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PRIMERA PARTE

INTRODUCCION Y PERSONAS

TITULO 1

C3SCEPTO DEL DERECHO Y DERECHO OBJETIVO

C A P I T U L O 1

i.-Ccncepto gein~ra1.-El derecho puede definirsc como un con-


junto d* normas bilaterales, externas, generalmente heterónornas y coer-
ciblcs, I ue tienen por objeto regular la conducta humana en su interfc-
rencia ,::tersubjeti~-n.
El derrcho otqetivo se caracteriza por ser un conjunto dc normas,
constitu. endo este dato el primer elemento de la definición que hemos
dado. i l o prejuzg,iremos sobre la distinción entre la norma jurídica, mo-
ral, re1if;iosa o sol ial; al tratar el segundo elemento determinaremos las
caracter isticas diferenciales de las mismas.

2.. Drrtincich entre las normas y las leyes ncrturales.-?odemor,


formulcr los siguwntes criterios de distinción.
a ) - En las cycs naturales simplemente enconharnos la enumera.
ción de ~rlncipiosrimtificos que registran uniformidadrs de fenómenos;
en tantü qLe las iiormas enuncian reglas de conducta, es decu, formas
de com d-~rt,zmient 9.

b) -Las leyrs naturales regulan relaciones necesarias y las normas


relacior?: s cuntingcntcs, dado que el supuesto de toda norma es 12 libertad

Edu. rdo García Máynn, Introducción al Estudio del Dercrho. 23 ed., págs.
4 y si@>.

c ) . -A las l v c s naturales no se les viola; se trata de principios que


no adm :m una sola excepción; en cambio, las normas pueden ser y de
8 COh:?ENDIO DE DERECHO CIVIL

