capítulo—. ¿Sabes lo que sucedió exactamente, que
lo puso en el hospital?
Dylan parece incómodo, y con temor se afloja la corbata. —Sí, pero ¿estás
seguro de que deseas escucharlo?
Me toma un segundo responder, pero al final siento que debería saber. —Sí,
creo que lo necesito, para el cierre.
Suspira y luego se pasa la mano por su pelo, con la mirada fija en el
estacionamiento. —No sé todos los detalles, pero estuvo en una pelea.
154

La sorpresa me atraviesa y golpea contra mi pecho. —¿Qué?


Página

Dylan suspira, mirándome de nuevo. —Finalmente se metió en una pelea


con alguien que se defendió. —Sacude la cabeza y luego mira hacia los grandes
árboles de roble alrededor del patio frente a la iglesia—. Es medio trágico cuando
lo piensas. Tanta rabia inútil e innecesaria durante todos esos años, lo llevó hasta el
final. Fue un desperdicio total, vivir la vida de esa manera.
—Sé que lo fue —digo en voz baja—. Ser feliz es mucho mejor, ¿cierto?
Asintiendo, Dylan me mira y el nerviosismo en sus ojos desaparece y todo
lo que queda es compasión. No para mí, sino para nuestro padre. —Realmente lo
es. Lástima que nunca pudo darse cuenta de eso.
El silencio nos envuelve, y aunque no estamos de acuerdo que es momento
de entrar, ambos nos movemos hacia la puerta al mismo tiempo y entramos en la
iglesia. Está casi tan vacía como el estacionamiento, con algunas personas sentadas
en los bancos; no reconozco las caras a excepción de una persona que sabía que
estaría allí, y que temía ver.
Mi madre.
Está sentada en la parte de adelante, vestida de negro, con un sombrero en
la cabeza y un velo sobre su rostro. Vuelve la cabeza cuando entramos; las bisagras
de la puerta de la iglesia anuncian nuestra presencia. Intercambiamos esa mirada
que no sé lo que significa, ni me interesa saber. Porque cuando empieza a pararse,
aparto la mirada de ella y me siento al lado de Callie, porque es donde pertenezco.
Me sorprende que mi madre tome la indirecta y se vuelva a sentar, mirando
fijamente al ataúd en frente. Se ve muy solo allá arriba sin flores a su alrededor, sin
una foto grande que represente el hombre que era.
Callie sostiene mi mano todo el tiempo. No hablamos mucho, pero no hay
tanto que decir. Además, está aquí conmigo y eso es lo que importa: que me ama lo
suficiente como para estar aquí para mí.
A medida que el funeral transcurre, más vacía se siente la iglesia por la
ausencia de llanto. No hay un panegírico conmovedor dedicado a él. Nadie tiene
algo que decir.
Solo hay silencio.
Vacío.
Esto es lo que era su vida, ¿no es así?
En este momento, siento un poco de pena por mi padre. Qué desperdicio,
vivir la vida con tanta ira, que no hay lugar para el amor. Estoy agradecido de no
ser como él. Agradecido de que tuviera la oportunidad de haber superado todo el
155

dolor y el odio que infligió en mi vida. Agradecido de que soy capaz de amar.
Agradecido por Callie, mi hermano, Liz, Luke, Violet, Seth, Greyson, e incluso mi
Página

entrenador. Porque al final, me di cuenta de que no soy mi padre.


Soy simplemente yo.
Y eso es suficiente.
Me gustaría poder haber dicho eso al final de su funeral cuando lo llevamos
al cementerio para ponerlo en su lugar de descanso final. Encontrar en mi corazón
decir algunas pocas palabras que significaran algo.
Pero no pude.
Todo lo que pude decir fue adiós.
Y dejar atrás el pasado.
Para siempre.
156
Página

Traducido por Annie D & Jeyly Carstairs


Corregido por NnancyC

Desde el funeral, Kayden parece estar mucho mejor. No le pregunto por


qué, eso no importa. Todo lo que importa es que la oscuridad que siempre lo ha
perseguido parece haberse levantado. No me malinterpreten, no es feliz todo el
tiempo, pero nadie lo es realmente.
Es el día de Navidad, el cual estamos pasando en casa de mis padres.
Hemos estado allí durante unos días y planeamos quedarnos hasta Año Nuevo.
Mientras que yo sugerí que fuéramos a Virginia, no solo porque sé que su hermano
quería que fuera, sino porque sabía que mi madre iba a actuar como un bicho raro,
él preguntó si podíamos ir a mi casa. Además, me preocupaba toparme con Caleb
de nuevo, pero mi madre me aseguró que se encontraba detrás de las rejas, a la
espera de su juicio. Y Kayden dijo que era justo que viniéramos aquí, debido a que
ya pasé tiempo con su hermano y cuñada. Sin embargo, no me sentí muy bien al
respecto, ya que el tiempo que pasé con ellos fue en el funeral, pero él me prometió
que en realidad quería visitar a mi familia.
El pobre no sabía lo que le esperaba.
—Me encanta la Navidad —canturrea mi madre mientras que danza por el
lugar, recogiendo trozos de papel de regalo y poniéndolos en una bolsa de basura
grande. Tiene puesto un suéter verde, pantalón marrón y sus calcetines tienen
árboles de Navidad, y baila música navideña sonando desde el tocadiscos antiguo
en la esquina de la habitación—. Es el mejor momento del año.
—Dices eso sobre Halloween y Acción de Gracias, también —digo, mirando
a Kayden que tiene un puño cerrado en la parte delantera de la boca para ocultar
su risa de la locura de mi madre. Es tan vergonzoso, pero estoy tratando con todas
mis fuerzas de no sentir vergüenza porque debo acostumbrarme a esto; a Kayden
aprendiendo todas las rarezas de mi familia.
—Y del Día de San Valentín y del día de la Independencia —dice mi padre
157

