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1.5.- Incompatibilidades parlamentarias.

Se refieren a prohibiciones que afectan a los parlamentarios en


virtud de las cuales se les impide que simultáneamente a su función de tales
desempeñen otros empleos, cargos, funciones o comisiones que se establecen
en la Constitución.

Las incompatibilidades impiden que los parlamentarios en forma


paralela desempeñen determinadas actividades, mientras que las inhabilidades
precedentemente señaladas coartan la posibilidad de ser candidato a diputado
o senador.

Estas incompatibilidades están contempladas en el Art. 58 de la


Constitución, disposición que parte enunciando que son incompatibles entre sí
los cargos de diputado y senador, para luego señalar otras incompatibilidades
que tienen la misma identidad que las inhabilidades.

Las incompatibilidades parlamentarias, desde otra perspectiva,


generan incapacidades en cuya virtud ningún parlamentario puede ser
nombrado para un cargo incompatible (Art. 59 de la Constitución) desde que
es proclamado como electo por el Tribunal Calificador de Elecciones y hasta
que finalice su período. Si ello ocurriere, ese nombramiento adolecería de
nulidad.

Con todo, las incompatibilidades indicadas, que generan


incapacidades, no rigen en caso de guerra exterior, como tampoco, en dicho
escenario, rigen para los cargos de Presidente de la República, Ministros de
Estado y agentes diplomáticos.

Todas las limitantes señaladas precedentemente, que imponen


prohibiciones persiguen:
+ En el caso de las inhabilidades, que cualquier autoridad estatal
pueda ser candidato al parlamento valiéndose de su posición para hacer un
aprovechamiento abusivo de su autoridad para fines electorales;
+ En el caso de las incompatibilidades, reforzar la independencia
de la función parlamentaria con respecto del gobierno; y
+ En el caso de las incapacidades, impedir una incompatibilidad
sobreviniente.

1.6.- Prerrogativas parlamentarias.-

La constitución establece en favor de los parlamentarios, y con el


objeto de que puedan cumplir sus funciones propias las siguientes
prerrogativas:

1.6.1.- La inviolabilidad parlamentaria.-


Se trata de una inmunidad jurídica que establece a favor de los
parlamentarios una irresponsabilidad por las opiniones que manifiesten o el
voto que emitan en los pronunciamientos del parlamento.

Con ello se busca proteger de forma privilegiada la libertad de


opinión del parlamentario, incluso cuando aquella pueda significar la comisión
de un delito a significar un abuso.

En suma, los parlamentarios, bajo determinadas condiciones,


están exentos de toda responsabilidad civil y penal.

Esta inviolabilidad comprende solamente las opiniones y los votos


que emitan los parlamentarios en el ejercicio de sus cargos, en sesiones de
sala o de comisión. (Art. 61 inciso 1° de la Constitución).

Sobre esta materia, hay que recordar que el Art. 19 N° 12 de la


Constitución, consagra como garantía constitucional la libertad de opinión, sin
perjuicio de responder por los delitos y abusos que se cometan en su ejercicio,
por lo que con relación a los parlamentarios, esta garantía es mucho mas
amplia.

1.6.2.- El fuero parlamentario.-

Es también una inmunidad de la que están investidos los


parlamentarios, en virtud de la cual no pueden ser acusados o privados de
libertad, salvo en caso de delito flagrante, mientras la Corte de apelaciones de
la respectiva jurisdicción, reunido en pleno, no autorice previamente la
acusación declarando haber lugar a la formación de causa (Art. 61, incisos 2°,
3° y 4° de la Constitución).

Se trata de una inmunidad formal, que otorga a los


parlamentarios una garantía procesal especial, pero que no los exime de
responsabilidad de ninguna especie.

En todo caso tratándose de situaciones de delitos flagrantes, el


parlamentario puede ser arrestado en el acto, debiendo ser puesto de
inmediato a disposición del Tribunal competente, que en estos casos será
siempre la Corte de Apelaciones respectiva. (ver Art. 417 del Código Procesal
Penal).

Este fuero, importa entonces un pronunciamiento previo de un


tribunal superior, antes de que se pueda hacer efectiva la responsabilidad de
un parlamentario ante los tribunales de justicia, respecto a si existen
antecedentes suficientemente plausibles que ameriten formar causa en su
contra.

El Tribunal de alzada conoce en pleno de una petición de


desafuero parlamentario y los criterios sobre cuya base formula su
pronunciamiento se contemplaban en el antiguo Código de Procedimiento
Penal, al cual, en su Art. 612 establecía, a este respecto, que era necesario
que aparecieran “contra el diputado o senador, datos que podrían bastar para
decretar la detención de un inculpado”. Cabe recordar que cualquier juez del
crimen podía disponer la detención de un inculpado siempre que existieran
fundadas sospechas de su participación en algún delito.

