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1.

Fase externa:
Lo que si cobra relevancia es la fase externa, donde el sujeto externaliza su intención por medio
de actos, ello será de suma relevancia pues dependiendo la intensidad de esos actos, y la afectación
del bien jurídico se podrá determinar la intensidad del reproche.
El estudio de esta fase externa es lo que denominamos ITER CRIMINIS expresión latina que
significa “camino del delito”.
Esta etapa externa se caracteriza, precisamente, porque tiene lugar en el mundo exterior
circundante.
Sabemos que la etapa interna tiene su origen en el pensamiento del sujeto, en la idea de cometer el
delito. La etapa externa, en cambio, comienza cuando la persona, que ha superado la deliberación y
ha adoptado en su interior la resolución de cometer el ilícito, manifiesta esta voluntad hacia el
exterior.
No debemos erróneamente creer que la fase externa comienza con la ejecución de actos o con el
principio de ejecución del delito, esta etapa es más amplia, comienza desde que el sujeto externaliza
su resolución, ya sea porque se prepara a través de un acto, o porque verbaliza su intención, aun
cuando no despliegue ningún acto ejecutivo.
Se distingue así doctrinariamente entre actos de preparación, de ejecución y de consumación, y
para alguna doctrina actos de agotamiento.
En estos casos existen evidentes manifestaciones de la resolución de delinquir, que se expresan a
través de determinados “actos” exteriores, visibles, realizados voluntariamente por la persona.

1.1. Actos Preparatorios:


Así los actos preparatorios importan un “actuar”, esto es, la realización de “conductas
exteriores”, que van encaminadas a hacer posible la realización del delito propuesto, de modo
que estos actos van más allá del sólo pensamiento, pues constituyen desde ya actos externos. Los
actos preparatorios empiezan cuando se lleva a cabo alguna actividad exterior, perceptible
por los sentidos, dirigida a hacer posible o facilitar la comisión del delito, que ha resuelto
cometer.

Según Jaime Naquira, los actos preparatorios son aquellos actos externos que preceden el
proceso ejecutivo o típico de un delito, realizados para organizarlo, hacerlo posible o
facilitarlo, que no representan un peligro jurídico-penalmente relevante para un bien
jurídico, razón por la cual son impunes, por regla general, salvo la decisión expresa del
legislador penal en sentido contrario.
Ejemplos: La compra de un arma para cometer un homicidio, el estudio previo y formulación
de un plan del lugar del robo, o bien el seguimiento e investigación de los hábitos de la futura
víctima.
El acto preparatorio implica un actuar, pero un actuar ex ante del principio de ejecución, por
cuanto si abarcarán estos estaríamos en presencia de la tentativa.
Entonces, los actos preparatorios importan conductas realizadas en el mundo exterior, que deben
sobrepasar el solo pensamiento, pero no deben alcanzar a configurar principios de ejecución de
algún delito en concreto.
EDUARDO NOVOA MONREAL, escribe que los actos preparatorios son aquellos “mediante los
cuales el delincuente dispone los medios o las circunstancias apropiados para cometer su delito,
pero que jurídicamente no alcanzan a constituir actos de ejecución”.
Naturalmente antes de realizar actos de ejecución, será necesario desplegar actos preparatorios, más
o menos complejos dependiendo del delito que se trate. Por ejemplo si se ha decidido matar a
alguien un clásico ejemplo de acto preparatorio será la compra de un arma, y si se decide ingresar a
robar a una casa habitación, el conseguir una ganzúa para abrir un portón también lo será, como
también podría ser para un hurto de tienda, acondicionar una chaqueta o un bolso para ocultar
especies.
O sea dependiendo cual sea nuestro delito encontraremos actos preparatorios más o menos
complejos, con más o menos actos externos, pero generalmente estarán presentes.
Vemos por tanto en ellos un preparación de actos encaminados hacia un fin, que es el delito, pero
sin que comience aun este a ejecutarse.
Por regla general estos actos preparatorios son impunes, por no representar peligrosidad
significativa o relevante para un bien jurídico protegido, pero encontramos algunas situaciones
excepcionales en las que si son punibles, por lo que para dicho estudio los clasificaremos de la
siguiente forma:
a.- Actos preparatorios comunes no sancionados (impunes).
b.- Actos preparatorios comunes sancionados en el Código Penal.
c.- Actos preparatorios comunes sancionados en Leyes Especiales.
d.- Actos Preparatorios especiales autónomos sancionados en el Código Penal

