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Jana Cabai Bermúdez Pulido

Universidad Nacional de Colombia


Trabajo Social de Grupo Reseña N° 3
TRABAJO SOCIAL DE GRUPO

López, Y., Martínez, A. & Peralta, L. (2009). Capítulo I. Trabajo Social de Grupo: Hitos históricos y
formulaciones conceptuales. En Trabajo Social de Grupo: producción escrita, docencia y
modelos de intervención (pp. 31-42). Bogotá, Colombia: Editorial Universidad Nacional de
Colombia.

Trabajo Social de Grupo: producción escrita, docencia y modelos de intervención es un texto


que realiza un trabajo de revisión histórica que recorre las disciplinas asociadas y los conceptos
primarios del Trabajo Social de Grupo (TSG), con el fin de identificar la relación entre la
bibliografía disponible sobre este método y las formas de impartir clases en los programas de
Trabajo Social.1
En el capítulo I, las autoras realizan un acercamiento al surgimiento del Trabajo Social de
Grupo en Europa, Norteamérica y luego América Latina. Mencionan también cómo surgen
algunos conceptos propios del TSG y cómo éste se relaciona y diferencia de otras disciplinas de
las ciencias humanas. Finalmente, aluden a las particularidades del Trabajo Social en
Latinoamérica y especialmente en Colombia.
En principio, se parte desde la Revolución Industrial, época en la que emergen diferentes
instituciones de asistencia social que debían atender problemas como pobreza, marginalidad
social o enfermedades, bajo un principio cristiano y no teórico o sociopolítico. Sin embargo, el
aumento de las problemáticas sociales dio lugar a la “necesidad de brindar formación (…) a los
agentes que se encargaban de asistir a los más pobres” (López, Martínez & Peralta, 2009, p.32).
Específicamente en Estados Unidos, diversos grupos juveniles de vocación religiosa y
misionera, en los comienzos del siglo XX, comenzaron a tratar de consolidar “un sistema
democrático de vida por medio de la participación en agrupaciones pequeñas y (…) la
instauración de la responsabilidad comunitaria” (López et al, 2009, p.33). A su vez, en 1906 el
trabajo de grupos comenzó a enseñarse en Chicago, lo cual dio paso a que durante las décadas
de los veinte y los treinta se emprendieran intentos para dar forma y definir una nueva práctica
profesional: el trabajo con grupos.
Luego, en los años treinta, dicha práctica pasó de “un enfoque recreativo a otro más
terapéutico” (López et al, 2009, p.33), debido a su cercanía con el Trabajo Social. Hecho que se
vio marcado por la investigación de diversos autores cuya pretensión era disminuir la brecha TSG-
Trabajo Social, y también, por la inclusión del TSG en el Social Work Year Book, como una de las
divisiones de esta disciplina.
Para el año 1946, el TSG pasó a ser reconocido oficialmente como un método de intervención
del Trabajo Social en la Conferencia Nacional de Trabajo Social celebrada en Nueva York.
También, durante las décadas del cuarenta y el cincuenta, se convirtió en objetivo desarrollar este
nuevo método, dando como resultado dos principios fundamentales: la individualización y la
socialización. Además, se estableció que “era un método para ayudar a la gente en su proceso de
crecimiento social por medio de la experiencia grupal” (Vinter et al, 1969. Citado por López et al,

1
http://www.humanas.unal.edu.co/2017/extension/centro-editorial/libros/trabajo-social-de-grupo-produccion-
escrita-docencia-y-modelos-de-intervencion
2009). Con ello, la práctica del TSG comenzó a expandirse desde las instituciones tradicionales
hacia otros espacios como hospitales, hogares para madres solteras, niños y ancianos, sindicatos
y la industria; paralelamente, la formación en TSG se disparó.
No obstante, hacia el final de los cincuenta, en Estados Unidos comenzó a emerger una
definición general del método profesional del trabajo social y su estructura, lo que conllevó a que
se unificaran la teoría y la práctica en busca de un ‘enfoque genérico’. Dando como resultado la
decadencia del TSG, que ante el tradicional método de caso y el trabajo social familiar, quedó en
segundo lugar; sin embargo, casi desde la década de los noventa, la producción teórica de TSG
en Estados Unidos ha vuelto a surgir.
Por otro lado, para América Latina el TSG llegó después del Primer Congreso Panamericano
de Servicio Social, realizado en Chile en el año 1945. Su enseñanza se basó en replicar los
modelos y principios dictados de forma exógena, es decir, por Estados Unidos.
Ahora bien, en Colombia no hay suficiente información histórica sobre el TSG, pero sí puede
encontrarse que este método entró a ser parte de la formación en Servicio Social a partir de la Ley
25 de 1948. De esta forma, tanto el método de caso como el método de grupos se instauraron
para dar apoyo y organización al desarrollo de la comunidad. Luego, “el ingreso del trabajo social
a la universidad pública marca un cambio en la concepción de la profesión” (López et al, 2009,
p.39), pues como ocurrió en Estados Unidos en los años veinte, se cambió la orientación moral-
religiosa de la profesión, dando paso a la técnica racional y modificando la metodología de
intervención.
Después, a finales de los sesenta, comenzó en América Latina el periodo de
Reconceptualización de la profesión, donde se replantearon principios y metodologías bajo la
premisa de que su aplicación era inadecuada, pues al ser un modelo copiado no tenía en cuenta
las propias condiciones sociales, políticas e idiosincráticas de Latinoamérica. Desde allí, se partió
para generar una elaboración conceptual a través de la sistematización de experiencias y la
puesta sobre la mesa de realidades sociales.
Esta etapa del Trabajo Social afectó los programas curriculares, en los que las cátedras de
métodos de intervención tradicionales (caso, familia y grupo) fueron suspendidas para crear
“espacios de reflexión y concientización sociopolítica e ideológica” (López et al, 2009, p.41). Sin
embargo, una vez el auge del pensamiento crítico decayó, durante los ochenta, surgieron nuevos
discursos basados en el género, la etnia y la edad; que si bien constituyeron un cambio social e
ideológico, no entraron a ser parte de la reflexión e intervención del TSG, pero sí de los problemas
sociales.
Finalmente, las autoras plantean que es evidente que se desconoce cómo evolucionaron el
Trabajo Social y el TSG en contextos europeos y, de forma contemporánea, norteamericanos.
Como tampoco hay un registro de los cambios ocurridos en América durante los ochenta y
noventa. Así pues, se invita a docentes y profesionales a conocer y comprender el pasado del
Trabajo Social, para recuperar la historia de dicha profesión.
En conclusión, este primer capítulo sienta bases generales sobre la historia y evolución del
TSG como metodología de intervención. Sin embargo, plantea como clave fundamental el análisis
de dicha historia lo que, desde mi perspectiva, invita a afianzar el campo investigativo del Trabajo
Social más que el de intervención. Y no porque estén contrapuestos, sino porque en este caso la
investigación es necesaria para entender lo que ha pasado y lo que podríamos hacer en el marco
de la intervención, que se halla ligada al contexto y la realidad propia del país y el continente.

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