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praxis
Toda vida social es esencialmente práctica.
Todos los misterios que inducen a la teoría
al misticismo encuentran su solución racional
en la práctica humana y en la comprensión de
esta práctica.
Karl Marx
2. Praxis y alienación
Las relaciones sociales orientan las prácticas cotidianas, pero es ante todo
en la dialéctica de repetición y diferencia de éstas últimas que se producen
y reproducen aquéllas, que se dan las continuidades y las rupturas en el
interior de un modo de producción. Lo cotidiano se relaciona
dialécticamente con los demás aspectos de la sociedad en el marco global
del modo de producción. La relación de la producción material con lo
cotidiano no es, luego, una relación de base y superestructura, como
erróneamente plantearon numerosos intérpretes de los textos
marxianos(11). Por ello, para Marx y Engels el modo de producción no es
una cárcel: en él se dan también las condiciones para su propia destrucción.
Como toda forma de praxis, la vida cotidiana tiene también un carácter dual:
por un lado, puede –y las más de las veces sucede de este modo–
reproducir las relaciones sociales existentes; pero, por otro lado, puede
subvertir el orden social imperante. La revolución pasa también por la vida
cotidiana; la crisis de la vida cotidiana debida a las insuficiencias del
capitalismo para satisfacer las necesidades diarias de sus miembros es un
importante factor para motivar la acción revolucionaria(12).
Así, a pesar de que en sentido estricto sólo existen los seres humanos y su
actividad, el mundo pareciera regirse por poderes ajenos a ellos y que están
por encima suyo. La praxis humana (unidad dialéctica indisoluble entre
sujeto y objeto, el ser humano y su mundo) se subordina a los productos de
los mismos seres humanos, se aliena en ellos. La superación de la
alienación sólo puede, por tanto, provenir de una praxis liberadora; los
detalles más –aparentemente– insignificantes de la vida diaria pueden tener
un valor revolucionario en tanto que se inserten en estrategias de socialidad
que permitan a los seres humanos adquirir mayor control sobre sus
condiciones de existencia. De allí la importancia política de la vida cotidiana,
importancia implícita las más de las veces en los textos de estos teóricos.
Con todo, Marx y Engels celebran la caída de las mistificaciones del mundo
feudal: aunque el dinero se erige en autoridad suprema de la vida social,
carece de la aureola de sacralidad que caracterizaba a las instituciones en
los modos de vida premodernos. Para los autores de marras, como plantea
Berman, el capitalismo trae consigo el nihilismo, y este nihilismo se vuelve
contra la propia burguesía: “la burguesía moderna puede tener grandes
poderes materiales sobre los trabajadores y sobre todo lo demás, pero
nunca conseguirá el ascendiente espiritual que las clases dominantes
anteriores tenían asegurado. Por primera vez en la historia, todos se
enfrentan a sí mismos y a los demás en el mismo plano”(27).
Junto con el nihilismo aparece, empero, otro fenómeno directamente
relacionado con él: el individualismo. Al decaer los referentes sociales
feudales, las relaciones sociales son atomizadas; del mismo modo como se
impone la propiedad privada, se produce un tipo de subjetividad centrado en
una individualidad que desconoce su función social y política en el seno de
la colectividad, y que cada vez se cierra más sobre su vida privada(28). El
individualismo se ve reforzado por la contradicción, creada por la división del
trabajo, entre el interés del individuo y el interés de la totalidad social(29).
Ahora bien, Marx y Engels piensan que el trabajo es la forma más grotesca
por la cual el capitalismo enajena a los seres humanos, particularmente a
los obreros. La base de la alienación de la vida cotidiana en el capitalismo
se encuentra en el trabajo. La producción industrial capitalista ha convertido
al proletario en una simple extensión de la máquina. Los avances
tecnológicos no facilitaron nunca los esfuerzos cotidianos de ningún
asalariado, dice Marx retomando una inquietud de J.S. Mill, puesto que la
finalidad del uso de maquinaria en el capitalismo es aumentar la
plusvalía(31).
* Publicado en García, George I. La producción de la vida diaria. Temas y teorías de lo cotidiano en Marx
y Husserl. San José: Perro Azul, 2005. Pp. 23-55.
[1] Solano S., M. Legitimación del Estado en la conciencia cotidiana. San José: Ed. de la UCR- Ed.
Tecnológica de Costa Rica, 1999. Pp. 141-142.
[2] Cfr. Habermas, Jürgen. Teoría de la acción comunicativa, I. Racionalización de la acción y
racionalización social . Madrid: Taurus, 1999. Sobre el concepto de mundo de vida, nos extendemos en el
capítulo correspondiente a Husserl, en este libro.
[3] Cfr. Althusser, Louis. La revolución teórica de Marx. México: Siglo XXI, 1977.