A. Actos preparatorios comunes no sancionados (impunes).


Como ya indicamos, en nuestra legislación penal la regla general es que los actos preparatorios
comunes no sean sancionados.
Estos actos preparatorios son reconocidos en nuestro ordenamiento en el artículo 8º del Código
Penal, y son la proposición y la conspiración para cometer un delito.
LEER ARTÍCULO 8º
A.1. Proposición:
El articulo 8 Inc 3° nos expresa que la proposición se verifica cuando el que ha resuelto cometer un
crimen o un simple delito, propone su ejecución a otra u otras personas.
La definición utilizada para la proposición por el legislador no es la más adecuada, por cuanto
utiliza en ella como verbo el mismo concepto, quizás hubiere sido más correcto conservar el verbo
“invitar” (utilizado por la legislación española en su artículo 4º).
Así por tanto, la proposición no será más que el acto mediante el cual una persona, que ha
resuelto cometer el delito, invita a otra para que participe, en la comisión del mismo.
El proponente – indica MARIO GARRIDO – se encuentra decidido a ejecutar un hecho delictivo,
pero no desea o no puede ejecutarlo sólo y por ello requiere de otra persona. Quien propone busca
adhesión a un proyecto ya decidido. Y por lo mismo, debe dar a conocer previamente su proyecto, a
quien elige destinatario de su proposición.
Así por tanto de la definición expuesta podemos extraer los siguientes elementos de la proposición:
i. Que el proponente haya resuelto previamente cometer un delito (crimen y simple
delito).
El sujeto activo de la proposición es únicamente el proponente, este requisito de singularidad es
característicos de la proposición.
ii. Que proponga a otra persona la comisión en conjunto de dicho ilícito. Esta
propuesta debe ser concreta, no genérica o indeterminada).
La proposición implica no solo comunicar a una o más personas una resolución delictiva, sino
requerir de el o ellos una determinada intervención en la ejecución del delito.
Por tanto si el sujeto idea, delibera, y resuelve cometer el delito conjuntamente no estamos en
presencia de esta figura.
Es de vital importancia tener presente que para que la proposición esté perfecta bastan estos dos
elementos, no requiere que el tercero a quien se propone o invita, acepte la propuesta.
No se debe tampoco confundir con la inducción o instigación, donde se busca convencer a otro de
que cometa un delito, pero que el otro lo comete, no es una invitación a obrar en conjunto. Dice
GARRIDO MONTT la inducción es la creación en otra persona, a través del convencimiento, de la
decisión de cometer un delito. El instigador no quiere él realizarlo sino que lo lleve a cabo el
instigado.
Por lo tanto, no hay proposición en la simple provocación genérica a cometer delitos, ni en los
meros consejos, conversaciones, consultas, divagaciones o actos de bravuconería. No hay
proposición tampoco en la invitación a participar en el delito que el invitante se propone cometer,
pues la proposición supone que la persona a quien va dirigida la propuesta ejecutará materialmente
el delito.
La proposición es la única que tiene quien ha decidido delinquir, de concretar un hecho que
no puede o no quiere ejecutar sólo.
La proposición y la conspiración son por tanto etapas de desarrollo necesarias para la acción
delictiva de sujeto plural.

iii. El fracaso de la proposición:


La proposición debe fracasar para no convertirse en inducción, que nuestro CP castiga a título de
autoría. Hay un fracaso en los siguientes casos:
 Cuando el destinatario no acepta la proposición;
 Cuando, aunque la acepte, no va más allá de los actos materiales de preparación, sin dar
comienzo a la ejecución.
 Cuando, habiendo dado comienzo a la ejecución, se desiste voluntariamente de ésta.
iv. Elemento subjetivo de la proposición; Dolo directo.
Algunos autores suelen hablar de la necesaria concurrencia de un “doble dolo”
(Politoff/Matus/Ramírez); el que anima a la proposición y el referido al delito objeto de la
proposición.