mientras apila los regalos que acabamos de abrir en un rincón. Tiene puesta una
sudadera roja y verde que mi madre le hizo llevar todo el día para celebrar las
fiestas—. Por no hablar de Año Nuevo.
Página

—Oh, tengo muchísimos planes para el Año Nuevo. —Mi madre coloca la
bolsa en el suelo y se acerca a mí, radiante—. Pensaba que tú y yo podíamos ir de
compras, arreglarnos el cabello, entonces todos podríamos salir a cenar. —Mira a
Kayden antes de mirarme—. Los cuatro.
Abro la boca para decir... bueno, algo que nos vaya a sacar de ese lío, pero
mi padre interviene, dándome una mirada maquiavélica. —En realidad, querida,
tenía algo muy especial planeado para ti y para mí.
—¿De verdad? —Mi madre junta las manos y se precipita hacia él para darle
un gran abrazo.
Corre, articula mi papá sobre el hombro de mi madre con una sonrisa. Corre
mientras puedas.
No tiene que pedírmelo dos veces. Agarro la mano de Kayden y lo jalo fuera
de la sala de estar.
—Oh, Dios mío —siseo, guiando a Kayden por la manga de la camisa a
través de la cocina, hacia la puerta trasera, lejos de mi madre. Una vez que salimos
de la casa, aumento el ritmo, apresurándome de camino a la cochera, preocupada
de que mi madre nos va a seguir—. En serio creo que ella está como a un paso de
encerrarnos en la casa para que pueda mantenernos para siempre.
Kayden se ríe, divertido de mi vergüenza mientras me pellizca las mejillas,
como mi madre me lo ha hecho mil veces. —¿Qué puedo decir? Soy súper
adorable, lo suficiente para que me quieran mantener por siempre. —Está citando
algo que mi madre le dijo antes, cuando abríamos los regalos.
—Eres adorable —le digo una vez que estamos dentro de la habitación de
invitados encima de la cochera y la puerta se halla cerrada detrás de nosotros. Y
bloqueada—. Pero no necesita decírtelo a cada minuto. —Me echo de espaldas
sobre el colchón inflable, que es el único mueble además del calentador y el baño.
Sin embargo, no me quejo, ya que la razón por la que terminó vacía se debe a que
los muebles ahora llenan nuestro apartamento.
—Solo es simpática —dice Kayden, mirándome. Su cabello está alborotado,
la mandíbula desaliñada, y se ve muy feliz—. Y es agradable que quiera serlo.
Podría ser peor que tener a una madre demasiado simpática.
—Sí, lo sé. —Suspiro, sabiendo que tiene razón, que podría ser peor, que
158

podría tener unos padres como su madre—. Solo deseo que fuera un poco menos
vergonzosa. —Levanto la mano y hago un gesto de pellizco con los dedos—. Tal
Página

vez solo un poquitito.


—Sí, creo que eso nunca va a suceder. —Kayden se quita la camisa y la
lanza a un lado. Los vaqueros quedan bajos en sus caderas, dándome una visión de
su abdomen y pecho que están atravesados por cicatrices—. Me pareció gracioso
cuando siguió haciendo chistes sobre nosotros casándonos durante toda la cena. —
Se arrodilla sobre el colchón, abriendo mis rodillas con las suyas hasta que separo
mis piernas para él.
—Oh, Dios. —Sacudiendo la cabeza, me tapo la cara con las manos—. Me
alegra que lo encuentres gracioso porque estoy segura que la mayoría de los chicos
estarían corriendo por sus vidas.
El colchón se mueve mientras él se inclina sobre mí y pone una mano a cada
lado de mi cabeza. Separo los dedos y lo miro. Ha estado mucho más feliz desde el
funeral, desde que se despidió de su madre, desde que dejó el pasado detrás.
Parece respirar más libremente, sonreír más, y es probablemente la vista más
hermosa de todas.
—Bueno, solo asegúrate de que quieres esto —digo cuando aparta una de
mis manos de los ojos—, porque todavía tienes tiempo para huir.
Niega con la cabeza, sacando su lengua de la boca para humedecerse los
labios. —Sin huir —susurra con voz ronca que sé que solo significa una cosa; me
desea—. Jamás. —Mueve mi otra mano de mi cara y luego me sujeta los brazos por
encima de la cabeza.
Hace un tiempo, el movimiento habría hecho volar mi corazón y no en un
buen sentido. Pero ahora... bueno, se eleva como un pájaro en lo alto del cielo, sin
querer volver a la tierra, nunca. Se eleva porque es libre. Se eleva por él.
—Me deseas —bromeo mientras se inclina para besarme.
—Tienes razón —dice—. Y luego quiero darte tu regalo.
—Pero ya me diste mi regalo. —Palmeo el bolsillo; en el interior están las
entradas para el concierto que me dio. Dijo que era para re-hacer una noche que
debería haber sido especial, pero que no pudo dármela entonces. Él se encontraba
dispuesto ahora a darme todo lo que merezco; sus palabras no las mías. Mi madre
casi se desmayó cuando lo dijo. Y yo... bueno, creo que me enamoré de Kayden
aún más.
—Sí, pero eso fue solo la primera parte. —Me besa y luego suavemente
muerde mi labio inferior antes de inclinarse hacia atrás en busca de aire—. Hay
159