hecho son continuamente violadas, sin que la violación del postulado


que encierran pierda importancia o valor.
d).-La finalidad de las leyes naturales es registrar bajo la forma
de principios generales uniformidades de fenómenos para poder expli-
car la secuencia de los mismos; en cambio, la finalidad de las normas
es provocar cierta forma de conducta, de aquí que se presente una nueva
diferencia.
e).-Las leyes naturales pueden ser verdaderas o falsas, en cambio,
las normas son vrílidas o nulas. La veracidad o falsedad de las leyes
naturales dcpende de que registren fielmente cierta uniformidad de fe-
ní,menos, o bien, de que no haya una observación exacta acerca de los
mismos. La validez o nulidad de las normas depende de su procedimiento
de creación. Si una norma es creada de acuerdo con las reglas del sistema
normativo a que pertenezca, es vilida; en cambio, si la norma es creada
violando alguna de las reglas del mismo, es nula. D e los sistemas nor-
mativos el derecho es el que regula de una manera rigurosa el procedi-
miento de creación de sus normas. Generalmente la constitución fija las
reglas que determinan el proceso de elaboracih de algunas normas,
como son las leyes y los reglamentos.
f).-En las leyes naturales no se postula ntngún valor; como su
finalidad es simplemente explicativa, ninguna ley natural busca la rea-
lización de un cierto valor, sino que se concreta únicamente a decirnos
lo que ocurre en la naturaleza. En cambio, toda norma postula un valor
o diversos valores; de aquí que también la validez de la norma pueda
apreciarse en el sentido de su justificación.
g) .-Por último, las leyes naturales registran, a través de principios,
el proceso de causalidad; las normas consagran un proceso diferente, que
podemos llamar proceso normativo. El proceso de causaiidad establece
la relación entre la causa y el efecto y una secuencia d e fenómenos cuyo
origen sólo puede determinarse en forma hipotética, que se realiza hasta
el infinito, sin poder llegar a determinar el efecto final. En cambio, el
proceso normativo registra en el nacimiento de las consecuencias una
relación necesaria, como en el proceso causal, pero en el cumplimiento
de las mismas puede ser contingente o necesario. Además, parte siem-
pre de supuestos iniciales conocidos y llega a consecuencias finales pre-
determinadas.
Todo proceso causal supone una relación necesaria entre la causa
y el efecto. Se enuncia el principio diciendo que toda causa origina un
efecto y que todo efecto es producto de una causa. La relación entre am-
bos es necesaria, por la sencilla razón de que no puede haber efecto sin
causa; en esta secuencia no podemos precisar las causas primeras que son
desconocidas por la ciencia. Se pueden formular hip6tcsis, por ejemplo:
la causa del mundo, de la vida, etc. Además, el encadenamiento de causa
a efecto se relaciona hasta el infinito. N o podemos llegar a decir que en
ese ciclo un cierto efecto será el final, porque siempre se convertirá en
causa de un nuevo efecto. Por una intuición inmediata sobemos que todo
efecto se transforma e n causa y así sucesivamente.
h).-En el reino del deber ser, que comprende los distintos sistc-
mas normativos, no podemos hablar de causas y efectos, simplemente
debemos decir que existen supuestos y consecuencias. Hay una secuela pa-
recida cntre el proceso normativo y el causal, en el sentido de que todo
supuesto origina una consecuencia y toda modificación en el supuesto
trae consigo una modificación de la consecuencia. Refiriéndonos al dere-
cho, hablaremos de supuestos y de consecuencias jurídicas. El supuesto
jurídico es la hipótesis normativa de cuya realización depende que se
produzcan ciertas consecuencias de derecho. Entre el supuesto jurídico
y la actualización de;la consecuencia de derecho hay una relación nece-
1
saria del mismo tipo de la que existe entre la causa y el efecto; el proce-
so causal y el normativo se identifican en esta primera fase, dc aquí que
algunos autores hablen de causalidad juridica. Especialmente Fritz Schreier
en su obra Conceptos y Formas Fundamentales del Derecho.
En una segunda fase encontramos diferencias de gran interés. En
el proceso causal el efecto al mismo tiempo que nace se realiza, es decir,
se cumple. N o podemos distinguir dos momentos: el del nacimiento del
efecto y el del cumpl3miento del mismo; de mancra que en la naturaleza
dada la causa se produce el efecto que nace y se realiza en el mismo ins-
tante; en cambio, en el proceso normativo dado el supuesto necesaria-
mente nace la consecuencia, pero no siempre se cumple siaultáneamente.
En algunas consccueRcias interviene para su cumplimiento la voluntad
humana, resultando entonces contingente; pero hay otras que no se cum-
plen volunta-iamente sino que se realizan ipso jlire c de pleno derecho.
En la primera clase $e consecuencias no encontramfx el mismo proceso
que el de la causalitlad. Ejemplo: dado el supuesto jurídico contrato,
necesariamente nacer& obligaciones y derechos; pero estas consecuencias
tienen dos momentos distintos: el de su nacimiento y el de su cumpli-
miento. Nacen por un proceso necesario; pero se cumplen por un proceso
voluntario. El contratante puede cumplir o no la obligación, de aquí
que el cumplimiento de la consecuencia jurídica sea contingente. En la
naturaleza, la relaciím de los efectos y las causas es necesaria, nrinca con-
tingentc r n la scgwda clase de consecuencias tenemos v. gr. como
supuesto jurídico, el pago de una obligación; pagar una deuda es cum-
plirla y dado el pago, se extingue la deuda. Ahora bien, la extinción de
10 COMPENDIO D E DERECHO CIVIL

la misma no depende de la voluntad del acreedor ni de la del deudor,


sino sólo del ordenamiento jurídico, del derecho objetivo.
i).-Por último, en el proceso normativo conocemos los supuestos
iniciales y las consecuencias finales; en cambio, en el proceso causal des-
conocemos las causas primeras que la ciencia sólo formula con hipótesis
y tampoco podemos determinar los efectos finales. Las razones son las
siguientes: en el proceso normativo se conocen los supuestos iniciales y
las consecuencias finales, porque dependen de la norma jurídica que es
una creación humana. Por consiguiente, es el hombre quien a través de
la norma va determinando en cada caso los supuestos iniciales y las
consecuencias finales; por ejemplo: el delito es un supuesto, pues ante
el hecho del delito se aplica por el ordenamiento jurídico la consecuencia
<<
pena". El delito es un supuesto inicial; antes del delito no había rela-
ción entre delincuente y víctima. La relación jurídica que nace en virtud
del delito tiene como consecuencia final una pena aplicable al delincuente.

Hans Kelsen. Ld Teorirz Pura del Derecho, traduc. de Luis Legaz y Lacambra,
18 ed., Revista de Derecho Privado, Madrid, pág. 13.

