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NOTA HISTÓRICA

Rev otorrinolaringol cir cab-cuello. 2002; 62: 207-210

La medicina griega

En la Grecia clásica los enfermos acudían al pacientes tras pasar ahí una noche, eran conduci-
templo de Epidauro para hacerse curar por dos a la fuente para tomar un baño. Tal precaución
Asclepios, el dios de la medicina. Aquella amalgama no debía ser superflua, puesto que solamente
de santuario, hospital, sanatorio y bazar debía después de haberse quitado de encima, lo mejor
presentar, durante todo el año, un aspecto bastante posible, el hedor y la suciedad, eran admitidos en
curioso. Una muchedumbre de ciegos, epilépticos y el templo para la oración y la ofrenda. Asclepios
lisiados, la tomaba por asalto, dando mucho queha- era un doctor honesto y sólo exigía los honorarios
cer, para disciplinarla, a los zácoros, a los portalla- en caso de curación. Para saldar un fémur roto se
ves, a los piróforos, que mitad sacerdotes, mitad contentaba con un pollo, pero podía trabajar gratis
enfermeros, representaban a Asclepios y vigilaban si el paciente era pobre.
los milagros (Figura 1). No sabemos con precisión en qué consistían
La clínica sólo proporcionaba, para no dejarlos las curas. Ciertamente las aguas tenían gran im-
al aire libre, los muros del dormitorio, que estaba portancia en ellas, pues la región abundaba en
en la planta superior y se llamaba abaton. Los fuentes termales. Otro ingrediente muy usado

Figura 1.

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REVISTA DE OTORRINOLARINGOLOGÍA Y CIRUGÍA DE CABEZA Y CUELLO

eran las hierbas. Pero, sobre todo, se contaba con Era originario de Cos, donde todos los años
la sugestión que se creaba con exorcismos y acudían miles de enfermos para zambullirse en las
espectaculares ceremonias. Tal vez se recurría aguas termales. Estos constituían un excelente
también al hipnotismo y, en ciertos casos, a la material de estudio para el joven Hipócrates, que
anestesia, si bien no se sabe cómo la lograban. era hijo de un “curandero” y discípulo de otro,
Porque de las inscripciones se deduce que Heródico de Selimbria. Empezó por elaborar una
Asclepios, más que un clínico, era un cirujano. casuística que le allanó el camino para formular,
Estas no hablan, en efecto, más que de vientres sobre la base de la experiencia, la diagnosis. Sus
abiertos a cuchilladas, de tumores extraídos, de libros fueron posteriormente reunidos en un Cor-
clavículas soldadas, de piernas torcidas endereza- pus Hippocraticum, en los cuales Hipócrates tal
das haciendo transitar un carro por encima. El vez sea autor sólo de una mínima parte, siendo el
caso más célebre de todos fue el de una mujer resto añadido por sus discípulos y sucesores. En
que, queriendo librarse de una tenia, y estando él se encuentra confusamente de todo: anatomía,
Asclepios ocupado en aquel momento, se había fisiología, consejos, investigaciones y un amplio
dirigido a su hijo quien, teniendo al igual que el número de ideas erróneas. No obstante, ha consti-
padre la pasión de la cirugía, le separó la cabeza tuido el texto fundamental de la medicina durante
del cuello y con la mano fue a buscarle la lombriz más de mil quinientos años.
en el estómago. La encontró y la sacó. Pero, Los médicos hipocráticos hacían todo lo posi-
luego, no pudo volver a poner la cabeza sobre el ble por ser rigurosamente científicos, pero del
tronco de la desdichada, así que tuvo que entre- mismo modo sostenían que el primer deber del
garla en dos trozos al padre, quien, tras haberle médico es curar, más que estudiar la enfermedad.
dado un capón al incauto muchacho, se marchó. En este aspecto, existía cierto grado de desacuer-
Esto aparece escrito en una lápida. do entre ellos y la vecina escuela de Cnido.
Fue este dios socorredor o, por decirlo mejor,
fueron sus sacerdotes los que monopolizaron la
medicina griega hasta el siglo V a. C. Sólo en
tiempos de Pericles asomó la medicina laica, que
se apoyaba, o pretendía apoyarse, en bases racio-
nales, al margen de la religión y de los milagros.
Pero también esta novedad llegó a Atenas desde
fuera, específicamente del Asia Menor y de Sicilia,
donde se habían formado las primeras escuelas
seglares.
El verdadero fundador fue Hipócrates (Figura
2), si bien parece ser que antes de él, en Crotona,
vivió. Alcmeón, formado en la escuela de
Pitágoras, y al que se atribuye el descubrimiento
de la trompa de Eustaquio y del nervio óptico.
Pero de éste no sabemos prácticamente nada,
mientras que Hipócrates es una figura histórica.

Figura 2.