más —respira contra mis labios, viniendo por otro beso—, pero tienes que esperar.
—¿Hasta cuándo? —pregunto, y mi corazón salta de golpe, mientras sus
Página

manos se desvían hacia el botón de mis vaqueros.


—Hasta que hayamos terminado con esto. —Me da una sonrisa maliciosa
mientras abre el botón.
—Eso parece chantaje... —Mi espalda se arquea cuando sus nudillos me
acarician el estómago—. Es bueno que me guste ser chantajeada por ti.
—Dios, me encanta esa mirada en tus ojos cuando te toco —dice
suavemente contra mi oreja antes de mordisquearme el lóbulo.
Estoy a punto de perderme en su interior cuando recuerdo algo. —Espera.
—Coloco una mano en su pecho, empujándolo un poco, causando que haga un
gruñido sexy y frustrado que provoca que el área entre mis labios cosquillee—.
¿No quieres tu regalo?
Se aleja de mí y arquea la ceja. —¿Qué? Pensé que el suéter era de parte de
todos ustedes. —Se encuentra entretenido consigo mismo.
Lo miro fijamente. —No lo creíste. Yo nunca, jamás sería parte de darte un
suéter con un duende tejido.
—Oye, me gusta el suéter —insiste, siendo genuino—. Nadie me ha dado un
suéter. Mierda, nadie me ha dado un regalo antes.
Guau, puedo sentir la presión. Tal vez debería haber conseguido algo mejor.
—Bueno, no te emociones demasiado —digo, pasando rápidamente por
debajo de él y rodando fuera del colchón—. No es mucho. —Meto la mano en la
bolsa de lona para sacar su regalo.
Se sienta en el colchón, luciendo tan ansioso como un niño delante de un
árbol de Navidad. —Voy a ser feliz con lo que me des.
Sé que dice la verdad, pero aun así, cuando le paso el regalo pequeño y
rectangular, siento como si no fuera suficiente. Aguanto la respiración a la espera y
me siento a su lado mientras rasga el papel y lo lanza a un lado. Espero por su
reacción, pero solo se sienta allí, congelado, mirándolo.
Se queda mirando.
Y mirando.
Y mirando.
Con su cabeza baja y no puedo ver su reacción.
—Te dije que tomé fotos de nosotros. —Toco el marco que está alrededor de
160

la foto de Kayden y yo besándonos en el carnaval al que fuimos este verano. En


realidad es una foto muy bonita, las parpadeantes luces de neón y las formas de los
Página

paseos detrás de nosotros contrastan a la perfección con la noche estrellada por


encima de nosotros—. Bueno, Seth de hecho tomó esta con mi teléfono, pero es una
foto magnífica de nosotros. Totalmente digna para una pared, creo.
Sigue mirando la foto y siento como si yo estuviera a punto de enloquecer
cuando pienso en todas las cosas que podrían estar mal. Tal vez le estoy
recordando demasiado su pasado. Tal vez le estoy recordando todo lo que no tuvo.
Pero cuando finalmente me armo de valor para decir algo, una lágrima se
desliza de su ojo.
Está llorando y tengo miedo.
Quizás esto fue demasiado emocional.
Quizás fue un error.
A medida que las dudas sobre mí misma me abruman, levanta su mirada
para encontrarse con la mía y me doy cuenta de que me equivoqué.
No está llorando porque está triste.
Está llorando porque se siente amado.
Y buen Dios, sí que lo amo. Más que a cualquier otra cosa en el mundo.
No dice nada. Solo me ataca, sus labios chocan contra los míos, y roban el
aire de mis pulmones. Pero está bien; voy a darle mi aire, mi corazón, mi alma, lo
que quiera. Lo único que importa es que él lo quiera.
—¿Recuerdas la última vez que estuvimos en esta habitación? —dice a
través de su jadeo cuando finalmente sube por aire.
Asiento, mirando sus labios hinchados antes de permitirle a mis ojos
descansar sobre los suyos. —Lo recuerdo. —Fue la primera vez que hicimos el
amor.
—Fue uno de los momentos más increíbles de mi vida —dice en voz baja; su
calor corporal calienta cada centímetro de mí—. ¿Lo sabías? —pregunta. Cuando
niego con la cabeza, susurra—: Bueno, lo fue. Y aunque no lo sabía en ese entonces,
fue el momento en que me enamoré de ti.
Sus palabras penetran mi piel y me llegan directamente al corazón. —Creo
que fue cuando me enamoré de ti, también —susurro.
Hay una pausa. Un intercambio silencioso que las palabras no pueden
expresar.
161