3.-Caract~ísticas de las normas jurídicas.-El segundo elemento


en la definición del derecho se refiere a las características de las normas
jurídicas. Hemos dicho que es un conjunto de normas heterónomas, bilate-
rales, externas y coercibles. A través de estas características fijaremos
la diferencia específica entre el derecho, la moral, la religión y los con-
vencionalismo~sociales. Dado que estamos en el reino del deber ser, es
decir, en el campo de la normatividad, precisan diferencias sistemáticas
normativas, pues tanto el derecho, como la moral, la religión y los con-
vencionalismo~sociales tienen características generales comunes. Como
se trata siempre de conjuntos de normas, lógicamente la manera de dis-
tinguir cada uno de estos sistemas será buscar su diferencia específica.

Del Vecchio, Filosofía del Derecho, 58 ed., traduc. de Luis Legaz y Lacam-
bra, págs. 301-302.

Tratemos de seguir este método a efecto de diferenciar lo que po-


dremos llamar la normatividad o reino del deber ser de la normalidad
o reino del ser. Al establecer estos dos mundos no quiere decir que de una
manera definitiva y radical separemos el ser del deber ser, y que no haya
ciertos puntos de contacto entre los mismos. Sólo intentaremos una distin-
ción entre lo que es y lo que debe ser.
INTRODUCCION, PERSONAS Y FAMILIA 11

Dectro de la normatividad tenemos cuatro sistemas fundamentales:


el derecho, la moral, la religión y las reglas del trato externo o conven-
cionalismos sociales.
El derecho lo definiremos como un sistema normativo heterónomo,
bilateral, externo y coercible. A la moral como un sistema normativo
autónomo, unilateral, interno e incoercible. A las reglas del trato exter-
no o convencionalismos sociales como un sistema normativo heterónomo,
unilateral-imperfecto, externo e incoercible. Finalmente, la religión como
un sistema normativo heterónomo, unilateral, interno e incoercible.
Determinaremos sucesivamente lo que significan la heteronomia
y la autonomía, la unilateralidad y la bilateralidad, la interioridad y la
exterioridad, la coe~cibilidady la incoercibilidad.

4.-Heterononzía E; autonomía en las distintas normas.-La hetero-


nomía significa que las normas son creadas por una instancia o por un
sujeto distinto del destinatario de la norma y que ésta además le es im-
puesta aún en contra de su voluntad. Decimos que el derecho es un sis-
tema heterónomo, en virtud de que sus normas son creadas por los órganos
del Estado o por la saciedad en el derecho consuetudinario. Principal-
mente el órgano legislativo constituye una instancia o institución distinta
del destinatario de la norma.

Gustavo Radbruch, Filosofia del Derecho, 2a. ed., Revista de Derecho Pri-
vado, Madrid, pág. 40.

Sin embargo, no hay absoluta heteronomía en el derecho, pues en


primer lugar depende de la forma de Estado: democracia o autocracia.
En la democracia los ciudadanos directa o indirectamente a través de sus
representantes elaboran las normas jurídicas generales llamadas. leyes.
En consecuencia, no hay heteronomía pura, supuesto que los ciudadanos
al propio tiempo que elaboran sus normas de conducta son los obligados
por esas mismas normas. N o obstante, en la democracia, la heteronomía
se manifiesta en virtud de que los no ciudadanos y los extranjeros sufren
la norma que no han elaborado.
En la autocracia, rige la heteronomía para todos los ciudadanos y
pueblo en general. Quienes elaboran la norma en esta forma de Estado
son determinados órganos o el autócrata como jefe del Estado y sus au-
xiliares, a quienes también impone el ordenamiento jurídico.
N o obstante que puede existir autonomía o heteronomía en la crea-
ción de las normas jurídicas, en la vigencia de las mismas siempre se
presenta como característica constante la heteronomia, ya que una vez
12 COMPENDIO DE DERECHO CIVIL