[4] Marx y Engels. La ideología alemana, México: Eds. de Cultura Popular, 1979. Pp. 40-41.
[5] Ibid., pág. 19.
[6] Marx, K. Manuscritos: economía y filosofía. Madrid: Alianza, 1972. Pág. 111.
[7] Engels, F. Prefacio a la primera edición, 1884, de El origen de la familia, la propiedad privada y el
Estado. Cali: Nuevo Horizonte, 1979. Pág. 7. El proceso de trabajo humaniza la naturaleza, pero a la vez
por efecto de sus relaciones sociales (las cuales él casi nunca ha elegido) el ser humano produce su propia
subjetividad; la subjetividad se constituye por y dentro de un sistema social que no le es ajeno ni
totalmente exterior.
[8] I tesis sobre Feuerbach, en Marx y Engels. La ideología alemana. Op. cit., pág. 665.
[9] Marx y Engels. La ideología alemana. Op. cit., pág. 19. Énfasis nuestro.
[10] Cfr. Heller, A. Sociología de la vida cotidiana. Barcelona: Península, 1998. También, Lefebvre,
H. De lo rural a lo urbano. Barcelona: Península, 1978.
[11] Irónicamente, fue Stalin quien, contra la “ortodoxia” ideológica que él había instaurado, señaló la
imposibilidad de reducir el lenguaje –ese componente fundamental de todas las relaciones sociales– a
determinaciones estrictamente económicas.
[12] La confusión entre praxis y trabajo ha provocado a menudo errores economicistas en el seno del
marxismo por los cuales, al perder de vista otros factores de importancia en la dinámica social, los
análisis de muchos marxistas han perdido capacidad explicativa y revolucionaria.
[13] Luego, la vida cotidiana no es determinada por una esencia humana inmutable, sino que sigue la
lógica del modo de producción en el cual surge, y es la praxis cotidiana la que objetiva material y
simbólicamente al modo de producción. Véase, por ejemplo, cómo Engels historiza los diversos patrones
familiares a partir de los tipos de organización social en los que se dan tales patrones. Cfr. Engels. El
origen de la familia..., pp. 28-77. Este estudio tiene numerosas insuficiencias respecto al estado actual de
nuestros conocimientos; sus aciertos y vigencia se encuentran, sin embargo, en sus aspectos teóricos y
metodológicos.
[14] III tesis sobre Feuerbach, en: Marx y Engels. La ideología alemana. Op. cit., pág. 666.
[15] Marx, K. Manuscritos..., op. cit, pág. 112.
[16] Es el caso de la escuela de Louis Althusser, pero también de las interpretaciones del marxismo-
leninismo soviético.
[17] Según Baudrillard, Marx hizo la teoría crítica del valor de cambio, pero no la teoría crítica del valor
de uso, del significante, y del significado. Cfr. Crítica de la economía política del signo. México: Siglo
XXI, 1991. Por supuesto, si el postestructuralista quiere con ello decir que la crítica de Marx no desarrolla
el problema de la semiología del valor de uso, esta afirmación es perogrullesca, siendo la semiología una
disciplina propia del siglo XX. Sin embargo, la dimensión simbólica de la mercancía es precisamente
develada por la crítica marxiana, por lo cual no es apropiado reclamarle a Marx no haberla tomado en
cuenta. Baudrillard yerra en su apreciación de la teoría marxista del valor por no entenderla de modo
dialéctico; el naturalismo que le imputa a Marx es en realidad propio de una interpretación del marxismo
muy apegada a la de Althusser
[18] Cfr. Harvey, David. Valor de uso, valor de cambio y teoría de la utilización del suelo urbano. En:
Harvey, D. Urbanismo y desigualdad social. México: Siglo XXI, 1979.
[19] Marx, K. El capital. Crítica de la economía política. Tomo I. La Habana: Ed. de Ciencias Sociales,
1986. Pp. 6-38.
[20] Esta es una crítica implícita a los economistas que naturalizaban el valor de cambio, como si no fuese
éste un aspecto mediatizado por relaciones económicas históricas. Cfr., por ejemplo, Smith, Adam. An
inquiry into the nature and causes of the wealth of nations. Londres: Encyclopaedia Britannica, 1971. Pág.
12.
[21] Marx, El capital. Tomo I. Pp. 38-50.
[22] Esto se encuentra muy bien ejemplificado en un ensayo corto de Carlos Gmo. Aguilar S. Cfr., de este
autor, El sujeto como premisa frente a las robinsonadas del libre comercio. En: Pasos. (102) Julio-agosto
de 2002.