Entonces comenzamos a arrancar la ropa del otro. Los botones vuelan. La


tela se rasga. Nos estamos riendo y sonriendo, y él está llorando y yo también, por
Página

razones que ni siquiera puedo entender. Es como si sintiera todo de una vez y es
tan abrumador y poderoso, y no lo cambiaría por nada en el mundo. Y cuando él
se desliza dentro de mí, su cuerpo sobre el mío, todo lo que puedo pensar es cuán
segura me siento en un lugar que una vez sentí como si estuviera rodeado de
espinas y enredaderas. Un lugar que se sentía tan inseguro. Un lugar donde lo
perdí todo, pero ahora me están devolviendo todo y más.
Y no, Kayden no es mi príncipe. Tampoco me he convertido en una
princesa.
Soy simplemente Callie.
Y él es simplemente Kayden.
Y somos simplemente nosotros.
Y es la forma más real de perfección que alguna vez existió.

—¿Qué haces? —pregunta Kayden mientras me incorporo desde el colchón


y estiro las manos sobre la cabeza. Es tarde, bien pasada la medianoche, y he
estado allí por lo que parece horas, tratando de conciliar el sueño, pero no me
sirvió. Mi cerebro está encendido. Y me refiero a prendido. Con palabras y
oraciones rogando ser escritas.
—Nada. —Alcanzo su camisa y la deslizo sobre mi cabeza—. Solo iba a
escribir un poco porque no puedo dormir.
Gira a su lado y se apoya sobre el codo mientras voy por mi bolso para sacar
mi portátil. —¿Cuándo puedo leer esta historia misteriosa? —pregunta, trazando
sus dedos arriba y abajo de mi espina dorsal.
Considero lo que dijo mientras me apresuro al colchón, corriendo porque el
suelo sin alfombra me congela los pies. —Cuando esté terminada.
Mira desde la portátil hasta mí y entonces frunce el ceño. —¿Y cuándo será
eso?
Me apoyo contra la pared y posiciono la portátil en mi regazo. —Tal vez
esta noche. Puedo sentir el final acercándose. —Abro el ordenador y hago clic en la
162

pantalla—. O por lo menos el final abierto.


—¿De qué se trata? —Se inclina y lee el título de la pantalla—. El verídico
Página

cuento de hadas. —Su mirada se desplaza hacia mí—. Parece que se trata de una
princesa y un príncipe.
Niego con la cabeza mientras pongo una almohada detrás de mi espalda y
estiro las piernas. —Nop. Solo de un chico y una chica.
Me da una mirada curiosa. —Pero me dejarás leerlo, ¿verdad? Me encanta
leer tus cosas. Juro que me da un poco de conocimiento de lo que sucede en esa
cabeza tuya.
—Lo que seguro es locura. —Hago mi mejor voz de villano y se ríe—. Y sí,
prometo que podrás leerlo cuando esté terminado.
Luciendo satisfecho, se acuesta de nuevo y se pone cómodo. Sin embargo,
solo comienzo realmente a escribir, cuando se duerme; de lo contrario, siento como
que me está observando.

La primera cita fue mágica. Ellos comieron. Bailaron. Rieron. Sonrieron. Hacia el
final de la noche, el aire era tan eléctrico que la chica tuvo que mirar a su alrededor porque
se sentía como si hubieran hadas escondidas en los arbustos, rociando polvo mágico donde
quiera que iban.
—Me alegro de que hicimos esto —dijo el chico, mientras caminaban por un pasaje
que nunca habían tomado antes, uno al lado del otro.
—Yo también me alegro —respondió ella—. Me divertí mucho. —Y era la verdad.
Sí se divirtió y eso casi hizo la noche surrealista. Tal vez soñaba. Tal vez se quedó dormida
y nada de esto era real. Si ese fuera el caso, entonces deseaba nunca despertar.
Las estrellas y la luna brillaban por encima de ellos y en las casas de alrededor se
encontraban profundamente dormidos. Simplemente eran ellos. Sin monstruos. Sin
expectativas. Sin reinos, reinas, reyes ni palacios.
Era perfecto.
Y por primera vez en mucho tiempo, la chica se sintió segura.
Tal vez incluso atrevida.
Con cada gramo de coraje que pudo reunir, se acercó y tomó la mano del chico en la
suya. Medio esperaba que él retrocediera al contacto, medio esperaba lo mismo de ella. En
su lugar, el muchacho la sostuvo y ella agarró con más fuerza.
No hubo una chispa o un zumbido debido al contacto, solo un torrente de energía
163

cuando sus pieles se tocaron por primera vez.