creada la norma, obliga y tiene una pretensión de validez absoluta, in-


cluso para los mismos destinatarios que participaron en su elaboración,
imponiendo los deberes jurídicos correspondientes y otorgando, en con-
secuencia, los derechos subjetivos de igual contenido. Es así como la bi-
tateralidad del derecho, qae despaés se estndia~á,se fanda en la hetero-
nomía en la uioencia
?
de las normas jzirjdica~, ya que basta que exista la
facultad de exigir que lógicamente se reconoce al imponerse el cumpli-
miento de la norma (a& cuando no se imponga coactivamente, como
ocurre en las obligaciones de los órganos supremos del Estado), para
que como consecuencia de esa heteronomía en la vigencia, tengamos la
bilateralidad del derecho.
Las reglas del trato social o convencionalismos sociales presentan
la característica de heteronomía, pues es la sociedad la que crea las nor-
mas de la moda, de la etiqueta, de la cortesía, etc.
La religión es también un sistema heterónomo. Cualquier tipo de
religión parte de la base de que sus normas no son creadas por el creyente,
sino elaboradas por una instancia distinta. Los procesos pueden ser va-
riadísimos según la evolución religiosa. Nos interesa, simplemente, no
el conjunto de necesidades que intervengan para crear la norma religiosa,
sino el hecho de que no es elaborada por el propio creyente, quien la
recibe y la debe observar como algo independiente de su voluntad.
En la moral encontramos autonomía en su sistema. La norma moral
es creada por el propio sujeto, quien puede derogarla, es decir, el desti-
natario es el mismo legislador y puede revocar la norma que ha creado
de la misma manera que el Icgislador, en el sistema jurídico, puede de-
rogar la ley. La autonomía de la moral tampoco se presenta en una forma
pura. Así como en el derecho no encontramos heterodomía pura, no es
exacto que en la moral se acepta la p i b i l i d a d de que el sujeto elabore
a su capricho las normas de conducta, pues ningún sistema moral se puede
fundar en la arbitrariedad. Indiscutiblemente que todo sistema moral
supone una convicciGn en el sujeto respecto a la obligatoriedad de sus
normas. El acatamiento del deber en la moral debe ser espontáneo, por
convicción, de aquí que podamos llegar a establecer que la autonomía
de la moral descansa en la propia razón. Por esto Kant sostiene que
debe ser autonomía de la razón y no autonomía de la voluntad; no man-
da el capricho sino la razón. Si admitimos la autonomía de la razón, sí
podemos elaborar normas de validez general, pues la razón es común
a todos los seres humanos y nos permite fundamentar reglas de conducta
que todos debemos aceptar; de aquí el prificipio kantiano: obra de tal
manera que la máxima de tu acción pueda ser elevada a norma universal
de conducta.
INTRODUCCION, PERSONAS Y FAMILIA 13

5.-BiTateralidad y unilateralidad.-Se dice que las normas jurídi-


cas son bilaterales, en tanto que las normas morales son unilaterales. Tam-
bién se acepta que las normas religiosas son unilaterales. En cuanto a
las reglas del trato externo o convencionalismos sociales, los autores se-
ñalan como ca:acterística la unilateralidad, pero veremos que eti realidad
se trata de un tipo mixto en donde ya se inicia la bilateralidad del derecho.
Cna norma es bilateral, cuando al propio tiempo que impone debe-
res a uno o a varios sujetos, concede facultades a otro u otros. Por lo
tanto, e1 carácter bilateral de la norma crca una correlatividad entre los
deberes y las facultades. Frente a todo sujeto obligado habrá un sujeto
facultado; para todo deber corresponderá una facultad, no habrj deber
sin facultad; no habrá obligado sin pretensor o inversamente. Se trata
de idens correlatitas, lógicamente necesarias, así como no puede haber
hijo sin padre, ni padre sin hijo. Cuando postulamos un deber indica-
mos una necesidad de carácter normativo, podremos decir mejor que es
la sujeción de un aCt6 de conducta para adecuarse a la norma. Como el
acto puede violar la norma, la necesidad no es en el sentido de fatalidad,
pero sí en cuanto que el acto debe adecuarse a la norma, por esto pode-
mos decir: el deber 2s la sujeción de una forma de conducta a ilna cierta
norma. Quien tiece un deber, ve restringida su conducta en los términos
de una detcrmina,!a norma. La facultad como correlativa del deber im-
plica en el ordenamiento de tipo bilateral, la posibilidad normativa de
que un sujeto llamado pretensor, exija el cumplimiento d e un deber a
un sujeto llamado obligado. En consecuencia, podemos definir la facul-
tad en los siguiectes términos. Posibilidad normativa que corresponde a
un sujcto llamado pretensor para exigir una cierta forma d e conducta
a un sujeto obligado y de acuerdo con los términos de una cierta norma.
En todo sistema norrnatlvo bilateral siempre que se origina un deber en
un sujeto, nace al propio tiempo una facultad en otra persona. La facul-
tad no supone un.? pretensión arbitraria del sujeto, sino una autorizaciún
normativa, como dato esencial, para que aquello que podría ser simple-
mente rrn acto arbrtrario se convierta en un acto 1íc:to o legítimo y por
consip..cnre, en una facultad. N o depende del arbitrio individual el
ejercicio de. la facultad, sino del sistema normativo el conceder autoriza-
ciones .i ~ f x t deo que la posibiliclad que un sujeto tenga para exigir de
otro un d ~ t 3de conducta, sea una posibilidad lícita, reconocicfa y autori-
zada por c : sistema normativo; de aquí que la facultad no tenga su base
en la >I. Iiintad, siendo falsas todas las teorías jurídicas que iundan la
facukad. en la voluntad del pretensor.
1'; .,.r ictcr L qil~teralde sistemas normativos como la moral y 13
rclig.0r: st:pone q .e a determinados deberes en un crerto sujeto obligado,
14 COMPENDIO DE DERECHO CIVIL