A.2 Conspiración:
Así, el Código Penal, en su artículo 8º, define la conspiración diciendo que ella “existe cuando dos
o más personas se conciertan para la ejecución del crimen o simple delito”.
La conspiración supone pues, por definición, un CONCIERTO entre dos o más personas, es
decir, un acuerdo de voluntades, para la ejecución del delito en torno al cual hay un consenso.
Hay una ideación, deliberación y resolución conjunta. El análisis previo para cometer un delito se
realiza conjuntamente, sea verbalmente o por gestos.
El concierto que caracteriza a la conspiración requiere, de acuerdo, según POLITOFF y MATUS,
un acuerdo acerca del lugar, modo y tiempo de ejecutar un delito determinado y la decisión seria de
ponerlo por obra, aunque no se requiere un acuerdo acerca de todos y cada uno de los detalles de su
ejecución.
Precisa NOVOA que debe existir acuerdo en lo esencial sobre la manera de realizar el hecho
punible.
Así por tanto los elementos de la conspiración para que se concrete son:
i. Concierto de dos o más personas, donde armonicen ideas y metas.
Por tratarse la conspiración de un concierto entre dos o mas personas, ello determina
necesariamente el carácter plural (a lo menos dos) del sujeto activo.
Como señala PACHECO, "ni el ocuparse dos personas en la posibilidad de un delito, ni el desearlo,
es conspirar para su comisión", se requiere "algo más": un acuerdo acerca, del lugar, modo y tiempo
de ejecutar un delito determinado y la decisión seria de ponerlo por obra, aunque no se requiere un
acuerdo acerca de todos y cada uno de los detalles de su ejecución.
Por tanto, no hay conspiración si varías personas discuten acerca de la posibilidad de cometer un
delito, sin llegar a acuerdo acerca de la posibilidad de llevarlo a cabo, o si para ello se encuentran "a
la espera de posibilidades", o difieren su ejecución sine die.
ii. Que dicho concierto tenga por finalidad la comisión de un crimen y simple delitos.
La conspiración supone concierto para cometer, esto es, coejecutar, un crimen o simple delito, lo
que significa, básicamente, división del trabajo entre personas de igual rango.
El acuerdo para cooperar en la comisión de un delito de manera subordinada, en un sentido
diferente al señalado, no constituye conspiración (p. ej.: solicitar a otro que lo lleve al lugar donde
se cometerá el crimen, en cuya ejecución esa otro no tomará parte).
¿La conspiración para cometer dos o más delitos? Un sector de la doctrina, la conspiración continúa
siendo solamente “una” aun cuando los delitos proyectados sean varios (Rodríguez Mourullo)
iii. Que se logre el concierto, esto es que se adopte una resolución en conjunto.
El proceso o la dinámica en la conspiración termina en un compromiso o un acuerdo colectivo para
la ejecución de un determinado delito. así, el concierto implica un acuerdo para perpetrar un
hecho delictivo determinado (dolo común), pudiendo quedar pendiente la asignación de roles
o funciones e indicación de las contribución o aporte de los conspiradores (ya que muchas
veces va a depender de si la fecha en que se espera ejecutar el delito acordado es más cercana o
lejana)
Este acuerdo o concierto debe ser serio, esto es, sin reservas mentales por parte de alguno de los
partícipes y tan firme como se requiere en toda tentativa. Por esta razón y las expuestas, no hay
conspiración en el concierto que tenga lugar con un agente encubierto o con otra persona que tenga
también el propósito de evitar el delito.
Importante: No hay proposición y conspiración de faltas. según lo prescrito por el artículo 9º del
mismo cuerpo legal, las “faltas” sólo se castigan cuando han sido consumadas, de modo que
respecto de ellas no caben la proposición o la conspiración.
iv. Elemento subjetivo: El dolo en la conspiración.
El hecho de que la conducta de conspiración se encuentre necesariamente vinculada y orientada
hacia la ejecución de un delito posterior determina ciertas particularidades en materias de dolo.
En primer lugar, la conspiración nace, se desarrolla y termina en torno a la resolución común de
ejecutar, posteriormente, un determinado delito. Por ello, el dolo de conspirar implica dos factores
complementarios:
 El dolo del crimen o simple delito a ejecutar.
 La conciencia y voluntad de todos y cada uno de los conspiradores de concertarse con
anticipación, sobre la base de un compromiso común, solidario e interdependiente para la
ejecución de determinado delito, siendo ello la única base de sustentación de dicha
resolución delictiva.
La segunda particularidad que nos plantea el dolo en la conspiración dice relación con la clase o
modalidad de dolo; en términos mas directos: Si es factible pensar una conspiración con dolo
eventual. Hay que recordar que en el dolo eventual el resultado delictivo no es algo buscado ni
seguro, es algo posible y que dependerá del transcurso de los acontecimientos. Mientras que
en el dolo directo el actor asume una actitud y comportamiento activo, en el dolo eventual,
aquello es de carácter pasivo.
Por otro lado, la conspiración esta directamente orientada y dirigida hacia la ejecución de un delito
determinado, y todo parece indicar que los conspiradores cuando se deciden y resuelven ejecutarlo,
en modo alguno lo dejan todo entregado al azar o al destino, lo anterior nos debería llevar a concluir
que la naturaleza de la conspiración solo permitiría un dolo directo.