Página

—Sabes, nunca hubiera estado aquí si no fuera por ti —dijo él de manera tan
abrupta que la tomó por sorpresa.
—¿Qué quieres decir? —preguntó, deteniéndose con el chico debajo de una farola.
Era la única luz en la calle y los rodeaba.
La miró con tanta pasión en sus ojos, rogando que entendiera. —Esa noche cuando
viniste... cuando me salvaste, cambió el rumbo de mi vida.
La chica se quedó sin aliento. —¿Cómo es eso?
—Debido a que me había dado por vencido —dijo, atreviéndose a rozar con el dedo
su mejilla, lo que la hizo estremecerse y dar a su corazón un vuelco—. Pensé que el mundo
se encontraba lleno de monstruos y que ya no existía sentido en luchar contra ellos. Que
donde sea que fuera, estarían allí para romperme, pero tú... me mostraste que no todo el
mundo era un monstruo.
—Me mostraste eso, también —respondió la chica. El chico la miró, confundido, y
ella quería explicarse, pero no podía por el momento.
¿Tal vez esa era la clave de todo esto? No la clave para regresar a ser una princesa.
Ya no quería serlo, sabía que no debía creer en tales cosas. Pero lo que sí quería ser era una
chica normal que podía tomarse de la mano con un chico sin sentirse fea y asqueada.
Solo quería ser feliz en su propio pequeño mundo.
—Me gustaría poder hacer más —respondió él con una expresión triste.
Sin embargo, ella no quería que estuviera triste.
Quería que fuera feliz.
Ambos.
Pero tenía que preguntarse si quizás él podría hacer más. O quizás, ella tenía que
hacerlo por sí misma. Quizás era la que tenía que ser valiente, para salvarse a sí misma.
Sin siquiera pensarlo, comenzó a inclinarse para darle un beso, esperando no
asustarlo. Para su sorpresa, él también se inclinó, y los dos se encontraron en el medio.
La unión de sus labios no provocó una explosión de fuegos artificiales. No hubo
música anunciando que este era el punto de partida de su felices para siempre. De hecho, la
luz parpadeando encima de ellos se apagó y no hubo nada más que oscuridad. Pero eso no
pudo sofocar la luz causada por el fuego oculto en el interior de cada uno de sus corazones,
un fuego que muy posiblemente podría arder para siempre si ellos se lo permitían.
Y fue un comienzo.
164

A la felicidad.
A una vida sin monstruos que los controlaran.
Página

Y realmente, eso es todo lo que ambos alguna vez quisieron.


No un felices para siempre.
Solo un felices después de todo.

No sé bien cuánto tiempo me quedo mirando la pantalla, decidiendo si eso


es todo, pero estoy bastante segura de que por lo menos pasa una hora. Después de
que la hora termina, no obstante, decido que me gusta y lo guardo en mi portfolio.
Entonces me inclino para colocar mi equipo a un lado en el suelo, ya que no quiero
levantarme de la cama ni salir de las mantas. La habitación está oscura, la única luz
entra por la ventana de la puerta donde puedo ver la luna en el cielo.
—Olvidé darte tu regalo —dice Kayden tan bruscamente que dejo escapar
un grito que hiela la sangre.
—Oh, Dios mío, me has asustado. —Recupero el aliento a través de su risa
histérica—. Pensé que estabas dormido.
—No, he estado despierto. —Ahoga su risa y se sienta, alcanzando la bolsa
que se halla al lado de la cama.
—¿Todo este tiempo?
Abre la cremallera de la bolsa. —Sí, estaba viéndote escribir.
—Eso suena muy aburrido. —Me acuesto en la cama y me giro hacia un
lado para enfrentarlo.
—En realidad, fue muy entretenido. —Toma algo de su bolsa, enciende una
lámpara cercana y luego se gira hacia mí. Hay una cajita plateada en su mano y un
brillo en sus ojos—. Feliz navidad. —Me da la caja mientras se recuesta de nuevo a
mi lado.
Espero un momento o dos, tratando de no pensar demasiado en lo que hay
en ella. Por último, la abro.
Entonces dejo de respirar.
—Oh, Dios mío, no tenías que‖hacer‖esto…‖—le susurro con asombro.
—Sé que no tenía —dice, mirándome con una sonrisa en su rostro—, pero
quería.
Dentro de la caja, probablemente se encuentra el collar más hermoso que he
visto. No es para nada tradicional, lo que me hace amarlo aún más. El colgante de
165

plata tiene la forma de un libro, y cuando lo tomo, noto que está grabado en el
frente con Por Callie Lawrence. También se abre como un medallón, pero el interior
Página