no corresponden facultades a otro sujeto. En la moral puede crearse la


categoría denominada deber, sin que exista correlativamente la catego-
ría denominada facultad. Esto es consecuencia de que la moral al crear
los deberes lo hace de manera impersonal, en cuanto a la posibilidad de
que exista un sujeto interesado en exigir el cumplimiento del deber, es
decir, se impone el deber sin facultar a nadie para exigir su observancia
o cumplimiento. Dada la natbraleza del sistema moral, la observancia
del deber sólo interesa al destinatario de la norma, pues el obligado es
j~iezde su propia conducta y no hay un facultado para exigirle el cum-
plimiento del deber. Habrá reconvenciones de tipo social, sanciones de
desprecio colectivo, pero no encontraremos a un sujeto facultado para
exigir el cun~plimientodel deber moral.
En el sistema religioso, aun cuando existe el carácter unilateral,
pues se debe cumplir el deber religioso sin que haya alguien facultado
para exigirlo, encontramos un principio de bilateralidad. Son los sacer-
dotes principalmente los órganos capacitados para exigir en cierta forma
el cumplimiento
- de los deberes religiosos.
Por último, las reglas del trato externo o convencionalismos sociales
que se caracterizan por algunos autores como reglas unilaterales, tienen
en realidad una naturaleza mixta, ya que son una categoría intermedia
entre la moral y el derecho y, por lo tanto, se presenta en ellas una es-
tructura unilateral imperfecta. En estas reglas encontramos, como en todo
sistema normativo, deberes, que son el elemento constante en la norma-
tividad. N o existen facultades perfectas, es decir, posibilidades normati-
vas para exigir la conducta postulada en el deber; pero sí hay autoriza-
ciones conferidas a ciertos órganos para exhortar al sujeto obligado a
efecto de aue c u mI ~ l acon ciertos deberes sociales.
1

León Petrazizk~dice que las normas jurídicas son imperativo-atri-


butivas, siendo ésta otra manera de designar el carácter bilateral del
derecho, pues lo imperativo significa que el ordenamiento jurídico irn-
pone obligaciones y lo atributivo, que estatuye derechos o facultades.

6.-Extevioridad e interioridad.-La exterioridad del sistema nor-


mativo se determina tomando en cuenta únicamente la adecuación externa
de la conducta con el deber estatuido en la norma, prescindiendo de la
intención o convicción del obligado. Cuando en un sistema normativo
se requiere, para que el acto de conducta tenga valor desde el punto de
vista del mismo, que se realice no sólo conforme al deber, sino por el
deber mismo, por convicción, decimos que hay interioridad. En cambio,
cuando en un sistema normativo la validez del acto de conducta depende
sólo de su adecuación a la norma, prescindiendo de la convicción o inten-
INTRODUCCION, PERSONAS Y FAMILIA 15