[23] Esto, puesto que, como señalamos anteriormente, el tratamiento de la mercancía como forma la
plantea como susceptible de ser analizada por una teoría del lenguaje. Marx entiende la dimensión
simbólica de la mercancía desde el punto de vista de su mediación histórica, tanto en cuanto valor de
cambio, como en cuanto valor de uso, y por la relación entre ambas. Dicho de otro modo, la teoría del
valor de Marx sólo sería naturalista, como afirma Baudrillard, si se la violenta al no verla como una
teoría de la praxis vital, en la cual lo práctico y lo semiótico son dos caras de la misma moneda. Al
respecto, cfr. Echeverría, Bolívar. El “valor de uso”: ontología y semiótica. En: Valor de uso y utopía.
México: Siglo XXI, 1998. Pp. 153-197.
[24] Marx, K. Cuadernos de París. México: Era, 1974. Pág. 153.
[25] Véase, en este sentido, la interpretación del joven G. Lukács. Historia y consciencia de clase.
México: Grijalbo, 1975.
[26] Marx y Engels. El manifiesto comunista, op. cit., pp. 24-25. Respecto a este punto, nótese la
convergencia con los análisis de Max Weber sobre la racionalización, convergencia parcialmente causada
por el romanticismo presente a todo lo largo del siglo XIX en Alemania, y del cual tanto Marx como
Weber fueron interlocutores.
[27] Berman, Marshall. Todo lo sólido se desvanece en el aire. La experiencia de la modernidad. Bogotá:
Siglo XXI, 1991. Pág. 113.
[28] Cfr. Béjar, Helena. El ámbito íntimo. Privacidad, individualismo y modernidad. Madrid: Alianza,
1990.
[29] Marx y Engels. La ideología alemana. Op. cit, pág. 33.
[30] No sobra recordar aquí que Marx estuvo siempre contra esta postura: de ahí, por ejemplo, su defensa
del derecho de la desigualdad. Cfr. Marx, C. Crítica del programa de Gotha. Moscú: Progreso, 1979. Pp.
17-18.
[31] Marx, C. El capital. Tomo I. Pág. 324. El tono de esta sección de El Capital evoca indudablemente
las consideraciones planteadas más de veinte años atrás en los Manuscritos económico-filosóficos.
[32] Ibid., tomo I, pág. 374.
[33] Marx, K. Manuscritos..., op. cit., pág. 59.
[34] Marx, C. Miseria de la filosofía. México: Eds. de Cultura Popular, 1978. Pág. 34. A tal grado que en
el proceso productivo los instrumentos de trabajo se convierten en competidores de los mismos obreros;
cuando una máquina puede ahorrar el empleo de mano de obra, los obreros sobrantes son despedidos.
[35] Lefebvre, Henri. Critique of everyday life. Vol. I: Introduction. Londres-Nueva York: Verso, 1991.
Pág. 166.
[36] Marx. Manuscritos..., op. cit., pp. 159-160.
[37] Ibid., pág. 109.
[38] Engels, F. El origen..., op. cit., pág. 66.
[39] Ibid., pág. 61.
[40] Marx. IV Tesis sobre Feuerbach, en: La ideología alemana. Op. cit., pp. 666-667.
[41] Marx y Engels. La Sagrada Familia y otros escritos fiosóficos de la primera época. México: Grijalbo,
1967. Pág. 3.
[42] Cfr. Engels, F. Anti-Dühring. La subversión de la ciencia por el señor Eugen Dühring. México:
Grijalbo, 1962. Pp. 313-314.
[43] IV tesis sobre Feuerbach, loc. cit.
[44] Cfr. Marx, K. y Engels, F. El manifiesto comunista. La Habana: Editorial de Ciencias Sociales, s.f.
Pp. 36-37.
[45] Marx. Manuscritos..., op. cit., pág. 61.
[46] Ibid., pág. 62.
[47] Cfr. Marx y Engels. La ideología..., op. cit., pág. 34.
[48] Marx. El capital, op. cit., tomo III, pp. 826-827. Énfasis nuestro.
[49] Cfr. Marx y Engels. La ideología…, pág. 39.
[50] Engels. El origen..., op. cit., pág. 71. Nótese el progresismo de las posiciones de Engels, incluso
durante el período del más rígido victorianismo. La puritana “moral proletaria” estalinista no aprendió
nada en absoluto de este pensador.
[51] Schmidt, A. El concepto de naturaleza en Marx. México: Siglo XXI, 1976. Echeverría, B. Op.
cit. Schmidt señal además el matiz entre los conceptos de libertad de Marx y de Engels. Para el primero,
como veíamos en el fragmento del tercer tomo de El capital, transcrito algunas líneas atrás, la necesidad
existirá incluso en el comunismo; la libertad supone también cierta necesidad. Casi sobra decir que esto
no tiene mayor cosa que ver con el dualismo cristiano de alma y materia, como malintencionadamente lo
planteó Karl Popper. Cfr., de este autor, La sociedad abierta y sus enemigos. Barcelona: Paidós, 1982. Pp.
287, ss.