se halla vacío, como las páginas frescas listas para ser teñidas con una historia.
—¿Te gusta? —pregunta finalmente y me doy cuenta de que debajo de su
sonrisa, espera mi aprobación.
—Es perfecto —digo, luego me inclino para besarlo.
—Bueno —dice entre besos—. Me alegra te guste. Es para cuando escribas
tu historia. Para demostrarte que creo en ti.
Casi me pongo a llorar. —Me encanta. —Me coloco el collar, con la promesa
de nunca quitármelo. Entonces me acuesto y acurruco contra él bajo las mantas,
sintiéndome más feliz que nunca.
Estoy a punto de dormirme cuando pregunta—: ¿Puedo leerla ahora?
Mis párpados se abren. —¿Leer qué?
—Tu historia —dice con una sonrisa torcida mientras me mira expectante—.
Vi‖que‖escribiste‖“Fin”.
De repente, me pongo nerviosa y mis palmas se sienten tan sudorosas que
tengo que limpiarlas en el frente de mi camisa. —¿Quieres leerla ahora?
Asiente con entusiasmo. —Sí.
—Umm…‖ bien.‖ —Me volteo y alcanzo la portátil, sintiéndome aún más
ansiosa. Espero que le guste, espero que lo entienda, porque realmente, él es la
mitad de la historia.
Y una de las partes más importantes.
Me dice que puedo dormir mientras lo lee, pero es imposible que pueda
cerrar los ojos. Así que termino tumbada en la cama, mirando fijamente todas las
manchas en el techo hasta que acaba. Sé el momento exacto en que lo hace porque
puedo escuchar que se le acelera la respiración. Luego coloca el portátil a un lado y
se gira hacia mí. Solo me mira y no puedo interpretarlo en absoluto.
—Y, ¿qué te parece? —pregunto, tratando de parecer indiferente pero acabo
sonando como un manojo de nervios.
Se queda en silencio una eternidad, cada segundo pasando dolorosamente
lento. —Creo que es hermoso, significativo y real —dice finalmente; su tono irradia
todas las emociones que está sintiendo—. Aunque, estoy bastante seguro de que
nosotros sí conseguimos un felices para siempre.
166

—¿Crees eso? —le pregunto con una sonrisa suave—. Porque esa es una
gran promesa.
Página

Su sonrisa refleja la mía. —No lo creo, sé que sí.


Y entonces me besa.
Pero este aún no es el final de nuestra historia.
De hecho, se siente como el comienzo.
167
Página

Traducido por florbarbero


Corregido por Laurita PI

Es el último partido de la temporada y me siento bastante bien. Las cosas


han estado increíbles con Callie y me he centrado en el futuro en lugar del pasado.
Ha sido así durante el último mes, desde que me despedí. Sin embargo, no estoy
feliz todo el tiempo, pero por otra parte nunca nadie lo está. Todavía siento una
mínima culpa y tristeza cuando pienso en mi padre y cómo todo terminó, pero eso
ocurre muy raramente.
Lo que casi siempre sucede es que estoy feliz, no solo con mi relación con
Callie, sino conmigo mismo. Me ha llevado siglos llegar a este lugar, dejar ir las
cosas, pero me las he arreglado para encontrar mi propia forma de paz interior con
todo lo que me ha pasado. Y honestamente puedo decir que mi vida es genial en
este momento.
En este instante, me siento muy nervioso mientras me preparo para hacer la
última jugada del partido. Si no anotamos, perdemos, pero no creo que perdamos,
de hecho, puedo sentirlo en el aire, en las ovaciones de la multitud, en las luces que
son tan jodidamente brillantes que me ciegan. Disfruto cada minuto.
Mi equipo se encuentra alineado y estoy encorvado, esperando el instante.
Mi corazón late, mi piel húmeda de sudor, mis pies listos. Y mi mente...
En silencio.
Oigo todo. Desde el sonido de los pasos, a mi entrenador gritando algo en
las líneas laterales. También puedo escuchar mi propia voz.
Puedes hacerlo.
Sé que puedo.
Mi corazón golpea contra mi pecho mientras lanzan la pelota en mi
dirección. Mis dedos se envuelven perfectamente en ella y vuelvo corriendo, en
busca de un saque de banda perfecto. Pero luego me doy cuenta de que no hay uno
perfecto, pero hay alguien cerca. Así que lanzo mi brazo hacia atrás y dejo que la
pelota se suelta de mis dedos y la disparo.
168

Mientras el lanzamiento se eleva respiro libremente por primera vez, a la


espera de lo que suceda.
Página

La bola sube más alto y también lo hace mi pulso. Juro que el público
contiene su respiración, pero tal vez eso es porque contengo la mía mientras
observo el balón alcanzar su pico y luego bajar.
Bajar.
Y bajar.
Y bajar.
Entonces cae perfectamente en las manos del receptor.
Perfecto.
¡Anotación!
La multitud empieza a aplaudir y también lo hacen mis compañeros de
equipo; ganamos el juego. Y esta vez me uno a ellos, animado y feliz mientras miro
a la multitud desde la que sé que Callie me mira con orgullo. Pero solo una parte
de mí festeja porque me di una patada en el culo y jugué con mi corazón. La otra
parte lo hace porque por fin he dejado mis demonios internos atrás y hallé mi amor
por el deporte.
169
Página