ción del obligado, decimos que hay exterioridad. El derecho se ciracteriz3


como un sistema en donde prevalece la exterioridad, en virtud de que la
validez en el cumplimiento de los deberes jurídicos no depende de la in-
tención del obligado, sino de la simple observancia de ta norma, aun cuan.
do se lleve a cabo contra su propia voluntad y convicción, v. gr.: ha-
cemos el pago de una deuda contra nuestra voluntad, no obstante lo
cual, ese pago es jurídicamente válido. En cambio, en un sistema en
donde exista la interioridad, el cunnplimiento del deber no debe realizarse
sólo de acuerdo con la norma, sino además, conforme a Ics prkcipios y
convicciones del obligado. Es asK como Kant (Furzdarnentaciún de la
hletafisica de las Costunzb~es,cap. 1) requiere la pureza de las inten-
ciones, la rectitud en los propósitos y en el acto mismo de condincta,
para obiar no sólo conforme al deber, sino por el deber mismo. En con-
clusión, podemos decir que la exterioridad es propia del derecho, y de
los con~encionalismossociales, así como que la interioridad caracteriza
a la moral y a la religión. Desde el punto de vista del derecho todo deber
cumplido tiene plena validez a pesar de que el obligado ejecute el acto
en contra de su voluntad, incluso si se recurre a la ejecución forzada que
realiza el Estado haciendo uso de la fuerza pública; por ejemplo: se pa;a
una deuda; este acto, pago de la deuda, tiene plena validez en el derecho
a pesar de que el deudor considere que no está obligado o que, aun cuan-
do reconozca la deuda, no quiera pagarla, es decir, que tuviera el propó-
sito firme de no cumplir con el deber jurídico. Lo mismo decimos para
el cumplimiento de los deberes sociales. En ocasiones observamos fórmu-
las de cortesía no obstante que abriguemos sentimientos adversos para
con la persona con qoien tengamos esas fórmulas y exclusivamente por
cumplir desde el punto de vista social, dispensemos simplemente aten-
ciones exteriores. Esta característica de interioridad en !a moral y en la
religión y de exterioridad en el derecho, se ha objetado por algunos tra-
tadista~afirmando que el ordenamiento jurídico toma en cuenta la buena
o la mala fe, por ejemplo: la intención lícita o dolosa. En los actos ju-
rídicos se atiende al fin determinante de la volirntad y a la licitud que
debe extstir en el mismo, de tal manera que si el acto jurídico se realizs
con un fin ilícito, es nulo. Se ha argumentado que en el dere&o penal
se toma en cuenta la intencionaliclad del sujeto al realizar el acto delic-
tuoso, de aquí la división de delitos intencionales y delitos de culpa o
imprud:ncias punibles. En el derecho civil constantemente nos referimos
a la buena a mala fe y a la intención dolosa o lícita en los actos ;urídicos.
Cts~los argumentos anteriores se ha pretendido negar la cxr~rioridad
absolutd drl derecho, alegando que hay un cierto grado de interioridcid.
h'o cretri.c>s flind~dasestas críticas, pues cuando se afirma qa~tun sis
i 16 COMPENDIO DE DERECHO CIVIL

tema tiene como característica la exterioridad, no se toma en cuenta para


calificarla el grado de intencionalidad en los actos que pueden caer bajo
el imperio de ese sistema normativo, ni se atiende a la intención humana
que no podrá permanecer ajena a la buena o mala fe. Lo que interesa es
exclusivamente el momento relativo al cumplimiento del deber y no otros
aspectos o momentos de la conducta y existirá la exterioridad cuando el
acto de cumplimiento del deber tenga plena validez por el solo hecho
de cumplirlo, aun cuando el suieto proceda contra su voluntad, convic-
ciones o principios, es decir, bastará la simple adecuación externa de la
conducta con la norma. En cambio, existirá la interioridad cuando el de-
ber cumplido para que tenga plena significación normativa, deba reali-
zarse exclysivamente por el deber mismo y no por razones independientes
del deber? El derecho, a pesar de que toma en cuenta ciertas manifesta-
ciones de la intención y de la buena o mala fe, no por esto es un sistema
en que prive la interi0ridadf'E.s necesario que el sujeto realice el acto,
pues la simple intención de cumplir con el deber jurídico no basta. Se
puede sostener la exterioridad del derecho a pesar de que desde otros
puntos de vista, para la calificación de los delitos y validez de los actos
jurídicos, se atienda a la buena o mala fe y al grado de intencionalidad
con que se realiza el acto. También se ha dicho que desde el punto de
vista de ia moral y la religión no basta la pureza de las intenciones, si
no llega a realizarse el acto. N o basta el propósito sino el acto mismo.
Se mantienen estos sistemas como interiores porque toman en cuenta el
cumplimiento del deber como acto que debe ser espontáneo y la pureza
en la intención del sujeto en el momento de cumplirlo. La validez del
acto no radica en la moral y en la religión, en la adecuación externa de la
conducta a la norma si no existe la convicción de que el sujeto realiza
el cumplimiento del deber por el deber mismo.