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LA MEDICINA GRIEGA - MI-MORENO P

Podríamos concretar esta diferencia diciendo que corporativamente, se volvieron estables, fundaron
el ideal de Cnido fue la ciencia, y el de Cos, la iatreia, es decir, gabinetes de consulta, y celebra-
ciencia al servicio del hombre. ron congresos donde cada uno aportaba la contri-
Hipócrates debió de haber tenido algún dis- bución de sus propias experiencias y
gusto con la iglesia, porque comienza con la descubrimientos.
afirmación del valor terapéutico del rezo. Mas, en El Maestro ejercía poco. Por lo demás estaba
seguida, se pone a desmantelar el origen celeste continuamente de viaje para consultas de excep-
de las enfermedades, tratando de reconducirlas a ción. Incluso le llamaban el rey Pérdicas, de Mace-
sus causas naturales. Parece que, como clínico no donia y Artajerjes, de Persia. Atenas le invitó en 430
fue brillante, pues no comprendió el valor revela- a.C a causa de una epidemia de tifus petequial. No
dor de las pulsaciones, juzgaba la fiebre sólo con sabemos qué curas prescribió ni que resultados
el contacto de la mano y no auscultaba al paciente. obtuvo. Pero Hipócrates tenia un modo de diagnos-
Pero, desde el punto de vista científico y didáctico, ticar y de pronosticar, a fuerza de sonoras palabras
fue ciertamente el primero que separó la medicina científicas, que infundía respeto hasta cuando no
de la religión. Era amigo de Demócrito, que le curaba el mal. Y era célebre por aforismos como:
desafió en longevidad. Ganó el filósofo, sobrepa- “El arte es largo, pero el tiempo es fugaz”, que
sando los cien años, mientas que el médico sólo dejaban a los pacientes con sus reumatismos y sus
llegó a los ochenta y tres. jaquecas, pero les sugestionaban.
El cuerpo, según Hipócrates, está compuesto Su buena salud era el mejor argumento de sus
de cuatro elementos: sangre, flema, bilis amarilla y terapias. A los ochenta años viajaba aún de una
bilis negra. Las enfermedades provienen del exce- ciudad a otra, de un Estado a otro, siendo huésped
so o defecto de cada uno de ellos. La cura debe de las casas más señoriales, pero siempre sujeto a
consistir en un reequilibrio y, por esto, ha de un horario y a una dieta rigurosa. Comer poco, andar
basarse, más que en las medicinas, en la dieta. mucho, dormir sobre duro, levantarse con los pája-
Afirmaba que mejor era prevenir la dolencia que ros y con éstos acostarse, era su regla de vida.
reprimirla. Ya en la Atenas del Helenismo (s. III a. C.) los
No puede decirse que bajo la guía de médicos exponían sus títulos ante la Asamblea,
Hipócrates la anatomía y la fisiología hubiesen que elegía a quienes le parecían los mejores;
hecho grandes progresos. Sólo la Iglesia propor- estos eran retribuidos por la ciudad, quien ponía a
cionaba material de estudio con las vísceras de los sus disposición un local que servía para las
animales que eran sacrificados para deducir de consultas, las operaciones y la hospitalización de
ellos los auspicios. Y en cuanto a la cirugía, los enfermos, y los medicamentos eran pagados
permaneció siendo monopolio de los practicones por el Estado. Los gastos de este servicio social
y, sobre todo, de quienes lo hacían al servicio del se cubrían mediante un impuesto especial, el
Ejército, durante las guerras. Pero a él se debe la iatrikón.
formación de la medicina como ciencia autónoma Sólo en la época helenística, los médicos
y su organización. Antes de Hipócrates, se debía ir obtuvieron autorización para disecar a criminales
a Epidauro a solicitar el milagro. condenados a muerte. Herófilo de Calcedonia y
Hipócrates confirió a la medicina una alta Erasístrato de Yúlide practicaban también
dignidad, elevándola a sacerdocio con un jura- vivisecciones (disección anatómica de un ser
mento que comprometía a los adeptos no sólo a vivo), y descubrieron, veinte siglos antes que
ejercer según ciencia y conciencia, sino también a Harvey, la circulación de la sangre.
atenerse a un rígido decoro externo, a lavarse Los instructores de los gimnasios o
mucho y a guardar una actitud mesurada que pedótribos eran con frecuencia higienistas y pro-
inspirase confianza en el paciente. Por primera porcionaban a los atletas y a los miembros de la
vez, con él, los médicos se organizaron clase ociosa la oportunidad de someterse, debida-

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mente dirigidos, a regímenes de salud. Sabían En Grecia, raramente pudo hablarse de espe-
también reducir fracturas, distensiones y cialistas, con excepción de los oculistas, que
luxaciones. En su ocupación de cuidar y curaban los ojos de sus clientes, especialmente
reestablecer la salud de sus clientes, estudiaron con la ayuda de colirios, y dentistas, capaces de
los masajes, las dietas y los sistemas graduados empastar o enfundar de oro los dientes.
de ejercicios. Las mujeres podían ser médicos, pero se
El público tenía también a su disposición limitaban generalmente a realizar las funciones de
libros de medicina y podía procurarse drogas en enfermeras, de cuidadoras de enfermos y, sobre
casa de farmacópolo o farmacéutico, que se pro- todo, de comadronas. Las mujeres, sobre todo
veía, a su vez, del rizótomo o “cortador de raíces”; para determinadas enfermedades, se dirigían con
la cosecha de plantas medicinales era considerada preferencia a las curanderas, que más practicaban
como parte esencial del arte de curar. Con fre- la magia que la medicina racional.
cuencia los médicos dirigían oficinas donde se
preparaban medicamentos bajo su dirección.

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