B. Actos preparatorios comunes sancionados en el Código Penal.


Conforme lo dispuesto en el artículo 8º del Código Penal, la conspiración y proposición para
cometer un “crimen o un simple delito”, sólo son punibles en los casos en que la ley las pena
especialmente. De modo que la sanción de estas formas de actos preparatorios comunes tiene lugar
en casos muy excepcionales.
En el Código Penal en su libro segundo Titulo I, encontramos infracciones contra la Seguridad
Exterior y Soberanía del Estado, donde precisamente encontramos especialmente sancionada la
conspiración y la proposición, del delito de traición a la patria, en sus diversas formas, previsto en
los artículos 106 a 110, ambos inclusive. Indica el artículo 111, que la conspiración se sanciona con
la pena inferior en dos grados a la señalada para el delito y la proposición con la de presidio menor
en cualquiera de sus grados.
Similar situación encontramos para el delito de rebelión, sancionándose de conformidad al artículo
125, la conspiración con extrañamiento mayor en su grado medio y la proposición con
extrañamiento menor en su grado medio.
En estos casos que ya dijimos son muy excepcionales en nuestra legislación, se estima que la mera
actividad preparatoria, sin que se concrete en ningún acto ejecutivo, genera un peligro para e bien
jurídico que debe ser castigado.
Aquí es la figura de proposición y conspiración de los delitos respectivos la que es sancionada,
por tanto no son figuras autónomas propiamente tales sino que dependen de otro tipo penal.

C.- Actos preparatorios comunes sancionados en leyes especiales.