7.-Coercibilidad e incoercibilidd.-Es sin duda la coercibilidad


una de las características más importantes del derecho. Los grandes ju-
ristas están divididos acerca de la misma. En primer término, debe tra-
tarse de definir lo que se entiende por coercibilidad para decidir si el
derecho debe caracterizarse como sistema coercible y si este atributo le es
esencial, o bien, si existen ordenamientos jurídicos no coercibles. El de-
recho internacional público es el que ha planteado esta grave cuestión,
así como el derecho público que regula las relaciones de los altos órganos
del Estado.
Debe diferenciarse la coercibilidad de la sanción. Todos los sistemas
normativos tienen una canción, pero no todos son coercibles. La sanción
en términos generales, es un daiío o mal que sobreviene por el incumpli-
WTRODUCCION, PERSONAS Y FAMILIA 17

miento de una norma, y desde este punto de vista, absolutamente todos


los sistemas normativos tienen sanciones. El tipo de sanción será muy
diferente en cada sistema; el modo de aplicación podrá ser diverso así
como el órgano que la imponga; pero lo fundamental es que exsten san-
ciones tanto en el derecho, en la moral, en la religión, como en los con-
vencionalimos sociales. La sanción puede ser externa y en ocasiones in-
terna: puede ser aplicada al sujeto insumiso a través de un mal que al-
guien le cause (por ejemplo: la sanción penal que puede consistir desde
el simple arresto hasta la privacióri de la vida), o puede consistir en nues-
tro propio remordimiento por el incumplimiento de nuestros deberes mo-
rales o religiosos, etc. Definida 1;i sanción como un mal que sobreviene
al que viola una norma, evidentemente que todos los sistemas normativos
tienen una sanción; así tenemos, además de lo dicho, el ridículo y el des-
precio cn los convencionalismos sociales. Por lo tanto, coercibilidad no
quiere decir sanción en los sistemas normativos.
-4
L e p , Introducción a la Ciencid del Derecho, Bosch, Barcelona, 1943.

N o todas las normas jurídicas son coactivas; la coacción no es un


elemento constanre eh el derecho; podrá sostenerse que la perfectibilidad
del derecho radica en que Ilegarái a ser un sistema coactivo para su ab-
soluta eficacia, para su exacto cumplimiento, pero todavía hay ramas del
derecho en donde no existe la coacción.
En la actualidad se está elaborando un sistema coactivo para las
relaciones de los Estados, pero aUn no se ha alcanzado. Posiblemente se
llegue a lograr un sistema jurídica, aceptado por la integridad de los Esta-
dos, en donde el acto del incumplimiento del deber traiga coñsigo una
sanción que sea aplicada por un tribunal internacional que tenga la fuer-
za militar suficiente para someter al Estado infractor haciéndole que
sufra determinadas consecuencias; esto sería el ideal del derecho inter-
nacional público, pero hasta nuestros días no se ha logrado y aun cuando
se lograse, los órganos supremos del Super-Estado, escaparían a la co-
acción en el caso de incumplimiento de sus deberes.
Kclsen afirma que la &erra es la coacción del derecho internacional
público. Ahora bien, la coacción se caracteriza por ser el infractor quien
sufre el castigo. En la guerra no sucede lo mismo, pues no hay un sis-
tema cormativo que permita a un órgano capacitado imponer al infractor
una sanción. Puede ser una defensa por parte del Estado víctima, para
repeler la agresión. En el derecho público no hay un procedimiento co-
activo para que los más altos óqpnos del Estado, como órganos, sufran
determinadas sanciones; menos aiui existe la posibilidad de que mediante
18 COMPENDIO DE DERECHO CIVIL