Traducido por florbarbero


Corregido por Daniela Agrafojo

La vida es genial. No es perfecta, pero nunca lo es. La perfección sería aburrida. Sin
embargo, las cosas son buenas, en su mayor parte. Kayden y yo todavía vivimos juntos, y
planeamos permanecer así por un tiempo. Nuestras paredes están cubiertas de fotos de
nosotros como pareja, con familia, con amigos. Muestra cómo es toda nuestra vida y lo lejos
que hemos llegado.
Se ha hablado un montón de que será seleccionado el próximo año, y tuvimos una
charla al respecto, a pesar de que aún es pronto. Solo le llevó como dos minutos enumerar
todas las razones por las que tenía que ir con él si se iba de Laramie, y me tomó como medio
segundo farfullar que lo seguiría a cualquier lugar, que puedo escribir en cualquier parte ya
que eso es lo que he estado haciendo y pienso seguir haciéndolo. Que una vida sin él sería
una vida triste que no quiero tener.
Ahora tenemos una pequeña rutina, y en los días de fiesta alternamos entre la casa
de mis padres y la de su hermano en Virginia. Pude conocer a un Tyler sobrio hace unos
seis meses, y fue agradable. Kayden no se ha lastimado en poco más de un año. La tristeza
en sus ojos se ha ido, a excepción de algunas ocasiones, como cuando recibe una llamada al
azar de su madre. Nunca le responde, sin embargo, ni le devuelve la llamada, y sus
mensajes de voz no hacen nada por persuadirlo.
Pero además de la tristeza ocasional y las peleas tontas, Kayden y yo somos fuertes.
Me dice todos los días que me ama y yo le digo lo importante que es para mí. Nuestro feliz
para siempre está funcionando bastante bien para los dos y parece que se pondrá mejor con
el tiempo. Me siento emocionada por lo que depara el futuro… nuestro futuro. Me pone
muy contenta que tengamos un futuro.

—Escribiendo de nuevo, ya veo. —Seth interrumpe mis pensamientos


cuando entra en mi sala de estar sin siquiera golpear. No se molestó en cerrar la
puerta, a pesar de que hace mucho frío afuera, y entra una ligera ráfaga de nieve.
170

—¿Qué pasa si no hubiera estado vestida? —bromeo, cerrando mi diario.


Está lleno de tantas páginas con tinta que empiezan a mancharse los bordes.
Página

Rueda los ojos. —Sí claro. Nunca estarías desnuda en tu sala de estar. —
Hace una pausa, luego pone una mirada escandalosa en su rostro—. Yo, por el
contrario, lo convierto en un ritual diario.
Ahora soy yo la que rueda los ojos. —Oh, lo que sea. —Lanzo el diario sobre
la mesa de café cuando me paro—. ¿Vas a cerrar la puerta o intentas incrementar
mi cuenta de calefacción? —Le sonrío.
Sacude la cabeza, divertido. —En realidad, es hora de ir al partido.
Mi frente se arruga mientras hecho un vistazo a la hora en mi teléfono.
—Pero es súper temprano. —Aún faltan horas.
—Lo sé —dice, recogiendo el abrigo del reposabrazos y arrojándomelo—,
pero me dieron instrucciones de llevarte allí temprano.
—¿Quién? —pregunto mientras deslizo mis brazos por las mangas de mi
abrigo y subo la cremallera.
—Es un secreto. —Luego me guiña el ojo y se dirige hacia la puerta,
dejándome totalmente confundida.
Lo sigo al exterior, cerrando la puerta antes de trotar por las escaleras detrás
de él. Hay una ligera escarcha en el suelo y el aire sopla, pero el sol brilla y su
reflejo contra la nieve hace brillar todo. No puedo evitar respirar la magia del
aroma del aire antes de entrar en el coche.
Seth está sonriendo para el momento en que cierro la puerta, mientras pone
en marcha el motor y luego se retira.
—Estás actuando raro —le digo cuando abrocho el cinturón de seguridad—.
¿Qué pasa?
Se encoge de hombros mientras gira el volante y nos dirigimos hacia la calle.
—Nada.
Conozco a Seth lo suficiente como para saber que está mintiendo. —No me
dices la verdad. ¿Qué pasa…?‖¿Por‖qué‖me‖llevas‖temprano?
—Es una sorpresa —dice, saliendo a la calle.
—Por favor, por favor, dime —ruego con las manos juntas delante de mí.
Sacude la cabeza. —De ninguna manera. Esta vez no.
171

—No voy a decirle a nadie.


—No importa, Callie. Me enojaría conmigo mismo si arruinara esto para ti.
Página

Hago un puchero mientras me dejo caer hacia atrás en el asiento. —Oh,


bien. Escucharé música. —Jugueteo con la radio hasta que encuentro una buena
canción, después trato de relajarme, pero al pasar por una librería noto algo.
—Oh, mierda. —Coloco una mano en la base de mi cuello—. Olvidé mi
collar. —Es el que Kayden me dio para Navidad, que tiene un colgante de libro con
mi nombre en él.
—Estarás bien durante un partido, Callie —dice Seth.
—De ningún modo. Tenemos que regresar. Le trae buena suerte cada vez
que lo uso.
Seth se ríe mientras gira hacia la carretera principal que lleva al brillante
estadio de acero. —Ustedes y sus supersticiones.
—No es una superstición —digo, lo cual no es exactamente cierto, pero
Kayden dice que cada vez que me lo pongo, le trae buena suerte en el partido. Al
crecer con un padre entrenador de fútbol, sé lo suficiente como para tolerar esas
supersticiones.
—Relájate, Callie —me dice Seth, a medida que estaciona el auto cerca de la
entrada del estadio—. Tengo tu collar.
—¿Por qué lo tienes? —pregunto.
Hace una pausa y siento el cambio en el aire. Algo está sucediendo. Algo
importante.
Seth parece que está a punto de gritar cuando se acerca, toma mi mano, gira
la palma hacia arriba, y deja caer el collar sobre ella. —No lo mires hasta llegar al
estadio. —Cierra los dedos a su alrededor, y luego se recuesta en su asiento—.
Ahora, ve.
Miro mi mano y luego al estadio, sabiendo sin saber que algo mágico está a
punto de suceder. Incapaz de formar palabras, salgo del coche y hago el camino
hacia el estadio con el collar apretado en mi mano. Un guardia de seguridad pide
mi nombre y luego me deja pasar cuando se lo digo.
Camino por el túnel hacia el campo, sonriendo cuando recuerdo la noche
que Kayden me trajo hace más de dos años para jugar a atrapar. Y para besarnos
contra el poste de campo. Parece más pequeño esta vez, sin embargo, menos
abrumador. Honestamente, siento como que pertenezco aquí.
172