El fallo de la Corte de Apelaciones en materia de desafueros en


apelable ante la Corte Suprema, tribunal este último que también conoce y
falla en pleno.

Si el desafuero prospera, el diputado o senador desaforado, queda


suspendido de su cargo y a disposición del juez competente, aplicándosele el
derecho común, por lo que podrá ser acusado, privado de su libertad y
eventualmente condenado.

1.6.3.- La dieta parlamentaria.-

El Art. 62 de la Constitución establece que los diputados y


senadores percibirán como única renta una dieta equivalente a la
remuneración de un Ministro de Estado incluidas todas las asignaciones que a
dichos funcionarios corresponden.

De esta forma, y al señalar expresamente la Constitución que los


parlamentarios recibirán como única renta la señalada en el citado artículo, se
excluye toda posibilidad de que estos puedan recibir ingresos adicionales a esa
dieta en razón de su cargo.

1.6.4.- Prerrogativas protocolares.-

En los reglamentos de ambas Cámaras y en disposiciones


reglamentarias o legales diversas se contemplan normas que se refieren al
tratamiento que deben dispensarse a los parlamentarios en determinados
casos, como por ejemplo ubicación preferente en ceremonias públicas, cuyos
alcances no tienen otra finalidad que reconocer la importancia de tales
funciones y que tienen mayor importancia de cumplir determinadas formas de
protocolo enraizadas en la cortumbre histórica.

1.7.- Causales de cesación en el cargo parlamentario.-

Un parlamentario cesa en el cargo si a su respecto concurre


cualquiera de las causales contempladas en el Art. 60 de la Constitución. Estas
causales son las siguientes:

1.7.1.- Por ausentarse el parlamentario del país por más de treinta días sin
permiso de la Cámara respectiva, o estando ésta en receso, sin permiso de su
presidente.
1.7.2.- Por caucionar o celebrar el parlamentario durante su ejercicio contratos
con el Estado. (*)
1.7.3.- Por actuar el parlamentario como procurador o agente en gestiones
particulares de carácter administrativo, en la provisión de empleos públicos,
consejerías, funciones o comisiones de similar naturaleza. Se trata, en este
caso que el parlamentario sea gestor administrativo de intereses particulares,
pues tratándose de intereses públicos su gestión es lícita. (*)
1.7.4.- Por aceptar el parlamentario ser director de Banco o de alguna
sociedad anónima, o ejercer cargos de similar importancia en esas actividades.
(*)
(*) Estas causales se configuran igualmente, si el parlamentario actúa a través
de interpósita persona, sea esta natural o jurídica, o por medio de una
sociedad de personas de la que forma parte.
1.7.5.- Por actuar el parlamentario como abogado o mandatario en cualquier
clase de juicio en contra del fisco.
1.7.6.- Por ejercer el parlamentario cualquier influencia ante las autoridades
administrativas o judiciales a favor o representación del empleador o de los
trabajadores en negociaciones colectivas o conflictos laborales, sean del sector
público o privado, o que intervengan en ellos ante cualquiera de las partes.
1.7.7.- Por actuar o intervenir el Parlamentario en actividades estudiantiles,
cualquiera que sea la rama de la enseñanza, con el objeto de atentar contra su
normal desenvolvimiento.
1.7.8.- Por incitar el parlamentario, de palabra o por escrito, a la alteración
del orden público o propicie el cambio del orden jurídico institucional por
medios distintos de los que establece la Constitución, o que comprometa
gravemente la seguridad o el honor de la Nación.

El parlamentario que perdiera su cargo en razón de la


configuración de cualquiera de las causales indicadas precedentemente, no
podrá optar a un cargo o empleo público, sea o no de elección popular, por el
término de dos años.

También cesará en sus funciones el parlamentario que, durante su


ejercicio, pierda algún requisito de elegibilidad o incurra en alguna causal de
inhabilidad (del Art. 57 de la Constitución).

Cabe consignar que los parlamentarios podrán renunciar a sus


cargos cuando les afecte una enfermedad grave que les impidan desempeñar
sus funciones lo que será calificado por el Tribunal Constitucional. (Art. 60
inciso final de la Constitución).

Por último, el órgano competente para pronunciarse sobre las


inhabilidades, incompatibilidades y causales de cesación en el cargo de los
parlamentarios es el Tribunal Constitucional (Art. 93 N° 14 de la Constitución),
a requerimiento del Presidente de la República o de a lo menos 10
parlamentarios en ejercicio.

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