la ejecución forzada puedan ser obligados a realizar ciertos actos. La


razón es evidente: en la jerarquía de los órganos estatales llegamos al
órgano supremo, es decir, al órgano que no admite otro superior; si al
órgano superior se le aplicara una sanción por la violación del deber
jurídico, habría que admitir sobre él otro que aplicase la sanción, que
sería el supremo; de manera que siempre el órgano superior escapará
a la posibilidad de que otro órgano liegue a sancionarlo.
Desde luego, las normas jurídicas que regulan las obligaciones y
deberes de los órganos supremos del Estado, son normas no coactivas;
el derecho, por lo tanto, presenta ejemplos de normas de esa naturaleza
y, sin embargo, no podemos discutir el carácter jurídico de esas normas.
Entonces debemos aceptar que la coacción no es elemento esencial del
derecho. Problema distinto es la conveniencia de que la coacción se pre-
sente en todas las normas jurídicas. En el derecho público o en el inter-
nacional público se trata de realizar, sin lograrlo, por un impedimento
lógico insuperable, el procedimiento coactivo.
El problema se presenta en el derecho público para elaborar el pro-
cedimiento que pueda no sólo sancionar los actos ilícitos de los órganos
supremos del Estado, sino crear, además, un procedimiento para que
cumplan forzadamente con sus deberes jurídicos. Tenemos en nuestro
sistema jurídico el juicio constitucional de amparo, como ejemplo en
donde la coacción está admitida como característica propia del derecho.
A través del juicio de amparo se puede obligar al Presidente de la Re-
pública, al Congreso de la Unión y a los altos órgano del Estado a que
cumplan sus deberes jurídicos cuando los hubiesen violado. El sistema del
amparo no es completo, sólo existe esta posibilidad cuando los altos
órganos del Estado violan las garantías individuales que otorga la Cons-
titución. Esos actos ilicitos de la autoridad, así sea el Jefe del Estado o
el Congreso de la Unión, sí son nulificados a través del juicio de amparo,
obteniéndose que la autoridad responsable cumpla el deber jurídico que
ha violado. N o pasa lo mismo con todos los deberes jurídicos que tienen
los órganos del Estado; pues hay la posibilidad de que violen deberes
jurídicos que no pueden ser obligados a cumplir coactivamente. Sin em-
bargo, el procedimiento del amparo es un ejemplo respecto a la posibi-
lidad de que el sistema jurídico se cumpla; aun cuando no es un sistema
coactivo en todos sus aspectos.
Kelsen sostiene que la coacción si es esencial al derecho. Admitimos
que en el derecho privado todo acto de incumplimiento del deber jurí-
dico faculta a un órgano del Estado para aplicar mediante la fuerza, si
es necesario, una determinada sanción. En el derecho público es exacta la
tesis respecto de los órganos jerarquizados, pero no respecto de los órga-
XNTRODUCCION, PERSONAS Y FAMILIA 19

nos suprcmos; Kelsen hasta hoy no ha contestado esta objeción. Considera


que en cl derecho internacional público la guerra es el procedimiento
coercitivo. Que así como la venganza privada fue el sistema jurídico en
los derechos primitivos, así también la guerra se convierte en un sistema
en el que cada Estado se hace justicia por su propia mano.
En todos los demás sistemas normativos no tenemos siquiera la
posibilidad de pensar que lleguen a ser sistemas coactivos, porque en ese
momento dejan de pertenecer a la moral, a la religión o a los convencia
nalismos sociales y se convierten en sistemas jurídicos.

C A P I T U L O 11

EL DERECHO
OBJETIVO,LAS GRANDES
DIVISIONES
DEL ORDENAMIENTO
Y SU ESTRUCTURA
JUR~DICO ESCALONADA

1 .-Derecho público y derecho privado.-Una de las clasificaciones


más discutidas y difíciles de fundamentar jurídicamente, es la que dis-
tingue dos partes principales en ctl derecho objetivo: derecho público y
derecho privado.
Esta distinción es la tradicional y nos viene desde el derecho romano,
sin embargo, el criterio de diferericiación no se ha considerado suficien-
temente fundado. Por esto los juristas han ensayado constantemente nue-
vos criterios para formular esa división de las normas jurídicas.
El problema ofrece dificultades muy serias, en virtud de que en el
derecho no es posible lograr categorías cerradas, cuadros inflexibles,
dada la interferencia constante que existe en las materias jurídicas y, es-
pecialmente, en la clasificación del derecho desde el punto de vista pú-
blico o privado.
Independientemente de los distintos criterios que se han adoptado
y que puedan adoptarse para clasificar el derecho desde el punto de vista
público o privado, una primera reflexión se impone en cuanto a la na-
turaleza misma del derecho en general, que por definición y por esencia
siempre ha sido y será un conjunto de normas de indiscutible interés
público.
La distinción desde el punto de vista del interés público o privado,
para clasificar las distintas ramas del derecho, no puede tener preten-
siones de validez absoluta y de plena consistencia científica, pues en las

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