El sentimiento solo se amplifica cuando Kayden emerge de detrás de mí.


Observo su pelo marrón colgando sobre sus magníficos ojos, que juro que pueden
Página

leer mi alma. Sus brazos delgados, y anchos hombros que me acunan cuando me
siento triste. No lleva puesto su uniforme, sino un par de vaqueros, botas y su
abrigo, lo que me parece un poco extraño.
—Oye, viniste —dice, mientras camina hacia mí casualmente, como si esto
no fuera raro en lo absoluto.
—Sí, pero me pregunto por qué tenía que hacerlo —digo con sospecha,
inclinando la cabeza hacia atrás para mirarlo cuando me alcanza—. Supongo que
Seth y tú tenían algo importante previsto, ya que nunca se unen a menos que sea
algo épico.
—Oh, definitivamente es épico —dice con tono arrogante, pero sus ojos
revelan lo contrario. Está nervioso, y eso me pone nerviosa.
—¿Está bien...? —Mis dedos se aprietan alrededor del collar—. ¿Te gustaría
compartirlo conmigo?
Asiente, pero traga con dificultad, su piel se pone pálida de repente. —En-
en realidad —comienza a tartamudear, pero luego se aclara la garganta y sacude la
cabeza—. De acuerdo, déjame intentar eso de nuevo. —Ambos nos reímos, pero no
porque fuera divertido, sino porque estamos nerviosos.
—¿Recuerdas la última vez que estuvimos aquí? —pregunta, señalando el
campo y las gradas.
Asiento. —Sí, te pateé el trasero atrapando.
Se ríe, con los ojos brillantes, pero sus nervios siguen allí. —Lo hiciste,
¿cierto? —Hace una pausa, arrastrando los dedos por su pelo—. Bueno, pensé en
traerte de vuelta para que pudiéramos crear otro buen recuerdo, ya que no lo
hemos hecho desde entonces.
¿De eso se trata? —¿Quieres jugar atrapadas de nuevo?
Sacude la cabeza. —No, quiero preguntarte algo.
—¿De acuerdo...? —Estoy tan confundida.
Y él se ve más pálido a cada segundo.
—¿Tienes tu collar? —pregunta, su voz casi tan suave como un susurro.
Asiento y luego abro mi mano. —Sí, Seth me dijo que no lo mire hasta que
llegara al estadio. —Hay una pausa, y luego él espera nerviosamente a que lo
entienda—. Oh, claro. —Me río al bajar la vista al colgante del libro en mi mano.
Y entonces lo veo.
173

De qué es lo que se trata todo esto.


Página

—Para Callie Lawrence-Owens —leo en voz alta, sonando más nerviosa que
él.
—Ábrelo —esta vez, susurra.
Con dedos temblorosos, busco a tientas el broche y finalmente lo abro. Las
páginas ya no están en blanco. Se encuentran llenas con la promesa de una historia.
Y es la historia más increíble del mundo.
Tu feliz para siempre.
—¡Sí! —grito antes de que pueda preguntar. Después lanzo mis brazos
alrededor de su cuello y lo abrazo con todas mis fuerzas.
Se ríe de mí y susurra un—: Gracias a Dios —que suena extremadamente
feliz cuando me devuelve el abrazo, dándome lo mejor del mundo.
No solo mi feliz para siempre.
Sino a él.
174

Después de ser traicionado por alguien que él pensó que


amaba, Seth se va a la universidad con la esperanza de
Página

tener un nuevo comienzo. Pero dejar atrás su pasado es


más complicado de lo que esperaba, y bajo su actitud
optimista, lucha con abrirse a la gente.
Luego conoce a Greyson.
Seth se siente inmediatamente atraído por Greyson y su
personalidad dulce y encantadora. Pero a pesar de que
siente una fuerte conexión con él, todavía duda en abrir su
corazón al amor.
Con la ayuda de su mejor amiga Callie, Seth se da cuenta de que necesita superar
su miedo al compromiso. ¿Pero será capaz de finalmente admitir lo que siente por
Greyson?
175

Jessica Sorensen vive con su esposo y tres hijos en las


montañas nevadas de Wyoming, donde pasa la mayor
Página

parte de su tiempo leyendo, escribiendo y estando con


su familia.

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