También encontramos a la conspiración y proposición especialmente penada en otras leyes o
cuerpos legales especiales, como el Código de Justicia Militar que en su artículo 250 castiga las
formas imperfectas de ejecución de los delitos de Traición, Espionaje y demás delitos contra la
Soberanía y Seguridad Exterior del Estado, pero también sanciona la proposición y conspiración. La
primera se sanciona con la pena inferior en tres grados y la conspiración con la pena inferior en dos
grados, en ambos casos, en relación con la pena señalada por la ley al delito consumado.
Similar situación encontramos en el artículo 278, donde la conspiración para el delito de Sedición o
Motín, se castigará con la pena inferior en un grado a la que corresponde al delito, y la proposición
con la pena inferior en dos grados.
La otra normativa que castiga esta figura es la Ley Nº 12.927, sobre Seguridad del Estado, que en su
artículo 23 dispone que, la proposición y la conspiración para cometer alguno de los delitos
sancionados en dicha ley, serán castigadas con la pena señalada al delito consumado, rebajada en
uno o dos grados.
Igualmente encontramos la Ley Nº 18.314, que determina conductas Terroristas y fija su penalidad,
que en su artículo 7º prescribe que la conspiración respecto de un delito terrorista se castigará con la
pena correspondiente al delito consumado, rebajada en uno o dos grados.
Y la última situación la encontramos en la Ley Nº 20.000, que sanciona el Tráfico Ilícito de
Estupefacientes y Sustancias Sicotrópicas, la cual establece en su artículo 17º que, la conspiración
para cometer los delitos contemplados en ella será sancionada con la pena asignada al delito
respectivo, rebajada en un grado.
d.- Actos preparatorios especiales sancionados en el Código Penal.
Por último encontramos situaciones en las que propiamente tal nos encontramos
preparatorios, pero que se han sancionado en forma autónoma, es decir, por sí mismos
constituyen un tipo penal.
POLITOFF y MATUS, indican que se trata de hechos que la propia ley ha elevado a la
categoría de delitos autónomos, que de otra manera serían considerados meros actos preparatorios
impunes.
Ejemplo de ello es el artículo 181 CP, donde se sanciona al que falsificare o hiciere uso de ciertos
elementos destinados a la fabricación de determinados valores y títulos, quien será castigado con
presidio menor en sus grados mínimo a medio y multa.
Otro ejemplo es el 288 bis CP que sanciona a quien portare armas cortantes o punzantes sin que se
pueda justificar razonablemente su porte.
También se considera en esta categoría de acto preparatorio – para este caso del delito de robo con
fuerza en las cosas- , la disposición del artículo 445 del Código Penal en la cual se castiga con
presidio menor en su grado mínimo, al que fabricare, expendiere o tuviere en su poder llaves falsas,
ganzúas u otros instrumentos destinados conocidamente para efectuar el delito de robo y no diere
descargo suficiente sobre su fabricación, expendición, adquisición o conservación.
Igualmente tiene la naturaleza de acto preparatorio elevado a la figura autónoma el artículo 481 del
Código Penal, según la cual el que fuere aprehendido con bombas explosivas o preparativos
conocidamente dispuestos para incendiar o causar alguno de los estragos expresados en el párrafo
destinado al delito de incendio y otros estragos, será castigado con presidio menor en sus grados
mínimo a medio; salvo que pudiendo considerarse el hecho como tentativa de un delito determinado
debiera castigarse con mayor pena.
La doctrina estima, en general, que estas disposiciones contemplan verdaderos actos preparatorios,
pues en estas situaciones el sujeto ha realizado conductas que trascienden voluntariamente al
“mundo exterior”, pero que todavía no pueden estimarse constitutivas de “principios de ejecución”
de ningún delito.
Por ejemplo en relación al 288 bis, el sujeto con el arma blanca que porta no ha amenazado a nadie,
ni ha herido a un tercero, tan solo lo porta, y esa conducta ya constituye un disvalor para el
legislador, un hecho peligroso, sin que sea necesario vincularlo a la comisión de un ilícito.
Lo mismo acontece con el 445 en el cual el legislador indica que son elementos conocidamente
destinados a efectuar el delito de robo, pero la verdad es que el sujeto sólo los porta y ni siquiera ha
dado principio de ejecución a algún delito, pero el sólo hecho de la tenencia ya es considerado
peligroso por el legislador.
Naturalmente estas normas son muy distintas al 481 que regula las bombas incendiarias, de las
cuales sí podemos desprender un indicio de dolo del sujeto en relación al delito de incendio, aun
cuando no haya dado principio de ejecución a aquel, es decir no es natural ni normal en la vida
diaria, que un sujeto trasporte bombas incendiarias, sin embargo el 445 y el 288 bis son normas
equivocas, de las cuales no necesariamente podemos desprender que se cometerá un delito, y es por
ello que el mismo legislador presupone la posibilidad de justificar su tenencia, pues nos podríamos
encontrar que quien las trasporta es un cocinero que lleva sus cuchillos o un cerrajero que trasporta
ganzúas, en dicho caso no habrá un actuar culpable y por tanto no merece penal.
Recordemos que en estos casos no se exige una conexión ideológica con el eventual delito a
cometer, son figuras independientes y autónomas, no se requiere por tanto que acreditar que el
sujeto tenía la intención de cometer un ilícito, como si lo vimos respecto de las figuras de
conspiración y proposición, donde existe un vinculación ideológica con un delito determinado.
POLITOFF indica al respecto que se trata de actos preparatorios que la ley tipifica como delitos
consumados. Son ilícitos autónomos de peligro, que no constituyen etapas del iter criminis,
sino que han sido concebidos por el legislador como verdaderos hechos de preparación para la
comisión de delitos ulteriores, adelantando considerablemente la penalidad, a un evidente acto
meramente preparatorio.
Para autores como RAIMUNDO DEL RIO y POLITOFF en similar situación se encuentra la
asociación ilícita.
Esta disposición indica que toda asociación formada con el objeto de atentar contra el orden social o
buenas costumbres, contra las personas o las propiedades, importa un delito que existe por el solo
hecho de organizarse.
Sin embargo como ya dijimos aquí a mi juicio la situación es distinta por cuanto se esta exigiendo
una conexión ideológica con eventuales delitos, es decir la organización debe tener un fin especifico
que es atentar contra los bienes señalados y por tanto realmente no se castiga la mera organización
sino la organización con un objetivo.
Igual cosa cabría decir respecto de mismo delito de asociación ilícita, pero esta vez contemplado en
la Ley Nº 20.000, que sanciona el tráfico ilícito de estupefacientes y sustancias sicotrópicas, en
cuyo artículo 16 se sanciona a los que se asociaren u organizaren con el objeto de cometer alguno
de los delitos contemplados en dicho cuerpo legal, los cuales serán sancionados, igualmente, por
este solo hecho.

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