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La grandeza de las buenas personas está en su corazón

Hay personas que ponen corazón en todo lo que hacen. Las delata el brillo de sus

ojos, el color de su sonrisa y la intención vestida de amor en cada uno de sus actos. Son

esas que siempre aparecen para arroparte cuando ni siquiera te has dado cuenta de que

temblabas de frío, las que te proponen un trueque de risas por tristezas y las que

siempre están dispuestas a ayudarte a cambiar de color los días nublados.

Personas medicina, personas hogar, personas mágicas. Esas que te abrazan para

recomponer tus partes rotas, pero también para recordarte que están ahí  y que se

alegran de todo lo bonito que te pase en esta vida. Esas que recorren contigo el camino

de la vida, te descubren matices preciosos en emociones ya conocidas y te muestran

que aún hay muchos lugares maravillosos que visitar y otras tantas formas de mirar.

Personas con las que la conexión es algo más que compartir tiempo: es crear

magia. Expertas en acariciar el alma sin tocarla y doctoradas en el increíble acto de dar

desde el corazón.

Profundicemos en las buenas personas, esas que son un regalo para cada uno de
nosotros y en ocasiones, nuestras mejores coincidencias.

“Si ves algo bello

en una persona,

díselo,

esa persona

puede estar en una guerra

que le impide ver su belleza

y tú puedes salvarle”.

-Zab G. Andrade-
La bondad como signo de superioridad
La grandeza de las personas está dibujada en su corazones, en su capacidad para

darse a los demás a través de actos de bondad con la única intención de hacerles más

felices. Porque no hay nada más grande ni que reconforte tanto que ayudar.

Así son las buenas personas. Las delata la bondad como signo de superioridad y

la paciencia  como estrategia para comprender a los demás. No presionan, no gritan ni

fuerzan, todo lo contrario. Saben interpretar silencios, respetar tiempos y ejercer

como sostén cuando alguien lo necesita. 

Las buenas personas desprenden calma y una sensación de bienestar tan solo con

su presencia. Además, tienen una afición secreta que pocas veces desvelan: observar

el brillo que desprenden los ojos de quienes han conectado con la felicidad.

Charles Darwin ya nos habló en su momento de la importancia de este valor. De hecho,

lo consideraba como nuestro instinto más fuerte y valioso, ese que posibilita la

superviviencia no solo de la humanidad, sino de todos los seres vivos. El problema es

que no se practica con demasiada frecuencia ni se valora lo suficiente cuando los

demás lo ponen en marcha. Y eso que la bondad es la única inversión que siempre

nos enriquece y nunca falla.

¡Hay tanto gestos llenos de amor y bondad que pasan desapercibidos…!

“Las personas hogar huelen a amor y aceptación incondicional. Huelen a cariño, a

abrazos largos donde se te cierran los ojos y se esboza una sonrisa. Estas personas

huelen a  amistad, amor y familia elegida.

Huelen a “estoy a tu lado así tengamos que apretar los dientes” y confían en ti incluso

cuando tú mismo has dejado de hacerlo. Son aquellas personas que no te evitan el

vértigo ni la caída, sino que  te ofrecen las palabras exactas  que solo puede regalarte

alguien que se cosió las heridas a aprendizajes”.


-Reparando Alas Rotas-

La fuerza de la compasión en las buenas personas


La compasión es otro signo delator de las personas de gran corazón. Ser capaces de

ponerse en el lugar de los demás, desear que estén libres de sufrimiento y sentir la

responsabilidad de hacer algo por ellos son algunos de los maravillosas actos que las

identifican.

Son personas que se nutren del amor, pero entendido este desde su concepto más

amplio, ese que se otorga de manera desinteresada. Sin esperar nada a cambio y

sintiendo a su vez el bienestar más absoluto. Se trata de un genuino deseo que nace

desde lo más profundo y que está, única y exclusivamente, dirigido a hacer el bien.

Las buenas personas están repletas de compasión, bondad y amor. Son aquellas

que, a pesar de la distancia, puedes sentirlas cerca porque rompen los límites físicos

para conectar con tu interior. Esas que combinan a la perfección la empatía con el arte

de comprender el dolor, de ahí que descifren cada una de nuestras roturas y heridas.

Porque son artesanas de armonía y felicidad, capaces de volcar todos sus sentidos y

sentimientos hacia los demás para transformar un día común en algo extraordinario.

Sus armas secretas son los gestos llenos de amor fruto de la nobleza de sus

corazones. Gracias a ellos inundan el alma de los demás de energía positiva, sin

esperar nada a cambio. Porque lo que más las llena es regalar afecto, así sin más, por el

solo hecho de hacer sentir mejor.

Las buenas personas son artífices del amor más genuino y sincero que podamos

llegar a encontrar. Tesoros que apreciar y cuidar desde lo más profundo de cada uno

de nosotros.

¡Gracias personas bonitas, gracias por hacernos uno de los mayores regalos: su

compañía!
Su valor es incalculable

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